You are on page 1of 3

I.

VIDA Y OBRAS
René Descartes, nacido en La Haye (Touraine) en 1596, se educó en el
colegio
de la Flèche, uno de los más célebres de Europa, regido por los jesuitas. En
el
Discurso del método nos cuenta el profundo desengaño de las materias
estudiadas
entonces. De esa severa crítica se libraron las matemáticas, pero sólo en
parte,
ya que si bien era admirable la certeza con la que procedían, todavía
estaban
limitadas a ciertas aplicaciones prácticas, alejadas de su verdadero uso. Las
que
no escaparon en absoluto a su censura fueron las demás disciplinas, entre
las cuales
hay que contar la filosofía, que enseña a hablar de todas las cosas, pero sin
certeza, que era la gran pasión de Descartes.
En 1618, después de estudiar Derecho, se retiró a Holanda y se alistó en el
ejército, conociendo al matemático y físico Isaac Beeckman, al que dedicó
precisamente
su primera obra, Compendio de música. Aún seguía en el ejército cuando
descubrió los fundamentos de una ciencia admirable, que no es sino una
ciencia
universal (mathesis universalis) desarrollada según el método matemático.
Convencido de que a esa tarea debía dedicar su vida, abandonó la carrera
militar
e hizo voto de peregrinar a Loreto.
Regresó entonces a Francia, donde permaneció desde 1620 hasta 1628. Ese
año, deseoso de dedicarse a los estudios científicos sin ser importunado, se
trasladó
a Holanda, país económicamente más avanzado y religiosamente más libre.
Allí permaneció hasta 1649. Fue la época de sus grandes escritos,
empezando por
las Reglas para la dirección del espíritu, obra inacabada en la que trata de
encontrar
las reglas para dirigir adecuadamente la razón en la búsqueda de la
certeza.
A esa obra le siguió el Tratado del mundo o Tratado de la luz que, sin
embargo,
renunció a publicar, puesto que el Santo Oficio había censurado la teoría
heliocéntrica mantenida por Galileo, que también él sostenía.
Vino luego el Discurso del método para conducir bien la razón y buscar la
verdad en las ciencias. Además, la dióptrica, los meteoros y la geometría,
que
son ensayos de este método. Todo lo que nos cuenta en esa obra está
encaminado
a dar a conocer el método, cuya falta es el motivo de la mala situación de
los conocimientos
humanos, porque, como él mismo dice, no basta con tener un buen
entendimiento, sino que lo principal es aplicarlo bien.
Trabajó luego en la redacción de una obra que apareció bajo el título de
Meditaciones
sobre la filosofía primera en la que se demuestra la existencia de Dios
y la inmortalidad del alma, que van acompañadas de una serie de
Objeciones,
propuestas por diversos filósofos y teólogos, seguidas, a su vez, de las
correspondientes
Respuestas a las objeciones del propio Descartes. Sin duda, es la obra
cartesiana más importante.
En el último período de la vida de Descartes aparecieron los Principios de
filosofía, en cuya primera parte el autor hace una exposición general de su
pensamiento,
con la pretensión de que sirviese de manual con el que introducir su
filosofía
en las escuelas.
Pero las reflexiones filosóficas de Descartes se centraron cada vez más en
los problemas del hombre. A este tema le dedicó precisamente su última
gran
obra, Las pasiones del alma, que constituye un extenso estudio sobre los
sentimientos
del hombre, llamados aquí pasiones.
En 1649, invitado por la reina Cristina, deseosa de conocer su filosofía, se
trasladó a Suecia. Allí murió al año siguiente, 1650, a los 54 años. Sus
restos fueron
trasladados años más tarde a Francia, en donde reposan.
II. EL MÉTODO
1. El proyecto cartesiano
El fin de la filosofía cartesiana es, naturalmente, el descubrimiento de la
verdad, pero no tanto de verdades teóricas como de verdades prácticas. Es
cierto
que cuando comenzó a filosofar se sintió atraído por verdades teóricas,
concretamente
por aquellas que tienen que ver con la cantidad, es decir, por las verdades
matemáticas. Pero esa atracción cedió enseguida su puesto a las verdades
prácticas.
Y prácticas en el doble sentido de que nos indican qué hacer con las cosas y
qué hacer con nosotros mismos. Este destino práctico de la filosofía se
manifiesta
en muchas ocasiones, incluso en la famosa comparación que hace de la
filosofía
con un árbol: «La filosofía es como un árbol cuyas raíces son la metafísica,
el
tronco la física y las ramas que salen de ese tronco son todas las otras
ciencias,
que se reducen a tres principales, a saber, la medicina, la mecánica y la
moral» 1.
42 EL RACIONALISMO
1. Principios de filosofía, Prefacio, AT, IX/2, 14. Con la sigla AT se citan las OEuvres de Descartes
de la edición Adam-Tannery, Vrin, París, 1996.

You might also like