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Esto es una copia informatizada del libro

“PARA MEJOR CONFESAR”, de


A. CHANSON, Vicario en N. S. Boulogne, Profesor del Seminario Mayor de Arrás.
Traducción de la Tercera edición francesa por el Licenciado D. Daniel J. Ruiz. Edición
auspiciada por el Colegio Máximo de San José (San Miguel - Rep. Argentina)

Para que no se piense que lo enseñado en este libro responde a una mera apreciación
subjetiva de su autor, transcribo, del Prefacio de la 1ª edición, sus palabras:
“He indagado en los Tratados de Moral Pastoral, todos inspirados en la “Praxis Confessarii”
de San Alfonso María de Ligorio. He utilizado ampliamente el “Neo-Confessarius”, de Reuter-
Lehmkuhl; la “Theologia Pastoralis”, de Aertnys; el “de Paenitentia”, de Tanquerey; las
“Quaestiones Pastorales”, de Merkelbach; el “De Ocasionariis et Recidivis”, del P. Ter Haar,
y, entre los autores más modernos, el “Memento de Pastorale”, de Mathyssek, y “Les
Sacraments”, de Schoellig.
Un Padre Redentorista tuvo la bondad de prestarme sus cuadernos de pastoral destinados a
formar a los confesores de misión. Algunos curas párrocos, algunos capellanes de la juventud,
algunos religiosos de entre mis amigos me han dado preciosos consejos que felizmente han
completado mis propias experiencias de ocho años de vicariato.”

1
LIBRO PRIMERO
EL CONFESOR
CAPÍTULO PRIMERO
LAS CUALIDADES DEL CONFESOR
El C.1 debe poseer cierto número de cualidades de orden intelectual y moral.

Artículo primero
CUALIDADES INTELECTUALES

1. 1º) Ciencia teórica y prudencia pastoral.


Todo confesor debe conocer los Principios de la TEOLOGÍA MORAL que le permitirán
asegurar los siete elementos de una buena confesión tal como serán expuestos en la Primera
Parte del Libro II.
El C. debe estar también ejercitado en el arte de aplicar los principios generales a los casos
particulares: es lo que se entiende con el nombre de PRUDENCIA PASTORAL.
El BUEN SENTIDO es muy útil, pero no basta.
La EXPERIENCIA no tiene valor sino para aquél que la confronta con los principios
teóricos; de lo contrario podría ser funesta; algunos C., que tienen largos años de práctica,
continúan dando las mismas soluciones falsas que daban al comienzo de su ministerio.

2. 2º) Su necesidad.
San Alfonso declara: "Affirmo in statu damnationis esse eum confessarium qui sine
sufficienti scientia ad confessiones excipiendas se exponit'' (Praxis Conf. n. 18).
El C. tendrá una ciencia suficiente con dos condiciones:
1º Saber resolver al momento los casos más ordinarios
2º Saber distinguir las dificultades extraordinarias.
Si el C. no las puede resolver inmediatamente, remitirá su solución para un tiempo ulterior2.

3. Situación del P.— Un P. le expone a usted un caso de conciencia importante y


complicado. (Por ejemplo: una cuestión de cooperación de restitución, de castidad conyugal,
etc.) y usted no puede responder a él al momento con claridad y con certeza.
Dirá usted muy simplemente al P.: "Su caso es verdaderamente complicado. No quiero
darle una respuesta vaga y que no sea absolutamente segura. Por eso prefiero diferir mi
respuesta para más tarde. "
PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER: ¿Puede el P. venir de nuevo a verlo a usted?
(1ª hipótesis).- El P. puede venir de nuevo a verlo a usted.
El C.: "Yo lo voy a decir ahora qué es lo que tiene que hacer. ¿Está usted decidido desde
ahora a hacer lo que yo le diga?"

1
Abreviaturas empleadas: C.: confesor; P.: penitente.
2
De un modo general después de la exposición del principio haremos algunas aplicaciones concretas que
denominaremos: Situación del P. o del C.

2
Si el P. responde: Sí.— Debe usted considerar que su firme propósito es suficiente. Está
bien dispuesto y puede usted darle de inmediato la absolución.
Después de la confesión tratará usted de resolver la cuestión recurriendo a los manuales. Si
no logra nada de ellos, consultará a los más doctos; habrá sido una medida de prudencia pedir
permiso al P. para hablar de su caso a un especialista.
(2ª hipótesis).— El P. no puede venir de nuevo.
El C: "La próxima vez que se confiese, ¿querría repetir al C. la cuestión que acaba de
proponerme a mí? Y ya desde ahora ¿está usted decidido a conformarse con sus
instrucciones?"
Si el P. consiente en ello podrá usted también en este caso considerarlo como bien dispuesto
y absolverle de inmediato.

4. 3º) ¿Cómo mantener la habilidad de confesar?


El médico, el abogado, todas las personas que tienen algún oficio en general, se
perfeccionan constantemente en sus conocimientos técnicos. ¿Será el C. la única excepción?
Es claro que de manera diferente a lo que sucede en las demás profesiones, la incompetencia
del C. no lleva consigo daños materiales ni para sus clientes ni para sí mismo. Pero el espíritu
de fe, el amor de las almas, ¿no deben bastar para hacerle temer el que no esté a la altura de
sus sublimes funciones?
Benedicto XIV hace notar que algunos sacerdotes eran excelentes C. en los primeros años
de su sacerdocio. Luego descuidaron el conservar su ciencia acerca de la Moral y por eso
llegaron hasta a ignorar los principios elementales del arte de confesar.
Por los tanto debe usted seguir estudiando su Teología Moral durante toda su vida; "Opus
totius vitae", declara San Alfonso.
Podrá aplicarse a ello de la manera siguiente:
A. Atenta lectura de la Revista " El Amigo del Clero"1.
Sus artículos tratan al día los problemas de Moral. Los mismos suscriptores exponen casos
de conciencia realmente actuales: las respuestas, notablemente redactadas son muy completas
y muy detalladas. Si este o aquel pasaje hace alusión a un punto de moral que ya no está muy
presente en su memoria aprovechará usted la ocasión para repasarlo a fondo en sus manuales.
B. Utilización de sus propias experiencias de C.:
Para saber una regla de moral de una manera práctica y eficaz es necesario haber vivido su
aplicación a un caso particular. Le ha sido propuesto a usted un problema de conciencia
concreto viviente; para resolverlo ha debido recurrir usted a tal o cual principio de moral. Esta
vez sí que ha entrado en su cabeza de veras.
Ahora bien: las confesiones que usted oye le traen continuamente problemas que tiene que
resolver: los que se refieren a la conciencia del P. y los que interesan su conducta de C.
Comience usted por aquí y se perfeccionará en su ciencia teórica de la Moral y sobre todo en
el arte de aplicarla bien. ¡Todavía es necesario tomarse ese trabajo!

5. Situación del C.- En el transcurso de una confesión ha vacilado usted un momento


sobre la conducta que debía observar. Y ha juzgado oportuno tomar una decisión
inmediata.

1
Esta revista francesa puede ser sustituida por las similares que se publican, en cada diócesis, de nuestros países
(Nota del Editor).

3
¿Qué es lo que debe hacer al volver a entrar al presbiterio?
Examinará con la cabeza tranquila su proceder como C. Verá los manuales si es necesario,
consultará a especialistas.
SI TODO HA ESTADO BIEN, el estudio profundo de un caso vivo hará penetrar más adentro
de su espíritu un principio general de Moral.
SI HA COMETIDO USTED ALGÚN ERROR, tratará de repararlo en la medida de lo posible.
(Cf. Libro II, II Parte. Errores del C. que tiene que reparar). Si no puede llegar a ello,
encomiende su P. a Dios. Humíllese delante de Él y sobre todo saque del suceso una buena
lección para el futuro: delante de un caso difícil no hay que temer remitir la solución para más
tarde, como se ha explicado (Cf. 3).
Y además, si no hay que reparar ningún error grave, ¿NO HUBIERA SIDO CONVENIENTE
RESPONDER CON MÁS PRECISIÓN, CON MÁS CLARIDAD? Entonces, gracias al examen de
su confesión, sabrá usted cómo desenvolverse mejor en ella en adelante.

6. Situación del C.— Ha oído usted una serie de confesiones más o menos largas, más o
menos variadas y difíciles (Por ejemplo: la víspera de Pascua, de Navidad). ¿Qué tendrá
que hacer en su primer momento de libertad?
Repase usted mentalmente las confesiones que presentaban más dificultades. Trate de
recordar lo que ha dicho o no ha dicho, lo que ha hecho u omitido.
Si compara su proceder con la conducta ideal del C. en lo que se refiere a los siete elementos
de una buena confesión:
1) Integridad que hay que asegurar;
2) Advertencia que hay que hacer o silencio que hay que guardar;
3) Contrición y firme propósito que hay que excitar;
4) Obligaciones que hay que imponer;
5) Remedios que hay que prescribir y consejos que hay que dar;
6) Penitencia que hay que imponer;
7) Absolución que hay que dar: con mucha frecuencia comprobará las deficiencias que
usted ha tenido.
No hay por qué extrañarse de ello. Si usted obró del mejor modo, que modo (esto supone
evidentemente que sigue estudiando su Moral y que no despacha inmediatamente los casos
que no le parecen claros), no tiene por qué tener ninguna inquietud de conciencia. Tal vez haya
que reparar algún error de su parte; por lo demás no culpable. (Cf. Libro II, II Parte) De todos
modos, este examen de conciencia de su oficio de C. será para usted de gran provecho.

Artículo segundo
VIRTUDES MORALES

Las principales virtudes del C. son:

7. 1ª) AMOR SOBRENATURAL DE LAS ALMAS Y BONDAD PATERNAL.


El C. según San Ambrosio, es "Vicarius amoris Christi''. El C. se mostrará siempre PADRE,
aun cuando deba reprender o imponer prescripciones penosas; explicará con dulzura el motivo
de sus decisiones: así el P. comprenderá que el C. no hace otra cosa que obedecer a las
exigencias de Dios y del verdadero amor de las almas, que no obra bajo el influjo del mal
humor o del capricho.

4
Esta caridad será UNIVERSAL. Por otra parte, en igualdad de circunstancias, el C. preferirá
a los más miserables, a los más rudos, a los más culpables. Una marcada predilección por la
confesión, frecuentemente más fácil, de las mujeres y de las señoritas, puede disimular una
cierta pereza, mezclada a veces de sensiblería, si no de sensualidad.
Según el ejemplo del Divino Maestro, el C. se mostrará más estricto frente a las almas
privilegiadas, que tienden a la perfección; pero será todo misericordia para con los pobres
pecadores. Tal era la conducta del Santo Cura de Ars. Evitar cuidadosamente todo lo que pueda
parecer "CELOS DEL CONFESIONARIO".

2ª) PACIENCIA.
Es sobre todo necesaria cuando hay largas series de confesiones (vísperas de las grandes
fiestas), o cuando hay que confesar a filas interminables de niños El C. debe reprimir todo
movimiento de desagrado cuando tiene que tratar con escrupulosos, con charlatanes, con
ignorantes1; cuando los P. no saben confesarse y deben ser interrogados; cuando son
atolondrados, superficiales, mal dispuestos.

3ª) FORTALEZA DEL ALMA.


El C. no ha de temer el plantear las cuestiones necesarias —recordar determinados motivos
de contrición (Por ejemplo: temor del infierno)— imponer obligaciones penosas —diferir y a
veces negar la absolución.
El C. mostrará esta firmeza aunque sea joven, aunque trate con amigos, con bienhechores,
con personas que tienen una posición social clavada y que son grandes según el mundo.

4ª) PUREZA DE CORAZÓN.


Esta virtud preservará al C. de todo sentimentalismo, y le permitirá superar las tentaciones
graves que a veces puede experimentar en la administración del Sacramento de la Penitencia.
Hay que ser como el rayo de sol que se encuentra con el lodo sin perder nada de su
resplandor.
Frente a las mujeres el C. será muy reservado2.

8. Nota I.— Necesidad de la vida interior.


Estas diferentes virtudes suponen en el C. una vida interior sólida y profunda, una unión
constante con el Corazón de Jesús. "Para mejor confesar" el C. invocará con frecuencia al
Espíritu Santo por la intercesión de Nuestra Señora del Buen Consejo.

9. Nota II.— No "habituarse" a la acusación de los pecados graves.


Así como el sacerdote jamás debe "habituarse" a celebrar la Santa Misa, así el C. no debe
jamás "habituarse" a oír las confesiones de faltas mortales que han crucificado a N.S.J.C. y han
hecho perder a las almas la amistad de Dios.
Aun siendo muy misericordioso para con los pecadores, el C. debe sentir un SANTO
HORROR POR LOS PECADOS en sí mismos, por la injuria hecha a Dios, por los peligros en

1
El término "ignorante", que emplearemos en adelante, designa el "rudis" de que hablan los Moralistas. No
hemos encontrado otra palabra más adecuada.
2
Si el ministerio de la confesión es temible, puede ser también muy santificante. El sacerdote ejercita en él las
obras de misericordia espiritual; satisface una de sus principales obligaciones. Debe practicar en él las virtudes
de que accabamos de hablar. Tiene que vencer muchas repugnancias de la naturaleza y de una manera mucho
más oculta que en el ministerio de la palabra.

5
que ponen a las almas. Así es como el C. podrá arrancar las más penosas confesiones,
conmover los corazones más endurecidos, lograr que se acepten las obligaciones más pesadas.

CAPÍTULO SEGUNDO
EL DERECHO DE CONFESAR
Nociones previas.

10. Se distinguen tres clases de jurisdicción:


A) Jurisdicción ordinaria: jurisdicción que va anexa por el mismo derecho y de una
manera estable a un oficio en el sentido estricto.
B) Jurisdicción delegada: jurisdicción comunicada a una persona desprovista de oficio o
titular de un oficio que no lleva consigo esta potestad.
C) Jurisdicción suplida: jurisdicción conferida solamente durante el acto mismo de la
confesión y que cesa con ella.

Artículo primero.
DE LA JURISDICCIÓN ORDINARIA
No se tiene en cuenta aquí la jurisdicción de los Superiores religiosos, ni la de los clérigos
que están en una jerarquía superior a la de los curas párrocos.

11. 1º) ¿QUIÉN TIENE ESTA JURISDICCIÓN ORDINARIA?


El Cura párroco propiamente dicho y los que hacen sus veces (cura-vicario, ecónomo,
suplente, auxiliar) son los únicos que tienen la potestad ordinaria de confesar. No la tienen los
simples vicarios parroquiales (vicarios cooperadores). Con mayor razón no la tienen tampoco
los profesores y capellanes. No tienen esta potestad ordinaria respecto de nadie, ni siquiera
respecto de aquellos P. a los que confiesan habitualmente.

12. 2º ¿SOBRE QUIÉN SE EJERCE LA JURISDICCIÓN ORDINARIA DE LA


CONFESIÓN?
PRINCIPIO.- Los curas de parroquias y los que hacen sus veces pueden confesar en su
parroquia a todo P. que se presente.
Pueden confesar a sus parroquianos1 en cualquier parte en que se encuentren: "ubique
terrarum".
NOTA.- En muchas diócesis los curas párrocos tienen asimismo la potestad de confesar
fuera de sus parroquias, en la diócesis entera: esta potestad es en este caso potestad delegada.

13. Situación del C.— Es usted Cura y se encuentra fuera de su diócesis con algunos de
sus parroquianos y con penitentes habituales de una parroquia vecina.
No puede confesar VÁLIDAMENTE más que a sus propios parroquianos. Para oír a los otros
deberá solicitar licencia al Ordinario de !a diócesis en que usted se halla.

14. 3º) ¿CÓMO SE ADQUIERE Y SE PIERDE ESTA JURISDICCIÓN ORDINARIA?

1
Por consiguiente, a todos los que tiene domicilio o cuasi-domicilio en la parroquia.

6
No se adquiere por la simple designación, sino por la toma de posesión canónica. (Para más
detalles véanse los Estatutos Diocesanos). Cesa. igualmente, por la pérdida del cargo
(dimisión, traslado, etc.).
El uso LÍCITO de la jurisdicción cesa asimismo por la excomunión, entredicho, suspensión;
el uso VÁLIDO cesa solamente cuando estas penas son aplicadas por sentencia condenatoria o
simplemente declaratoria.

Artículo segundo.
JURISDICCIÓN DELEGADA "AB HOMINE"

15. 1°) QUIÉN LA PUEDE DAR.


No es el Ordinario del confesor, sino et Ordinario del lugar donde se van a oír las
confesiones1.

16. 2º) CÓMO SE ADQUIERE.


La delegación de la facultad para confesar debe ser hecha expresamente, oralmente o por
escrito (para más detalles véanse los Estatutos Diocesanos).
En caso de urgencia no hay que vacilar en solicitarla por teléfono.
NO PUEDE PRESUMIRSE.— ¡No se debe razonar así! "Si Monseñor supiera que yo tengo
necesidad de las licencias, me las concedería. Por lo tanto yo supongo que las tengo". Tal
razonamiento falso lo dejaría a usted desprovisto de toda jurisdicción.
Sin embargo, SI USTED HA PEDIDO LAS LICENCIAS PARA CONFESAR, y si tiene la
certeza, aunque no sea oficial, de que esas licencias han sido concedidas, puede absolver válida
y lícitamente.
La jurisdicción delegada se da generalmente por un cierto lapso de tiempo.

17. 3º) ¿SOBRE QUIÉN PUEDE SER EJERCIDA LA JURISDICCIÓN DELEGADA AB


HOMINE?
PRINCIPIO.- Los confesores que poseen una jurisdicción delegada ab homine
(vicario-cooperador, profesor, capellán, etc.), pueden confesar a todo P. que se presente en el
lugar en que ellos tienen jurisdicción.
No pueden absolver a nadie —ni siquiera a los P. ordinarios— fuera del territorio asignado
para su jurisdicción.

18. Situación del C.— Es usted vicario parroquial (cooperador) y se halla fuera del
territorio en el que tiene jurisdicción (parroquia o diócesis, según los casos). Tiene cerca
de usted a niños de su patronato a los que ordinariamente confiesa.
Para confesar válidamente a esos niños tiene que pedir licencias, no a su Ordinario, sino al
Ordinario del lugar en que usted se encuentra.

19. 4º) ¿CÓMO SE PIERDE?


Se pierde principalmente:
1) por la expiración del plazo de la delegación;

1
Cuando el P. es un clérigo regular o religioso exento o un "familiar" en el sentido del c. 514, el Ordinario
personal del P. puede dar la jurisdicción delegada (c. 875).

7
2) por la revocación, por parte de quien delega, comunicada al delegado;
3) por la renuncia del delegado, comunicada al que delega y aceptada por él;
4) por la excomunión, entredicho, suspensión después de sentencia declaratoria o
condenatoria.
No se pierde por la muerte o por el abandono del cargo de quien delega.

Artículo tercero.
JURISDICCIÓN DELEGADA "A IURE"

20. I.— P. en PELIGRO DE MUERTE (enfermedad o causa exterior).


En peligro de muerte, todos los P. pueden ser absueltos de todos sus pecados y de todas sus
censuras, aun de las reservadas y notorias, de una manera válida y lícita1 por cualquier
sacerdote, aunque esté desprovisto de jurisdicción, y ello aun en presencia de un sacerdote
aprobado (Can. 882). (CIC 1.917)
No es necesario que el P. esté "In articulo mortis"; basta que haya peligro realmente
probable de una muerte próxima.
Nota I.— TIEMPOS DE GUERRA.
El hecho de estar movilizado entre las tropas combatientes— según el Decreto de la
Sagrada Penitenciaría del 29 de abril de 1915— es semejante, bajo este aspecto, al caso de
peligro de muerte. Esta amplia aplicación no está libre, sin embargo, de una posible crítica
(Cf. N.R. Th., marzo de 1940, respecto de las facultades de los capellanes, núm. 13).
Nota II.— LA ABSOLUCIÓN DE LAS CENSURAS —en caso de peligro de muerte— será
estudiada más adelante (Cf. 549).
Lo mismo se hará con la absolución de los MORIBUNDOS NO CATÓLICOS (Cf. 425-433).

21. II.— LA P. es una RELIGIOSA.


PRINCIPIO.- Se requiere una jurisdicción especial para confesar a religiosas de tal o cual
comunidad.
Fuera de los confesores ordinarios y extraordinarios, cualquier sacerdote no puede, por lo
tanto, absolverlas sino en razón de una delegación "a iure".

22. (Primer caso).- RELIGIOSA GRAVEMENTE ENFERMA.


Situación de la P.— Una religiosa, sin estar en peligro de muerte, está gravemente
enferma. Le hace llamar a usted para que la oiga en confesión.
Si usted esta aprobado para confesar mujeres, puede confesarla cuantas veces ella lo desee
(Can. 523) (564-572-630)

23. (Segundo caso).— RELIGIOSA NO GRAVEMENTE ENFERMA.


Situación del C. A) Es usted vicario parroquial, aprobado para confesar a mujeres, y
una religiosa se presenta a su confesonario.
Debe usted suponer que ella quiere confesarse seriamente, lo cual basta para que tenga
derecho a ello; en efecto: toda confesión sincera y contrita sirve para la "tranquilidad de la
conciencia" exigida por el Can. 522. Por consiguiente, puede usted oírla en confesión.

1
Aun en peligro de muerte, la absolución del cómplice "In peccato turpi", aunque siempre válida, no es lícita
sino en ciertas condiciones.

8
Situación del C. B) Está usted en su casa. Una religiosa le hace llamar para que la oiga en
confesión en un lugar destinado a la confesión de las mujeres.
Obre usted según lo que se ha dicho en el caso precedente.

23 bis. Nota I.— Si una religiosa quisiera confesarse HABITUALMENTE con usted por
verdaderas razones de orden espiritual, usted le dirá que pida permiso para ello al Ordinario,
por sí misma o por medio de su Superiora.
Por el contrario, si usted se da cuenta de que la religiosa no tiene ninguna razón valedera
para dirigirse a usted, con toda prudencia despáchela.
Nota II.— Si, aprovechando la ocasión, otras hermanas se agregaran LIBREMENTE a la
primera que le ha pedido a usted, debe oírlas en confesión.
En cambio, sin INVITACIÓN especial de una o más hermanas, no podrá ocupar usted un
confesonario especialmente destinado a las religiosas, ni tampoco un confesonario accesible a
todos, en un momento en que solas las religiosas acudieran para confesarse.
Asimismo, la Superiora no puede en ningún caso pedirle a usted que oiga las confesiones
de toda la comunidad como tal. Tampoco puede usted presentarse para confesar, ni invitar a
ello a las hermanas1.

24. III.— EL C. HACE UN VIAJE POR MAR.


El C. no tiene necesidad de licencias particulares; basta que tenga el derecho de confesar
en su diócesis. Un sacerdote sin licencias podría pedirlas al Ordinario del puerto de partida o
de uno de los puertos en que se hace escala.
A) (Primer caso).— DURANTE TODO EL TRANSCURSO DEL VIAJE.
El C. puede confesar a todos los que están a bordo.
B) (Segundo caso).— LA NAVE HACE ESCALA EN UN PUERTO.
El C. puede confesar:
1) A todos los fieles que vienen a bordo por una razón o por otra;
2) A todos los fieles que se hallan en tierra cuando él desembarca de paso (no más de tres
días, si se puede llegar fácilmente hasta el Ordinario).

25. IV— EL C. HACE UN VIAJE EN AVIÓN.


El Motu Proprio del 16 de diciembre de 1947 declara: "La potestad de oír confesiones,
concedida a los sacerdotes que viajan por mar (Can 883) se aplica, con las cláusulas
convenientes, a los sacerdotes que viajan en avión".
Nota.— En muchas diócesis los sacerdotes provistos de licencias están autorizados para
confesar válida y lícitamente en los decanatos de las diócesis vecinas que son contiguos al
decanato en el que ellos residen al menos por una semana.

Artículo cuarto.
JURISDICCIÓN SUPLIDA

Tiene lugar en caso de:

26. I.— INADVERTENCIA DEL C.

1
Cf. Ehl. DIRECTION SPIRITUELLE DES RELIGIEUSEX, traducción del alemán por J. Creusen.

9
Cuando HA VENCIDO EL PLAZO DE LA JURISDICCIÓN y, sin pensar en esta
circunstancia, un sacerdote continúa confesando, la Iglesia suple la jurisdicción (Can. 207,
párrafo 2).
Situación del C.— Un vicario ha recibido licencia para confesar el 1° de enero de 1945
para un plazo de tres años. Ahora sigue confesando sin darse cuenta de que su
jurisdicción ya ha expirado.
Sus absoluciones son VÁLIDAS.
NOTA - Cuando el C. advierte, en el transcurso de una serie de confesiones que sus licencias
han acabado, ¿puede continuar confesando? Algunos canonistas (Cappello, Creusen) lo
afirman; según ellos, habría entonces un caso de aplicación válida y lícita del error común,
como se explica más adelante, en los números 27 y siguientes.
Para evitar conflictos serios a los confesores distraídos, algunos Ordinarios determinan que
la jurisdicción dure todas las veces en que el sacerdote advierta, demasiado tarde, su ausencia
y no haya más tiempo para pedirla. El C. debe pedir, por otra parte, lo antes posible la
renovación de sus licencias.

27. II.— ERROR COMÚN DE LOS P.


Distingamos cuidadosamente dos problemas:
A) ¿Es absuelto válidamente el P.?
B) ¿Obra lícitamente el C. al dar esta absolución válida?

28. A) (Primer problema).— ¿ES ABSUELTO VÁLIDAMENTE EL P.?


PRINCIPIO— El P. es absuelto válidamente cada vez que hay error común (actual o virtual)
en un grupo homogéneo de fieles.
a) Error común actual.— Tiene lugar cuando muchas personas (en un sentido relativo)
de la diócesis, de la parroquia, de la comunidad religiosa, aunque sea poco numerosa, tienen
un falso juicio acerca de la jurisdicción del sacerdote: lo creen provisto de licencias que en
realidad no posee.

29. Situación del P.— (Primer caso): Los parroquianos de X ignoran que su vicario, al
no haber hecho su concurso de jóvenes sacerdotes, ha incurrido en la sanción prevista
por los Estatutos Diocesanos: no tiene ya licencias para confesar.
(Segundo caso): Todas las religiosas de la comunidad X desconocen que Monseñor le
ha retirado las licencias de confesor ordinario al sacerdote que viene a oírlas en
confesión.
En a ambos casos hay error común actual —y todos los P. que se han confesado son
válidamente absueltos.
b) Error común virtual. — Se origina por la existencia de un hecho público que es de tal
naturaleza que hace pensar al conjunto de una comunidad de fieles o de religiosas que tal
sacerdote posee las licencias necesarias para confesar a los miembros de la comunidad.

30. Situación del P.— Una persona entra en una iglesia parroquial y se hinca ante un
confesonario; el sacerdote que le da la absolución está en realidad desprovisto de licencias.
Hay error común virtual; porque la presencia en una iglesia parroquial, de un sacerdote en
el confesonario, basta para constituir un hecho público tal que haga pensar a los parroquianos
que el sacerdote tiene licencias para confesar. Poco importa el número de personas que se han
confesado o que han formado un juicio falso acerca de la jurisdicción del sacerdote.
10
La persona en cuestión queda, por consiguiente, válidamente absuelta1.
La repuesta es fácil. Este Juicio de los "fieles mediocres'' proviene de una crasa ignorancia
y no hay por que tenerla en cuenta. Por el contrario un fiel aunque sea muy instruido juzgará
razonablemente que todo sacerdote instalado en el confesonario tiene licencia para confesar.
Es razonable que en ese caso la Iglesia supla la jurisdicción.

¡Caso excepcional!
31. Situación del P.— Hay error común respecto del predicador que está de paso por
la parroquia de X. Y, sin embargo, tal parroquiano en particular sabe que ese sacerdote
no ha recibido del Ordinario sus licencias pera confesar.
¿Tiene ese parroquiano el derecho de confesarse con él?
Para que una persona, que está cierta de la falta de jurisdicción de un C., tenga el derecho
de confesarse con él, se necesita una causa justa: un caso de necesidad o de seria dificultad
para encontrar otro confesor.
Aun en el caso en que falte una causa justa el P. puede estar de buena fe, y encontrarse por
lo tanto, en buenas disposiciones subjetivas. La suplencia de jurisdicción por parte de la Iglesia
entrará, pues, en juego; y el P. será válidamente absuelto.

32. B) (Segundo problema).- ¿OBRA LÍCITAMENTE EL C. AL DAR ESTA


ABSOLUCIÓN VÁLIDA?
PRINCIPIO.— Para usar deliberada y lícitamente de la jurisdicción excepcional en caso de
error común se necesita, bajo pena de pecado mortal, una razón grave: todos los moralistas
están de acuerdo en este punto2.
¿QUÉ SE ENTIENDE POR RAZÓN GRAVE?
Aquí es donde falta la unanimidad Wernz-Vidal se contenta con subrayar la dificultad. "In
praxi tamen illam gravem necessitatem fidelium discernere haud facile est" (núm. 382). H.
Jone permanece en lo vago al afirmar que la gravedad del motivo debe ser del mismo orden
que el que permitiera celebrar la Santa Misa sin estar en ayunas (núm. 582).
Vittrant tiene el mérito de citar un ejemplo: en la imposibilidad de obtener con bastante
prontitud las licencias deseadas, la petición implícita o explícita que espontánea y
razonablemente harían muchos fieles (núm. 758-2).
En una materia tan delicada no será inútil aducir las respuestas a dos casos de conciencia
(Union, 31 rue de Fleurus-dic. de 1946, p.80). Han sido dadas por el eminente y llorado
canonista M. Cimetier.

33. Situación del C.— Llega a una parroquia un predicador extraordinario. El cura se
ha olvidado de pedir para él las licencias para confesar. ¿Puede, sin embargo,
respaldarse en el "Ecclesia supplet" para oír las confesiones?
El error común (por lo menos virtual) existe si el predicador ha sido anunciado y si el cura
ha dicho con anticipación a los parroquianos que podrían dirigirse a él para confesarse.

1
Algunos objetan: "con esta teoría del error común virtual debría decirse que toda absolución es válida", porque
la inmensa mayoría de los fieles se figura que todo sacerdote puede confesar en cualquier parte.
2
La suplencia de la jurisdicción, en caso de error común, se concede en favor del interés general de los fieles y
no en favor del C. Por consiguiente, sin razón grave, el C. no puede perturbar voluntariamente la economía
ordinaria de la jurisdicción penitencial y forzar a la Igleasia, por así decirlo, a que supla la jurisdicción.

11
34. Situación del C.— En una diócesis pobre en sacerdotes, un domingo por la mañana
un deán muy anciano se ve en la obligación de confesar él sólo un gran número de jóvenes
de la J.A.C., reunidos en su iglesia para una comunión pascual cantonal.
¿Está autorizado un sacerdote que está de paso para usar del "Ecclesia supplet" con
el fin de ayudarle?
No se puede recurrir a la jurisdicción suplida.
N.B.: Se advierte que en el segundo caso los jóvenes NO ESTÁN en el error común; el
sacerdote que está de paso es el que LO PROVOCARÍA A SABIENDAS, poniéndose él mismo
en el confesionario.

35. Nota I.— Sanción en caso de abuso.


Un uso gravemente culpable de la jurisdicción suplida puede —según algunos autores—
hacer incurrir en la censura prevista por el Can. 2366. (1378)
Sin embargo, cuando se da el "dubium iuris", en caso de aplicación VÁLIDA del error
común. no se incurre en la pena.

36. Nota II.— Acerca del error PRIVADO.


PRINCIPIO.— La disciplina relativa al error tiene por fin directo el bien común de los fieles;
la Iglesia no suple la jurisdicción cuando el error es solamente privado y particular.
Situación del P.— Dos o tres niños se encuentran en el ferrocarril con su vicario del
patronato. Se aprovechan de la ocasión para confesarse. Por desgracia, el sacerdote no
advirtió que no estaba ya en la diócesis y que no tenía más licencias.
La absolución es INVÁLIDA.
Si el vicario llega a darse cuenta del hecho, cuando esté de vuelta en su parroquia, deberá
reparar su error como se explicará más adelante (230-233).

37. III.— JURISDICCIÓN DUDOSA DEL CONFESOR.


Recordemos primero algunas nociones:
1) Duda NEGATIVA: no existe ninguna razón valedera para afirmar que han sido
concedidas las licencias -aunque no haya tampoco ninguna razón cierta para afirmar lo
contrario.
2) Duda POSITIVA: hay razones valederas para afirmar la existencia de las licencias —pero
estas razones no excluyen el temor prudente de engañarse.
3) Duda POSITIVA DE DERECHO: es una duda sobre la existencia o sobre el sentido de la
ley. Por ejemplo: hay incertidumbre doctrinal acerca de la cuestión de la extensión de la
jurisdicción relativa a tal censura o a tal pecado determinado.
4) Duda POSITIVA DE HECHO: es una duda que se refiere a la existencia del hecho o a su
validez. Ejemplo: ¿ Ha tomado realmente el cura posesión canónica de su parroquia? ¿Ha sido
el C. válidamente delegado para oír las confesiones? Distingamos también aquí, como respecto
del error común, dos problemas.

38. A) Primer problema).— EN CASO DE DUDA POSITIVA, ¿ES ABSUELTO


VÁLIDAMENTE EL P.?
La Iglesia suple, cuando la duda es positiva, sea de derecho o de hecho (véanse los ejemplos
anteriores).- Por consiguiente, la absolución es válida.
EN CASO DE DUDA NEGATIVA, la Iglesia no suple.

12
39. B) (2º problema).— ¿OBRA LÍCITAMENTE EL C. AL DAR ESTA ABSOLUCIÓN
VÁLIDA?
PRINCIPIO.— A diferencia del caso del error común, no se exige ninguna razón para que
el C. obre lícitamente1.
Sin embargo según las reglas ordinarias del uso del probabilismo, el C. debe proceder
primero al ''diligens examen".
El C. que llega a dudar positivamente de su jurisdicción no tiene el derecho de confesar
antes de haber tratado previamente de disipar la duda.
Después de haber usado esta jurisdicción suplida. el C. debe hacer luz en seguida y lo antes
posible sobre la cuestión, y solicitar la jurisdicción que puede hacerle falta.

40. Un ejemplo que no hay que seguir.


Situación del C.- Un sacerdote había recibido sus licencias hasta el 1º de agosto.
Mientras en la Iglesia confesaba a algunos fieles hacia la mitad del mes de agosto, se dijo
de pronto: "¿Monseñor me ha dado las licencias hasta el 1º de agosto o hasta el 1º de
septiembre?". El C. se formó entonces su propia conciencia, diciéndose a sí mismo: "In
dubio facti supplet Ecclesia" —y siguió oyendo las confesiones.
EN CUANTO A LA CONDUCTA DEL C., hay en ella, materialmente hablando, pecado
mortal. Porque no se trataba de ningún modo de una duda positiva. El C. no tenía ninguna
razón positiva para pensar que sus licencias duraban hasta el 1º de septiembre más bien que
hasta el 1º de agosto; era, pues, una duda negativa, que no implica de modo alguno, la suplencia
por parte de la Iglesia.
EN CUANTO A LA VALIDEZ DE LAS ABSOLUCIONES, estaba asegurada por otra razón,
es a saber, por el error común.

IV. — COROLARIOS RELATIVOS AL DERECHO DE CONFESAR.

41. 1) Potestad para confesar y permiso para confesar.


PARA CONFESAR VÁLIDAMENTE todo sacerdote debe tener las licencias para confesar
por un título cualquiera: jurisdicción ordinaria, delegada o suplida.
PARA CONFESAR LÍCITAMENTE en una iglesia o en un oratorio, todo sacerdote debe tener
permiso para confesar, concedido ya sea por el Ordinario, ya por el Cura o Rector del Oratorio.
Este permiso puede, por otra parte, presumirse.

42. 2) Penas lanzadas contra el C. que confiesa sin licencias (Can. 2366). (1378)
El C. queda suspenso "a divinis" (censura "latae sententiae") El texto del canon aduce el
término PRAESUMPSERIT (qui... praesumserit sacramentales confessiones audire). Por
consiguiente no se incurre en la pena si no hay pleno conocimiento ni plena deliberación; toda
ignorancia, aun la crasa, todo temor, aun leve, es una excusa suficiente, aun en el caso en que
el C. haya pecado mortalmente.

43. 3) Limitación de la jurisdicción (casos reservados).


Esta cuestión difícil será estudiada más adelante, en el libro III, cap. V (n. 528 y siguientes).

1
Parece que aquí la suplencia de la Iglesia está también en favor del C.

13
CAPÍTULO TERCERO
LA OBLIGACIÓN DE CONFESAR
Nociones previas

44. Las obligaciones del sacerdote dependen en primer lugar del estado espiritual del alma
que hay que confesar.
1º) EXTREMA NECESIDAD ESPIRITUAL: un alma que sin la asistencia del sacerdote no
puede evitar moralmente la CONDENACIÓN ETERNA (Por ejemplo: un moribundo en estado
de pecado mortal e incapaz de hacer un acto de contrición perfecta).
2°) CUASI EXTREMA NECESIDAD ESPIRITUAL: un alma que sin la asistencia del
sacerdote no evitará PROBABLEMENTE la condenación eterna. (Ejemplo: un moribundo en
estado de pecado mortal y que no hará sino con mucha dificultad un acto de contrición
perfecta).
3º) NECESIDAD GRAVE: un alma que sin estar en peligro de muerte tiene necesidad de
confesarse para evitar un GRAVE DAÑO ESPIRITUAL. (Ejemplo: una persona debe cumplir
con Pascua; recibir uno de los sacramentos de vivos, o quiere confesarse para vencer graves
tentaciones).
4º) NECESIDAD ORDINARIA: un alma que quiere beneficiarse con las gracias anexas al
Sacramento de la Penitencia.
Las obligaciones del sacerdote serán también diferentes según que tenga a su cargo almas
(deber de justicia) o no (deber de caridad).

Artículo primero
SACERDOTE QUE TIENE ALMAS A SU CARGO
(Cura, vicario)

Examinemos lo que debe hacer según los diferentes estados espirituales de las almas.

45. Situación del P.— 1º) Un feligrés está en un estado de extrema necesidad espiritual
o de cuasi-extrema necesidad.
(Ejemplo: se trata de una persona que no practica absolutamente nada o que practica muy
poco; está a punto de morir como consecuencia de una enfermedad, de un accidente, de un
bombardeo): ¿qué debe hacer el cura?
Bajo pena de PECADO MORTAL, el cura o vicario deben ir a confesar al moribundo. Aun
con PELIGRO de su VIDA1.
Hay obligación grave con tres condiciones:
1 ) Necesidad espiritual del prójimo moralmente cierta;
2) Esperanza moralmente cierta de absolver al prójimo;
3) Muerte del sacerdote que no implique un daño espiritual más importante que la salvación
de una sola alma (Ejemplo: la desaparición del sacerdote implicaría la condenación probable
de todo un grupo de fieles —como puede ocurrir en un país de misión)2.

1
La salvación de un alma es un bien que ni siquiera se puede comparar con la vida humana.
2
En el transcurso de estos últimos años —en un lugar de Normandía— un hombre salta sobre una mina y queda
h rido de gravedad. El cura quiere a toda costa llevarle Ios útimos sacramentos. A su vez también él toca una

14
46. Situación del P.— 2º) Un parroquiano está en estado de grave necesidad (Ejemplo:
Un novio, en la mañana de su casamiento) y pide confesarse.
El cura o vicario DEBEN CONFESARLE, AUN CON UNA GRAVE INCOMODIDAD
(Ejemplo: renunciar a un viaje).

47. Situación del P.— 3º) Un feligrés está en estado de necesidad ordinaria (Ejemplo: una
persona no tiene ningún especial motivo, ni tampoco urgente, para recibir el Sacramento de la
Penitencia); pide confesarse.
EN GENERAL, CONFESAR A LA PERSONA.
POR UNA RAZÓN JUSTA el cura o vicario podrían pedir al feligrés que vuelva un poco
más tarde, pero, sin embargo, en un tiempo que no sea incómodo para el P.

48. ADVERTENCIAS PASTORALES.


I.— Un cura o vicario pecarían mortalmente:
1°) Si no quisieran oír las confesiones sino raras veces y sólo en determinados días, por
ejemplo, una o dos veces por mes.
2°) Si de una manera habitual dan muestras de mal humor cuando los fieles piden
confesarse1.
II.— Un cura consciente y celoso debe:
1°) ESTABLECER UN HORARIO CONVENIENTE para las confesiones, teniendo en cuenta
las necesidades de los fieles, con sus lloras de trabajo, con sus posibilidades en general.
El cura está al servicio de los feligreses —y no los feligreses al servicio del cura.
2º) ESTAR PUNTUALMENTE EN EL CONFESONARIO: en las horas que él haya anunciado
desde el púlpito sobre su confesonario —o en la hoja de avisos pegada a la entrada de la iglesia.
3º) CONTINUAR CONFESANDO A LOS P. QUE ESPERAN, aunque se haya pasado la hora
fijada para las confesiones. Esto, en general y, sobre todo, en la víspera de las grandes fiestas.
Sin embargo, el cura podrá muchas veces, con toda la amabilidad del caso, hacer una ligera
observación a éste o aquél que llega siempre a última hora para evitar "hacer la cola".
4º) CONFESAR A CUALQUIERA POR SEPARADO siempre que lo pida razonablemente y
aun fuera de las horas normales.
Con mayor razón si se trata de un desconocido2.
N.B.— Un cura no comete falta alguna si rehusa confesar a una persona que no hace el
pedido "razonablemente" (Ejemplo: un escrupuloso, un débil de espíritu que quisiera
confesarse con demasiada frecuencia, un niño que quisiera divertirse).

Artículo segundo.
SACERDOTE SIN CURA DE ALMAS

Sus obligaciones son algo diferentes de las del cura o vicario.

mina que explota y queda mortalmente herido. Muerto en el campo de el campo del honor del ministerio de las
almas. La más bella muerte para un sacerdote.
1
Esta actitud del sacerdote haría odiosa la confesión y apartaría a los fieles del sacramento de la Penitencia.
2
Tal vez ese fiel, bajo el influjo de la gracia, aprovecha una ocasión; tal vez ha dado un paso que le ha costado
mucho ¿Volverá si el sacerdote aplaza su confesión para otro momento?

15
49. Situación del P.— 1º) Una persona está en estado de extrema necesidad espiritual.
(Ejemplo: una persona que no practica y está a punto de morir.) ¿Qué debe hacer usted?
Aun cuando no tenga usted cura de almas, DEBE confesarla bajo pena de PECADO
MORTAL, y con PELIGRO de su propia VIDA.
Téngase en cuenta lo que se ha dicho anteriormente en el núm. 45.

50. Situación del P.— 2º) Una persona está en estado de cuasi-extrema necesidad.
(Ejemplo: el moribundo va de tiempo a la Misa y tal vez pueda hacer un acto de contrición
perfecta) ¿Qué debe hacer el sacerdote sin cura de almas?
Ese sacerdote DEBE CONFESARLA —AUN CON UNA GRAVE INCOMODIDAD.
¿Está obligado a hacerlo aun con peligro de su vida? Algunos teólogos dicen que no —a
no ser que se trate de un conjunto de fieles. En este último caso, en efecto, uno u otro estaría
con toda certeza en estado de extrema necesidad,
N.B.— SIN EMBARGO, ES LÍCITO Y AUN SE LE ACONSEJA al sacerdote sin cura de almas
que exponga su vida para acudir a la cabecera de un moribundo que está en estado de
cuasi-extrema necesidad espiritual.

51. Situación del P.— 3º) Una persona está en estado de grave necesidad (Ejemplo: un
novio en la mañana de su casamiento) y pide confesarse.
Todo sacerdote DEBE confesarla —AUNQUE TENGA QUE MOLESTARSE:— si ningún
otro sacerdote puede o quiere confesarla.
N.B.— EN CASO DE ESCASEZ DE CONFESORES —como podría acontecer la víspera de
una gran fiesta (un sábado del tiempo pascual)— un sacerdote, aunque no tenga cura de almas,
podría estar obligado a oír las confesiones, aún a costa de graves inconvenientes.

52. Situación del P.— 4º) Una persona en estado de necesidad ordinaria (en la práctica,
cualquiera que "razonablemente" desee aprovecharse de las gracias del sacramento de la
Penitencia) pide confesarse.
RECIBIR CON GUSTO TODA PETICIÓN RAZONABLE: tal debe ser la norma de conducta
de todo sacerdote, aunque no tenga cura de almas.
Habría, por lo menos, pecado venial en el rehusar sin causas proporcionadas, el oír a la
persona en confesión.

LIBRO SEGUNDO

EL PENITENTE EN GENERAL
INTRODUCCIÓN

I. LA CONFESIÓN—DIÁLOGO

53. La administración del Sacramento de la Penitencia es un drama que se representa entre


el pobre pecador y el ministro del perdón divino. Es un diálogo entre dos actores: el C. y el P.
El C., juez de instrucción, debe completar su expediente interrogando al acusado; el C.,
ministro del Sacramento, debe informarse de las disposiciones del sujeto y cooperar a su

16
formación; el C., médico, debe informarse junto al enfermo para establecer un diagnóstico y
aplicarle una terapéutica apropiada . ¿No supone todo esto un coloquio verbal?
Demasiados C. comienzan por oír pasivamente las confesiones del P. y acaban por darle un
pequeño sermón que es llave maestra. Todo lo contrario: en el momento de la acusación el C.
debe interrogar al P. —oír activamente sus respuestas— e interrogar de nuevo. Y el C. debe
también conversar con el P. para darle avisos convenientes, excitarle a la contrición, precisarle
sus obligaciones, indicarle remedios y consejo apropiados.
Si algunas veces son necesarias las exhortaciones, siempre deben ser breves y tomar, en
cuanto sea posible, la forma dialogada.

II. LA ACUSACIÓN DEL P.— SUS CUALIDADES.


No basta que el P. enumere sus pecados; debe acusarse de ellos hablado con toda propiedad.
Y su acusación debe ser bien intencionada —simple y verdadera— echa de viva. voz.
Se necesita, por lo tanto:

54. 1º) UNA —VERDADERA— ACUSACIÓN.


Situación del P.— La persona ha hecho por sí misma o con la ayuda de usted la
enumeración de sus desórdenes pasados (Ejemplo: un moribundo alejado de la religión —
más bien mal dispuesto—, pero cuya confianza ha logrado usted ganar). Ella ha narrado
hechos, pero sin darles la forma de acusación sacramental.
1) Lo que es ESTRICTAMENTE OBLIGATORIO:
Suponiendo (lo cual sucederá generalmente) que usted recuerde, al menos de una manera
confusa, lo que la persona le ha referido, bastará que usted transforme esa relación en una
verdadera acusación:
"Ya me ha dicho usted los pecados que más le han impresionado. Tal vez no tenía intención
de confesarse... y, sin embargo, ya casi lo ha hecho.
"Pide usted perdón de todos los pecados que me ha contado, ¿no es verdad?"
2) Lo que se ACONSEJA:
Si usted no tiene más que un conocimiento confuso del estado de conciencia de la persona
podrá aconsejarle, sin obligarla estrictamente, que renueve su acusación en detalle; de ese
modo podrá hacer útiles interrogaciones y dar avisos apropiados.

55. 2º) ACUSACIÓN —BIEN INTENCIONADA.


Situación del P.— Antes de confesarse la persona le ha pedido a usted dinero, un
servicio cualquiera o tiene necesidad de hacerse ver bien de usted, de moverle a
compasión.
Deberá ser usted muy prudente antes de administrar el Sacramento de la Penitencia a quien
tal vez quiere recurrir a ella con miras profanas, si no culpables.

56. 3º) ACUSACIÓN —SIMPLE Y VERDADERA.


Situación del P.— El P.:
A) Cuenta los pecados y defectos del "prójimo";
B) Hace narraciones largas e inútiles;
C) Emplea expresiones demasiado crudas o da detalles demasiado escabrosos.

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En cuanto a A): Le advertirá usted dulcemente: "Pero se trata de su propia confesión, no de
la del prójimo".
B): Sea paciente y trate de ir a lo esencial.
C): Puede usted decirle: "Tenga cuidado de no herir el pudor en el modo de acusarse".
"Nada de detalles inútiles y escabrosos".
Algunas veces hasta puede usted abreviar:
"Yo no le pido todo esto... he comprendido de sobra".

57. 4º) ACUSACIÓN —HECHA DE VIVA VOZ.


Puede haber, sin embargo, legítimas excepciones.
Situación del P.— El P., para evitar la —EXTREMA VERGÜENZA— de acusar
oralmente ciertos pecados muy graves, o también —POR ESCRÚPULO— prefiere darle
a usted su confesión por escrito.
Pedirá al P. que diga: "Me acuso de todos los pecados que he escrito".

III. EL DRAMA DE LA CONFESIÓN

58. El drama de la confesión se desarrolla en un cierto número de escenas; no figuran todas


cada vez y su importancia varía. Sin embargo, hará usted bien en tener siempre presente en su
espíritu su esquema; así se verá menos expuesto a olvidar algún punto esencial, y esta ayuda
de 1a memoria le será muy útil "Para mejor confesar".
Con más sencillez digamos que los elementos de una buena confesión pueden reducirse a
siete; los examináramos en detalle en el transcurso de los siguientes capítulos.
Los siete elementos de una buena confesión son:
I. Integridad que hay que asegurar.
II. Advertencias que hay que hacer o silencio que hay que guardar.
III. Contrición y firme propósito que hay, que excitar.
IV. Obligaciones que hay que imponer.
V. Remedios que hay que practicar o consejos que hay que dar.
VI. Penitencia que hay que imponer.
VII. Absolución que hay que dar.

59. N.B.— Puesto que hablamos de una ayuda de la memoria, se puede advertir que las
iniciales de estos siete elementos forman una palabra— ¡desconocida! pero fácil de retener:
IACORPA.

PRIMERA PARTE

LOS SIETE ELEMENTOS QUE HAY QUE ASEGURAR


CAPÍTULO I
INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR
Examinaremos sucesivamente: I. Nociones previas; II. De la grave obligación de interrogar;
III. Caso en que es posible la integridad material; IV. Caso en que ella es imposible.

Artículo primero.

18
NOCIONES PREVIAS

Importa mucho tener nociones precisas sobre el perdón directo e indirecto de los pecados
—y sobre la materia necesaria y libre.

60. 1º) Perdón DIRECTO de los pecados. Perdón INDIRECTO.


A) PERDÓN DIRECTO.— El pecado ha sido acusado y perdonado en una confesión válida.
B) PERDÓN INDIRECTO.— El pecado mortal, por olvido u otra legítima razón, no ha sido
acusado en la confesión: con todo, ha sido perdonado juntamente con otros pecados que han
sido perdonados directamente.
N.B.— Los pecados mortales perdonados indirectamente son realmente perdonados —y se
puede ir a comulgar con este estado de conciencia1. Queda, sin embargo, la obligación de
hacerlos perdonar directamente acusándolos en la siguiente confesión.

61. 2º) Materia NECESARIA: Materia LIBRE Y SUFICIENTE.


A) Materia NECESARIA. —Se entiende por tal a todos los pecados que hay obligación de
acusar en la confesión.
La materia necesaria comprende:
Todos los pecados mortales cometidos después del bautismo —todavía no perdonados
directamente con la indicación de la especie ínfima y del número.
B) Materia LIBRE Y SUFICIENTE. —La constituyen los pecados que no hay necesidad de
acusar, pero cuya acusación general, más o menos detallada, puede bastar para recibir
válidamente la absolución.
La materia libre y suficiente comprende:
1º) Los pecados veniales todavía no acusados.
2º) Los pecados mortales y veniales ya perdonados directamente.

62. 3º) Integridad MATERIAL. —Integridad FORMAL.


A) Hay integridad MATERIAL cuando el Penitente confiesa todos los pecados que
constituyen la materia necesaria de la acusación.
B) Hay integridad FORMAL cuando el P. confiesa todos los pecados de que puede y debe
acusarse.
La integridad formal comprende los pecados que cumplen las tres condiciones siguientes:
1ª) Pecados mortales todavía no perdonados directamente;
2ª) De los que el P. se acuerda después del examen de conciencia moralmente posible;
3ª) Que el P. puede acusar "hic et nunc" sin graves inconvenientes2.

63. Necesidad respectiva de la integridad "MATERIAL" y "FORMAL".


A) La integridad MATERIAL es necesaria con necesidad de precepto. Admite, por lo tanto,
excusas legítimas.

1
Por el contrario. si fuera de la confesión el acto de contrición perfecta basta para borrar el pecado mortal y para
devolver el estado de gracia, no da el derecho de comulgar.
2
Más adelante (Núm. 107) precisamreos b que hay que entender por graves inoonvenientes.

19
B) La integridad FORMAL, es necesaria con necesidad de medio para la validez de la
absolución. Si falta la integridad formal —por cualquier razón que sea—, la absolución es
inválida y los pecados no son perdonados.
El C. debe, pues:
Asegurar a toda costa —LA INTEGRIDAD FORMAL—.
Tratar de obtener, en h medida de lo posible —LA INTEGRIDAD MATERIAL—.
Con mucha frecuencia el C. no podrá conseguir una confesión íntegra sino provocándola o
completando la acusación del P. De aquí la necesidad, para el C., de hacerse maestro en el
difícil arte de interrogar.

Artículo segundo.
DE LA GRAVE OBLIGACIÓN DEI INTERROGAR

1º) ¿Hay que interrogar? 2º) ¿A qué P. hay que interrogar especialmente? 3º) ¿Como hay
que interrogar? 4º) ¿En qué momentos?

I. ¿HAY QUE INTERROGAR?

64. A) Es una obligación —ESTRICTA.


Repare usted en esto: que se trata de un precepto positivo: Los PECADOS DE OMISIÓN,
sobre todo en esta materia, corren peligro de pasar desapercibidos; sin embargo, pueden ser
frecuentes y graves.
Las omisiones pueden tener aquí consecuencias deplorables. En lo que se refiere al mismo
P. son ocasión de confesiones SACRÍLEGAS: muchos P. no confiesan todas sus culpas y no
descubren su falta de contrición si no son convenientemente interrogados. Tales omisiones son
ocasiones de RECAÍDAS: el C., al no informarse acerca de las ocasiones de pecado, de, sus
causas, de las malas inclinaciones, no puede dar remedios apropiados.
Respecto de terceros, un P. que no es interrogado puede continuar ESCANDALIZANDO,
DESCUIDANDO SUS DEBERES DE ESTADO. (Ej.: educación y cuidado de la niñez, etc.)

65. B) Es una obligación —GRAVE.


Debe usted interrogar cada vez que juzgue que el P., voluntariamente o no, omite el decir
lo que es necesario al conocimiento de la causa.
Una ligera negligencia, una distracción, la fatiga, pueden hacer que omita usted preguntas
que de suyo son necesarias; con todo, la falta podrá no ser más que venial, y hasta tal vez no
haya pecado alguno. Usted esta obligado solamente "humano modo" y secundariamente a
suplir las negligencias del P., primer responsable.

66. Nota: Sobre el término medio que hay que guardar.


Evite los extremos opuestos:
No pregunte "DEMASIADO".
Cuando usted ha comprobado la existencia de una diligencia ordinaria, puede abstenerse
de ulteriores interrogaciones a fin de no hacer odiosa la confesión; vale más faltar al precepto
positivo de la integridad material que apartar a los fieles del Sacramento de la Penitencia.
No pregunte "DEMASIADO POCO".

20
Algunos C. con la excusa de que toda interrogación es un poco penosa para el P., deducen
de ello que ella hace odiosa la confesión y no preguntan, por así decirlo, jamás; este modo de
proceder es culpable y muy perjudicial para las almas1.

II. ¿A QUÉ P. HAY QUE INTERROGAR ESPECIALMENTE?

Hay que interrogar especialmente:

67. A) A los P. QUE LO PIDEN.


No es raro encontrarse con P. que ya desde el comienzo le dicen a uno: "Padre,
pregúnteme".
Si se trata de un P. que ha descuidado el examinarse, véase lo que se dirá en el Libro III,
núm. 322-343.
Si se trata de un ignorante2, véase, asimismo, el Libro III, 344-347.
A veces se tratará de un P. que tiene necesidad de una buena confesión general; a usted le
toca el adivinarlo —y entonces aplicará lo que se dice en los núms. 328-332—. Algunos P.
tienen simplemente necesidad de una especie de encarrilamiento y, desde el momento en que
usted haya hecho una o dos preguntas, ellos continuarán acusándose a sí mismos.
En todo caso, si un P. pide ser interrogado cuando ya usted ha confesado mucho y se siente
cansado, ármese de paciencia y piense en las 18 horas de confesonario del Santo Cura de Ars.
¡Invóquele desde el fondo de su corazón!

68. B) A los P. que no se confiesen DESDE HACE MUCHO TIEMPO.


Debe usted suponer que no son ellos muy expertos en el arte de confesarse —y por poco
sucintas que sean sus acusaciones (lo cual sucede con frecuencia)— debe usted interrogarles,
para que verdaderamente hagan una buena y fructuosa confesión.

69. C) A los P. que se acusan DE UNA MANERA IMPRECISA.


A los que no dan las indicaciones necesarias de especie ínfima, de gravedad, de número, de
circunstancias.
A los que no mencionan para nada los pecados de omisión, las negligencias relativas a las
obligaciones de su estado.

70. D) A los P. que acusan pecados ORDINARIAMENTE.


a) Causas.
OTROS PECADOS. (Ejemplo: malos deseos causas de malas acciones; pecados capitales en
general; cólera causa de rencor; pereza causa de faltas a las obligaciones de estado).
b) Consecuencias.
OTROS PECADOS. (Ejemplo impureza, pecados contra la fe pueden provenir de malas
lecturas, de malas compañías).

1
¿Qué decir, entonces, de esas C. que no dejan tiempo ni siquicra para acabar la acusación, bajo pretexto de que
no se trata más que de pecados veniales?
En primer lugar, el P. tiene el derecho de beneficiarse con la absolución de todos los pecados veniales que
quiera acusar; además puede ser que el P. haya guardado para el fin los "pecados gordos".
2
Ya hemos dicho que "ignorante" corresponde al término latino muy conocida de "rudis".

21
En estas hipótesis puede usted sospechar con toda razón la existencia de otros pecados o de
un hábito culpable, de una ocasión próxima; y en consecuencia pregunte. Aún a veces puede
usted hacer una pregunta relativa a la validez de una confesión precedente (Ejemplo: Gracias
a sus preguntas un P. acaba por confesar pecados contra la pureza. ¿No los habrá ocultado en
sus precedentes confesiones?).

71. E) A los P. que no acusan pecados que usted CONOCE POR OTRO LADO.
Por una razón o por otra usted ha identificado a su P. Y de un modo o de otro usted sabe
que él ha cometido tal pecado; pues bien: él no dice una palabra sobre el asunto.
Se trata de un caso PARTICULAR y MUY DELICADO; toda la conducta del C. se examinará
en el Libro III, 350-355.

72. Nota: P. instruidos y que se confiesan con frecuencia.


En general y prescindiendo de la dirección espiritual no tiene usted por qué interrogarles.
Con todo, a veces, podrían tener necesidad de que usted les haga algunas preguntas.
Aproveche el tiempo pascual, una misión o también una gran fiesta, para recomendarles el que
hagan un examen general acerca de las grandes obligaciones de la vida cristiana: deberes del
matrimonio, de la familia, deberes profesionales, etc.

III. ¿ CÓMO HAY QUE INTERROGAR?

73. A) Con discreción.— Interrogue sobre los pecados probablemente cometidos:


a) Habida cuenta con las condiciones y disposiciones del P. ¡No tiene que proponer todas
las cuestiones relativas a todos los pecados que pueden cometerse sobre la tierra!
Fíjese bien con qué clase de P. tiene que habérselas: sexo. edad, profesión, situación de
familia,. circunstancias particulares de vida. etc. Pregúntese usted qué pecados es verosímil
que haya podido cometer él, teniendo en cuenta estos diversos elementos —y haga las
consiguientes interrogaciones.
Ejemplos los hallará a todo lo largo del Libro III: los P. en particular.
b) Habida cuenta igualmente con la ciencia del P., y no con su conciencia de C.
Su P. laico no estará, como lo está usted mismo, al corriente de todas las sutilezas de la
Teología Moral. Como se dice vulgarmente, "él ha pecado con su pecado". Téngalo usted en
cuenta en su manera de preguntar —y no exija a su P. más de lo que él puede dar.
Tenga presente también el siguiente principio:
c) Nada de preguntas indiscretas y demasiado numerosas.
Corre el peligro de irritar al P. —y sin ninguna utilidad.
Puede escandalizarle enseñándole lo que ignora. (Ejemplo: en materia de superstición, de
fraude, de limitación de nacimientos, de procedimientos de abortos. etc....)
¡Hasta puede suceder que el P. sospeche en usted curiosidad !
N.B.— Esta discreción se impone sobre todo en materia de castidad, como lo recordaba
muy recientemente el Santo Oficio en su instrucción del 16 de mayo de 1943 (Cf. 629 y
siguientes). Advirtamos desde ya que algunos C. han interpretado mal este documento de
Roma: han transformado lo que es un llamado a la discreción en una consigna de absoluto
silencio. ¡Será una actitud tan cómoda! Las precisiones necesarias serán tratadas en el libro
III, a propósito de la lujuria y del onanismo conyugal.

22
74. D.— Con claridad. Haga preguntas:
a) Breves.— No deben contener más que una sola idea. Convendría que dividiese en tres
esta pregunta compleja: "Cada vez que usted dijo esa expresión, ¿se dio cuenta de que era una
blasfemia y de que daba un mal ejemplo a los que estaban presentes?"
b) Concretas y precisas.
No le pregunte a un comerciante si ha sido injusto, sino dígale: "¿Ha engañado algunas
veces a sus clientes? ¿en la calidad, en el peso de la mercadería?" 1.
c) Bajo forma positiva, que facilitará la confesión.
Diciendo "Ha robado usted dinero? ¿Ha cometido acciones indecentes?" —el P. pensara
que su falta no es tan grave, puesto que el C. supone que ha podido cometerla. El P. responderá
fácilmente: "Sí"2.
Al contrario, si usted dice torpemente: "Usted no ha robado dinero, ¿no es cierto? ¿No es
verdad que usted no ha cometido acciones indecentes?"— el P. se dirá a sí mismo que su
pecado ha sido enorme, puesto que usted parece excluir su posibilidad. ¡Qué coraje necesitaría
para responder: "Sí, precisamente yo he robado dinero"!
¡El colmo de la torpeza sería pronunciar la interrogación de forma negativa, con un tono
que muestra a las claras que usted supone al P. incapaz de haber cometido tal pecado! ¡con un
tono de reproche anticiparlo, como si el P Jamá hubiera hecho realmente eso!
d) Nada de preguntas disyuntivas.
No diga: "¿Ha leído algo malo contra la fe o contra la pureza? ¿Ha robado dinero o
golosinas" Vale más que el P. tenga que responder simplemente: sí o no. Le sería costoso
repetir una parte de la pregunta disyuntiva.
N.B.— Excepcionalmente, si usted tiene la impresión de que el P. dice: sí o no por decir
algo (lo cual acontece, sobre todo en los niños), haga una pregunta disyuntiva. De ese modo
el P. se verá obligado a prestar atención y a elegir, repitiéndola, una de las dos hipótesis
propuestas.
Nota: Cuidar, igualmente, de que la interrogación sea progresiva. Comenzar por
generalidades; poco a poco, según las respuestas del P., entrar más en detalles. Ejemplo: al
interrogar a un niño acerca del tema de la impureza, el C. podrá decir: "¿Has dicho palabras
groseras? ¿palabras malas?... ¿sí...? ¿Has hablado cosas malas?, ¿las has hecho...?

IV. EN QUÉ MOMENTOS HAY QUE INTERROGAR?

75. A.— Antes de la acusación. Se trata de un:


a) P. desconocido.
Si no dice nada por sí mismo, puede usted preguntarle desde cuánto tiempo hace que no se
confiesa y si ha recibido la absolución. A veces podrá preguntarle también si no le inquieta
nada en su vida pasada o en sus confesiones precedentes.
Algunos C. se enteran de la condición del P. desde el principio; parece que es mejor dejarlo
para el transcurso mismo de la confesión
(Ejemplo: Si el P. se acusa de una falta de impureza, usted le preguntará: es usted casado?;
si el P. se acusa, de un robo, pregúntele: ¿cuál es su profesión?). Al hacer un interrogatorio en

1
En materia de castidad hay que evitar todo término realista y evocador.
2
A veces podrá usted emplear la forma AFIRMATIVA también (con la condición de poner en ella el tono
requerido): ¿Ha hecho usted esto? ¿Ha ido a algún baile?"

23
regla desde el comienzo, podría espantar al P. y hacer de comisario de policía más que de
sacerdote.
b) P. angustiado.
Invítele paternalmente a que exponga la causa de su inquietud. Háblele en seguida de la
Infinita Misericordia de Dios, del Corazón de Jesús, dígale que el Buen Dios perdona todos
los pecados, los más graves, los más numerosos.

76. B.— Durante la acusación. El P.:


a) No dice nada.
Pregúntele con dulzura qué ha hecho de malo después de su ultima confesión.
Se dará cuenta usted si se trata de un P. que no se ha examinado, de un P. ignorante, de un
P. que tiene necesidad de una confesión general.
Algunas veces deberá usted interrogarle acerca de todas sus obligaciones (Cf. el modelo de
cuestionario, núm. 85); si persiste en declarar que no tiene nada que decir (Cf. Libro III. núm.
348).
b) Se acusa tanto bien como mal.
Dos maneras diferentes de proceder:
Algunos C. no interrumpen al P. por temor de hacerle perder el hilo de sus ideas. Durante
el curso de la acusación cuentan con los dedos el número de preguntas que tienen intención de
hacer al P. cuando éste haya terminado.
Otros C, para estar más seguros de no olvidar nada, no temen interrumpir al P. para pedirle
aclaraciones referentes a la confesión que acaba de hacer.
c) Confiesa pecados muy graves, muy vergonzosos.
Conserve toda su tranquilidad.
Hasta alentará las confesiones recordando la Misericordia Infinita de Dios. Si el P. tiene él
aspecto de estar turbado, si vacila, hágale usted algunas preguntas para acudir en su ayuda.
Evite todo reproche antes de que el P. haya terminado la acusación; de lo contrario se verá
tentado a no llegar hasta el fin de sus confesiones.
N.B.— ¡Atención a tres grandes defectos! Manifestación de fastidio, de impaciencia, de
sorpresa;

77. C.— Después de la acusación. Acusación:


a) Demasiado vaga.
Haga usted algunas preguntas para hacer que se precisen más la naturaleza, el número, y
las circunstancias de los pecados. Investigue igualmente acerca del escándalo, de las ocasiones
del pecado, de sus causas y de sus consecuencias (Cf. art. 3).
b) Claramente insuficiente.
Puede usted decir: "¿Me permite que le haga algunas preguntas para completar su
confesión?"; y hágale preguntas sobre los pecados probablemente cometidos por el P. y de los
que el no ha dicho nada.
c) De pecados ocultados hasta entonces.
Demuestre mucha dulzura. Pídele que se arrepienta no sólo de sus pecados, sino también
del sacrilegio que ha cometido al no haberlos confesado anteriormente.

24
V. LA PREGUNTA FINAL
Casi siempre es muy útil.

78. A) Si se trata de un P. DESCONOCIDO.


Antes de dar la absolución será provechoso muchas veces hacer la siguiente pregunta:
"¿Tiene todavía algo que le inquiete?", o, si no, también: "¿Tiene algo que añadir, para
quedar enteramente desembarazado?"
Algunos P. no confiesan sus faltas sino cuando el C. ha ganado su confianza. Otros esperan
una pregunta del C. que les permita entrar por el camino de las confesiones y aliviar así su
conciencia. Otros también se impresionan por esta pregunta general y se entregan a
confidencias muy saludables y muy útiles para el C.
Todos los sacerdotes que tienen experiencia del confesonario podrán dar fe de hermosas
confesiones que se han logrado a veces gracias a la "PREGUNTA FINAL".

79. B) Si se trata de un P. HABITUAL.


Pregúntele entre tiempo y tiempo: "Entonces ¿cómo le va en estos momentos?... ¿Hay
algo que lo preocupa, que lo inquieta?"
No se olvide de que los P. habituales, cuyas confesiones son casi siempre las mismas,
pueden caer en una falta, de un día para otro, extraordinaria para ellos y que puede ser muy
grave. Pueden también ser repentinamente turbados por tal o cual tentación desconocida hasta
entonces. A veces les molesta hablar de ella porque usted es su confesor habitual. La
"PREGUNTA FINAL" es una forma de tenderles una mano.

80. Caso particular.— El P. tiene UN CÓMPLICE. (Ejemplo: impureza, robo).


Cometería usted un pecado mortal si indagara directamente— el nombre del cómplice; aun
en el caso de que lo hiciera con una intención laudable, por ejemplo, la de dar un buen consejo
a ese cómplice (Can. 888, párrafo 1).
Puede y debe interrogar al P. si ello es necesario para su bien espiritual. (Ejemplo: para
descubrir las ocasiones de pecado) —aun cuando usted prevea que va a conocer el nombre del
cómplice1.

Artículo Tercero.
POSIBILIDAD DE ASEGURAR LA INTEGRIDAD MATERIAL

81. Cuando, se trata de un P. que se confiesa normalmente. el C. debe esforzarse por obtener
la INTEGRIDAD MATERIAL (Cf. numero 62).
La integridad material en sentido estricto se limita a los mismos pecados mortales. Nosotros
la entendemos en sentido amplio. El C. debe tratar de conocer no solo los mismos pecados
mortales, si no además lo que se puede llamar las inmediaciones del pecado: ocasiones,
recaídas, escándalo, etc.

I. INTEGRIDAD RELATIVA A LOS MISMOS PECADOS


Asegure la integridad:

1
Es ésta una aplicaclén del principio tan importante del voluntario indirecto, o, mejor, del principio del doble
efecto") (N. del E.).

25
1º) de la especie ínfima (objeto e intención)
2º) de la gravedad (objetiva y subjetiva);
3º) del número.

82. 1°) ESPECIE ÍNFIMA (OBJETO E INTENCIÓN).


Los dos elementos más importantes de los pecados son el objeto y la intención; el objeto es
la cosa que realiza directamente el acto por sí mismo. (Ej.: hacer girar una mesa); la intención
es el fin personal que se ha propuesto el P. (Ej.: hacer girar una mesa para divertirse o para
consultar a los malos espíritus).

83. A) Haga que se precise EL OBJETO.


El P. no debe hacer conocer solamente el género de los pecados, sino también su especie
ínfima.
Situación del P.— El P. acusa sus pecados de una manera MUY VAGA. (Ej.: no he sido
serio; no he hecho lo que debía hacer; me ha faltado confianza).
El C.: "Usted me dice... que no ha hecho lo que debía hacer... ¿ no podría precisar un poco?
¿De qué se trataba? " (Con frecuencia se trata de pecados que el P. tiene vergüenza de
confesar... por ejemplo: de robos, de malas confesiones, de pecados de impureza).
Aquí es donde el C., con la ayuda del Espíritu Santo, debe dar prueba de psicología, y de
delicadeza. En el Libro III, n. 629-A, se verá especialmente cómo interrogar en materia de
impureza.
Situación del P.— El P, acusa sus pecados de una manera INSUFICIENTEMENTE
DETALLADA. (Ej.: he sido injusto: he faltado a la caridad, he pecado contra el matrimonio).
El C.: "¿Ha sido injusto?... ¿no podría decir de qué manera?"
Sugiera algunas hipótesis posibles. El C. "robando... echando a perder el bien del
prójimo?"1.

84. B) A VECES hará que se precise LA INTENCIÓN.


En ciertas categorías de pecados (por ej. fórmulas dudosamente blasfematorias, llevar
vestidos inconvenientes, prácticas supersticiosas, etcétera) la intención puede modificar
considerablemente la naturaleza y la gravedad del pecado.
Haga usted que, el P. la precise sugiriéndole tal o cual intención posible.
Situación del P.— El P. acusa una clase de pecado en el que 1a intención puede tener
gran importancia (Ej.: he tenido conversaciones indecentes delante de mis compañeros).
El C.: "¿Con qué intención? ¿Con qué fin hizo eso?... ¿para hacer reír?, ¿para enseñar a los
otros a hacer el mal?".
NOTA.— A veces, para asegurar la integridad, estará usted obligado a recorrer todas las
obligaciones del P. Cada C. puede hacerse su cuestionario personal. En general no hay que
hacerlo demasiado complicado. He aquí un modelo muy simple.

85. Cuestionario llamado "DEL NORTE"2.


1er. Mand.: Oraciones, lecturas, expresiones
contra la religión.

1
En el curso del Libro III se verá la aplicación de estos principios a diversas categorías de pecados.
2
Este simple cuestionario podría ser enseñado a los niños de catecismo. Durante toda la vida se servirán de él.

26
2º Mand.: Juramentos, blasfemias.
3º Mand: Misa, trabajo del domingo.
4º Mand.: Padres y Maestros.
5º Mand.: Odio, disputas, golpes, malos
ejemplos.
6º y 9º Mand.: Pensamientos, deseos,
palabras, lecturas, acciones contra la
pureza.
7º y 10º. Mand.: Robo y deseo de robar,
perjuicios.
8º Mand.: Mentiras, maledicencias,
calumnias.
Mand. de la Iglesia: Abstinencia,
obligaciones de Pascua.
Pecados capitales: Soberbia, envidia, ira,
pereza, avaricia, gula.
N.B.— Pregunte: ¿Cuantas veces?
(Cf. 91 a 93).

Este cuestionario es una ayuda para la memoria; puede ser presentado concretamente y
comentado por el C.
OTROS MODELOS:
En el "Memento de Pastorale" de Mathyssek, cap. I, párrafo 17, n. 4 hallará usted un
cuestionario más detallado.
El cuestionario del "Prudens sexdecim linguarum confessarius" (Ed. Beauchesne) es
igualmente sugestivo. Las preguntas relativas al sexto mandamiento no deberían ser
propuestas sino con discreción.
2°) Gravedad OBJETIVA y a veces SUBJETIVA.
La gravedad OBJETIVA se refiere a la deformidad moral del pecado mismo
independientemente del conocimiento y del consentimiento del P.

86. A) Haga que se precise la gravedad OBJETIVA.


El P. se ha acusado de un pecado mortal "ex genere suo", es decir, de un pecado que es
mortal o venial según que la materia sea grave o leve. Pero no ha indicado la importancia de
la cosa.
Situación del P.— El P. no ha precisado la gravedad de un pecado mortal grave "ex
genere suo". (Ej.: he robado dinero; he calumniado).
El C.: "¿Ha robado una suma grande? ¿Ha perjudicado gravemente la reputación de la
persona? ¿la situación de su fortuna?".

87. B) A VECES le hará precisar usted la gravedad SUBJETIVA.


En general cuando el P. ha acusado un pecado materialmente grave, no le pregunte si él
creía que pecaba mortalmente: la mayoría de las veces el P. quedará sorprendido por su
pregunta y no sabrá qué responderle.

27
Sin embargo, en ciertos casos el P, le pregunta a usted si él ha pecado mortalmente. Puede
suceder que usted mismo juzgue oportuno Interrogarlo acerca de este punto, por ejemplo,
cuando se trata de pecados internos de pensamientos, de deseos.
Aplique este principio fundamental que es necesario recordar con frecuencia al P.

88. Principio.— Para cometer un pecado mortal se requieren dos condiciones juntas.
1ª ADVERTENCIA SUFICIENTE1: darse cuenta de la gravedad.
2ª PLENO CONSENTIMIENTO: consentir con él enteramente.

89. Situación del P.— El P. ha cometido algunas malas acciones graves. (Ej.: pecados
solitarios contra la pureza durante la noche) o bien se acusa de pecados internos. (Ej.: malos
pensamientos, deseos de robar).
1º PRIMER PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER.
¿Ha habido advertencia suficiente?
El C.: "¿Sabe usted que iba a cometer un pecado mortal? ¿Se dio usted cuenta de ello?"
SIGNOS DE ADVERTENCIA IMPERFECTA
El P. estaba en estado de semi-vigilia, de semi-embriaguez. El P. estaba bajo el influjo de
una gran distracción, o estaba perturbado por una pasión antecedente muy violenta. (Ejemplo:
Ira).
Si el P. se hubiera dado cuenta, como ahora de la gravedad de su pecado, no lo hubiera
hecho.
2º SEGUNDO PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER.
¿Ha habido pleno consentimiento?
El C.: " ¿Sabía usted que era grave, pero a pesar de todo lo ha querido libremente,
absolutamente?".
SIGNOS DE CONSENTIMIENTO IMPERFECTO.
El P. no sabe exactamente si ha pecado gravemente, pero de ordinario no comete pecados
mortales.
Si se trata de malos deseos, el P. no ha cometido la mala acción que podía cometer
fácilmente.

90. Situación del P.— A pesar de sus interrogaciones, el P. no llega a salir de la duda en
cuanto a la perfección de su advertencia y de su consentimiento.
Juzgue usted conforme a la CONDUCTA HABITUAL del P.
Si el P. peca con frecuencia mortalmente en la materia, presuma que ha pecado gravemente.
Si el P. no peca con frecuencia mortalmente, decida la duda en su favor.
N.B.— Se supone evidentemente que el P. no es escrupuloso. Si lo fuera, habría de obrar
usted en otra forma. (Cf. Libro III, núm. 504-510).
3º NÚMERO DE PECADOS.
Esta precisión no es necesaria más que para los pecados mortales, pero en vista de la
formación espiritual del P., pondrá usted interés en interrogarle acerca de los pecados mortales.

1
Habría que distinguir todavía entre advertencia propiamente dicha y conocimiento habitual. La cuestión del
conocimiento o de la ignorancia habitual se verá más adelnte: P. Ignorante, n. 344-347.

28
Distingamos muchas hipótesis ::
A) Pecados espaciados. Pecados habituales1.
B) Externos.
C) Internos.

91. A) Pecados espaciados. El P. ha pecado muchas veces, sin que sea un pecado
habitual. (Ej.: he robado, he faltado a Misa).
El C.: ¿CUÁNTAS VECES HA FALTADO USTED A MISA?"
1ª hipótesis: El P. responde con una cifra exacta: ya sabe usted a qué concretarse.
2ª hipótesis: El P. responde que no sabe exactamente, o guarda un silencio embarazoso.
Entonces debe usted proseguir su investigación.
Sugiérale usted mismo una cifra, comenzando por un número más o menos exagerado, a
fin de facilitar la confesión.
El C: "ENTONCES, ¿HA FALTADO USTED A MISA... TREINTA VECES?"
Si el P. responde: "Sí", sugiérale un número más grande aún.
Si el P. responde: "¡Oh, no!..., no tanto como eso", sugiérale un número menor y vaya
rebajándolo hasta que el P. diga: "Sí..., más o menos".

92. B) Pecados habituales y externos. Principio— Para conocer el número aproximado, el


C. debe tratar de conocer: duración y frecuencia.
El P. comete con frecuencia pecados externos (Ej.: impurezas, blasfemias, juramentos en
vano).
DURACIÓN.— El C: "¿Hace mucho tiempo que usted tiene este hábito? ¿Cuántos años
hace? ¿Cuántos meses? ¿Cuántas semanas?"
FRECUENCIA. El C.: "¿Cuántas veces por día? ¿Por semana? ¿Por mes?"
Proceda de una manera análoga a la que se ha indicado arriba. Comience por sugerir lo
peor. Desde el punto de vista: duración: "¿desde hace mucho tiempo? ¿muchos años?" Desde
el punto de vista: frecuencia: "¿Todos los días?" Y sugiera —como en el núm. 91— un número
más o menos grande, según las respuestas del P.

93. C) Pecados habituales e internos. Principio— El mismo que en B), salvo en cuanto a
que se deben pedir menos precisiones respecto de la frecuencia.
El P. comete con frecuencia pecados internos (Ej.: Malos pensamientos impuros; deseos
de venganza).
DURACIÓN.— El C.: Como arriba, en B)
FRECUENCIA— El C.: "¿Ha pecado usted con mucha frecuencia? ¿Algunas veces? ¿Pocas
veces?"
Algunos P. responden: "Cada vez que la ocasión se presenta."

II. INTEGRIDAD RELATIVA A LAS INMEDIACIONES DEL PECADO

El C. debe preocuparse sobre todo del escándalo, de las ocasiones de pecado, de la recaída.

1°) EL ESCÁNDALO.

1
La cuestión de los pecados habituales será tratada más a fondo en el Libro III, n. 255 y siguientes.

29
94. Noción.— Demasiados P. descuidan el acusarse del ESCÁNDALO que ellos han podido
causar. Estrictamente esta palabra se entiende en sentido teológico. La acción u omisión, para
ser escandalosa, no tiene que extrañar ni chocar al prójimo: basta que lo incite al pecado.
Tampoco es necesario que haga ruido en público; una madre de familia que en el secreto de
su hogar deja demasiada libertad a los novios, o no corrige lo suficiente a sus hijos es,
propiamente hablando, escandalosa.

95. Principio.— Interrogue al P. cuando la naturaleza del pecado permite suponer


razonablemente que ha podido haber escándalo.
Situación del P.— Un P. se acusa de un pecado de este género (Ej.: un padre de familia
ha blasfemado; ha faltado a Misa).
Interrogatorio del C.: " ¿Ha blasfemado delante de sus hijos? ¿Saben sus hijos mayores que
usted falta a Misa? ¿Los incita usted con su ejemplo a hacer otro tanto?"

2º) LAS OCASIONES DEL PECADO


96. Un predicador de misión decía un día que se hablaba demasiado de los pecados —pero
no lo bastante de las ocasiones de los pecados—. La conducta del C. es muy diferente, según
que el P. sea ocasionario o no.
El estudio profundizado de esta cuestión se hará en el Libro III, primera Parte, capítulo 11.

3º) LOS RECIDIVOS.


97. "Para mejor confesar" debe saber usted si el P. ha cometido el pecado acusado por
primera vez. De lo contrario, el P. debe ser tal vez colocado en la categoría de los recidivos —
sea materiales, sea formales.
Este problema especial de la RECIDIVA (o recaída) será examinado bajo diferentes aspectos
en el Libro III, Primera Parte. No ocasionario recidivo, cap. 1; ocasionario recidivo, capítulo
2.
Digamos desde ahora que aun cuando usted confiese a un P. por vez primera puede y debe
darse cuenta de si es, o no, recidivo. Basta preguntarle: "Ha confesado ya esta clase de
pecados? ¿Cuántas veces?"

CUADRO SINTÉTICO
(Integridad que hay que asegurar.)

98. Pecados en sí mismos:


I. Especie ÍNFIMA (Objeto e intención).
II. GRAVEDAD.
III. NÚMERO.
Inmediaciones de los pecados:
I. ESCÁNDALO.
II. OCASIONES de pecados.
III. RECIDIVA.

III. COROLARIOS — CASOS EXCEPCIONALES

30
Sucede muchas veces que el C tiene que hacer precisar los efectos del pecado —sus
circunstancias—. Se plantea también el problema de los pecados dudosos.

1º) EFECTOS del pecado.


99. Principio.— En algunos géneros de pecados (Ej.: mentira, maledicencia) la
circunstancia "quid", EFECTO DEL PECADO, puede modificar especie y gravedad del pecado.
El C. atraerá la atención del P. sobre ciertos efectos posibles, si es que no probables. Para
apreciar la culpabilidad subjetiva tendrá en cuenta el principio del voluntario indirecto, es a
saber:
Para que el P. sea subjetivamente culpable tienen que haberse realizado simultáneamente
dos condiciones:
1ª condición: Haber PREVISTO el efecto malo.
2ª condición: INSUFICIENCIA de los buenos efectos para compensar los malos:
Situación del P.— El P. se acusa de un pecado de este género (Ej.: he hablado mal de un
dirigente de la A.C.).
El C.: "¿Ha hecho usted algún agravio a la religión, al reclutamiento del movimiento?
¿Había pensado en ello? ¿Tenía razones para hablar mal de esa persona?"

2º) Otras CIRCUNSTANCIAS del pecado.


Hay que distinguir entre las circunstancias que CAMBIAN la especie del pecado y las que
solamente AGRAVAN el pecado.
100. A) Circunstancias que cambian la especie.— Recordemos solamente aquí las más
frecuentes.
La circunstancia QUIS. Un pecado de fornicación cometido por una persona casada es un
adulterio. Los Superiores, en sentido amplio (padres, maestros, curas, etc.), que inducen al
pecado a aquellos que tienen a su cargo, pecan contra la justicia o contra la piedad.
La circunstancia de la persona CON QUIEN o CONTRA QUIEN se ha pecado. La impureza
con un pariente es un incesto; maltratar a los padres no es una simple injusticia, sino un pecado
contra la piedad.
La circunstancia UBI: robar una cosa sagrada en una iglesia es un sacrilegio local.

101. Principio.— Debe usted obligar al P. a que acuse las circunstancias que CAMBIAN la
especie, en la medida en que él las ha conocido y querido.
Situación del P.— El P. se acusa de un pecado susceptible de cambiar de especie a causa
de las circunstancias (Ej.: pecado de impureza cometido con otra persona).
El C.: "¿Es usted mismo casado? Y la persona con la cual ha pecado usted ¿era casada?"
A veces el C. se inclinará a suponer que se trata de un pariente o hasta de una persona que
no es libre (divorciado y hasta, ¡ay!, una persona consagrada a Dios).

102. B) Circunstancias agravantes.— Demos algunos ejemplos: El P. ha pecado con


personas diferentes, ha escandalizado a un gran número de personas; ha cometido un robo muy
superior a la suma mínima necesaria para que haya pecado mortal.
Existiendo diversas opiniones entre los moralistas, no se puede decir que la acusación de
las circunstancias simplemente agravantes sea obligatoria. Sin embargo, en general, esta
precisión constituye una humillación voluntaria que aumenta la gracia del Sacramento y
permite una mejor dirección del P. En consecuencia:

31
103. Principio.— Generalmente, ACONSEJE usted la acusación de las circunstancias
simplemente agravantes. NO OBLIGUE a ello.

104. Excepción en materia de impureza.


El C., lejos de aconsejar la acusación de las circunstancias SIMPLEMENTE AGRAVANTES,
debe, por el contrario, no pedir nada más que lo que es necesario para conocer la especie
mínima del pecado mortal.
Al obrar de otro modo, el C. podría exponerse él mismo a la "delectatio morosa", o exponer
a ella al P.
Más bien el C. podría ocasionar confesiones formalmente sacrílegas: el P. no se atrevería a
confesar tal detalle particularmente vergonzoso, y, creyéndose obligado a ello, haría una mala
confesión.
A veces el C. interrumpirá al P. que, por escrúpulo o con intención equívoca, diera detalles
escabrosos (Cf. 56-C).

3º) Pecados DUDOSOS.


105. Tres casos de duda:
Pecados dudosamente COMETIDOS.
Pecados cometidos dudosamente GRAVES.
Pecados cometidos dudosamente ACUSADOS.

106. Principio.— NO OBLIGUE a que los acusen.


ACONSEJE al P. (salvo a los escrupulosos) que los acuse como él los conoce, los ciertos
como los inciertos; los dudosos o dudosamente acusados, como tales1.
Situación del P.— 1º) El P. ha cometido un pecado y no sabe exactamente si la materia
es grave o no.
Si el P. es IGNORANTE, INSISTA mucho en que acuse ese pecado dudosamente grave:
porque él no es capaz de apreciar la importancia de la materia.
A LOS OTROS P. (salvo a los escrupulosos) ACONSEJAR la acusación.
Situación del P.— 2º) El P. ha cometido un pecado OBJETIVAMENTE grave, pero no
sabe exactamente si se ha dado suficientemente cuenta de su gravedad o si lo ha querido
del todo.
A los escrupulosos— PROHIBIR la acusación.
A los delicados— ACONSEJARLA.
A los flojos— INSISTIR para obtenerla de ellos.
Nota.— En general, EN MATERIA DE PUREZA, sería PELIGROSO no acusar los pecados
dudosos.
Situación del P.— 3°) El P. ha cometido con certeza un pecado mortal; pero no sabe
con exactitud si lo ha acusado en una confesión precedente.
Conducta del C.: Como en el caso precedente.

Artículo cuarto

1
Esto es lo mejor para la tranqullidad de conciencia del P. y para su provecho espiritual.

32
IMPOSIBILIDAD DE ASEGURAR LA INTEGRIDAD MATERIAL
En ciertas circunstancias, la integridad material no se puede obtener. El C. debe entonces
contentarse con asegurar la INTEGRIDAD FORMAL (Cf. 63).

107. 1°) Nociones previas.— Ningún inconveniente, aunque sea grave, basta para excusar
de la integridad material: hay que distinguir entre inconvenientes INTRÍNSECOS Y
EXTRÍNSECOS a la confesión.
A) Los inconvenientes intrínsecos a la confesión son los que están necesariamente ligados
con ella (Ej. vergüenza del P., pérdida de la reputación ante el C., temor de los reproches).
Ellos NO EXCUSAN de la integridad material.
B) Los inconvenientes extrínsecos a la confesión están ligados accidentalmente a tal
confesión en particular (Ej.: temor de la infamia delante de los asistentes, que podrían oír las
acusaciones). Ellos EXCUSAN de la integridad material con la condición de que haya, por lo
menos, GRAN UTILIDAD para el P. en hacer esta confesión que implica inconvenientes
extrínsecos.
Los pecados mortales legítimamente pasados en silencio son perdonados indirectamente
(Cf. 60). El P. deberá acusarlos en la primera confesión en la que ya no exista la causa de
excusa.

108. 2º) Principio.— Cuando la integridad material es imposible, asegure por lo menos los
dos elementos necesarios, con necesidad de medio, para la validez de la absolución.
Primer elemento: Integridad FORMAL (Cf. 62-B).
Segundo elemento: CONTRICIÓN (C. Capítulo III).
En cuanto sea posible, recuérdele al P. la obligación que tiene de acusar, en la próxima
confesión en que pueda hacerlo, los pecados indirectamente perdonados.

109. 3º) Imposibilidad FÍSICA.


P. moribundo (Cf. núm. 425 y siguientes);
P. mudo (Cf. 448),
P. sordo (Cf. 446-447);
P. que ignora la lengua del C. (Cf 450-454);
P. que no puede ser oído en particular (Cf. absolución colectiva, 218).

110. 4º) Imposibilidad MORAL.


A) Peligro de INFAMIA (ante otras personas distintas del C.).
Situación del P.— El P. está rodeado de personas que podrían oír las confesiones
(Ejemplo: enfermos en una sala de hospital; los parientes del moribundo no quieren dejarle
solo).
Dígale al P.: "Usted no se puede confesar completamente como de costumbre— porque hay
gente alrededor de usted que podría oír sus confesiones.
"Hará usted una confesión completa —acusando los pecados que no ha podido decir hoy—
cuando pueda Mientras tanto, piense en los pecados que ha podido cometer contra Dios, contra
usted mismo y contra el prójimo.
Golpéese el pecho para mostrar que pide perdón".

33
Luego excite al P. a la contrición (Cf. capítulo III). Impóngale una penitencia ligera. Por
último, déle la absolución, por lo menos condicionalmente.
NOTA.— 2º) En algunas circunstancias excepcionales la confesión del P. duraría tan
largo tiempo que las personas presentes dirían que el P. tiene muchos pecados que
confesar, que en su caso hay algo extraordinario. (Ej.: un enfermo ya confesado pide
confesarse de nuevo antes de comulgar, y tendrá necesidad de hacer una larga confesión
general; inmediatamente antes de la ceremonia de una comunión solemne o de un matrimonio,
el P. querría reparar una multitud de confesiones sacrílegas.
El C: "Ahora no tiene tiempo para hacer una confesión completa. Usted tiene intención de
hacerla; esto basta por el momento. Hágala cuando pueda. Mientras tanto, arrepiéntase mucho
de todas sus malas confesiones". Excitar la con la contrición. Penitencia. Absolución.
111. Nota.— En general, el que se prolongue la confesión no es una causa de infamia —
porque los asistentes no pueden deducir de ello que el P. ha cometido muchos pecados graves.
La longitud de la confesión puede provenir de escrúpulos, de que se piden consejos, o
(¡desgraciadamente!) de simples charlatanerías.

112. B) Peligro de ESCÁNDALO (Para el P. o para el C.).


Este podría darse, sobre todo acerca del sexto mandamiento. Al respecto hay que tener
cuidado cuando se interroga a los niños, de no enseñarles el mal.

113. Corolario.— AFLUENCIA DE P. E INTEGRIDAD MATERIAL.


La afluencia de P. no dispensa de la integridad material. Inocencio Xl condenó la
proposición que permitía al C., en caso de afluencia, absolver a los P. "dimidiate tantum
confessos". La S. Penitenciaría recordó hace poco esta condenación (25 de mayo de 1944).
Situación del P.— El P. tiene necesidad de ser interrogado con diligencia, de ser
excitado a la contrición, al propósito firme. Por otra parte, hay muchas personas que
esperan desde hace un cierto tiempo. Si la confesión se prolonga, tal vez ellas se van a
impacientar y se van a ir.
Conceda al P. el tiempo ESTRICTAMENTE NECESARIO a su estado de conciencia:
Acuérdese De la proposición condenada por Inocencio XI.
Si los impacientes se van, usted puede sentirlo, pero no es responsable de ello.
Al contrario, tendrá que responder ante Dios de haber "despachado" a prisa a un P. que
tenía derecho a todas sus atenciones de buen C.

114. Advertencia pastoral.— El pastor celoso, para evitar estos inconvenientes, confesará la
ANTEVÍSPERA de las grandes fiestas, recomendando a las personas que se confiesan
frecuentemente, que vengan ese día.
En general, interrumpir las confesiones DIEZ MINUTOS ANTES DE LA MISA. Si se
continúa oyendo a los P., podría uno carecer de tiempo para "confesar bien".
Desconfiar especialmente de las confesiones matutinas de los DOMINGOS DEL TIEMPO
PASCUAL, sobre todo del último.

CAPÍTULO SEGUNDO
ADVERTENCIAS QUE HAY QUE HACER
O SILENCIO QUE HAY QUE GUARDAR
INTRODUCCIÓN

34
Las ignorancias del P. pueden referirse a los conocimientos de orden general o a la licitud
de una acción en particular.

115. 1º) Ignorancias relativas a los conocimientos de orden general.


Pueden referirse a las verdades que hay que creer, a los preceptos de la moral, a las
obligaciones de estado, etc.... Los problemas que tales ignorancias plantean al C. serían
estudiados detalladamente en el Libro III, núm. 344-347: El P. ignorante.

116. 2°) Ignorancias relativas a la licitud de una acción en particular.


De esta cuestión es de la que nos ocupamos en este capítulo.
La conciencia habitual del P. es errónea.
¿Debe advertirle el C. que está en un error o, por el contrario, guardar silencio? Se trata
aquí de una de las obligaciones más IMPORTANTES y más DIFÍCILES del C.1. Su conducta
no será siempre la misma, según que el P. se halle en ignorancia vencible o invencible.
Recordemos brevemente estas dos nociones.

117. A) Ignorancia VENCIBLE.


Es ésta una ignorancia culpable que el interesado puede moralmente hacer desaparecer,
empleando para ello la diligencia moral proporcionada a las aptitudes de la persona y a las
circunstancias del hecho.
Ella exige tres condiciones simultáneas:
1º) El P. se da cuenta de su ignorancia.
2º). Se da cuenta de que debe hacerla desaparecer.
3º) No se preocupa de hacerla desaparecer.
B) Ignorancia INVENCIBLE.
Es ésta una ignorancia que el interesado no puede moralmente hacer desaparecer y que
excusa de toda responsabilidad.
Es invencible desde el momento en que falta una de las tres condiciones requeridas para
que la ignorancia sea vencible.
Por consiguiente, si no se plantea problema, hay ignorancia invencible.

118. NOTA.— La ignorancia o el error del P. no se da en un sólo sentido; él puede creer pecado
lo que no lo es, e inversamente. Estudiaremos sucesivamente cada una de las dos hipótesis y
en los casos ordinarios, dejando para el fin el examen de los casos excepcionales.

Artículo primero.
EL P. CREE PECADO —LO QUE NO LO ES

119. Principio.— El P. ha pecado FORMALMENTE y tiene necesidad de absolución. Pero


usted debe DESENGAÑARLO a fin de que, en adelante, no ofenda más a Dios, en lo que no
hay pecado material.

1
Es necesario aplicar juiciosamente y de una manera compleja este gran principio regulador de la activklad
humana: suponieno que nuestras acciones u omisiones implican múltiples consecuencias buenas y malas, la
BUENA DISPOSICIÓN es solamente IR MENOS IMPERFECTAMENTE POSIBLE: es lo que los moralistas traducen
al decir que hay que escoger lo "minus malum''.
Para hablar más formalmente, habría que decir que debemos querer el "bonum minus imperfectum".

35
Es claro que aquí no hay lugar a ninguna distinción entre ignorancia vencible e invencible.
Situación del P.— 1º) El P. se acusa a usted de una acción u omisión que no es ni
siquiera UN PECADO VENIAL (Ej.: ha comido carne la vigilia de la Ascensión; ha obrado
de tal modo en la vida conyugal y ese tal modo de proceder es lícito).
¡ADVIERTA AL P.!
"Me dice usted que ha hecho u omitido tal cosa. ¿Creyó usted que cometía un pecado? En
adelante, sepa que eso no es en modo alguno pecado; puede hacerlo sin escrúpulo."
Situación del P.— 2º) El P. acusa una acción u omisión que NO ES MÁS QUE VENIAL—
y usted sospecha que el P. la cree MORTAL. (Ej.: algunos niños creen pecar mortalmente al
mentir, al robar cosas insignificantes: hay adultos que exageran la culpabilidad de ciertos
procederes conyugales).
ADVIERTA también al P.
"¿Creyó usted cometer un pecado mortal al hacer eso? En realidad es un pecado venial."
Debe usted advertir al P.— porque de lo contrario él continuaría perdiendo sin razón la
amistad con Dios.
Pero tenga cuidado de que el P. no se aproveche de s, advertencia para no preocuparse más
de lo que es solamente un pecado venial. Por eso recuérdele la MALICIA DEL PECADO
VENIAL.
El C.: "Ésta no es una razón para que usted se permita el cometerlo, cargando así su
conciencia con una multitud de veniales. Ya sabe que son una ofensa a Dios que Nuestro Señor
debió sufrir para expiarlos y que pueden costarle duros y largos sufrimientos en el purgatorio."
3°) El P. se acusa de lo que es solamente una imperfección (Ej.: faltas a las Vísperas).
ADVIERTA CON PRUDENCIA.
"¿Usted se acusa de haber faltado a Vísperas? Propiamente hablando no es una obligación.
Pero cuando usted lo hace sin razón, será casi siempre pereza, tibieza en el servicio del Buen
Dios, lo cual no deja de ser una leve ofensa."

Artículo segundo
EL P. CREE LÍCITO —LO QUE ES PECADO

120. Principio:— La advertencia que hay que hacer o el silencio que hay que guardar
dependen en gran parte de la especie de ignorancia del P.— De donde: PROBLEMA QUE HAY
QUE RESOLVER.

121. El P., ¿está en la ignorancia (vencible o invencible)?


1°) Signos de ignorancia —VENCIBLE.
1. La ignorancia se refiere a un PRECEPTO EVIDENTE de la ley natural. (Ej.: culpabilidad
de la calumnia, de la infidelidad conyugal).
2. El P. PLANTEA LA CUESTIÓN y pregunta si tal cosa está permitida o no.
3. El P. no plantea cuestión alguna —pero usted se da cuenta de que, sin embargo, esta
INQUIETO.
El P. debe dudar interiormente, pero no hace preguntas, probablemente por falsa vergüenza
o por temor de ser ilustrado.

36
Nota.— Si usted cree que debe interrogar al P. para saber si está en ignorancia vencible,
tenga cuidado de no colocarlo en una situación de mala fe mientras él está en ignorancia
invencible.
Podrá usted interrogar en general, como si se tratase de otra cosa: "¿Tiene usted alguna
inquietud de conciencia respecto de alguna obligación importante?"
2º) Signos de ignorancia— INVENCIBLE.
Dos condiciones son las que se requieren simultáneamente.
1ª Se trata de un problema de conciencia relativamente difícil. Puede usted suponer
razonablemente que el P., atendida su condición y SU grado de instrucción, está en ignorancia
invencible.
2ª El P. no le hace preguntas a usted y parece que tampoco se las hace a sí mismo.
Según las circunstancias —convendrá distinguir, pues, entre ignorancia vencible o
invencible.

I.— IGNORANCIA VENCIBLE


122. Principio.— De una manera general debe usted ADVERTIR CLARAMENTE al P. que se
halla en ignorancia vencible (Cf. 121-1º).
En efecto: El P. peca ya formalmente. Además, si el P. le pregunta algo, debe usted decirle
la verdad.
Por otra parte, la advertencia que usted le hace es el único medio eficaz de apartarle de su
pecado: muéstrele claramente la malicia de su pecado, las razones que tiene para apartarse de
él, los medios de evitarlo.
Nota.— Con todo, en ciertos casos EXCEPCIONALES, se mostrará usted especialmente
circunspecto en este asunto de hacer o no hacer advertencias (Cf. artículo III).
Situación del P.— 1º) El P. está inquieto, se pregunta a sí mismo o le pregunta a usted
si su acción u omisión está permitida o no. (Ejemplo: ¿Debe restituir? ¿Hay una razón
suficiente para dispensarse de la Misa? ¿Tiene derecho para leer tal libro?).
ADVIERTA al P.:
"Ha hecho usted muy bien en tratar de ilustrarse Cuando se tiene una inquietud de
conciencia siempre hay que consultar acerca de ella al C. Tenía usted razón de dudar. Porque
su acción u omisión es realmente un pecado.
"Tal vez usted hizo esto porque no sabía bien si estaba mal o no. Ahora ve claramente que
está mal y por qué está mal. Si por desgracia, todavía lo hiciera, está seguro de ofender a Dios,
de correr el riesgo de ir al infierno o al purgatorio. Además, yo le voy a indicar los medios
para no volver a caer. Entonces no lo hará usted más, ¿no es cierto?"
Situación del P.— 2°) El P. está ACTUALMENTE en ignorancia INVENCIBLE —pero
PRONTO será INSTRUIDO. (Ej.: dentro de algunos días habrá una misión parroquial y el
caso de Conciencia del P. será claramente tratado desde el púlpito).
Obre poco más o menas como en el caso precedente: "¿Sabía usted que tal cosa estaba
prohibida? Prefiero decírselo claramente. Estoy seguro de que si yo le indico su obligación,
usted será fiel a ella, etc."

II.— IGNORANCIA INVENCIBLE

37
123. Principio.— Hasta el presente el P. comete pecados materiales: es un desorden que usted
debe tratar de corregir. Pero sea prudente. Si usted advierte al P. y si, a pesar de esto, él no
cambia te conducta. sus pecados materiales se van a convertir en formales —lo cual es un mal
incomparablemente más grande. De donde (otra vez): PROBLEMA QUE HAY QUE
RESOLVER:

124. EL P. EN IGNORANCIA INVENCIBLE Y DEBIDAMENTE ADVERTIDO, ¿SE


ENMENDARÁ, POR LO MENOS, A LA LARGA?
Para resolver este problema, tenga en cuenta los Siguientes elementos:
¿Comprenderá el P. que hay pecado1?
¿Es importante el sacrificio exigido al P.?
¿Tiene usted bastante autoridad para imponérselo al P.?
¿Es el P. suficientemente cristiano para aceptarlo?
El examen debe finalizar con tres casos distintos.
El P. debidamente advertido:
Primer caso: se enmendará, por lo menos, a la larga.
Segundo caso: No se enmendará (ni ahora, ni más tarde)
Tercer caso: Se enmendará (quizá, o quizá no).
N.B.— Algunos C. creen con demasiada facilidad que el P. entra en el segundo caso. Sucede
con frecuencia que el P. no se corrige a la primera advertencia; pero después de repetidos
esfuerzos acaba por enmendarse; pertenece entonces al primer caso.

125. (Primer CASO): P. en ignorancia INVENCIBLE. Advertido, SE ENMENDARÁ, por


lo menos a la larga.
Principio— Al advertir al P hará usted cesar el desorden moral que constituye el pecado
material.
Por lo tanto, debe hacer esta advertencia —salvo el caso excepcional en que ella traería
consigo un mal más grande que el pecado material (Cf. art. III, núm. 139).
Situación del P.— El P. está en ignorancia —INVENCIBLE (no se da cuenta de que
debe restituir, denunciar a un culpable, evitar tal proceder conyugal) —y usted juzga
que su advertencia será eficaz. Usted prevé que el P. se corregirá —progresivamente.
¡ADVIERTA al P.!
"Usted cree tener el derecho de guardar esta suma, de obrar de tal manera, lo cual no es
exacto.
"Por lo que se refiere al pasado, esté tranquilo; usted no sabía que eso era pecado: no ha
hecho usted nada malo.
"Pero respecto del futuro, es diferente; tiene usted que respetar la ley de Dios..."; y le dirá
al P. lo que debe hacer.

126. (Segundo CASO): P. en ignorancia INVENCIBLE). Advertido, NO SE ENMENDARÁ


(ni ahora, ni más tarde).
N.B.— Ya hemos hecho más arriba la observación de que el C. no debía desesperar
demasiado pronto de una enmienda progresiva.

1
Si usted mismo, después de largos años de estudios, tiene dificultad en ver la culpabilldad de ciertas acciones u
omsiones, confiese usted que el fiel mediano no ve nada de todo esto.

38
No juzgue, pues, sino a sabiendas, que el P. se encuentra en este segundo caso.
Principio.— De suyo, la advertencia agravaría considerablemente la situación del P.;
porque en adelante va a pecar formalmente en lugar de pecar materialmente.
Por consiguiente, en general, vale más guardar silencio1 —salvo, sin embargo, en el caso
de que el silencio acarree males más grandes aún para la comunidad de los fieles.
Cuando el sacerdote enseña desde lo alto del púlpito debe decir la verdad a la comunidad
de los fieles —aun cuando prevea que algunos van a cometer pecados formales.
Distingamos, pues, tres hipótesis:

127. (Primera hipótesis).— El silencio de usted no será conocido de los fieles, o no


implicará gran perjuicio ni escándalo público.
No hay tampoco inconvenientes excepcionales para el P.
Principio.— El silencio de usted dejará al P. en su ignorancia invencible (buena fe); es,
pues. ventajoso para el P. quien, de ser advertido, no se enmendaría ni ahora ni más adelante,
y se expondría a pecar formalmente.
Por otra parte, su silencio no acarreará graves inconvenientes para la comunidad de los
fieles. En fin, ningún inconveniente excepcional para el P. Por lo tanto, GUARDE SILENCIO:
es el "minus malum"2.
Situación del P.— Un P. se acusa de un pecado de complicidad inmediata que le obliga
IN SOLIDUM a restituir, suponiendo que el encubridor se niega a ello. El P. no tiene
ninguna duda al respecto —y usted juzga que, a pesar de su advertencia, él no querrá
restituir en lugar del encubridor.
(El P. no comprendería por qué debe restituir; el sacrificio pedido sería enorme; se trata de
un cristiano poco fervoroso que no se sometería a su autoridad)— ¿Qué haría usted?
GUARDE SILENCIO.
Hay bastantes probabilidades de que su P. no hable nunca de su caso conciencia . Además,
aunque los fieles supieran que usted no ha dicho nada, no deducirían de ello ninguna regla
inexacta en materia de restitución en general.
Por consiguiente el silencio de usted no acarreará ningún escándalo. De manera que
¡cállese!3.

128. (Segunda hipótesis).— Y su silencio causará escándalo o grandes males de orden


público.
Principio— Si usted no advierte al P., él dirá a su alrededor que usted no le ha reprochado
nada: los fieles deducirán de ello que la conducta del P. no es reprensible.
Por otra parte, si los fieles comprueban que el P. continúa acercándose a los sacramentos
sacarán conclusiones en el mismo sentido. Su silencio sería entonces un verdadero escándalo
teológico —porque induciría a error a la comunidad de los fieles, en cuanto a la fe o a las
buenas costumbres.

1
Nótese bien que se trata aquí de la advertencia en el confesonario, donde el C. debe velar especialmente por el
bien del P.
2
No deja de ser muy sensible el permitir que se cometan pecados materiales.
3
La ausenela del escándalo podría justificar el silencio del C. en ciertos casos —EXCEPCIONALES— de
onanismo conyugal. (Para más detalles véase el n. 761-A).

39
Por consiguiente, aunque su advertencia haga pecar formalmente al P, no deja de ser el
"minus malum"1.
ADVIERTA Al P.
Situación del P.— El P. ocupa una posición social visible y se acerca con frecuencia a
los sacramentos. Por otra parte, se sabe bien que lee un diario prohibido o que asiste a
reuniones espiritistas o que practica el onanismo conyugal sin la menor apariencia de
razón —sin embargo, usted juzga:
1º. Que él está en ignorancia invencible.
2º. Que, advertido, no se enmendará ni ahora ni más adelante.
ADVIERTA al P. (proceda como en el número 125).
Sin duda el P. va a cometer pecados formales —y como no querrá someterse a las
obligaciones que usted le impondrá, va a abandonar la Santa Misa.
Sin embargo, estos inconvenientes personales son menos graves que el escándalo de la
comunidad. El silencio de usted daría lugar a pensar que se puede ser un excelente cristiano
aun cometiendo habitualmente tal pecado mortal, sin hacer ningún esfuerzo para corregirse de
él.
En ciertas circunstancias se podría pensar que usted no ha dicho nada al P. porque era un
"señor".

129. (Tercera hipótesis).— Y su silencio acarrearía males EXCEPCIONALES para el


Penitente.
Principio.— Aquí también el "minus malum" —es la ADVERTENCIA
Situación del P.— Un P. comete habitualmente determinados actos impuros sin darse
cuenta de su malicia (Ej.: un joven no considera como pecados los malos tocamientos). ¿Que
haría usted?
Si usted no dice nada, el P. no luchará contra su mal hábito, que se irá fortificando de día
en día. En un momento dado él acabará por darse cuenta de la culpabilidad de su conducta —
pero entonces el mal hábito habrá echado tales raíces, que será muy difícil deshacerse de él.
Es claro que la advertencia lleva consigo el peligro de transformar los pecados materiales
en pecados formales —y tal vez por mucho tiempo. No por eso deja de ser el "minus malum".
Por lo tanto, ¡ADVIERTA!
Por lo menos PROGRESIVAMENTE, en cuanto al grado exacto de gravedad.

130. (Tercer CASO)— P. en ignorancia INVENCIBLE. Advertido, TAL VEZ se


enmendará o TAL VEZ NO.
Principio.— Si usted advirtiera al P. pecaría TAL VEZ formalmente.
Si guardara silencio dejaría cometer pecados MATERIALES que TAL VEZ serían evitados
con su advertencia.
Hay que optar por la hipótesis probable menos perjudicial, es decir, por la segunda.
Por lo tanto, GUARDE SILENCIO.
N.B.— Si usted llega a lamentar su silencio, a veces podrá repararlo haciendo más tarde la
advertencia. Al contrario, si ha advertido antes de tiempo no podría ya remediar su torpeza.

1
Este razonamiento se aplica a propósito del onanismo conyugal. Fuera de algunas excepciones, que serán
examinadas en el Libro III, el P. onanista, aun con ignorancia invencible, debe ser advertido.

40
131. Corolario I.— Excepciones relativas a este tercer caso.
1. Si su silencio ha de escandalizar a los fieles o causar males de orden público o acarrear
graves inconvenientes para el P. deberá usted discurrir como en el núm. 128, y, por lo tanto
advertir.
La advertencia del P. se impondría con mayor razón, puesto que la enmienda es probable.
2. Si el bien que se espera de la advertencia es mucho mayor que los pecados formales que
se temen, aún convendría advertir. (Ej.: su P. no sabe que debe denunciar al sacerdote que la
ha solicitado en confesión— y usted teme que ella no haga caso de su advertencia. Sin embargo
debe advertirla— porque la denuncia de un sacerdote que solicita es muy importante desde el
punto de vista del bien de las almas).
3. Si la eficacia de la advertencia fuera claramente más probable, algunos teólogos dicen
que habría que advertir (Aertnys. núm. 272-2º).
Se podría decir que el pecado formal muy poco probable es un "minus malum" con relación
al pecado material cierto.

132. Corolario II.— Elementos que hay que considerar en el problema de la


advertencia.
Tenga usted delante de los ojos los siguientes principios:
1) Un pecado mortal es más grave que mil pecados veniales.
2) Un pecado formal, sea del P., sea de terceras personas, es un mal más grande que todos
los pecados materiales.
3) Un daño espiritual del P. es un mal más grande que el daño temporal de otra persona.
4) El daño espiritual a una comunidad es un mal más grande que el daño espiritual del
Penitente.

133. Corolario III.— Materia de la advertencia. Formación de la conciencia.


La advertencia no se limita a la acción o a la omisión en sí misma. El C. deberá hacer que
se consideren las consecuencias del pecado, las falsas excusas, las obligaciones que hay que
aceptar etc.
Asimismo. el C. tendrá cuidado de precisar lo que esta prohibido, lo que es obligatorio, lo
que se aconseja o desaconseja y lo que simplemente está permitido. Así es como el C.
contribuirá a la "formación de la conciencia" del Penitente.

134. CUADRO DE RECAPITULACIÓN referente a la advertencia que hay que hacer


(véase, al final del libro, Cuadro I).

Artículo tercero.
CASOS EXCEPCIONALES

135. Nota previa IMPORTANTE.


Las soluciones dadas no valen estrictamente más que para estos CASOS EXCEPCIONALES,
algunos de los cuales pertenecen a la extrema agudeza de la casuística. Sería pernicioso querer
generalizarlos indebidamente.

Primer CASO

41
136. Idea general.— El P. está en ignorancia VENCIBLE con relación a ciertos puntos, INVENCIBLE
con relación a otros.
Y usted juzga que una advertencia con relación a estos últimos sería ineficaz.
Por otra parte, su reticencia no implicaría los inconvenientes señalados en el núm. 127.
Sea usted muy PRUDENTE en el modo de advertir. Responda con lealtad a las preguntas
del P., pero no diga nada más allá de lo que le preguntan.
Situación del P.— A) el P. le pregunta si hay pecado en hacer tal acción que en realidad
es un pecado MORTAL.
Por otra parte le parece a usted que el P. está decidido a cometer esa acción,
cualquiera que sea su respuesta.
Responda al P.: "sí..., eso es PECADO"; pero no añada que es pecado mortal.

Segundo CASO
137. Idea general.— El P. plantea una cuestión precisa; una respuesta clara de su parte
implicaría inconvenientes de una GRAVEDAD absolutamente EXCEPCIONAL.
El P. esta evidentemente en ignorancia vencible; la regla general (Cf. 122) exigiría que se
lo advirtiese.
Sin embargo, si una advertencia clara habría de tener consecuencias extremadamente
graves (Ej.: la perdición eterna del P.) usted podría proceder como si no hubiera oído y decir
al P. que no es ése el momento de estudiar la cuestión, que mientras tanto no tiene más que
obrar conforme a su conciencia (Neo-Confessarus Reuter-Lehmkuhl núm. 7).
Situación del P.— A) Un soldado, minutos antes de ir a batirse contra los enemigos —
MUY CRUELES— le dice a usted: "Yo he tomado mis precauciones para suicidarme si
alguna vez fuera hecho prisionero, porque sé que me harían padecer ATROCES
TORTURAS... ¿Puedo hacerlo, Señor Capellán?".
Ya se ve la gravedad excepcional del caso. Si usted le dice claramente al P. que todo
suicidio directo es intrínsecamente malo y que por consiguiente es ilícito —y si usted cree que
él no volverá atrás en su determinación— lo coloca en mal estado de conciencia en el momento
en que está en gran peligro de morir. El “malum” no sería, como de ordinario, la pérdida del
estado de gracia, sino la condenación eterna del P.
Podrá, pues, usted tratar de disimular sin mentir propiamente hablando.
Si el P. lo ha interrumpido en su exhortación podrá usted continuarla como si nada hubiera
oído.
Si no podría decirle: "No es éste el momento de estudiar y resolver casos de conciencia...
Hablaremos de ello otra vez. Mientras tanto, obre como mejor pueda. PARA NO OFENDER
A DIOS.
Situación del P.— B) La P. es una mujer encinta que va a padecer una operación muy
peligrosa por consejo de un médico católico, pero ignorante de las exigencias de la moral.
Va a dejarse producir un aborto (aborto directo) para evitar la muerte. De todos modos,
si no abortara, el niño moriría lo mismo... Ella le dice a usted: "De todas maneras, el
pequeño no vivirá; es mejor que yo siga viviendo para mis otros hijos. En estas condiciones
¿tengo el derecho de dejar que me hagan abortar?''.— ¿Qué dirá usted?
Conducta del C.— La gravedad del caso es la misma que la del caso precedente. Si usted
prevé que su advertencia no apartará a la mujer de su propósito, puede obrar como arriba se
ha dicho.

42
C) Nota.— Si la persona interesada le propusiera a usted el problema fuera del
confesonario, entonces debería responderle: "Estas cosas sólo se deben tratar en el
confesonario''.

Tercer CASO
138. Idea general.— POR EL MOMENTO el P. no está dispuesto a hacer caso de la
advertencia.
Por otra parte usted prevé que DENTRO DE POCO volverá a ver de nuevo al P.— en
un momento en que sin duda estará mejor dispuesto.
Difiera la advertencia y proceda más o menos como se ha dicho anteriormente:
Que el P. tenga cuidado de no ofender a Dios que obre conforme a su conciencia, esperando
la ocasión de volver a hablar de ello MUY PRONTO.
Situación del P.— Un P. que no se había confesado desde hacía mucho tiempo, con
ocasión de la comunión de su último hijo ha venido a ver o a usted al confesonario. Ha
hecho una buena confesión— y luego le pregunta si le está permitido evitar un nuevo
nacimiento, supuesta la enfermedad de su esposa que tendría que morir si diera al mundo
a su último hijo.
Además, el modo con que él plantea la cuestión le hace comprender a usted que no
está preparado para aceptar las exigencias de la moral.
Podrá decirle: "Ya hace mucho tiempo que usted no practica; no me extraña que ya no esté
al corriente de todas sus obligaciones y en todos sus pormenores. Pero hoy conviene que acabe
con su pasado. Vuelva a confesarse PRONTO y nuevamente hablaremos de todo esto con
gusto... Mientras tanto, OBRE SEGÚN SU CONCIENCIA".

Cuarto CASO
139. Idea general— El P. está en ignorancia INVENCIBLE.
Tendrá en cuenta su advertencia.
Pero esta advertencia acarreará como consecuencia males muy importantes.
Si usted no dice nada, el P. continuará pecando materialmente, pero por otra parte usted
evitará otros males muy importantes,
Conclusión: GUARDE SILENCIO.
Situación del P.— El P. cree que está legítimamente casado y su matrimonio es, sin
embargo INVÁLIDO.
La revalidación es imposible.
Por otra parte hay hijos que todavía están en temprana edad.
Conducta del C.— Si usted advirtiera al P., él debería separarse de su seudo-cónyuge. Tal
vez esto sería una infamia para él; para los hijos, un escándalo. En cualquier forma, ¡qué daño
para su educación!
Por lo tanto ¡CÁLLESE!

CAPÍTULO TERCERO
CONTRICIÓN Y FIRME PROPÓSITO QUE HAY QUE EXCITAR

Artículo primero

43
CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR

140. Definición. Necesidad.— La CONTRICIÓN es un dolor del alma causado por los pecados
pasados. Es el elemento mas importante.
Es necesaria con NECESIDAD DE MEDIO para la validez de la absolución. Nada puede
dispensar de ella.
Debe usted tratar de asegurarla a toda costa —en todas las circunstancias— y con todas las
cualidades requeridas.
Estudiaremos sucesivamente: 1º— ¿Debe ser excitado a la contrición el P.? 2º— ¿Cómo
hay que excitarlo? 3º— Cualidades que hay que asegurar.

I. ¿Debe SER EXCITADO A LA CONTRICIÓN el P.?


La conducta del C. es diferente según que se presuma que el P. está INSUFICIENTEMENTE
o SUFICIENTEMENTE contrito. Por consiguiente hay que distinguir los dos casos.

141.— 1º DESCUBRIMIENTO DE LA CONTRICIÓN (Insuficiente o suficiente) del P.


El sentimiento interior de la contrición no puede manifestarse más que por signos o
respuestas a las preguntas del C.
A.— Signos de contrición insuficiente.
a) El P. es un gran pecador que no se confiesa con frecuencia.
b) El P. no esta preparado para la confesión.
c) El P. es un ignorante.
d) El P. es un niño.
e) Usted ha preguntado al P. si ha tratado de dolerse de sus pecados, de hacer un buen acto
de contrición antes de acercarse al confesonario. Y él P. ha respondido que se había olvidado
de ello, o que pensaba hacerlo al confesarse; o bien el P. no ha respondido nada, o ha
pronunciado un pequeño “sí” muy tímido.

CONCLUSIÓN.— Se presume que el P. está insuficientemente contrito (primer caso).


B.— Signos de contrición suficiente.
a) El P. es un adulto insuficientemente instruido y que se confiesa regularmente.
b) El P. expresa claramente su contrición diciendo que se siente verdaderamente culpable,
un gran pecador.
c) El P. se acusa humildemente. Se esfuerza por explicar bien sus pecados, precisando su
especie y su número. Está muy decidido a hacer todo 1o que es necesario para no volver a
caer.
CONCLUSIÓN.— se presume que el P. está suficientemente contrito (2º caso).

CONDUCTA DEL C.

142.— 2º) Distingamos los dos casos:


Primer Caso.— Se presume que el P. está INSUFICIENTEMENTE contrito.
Obrará usted de modo diferente según las diferentes condiciones del P.
Situación del P.— A) El P. le es a usted CONOCIDO y es capaz de excitarse a sí mismo
a la contrición. Pero no lo ha hecho por ligereza, por indolencia, por deseo de acabar más
pronto (Ej.: un niño, un joven).

44
Si el P. tiene buena voluntad, usted podrá despacharlo suavemente: “Usted no ha tratado de
arrepentirse por sí mismo de sus pecados, ¿Está tan apurado?... Trate de hacerlo algunos
instantes... Vuelva en seguida a confesarse.
B) El P. es un DESCONOCIDO o un IGNORANTE.
Excite usted mismo al P. a la contrición, como se indica en los párrafos siguientes.
El C.: “otra vez trate usted mismo de excitarse al dolor de sus pecados, después de haber
hecho su examen de conciencia. Puede pensar en los castigos del más allá, etc. No se olvide
de rogar para pedir la gracia de la contrición.”
2º Caso.— Se presume que el P. está SUFICIENTEMENTE contrito.
Principio.— No está usted ESTRICTAMENTE OBLIGADO a excitar al P. a la contrición.
Muchas veces SERÁ MEJOR que lo haga, recordando brevemente al P. tal o cual motivo más
adaptado a su condición.
Hay siempre interés en hacer la contrición más actual y más intensa en el momento de la
absolución: el P. recibirá con ello muchas más
gracias.
II. ¿CÓMO HAY QUE EXCITAR al P. a la CONTRICIÓN?

143.— Recurra usted sea a los motivos GENERALES que convienen a cualquier especie de
pecados, sea a los motivos PARTICULARES que se refieren a tal o cual falta acusada por el P.
Estos últimos serán examinados durante el transcurso del Libro III.
Los motivos particulares pueden a veces impresionar más al P. Con todo no deje usted
nunca de recurrir, por lo menos rápidamente, a los motivos generales, a fin de asegurar con
más certeza la contrición de todos los pecados, aun de aquellos que el P. ha podido olvidarse
de acusar.
Estudiaremos sucesivamente: 1º) Desarrollo de los motivos: 2º) su elección: 3°) su
presentación.
1º DESARROLLO DE LOS MOTIVOS (generales).

Distingamos entre Contrición imperfecta y perfecta.

144.— A) Contrición IMPERFECTA.


a) Castigos del más allá.— El C.: “Por sus pecados —MORTALES— ha perdido usted el
cielo y ha merecido el infierno. Es éste un lugar de sufrimientos atroces y eternos de los que
usted no tiene ni la menor idea. Si hubiera sido sorprendido por la muerte en este estado estaría
usted en el infierno para siempre
¡Qué locura renunciar a la felicidad del cielo, exponerse al infierno por el placer de un
momento por un miserable asunto de dinero, por una cuestión de honor!” (Precisar el bien
creado concreto que ha sido preferido a Dios por el P.).
“Por sus pecados —VENIALES— ha retrasado usted su marcha hacia el cielo: por eso será
menos hermoso para usted. Y además irá al purgatorio por un tiempo más o menos largo...,
sin contar el peligro de pecar un día más gravemente y de caer en el infierno.”
b) Fealdad del pecado.— “¡Qué IMPIEDAD para con Dios que le ha amado a usted tanto!”
“¡QUÉ DESPRECIO de Dios a quien usted ha pospuesto por una miserable criatura!”
“¡Qué INJURIA a Dios, Soberano Señor, a quien usted ha rehusado el obedecer!”
“¡Qué ORGULLO decir a Dios, como se lo dijo Lucifer: “non serviam”, no serviré!”

45
“Y usted ha hecho esto en presencia de Dios. Mientras Dios lo colmaba con sus dones
(salud, dinero. etc.), usted se servía de ellos para ofenderlo..., como un hijo que asesinara a su
padre con el cuchillo que éste le había dado.”
c) Suprema ingratitud.— Considere los beneficios con que Dios lo ha colmado a usted
(creación, conservación, existencia, redención, bautismo, educación cristiana, perdón,
arrepentimiento, don de la Eucaristía, etc.).”
A veces tendrá usted interés en precisar tal o cual beneficio particular que Dios ha
concedido al P.
“¿Y a un tal bienhechor usted lo ha ofendido, lo ha insultado! ¡Qué ingratitud!”

145.— B) Contrición PERFECTA.


A) Dios infinitamente amable en Sí mismo.— El C.: “Usted ha ofendido a Dios a quien
debía honrar, amar por sí mismo, porque él es infinitamente sabio, bueno poderoso. El pecado
es el desprecio del Dios de majestad, infinitamente amable y digno de todo honor.
“Considere seriamente la grandeza, las perfecciones de Aquél a quien usted ha ofendido y
despreciado. Considere su pequeñez, usted que ha ofendido a un Dios tan grande... y por qué
miserable satisfacción.
Considere lo que Dios ha exigido como reparación del pecado: la muerte de su propio Hijo.
Dios que es la Bondad infinita debe infligir las penas del infierno al pecador que no está
arrepentido.”
b) Pasión Redentora de N. S.— Es éste el motivo más apremiante y el más accesible a
todos. Para hacerlo valer es bueno entrar en detalles. describir las circunstancias de la Pasión1.
“¡Mire todo lo que ha debido sufrir J.C. por amor a usted! ¡Su flagelación! ¡Su coronación
de espinas! ¡Su crucifixión! Por fin ¡su muerte! ¡Qué diversidad de sufrimientos en su
cuerpo..., en su honor..., en su alma!
“¡Qué abismo de dolor!
“Y todo esto por usted, por sus pecados que él conoció uno por uno, y por cada uno de los
cuales sufrió especialmente.
“Y ¡con qué amor sufrió esto por usted! Y usted lo ha ofendido... es como si hubiera
crucificado de nuevo a N.S. declara San Pablo
“Usted ha herido al Amor infinito. ¡Ha hecho morir a Aquél a quien debía amar por sobre
todas las cosas!”

2º ELECCIÓN DE MOTIVOS

146.— Principio. Escogerá usted los motivos más apropiados, a la condición del P. Elija dos
o tres de ellos y desarróllelos.
Situación del P.— A) El P. es un ignorante o un pecador endurecido.
Elija primero entre los motivos de atrición: temor del más allá, fealdad del pecado.
Así podrá hacer que se valore la ingratitud del pecado.

1 Si se consideraran únicamente los beneficios personales de la Pasión de Cristo: perdón,


expiación de nuestros pecados, la contrición sería sólo imperfecta. Pero es fácil pasar del amor
de los BENEFICIOS al amor del BENEFACTOR mismo.
Si se considera en la Pasión del Salvador su infinito amor, hay contricón perfecta.

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Por fin recurra a los MOTIVOS de contrición perfecta: el de la Pasión de N.S. será por lo
general el más eficaz.
Situación del P.— B) El P. está ya adelantado en la virtud y tiende a la perfección.
Lo conmoverá usted más si insiste en la ingratitud del pecado. Insista sobre tal o cual motivo
de contrición perfecta, especialmente en la Pasión de N.S.J.C.
C) Nota.— A veces podrá inspirarse usted en algunas circunstancias de la confesión (Ej.:
comunión pascual, confirmación, matrimonio, etc.).
También puede hacer resaltar los beneficios propios de la Fiesta Litúrgica (Encarnación,
Redención, Dones del Espíritu Santo, etc. ...).

3°— PRESENTACIÓN DE LOS MOTIVOS


147. Preste atención a la duración y a la forma de la exhortación: A) Duración:
Esto depende de las circunstancias, de las necesidades del P.
No sea demasiado breve, porque entonces el P. no tendrá tiempo de ser conmovido por sus
palabras.
No sea demasiado largo, porque el P. no oirá más y se fastidiará.
B) Forma de la exhortación:
Evite las frases demasiado largas, monótonas y sin cortes.
Haga más bien como si dialogara con el P.: “¿Sabe usted que ha merecido el infierno? ¿Ha
pensado en su eternidad? ¿Se da cuenta de su ingratitud para con un Dios tan bueno?”
Deje algunos momentos de espera entre las diversas consideraciones, como si esperase
usted una respuesta del P.
Además casi siempre con los niños y a veces hasta con los adultos podrá usted interrogar
al P. y provocar una respuesta expresa. Por ej.: El C.: “¿Acaso lo ha maltratado a usted el buen
Dios?” El P.: “¡Oh, no!” El C.: “Entonces ¿por qué tratarlo así, por qué ofenderlo
gravemente?...”; o bien: El C.: “¿No ama usted al buen Dios?” El P.: “Oh, sí!” El C.: “Entonces
¿por qué obra usted como si no lo amara?”

148. Nota.— EFICACIA de la exhortación.


Ella depende en gran parte de la SANTIDAD del C. Cuanto más horror sobrenatural al
pecado tiene el C. más fácilmente sabrá encontrar las palabras que conmoverán al P.: cuanto
más hombre de oración sea más fácilmente obtendrá para el P. la gracia de la contrición.

III. CUALIDADES DE LA CONTRICIÓN QUE HAY QUE ASEGURAR

149. Principio.— Procure usted que la contrición sea interior—formal y exterior—


sobrenatural sacramental, soberana. Si se trata de pecados mortales debe ser además universal.

150. Primera cualidad: INTERIOR, SIN QUE DEBA SER NECESARIAMENTE SENSIBLE.
Principio.— No se contente con una simple recitación del la fórmula. Asegúrese de que el
P. tiene una contrición verdaderamente INTERIOR.
NO TIENE QUE SER NECESARIAMENTE SENSIBLE: porque esencialmente es un acto de
voluntad. Algunas manifestaciones sensibles (lágrimas, suspiros, etc.) pueden ser signos de
una contrición intensa de la voluntad; jamás constituyen ellas la contrición propiamente dicha
y dependen en gran parte del sexo del P., de su temperamento y también del clima, del grado
de latitud.

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Por el contrario, estas manifestaciones sensibles no son señales ciertas de una contrición
auténtica que tiene todas las cualidades requeridas. A veces ellas no son más que la expresión
de una pena natural, de un dolor puramente humano que no tiene nada que ver con el pecado
en cuanto tal.
Situación del P.— 1°) Aún después de la exhortación del C. el P. —TIENE TEMOR—
de no tener contrición y se duele de no dolerse más de sus pecados.
El C.: Usted se entristece porque no SIENTE su contrición; pero la contrición es cuestión
de voluntad y no de' sensibilidad.
“¿Está usted bien decidido a no pecar más? ¿A emplear los medios para ello? ¿A hacer todo
aquello a lo cual yo lo obligaré?
“Si es así, tranquilícese..., tiene usted contrición suficiente.”
Situación del P.— El P. ha acusado sus pecados - de cualquier forma— y en seguida se
pone a rezar su acto de contrición.
Velará usted para que la contrición sea bien interior y dirá:
“Hace usted bien en rezar su acto de contrición. Pero ¿ha pensado seriamente en excitar en
usted una contrición sincera, profunda, y en rezar para alcanzar la gracia de la contrición?”
Luego obrará usted como se ha explicado en el párrafo II.

151.— Segunda cualidad: FORMAL y EXTERIOR.


Principio.— No se contente usted con lograr que el P. haga un acto virtual de contrición, es
decir, un acto de caridad o un acto de esperanza acompañada de amor.
Exija un acto de contrición FORMAL: el dolor de los mismos pecados.
Comprobará que la contrición es exterior por el hecho de que el P. pide confesarse, se
arrodilla, se golpea el pecho, reza el acto de contrición1.

152.— Tercera cualidad: SOBRENATURAL2.


Distingamos los dos casos siguientes:
Primer caso.—RECOMIENDA USTED AL PENITENTE QUE SE EXCITE A SÍ MISMO A
LA CONTRICIÓN.
Habrá que decirle:
1) Que haga primero actos de fe, de esperanza y de caridad; en particular, actos de fe en los
méritos infinitos de la Pasión de Cristo.
2) Que pida a N.S., por intercesión de la Santísima Virgen, la gracia preciosa de la
contrición.
3) Que se excite a la contrición por los motivos sobrenaturales indicados en los núms. 144
y 145.
Segundo caso.— USTED MISMO EXCITA AL P. A LA CONTRICIÓN.
Rece interiormente a fin de que Dios le dé a él la gracia del arrepentimiento.

153. Cuarta cualidad: SACRAMENTAL.

1
La contrición formal y exterior es probablemente materia del Sacramento. Pues bien: hay que ser tuciorista
cuando está en juego la validez del Sacramento.
2
Algunos C. parecen no preocuparse más que de la eficacia de su exhortaión: lograr que el P. no recaiga más.
Pero lo primero necesario es que Dios perdone los pecados del P. —y este perdón supone un motivo de contrición
SOBRENATURAL, del género de los que han sido indicados en los nn. 144-145.

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Principio— Si el P. no se ha excitado a sí mismo a la contrición, basta que usted le exhorte
a ella después de su acusación.
Cuando usted recomienda a su P. que se excite a sí mismo a la contrición, dígale que lo
haga MIENTRAS SE PREPARA PARA LA CONFESIÓN.

154. Quinta cualidad: SOBERANA.


1º) Explicación.
Soberana en cuanto a la estimación (“appretiative summa”), es decir, que el P. debe estimar
que el pecado es el más grande de todos los males y debe tener la firme voluntad de sufrir todo
antes que volver a caer en el pecado.
NINGÚN GRADO DE INTENSIDAD —es necesario propiamente hablando; cuanto más
intensa es la contrición, más fuertemente obra la gracia del sacramento; pero el perdón de los
pecados, aun de los más graves, no exige que el remordimiento sobrepase en intensidad, en
vehemencia. a todos los otros dolores (no es necesario que la contrición sea “intensive
summa”).
N.B.— Este análisis psicológico tranquiliza al C. que se extraña de la frialdad de ciertos P.
que no se han confesado en muchos años y que han cometido una multitud de faltas enormes.
Su contrición, ¡ay!, poco intensa, puede ser muy bien “appretiative summa” y constituir una
disposición suficiente para recibir la absolución.

155. 2º) Conducta del Confesor.


A) Desde el punto de vista de la estimación.
a) Lo que hay que hacer.— Hará usted que se deteste el pecado como el más grande de
los males EN GENERAL. Asegúrese de que el P. esté decidido interiormente a obedecer a los
mandatos de su conciencia, según las circunstancias queridas por Dios y con la ayuda de su
gracia.
b) Lo que hay evitar.— Pero..., ¡¡atención!!...
Bajo pretexto de probar la sinceridad de la contrición del P., no compare el pecado con los
más grandes males EN PARTICULAR: muerte cruelísima, pérdida de sus padres, de su
reputación, de sus bienes, etc.
Estas representaciones impresionarían vivamente la sensibilidad del P. y correría el riesgo
de quebrar su buena voluntad, de hacerle perder la contrición “appretiative summa” que podría
tener.
B) Desde el punto de vista de la intensidad.
Ponga usted todo el esfuerzo posible para que la contrición del P. sea lo más intensa posible
—a fin de que la gracia de la absolución sea más abundante.

156. Sexta cualidad: UNIVERSAL (indispensable respecto de los pecados mortales).


Principio.— Puede usted comenzar por hacer valer los motivos PARTICULARES.
Pero no omita los motivos GENERALES (Cf. 143), a fin de que el P. se duela de todos sus
pecados, aun de los olvidados o no acusados legítimamente.

Artículo segundo.
FIRME PROPÓSITO QUE HAY QUE EXCITAR

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Estudiaremos: 1º) Necesidad del firme propósito. 2º) Cualidades del firme propósito que
hay que asegurar.

I. ¿DEBE SER EXCITADO EL P. AL FIRME PROPÓSITO?

157. 1º) PRINCIPIO.— NECESIDAD.— EL FIRME PROPÓSITO consiste en una seria


voluntad de no pecar más en lo futuro.
El firme propósito está contenido implícitamente en la contrición sincera de los pecados
pasados. Con todo, es preferible asegurar el firme propósito EXPLÍCITO.

158. 2º) CONDUCTA DEL C.— Se pueden


distinguir dos casos:
A) (Primer caso).—El P. ha debido ser excitado a la contrición.
Cuando usted haya excitado al P. a la contrición tiene que haber tratado de asegurar el firme
propósito y sus cualidades (Cf. más adelante).
B) (2º Caso).— El P. está suficientemente arrepentido de sus faltas pasadas.
Asegúrese de que el P. tiene un firme propósito EXPLÍCITO — porque algunos P. flojos
pueden pensar que basta arrepentirse de los pecados pasados sin estar resueltos, sin embargo,
a no cometerlos más EN LO FUTURO.
Pregunte al P.: “¿Qué piensa hacer en adelante?”

II. CUALIDADES DEL FIRME PROPÓSITO QUE HAY QUE GUARDAR

Debe ser: 1º) Sincera; 2º) Eficaz; 3º) Universal (si se trata de pecados mortales).
159. Primera cualidad: SINCERO.
a) Lo que hay hacer.— Asegúrese de que el P. está decidido a evitar los pecados aunque
eso le pueda ser duro. Anime especialmente al P. frágil diciéndole:
“Ponga en práctica los consejos que yo le voy a dar. Y después evite el pecado UN DÍA
POR VEZ... Cuando la tentación sea más violenta acuda a N. S. y a la Santísima Virgen.”
b) Lo que hay que evitar.— No ponga delante del P., sobre todo si es frágil y recae con
frecuencia, todos los MALES EN DETALLE que tendría que soportar (Cf. lo que se ha dicho
respecto de la contrición soberana, núm. 155-A-B.
No le pregunte si está dispuesto a conservarse bueno durante toda su vida, a pesar de la
violencia de las tentaciones; si es capaz de esfuerzos extraordinarios.
Situación del P.— 1º) El P. —TIENE TEMOR —de no tener un propósito firme. Está
muy decidido a no pecar más, pero teme volver a caer.
Asegúrese de que el P. —”hic et nunc” está decidido a evitar el pecado. Esta resolución
(acto de voluntad) puede ser sincera, aunque el P. prevea (acto de inteligencia) que
probablemente volverá a caer un día u otro.
Le dirá usted: “¿Esta realmente decidido por el momento a hacer todo lo que pueda para
evitar el pecado? ¿A rogar para alcanzar la gracia de conservarse bueno?; y, si dependiera de
usted el encadenar su voluntad a su resolución ¿lo haría? Si es así, tranquilícese. Puede ser
sincero y decir a la vez: quiero evitar tal falta y preveo que todavía la cometeré. “Situación del
P.— 2°) El P. no solamente teme recaer —sino que esta MORALMENTE SEGURO de ello.
Distingamos dos casos:

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A) (Primer caso).— Esta certeza proviene de la EXPERIENCIA DE SU DEBILIDAD o de
las dificultades de su MEDIO AMBIENTE.
Obre usted como arriba.
B) (2° Caso).— Esta certeza proviene de una FALTA DE CONFIANZA EN DIOS.
Ponga usted todo su empeño en reanimar su esperanza.
Si lo logra, obre también como arriba.

160. Segunda cualidad: EFICAZ.


1°) Definición.— El firme propósito es eficaz cuando el P. está no sólo decidido a evitar el
pecado —sino también a hacer lo necesario para lograrlo.
2º) Conducta del C.
Para asegurar un firme propósito eficaz, obtenga del P. tres resoluciones:
1ª) EMPLEAR LOS MEDIOS NECESARIOS para evitar el pecado (por ejemplo: oración y
sacramentos).
2ª) HUIR LAS OCASIONES PRÓXIMAS de pecado.
3ª) CUMPLIR LAS OBLIGACIONES que usted le haya impuesto (Ej.: perdón, restitución,
reparación de perjuicios, denunciación, etcétera. Cf. el capítulo IV).

161. Tercera cualidad: UNIVERSAL. (Indispensable respecto de los pecados mortales.)


Decida usted al P. a que evite todo pecado en general y por un motivo general. Inspírese en lo
que se ha dicho acerca de los motivos generales de contrición (Cf. 144-145).

162. NOTA.— Universalidad —y precisión.


El P. debe estar decidido a evitar todos los pecados, por lo menos los mortales, y durante
toda su vida.
Pero, supuesta esta universalidad, usted se preocupará de hacer precisar resoluciones con
respecto a los pecados PRINCIPALES, a los pecados FAVORITOS...
Asimismo podrá insistir ante el P. para que se conserve bueno HASTA TAL FECHA, no
demasiado distante.

163. ADVERTENCIA PASTORAL.— El Confesor puede encontrarse con dos clases de


Penitente.
1°) P. flojos.— Respecto del pasado, estos P. se contentan con una contrición bastante vaga.
En cuanto al porvenir, nada de firme propósito verdaderamente eficaz.
Un estudiante decía: “Cuando yo voy a confesarme me arrepiento de mis pecados de mala
conducta; pero no estoy decidido a no volver a comenzar más..., eso sería demasiado duro”.
Para algunos prisioneros, el tiempo de cautiverio constituía una especie de paréntesis en su
vida, donde la ausencia de las ocasiones de pecado facilitaba mucho el problema del firme
propósito. Pero, ¿había voluntad suficiente con respecto a ciertas rupturas que sería necesario
hacer a su vuelta a Francia? El C. podía a veces dudar de ello y, procediendo con prudencia,
no tendría más remedio que asegurarse, un día u otro, de las disposiciones del P. al respecto.
2º) P. escrupulosos —o testarudos— Algunos P., por escrúpulo o terquedad, pretenden
no tener el firme propósito suficiente; porque, dicen ellos, están seguros de que van a recaer
y, por consiguiente, no pueden prometer no volver a comenzar de nuevo; un hombre recto y
sincero no hará una promesa que él sabe de antemano que no va a poder cumplir.

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El C. debe hacer comprender a este P. que hablando con toda propiedad, no tiene que hacer
NINGUNA PROMESA, ni obligarse a no recaer Para tener el firme propósito es necesario y
basta “hic et nunc”, ACTUALMENTE, estar DECIDIDO a no pecar más y a emplear para ello
los medios indicados por el Confesor (Cf. 160).

164. CUADRO RESUMEN


I.— CONTRICIÓN
1º) MOTIVOS
1.- Castigos del más allá, número 144 a.
A) Contrición IMPERFECTA 2.- Fealdad del pecado, número 144 b.
3.- Suprema ingratitud, número 144 c.
1.- Dios infinitamente amable en SÍ mismo, 145 a.
B) Contrición PERFECTA
2.- Pasión Redentora de Cristo, 145 b.

2º) CUALIDADES.
1. Interior —no necesariamente sensible, número 150.
2. Formal —y exterior. núm. 151.
3. Sobrenatural, núm. 152.
4. Sacramental, núm. 153.
5. Soberana, núms. 154-155.
6. Universal (pecados mortales), núm. 156.

II. FIRME PROPÓSITO


CUALIDADES:
1. Sincero, núm. 159.
2. Eficaz, núm. 160.
3. Universal (pecados mortales), núm. 161.

CAPÍTULO CUARTO
OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER
Antes de examinar cuál debe ser la conducta del C. hay que recordar algunas nociones
fundamentales.
I. NOCIONES PREVIAS

165. El P., con su pecado, ha perturbado el orden moral en sus relaciones con Dios: hay que
obligarle a una PENITENCIA SACRAMENTAL. La estudiaremos aparte en el capítulo IV. núm.
172 y siguientes.
El P. está algunas veces como instalado en el pecado (hábitos,. ocasiones de pecado); hay
que obligarle a ciertas RUPTURAS.
El P. ha podido también hacer mal al prójimo Causarle escándalo: hay que obligarle a
REPARAR (restitución' reconciliación, cesación del escándalo, etc.).
N.B.— Estas diversas obligaciones serán estudiadas detalladamente en el curso del Libro
III.

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II. CONDUCTA DEL C.

166. Deberá usted imponer ciertas obligaciones— precisando que ellas son condiciones
indispensables para la absolución. En consecuencia, debe usted:
A) Advertir al P. sobre sus obligaciones. Por lo menos en general; porque hay que tener
en cuenta las reglas referentes a la advertencia que se ha de hacer y al silencio que se ha de
guardar, las cuales han sido examinadas más arriba, en el capítulo II.
B) Imponer estas obligaciones al P.
C) Indicar los motivos que deben incitar al Penitente a cumplir estas obligaciones.
Convénzale usted DIRECTAMENTE con argumentos positivos (paz de la conciencia para el
P.: bien temporal o espiritual del prójimo): INDIRECTAMENTE, refutando las objeciones, los
pretextos más o menos falaces que podría presentar el P.
D) Indicar los medios de ejecución de esas obligaciones. (Ej.: cómo restituir sin perjudicar
la propia reputación).
N.B.— El contenido de las diferentes obligaciones, sus motivos, sus medios de ejecución,
serán estudiados en el curso del Libro III.
167. NOTA.— Grado de exigencia de la obligación.
La obligación del P. es más o menos estricta. Y hasta a veces ni siquiera hay obligación
propiamente dicha; por ejemplo: cuando una opinión, aunque sea menos probable se pronuncia
en favor de la libertad del P. En ese caso, usted NO DEBE OBLIGAR en el sentido estricto de
la palabra; pero, sin embargo, ACONSEJARÁ tal o cual proceder, teniendo en cuenta qué es
lo mejor en sí y la generosidad del P.

CAPÍTULO QUINTO
REMEDIOS QUE HAY QUE PRESCRIBIR
O CONSEJOS QUE HAY QUE DAR
Estudiemos separadamente las dos partes de este quinto elemento de una buena confesión.
I. REMEDIOS QUE HAY QUE PRESCRIBIR

Para indicar remedios saludables se deben conocer las causas del mal que hay que curar.
168. 1º.— Investigación de las —CAUSAS— de los pecados acusados.
El C. no es solamente un juez, sino, además, un médico que quiere curar al P. de la
enfermedad del pecado.
“Para confesar bien” debe usted tratar atentamente de descubrir las CAUSAS de los pecados
del P.: no hay terapéutica eficaz sin un diagnóstico claro.
Cuando haya usted descubierto las causas podrá indicar los remedios apropiados que
tendrán que prevenir las recaídas, desgraciadamente muy posibles.
Algunas causas de los pecados pueden haber sido encontradas ya a propósito de la
integridad que hay que asegurar: es necesario completar ahora esta investigación.
169. 2º — Principales — CAUSAS de los pecados.
Pueden reducirse a cuatro clases:
1ª) OCASIONES exteriores (personas, cosas, sucesos).
2ª) Malos HÁBITOS.

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3ª) Uno de los siete PECADOS CAPITALES que pueden agruparse fácilmente alrededor del
orgullo (envidia e ira) y de la sensualidad (pereza. gula, lujuria, avaricia).
4ª) Un AFECTO DESORDENADO hacia una persona o hacia alguna cosa.

170. 3º— REMEDIOS QUE HAY QUE PRESCRIBIR.


Hay que distinguir remedios generales y particulares.
A) Remedios GENERALES.
a) Para un cristiano mediocre. Prescriba usted:
1) Oración COTIDIANA: muy breve, pero que salga del fondo del corazón y se dirija a Dios,
a N.S.J.C. y a la Santísima Virgen.
Acordarse frecuentemente, aunque por otra parte también de modo muy breve, de Dios y
de la salvación de la propia alma.
2) HUIDA DE LAS OCASIONES.— Nunca insistirá usted demasiado acerca de este punto.
b) Para un cristiano fervoroso. Recomiéndele:
1) Oración frecuente y prolongada:
2) Recepción frecuente de los sacramentos de la PENITENCIA y de la EUCARISTÍA. Insistir
en la confesión lo más pronto posible después de una caída.
3) Hábito del EXAMEN DE CONCIENCIA. (Examen de los pecados, de sus causas, de la
pasión dominante; contrición y firme propósito).
4) Huida de las MALAS COMPAÑÍAS. Inscribirse en asociaciones piadosas, en la Acción
Católica.
5) Pensamiento frecuente de los ÚLTIMOS FINES.
6) EJERCICIO DE LA PRESENCIA DE DIOS (oraciones jaculatorias).
7) MORTIFICACIÓN de los sentidos— Actos de las virtudes TEOLOGALES.
8) Alguna sólida PRÁCTICA DE DEVOCIÓN al Corazón de Jesús, a la Santísima Virgen, a
algún santo' predilecto.
Nota— Es inútil decir que el C. no ha de indicar todos estos remedios cada vez. Elegirá los
que a él le parece que son mejores para el P. que está de paso; y hará hincapié alternativamente
en uno o en otro cuando se trata de un Penitente habitual.
B) Remedios PARTICULARES.
Son propios para cada especie de pecado, y serán estudiados en el curso del Libro III.

II. CONSEJOS QUE HAY QUE DAR

I71. El P. no es solamente un enfermo a quien hay que curar. También él debe vivir más y más
intensamente la vida de la gracia, de la amistad con Dios, de la unión con N.S.J.C.
Por lo tanto, el C. debe darle todos los consejos necesarios de vida y de perfección
cristianas.
Bajo el título “CONSEJOS QUE HAY QUE DAR” puede y debe caber todo lo que
ordinariamente se entiende por dirección de conciencia.

CAPÍTULO SEXTO
PENITENCIA QUE HAY QUE IMPONER

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Se examinará: 1) Generalidades y conducta del C.; 2) Ejemplos de penitencias
sacramentales; 3) Cambio de penitencia. Su olvido,

Artículo primero
GENERALIDADES Y CONDUCTA DEL C.

La penitencia debe ser proporcionada a la culpabilidad del P.


I. GENERALIDADES
La penitencia puede ser GRAVE o LEVE.
172. Penitencia —GRAVE— Corresponde a una obra que está mandada SUB GRAVI (o
podría estarlo) por la Iglesia, Ej.: Misa, Comunión, ayuno, abstinencia, rosario, los siete
Salmos Penitenciales, las letanías de los Santos con sus oraciones, el vía crucis, meditación
durante un cuarto de hora.
Podría ser, asimismo una acción importante en el género de las penitencias aflictivas y
medicinales que están indicadas en el artículo II.
La penitencia de algunos casos (Ej.: absolución de las censuras) debe ser “gravis et
diuturna”. Es considerada como “diuturna” si se prolonga durante quince días. Ej.: rezar el
rosario diariamente durante dos semanas.
173. Penitencia—LEVE— No ha de consistir siempre en oraciones (Cf. el artículo siguiente).
Si ha impuesto usted una plegaria, esta podrá ser el Miserere, las Letanías del Sagrado
Corazón, del Santo Nombre de Jesús, de la Santísima Virgen. Actos de fe, de esperanza y de
caridad. Cinco Patrenuestros y cinco Avemarías. Una decena del Rosario con la meditación
de un misterio del Rosario.

II. CONDUCTA DEL C.

174. 1º)) ¡No se olvide de imponer la penitencia!


El mejor medio de no olvidarse de ello es darla siempre en el mismo momento. Déla:

INMEDIATAMENTE ANTES DE LA ABSOLUCIÓN

175. 2º) Tenga en cuenta dos elementos:


A) Gravedad y número de los pecados.
B) Razones para disminuir la penitencia.
Consideremos más de cerca cada uno de estos elementos:
176. A) Primer elemento.— GRAVEDAD Y NÚMERO DE LOS PECADOS.
Situación del P.— a) EL P. SE HA ACUSADO DE PECADOS —MORTALES —TODAVÍA
NO PERDONADOS DIRECTAMENTE.
Impondrá una penitencia —grave.
La absolución de ciertos pecados muy graves, de ciertas censuras, exige una penitencia
“gravis et diuturna”.
Inútil precisar que la penitencia grave se impone “sub gravi”.
Situación del P.— b) EL P. NO SE HA ACUSADO MÁS QUE DE PECADOS VENIALES
O DE PECADOS MORTALES YA PERDONADOS DIRECTAMENTE.
No impondrá más que una penitencia leve.

55
A veces el C. impone una penitencia grave: entonces ella no obliga mas que “sub levi”.
177. B) Segundo elemento.— RAZONES PARA DISMINUIR LA PENITENCIA.
a) Debilidad física.— Situación del P.— El Penitente, AUNQUE MUY DÉBIL, NO ES
ABSOLUTAMENTE INCAPAZ DE CUMPLIR UNA PENITENCIA.
Impóngale usted una penitencia muy leve. Por ej.: Decir, por lo menos desde el fondo del
corazón: “Dulce Jesús mío, misericordia”; Sagrado Corazón de Jesús, ten piedad de mí”;
“Santa María, Madre de Dios, ruega por mí”; o simplemente una acción: besar el crucifijo,
golpearse el pecho.
Si prescribe usted una breve invocación, recítela al punto con el enfermo.
A veces bastará prescribir al enfermo que soporte sus sufrimientos con paciencia.
b) Debilidad moral.— Situación del P.— El Penitente GRAVEMENTE CULPABLE Y
AUNQUE SUFICIENTEMENTE CONTRITO, PARECE INCAPAZ DE CUMPLIR UNA
PENITENCIA GRAVE.
Impóngale como penitencia:
Un acto importante y ya prescrito por la Iglesia, y añada una penitencia leve
supererogatoria.
Dígale al P.: “Dada la gravedad y el número de sus pecados, yo debería imponerle a usted
una severa penitencia. Pero no quiero cargarle demasiado. Le tengo ya en cuenta como
penitencia la Misa o la Comunión, la abstinencia de mañana. Agregue sólo tal oración, tal
pequeño acto de penitencia.”
c) Jubileo.— Indulgencia que se va a ganar. Podrá decir usted al P.: “A causa de las
indulgencias que usted va a ganar, voy a contentarme con imponerle una penitencia leve”.
d) Generosidad del C.— El C. se encarga de cumplir él mismo la parte más grande de la
penitencia merecida por el P. Sin embargo, siempre debe imponer una PENITENCIA
SACRAMENTAL.

178. Nota. Advertencia del P.— Si por una razón justa no impone usted más que una
penitencia leve, advierta al P. que usted le disminuye la penitencia por tal o cual motivo, de
ese modo e P. SE DARÁ CUENTA MEJOR de la GRAVEDAD de sus pecados.
Después podrá usted pedirle que repare sus pecados por medio de las penitencias de la vida
cotidiana y por la corrección de sus defectos.

Artículo segundo
EJEMPLOS DE PENITENCIAS SACRAMENTALES

La penitencia sacramental debe presentar moralmente un doble aspecto: AFLICTIVO y


MEDICINAL.

I. ASPECTO AFLICTIVO

179. Principio.— Normalmente la penitencia debe ser alguna cosa PENOSA.


El pecador ha violado el orden moral al gustar de una satisfacción prohibida; debe repararlo,
aceptando un sufrimiento compensatorio.
CORRIJA USTED LA CONCIENCIA DE LOS P. que se figuran frecuentemente que la
penitencia sacramental consiste solamente en la recitación de una plegaria.

56
180. EJEMPLOS DE PENITENCIAS AFLICTIVAS.— Las impondrá usted en la medida en
que lo permitan las circunstancias.
Situación del P.— El P. es un P. habitual, o un P. desconocido a quien usted ha tenido
tiempo de hacerle comprender la necesidad de una penitencia aflictiva.
Podrá imponer al P.:
1) Una MORTIFICACIÓN VOLUNTARIA.
Levantarse un poco más temprano; una pequeña privación en la comida, en el uso del
tabaco. Moderación en cuanto a las lecturas frívolas, cines, teatros. Mortificación del espíritu:
acto interior, práctica exterior de humildad.
2) LLEVAR una CRUZ:
Ofrecimiento de sufrimientos físicos (enfermedad, frío y calor extremos, miseria en
general) o morales (contrariedades, humillaciones, molestias graves, calumnias, fracasos,
descalabros). Recomendar que los acepten sin lamentarse demasiado y diciendo muchas veces
interiormente “que se haga Tu voluntad”, como Cristo en la agonía: 0 “he aquí la esclava del
Señor”, como la Virgen en la Anunciación.
3) PRESTAR un SERVICIO:
Puede ser de orden temporal (limosna1, visita a los pobres, a los enfermos una ayuda
cualquiera al prójimo que está necesitado) o de orden espiritual (catecismo, trabajo de Acción
Católica, visita de militantes, venta de diarios, etc.).
4) Una PLEGARIA UN POCO PENOSA:
Vía Crucis: oración de la mañana durante algunos días. Algunas Avemarías en su
habitación con los brazos en cruz. Lectura meditada visita al Santísimo Sacramento, de
rodillas: confesión inmediatamente después de una nueva caída2.

181. Nota I.— Aceptación de la penitencia aflictiva.— Cuando tenga usted que tratar con
un P. desconocido, antes de darle una penitencia un poco penosa, pregúntele si está dispuesto
a aceptarla. Para facilitar esta aceptación podrá añadir usted una intención que agrade al P. Por
ej.: El vía crucis será hecho en beneficio de sus difuntos, de sus hijos.

182. Nota II.— Penitencia distribuida en muchos días.— Esta manera de proceder permite
dar al P. una penitencia grave sin abrumarlo desmedidamente con: 5 Padrenuestros y
Avemarías cada noche, durante una semana.
Puede uno temer que el P. la olvide, pero tal olvido sería involuntario: es mejor olvidar la
penitencia que la gravedad de sus pecados. Por otra parte se le puede hacer notar al P. que si
olvida su penitencia, no tiene más que cumplirla al día siguiente.

II.— ASPECTO MEDICINAL

183. Principio.— El P., por su pecado, ha contraído como un estado enfermizo que lo
predispone a recaídas del mismo género. La penitencia sacramental deberá ser, por lo tanto,
un remedio, tener un aspecto medicinal apropiado a cada especie de falta.
Para determinarla, podrá usted inspirarse en los “Remedios que hay que prescribir”,
indicados en el Libro III a propósito de los diferentes pecados.

1
No prescribir jamás una limosna en SU PROPIO PROVECHO.
2
El P. SALMANS calificaba de laxistas a los C. que, en las vísperas de las grandes fiestas, dan indistintamente
a todos los P. una Penitencia leve: ej.: 5 Padrenuestros y 5 Avemarías. Porque, en efecto, entre esos P. se hallan
almas bastante generosas para cumplir una penitencia grave, sobre todo si ella está distribuída en varios días.

57
Damos desde ahora algunos ejemplos que serán los más frecuentes, porque se refieren a las
inclinaciones viciosas más corrientes y más graves.
184. 2º) EJEMPLOS DE PENITENCIAS MEDICINALES (Pecados capitales).
A) Soberbia.— P. orgulloso.— El C.: “Medite usted algunos instantes acerca de su
condición de CREATURA y de PECADOR —haga un acto de OBEDIENCIA —NO HABLE DE
USTED durante un día —haga TAL PRÁCTICA HUMILLANTE (Ej.: besar el suelo).”
B) P. envidioso.— El C.: “HABLE BIEN de la persona a quien usted envidia —RUEGUE
POR ELLA— HÁGALE ALGÚN FAVOR —reflexione sobre la PRESENCIA DE CRISTO en
ella.”
C) Ira.— Colérico.— El C.: Reflexione acerca de los INCONVENIENTES de la cólera, no
DIGA NADA ni HAGA nada durante un cierto tiempo. MORTIFIQUE EL ORGULLO, fuente de
la cólera.”
D) P.— Lujurioso.— El C.: “Evitará usted tal OCASIÓN PELIGROSA (lectura,
espectáculo, trato frecuente): hará tal MORTIFICACIÓN DE LOS SENTIDOS (gusto, vista),
TRABAJARÁ DURO, conscientemente.”
E) GOLOSO.— El C.: “Hará usted tal MORTIFICACIÓN EN LA COMIDA (una pequeña
privación, abstención del azúcar, de algún condimento; esperar un poco antes de comer o de
beber), durante tantos días no TOMÉ NADA ENTRE LAS COMIDAS, renuncie a tales manjares,
a tal bebida.”
F) P.— Perezoso.— El C.: “Durante tantos días se LEVANTARÁ USTED A UNA HORA
DETERMINADA LA VÍSPERA — se PONDRÁ A TRABAJAR a una hora determinada,
inmediatamente — no PIERDA TIEMPO en no hacer nada o en hacer nonadas.”
G) P.— Avaro.— El C.: “Haga usted una LIMOSNA (no en provecho mío): PRESTE CON
FACILIDAD lo que le pidan.”

185. Notas.— I. No dar jamás una penitencia más o menos PÚBLICA y que revelaría el estado
de conciencia del P.
II. Cuando el P. debe comulgar apenas ha salido del confesonario, adviértale que puede
cumplir su penitencia DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Artículo tercero
EL PENITENTE PIDE CAMBIAR DE PENITENCIA
O HA OLVIDADO SU PENITENCIA.

186. Principio I.— Debe existir una UNIÓN MORAL entre la nueva penitencia que usted
impone y una absolución dada por usted mismo.

187. Principio II.— Para dar una nueva penitencia apropiada hay que tener un
CONOCIMIENTO SUFICIENTE del estado de conciencia del P. o de la antigua penitencia.

I.— El P. PIDE QUE SE LE CAMBIE LA PENITENCIA

El proceder de usted será diferente según que la antigua penitencia haya sido impuesta por
usted mismo o por otro confesor.

188. 1er. CASO.— Antigua penitencia impuesta por USTED MISMO.

58
Situación del P.— El P. le pide a usted que le cambie una penitencia que usted le ha
dado en una confesión anterior. Le hace esta petición, sea en el confesonario, sea fuera
de él.
Siempre podrá usted conmutar VÁLIDAMENTE esta penitencia; lo hará LÍCITAMENTE, si
hay un motivo razonable para ello (utilidad espiritual para el P., dificultad de cumplir la
penitencia impuesta1.

189. 2º CASO.— Antigua penitencia impuesta por otro C.


Situación del P.— Una persona le pide a usted que le cambie una penitencia, pero no
fue usted quien se la impuso.
No puede usted hacerlo más que en el caso que esta petición le sea hecha a usted en el
transcurso de una confesión: es necesario, en efecto, que haya una unión moral entre una
absolución DADA POR USTED y la NUEVA PENITENCIA que usted impondrá.

190. Nota.— Antigua penitencia impuesta por un Superior.— (Ej.: la Sagrada


Penitenciaría).
No cambiará usted la penitencia sino con dos condiciones:
1ª) Recurso difícil al Superior: 2ª razón grave.

II —EL P. HA OLVIDADO SU PENITENCIA

191. 1er. CASO.— La penitencia olvidada había sido impuesta por usted mismo.
Situación del P. (1ª hipótesis).— Y usted se acuerda bastante de las acusaciones de esta
precedente confesión.
Fácilmente podrá imponer una nueva penitencia apropiada, Es inútil dar una nueva
absolución.
(2ª. hipótesis).— Y usted ya no se acuerda de qué confesión se trata.
Rogará usted a la persona que le repita sumariamente su precedente confesión, a fin de que
usted pueda dar una penitencia apropiada.
2º) 2º CASO.— La penitencia olvidada había sido impuesta por OTRO DISTINTO DE
USTED.
No podrá imponer usted una nueva penitencia sino rogándole que le repita sumariamente
su precedente confesión, y dándole la absolución para asegurar la unión moral.
N.B.— La persona no está obligada a repetir su confesión. Si no se aviene a ello, que pida
perdón a Dios por su negligencia... ¡y nada más!

CAPÍTULO SÉPTIMO
ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR
Se estudiará sucesivamente el problema de la capacidad y el de la dignidad del P.; después
el de las Reglas Litúrgicas.

INTRODUCCIÓN

1
Aun cuando la petición se haga fuera de la confesión hay una una unión moral entre su absolución pasada y
la nueva penitencia que usted impone. El conocimiento de la antigua penitencia basta para que usted dé una
penitencia apropiada.

59
El C. no puede dar lícitamente la absolución si el P. no es capaz y digno de recibirla.
192. Absolución BAJO CONDICIÓN.— Cuando el P. es dudosamente capaz o dudosamente
digno, el C., si cree que debe dar la absolución, la dará “bajo condición”.
No ponga nunca otras condiciones distintas de ésta: “si es capax”1.

Artículo primero
CAPACIDAD del P

193. El P. debe llenar muchas condiciones: 1) Estar vivo; 2) Estar bautizado; 3) tener uso de
razón; 4) Conocer las verdades necesarias con necesidad de medio; 5) Estar moralmente
presente.
Volveremos sobre este punto en el curso del libro III. Consideremos solamente aquí la
IGNORANCIA y la PRESENCIA del P.

I. IGNORANCIA DEL PENITENTE.

Puede existir desde diversos puntos de vista e implica múltiples inconvenientes (Cf. Libro
III, P. ignorante, 344-347).
Por el momento examinemos sólo la que implica la validez de la absolución.

194. Principio.— Para recibir válidamente la absolución hay que ser capaz de hacer actos
sobrenaturales; por consiguiente, es necesario creer EXPLÍCITAMENTE en las verdades
necesarias con necesidad de medio.
Situación del P. — El P. no se ha confesado desde hace mucho tiempo... El P. parece
ignorante... El P. es un desconocido en el trance de la muerte.
Dentro de la medida de todo lo posible, asegúrese de que cree en las 4 verdades necesarias
con necesidad de medio: 1º) EXISTENCIA DE DIOS; 2º) DIOS REMUNERADOR; 3º)
TRINIDAD; 4º) ENCARNACIÓN.
Para más detalles véase el nº 344.

II. PRESENCIA DEL P.

1 El P. podría estar contrito sin tener una contrición “appretiative summa”. En ese caso es
cierto que no estaría suficintemente dispuesto para recibir con fruto la absolución. Sl usted
pone la condición “Si es dispositus”, el sacramento sería con certeza inválido.
Por el contrario segeún algunos teólogos, una contrición menor basta como elemento del
sacramento. Por lo tanto el P. en cuestión serñía capaz de recibir la absolución, la cual sería
válida e informe: sería infructuosa por el momento, pero podría borrar los pecados fuera de
tiempo, si el P. llegara un día a tener una contrición “appretative summa”.
La condición “si es capax” deja al P. el beneficio de esta absolución informe mientras que
la condición “si es dispositus” lo privaría de ella.
Ahora bien: en materia de validez hay que ser tuciorista y hacer todo lo que se pueda para
asegurar al P. el beneficio de la validez.
Conclusión:
No emplee jamás la condición “si es dispositus”.
Emplee siempre la condición “si es capax”.

60
195. Principio.— La absolución, para que sea ciertamente válida, debe darse a un P. que no
esté a más de 20 pasos (alrededor de unos doce metros)1.
Pero EN CASO DE NECESIDAD, todo P. puede y debe ser absuelto desde el momento en
que su PRESENCIA puede NOTARSE DE UN MODO CUALQUIERA.
Situación del P.— A) El P. ha dejado el confesonario antes de haber recibido la
absolución (Ej.: un niño, un sordo que no oye su exhortación y que cree que ya le ha sido dada
la absolución).
(1ª hipótesis).— Y Ud. se da cuenta de ello cuando el P. acaba de irse.
Déle en seguida la absolución (fórmula breve).
(2ª hipótesis).— Y Ud. se da cuenta de ello cuando el P. está a más de veinte pasos.
Haga Ud. todo lo posible por ir a buscarlo y decirle: “Perdón, señor... Ud. se ha ido antes
de que yo tuviera tiempo de darle la absolución. ¿Querría volver al confesonario?... Si esto le
es molesto puedo darle la absolución en este mismo sitio”. Y déle Ud. la absolución sin hace
ningún gesto.
(3ª hipótesis).— Y Ud. se da cuenta de ello cuando el P. está perdido entre la multitud.
Res Deo committenda est.
Situación del P.— B) El o los P., en peligro de muerte, se hallan muy lejos de usted,
pero puede Ud. distinguirlos. todavía, por lo menos de una manera confusa (Ej.: un
hombre que se cae de un techo; un aviador que cae de un avión en llamas; náufragos vistos
desde la playa; soldados que van al asalto) .
Dé la absolución bajo condición: “si es capax” — Por lo general la dará sin ningún gesto,
a fin de no causar extrañeza a los asistentes.
N.B.— Si hay muchos P., tenga cuidado de dar

Artículo segundo.
DIGNIDAD DEL PENITENTE

196. Principio.— La dignidad del P., depende de sus DISPOSICIONES. Estas se refieren a la
integridad de la acusación, a las diferentes cualidades de la contrición y del firme propósito,
al proceder del P. respecto de las obligaciones impuestas y de los remedios prescritos.
Las disposiciones pueden ser: BUENAS, MALAS o DUDOSAS. Veremos primero cómo
descubrir las cualidades de las disposiciones del P.; después, cuál debe ser la conducta del C.
197. I.— DESCUBRIMIENTO de las DISPOSICIONES del P.
Ud. no puede conocer directamente estas disposiciones que son enteramente interiores.
Tiene que juzgar acerca de ellas por intermedio de los signos.
198.— A) Signos ordinarios del P. BIEN dispuesto.
Si Ud. no tiene razones positivas para poner en duda las disposiciones del P., puede
contentarse con los signos ORDINARIOS de buena disposición:
El P. se acusa normalmente; presenta los signos suficientes de contrición (Cf. 141-B).
Acepta simplemente las obligaciones que Ud. le impone; promete poner en práctica los
remedios prescritos, los consejos dados.
199.— B) Signos del P. — MAL — dispuesto.
a) En cuanto al MOTIVO de la CONFESIÓN.

1
Es ésta la distancia más allá de la cual apenas puede uno hacerse oír hablando con voz ordinaria.

61
El P. ha venido a confesarse con intención interesada (Ej.: para hacerse ver y obtener más
fácilmente una limosna, un favor o para cumplir una formalidad: cédula de confesión).
N.B.— Si Ud. supone que el P. está mal dispuesto, no deje de preguntarle por qué ha venido
a confesarse.
b) En cuanto a la integridad de la ACUSACIÓN.
El P. está decidido a no decir nada o a no decir sino lo que él quiere (Ej.: declara brutalmente
con mal humor: yo no he hecho nunca mal en mi vida; yo no he matado ni robado, pero he
hecho todo lo demás).
Cuando Ud. lo ha interrogado para tratar de obtener una acusación conveniente, el P. ha
respondido con escasa cortesía o cualquier cosa.
c) En cuanto a la CONTRICIÓN y al FIRME PROPÓSITO.
El P. declara de sí mismo que él no se arrepiente de lo que ha hecho —que tenía sus razones
para obrar así— que no podía obrar de otra manera.
Cuando Ud. ha tratado de excitarlo a la contrición él no ha asumido la actitud de
preocuparse de su exhortación.
d) En cuanto a las OBLIGACIONES IMPUESTAS.
El P. no quiere cumplir con una obligación grave que Ud.
le recuerda.
Obligación de caridad. El P. rehusa reconciliarse, renunciar a su odio, reparar el escándalo.
Obligación de justicia. El P. rehusa sin razón restituir o reparar un daño.
Obligación de romper con una ocasión próxima de pecados mortales. El P. no quiere oír
hablar de ello.
e) En cuanto a los REMEDIOS PRESCRITOS.
El P. no quiere hacer ningún esfuerzo para hacer involuntario su hábito para disminuir el
número de recaídas.

200. C) Signos del P. —DUDOSAMENTE dispuesto.


a) En cuanto al MOTIVO de la CONFESIÓN.
El P. no ha venido a confesarse con gusto, sino por obedecer las órdenes de sus padres o de
sus maestros —para agradar a una persona— o por mero hábito, por presión social.
b) En cuanto a la INTEGRIDAD de la CONFESIÓN.
El P. confiesa sus pecados superficialmente a la ligera.
Busca. a lo que parece, tratar de que pase inadvertido tal o cual pecado mortal, que ahoga
en medio de otros pecadillos. Cuando Ud. lo interroga él no manifiesta una, absoluta
franqueza.
c) En cuanto a la CONTRICIÓN y al FIRME PROPÓSITO.
El P. se excusa más bien que se acusa. No da pruebas muy claras de una contrición sincera
y de un firme propósito decidido.
Recibe bastante mal sus exhortaciones y advertencias.
d) En cuanto a las OBLIGACIONES IMPUESTAS.
El P. vacila mucho antes de decir: sí, y lo hace de labios afuera. (Para detalles de las
obligaciones véase 199-d).
e) En cuanto a los REMEDIOS PRESCRITOS.
El P. acepta bastante mal los remedios indicados por el C.

62
II.— CONFESIÓN DEL P. — BIEN — DISPUESTO

201. Principio.— A todo P. suficientemente dispuesto (Cf. 198) está usted obligado en justicia
a darle la absolución en el acto. Can. 886. Sin embargo en ciertas hipótesis excepcionales,
puede usted diferir la absolución para un poco más tarde, si ello es realmente útil para el P.
Situación del P.— 1º El P está suficientemente dispuesto para recibir la absolución,
pero usted prevé que, difiriendo la absolución para más tarde, él comprenderá mejor la
gravedad de sus pecados y se arrepentirá más de ellos.
El C.: “Veo que está usted muy arrepentido de sus pecados. Y, sin embargo, yo me pregunto
si ha pesado usted TODA SU GRAVEDAD.
“¿No cree usted que será ventajoso para usted excitarse más a la contrición y al firme
propósito? Si prefiere recibir la absolución en seguida, yo se la daré inmediatamente.
Pero si puede volver UN POCO MÁS TARDE (remitir a veces para una media hora después;
nunca para más de 8 días), me parece que aprovecharía usted más las gracias de la absolución.
Situación del P. — 2º El P. está suficientemente dispuesto para recibir la absolución.
Pero usted juzga que, difiriéndola para más tarde, el P. cumplirá mas fácilmente una
obligación penosa (ruptura con una ocasión, restitución, reconciliación).
PRIMERA ACTITUD POSIBLE.— Dar inmediatamente la absolución.
SEGUNDA ACTITUD POSIBLE.— “Parece que está usted muy decidido a hacer lo que yo
le pido y si usted acepta puedo darle la absolución.
“Pero ¿no cree que sería mejor hacer primero lo que yo le he dicho? 1. ¡Cuánto mayor será
entonces la paz de su alma! ¡Cuánto mayor provecho reportará de las gracias de la absolución!”
(Si la ejecución de la obligación tuviera que durar más de 8 días, no aplace nunca la
absolución).
TERCERA ACTITUD POSIBLE.— “Parece que está usted muy decidido a hacer lo que yo
le digo. Voy a darle la absolución en seguida, y podrá, por consiguiente, ir a comulgar
inmediatamente después
“Con todo, yo le ACONSEJO (no lo obligo) que no comulgue antes de estar perfectamente
en regla. ¡Qué excelente preparación para la comunión! ¡Con cuánto más gusto se sentirá usted
en su acción de gracias!”2.

III. CONFESIÓN DEL P.— MAL DISPUESTO

202. Principio.— Antes de negarle la absolución debe hacer usted lo imposible para
conseguir, con la gracia de Dios, disponer bien al P.
Sólo en la hipótesis de que el P. persista en su mala disposición no le dará usted la
absolución y siempre rogándole al P. que vuelva apeas se encuentre en mejores disposiciones.

203. Situación del P.— El P. llega mal dispuesto (Cf 199), y usted se da cuenta de ello al
comienzo o durante el transcurso de la confesión.

1
Gracias a esta dilrción el P. se sentirá movido a cumplir su obligción lo más pronto posible a fin de recibir
la absolución. Si ya la hubiera recibido, podría el P. aplazar indefinidamente la ejecución de esta obligación; y
este aplazamiento “sine die”, podría convertirse en una omisión definitiva.
2
Estas dos últimas actitudes del C. se recomiendan especiialmente cuando el P. es recidivo, aun en el caso de
que en la confesión se halle bien dispuesto.

63
LO QUE HAY QUE EVITAR.— Un C., por falta de ciencia o de virtud podría permanecer
pasivo ante la mala voluntad del P. y declararle sin más que le niega la absolución. El C., al
conducirse así cometería un pecado materialmente grave.
LO QUE HAY QUE HACER.— Esfuércese por todos los modos posibles en conseguir una
acusación suficiente, en excitar una contrición y un firme propósito sinceros.
Trate de hacerle aceptar las obligaciones que usted le
impone, explicándole bien los motivos, indicándole los
medios más fáciles de ejecución.
Aun aplicando del mejor modo posible las reglas del arte de “Mejor Confesar”, recurra más
que nunca Nuestra Señora del Buen Consejo y de esa manera hará revivir la gracia sacramental
de su sacerdocio.
Y sólo después de haber orado, después de haber hecho todo el esfuerzo posible, podrá
deducir que el P. está definitivamente mal dispuesto (1ª hipótesis) o bien dispuesto (2ª
hipótesis) o dudosamente dispuesto (3ª hipótesis).

204. A) (1ª hipótesis)— Y a pesar de todo lo que usted ha debido y podido hacer. el P.
permanece mal dispuesto.
Con mucha dulzura y caridad dirá usted al P.:
“Temo mucho que por el momento no voy a poder darle la absolución. Tengo la impresión
de que usted no quiere confesar todos sus pecados, o de que no se arrepiente verdaderamente
de ellos, o de que no está decidido a hacer lo que yo le digo.
“Entonces, ¿cómo quiere que yo le dé la absolución, el perdón de Dios, en estas
condiciones? Mi absolución no valdría nada,
y yo cometería un pecado mortal. ¿Lo haría usted en mi lugar?
“Yo no le niego la absolución, sino que se la difiero para más tarde, cuando vuelva usted,
y será pronto, como lo espero, con buenas disposiciones.”
Y con tono grave y tristón añadirá:
“Vamos a rezar un Avemaría juntos para que vuelva usted pronto y para que yo pueda, por
fin, perdonarle sus pecados.”
N.B.— Si el P. está con certeza mal dispuesto, ninguna razón permite que se le dé la
absolución; sería una acción “intrinsece mala”.

205. B) (2ª hipótesis).— Y gracias a sus esfuerzos y a su oración ha logrado usted que el
P. esté bien dispuesto (Cf. 198).
La gracia de Cristo es bastante poderosa para producir estos rápidos cambios de voluntad.
Sin embargo, no crea con demasiada facilidad que el P. se ha transformado súbitamente.
Quedará usted tranquilo si comprueba uno u otro de los “signos extraordinarios” de contrición
que serán estudiados a propósito de la absolución de los recidivos (Cf. 268).
En esta segunda hipótesis obre como en el primer caso.

206. C) (3ª hipótesis).— Y gracias a sus esfuerzos y a su oración le parece a usted que el
P. está dudosamente dispuesto (Cf. 200).
Esta hipótesis se producirá con más frecuencia.
Obre entonces como en el siguiente caso:

IV. CONFESIÓN DEL P.— DUDOSAMENTE DISPUESTO

64
207. Principio.— Antes de diferir la absolución o de darla inmediatamente bajo condición,
debe hacer usted lo imposible para disponer bien al P. Sólo en la hipótesis de que el P. persista
en su disposición dudosa deberá usted recurrir a una de las dos soluciones:
Aplazamiento de la absolución u otorgamiento inmediato bajo condición.
¿Cuál de las dos elegirá usted?
Aplique todavía el principio del “minus malum”.
En general está prohibido administrar un sacramento dudosamente válido: por lo tanto
habría que diferir la absolución hasta el momento en que el P. esté ciertamente bien dispuesto.
Sin embargo pueden existir graves inconvenientes en dilatar la absolución: el peligro de
una absolución inválida es entonces el “minus malum”. Dará, pues, usted la absolución bajo
condición y bajo la condición “si es capax” (Cf. 192).

208. Situación del P.— El P., a pesar de sus esfuerzos y de su oración, se ha quedado
dudosamente dispuesto (Cf. 200).
Problema por resolver:
¿HAY INCONVENIENTES GRAVES EN DIFERIR LA ABSOLUCIÓN?
Se pueden citar como ejemplos:
1) P. en peligro de muerte (absolución bajo condición estrictamente obligatoria (1).
(1) Hay que arriesgar todo para que el P. reciba por lo menos una absolución probablemente
válida antes de que comparezca delante de Dios.
2) P. que debe contraer matrimonio o recibir la confirmación (2).
(2) Si usted difiere la absolución, el P, va a cometer un sacrilegio al recibir la confirmación,
al contraer matrimonio.
3) P. que debe cumplir con una obligación grave y urgente (precepto pascual).
4) P. que no puede dejar de comulgar sin perjudicar gravemente su reputación (3).
(3) Recordemos —como se ha dicho más arriba (número 204)— que si el P. estuviera
ciertamente mal dispuesto debería usted negarle la absolución, aun con detrimento de su
reputación.
5) El P. abandonaría la práctica de la confesión si el C. aplazara la absolución, obligándolo
a volver.
N. B.— Esta última hipótesis es bastante frecuente en nuestras regiones, sobre todo en las
grandes ciudades.
Algunas veces deberá interrogar al P. para descubrir la existencia de alguno de estos
inconvenientes graves.
De donde dos hipótesis posibles:

209. A) (1ª hipótesis).— Y no hay inconveniente grave en diferir la absolución.


DIFERIRÁ USTED LA ABSOLUCIÓN.
Dirá usted al P. con mucha dulzura y caridad.
“Yo quisiera estar plenamente convencido de la sinceridad de sus confesiones, de su
arrepentimiento, de su docilidad respecto de mis instrucciones... ¡Ay!...
“Por otra parte, aun cuando yo le diera inmediatamente la absolución, no sería usted
perdonado si no tiene las disposiciones requeridas.

65
“Por eso vale más que vuelva usted de aquí a algunos días (no más de 15 días). No habrá
ningún inconveniente, ¿no es cierto?
“Entonces, así lo espero, habrá adoptado usted buenas resoluciones; habrá cumplido ya con
las obligaciones que le he recordado (reconciliación, restitución, etc.). Volverá entonces
perfectamente dispuesto, y yo le daré de todo corazón la absolución y el Buen Dios con toda
seguridad lo perdonará.”
B) (2ª hipótesis).— Y hay graves inconvenientes en diferir la absolución.
PODRÁ dar usted inmediatamente la absolución con la condición “si es capax”.
Si hay inconvenientes muy graves en diferir la absolución (por ej.: peligro de muerte), no
solamente podrá, sino que DEBERÁ dar usted inmediatamente la absolución bajo condición.

210. CUADRO DE RECAPITULACIÓN referente a la absolución que hay que dar. (Véase al
final de la obra: Cuadro II).

211. Nota.— ¿DEBE el C. decir al P. QUE ÉL LE DA LA ABSOLUCIÓN bajo condición?


En general —no— porque el P. no comprendería nada de eso y podría hacer preguntas
embarazosas.
En algunos casos, cuando usted ha tenido que decir al P. que dudaba de sus disposiciones,
podría agregar:
“Yo quiero de veras darle a usted la absolución..., pero si no se
arrepiente verdaderamente de sus pecados, si verdaderamente no
está decidido a hacer lo que yo le diga, mi absolución no valdrá
nada..., y usted no será perdonado.
Usted puede engañar al C. acerca de sus disposiciones... Pero no
puede engañar al Buen Dios.”
212. Corolario I.— A PROPÓSITO DEL NEGAR LA ABSOLUCIÓN.
Situación del P.— 1º) El P. SE EXTRAÑA DE QUE USTED NO LE HAYA DADO LA
ABSOLUCIÓN Y MANIFIESTA SU DESCONTENTO.
Dígale con mucha tranquilidad y dulzura:
“Yo no puedo darle la absolución, como lo quisiera. No puedo dársela si no es ésa la
voluntad de N.S.J.C. Por otra parte, si se la diera, mi absolución no valdría nada, y además yo
ofendería a Dios gravemente.”
Situación del P.— 2º) El P. DESCONTENTO CON SU NEGATIVA, LE DICE LA USTED
QUE IRÁ A BUSCAR OTRO C.
El C.: “Está usted en su derecho. Le aconsejo, sin embargo, que le diga que yo no le he
dado la absolución. Se lo aconsejo, no lo obligo a ello”.
Situación del P.— 3ª) UN P. ACUDE A USTED PORQUE OTRO C. LE HA NEGADO LA
ABSOLUCIÓN.
Pregunte al P.: “¿Por qué razón el C. le ha negado la absolución?”. No manifieste ninguna
sorpresa respecto de su decisión.
Aun cuando usted crea que debe absolver, tome la defensa del otro C., diciendo: “Si el C.
no lo ha absuelto será porque usted no se habrá explicado bien, porque no le habrá dicho bien
lo que acaba de decirme, etc.”1.

1
Al obrar así usted hace todo lo que está de su parte para el el P. conserve su confianza para con el C.
precedente, y para que no crea que la moral varía con cada C.

66
N.B.— Sin llegar hasta la negación misma, la amenaza de una negación puede ser muy
saludable. Una persona se acuerda siempre del choque psicológico y bienhechor que provocó
en ella un confesor al decirle: “Si usted continúa pecando en esta forma contra la pureza, me
veré obligado a negarle la absolución.”
Hay que extirpar esta idea demasiado difundida entre los fieles de hoy, de que el sacerdote
“da siempre la absolución”.

213. Corolario II.— ABSOLUCIÓN BAJO CONDICIÓN Y RECEPCIÓN DE LA


EUCARISTÍA.
Principio.— En general, el P. absuelto bajo condición no debe comulgar, porque se
expondría a cometer un sacrilegio, por lo menos material.
Situación del C.— ACABA DE ABSOLVER USTED BAJO CONDICIÓN A UN P. QUE TAL
VEZ VENÍA A CONFESARSE PARA COMULGAR. (Ej.: novios en la mañana de la boda).
No exhorte usted positivamente al P. a que reciba la santa comunión.
Si el P. le pregunta lo que debe hacer, respóndale juiciosamente, habida cuenta con las
circunstancias. Por ej.: ¿Está usted seguro de haber hecho una buena confesión, de no haber
ocultado nada..., de que se arrepiente suficientemente de sus pecados, etc.? En ese caso puede
usted comulgar... De lo contrario, le aconsejo que se abstenga de ello.”
Si prevé usted que él no hará caso de su advertencia, dígale más bien: “Proceda del mejor
modo posible, según lo que dicte su conciencia.”

Artículo tercero
REGLAS LITÚRGICAS
I.— RITO DE LA ABSOLUCIÓN

Distingamos cinco casos:


1º No hay afluencia de P.
2º Hay afluencia de P.
3º Peligro inminente de muerte.
4º La absolución debe pasar inadvertida.
5º Absolución colectiva.

214. PRIMER CASO.— No hay afluencia de P.


Antes de la confesión, bendecir al P. diciendo: “Deus sit in corde tuo et in labiis tuis ut bene
confitearis omnia peccata tua. In nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen.”
Después de haber impuesto la penitencia, juntar las manos diciendo: Misereatur tui omni
potens, etc.”.
Mantener la mano derecha levantada sobre el P., con la palma dirigida hacia el lado de él,
diciendo: “Indulgentiam, absolutionem et remissionem..., etc. Dominus Noster J.C. te absolvat
et ego, auctoritate ipsius, te absolvo ab omni vinculo excomunicationis (suspensionis)1 et
interdicti, in quantum possum et tu indiges.”
Hacer la señal de la cruz diciendo: “Deinde ego te absolvo a peccatis tuis. In nomine Patris
et Filii et Spiritus Sancti. Amen.”

1
Omitir “suspensionis” cuando se trata de un laico o de un clérigo menor.

67
Volver a juntar las manos diciendo: “Passio Domini Nostri Jesu Christi, merita B. Mariae
Virginis et omnium sanctorum, quidquid boni feceris et mali sustinueris, sint tibi in
remissionem peccatorum, augmentum gratiae et praemium vitae aeternae. Amen.”
Para despedir al P. se le podrá decir: “Vaya en paz; roguemos el uno por el otro”, o cualquier
otra fórmula análoga.
Nota.— MODO DE PRONUNCIAR LAS PALABRAS.
Pronunciarlas en voz baja. Si el C. adquiriera el deplorable hábito de decirlas en voz alta,
los fieles que rodean el confesonario podrían adivinar que tal o cual P. no ha recibido la
absolución: Las palabras de la absolución deben ser oíbles; no es necesario que de hecho se
las oiga.
Tener cuidado con no farfullar. Al principio de su sacerdocio todo sacerdote debe tener
frente a él un cartón en el que estén escritas las fórmulas del Ritual.

215. SEGUNDO CASO.— Afluencia de P.


Dirá usted (en plural) el Misereatur y el Indulgentiarn antes de la primera confesión y lo
repetirá de tiempo en tiempo en el transcurso de la serie de confesiones.
Recitará la oración: Passio Domini N.J.C. en cada confesión, cuando el P. se aleja; dicho
de otra manera al pasar de un lado al otro del confesonario1.

216. TERCER CASO.— Peligro inminente de muerte.


Contentarse con la fórmula abreviada: Ego te absolvo ab ómnibus censuris et peccatis tuis,
in nomine Patris et Filii et Spiritus Sancti. Amen.
N. B.— Si hay muchos P. decir VOS en lugar de “te”.

217. CUARTO CASO.— La absolución debe pasar inadvertida.


En algunas ocasiones el C. no debe manifestar exteriormente la absolución que da.
Ejemplos:
1) En cautividad; la confesión individual estaba a veces prohibida por las autoridades del
campo.
2) Para evitar el escándalo. Algunos se extrañarían de ver al sacerdote dar la absolución a
un asesino herido de muerte por la policía y que está agonizando en la calle.
3) Para no estimular hábitos deplorables.
En algunas regiones apenas se llama al sacerdote sino cuando el moribundo ha perdido el
conocimiento y aun cuando ya ha dado el último suspiro. Generalmente, el C. puede y debe
dar la absolución a este muerto aparente; pero lo hará secretamente. El obrar de otro modo
haría creer a los feligreses que basta, para ser perdonado con seguridad, recibir el sacramento
en estado de coma; ello equivaldría a arraigarles más en su lamentable hábito.
En estas diferentes ocasiones, el C. pronunciará las palabras sin hacer ningún gesto con la
mano2.

218. QUINTO CASO.— Absolución colectiva.

1
La oración: Passio Domini N.J.C. tiene el valor de un precioso sacramental. Según algunos teólogos, ella
conferiría a todas las buenas obras del P. la eficacia de la penitencia sacrantental. El código no permite omitirla
sino “iusta de causa”. El C. verdaderamente apostólico limitará esta “iusta causa a casos excepcionales.
2
Cae de su peso que la señal de la cruz no afecta para nada al valor de la absolución y a las otras oraciones
del ritual.

68
1º ¿CUÁNDO SE LA PUEDE DAR?
Situación del P.— Los P. están en peligro de muerte.
Dar la absolución colectiva cada vez que falte tiempo para oír las confesiones individuales
(Ej.: bombardeo, naufragios, desastres, etc.)
Situación del P.— Los P. no están en peligro de muerte.
No darla sino en CASOS EXCEPCIONALES, que debe determinar el Ordinario. La sola
afluencia de P. no basta para justificar una absolución colectiva.
Los casos excepcionales no existen prácticamente más que en tiempo de guerra, cautiverio,
persecución, etc.... (2)
(2) La Instrucción de la S. Penitenciaría (25 de marzo de 1944) declara que toda absolución
colectiva dada fuera de los casos excepcionales, constituye un GRAVE ABUSO.
2º ¿CÓMO SE LA PUEDE DAR?
Siempre que sea posible:
1) Exhortar a los P. a la contrición;
2) Advertirles que deben manifestar su contrición por medio de un acto exterior... por
ejemplo: golpeándose el pecho;
3) Recordarles también que, cuando hagan su próxima confesión individual, deberán acusar
los pecados que van a ser perdonados por la absolución colectiva; y

4) Si el tiempo lo permite, dar la absolución según las fórmulas ordinarias del Ritual.
N.B.— Tener cuidado de emplear las fórmulas en plural: “Ego VOS absolvo”. Va en ello
la validez (1).
(1) La reciente Instrucción Romana exige que se recuerde asimismo a los fieles el punto
siguiente: cuando la ley divina o eclesiástica urge la obligación de confesar todos los pecados
mortales, no se puede cumplir con esta obligación haciendo acto expreso de esperar la ocasión
de recibir una absolución colectiva.

II.— DEL LUGAR EN QUE SE DEBEN OÍR LAS CONFESIONES

Las exigencias de la Santa Iglesia son muy diferentes según que la persona que se va a
confesar sea del sexo masculino o fiel femenino.

219. Situación del P.— 1º) P. del sexo MASCULINO.


REGULARMENTE el C. confesará al P. en una iglesia o en un oratorio público o
semipúblico.
Sin embargo, se puede oír al P. en una casa particular No se requiere para ello ningún
motivo especial: basta tener en cuenta las reglas de la prudencia y de la modestia —en
particular tratándose de niños.

220. Situación del P.— 2º) P. del sexo FEMENINO (cualquiera que sea su edad).
A) (1ª hipótesis).— EN CASO ORDINARIO.
Oír a la P. en un confesonario que llene las tres condiciones siguientes:
1ª Estar provisto de una reja-fija (es decir, que no se la pueda bajar) y agujereada con
agujeros muy estrechos (no debe pasar por ellos el dedo meñique).
2ª Que esté siempre colocado en un lugar de fácil acceso y muy a la vista.

69
3ª Salvo legítimas excepciones, debe estar colocado en una iglesia o en un oratorio público
o semipúblico.
B) (2ª hipótesis).— EN CASO DE SORDERA.
El C. podrá oír a la P. en la sacristía. Pero queda en pie la exigencia de la reja-fija.
C) (3ª hipótesis).— EN CASO DE ENFERMEDAD O DE VERDADERA NECESIDAD.
El C. puede oír a la P. fuera del confesonario, pero deberá atenerse a las reglas de la
prudencia y de la modestia prescritas por los Estatutos Diocesanos.
Cuando el C. confiesa a una enferma procure tener la puerta de la habitación
suficientemente abierta, a fin de que se pueda ver al C. tanto como a la P.
N.B.— Algunos entienden la “vera necessitas” en un sentido demasiado amplio. No existe
cuando una jocista o una guía pide al capellán del campamento que la confiese yendo y
viniendo.

221. Nota.— Gravedad de las obligaciones.— La prohibición de oír la confesión de las


mujeres fuera del confesonario es GRAVE.
El P. Cappello, que por lo general adopta las opiniones más amplias, declara: Grave per se
est, ubi nulla excuset causa, mulierum confessiones habitualiter aut frequenter excipere extra
confessionale, i. e. sine tabula, cun crate .
Oír a una mujer en el confesonario, pero en un lugar que no sea patente ni muy a la vista es
solamente, de sí “et remoto scandalo”, pecado venial.

III.— DE LA INDUMENTARIA LITÚRGICA

222. Principio.— Conforme al Ritual, revestirse con el roquete y con la estola violeta.
Atenerse a las costumbres y a los Estatutos Diocesanos.
Se trata de rúbricas directivas que no obligan bajo pena de pecado.

223. Nota I.— Valor educativo de las reglas litúrgicas— Ya se trate del lugar de la
confesión, ya de la indumentaria litúrgica, siempre hay interés en seguir las reglas de la Santa
Iglesia, aun las que son simplemente directivas; ellas realzan a los ojos del P. la grandeza del
sacramento. Esta advertencia tiene especial valor cuando se trata de confesar niños.

224. Nota II— Recomendaciones diversas.— 1) El C. orará delante del tabernáculo antes de
las confesiones y después de ellas. Invocará frecuentemente al Espíritu Santo, por intercesión
de N. Señora del Buen Consejo.
2) Cuando confiese evite mirar al P.
3) Procure iluminar el confesonario al anochecer.
4) Por interés de su salud y también por la de los fieles, hará una corta pausa cada 2 ó 3
horas. cumpliendo así las reglas ordinarias de la higiene (Caminar un poco..., etc...).
5) No TUTEAR nunca en el confesonario ni a los adultos ni a los niños.

SEGUNDA PARTE

ERRORES DEL CONFESOR QUE TIENE QUE REPARAR


INTRODUCCIÓN

70
Se examinará primero la importancia de la cuestión; luego las nociones y principios
fundamentales.
I.— IMPORTANCIA DE LA CUESTIÓN

225. Los C. no prestan quizás siempre a esta cuestión la atención que ella merece.
Confesar es un arte difícil; aun el buen C. cometerá errores de tiempo en tiempo. Casi
siempre ellos serán INVOLUNTARIOS. Por ejemplo: el C. ha impuesto una obligación al P. (o
no la ha impuesto) con toda tranquilidad de conciencia. Una vez vuelto a su habitación ha
reflexionado más atentamente sobre su conducta de C.; ha comenzado a dudar, se ha puesto a
estudiar sus Tratados de Moral o hasta ha consultado a un especialista. Finalmente se ha dado
cuenta de que ha cometido un error. ¡Feliz descubrimiento! —porque va a hacer todo lo que
pueda para reparar su error.
Este C. no tiene por qué temer los juicios de Dios.
Por el contrario, ¿qué pensar del C. que comete errores —y sin duda más que otros—, pero
que no se da cuenta de ellos? NO PUEDE TENER CONCIENCIA de sus yerros por la sencilla
razón de que nunca examina su conducta de C. y no abre sus Tratados de Moral. Este C. se
extrañará evidentemente —¡pero demasiado tarde!— de la severidad del Divino Juez.

II.— NOCIONES FUNDAMENTALES.


PRINCIPIOS

Examinemos sucesivamente:

226. A) Culpabilidad del error.— Se requieren simultáneamente tres condiciones:


a) Error culpable.— 1ª El C. se da cuenta de que, por sus palabras o por su silencio, tal
vez induzca a error al P. o lo deje en él.
2ª El C. se da cuenta asimismo de que está obligado a declarar al P. su ignorancia o su duda,
difiriendo para más tarde la necesaria aclaración.
3ª El C. procede contra los imperativos de su conciencia por malicia (lo cual sucederá muy
rara vez) o por pereza, por temor de pasar por incapaz, de importunar al P., o por cualquier
otro motivo más o menos fútil.
b) Error inculpable.— Falta una de las tres condiciones. El C. no se da cuenta de que va a
inducir positivamente a error al P. o de que lo va a dejar en él. En todo caso no se cree obligado
a diferir para más tarde la aclaración del problema.
N.B.— Este último error, no culpable en sí, podría serlo EN SU CAUSA, si el C. omitiera
el mantenerse a la altura de su oficio, por ejemplo: dejando de estudiar.

227.— B) Objeto del error, su gravedad. El error puede serlo con relación a uno de los siete
elementos de una buena confesión. Puede ser grave cuando se trata de la validez de la
absolución, de la advertencia que hay que dar, de las obligaciones que hay que imponer, de
los remedios que hay que prescribir o de los consejos que hay que dar.

228.— C) Obligación de reparar su gravedad. De una manera general el C. está obligado a


reparar los errores que ha cometido. Sin embargo, para apreciar la naturaleza y la gravedad de
esta obligación, hay que tener en cuenta los tres siguientes elementos:
a) 1er. elemento).— ¿Qué DAÑO ha resultado del error?

71
Este daño puede referirse:
1.— Al respeto debido al Sacramento (integridad material no asegurada).
2.— Al mismo P. (Ej.: no ha sido absuelto).
3.— A una tercera persona. (El C. ha dispensado indebidamente al P. de su obligación de
restituir).
N.B.— Hay que examinar también la gravedad del daño espiritual o material que ha sido
causado.
b) (2º elemento).— Hay INCONVENIENTES EN REPARAR?
Estos inconvenientes pueden existir:
1.— De parte del C. (Ej.: marcha penosa, costosa para volver a encontrar al P. Infamia en
confesa el propio error).
2.— De parte del P.: ( Ej.: El P. experimenta fastidio en volver sobre una confesión pasada;
se escandalizaría al saber que el C. ha cometido un error, si no un pecado).
c) (3er. elemento).— ¿Ha cometido el C. un error INVOLUNTARIO, o ha pecado MÁS O
MENOS GRAVEMENTE?
1.— En El caso de error culpable, cl C. está obligado en justicia a reparar un error grave,
aun a costa de graves inconvenientes.
2.— En el caso de error no culpable, el C. puede estar obligado a reparar su error grave, sea
en justicia, sea en caridad, pero con la condición de que la reparación no traiga consigo graves
inconvenientes.

229.— D) Modo de reparar.— Hay que distinguir dos casos:


a) Nuevo encuentro en el confesonario.— El C.
puede reparar fácilmente su error volviendo a dar una
absolución válida, haciendo al P. las advertencias
convenientes.
b) Encuentro fuera del confesonario.— La reparación es más delicada y depende de la
naturaleza del error que hay que reparar:
1.— Si el C. debe hacer alusión a lo que afecta al secreto sacramental, debe PEDIR
PERMISO Al P. para hablar de ello.
2.— Si Se trata de una deficiencia personal del C. (Ej.: se ha olvidado de dar la absolución)
el C. puede hacérselo saber al P. SIN PEDIRLE PERMISO.
N.B.— La obligación' de pedir el permiso al P. es independiente de la culpabilidad del C.;
existe solamente y cada vez que entre en juego el secreto sacramental.

CAPÍTULO PRIMERO
ERRORES — QUE INVALIDAN — LA ABSOLUCIÓN
230. Generalidades.— La invalidez puede provenir::
de una DEFICIENCIA DEL C. (Ej.: olvido, falta de jurisdicción);
de una DEFICIENCIA DEL P. (Falta de contrición, negarse a aceptar las obligaciones
impuestas).
En cuanto a la OBLIGACIÓN DE REPARAR EL ERROR, si el P. no se ha acusado más que
de pecados veniales el daño es poco considerable; el C. no está obligado a costa de graves
inconvenientes.

72
Si el P. se ha acusado de pecados mortales, el daño es diferente según que el P. esté o no
en peligro de muerte.
Artículo primero
EL P. SE HA ACUSADO DE PECADOS MORTALES
ESTÁ EN PELIGRO DE MUERTE

231. Principio.— Poco importa la causa de la invalidez o la culpabilidad del C. Si el P. está


aún en estado de extrema necesidad (Cf. 44-1º), el C. debe ir a su lado a fin de disponerlo bien
y darle una absolución válida.
El C. debe hacer esta nueva diligencia aun con peligro de su vida; porque va en ello la
salvación eterna de un alma1.

Artículo segundo
EL P. SE HA ACUSADO DE PECADOS MORTALES
PERO NO ESTÁ EN PELIGRO DE MUERTE

Las obligaciones del C. no son las mismas si ha sido culpable que si no lo ha sido.
I.— ERROR CULPABLE (Cf. 226 a)
Principio.— La culpabilidad del C. puede obligarlo a veces a penosas diligencias.

232.— Situación del P.—El C., por malicia o grave negligencia no ha absuelto válidamente
al P. en estado de pecado mortal (el P. no está en peligro de muerte).
1º— (1er. Caso), y el P. no absuelto se confiesa de nuevo.
El C. hará que el P. renueve la acusación de los pecados de su vida pasada en general, de
un modo especial de aquellos de que se ha acusado cuando hizo su última confesión. Si es
necesario, el C. se asegurará de las buenas disposiciones del P. (la absolución pudo haber sido
inválida por defecto de contrición) y dará la absolución.
2º— (2.° Caso), y el P no vuelve e confesarse.
Como el C. ha sido culpable, debe tomar la INICIATIVA DE LA BÚSQUEDA (Cf. 228-c-1).
Si el C. vuelve a encontrar al P. POCO TIEMPO DESPUÉS (en el comulgatorio aun en la
calle) y la invalidez es imputable a solo el C. (olvido, falta de jurisdicción), el C. puede dar la
absolución, por lo menos bajo condición2 (Cf. 229-b-2).
Si el C. no vuelve a encontrar al P. sino MUCHO TIEMPO DESPUÉS, o si la invalidez
proviene de las MALAS DISPOSICIONES DEL P. el C. deberá pedir permiso al P. para volver
sobre su confesión pasada (Cf. 220-b-1)
Como el error ha sido culpable, el C. deberá pedir este permiso aunque de ello resulten
graves inconvenientes para él mismo (Cf. 228-c-1). Por ejemplo: alguna infamia.
El C. dirá:
“¿Me permite que le hable de cosas que tienen relación con su última confesión?”
Si el P. responde: sí el C. agregará:

1
El C. debería asimismo hacer esta nueva diligencia si la Extremaunción dada a un moribundo sin
conocimiento hubiera sido inválida.
2
El C. puede suponer razonablemente que las buenas disposiciones del P. que se ha confesado recientemente
duran todavía.

73
“Debo decirle que no estaba usted en las debidas disposiciones para ser perdonado”, o bien:
Hace mucho tiempo que yo lo confesé por última vez... y me olvidé de darle la absolución...
¿Se ha confesado usted desde entonces? ¿Está usted con las disposiciones requeridas para
recibir la absolución sin confesarse de nuevo?

II.— ERROR —NO CULPABLE (Cf. 226 b)

Principio.— La inocencia del C. lo eximirá de obligaciones demasiado penosas.


233.— Situación del P.— El C. por error involuntario no ha absuelto válidamente al P.
en estado de pecado mortal. (El P. no está en peligro de muerte).
1º.— (1er. Caso) y el P. no absuelto se confiesa de nuevo.
El C. obrará como en el número precedente (1er. Caso).
2º.— (2º Caso), y el P. no absuelto no vuelve a confesarse.
Como el C. no ha sido culpable, NO está OBLIGADO, por lo menos en justicia, a ir en
busca del P.
Si el C. va en busca del P. obrará como en el número precedente, 2º caso, salvo que la
obligación será un poco diferente.
En efecto el C. no culpable no estará ESTRICTAMENTE OBLIGADO a reparar su error,
si para ello tuviera que pedir permiso al P. para hablarle de su confesión pasada, y si esta
petición implicara para él graves inconvenientes (Cf. 228-c-2).
El C. se creerá tanto menos obligado cuanto que tendrá razones para suponer que el P. se
confesará todavía durante su vida.

CAPÍTULO SEGUNDO
ERRORES —QUE NO INVALIDAN— LA ABSOLUCIÓN
234. Generalidades.— Aunque estos errores dejan intacta la validez del sacramento, pueden
ser muy perjudiciales, ya sea para el P., ya para una tercera persona.
Los Tratados de Moral estudian extensamente la reparación de los errores concernientes a
la obligación de restituir, porque es éste un problema especialmente difícil.
Pero hay otras reparaciones que no por ofrecer una complicación menor, tienen menos
importancia: son las que interesan al bien espiritual del P. Ejemplos: El C. ha dicho al P. que
había pecado donde en realidad no lo había...; el C. no ha obligado a una ruptura saludable con
una ocasión próxima libre..., o no ha prescrito los remedios que son capaces de hacer cesar un
hábito gravemente culpable... etc.
Cuando un juez, por incompetencia personal, condena a un inocente; cuando un médico se
equivoca en sus recetas y hace morir a su cliente— la ley les obliga a reparar el error.
Respecto del sacerdote todo sucede en el secreto de su conciencia. Pero sus negligencias
en reparar sus errores, aunque no aparezcan a los ojos de los hombres, no escapan al juicio de
Dios.
Artículo primero
ERRORES RELATIVOS A LA OBLIGACIÓN DE RESTITUIR

Diversas hipótesis son las que hay que considerar. El C. ha podido inducir positivamente
al P a error —y, al obrar así, pudo ser o no culpable—. El C. ha podido simplemente dejar al
P. en su error, no diciéndole nada para corregirlo.
74
235.
I. El C. HA INDUCIDO —POSITIVAMENTE— A ERROR AL P.

Todavía hay que distinguir, según que el error


del C. haya sido culpable o no.

236. 1º) El error del C. ha sido —CULPABLE (Cf. 226-a).


Este error no lo es en un solo sentido. En efecto: el C. ha podido decir al P. que no estaba
obligado a restituir —de donde el daño para una tercera persona (1er. Caso), o el C. ha podido
decir al P. que estaba obligado a restituir— de donde el daño para el P. (2º Caso).
Distingamos los dos casos:
Situación del P.— A) 1er. CASO.— El P. se ha acusado de haber causado un perjuicio
importante al señor X, o de poseer un bien de valor que pertenece de hecho al mismo
señor X.
El C. se ha equivocado al decir que el P. no estaba obligado a restituir.
El error del C. ha sido gravemente culpable (Cf. 226-a). Por ej.: él se dio cuenta de que
debía diferir para más tarde la resolución de este caso difícil de conciencia —y por descuido,
o por falsa vergüenza respondió de cualquier manera... y se equivocó.
El C. está obligado, en justicia, a reparar el daño causado al señor X. Por consiguiente,
tratará de advertir al P., aun a costa de graves inconveniente (Cf. 228-c-1).
(Iª hipótesis).— Y el C. logra advertir al P.
Esta hipótesis supone que el P. ha venido de nuevo a confesarse —o, por lo menos, si el
encuentro ha tenido lugar fuera del confesonario, que el. P. ha permitido al C. que vuelva sobre
su confesión pasada (Cf. 229).
De este modo el C. ha reparado su error culpable; ya no tiene por qué inquietarse más1.
(2ª hipótesis).— Y el C. no puede advertir al P.
Sucederá esto si el C. no puede volver a ver al P. —o si, habiéndole encontrado fuera del
confesonario, no ha podido obtener el permiso de volverle a hablar sobre la confesión pasada.
Entonces el C. está obligado a reparar las consecuencias de su falta —y debe restituir al
señor X la deuda que con él tenía el P.
Situación del P.— B) 2º CASO.— El P. no estaba obligado n restituir —Y EL C. ha
pecado gravemente al afirmar al P. que debía restituir.
El C. es causa positiva, injusta y eficaz del DAÑO CAUSADO AL P. —si éste ya ha
restituido indebidamente.
El C. deberá, pues, ADVERTIR AL P. Si no lo logra (véase 236-2ª hipótesis), o si le hace
la advertencia demasiado tarde, una vez que ha sido efectuado el pago, el C. deberá
REEMBOLSAR AL P. LO QUE ÉSTE HA ENTREGADO. En algunas circunstancias
excepcionales podría suceder que la tercera persona devolviese al P. lo que le ha sido entregado
indebidamente.

237. 2º) El error del C. NO HA SIDO CULPABLE (Cf. 226-b)


El error puede tomarse —como anteriormente— en dos sentidos diferentes:

1
Sin embargo, si el C. no ha advertido al P. sino muy tardíamente, de tal suerte que éste ya no esta dispuesto
a restituir o ya no es capaz de hacerlo, el C.; debe encargarse él mismo de la restitución.

75
En el 1er. Caso —hay perjuicio para una tercera persona.
En el 2º Caso —hay perjuicio para el P.
Distingamos aún los dos casos:

238. Situación del P.— 1er. CASO.— El P. se ha acusado de haber hecho un mal al señor
X. El C. se ha equivocado al decirle que no estaba obligado a restituir.
El error del C. no ha sido culpable (Cf. 226-b).
Desde el momento en que el C. se da cuenta de su error debe tratar de advertir al P.
(1ª hipótesis).— Y el C. podría advertir fácilmente al P. No lo ha hecho.
El C., por la no-retractación culpable de su error involuntario, se ha convertido en causa
formal injusta y eficaz del perjuicio causado al señor X.
Por lo tanto, deberá restituir en lugar del P.
(2ª hipótesis).— Y el C. no podría advertir al P. o podría, pero debiendo superar para
ello inconvenientes relativamente graves.
El C. a veces podrá pecar contra la caridad.
No pecará contra la justicia y, por lo tanto, no estará obligado a restituir en lugar del P.

239. 2º CASO.— El C., con toda tranquilidad de conciencia ha declarado al P. que estaba
obligado a restituir, cuando en realidad no lo estaba.
El C. debe ADVERTIR AL P., si es que lo puede hacer sin inconvenientes relativamente
graves. En su defecto, estará obligado a reembolsar al P. lo que éste ha pagado indebidamente.
N.B.— Se ve la diferencia que hay con el número 238 (1ª hipótesis). Aquí, si el C. ha
advertido al P., siempre que haya podido hacerlo sin inconvenientes relativamente graves, no
está obligado a devolver al P. lo que éste quizá ya ha pagado indebidamente.
En efecto: aquí el C. no tiene que reprocharse ninguna falta.

II. EL C. —NO HA ADVERTIDO —AL P. LE HA DEJADO EN SU ERROR

240. Principio.— El error del C. puede ser CULPABLE o INCULPABLE (Cf. 226). Aun en el
caso de que sea gravemente culpable, el C. nunca está obligado a restituir.
En efecto: fuera del contrato o de una ley, la OMISIÓN no puede ser nunca un pecado
CONTRA LA JUSTICIA. Ahora bien: no hay evidentemente contrato entre el C. y la tercera
persona que ha podido ser lesionada por el silencio del C. En cuanto al cuasi-contrato tácito
habido entre el C. y el P., él obliga solamente al C. a administrar una absolución válida al P.
bien dispuesto; no obliga a instruir exactamente al P. acerca de la extensión de sus
obligaciones.
Por consiguiente el C. no esta nunca obligado a reparar las consecuencias de su silencio,
más que por CARIDAD. Por lo tanto, no está obligado a hacerlo si ha de sufrir graves
inconvenientes, y nunca puede ser obligado a restituir.
N.B.— Hay que hacer la excepción para el caso en que el silencio del C. equivalga a una
aprobación positiva.

241. Cuadro de recapitulación concerniente al error relativo a la obligación de restituir —


Véase al final del libro, cuadro IV).

Artículo segundo.

76
A LAS OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER
ERRORES RELATIVOS A LA ADVERTENCIA QUE HAY QUE DAR
A LOS REMEDIOS, A LOS CONSEJOS

242. Principio.— En el artículo precedente hemos estudiado detalladamente la reparación de


los errores del C., que han acarreado un perjuicio material al P. o a una tercera persona.
Como decíamos ya más arriba (Comienzo del capítulo II), el C., por sus palabras o por su
silencio, ha podido causar un daño espiritual aún más grave al P.
Este artículo III, menos explanado que el artículo I, es, sin embargo, MUY IMPORTANTE.
Debe ser considerado de cerca por el C. que se da cuenta de su responsabilidad, que examina
frecuentemente las confesiones que acaba de oír —como se ha explicado respecto de las
cualidades intelectuales del C. (Cf. núms. 5 y 6). Entonces, si este C. concienzudo llega a
descubrir algún error, se apresurará a repararlo en la medida de lo posible.

243. 1º Error relativo —a las OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER.


A) El C. ha EXIGIDO DEMASIADO (Ej.: en lo referente a la castidad del matrimonio, al
amor de los enemigos...) y el P., como consecuencia de una conciencia errónea, va a cometer
pecados formales.
B) El C. no ha sido BASTANTE EXIGENTE. Ha dejado cometer pecados materiales sin
razón suficiente y ha conducido de ese modo al P. a un laxismo más o menos caracterizado.

244. 2º Error relativo —a la ADVERTENCIA QUE HAY QUE DAR.


Él puede acarrear los mismos inconvenientes que el error relativo a las obligaciones que
hay que imponer.

245 3º Error relativo —A LOS REMEDIOS QUE HAY QUE PRESCRIBIR O A LOS
CONSEJOS QUE HAY QUE DAR.
E1 C. ha obrado como un MAL MÉDICO de las almas, que no les da los medios aptos para
que eviten las recaídas.

CONCLUSIÓN

Los errores del C. en estos diferentes aspectos pueden ser culpables o no, como se ha
explicado en el núm. 226. Se presentan bajo la forma de acciones o de omisiones.
Para apreciar la naturaleza, la gravedad, la extensión del deber de la reparación, habrá que
examinar los tres elementos considerados en el núm. 228.
Las reglas prácticas se inspirarán en lo que se ha dicho en el artículo I, relativo a la
restitución.

Artículo tercero.
ERRORES RELATIVOS A —LA INTEGRIDAD MATERIAL

246. Principio.— Se supone que ha sido asegurada la integridad formal (Cf. 62-B); por
consiguiente, la absolución ha sido válida.
En cambio el C. no ha asegurado la integridad MATERIAL (Cf 62-A) como habría de
haberlo hecho Ejemplos: el C. no ha dejado tiempo suficiente para que: el P. se acuse; no le
ha interrogado, suficientemente desde el punto de vista de la especie, de la gravedad, del

77
número y de las circunstancias de los pecados (Cf. I. II. 1ª Parte. Cap. I, art. III). E1 error del
C. es una falta de respeto debido al sacramento, que exige que el C. asegure, en cuanto le sea
posible, la integridad material de la acusación.
Sin embargo el P. no experimenta por ello un daño grande; los inconvenientes de la
advertencia, si ella no pudiera hacerse más que fuera del confesonario, bastan para excusar al
C. del deber de la reparación.

247. Situación del P.— 1º (1ª hipótesis).— E1 P. viene de nuevo a confesarse.


El C. podrá, casi siempre y sin serios inconvenientes, COMPLETAR LA ACUSACIÓN de
1a confesión precedente.
2º (2ª hipótesis).— El P. no vuelve a confesarse.
El C. se contentará con ARREPENTIRSE de su acción o de su omisión, si es que ella ha
sido culpable. De todas maneras, volverá a leer atentamente el capítulo primero del Libro II,
Primera Parle, relativo a la integridad que hay que asegurar.

Artículo cuarto.
ERROR RELATIVO A —LA PENITENCIA QUE SE HA DE IMPONER

248.— Principio.— El C. ha omitirlo el dar una penitencia o no ha dado una penitencia


proporcionada a la gravedad de los pecados y a las disposiciones del P.
La esencia del Sacramento está intacta; sólo su integridad es la que ha sido asegurada.
El C. no tiene que reparar su error si no puede advertir al P. más que fuera del confesonario.

249. Situación del P.— 1º (1ª hipótesis).— El P. vuelve a confesarse.


El C. tratará de que el P. se arrepienta de los pecados de su vida pasada, en particular de los
pecados acusados en su última confesión; dará una penitencia proporcionada a los pecados
acusados precedentemente y actualmente.
2º (2ª hipótesis).— El P. no vuelve a confesarse.
Si usted se ha OLVIDADO de dar una penitencia, tome la resolución de darla siempre
inmediatamente antes de la absolución; así estará menos expuesto a olvidarse. ,
Si no ha dado usted una penitencia CONVENIENTE, vuelva a leer con cuidado el capítulo
VI del libro II, 1ª parte: Penitencia que hay que imponer.

LIBRO TERCERO
LOS PENITENTES
EN PARTICULAR

PRIMERA PARTE

DIVERSAS DISPOSICIONES

CAPÍTULO PRIMERO
LOS NO-OCASIONARIOS
78
I.— INTRODUCCIÓN

250. Advertencia previa.— Las dificultades mas grandes con que tropieza el C. se relacionan
por lo general con los P. que se encuentran en ocasión de pecado: en este punto las decisiones
del C. son más importantes por sus consecuencias, y los errores desgraciadamente posibles
son los mas nefastos.
Las reglas de conducta del C. no son las mismas cuando el P. se halla en ocasión de pecado
que cuando no se halla en ella. “ Para mejor confesar” importa, pues, mucho, distinguir
claramente estas grandes categorías de P.
La primera se designa con el nombre de OCASIONARIOS. Para la segunda no existe ningún
término clásico. La expresión de “intrínsecamente débil” no es suficientemente adecuada.
Que el lector tenga a bien excusar una palabra compuesta, muy burda, pero que tiene el
mérito de definir exactamente la comprensión y la extensión del concepto, y de oponer
claramente las dos categorías distintas. La segunda categoría será, pues, denominada
NO-OCASIONARIOS.

251. II.— Descubrimiento de los OCASIONARIOS y de los NO-OCASIONARIOS.


Se trata de resolver el siguiente problema:
¿Se encuentra el P. en una CIRCUNSTANCIA EXTERNA (Persona, cosa, acontecimiento)
que SOLICITE al PECADO?
El problema se plantea de dos modos diferentes, según que, el P. ya haya pecado o no.

252. Situación del P.— 1º) 1ª HIPÓTESIS. El P. ya ha cometido el mismo pecado muchas
veces.
Pregunte usted al P.:
¿En qué circunstancias comete usted esos pecados?
Acuérdese usted de las principales circunstancias: ¿quién? ¿dónde?, ¿cuándo?, ¿cómo?,
¿por qué?
“¿Qué es lo que a usted lo impulsa a cometer esos pecados?”
“¿Tal o cuál PERSONA?” (Amigo, compañero de trabajo).
“¿Tal o cuál COSA?” (Un libro malo contra la fe o las costumbres).
“¿Tal o cuál ACONTECIMIENTO?” (Un encuentro, un viaje).
“¿Dónde le sucede eso?” (Escuela, cine, oficina).
“¿EN QUÉ MOMENTO?” (De noche, de día, durante una visita).
Si los pecados del P. van unidos a la presencia del encuentro de tal persona o de tal cosa, si
son cometidos casi siempre en tal sitio, en tal momento, en tal circunstancia, usted deberá
concluir:
El P. es un Ocasionario.
Al contrario. si los pecados no son cometidos por causa de circunstancias bien
caracterizadas, si provienen más bien del temperamento, de un hábito malo, concluirá usted:
El P. es un No-ocasionario.

253. Situación del P.— 2º) 2ª HIPÓTESIS.— El P. no ha pecado todavía, pero se encuentra
o se va a encontrar pronto, en tal o cual circunstancia (Presencia de una persona, de una
cosa; encuentro, acontecimiento) que lo expone al pecado.

79
Aun antes de que el P. haya tenido la triste experiencia del pecado puede usted juzgar si tal
circunstancia constituye o no una ocasión de pecado.
Lo juzgará teniendo en cuenta estos dos elementos:
1º Lo que SUCEDE GENERALMENTE en parecidas circunstancias (ex communiter
contingentibus).
2º La PROPIA FRAGILIDAD de tal P. particular.
Deducirá usted que el P. es un Ocasionario o, por el contrario, un No-ocasionario.
N.B.— El género “ocasión de pecado” comprende especies muy diferentes (próxima,
continua, necesaria, etc.) Las estudiaremos detalladamente en el capítulo siguiente. Por el
momento basta que el C. se dé cuenta si el P. es ocasionario o si no lo es.

Artículo primero
DIVERSAS ESPECIES DE NO-OCASIONARIOS.— COMO SE DESCUBREN

254. Generalidades.— Puede suceder que el No-Ocasionario no peque frecuentemente; es el


caso más simple. El C. no tendrá más que asegurar los elementos de la buena confesión, tales
cuales se los ha estudiado en el Libro II, Primera Parte.
Desgraciadamente sucederá que el No-Ocasionario peca frecuentemente: entonces es un
HABITUDINARIO. El hábito tal vez sea VOLUNTARIO, tal vez INVOLUNTARIO.
Si el P. todavía no ha confesado en confesión los pecados provenientes de su hábito, —es
un HABITUDINARIO SIMPLE— si ya los ha confesado —es un HABITUDINARIO RECIDIVO:
se lo designa con frecuenta con la palabra RECIDIVO.
Entre los recidivos hay que distinguir todavía: recidivos FORMALES y Recidivos
MATERIALES.
De donde la necesidad de estudiar detalladamente estas diferentes especies de
No-Ocasionarios.

I.— HABITUDINARIO EN GENERAL


HABITUDINARIO SIMPLE — RECIDIVO

255. I.— Habitudinario EN GENERAL.


A.— DEFINICIÓN.
Todo aquél que durante un largo espacio de tiempo cae frecuentemente en los mismos
pecados, sin que haya, entre cada pecado, un largo intervalo1.
B.— ELEMENTOS CONSTITUTIVOS DEL HÁBITO.
Dos elementos son dignos de consideración:
1º La DURACIÓN del PERÍODO durante el cual ha pecado el P.
2º FRECUENCIA DE LOS PECADOS durante ese período.

1
La mayor parte de los moralistas reserrvan el nomhre de habitudinario para aquél que
cpmete con relativa frecuencia los mismos pecados, como consecuencia de una inclinación
interna. Esta concepción es más rigurosa dcsde el punto de vista filosófico.
Desde el punto de vista del “Para mejor confesar” parece que se puede considerar también como habitudinario
a aquel en quilen la frecuencia de los pecados resulta de las ocasiones en que se encuentra. Esta noción de
habitudinario, entendida así en sentido amplio, puede combinarse también con la de ocasionario y la de
no-ocasionario.

80
Según la naturaleza del pecado se necesita tal duración y tal frecuencia para que el P. sea
un habitudinario. Cuanto mayor es la facilidad con que se cometen los pecados, tanto más
numerosos deben ser para constituir un hábito. Por lo tanto, se necesita mayor número para
los pecados internos que para los pecados externos; un mayor número para las acciones que
se cometen sólo que para las que se cometen con un cómplice.
C.— EJEMPLOS DE HABITUDINARIOS.
A) Pecados de PENSAMIENTOS o PALABRAS (impurezas, blasfemias, murmuraciones).
Duración: muchos meses. frecuencia: dos o tres veces por semana.
B) Pecados de ACCIÓN cometida a SOLAS (ebriedad, impureza).
Duración: muchos meses. Frecuencia: 1 vez por semana.
C) ACCIONES cometidas con un CÓMPLICE.
Duración: un año. Frecuencia: 1 vez por mes.

256. — 2º Habitudinario SIMPLE-RECIDIVO.


A.— HABITUDINARIO SIMPLE.
Es el habitudinario que todavía no ha confesado su hábito culpable. (Ej.: un carrero que ha
adquirido el hábito de la blasfemia, de pecar contra la pureza después de su última confesión
pascual).
B.— RECIDIVO.
Es el habitudinario que recae continuamente en los mismos pecados después de muchas
confesiones.

257. 3º.— CÓMO SE DESCUBRE el HABITUDINARIO en general.— Por lo general ello se


logra a propósito de la “Integridad que hay que asegurar”.
Para conocer el número de los pecados cometidos con frecuencia, el C. habrá tenido que
indagar acerca de la DURACIÓN y de la FRECUENCIA. (Véase la manera de interrogar,
número 91 a 93).
Teniendo en cuenta lo que se acaba de decir (Cf. 255), el C.. juzgará si el P. es, sí o no, un
habitudinario.

258. 4º.— CÓMO SE DESCUBRE al SIMPLE habitudinario y al RECIDIVO.


Todo C. puede saber si se trata de un HABITUDINARIO SIMPLE o de un RECIDIVO.
Situación del P.— El P. sea por sus confesiones espontáneas, sea por las preguntas del
C., ha sido ya reconocido como habitudinario en general (Cf. 257).
Le será a usted muy fácil distinguir entre habitudinario simple y recidivo. Le bastará con
que pregunte al P.:
“¿Ya se ha confesado desde que tiene este hábito malo? ¿Ya se lo dio a conocer a su C.?

259. Advertencia importante.— Se ve que no es de ningún modo necesario haber confesado


a un P. muchas veces para saber si es recidivo o si no lo es.
Un C. que está de paso puede darse cuenta muy fácilmente de ello proponiendo las
preguntas muy simples que se acaban de indicar.
Todo C. está ESTRICTAMENTE OBLIGADO a averiguar si el P. es recidivo o no; porque
su conducta de C. respecto de los remedios que se han de prescribir y de la absolución que se
ha de dar no es la misma en ambos casos.

81
II.— Hábito VOLUNTARIO — Hábito INVOLUNTARIO

La conducta del C. debe tener en cuenta con mucho cuidado esta distinción.

260. 1º) NOCIONES.


A)— HÁBITO voluntario.
El hábito malo es voluntario en su grado máximo si el P. ha querido positivamente
contraerlo y quiere todavía positivamente conservarlo para pecar más fácilmente y con más
frecuencia. (Ej.: el P. ha hecho acto expreso de adquirir el hábito de blasfemar para injuriar a
Dios más aún). Este caso es bastante raro cuando se trata de malos hábitos.
El hábito es aún voluntario si el P. teniendo conciencia de él. NO LO HA REPUDIADO y
no lo combate. (Ej.: el P. comprueba que tiene el hábito de pecar contra la pereza pero no hace
nada para desembarazarse de él). Este caso es mucho más frecuente.
El P. que tiene un hábito voluntario es ya indirectamente responsable de sus numerosos
pecados futuros; no está actualmente desapegado del pecados y no tiene un firme propósito.
B).— HÁBITO involuntario.
El P. ha tenido conciencia de su mal hábito; lo RETRACTA desconociéndolo y lo
COMBATE GENEROSAMENTE.
Evidentemente que por eso no está curado, y tal vez continúe pecando con más o menos
frecuencia. Pero en el momento en que se confiesa, hic et nunc, el P. no es ya responsable de
sus pecados futuros, actualmente está desapegado del pecado1.

261. 2º) COMO SE DESCUBRE el hábito VOLUNTARIO o el INVOLUNTARIO.


Nada más fácil. El C. preguntará al P:
“¿Se arrepiente usted sinceramente de su mal hábito? ¿Está usted decidido a hacer lo que
yo le diga para combatirlo eficazmente?”

III.— Recidivo FORMAL — Recidivo MATERIAL

Esta distinción es de capital importancia para el C.

262.— 1º) NOCIONES


A.— Recidivo Formal.
Se requieren simultáneamente dos condiciones:
1ª Condición.— El P. se ha CONFESADO BIEN en su última confesión; el C. le ha indicado
los remedio conveniente para combatir su mal hábito.
2ª Condición.— El P. no ha hecho NINGÚN ESFUERZO SERIO:
a) ni para luchar contra la tentación (Recaídas por eso, mismo frecuentes2, sin combate,
muy pronto después de la última confesión).
b) ni para poner en práctica los remedios prescritos.
B.—Recidivo Material.
El P. puede ser recidivo material de dos modos diferentes.

1
Advirtamos además que los pecados cometidos ulteriormente serán menos libres en sí mismos y por
consiguiente menos culpables, en razón del influjo ANTECEDENTE del hábito malo involuntario.
2
Si las tentaclones han sido mucho más numerosas o más fuertes, Ias recaídas habrán podido ser tanto más
frecuentes, aunque el P. haya hecho ESFUERZOS SERIOS.

82
1er. Modo: EL P. SE HA CONFESADO MAL ANTERIORMENTE.
El confesor precedente no ha cumplido con su deber, no ha advertido al P. acerca de la
gravedad de su mal hábito, y no le ha señalado ningún remedio.
2º Modo: EL P. HA HECHO SERIOS ESFUERZOS:
1) sea luchando contra la tentación (Ha recaído, pero con menos frecuencia, después de
haber resistido durante largo rato. No ha recaído sino un tiempo después de su última
confesión).
2) sea poniendo seriamente en práctica por lo menos uno u otro de los remedios prescritos.
N.B.— La noción de RECIDIVO FORMAL INVETERADO no tiene interés más que para el
P. que se encuentra en ocasión próxima necesaria (Cf. 306).

263.— 2º) CÓMO SE DESCUBRE a los recidivos FORMALES o a los MATERIALES.


Ello debe hacerse con mucho cuidado.
Situación del P.— El P. ya ha sido descubierto como habitudinario (Cf. 257).
Ya ha confesado su mal hábito, y por lo tanto es recidivo.
Formal
Pero ¿es recidivo: o
Material?
El C.: ¿Le ha advertido su C. acerca de la gravedad de su mal hábito? ¿Le dijo lo que había
que hacer para curarlo?”
El P: “No, el C. no me ha dicho nada''.
Conclusión: RECIDIVO MATERIAL.
El P.: Sí, el C. me dijo lo que yo tenía que hacer”.
Entonces debe usted proseguir su interrogatorio:
El C. ¿Ha hecho usted serios esfuerzos para LUCHAR CONTRA LA TENTACIÓN? (Ej.:
orando, distrayéndose). ¿Por cuánto tiempo ha resistido usted después de su última confesión?
¿Ha recaído con mucha frecuencia? Si es así, ¿fue a causa de las tentaciones que fueron
más fuertes, más numerosas?
¿Ha hecho usted serios esfuerzos para PONER EN PRÁCTICA LOS CONSEJOS DEL C.?
¿Qué medios ha empleado para enmendarse?) (Haga preguntas acerca de los remedios
generales y particulares para el mal hábito del P.).
1ª hipótesis: Hay un comienzo de mejoramiento. El P. ha hecho serios esfuerzos, ya sea en
la lucha contra la tentación, ya sea en el empleo de los remedios prescritos.
Conclusión: RECIDIVO MATERIAL.
2ª hipótesis: Ninguna enmienda, ningún esfuerzo serio.
Conclusión: RECIDIVO FORMAL.

Artículo segundo
NO-OCASIONARIOS
CONFESIÓN de los
HABITUDINARIOS SIMPLES

264. Principio.— Todo el problema se reduce a esto: ¿es VOLUNTARIO o INVOLUNTARIO


el hábito del P.? (Cf. 260 y 261).

83
Si hasta el presente el hábito del P. era voluntario hará usted de manera que el P. aborrezca
su mal hábito y quiera combatirlo. De otro modo no hay absolución.
Pero si el P. está muy decidido a poner en práctica los remedios que usted le indica, no hay
razón valedera para poner en duda su sinceridad: puede absolverlo inmediatamente

265. Situación del P.— El P. ha cometido con frecuencia los mismos pecados. Usted ha
descubierto que es no ocasionarlo (Cf. 252) y que es habitudinario simple. (Cf. 258).
A.— Integridad que hay que asegurar.— El hábito es VOLUNTARIO o no? (Cf. 260 y
261).
El C: “¿Se daba usted cuenta de que tenía un mal hábito? ¿Qué hacía usted para
combatirlo?”
Aún en el caso de que el hábito fuera ya involuntario debe usted prescribir remedios.
El C. “En lo futuro ¿está firmemente decidido a hacer lo que Dios le pida?”
B.— Remedios que se han de prescribir.— Imponga entonces al P:
a) Tales o cuales REMEDIOS GENERALES (Oración cotidiana, ejercicio de la presencia de
Dios, mortificación, etc.).
Insista especialmente en que renueve el propósito cada mañana, y en que examine todas las
noches los remedios que ha empleado.
Exija también, en cuanto sea posible, la confesión inmediata después de la caída.
Para más detalles, véase más arriba, 170-A.
b) Tales o cuales REMEDIOS PARTICULARES.
Ellos tienen por fin directo extirpar un hábito malo determinado. (Ej.: mortificación de los
sentidos contra la impureza; abstención de bebidas alcohólicas contra la intemperancia).
Muchas veces se tratará de luchar contra alguno de los pecados capitales que según su
misma definición son la fuente de numerosos pecados y por consiguiente de malos hábitos
(Véase más adelante, los Pecados Capitales, 608 y siguientes).
C.— Penitencia que hay que imponer.— Tenga en cuenta su carácter medicinal (Cf. 183
y 184).
D.— Absolución que hay que dar.— Si el P. promete sinceramente poner en práctica los
remedios prescritos, debe ser considerado como bien dispuesto.
Puede dar usted la absolución de un modo absoluto.
Si el P. se niega sin rodeos o se muestra vacilante, debe ser considerado como mal o
dudosamente dispuesto. Obre usted tal como se ha dicho en el libro II (P. mal dispuesto: 202
a 206; P. dudosamente dispuesto: 207 a 209).

Artículo tercero
NO-OCASIONARIOS.
CONFESIÓN de los
RECIDIVOS MATERIALES.

El P. se ha confesado mal anteriormente: o se ha confesado bien y ha hecho serios esfuerzos


ya sea para luchar contra la tentación, ya para poner en práctica los remedios prescritos.
Respecto de él no hay, por lo tanto, NINGUNA PRESUNCIÓN DESFAVORABLE.

266. Situación del P.— El P. ha pecado con bastante frecuencia.

84
Ha descubierto usted que era: no-ocasionario (Cf 252).
que era habitudinario (Cf. 257).
que era recidivo material (Cf. 263).
A.— Advertencia que hay que hacer.— Si el P. todavía no ha sido advertido, usted le
hará ver la GRAVEDAD de su mal hábito. De todos modos podrá recordársela.
B.— Contrición que conviene excitar.— Según lo que hemos dicho al comienzo del
artículo, no hay presunción desfavorable respecto del P. recidivo material.
Por consiguiente, obrará usted como respecto del P. en general (Cf. 140 y siguientes).
C.— Remedios que se han de prescribir.— Si el P. todavía no ha sido advertido, usted le
indicará los remedios generales y particulares, como se ha indicado a propósito de los
habitudinarios simples (Cf. 265-B).
Si el P. ya ha sido advertido, podrá volver usted sobre los remedios precedentes, insistiendo
más en ellos. O también podrá indicar otros.
D.— Penitencia que se ha de imponer.— Dar una que sea verdaderamente medicinal. (Cf.
183-184).
E.— Absolución que hay que dar.— El recidivo material se encuentra en condiciones
análogas a las del P. no-ocasionario y que no es habitudinario.
Obre por consiguiente, como se ha indicado a propósito del P. en general. (Cf. 196 y
siguientes).
Por lo tanto. si el recidivo material presenta los signos ordinarios del P. bien dispuesto (Cf.
198). Le dará usted la absolución de una manera absoluta.

Artículo cuarto
NO-OCASIONARIOS.
CONFESIÓN de los
RECIDIVOS FORMALES.

267.— PRESUNCIÓN DESFAVORABLE RESPECTO DE ELLOS.


Conforme a lo que hemos dicho más arriba (Cf. 262-A), el P. recidivo formal ha sido
advertido en su confesión precedente acerca de lo que tenía que hacer para corregirse.
El P. no ha hecho nada, por así decirlo. Ningún esfuerzo serio para luchar contra la
tentación. Por eso sus recaídas han sido frecuentes. Ha caído de nuevo muy pronto después de
su última confesión.
No ha hecho más esfuerzos para poner en práctica los remedios prescritos por el C.
precedente .
Su hábito parece ser voluntario.
Además se puede uno preguntar con todo derecho si se desprendió del pecado cuando hizo
su confesión precedente.
Todo esto hace temer que, actualmente, está todavía apegado al pecado. Hay, por
consiguiente:
PRESUNCIÓN DESFAVORABLE.
respecto de su contrición y de su firme propósito.

85
Los signos ordinarios de contrición no son ya una garantía suficiente: el C. debe asegurarse
de la presencia de “signos extraordinarios de contrición”1.

268.— 2º “Signos EXTRAORDINARIOS de contrición


A. Signos relativos a la GRACIA MISMA.
a) El P. ha venido a confesarse por un motivo puramente sobrenatural (a raíz de un sermón,
de un retiro , de la muerte de un amigo, de un peligro inminente).
b) El P. ha debido superar una gran dificultad (un camino largo, el sacrificio de un salario,
la oposición de los suyos, etc.).
c) El P. ha venido con absoluta espontaneidad, sin ninguna presión exterior (este signo vale,
sobre todo en las regiones donde la fe languidece y donde el respeto humano no impele, sino
todo lo contrario, a confesarse).
B. Signos relativos A LOS ELEMENTOS MISMOS DE LA CONFESIÓN.
a) Intensidad de la acusación.
El P. ha confesado un pecado que hasta entonces tenía oculto.
El P. ha hecho una acusación humillante y detallada en cuanto a la especie, número y
circunstancias.
El P. no pide otra cosa que ser interrogado y responde gustosamente a las preguntas que se
le hacen.
b) Contrición y firme propósito.
El P. se ha excitado especialmente a sí mismo a la contrición por medio de la plegaria, la
penitencia y la limosna.
El P. ve mejor que nunca la gravedad de la ofensa hecha a Dios, del mal hecho a su alma,
del peligro de condenación.
Sus palabras parecen expresar un arrepentimiento que proviene realmente del corazón.
El P. lanza suspiros —derrama lágrimas, con la condición de que sus lloros manifiesten la
contrición de sus pecados y no un dolor puramente humano2.
El P. manifiesta espontáneamente un firme propósito particularmente sincero y eficaz.
c) Obligación que hay que imponer.
El P. ha cumplido ya con una obligación difícil (reconciliación, restitución). Acepta de todo
corazón las que usted le impone, por costosas que ellas puedan ser.
d) Remedios que se han de prescribir.
El P. promete espontáneamente poner en práctica los remedios de usted, aunque ellos sean
penosos.
e) Penitencia que hay que dar.
El P. pide por sí mismo una severa penitencia, o la acepta con prontitud.

269. Situación del P.— El P. ha pecado frecuentemente.


Ha descubierto usted que es —no-ocasionario (Cf. 252).
que es —habitudinario (Cf. 257).

1
No es necesario que la contrición en sí misma sea extraordinaria... sino que se nesitan SIGNOS
EXTRAORDINARIOS para asegurarse de la sinceridad de la contrición.
2
Una joven abandonada por su seductor podría llorar amargamente su abandono, sin arrepentirse bastante del
pecado mismo.

86
que es —recidivo formal (Cf. 263).
A. Contrición que hay que excitar.— a) Si el P. presenta desde el principio signos
extraordinarios de contrición (Cf. 268), usted está seguro de la sinceridad de su
arrepentimiento. Podrá. simplemente, hacer más actual y más viva la contrición del P.
b) Por el contrario, si no comprueba usted signos extraordinarios, debe presumir que el
recidivo formal está insuficientemente arrepentido. —Después de haber rogado interiormente
al Espíritu Santo, a Nuestra Señora, refugio de los pecadores, pondrá usted todo su empeño en
disponer bien al P. Ponga más acentuación en los REPROCHES.
“Apenas parece dolerse usted de sus pecados y, sin embargo, más que ningún otro, está
usted en mal estado de conciencia.”
“No ha hecho usted ningún esfuerzo serio para luchar contra la tentación. Ha vuelto a recaer
inmediatamente después de su última confesión —o siempre con tanta frecuencia.”
“Más que nadie, está usted expuesto a caer en el infierno” (Recuérdele con fuerza los
motivos de contrición imperfecta (Cf. 144).
“Más que ningún otro, ha causado usted pena al Buen Dios (Cf. 145-a), ha sido causa de
los sufrimientos de J.C.” (Cf. 145-b).
“¡Cuánto arrepentimiento tendría que tener usted de sus pecados!”
Insista asimismo, en la necesidad de un firme propósito serio y eficaz:
“¿Está realmente decidido esta vez a no pecar más? ¿A hacer serios esfuerzos para luchar
contra la tentación? ¿Para poner en práctica los consejos que yo le doy?”
Subraye también la necesidad de ser SINCERO:
“No basta decir: sí, a lo que yo le pregunto. Es necesario que sus palabras expresen de
verdad sus verdaderas intenciones; no puede usted engañar al Buen Dios. Aunque yo le diera
la absolución, si usted no está realmente decidido a no pecar más y a emplear los medios para
ello, Dios no le perdonará sus pecados; al contrario cargaría un pecado más sobre su
conciencia: una confesión sacrílega.”
Si con ocasión de sus reproches un poco fuertes la gracia de Dios toca a su P. —podrá usted
añadir algunas palabras de ESTÍMULO.
B. Remedios que se han de prescribir.— Insista usted en tal o cual remedio general o
particular, como se ha dicho a propósito de los habitudinarios simples (Cf. 265-B).
C. Penitencia que se ha de imponer.— Proponga al P. una penitencia un poco severa. Si
el P. la acepta con prontitud, esta aceptación se debe considerar como un signo extraordinario
de contrición. No olvidar el carácter medicinal de la penitencia (Cf. 183-184).
D). Absolución que se ha de dar.— Todo depende de las disposiciones del P., las cuales
se
revelan por la presencia o ausencia de los signos de contrición examinados más arriba.
Distingamos, pues, varios casos en lo que respecta a esta ABSOLUCIÓN.

270. 1er. CASO.— Y el P. recidivo formal ha manifestado desde el principio —”signos


extraordinarios de contrición” (Cf. 268).
Usted ha considerado al P. como suficientemente contrito. Luego de haber hecho
simplemente su contrición más actual, podrá darle la absolución en forma absoluta.
“Ha ofendido usted a Dios gravemente y con frecuencia. Pero veo que se duele
sinceramente de sus pecados — y yo tengo confianza en su propósito de no volver a comenzar

87
y de emplear los medios necesarios para llegar a ello. Dios, en su infinita misericordia, le va a
perdonar.''

271. 2º CASO.— Y el P., recidivo formal, no ha manifestado desde el principio signos


extraordinarios de contrición.
Presume usted que el P. está mal dispuesto. Pero, lejos de rehusarle inmediatamente la
absolución le excita vivamente a la contrición (Cf. 269-A-b).
Después de su plegaria interior y de su apremiante exhortación, pueden presentarse varias
hipótesis.
1º (1ª hipótesis).— Después de su exhortación, el P. manifiesta signos extraordinarios
de contrición.
Hay que considerar al P. como —BIEN DISPUESTO. Proceda usted como en el 1er. Caso
(270).
2º (2ª hipótesis).— A pesar de su exhortación, el P. permanece insensible. No está
decidido a luchar contra la tentación, ni a emplear los remedios prescritos.
Hay que considerar al P como —MAL DISPUESTO.
Con todos los miramientos requeridos, tales como se han indicado en el n. 204 le dirá usted
que por el momento no puede darle la absolución, etc.
3º (3ª hipótesis). (La más frecuente) — Y el P., recidivo formal, a pasar de su
exhortación. no manifiesta signos extraordinarios de contrición. Ha recibido más o
menos bien sus reproches. Parece dudosamente resuelto a luchar enérgicamente contra
la tentación, a emplear los remedios prescritos.
Hay que considerar al P. como —DUDOSAMENTE DISPUESTO.
Proceda, pues, como se ha explicado detalladamente en los núms. 207 y 208.
Si hay inconvenientes graves en diferir la absolución (Cf. 209-B), podrá dársela
inmediatamente bajo condición. A veces hasta deberá dársela.
Si no los hay, difiérala para más tarde (Cf. 209-A)
Podrá usted agregar:
“Vuelva usted dentro de algunos días... cuando haya hecho esfuerzos para luchar contra la
tentación, para poner en práctica mis consejos. Entonces, de todo corazón yo le daré el perdón
de Dios... No le exigiré que se haya corregido, sino que haya hecho ESFUERZOS PARA
CORREGIRSE.”

272. Nota 1.— Reproches y palabras de estímulo.


Toda dirección de conciencia supone una cierta dosis de reproches y de palabras de aliento.
Ponga usted el acento sobre uno u otro elemento, teniendo en cuenta la categoría del P.:
recidivo material o formal, su temperamento, las circunstancias litúrgicas, etc.
Para excitar más a la contrición insista generalmente en los REPROCHES:
“¿Todavía ha caído usted con frecuencia? Hubiera podido conducirse mejor, ¿no es cierto?
Luchar más contra la tentación, poner más en práctica los consejos dados.”
Para excitar más al firme propósito infunda usted ESTÍMULO:
Para un recidivo material: “Ya ha hecho usted algunos progresos”. Para un recidivo formal:
“esto no ha existido en el pasado”. Para ambos: “esto irá mejor en el futuro si usted hace
exactamente lo que yo le he dicho. Tenga confianza en la gracia de Dios, en N. S., en la
Santísima Virgen.”

88
273. Nota II.— Cambio de régimen.
El recidivo es una especie de enfermo crónico; es bueno que de tiempo en tiempo el médico
cambie de receta. El mismo remedio empleado sin discontinuidad puede perder su eficacia. Y,
además, el enfermo, el recidivo, espera que al cambiar de procedimiento terapéutico la cosa
vaya mejor.
Conclusión: No prescriba siempre el mismo remedio. Insista un día en la oración; otra vez
en la mortificación en general; otra vez sobre tal o cual remedio en particular.

274. Nota III.— Acerca del gran número de pecados cometidos. Su absolución.
La absolución de los recidivos no ofrece dificultad a causa del número de los pecados
cometidos.
Los méritos infinitos de N.S.J.C. pueden borrar todos los pecados del mundo, los más
numerosos y los más graves.
“Cuius una stilla salvum facere totum mundum quid ab omni scelere.”
La absolución que se ha de dar depende exclusivamente de la contrición actual del recidivo;
ésta puede ser moralmente cierta aun cuando el P. haya pecado mucho —y no existir, o no ser
sino muy dudosa, aunque el P. no haya cometido sino pocas faltas.

275. Cuadro de recapitulación relativo a los NO-OCASIONARIOS (Véase al fin del libro,
cuadro V).

CAPÍTULO SECUNDO
LOS OCASIONARIOS
INTRODUCCIÓN

Ha interrogado usted al P. como se ha dicho más arriba (Cf. 251 a 253). Le ha preguntado
en qué circunstancias se encontraba o iba a encontrarse (Presencia de personas, de cosas...
sucesos) y ha concluido usted que él es OCASIONARIO.
Ahora se trata de descubrir a qué especie de ocasionarios pertenece el P.

Artículo primero
DIVERSAS ESPECIES DE OCASIONARIOS

Hay que considerar muchas divisiones, independientes, por otra parte las unas de las otras.

I. Ocasión PRÓXIMA — Ocasión REMOTA.

División en razón del influjo de la ocasión.

276. 1º) DEFINICIONES.


a) Ocasión próxima.— Es la que constituye un gran peligro de pecado: el P. está expuesto
a pecar frecuentemente.
Hay — 1) frecuencia ABSOLUTA: Cuando el P. ha pecado un gran número de veces
durante un cierto lapso de tiempo.

89
Hay — 2) frecuencia RELATIVA: Cuando el número de pecados, en proporción con el
número de ocasiones, es una cifra notable.
b) Ocasión remota.— Es la que no constituye un gran peligro de pecado.

CÓMO SE DESCUBRE la ocasión —PRÓXIMA.


Como respecto de la ocasión en general, el problema se plantea de modo diferente, según
que el P. ya haya pecado o no.

277. Situación del P.— A) (1ª hipótesis). El P. ya ha pecado muchas veces y por causa de
las circunstancias en que se encontraba, es ocasionario.
En primer término verá usted si hay frecuencia ABSOLUTA:
“Desde hace cuánto tiempo está usted en esta ocasión? ¿Cuántas veces ha pecado en
conjunto?”
Si, por ejemplo, el P. ha pecado una docena de veces en un año, ha pecado frecuentemente.
Poco importa el número de veces en que se ha presentado la ocasión: está en ocasión próxima
Si no hay frecuencia absoluta, verá usted si no hay — frecuencia RELATIVA:
“¿Peca usted cada vez que se presenta esta ocasión? ¿En qué proporción, más o menos?”
Comience por sugerir una cifra elevada —como cuando se trata de la Integridad del número
que se ha de asegurar.
Si el P. ha pecado — 2 o 3 veces entre 4—
5 o 6 veces entre 12 —está en ocasión próxima.
En caso de visitas cotidianas, si el P. ha pecado 10 veces por mes: ocasión próxima.
En caso de visitas semanales, si el P. ha pecado 6 o 7 veces durante un semestre: ocasión
próxima.
N.B.— No hay que darle demasiada importancia a este cómputo matemático. Con
frecuencia tocará a la prudencia del C. el apreciar el influjo más o menos grande de la ocasión.

278.— B) (2ª hipótesis).— El P. no ha pecado aún; pero se encuentra o se va a encontrar


pronto en tal o cual ocasión.
A priori definirá usted la ocasión como próxima o remota teniendo en cuenta dos elementos:
1º Lo que SUCEDE GENERALMENTE en tales ocasiones (“ex communiter
contingentibus”).
2º La FRAGILIDAD PROPIA de tal o cual P.

II.— Ocasión libre.— Ocasión NECESARIA.

División en razón del motivo de la ocasión.

279.— Definición:
a) Ocasión libre.— Ocasión que puede ser FÁCILMENTE evitada.
b) Ocasión necesaria (Física o moralmente).— Ocasión que no puede ser evitada en
absoluto o que no puede serlo SIN GRAVES INCONVENIENTES para la vida, la salud, la
reputación o cualquier otro bien importante de orden espiritual o temporal. (Ej.: un prisionero
peca con un compañero de cautiverio —una pupila con su tutor. Una persona de cincuenta
años ejerce una profesión que le impulsa a embriagarse).

90
280.— CÓMO SE DESCUBRE la ocasión libre o la ocasión necesaria.
Bastará interrogar al P. si es que sus confesiones espontáneas no han sido suficientes para
que usted se diera cuenta de ello.

III. —Ocasión CONTINUA. —Ocasión DISCONTINUA

División en razón de la duración de la ocasión:

281. DEFINICIONES.— SU DESCUBRIMIENTO.


a) Ocasión continua.— Estado de cosas PERMANENTE que es la fuente de una serie de
actos pecaminosos.
Pertenece a la categoría de la relación. Su característica es la de poderse romper de un sólo
golpe, por medio de un acto positivo: la supresión del fundamento de la relación. (Ej.:
presencia constante de objetos tales como libros heréticos, imágenes obscenas o presencia de
personas: concubinato. Relaciones especiales de amistad: noviazgo, lazos culpables con una
persona que no habita bajo el mismo techo. Profesión: representante de licores).
b) Ocasión discontinua.— Ocasión que se presenta en INTERVALOS SEPARADOS los
unos de los otros (Ej.: Asistencia a espectáculos malos, frecuentación de cabarets, de casas
públicas).
Esta ocasión no es una relación permanente que pueda ser cortada positivamente de un solo
golpe: la ruptura consistirá en un cierto número de abstenciones, de omisiones (Ej.: cada
sábado se evitará asistir al baile malo).
N.B.— La naturaleza de la ocasión basta para descubrir su cualidad de continua o
discontinua.

282. EJEMPLOS DE OCASIONES.


1º) Contra la FE.
Lectura de libros, de diarios irreligiosos, frecuentación asidua de no católicos; escuelas
neutras; asistencia a conferencias irreligiosas o heréticas; matrimonios mixtos, etc.
2º) Contra la CASTIDAD.
Concubinato. Promiscuidad imprudente. Conversaciones con malos compañeros. Bailes;
ciertas representaciones teatrales o cinematográficas. Lecturas, estatuas, imágenes obscenas.
Algunos juegos de sociedad. Frecuentación y noviazgo demasiado libres. Ciertas profesiones.
3º) Contra la TEMPLANZA.
Cafés. Trato frecuente con alcohólicos. Ciertas diversiones familiares o públicas. Ciertas
profesiones.
4º) Contra la JUSTICIA.
Ciertas funciones públicas o políticas que permiten enriquecerse injustamente; ciertas
profesiones comerciales y bancarias.

283. Corolario.— Ocasiones remotas de pecados mortales y ocasiones próximas de


pecados veniales.
No puede haber, a lo sumo, más que pecado venial en exponerse a ellas sin razón alguna.
Prácticamente, sobre todo en nuestro mundo moderno, un gran número de acciones,
honestas y útiles por otra parte, pertenecen a esta categoría; querer evitarlas sería renunciar a
vivir.

91
Los problemas que se le plantean al C. se refieren casi exclusivamente a los P. que se hallan
en OCASIÓN PRÓXIMA de PECADOS MORTALES.
Únicamente estas categorías de P. merecen una especial atención; vamos a estudiarlas
sucesivamente:
—libre y —continua (Art. II)
P. en ocasión próxima —libre y —discontinua (Artículo III)
—necesaria. (Art. IV)

Artículo segundo.
LIBRE
CONFESIÓN de los P. en OCASIÓN y
CONTINUA

284. Alejamiento.— FÍSICO de la ocasión.


A) NECESIDAD.
El alejamiento físico de la ocasión próxima es el mejor medio de evitar el pecado.
Cuando la ocasión próxima es libre, el alejamiento físico de ella, por la definición misma
de ocasión libre (Cf. 270-a) no ofrece ningún inconveniente grave . El P. no tendrá, por
consiguiente, un firme propósito suficiente si, por lo menos, no PROMETE alejarse físicamente
de la ocasión.
Algunas veces el C. deberá exigir una —PRUEBA de HECHO— antes de dar la absolución.
B) EN QUÉ CONSISTE.
El P. en ocasión continua se halla en un estado de cosas permanente (Cf. 281-a).
El alejamiento físico consistirá en una —ruptura radical que puede y debe realizarse de una
sola vez (Destrucción de un libro malo, despido de una concubina).

285. Conducta del C.— No será siempre la misma según que el P. se acuse por primera vez
o sea recidivo.
Estudiemos por separado las dos situaciones del P.

I.— El P. SE ACUSA PRO PRIMERA VEZ

El C. no procederá siempre de idéntica manera. Para mayor claridad distingamos entre


conducta ORDINARIA y EXCEPCIONAL del C.

286. 1º) Conducta —ORDINARIA —del C.


Principio.— Con frecuencia se tratará de una ruptura penosa (separarse de la concubina;
para un alcohólico, alejarse de las botellas de ajenjo).
Si el P. fuera absuelto antes de haber roto efectivamente con la ocasión continua, se volvería
a encontrar frente a ella después de haber sido perdonado. El P. no vería ya con tanta claridad
la necesidad de romper inmediatamente con la ocasión, puesto que habría sido absuelto;
diferiría indefinidamente esta ruptura y tal vez no tendría más ánimo para resolverse a ello.
Por el contrario, si el P. no ha recibido la absolución, el deseo de recibirla le hará consentir
más fácilmente en el doloroso sacrificio de la separación.

92
287. Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima. (Cf. 277
y 278).
Al interrogarle ha comprobado usted que él podía haber evitado fácilmente la ocasión;
por lo tanto, ocasionario —libre.
La naturaleza de la ocasión hace que ella sea —continua.
A. Advertencia que hay que dar.— El P. se acusa por primera vez.— El P. puede estar
en ignorancia respecto de la obligación de romper. ¿Hay que advertirlo? El problema,
especialmente delicado, se estudiará aparte (Cf. 300-303).
B. Obligación que hay que imponer.— RUPTURA INMEDIATA1. Recordemos que esta
ruptura debe hacerse de un solo golpe. Exija, pues, un acto —único y bien determinado.
Para persuadir al P. inspírese en lo que se desarrollará más adelante (Cf. 315-A-a).
C. Absolución que se ha de dar.— DIFIERA LA ABSOLUCIÓN —hasta el momento en
que el P. haya roto efectivamente con la ocasión, Dígale:
“Ciertamente, yo confío en su promesa. Pero es mejor para usted que no le dé en seguida
la absolución. Si se la diera, no tendría usted ya ánimo para separarse de esa persona —cosa—
empleo,
“¡Vaya! Hágalo lo mejor que pueda y cuanto antes. Venga a verme pronto. Yo le absolveré
al instante.”

288. 2º) Conducta — EXCEPCIONAL — del C.


Principio.— Puede suceder que el aplazamiento de la absolución sea INÚTIL; así pasa
cuando la ocasión no influye tanto sobre la voluntad del P. (Ej.: detención de un libro malo al
cual no está muy apegado el P.). La ruptura será fácil; para absolverle podrá usted contentarse
con una promesa.
A veces hasta será PERJUDICIAL el diferir la absolución: el P. experimentaría por ello un
daño grande (peligro de muerte; infamia) o no volvería a encontrar al C., sino con mucha
dificultad; o el P., débil en la fe, abandonaría la práctica de los sacramentos. Por otra parte,
como el P. se acusa por vez primera, no tiene usted razones especiales para desconfiar de su
promesa. Puede, pues, absolverle inmediatamente contentándose con esa promesa.
289. Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. es ocasionario (ocasión próxima)
(Cf. 277-278) —libre (Cf. 279-280) —continua (Cf. 281-a) Se acusa por primera vez.
La dilación de la absolución sería inútil (P. poco apegado a la cosa) o hasta tal vez
perjudicial (P. en peligro de muerte).
A) Advertencia que se ha de dar (La misma nota de arriba.
B) Obligación que no hay que imponer —RUPTURA.
C) Absolución que se ha de dar —Si usted cree que la promesa del P. es sincera y eficaz
(lo cual sucederá casi siempre. puesto que el P. se acusa por vez primera), absuélvale
INMEDIATAMENTE, sin esperar la ruptura efectiva.

II. — P. RECIDIVO

290. Principio.— El P. no ha roto aún con la ocasión próxima continua; ha FALTADO a su


PROMESA una y hasta muchas veces, y esta promesa se limitaba a un sólo acto de voluntad
que no implicaba graves inconvenientes.

1
Se supone evidentemente que el C. no ha tenido que guardar silencio, dejando al P. en su ignorancia
invencible.

93
El P. parece MAL DISPUESTO. Tal vez, extremando un poco, se le podría considerar como
dudosamente dispuesto.
Sea de ello lo que fuere, y para acudir en ayuda de la debilidad de voluntad del P., debe
exigir usted la
Prueba de Hecho
es decir, la ruptura —efectiva— de la ocasión.
Salvo un caso de extrema urgencia, DIFIERA LA ABSOLUCIÓN hasta ese momento.

291. Advertencia importante.— No distinga aquí entre recidivo material —y recidivo


formal.
Esta distinción había que hacerla cuando se trataba de los NO-OCASIONARIOS; hay que
conservarla también en los OTROS CASOS DE OCASIONARIOS.
Aquí, ¡nada de distinciones!
No puede contentarse usted aquí con signos extraordinarios de contrición; no tiene que
convertir la ocasión en moralmente remota, como se verá a propósito de las ocasiones
necesarias.
Aquí, si la primera vez creyó usted conveniente contentarse con una promesa, en caso de
recidivo, poco importa que haya habido esfuerzos, comienzo de mejoramiento; exija siempre
la RUPTURA DEFINITIVA
antes de dar la absolución (salvo el caso de extrema urgencia).
N.B. Por no tener en cuenta es la advertencia, demasiados C. se engañan torpemente, no
exigiendo esta prueba efectiva. De ello resultan muchas veces consecuencias muy graves para
las almas: lo veremos detalladamente a propósito del onanismo conyugal (Cf. 757).

292. Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima (Cf.
277-278) —libre (Cf. 279-80) — continua (Cf. 281-a).
También ha descubierto que es recidivo (Cf. 258).
Por otra parte no hay verdaderamente extrema urgencia para el P. en recibir
inmediatamente la absolución.
A. Obligación que se ha de imponer —RUPTURA EFECTIVA.
Insista más aún sobre la necesidad y los motivos de la ruptura inspirándose en lo que se
desarrollará más adelante (Cf. 315-A-a).
B. Absolución que se ha de dar —Salvo caso de urgencia. DIFIERA LA ABSOLUCIÓN.
Dirá usted:
“Usted ya prometió separarse de la ocasión pero no lo ha hecho. Realmente lo siento, pero
no puedo darle la absolución antes de que usted haya cortado por lo sano. Hágalo lo antes
posible; venga a verme en seguida y le absolveré inmediatamente.

Artículo tercero
LIBRE
CONFESIÓN de los P. EN OCASIÓN y
DISCONTINUA

293. Alejamiento FÍSICO de la ocasión.


A) NECESIDAD.
Se impone por la misma razón que para el P. en ocasión libre y continua (Cf. 282-A).

94
Por lo tanto, el P. no tendrá un firme propósito suficiente si no PROMETE alejarse
físicamente de la ocasión.
B) EN QUÉ CONSISTE.
No puede realizarse de una sola vez, como para el P. que está en ocasión continua.
Este alejamiento físico se compone de una serie de abstenciones: El P. debe evitar
encuentros peligrosos que lo arrastrarían fuertemente al pecado.
La ruptura no se hace, pues, efectiva, sino después de un tiempo mas o menos largo. Cuando
el P. se acusa por vez primera, sería ciertamente riguroso en demasía diferir la absolución hasta
el momento en que la ruptura pudiera considerarse como consumada: a veces habría que
aplazar la absolución en muchas semanas y hasta en muchos meses.
Se contentará. pues, usted con una PROMESA sería de ruptura. Como el P. no ha faltado a
promesas anteriores, no tiene usted razones positivas para poner en duda su sinceridad.

294. Conducta del C. — También aquí hay que distinguir el caso del P. que se acusa por vez
primera y el caso del recidivo.

I.— EL P. SE ACUSA por PRIMERA VEZ


(No recidivo)
Principio.— El C., después de haberse asegurado de que el P. está resuelto a alejarse
físicamente de la ocasión, podrá dar la absolución inmediatamente.
295. Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima (Cf. 277 y
278), libre (Cf. 279 y 280), discontinua (Cf. 281-b). (Ej.: un soltero adulto que asiste a malos
espectáculos). El P se acusa por primera vez.
A) Advertencia que hay que dar: Como para la ocasión continua (Cf. 287-A).
B) Obligación que se ha de imponer: PROMESA de no asistir más al espectáculo malo.
C) Absolución que se ha de dar: No tiene usted razón para sospechar de la sinceridad de la
promesa; por lo tanto, dé la absolución INMEDIATAMENTE.

II.— P. RECIDIVO

296. Principio.— Cuando se trataba de un P. en ocasión libre y continua, y de un P. recidivo,


usted debía esperar siempre, salvo de caso de urgencia, la ruptura electiva, antes de dar la
absolución (Cf. 292-B).
¿Debe proceder de la misma manera cuando la ocasión es discontinua? Considere las
consecuencias de una respuesta afirmativa: debería diferir usted la absolución en muchas
semanas, si es que no también en muchos meses (Cf. 293-B) — lo cual no es conforme a la
disciplina penitencial de nuestro tiempo. Prácticamente hay:
IMPOSIBILIDAD de esperar una RUPTURA CONSUMADA.
Sin embargo como el P. es recidivo, debe verificar usted más de cerca la autenticidad de su
contrición y de su firme propósito, especialmente en cuanto a la promesa de evitar la ocasión.
Por consiguiente tendrá que distinguir entre RECIDIVO FORMAL y RECIDIVO
MATERIAL.
Aplique aquí lo que se ha dicho a propósito del NO-OCASIONARIO RECIDIVO (Cf. 262 y
263).
Interrogue, pues. al P., y sus respuestas le permitirán descubrir a qué especie de recidivo
pertenece, y obre en consecuencia.

95
297. Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima (Cf.
277-278) libre (Cf. 279-280) discontinua (Cf. 281-b). Se ha dado cuenta también de que
es recidivo (Cf. 258)
El C.: ¿Ha tomado usted como una obligación el romper con la ocasión? ¿Ha hecho
esfuerzos serios para EVITAR LA OCASIÓN? Después de su última confesión, ¿cuanto
tiempo ha permanecido sin ponerse en esa ocasión? ¿Se ha puesto en ella con mucha
frecuencia? ¿Ha hecho serios esfuerzos para PONER EN PRÁCTICA los consejos de su C.?”
(Para más detalles, véase el núm. 263).
Según las respuestas del P. distinguirá usted:
A) (1ª hipótesis).— Y el P. es recidivo material.
Obre como se ha explicado para los NO-OCASIONARIOS (Cf. 266), y por consiguiente
puede dar la absolución de modo absoluto.
B) (2ª hipótesis).— Y el P. es recidivo formal.
Aplique prudentemente todo lo que ha sido extensamente explicado a propósito de los
NO-OCASIONARIOS RECIDIVOS FORMALES (Cf. 267 y siguientes).
Usted verá si el P. manifiesta signos extraordinarios de contrición (Cf. 269). De no ser así
incítelo con fuerza a la contrición (Cf. 269-A-b), y según la actitud del P. ante la exhortación
de usted, le dará la absolución en forma absoluta (Cf. 271-lº); se la negará (Cf. 271-2º); se la
dará inmediatamente bajo condición o la diferirá (Cf. 271-3º).

298. NOTA I. Severidad comparada del C. según dos situaciones del P.:
1ª —El P. es no ocasionario recidivo.
2ª.— El P. está en ocasión próxima libre discontinua. Es recidivo.
Por otra parte, en igualdad de circunstancias, será usted más severo cuando el P. se
encuentre en la segunda situación. En efecto: un P. manifiesta más apego al pecado si va en
busca de una ocasión que si consiente con una inclinación interior.

299.— NOTA II.— Pecado propio de la obligación de evitar la ocasión próxima de pecado
mortal.
El pecado se comete en el momento mismo en que el P. se pone voluntariamente en esta
ocasión, aun cuando el pecado se debe evitar no se siga de hecho. Ej.: un P. va al cine para ver
una película mala, que le despertará deseos gravemente culpables. Una vez que ha entrado se
para la electricidad, y la representación se suspende. Sin embargo el P. ha cometido un pecado
grave.

COROLARIO.— ADVERTENCIA QUE HAY QUE DAR O SILENCIO QUE SE HA


DE GUARDAR.
(Relativamente a la obligación de romper con la ocasión libre)

300. PRINCIPIO.— Puede suceder que el P. esté en ignorancia invencible respecto de la


obligación de evitar la ocasión próxima de pecado; obligación distinta de la de evitar el pecado
mismo, como lo demuestra a las claras la nota precedente (Cf. 299).
Se plantea entonces la cuestión sobre la advertencia que hay que dar.

96
En el libro II, núm. 126, se ha visto el siguiente principio: si el P. debidamente advertido
no va a enmendarse, en general es mejor guardar silencio, porque el P. no pecará entonces más
que materialmente.
El problema se presenta aquí de modo diferente; porque si el C. no advierte al P., éste
continuará cometiendo los pecados formales que resultan de la ocasión próxima libre.
Sin embargo, el “minus malum” puede ser todavía el silencio. En efecto: si el C. advierte
al P., y si éste no tiene en cuenta la advertencia, cometerá no sólo los pecados formales que
son casi siempre la consecuencia de la ocasión, sino también los pecados formales que
consisten en ponerse en la ocasión (Cf. 299).
Además. si el P. es débil en la fe, la obligación impuesta por el C. puede alejarlo de los
sacramentos durante mucho tiempo, y por lo mismo agravar mucho su estado.
Si consideramos el solo bien personal del P. en ignorancia invencible, no sería raro, sobre
todo en nuestra época y en ciertas regiones, que el C. debiera guardar silencio.
Pero también hay que tener presente el bien común de los fieles (Cf. 128), que podrá exigir
la advertencia del P. (Ej.: es la primera vez que una persona notable de la parroquia se suscribe
a tal diario, sin saber, por otra parte, que es malo. Si el C. no le advierte nada, los feligreses
creerán que es lícito leerlo).

301. Regla práctica.


Si no es EXCEPCIONALMENTE no guardará usted silencio ante el P. en lo que se refiere a
la obligación de evitar tal ocasión de pecado.
Hay 4 condiciones a la vez.
1ª Ignorancia VERDADERAMENTE INVENCIBLE (cf. 121-2º)1.
2ª AUSENCIA de ESCÁNDALO para los fieles.
3ª Ocasión NO DE TAL MANERA PRÓXIMA que el pecado se siga de ella casi siempre.
4ª P. DÉBIL en la FE. Como consecuencia de la obligación impuesta (ruptura de !a ocasión),
el P se alejaría de los sacramentos y hasta de las prácticas religiosas por mucho tiempo.

302. NOTA.— Estas condiciones pueden verificarse con más frecuencia cuando se trata de
ocasiones discontinua que son únicamente próximas para tal P. en particular. (Ej.: lectura de
una novela ligera, trato frecuente con cierta posibilidad de matrimonio).

303. NOTA II.— Aunque usted no imponga la estricta obligación de tener que romper sin
rodeos, exhorte al P. a huir de la ocasión peligrosa.

Artículo cuarto
CONFESIÓN de los OCASIONARIOS
(OCASIÓN NECESARIA)

Hay que considerar primero atentamente el problema del alejamiento moral de la ocasión.

304.— Necesidad del alejamiento moral.

1
No Es invencible cuando se trata de una ocasión MUY PELIGROSA. (Ej. Presencia de una sirvienta con la
cual se peca frecuentemente, asistencia a un espeectáculo muy obsceno).

97
Ya hemos dicho, a propósito de la ocasión libre, que el mejor medio de evitar el pecado es
alejarse físicamente de la ocasión: ruptura real con la ocasión continua, abstención perpetua
respecto de la ocasión discontinua.
Cuando la ocasión es necesaria, conforme a su misma definición, este alejamiento físico
presenta graves inconvenientes. Por consiguiente, al menos cuando el P. se confiesa por
primera vez, podrá usted contentarse con el alejamiento moral.
El P. no tiene que alejarse físicamente de la ocasión, sino emplear ciertos medios que,
regularmente, deben disminuir por lo menos considerablemente la frecuencia de los pecados
La ocasión, que hasta entonces era moralmente próxima, se convertirá así en moralmente
remota.

305.— ¿En qué consiste este ALEJAMIENTO MORAL?


Se pueden distinguir tres clases de medios aptos para hacer moralmente remota una
ocasión:
1ª clase.— Disminuir la fuerza de la ocasión:
2ª clase.— Disminuir la fuerza de la concupiscencia;
3ª clase.— Aumentar las fuerzas de la resistencia.
lº) DISMINUIR LA FUERZA DE LA OCASIÓN.
Ej.: Evitar toda familiaridad —toda conversación prolongada —cerrar la puerta con llave
—expresar vivamente al cómplice su horror al pecado— amenazarle con denunciarle a los
padres, a los superiores, etc....
2º) DISMINUIR LA FUERZA DE LA CONCUPISCENCIA.
Ej.: Modestia de los ojos —Trabajo asiduo— Mortificación —Moderación en la bebida.
3º) AUMENTAR LAS FUERZAS ESPIRITUALES DE LA RESISTENCIA.
Ej.: Oración —Meditación —Retiro.
Renovar cada mañana la resolución de no pecar más y pedir la gracia para ello. Oraciones
jaculatorias en presencia de la ocasión; apartar enérgicamente la imaginación. —Por la noche,
examen acerca del empleo de los medios.
Frecuentar más los Sacramentos.
Confesarse con un buen C. siempre con el mismo —e inmediatamente después de la caída
(uno de los medios más eficaces!)
N.B.— No imponga al P. todos los remedios a la vez. Tenga en cuenta su temperamento,
la naturaleza de la ocasión, las circunstancias.
Ensaye diversos medios para descubrir cuál es el más eficaz. Varíelos de tiempo en tiempo
—como para los no-ocasionarios recidivos (Cf. 272-273).

306. Conducta del C.— Cuando se trata de ocasión necesaria no es tan útil distinguir entre
ocasión continua y discontinua —a no ser cuando el C. llega hasta exigir el alejamiento físico
de la ocasión.
Por el contrario, la distinción entre P. no-recidivo y P. recidivo es aún más importante.
Parece que hay hasta interés en distinguir entre recidivo ordinario y recidivo formal
inveterado.
De ese modo se llega a la división siguiente:
1º) P. NO-RECIDIVO (se confiesa por primera vez);
2º) P. recidivo ORDINARIO (ya ha sido absuelto muchas veces);

98
3º) P. recidivo FORMAL INVETERADO (ya ha sido absuelto un gran número (le veces sin
ninguna enmienda).

OCASIÓN NECESARIA
I.— P.
NO-RECIDIVO

(Se confiesa por primera vez)


Puede contentarse usted con el alejamiento moral.
307. Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima (Cf.
277-278).
Al interrogarle ha reconocido que está en ocasión necesaria (Cf. 279-280). (Ej.: una
huérfana recogida por su tutor, peca frecuentemente con él).
El P. se acusa por primera vez.
A. Obligación que se ha de imponer.— El C.: “Está usted en una situación peligrosa para
la salvación de su alma. Sería mejor que se apartara de ella. Pero eso sería un sacrificio
demasiado grande. Yo no quiero imponérselo. Pero con la condición de que esté muy decidido
a poner los medios para no pecar más.”
Y usted le indicará tal o cual medio que habrá de convertir la ocasión en moralmente remota
(Cf. 305).
B. ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR: Déla inmediatamente.

OCASIÓN NECESARIA
II.— P.
RECIDIVO ORDINARIO

(Ya ha sido absuelto muchas veces).

308. PRINCIPIO.— Ya es cosa más delicada determinar la conducta del C.


Se plantea un primer problema. En el supuesto de que luego de muchos ensayos la ocasión
no haya podido convertirse en moralmente remota, ¿deberá exigir usted el alejamiento físico?
Esta solución radical acarrearía graves inconvenientes al P. y a veces aun a terceros. No parece
que la situación sea de tal modo desesperada como para que deba usted llegar a eso. Tal vez,
si se aplica mejor a ello, el P. logrará hacer moralmente remota la ocasión.
Un segundo problema se le plantea también al C. ¿Está el P. recidivo suficientemente
apartado del pecado como para recibir la absolución? Tendrá que distinguir usted entre
recidivo material y recidivo formal.

309. Cómo se descubre al recidivo MATERIAL o FORMAL1.


El C.: “¿Le han dicho a usted qué es lo que tenía que hacer para NO VOLVER A CAER
MÁS?”
“Después de su última confesión, ¿cuánto tiempo ha estado sin pecar? ¿Ha pecado con
mucha frecuencia? ¿Después de haber luchado? ¿Ha hecho serios esfuerzos para PONER EN
PRÁCTICA los consejos de su C.?...”, y pasará usted revista a los diferentes medios explicados
en el núm. 305, para hacer moralmente remota la ocasión.
1
Este número 309 da lo esencial de lo que se ha desarrallado a propósito de los No-Ocasionarios recidivos
(C. 262-263).

99
Si hay un esfuerzo serio, un comienzo de mejoría —el P. será RECIDIVO MATERIAL.
Si no hay esfuerzos ni mejoría alguna —el P. será un RECIDIVO FORMAL.

310.
OCASIÓN - NECESARIA
PRIMER CASO
RECIDIVO - MATERIAL

Puede esperar usted aún que el alejamiento moral baste un día para preservar al P.
totalmente del pecado1.
Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima (Cf. 277-278):
—que su ocasión es necesaria (Cf. 279-278);
—que él ha sido absuelto ya muchas veces de ese pecado.
Sin embargo, es un recidivo material (Cf. 309) (Esfuerzos serios, comienzo de
mejoría).
A. Obligación que se ha de imponer.— El C.: “Usted todavía no ha pecado mucho. Sería
mucho mejor que no estuviera más en esta ocasión. Pero, sin embargo. —ha hecho usted
esfuerzos. Hay algunos progresos y yo tengo confianza en usted para el futuro —pero con la
condición de que redoble sus plegarias, sus esfuerzos, especialmente sobre tal punto.”
Y teniendo en cuenta las caídas pasadas y el modo con que ellas se han producido, insista
en uno u otro de los medios propios para convertir la ocasión en moralmente remota (Cf. 305).
B. Absolución que se ha de dar.— “Como está usted decidido a proceder todavía mucho
mejor, yo le voy a dar la absolución INMEDIATAMENTE”.

311.

OCASIÓN NECESARIA
SEGUNDO CASO
RECIDIVO FORMAL

Comenzará usted a quedarse seriamente perplejo. ¿No es este el lugar de exigir el


alejamiento físico? ¿Está el P. suficientemente desprendido del pecado?
Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima (Cf. 27-278):
—que está en ocasión necesaria (Cf. 279-280):
—que ya ha sido absuelto muchas veces;
—que es recidivo formal (Cf. 309). Caída inmediatamente después de la última
confesión; faltas tan frecuentes; ningún esfuerzo serio para hacer moralmente remota la
ocasión.
A. Contrición que hay que excitar.— Sería demasiado largo repetir todo lo que se ha
explicado detalladamente respecto del NO-OCASIONARIO RECIDIVO FORMAL.
Remitimos, pues, al lector a todo lo que se ha dicho en el núm. 269-A.
B. Obligaciones que hay que imponer.— “Verdaderamente yo me pregunto si no debo
exigir que rompa usted terminantemente con la ocasión... No hay ninguna mejoría... ¿no es
este el momento de recurrir a los medios categóricos: cortar con la ocasión, separarse de ella?

1
Sería también provechoso volver a leer lo que se ha dicho a propósito de los NO-OCASIONARIOS que son
RECIDIVOS MATERIALES (Cf. 266).

100
“En fin... no considero todavía la situación como desesperada. Pero cuento con que en
adelante va a hacer usted serios esfuerzos, enérgicos esfuerzos: de lo contrario, ola próxima
vez me veré obligado a exigir medidas radicales...
C. Penitencia que hay que imponer.— Propondrá usted al P. una penitencia un poco
severa. Si el P. la acepta con prontitud, bastará eso para considerarlo como signo extraordinario
de contrición.
Cuide especialmente del carácter medicinal de la penitencia.
D. Absolución que hay que dar.— También aquí tenga usted a bien consultar lo que se ha
explicado largamente respecto de los no-ocasionarios en los números 270 y 271.
En resumen: si comprueba usted en el P., desde el comienzo o después de una vigorosa
exhortación, signos extraordinarios de contrición, puede darle la absolución en forma absoluta.
Si las disposiciones del P. permanecen dudosas, diferirá usted la absolución, cuando no hay
inconvenientes en diferirla.
Cuando existen tales inconvenientes la dará inmediatamente bajo condición

OCASIÓN NECESARIA
III.— P.
RECIDIVO FORMAL INVETERADO

(Ha sido absuelto muchísimas veces sin ninguna mejoría).

312. 1º) PERPLEJIDAD DEL C.— Según la definición misma de recidivo formal inveterado,
el P. ya ha sido absuelto un gran número de veces; y ha continuado, pecando siempre con igual
frecuencia y sin hacer ningún esfuerzo serio. Entonces, ¿de qué valdrá la contrición y el firme
propósito del P., si no está decidido a separarse físicamente de la ocasión? ¿Acaso no está uno
moralmente cierto de que el P. va a continuar viviendo en estado de pecado mortal?
¿No es cosa clara que existe un sólo medio de curación: el ALEJAMIENTO FÍSICO?
Por otra parte, el P. está en ocasión necesaria; a veces este alejamiento físico va a exigir de
su parte sacrificios heroicos. Entonces, ¿hay que imponerle este HEROÍSMO?
Esta situación del P. es verdaderamente
la cruz del Confesor.
Ya se deja entrever que todos los teólogos no resolverán este difícil problema de la misma
manera. Unos no ven más que una solución, que es la solución heroica: la ruptura. Otros
quieren creer aún en la posibilidad de una mejoría —si el P. pone seriamente en práctica los
medios propios para convertir la ocasión en moralmente remota.
Se pueden reducir a tres las diversas opiniones de los moralistas.

313. 2º) OPINIONES DIVERSAS.— Podemos distinguir tres escuelas: estricta, liberal,
intermedia.
A. Escuela estricta (San Alfonso, Merkelbach, Ter Haar).
Después de una larga experiencia, no han resultado eficaces los remedios propios para hacer
moralmente remota la ocasión (Cf. 305). El C. no puede ya esperar razonablemente que lo
sean un día.
Ahora bien: el P. no puede permanecer indefinidamente en la ocasión próxima de pecado,
o más bien en el pecarlo exactamente: está gravemente en peligro la salvación de su alma.
Por lo tanto, por mucho que pueda costar al Penitente:

101
RUPTURA CON LA OCASIÓN.
Esta ruptura será radical, si se trata de una ocasión continua (Cf. 284-B).
Esto es, por otra parte, lo que dijo N.S.: “Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo... Si
alguno ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí.”
NOTA.— Aun los mismos partidarios de la opinión estricta reconocen que, en ciertos casos
excepcionales, la conducta del C. puede ser diferente.
1er. Caso.— El P., al separarse de la ocasión peligrosa, caería en una ocasión peor aún.
(Ej.: un niño que dejara la escuela libre donde peca contra la pureza sería puesto en una escuela
laica donde su fe correría peligro). El P. se asemeja al que se halla en una ocasión físicamente
necesaria y de la que no puede separarse.
2º Caso.— El P., advertido de su obligación de romper, no hará caso de ello y dejará
totalmente de confesarse.
En esta hipótesis el “minus malum” consistirá en no obligar estrictamente al P. al
alejamiento físico. A veces el C. podrá absolver bajo condición, Sin embargo, si ese estado de
cosas se prolongara indefinidamente sin ninguna mejoría, el C. debería considerar al P. como
mal dispuesto y negarle suavemente la absolución. Inspírese usted en lo que se ha dicho en el
número 204.
B. Escuela liberal (Ballerini, Arregui, Genicot).
El problema no es esencialmente diferente después de un gran número de caídas, de lo que
era en las primeras acusaciones.
Si el P. no ha llegado a nada es porque no ha empleado los medios indicados por el C. Pero
éste no debe perder toda esperanza de obtener el alejamiento moral, insistiendo más que nunca
en la necesidad de poner en práctica sus consejos.
No hay razón para exigir el heroísmo del P. Por lo tanto, tratar al P, como a un:
RECIDIVO FORMAL ORDINARIO.
C. Escuela intermedia (Vermeersch).
Hay que distinguir según que la ruptura implique:
Sólo un GRAVE inconveniente;
O un GRAVÍSIMO inconveniente.
En la primera hipótesis — seguir la escuela estricta;
En la segunda, no exigir estrictamente el alejamiento físico —pero aconsejarlo
enérgicamente.

314. 3º) RESPONSABILIDAD DEL C.— Las exigencias del C. son, pues, muy diferentes
según que siga una u otra de las tres escuelas. Importa, por lo tanto, elegir la mejor.
Examine cada C. seriamente el valor de cada una de las opiniones y —delante de N.S,
adopte la que le parezca mas conforme “honori divino et animarum saluti” (Can. 888).
En una discusión teológica tan grave y tan fecunda en consecuencias, el autor de “Para
mejor Confesar” no tiene ciertamente la pretensión de proporcionar ningún argumento a la
''probabilidad extrínseca” de alguna de las tres opiniones. Séale únicamente permitido pensar
que, personalmente, no ve cómo se puede armonizar la opinión liberal con los rigurosos
preceptos del evangelio: “Si tu ojo..., etc.”

315. Situación del P.— Ha descubierto usted que el P. está en ocasión próxima (Cf.
277-278),

102
Está en ocasión necesaria (Cf. 279-280). (Ej.: una pupila recogida por su tutor peca con
él).
Es recidivo (Cf. 258),
Hasta ha sido absuelto un gran número de veces, sin ninguna mejoría —sin haber
hecho serios esfuerzos. Es, pues, recidivo formal inveterado.
a) ESCUELA ESTRICTA.
A. Obligación que se ha de imponer.— Salvo raras excepciones (Cf. Nota 313-A), el C.
dirá:
“Desde que usted promete enmendarse ya ve que no hay ningún progreso. Si permanece en
esta ocasión1, continuará viviendo ordinariamente en pecado mortal y su alma estará en gran
peligro de caer en el infierno.”
“Como C. tengo demasiada solicitud de su salvación eterna como para dejarle en este
estado. Por consiguiente, tiene que romper sin rodeos con la ocasión.”
Yo sé que exijo de usted un gran sacrificio hasta un sacrificio heroico... Lejos de su tutor
conocerá tal vez usted la miseria... Pero va en ello su eternidad. Está usted en la encrucijada
de dos caminos: o el camino del heroísmo, la santidad, o la senda que va al infierno. Tales
alternativas se presentan ya en el plano humano; es el caso del soldado a quien su jefe ordena
una misión peligrosa: si la acepta obtendrá la medalla de los héroes; si la rechaza, será
condenado a la muerte de los cobardes. Asimismo se condecora al médico que ha permanecido
en su puesto durante el curso de una epidemia: si huye, le señalan con el dedo.
“Además oirá al mismo N.S.: “Si tu ojo derecho te escandaliza, arráncatelo y arrójale lejos
de ti; porque es mejor para ti que perezca uno de tus miembros y no que todo tu cuerpo sea
arrojado a las llamas. Y si tu mano derecha te escandaliza, córtatela y arrójala lejos de ti... (Mt.
V. 29).
“Si alguno ama a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí” (Mt. X, 34).
¿De que sirve al hombre ganar todo el universo si acaba por perder su alma?'' (Mt. XVI,
26).
b) ESCUELA LIBERAL.
El C. se comportará como en el caso del recidivo formal ordinario (Cf. 311-B).
c) ESCUELA INTERMEDIA.
Si la ruptura implica solamente inconvenientes graves— el C. procederá como en a).
Si la ruptura implica inconvenientes — muy graves— el C. procederá como en b).
a) ESCUELA ESTRICTA.
B). Absolución que hay que dar.— Si se trata de una ocasión continua — el C. no dará la
absolución antes de la ruptura efectiva (Cf. 202-B).
Si se trata de una ocasión discontinua — el C. procederá exactamente de la misma manera
que con el recidivo ordinario formal. Pero será con todo más severo (Cf. 311-D) (1).
(1) Por lo tanto, sobre todo cuando se trata de la ocasión CONTINUA, el C. de la Escuela
estricta asume una actitud radicalmente diferente de los defensores de las otras escuelas.
b) ESCUELA LIBERAL.
El C. procederá lo mismo que con el recidivo formal ordinario (Cf. 311).
c) ESCUELA INTERMEDIA.

1
Esta exhortación vale sobre todo cuando la ocasión es continua.

103
Según que la ruptura implique inconvenientes simplemente graves —o extremadamente
graves— el C. obrará como en a), o como en b).

316. NOTA.— (A propósito de los ocasionarios recidivos en general).


Atenerse a lo que se ha dicho respecto de los no ocasionarios recidivos (Reproches y
palabras de estímulo, n. 272; cambio de régimen, n. 273; número muy grande de pecados
y de absoluciones, núm. 274).

317. Cuadro de recapitulación relativo a los OCASIONARIOS.


Véase al fin del libro Cuadro VI.

CAPÍTULO TERCERO
CONFESIONES QUE HAY QUE REPARAR
318. Nociones previos.
1º) CONFESIÓN —INCOMPLETA: confesión válida pero carente de integridad-material
(Cf. 62).
2º) Confesión SIMPLEMENTE —INVÁLIDA: confesión mala, pero cuya invalidez no ha
sido advertida por el P. cuando se confesaba.
3º) Confesión SACRÍLEGA: confesión nula y que el P. conocía bien que era mala.

Artículo primero
CONFESIÓN —INCOMPLETA —QUE HAY QUE COMPLETAR

319. PRINCIPIO.— Los pecados de la confesión incompleta, legítimamente omitidos, han


sido perdonados indirectamente (Cf. 60-B); queda la obligación de acusarlos, para que el C.
pueda juzgarlos y absolverlos directamente.
Situación del P.— El P. ha hecho una confesión válida, pero incompleta. (Ej.: Ha
olvidado algunos pecados; se ha confesado con un C. de lengua extranjera, etc.; véanse los
diferentes casos en que es imposible la integridad material (Cf. 107 y siguientes); quiere
ponerse en regla.
El C.: “Usted no podía confesarse de otra manera”. (Hacerle distinguir tos pecados
OLVIDADOS u OMITIDOS INVOLUNTARIAMENTE, y los pecados OCULTADOS
EXPRESAMENTE.
“Su confesión ha sido buena, pero incompleta. Basta que se acuse de los pecados mortales
de que no pudo acusarse entonces.”

Artículo segundo
CONFESIÓN —SIMPLEMENTE INVÁLIDA —QUE DEBE REPETIRSE

320. PRINCIPIO.— La absolución precedente ha sido nula; la acusación misma ha carecido


de valor.
El P. debe, por consiguiente, acusar de nuevo los pecados confesados en una confesión
inválida.

104
Si la confesión ha sido DUDOSAMENTE inválida, aconseje al P. (menos a los escrupulosos)
que la vuelva a repetir, insistiendo tanto más cuanto más ancha es la conciencia del P.: con
frecuencia será éste, el único medio para que el P. vuelva a encontrar la paz de su conciencia.

321. Situación del P.— El P. acude a usted diciendo que ahora se da cuenta de que una de
sus confesiones anteriores ha sido nula (Ej.: El P. se da cuenta AHORA de que cuando se
confesó no tenía verdaderamente ni contrición, ni firme propósito suficientes; el P. sabe
AHORA que el C. no tenía facultad para absolverlo. Le pide a usted que lo ponga en regla.
Asegúrese de que la confesión ha sido realmente inválida.
Vea también si no ha sido sacrílega.
“Cuando estaba usted haciendo su confesión ¿sabía que era nula?... ¿No?... Entonces ¿sólo
se dio cuenta de ello después?... Pues bien: en ese caso su confesión no ha sido mala, ha sido
simplemente nula Basta con que la haga usted de nuevo.”
1º) (1ª hipótesis)—Y usted mismo no ha oído la confesión nula, hecha a otro sacerdote,
o si la ha oído, ya no se acuerda usted más de ella.
El C .: “Esto será fácil. No tiene usted más que acusar de nuevo todos los pecados mortales
que ha confesado en esa confesión nula.
2º) (2ª hipótesis).— Y usted mismo ha oído esa confesión nula, y se acuerda de los
pecados acusados. al menos de una manera confusa.
El C.: “Esto va a se muy fácil. Como usted me ha confesado sus pecados a mí mismo, es
inútil repetirlos. Diga solamente: me acuso de todos los pecados que he acusado en esa
confesión inútil1”.

Artículo tercero
CONFESIÓN —SACRÍLEGA —QUE HAY QUE REPARAR

322. PRINCIPIO.— En cuanto confesión INVÁLIDA, véase el artículo precedente.


En cuanto SACRÍLEGA, hacer que el P. acuse la misma confesión sacrílega y todos los
sacrilegios que se han seguido después. (Malas comuniones, recepción sacrílega de otros
sacramentos, malas confesiones siguientes).

323. Situación del P.— El P. ha hecho una confesión sacrílega (Ej.: casi siempre porque ha
ocultado voluntariamente pecados mortales algunas veces porque sabía bien que le faltaba
contrición y firme propósito, o porque no había aceptado interiormente las obligaciones
impuestas por el C.). Se lo confiesa a usted en confesión y desea ponerse en regla.
Problema previo por resolver.
¿HAN SIDO TAMBIÉN SACRÍLEGAS TODAS LAS CONFESIONES POSTERIORES A LA
MALA CONFESIÓN?
(Personas de edad han vivido algunas veces en sacrilegio después de su primera comunión.
Por el contrario, no es raro que los niños olviden durante un cierto tiempo que una confesión
precedente ha sido sacrílega).
El C.: “Después de esa mala confesión, cada vez que usted se confesó, ¿se acordó de que
había ocultado un pecado? ¿Siguió ocultándolo?”

1
La confesión, aunque inválida, ha sido sacraemntal: si el C. recuerda bastante los pecados acusados, puede,
en consecuencia, sentar un juicio.

105
324. PRIMER CASO.
Todas las confesiones siguientes han sido sacrílegas.
Todavía hay que distinguir, según que las confesiones sacrílegas le hayan sido hechas a
usted mismo O a Otro sacerdote.
1º) (1ª hipótesis).— Y no es usted el que ha oído esas confesiones sacrílegas; o si las ha
oído, no ha conservado ningún recuerdo de ellas.
Hacer que el P. acuse:
1) Todos los pecados mortales acusados u ocultados en las
confesiones sacrílegas.
A.— Integridad que hay 2) Confesiones, comuniones que sacrílegas y otros
que asegurar sacrilegios (si los ha habido).
3) Todos los pecados mortales cometidos desde la última
confesión.
El C.: 1) “Todas sus confesiones han sido nulas. Por consiguiente tiene usted que acusar de
nuevo todos los pecados mortales —ACUSADOS u OCULTADOS— en todas sus malas
confesiones”.
Si el P. le dice a usted que no se acuerda mucho de ellos, usted lo interroga (Cf. 81 y
siguientes).
2) “¿Cuantas confesiones, comuniones sacrílegas y otros sacrilegios ha cometido usted?”.
Si el P. no lo sabe con exactitud, usted lo interrogará acerca de la duración y de la frecuencia
(Cf. 91 y siguientes).
3) “Como de costumbre, tiene usted que acusarse de todos los pecados mortales cometidos
desde su última confesión”.
B). Contrición que hay que excitar.— Motivos generales (Cf. 144-145). Motivos
PARTICULARES.— Insista en la malicia especial de la confesión sacrílega: “Usted ha mentido
al mismo Dios. Se ha servido del sacramento del perdón, y de la misericordia divina para
ofender a Dios”.
“¿Está muy decidido a confesar en adelante todos sus pecados en confesión, aun los más
vergonzosos?”.
C.— Remedios que se han de prescribir.— Remedios de orden general (Cf. 170-A).
Remedio PARTICULAR. Insista en:
a) la bondad del C.
“No tenga pues, más temor... El C. es siempre misericordioso como el mismo N.S.J.C... Y
además el C. conoce su propia debilidad... Ha oído a muchos otros... No lo estimará por eso
en menos; al contrario, admirará su sinceridad valiente.”
b) el valor de la humillación de la confesión.
“Usted ha pecado.... sabe bien que hay que reparar... Esta confesión que le resulta costosa,
que lo humilla, es ya un excelente medio de reparar”.
c) el secreto de la confesión.
“Usted sabe bien que el C. no puede decir nada absolutamente de lo que usted le ha
confesado. Antes tendría que arrostrar la muerte... Ha habido mártires de la confesión... Aun
en los tiempos recientes, bajo la ocupación, en los campos de concentración”.
d) la libertad de elegir C.

106
“Es posible que le cueste a usted demasiado confesar tal pecado a un sacerdote que lo
conoce en particular. Pues bien: Arrégleselas para confesarse en otra parte. Aunque su C.
habitual llegara a saberlo, no se ofendería, esté usted seguro de ello”.
D.— Penitencia que se ha de imponer.— El C.: “De suyo debería darle una penitencia
seria... al considerar todos sus pecados todavía no perdonados... todos sus sacrilegios: ¿Qué
podría hacer usted como penitencia?”.
Si el P. no propone nada, o propone una penitencia demasiado severa, indíquele una
penitencia conveniente (Cf. 175 y siguientes).
E.— Absolución que se ha de dar.— Exhortación sobre la alegría de N.S. en perdonar,
tanto más grande cuantos más pecados hay que absolver, sobre el gozo del P. que va a volver
a encontrar la paz perdida desde hacía mucho tiempo.
“¿Está usted más tranquilo? ¿Ha dicho exactamente todo?... Todavía no es demasiado
tarde... ¿Hay algo que todavía lo inquieta?... También yo me siento muy gozoso de darle una
buena absolución”.
Nota.— LLEGADA y DESPEDIDA del P.
Debe ser usted alentador de un modo especial cuando un P., sobre todo un P. habitual, está
en una actitud embarazosa.
Despídalo con tanta mayor bondad cuanto más pesada y penosa ha sido la confesión.
2º) (2ª hipótesis).— Y usted mismo ha oído todas las confesiones sacrílegas y se
acuerda suficientemente de ellas.
A.— Integridad que hay que asegurar.
1) Respecto de los pecados mortales acusados en todas las malas confesiones.
“Como usted es acusado conmigo de todos los pecados de sus confesiones sacrílegas, basta
que ahora se acuse de ellos una vez más en general. Agregue también los pecados que ha
ocultado.”
2) Respecto de los sacrilegios cometidos.
3) Respecto de los pecados mortales cometidos después de la última confesión.
4) Respecto de los otros elementos de la confesión.
(Véase 1º - 1ª hipótesis).
3º) (3ª hipótesis).— Y usted no ha oído más que una parte de las confesiones sacrílegas.
Combine las dos hipótesis precedentes.

325. 2º CASO.— Algunas confesiones han sido sacrílegas. Otras no lo han sido.
PRINCIPIO.— Las confesiones, hechas durante el período en que el P. no se acordó más de
que antes había hecho una confesión sacrílega, son válidas y normales: no hay nada que reparar
en ellas.
En cuanto a las confesiones sacrílegas en sí misma, obre usted como en el caso precedente.
(Cf. 324).

326. Nota I.— En este último caso puede suceder que el P. no sepa ya exactamente los pecados
de que se ha acusado en las buenas o en las malas confesiones, En rigor podría uno contentarse
con lo que se ha dicho a propósito de los pecados dudosamente acusados (Cf. 105-106).
Muchas veces, para que el P, quede enteramente tranquilo, será mejor pedirle que haga una
confesión general que se remonte hasta su primera confesión sacrílega.
Nota II.— Confesiones —dudosamente— sacrílegas.

107
Los pecados han sido dudosamente perdonados. Por lo tanto, no puede IMPONER usted
estrictamente una nueva acusación. Sólo la ACONSEJA, insistiendo más cuando el P. es de
conciencia laxa y negligente en la preparación de sus confesiones.

327. Consejos de Pastoral.— (A propósito de las confesiones sacrílegas). Véase más adelante
núm. 333-334.

Artículo cuarto
LA CONFESIÓN GENERAL
328. NOCIÓN.— La confesión general es la repetición de un conjunto de confesiones hechas
en el transcurso de la vida entera o en un cierto período de la vida.
Las precedentes confesiones han podido ser por otra parte, buenas o incompletas, o
inválidas o sacrílegas.

I.— SU UTILIDAD

329.— 1º) CASO GENERAL.


Situación del P.— El P. pide hacer una confesión general.
Problema por resolver:
NECESARIA?
¿Es ÚTIL?
PERJUDICIAL?
El C.: “¿Por qué quiere usted hacerla? ¡Es necesaria? ¿Tiene necesidad de ella?”
1º) (1ª hipótesis).— Y el P. ha hecho muchas confesiones sacrílegas, o inválidas, o
dudosas. Nunca ha arreglado bien sus cuentas.
Conclusión: confesión general. —NECESARIA.
Obligar a ella al P.
2º) (2ª hipótesis).— Y el P. está en regla, pero entra en un nuevo estado de su vida.
(Nuevo convertido; entrada en el seminario, en religión, en el estado del matrimonio). O
quiere comenzar un nuevo período de vida mejor, más perfecta (comunión solemne,
tiempo de misión, de jubileo, retiro, ejercicios). Por otra parte el P. no es escrupuloso.
Conclusión: Confesión general —ÚTIL1.
Aconsejarla al P.
3º) (3ª hipótesis).— P. ESCRUPULOSO.
Ya ha hecho muchas confesiones generales, pero él cree siempre no haber sido
bastante íntegro, bastante preciso, etc. Da señales ordinarias del escrúpulo. Véase más
adelante número 489).
Conclusión: Confesión general. —PERJUDICIAL.
Prohibirla absolutamente.
N.B.— No ceda al P., ni a sus instancias, ni siquiera a sus lágrimas. Si acabara por aceptar.
el P. no volvería a encontrar la paz, y si la llegara a encontrar no sería sino por poco tiempo.

1
Ella provoca una contrición más perfecta, refuerza el firme propósito, nos humilla, recordándonos nuestra
debillidad fundamental, nos pone en guardia contra las ocasiones de pecado; atrae sobre nosotros la gracia,
aumenta la paz y el gozo del alma.

108
Al día siguiente, si no el mismo día, el P. estaría más inquieto que nunca y le volvería a pedir
a usted hacer una nueva confesión general.
Nota.— Si la confesión general no es necesaria y comprendiera graves pecados contra la
pureza, habría que prohibirla a los IMAGINATIVOS1 o reducirla a sus líneas más generales.

330.— 2º) CASOS PARTICULARES.


Situación del P.— A) El P. está PELIGROSAMENTE ENFERMO.
A veces podrá plantear usted una cuestión respecto de las confesiones pasadas; preguntarle
si hay algo que le inquieta en esa materia.
Cuando el P. parece algo vacilante, anímelo a hacer una confesión general: algunas
personas esperan hasta sus últimos momentos para reparar malas confesiones.
Si el P. vacila aún, propóngale enviarle un sacerdote que él no conoce y a quien tal vez se
abrirá más fácilmente.
Situación del P.— B) El P. está en RETIRO, en EJERCICIOS.
Aconséjele hacer una confesión general, que se remonte hasta el último retiro.
Situación del P.— C) El P. le pide a usted que sea su confesor habitual, su DIRECTOR
de CONCIENCIA.
PROPÓNGALE hacer una confesión general de su vida; de ese modo podrá conocerlo mejor
y dirigirlo mejor.
No se la IMPONGA, como una condición necesaria de su aceptación.
D) Excepción.— Si usted debe dirigir a un P. de tal modo que tenga que guiarlo respecto
de su vocación sacerdotal o religiosa, EXIJA de él una confesión general.

II.— MODO DE OÍR UNA CONFESIÓN GENERAL.


331. 1º) Confesión general NECESARIA.
Desde el punto de vista: Integridad que hay que asegurar.
1) exhortar a la sinceridad perfecta... Primero los PECES GRANDES.
2) Si el P. lo pide, interrogar ayudándose de un cuestionario que habrá que haber aprendido
(Cf. 85), o mejor aún, que uno mismo se habrá confeccionado.
3) Si el P. se acusa por sí mismo —ayudarle en sus confesiones tal como se ha explicado
en el Libro II, 2ª Parte, núm. 73 y siguientes. No apurar al P. Permanecer impasibles si se acusa
de pecados graves.
4) Respecto de la integridad del número —o de las otras circunstancias, véase lo que se ha
dicho en el núm. 91 y siguientes.
5) No olvidar la “PREGUNTA del FINAL” (Cf. 78-A).
El C.: “Tiene todavía algo que decir..., algo que le inquiete?”
Si el P. dice: sí..., o no dice nada..., añada usted: “¿Puedo interrogarle aún?”
Si el P. responde: no, dirá usted:
“Está bien. No se perturbe si en lo sucesivo se acuerda aún de algún pecado que se ha
olvidado de acusar hoy. Bastará con que lo confiese en su próxima confesión.

1
El recuerdo del pasado podría ser ocasión de pecado para el P.

109
En cuanto a los otros elementos de la confesión: contrición que hay que excitar, obligación
que se ha de imponer, etc.,,,, véase todo lo que se ha dicho al respecto en el curso del Libro II,
1ª Parte, y en el curso de los artículos y capítulos precedentes.

332. 2º Confesión general SIMPLEMENTE ÚTIL.


La precisión de la “integridad que hay que asegurar” (especie, número, etc.) no es
exactamente la misma que cuando la confesión general es necesaria. En rigor, el P. podría
omitir sistemáticamente la confesión de ciertos pecados ya perdonados directamente.
De hecho, para que el P. se aproveche hasta lo sumo de los beneficios espirituales de la
confesión general, será bueno que se HUMILLE lo más posible, confesando las faltas más
graves y las más vergonzosas —aunque hayan sido ya directamente perdonadas.
COROLARIO.— A PROPÓSITO DE LAS CONFESIONES SACRÍLEGAS.
Esta cuestión debe preocupar a todo sacerdote verdaderamente solícito de la salvación de
las almas.

333. TEMERLAS.
Algunos sacerdotes, a causa de su propia inocencia o de su desconocimiento de la vida,
tienden a empequeñecer el peligro de las confesiones sacrílegas.
Sin embargo, el mal existe y sobre todo en:
Las PARROQUIAS PIADOSAS.
Los ESTABLECIMIENTOS RELIGIOSOS de EDUCACIÓN, donde van a confesarse par ano
llamar la atención; van, en efecto, pero ocultan a veces ciertos pecados.
¡Perdone el lector al autor esta confidencia!
Cuando él era sacerdote nuevo, vicario de parroquia, apenas creía en la frecuencia de las
confesiones sacrílegas.
Desde entonces han pasado muchos años. En el transcurso de los retiros, de los ejercicios,
oyó muchas confesiones generales; y comprobó que las malas confesiones en el curso de toda
una vida, eran menos raras de lo que él había pensado en otro tiempo. Porque los curas
párrocos, los vicarios parroquiales, los profesores de instituciones religiosas son los que oyen
—sin darse cuenta— más confesiones sacrílegas; los misioneros, los confesores que están de
paso son los que comprueban este hecho.

334. 2º) ¿POR QUÉ hay CONFESIONES SACRÍLEGAS?


Las razones hay que buscarlas por parte del cura o confesor y por parte de los fieles.
A) Defectos del Sacerdote.
Está CELOSO de su P. Muestra su descontento cuando el P. se dirige a otro C.1.
Peca por OMISIÓN:
al no facilitar las confesiones por medio de las interrogaciones;
al no favorecer la confesión general;
al no dar la posibilidad de que el P. se confiese con otro C. extraño;
al no persuadir al P. a que algunas veces vaya a confesarse a otra parte —durante el curso
de un retiro, de una peregrinación.

1
Un C. declaraba a ciertas jóvenes que se dirigían al misionero que estaba de paso: “¡Pequeñas ingratas!”...
Otro C. escribía a una P. que le había dejado: “¿Por qué me ha abandonado usted? ¿En qué la he desagradado?
Usted sabe bien qu eyo no tenía intención de causarle pena..., etc...” El autor quedaría reconocido al lector que
le hiciera conocer otros “hechos vividos” de este género.

110
B) Falsa vergüenza de los fieles.
Es éste el gran mal que impide al P. confesar ciertos pecados, sobre todo a un C. que le
conoce. A veces sucede que el P. se ha confesado con este C. durante muchos años sin haber
pecado gravemente; luego, un día, comenzó el P. a cometer pecados mortales. Nunca se atrevió
a decírselo a este sacerdote, por temor de ser menos estimado o hasta de ser mirado torvamente.
La falsa vergüenza concierne sobre todo:
a los pecados de IMPUREZA, algunas veces
a los ROBOS.
En los niños será hasta una cosa ridícula que ellos creen que están obligados a decir y que
no tienen ánimo para confesar (inconveniencias en la iglesia, irreverencia ligera respecto del
C. un pequeño robo, una mentira).
La falsa vergüenza s encuentra más entre los niños, los jóvenes y sobre todo entre las
jóvenes; no es rara entre las mujeres, aun entre las devotas.
El P. Segneri escribe: “Algunas personas han cometido en su juventud pecados vergonzosos
y no han tenido valor para declararlos, y así avanzan en edad diciéndose a sí mismas que los
confesarán más adelante. Y proceden como los malos deudores, cuya deuda aumenta siempre.
y que no pagan nunca y nada. Esas personas llegan al fin de su vida sin haber hecho una
confesión sincera.”
3º) ¿CÓMO DISMINUIR SU NÚMERO?
Distinguir las medidas preventivas y los remedios propiamente dichos.

335. A) Medidas preventivas.


a) Relativas al CONFESIONARIO.
Que tenga rejas con agujeros suficientemente pequeños para que el C. y el P. no se vean
con demasiada claridad.
Eliminar los bancos del confesonario, a fin de que los que esperan no puedan oír nada.
Procurar no hablar nunca alto mientras se confiesa, aun cuando se trate de bagatelas.
b) Relativas al C.
En algunas localidades, los días de feria, asegurar la presencia de alguien en el confesonario
a horas convenientes, para aquellos que llega a la ciudad con esa ocasión. Reemplazarse
mutuamente entre C. de parroquias vecinas. Excelente costumbre, pero insuficiente.
Hacer venir frecuentemente a C. extraños y desconocidos1. Enviar al P. a ejercicios.
Exhortarle a hacer una peregrinación, donde se confesará.

336. B) Remedios propiamente dichos.


a) Animarle por medio de la BUENA ACOGIDA.
Procurar esto especialmente cuando el P. se presenta por primera vez: cuando el P. habitual
tiene una actitud embarazosa (Pensar en el primer pecado mortal).
b) Permanecer IMPASIBLE —al oír las más atroces confesiones. Evitar el manifestar
fastidio, impaciencia, sorpresa.
c) Hacerse maestro en el ARTE difícil de INTERROGAR.

1
Un sacerdote nos decía hace muy poco: “Insistir para que los curas párrocos hagan venir con frecuencia
sacerdotes extraños. No es dudoso que las jóvenes que comulgan frecuentemente tendrían mucha necesidad de
poner en regla su conciencia”.

111
Volver a leer atentamente lo que se ha dicho al respecto (Cf. 64 y siguientes. No olvidar la
“pregunta del final”). (Cf. 78 y 79).
c) PROVOCAR algunas veces CONFESIONES GENERALES.
Es bastante raro el P. que diga de golpe: “Quisiera hacer una confesión general porque he
ocultado pecados en mis confesiones precedentes.”
Al C. le toca descubrir el “nido” de sacrilegios. Si el C. descubre algún mal secreto de un
alma, que pregunte dulcemente: “¿Hay tal vez algo que le inquiete en su vida pasada?”
Proponga al P. ayudarle haciéndole preguntas que él no tendrá más remedio que responder
sí o no. Anime al P. diciéndole que usted no es más ángel que él; que es normal que el hombre
cometa pecados; que la confesión hace al hombre más honorable que reprensible le había
hecho el pecado. Insista en el secreto de la confesión1.

337. C) No forzar al P. a revelar lo que él puede tener oculto.


P. y C. deben conocer el alcance de sus respectivas obligaciones.
1.— Obligación del P. en cuanto a la SINCERIDAD. Sus LÍMITES.
El P. debe hacer una confesión sincera.
Toda MENTIRA relativa a uno de los elementos de una buena confesión es un sacrilegio;
será mortal si falsea gravemente el juicio del C. en lo que se refiere a la materia del sacramento
y a las disposiciones del P.
Con todo, este deber de la sinceridad deja al P. el derecho de guardar ciertos SECRETOS
LEGÍTIMOS: por ej.: Su identidad, los diferentes C. a quien él puede acudir, etc.
2.— Obligación del C. respecto de la DISCRECIÓN.
Bajo pretexto de asegurar más el bien espiritual del P. y hasta ¡ay! por curiosidad, amor
propio —el C. está expuesto a sobrepasar sus derechos de C.-juez: a veces podrá hacer
preguntas a las cuales el P. no está obligado a responder.
Pero generalmente el P. se cree obligado a satisfacer a todas las interrogaciones del C.:
piensa que hace una mala confesión si no responde.
Así es cómo por su INDISCRECIÓN un C. puede ocasionar confesiones FORMALMENTE
SACRÍLEGAS.

338. Situación del P.— Tiene usted la impresión de que su P. habitual va a confesarse de
tiempo en tiempo con otros sacerdotes —sin duda para acusarse ante ellos de faltas
graves de las que nunca le habla a usted mismo.
El P. tiene absolutamente el derecho de obrar así, salvo el caso de una intención mala de su
parte. (Si obrara de ese modo para pecar más libremente, para no informar al director de
conciencia encargado de guiar su vocación sacerdotal, religiosas).
NOTA.— No preguntar al P. habitual cuánto tiempo hace que se ha confesado. Si ha ido a
ver a otro C., podría sentirse violento para responder. El C. puede hacerle notar que no le ha
visto desde hace un cierto tiempo.

339. Situación del P.— El P. hace todos los esfuerzos posibles para disimular su identidad
(por ej.: trata de cambiar la voz, de acusarse de un modo diferente del acostumbrado) —y
usted cree haberle reconocido claramente.

1
Para lograr la confesión de un P. a quien usted ve molesto, embarazoso vacilante..., acuda a lo que se ha
dicho más arriba en el n. 324-1ª, Remedios que hay que prescribir.

112
El P. tiene el derecho de disimular su identidad, salvo el caso de una mala intención de su
parte (véase el caso precedente). Por lo tanto, ¡cuídese usted mucho de interrogarle para
comprobar su identidad! ¡Usted no es un comisario de policía!
Al contrario, obre de suerte que él no se imagine que usted le ha reconocido.
Consejo para el C.— Ponga SU NOMBRE sobre le confesonario. Exigirlo en absoluto
cuando se confiesa en una parroquia donde es conocido.

340. Situación del P.— El P. le ha pedido a usted hacer una confesión general —y usted
sospecha que, con las culpas ya perdonadas de su vida pasada, el P. va a mezclar culpas
recientes todavía no confesadas y que él tendría vergüenza de confesar aparte.
Usted no puede exigir una acusación distinta de los pecados ya perdonados y de los que
todavía no han sido confesados1. La integridad de la confesión se exige “secundum speciem
et numerum et non secundum tempus”.

341. “AUTOROSCOPO” de los “Corazones Valientes” y REPARACIÓN de


CONFESIONES SACRÍLEGAS .
He aquí una experiencia pastoral:
Un vicario llamaba a su despacho a uno que otro de sus jóvenes —muchachos— a los que
confesaba habitualmente. Les hacía leer los dos primeros exámenes del AUTOROSCOPIO de
los “Corazones Valientes”.
Cuando llegaban a la pregunta 11 del primer examen: ¿Tengo yo la valentía de denunciarme
cuando he cometido una tontería?, o a la pregunta 12 del segundo: ¿Tengo la valentía de
confesar aun las cosas que son difíciles de decir? —algunos jóvenes vacilaron, balbucieron...
y finalmente confesaron que no se atrevían a hablar desde hacía muchos meses de pecados
solitarios contra la pureza.
¡Cuatro, entre siete...; más de la mitad estaban en este caso.

CAPÍTULO CUARTO
DIVERSOS CASOS PARTICULARES
Artículo primero.
El P. NO HA HECHO —EXAMEN DE CONCIENCIA.

La actitud del C. será diferente según que tenga que tratar con un P. CONOCIDO —o con
un DESCONOCIDO.

342. Situación del P.— El P. llega al confesonario sin haber hecho ningún examen de
conciencia o habiéndolo hecho solo superficialmente. No dice nada o casi nada o dice
cualquier cosa —o bien declara de buenas a primeras: “Pregúnteme”.
Hay que distinguir dos hipótesis:
1ª hipótesis.— P. CONOCIDO y CAPAZ de examinarse.
2ª hipótesis.— P. INCAPAZ — o DESCONOCIDO.

1
Sin embargo, la confesitón puede ser fácilmente no lo bastante precisa y de tal naturaleza que engañe
gravemente al C. acerca del estado actual del P. Por esto este modo de proceder hay que desaconsejarlo y puede
llevar al sacrilegio.

113
I. (1ª hipótesis).— Y el P. CONOCIDO y CAPAZ de examinarse no lo ha hecho más que
superficialmente. Su negligencia proviene de —su ligereza— o del deseo de confesarse
cuanto antes (un niño, una persona joven).
Si el P. es de buena voluntad, despáchele usted suavemente: “¿No se ha examinado usted?...
o muy poco. ¿Está usted tan apurado? Sería mejor que descubriese usted mismo sus pecados,
que tratase usted mismo de arrepentirse de ellos. Examínese unos minutos... y después
venga”1.
Debajo de la tapa de estos opúsculos se lee: “Este libro es propiedad de la parroquia. Tenga
la amabilidad de dejarlo en su sitio después de haberlo utilizado”.
II (2ª hipótesis).— Y el P. es INCAPAZ —o un DESCONOCIDO que no se ha
examinado.
No despida al P. para que se examine a sí mismo con este procedimiento correría el riesgo
de apartarle de los sacramentos.
Interrogue, pues, al P. como se ha dicho (Cf. 81 y siguientes).
CONSEJO QUE HAY QUE DAR.— Cuando el P. parece capaz de aprovecharse de él, usted
le dirá:
“Otra vez, cuando usted se confiese, puede tal vez hacer usted mismo su examen de
conciencia. De ese modo estará mejor preparado para dolerse de sus pecados y para
aprovecharse de la gracia de la absolución.”

343. Nota. Consejo al C.


En general, cuando usted se da cuenta de que una persona quiere confesarse, no entre en
seguida en el confesonario.
Permanezca cerca de él, sin dar n ninguna señal de impaciencia, hasta que el P. parezca
deseoso de confesarse.
Además, si el P. es desconocido y le pide que usted le confiese apenas ha entrado en la
iglesia pregúntele con mucha cortesía si ha tenido tiempo de prepararse y de excitarse a la
contrición.

Artículo segundo.
El P. es —IGNORANTE2

La ignorancia del P. puede referirse a diversos puntos.

344. I.— El P. ignora las verdades necesarias con NECESIDAD de MEDIO (n. 194):
Dos verdades son —ciertamente— necesarias: EXISTENCIA de DIOS —y DIOS
REMUNERADOR.
Dos no lo son más que —probablemente—. TRINIDAD —ENCARNACIÓN.
Distingamos dos hipótesis:

1
Se pueden dejar sobre los bancos próximos al confesonario los dos opúsculos “ CONÓCETE A TI MISMO,
HERMANO MÍO” y “CONOCETE A TI MISMA HERMANA MÍA”, E. Fidelis, Lagny (S. et M.).
2
Ya se ha dicho qu este término ha sido adoptado —a falta de otro mejor— para traducir el “rudis” de los
moralistas.

114
1) (1ª hipótesis). El P. no está en el trance de la muerte. (Se trata de novios que no
practican y que se confiesan para su matrimonio; de un “reto no” al cumplimiento del deber
pascual, después de muchos años de abandono).
CONDUCTA DEL C.— Asegúrese de que el P. conoce las verdades necesarias con
necesidad de medio —incluidas también las dos que no son más que PROBABLEMENTE
necesarias; porque la validez de la absolución está en juego y, por consiguiente hay que ser
tuciorista. Podrá decir usted:
“¿Ha seguido usted rogando al Buen Dios? Usted sabe que él recompensa a los buenos con
el cielo y castiga a los malos con el infierno. ¿Sabe usted que hay tres personas en Dios: el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo?; ¿que el Hijo de Dios se hizo hombre?. Éste es J.C. —y
murió en la Cruz para redimirle a usted.”
2º) (2ª hipótesis).— Y el P. está en el trance de la muerte.
Instrúyales en la MEDIDA de lo POSIBLE.
Dele la absolución por lo menos bajo condición: “si es capaz”.
Si vuelve a la vida instrúyale más completamente y absuélvale de nuevo.

345. II.— El P. ignora las DISPOSICIONES NECESARIAS para recibir bien el sacramento
de la Penitencia.
Enseñe al P. lo que hay que saber en cuanto a la integridad que se ha de asegurar, a la
necesidad de la contrición y del firme propósito etcétera...
N.B.— A veces le enseñará usted lo esencial para comulgar bien.

346. III.— El P. ignora un cierto número de verdades necesarias con NECESIDAD de


PRECEPTO. (Artículos- secundarios, del símbolo, doctrina de los sacramentos, etc.).
Haga prometer al P. que se instruirá cuanto antes.
Obligación que se ha de imponer.
Como se ha explicado a propósito de las obligaciones que hay que imponer en general (Cf.
166) indicará al P.:
1º) Los motivos graves de su obligación.
2º) Los medios de cumplir con ella (predicaciones a que debe asistir, lecturas, etc.1.

347. IV. El P. ignora los DEBERES esenciales de su ESTADO. (CURA PÁRROCO, MÉDICO,
NOTARIO, ABOGADO, etc.).
A.— Advertencia que hay que dar o silencio que hay que guardar.
LA OBLIGACIÓN del P. es clara: abandonar su empleo o dejar de ejercerlo hasta que tenga
los conocimientos requeridos.
Pero, ¿puede estar el P., en este aspecto, en ignorancia INVENCIBLE? Aplique usted las
reglas generales (Cf. 123 y siguientes).
Si no hay que temer ni daño ni escándalo, guardará usted silencio.
B.— Obligación que se ha de imponer.

1
Catecismos para adultos: “Lo esencial de la religión”, del Abate Bourceret (Spes). “¿Qué hay que creer, qué
hay que obrar?”, en Lethielleux.

115
Si ha advertido usted al P. acerca de su obligación, urja la necesidad de abandonar el empleo
o de abstenerse provisionalmente de ejercerlo. Indique también los MOTIVOS y los MEDIOS
de EJECUCIÓN.
Si ha guardado usted silencio:
Urja la obligación que tiene el P. de INSTRUIRSE lo MÁS PRONTO POSIBLE.

Artículo tercero.
EL P. NO TIENE NADA QUE DECIR.

348. Problema previo que hay que resolver.


un IGNORANTE:
El P., ¿es o
un cristiano INSTRUIDO de conciencia poco DELICADA
El C.: “¿Va usted a Misa los domingos? ¿Reza bien sus oraciones?” (Si el P. responde que
no tiene tiempo, que por otra parte no ha hecho nada malo... se preguntará usted si no tiene
que vérselas con un IGNORANTE, y tratará de conocer su grado de instrucción religiosa).
Si el P. es un ignorante —proceda usted como se ha dicho en el artículo precedente.
Si el P. es un cristiano suficientemente INSTRUIDO y que practica, pregúntele si no ha
cometido las pequeñas faltas tan frecuentes entre los mejores cristianos: distracciones en las
oraciones, pequeñas murmuraciones, vanidades, encolerizamientos, etc...
PRIMER CASO.— El P., cristiano práctico, gracias a sus preguntas acaba por
confesar algún pecado.
Proceda como de ordinario — excitando al P. a la contrición; porque existen muchas
probabilidades de que el P. no la tenga.

349. II CASO.— A pesar de sus interrogaciones el P. práctico no confiesa ni siquiera la


menor falta cometida desde su última confesión.
Procure usted obtener la acusación de los pecados de la VIDA PASADA.
“Quiero de veras admitir aunque ello sea sorprendente —que usted no ha cometido ninguna
falta después de su última confesión. Pero en el curso de su vida pasada usted ha cometido
pecados... tal vez ya los ha acusado, pero puede acusarse de ellos una vez más... Basta con que
se acuse de una manera general que ha pecado contra tal mandamiento, contra tal virtud:
caridad, piedad.
Si el P. todavía vacila:
“Veamos... ¿nunca ha ofendido a sus padres?... ¿nunca ha asistido mal a Misa?... ¿ni
siquiera ha cometido el menor pecado de ira?...
1º) (1ª hipótesis).— Y el P. acaba por confesar algún pecado de su vida pasada.
Excítele cuidadosamente a la contrición, que bien podría hacerle falta y déle la absolución.
2º) (2ª hipótesis).— Y el P. persiste en decir: “Pero yo ya me he acusado de eso. No hay
nada que me moleste.
Trate de obtener por lo menos una acusación muy general: “En fin, usted no es un santo,
evidente
mente ha ofendido a Dios durante el curso de su vida... ¡ha pecado mucho!''

116
Generalmente el P. dirá: sí1.
A) CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.— Puede faltar: atienda a ella muy de cerca.
B. Consejos que hay que dar.
“En adelante trate de velar más sobre sí mismo —y se dará cuenta de que realmente comete
faltas... No se excuse demasiado pronto de sus faltas.”
C.— Absolución que hay que dar.
a) Si el P. acaba por reconocer que ha pecado durante su vida —y si no se ha confesado
desde hace seis meses— déle la absolución, por lo menos bajo condición2.
b) Si el P. se ha confesado hace poco tiempo y ha recibido la absolución, dígale suavemente:
“¡Y bien! Puesto que usted no se ha acusado de pecados precisos, no es necesario que yo
le dé la absolución... voy a bendecirle...”

Artículo cuarto.
CONOCIDO
EL P. NO ACUSA un PECADO por
el C.

I.— INTRODUCCIÓN

350.— PRINCIPIO. Hay que distinguir dos problemas;


Integridad que hay que asegurar —absolución que hay que dar.
A) INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR.— El C. debe preguntarse hasta qué punto
puede interrogar ESPECIALMENTE sobre el pecado conocido por otra parte. Esto depende de
la manera con que el C. ha sabido la falla del P.: como testigo ocular —de oídas— por la
confesión. La conducta del C. no es la misma en cada uno de estos casos (véase más abajo).
B). ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR. El C. debe tener en cuenta un elemento
importante de la cuestión: ¿No tenía el P. el derecho de dejar de acusar ese pecado?

351. Circunstancias que justifican el silencio del P.


1.— El P. esta en IGNORANCIA INVENCIBLE respecto de la malicia de su acción (Cf.
121.2º).
2.— El P. ha OLVIDADO su pecado (cosa frecuente entre los niños).
3.— El P. YA SE HA CONFESADO con otro.
4.— El P. tiene RAZONES para NO ACUSARSE de ese pecado.

II.— ANÁLISIS de los TRES CASOS DIFERENTES

Importa mucho distinguir cuidadosamente estos tres casos.

352. PRIMER CASO.— CONOCIMIENTO VISUAL.

1
Si dijera: no... habría que colocarlo en la categoría de los IGNORANTES inconscientes. Conúltese el artículo
precedente.
2
A fin de que el P. no se vea privado por demasiado tiempo de la gracia sacramental —puede usted arriesgar
una absolución probablemente válida.

117
Situación del P.— El P. ha cometido un pecado (ha robado, se ha embriagado, ha asistido
a un espectáculo malo). Usted está seguro de ello.
A.— Integridad que hay que asegurar.
Pregunte ESPECIALMENTE sobre el pecado del que el P. no habla.
Insista para convencerle de su falta y obtener una confesión.
B.— Absolución que hay que dar.
a) 1ª hipótesis.— El P. acaba por confesar. Podrá preguntarle usted si él no tenía la intención
de ocultar ese pecado: eso sería una intención sacrílega que habría que acusar. Por lo demás
—ninguna dificultad especial.
b) 2ª hipótesis.— El P. persiste en negar (esto sucede muy rara vez).
Pregúntese usted: ¿no está el P. en alguna de las circunstancias que le permiten callarse?
(Cf. 351).
Si puede usted PRESUMIR que el P. tiene este derecho —déle la absolución, por lo menos
bajo condición “si es capax”.
De lo contrario —lo considerará como MAL DISPUESTO y le negará la absolución (Cf. 202
a 306).
“Yo mismo le he visto cometer ese pecado, y usted no quiere reconocerlo. ¿Como quiere
que le dé la absolución?”

353. 2º CASO.— CONOCIMIENTO —-de OÍDAS.


Situación del P.— El P. ha cometido un pecado (ha robado) y se dice en la parroquia
que ha sido visto.
A.— Integridad que hay que asegurar.
Podrá usted interrogarle ESPECIALMENTE sobre este punto.
B.— Absolución que hay que dar.
Aunque el P. persista en no confesar no le considere usted como MAL DISPUESTO; es
mejor creerle a él que a otras personas: éstas tal vez se han equivocado o han sido mal
informadas.
Por lo tanto —DÉ LA ABSOLUCIÓN... con mayor razón si usted puede presumir que el P.
tenía derecho de no confesar ese pecado (Cf. 351).

354. 3er. CASO.— CONOCIMIENTO por la CONFESIÓN.


Principio.— No sólo no violará usted el secreto sacramental, sino que evitará el
ESCÁNDALO; es decir, dejar suponer al P. que usted ha podido violarlo.
Situación del P.— Al confesar anteriormente a otra persona, ha sabido usted
indirectamente que el P. ha cometido un pecado (Ej.: la novia de su P. se ha acusado de
haber pecado con él; la esposa del P. se ha acusado de onanismo conyugal; un ladrón ha
revelado la complicidad del P., etc....) ¡y el P. no suelta prenda!
A.— Integridad que hay que asegurar.
NO pregunte ESPECIALMENTE sobre el pecado que le ha sido revelado a usted en la
confesión precedente: su P. podría creer que usted falta al secreto sacramental.

118
Limítese a las PREGUNTAS GENERALES que se les hacen ORDINARIAMENTE a los P. de
esta categoría evitando hasta el insistir en ellas1.
B.— Absolución que se ha de dar.
Aunque el P. a quien usted ha interrogado en general no haya confesado nada, no está usted
obligado a tener en cuenta lo que sabe por confesión.
DÉ LA ABSOLUCIÓN por lo menos bajo condición. Y con mayor facilidad —como en el
caso precedente— si usted piensa que el silencio del P. estaba justificado (Cf. 351).

355. Nota.— Foro externo y foro interno.


En principio, siempre se tiene el derecho de servirse en el foro interno de los conocimientos
adquiridos por medio del foro externo: el C. puede usar de ellos para mejor interrogar al P....
Es lo que se ha visto en los primeros casos analizados anteriormente.
Sin embargo, hay que ser circunspecto, sobre todo cuando se trata de consejos de dirección:
de lo contrario correría uno el riesgo de indisponer al P. dándole pie para pensar que se habla
de él, que se hacen las interrogaciones en torno a él, que se le hace espiar, etc....

1
Al confesar a otra persona, no le pida permiso para hablar de sus confesiones bajo prerexto de convencer a
su cómplice: este modo de proceder HARÍA ODIOSA la confesión.

119
SEGUNDA PARTE

DIVERSAS CONDICIONES DE EDAD Y DE CUERPO


CAPÍTULO PRIMERO
LOS NIÑOS

356. IMPORTANCIA de la confesión de los niños.


Frecuentemente se puede reconocer a un sacerdote CELOSO por la solicitud que pone en la
confesión de los niños —y de los más pequeños: confesión regular, frecuente, no demasiado
rápida, verdaderamente cuidadosa.
Esto es a veces para el sacerdote —sobre todo cuando los niños son numerosos— una
verdadera CRUZ. Hay que amarla y llevarla animosamente— porque se trata de una de las
funciones MÁS IMPORTANTES del ministerio: la formación del alma de los niños, de la cual
puede depender el valor cristiano de toda una existencia.

I.— ACTITUD GENERAL QUE HAY QUE ASUMIR.

357. I) Practicar en grado máximo —la CONFESIÓN DIALOGADA.


Todo lo que se ha dicho en el núm. 53 se aplica especialmente a la confesión de los niños;
éstos son superficiales, distraídos, incapaces de escuchar el menor discurso del C. Hay que
DESPERTAR constantemente su ATENCIÓN haciéndoles preguntas.
Muchos tienen una buena fe condicional. “si mi C. me pregunta yo diré todo; si no me
pregunta, no sabré cómo decírselo”.
Algunos niños se acusan de todo lo que está indicado en el examen de conciencia impreso.
A veces dicen: sí o no, por decir algo —o hasta lo dicen sucesivamente.
Entonces se les puede preguntar si han cometido simonía o el suicidio... ¡Y cuántas veces!...
Si el niño responde: sí e indica el número de veces el C. estará seguro sobre el crédito que
tiene que conceder a las demás acusaciones.
Otros no se acusan de ningún pecado por ligereza —o timidez.

358. Volver a veces sobre las — CONFESIONES PASADAS.


Algunos niños se confiesan bastante mal. ¿Han ocultado verdaderamente tal pecado? ¿Han
tenido conciencia de que hacían realmente una mala confesión? ¿Son en realidad culpables de
sacrilegio? —Dios sólo lo sabe.
Esto no impide el que no tengan la conciencia tranquila, que estén inquietos por causa de
sus confesiones precedentes.
El C. los aliviará si a veces les pregunta:
“No se ha olvidado de algunos pecados en sus confesiones? ¿No los ha ocultado? ¿Hay
pecados de los cuales no se ha acusado bien?; y muchas veces éste será el punto de partida de
una puntualización respecto de un pasado por lo menos dudoso1.

1 Niños buenos que aún no han cometido más que pecadillos, pueden un buen día (Ej.:
Iectura, conversación) pecar gravemente contra la pureza; no se atreven a hablar de ello a su
C. ordinario que sigue creyéndoles cándidos. Necesitan un C. extraordinario para poner en
claro sus conciencias.
120
359. 3º) Provocar hasta una —CONFESIÓN GENERAL.
Ella impresiona mucho a los niños. Las confesiones precedentes han podido ser
incompletas, dudosas y hasta sacrílegas.
El niño se sentirá las más de las veces muy contento de ponerse en regla para su propio
bien.
Será cosa excelente proponer a veces una confesión general a un grupo de niños.
NOTA.— El niño es un convencido. No comprende los arreglos con los principios. .A causa
de esto le gusta el confesor exacto, un poco severo y que le hace muchas preguntas. Aprecia
al sacerdote amable y fácil de hallar.

360. Consejo al C.— Haga lo imposible por asegurar y controlar la regularidad de las
confesiones. Algunos dan una tarjeta a los niños y la sellan cuando éstos se han confesado. En
lo posible evite las sesiones demasiado largas de confesiones de niños: son fatigosas y
monótonas: se sentiría usted tentado a despachar rápidamente a los últimos.
Confiéselos por pequeños grupos. Haga de modo que no se disipen mientras esperan su
turno. El ideal sería consagrar 4 o 5 minutos a cada niño.
Procure también respetar la libertad del niño que a veces no quiere confesarse con tal
sacerdote. (Por razones muchas veces fútiles... pero poco importa...).

II.— CONDUCTA DEL C.1

361. 1º) INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR.


Algunos niños tienen a veces MUCHO TEMOR —y por eso mismo están expuestos a hacer
malas confesiones.
Si el niño es despierto y comienza la acusación por sí mismo —dejarle hacer.
Si, por el contrario, el niño presenta una actitud CONFUSA, EMBARAZOSA, dígale:
“No tenga miedo... ¿No sabe que el buen Jesús le quiere mucho y desea perdonarle?
Entonces, va a decirme todos sus pecados...”
Comience por interrogarle acerca de la oración..., la desobediencia: la confesión es
generalmente fácil.
La dificultad comienza casi siempre con la IMPUREZA.

De aquí la necesidad de tener C. extroardinarios en los pensionados cristianos y para los


“niños buenos” de las parroquias.
También la necesidad de tener un sacerdote extraño —con ocasión de un retiro para la comunión solemne— y
que tenga tiempo para confesar —seriamente y con sosiego— a todos los niños.
1El ideal es preparar a los niños en grupos —recordándoles los diversos elmentos de una
buena confesión. Insistir sobre todo en la sincerridad absoluta de Ias confesiones y en la
contrición.
Ayudarles a hacer el examen de conciencia yendo a lo concreto en lo que se refiere a los
pecados que ellos cometen habitualmente (véase más adelante múmeros 366-368): hacerles
comprender las tres condiciones del pecado mortal.
Comenzar siempre con ejemplos concretos y repetir veinte veces las mismas cosas.
Es claro que aunque el C. tutee ordinariamente a! muchacho, Ie tratará de USTED al administrar el Sacramento
de la Penitencia.

121
“Se habrá encontrado usted a veces con malos compañeros que dicen palabras feas, ¿no es
cierto, hijo mío?.... ¿Las ha dicho usted con ellos?... ¿Ha hecho cosas malas?..., etc. Para más
detalles véase más adelante: La impureza en el niño, núm. 369-370.
A veces el niño culpable responderá: no. Usted podrá proseguir algunas veces su
interrogatorio como si el hubiera dicho: sí... “Y esto ¿le pasa con frecuencia...?”
Si el niño es verdaderamente inocente, no temerá repetir su negación y hasta la acentuará.
Si es culpable, esta nueva pregunta puede poner sobre el camino de las confesiones1.

362. 2º') CONTRICIÓN Y FIRME PROPÓSITO QUE HAY QUE EXCITAR.


No le haga al niño una vaga exhortación; proceda por medio de una serie de preguntas
breves y cuidadosamente adaptadas.
A.— INTRODUCCIÓN GENERAL.
“¿Quiere usted que el buen Dios le perdone sus pecados? ¿basta para eso haberlos acusado?
¿Qué más hay que hacer? ¿Se arrepiente de sus pecados...? ¿Por qué?”
El ideal es obtener la reflexión personal del niño, la indagación personal de los motivos de
la contrición. No siempre se llega a eso; por consiguiente, hay que proseguir con las preguntas.
B.— PRESENTACIÓN DE LOS MOTIVOS —de ATRICIÓN.
“Si usted se hubiera muerto después de cometer este pecado, ¿hubiera ido al cielo? ¿A
dónde hubiera ido?”
A veces el niño responderá: al infierno, aunque no hubiera cometido más que pecados
veniales (El C. procurará rectificar la conciencia del P.).
“¿Se sufre mucho en el infierno? ¿en el purgatorio? ¿Por cuanto tiempo?”
Fuera de ciertas naturalezas impresionables, apenas hay peligro de espantar demasiado a
los niños.
C.— PRESENTACIÓN de los MOTIVOS —de CONTRICIÓN PERFECTA.
En cuanto sea posible, tener en los confesionarios —sobre todo cuando en ellos se confiesa
a los niños— una imagen que represente a Jesús Crucificado.
“¿Ve usted, hijo mío, la imagen que tiene delante de usted?... ¿Quién es el que está clavado
en la cruz? ¿Ha sufrido mucho?... ¿Por qué ha querido sufrir tanto?, ¿morir...? Los pecados
que usted ha cometido, ¿han hecho sufrir N.S.J.C.?... Entonces. ¿por qué los ha cometido?
¿No le ama usted al buen Jesús? Entonces, ¿por qué le ha hecho sufrir?”
“¿Ha agregado usted una ESPINA a su CORONA? ¿Se arrepiente de haberle hecho sufrir
tanto?”
D).— FIRME PROPÓSITO QUE HAY QUE EXCITAR.
Obtener promesas PRECISAS.

1A veces el C. se dará cuenta de que el niño no tenía la intención de decir todos sus pecados;
no lo confesó todo, sino porque fue interrogado. El C. deberá lograr, en cuanto pueda, la
confesión de esta intención sacrílega:
“¿Le costaba confesar este pecado fleo? Si yo no le hubiera preguntado nada. ¿se hubiera atrevido a acusarlo?
¿Habría hecho mala confesión? ¿Habría cometido un gran pecado? ¿Se arrepiente usted de haber querido hacerlo?
Otra vez no tendrá usted miedo. ¿no es cierto?

122
“¿Esta decidido a no juntarse más con malos compañeros?1 ¿a pensar que el Buen Dios le
ve cuando está usted solo, por la noche, en su pequeño lecho? ¿Qué hará cuando, todavía le
tiente el demonio?”
Nota I.— Inspírese a veces en las FIESTAS LITÚRGICAS.
El C.: “¿Qué fiesta es mañana?... ¿la Ascensión?... ¿Por que subió al cielo J.C.? ¿Está usted
seguro de tener el sitio que Él le ha preparado?”
Nota II.— EXHORTACIÓN COLECTIVA.
Algunas veces convendrá presentar los motivos de contrición ante los niños reunidos de
antemano. Pero esto no dispensa al C. de asegurarse en el confesonario de la contrición de
cada niño en particular.

363. 3°) REMEDIOS QUE HAY QUE PRESCRIBIR.


Véase más abajo el Corolario consagrado a los pecados de los Niños.

364. 4º) PENITENCIA QUE SE HA DE IMPONER.


Dar una penitencia fácil de cumplir inmediatamente. VARIAR un poco las oraciones. A
veces se les podrá agregar una penitencia MEDICINAL.
El C.: “Vamos a ver: ¿le cuesta aprender sus lecciones? ¿levantarse puntualmente para venir
al catecismo?... Pues bien: Mañana haga eso como penitencia... Diga conmigo: Dios mío, yo
te ofrezco la molestia que tendré mañana en levantarme puntualmente, en estudiar, mis
lecciones.”

365. 5º) ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR.


Sucede que el niño tiene DUDOSAMENTE el uso de razón. La materia es DUDOSAMENTE
suficiente. Las disposiciones son DUDOSAS.
DE TIEMPO EN TIEMPO —dará usted la absolución —-a fin de que el niño no permanezca
en estado de pecado mortal, si alguna vez había pecado gravemente.
Las DEMÁS VECES —despedirá suavemente al niño después de haberle dado simplemente
su bendición.

III.— PECADOS de los NIÑOS —CAUSAS —REMEDIOS

366. 1º) Pecados respecto de DIOS.


La blasfemia: con frecuencia no hay más que culpa MATERIAL —pero hay que prevenir el
mal hábito:
“¿Se atrevería usted a decir, en medio de la calle, “sinvergüenza” o “maldito”, al Presidente
de la República?... y se atreve a decir esto al Buen Dios?”
Apartar a los niños de las palabras groseras: ellas pueden conducir a la blasfemia.
Advertirles, sin embargo, que esas palabras groseras no son pecados, y que no tienen nada que
ver con la blasfemia.

367. 2º) Pecados respecto del PRÓJIMO.

1
Esta promesa no siempre será posible, porque la frecuentación de malos oompañeros puede ser, para el niño,
una OCASIÓN NECESARIA. En esta hipótesis, el C. exigirá una resolución prcisa relativa al ALEJAMIENTO
MORAL.

123
A) Respecto de los PADRES.— Tratar de averiguar cual fue en concreto el acto de
desobediencia. Buscar su causa: terquedad, orgullo, perversidad o atolondramiento.
B) MENTIRA.— Buscar la causa. Algunos mienten para salir de apuro. Otros para llegar a
un fin secreto, o por temperamento, o por timidez.
Hay que combatir enérgicamente la mentira en el niño. Mostrar la belleza de la sinceridad.
Inculcar el horror a las denuncias.
C) ROBO.— Algunos roban porque se les presenta la ocasión..., por gula..., por algunas
monedas. A veces se trata de verdaderos ladrones.
No hay que preguntar brutalmente al niño si ha robado. Decirle:
“¿Ha tomado alguna cosa a otro? ¿azúcar? ¿golosinas? ¿dinero? ¿Con frecuencia?
¿Cuánto? (decir una suma grande). ¿Y cuando usted va a los negocios?... Hay que corregirse.
Hay hombres a los que se encarcela. Cuando ellos eran niños cometieron pequeños robos; no
lo dijeron y no pudieron corregirse.”
Exigir, siempre que se pueda, aunque se trate de una pequeña suma, que RESTITUYAN.
N.B.— Los pequeños ladrones precoces son con frecuencia niños muy amables,
inteligentes, graciosos. Un ladrón es, por lo general, un mentiroso.
D) PECADOS respecto de sus COMPAÑEROS.
Observar a los niños en sus JUEGOS: en ellos se adivina al niño bueno y al niño malo; al
niño sensible, nacido para sufrir, al niño soberbio, dominador, celoso, déspota.
Pregunte: “¿Se ha peleado con sus hermanos, con sus compañeros?... ¿quién comenzó?”
Si él responde: fui yo —buen signo de sinceridad.
“¿Quiere usted vengarse? ¿Ha guardado rencor?... ¿Ha referido algo malo que no era
verdadero?”
E) Respecto de sus MAESTROS.
Decirles que es malo hacer enojar a un maestro que representa al Buen Dios.
F) Respecto de los SIRVIENTES de la CASA.
“Ha sido duro con ellos? ¿descortés?”

368. 3º) Principales pecados respecto de —SÍ MISMOS.


A. ORGULLO.— En el niño es un pecado oculto. Se revela por la desobediencia
manifestada —por la terquedad —por el negarse a pedir perdón —por la dureza de carácter:
“Se ha creído usted más que los demás? ¿Les ha despreciado?...” Atención con la excesiva
emulación
B. GULA.— Algunos niños no piensan más que en comer —comen lentamente para
saborear mejor —se sirven en gran cantidad, sin consideración a los demás.
C. PEREZA.— Hay pereza —de LIGEREZA: poco grave. Pereza de FLOJEDAD: temen el
caminar, el calor, el frío.
Hacer que precisen si se trata de la pereza para LEVANTARSE o para TRABAJAR.
D. IRA.— Los unos son fuertes y breves; los otros son fríos y perseverantes;
E. IMPUREZA.— Esta importante cuestión merece ser estudiada a fondo.

IV.— IMPUREZA

124
369. 1º) Problema de la “INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR”.
A.— SU DIFICULTAD.— Más que en cualquier otra parte —como se ha dicho en general
en el núm. 66— hay que evitar aquí los dos extremos contrarios: preguntar DEMASIADO o
DEMASIADO POCO. Al preguntar demasiado —se corre el peligro de escandalizar (en el
sentido teológico de la palabra): el niño podría aprender el mal que ignora y sentir la tentación
de hacer la experiencia del placer prohibido. Al preguntar demasiado poco —se corre el
peligro de ocasionar confesiones sacrílegas y de dejar que el niño se encharque en los malos
hábitos, de los cuales no se librará más.
B.— MONITUM del Santo OFICIO (la de mayo de 1943).
Recuerda a los C. la DISCRECIÓN. Los consejos siguientes se aplican de un modo especial
a la confesión de los niños.
“Que en sus preguntas el C. proceda con precaución, comenzando por las cuestiones más
generales y, si se da el caso que pasea las cuestiones más precisas. Que éstas sean, sin embargo,
siempre breves, discretas, decentes, evitando las expresiones que pueden, ya excitar la
imaginación y los sentidos, ya ofender los oídos piadosos... en semejante materia, y según el
parecer común de los doctores, es mejor QUEDARSE CORTO que PASARSE, con peligro de
pecado.”
C.— CONDUCTA del C.— La mesura que se ha de guardar en las preguntas no se puede
determinar en forma general: debe variar con cada niño en particular.
Tratemos, sin embargo, de dar algunas indicaciones distinguiendo tres categorías de niños.

370. 2º) DIVERSAS CATEGORÍAS DE NlÑOS1.


Distingamos tres categorías:
A.— Niños bien educados y preservados.
Pasan sus primeros años en la ignorancia del acto malo. El C. les preguntará a veces si no
han hecho cosas feas que no se atreverían a hacer delante de su papá o de su mamá. No ir más
lejos si responden negativamente o con evasivas (Ej.: ellos comprenden las necesidades
naturales, satisfechas de una manera fea, o prohibida por sus padres).
B.— Niños superficiales o atolondrados
Están protegidos por su mismo carácter.
C.— Niños —MÁS o MENOS mal educados.
Ya desde los 9 a los 12 años son capaces de faltas muy graves, por lo menos materialmente:
hay que conocerlos, para no dejar que contraigan malos hábitos2.
a) Conocimiento del PECADO en GENERAL.
“¿Quiere hacer usted una buena confesión? ¿Decirme todo, aun lo que no ha sido visto más
que por el Buen Dios?... ¿Ha tenido deseos de hacer cosas feas?”
A veces el niño responde: sí..., pero..., el C. puede preguntarse si el niño ha comprendido
de qué se trata. El C. comenzará por dar ejemplos que no sean de impureza: “¿Qué cosa fea?...
¿pelearse? ¿vengarse? ¿hacer manchas en su cuaderno?”

1
Algunos C. no dudan de que los niños del CAMPO están más expuestos aún a contraer los malos hábitos.
(Véase: “Educación de la pureza en el campo . Librería M.F.R., página 9).
2
El niño, debidamente advertido antes de la edad de la pubertad, se cura con más facilidad de sus malos
hábitos.

125
Si el niño responde: no — se puede presumir que se trata de impurezas propiamente dichas.
Y el C. puede proseguir su interrogatorio: “Entonces, ¿usted ha hecho cosas feas, feas?”
acentuando el epíteto: feas...”
El C.: “¿Ha hecho cosas indecentes?... ¿tocamientos feos?... ¿gestos feos?... ¿Los ha hecho
expresamente por tener placer?...”
Si el niño responde: sí, a la última pregunta, el C. puede suponer razonablemente que se
trata de faltas de impureza.
“...No tenga vergüenza, yo no le reprenderé... al contrario, le perdonaré: pero si usted me
engaña a mí, no engañará al Buen Dios. El le ha visto hacer las cosas —si es que usted las ha
hecho.”
Si el niño dice: sí —o baja la cabeza con aire confuso— es porque es culpable, al menos en
parte
b) Pecado cometido A SOLAS o CON OTROS.
El C.: “¿Lo ha hecho con sus compañeritos?... ¿No?... pero ellos han hecho entre sí cosas
feas”.
“¿Ha tratado de mirar expresamente a los otros?”
c) Conocimiento del LUGAR.
Esto puede ayudar a determinar la naturaleza y la gravedad del pecado.
En clase: frecuentemente miradas malas, tocamientos por encima de las ropas: por lo demás
esto puede ser ya grave. (Exigir de los niños que tengan las manos sobre el banco.)
En recreos mal vigilados —en paseos aislados: faltas frecuentemente más prolongadas.
En la calle: rara vez faltas muy graves, por lo menos si es en pleno día.
En los corredores, en los dormitorios: faltas generalmente más graves1.
N.B.— El C. hará también preguntas acerca de las MALAS CONVERSACIONES.
Nota.— Nuestras fórmulas concretas de interrogatorios no valen aquí, y mucho menos en
otras partes, más que como simples sugestiones.
En una materia tan delicada toca a la prudencia del C. tener cuenta con cada caso particular.
Hay que descubrir el vicio, siempre evitando causar extrañeza o suscitar una curiosidad
inoportuna, como lo recuerda el Monitum del Santo Oficio de 1943.
Procurar que el interrogatorio sea PROGRESIVO, según se ha dicho en el núm. 74.

371. 3º) REMEDIOS CONTRA LA IMPUREZA.


Cuando el niño tiene un mal pensamiento que se distraiga: que tenga en la cabeza un
PEQUEÑO JARDÍN en el que se pasee. (El campo en el que va a pasar las vacaciones... un
paseo en bicicleta... sus juegos infantiles... El campeonato de fútbol, etc.).
Una breve invocación a la Santísima Virgen.
Desde el punto de vista de la conversación —si está con otros mayores: ¡poner pies en
polvorosa!... Si está con otros de su misma edad o con otros más pequeños, que diga que
hablen de otra cosa.

1“EDUCADORES” ha conseguido un número especial a la Educación sexual. En el artículo:


“Niños a la deriva”, C. Macke aduce numerosos y tristes testimonios referentes a los
desórdenes sexuales de niños aún muy jóvenes en edad.
Hacer que lean este artículo los padres, quienes —en su mayoría— son de una invreibleingenuidad respecto de
sus hijos.

126
Tener un rosario especial debajo de la almohada. Antes de dormirse, rezar una, dos
decenas... Determinar una intención para cada Avemaría.

372. Nota.— Denuncia de los corruptores públicos.


En muchos establecimientos hay algunos niños que enseñan el vicio a todos sus
compañeros: ésos son CORRUPTORES PÚBLICOS.
El sacerdote los descubrirá a veces por la confesión de los otros niños que habrán sido sus
víctimas. El C. podrá y con frecuencia hasta deberá imponer a su P. la obligación de denunciar
al Superior a esos corruptores públicos; llegará, si es necesario, hasta a negar la absolución1.

CAPÍTULO SEGUNDO
LOS JÓVENES
Artículo primero
EL JOVEN

I.— EL JOVEN EN GENERAL

373. lº ACTITUD GENERAL.


El joven tiene necesidad de DIRECCIÓN ESPIRITUAL; aun cuando se hace el fanfarrón, se
siente feliz de apoyarse en un sacerdote que le ama y que le sostiene. Trate usted primero de
ganar su confianza.
Sea para él un AMIGO que comprende sus dificultades; un AUXILIAR DESINTERESADO
que quiere acudir en su ayuda. Sea BREVE y DIRECTO... evite las fórmulas generales y
demasiado amaneradas2.

374. 2º) CONDUCTA DEL C.

1 N.B.— Hemos dejado de lado lo que se podría llamar la DIRECCIÓN ESPIRITUAL de los niños.
El confesor que está con ellos, sobre todo no debe olvidar que él debe ser el que cuide de sus
almas. Un sacerdote un poco atento no tarda en discernir en un grupo de niños los que son
llamdos a una vida interior más profurnda.
El método de la CRUZADA EUCARÍSTICA, bien comprendido, puede ser para esto un precioso
recurso. La divisa “ora, comulga, sacrifícate para ser apóstol”, le ofrece en la amistad con N.S.,
una poderersa síntesis de vida cristiana. Teniendo en cuenta evidentemente el ambiente en el
cual crece el pequeño bautizado está muy preparado para comprender la belleza de una vida
enteramnte consagrada a Cristo para las almas. La mística de la ofrenda le da gran estima de
sus acciones cotidianas, del trabaj, de las penas, de las alegrías, de los juegos. El espíritu de
sacrificio alimenta su generosidad y la viriliza. La comunión frecuente —siempre que no se
impulse a ella inconsideradamente— desarrolla en él la le de su bautismo, lo purifica, lo
orienta hacia el don apostólico de sí mismo. (Cf. Documentos de la Cruzada Eucarística, 9 rue
Monplaisir, Toulouse).
Por otra parte, un colega nos recomienda vivamente que exijamos de los niños una ESPECIALIZACIÓN DEL
ESFUERZO, como se dice respecto de los adulítos. (Cf. 469-479). Señalemos igualmente “La dirrección espiritual
de los niños”, por el Abate Poppe. Edición: Averbode (Bélgica) Se hallan allí, en el Apéndice, excelentes modelos
de confesión-dirección.
2
Para los adolescentes recomendar: “Tú que te haces hombre”, por Juan el Presbítero, de la Edición
Castermann.

127
A.— Integridad que hay que asegurar.
Trate de obtener que se acuse de una MANERA PERSONAL—no según el formulario de un
examen de conciencia “ómnibus”.
Que él mismo indique la CAUSA de sus PECADOS —y sus CIRCUNSTANCIAS próximas.
B.—Advertencia que hay que dar.
Atraiga su atención sobre 3 puntos principales:
a) LECTURAS (1): ellas tienen un influjo muy grande para el bien y para el mal.
(1) Para más detalles, véase: “El problema de las lecturas” núms. 681-683.
AMISTADES: son un gran medio de FORMACIÓN y de DEFORMACIÓN.
c) RECREACIONES y DISTRACCIONES1: pueden ser la ocasión de placeres turbios, de
encuentros peligrosos.
C.— Consejos que hay que dar.
Insista alternadamente sobre:
a) El SENTIDO de la ORACIÓN. Dar de ella una alta idea, y revelar sus diferentes formas
(Adoración, agradecimiento, etc.)
Explicar el valor de la PENITENCIA y de la EUCARISTÍA. Devoción viril e ilustrada hacia
NUESTRA SEÑORA.
b) LUCHA contra el DEFECTO DOMINANTE.
Estará por lo general en la línea de los siete pecados capitales: inspírese en lo que se dirá
acerca de ellos (Cf. 608).
c) APROVECHAR sus POSIBILIDADES GENEROSAS.
Son numerosas en la edad de la juventud, pero con frecuencia el joven las ignora y usted
debe revelárselas a él mismo.
Infúndale el deseo de llegar a ser un JEFE —con todo lo que ello significa de
responsabilidad, de dominio de sí, de abnegación.
Infúndale una AMBICIÓN CRISTIANA que tienda a desarrollar los talentos recibidos para
el servicio de Dios y de sus hermanos. La humildad hace decir: “Sin Dios no puedo hacer
nada”, pero ella debe ser completada por la audacia cristiana: “Todo lo puedo en Aquél que
me conforta”.
d) OBLIGACIONES FAMILIARES.
Ocupan un lugar muy importante en la vida del joven. Véase lo que se dirá de ellas (Cf.
605).
D.— Penitencia que hay que imponer.
Cuidar de su aspecto MEDICINAL (Cf. 183-184).
Ej.: Si se trata de negligencias en la oración —imponer la oración de la mañana durante
algunos días, una asistencia a la Misa, una visita al Santísimo Sacramento. Si se trata de
corregir un hábito vicioso, véase el núm. 184.

375. 3º) El problema de la VOCACIÓN.2


Por lo general se plantea en la edad de la adolescencia.

1
Para el problema de los bailes, véase números 674-678; para el problema del teatro y del cine números 679-680.
2
Recomendar: “En la encrucijada de los caminos”, por Juan el Presbítero, de Castermann.

128
El C. deberá ayudar al joven a discernir su vocación —a tener conciencia de sus aptitudes,
de sus inclinaciones.
Una vez reconocida la vocación (religiosa —sacerdotal —matrimonial) —el C. ayudará al
joven a ser fiel a ella CUESTE LO QUE COSTARE.

II.— LOS ESTUDIANTES


(Colegios, Universidades)

376.
(Los consejos siguientes están tomados del Mensaje a los Capellanes de la J.E.C., enero de
1947).
1.— Inteligencia (“Intus legere...”).
Psicología antes que nada... No existe “el alma del muchacho...” Hay almas, muchachos,
almas de muchachos... Abrirse a esta complejidad... Cada alma es un mundo de
contradicción... Y si hay que clasificar, ¡qué diversidad a la que debemos estar atentos!... Los
simples, los rectos, los puros, los regulares, los inquietos, los inestables, los tiernos, los
hastiados, los impenetrables, los incomprensibles... Todos los temperamentos, todas las
medidas... Y nosotros frente a ellos.. Que cada muchacho tenga la impresión de que nosotros
le conocemos, de que le comprendemos, de que nadie le conoce como nosotros... Entrar en la
verdad individual de esta alma...
a.— Controlar.
Un carnet. Nombres. Apuntar a los que vemos; con qué compás... ¿Una nonada? Sí. haga
la prueba. Se encontrará con sorpresas...
3.— Invitar.
No temer. Hay también muchachos a los cuales podemos decir: “Juan Pablo hace mucho
tiempo que no te veo”.
4.— Aprovechar las ocasiones.
Una mala situación. Una falta de disciplina. Un duelo. Un fracaso. Una enfermedad. La
gripe del invierno, que nos permite ir a ver a su casa a tal muchacho, llevarle éste o aquel libro
que él nos vendrá a devolver... Los libros: es importante: ellos leen, luego cuentan...
5.— Saber.
Conocer en el mayor grado posible al muchacho: su vida, su familia, sus ocupaciones, sus
gustos. Sus compañeros, su trabajo, sus éxitos escolares, sus sueños de carrera... El muchacho
espera que nosotros le hablemos de él. Un medio infalible para hacer que se disguste de la
Dirección será imponerle el Sermón maestro, “ad omnes”.
6.— Escuchar.
Vuelvo a ver a Jaime. Había venido una tarde; yo estaba apurado, sobrecargado de trabajo
urgente. El se dio cuenta de que yo no tenía tiempo... Me dijo mas tarde que aquella vez se
había retirado con su pena y su secreto...
He aquí que entra Jaime.
—”Señor abate, ¿no le interrumpo?”...
—”No mi pequeño Jaime. Esa es la única expresión que aquí está prohibida...”
Pero entonces no hay que continuar arreglando el escritorio, manipulando el fichero,
abriendo ese sobre, acabando esa carta... Hay que dejar todo. Que Jaime se dé cuenta de que

129
nosotros estamos atentos, de que estamos interesados, de que él es bien venido, de que él es lo
único que cuenta en ese momento, de que disponemos de todo el tiempo... Que advierta sobre
él una atención singular... Olvido de nosotros mismos. Disponibles totalmente...
7.—Amar.
Es ésta también una verdad fundamental. Primero el don de simpatía. El resto vendrá solo...
El apostolado de la sonrisa... La bondad que atrae. El niño que no se siente amado cierra su
corazón... Que nuestros muchachos nos llamen “Padre”... Y seamos eso para ellos. El que les
tienda a cada instante una afección viril y tierna... Que cada uno se sienta amado con un afecto
singular: emplear sólo el nombre... Cae por su propio peso: nada de afecto que se especialice,
que cristalice en los más interesantes, para dejar al resto en la sombra... Siempre habrá una
objeción, sí: algunos dirán sí, y otros no... Pero la objeción no nos toca a nosotros el hacerla:
ofrecer a todos un afecto verdadero, y lo demás confiarlo a la gracia de Dios...
Y entonces devorarán nuestro tiempo, asediarán nuestra puerta. Abusarán. Tanto mejor.
¡Qué alegría ser, con Cristo, portadores de almas...!
Abate CHAPU
Capellán del Liceo de Bourges.

III.— LOS JÓVENES TRABAJADORES


No creemos hacer nada mejor que resumir brevemente la 5ª Parte del hermoso libro “Los
que tú me diste” (Ediciones Obreras, 1947).

377. A) En qué consiste su dirección.


No es cuestión de abordar “ex abrupto” los problemas de vida espiritual como un Director
del Seminario Mayor con su dirigido.
a) DEFINICIÓN.— “Intercambio, entre el sacerdote y el militante, de pensamientos, de
reflexiones, de sentimientos respecto de la vida personal del mozo; en función del ambiente
obrero en que él se mueve y de su actividad apostólica; siendo el fin buscado encauzarlo para
que haga reinar el espíritu de Cristo en su vida y a que viva como el mismo Cristo “
b) “CRISTIANIZAR TODA SU VIDA CONCRETA.”
En las más humildes actitudes, en las acciones del trabajo, en los encuentros de la calle, en
los contactos con la familia es donde hay que esforzarse por acercar al militante a N.S., por
ayudarle a glorificar a Dios y a santificarse a sí mismo.
c) CONDICIÓN PREVIA: METERSE EN LA PIEL DEL. MILITANTE.
El sacerdote debe persuadirse de que debe escuchar al militante para conocer los menores
detalles de su existencia, para ponerse en su lugar.
Sólo entonces podrá darle consejos apropiados a los problemas de su vida —habida cuenta
con las dificultades que él encuentra y con su nivel de vida cristiana.

378. B) Cómo llevar al militante a esta dirección.


Hay que vencer primero:
Un cierto temor instintivo, una cierta desconfianza respecto del sacerdote.
Atraerlos partiendo de los detalles de su vida, de los hechos comunes en los que se
manifiestan, por otra parte, las exigencias de Cristo.

130
Las responsabilidades apostólicas pueden ser asimismo un punto de partida. Encuentros
colectivos en el Círculo de Estudios o en otra parte, pueden ser educativos y conducir a
encuentros personales con el capellán.

379. C) Actitud general del sacerdote.


a) Acogida simpática y cordial.
b) No ofrecer el aspecto de estar apurado sino enteramente a disposición de él.
c) Ser sencillo. Ni trivialidad, ni frialdad.
d) Iniciar la conversación con temas que estén a su alcance.
e) Sepamos provocar confidencias, pero sin brusquedad; sepamos esperar cuando es
necesario.

380. D) Contenido de h Dirección.


a) ESPIRITUALIDAD POSITIVA.
No contentarse con prevenirlos contra la “ocasión de pecado” relativa a la impureza.
Sino ayudarlos también a cultivar la virtud en general, a examinarse acerca del bien que
hubieren hecho.
b) SENTIDO DE SU DIGNIDAD.
Revelarles la grandeza de su vocación de hombre y de cristiano que se encarna en su vida
de joven trabajador. El día de mañana estarán más orgullosos de ser trabajadores porque el
trabajador es también hijo de Dios.
c) Cuestión del TRABAJO y del CUERPO MÍSTICO.
Hablarles de Cristo Obrero. Mostrarles como ellos colaboran con Dios en el
perfeccionamiento del mundo.
Partir de la solidaridad obrera para revelarles la magnífica doctrina del Cuerpo Místico.
d) DEBER DE ESTADO.
1.— Trabajo a conciencia —Nada de despilfarro ni de robo. Esto exige mucha valentía y
hasta heroísmo. Hay que exigirlo de los más adelantados entre los militantes; así es cómo
provocarán el choque y darán testimonio.
Se llegará a eso explotando el respeto de lo tuyo y de lo mío, el aspecto divino del trabajo.
2.— Vida cristiana en el hogar.— El joven obrero ignora frecuentemente el valor del medio
familiar. Pedirle que lo ame comenzando por las transformaciones materiales (blanquear las
paredes, cuidado del ajuar y de los muebles, (etcétera).
Muchos tal vez tengan necesidad de hacer esfuerzos para ser mejores con sus padres.
e) PERTENENCIA OBRERA — MEDIO de SANTIDAD
Enseñarles la religión de su pertenencia a un medio providencial, y de las responsabilidades
que les tocan por este hecho.
Cristo les exige que sean apóstoles activos en sus diversos modos de vida: trabajo, barrio,
transportes, diversiones.
Su programa de espiritualidad debe estar centrado en:
la lucha por la justicia social;
la vida de total caridad..

131
Insistir en las mortificaciones, en los sacrificios que se derivan de su deber de estado, a
veces tan costoso, y de su acción de militante.
Los medios exteriores de mortificación (Ej.: privarse de un cigarrillo) no valen más que a
título de entrenamiento.
f) UNIÓN CON DIOS.
Al principio, la vida humana de Cristo es la que los atrae.
Más tarde se les revelará el Dios trascendente.
Su plegaria consistirá al comienzo en la ofrenda de su trabajo y de sus esfuerzos.
Algunos podían llegar a hacer la oración separada1 —tranquila, para utilizarla en momentos
imprevistos (Ej.: en un tren suburbano). Más son los que llevan la “vida de oración” pensando
frecuentemente en Cristo durante el día, santificando su trabajo en su aspecto de colaboración
con el Padre creador y de redención con el sacrificio de Cristo.
g) VIDA SACRAMENTAL.
Hacer que descubran las riquezas de la Eucaristía y del Sacrificio de la Misa.
h) LA MADRE DE JESÚS estaba allí.
Hacer que descubran también el valor de la devoción hacia la Santísima Virgen.
Recomendarles algunas prácticas que estén a su alcance. (Algunas “Avemarías” cotidianas;
la comunión en las principales Festividades de la Virgen).
Enseñarles: 1) a ofrecerse a Cristo por medio de María; 2) a fundar su respeto para con las
jóvenes trabajadoras en el culto hacia Nuestra Señora; 3) a confiar a María la eficacia de su
acción apostólica.

381. Nota.— El C. de los jóvenes trabajadores hará bien en leer “La levadura en la masa”, del
abate Godin, a fin de realizar mejor lo que constituye el alma obrera; estudiará también “El
Campo del Padre”, del abate Mazioux, y se esforzará por hacer que lo asimilen sus dirigidos
más preparados.

IV.— LOS JÓVENES CAMPESINOS


Los consejos dados están inspirados en la lectura de “Rusticidad y Humanismo” (J.A.C.) y
de “Vocación Campesina”, del canónigo Glorieux.

382. 1º En qué consiste su dirección.


Atenerse a lo que se ha dicho de los “Jóvenes Trabajadores”, núm. 377.

383. 2º Cómo llevar a ella al militante.


El campesino que vive más en contacto con el “cura” que el joven obrero, es menos
desconfiado. En cambio su TIMIDEZ es más acentuada aún: para él, que siempre está en lo
material, todo sacerdote se le representa bajo la figura de un intelectual.
El rústico se siente torpe y no tiene vocabulario.
El sacerdote tiene que adivinar qué es lo que necesita el campesino, que no sabe o no se
atreve a expresarse. El sacerdote debe atraerle, partiendo de su vida concreta; respecto de los

1
Los militantes de A.C. encontrarán breves y excelentes meditaciones en “Al Servicio del Maestro”, del
Canónigo Quéval —Central de las Obras, 33, boul. de Strasbourg, Arras.— Secretariado de las Obras; 38 boul.
de Strasbourg. Arras.

132
más jóvenes será cuestión casi exclusiva de distracciones, diversiones, trato frecuente con los
demás de veinte años se puede hablar de las dificultades del cultivo, de la modernización del
trabajo, del futuro y de la instalación.

384. 3º) Actitud general del C.


A.— Acogida simpática y cordial.
B.— No extrañarse de una cierta reserva y frialdad aparente que es connatural al
temperamento campesino.
C.— Evitar con sumo cuidado el herir la susceptibilidad (a propósito de su lenguaje, de su
porte). Tener en cuenta su complejo de inferioridad.
D.— No dejar suponer que uno podría participar de los prejuicios de la ciudad. (Todos los
campesinos practican el mercado negro; se han enriquecido a costa de los ciudadanos, sus
bolsos están llenos de billetes de banco. etc.)
E.— No querer engañarles.
F.— Ser muy paciente. Se necesita mucho tiempo para ganar la confianza de los
campesinos y para recibir sus confidencias.

385. 4º) Conducta del C.


Distingamos: A) Orientaciones generales; B) Santificación de la vida campesina; C)
Ejercicios de piedad.
A) Orientaciones generales:
a) Hacer ver el ORGULLO de la VOCACIÓN CAMPESINA.
Procurar que el P. descubra la grandeza y la belleza de la vida del campo. Su función de
primera categoría dentro de la nación. Despertar el sentido del honor campesino.
b) Procurar que deseen una CULTURA CAMPESINA.
Educación de la inteligencia del rústico, que está hecha a base de un profundo buen sentido
y de fina intuición; educación de sus potencias afectivas: él quiere sentimentalmente a sus
animales, sus campos, sus cosechas; educación de su voluntad: es una de las riquezas de la
gente del campo el tener un sentido muy elevado del deber, del trabajo, del esfuerzo.
c) Formar una RELIGIÓN verdaderamente PERSONAL.
Con demasiada frecuencia la práctica religiosa del campesino es asunto de rutina y de
tradición. Su piedad cae fácilmente en el formulismo, si no en la superstición.
El C. tratará de formar en su P. convicciones personales muy ilustradas y muy sólidas. Le
enseñará a tener la valentía de su propia opinión, y a no obrar simplemente “porque esto se
hace siempre así”. En otras palabras: el día en que el campesino no se halle más en un medio
bueno, se dejará arrastrar por el respeto humano y abandonará sus prácticas religiosas.
B) Santificación de la vida campesina.
a) ADMIRACIÓN de DIOS y de SUS OBRAS.
El campesino tiene el gran privilegio de vivir en medio de la hermosa naturaleza. (Contraste
con el joven obrero que trabaja en el fondo de la mina). Es silencioso y meditabundo.
Fácilmente llegará por eso a admirar las maravillas de la creación, las perfecciones de Dios
que en ella se reflejan: Sabiduría, bondad y poder.
Esta adulteración se tornará por sí misma en plegaria de alabanza y de acción de gracias.
b) ABANDONO FILIAL al PADRE de los CIELOS.

133
El campesino sabe someterse a las duras realidades de las necesidades verdaderas, él ha
aprendido por experiencia que las cosas no se avienen a nuestros caprichos, como nosotros
imaginábamos. (Ritmo impuesto por las estaciones: sol y lluvia: complexión de los animales
que se crían; intemperies; accidentes del ganado, de la cosecha).
Transformar este sentido de la dependencia de las cosas en un abandono filial al Padre que
está en los cielos. (La caída de un cabello, de un gorrión, no escapa a la sabiduría y a la bondad
de Dios). Elevarse hasta el “Fiat”, hasta el “Ecce ancilla Domini” de la Virgen en la
Anunciación.
N.B.— Evitar el escollo de la resignación pasiva. El hombre de campo esta expuesto a caer
en una especie de fatalismo. Pues bien: el cristiano no se resigna más que a lo inevitable. Debe
hacer todo lo que está de su parte para mejorar las condiciones de la vida rural y prevenir sus
accidentes.
c) SANTIFICACIÓN del TRABAJO de la TIERRA.
El campesino es esforzado; está pegado a su trabajo y sabe sacrificarle sus gustos. Pero su
amor a la tierra es con frecuencia demasiado humano. El no ve más que la cuestión productos,
utilidades —sin considerar el valor cristiano del trabajo.
El C., aun simpatizando con las preocupaciones temporales del P., debe enseñarle a:
1. Orar en el trabajo. Pensar en Dios utilizando las ayudas exteriores (cruces del camino,
rosario, campanario, sonido de las campanas; cuando tocan a misa los días de semana, cada
uno en su puesto de trabajo debe unirse al sacrificio de Cristo. El Angelus); haciendo cortas
meditaciones durante el trabajo (un libro de formato pequeño en el bolsillo; se lee un breve
pasaje y se lo “rumia” mientras se trabaja; véase: “Campesino, Dios te habla”, por el Canónigo
Glorieux); repitiendo cantos de sabor cristiano que arrastran al trabajo (cantos de la J.AC.).
Por supuesto que el C. no recomendará estas prácticas de oración todas a la vez y de un
solo golpe.
2.— Orar por medio del trabajo. Ofrecimiento del día al vestirse. Breve oración antes de
comenzar un trabajo más importante y más duro. Obediencia a la voluntad divina. Servicio del
prójimo que exige trabajo de calidad. Imitación de Jesús que trabaja y sufre. El trabajo penoso
y a veces humillante de la granja y de los campos es un ejercicio de penitencia y un instrumento
de salvación de las almas.
d) SERVIDOR de SUS HERMANOS.
El campesino es el que da de comer a los hombres, sus hermanos.
Recordar el sentido de la justicia. Por temor de ser “arrollado”, el campesino tiene una
tendencia a hacer siempre un poco de trampa. Adquirir de nuevo la vieja tradición cristiana
campesina: usar buen peso y buena medida.
Recordar igualmente el sentido de la bondad. El campesino es a veces un poco duro con los
débiles (mujeres, ancianos, adolescentes) y desprecia a los desheredados de la vida
(miserables, desafortunados).
Tratar de que descubran las penas y las dificultades de las familias del lugar para procurarles
remedio. Enseñarles a ser dadivosos y extender su caridad más allá del círculo familiar.
e) Sentido de la VIDA FAMILIAR.
En otros tiempos era muy vivo, pero tiende a perderse en las generaciones jóvenes.
Devolverle su honor.
Respeto de los hijos para con los padres, que ya no les parecen “al día”. Respeto a los
“viejos” (abuelos) a pesar de sus manías y de sus exigencias.
f) Sentido del APOSTOLADO.

134
El campesino es fácilmente individualista.
Hay que tratar de que salgan de su egoísmo y hacerles ver los sufrimientos y las deficiencias
de la gente del campo. El sacerdote lo conseguirá más con los adolescentes, más dispuestos al
don de sí y a la generosidad.
Esto debe ser una competencia de su oficio, un verdadero valor profesional; es una
condición indispensable para su influencia y para su irradiación. Interesarse en los problemas
de la agricultura, en las cuestiones económicas y sociales.
Iniciarse en la acción familiar sindical, cívica. Llegar a ser una personalidad que actúe en
su medio.
C) Ejercicios de piedad.
Inspirarse en lo que se ha dicho a propósito de los Jóvenes Trabajadores (Cf. 380 f-g-h).

IV.— GUÍAS Y JEFES —SCOUTS.

386.— 1º Actitud general del C.


A.— Preguntar al P. si está alistado en el scoutismo, si hace de él una disciplina de vida
natural y espiritual.
B.— Preguntarle también si tiene un sacerdote en su vida.
C.— Evitar todo “modismo” más o menos esponjoso.
D.— Guardarse de todo sentimentalismo.
E.— Ser comprensivo y ganar la confianza, pero hablar pon claridad y nitidez, saber exigir.
E.— No tener miedo de presentar un ideal muy elevado.
G.— Hacer ver que la subida a este ideal exige muchas veces un “estilo de vida” bastante
recio.

387.— 2º) Conducta del C.


A.— CRISTIANIZAR EL HUMANISMO GUÍA.
El C. hará comprender al P. que la verdadera ruta no se concibe sin Cristo.
Es más fácil hacer hazañas (atravesar ríos, escalar picos, etc.), que ser puro y servir. Lo
primero se hace solo; lo segundo no se hace más que con la gracia.
Recordar al P. la necesidad de formarse a fondo, a semejanza de los apóstoles que se
formaron tres años antes de emprender su viaje bajo la dirección del Espíritu Santo.
B.— “FRANQUEZA —ABNEGACIÓN —PUREZA”
Las tres virtudes principales del guía.
Están escritas en la promesa que él ha hecho:
a) El Scout es leal a su país, a sus padres, a sus jefes y a sus subordinados (artículo 2 de la
ley scout).
El C. debe mostrarse cruel con toda mentira, trampa o fraude. Recordar al P. que debe poner
su honor en merecer confianza.
b) El Scout está hecho para servir y salvar a su prójimo (artículo 3).
La divisa del guía es servir. Aplicación de la consigna de Cristo: “Non veni ministrari, sed
ministrare”.
c) El Scout es puro en sus pensamientos, en sus palabras, en sus actos (artículo 10).

135
La impureza es una cobardía; en provecho de una satisfacción egoísta desvía las fuerzas
dadas por Dios para amar a la compañera de mañana y fundar su familia.
El pecado impuro es una bajeza, una villanía: es como si se arrojase estiércol en una fuente
límpida donde otros van a beber.
El Scout es un caballero de la Virgen, toda Ella pureza y transparencia. Su alma debe ser
clara conforme a la imagen de su Dama.
C) EL GUÍA ES VIRIL.
El C. debe reprimir severamente toda manifestación de molicie. Exigir que se levante a la
hora. Desterrar todo “confort” exagerarlo, todo aburguesamiento.
D) El Scout ve en la NATURALEZA la OBRA de DIOS
(artículo 6).
El Papa Pío Xl insistió mucho en este aspecto de la espiritualidad del Scout: “Al admirar
las magnificencias de la creación hay que saber remontarse hasta Dios. No se concibe, mis
queridos hijos, a un scout católico sin este pensamiento que lo ilumine y que lo acompañe”.
E) CRISTO, espléndido COMPAÑERO de RUTA.
Recordarle con frecuencia al P. la imagen de Cristo conduciendo a sus apóstoles por la
Ruta. Él hacía que descansasen al azar de los caminos y de la hospitalidad; les cocinaba
pescado sobre el fuego y velaba con ellos.
Cristo es el modelo del compañero de Ruta; de donde la necesidad, para el guía, de leer el
Evangelio, de meditarlo para buscar en él una línea de vida personal.
F) EL TESTIMONIO que ha y que DAR.
El guía tiene otras ambiciones distintas de su perfección personal.
Tiene el trato de las almas por salvar.
Quiere irradiar a Cristo.
Quiere llevar a todos los hombres sus hermanos, un testimonio de alegría interior, de
humanismo cristiano, de amistad; y los hombres se dirán entonces ¿de donde viene este amor
y esta alegría? Y descubrirán que su fuente es Cristo, e irán al Divino Maestro.

388.— 3º) Ejercicios de piedad.


Misa. Vida sacramental. Devoción mariana muy intensa. Darle un aspecto caballeresco:
será el entusiasmo de un caballero de la edad media para con Nuestra Señora.
Insistir en la recitación de la plegaria scout, por la mañana y por la noche.
Recomendar la meditación del texto de la promesa y de la ley Scout.
Un retiro por año: tales son las exigencias de la partida (en lenguaje scout, criterios de
partida).

Artículo segundo
LA JOVEN1

389.— 1º) ACTITUD GENERAL QUE HAY QUE ASUMIR.


A.— SIN ESTAR A DISTANCIA —GUARDE SUS DISTANCIAS.

1
Para este artrículo le debemos mucho al libro “Joven Sacerdote” (Abate Courtois).

136
Si está permitido que usted las llame por su nombre de bautismo, guárdese de toda
familiaridad. No ponerles ni diminutivos, ni sobrenombres. No las tutee nunca —ni siquiera a
las más jóvenes.
Bajo ningún pretexto acompañe a las jóvenes a pasear, no se mezcle en sus juegos.
En el tren evite estar con ellas en el mismo compartimento. En colonias de vacaciones, en
jornadas de Estudios, en ejercicios..., tomar la comida aparte en una sala distinta.
B.— Ejerza una DIRECCIÓN EQUILIBRADA, TRANQUILA pero FIRME.
Conviene así a la inestabilidad femenina. consecuencia de su sensibilidad y de las
variaciones de su estado de salud. Comprenda sus dificultades. Téngalas en cuenta, pero no
sea esclavo de ellas.
Continúe haciéndolas subir desasiéndolas de su “yo”, de sus pequeños caprichos y de sus
pequeñas miserias.
C.— NO HABLE DE USTED.
No se ponga usted delante... de lo contrario los progresos corren el peligro de ser hechos
más por merecer su aprobación que por agradar a N.S.

390.— 2º) Conducta del C.1


Desde el punto de vista de: la Integridad que hay que asegurar; la Advertencia que
hay que dar; la Penitencia que hay que imponer, véase lo que se ha dicho respecto del
joven (Cf. 374).
Consejos que hay que dar.— Véanse también los relativos al joven (Cf. 374).
Agregar los consejos propios para la joven:
A.— LUCHAR contra el DESEO EXCESIVO de AGRADAR, sea éste por medio de un amor
exagerado del arreglo personal, por medio de actitudes, de gestos, de palabras, que atraen la
atención.
B.— NO contentarse con la DEVOCIÓN SENTIMENTAL.
Su piedad podría limitarse a veleidades, a deseos ineficaces. Exigir de ella actos positivos
concretos, que se puedan comprobar, en la línea de la vida real y del deber de estado.
C.— Desarrollar el SENTIDO de la MATERNIDAD.
La joven está hecha para ser madre. Si no ha de ser nunca madre según la naturaleza,
revelarle la grandeza y la belleza de la maternidad espiritual.
D.— EDUCACIÓN DEL CORAZÓN.
Si la joven se deja llevar de la impureza, no será generalmente impulsada por los sentidos,
sino por debilidad hacia aquél a quien ama.
E.— Practicar el OLVIDO de SÍ y la ABNEGACIÓN.
Estas son las virtudes propias de la mujer, y que ella debe desarrollar en el máximo grado.

CAPÍTULO TERCERO
LOS ADULTOS

1
Para las adolescentes recomendar: “Tú que ya eres mujer”, por Fabián Van Roy.

137
Estudiaremos sucesivamente: 1º) Los hombres; 2º) las mujeres; 3º) Las personas de edad.

Artículo primero
LOS HOMBRES

391.— 1º) IMPORTANCIA DE ESTE MINISTERIO.


El C. debe entregarse al ministerio de los hombres con mucho más celo aún que al de los
niños, al de los jóvenes y al de las mujeres. Su salvación corre más peligro; sus deberes son
más importantes y su influjo es más grande.
Con toda razón se le ha reprochado al clero un cierto “infantilismo”, porque dedica sus
preocupaciones ministeriales más a los niños que a los hombres, siendo actual que la influencia
del sacerdote sobre el niño es muy reducida si es combatida por el ambiente familiar. Cada día
se ve más que no se trata del problema del “niño”, sino del problema de la “INFANCIA”, y
por consiguiente, de los adultos junto a los cuales vive el niño.
Ahora bien: entre los adultos figura en primer plano el padre de familia, el jefe del hogar.
De aquí la necesidad primordial para el sacerdote de tomar a pecho el

MINISTERIO DE LOS HOMBRES

N.B.— Algunos C., eligiendo el camino de lo fácil y de un atractivo demasiado natural,


corren el peligro de descuidar a los hombres, en provecho de las mujeres

392.— 2º) ACTITUD GENERAL.


Frecuentemente el hombre experimenta una repulsa más o menos profunda por la
confesión; siente mucho más que la mujer la humillación que ella implica: también él es
víctima del respeto humano.
Por lo tanto el C. pondrá atención en los puntos siguientes:
A.— ACOGIDA RESPETUOSA Y MUY AMABLE.
El exceso de amabilidad no tiene por qué ser temido como en la confesión de las mujeres.
B.— AVISOS BREVES Y PRECISOS.
Los hombres —al revés de las mujeres— no quieren permanecer mucho tiempo en el
confesonario. Aprecian al C. que arregla con rapidez y categóricamente sus asuntos.
C.— DULZURA EN LOS REPROCHES Y MANDATOS.
El C. no piense que se les puede hablar a los hombres con más aspereza y rudeza que a las
mujeres: lo contrario es lo verdadero. Una mujer admitirá un imperativo categórico y un poco
seco de su C.; en cambio respecto del hombre, habituado más bien a mandar que a obedecer,
hay que guardar en esto las formas.
D.— LLAMADO más al RAZONAMIENTO que a la AUTORIDAD.
Siempre por la misma razón. La mujer acepta el ser mandada —si el C. le agrada; el hombre
siente horror a ello. Por lo tanto hay que esforzarse por convencerlo, haciendo ver el valor de
los motivos razonables; el hombre con frecuencia —y la mujer casi nunca— es capaz de
admitir la justificación de ellos.
Si tiene usted que imponer al P. una obligación penosa —que él se dé cuenta exactamente
de que usted obra así por su mayor bien, por caridad paternal hacia su alma.
E.— Una FAMILIARIDAD de BUENA LEY.

138
Aun respetando al P., puede ser con él más familiar, más cordial que con las mujeres. Más
fácilmente puede mostrarle que comprende su estado de alma, sus dificultades interiores (Ej.:
tentación contra la pureza; problemas del hogar. de la vida profesional).

393. — 3º) CONDUCTA DEL C.


A.— Integridad que hay que asegurar.— De la PACIENCIA. Soporte con calma sus
acusaciones sumarias e incompletas; a veces hasta su rudeza y su lenguaje grosero.
Si tiene que interrogarles, dígales:
“¿Puedo hacerle algunas preguntas acerca de su acusación?”
Interróguelos acerca de los DEBERES IMPORTANTES de la vida cristiana.
NADA DE PREGUNTAS para NIÑOS: su P. es un adulto y exige ser tratado como tal.
B.— Contrición que hay que excitar.— Bajo una apariencia fría y a veces hasta un poco
desenvuelta, los hombres tienen, casi siempre, un arrepentimiento sincero y serio.
Con todo debe usted excitarlos con frecuencia a la contrición y al firme propósito.
Recuerde los motivos de contrición sólidos, basados en la fe (Cf. 144-145). Evite toda
presentación pueril de los dogmas.
C.— Obligaciones que hay que imponer.— Dé prueba de una gran inteligencia y de toda
la bondad posible.
No imponga más que OBLIGACIONES CIERTAS. Sea, sin embargo, firme e INFLEXIBLE
cuando se trata de la huida de las ocasiones próximas y libres, del deber de restitución, de la
reparación del escándalo, de la reconciliación, de las exigencias de sus deberes familiares y
profesionales.
Una bondad excesiva sería crueldad.
D.— Consejos que hay que dar.— Salvo algunas excepciones, no es cuestión de dar reglas
de perfección.
a) Inspire el HORROR al PECADO MORTAL y el amor de los deberes fundamentales de la
vida cristiana.
b) Deberes PARA CON DIOS. (Por lo menos un Padrenuestro y un Avemaría por la mañana
y por la noche —la Misa del Domingo—. Frecuentación de los sacramentos conforme a su
nivel de vida cristiana).
c) Deberes FAMILIARES. (Esposo: 597-602; Padres: 603-604).
d) Deberes PROFESIONALES (véase 580-594).
Cumplirlos con mucha conciencia. Santificarlos por medio de la ofrenda y la aceptación
cristiana de su aspecto penoso.
e) Deberes SOCIALES y CÍVICOS.1
E.— Penitencia que hay que imponer.— Con frecuencia no se debe imponer más que
una penitencia ligera (Cf. 177 b). A veces, después de haberle pedido previamente su
consentimiento, podrá obtener que recite una breve oración durante un cierto número de días.

394.— ADVERTENCIA PASTORAL.

1
En el curso de una magnífica conferencia dada en el Congreso de la Unión de las Obras (1948), el relator,
secretario general de la A.C.I., hacía esta petición: que los C. nos pongan siempre delante de nuestros ojos
VERDADEROS PROBLEMAS” (Familiares, etc.).

139
FACILITE la confesión de los hombres y trate de evitarles una espera insoportable. Algunas
veces podrá fijarles horas en las cuales ellos tuvieran prioridad.

Artículo segundo
LAS MUJERES

395. 1º) PELIGROS QUE HAY QUE EVITAR.1


ADVERTENCIA PREVIA.— No se trata de crear un complejo de temor y de hacer ver en la
mujer sólo un peligro perpetuo para el sacerdote.
Pero, aquí siendo sencillo y profundamente humano en sus relaciones con el mundo
femenino, el sacerdote debe tomar, sin embargo, sus precauciones.
Por otra parte, nosotros nos dirigimos únicamente a los sacerdotes; estos no tienen por qué
decir a las mujeres que a ellos se les recomienda desconfiar de ellas y por qué razones.
Dicho esto, señalemos dos puntos principales:

396. A.— No tener en ellas una confianza excesiva.


Lo que ellas DICEN DE SÍ MISMAS no lo reciba como dinero contante: su imaginación y
su sensibilidad exageran todo.
Sus LÁGRIMAS: no se emocione por ellas.
Sus HISTORIAS: no las tome en sentido trágico. Ellas hacen del menor incidente un
verdadero drama en el que con frecuencia se atribuyen el principal papel.
Sus HABLADURÍAS respecto del prójimo no las acepte más que a beneficio de inventario.
¡Algunas son tan curiosas, tan charlatanas! Aun sin darse cuenta de ello, exageran la
importancia de las palabras pronunciadas, de los acontecimientos, de los enredos.
Su DELICADEZA ASTUTA: desconfíe de ella. Conscientes de su debilidad, se esfuerzan
por llegar a sus fines por medio de rodeos, de insinuaciones, y con una tenacidad sin igual.
Son hábiles en HACER que USTED HABLE DE SÍ MISMO y de sus COLEGAS; les gusta
provocar confidencias, conocer las ideas, las costumbres, las manías y las debilidades del
clero.

397. B.— No dejarse llevar de un —apego desordenado.


Las mujeres ofrecen con frecuencia ocasión para ello; la mayoría de las veces,
inconscientemente..., a veces con intención culpable. El peligro puede provenir:
a) De su MISMA ABNEGACIÓN. Ellas multiplican los testimonios de benevolencia, de
atención delicada.
Si el sacerdote no toma sus precauciones, corre el peligro, aun sin darse cuenta, de
conmoverse un poco. Sobreviene entonces una tentación más temible —sobre todo cuando se
trata de una misma persona a la que se ve con más frecuencia y con más intimidad. Los
encantos físicos pueden aumentar mucho más aún el peligro. También la fineza de espíritu
(institutrices).

1
En la exhortación al clero, del 23 de noviembre de 1950, S.S. Pío XII declara: “En la dirección de las
asociaciones femeninas evitad toda familiaridad: si es necesario que prestéis vuestra colaboración, hacedlo como
ministros sagrados. Y que en la dirección de estas asociaciones vuestra participación se limite a lo que exige
vuestro ministerio sacerdotal”.

140
b) De su NECESIDAD DE AFECTO. Por lo general, son atraídas por el sacerdote: es un
hombre y no está casado. Él representa un valor intelectual y social que halaga su vanidad; su
vocación revela un corazón grande y generoso.
Algunas neuróticas pueden tratar de provocar un afecto demasiado humano; el sacerdote
debe dar prueba de una vigilancia extrema. Tratará de hacerles comprender que tienen que
buscar la satisfacción de sus aspiraciones en un amor más grande hacia Cristo o en una legítima
unión conyugal.
c) De su ACTITUD INCORRECTA. Algunas mujeres buscan sin rodeos un afecto culpable.
Quieren tomarse ciertas libertades a las que tal vez el sacerdote abrió la puerta con sus propias
imprudencias. La conducta que hay que observar es clara: dejar de oírlas en confesión, porque
ya no se puede hacerles ningún bien.

398. 2º) PRECAUCIONES QUE HAY QUE TOMAR.


A.— ELEVAR frecuentemente el CORAZÓN A DIOS. Así se guarda la propia tranquilidad
del alma, no se deja uno perturbar por el contacto con el mundo femenino.
B.— CUIDAR la MODESTIA de los OJOS.
En el confesonario evitar mirar a las Penitentes.
C.— EVITAR toda PALABRA TIERNA o FAMILIAR. Considerar en la P. un alma rescatada
por Cristo y a la que hay que salvar. “Sermo cum femina sit rarus —brevis— et austerus” (San
Bernardo). Abstenerse de toda sensiblería en la expresión y en el tono, como “mi querida
niña.... mi buena, mi querida hija”.
D.— VIGILAR el PROPIO CORAZÓN. Aun cuando se trate de un alma escogida y
adelantada en los caminos espirituales: “quo sanctior, eo periculosior”.
E.— PREGUNTAR con RESERVA en lo que atañe a la IMPUREZA.
Véase el texto reciente del “ Monitum” Romano citado arriba (Cf. 369-B). No pedir detalles
de la manera con que se ha cometido el pecado. Aparte del peligro de impureza en sí mismo,
una falta de tacto puede comprometer una reputación sacerdotal y causar escándalo.
F.— EN PRINCIPIO —NADA DE DIRECCIÓN FUERA DEL CONFESONARIO.
Se la puede permitir solamente en casos excepcionales.
Que no dure más de lo necesario. Tomar las precauciones del caso. (Jamás recibir en el
propio cuarto —no dar la mano —mantenerse a cierta distancia).
G.— EVITAR toda AMISTAD, aun cuando se confiesa a la P. después de mucho tiempo No
ir a su casa y no recibirla en la propia casa —salvo por razones serias de ministerio.
H.— NO ACEPTAR REGALOS. Esto podría ser el punto de partida de relaciones demasiado
humanas.

399. Nota.— 'Todo lo que se acaba de decir podría parecer duro para el mundo femenino.
Tenga el lector la amabilidad de corregir esta molesta impresión volviendo a leer la
advertencia previa del n. 395, y acabando la lectura del artículo todo entero hasta el núm. 404.

3º) ACTITUD GENERAL DEL C.


400. A.— Importancia de la confesión de las mujeres.

141
Bajo pretexto de que el ministerio con mujeres e peligroso y está expuesto a molestias —o
como consecuencia de una misoginia innata que han acentuado experiencias decepcionantes—
algunos sacerdotes no hacen caso suficiente da confesión de las mujeres.
Sin embargo, ellas tienen una marcada inclinación hacia la vida espiritual; su espíritu de
abnegación y de sacrificio las hace capaces de un amor generoso para con N.S.J.C.
En fin, la esposa y la madre ejercen frecuentemente una influencia decisiva sobre la vida
religiosa del marido y del hijo.
Con la condición de que conserve una intención pura y sobrenatural —el sacerdote puede
conceder un esmero particular a la confesión y a la dirección del sexo femenino.

401. B. Consejos generales1.


a) Mostrar el INTERÉS que se tiene por su ALMA. Ocultar EL QUE se tiene por su
PERSONA.
Desde que la mujer puede pensar que existe una estima particular, casi insensiblemente se
inclina hacia lo natural, sea por vanidad, sea por apego.
b) Dejar que IGNOREN casi que se las dirige.
La mujer tiene el defecto de su cualidad; es instintivamente piadosa, pero también
instintivamente está orgullosa de su piedad. EL ATAVÍO del ALMA la impresiona tanto cuanto
el del cuerpo. El saber que se quiere adornarla con virtudes es ordinariamente un peligro para
ella (P. Desurmont: Caridad Sacerdotal).
c) Ser más bien FIRME en la dirección.
La mujer acepta con bastante facilidad reprimendas bastante severas.
d) No ser DEMASIADO EXTENSO.
Con mayor razón si —excepcionalmente— hay que recibirlas fuera del confesonario. Se
ha dicho muy ajustadamente que las mujeres no saben nunca cómo terminar ni cómo retirarse.
c) No decir nada que NO PUEDA SER REPETIDO.
Ellas refieren atolondradamente todo lo que se les ha dicho, aun en secreto y para su
personal conducta; y a veces hasta deforman su sentido.

402. C.— Monitum del Santo OFICIO. (16 de mayo de 1943).


Que el C. evite cuidadosamente todo lo que pudiera hacer nacer una FAMILIARIDAD o una
AMISTAD PELIGROSA.
Por consiguiente, que no trate de conocerlas, y que no procure saber su nombre ni directa
ni indirectamente.
Mientras les habla, absténgase de tutearlas.
No permita que las confesiones se prolonguen más de lo necesario.
Evite tratar en confesión cuestiones que no tienen nada que ver con la conciencia.
No admita visitas recíprocas, ni intercambio epistolar sin una VERDADERA NECESIDAD.
No admita tampoco largos coloquios, sea en la sacristía. sea en los vestíbulos o locutorios,
sea en otra parte, ni siquiera bajo el PRETEXTO de DIRECCIÓN ESPIRITUAL.

403. 4º) CONDUCTA DEL C.

1
Todo confesor debería haber leído el artículo tan fino y tan matizado de “P. Spirituelle” del 15 de

142
A.— Integridad que hay que asegurar.— En general —sus acusaciones son bastante
cuidadosas.
Pero ellas, sobre todo las jóvenes, están sujetas a la falsa vergüenza. Por consiguiente, están
expuestas a hacer confesiones sacrílegas. Téngalo en cuenta (Cf. 335 a 337).
También corren el peligro de perderse en los detalles y de confesar los pecados de “los
otros”.
B.— Consejos que hay que dar.
a) Orientación general (según P. Desurmont).
Partir de su CORAZÓN y de su CORAZÓN CRISTIANO.
Es éste en ellas, el principal móvil de la vida moral. Muéstreles en Dios la bondad y el
amor: en J.C. al Dios hecho hombre y lleno de caridad; en la Santísima Virgen a la Madre por
excelencia: en el prójimo a otro J.C.; en la virtud, el gusto del Creador y del Salvador..., etc.
Pero ir del CORAZÓN a la CABEZA.
Trate de fijar en su espíritu las ideas que corresponden a sus sentimientos del corazón. Por
ej. hay que odiar el pecado porque él ha atormentado a J.C.: hay que amar al prójimo porque
es J.C. etc...
Hay que trabajar en VIRILIZARLAS.
Enseñarles a dominar el sentimiento por medio de la razón —a dar a la voluntad el imperio
que le corresponde.
Repetirles sin cesar: “No dé oídos a sus impresiones —domine el sentimiento —desconfíe
de sus imaginaciones —ejercítese en reflexionar, en querer, en gobernarse a sí misma”.
Cuando una mujer logra unir las virtudes morales propias de su sexo a las cualidades
propias del hombre —entonces es verdaderamente la MUJER FUERTE, cuyo celo pastoral
constituye el más grande suceso. Entonces se convierte, con el sacerdote, en la salvación y el
tesoro de la sociedad enferma.
b) Consejos particulares.
1.— Inculcar una PIEDAD SÓLIDA... hacia el Sagrado Corazón, hacia Nuestra Señora... al
amparo de las fluctuaciones del sentimiento. Desde este punto de vista se les puede exigir más
que a los hombres.
2.— Lucha contra los DEFECTOS (Cf. Pecados Capitales, 608). Defectos más propios de
su sexo: espíritu superficial y frívolo. Habladurías. Inconstancia. Murmuración.
3.— Adquisición de las VIRTUDES SÓLIDAS (Paciencia, conformidad con la voluntad de
Dios).
4.— OLVIDO de SÍ y ABNEGACIÓN. Con la gracia de Dios ellas pueden sobresalir en esto.
5.— DEBERES FAMILIARES (Esposa y Madre, Cf. 597-604).
C.— Penitencia que hay que imponer.
Son capaces de penitencias serias que sean vindicativas y medicinales (Ef. 179 a 184).
Evitar toda prescripción que sea un poco rara que podría extrañar, si no escandalizar, si
llegara a ser conocida.

Artículo tercero.
LAS PERSONAS DE EDAD

404. 1º) Actitud general.

143
A.— De RESPETO.— Demos este testimonio, en un mundo que ya no tiene veneración por
los ancianos: “Seniorem ne increpaveris”. I Tim V, I.
B.— Mucha PACIENCIA.— Las personas de edad tienen muy frecuentemente oídos duros:
se lamentan interminablemente d e las mismas miserias: son torpes en la manera de confesarse.

405. 2º) Conducta del C.


A.— Integridad que hay que asegurar.— (Conténtese muchas veces con una integridad
formal. El P. ya no tiene memoria y apenas sí sabe hacer el examen de conciencia.
B.— Consejos que hay que dar.
a) Orientación general: Repítales muchas veces que la vejez es un DON de DIOS.
Su vida, inútil según el mundo, puede ser de mucha gloria de Dios y rica en méritos; basta
con que santifiquen sus miserias y sus enfermedades con un “Fiat” generoso, pronunciado en
unión con la Santísima Virgen.
b) Consejos particulares.
Ponerlos en guardia contra: 1) la AVARICIA: recordarles la providencia de Dios y la
vanidad de los bienes de este mundo; 2) la IMPACIENCIA. exhortares a soportar
generosamente las miserias de su edad —por amor a Jesús crucificado; —para hacer su
purgatorio —para embellecer su corona en el cielo.
Recomendarles: 3) la ORACIÓN. Para reparar sus negligencias pasadas en esta materia —
cuando se dejaban envolver demasiado por el trabajo y las preocupaciones de la vida.
Recomendar el rosario durante las noches de insomnio, y 4) la COMUNIÓN MENSUAL.
Para prevenir el peligro de una muerte repentina, el P. hará siempre el acto de CONTRICIÓN
PERFECTA antes de acostarse.

CAPÍTULO CUARTO
ENFERMOS Y MORIBUNDOS.
Estudiaremos: 1º) Los enfermos en peligro; 2º) en sus últimos momentos; 3º) los
moribundos sin conocimiento.

Artículo primero
LOS ENFERMOS EN GENERAL1
1º) Generalidades; 2°) El problema de los sacramentos; 3º) Casos particulares.

I. GENERALIDADES.

406. 1º) PRECAUCIONES QUE HAY QUE TOMAR.


A.— De orden HIGIÉNICO.

1 Desde el punto dn vista pastoral, el sacerdote debe visitar aun a los enfermos que no están
en peligro: puede hacer bien a sus almas. Por otra parte, si el sacerdote hace habitualmente
visitas a las personas que siemplemente sufren, el enfermo no se espantará al ver llegar al
“cura'': y por lo tanto no creerá que está... a la muerte.
En lo que respecta al ministerio con los Entermos, recomendamos vivamnte la lectura del capítulo II del
opúsculo, tan interesante por otra parte, “Caridad Pastoral”, por el M.R.P. Andrés Monnier, Sup. general de los
Hijos de la Caridad.

144
No se detenga a considerar el peligro eventual de contagio; sin embargo, tome ciertas
medidas de precaución (Por ej.: no se exponga directamente a la respiración del enfermo; al
volver de ciertas visitas, desinféctese las manos, la boca y, si es necesario, las ropas).
B.— De orden MORAL.
Aquí, más que en ningún otro lugar, esté en guardia desde dos puntos de vista:
—peligro personal;
—escándalo de los fieles.
En cuanto sea posible, no haga visitas después del anochecer.
No permanezca demasiado tiempo, sobre todo cuando se trata de personas jóvenes. No se
siente sobre sus lechos. No les tome el pulso. No cierre nunca completamente la puerta, ni
siquiera durante la confesión.

407. 2º) ACTITUD GENERAL.


A.— SEGURIDAD en el modo de abordar al enfermo. Tenga la cara descubierta, y hable
con voz baja y tranquila, como lo hace un médico.
Una actitud embarazosa perjudicaría su influencia.
B.— Ganar la CONFIANZA del enfermo —manifieste para con él una compasión sincera.
Escuche con paciencia sus quejas veinte veces repetidas. Demuestre que usted se pone
perfectamente en su lugar. Sea profundamente humano.
No hable DEMASIADO PRONTO de una muerte próxima.
Al comienzo sobre todo, dé pruebas de optimismo. No podrá hacer alusión sino
paulatinamente a un posible peligro.
C. —Visita SACERDOTAL.— No haga un sermón desde el comienzo hasta el fin. Más bien
por medio de una reflexión apropiada, que le inspirará a usted el espíritu de fe, irá más allá del
plano puramente humano para elevarse hasta las consideraciones sobrenaturales: Providencia
de Dios, importancia de la salvación del alma, valor del sufrimiento, vida del más allá,
etcétera...
Antes de irse podrá darle su bendición al enfermo y prometerle que rogará por él.

II.— EL PROBLEMA DE LOS SACRAMENTOS.


Distingamos varias etapas.

408. 1º) En camino hacia la PRIMERA visita.


A.— ROGAR mucho. Encomiéndese especialmente a Nuestra Señora del Buen Consejo,
rezando su rosario.
B.— Reflexione sobre:
a) Las CONDICIONES DEL ENFERMO (Situación social; valor religioso; gravedad de su
estado, etc....).
b) Lo que usted DIRÁ y HARÁ... teniendo en cuenta los elementos mencionados y la gracia
de Dios.

409. — 2º) EN EL TRANSCURSO de la primera visita.


No hable inmediatamente de la CONFESIÓN —a no ser que haya peligro inminente.

145
Atienda al CARÁCTER SACERDOTAL de esta primera visita.— Podrá llegar rezando su
rosario y colocarle en un ángulo de la mesa: este gesto religioso será advertido por el enfermo.
Infórmese acerca de su estado de salud. Sea compasivo. Déjele hablar a su gusto: esto le
aliviará. Y además usted verá mejor con quién tiene que tratar,
Aprovéchese de tal o cual respuesta para atraer su atención sobre la protección divina.
“Usted está muy bien cuidado por un buen médico; tenga confianza en sus remedios. Pero,
créame..., pídale al Buen Dios que ponga la mano en todo esto''.
Hable igualmente de la bondad y de la misericordia de nuestro Padre de los cielos, del amor
de Cristo por los pecadores.
Al retirarse podrá darle su bendición.
Después se pondrá usted de rodillas para rezar un Avemaría; como se trata de la primera
visita, rezará usted sólo el Avemaría, sin mirar al enfermo.
Al fin de las visitas ulteriores podrá usted decir: “Vamos a hacer juntos su pequeña
oración... como de costumbre”, y el enfermo recitará su Avemaría con usted.

410. 3º) En el transcurso de la SEGUNDA o TERCERA VISITA.


Hable de la UTILIDAD de la CONFESIÓN.
—evitando emplear la palabra misma.
El C.: “¿No cree usted que será bueno arreglar sus cuentas con el Buen Dios? Hasta por su
misma curación... En todo caso esto le dará más fuerza para soportar sus sufrimientos... ¿quiere
que les pida a los que están aquí que se retiren un momento?... juntos vamos a cumplir su
obligación... no será asunto largo ni difícil.
Situación del P.— A.— 1er. CASO.— Y el enfermo se excusa diciendo que no está
preparado.
A veces podrá decir usted al enfermo que volverá dentro de una o dos horas. La mayoría
de las veces le dirá simplemente: “No es necesario que se prepare... yo le voy a hacer algunas
preguntas v usted no tendrá más que responder: sí o no. Esto no es difícil.
Situación del P.— B.— 2º CASO.— Y el enfermo no acepta confesarse.
Trate de averiguar la razón de esta negativa.
a) ¿DESEA USTED OTRO sacerdote?
El C.: “Tal vez esté usted más a gusto con otro sacerdote a quien conozca mejor... o, por el
contrario, a quien no conozca en absoluto. ¿Quiere que yo le diga que venga a verle?”
b) El dice: “¡YO NO ESTOY TAN ENFERMO COMO PARA MORIR!”
El C.: “No se trata de esto... ¡el confesarse no ha hecho morir nunca a nadie!... Por el
contrario, si usted está en paz con el Buen Dios se encontrará bien moralmente... No hay nada
mejor para su curación... y además el Buen Dios le protegerá más”.
c) ¡YO NO SÉ CÓMO HACERLO!
El C.: “Ya le he dicho a usted que no hay nada más fácil... Yo lo haré casi todo... usted no
tendrá más que responder sí... o no''.
d) “HE HECHO DEMASIADAS COSAS EN MI VIDA... ¡Es demasiado tarde!”
El C. “¿Qué dice usted?... N.S.J.C. dice todo lo contrario”, y le recordará la parábola del
hijo pródigo —de la oveja perdida —María Magdalena —Pedro —El buen ladrón.
e) “¡DÉJEME TRANQUILO CON TODO ESO!”

146
El C.: “Le pido que reflexione mucho mientras es tiempo aún. Ahora es el momento de la
misericordia para usted; N.S. no tiene otro deseo más grande que el de perdonarle. Sólo le pide
a usted un poco de buena voluntad!... Después, cuando esté usted del otro lado será demasiado
tarde... será la hora de sólo la justicia.”
“Si usted rechazara hasta el fin un Amor que quiere perdonarle, ese Amor non podría sino
abandonarle a usted mismo y a los castigos eternos.”
Sin embargo, no termine la conversación con esta señal de amenaza —-concluya volviendo
a tomar el tema de la Misericordia.

411. 4º) En el transcurso de LA CONFESIÓN.


¡Qué alegría para usted cuando el enfermo acabe por aceptar la confesión!
A.— Integridad que hay que asegurar.
En general— para no fatigar al enfermo, usted mismo hará PREGUNTAS.
Con frecuencia interrogará acerca de estos puntos: ¿Ha habido pecados mortales que usted
ocultó expresamente en sus confesiones precedentes?
“¿Y sus deberes para con Dios (Misa, cumplimiento Pascual, etc.)?”
“¿Ha tenido odio, rencor?”
“¿Ha pecado gravemente contra la pureza?”
“¿Tiene que reparar algún escándalo? ¿Tiene que hacer alguna restitución?”
NOTA I.— No olvide la “pregunta del final” (Cf. 78).
A veces podrá hacer alguna pregunta respecto de las confesiones pasadas (Cf. 330-A).
NOTA II.— La integridad MATERIAL (Cf. 62) perfecta es posible muy rara vez.
A veces la integridad FORMAL se reducirá al minimum:
—cuando el enfermo apenas puede hablar;
—cuando se halla en una sala común;
—cuando hay que confesar a muchos moribundos.
(Repasar la que se ha dicho en el núm. 110-A).
B.— Contrición que hay que excitar.
El punto MÁS IMPORTANTE: Recuerde —brevemente— algunos motivos de contrición
(Cf. 144-145).
Hable con todo su corazón y con palabras muy sentidas.
Inspire al mismo tiempo una gran confianza en el amor misericordioso de Dios: “Diga
conmigo... creo en tu amor infinito hacia mí... espero en ti... te amo con todo mi corazón...
C.— Obligación que hay que imponer.
Pregúntese primeramente: ¿Hay que ADVERTIR al enfermo en peligro? Si hay
IGNORANCIA INVENCIBLE —y si usted prevé que el enfermo en peligro PROBABLEMENTE
no hará caso de su advertencia —GUARDE SILENCIO (Repase lo que se ha dicho respecto de
la advertencia en general, Libro II, signos de ignorancia invencible, 121 2º; conducta del C.,
123 y siguientes)1.
Las principales Restitución

1
Aquí, más aún que de ordinario, preocúpese ante todo del bien espiritual del mismo P.; tenga cuidado de
que no se convierta en un “P. de mala fe” en el momento en que tal vez va a comparecer delante de Dios.

147
obligaciones Reparación (Escándalo);
serían Reconciliación .
Indique los —motivos—; y los —medios— de cumplir esta obligación. (Carta, testamento,
declaración delante de dos testigos.)
Algunas veces podrá hacer usted alusión a los DEBERES de CARIDAD para con los padres,
sirvientes, enfermeros..., más raramente a las buenas obras (jamás en su propio provecho).
D. Consejos que hay que dar.
Recomiende brevemente:
a) PACIENCIA y ABANDONO.
b) Breves INVOCACIONES.
c) Miradas hacia el CRUCIFIJO o hacia una imagen santa.
Podrá recordar el ejemplo de los que han sufrido mucho (N.S. en la cruz, N. Señora de los
Siete Dolores; Santa Teresa y su sonrisa, etcétera).
E.— Penitencia que hay que imponer.
Por lo general, ha de ser LEVE. A veces se limitará a un Avemaría, a una invocación al
Sagrado Corazón, a una señal de la cruz, etc...
Dígale también que usted incluye en su penitencia todos sus SUFRIMIENTOS
generosamente aceptados.
F.— Absolución que hay que dar.
Antes de dar la absolución, más que nunca, dirá:
“¿Tiene tal vez algo que le inquieta?” A menos que haya indisposiciones manifiestas, dé
siempre la absolución, por lo menos bajo condición: “si es capax”.
Para la absolución de los pecados reservados véase 550.
Nota.— NO FATIGUE al enfermo con exhortaciones demasiado largas. Dése cuenta de su
debilidad, de su capacidad de atención... y obre en consecuencia.

412. 5º) DESPUÉS de la confesión.


Pregúntese —si existe PELIGRO de MUERTE. Con la costumbre, el sacerdote llega a darse
cuenta de ello por sí mismo, si es necesario consulte al médico.
Si este peligro es solamente —PROBABLE, ruegue al
enfermo:
A.— Que ponga en orden sus ASUNTOS TEMPORALES por la paz de su conciencia y de
la familia.
B.— Que reciba la SANTA COMUNIÓN (Viático).
Dar una breve acción de gracias con el enfermo.
C.— Que reciba el SACRAMENTO de los ENFERMOS.
No emplee nunca el término Extremaunción. Hágale notar que las oraciones hacen
referencia a la curación.
D.— Que gane la indulgencia plenaria IN ARTICULO MORTIS.
Recuérdele las condiciones prescritas:
1.— Si es posible, la oración jaculatoria “Jesús mío, misericordia”. Si no, por lo menos una
invocación mental del Santo Nombre de Jesús.

148
2.— Aceptación de los sufrimientos y de la muerte como expiación de los pecados.
E.— Si es posible, obtener el SACRIFICIO —EXPLÍCITO— de la VIDA.
Es éste uno de los actos más meritorios que puede hacer el que va a comparecer delante de
Dios; así se identifica con Cristo que muere en el calvario.
A veces podrá hacérselo usted más fácil precisando la intención. Por ej.: A una joven madre,
sacrificio por intención de sus hijos.

413. Nota.— RECOMENDACIÓN a los que están ALREDEDOR.


1) Evitar las charlas; 2) Hablar más bien en voz baja y de cosas que pueden reconfortar al
enfermo; 3) Evitar el llorar y gemir delante del enfermo; 4) Evitar las visitas demasiado
numerosas de parientes y de amigos —sobre todo de los que pueden ser ocasión de tentaciones
(odio, amores ilícitos); 5) Quitar las figuras demasiado indecentes y colocar bien a la vista el
crucifijo y las imágenes santas.

414. 6º) DESPUÉS DE LA RECEPCIÓN DE LOS SACRAMENTOS.


VUELVA junto al enfermo de tiempo en tiempo — con mayor frecuencia si él ha llevado
una vida poco cristiana y está dispuesto a más tentaciones.
Podrá RENOVAR usted la ABSOLUCIÓN —exigiendo cada vez una breve acusación
sacramental tal como: me acuso una vez más de todos los pecados de mi vida pasada y en
particular de los de mi última confesión; luego un breve acto de contrición.
Con algunos enfermos podrá hablar de la muerte próxima y acentuar así su deseo de ir al
cielo, de volver a estar unido con Dios.

415. Nota.— TENTACIONES de los ENFERMOS.


Algunos de ellos están expuestos a frecuentes y violentas tentaciones contra la fe, la
esperanza, la caridad, el amor de Dios y del prójimo, la paciencia, el desapego de ciertas
personas y de los bienes de este mundo.
El C. se inspirará en lo que se dirá a propósito del P. TENTADO en general (Cf. 471-487).

III.— DIVERSOS CASOS PARTICULARES.


416. Situación del P.— PRIMER CASO.— El enfermo no está en peligro inmediato y usted
teme que se espante si se le propone recibir los sacramentos.
Puede usted comenzar exhortándole a que haga una NOVENA a Nuestra Señora de Lourdes,
a Santa Teresa... Después de tres o cuatro días podrá decirle:
“Entonces, para que haga mejor su novena..., le vamos a traer al Buen Dios... Pero para esto
hay que pedirles a los que están aquí que se retiren un momento... nos vamos a arreglar los
dos.”
Después que el enfermo ha comulgado le dirá:
“Y ahora... ya que estamos en esto..., ¿quiere recibir el sacramento de los enfermos?”

417. Situación del P.— 2º CASO.— Y los que le rodean no quieren dejar al enfermo
COMPLETAMENTE SOLO.
A.— INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR.— Conténtese con una acusación general:
“¿Pide usted perdón de todos los pecados que ha podido cometer contra Dios —contra usted
mismo —contra el prójimo?...” Exija un sí — o una inclinación de cabeza.

149
B.— CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.— Brevemente, como de ordinario (Cf.
144-145). Pida un gesto de contrición: “¿Quiere golpearse el pecho?”
C.— PENITENCIA QUE HAY QUE IMPONER.— Diga conmigo: “Jesús mío,
misericordia”.
D.— ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR. Darla por lo menos bajo condición.

418. Situación del P.— 3er. CASO.— Y los que están a su alrededor no quieren DEJARLE
ENTRAR a USTED.
Lo ensayará usted con el apoyo de un intermediario.. y de muchas oraciones... para que sea
usted recibido, al menos como amigo —o hasta a título de simple visita de cortesía.
Si usted sabe que el enfermo le desea ver a usted, o que por lo menos no se opone a su
visita, sea usted hábil. Ya junto a la puerta podrá decir al que le cierra la entrada. . “Veamos...
usted esta conforme en todo lo que respecta a la libertad de conciencia... Yo estoy seguro de
que el enfermo recibirá mi visita, al menos por cortesía... Entonces, usted no puede oponerse
a ello.
Si usted no ha logrado penetrar en la habitación, podrá a veces hablarle en voz alta a través
de la puerta o de la ventana. Le recordará sumariamente las cuatro verdades necesarias con
necesidad de medio (Cf. 344). Excítele rápidamente a la contrición y déle la absolución bajo
condición: “si es capax”.

419. Situación del P.— 4º) CASO.— Y el enfermo es un CRISTIANO NO CATÓLICO. No


tiene junto a sí al ministro de su religión.
Este caso se le puede presentar a usted, por ej.: como capellán de una clínica.
A.— Advertencia que hay que hacer o silencio que hay que guardar.
El enfermo, salvo muy raras excepciones, está en ignorancia invencible.
Por lo general, no tiene usted tiempo suficiente para convertirle. Al advertirle de sus errores
correría el riesgo de hacer de él un hereje FORMAL.
Por lo tanto —casi siempre— HAY QUE GUARDAR SILENCIO.
B.— Contrición que hay que excitar.
a) Recuerde las cuatro verdades necesarias con necesidad de medio (Cf. 344).
b) Haga valer los motivos de contrición PERFECTA (un protestante no admite el valor de
la contrición imperfecta).
c) Haga prometer al P. que observará fielmente la ley de Dios.
C.— SACRAMENTOS QUE SE HAN DE ADMINISTRAR.
El enfermo no ha sido quizá válidamente bautizado.
Si es posible, le administrará usted o le hará administrar —sin que él se dé cuenta de ello1
el BAUTISMO bajo condición.
Mucho más fácil será generalmente darle la ABSOLUCIÓN bajo condición... Después de
haberle excitado a la contrición pronunciará usted en voz muy baja la fórmula breve y sin
hacer ningún gesto. Si se puede —EXTREMAUNCIÓN bajo condición (una sola unción).

420. Situación del P.— 5º CASO.— Y el enfermo pertenece a una religión NO CRISTIANA
(judío, mahometano, etc.).

1
Por ej.: oprimiendo un paño mojado sobre la frente y pronunciando las palabras en voz muy baja.

150
A.— SILENCIO QUE HAY QUE GUARDAR (Como en el número precedente A).
B.— CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.
a) Recuerde la EXISTENCIA de DIOS PADRE —y las SANCIONES del más allá.
b) Haga valer los motivos de contrición perfecta que puedan ser comprendidos por el
enfermo: por ej.: ofensa de un Dios padre e infinitamente bueno (Cf. 145).
N.B.— NO hay que administrar NINGÚN SACRAMENTO —si el enfermo no tiene ningún
deseo del bautismo.

421. Situación del P. 6º CASO.— Y el enfermo no tiene NINGUNA RELIGIÓN.


A.— INSTRUIRLE —en la medida de lo posible —acerca de las cuatro verdades necesarias
con necesidad de medio y acerca de las demás verdades de nuestra fe.
B.— Explicarle el BAUTISMO... rito de entrada en la familia de Dios y en la sociedad
cristiana.
Hacérselo desear.
C.— Hacer que se ARREPIENTA de sus pecados y que PROMETA vivir cristianamente...
si recobra la salud.
D.— Si consiente en ello —ADMINISTRARLE el BAUTISMO, por lo menos bajo
condición.

Artículo segundo.
LOS ENFERMOS EN SUS ÚLTIMOS MOMENTOS
En cuanto El ministerio lo permite —el sacerdote trata de asistir al enfermo en sus últimos
momentos.

422. 1º) ANTES del último suspiro.


A.— ADVERTIR al moribundo que ha llegado el momento de ir a un mundo mejor para ver
al Buen Dios.
B.— Rezar la PLEGARIA de los AGONIZANTES con los asistentes.
Interrumpir de tiempo en tiempo la larga serie de invocaciones:
a) Echando a veces un poco de AGUA BENDITA;
b) Haciendo besar el CRUCIFIJO;
c) Diciéndole en' voz baja algunas BREVES INVOCACIONES.
N.B.— NO DEJAR al moribundo y no debilitarle con demasiadas oraciones.
Si el enfermo ha perdido el conocimiento —rezar lentamente y con VOZ ALTA algunas
invocaciones: el sentido del oído es el último en desaparecer.

423. 2º) EN EL MOMENTO de exhalar el último suspiro.


El enfermo no hace otra cosa que respirar penosamente y en forma bastante espaciada, su
rostro se contrae.
A.— Renovar la ABSOLUCIÓN;
B.— Echar un poco de AGUA BENDITA.

151
C.— Susurrar al oído algunas INVOCACIONES: “Señor, pongo mi alma en tus manos...
Santa María, ruega por mí... en la hora de la muerte”.

424. 3º) DESPUÉS del último suspiro.


No decir demasiado pronto que la persona ha muerto.
A. Rezar el “Subvenite”.
B.— Expresar sentimientos de condolencia.
C.— Reanimar la FE en la vida futura en la que se vuelve a encontrar a todos.
Insistir en la brevedad de la vida de aquí abajo, en la necesidad de prepararse para la
existencia del más allá llevando en la tierra una vida verdaderamente cristiana.
D.— Hacer notar que si los sufrimientos de aquí abajo han acabado para el difunto —hay
que pensar en el purgatorio.
E.— Rogar y hacer rogar por el difunto —sobre todo asistiendo a Misa y comulgando en
ella1.

Artículo tercero.
MORIBUNDO SIN CONOCIMIENTO

Se supone que el moribundo no está enteramente en el último extremo.

I.— CATÓLICO

El moribundo con frecuencia no ha perdido el conocimiento más que EN APARIENCIA —


y usted tratará de hablarle muy cerca del oído. A veces podrá tomarle la mano: “Si comprende
lo que yo le digo, apriéteme la mano”.

425. 1º) (Para uno que NO PRACTICA). Recordarle las cuatro verdades necesarias con
necesidad de medio.
El C.: “Aquí junto a usted hay un sacerdote... Sabe usted que hay tres personas en Dios: el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. —que J.C. es el Hijo de Dios hecho hombre —que murió
en la cruz para redimirnos de nuestros pecados —para salvarnos del infierno y para abrirnos
al cielo”.

426. 2º) Administrar el Sacramento de la Penitencia.


A.— INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR.— El C.: “Diga muy bajo conmigo: yo
me arrepiento de todos los pecados de mi vida que he cometido contra Dios —contra mí mismo
—y contra los demás.”
B.— CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.— El C.: “Desde el fondo del corazón
arrepiéntase de sus pecados que le hubieran podido llevar al infierno y privar del cielo.
Arrepiéntase también de ellos —porque han causado pena a un Dios que es tan buen Padre —
porque han hecho morir a J.C.”
C.— PENITENCIA QUE HAY QUE IMPONER.— El C.: “Como penitencia —después que
yo le hubiere dado la absolución —dirá usted conmigo: «Dulce Jesús, misericordia».”

1
Para las recomendaciones sugeridas en C-D-E tener en cuenta las circunstancias y el grado de vida cristiarna
de los que rodean al difunto.

152
D.— ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR.— El C.: “Usted ha hecho todo lo que ha
podido... esté muy tranquilo... el Buen Dios le va a perdonar... voy a poder darle la absolución.”
Y le dará la absolución bajo condición: “si es capax”.

427. 3º) Dar la Extremaunción.


El C.: “Le doy el Sacramento de los enfermos... Piense en usted mismo: ¡Oh, Dios mío...
ten piedad de mí!... y concédeme todas las gracias de este sacramento.”

428. 4º) Dar la Bendición apostólica.


El C.: “Diga conmigo... Dulce Jesús, misericordia... yo acepto mis sufrimientos y mi muerte
en expiación de mis pecados.”

II.— CRISTIANO —ACATÓLICO

429.
1.— Recordar las cuatro VERDADES (CF. 425).
2.— INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR —Y CONTRICIÓN QUE HAY QUE
EXCITAR (Cf. 426 A-B).
3.— ADMINISTRACIÓN DE LOS SACRAMENTOS:
BAUTISMO bajo condición;
Si es posible ABSOLUCIÓN bajo condición;
EXTREMAUNCIÓN bajo condición.

III.— NO BAUTIZADO

430.
1.— Recordar las cuatro verdades (Cf. 425).
2.— Si existe aunque sea una MENOR PROBABILIDAD de que el moribundo haya tenido
el deseo, por lo menos implícito1, del bautismo —administrárselo bajo condición y “remoto
scandalo” (Cf. la nota del núm. 419)

IV.— DESCONOCIDO

431.
Si usted tiene tiempo y medios para ello, procure obtener algunas informaciones sobre sus
disposiciones respecto de la religión.
1°) (PRIMER CASO).— El moribundo es con —certeza— NO-Bautizado.
Obre como en III (núm. 430).
2. (2º CASO).— El moribundo es —probablemente— un Bautizado.
Obre como en II (núm. 429).

432. Nota I.— SACRAMENTOS Y MUERTE APARENTE.

1
Algunos teólogos, como por ejemplo VERMEERSCH, entienden este deseo implícito en un sentido tan
amplio, que, según ellos, todo moribundo sin conocimiento puede ser bautizado bajo condición, remoto scandalo.

153
Se puede y se debe administrar los sacramentos de la Penitencia, de la Extremaunción y, si
el caso se presenta, del Bautismo algún tiempo después de lo que generalmente se llama:
muerte aparente.
1º) En caso de MUERTE SÚBITA: después de dos a tres horas —y hasta más allá, hasta la
apariencia de un signo cierto de muerte real.
2º) En los OTROS CASOS: hasta dos o tres horas como máximo1 .

433. Nota II.— Atención al RESPETO HUMANO.


Muchas veces el moribundo está rodeado de numerosas personas más o menos ajenas a
nuestra fe (Ej.: un accidentado de la vía pública) —Estar alerta para no ceder al RESPETO
HUMANO.
Sintámonos felices de TESTIMONIAR públicamente nuestra FE.

CAPÍTULO QUINTO
LAS PSICONEUROSIS
Entre las diferentes especies de nerviosos, la histeria merece una especial atención: será
estudiada aparte (Artículo II).
Artículo primero.
LAS PSICONEUROSIS
(DISTINTAS DE LA HISTERIA)

I.— GENERALIDADES

434. 1º) NOCIÓN Y ESPECIES.


La psiconeurosis es una afección del cerebro y del sistema nervioso que perturba la
inteligencia y la voluntad.
Existen numerosas especies más o menos diferentes. Citemos solamente las principales:
A. Neurastenia.— Sensibilidad nerviosa excesiva que acompaña a una impresión de fatiga
casi constante.
De donde el HUMOR SOMBRÍO que hace ver todo negro y el DEBILITAMIENTO
CONSIDERABLE de la VOLUNTAD.
B. Obsesión.— Estados psíquicos (recuerdos, temores, ideas, dudas atormentadoras) que
paralizan la voluntad y hacen pensar u obrar de una manera determinada.
C. Hipocondría.— Estado patológico que lleva a exagerar los menores males y a creer que
se tienen todas las enfermedades inimaginables.
D. Histeria.
Será estudiada aparte. Véase el artículo siguiente.

435. 2º) ACCIONES y OMISIONES.


CONSECUENCIAS DE LA NEUROSIS
Examinemos sucesivamente su extensión y su culpabilidad.

1
Véase la teoría médica sobre la MUERTE APARENTE en “El Amigo del Clero”, 1933, p. 729 y siguientes.

154
A. Su extensión.— Toda la actividad psicológica del enfermo está influenciada por su
estado mórbido: una parte más o menos importante de sus acciones u omisiones puede ser
considerada como la de un apersona normal.
B. Su culpabilidad.
Las IDEAS ATORMENTADORAS tienden a ocupar todo el campo de la conciencia; el
enfermo no puede pensar, sino con mucha dificultad, en otra cosa, en particular en el aspecto
moral de sus acciones.
Las PROPENSIONES más o menos IRRESISTIBLES disminuyen más o menos la
responsabilidad y a veces la suprimen totalmente.
EJEMPLOS: Uno que está obsesionado por el incendio no piensa más que en el gozo de ver
hermosas llamas y apenas reflexiona en el daño causado ni en el pecado. Un neurasténico
considera el suicidio como la única solución a los problemas de su vida: las consideraciones
morales apenas sí se presentan a su espíritu. Un hipocondríaco que toma un simple dolor de
cabeza por un principio de encefalitis, omitirá la Misa del domingo, sin preguntarse siquiera
si debe ir a ella, o no.

436. 3º) SEÑALES DE PROPENSIÓN más o menos IRRESISTIBLE.


No es fácil discernir muchas veces si la propensión es irresistible, ni apreciar en que medida
lo es.
Se puede presumir su existencia conforme a diversos signos —principalmente si todos se
presentan a la vez.
A. (1er. signo).— Acción inexplicable por la concupiscencia de las personas normales.
Será éste el caso de un niño de buena familia que incendia un colegio. Pero, ¿qué pensar de
un joven que pretende no poder resistir a un deseo carnal? Véase: caso particular, n 437).
B. (2º signo).— Ausencia de remordimientos.
Después de la acción u omisión mala la persona se queda tranquila y parece no experimentar
ningún remordimiento.
N.B.— Advertir, sin embargo, que una persona normal, pero viciosa, puede ser gravemente
culpable sin sentirse perturbada.
C. (3er. signo).— Horror habitual del acto cometido.
Será este el caso de un hombre honesto que roba libros de los escaparates de las librerías.
D. (4º signo).— Acto cometido rápidamente y como por instinto. (Este signo no tiene
VALOR sino cuando el acto cometido no representa ningún interés para la persona y no
procura ninguna satisfacción a sus bajos instintos).
Así, por ejemplo, un neurótico podrá sentirse impulsado como a pesar suyo a cometer un
acto de brutalidad y sin razón aparente.
E. (5º signo).— Extrañeza sincera respecto de la propia conducta.
La persona no se explica ella misma los motivos de su acto; afirma espontáneamente que
ha obrado como a pesar suyo.

437. (CASO PARTICULAR).


Situación del P.— LA ACCIÓN ESTÁ EN LA LÍNEA DE LAS INCLINACIONES
DESORDENADAS QUE SE ENCUENTRAN ENTRE las personas normales (Ej.: impureza). La

155
propensión irresistible será muy difícil de discernir. El peligro de una ilusión es aquí muy
grande.
Sin embargo, puede suceder que, con lucha previa o sin ella, las tendencias del instinto
triunfen de todos los motivos razonables. Se podrá presumir que es así cuando se comprueba
la presencia simultánea de todos los signos B, C, E, examinados más arriba1.

II.— CONFESIÓN DE LOS PSICONEURÓTICOS


(distintos de los histéricos)

438. 1º) ACTITUD GENERAL DEL C.


Los anormales en ESTADO AGUDO deben ser remitidos a un psiquiatra católico.
En cuanto a los otros, y si es posible, con la colaboración del médico, el C. puede contribuir
a su curación. Por su ascendiente, por su influencia persuasiva, el C. puede disminuir poco a
poco sus obsesiones, sus ideas fijas y sus impresiones nocivas.
El C. debe:
a) Ganar la CONFIANZA del P.— Demuestre compasión por su estado y sus sufrimientos
morales. Nada de ironía: no permita que piense que usted no toma su mal en serio.
Déle mucha esperanza respecto de su curación; levante su moral haciendo que vuelva a
tomar gusto por la vida.
Pero dígale bien claro que su curación supone una sumisión dócil y la educación de la
voluntad.
b) Proceder con BONDAD, pero con FIRMEZA al mismo tiempo.
c) Indicar los MEDIOS INDIRECTOS por medio de los cuales el P. podría distraerse de sus
ideas negras y volverse a pensamientos y sentimientos sanos (Por ej.: distracciones honestas,
obras de caridad..., etc.).

439. 2º) CONDUCTA DEL C.


A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto a la ACCIÓN en sí misma.
Examine primero si el pecado acusado proviene del estado patológico. De lo contrario, lo
considerará como el pecado de un hombre normal.
b) En cuanto a la GRAVEDAD SUBJETIVA.
Debe presumir usted una libertad suficiente —con mayor razón si se trata del caso particular
(Cf. 437).
Esta presunción no se destruye más que por la comprobación positiva de los SIGNOS de
PROPENSIÓN IRRESISTIBLE (Cf. 436).
En la medida de lo posible juzgará usted si es que no hay ninguna falta, o si es que hay
pecado venial o mortal; pero dejará a Dios mismo la sentencia infalible.
NOTA.— La atención puesta sobre las ideas atormentadoras corre el peligro de reforzar la
enfermedad del P. Por eso muchas veces estará dispensado de hacer una confesión
materialmente íntegra — en cuanto a la precisión de la especie ínfima, del número, etc.
B.— Advertencia que hay que hacer.
a) En cuanto a la CULPABILIDAD del P.

1
Véase también el número 638-bis.

156
En general sería imprudente decir al P. que tales actos cometidos en su situación no son
pecados mortales, y menos aún que no son pecados en absoluto.
En efecto: Con mucha frecuencia el C. no puede afirmarlo con certeza. Y además eso sería
inducir al P. a que no se entregue más al mal para luchar contra sus malas inclinaciones.
Desesperado por no poder resistir, el P. se creería todo permitido.
Por lo tanto, en general:
HAY QUE GUARDAR SILENCIO1 .
Sin embargo, si el P. exagerase demasiado su culpabilidad y corriese el peligro de
desesperarse, el C. podría decirle que Dios aprecia sus esfuerzos y mide exactamente su
responsabilidad.
b) En cuanto a la distinción entre IDEA ATORMENTADORA y PECADO.
Con frecuencia la sola presencia de las obsesiones le parece ya al P. un pecado, aun cuando
resista con indignación.
El P. confunde entre sentir y consentir. Aquí hay mucho interés en ilustrar. Por
consiguiente:
“HAY QUE HACER LA ADVERTENCIA.”
C.— Remedios que hay que prescribir.
a) Prohibir todo examen de conciencia PROLONGADO.
b) ANIMAR mucho al P.
Devuélvale la confianza. Alabe sus esfuerzos por desembarazarse del pecado.
c) Prescribir reglas de HIGIENE física y moral.
El P. hará un trabajo TRANQUILO que le produzca distracción.
Se habituará a hacer ACTOS DE VOLUNTAD progresivos; evitará el mostrarse susceptible
en sus relaciones con los demás.
D.— Penitencia que hay que imponer.
Oración breve y fácil que incline a la CONFIANZA.
E.— Absolución que hay que dar.
En general absolver con mas FACILIDAD. Con los OCASIONARIOS ser más severo.

Artículo segundo
LOS HISTÉRICOS

I.— GENERALIDADES

440. 1º) Advertencia previa.— Los histéricos deben ser considerados aparte. Mientras los
otros anormales son casi siempre dignos de compasión, los histéricos son PELIGROSOS, sobre
todo para el sacerdote joven y poco experimentado.
Además, fuera de los histéricos propiamente dichos, se encuentra uno un poco por todas
partes con mujeres que llevan una cierta vida de piedad exterior y que son, sin embargo, MÁS
O MENOS NEURÓTICAS. Respecto de ellas el sacerdote debe comportarse casi del mismo
modo que con las verdaderamente histéricas.

1
Cuando un P. cree MATERIA GRAVE lo que no lo es, siempre hay que advertir, de lo contrario cometería
pecados FORMALMENTE MORTALES. En cambio, aunqu el P. continúe estando en el error en lo referente a
la perfección de su consentimiento eso no modifica para nada su culpabilidad real.

157
441. 2º) Signos característicos de la histeria.
A.— NECESIDAD ANORMAL DE HACERSE VALER.— El fondo psicológico que inspira
todas las manifestaciones histéricas parece ser el atraer la atención1.
B.— PERTURBACIONES DE LA SENSIBILIDAD que aveces llegan hasta la verdadera
crisis nerviosa.
C.— IMAGINACIÓN SOBREEXCITADA. Está continuamente en actividad. El histérico
toma sus sueños de vigilia por realidades vividas. De donde la necesidad de charlar, de
calumniar, de mentir.
N.B.— Esta tendencia a la mentira alcanza a veces al dominio de lo SEXUAL. El histérico
verá en una expresión de cortesía una solicitación “ad turpia”. De aquí la necesidad para el C.
de estar especialmente alerta.

II.— CONFESIÓN DE LOS HISTÉRICOS

442. 1º) ACTITUD GENERAL DEL C.


A.— Fuera de las crisis propiamente dichas.
EXCEPCIONAL RESERVA en las palabras y en el propio comportamiento.
En el CONFESONARIO ser BREVE.— aunque estos enfermos, sobre todo al principio, se
presentan como aspirando a la perfección y como que tienen una especial necesidad de ayuda
espiritual.
NADA de DIRECCIÓN FUERA DEL CONFESONARIO, menos aún por ESCRITO.
Sin embargo procurar no SER DURO ni DESPECTIVO.
B.— Durante las crisis o las convulsiones.
Mucha CIRCUNSPECCIÓN. No quedarse nunca a solas con el enfermo.
NINGÚN CONTACTO físico, ni siquiera el más insignificante.
Estas crisis por violentas que sean, no son jamás mortales: por eso NO HAY QUE
APRESURARSE a dar la EXTREMAUNCIÓN.

443. 2º) CONDUCTA DEL C.


A.— INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR, véase n. 439-A.
B.— ADVERTENCIA O SILENCIO, véase numero 439-B.
C.— REMEDIOS QUE HAY QUE PRESCRIBIR.— Casi los mismos que para los demás
psiconeuróticos (Cf. 439-C). Añadir, sin embargo:
a) EXHORTACIÓN A LA HUMILDAD. Hay que combatir su tendencia a llamar la atención
de todo el mundo.
b) PROHIBIR toda PRÁCTICA EXTRAORDINARIA de penitencia Insistir en la
mortificación interior.
c) No hacer NINGÚN CASO de sus PRETENDIDAS REVELACIONES, apariciones, etcétera.
d) PENITENCIA QUE HAY QUE IMPONER, véase n. 439-D.

1
Es un error considerar esta anomalía como una enfermedad sexual. Sin embargo ella oculta muchas veces
bajo las apariencias de una vida de piedad y de dedicación al sacerdote, un impulso sexual que los enfermos no
se confiesan a sí mismos y que oculltan háblimente a los demás.

158
e) ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR, véase n. 439-E.

CAPÍTULO SEXTO
ENFERMEDADES DIVERSAS
I.— LOS DÉBILES DE ESPÍRITU

La debilidad de espíritu puede deberse a diversas causas:

444. 1º) Debilidad de espíritu CONGÉNITA.


Aunque dude usted si el P. tiene uso de razón —procure darle un MINIMUM de
INSTRUCCIÓN RELIGIOSA.
EN PELIGRO DE MUERTE dé la absolución bajo condición.
Igualmente en TIEMPO DE PASCUA; hasta algunas veces en el transcurso del año si, al
decir de los que le rodean, ha cometido algunas faltas groseras.

445. 2º) Debilidad de espíritu debida a la EDAD.


A veces la materia de la acusación será dudosamente suficiente. Después de haberle dado
la absolución bajo condición podrá admitirlo asimismo a la Comunión VARIAS VECES POR
AÑO.
N.B.— Si el anciano ha perdido totalmente el uso de la razón, trátele como a un niño. En
peligro de muerte déle el Santo Viático, si es que lo puede hacer sin peligro de irreverencia.

II.— P. SORDO o DURO de OÍDO


Distingamos dos casos:

446. Situación del P.— 1º) 1er. CASO.— Comprueba usted la sordera del P.:
Antes de la confesión o muy al principio.
No tiene por qué temer violar el secreto sacramental. Por lo tanto:
Salga del confesonario y ruegue al P. —o que vaya a la sacristía —o que vuelva a confesarse
en un momento en que no haya nadie en la iglesia.

447. Situación del P.— 2º) 2º CASO.— Comprueba usted la sordera del P.:
Durante el transcurso de la confesión.
Y hay gente junto a su confesonario.
Imposible interrumpir la confesión comenzada y rogar al P. que vaya a la sacristía: ¡dejaría
usted suponer que el P. ha cometido pecados mortales y que tiene necesidad de ser interrogado!
A.— INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR.— No puede usted hacer precisar las
acusaciones sin hablar en voz alta y sin correr el riesgo de violar el secreto sacramental.
Conténtese, pues, con las acusaciones del P.
B.— CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.— Toda exhortación es, por lo general,
imposible.

159
C.— PENITENCIA QUE HAY QUE DAR. Hacerla conocer por signos: mostrando una
decena del rosario... o los cinco dedos de la mano. Si no puede hacerse comprender sin que se
oiga la penitencia dada, dé una penitencia muy leve1.

III.— P. MUDO
448. En nuestros días la mayor parte de los mudos están suficientemente instruidos como para
poder confesarse oralmente. (Confesión en la Sacristía).
En caso contrario ACONSÉJELE que se confiese por escrito, sin obligarle a ello
estrictamente: se trata aquí de un procedimiento extraordinario. Tenga cuidado de hacer
desaparecer inmediatamente la confesión escrita —si es posible, quemándola.
A veces deberá usted contentarse con un simple gesto de confesión y de contrición como,
por ejemplo: golpearse el pecho.

CAPÍTULO SÉPTIMO
PENITENTE DE LENGUA EXTRANJERA
Aunque el P. pueda recurrir a un intérprete, no está obligado a hacerlo: se trata aquí de un
procedimiento extraordinario.

I.— CONFESIÓN POR MEDIO DE UN INTÉRPRETE

449. CONDUCTA DEL C.


Haga que el intérprete explique al P. las dos maneras de confesarse:
A.— (1ª MANERA).— El P. dice sus pecados al intérprete que los repite al C.; el intérprete
traduce las advertencias del C.
B.— (2ª MANERA).— (Menos gravosa para el P.)
El intérprete da la espalda al C. y al P.
El P. toma la mano del C. El C. pregunta en voz alta.
El intérprete traduce las preguntas del C.
Cuando el P. ha cometido el pecado correspondiente a la pregunta, aprieta la mano del C.
Para conocer el número aproximado de los pecados cometidos, el C. podrá pronunciar,
separadamente, después de cada una de sus preguntas, tres palabras: Con mucha frecuencia —
con frecuencia —pocas veces. El P. apretará la mano del C. al oír una de las tres palabras.
NOTA.— El C. recordará al intérprete que está obligado al secreto de la confesión, lo mismo
que el C.; conviene hacer saber al P. que el intérprete está obligado al secreto.

II.— CONFESIÓN SIN INTÉRPRETE

450. 1º) Procedimiento del “PRUDENS SEXDECIM LINGUARUM CONFESSARIUS”,


editado por Beauchesne.
Si usted tiene con frecuencia ocasión de confesar a P. de lengua extranjera, procúrese este
manual. Su empleo es fácil: la mayoría de los P. aceptarán el servirse de él y de ese modo
usted podrá confesar COMO CONVIENE en cualquier lengua usual.

1
Al oír que da usted una penitencia grave, concluirán que el P. ha cometido pecados graves: En consecuencia,
violación del secreto sacramental.

160
N.B.— Utilice con PRUDENCIA el cuestionario indicado, teniendo en cuenta la categoría
del P. con el cual está usted tratando; algunas preguntas no convienen a todos.
2º) Procedimiento ORDINARIO DE CONFESIÓN.

451. Situación del P.— Un P. viene usted para confesarse en una lengua que es para usted
—enteramente— desconocida.
CUESTIÓN QUE HAY QUE PLANTEARSE.
¿Hay algún C. capaz de comprender al P. —y al que pueda hallar fácilmente?
A. 1er. CASO.— Y el C. idóneo puede ser hallado fácilmente.
Hará usted todo lo posible por indicárselo al P. Si no lo consigue, proceda como en el
número 452.
B. 2º CASO.—Y no hay posibilidad de encontrar un C. idóneo.
(Véase el número siguiente).

452. Situación del P.— Un P. se llega a usted para confesarse en una lengua que es para
usted —enteramente— desconocida.
Usted no puede remitir el P. a otro C. que pueda comprenderle.
CUESTIÓN QUE HAY QUE PLANTEARSE.
¿Hay urgencia en que el P. reciba la absolución?
1º) (1ª hipótesis).— Y hay urgencia en que el P. reciba la absolución. (Peligro de muerte;
está en estado de pecado mortal y debería esperar más de un día para confesarse en su lengua).
a) ACUSACIÓN Y CONTRICIÓN.— Conténtese con un gesto del P. (arrodillarse; golpearse
el pecho) que signifique la confesión y la contrición exteriores1.
b) PENITENCIA QUE HAY QUE IMPONER.— Muéstrele algunas cuentas del rosario o
también los cinco dedos de su mano.
c) ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR. Déle la absolución.
2º) (2ª hipótesis).— Y no hay urgencia.
No debe oír al P. en confesión. en confesión.

453. Nota.— Muchas veces no podrá saber si el P. se encuentra, o no, en caso de urgencia; en
la duda dé la absolución.

454. Situación del P.— El P. se confiesa en una lengua que usted conoce.
SUFICIENTEMENTE.
Pero usted no comprende todos los pecados acusados.
Pida al P. que se acuse solamente de sus pecados MORTALES, expresándose —
CLARAMENTE —y LENTAMENTE.
Si, a pesar de eso, no logra usted comprender al P., procederá usted como en los núms.
451-452.
Como usted conoce la lengua del P., le será más fácil indicarle un C. idóneo, o darse cuenta
de si hay urgencia en que el P. reciba la absolución.

1
En este caso, basta esto para la integridad formal (Cf. 62-B).

161
CAPÍTULO OCTAVO
PRISIONEROS
I.— GENERALIDADES1

455 1º ) INTERÉS PASTORAL.— El encarcelamiento puede ser un tiempo favorable para


volver sobre sí mismo y para una verdadera CONVERSIÓN.
El ministerio con los prisioneros, aun en las pequeñas prisiones, puede ser muy sobrenatural
y muy eficaz,
Como respecto de los enfermos, el sacerdote se preocupará de VISITAR REGULARMENTE
a los prisioneros, de hacerse avisar de la llegada de nuevos detenidos. Para facilitar su
ministerio, el sacerdote se mantendrá en buenas relaciones con el director de la prisión y con
el personal de guardianes.

456. 2º) ACTITUD GENERAL QUE HAY QUE ASUMIR.


El sacerdote, por su actividad espiritual, debe realizar el doble fin que pretende la
legislación: reparación del pasado y enmienda respecto del futuro. Por eso debe manifestar al
prisionero:
a) Una SINCERA AMISTAD.— Interésese por su país de origen, por su familia, por su
educación, cristiana o no, etc.
b) Una REAL ESTIMA.— Aun en los más grandes criminales, el espíritu de fe debe hacerle
ver a usted un alma amada de N. S., rescatada con su .sangre y capaz de santidad.
c) Una GRAN COMPASIÓN.— Dé muestras de compasión para con ellos. Con todo evite
el excusar su falta y el disminuir su culpabilidad.

II.— CONDUCTA DEL C.

457. A.— Integridad que hay que asegurar. En general, no se deje llevar de una
CONFIANZA CIEGA. Los criminales continúan, aun en confesión dando pruebas de la misma
doblez que durante el transcurso de la instrucción judicial.
Por regla general. para evitar el DEFECTO de SINCERIDAD:
a) NO CONFESAR a ningún prisionero antes de que se haya terminado la instrucción
judicial.
Hasta entonces el prisionero apenas está en estado de hacer una confesión verdaderamente
sincera y arrepentida.
b) Insistir en el SECRETO de la CONFESIÓN.
Volver muchas veces sobre él en el transcurso de las diferentes confesiones.
El C: “Yo no haré jamás la menor alusión a todo lo que usted haya podido decirme o no
decirme, no hablaré jamás de ello a nadie; y mucho menos a sus guardianes, a sus abogados,
a sus jueces. De modo que su confesión no puede ni perjudicarle, ni servirle de nada.
“Se trata sólo de que arregle sus cuentas con Dios. Puede conseguir usted engañar a los
jueces de la tierra, pero no a Dios, que ha visto todo lo que ha hecho. Y además, si usted

1
En 1948 se celobró un congreso de capellanes de cárceles. El lector que haya asisttido a él tenga a bien leer
el Prólogo de esta obra y haga el favor de escribir al autor, en vista de una próxima edición.

162
confiesa aquí todo el mal que ha hecho, lejos de castigarlo, yo lo perdonaré en nombre de Dios.
Y usted volverá a encontrar la paz del alma y de la conciencia... ¡Vamos! Sea muy sincero y
no tema nada”.
c) Exhorte a una CONFESIÓN GENERAL.
Al preparar al prisionero para la confesión, hablarle de los beneficios de una confesión
general; con frecuencia ella será útil, si no necesaria (Cf. 331-332). Por otra parte, ¿no es,
acaso, más fácil hacerla con un capellán de prisión?
d) Ver si el prisionero no es un IGNORANTE.
Al hablar con el prisionero, al interrogarlo prudentemente. usted se da cuenta de sus
conocimientos religiosos. Si trata usted con un ignorante, obre como se ha dicho en los
números 344-347.
B. Advertencia que hay que hacer o silencio que hay que guardar.— a) PRINCIPIOS
JURÍDICOS. 1.— En materia criminal todo acusado puede defenderse negando su crimen o su
falta.
2.— En materia civil, toda afirmación, formalmente contraria a la verdad, es una mentira
que con frecuencia puede ser injusticia.
3.— Si está amenazado el bien común, el acusado está obligado a denunciar a sus
cómplices.
b) ¿HAY QUE HACER ADVERTENCIA?
¿En qué grado debe advertir usted al prisionero acerca de estos principios jurídicos o, por
el contrario, guardar silencio sobre ellos?
Vuelva a leer atentamente todo lo que se ha dicho en general en el Libro II. (Signos de
ignorancia invencible, 121-2º: conducta del C. 123 y siguientes).
C. Contrición que hay que excitar.— a) Motivos de ORDEN GENERAL (Cf. 144-145).
b) Motivos PARTICULARES relacionados con el crimen o delito que el P. habrá confesado.
D. Obligación que hay que imponer.— Preste atención a los deberes eventuales de
restitución, reparación, reconciliación, etc.
E. Remedios que hay que prescribir.— Dé los consejos apropiados a la:
a) TENTACIÓN de ODIO o de venganza respecto de los enemigos supuestos o reales:
denunciantes, acusadores, procuradores, jueces, etcétera. (Cf. 710-713).
b) TENTACIÓN de IMPUREZA. Tales tentaciones son favorecidas por el aislamiento y la
ociosidad (Cf. 482).
c) LECTURA.— Tenga usted una selección de libros interesantes y formativos que podrá
prestar al prisionero con el permiso de la Dirección.
F. Penitencia que se ha de imponer:
a) ORACIONES durante un cierto número de días.
b) ACEPTACIÓN GENEROSA de los sufrimientos del encarcelamiento, del castigo que hay
que padecer.

458.— CASOS PARTICULARES.


Situación del P.— A) (1er CASO).— El P. se proclama inocente... afirma que le tienen
odio, etc.

163
No lo crea usted CON DEMASIADA FACILIDAD. Sin embargo no lo contradiga de un modo
brusco. Exhórtelo a la paciencia y a la resignación.
Situación del P.— B) (2º CASO). El prisionero le pide que intervenga usted ante el juez
o ante la administración, que sirva de intermediario en el envío o recepción de cartas, de
regalos.
Exprese su PENA por no poder acceder a su petición. Dígale que no tiene usted derecho
para ocuparse más que de lo que concierne a su ALMA.

III.— DESPUÉS DE LA SALIDA DE LA CÁRCEL

459.— A. ¡Asegurar la BUENA ACOGIDA del libertado!


Cuando el prisionero va a volver a su comarca, ¿qué acogida hallará entre sus parientes,
entre sus antiguos amigos?
Entre usted en relación con ellos para que el prisionero no sea demasiado mal visto: de lo
contrario, la recaída es casi fatal.
B.— Ayudarlo a encontrar TRABAJO.
Si el prisionero se ve abandonado de todos, sin posibilidad de volver a encontrar empleo,
corre el peligro de desesperarse y de recaer.

CAPÍTULO NOVENO
LOS CONDENADOS A MUERTE
I.— LOS DÍAS QUE PRECEDEN A LA EJECUCIÓN

460.— 1º) Criminal JUSTAMENTE CONDENADO.


a) Proponerle una CONFESIÓN GENERAL de toda su vida.
(Véase lo que se ha dicho a propósito de los prisioneros en general, núm. 457).
b) Hacer que acepte la muerte como una EXPIACIÓN.
Persuádalo a que considere su ejecución como una reparación. Háblele de la felicidad de
los elegidos y de los sufrimientos de los condenados. Ruéguele que una su muerte al sacrificio
de N.S. en la cruz. Para Dios, ¡qué gloria... y para él, el cielo!
2º) Condenado INOCENTE.
Esto puede suceder fácilmente en tiempo de guerra, de revolución, de perturbaciones
políticas.
a) Ponerle delante de los ojos la CAUSA JUSTA (Iglesia, patria, ideal) por la cual él va a
morir.
b) Invitarlo a que ofrezca su vida por motivos de ORDEN ELEVADO (Bien de la Iglesia, de
la patria, conversión de los pecadores, de los infieles, etc.).

II.— LA EJECUCIÓN

461.— 1º) Durante los últimos momentos.


a) PERMANECER junto al condenado. Animarlo con reflexiones que le inspirará a usted el
espíritu de fe, el amor de las almas. ¿Qué diría N.S. si estuviera en su lugar?

164
b) REZAR con el condenado.
c) NO ABANDONAR al condenado y evitar irritarlo.
d) VIÁTICO e INDULGENCIA PLENARIA para la hora de la muerte.

462.— 2º) Al dirigirse al lugar de la ejecución.


a) ACOMPAÑAR al condenado diciendo:
“Siga a N.S., que antes que usted subió al calvario para ser crucificado. Absolutamente
inocente corno era Él, sufrió por usted una muerte mucho más cruel que la suya”.
b) NO APRESURE: la marcha del condenado. Acomódese a su paso, recomendándole que
tenga los ojos bajos o que sostenga el crucifijo.
c) Sugiérale INVOCACIONES: “Dios mío, yo creo en Ti, espero en Ti, te amo. Ofrezco mi
vida por todos mis pecados en unión con tu muerte en cruz. Sagrado Corazón de Jesús, ¡en Ti
confío! Santa María, Madre de Dios, ruega por mí, pobre pecador, ahora y en la hora de mi
muerte. Jesús, María, José..., ¡ayudadme!”

463.— 3º) Inmediatamente antes de la ejecución.


a) Hacerle rezar el ACTO de CONTRICIÓN.
b) Darle por última vez la ABSOLUCIÓN.

464. CASO PARTICULAR.


El condenado —rechaza— los Sacramentos.
a) ROGAR y hacer que se ruegue mucho por él.
b) Buscar la CAUSA de su RECHAZO: ¿es incredulidad, orgullo, desesperación? —y
prescribir los remedios apropiados.
c) Obrar primero por medio de la BONDAD.
Hablarle de la misericordia de Dios. Tomar ejemplos del Evangelio.
d) En seguida apelar al TEMOR.
Hacerle ver lo grave que es rechazar la misericordia divina, la severidad del juicio de Dios,
al cual nadie puede escapar; recordar la eternidad de los castigos.
e) Terminar siempre la conversación volviendo al tono de la DULZURA.
f) En el día de la EJECUCIÓN.
Redoblar el celo y la plegaria. Acompañar al obstinado, siempre rogando y exhortándolo
hasta el lugar del suplicio.
Puede ser que en el último momento el desgraciado llegue a manifestar algún sentimiento
de contrición, a hacer una acusación general.
Invocar a SANTA TERESITA quien, aún muy niña, obtuvo la gracia de la conversión in
extremis para un gran criminal.

165
TERCERA PARTE

DIVERSAS CONDICIONES DEL ALMA


CAPÍTULO PRIMERO
PENITENTE ANSIOSO DE PERFECCIÓN
I— ENSEÑANZA que hay que dar al P.

465.— 1º) GENERALIDADES.


El C. no se contentará con dar algunos consejos de orden práctico; cuidará de que el P.
tenga un conocimiento suficientemente profundo de los PRINCIPIOS de la VIDA ESPIRITUAL.
El ideal sería que el P. tuviera a mano un libro del tipo de: “En el Campo del Padre” (Abate
Mazioux), de las Ediciones Obreras. Esta obra está destinada a los militantes de la Acción
Católica; pero será leída con fruto por toda persona ansiosa de perfección. Por otra parte en la
hora actual es imposible ser un cristiano auténtico sin hacer apostolado, ya sea en el medio
familiar o profesional ya sea en el medio de vida.
El C., que habrá tenido la precaución de leer atentamente el libro de Mazioux dará las
explicaciones requeridas en relación con tal o cual capítulo: recomendará luego al P. que lo
lea personalmente y a fondo.

466.— 2º) DEL PLAN DE VIDA CRISTIANA.


El C. inspirándose en el tiempo litúrgico en las circunstancias y en las necesidades
espirituales del P., podrá enseñar poco a poco los grandes principios de la vida espiritual.
A.— Ideal: Vida de amistad con Dios con el Prójimo.— Dios es nuestro Padre. Nosotros
debemos tender a ser hijos cada vez más amantes y dedicados a él (Mazioux: Cap. XI).
La amistad con el Padre celestial engendra la amistad con todos sus hijos. El amor afectivo
y efectivo del prójimo impone siempre, en nuestros días, la obligación grave del apostolado
(Mazioux, Cap. III).
B.— Esta vida de amistad implica el ejercicio de las virtudes teologales 1.
a) FE.
Avive la fe del P., en Dios (grandeza, misericordia, justicia), en N.S.J.C. (Encarnación y
Redención), en María (Madre de Dios y de los hombres), en la Providencia de Dios (Socorros
exteriores del cielo), en la Iglesia de Dios (Enseñanzas, jerarquía) en los misterios de la vida
futura (juicio, cielo, infierno, purgatorio).
Los “ojos de la fe” hacen descubrir las personas y las cosas del mundo sobrenatural.
b) ESPERANZA.
Recuerde con frecuencia al P. que el cristiano —aunque no “se evada” del mundo— debe
tender con todo su ser hacia b posesión del mismo Dios, apoyándose en Él.
Esta esperanza será —CONFIADA— porque se apoya en las promesas de Dios y en su
fidelidad, en su misericordia infinita; en los méritos y en la mediación de J.C.; en la intercesión
de la Santísima Virgen; en la fuerza de la gracia y en la oración.

1
Se trata de dar al P. el “SENTIDO DE DIOS”, coma lo recordaba magnífiicamente el Cardenal Suhard en su
prescripción de cuaresma de 1946.

166
Esta esperanza será —TEMEROSA— a causa del fomes del pecado que permanece en
nosotros, de la malicia de nuestros enemigos, de la justicia de Dios que mide la gracia que se
da y los pecados que se perdonan, en fin, a causa de los castigos eternos.
En resumen:
Temerlo todo del pecado.
Esperarlo todo de Dios
c) CARIDAD.
Ella hace que queramos para aquellos a quienes amamos, , primeramente el bien divino; en
segundo lugar, los bienes inferiores.
Su objeto primario es la Familia Divina (las tres personas de la Santísima Trinidad, la
Virgen y los Santos), y su objeto secundario es la Familia humana (aquí abajo y en el más
allá).
1.— Haga usted que el P. desee la caridad, haciéndole comprender que ella es el bien de
los bienes.
2.— Hágasela pedir, porque es un don de Dios.
3.—Hágasela descubrir por medio de la meditación de sus motivos, de sus beneficios.
4.— Hágale practicar sus actos interiores, amor de complacencia, de condolencia, de
benevolencia.
Recuerde con frecuencia al P. que la caridad es un AMOR DE VOLUNTAD y no de
sentimiento; unas veces el sentimiento le es favorable, otras le es contrario. Lo único que
interesa es el don de su voluntad a Dios: “Hacer lo que Dios quiere y querer lo que Él hace:
¡ésta es la verdadera caridad!”
Hacer todas las cosas tres veces bien:
1.— En cuanto a la elección.
2.— En cuanto a la intención.
1.— En cuanto a la ejecución.
NOTA.— Si usted quiere, y claro está que lo quiere, llevar al P. a una vida teológica intensa,
lea y relea las magníficas páginas del P. Desurmont (Caridad sacerdotal. Tomo I, cap. IV)
C.— Esta vida de amistad va al Padre en Cristo, con María.
La piedad contemporánea concede un amplio sitio al Padre, que está en los cielos; ella
encuentra su alimento, ya sea en las meditaciones teológicas de Dom Marmión y de Mons.
Guerry (hacia el Padre), ya sea en los llamados a la Infancia Espiritual de Santa Teresita del
Niño Jesús.
La devoción terminal al Padre supone la vida de unión con el Divino Mediador, con el
Cristo total, Cabeza y Cuerpo Místico.
Muchas almas comprenden que el Sagrado Corazón es la “síntesis del cristianismo” y una
invitación apremiante a la vida de amistad “amari et amare” con N.S.J.C.
Según el P. Philippe (Suplemento de la Vida Espiritual del 15 de noviembre de 1947,
páginas 289-290), las almas interiores se sienten cada vez más atraídas hacia la espiritualidad
mariana.
María les enseña a volver a encontrar la infancia espiritual.
María les descubre el secreto de la unidad admirable de su existencia: ella fue a la vez
SIERVA y ESPOSA.
Enseñar al P. a vivir “Ad Jesum per Mariam” (véase Mazioux, cap. XIV). Recomendar
mucho “Para mejor amar a María con el P. de Montfort”, por el R.P. Dayet, edición del autor,
St. Laurent-sur-Sèvre.

167
D.— Esta vida de amistad con Dios supone las virtudes morales.
Haga ver al P. que el ejercicio de las virtudes morales tiene por fin asegurar el pleno
desarrollo de las virtudes teologales, sobre todo del amor de Dios y del prójimo1. Por otra
parte, la caridad se encarna con frecuencia en los actos de templanza, de fortaleza, de
paciencia, etc.
No hay caridad auténtica, sin abnegación; ni humildad, sin espíritu de obediencia, sin
mortificación de las malas inclinaciones, sin un cierto desprendimiento, por lo menos afectivo,
de los valores terrenos.
Indíquele al P. el medio de formar en sí las virtudes morales: orar, recurrir a las virtudes
teologales, ejercitarse en las virtudes mismas.
La adquisición de las virtudes morales coincide con la lucha contra las malas inclinaciones.
Aténgase a todo lo que se dirá más adelante respecto de los pecados capitales (número 608 y
siguientes).
Insistir especialmente en la HUMILDAD, que es la base indispensable del edificio espiritual;
de donde la necesidad de luchar contra el orgullo (Cf. 609.613), la envidia (Cf. 614-619), la
ira (Cf. 620-624).
Insistir también en la MORTIFICACIÓN exterior de los ojos, oídos, lengua y tacto (Cf.
Impureza, 625-648; gula, 649-652; avaricia, 653-656; pereza, 657-660).
No olvidar la mortificación pasiva. Ella consiste en aceptar generosamente por amor a Dios
las grandes tribulaciones, las pequeñas contrariedades diarias, que provienen de los elementos
o de los acontecimientos de la vida corriente o de parte de los hombres.
E.— Esta vida de amistad con Dios, debe ir acompañada de una vida de amistad
intensa con el prójimo.
Un amor auténtico a Dios debe llevar consigo un amor muy vivo al prójimo. “Que el que
ama a Dios ame también a su hermano'' (I Juan IV, 21).
El amor al prójimo es a la vez la SEÑAL y la GARANTÍA de nuestro amor a Dios. “Si
alguno dice: Yo amo a Dios, y el tal no ama a su hermano, es un mentiroso (I Juan, IV, 7 y
20).
En nuestra época hay tantas miserias materiales y espirituales d toda clase que —
exceptuadas ciertas vocaciones puramente contemplativas2— todo verdadero cristiano debe
trabajar sin medida por mejorar el bienestar de sus hermanos, por llevarles el mensaje de la
salvación. El amor de Dios, decía Monseñor Vincent, debe probarse “con el sudor de la frente
y con la fatiga de los brazos”.
Él amor del prójimo exige que uno sea APÓSTOL en los diversos medios de vida: familia,
barrio, lugar de trabajo y de diversiones. Hay que dedicarse a la Acción Católica, sea general,
sea especializada.
N.B.— Tener cuidado con no limitarse a un amor del prójimo simplemente filantrópico. El
amor TEOLOGAL de los hermanos, hijos del Padre celestial, NO se da SIN LA FE. Véase
“Cristo en sus hermanos”.

467.— 3º) PRINCIPALES EJERCICIOS de PIEDAD.

1
En “Sacerdotes Diocesanos”, p. 175-177, el Señor Canónigo Masure da Excelentes consejos sobre la
Ascética necesaria al desenvolvimiento de la caridad, y hace ver el valor de las tres grandes virtudes: virginidad,
pobreza, obediencia.
2
Por otra parte, los religiosos enclaustrados salvan también a las almas por medio de sus oraciones y sus
penitencias.

168
Enseñe al P. la práctica inteligente y fructuosa de los principales medios de santificación.
A. La oración.— Encuentro con Dios; audiencia divina; . conversación con Dios:
elevación del alma.
Obstáculo grande: las distracciones. Sus causas: condiciones materiales defectuosas;
imaginación, afectos desordenados y falta de generosidad. Respecto de la lucha contra las
distracciones, véase Mazioux, cap. VII.
B. La Misa.— La Misa de Cristo, su Misa. Ser sacerdote con Cristo, hostia con la hostia.
Misa, sacrificio social (Comunidad de la oración, participación de la misma víctima)
(Mazioux, cap. VIII).
C. La Comunión.— Don de Dios a las almas; don de las almas a Dios.
Insista en la preparación para la comunión, sobre todo por medio de la participación en la
Misa, y en la acción de gracias, que con frecuencia es descuidada (Mazioux, cap. IX).
D. La Confesión.— Lo que debe ser el examen de conciencia: indagación de las causas
profundas, ocasiones de pecado —faltas peligrosas (lecturas, diversiones, etc.)—, faltas
reveladoras de tendencias, de hábitos viciosos, faltas contra la caridad. Necesidad de una
contrición real probada por un firme propósito práctico (Mazious, cap. XI).
E. Práctica del Rosario, del Angelus.— Enseñe al P. no a “decir su rosario”, sino a rezar
los “Misterios del Rosario”. Muchos fieles se contentan con recitar sus Avemarías, dejando de
lado lo esencial de la devoción del Rosario; se trata de revivir en sí mismo los misterios
gozosos, dolorosos y gloriosos, uniéndose, por María a los estados, acciones y sufrimientos de
Cristo y de su Madre.
El Angelus, rezado con atención y amor, hace revivir tres veces por día, el minuto más
grande de la historia del mundo: el Verbo de Dios que entra en el mundo por el Fíat de María.
El drama de la Anunciación recuerda lo esencial de toda santidad: Ecce-Fiat-Magnificat.
Buen resumen de la devoción mariana: Mazioux, cap. XIV).
F. Meditación. Lectura espiritual1.— Procure obtener de los mejores algunos minutos de
meditación, de lectura espiritual (Mazioux, capítulo XIII).

II. DIRECCIÓN DEL P.

468. —1º) Exigir un ORDEN DE VIDA.


A.— Del orden de sí mismo.
a) Levantarse a la hora fijada el día anterior. No acostarse demasiado tarde.
b) Oración de la mañana, con Examen de previsión (Tantas almas despilfarran su vida
dejándose llevar por el capricho del momento) y la ofrenda anticipada del trabajo familiar,
profesional, apostólico. El ideal sería lograr algunos minutos de meditación, de oración.
c) Oración de la noche —con examen de conciencia general y examen particular, si éste no
ha podido hacerse durante el transcurso de la jornada.
d) Referir a Dios las principales acciones y sufrimientos del día —por medio del ejercicio
de las virtudes teologales (Cf. arriba, 466-B).
e) Poner la mayor fidelidad y el mayor amor posible en el cumplimiento del DEBER DE
ESTADO; hacer las cosas tres veces bien (en cuanto a la elección, a la intención, a la ejecución).

1
Recomendar los libros del P. Plus: “¿Cómo orar siempre?”, “¿Cómo orar bien?”. En Jesucristo. Cristo en
nuestro hermanos, etc.

169
Recuerde con frecuencia al P. que la santificación del deber de estado y de las acciones
ordinarias constituye la trama esencial de la verdadera vida cristiana.
f) Velar cuidadosamente sobre todo lo que se deriva del amor al prójimo. Ejercitarse en ver
a Cristo en sus hermanos; alimentar sentimientos de benevolencia en el corazón; aprovechar
las menores ocasiones para prestar un servicio al prójimo o para agradarle, por amor a Nuestro
Señor, mostrarse particularmente amable y accesible con aquellos que son naturalmente
antipáticos.
g) Unirse a Dios, a N.S.J.C., a la Santísima Virgen por medio de frecuentes —oraciones
jaculatorias— o por medio de actos interiores de las virtudes teologales “Dios mío, creo en Ti,
espero en Ti, te amo”.
Para un buen empleo del tiempo (Mazioux c. VI).
h) Precisar las formas concretas del propio apostolado.
B.— Del boletín de regularidad.
Exigir, en cuanto sea posible, el que se lleve un boletín de regularidad, análogo al que está
en uso en los seminarios y asociaciones de perfección sacerdotal.

469. 2º) Pedir al P. que —ESPECIALICE EL ESFUERZO.


Ayude al P. a descubrir su DEFECTO DOMINANTE (pecado preferido). ¿Cuál es el objeto
principal de sus alegrías, tristezas, temores, esperanzas? ¿En qué piensa con más frecuencia?
¿De qué habla la mayoría de las veces? ¿Cuáles son los principales reproches que se le han
hecho en el transcurso de su vida? (Reproches dirigidos por los que le querían bien y por los
que le detestaban).
Este defecto dominante se refiere generalmente a uno de los siete pecados capitales. (Véase
su análisis y la manera de combatirlos en el núm. 608 y siguientes).
El esfuerzo podría orientarse también a las partes más positivas de la vida espiritual, (por
ej.: frecuencia de las oraciones jaculatorias; actos de fe, de esperanza y de caridad).

470. 3º CONTROLAR AL P. exigiéndole dé cuenta


del Boletín de regularidad;
del Cuadro de Conciencia.

CUADRO DE CONCIENCIA
Yo debía vigilar Empleando tales medios:
.................................... ............................................
Hay progreso en: Atribuyo este progreso a:
.................................... ...........................................
Hay deficiencia en: Atribuyo esta deficiencia a:
.................................... ............................................
Vigilaré: Empleando tales medios:
.................................... .........................................

CAPÍTULO SEGUNDO

170
EL PENITENTE ES TENTADO
Se estudiará sucesivamente: 1) las tentaciones en general: 2) Algunas tentaciones en
particular.
Artículo primero.
TENTACIONES EN GENERAL

I.— GENERALIDADES.
471. 1º) NATURALEZA DE LA TENTACIÓN.— Solicitación al mal. Hay P. que piensan
erróneamente que ella siempre viene del demonio. Algunas tentaciones son el producto de sólo
nuestra naturaleza corrompida. La mayor parte se deben a nosotros mismos y al demonio a la
vez.
472. 2º) SU UTILIDAD.
a) Ella hace que ahondemos en el CONOCIMIENTO de NUESTRA MISERIA y es para
nosotros una humillación saludable.
b) Es EXPIACIÓN de nuestros pecados pasados.
c) Es OCASIÓN de VIRTUD. Para resistir hay que querer intensamente, con fuerza y a veces
durante mucho tiempo.
d) Hace que merezcamos un CIELO MÁS HERMOSO. “Nemo coronabitur nisi qui legitime
certaverit” (II Tim. II, 5).
e) Ella nos permite TESTIMONIAR nuestro AMOR a DIOS.
Dios no quiere ser amado de un modo cualquiera.
Quiere ser preferido a toda persona, a todo valor humano. “Tentat vos Dominus'', Deus
vester, ut palam fiat utrum diligatis eum, an non, in toto corde et in tota anima vestra” (Deut.
XIII, 3).

II.— CONDUCTA DEL C.

473. 1º) INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR.


Las tentaciones no son un pecado. Por lo tanto, no son materia de absolución. Con todo, el
P. sacará provecho si se las hace conocer al C.; sobre todo las más HUMILLANTES y las más
LANCINANTES.

474. 2°) ADVERTENCIA QUE HAY QUE HACER.


Pueden presentarse muchos casos:
Situación del P.— A) El P. no distingue bien entre tentación y —pecado.
Recuerde usted las tres fases de la tentación.
1ª fase.— SUGESTIÓN.— Proposición del mal hecha a la imaginación o a la inteligencia.
(No escoger como ejemplo las tentaciones de impureza, sino las de gula o de venganza).
2ª fase.— DELECTACIÓN.— Instintivamente la parte inferior del alma se inclina hacia el
mal sugerido y experimenta con ello un cierto placer.
Pero como la voluntad libre todavía no ha entrado en juego, no puede haber cuestión de
pecado. Todavía se está en el automatismo.
3ª fase.— DECISIÓN LIBRE.

171
La razón percibe la malicia del pecado.
La voluntad puede adoptar tres actitudes diferentes:
ó 1) Consentimiento PERFECTO. Por lo tanto, si hay materia grave: pecado mortal.
ó 2) RECHAZO categórico. No solamente no hay pecado —sino que hay acto muy
meritorio.
ó 3) SEMIconsentimiento —Pecado venial.
Nota.— Hay que distinguir bien entre SENTIR Y CONSENTIR. Si se me obligara a beber
un licor agradable, pero envenenado —yo sentiría su gusto, pero no consentiría en su
absorción.
Situación del P.— B) El P. se pregunta si ha consentido; en qué medida ha podido
consentir.
Véase lo que se ha dicho a propósito de la gravedad subjetiva (1ª Parte, núm. 87-90). Signos
de consentimiento, interrogación del C...., etcétera...
Situación del P.— C) El P. se queja de estar abrumado por violetas tentaciones.
Le recordará usted la UTILIDAD de la tentación (CF. 472).
Insista en la diferencia que hay entre tentación y pecado (Cf. 474-A).

475. 3º) CONTRICIÓN Y FIRME PROPÓSITO QUE HAY QUE EXCITAR.


No puede haber contrición propiamente dicha si sólo hay tentación;
Pero puede excitar usted sentimientos de humildad, de confusión —y un firme propósito
decidido de luchar enérgicamente contra la tentación.

476. 4º) OBLIGACIÓN QUE HAY QUE IMPONER.


Prohiba al P. que se exponga a la tentación sin razón suficiente. Inspirarse en lo que se ha
dicho a propósito de las ocasiones de pecado (Cf. 279; también 304 y siguientes).

477. 5ª) REMEDIOS QUE HAY QUE PRESCRIBIR.


Es cuestión de recomendar al P. la LUCHA contra la TENTACIÓN. Inspírese usted en lo
que se dice en el párrafo siguiente.

III.— LUCHA CONTRA LA TENTACIÓN


Distingamos tres momentos: ANTES —DURANTE —DESPUÉS.

478. 1º) ANTES DE LA TENTACIÓN.


A.— DESCONFIANZA DE SÍ: “Itaque qui se existimat stare, videat ne cadat” (I Cor. X,
12).
B.—NADA DE ATOLONDRAMIENTO: “Deus non permittet vos tentari supra vires
vestras” (I Cor. X, 13).
C.— ORAR con CONFIANZA: “Vigilate et orate ut non intretis in tentationem” (Mt.
XXVI, 41).

479. 2º) DURANTE LA TENTACIÓN.


Distingamos dos casos:

172
Situación del P.— A) El P. experimenta tentaciones FRECUENTES —pero POCO
GRAVES (Ej.: Vanidad, envidia, venganza..., etc.).
El C.: “Trátelas con DESPRECIO... Déjelas que zumben alrededor de sus oídos cuanto
ellas quieran... como las moscas” (Vida Devota, IV Parte Cap. IX).
Situación del P.— B) El P. experimenta tentaciones —GRAVES.
El C.: “Resista ENÉRGICAMENTE. —pero la manera de resistir es diferente:
a) Y se trata de —placeres que seducen.
“DISTRÁIGASE —concentrando su espíritu en un tema que le cautive.” (Recuerdo de una
balada bonita, proyecto del futuro, un problema que preocupe, un trabajo que hay que hacer).
b) Y se trata de —repugnancia al deber.
“HÁGALE FRENTE —recordando los principios de fe que le harán triunfar a usted de la
tentación. Reflexione sobre la belleza de la virtud opuesta y sobre la fealdad del vicio.”
“Haga un acto de la virtud opuesta a la tentación. “
c) Y sea cual fuere el género de tentaciones graves.
El C.: “Resista con CONFIANZA.”
“Possum omnia in eo qui me confortat”. “Si el demonio le ve a usted pusilánime, a punto
de perder la cabeza, redoblará sus insultos —como una esposa que le grita al marido tanto más
fuerte cuanto mas tímido le ve... Por el contrario, si usted parece despreciar al demonio, el
espíritu orgulloso no podrá resistir la humillación y se irá.”
“Resista con HUMILDAD.”
“Ella es la que atrae la gracia. Favorezca esta humildad confesando al director espiritual
sus tentaciones, sobre todo las que dan más vergüenza. Esta humillación hace huir al demonio
y a veces basta para hacer desaparecer la tentación; de cualquier modo, atrae la gracia que
permitirá resistir a aquélla.”
Y además, ¡un S.O.S. HACIA EL CIELO!
“No es el momento de hacer largas oraciones, sino de lanzar un grito de angustia al Sagrado
Corazón, a la Santísima Virgen.”

480. 3º) DESPUÉS DE LA TENTACIÓN.


También aquí dos hipótesis posibles:
Situación del P.— El P. ha —vencido— la tentación.
El C. “DÉLE GRACIAS A DIOS y atribuya toda la victoria a su gracia.”

481. Situación del P.— El P. ha —sucumbido a la tentación.


El C.: “NADA DE DESALIENTO. El desaliento es la única cosa que no sirve para nada.
Nada de enojo contra usted mismo, lo cual provendría del amor propio. Haga únicamente
un buen acto de contrición —y si de nuevo sucumbe a la tentación, vaya a confesarse cuanto
antes pueda... Como dice San Agustín, puede levantarse usted más humilde, más prudente,
más fervoroso.”
“NADA DE EXAMEN MINUCIOSO para medir exactamente hasta qué punto ha
consentido usted. Eso podría hacer volver a la tentación y crear un nuevo peligro.

Artículo segundo.
ALGUNAS TENTACIONES EN PARTICULAR

173
I.— LUCHA CONTRA LA PUREZA1
482. Situación del P..— El P. tiene pensamientos, deseos impuros. Se producen en él
movimiento desordenados.
El C: “En primer lugar, NO SE TOQUE: De ese modo no conseguiría hacer cesar la
tentación. Al contrario la aumentaría más.
“¡Tampoco se ATOLONDRE!”
“No se ponga a reflexionar sobre la fealdad de la impureza; REFORZARÍA MÁS AÚN
LA TENTACIÓN.
“Para arrojar la imagen impura, fórmese una IMAGEN inspirada por la FE.” (Represéntese
el juicio de Dios —el infierno —las llagas de N.S. ¿Va a darle usted otro latigazo más al
sucumbir? Contemple su crucifijo, una imagen de la Santísima Virgen... tómela entre sus
manos).
CAMBIE DE OCUPACIÓN —moviéndose de lugar, entregándose por completo a un
trabajo absorbente, DISTRÁIGASE —evocando un recuerdo sano y agradable —pensando en
algún proyecto, en alguna “manía” que le es querida”.
“Un LLAMADO DE AUXILIO dirigido a N.S., a la Santísima Virgen, a San José, a su
ángel de la guarda, a un santo de su preferencia.”
Nota.— Después de la tentación NO SE EXAMINE MINUCIOSAMENTE para apreciar
el grado exacto del consentimiento: se expondría a provocar de nuevo la tentación.

II.— CONTRA LA FE
483. Situación del P.— El P. EXPERIMENTA DUDAS CONTRA LA FE.
Distingamos varios casos:
A.— Y las dudas son vagas y generales.
El C.: “PASE DE LARGO ¡No preste atención a ellas! De tiempo en tiempo un buen acto
de fe.”
B.— Y las dudas son más graves, pero sin fundamento preciso.
El C.: “Rechácelas ENÉRGICAMENTE. No discuta con el enemigo, no examine el valor
de las objeciones, una BREVE ORACIÓN: “Señor, aumenta mi fe”; un ACTO DE FE
GENERAL e INTENSO: “Yo creo firmemente, prefiero morir antes que desviarme, aunque
solo sea un poco, de la fe católica.”
C.— Y se trata de dudas más precisas y que parecen más fundamentadas.
El C.: “Piense en las GRAVES RAZONES que hay para CREER (Cristo y sus milagros,
sobre todo su resurrección; su doctrina tan santa, la difusión rápida del cristianismo realizada
por pobres pescadores sin cultura, sin recursos humanos; la duración de la Iglesia a pesar de
dificultades interiores y exteriores).”
Nota.— A las personas capaces de sacar provecho de ello se les puede recomendar la lectura
de un LIBRO SERIO2.

III.— DESEOS DE VENGANZA

1
Para el problema de la pureza en general véase núms. 625-648.
2
El P. Vittrant (Teología Moral, núm. 139) indica excelentes consejos para dar a los que son tentados contra
la fe.

174
484. Situación del P.— El P. tiene a veces deseo de vengarse.
La actitud del P. debe ser diferente, durante y después de la tentación.
A.— Durante la tentación.
El C.: “DISTRÁIGASE”. No piense en la injusticia, en todo lo que se le ha hecho a usted.
Piense en cualquier otra cosa que le agrade, que le interese. (Recuerdo agradable, proyecto,
etc.)
B.— Después de la tentación.
El C.: “Mire LA INJURIA DE FRENTE. Con frecuencia comprobará usted que es ella
menos importante de lo que había pensado.
“Piense en las ENSEÑANZAS DE CRISTO (El “Perdónanos nuestras deudas...; el deudor
insolvente; los ejemplos de Cristo, sobre todo durante su Pasión).
EXCUSE al PRÓJIMO en la media de lo posible.
RUEGUE por ÉL.”

IV.— TENTACIONES RELATIVAS A LOS PROBLEMAS RELIGIOSOS


485. Situación del P.— 1º) El P. es atormentado respecto de la PREDESTINACIÓN y de
la PRESCIENCIA DIVINA.
El C.: “DESECHE esas IDEAS PERTURBADORAS que vienen del infierno. Diga desde
el fondo del corazón: lo que me importa es servir a Dios en el momento en que vivo. ¿Qué
sucederá más tarde? Eso no me incumbe, es asunto del Padre que está en los cielos y que envió
a su Hijo único a fin de que muriese en la tierra para salvarme.. Nemo speravit in eo et confusus
est...
“Si su salvación dependiese de usted, ¿qué es lo que haría? Pues bien: haga eso... y todo irá
mejor.
San Francisco de Sales conoció el tormento de usted. Y salió de él arrojándose en los brazos
de la Santísima Virgen... ¡Haga usted lo mismo!”
2º) TENTACIÓN RELATIVA AL AMOR DE DIOS.
486. Situación del P.— El P. se pregunta qué es lo que haría si tuviera que escoger entre
cometer un pecado y padecer tal prueba, tal martirio.
El C.: “DEJE esas CUESTIONES OCIOSAS. Piense en cosas serias y prácticas, por
ejemplo: cómo hacer para mejor servir a Dios en el momento presente; y dígase a sí mismo
que el Buen Dios le dará oportunamente las gracias que usted necesite.”
3º) PENSAMIENTOS IMPÍOS EN LOS BUENOS CRISTIANOS.

487. Situación del P.— Una persona verdaderamente cristiana y hasta piadosa es
atormentada por pensamientos impíos. (Blasfemia contra Dios, imaginaciones obscenas y
movimientos carnales respecto de imágenes o cosas sagradas, desesperación de la salvación,
etcétera).
El C: “Esos son ESCRÚPULOS RIDÍCULOS”.
“NO SE EXAMINE acerca de eso”.
“Cuando le pase eso conserve toda su calma y PIENSE EN
OTRA COSA INTERESANTE.”

CAPÍTULO III

175
EL PENITENTE ES ESCRUPULOSO
Distingamos: 1) El escrúpulo en general; 2) Los escrúpulos en particular.

Artículo primero
EL ESCRUPULOSO EN GENERAL

I.— GENERALIDADES.
488.— SU NATURALEZA.
Está integrado por 3 elementos:
a) ORDEN INTELECTUAL.— Son pseudo-problemas de conciencia a los que no se les
ve solución y que asedian el espíritu a manera de idea fija.
b) ORDEN AFECTIVO.— Temor de pecar que paraliza la voluntad e impide decidirse.
c) TURBACIÓN GENERAL del alma.— Son inquietudes, angustias que conciernen al
pasado o al futuro.

489.— 2) SIGNOS DEL ESCRUPULOSO.


a) Su MODO de ACUSARSE.
Teme siempre sin razón valedera, haber pecado venialmente y hasta mortalmente. Da cifras
inverosímiles en cuanto al número de sus pecados.
Multiplica y repite confesiones inútiles, referentes a cosas, con frecuencia sin importancia
que realmente han sucedido o que simplemente hubieran podido suceder.
Hace preguntas interminables respecto de lo que el C. le ha dicho.
b) Su DESCONFIANZA EXAGERADA de SÍ MISMO.
Se figura siempre que ha comprendido mal o interpretado mal las respuestas del C.;
— o que se ha explicado mal respecto de sus dificultades;
— o que ha conservado mal el consejo que se le ha dado;
— o que ha hecho mal lo que había que hacer (rezar el breviario, cerrar la puerta con llave,
apagar la luz, etc.).
c) Su DIFICULTAD en DECIDIRSE.
Le cuesta mucho tomar una determinación y mantenerse en lo que finalmente ha resuelto.
d) Su TERQUEDAD.
Es terco —en su modo de juzgar los escrúpulos —en su obstinación para consultar diversos
libros, en cambiar de C., en no obedecerle.

490.— Otros signos reveladores: AGITACIONES FORZADAS.


Son gestos y medidas de precaución destinadas a desembarazarse de diversas opresiones,
pensamientos o imágenes molestas: Tentaciones de examinarse de nuevo, de repetir
confesiones anteriores.
Medidas de protección: algunos gestos físicos que tienen por fin rechazar las sugestiones
del demonio y crear la persuasión de una verdadera resistencia.
Actos destinados a procurar la seguridad: sacrificios, votos, reparación por medio de una
sincera mortificación.

176
491. Nota.— El P. puede ser escrupuloso en un punto y no serlo en todo y hasta ser relajado
en otras materias (por ejemplo: deber de estado en general, caridad para con el prójimo).
3) CAUSAS DE LOS ESCRÚPULOS.
Se pueden distinguir causas internas y causas externas:

492. A) Causas internas.


a) de orden PATOLÓGICO.
Temperamento melancólico, inclinado a la tristeza, suspicaz.
Debilidad mental, proveniente a veces de exceso de mortificaciones, de vigilias, de trabajo.
Depresión general, que resulta ya de una alimentación insuficiente o de trastornos
digestivos, de emociones deprimentes, de una enfermedad que debilita: ya de una verdadera
psicastenia que no permite una atención suficiente para juzgar rectamente de las reglas de
acción.
b) de orden INTELECTUAL.
Espíritu meticuloso, que hace descubrir fácilmente razones para dudar y que quiere
encontrar en todo una certeza absoluta. También a veces falta de juicio.
Espíritu mal ilustrado, que se representa a Dios, ante todo como a un juez despiadado que
confunde sentir con consentir, tentación y pecado, etc.
c) de orden MORAL.
Apego orgulloso al propio juicio.
Falta de voluntad: un escrupuloso no puede contener su imaginación, sobreponerse a vanas
aprehensiones, impedir ciertas acciones irracionales (nuevo examen de conciencia, gestos,
procedimientos ridículos).

493.— B) Causas externas.


a) AMBIENTE RIGORISTA.— La educación ha sido demasiado rígida; el escrupuloso
frecuenta personas, libros demasiado rigoristas.
b) El DEMONIO.— Él puede introducir su acción sobre una depresión mórbida y lanzar la
turbación en la fantasía, en la sensibilidad.
c) DIOS MISMO.— Con una voluntad no positiva, pero sí permisiva. Será entonces una
prueba que nos humillará, que hará que expiemos nuestros pecados pasados y afirmará nuestra
delicadeza de conciencia.

494.— 4) EFECTOS MUY PERJUDICIALES.


a) Desde el punto de vista FISIOLÓGICO.
Gradualmente conducen a un cierto debilitamiento general, a un cierto desequilibrio
nervioso que puede llevar a la neurastenia y hasta a algo peor.
b) Desde el punto de vista INTELECTUAL.
Falsean el juicio, y pueden conducir a una especie de monoideísmo vecino de la locura.
c) Desde el punto de vista ESPIRITUAL.
Hacen perder un tiempo precioso para resolver pseudoproblemas de conciencia, a veces
hacen descuidar importantes deberes de estado y el verdadero servicio de Dios.
Secan el corazón y lo hacen a uno egocéntrico, con detrimento de la caridad fraterna.

177
Hacen perder la confianza en Dios; lo convierten a uno en pusilánime y sumergen al alma
en el abatimiento y en la desesperación.

495. Nota.— Los escrúpulos pueden conducir a veces a GRAVES FLAQUEZAS.


Se pone la atención en minucias más o menos ridículas, y se deja uno sorprender por
tentaciones serias.
Por otra parte, el escrupuloso, para encontrar un derivativo a sus obsesiones, un alivio a sus
penas, llega a veces hasta a buscar PLACERES PROHIBIDOS.

496.— 5) ALGUNOS BUENOS EFECTOS, EN CIERTOS CASOS.


Ciertas crisis pasajeras de escrúpulo pueden ser una prueba saludable.
a) Pueden PURIFICAR EL ALMA.
Al esmerarse en evitar hasta la menor falta se adquiere una gran delicadeza de conciencia.
b) Hacen practicar la HUMILDAD y la OBEDIENCIA.
El escrupuloso debe formarse así la conciencia: debe referir todas sus cosas, aun las
ridículas, a su director; seguir sus advertencias con una perfecta docilidad de voluntad y
también de juicio.

497. Nota.— Estas pocas ventajas son superadas por los graves inconvenientes señalados más
arriba, sobre todo si los escrúpulos duran cierto tiempo.
De todas maneras el escrupuloso debe recurrir a todo para LIBRARSE DE LOS
ESCRÚPULOS.

II.— REMEDIOS PARA LOS ESCRUPULOSOS.


Distingamos los remedios generales, y los remedios propios para los diferentes géneros de
escrúpulos.

498.— 1) REMEDIOS GENERALES.


A.— Convencerse.
Primero RECONOCER que se es escrupuloso. Si no se quiere admitir tal cosa, todo
tratamiento es imposible.
Persuadirse de que el escrúpulo es un GRAN MAL; no es un medio de perfección (Cf. 494).
Convencerse de la PATERNIDAD MISERICORDIOSA de DIOS, reforzada, si es que se
puede hablar así, por la bondad de N.S.J.C., de la Santísima Virgen.
B.— Rogar.
Pedir la LIBERACIÓN del escrúpulo —la PACIENCIA en la prueba—, la FUERZA para
luchar contra las obsesiones.
C.— Contemplar.
Considerar el PERFECTO EQUILIBRIO, de N.S.J.C., de la Santísima Virgen, de los
Santos.
D.— Obrar.
a) El remedio indispensable, condición de todos los demás, es:

la OBEDIENCIA

178
Por consiguiente, conservar el MISMO C. y obedecerle CIEGAMENTE.
Si el escrupuloso no está decidido a obedecerle a usted, en todo y con toda humildad, dígale
que no acepta el dirigirle.
b) HACER CASO OMISO de los escrúpulos.
El escrupuloso con frecuencia se ve obligado a someter dudas pueriles y no hay una
evidencia tan clara —como que dos y dos son cuatro— de que tal acción es un pecado, puedo
hacerla; de que tal omisión es un pecado, puedo abstenerme.
Considerar los escrúpulos como malos pensamientos —que hay que desechar
despreciándolos y aplicando el espíritu a otra cosa.
No capitular jamás —Se cree tener la paz cediendo una vez al escrúpulo; pero muy pronto
surgirá otro, tanto más audaz cuanto más débil se ha mostrado uno.
No hacer nunca gestos —bajo pretexto de significar la protesta interior, de acentuar el
rechazo del consentimiento, etc...
c) Estar CONSTANTEMENTE OCUPADO.
Hay que hacer siempre algo, aunque no sean más que bagatelas; es éste un medio de
distraerse y de mantener en sí la alegría de vivir.
d) Pero EVITAR el EXCESO DE TRABAJO físico o psíquico.
Nada de atropellos en el trabajo, nada de investigaciones inquietas, nada de vigilias.
Aplicarse apaciblemente al propio trabajo, en conformidad amorosa con la voluntad de Dios.
Tomar un sueño reparador. Saber descansar haciendo ejercicio al aire libre.
2) REMEDIOS PROPIOS PARA LOS DIFERENTES GÉNEROS DE
ESCRÚPULOS.

499. A) de orden —patológico.


a) Medidas de HIGIENE.
Alimentación apropiada, que contenga poca cantidad de productos albuminosos y pocas
bebidas alcohólicas.
b) Algunas veces recurso al MÉDICO NEURÓLOGO.
El tratamiento consistirá en medios de orden físico (hidroterapia, gimnasia, electricidad,
opoterapia) y sobre todo en medios de orden psicoterapéutico (eliminación de las impresiones
paralizantes, educación de la voluntad, sugestión, etcétera),

500. B) de orden —Intelectual.


a) NO CORTAR LOS CABELLOS EN EL AIRE.— Convencerse de que no se puede tener
una certeza metafísica absoluta en cuestión de moral.
b) Tener AMPLITUD DE ESPÍRITU.— Adquirir el hábito de proceder a la buena de Dios.
c) Aplicar la REGLA del “dos y dos son cuatro”.— Si no se tiene esta evidencia respecto
de la malicia de una acción o de una omisión, considerarla como moralmente buena.

501. C) de orden —moral.


a) Ejercitarse en la HUMILDAD —Es necesario, para admitir ciegamente las advertencias
del C., para obrar simplemente como los buenos cristianos que no se atormentan de este modo.

179
b) FORTIFICAR la VOLUNTAD.— Hay que vencer las propias angustias; negarse a todo
deseo, a toda decisión inspirada por el escrúpulo.
c) RENOVAR con frecuencia la RESOLUCIÓN de luchar enérgicamente contra los
escrúpulos.

502. D) Escrúpulos debidos — a causas exteriores.


EVITAR las OCASIONES de ESCRÚPULOS —tales como los frecuentes tratos con
personas escrupulosas, las lecturas de obras demasiado rigoristas.

503. Nota.— Curación progresiva de los escrupulosos.


AL PRINCIPIO —a pesar de la obligación impuesta—, apenas se puede impedir al
escrupuloso que acuda con bastante frecuencia al C. para exponerle las mismas dificultades.
(Por otra parte el C. podrá a veces despedirle con una simple bendición).
POCO A POCO —el escrupuloso deberá ir reduciendo el número de recursos al C. y de
dificultades que quiera someter. A veces, cuando el escrupuloso proponga una duda infundada,
el C. podrá sonreír dulcemente, pero sin burlarse: “¿Que respondería usted al que le hiciera
semejante pregunta? ¡Pues haga usted lo mismo!
EL IDEAL.—Es persuadir al escrupuloso a que resuelva sus dudas sin hablar siquiera de
ellas a su C. Repetirle frecuentemente: “Cuanto menos me hable de sus escrúpulos, mejor irá
la cosa. —Obre como le diría que obrara a otro que estuviera en sus lugar. —Evite toda manera
de proceder que pudiera parecer ridícula.”

III.— CONFESIÓN DE LOS ESCRUPULOSOS

504. 1°) DESCUBRIMIENTO DEL ESCRUPULOSO.


A veces el mismo P. manifiesta una cierta cantidad de los signos estudiados en los números
489-490; de ese modo el C. puede fácilmente reconocerle como escrupuloso.
En determinados caso, por el contrario el C. no ve inmediatamente si se trata de una
verdadera inquietud de conciencia o de un simple escrúpulo. De donde dos problemas que se
han de resolver:
¿Es escrupuloso el P.?
¿Cuál es la causa de sus escrúpulos?

505. Situación del P.— A) (1er. PROBLEMA).— El P. expone una inquietud de


conciencia: ¿es escrupuloso?
Esta inquietud puede estar muy bien fundada; se trata de una restitución todavía no hecha,
de una confesión pasada que hay que reparar, de la preocupación por evitar el menor. pecado,
etc.
Interrogue, pues, al P., inspirándose en lo que se ha dicho respecto de los signos del
escrúpulo (Cf. 489).
“¿Ve usted fácilmente pecados en todas partes?”
“¿Está inquieto frecuentemente en lo que se refiere a sus obligaciones profesionales? (Poner
ejemplos concretos)
“¿No tiene usted falta de confianza en sí mismo?”
“¿Adopta fácilmente una decisión?”

180
“¿Tiene tendencia a volver sobre lo que el C. le ha dicho? ¿A examinarse frecuente y
extensamente? ¿Le han dicho ya que era escrupuloso? ¿Obedece con facilidad a su C.?, etc....”
CONCLUSIÓN.— Una u otra de estas disposiciones, tomada separadamente, puede ser el
índice de una conciencia simplemente delicada —pero su coexistencia y su persistencia
revelan la existencia de un estado escrupuloso.

506. Situación del P.— B) (2º PROBLEMA).— El P. ha sido reconocido como


escrupuloso. ¿Cuál es la CAUSA de sus escrúpulos?
Son de orden PATOLÓGICO: “¿No es usted de temperamento un poco triste? Depresión
nerviosa, etc.” (Cf. 492-a):
de orden INTELECTUAL: “¿No es usted un poco “chinche”? ¿Tiene una religión
suficientemente ilustrada para distinguir tentación y pecado, etc.?” (Cf. 492-b)
de orden MORAL: “¿No es usted un poco terco en sus maneras de ver? ¿Sabe dominar
fácilmente su imaginación, resistir a ideas extravagantes?” (Cf. 492-c).
¿Tiene una CAUSA EXTERIOR? “¿No ha tenido usted una educación demasiado rígida?
¿Vivía en un ambiente demasiado austero?... etcétera (Cf. 493).

507. Nota.— Importa bien poco al C. saber si los escrúpulos provienen, sea de la sola
naturaleza, sea de la naturaleza y del demonio a la vez.
Para discernir si se trata de una permisión de Dios, el C. deberá comprobar la presencia de
algunos buenos efectos examinados más arriba (Cf. 496).
2º) ACTITUD GENERAL DEL C.
Dos objetivos principales:
A.— Ganar la CONFIANZA del P.
B.— Obtener su OBEDIENCIA.

508. A) Ganar la —confianza— del P.


a) Dar pruebas de ABNEGACIÓN. Muéstrese paciente en oír las explicaciones del P.
Sea compasivo e infúndale confianza en su curación.
Hable más bien con dulzura (sobre todo si el P. es sensible), pero, sin embargo, con firmeza.
Reprenda vivamente las faltas de obediencia y llegue hasta a mostrarse severo. En este
punto trate al P. como si no fuera escrupuloso.
b) Dé pruebas de COMPETENCIA.
Deje que primero hable el P.
No repita la dificultad propuesta por el P. —porque éste fácilmente encontraría que no es
lo que él decía y... habría que volver a empezar.
Plantee en seguida algunas cuestiones simples: el escrupuloso no tendrá más que responder
sí o no; sin embargo, no detenerse en las circunstancias de detalle, como si ellas tuvieran
importancia.
Así dirige usted mismo el examen metódico de la conciencia del P. y podrá agregar:
“Comprendo su caso; usted sufre de tal o cual manera”.
Es ya un gran alivio para el P. el comprobar que usted lo comprende; a veces basta esto
para que él le dé su confianza.
Muestre una expresión tranquila y firme. Hable con seguridad.

181
Con el escrupuloso no vacile usted en hacerse valer: saber y experiencia.

509. B) Exigir la —OBEDIENCIA.


Este punto es absolutamente INDISPENSABLE.
Dígale al escrupuloso; “Si quiere curarse tiene que obedecer ciegamente; al obedecer está
usted seguro, aunque su director se equivoque; porque Dios no le pide en ese momento más
que una sola cosa: obedecer.
“Es esto tan verdadero, que si usted cree que no puede obedecerme, tiene que ir a buscar
otro C.”
“Sólo la obediencia ciega le curará —y le curará ciertamente.”
a) Sea BREVE, CLARO, CATEGÓRICO.
De ningún modo sea condicional: si eso le molesta —sino de un modo absoluto: haga esto,
evite aquello.
No añada: “me parece”, “usted haría mejor si”, “sin duda”, “probablemente”.
Repita muchas veces las advertencias dadas y con los mismos términos, para aumentar su
fuerza de persuasión.
b) No DÉ LOS MOTIVOS DE SUS DECISIONES.
Si diera usted razones, el P. discutiría su valor y hasta las hallaría insuficientes. Perdería así
confianza en las decisiones de usted y, llegado el momento, no se conformaría con ellas.
c) NO SE RETRACTE.
Antes de dar su decisión, reflexione bien; pero, una vez dada la orden, no la revoque,
mientras no aparezca un hecho nuevo que exija un cambio.
d) HÁGALE REPETIR al P. LA ORDEN DADA.
Así se asegurará usted de que la orden ha sido bien comprendida.
e) ASEGURE LA EJECUCIÓN de la ORDEN.
Esto no es fácil; el P. promete obedecer y, llegado el momento, retrocede como un
condenado delante del suplicio.
Usted declarará al P.: “Desde luego que usted hará esto. Si usted no lo hace, yo no le
escucharé: inútil insistir”.
Con frecuencia deberá repetir usted varias veces la misma prescripción para que ella sea
bien ejecutada. Hágalo sin impaciencia, pero también con una firmeza inquebrantable.

510. 3º) CONDUCTA DEL C.


A.— Integridad que hay que asegurar.
Todas las reglas dadas para el P. en general —respecto de la precisión de la integridad
(especie ínfima, gravedad objetiva y subjetiva, número exacto, etc.) no valen ya para el P.
escrupuloso. Al contrario:
PROHIBICIÓN DE ENTRAR en los DETALLES.
PROHIBICIÓN de ACUSAR los PECADOS DUDOSOS.
EL C.: “¿Puede usted afirmarme con la fidelidad del juramento que usted ha visto
claramente —como dos y dos son cuatro— que eso era pecado? ¿Puede afirmarme bajo la fe
del juramento que ha consentido?''

182
Desde el momento en que el P, parece vacilar en responder, añada usted: Pues bien: no
hablemos más de ello, pasemos a otra cosa”.
REDUCIR a veces la ACUSACIÓN a dos o tres PECADOS MÁS IMPORTANTES1.
B.— Advertencia que hay que hacer.
Persuadir al P. de que el escrúpulo no es un medio de perfección, sino un gran mal (Cf.
494-495).
Alentar, sin embargo, a algunos P. diciéndoles que una crisis de escrúpulo puede ser una
prueba permitida por Dios (Cf. 496).
C. Contrición y firme propósito que hay que excitar.
En general —NO INSISTA sobre la CONTRICIÓN —porque el escrupuloso podría
perturbarse al querer tener una contrición actual muy intensa.
En todo caso DEJE de LADO los motivos PAVOROSOS. (Severidad del juicio de Dios,
infierno, etc.)
Haga que el FIRME PROPÓSITO se extienda a —la lucha contra el escrúpulo— y a la
obediencia al C.
D.— Obligación que hay que imponer.
Dele ÓRDENES PRECISAS sobre la conducta que debe observar frente a tal o cual
escrúpulo en particular (véase el artículo siguiente).
Prohiba el ADELANTAR los DÍAS y las HORAS fijadas para la confesión. Nunca con
más frecuencia que cada ocho días.
E.— Remedios que hay que prescribir.
Inspírese en todo lo que se ha dicho en el párrafo II (498 y siguientes).
F.— Penitencia que hay que imponer.
MUY LEVE y MUY FÁCIL.
G.— Absolución que hay que dar.
Si el P. vuelve más pronto de lo que usted le había dicho —y sin haber cometido ningún
pecado mortal evidente— dele usted sólo una BENDICIÓN: “La obediencia vale más que la
confesión”. Que el P. haga un rápido acto de contrición y continúe comulgando.

Artículo segundo
LOS ESCRÚPULOS EN PARTICULAR

I.— MALOS PENSAMIENTOS

Esos pensamientos pueden ser contra la fe, caridad, castidad, etc.

511. Situación del P.— El P. escrupuloso teme siempre haber consentido con el
pensamiento malo.
El C: “No LUCHE DIRECTAMENTE contra los escrúpulos, por ej.: haciendo un acto de
fe: los aumentaría más aún2.

1
Puede suceder que obrando de este modo ya no sea respetado el precepto de la integridad MATERIAL. Pero
la curación del escrupuloso es una razón suficiente para faltar a él. La absolución es válda y lícita.
2
Se ve, pues, que la forma de luchar contra la tentación es diferente según que el P. sea escrupuloso o no.

183
“DESPRÉCIELOS: El mal pensamiento no es, de por sí, un pecado —sino solamente
cuando hay consentimiento y enteramente cierto... No son ésas tentaciones terribles, sino
imaginaciones sin importancia.”
“NO SE EXAMINE al respecto (sobre todo por escrito).”
N.B.— A veces prohibirá usted al P. que hable de ellos —a no ser que pueda certificar bajo
la fe de juramento que ciertamente ha consentido.

II.— ESCRÚPULOS respecto de las —ACCIONES PASADAS


512. Situación del P.— A) El P. reconocido como escrupuloso está inquieto respecto de
sus confesiones pasadas.
Si el P ha hecho ya una confesión general, PROHIBIRLE EN ABSOLUTO que vuelva a
comenzar otra.
No hacer caso de sus súplicas, ni siquiera de sus lágrimas... Si usted tuviese la desgracia de
ceder, el P. querría comenzar de nuevo, a veces el mismo día —y usted habría agravado su
tendencia al escrúpulo.

513. Situación del P.— B) El escrupuloso quiere acusar un —pecado preciso que él dice
no haber acusado todavía.
El C.: “Estrictamente —quiero de veras permitirle que hable de él, pero con la condición
de que pueda afirmarme bajo la fe de juramento estas tres cosas:
1ª que ha cometido ciertamente ese pecado;
2ª que al cometerle estaba cierto de que se trataba de un pecado mortal;
3ª que nunca ha hablado de él en confesión.”
Si el P. vacila en responder, no sería más que por un instante: “Pues bien: en ese caso le
prohibo que me hable de él.”

514. Situación del P.— C) El P. escrupuloso teme no haber a asistido bien a la Misa —no
haber rezado bien su breviario.
El C.: “Le prohibo que vuelva a la Misa o que comience de nuevo su breviario, ni siquiera
una pequeña parte de él”.

515. Situación del P.— D) El P. volverá a comenzar muchas veces un salmo, una lección
—porque teme haber puesto poca atención.
El C.: “Le prohibo que emplee más de una hora y cuarto a lo sumo en rezar su breviario. Si
no lo ha acabado deje de lado lo que falta.”

III.— ESCRUPULOSOS respecto de las


—OBLIGACIONES QUE SE TIENEN QUE CUMPLIR
516. Situación del P.— A) El P. escrupuloso teme no examinarse suficientemente, no
excitarse bastante a la contrición.
El C.: “Le prohibo que emplee más de cinco minutos en examinarse (A veces hasta prohibir
todo examen si se sabe que el P. no comete habitualmente pecados mortales)... o bien: yo le
interrogaré y usted no tendrá más que responder sí o no.”
“No trate de dolerse de sus pecados antes de entrar en el confesonario. No tendrá más que
rezar simplemente su acto de contrición —y eso es todo.”

184
517. Situación del P.— B) El escrupuloso teme no acusarse bastante completamente y no
acaba nunca.
El C.: “Usted da demasiados detalles. Yo le voy a interrogar —y usted no tendrá más que
responder sí o no”.

518. Situación del P.— C) El P. teme faltar al precepto de la CARIDAD FRATERNA.


El C.: “Le prohibo que se ocupe de todo esto. Si usted cree que verdaderamente es oportuno
advertir a su prójimo, me hablará primero de ello —y yo le diré lo que tiene que hacer”.

519. Situación del P.— D) El P. teme no tener —LA INTENCIÓN REQUERIDA —para
celebrar la Santa Misa, administrar los sacramentos.
El C.: “No se preocupe de su intención. Haga simplemente lo que tiene que hacer —y
prosiga en ello sin lentitud ni precipitación. No se rompa la cabeza por eso, no se inquiete”.

520. Situación del P.— E) El P. teme siempre no estar en estado de gracia en el momento
de comulgar.
El C.: “No se inquiete. Aun cuando estuviera usted en estado de pecado mortal, hallaría el
estado de gracia al comulgar”.

IV.— TEMOR de PECAR en TODO


521. Situación del P.—El P. teme a cada instante cometer un pecado.
El C.: “A primera vista, ¿no le parece que la cosa ha sido un pecado?... Entonces no se
pregunte si está permitida o prohibida. Hágala buenamente... Si le viene algún escrúpulo, no
le haga caso... Haga precisamente lo que el escrúpulo querría prohibirle “.
“No ceda al escrúpulo. Si no, ya no podrá hacer más nada. Perdería usted la cabeza.”
“Ni siquiera en confesión hable de cosas que han podido provocarle escrúpulos.”
522. Nota.— A veces el P. es DE TAL MODO ESCRUPULOSO, que tiene que ir contra la
evidencia del pecado —porque la pretendida evidencia no es más que una simple imaginación.

CAPÍTULO CUARTO
CULTO O DE ELEVADA
EL PENITENTE ES
CONDICIÓN SOCIAL
523. Advertencia previa.
Los P. cultos o de un rango social importante pueden pertenecer a dos categorías distintas;
o bien, eruditos en materia profana, son casi ignorantes en materia religiosa y llevan una vida
cristiana mediocre;
o, por el contrario, su ciencia y su vida espiritual están a la altura de su valor humano.
I.— PENITENTE CULTO o de ELEVADA CONDICIÓN SOCIAL
—pero CRISTIANO MEDIOCRE
Sus conocimientos religiosos son muy poca cosa —y su fe es superficial, si no vacilante.

185
Sus disposiciones relativas a la contrición, firme propósito, voluntad de cumplir las
obligaciones impuestas, son a veces sospechosas.

524. 1º) ACTITUD GENERAL.


a) ¡TACTO!— El P. es un espíritu fino y podría chocarle la falta de delicadeza de su
proceder, de su lenguaje, de su tono.
b) PRESENTACIÓN INTELIGENTE del CRISTIANISMO.
Haga de él una exposición clara y justifique sus aserciones, porque el P. es un adulto
instruido y no puede contentarse con una religión de niño.
c) MODERACIÓN EN LA FORMA.— En el mundo culto no se dice nada con brutalidad.
d) FIDELIDAD A TODO EL EVANGELIO.— El P., a pesar de su alta cultura, de su
eclecticismo, si no de su larvado escepticismo, está sujeto a la misma fe y a las mismas
prescripciones morales que el P. tosco y sin instrucción.
e) NADA de TEMOR HUMANO.— Cuando usted tenga que imponer una obligación dura,
cuando tenga que prescribir un remedio penoso, o diferir una absolución o quizá hasta negarla
—no peque por acepción de personas. No sea menos exigente porque se trate de un sabio o de
un poderoso según el mundo.

525. 2º) CONDUCTA DEL C.


A) Integridad que hay que asegurar.
Estas clases de P. pueden haber cometido faltas muy graves que temen acusar.
Si algunas veces tiene que interrogarles (mandamientos de Dios y de la Iglesia, deberes de
estado, lecturas, etc.) cuide MUCHO de la FORMA: “¿Tiene usted algún inconveniente en
que le haga algunas preguntas?... Usted comprende..., ésta es mi obligación de C.”
B.— Advertencia que hay que hacer.
RECUERDE a veces las VERDADES ETERNAS de nuestra fe y de nuestra moral.
Explicaciones claras y breves.
Para evitar toda confusión al P. puede usted hacerlo en forma indirecta: “¡Qué hermosa es
nuestra religión! Este Dios que bajó hasta nosotros... que murió por nosotros..., etc.”
C.— Contrición que hay que excitar.
Presente los motivos de contrición de una MANERA FILOSÓFICA (pecado mortal...,
separación de Dios..., infierno, consecuencia lógica del pecado mortal..., etc.).
C).— Obligación que hay que imponer.
Esta clase de P. apenas está habituada a ver que se le imponga obligaciones categóricas. Y
sin embargo usted a veces debe hacerlo (ruptura con una ocasión; reparación que hay que
hacer etc...).
¡MUCHA CAUTELA!... “Examine bien su situación... Usted ve que no es admisible para
un discípulo de Cristo y de la Iglesia... ¿Puedo yo admitirla como C.?... ¿Qué haría usted en
mi lugar?”
E.— Consejos que hay que dar.
a) INSTRUIRSE en la RELIGIÓN.
Que el P. continúe cultivando las ciencias profanas, pero que no descuide la ciencia de
Dios.

186
b) (Para los ricos y los poderosos).
1) LUCHAR contra el AMOR EXAGERADO de los BIENES de ESTE MUNDO —contra
un CIERTO DESPRECIO de los DEMÁS.
2) Ejercitarse en la LIBERALIDAD hacia los aquellos que están necesitados —en el deseo
de los bienes celestiales.
F.— Penitencias que hay que imponer.
Para los P. cultos —dar una PLEGARIA DOGMÁTICA por ej.: el Credo.
Para los ricos —reflexionar algunos instantes sobre la VANIDAD de la riqueza. Hacer una
LIMOSNA (no al C., por supuesto).
G.— Absolución que hay que dar.
Si no logra usted más que una disposición dudosa —dé la absolución bajo condición;
porque si la dejase para más tarde, el P. no volvería, sin lugar a dudas.
Si tuviera que rehusar la absolución —emplee en ello más cortesía que de ordinario (Cf.
204).
II.— PENITENTE CULTO o de CONDICIÓN ELEVADA
—Asimismo BUEN CRISTIANO

526. 1º) ACTITUD GENERAL.


La misma que la del núm. 524 —desde el punto de vista del tacto y de la presentación
inteligente del cristianismo.
Los elementos de la confesión (integridad, contrición, etc.) son en general más fáciles de
asegurar.

527. 2º) CONDUCTA DEL C.


Desde el punto de vista de los consejos que hay que dar:
a) CUIDAR del BUEN EJEMPLO.— El P. está especialmente obligado a ello en razón de
su valor y de su irradiación.
b) PONER los propios TALENTOS y el INFLUJO SOCIAL al servicio de CRISTO. El P.
lo hará exponiendo las ideas cristianas en sus discursos, en sus artículos periodísticos o de
revistas católicas, consagrándose a la Acción Católica, etc.

CAPÍTULO QUINTO
LOS CASOS RESERVADOS
Se estudiará sucesivamente: 1) Generalidades; 2) Absolución de los pecados reservados
“ratione censurae”; 3) Absolución de los pecados reservados “ratione sui”; 4) Corolarios
diversos.

Artículo primero
GENERALIDADES

187
528. 1º) Principio.— El superior competente, el Soberano Pontífice o el Obispo1, puede
reservarse la facultad de absolver tal o cual pecado, particularmente grave, y perjudicial al
bien de la comunidad que está a su cargo.

529. 2º) DOS CLASES DE PECADOS RESERVADOS.


a) Pecados reservados — “RATIONE SUI”.
La absolución del pecado está reservada directamente —en razón del pecado mismo.
En el Derecho Común no hay más que un solo pecado reservado, y al Soberano Pontífice:
la falsa denuncia judicial de solicitación en confesión (Can. 982).
Los pecados, reservados al Obispo por el derecho Diocesano, son cada vez más raros.
b) Pecados reservados —”RATIONE CENSURAE”
El pecado está reservado —indirectamente— en razón de una censura que le es anexa: es
claro que la censura debe estar en sí misma reservada y prohibir la recepción de los
sacramentos (excomunión y entredicho). Mientras la censura no haya sido levantada por la
absolución, toda absolución sacramental del pecado será por lo menos ilícita, por el hecho de
la existencia de la censura2.
Algunas censuras están reservadas al Ordinario, sea por el Derecho Común, sea por el
Derecho Diocesano. Otras están reservadas al Soberano Pontífice de una manera más o menos
estricta: se distinguen las censuras reservadas “simpliciter”, “speciali modo”, “specialissimo
modo” al Soberano Pontífice. Todo C. debe conocer las censuras en que con más frecuencia
se incurre en el lugar donde oye las confesiones; debe repasarlas de tiempo en tiempo en el
Código o en los Estatutos Diocesanos.

530. 3º) CUATRO CENSURAS RESERVADAS AL S. P. “SPECIALISSIMO MODO”.


1.— Grave profanación exterior de las Sagradas Especies (Can. 1367).
2.— Poner violentamente las manos en la persona del S. Pontífice (Can. 1370).
3.— Absolución culpable del cómplice del pecado impuro (Can. 1378).
4.— Violación directa del secreto sacramental (Can. 1388).
N.B.— Todo C. debe saberlas de memoria.

531. 4º) EJEMPLOS ESCOGIDOS ENTRE LAS OTRAS CENSURAS.


A.— RESERVADAS AL S.P. —”speciali modo”.
a) Apostasía —herejía —cisma3.

1
NO se examina aquí la reserva que pude alcanzar especialmente a los pecados cometidos por religiosos.
2 Se puede poner la siguiente comparación: la apertura de un cofre cerrado con llave está
reservada directamente (ratione sui) al que posee esa llave.
Si el cofre no cerrado con llave estuviera colocado en una caja fuerte cerrada con triple vuelta,
la apertura del cofre estaría reservada indirectamente al que posee la llave de la cala fuerte.
La función de esa caja fuerte corresponde a la de la censura.
3
Según el Decreto del Santo Oficio (28 de Junio de 1949), los fieles que profesan la dortrina
materialista y anticristiana de los comunistas y sobre todo los que la defienden o la propagan,
incurren con pleno derecho —como apóstatas de la fe católica— en la excomunión reservada
al S.P. “speciali modo”.
Los C. se atendrán a las diversas decisiones de la Asamblea de los Cardenales y Arzobispos de Francia, que
han precisado, para nuestro país, las modalidades de aplicación de ese decreto.

188
b) Defensa, lectura consciente o conservación, sin la licencia requerida, de libros
compuestos por apóstatas, herejes, cismáticos y de los que contienen la apostasía, la herejía,
el cisma.
c) Simulación de la Misa o de la Confesión por el que no es sacerdote.
d) Falsa denuncia relativa a la solicitación en confesión.
B.— RESERVADAS al S.P.— “simpliciter”.
a) Afiliación a la francmasonería.
b) Duelistas y sus cómplices.
c) Violación de la clausura estricta.
d) Usurpación de los bienes eclesiásticos.
e) Citación ante el juez civil de un Obispo que no es el ordinario del demandante (Si lo
fuera —la reserva sería “speciali modo”).
C.— RESERVADA al Ordinario.
a) Caso de PARTICIPACIÓN ACTIVA en el CULTO ACATÓLICO:
1.– Matrimonio delante de un ministro acatólico.
2.– Padres que hacen bautizar a sus hijos por un ministro acatólico.
3.– Que los hacen educar en una religión acatólica.
b) VIOLENCIAS FÍSICAS ejercidas sobre CLÉRIGOS que son inferiores, en dignidad, al
Obispo.
c) Procuratio abortus —effectu secutu.

532. 5º) ABSOLUCIÓN DE LOS PECADOS RESERVADOS.


Según lo que acaba de decirse, los pecados reservados “ratione censurae” son mucho más
numerosos. Por eso son los que se examinan en primer lugar.

Artículo segundo
ABSOLUCIÓN DE LOS PECADOS RESERVADOS —”RATIONE CENSURAE”
Hay que considerar sucesivamente dos problemas:
1er. Problema: ¿Puedo absolver al P. en seguida?
2do. Problema: después de haber absuelto al P. en seguida —¿cuáles son las
OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER?

I.— ¿PUEDO ABSOLVER? —INMEDIATAMENTE?


533. Advertencia previa.— El problema no se le plantea más que al C. desprovisto de
facultades especiales que le permitirían absolver las censuras reservadas. Veremos más
adelante (Cf. 562) que en muchas diócesis la mayoría de los C. pueden absolver las censuras
reservadas al Ordinario,

534. Principio.— El pecado no está reservado sino “ratione censurae”. Por consiguiente, en
primer lugar debe preguntar usted al P. si EFECTIVAMENTE ha INCURRIDO en la censura.
De donde dos casos son los que hay que distinguir:
1er. Caso: El P. no ha incurrido en la censura.
2do. Caso: El P. ha incurrido efectivamente en la censura.
En el primer caso —no hay dificultad: Absuelva como de ordinario.
189
En el segundo caso —Puede absolver usted inmediatamente al P., si es que él se encuentra
en un “CASO URGENTE”.
De donde dos son las hipótesis que hay que distinguir:
1ª hipótesis: El P. habiendo incurrido efectivamente en la censura, se halla en un “CASO
URGENTE”.— Absolución INMEDIATA.
2ª hipótesis: El P., habiendo incurrido efectivamente en la censura, no se halla en un “caso
urgente”. Dejar la absolución PARA MÁS TARDE, cuando usted mismo u otro C. haya recibirlo
del Superior competente las facultades necesarias.
Hay dos problemas que resolver sucesivamente:
1er. Problema: ¿Ha incurrido el P. efectivamente en la censura?
2do. Problema: El P., que efectivamente ha incurrido en la censura, ¿se halla en un “caso
urgente”?

PRIMER PROBLEMA
¿HA INCURRIDO EFECTIVAMENTE EL P. EN LA CENSURA?

535. 1º) Principio.— Para incurrir en la censura deben verificarse simultáneamente tres
condiciones:
1ª Condición: Haber cometido realmente el PECADO TAL CUAL, está definido en el texto
de la ley (Interpretar estrictamente los términos que establecen la censura y la reserva),
2ª Condición: haber pecado FORMALMENTE y MORTALMENTE.
3ª Condición: Haber tenido CONOCIMIENTO de la PENA ECLESIÁSTICA anexa a la falta1.
N.B.— Se sabe que el pecado debe haber sido cometido después de los catorce años (tanto
para las muchachas como para los muchachos).

536. Situación del P.— 2º) El P. se acusa de un pecado que bien podría haber sido gravado
con una censura2. (Ej.: Lectura de un libro muy malo).
INTERROGACIONES del C.:
1.— (Relativamente a la tentación): “¿Era ése realmente un libro que fue escrito por un
apóstata, un hereje o un cismático y que sostiene la apostasía, la herejía o el cisma? (Tal sería
la “Vida de Jesús”, por Renán, que tiende a negar la divinidad de J.C. y todo, lo sobrenatural).
2.— (Relativamente a la 2ª condición): “¿Sabía usted que eso era pecado mortal, ¿no es
cierto?”

1 Según el can. 2229, una ignorancia de buena fe y hasta ligeramente culpable invencible o
simplemente vencible) impide incurrir en la censura. Una ignorancia directamente buscada
(afectada) o que proviniera de una negligencia gravemente culpable y consciente, no impediría
el incurrir en la censura.
Si el texto de la ley contiene estas expaesiones: qui praesumpserit, ausus fuerit, scienter, temerarie u otros
semejntes, la más pequeña circunstancia que disminuya la responsabilidad exime de la censura, aunque ia
ignorancia provenga de una grave negligencia. Por el contrario, la ignorancia de la RESERVA no impide que
ésta exista; en efecto: la reserva no es una pena y se refiere sólo a las facultades del C.
2
La censura no alcanza má que al acto EXTERIOR. Pero ésle no es necesariamente PÚBLICO. Una lectura
prohibida, palabras heréticas pronunciadas sin testigos no son públicas, sin embargo son exteriores y pueden
llevar consigo una censura.

190
3.— (Relativamente a la 3ª condición): “¿Sabía usted que había una pena especial de la
Iglesia, anexa a la lectura de un libro tan malo? Si usted dudaba un poco hubiera podido y
debido instruirse. ¿Pensó usted que estaba obligado a informarse?”
A.— (1ª hipótesis) —Y hay duda sobre uno de los tres puntos.
Conclusión: NO HAY CENSURA,
A).— Absolución que hay que dar.
Como de ordinario.
B).— Advertencia que hay que hacer.
Advertir al P. que en caso de RECAÍDA la excusa de ignorancia ya no existiría: se incurriría
en la censura (y por vía de consecuencia también en la reserva).
El C.: “Tenga cuidado de no leer más tales libros que tienden a destruir la fe. Ya no podría
excusarse como hoy, diciendo: Yo no lo sabía. Quedaría EXCOMULGADO, privado de las
oraciones de la Iglesia, de sus indulgencias. Si eso llegara a saberse, podrían negarse a
enterrarle en la Iglesia. Para ser perdonado de ese pecado sería necesario regularmente que su
C. pidiese al Papa (o al Obispo) facultades especiales.
B.— (2ª hipótesis).— Y no hay duda sobre ninguno de los tres puntos.
Conclusión: Se ha INCURRIDO EFECTIVAMENTE en la censura.
La conducta del C. será diferente según que el P. se halle, o no, en un “CASO URGENTE”.
De donde:

SEGUNDO PROBLEMA
EL P., QUE EFECTIVAMENTE HA INCURRIDO EN LA CENSURA —¿SE
HALLA en un CASO URGENTE?
537. 1º) Principio.— Los CASOS URGENTES pueden reducirse a una de las tres situaciones
siguientes:
1ª Situación: PELIGRO de MUERTE1.
2ª Situación: grave ESCÁNDALO de los fieles o grave INFAMIA del P. si éste no es absuelto
inmediatamente.
3ª Situación: Es PENOSO para el P. permanecer en ESTADO DE PECADO MORTAL durante
un cierto tiempo, a saber: durante el plazo necesario para obtener del Superior competente la
facultad de absolver.
N.B.— Se admite por lo general que la espera de UN DÍA puede bastar para constituir un
“caso urgente”.

538. Nota.— Las dos primeras situaciones de “caso urgente” se comprueban fácilmente.
La tercera exige más atención: porque a primera vista el P. puede no encontrar penoso el
permanecer un cierto tiempo sin recibir la absolución. Pero entonces el C. puede esforzarse en
hacer nacer en el corazón del P. un gran deseo sobrenatural de recibir inmediatamente la
absolución. Si el C. logra esto —por eso sólo el P. se encuentra en un “caso urgente” (3ª
categoría).

1
El Código estudia separadamente el peligro de muerte (Can 2252) y los “casus urgentes” propiamente dichos
(Can. 2254).
Desde el punto de vista práctico, en el que nos colocamos ha parecedo más simple no hacer esta distinción,
quedando en libertad para hacer ciertas precisiones a continuación (Cf. 549).

191
539. Situación del P.— 1º) El P. ha incurrido en una censura reservada.
A.— Está en peligro de muerte.
o B.— Habría infamia para el P., escándalo para los fieles, si el P. no recibiera
inmediatamente la absolución. (Ej.: un padre de familia no podría cumplir la Pascua junto
con sus hijos; un cura no podría decir la Misa Parroquial).
Conclusión: el P. se halla en un —CASO URGENTE.
Absolución INMEDIATA (si el P. está, desde luego, bien dispuesto).

540. Situación del P.— 2º) El P. ha incurrido en una censura reservada. Pero no está en
peligro de muerte; no existe ningún peligro de escándalo ni de infamia.
Por el momento el P. no manifiesta ningún deseo de ser absuelto al instante.
¡EXHORTE al P.! ...
El C.: “Usted se da cuenta de la gravedad de su estado... ¡excomulgado!: Prohibición de
recibir cualquier sacramento; imposibilidad de beneficiarse con las indulgencias, con las
oraciones oficiales de la Iglesia.”
“¿No le resulta a usted penoso permanecer en este estado de excomulgado?”
“Sí yo espero, para darle la absolución, haber recibido facultades especiales —será
necesario que espere usted tantos días o hasta tantas semanas1”.
“'No le resulta penoso esperar tanto tiempo antes de ser absuelto?”
A.— (1ª hipótesis: la más frecuente).— Y el P., conmovido por su exhortación, pide ser
absuelto en seguida.
Conclusión: El P. se halla en un —CASO URGENTE.
Absolución INMEDIATA (si el P. está, desde luego, bien dispuesto).
B.— (2ª hipótesis: más rara).— Y el P. persiste en no manifestar ningún deseo de ser
absuelto cuanto antes.
Conclusión: Caso NO URGENTE.
Difiera la absolución PARA MÁS TARDE, hasta el día en que usted haya recibido del
Superior competente la facultad de absolver.

II.— OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER al P. absuelto

541. 1º) OBLIGACIONES QUE H AY QUE IMPONER.


a) Su necesidad.
La absolución de la censura supone tres condiciones que tiene que cumplir el P.:
1ª Condición: PENITENCIA conveniente.
2ª Condición SATISFACCIÓN —si hay lugar para ella (Ej.: restitución).
3ª Condición: REPARACIÓN del ESCÁNDALO —si hay lugar para ella.
b) Su determinación:
Siempre que sea posible, hay que recurrir al superior competente; es é quien debe precisar
estas diversas condiciones e imponérselas al P. Cuando el recurso al Superior es imposible, es

1
Casi siempre se necesita más de un día para pedir y recibir las facultades de absolver. La única excepción,
muy rara, parece ser el caso siguiente: el P. se encuentra en la ciudad episcopal y el C. debe pedir las facultades
al Ordinario.

192
el C. mismo quien determinará e impondrá al P. la penitencia, satisfacción, reparación del
escándalo.

542. 2º) DE LA POSIBILIDAD DEL RECURSO AL SUPERIOR.


Esta posibilidad se presenta de modo diferente según que sea posible o no una nueva
entrevista del C. con el P. Distingamos los dos casos:
a) Nueva entrevista —posible.
Salvo raras excepciones1 —el C. puede y debe encargarse él mismo de recurrir al Superior
competente; le expondrá el delito de Ticio y le pedirá instrucciones. Cuando las haya recibido
las comunicará al P.
b) Nueva entrevista imposible.
El recurso no podría hacerse más que por medio del mismo P.: si éste escribiera
directamente al Superior competente para pedirle sus instrucciones.
Si el P. no quiere o no puede escribir por sí mismo, hay que considerar que todo recurso es
imposible. Por consiguiente el C. es quien fijará personalmente las obligaciones del P. y se las
impondrá.

543. 3º) 3 HIPÓTESIS QUE HAY QUE CONSIDERAR.


NUEVA ENTREVISTA:

POSIBLE
Recurso por medio del C. (1ª hipótesis)
Recurso por medio del P. (2ª hipótesis)

Recurso imposible por medio del P. Por consiguiente todo recurso imposible.
IMPOSIBLE Fijación de las obligaciones que hay que imponer por medio del mismo C.
(3ª hipótesis).

544. Situación del P.— El P. estaba en un caso urgente (Cf. 537). Y usted le absolvió
inmediatamente... ¿Cómo hacer saber al P. las obligaciones que él debe cumplir?
Conforme a lo que acaba de explicarse, la conducta del C. es diferente según que sea o no
posible una nueva entrevista con el P.
De donde un PRIMER PROBLEMA POR RESOLVER.
¿Puedo volver a ver al P.?
Tiene que interrogar al P.:
El C.: “Le he dado la absolución inmediatamente porque le era necesario, o porque usted
tenía un gran deseo sobrenatural de ella, pero regularmente yo debo preguntar a Su Excelencia
el Obispo o al S. Pontífice qué penitencia, qué obligaciones tengo que imponerle.”
“Por supuesto que al escribir yo al Superior no diré de quién se trata.”
“¿Puede usted volver a verme en el confesonario en una fecha próxima? ¿Conoce usted
otro medio de volvernos a encontrar y que no le incomode a usted?”
Si el C. y el P. son de la misma localidad, generalmente será posible una nueva entrevista.

1
Podría suceder que el recurso hecho por medio del C. implicara graves inconvenientes:
por ej.: la carta podría ser abierta, el secreto sacramentatl correría el riesgo de ser violado.
(Esta hipótesis podría verificarse sobre todo si se tratase de recurrir al Ordinario).
En estas circunstancias, el recurso hecho por medio del C. debe ser considerado como imposible. Sólo queda por
examinar el recurso hecho por medio del P., como está explicado más adelante en el número 547.

193
Por el contrario, si el C. está de paso (confesor extraordinario, misionero, etc.) o si el P. no
es de la comarca una nueva entrevista será con frecuencia imposible.
Si el P. y el C. no pudieran volver a verse antes de muchos meses, habría que considerar
que una nueva entrevista no es ya moralmente posible.
Según la respuesta del P., usted tendrá que vérselas con uno de los dos casos:
1er. Caso: Nueva entrevista —POSIBLE.
2do. Caso: Nueva entrevista —IMPOSIBLE.

PRIMER CASO
NUEVA ENTREVISTA —POSIBLE
545. Situación del P.— El P. estaba en un caso urgente (Cf. 537); usted lo absolvió
inmediatamente. Después de haberlo interrogado comprobó que el P. podía volver a
verlo a usted en una fecha bastante próxima.
Por consiguiente le será a usted posible —salvo raras excepciones indicadas más arriba (Cf.
542 en la nota)— recurrir por sí mismo al Superior competente y comunicar sus instrucciones
al P.
1º) Después de la absolución.
a) ADVERTENCIA al P.
Le advertirá que debe venir a verlo a usted de nuevo para conocer las obligaciones que le
sean impuestas. Si el P. no volviera, incurriría de nuevo en la censura de la que había sido
absuelto1.
El C.: “Necesitaré tantos días, tantas semanas para pedir y recibir las instrucciones de Su
Excelencia el Obispo o de nuestro Santo Padre el Papa; usted volverá a verme entonces para
que yo le transmita sus instrucciones.”
“Si usted no volviera, cometería un pecado mortal y caería de nuevo sobre usted una pena
eclesiástica, volvería a recaer en la misma excomunión (o entredicho).”
b) PERMISO QUE HAY QUE PEDIR al P.
El C.: “Cuando yo reciba la carta de Su Excelencia o de Roma. ¿me permite que la abra
antes de haberlo visto a usted?
2º) Al volver a entrar en el presbiterio.
ESCRIBIR al SUPERIOR COMPETENTE.— Le expondrá usted el caso del P. bajo el nombre
de Ticio. A la Sagrada Penitenciaria le escribirá: “All’ Eminentissimo Cardinale Penitenziere
maggiore... Palazzo del S. Uffizio, Roma.
Si no hay inconveniente, por otra parte, puede enviar la carta cerrada al Obispo, pidiéndole
que la haga llegar a la S. Penitenciaria por intermedio del agente de la diócesis. En este caso
rogar a la S. Penitenciaría que dé la dirección de usted al Obispo, a fin de que sepa a quién
transmitir el rescripto.
N.B. ¡No se olvide de dar su DIRECCIÓN COMPLETA!...
3º) Al recibir el rescripto.
PREPARAR su EJECUCIÓN.— La respuesta de Roma está encerrada en un sobre doble. El
sobre interior lleva la inscripción: “Discreto viro confessario ex approbatis ab ordinario”. Si

1
La absolución dada por el C. era perfectamente una abslución directa que obtenía en seguida su pleno efecto:
censura y pecados quedan totalmente perdonados. Pero la absolución fue dada bajo condición resolutoria: con la
condición de que se recurra al Superior, en cuanto sea posible, para pedirle sus instrucciónes.

194
el P. le ha concedido permiso para ello, podrá abrir usted inmediatamente este sobre interior:
gracias a lo cual podrá preparar usted la ejecución del rescripto inmediatamente.
El rescripto exige con frecuencia que el C. imponga una penitencia “gravis et diuturna”. En
ese caso la penitencia debe durar por lo menos quince días; ella consistirá , ya sea en un rosario
rezado de rodillas, ya en un vía crucis, ya en una visita bastante larga al Santísimo Sacramento;
la penitencia deberá cumplirse dos o tres veces por semana.
N.B.— Si la penitencia impuesta por la S. Penitenciaría pareciera demasiado pesada,
atendida la debilidad del P., podrá usted escribir de nuevo para pedir disminución de la pena.
Si alguna vez la S. Penitenciaría infligiera una penitencia perpetua, después de algunos años
podría recurrir usted de nuevo para pedir la supresión total o por lo menos parcial de la pena.
4º) En la nueva entrevista.
COMUNICACIÓN AL P. DE LAS INSTRUCCIONES del Superior competente (penitencia,
satisfacción, reparación del escándalo).

SEGUNDO CASO
NUEVA ENTREVISTA —IMPOSIBLE

546. Situación del P.— El P. estaba en un caso urgente (Cf. 537); usted lo absolvió
inmediatamente. Después de haberlo interrogado comprobó usted que era imposible una
nueva entrevista.
No puede usted pensar en recurrir por sí mismo al Superior competente, puesto que no
podría comunicar sus instrucciones al P.
Sólo el mismo P. podría recurrir provechosamente al Superior competente. Pero ¿puede
hacerlo de hecho?
Toda la cuestión está aquí; y, como se ha explicado más arriba (542-b) la conducta del C.
no es la misma según que el P. pueda recurrir o no.
De donde el 2º PROBLEMA POR RESOLVER.

547. ¿Puede recurrir el mismo P. al Superior competente?


Es necesario que interrogue usted al P. para informarse acerca de estos tres puntos.
1º: El P. ¿es capaz de escribir?
2º: El P. ¿puede escribir “sine gravi incommodo”?
3º: ¿El P. cree que es muy duro ir a buscar a otro C. provisto de poderes especiales?
El C.: 1) “¿Es usted capaz de escribir al Obispo o a Roma para exponer su caso? Yo puedo
indicarle cómo lo ha de hacer...
2) ¿Habría inconvenientes en que usted escribiese? ¿Tiene miedo de que abran su carta?
¿Teme por su reputación?, etc....
3) “¿O tal vez le sea penoso ir en busca de tal confesor que le dirá lo que tiene que hacer
para arreglar sus cuentas?”
Si el P. sabe y puede escribir —o si de veras quiere ir en busca de otro C.— el recurso por
medio del P. es posible (1ª hipótesis).
Si el P. no sabe escribir o no puede escribir — y si le resulta duro ir en busca de otro C.
competente —el recurso por medio del P. hay que considerarlo como imposible (2ª hipótesis.
Examinemos sucesivamente cada una de las hipótesis:

195
A.— (Primera hipótesis).
Toda nueva entrevista es imposible, pero el P- puede recurrir por sí mismo.
a) INSTRUCCIONES QUE HAY QUE FACILITAR.
Indique al P. el procedimiento que hay que seguir, inspirándose en lo que se ha dicho más
arriba (Cf. 545-2º).
Para evitar que el P. se vea obligado a ir en busca de otro C., usted le dirá que pida un
rescripto “in forma gratiosa”.
b) ADVERTENCIA QUE HAY QUE HACER.
Dígale al P.: “Si de aquí a un mes usted no ha escrito, (o no ha ido en busca de otro C.
competente) reincidirá en la misma censura de la que yo acabo de absolverlo”.
N.B.— Por supuesto que el C. no tiene que dar ninguna penitencia especial; en efecto: el
P. recibirá más tarde las instrucciones del Superior competente.
B.— (2ª hipótesis).
Nueva entrevista —imposible y recurso— imposible por medio del P.
Por lo tanto, no es posible ningún recurso —ni por usted mismo, ni por medio del P. A
usted le toca fijar las obligaciones que se han de imponer al P: penitencia proporcionada,
satisfacción conveniente (Ej.: restitución), reparación del escándalo. En consecuencia:
a) OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER AL P.
En principio dará usted una penitencia “gravis et diuturna” (un rosario rezado de rodillas,
un vía crucis, una visita al Santísimo Sacramento, que sea bastante larga — 2 o 3 veces por
semana durante una quincena por lo menos). Tenga en cuenta la debilidad del P., como se ha
dicho a propósito de la penitencia en general (Cf. 177).
Usted verá si hay lugar para imponer una satisfacción. Ej.: restitución, la reparación de un
escándalo.
b) ADVERTENCIA QUE HAY QUE HACER.
Si el P. no cumpliese las obligaciones impuestas en el tiempo requerido, reincidiría en la
misma censura de la que acaba de ser absuelto.
El C: “Puesto que no puede recurrir usted al Superior competente, yo mismo le fijaré la
penitencia. Será severa y durará cierto tiempo; se trata, en efecto, de una cosa grave
(excomunión, entredicho) ¿La acepta usted?”
“Además debe hacer esto (satisfacción, reparación del escándalo). Le advierto que si no
hiciese usted todo lo que acabo de imponerle —y en el tiempo señalado— de nuevo quedaría
excomulgado (o en entredicho)”.

548.— Cuadro de recapitulación referente a la absolución de los pecados reservados “ratione


censurae”.
Véase al final de la obra: Cuadro III.

III.—ADVERTENCIAS DIVERSAS

549. ADVERTENCIA I.— Precisión relativa al PELIGRO DE MUERTE.


Ya se ha dicho (Cf. 537, en la nota) que, cuando hay peligro de muerte, las reglas no son
enteramente las mismas que en los demás casos urgentes. He aquí las principales diferencias:

196
1) El recurso al Superior no existe más que para las 4 censuras reservadas “specialissimo
modo” al S. Pontífice (Cf. 530) y para las censuras “ab homine”1.
2) El recurso no es obligatorio más que en el plazo de un mes —después que el P. ha
recobrado la salud.
3) El C. no siempre está obligado a imponer el recurso al Superior; omitirá la advertencia
si el P. está in extremis, o si duda de la utilidad de la advertencia.

550. ADVERTENCIA II. — El P. es un —SACERDOTE.


a) Censura en general.
El recurso al Superior competente es siempre posible; en efecto: aun cuando no pueda tener
lugar una nueva entrevista, el P., que es un sacerdote, sabe y debe escribir, sea al Ordinario
sea a la Sagrada Penitenciaría.
Prescindiendo de rarísimas excepciones no habrá peligro de infamia; porque el Superior no
sabe quién es el sacerdote Ticio de quien se trata en la carta; efectivamente: puede ser el mismo
signatario o cualquier otro sacerdote que se ha confesado con él2.
b) Absolutio complicis.
El Código ha querido precisar la posibilidad de este recurso cuando se trata de un sacerdote
culpable de absolución del cómplice (Can. 1357). El C. no puede nunca absolverlo sin que de
una manera o de otra, se recurra a la Sagrada Penitenciaría para pedirle sus instrucciones.

551.— Sacerdote casado por lo civil.


La absolución no podría serle concedida por un simple C., en virtud del Can. 2254, a no ser
que el interesado SE SEPARARA EFECTIVAMENTE DEL PSEUDO CÓNYUGE.
Sólo la Penitenciaría puede permitir el absolver autorizando la cohabitación como hermano
y hermana.
Si, en un caso de esta índole hubiera sido concedida la absolución a causa del peligro de
muerte (en virtud del Can. 2252), aún sería necesario un recurso a Roma. Por lo tanto, el C.
debe obrar como en el caso de una censura reservada de un modo especialísimo (Cf. Can.
2388, párrafo 1 — AAS. Junio de 1936 y 1937).

552. ADVERTENCIA III.— El C. ha absuelto de la censura reservada SIN TENER


FACULTAD PARA ELLO.
Distingamos dos casos —según que el C. esté de BUENA o de MALA FE.
(PRIMER CASO) (BUENA FE del C.).
553. Situación del C.— El C. ignoraba o se olvidó de la reserva de la censura:
a) (1ª hipótesis).— Y se trata de una censura que ni es una censura “specialissimo
modo” reservada al S. Pontífice, ni una censura ab homine.
Absolución de la censura — VÁLIDA.

1
Se entiende por censura “ab homine” la censura que es efecto de una sentencia judicial o en el caso de
precepto particular, “si praeceptum irrogat poenam” (Creusen).
2Podría suceder que el P. sacerdote diese espontáneamente al C. su nombre y su dirección,
pidiéndole que recurriese en su lugar y que le enviase las instrucciones del Superior.
De todas maneras, pedir que el rescripto sea enviado “in forma gratiosa”, de modo que el sacerdote culpable
no se vea obligado a buscar otro C.

197
b) (2ª hipótesis).— Y se trata de una de las cuatro censuras “specialissimo modo”
reservadas o de una censura ab homine.
Absolución de la censura —INVÁLIDA.
PECADO PERDONADO INDIRECTAMENTE —si el P. está de buena fe y si ha sido acusado
otro pecado.
(SEGUNDO CASO) (MALA FE del C.)
554. Situación del C.— El C. no tenía ignorancia de la reserva.
Absolución de la censura —INVÁLIDA.
PECADO PERDONADO INDIRECTAMENTE —si el P. está de buena fe y si ha sido acusado
otro pecado.
PENA EN QUE HA INCURRIDO el C. —Si no puede hacer valer ninguna circunstancia
atenuante, el C. queda suspendido ipso tacto, y a veces hasta excomulgado.

Artículo tercero
ABSOLUCIÓN de los PECADOS RESERVADOS —”RATIONE SUI”

555. Nota previa.— Ya se ha dicho que el derecho común no aduce más que un pecado
reservado al S. Pontífice: falsa denuncia relativa a la solicitación en confesión. Esta reserva
supone que la falsa denunciación ha sido hecha con los procedimientos canónicos.
Los pecados reservados al Ordinario por los DERECHOS DIOCESANOS son también poco
numerosos; en algunas diócesis han sido totalmente suprimidos.
N.B.— El pecado de falsa denuncia lleva consigo también una censura. Si se ha incurrido
en ella1, el C. obrará como se ha explicado en el artículo II.

I.— ¿PUEDO ABSOLVER INMEDIATAMENTE?


Distingamos, como en el artículo II, dos problemas:
1er. Problema: ¿Está realmente reservado el pecado cometido?
2do. Problema: Suponiendo que el pecado está reservado, ¿puedo absolverlo
inmediatamente?

556.— PRIMER PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER.


¿Está VERDADERAMENTE reservado “ratione sui” el pecado cometido?
Examine usted sucesivamente:
1.– Si el pecado cometido es —materialmente— y —formalmente— GRAVE.
2.– Si se trata del caso EXACTAMENTE PREVISTO.
Toda duda seria se resuelve en favor del P.
N.B.– A diferencia de lo que sucede con la censura, la ignorancia de la reserva del pecado
no impide que ésta tenga su efecto: no se trata de una pena, sino de una limitación de la
jurisdicción del C.

557.— SEGUNDO PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER.

1
Casi simpre será así. En efecto: el juez eclesiástico, antes de recibir la denuncia debe advertir que la denuncia
—CALUMNIOSA— lleva una excomunión reservada al S. Pontífice.

198
Suponiendo que el pecado cometido está reservado, ¿puedo yo absolverlo
inmediatamente?
El Código no habla aquí expresamente de casos urgentes. como lo hace con los pecados
reservados “ratione censurae”.
Por el contrario, el Código especifica que los pecados reservados al Ordinario pueden ser
absueltos por los curas párrocos en tiempo de Pascua.
Además, toda reserva (aun la que se refiere al S. Pontífice) cesa en los casos siguientes: 1)
Si el P. está en peligro de muerte; 2) Si el P. es un enfermo que no puede salir; 3) Si el P. es
un novio que va a casarse; 4) Si, para un caso particular, el Superior se ha negado a delegar la
facultad de absolver.
En fin, el Código prevé un caso ANÁLOGO al CASO URGENTE: la reserva cesa cuando
hay GRAVE INCONVENIENTE en pedir las facultades al superior competente.
Ahora bien según Vittrant, nú. 768 —hay grave inconveniente si el P. encuentra duro el
repetir su confesión a otro C. provisto de facultades, o si debe esperar un día para ser absuelto.
Por consiguiente, el C, puede inspirarse en lo que se ha dicho en el n. 540 y —positis
ponendis— exhortar al P. de modo que sea posible para éste la absolución inmediata.

558. Nota I.— Para hacer resaltar ante el P. la gravedad de su pecado, el C. le dirá que
NORMALMENTE la absolución está reservada al S. Pontífice o al Obispo.

559. Nota I.— Si se tratara del pecado reservado de falsa denunciación. el C. ADVERTIRÁ al
P.: “Ej.: “Al cometerlo de nuevo usted incurre en excomunión reservada al S.P. (speciali
modo).

II.—OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER


al P. absuelto
560. 1ª Obligación.— NINGÚN RECURSO al SUPERIOR para pedirle sus instrucciones; en
efecto: si el C. ha absuelto es porque la reserva ha cesado1.
2ª Obligación.— Imponer una PENITENCIA PROPORCIONADA a la gravedad de la falta.
3ª Obligación.— Examinar si hay lugar a la SATISFACCIÓN y REPARACIÓN del
ESCÁNDALO.

Artículo cuarto.
COROLARIOS DIVERSOS
561.
I.— ABSOLUCIÓN DE LAS CENSURAS NO RESERVADAS
La mayor parte de las censuras están reservadas sea al Ordinario, sea al S. Pontífice. Con
todo algunas no están reservadas a nadie: “nemini reservatae” (Ej.: Can. 2352). En estas
condiciones todo C. puede absolverlas, aun fuera de los casos urgentes. El C. se conducirá del
modo siguiente:
a) Absolución que hay que dar.
Examinar primero si se ha incurrido en la censura. Éste es el primer problema que se ha
considerado a propósito de las censuras reservadas (Cf. 536).

1
No sucedía lo mismo cuando se trataba de la absolución de los pecados reservados “ratione censurae”.

199
Si no se ha incurrido en la censura habría que advertir al P. que si cometiera de nuevo el
mismo pecado caería sobre él la censura.
b) Obligación que hay que imponer.
Es claro que no hay que considerar ningún recurso.
Sin embargo, el C. llamará la atención sobre la gravedad del pecarlo —e impondrá una
penitencia especial en razón de la absolución de la censura.
El C. examinará igualmente si hay lugar para la satisfacción y reparación del escándalo.
Ejemplo de censura “nemini reservatae”:
Presión hecha a una persona para obligarla a entrar en alguna orden.

562.
II.— CONFESORES PRIVILEGIADOS
En virtud del Derecho Común, los Ordinarios pueden dar a los C. la facultad de absolver:
1) Las censuras reservadas al Ordinario.
2) Las censuras reservadas “simpliciter” al S. Pontífice, con la condición de que el delito
sea oculto, por lo menos formalmente1.
De hecho muchos Ordinarios delegan estas facultades a un cierto número de C.
Para estos C. privilegiados conviene distinguir igualmente dos cuestiones:
1ª: ¿Pueden absolver en razón de sus poderes especiales?
2ª: ¿Qué obligaciones deben imponer al P. absuelto?

I.— ¿PUEDEN ABSOLVER EN RAZÓN DE SUS FACULTADES ESPECIALES?


Como para los C. no privilegiados, hay que preguntarse primero si el P. ha incurrido
realmente en la censura. De donde: I PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER:

563. ¿Ha incurrido el P. efectivamente en la censura?


Atenerse a todo lo que se ha dicho anteriormente, núm. 536.
Si el P. ha incurrido efectivamente en la censura, ver si ésta entra en la categoría de las
censuras que el C. puede absolver en razón de sus facultades especiales. De donde: II
PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER.

564. ¿Cae la censura del P. bajo las facultades especiales del C.?
Todo depende de la naturaleza de la censura.
(1er. Caso).— Censura reservada al ORDINARIO.
El P. puede —siempre ser absuelto por el C. privilegiado.
(2do. Caso).— Censura reservada al Soberano Pontífice “SPECIALISSIMO MODO o
SPECIALI MODO”.
El P. no puede —nunca— ser absuelto en razón de la facultad especial.
(3er. Caso).— Censura reservada al S. Pontífice “SIMPLICITER”.

1
El delito es MATERIALMENTE oculto si es oculto el mismo acto delictuoso; FORMALMENTE oculto, si la
responsabilidad del delincuente no es públicamente conocida (Can. 2197-4º).

200
Este tercer caso es más complicado: el C. no puede absolver siempre al P. en razón de sus
facultades especiales, sino solamente cuando el delito es OCULTO por lo menos formalmente.
De donde: III. NUEVO PROBLEMA QUE HAY QUE RESOLVER.
¿El delito es —oculto— por lo menos formalmente?
Interrogatorio del C.:
a) (Relativamente a la publicidad del hecho mismo).
El C.: “¿El pecado de usted es actualmente conocido de la mayoría de los habitantes de su
ciudad, de los miembros de su comunidad?
“Si no lo es actualmente, ¿está a punto de serlo?”
b) (Relativamente a la responsabilidad del P.)
El C.: “¿Se sabe lo que usted ha hecho? —pero, ¿se le tiene a usted generalmente por
responsable?”
Conclusión del Interrogatorio.
Si el P. responde: NO —a una de estas preguntas— el delito es OCULTO, por lo menos
FORMALMENTE.
Examinemos ahora cuáles son las facultades del C. privilegiado relativamente a las diversas
especies de censura.

565. (1ª hipótesis).— Y la censura, reservada al S. P., no era —ni siquiera formalmente—
oculta.

NINGUNA FACULTAD ESPECIAL


El C. privilegiado debe proceder del mismo modo que los otros C. Por consiguiente, no
podrá absolver sino cuando el P. se encuentre en un caso urgente (véase lo que se ha dicho
anteriormente, núms. 537 a 540).

566. (2ª hipótesis).— Y la censura está:


—ora reservada al Ordinario;
—ora reservada al S. Pontífice, pero “simpliciter”, y oculta —por lo menos
formalmente.
El C. privilegiado puede absolver siempre en razón de sus FACULTADES ESPECIALES.
Por lo tanto, no hay que hacer distinción entre CASO URGENTE y CASO NO URGENTE.
Sin embargo, ADVERTIR al P. acerca de la GRAVEDAD de su PECADO.
El C: “Su falta es particularmente grave; normalmente sólo Su Excelencia el Obispo (o el
S. P.) podría absolverle de su excomunión (o entredicho).
“Yo mismo puedo absolverle solamente en virtud de FACULTADES ESPECIALES.”

II.— CUÁLES SON LAS OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER AL P.


ABSUELTO?

Son diferentes, según que el C. haya absuelto, o no, en razón de sus facultades especiales.

567. a) (1er. Caso).— El C. ha absuelto al P. en razón de sus facultades especiales (El P.


se encontraba en la hipótesis del núm. 566).
NO HAY QUE IMPONER NINGÚN RECURSO.

201
PENITENCIA ESPECIAL Y PROPORCIONADA, en razón de la absolución de la censura.
SATISFACCIÓN y REPARACIÓN del ESCÁNDALO, si hay lugar a ellas
b) (2do. Caso).— El C. privilegiado no ha absuelto en razón de sus facultades
especiales —sino porque el P. se encontraba en un caso urgente.
Aplicar todo lo que se ha dicho anteriormente a propósito de los casos urgentes en general
(Cf. 541 a 548).

568. Cuadro de recapitulación referente a los confesores privilegiados (véase al final del
libro, Cuadro III).

III.— ABSOLUCIÓN DE LAS CENSURAS —Y— FORO EXTERNO


569. 1º) GENERALIDADES.
a) Principio.— Toda censura se contrae a la vez delante de Dios (foro interno) y delante
de la Iglesia (foro externo).
La absolución en el foro externo vale para los dos foros —pero la mayoría de las veces
comienza por darse en el foro interno del confesonario.
¿Qué resulta de ello, desde el punto de vista del foro externo?
La cuestión se presenta de modo diferente según que se trate de CASOS OCULTOS o de
CASOS PÚBLICOS.
b) Casos –ocultos.
El que ha pecado en secreto no está nunca obligado a hacerse conocer en el foro externo.
Como su falta no es conocida, le basta ser absuelto en el foro interno: todo volverá a su orden1.
c) Casos —públicos.
El delito es conocido por la comunidad en la que vive el culpable; conviene que su perdón
sea conocido también por todos. Normalmente se requiere una absolución en el foro externo.
Sin embargo, sucederá con frecuencia que el culpable se dirigirá a un C. Si el P. ha sido
legítimamente absuelto, puede comportarse como tal en el fuero externo —”remoto
scandalo”— tanto más cuanto que el Superior legítimo no habrá creído deber intervenir (Can.
2251).
De hecho habría escándalo para la comunidad si el P. quisiera acercarse a los sacramentos
en el lugar donde es conocido como culpable; por esto el C. hará bien en advertir al P. que
sería más provechoso hacerse absolver también en el foro externo.

570. 2º) CUADRO RESUMEN


Antes de la absolución del C. —obligado a cumplir la pena, salvo que
CASO OCULTO haya peligro de infamia o de escándalo.
Después de la absolución del C. —Nunca está obligado a cumplirla.

1 Antes de la absolución de una censura oculta el culpable no catá obligado a cumplir la


pena, si hubiera para él peligro de infamia o para la comunidad peligro de escándalo. Ej.: un
Cura párroco ha cometido una falta secreta que implica la suspensión “a confessionibus”; la
pena le prohibe confesar. Pero generalmente el cura no podría abstenerse de confesar sin
peligro de infamia.
No sería el mismo el caso de un profesor que está de vacaciones: podría encontrar un pretexto para no confesar.

202
Antes de la absolución del C. — obligado siempre a cumplir la pena.
CASO PÚBLICO Después de la absolución del C. —No está obligado, salvo cuando haya
peligro de escándalo o intervención del Superior.

571. 3º) CONDUCTA DEL C.


Cuando usted no sabe si tiene que habérselas con un caso PÚBLICO o con uno OCULTO —
interrogue al P., inspirándose en lo que se ha dicho en el núm. 564-a-b.
Si el caso NO es FORMALMENTE OCULTO diga al P.:
“No se acerque a los sacramentos, no actúe en actos públicos (por ej.: ser padrino) en el
lugar donde a usted se le conoce como que ha incurrido en una pena eclesiástica.”
Generalmente aconsejará usted al P., que se ponga en relación con su cura párroco para
pedir la absolución en el foro externo.

IV.— FACULTADES QUINQUENALES CONCEDIDAS A LOS ORDINARIOS

572.
1º) Su extensión.— En virtud de estas facultadas el Ordinario puede absolver de los casos
siguientes (aunque sean públicos):
A.— Apostasía, herejía, cisma.
B.— Lectura de libros prohibidos.
C.— Afiliación a la francmasonería.,
D.— Duelista.
E.— Violación de la clausura estricta1.
2º) Interés para el C.— Se limita a la cuestión del RECURSO.
En los casos arriba mencionados, aunque estén, según el derecho general, reservados al S.
Pontífice, el C. no tendrá que recurrir a Roma: le bastará dirigirse al Ordinario.
Por consiguiente, cuando el C. se encarga por sí mismo de recurrir al Superior para pedir
las instrucciones relativas a la absolución de una censura reservada al S.P. hará bien en
consultar este Corolario IV; comprobará si la censura está dentro de las Facultades
quinquenales, y obrará en consecuencia.
N.B.— El C. sacaría mucho provecho si consultara las facultades quinquenales, incluidas
con frecuencia en los Estatutos Diocesanos, para repasar las condiciones de absolución de
ciertas censuras.

1
Los casos C-D-E podían ser absueltos por el Ordinario en razón del Can 2287, párrafo 2 —pero solamente
cuando eran ocultos.

203
CUARTA PARTE

DEBERES PROFESIONALES Y FAMILIARES


CAPÍTULO PRIMERO
DEBERES PROFESIONALES
Artículo primero.
EL SACERDOTE

I.— DEBERES DE ESTADO.

573.
a) En cuanto Sacerdote —Breviario; Misa; respetar las obligaciones de los clérigos;
comercio; tonsura..., etc.
b) En cuanto Confesor—Mantener una ciencia suficiente (Cf 1-6); observar los siete
elementos de una buena confesión (Libro 11, 1ª Parte). Errores que hay que reparar (11 Parte).
c) en cuanto Pastor — Administración de los sacramentos; cuidado de los enfermos; visita
a los feligreses; sermón del domingo; catecismo de los niños; instrucción de los médicos y de
las parteras, en lo que se refiere al bautismo; construcción de una parroquia comunitaria y
misionera; Acción católica general, Acción católica especializada: Acción social, etc....

II.— CONFESIÓN DEL SACERDOTE

574. 1º) ACTITUD GENERAL QUE SE HA DE ASUMIR.


a) Ser muy AFABLE.— El sacerdote ha tenido que imponerse a veces sacrificios para venir
a confesarse. Puede serle penoso confesar ciertas faltas.
b) Un gran RESPETO.— Ver en el P., aunque haya pecado gravemente, al sacerdote de
N.S.J.C.
c) NO PERTURBARSE, aún cuando la confesión del sacerdote esté cargada de pecados —
No es extraño que haya a veces caídas graves.
Hay que considerar dos aspectos:
El sacerdote en el hombre.
El hombre en el sacerdote.
d) NO OMITIR LA EXHORTACIÓN.
Algunos C., bajo pretexto de que el P. es sacerdote, se abstienen de toda advertencia; se
equivocan, porque el sacerdote tiene necesidad de oír para su provecho lo que el sabe y repite
constantemente a los otros.
Exhortación —breve y modesta
Aunque el P. sea mayor que el C. —éste siempre puede dar consejos... en forma indirecta:
“Nosotros los sacerdotes estamos inclinados a tal defecto, a obrar de tal manera, a omitir
tal obligación.”
Nota I.— Si la confesión tiene lugar con ocasión de una visita —comenzar por la confesión:
habrá más recogimiento.

204
Nota II.— Un sacerdote nuevo, sobre todo si es joven, no debe ser confesor HABITUAL
de un sacerdote.

575. 2º) CONDUCTA DEL C.


A.— Integridad que hay que asegurar.
En general, el sacerdote no tiene que ser interrogado acerca de la especie y el número de
los pecados. Cuando hay duda sobre la gravedad del pecado acusado —el C. puede preguntar
al P. si ha creído pecar mortalmente.
B.—Contrición que hay que excitar.
Algunas expresiones muy sentidas siempre caen bien. A veces, insistir en el motivo
particular para evitar el pecado, tratándose de un sacerdote.
C.— Obligación que hay que imponer.
En algunos casos (por ej.: ruptura con la ocasión, escándalo que es necesario hacer cesar),
el C. debe imponer al P. una obligación precisa.
El C. hará esto “SUAVITER et FORTITER” —pero lo hará, aun cuando se trate de un
penitente de más edad, de un colega amigo.
D.— Consejos que hay que dar.
a) Convencerse de la GRANDEZA de la VOCACIÓN y de las propias OBLIGACIONES.
b) Entregarse POR COMPLETO a las ALMAS. Acudir en su ayuda con la oración, el
ejemplo, el ministerio de fondo, el ministerio de conquista. Tener particular cuidado de los
enfermos, de los humildes, de los niños.
c) Evitar diligentemente los defectos que causan mayor daño al clero: PEREZA,
IMPUREZA, EMBRIAGUEZ, AVARICIA.
d) Preocuparse mucho de la VIDA INTERIOR.
Meditación, oficio divino, celebración del Santo Sacrificio de la Misa (ni demasiado pronto,
ni con demasiada lentitud —preparación y acción de gracias); confesión frecuente (por lo
menos cada quince días), tener un confesor habitual que sea un verdadero director de
conciencia sacerdotal; retiro anual y retiro mensual; estudios sagrados.

Artículo segundo.
LAS RELIGIOSAS

576. Necesidad de facultades especiales.


Fuera de los casos excepcionales, examinados en los núms. 22-23, el sacerdote debe haber
recibido facultades especiales para oír la confesión de las religiosas; sus títulos de CONFESOR
ORDINARIO o EXTRAORDINARIO no valen más que para tal comunidad en particular.

I.— DEBERES DE ESTADO

577.
a) Voto de pobreza.— Se viola el voto disponiendo de los bienes en nombre propio:
aceptando, reteniendo cosas y usando de ellas sin saberlo el Superior: haciendo regalos,
vendiendo o prestando los bienes. También se le viola por negligencia en la custodia o en el
uso de las cosas confiarlas.

205
Hay pecado MORTAL cuando el valor de la cosa alcanza lo que constituye la materia grave
del robo. Sin embargo, cuando una profesa dispone de cosas que son todavía de su propiedad,
necesitaría que ese valor fuera cinco o seis veces más grande.
b) Voto de castidad.— Velar por la guarda de los sentidos (Imaginaciones, deseos impuros,
familiaridades peligrosas, ocasiones de pecado) y por la guarda del corazón.
c) Voto de obediencia.— Obedecer las órdenes especiales de los Superiores. No despreciar
d) Observar las reglas y constituciones1.

II.— CONFESIÓN DE LAS RELIGIOSAS.

578. 1º) ACTITUD GENERAL QUE HAY QUE ASUMIR.


a) Conocer bien las CONSTITUCIONES.
b) PACIENCIA y BONDAD PATERNAL. No mostrarse demasiado “apurado” para acabar.
Respecto de las monjas en particular, convencerse de que el C. es el único a quien ellas pueden
dar a conocer sus dificultades, sus tentaciones, sus inquietudes. Las explicaciones pueden
llevar cierto tiempo.
c) NO RESPONDER DEMASIADO PRONTO a las preguntas que se hacen. Cuando se trata
de dudas serias, diferir la respuesta para la próxima vez que haya confesiones.
d) Atención a los CELOS —APEGO SENSIBLE —INDISCRECIÓN. Fuera de la confesión,
el menor número posible de relaciones; que sean breves, reservadas.
c) NO INMISCUIRSE en el GOBIERNO externo de la comunidad.

579. 2º) CONDUCTA DEL C.


A.— Integridad que hay que asegurar.
Inspirarse en los deberes de la religiosa, examinados arriba, núm. 577. Poner especial
atención en el voto de pobreza.
B. Contrición que hay que excitar.
Motivo particular: Dolor causado al S. Corazón.
“Los pecadores ordinarios me hieren en la espalda; las personas consagradas me hieren en
el Corazón.”
C.— Obligaciones que hay que imponer...
A veces, obligación de alejar un peligro particular (Ej.: ocasión de pecado);
Por eso mismo con frecuencia la religiosa será obligada a ADVERTIR A SU SUPERIORA
(Esta advertencia puede hacerse generalmente sin que sufra menoscabo el buen nombre de la
P.).
D.— Consejos que hay que dar.
a) Renovación de la buena intención y ejercicio de la presencia de Dios; b) examen
particular; c) Fidelidad a la regla; d) Espíritu de sacrificio; e) obediencia a los Superiores: (Si
la P. se queja de ellos, en cuanto sea posible asumir su defensa); f) Caridad fraterna (evitar
todo lo que puede lesionarla: secretillos, familiaridad excesiva, murmuración chismes).

1
Las religiosas y sus C. tendrian que leer: Ehl. DIRECCIÓN ESPIRITUAL DE LAS RELIGIOSAS, adaptado del
alemén por Creusen: EL CULTO DE LOS VOTOS, por Colin, y EL CULTO DE LA REGLA, del mismo autor.

206
N.B.— Recientemente una religiosa — gracias a una advertencia del C. —adquirió de
repente conciencia de la GRAVEDAD de sus murmuraciones, de sus CRÍTICAS A LA
AUTORIDAD, que perturbaban mucho a la comunidad.
Resolvió cambiar de conducta; eso fue el punto de partida de una verdadera conversión.

Artículo tercero
DIFERENTES PROFESIONES

I.— GENERALIDADES

580.
Los diferentes elementos de una buena confesión deben tener en cuenta las condiciones
concretas de vida del P. y por consiguiente sus deberes profesionales1.
a) INTEGRIDAD QUE HAY QUE ASEGURAR.— Interrogar acerca de los deberes
profesionales. Hacerlo con tacto.
b) ADVERTENCIA QUE HAY QUE HACER.— Llamar la atención del P. sobre la
importancia de los deberes de su estado. Su cumplimiento, con la intención de agradar a Dios,
constituye la base de una vida auténticamente cristiana.
Hacer notar los pecados de omisión.
c) CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.— Los motivos particulares nacerán con
frecuencia de las virtudes de justicia y de caridad.
Insistir en el gran mandamiento: Dios quiere que nosotros hagamos el bien a nuestros
hermanos los hombres.
d) OBLIGACIÓN QUE HAY QUE IMPONER.— Inspirarse también en los deberes
profesionales: Deficiencias que hay que reparar y deberes positivos que hay que asegurar.
e) CONSEJOS QUE HAY QUE DAR.
1) Convencerse de la importancia de los propios deberes de estado.
2) Inspirarse en los ejemplos de N.S. y de los santos.
3) Rogar para obtener la gracia de la fidelidad al deber de estado.
4) Formarse en las virtudes propias de su estado, haciendo actos positivos de virtud y
resistiendo a las tendencias viciosas.
f) PENITENCIA QUE HAY QUE IMPONER.— Elegir a veces un deber profesional cuya
observancia cueste al P.
581. Nota.— En el examen de las diferentes profesiones en particular, señalaremos sólo los
principales deberes de estado y el modo de interrogar. Para los otros elementos de la confesión
atenerse a las GENERALIDADES precedentes.

II.— JUECES

582.— 1º) DEBER DE ESTADO.


a) NO FAVORECER a ciertas personas con detrimento de otras.

1
Ya se ha dicho (núm. 393, en la nota) cómo un gran industrial católico pedía a los C. que pusieran
continuamente al P. frente a los “verdadero problemas” –por consiguiente, frente a los DEBERES
PROFESIONALES.

207
b) ESTUDIAR concienzudamente los EXPEDIENTES antes de dar una sentencia.
c) NO DEJARSE INFLUENCIAR por algún afecto o por alguna aversión hacia una u otra
parte.
d) NO ACEPTAR NADA para dar una sentencia, aunque se trate de una sentencia justa.

583.— MODO DE INTERROGAR.


El C: “¿No tiene que hacerse ningún reproche respecto de la imparcialidad indispensable a
un juez? ¿Del estudio escrupuloso de los expedientes? ¿Nunca se ha sentido tentado de aceptar
algo de las partes en litigio?”

III. —ABOGADOS (CAUSAS CIVILES)


584.— 1º ) DEBERES DE ESTADO.
Se presentan de modo diferente según que la causa sea justa o injusta.
A.— Causa injusta.
a) NO DEFENDER una causa evidentemente injusta.
b) DEJAR de DEFENDERLA desde cl momento en que se tiene evidencia de su injusticia.
(Si el abogado de una causa injusta ha ganado debe indemnizar al que la ha perdido. Si la
causa injusta se ha perdido, puede estar obligado a reembolsar los gastos del cliente: se supone
que éste ignoraba que su causa era injusta y que la prosiguió por ignorancia).
c) EXPLICAR a los clientes los límites de sus DERECHOS y de sus DEBERES.
B. Causa justa.
a) NO EMPLEAR procedimientos DESHONESTOS.
b) NO SER NEGLIGENTE hasta el punto de que el cliente pierda una causa justa
e) NO PEDIR HONORARIOS EXAGERADOS.
d) Guardar el SECRETO PROFESIONAL.

585.— 2º MODO DE INTERROGAR.


El C.: “¿No le ha sucedido nunca tener que defender una causa manifiestamente injusta?
¿No adoctrinar suficientemente a sus clientes acerca del límite de sus derechos y deberes? ¿No
hacer lo que convenía para defender del mejor modo posible las causas justas de sus clientes?
¿Tener que reprocharse algo en cuanto al monto de sus honorarios? ¿En cuanto a la
salvaguarda del secreto profesional?”
Nota.— Abogado en MATERIA PENAL.
Se supone que el defensor habla en nombre del ACUSADO; por lo tanto puede defenderlo
negando su crimen o su culpa.

IV.— MÉDICOS

586.— 1º) DEBERES DE ESTADO.


A.— Deberes generales.
a) Tener al día su ciencia médica.
b) Estudiar a fondo los casos difíciles; si es necesario, consultar a otros más sabios.
c) No dar consejos inmorales.
d) Advertir al enfermo del peligro serio de muerte próxima.

208
e) Salvaguardar el secreto profesional.
B.— Visitas.
a) Hacer las visitas necesarias, sin multiplicarlas inútilmente.
b) Examinar al enfermo, muy concienzudamente.
C.— Remedios.
Emplear los remedios mis seguros
D.— Honorarios.
No exigir más que honorarios justos.

587.— 2º) MODO DE INTERROGAR.


El C. “¿No es usted un poco negligente en cuanto al tener al día su ciencia médica? ¿Nunca
ha llegado usted a dar consejos reprensibles desde el punto de vista moral? ¿Ni a tardar
demasiado en advertir a los enfermos acerca del peligro de muerte próxima? ¿nunca ha llegado
a no guardar bastante estrictamente el secreto profesional?
“¿Y sus visitas? ¿A veces un poco retrasadas, precipitadas..., más numerosas de lo que era
necesario?
“Y ¿qué hay acerca de la elección de sus remedios? ¿De los honorarios exigidos?”

V.— FARMACÉUTICOS

588.— 1º) DEBERES DE ESTADO.


Prohibición de vender:
a) Remedios ANTICONCEPCIONALES y medicamentos ABORTIVOS.
b) Productos que no tienen NINGUNA EFICACIA.
c) Productos PELIGROSOS (narcóticos, estupefacientes) sin orden del médico.
d) UN producto por OTRO.
e) Productos a un precio MÁS CARO de lo que valen.

589.— 2º) MODO DE INTERROGAR.


El C.: “¿Ha vendido usted a veces productos peligrosos sin orden del médico? ¿ Más caro
de lo que debía? ¿Remedios ineficaces? ¿Hasta productos anticoncepcionales?”

VI.— COMERCIANTES

590.— 1º) DEBERES DE ESTADO.


a) Respeto al JUSTO PRECIO.
b) Respeto al PESO y a la CANTIDAD.
c) Manifestar los defectos GRAVES y OCULTOS, o bien aquellos sobre los cuales se es
ESPECIALMENTE INTERROGADO

591.— 2º) MODO DE INTERROGAR.


El C.: “¿Tiene tal vez algo que reprocharse desde el punto de vista de la lealtad comercial?
¿En lo referente al justo precio de las mercaderías, a su calidad, a la manifestación de los
defectos ocultos?”

209
VII.—PATRONOS.

592.— DEBERES DE ESTADO.


A. Justicia.
a) Pagar el JUSTO salario y a tiempo
b) No imponer un trabajo EXCESIVO
c) NO DESPEDIR sin razón.
B. Caridad.
a) Respetar la DIGNIDAD HUMANA de
los empleados.
b) No poner obstáculo a sus DEBERES RELIGIOSOS, FAMILIARES.
c) No ser para ellos OCASIÓN DE PECADO.
d) Procurar que NO estén EXPUESTOS a las ocasiones de pecado en su trabajo.
G.— Piedad.
Respecto de los EMPLEADOS de la CASA, los dueños desempeñan un poco la función de
PADRES.
Por consiguiente tener un cierto cuidado de su salud, de su educación espiritual, etc.
(inspirarse en lo que se dirá más adelante: Deberes de los padres n. 603-604).

VIII.— OBREROS EMPLEADOS


593.— DEBERES DE ESTADO
a) DEFERENCIA para con el patrono.
b) OBEDIENCIA en lo relativo al trabajo precisado en el contrato.
c) NO ESTROPEAR lo que pertenece al patrono, no abusar de ello.
d) EJECUTAR EL TRABAJO íntegramente y con fidelidad, con diligencia y en el tiempo
fijado.

IX.— SIRVIENTAS EMPLEADAS DE CASA

594.— DEBERES DE ESTADO.


a) Trabajo CONCIENZUDO.— Reparación de los perjuicios causados por su negligencia
culpable.
b) RESTITUCIÓN de los robos (como de ordinario) (Cf. n. 686 y siguientes).
c) CARIDAD, defendiendo si es necesario la reputación de sus dueños, guardando silencio
sobre lo que exige secreto.
d) PACIENCIA con los dueños, ancianos y enfermos;
e) No permanecer donde hay para ellas OCASIÓN DE PECADOS desde el punto de vista
religioso, moral.
N.B.— El C. hará notar a la P. empleada de casa que su oficio, conscientemente realizado,
la prepara para su futuro cargo de ama de casa, de madre de familia...

CAPÍTULO SEGUNDO
DEBERES FAMILIARES

210
Artículo primero
CONFESIÓN DE LOS FUTUROS ESPOSOS1

595.— 1º) ACTITUD GENERAL.


GANAR la CONFIANZA del P. a fin de facilitarle la sinceridad.
ACOGERLO MUY AFABLEMENTE y mostrarse pronto a ayudarlo en su confesión.

596.— 2º) CONDUCTA DEL C.


Será diferente según que tenga que tratar con uno u otro de los tres casos siguientes:
1er. Caso: P. que YA no tiene LA FE.
2do. Caso: P. más o menos creyente, pero que NO PRACTICA.
3er. Caso: P. QUE PRACTICA más o menos regularmente.
A.— Situación del P.— A) PRIMER CASO. El P. aparece claramente como que ya no
tiene la fe. La confesión no es para él más que una formalidad a la cual no puede
substraerse.
El C.: “Usted no está obligado a confesarse, puesto que iría contra su conciencia. La Iglesia
no obliga jamás a ir contra la propia conciencia.
“Yo le extenderé, sin embargo, un certificado que atestigüe que se ha presentado usted en
el confesonario.”
“Esto basta para el matrimonio religioso.”
N.B.— Este modo de obrar producirá buen efecto sobre el incrédulo2. A veces ello dará
lugar a que uno se asegure de que la persona está decidida a dejar “practicar a su consorte y a
educar a los hijos en la religión católica.”
Situación del P.— B) SEGUNDO CASO (bastante frecuente).— El P. es uno que no
practica; pero ha conservado la fe, aunque ésta esté más o menos debilitada.
Sea usted muy PATERNAL y con MUCHA GRAVEDAD diga al P.:
“El matrimonio es para usted la ocasión de volverse a poner en amistad con el Buen Dios.”
“¿Quiere hacer usted una buena confesión para atraer las bendiciones de Dios sobre su
hogar?”
“No tenga temor.... aunque haya pecado gravemente, si tiene buena voluntad, yo le
concederé el perdón del Buen Dios”.

1 AL JOVEN podrá aconsejarle el director de conciencia la víspera de su matrimonio la lectura


del “Libro del esposo”, por P. Dufoyer, en Castermann.
En cuanto A LA JOVEN: El ideal es remítirla al marido cristiano y delicado —debidamente
advertido como se acaba de explicar. La nueva esposa preferirá recebir las últimas
instrucciones del mismo a quien ha entregado su corazón.
Sin embargo, si la joven insiste en ser instruida, o el C. cree útil ilustrarla, se le puede
recomendar la lectura de: “Al servicio del Amor'' (serie para la joven), o: “Guía del
matrimonio”: Van Agi.; o “La Intimidad Conyugal” (Libro de las esposas, por Pierre Dufoyer.
Recomedar igualmente el tratado “Usted se va a casar”, Boussemart. C. C. P. 163.137 Lille.
2
Este primer caso y la solución dada parece conforme a Ia conducta pastoral del P. Remilleux (Véase N.
DAME de St. ALBAN, Ed. del Ciervo. p. 113, última línea).

211
A.— Integridad que hay que asegurar.— Después de haber interrogado acerca de los
grandes deberes generales (Cf. Modelo de cuestionario, 85), llegará usted a la cuestión
delicada de los pecados cometidos ENTRE NOVIOS, pecados que éstos a veces tienen
dificultad en confesar.
El C.: “Yo tengo la costumbre de hacer también algunas preguntas respecto de las
relaciones entre novios... Le ruego que sea muy sincero, que responda con mucha franqueza...
Una vez más se lo digo, aunque usted hubiera pecado gravemente, si se confiesa bien y se
arrepiente de ello, el Buen Dios lo perdonará... Al pensar en su futuro matrimonio, ¿ha tenido
quizás malos deseos? ¿Tal vez se ha permitido familiaridades un poco impropias?”
Si el P. responde: sí, irá usted más al grano:
“¿Tal vez ha obrado usted como si ya estuviera casado?... No tenga temor de decirlo... De
todos modos el Buen Dios lo ha visto todo y es a Él a quien se lo confiesa... Usted sabe
perfectamente que es como si yo no hubiera oído nada1...” (Cf. 336-337. Conducta del C. para
evitar las confesiones sacrílegas).
N.B.— En lo que se refiere a IMPEDIMENTOS del MATRIMONIO, pregunte al P. si ha
respondido a conciencia a la INFORMACIÓN CANÓNICA.
B.— Advertencia que hay que hacer.— 1.— Recordar las grandes verdades de
NECESIDAD de MEDIO (Cf. 344).
2.— Recordar los grandes DEBERES del MATRIMONIO.
C.— Contrición que hay que excitar.— Insistir en:
1.– Temor del infierno eterno (Cf. 144).
2.– Pasión de N.S.J.C. (Cf. 145).
D.— Consejo que hay que dar.— ¡Comienza una nueva vida! En adelante vivir como
BUEN CRISTIANO.
E.— Penitencia que hay que dar.— Una breve oración.
F.— Absolución que se ha de dar.— A veces sucederá que hay que darla sólo bajo
condición. En cuanto a la comunión habrá que aplicar aquí lo que se ha dicho en general (Cf.
213).
Situación del P.— C) TERCER CASO.— El P. es un cristiano más o menos práctico;
se confiesa normalmente.
A.— Integridad que hay que asegurar.
Haga notar la importancia de una BUENA CONFESIÓN DE Casamiento. Se hace en el punto
de partida de una NUEVA VIDA; el valor humano y cristiano del nuevo hogar puede depender
de esta confesión.
Si el P. no hace ninguna alusión a sus relaciones durante el noviazgo, interróguele
discretamente, tal como se ha explicado detalladamente en el caso precedente.
N.B.— Interróguele también —como se ha dicho arriba— respecto de la INFORMACIÓN
CANÓNICA.
B.— Advertencia que hay que hacer.

1
En algunos ambientes populares y muy descristianizados el C. podrá preguntar más claramente aún:
“Veamos... ¿han estado ustedes sólos con mucha frecuencia? ¿Y entonces? ¿Han procedido como marido y
mujer... muchas veces?

212
Recuerde los graves DEBERES del MATRIMONIO.
C.— Contrición que hay que excitar.
Aun cuando, el P. haya cometido pecados mortales con su futuro cónyuge — excitarle a la
contrición— no hacerle REPROCHES DEMASIADO SEVEROS.
Insista más bien en el efecto de la absolución que lo va a borrar todo —y en el BUEN
PROPÓSITO.
Se trata principalmente de REPARAR el PASADO y de vivir enteramente conforme a la LEY
de DIOS.
D.— Consejos que hay que dar.
Indicar un PROGRAMA DE VIDA proporcionarlo al grado de vida cristiana del P. y
de su futuro cónyuge.
E.— Absolución que hay que dar.
Antes de darla —y si la confesión ha liquidado un pasado más o menos cargado —ponga
usted de relieve el VALOR DEL PERDÓN DIVINO1.
N.B.— A novios muy fervorosos —y con la condición de que ellos estén de acuerdo— el
C. les podrá recomendar la abstención de las relaciones conyugales durante los tres primeros
días del matrimonio.

Artículo segundo
LOS ESPOSOS

I.— DEBERES DE ESTADO

597. 1º) AMOR MUTUO.


LA ESPOSA debe respeto y obediencia a su ESPOSO; éste debe ayuda y protección a su
esposa: debe considerarla corno una digna compañera y no como una sirvienta.
Ambos deben soportar PACIENTEMENTE sus respectivos defectos. LA ESPOSA puede
hacer caritativas advertencias a su esposo y exhortarle a proceder mejor; EL ESPOSO puede a
su vez reprender a su esposa y hasta corregirla con moderación.

598. 2º) CASTIDAD.


Citamos la “Guía del Matrimonio”, de Van Agt.
A.— Está permitido todo lo que es conforme al fin del matrimonio, es decir: a) los actos
destinados a preparar o facilitar las relaciones conyugales; b) las mismas relaciones, siempre
que sean completas y realizadas como lo prescribe la naturaleza, de modo que no se impida la
generación; c) los goces que las preceden o que las siguen.
B.— También está permitido, fuera de las relaciones conyugales, todo lo que tiene por fin
mantener el afecto mutuo o apaciguar la concupiscencia, como: las familiaridades, los besos,
las caricias, etc., siempre que esto se haga con cierta moderación y sin peligro próximo del
último efecto del placer (polución).

1
En el Matrimonio”, por Martín, se tratarán consejos prudentes sobre la conducta del C. para con los novios,
la víspera de su matrimonio (caso de concienia 50). Desde el punto de vista: Cédu las de confesión (casos 48 y
49).

213
C.— Está gravemente prohibido, bajo pena de pecado mortal, todo lo que es contrario al
fin del matrimonio, impide la concepción o quebranta la fidelidad conyugal, como: las
relaciones voluntariamente incompletas o el onanismo, la polución plenamente voluntaria, el
rechazar sin motivo las relaciones, el aborto, el adulterio y el divorcio.
Para más detalles. véase toda la sexta parte (núm. 716 y siguientes) consagrada a “la vida
íntima de los esposos”1.

599. 3º) FIDELIDAD CONYUGAL.


Abstenerse de todo adulterio de CUERPO y de CORAZÓN; todo lo que conduce a él más o
menos directamente.
¿Acaso todos los esposos, aun los buenos cristianos, toman con bastante seriedad las
palabras de N.S.J.C: “Quien ha mirado a una mujer para desearla, ya ha cometido adulterio en
su corazón”. Si una mirada voluntaria puede ya ser mortalmente culpable, ¿qué decir entonces
de lo que se entiende por “coquetería, chistes, flirteo, etc.”?
Persuadirse también de que el adulterio moral del corazón puede ser ya un pecado mortal:
Al contrario, no ser CELOSO sin fundamento.

600. Nota— Caridad del marido y placer carnal de la esposa.


Se trata aquí de una cuestión importante, pero muy delicada.
Evidentemente, no puede ser tratada por un confesor que está de paso. Pertenece a la
dirección propiamente dicha y no puede ser encarada más que por un sacerdote prudente y
experimentado.
El C. consultará todo lo que se dirá en los núm. 742-747.

II.— CONDUCTA DEL C.

601.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto al amor mutuo. “¿Hay a veces deficiencias en la buena comprensión
conyugal?, ¿faltas de atención en agradar, en hacer el interior agradable?, ¿impaciencias por
los defectos temperamentales de su consorte? ¿por sus errores, por sus manías? ¿Deja usted
que se prolonguen las pequeñas incomprensiones inevitables?”
Si se trata del —MARIDO: “¿No le sucede que no le da lo suficiente a su esposa para su
economía?, ¿que no la trata con bastante benevolencia? (palabras. acciones), ¿como a una
verdadera compañera?”
Si se trata de la —ESPOSA: “¿Desobedece a veces a su marido? ¿Le hace enojar con sus
palabras y actitudes? ¿Es a veces negligente en cuanto al cuidado de la casa (comida, arreglo
de la ropa, orden general, etc.)? ¿Hace gastos inútiles?” (Véase también el núm. 597).
b) En cuanto a la castidad.— 1) DEBER CONYUGAL. El C. demostrará mucha reserva al
hablar sobre este punto, sobre todo si se trata de la esposa. Sin embargo, no es nada inaudito
encontrar cristianos, si no personas piadosas, que no se dan cuenta de la gravedad del deber.
El C.: ''¿Ha satisfecho a todo lo que le ha pedido su marido? ¿Tiene tal vez alguna inquietud
en lo que se refiere al cumplimiento de sus deberes conyugales? ¿Falta de complacencia, de
entusiasmo? ¿Su papel de madre no la hace olvidar su papel de esposa?”

1
Todo C. debe conocer a fondo estas cuestiones de castitdad conyugal. Pero no hará alusión a ellas en confesión
sino en caso de que sea necesario y conveniente. Monitum del Santo Oficio, núm 629.

214
Consultar también todo lo que acaba de decirse en los números 598 y 600-3º-4º.
2) ONANISMO CONYUGAL.— Esta cuestión importante será estudiada más adelante y
constituirá el objeto de toda la VI parte
c) En cuanto a la fidelidad.— El C.: “¿Tiene que hacerse algún reproche desde el punto de
vista de la fidelidad? ¿Pensamientos? ¿Deseos? ¿Miradas? ¿Gestos? ¿Algo peor? ' (Cf. 599).
“¿Está usted, quizá, en ocasión de pecado en este aspecto?
“¿Su corazón es realmente todo él para su consorte?”
“¿Tiene sospechas injustificadas respecto de su cónyuge?
¿Es usted celoso y sin motivos razonables?”
B.— Advertencia que hay que hacer.
Muchos esposos —y más aún esposas— están en ignorancia, vencible o no, respecto de lo
que está PERMITIDO o PROHIBIDO en el uso del matrimonio. El C. a veces tendrá que ilustrar
al P.
A propósito de algunas advertencias muy delicadas que sería interesante hacer al esposo o
a la esposa, véase núm. 598 y 6001.
C.— Contrición que hay que excitar.
a) Desde el punto de vista del DEBER CONYUGAL y de las faltas de diligencia. El C. hará
valer este motivo particular: “Eso es hacer injuria a los derechos del cónyuge, es exponerle a
que busque en otra parte lo que usted no le da y, por lo tanto, exponerle a que cometa adulterio.
El verdadero amor del prójimo y el espíritu de sacrificio deben ir más lejos.”
b) Desde le punto de vista de la FIDELIDAD CONYUGAL.
Insistir en la gravedad del adulterio, aun del que llaman “pasajero”. El adulterio viola la
fidelidad jurada en el altar delante de Dios. Puede tener consecuencias ,muy graves para todo
el futuro cristiano del hogar. En el Antiguo Testamento era castigado con la muerte. En e!
Nuevo está dicho que los adúlteros no participarán del Reino de Dios.
Es un motivo de contrición, natural en sí, pero que impresiona mucho a las madres culpables
de adulterio: “¿Qué pensarían sus hijos si supieran que su madre ha hecho eso? ¿Está usted
segura de que no lo sabrán un día?...
D.— Obligaciones que hay que imponer.
Inspirarse en las NEGLIGENCIAS CONFESADAS respecto de los deberes de estado del
matrimonio. A veces imponer la ruptura con las ocasiones de pecado (Cf. Primera Parte,
Capítulo II).
E.— Consejos que hay que dar.
Tener en cuenta las confesiones para insistir especialmente en tal o cual deber del estado
conyugal.
F.— Penitencia que hay que imponer.
Evitar el dar una penitencia que obligue al deber conyugal propiamente dicho, aunque éste
le cueste al P.; tal cosa se prestaría a risa y hasta podría escandalizar.
Por el contrario el C. podría imponer tal esfuerzo, tal atención desde el punto de vista de la
buena inteligencia del arreglo de la casa, etc.

1
Algunas esposas se imaginan que después de la menopausia toda relación conyugal es pecado. Este error
proviene de una falsa concepción del matrimonio, que exagera la importancia de su fin secundario, conservar el
amor natural de los esposos.

215
Si se tratase de faltas contra la castidad, inspirarse en lo que se dirá a propósito de la
impureza (Cf. 630-F).
C.— Absolución que hay que dar.
El problema se planteará, sobre todo:
a) Desde el punto de vista de la ocasión del pecado de adulterio.''
b) Desde el punto de vista del onanismo (Véase confesión de los onanistas).

III.— ALGUNOS CASOS PARTICULARES

602.
Situación del P.— 1º) El P. se queja de su cónyuge.
El C. no creerá demasiado pronto que el P. no ha hecho nada malo de su parte; no condenará
al cónyuge sin estar más informado.
Recomendar más bien la unción —la paciencia —la dulzura —y todavía más una gran
dedicación.
Situación del P.— 2º) LA ESPOSA se queja de la cólera, de la embriaguez de su marido.
El C.: “Dedíquese más a los pequeños cuidados de la casa y hágale notar todo lo que hace
usted por él.”
“Cuando vuelve su marido, embriagado, llévele dulcemente a su cama para que duerma. Al
día siguiente, cuando haya vuelto a su estado normal, hágale notar, con mucha dulzura, los
incidentes de la víspera.”
“Cuando él monte en cólera —respóndele con más dulzura aún.”
“Si con eso no consigue nada ármese de paciencia y recurra más que nunca a la oración.”
Situación del P.— 3º) EL ESPOSO se queja de que su esposa quiere mandarle.
El C.: “Reprenda a su mujer dulcemente —pero no se muestre tímido; de lo contrario, su
arrogancia no hará más que aumentar.”
“Si no basta la dulzura, muéstrese más enérgico; sepa imponer su voluntad. Con todo, a
veces sepa hacer alguna concesión, y no dé ningún motivo de queja a su esposa1.”

Artículo tercero.
LOS PADRES

I.— DEBER DE ESTADO

603.
a) AMOR verdadero y sobrenatural a sus hijos.
b) CUIDADOS CORPORALES (higiene, alimentación) .
c) EDUCACIÓN ESPIRITUAL (Instrucción religiosa y profana).
d) ATENCIÓN por su FUTURO TEMPORAL.

II.— CONDUCTA DEL C.

1
El artículo II que concluye aquí no es más que una aproximación: La verdadara confesión y dirección de los
esposos supondría una espiritualidad conyugal que todavía hay que elaborar.

216
604.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto a los CUIDADOS CORPORALES “¿Falta de atención de la salud, de la
alimentación de sus hijos?”
b) En cuanto a la EDUCACIÓN: “¿No vela usted bastante por su instrucción religiosa? ¿Por
sus oraciones? ¿Por su asistencia a Misa? ¿Por la frecuentación de los sacramentos?”
“¿Les pone en colegios católicos?”
“¿Hay negligencias en corregirlos? ¿En formarles en la virtud?”
“¿Y sus compañías? ¿Les deja usted demasiada libertad? ¿Compañías demasiado
precoces?”
“¿Y la vigilancia (discreta, pero efectiva) de sus juegos, diversiones, lecturas,
compañeros?”
“¿Les da usted algunas veces malos ejemplos?”
c) En cuanto a su PORVENIR: “¿Se ocupa usted bastante de hacer que aprendan un oficio
que les convenga? ¿De asegurar su porvenir en la medida de lo posible?”
B.— Advertencia que hay que hacer.
Muchísimos padres, aun buenos cristianos ignoran que es pecado mortal colocar a sus hijos
en una escuela laica —salvo que haya un inconveniente MUY GRAVE, y con la condición de
que se elimine todo peligro para la fe y la moralidad.
C.— Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición. Ellos son los encargados, en nombre de Dios, de ser
la providencia de sus hijos —consecuencias, para toda la vida, de una mala educación. —Dios
les pedirá cuenta de los hijos que les han sido confiados.
D.— Consejos que hay que dar.
a) Convencerse de la grandeza y de la responsabilidad de su misión.
b) Tomar como modelo a la Sagrada Familia.
c) Rogar para obtener la gracia de estar a la altura de su función.
d) Ejercitarse en su propia función de educador. (Tener cuidado con los pecados POR
OMISIÓN). Dar más buenos ejemplos que numerosos consejos: “Los hijos tienen buenos ojos
y malos oídos.”
Cuando uno de los padres reprende, corrige a un niño —que el otro no se oponga a ello
públicamente— y que en seguida no le adule secretamente.
E.— Penitencia que hay que imponer.
Imponer a veces una obligación penosa del DEBER DE ESTADO: Ej.: hacer recitar la
lección de catecismo... Hacer una observación necesaria, pero que sin duda será mal recibida.
F.— Absolución que hay que dar.
Mantener el uso —donde todavía está en vigor— de NEGAR LA ABSOLUCIÓN a los padres
que colocan a sus hijos en la ESCUELA LAICA sin razones suficientes.
Donde no existe tal uso —¿es oportuno introducirle poco a poco?... Por lo menos hay que
insistir mucho en la GRAVE OBLIGACIÓN de poner a los hijos en COLEGIOS CATÓLICOS.

217
N.B.— La cuestión de la escuela laica no es más que un caso particular de las “ocasiones
de pecado” Aun en aquellos sitios en que es respetada la neutralidad hay ocasión de que la fe
y la vida cristiana se debiliten...
¿Qué decir entonces de esas pretendidas escuelas neutras donde éste o aquel maestro
siembran la duda (si es que no atacan abiertamente a la religión) pone en ridículo las creencias,
las prácticas religiosas?

Artículo cuarto
LOS HIJOS

I.— DEBERES DE ESTADO

605.
a) AMOR a los padres.
b) RESPETO.
c) OBEDIENCIA.
d) Ayuda MATERIAL y ESPIRITUAL.

II. CONDUCTA DEL C.

606.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto al AMOR a los padres: “¿Ha despreciado usted a sus padres ? ¿Gravemente?
¿Les ha causado pena? ¿Les ha deseado algún mal?”
b) En Cuanto al RESPETO: “¿Les ha faltado al respeto? ¿Les ha injuriado? ¿Maltratado?”
c) En cuanto a la OBEDIENCIA: “¿Les ha desobedecido? ¿Gravemente? (en lo referente al
orden del hogar —la selección del cónyuge —de una profesión).”
d) En cuanto a la AYUDA MATERIAL o ESPIRITUAL: “¿Ha descuidado el socorrerles en
sus necesidades materiales? ¿El procurarles los sacramentos? ¿El rogar por ellos después de
su muerte?”
B.— Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición. Los padres son los representantes de Dios sobre la
tierra aunque tengan defectos y debilidades.
El mal proceder para con los padres atrae la maldición divina. Ingratitud para con aquéllos
que todo lo han hecho por sus hijos.
C.— Obligaciones que hay que imponer.
a) REPARACIÓN de las desobediencias, de las injurias graves. Si es posible pedir perdón
expresamente, prometiendo portarse mejor en el futuro.
Si esto parece demasiado difícil —mostrarse especialmente obsequioso con ellos, diligente
en servirles.
b) RESTITUCIÓN del dinero robado a los padres.
En cuanto sea posible exigir esta restitución —aunque se trate de niños y de pequeñas
sumas. Sin embargo, tener en cuenta la situación de los padres, sus sentimientos, el empleo
del dinero robado.

218
Examinar si hay posibilidad de restitución, si se puede presumir la condonación de los
padres perjudicados.
c) ACUDIR en AYUDA de los PADRES NECESITADOS.
C.— Consejos que hay que dar.
a) CONVENCERSE del papel que desempeñan los padres, delegados de Dios; del
reconocimiento que se les debe.
b) EJEMPLO DE N.S. en Nazareth.
c) ROGAR para obtener la gracia de vivir como buen hijo.
d) OBRAR como buen hijo.— Abstenerse de todo lo que sea contra el autor, el respeto, la
obediencia.

Artículo quinto
LOS HOGARES

607.
El oficio de los “Capellanes de hogares” es una cuestión delicada y compleja: haremos de
ella un estado profundo en una próxima edición. Desde ahora creemos hacer un servicio a los
sacerdotes recomendándoles la lectura de un artículo excelente: “Respeto de la Intimidad
Conyugal”, de la Revista de la A.M.C.: Sacerdote y Familia. 1950, núm. 1. Citaremos algunos
fragmentos de él:
Siempre se da el caso, no raro actualmente, de ver a jóvenes sacerdotes bien intencionados
dirigir hogares por lo menos de una manera caótica. Están acostumbrados a formar militantes
y militantes, con frecuencia en conversaciones particulares y por medio de contactos
individuales. Ahora bien: guiar un hogar es una cosa muy distinta; ya no se trata de hacer
progresar al marido o a la esposa, sino a la pareja; y tampoco es cuestión de procurar el
adelanto espiritual del uno o de la otra, sino la marcha armoniosa de la casa o de la familia. El
primer deber del capellán de hogares es, por lo tanto trabajar en estrechar sin cesar la intimidad
conyugal, en lugar de interponerse entre los cónyuges y, tal vez con las mejores intenciones
del mundo, mejorar al uno a costa del otro. Se puede decir que todo esfuerzo apostólico que
no toma el hogar como un todo y que no tiende a mantener su unidad es más perjudicial que
provechoso. El hombre y la mujer están unidos indisolublemente: en adelante, su perfección
personal depende de su mutuo perfeccionamiento. Descuidar éste y esperar todavía favorecer
aquél es por consiguiente, un error, quizá hasta un sacrilegio contra el amor conyugal.
El sacerdote debe precaverse contra los dos excesos contrarios: timidez y audacia.
Para desechar su timidez sólo conviene advertirles que los hogares no esperan de él cosas
extraordinarias. Esperan que sea sacerdote y nada más que sacerdote. No hay que ser el
director del señor o de la señora, el amigo del uno o de la otra, sino el guía testigo de los dos.
Se trata, en primer lugar de hacer conocer mejor la doctrina cristiana, dogma y moral; después,
de responder a las cuestiones de conciencia que le sean propuestas. No hay que intervenir para
nada en la oposición que pueda manifestarse entre los esposos, y de un modo especial no hay
que hacer caso a las recriminaciones de la señora (porque casi siempre es la señora, más
expansiva y finalmente menos activa, la que se lamenta). Lo único que hay que hacer es dar
testimonio de las exigencias de un cristianismo completo, las cuales prescriben un determinado
comportamiento conyugal, un determinado estilo familiar de vida y una determinada
formación de los hijos. Ciertamente, éstos son problemas complejos que conviene estudiar de
antemano (leyendo, por ejemplo, las obras que mejor responden a ellos). Pero esto no

219
presupone ninguna formación muy técnica. Sólo mucho tacto, habilidad y dedicación, y en
último término un gran espíritu sobrenatural.
Por el contrario, el Capellán de hogares puede a veces ilusionarse en lo que se refiere a los
motivos de su apostolado:
El Sacerdote está forzosamente vuelto sobre sí, en una especie de intimidad cerrada por su
celibato. Necesita, pues un desinterés de todos los momentos para no sentirse jamás tentado
de hacer entrar en juego sus propios complejos al convertirse en testigo de tal o cual
experiencia de la vida conyugal. Si es un santo, no hay en esto ningún peligro: las confidencias
de los esposos no turbarán su soledad interior. Si es inteligente, hará pronto el cálculo de las
alegrías y de las dificultades familiares para concluir que, aun humanamente, su género de
vida lleva también consigo sus consolaciones y sus pruebas. En fin, si es delicado, se cuidará
muy bien de violar, aunque sólo sea con la imaginación, lo más secreto de los corazones. Pero
si no es ni un santo ni un psicólogo experimentado, ni un testigo lleno de reserva, tendrá que
esforzarse por serlo en alguna medida, o bien en no ser designado como Capellán de hogares.
(Cuántas veces los esposos se lamentan de que tal sacerdote, celoso y benévolo por otra parte,
los hiere con su indiscreción! En lo que concierne de modo especial a la moral conyugal, nunca
se es lo suficientemente diestro, y sin embargo hay que ser claro. “Se sabe de eso demasiado”,
dicen unos. “Esto no les importa”, dicen otros.
El Sacerdote debe igualmente esforzarse por formar hogares consagrados. “Al formarlos
para todos los llamados de la sociedad, invita a uno y a otro a una común superación. Es ésta
la mejor manera de hacerlos activos”.
En el momento de ajustar el libro leemos en la misma revista (1950, núm. 6), un hermoso
artículo de A. Merlaeud: “El Sacerdote, testigo del Sacramento del amor”. El sacerdote tiene
que tener un gran respeto por la autoridad inviolable del hogar1. Debe cuidarse de toda
intervención torpe que correría el riesgo de perjudicar la armonía del hogar. Pues bien: hay a
veces falsas maniobras.
Aun teniendo una conciencia tranquila, el sacerdote manifiesta a veces un celo imprudente
en demasía. Son solicitaciones pesadas ante el esposo o la esposa para salvar el prestigio de
un equipo deportivo o de una obra parroquial. Son atenciones demasiado prolongadas para
con la esposa desgraciada que acaba de descubrir sus dramas; se consuela a la persona, pero
se refuerzan los agravios hechos al amor. Son consejos de perfección dados al uno o al otro y
que, despertando el ardor espiritual de un compañero acentúan la aversión entre ambos. Son
antiguas amistades hacia el uno o hacia el otro y que hallan dificultad en ajustarse
imparcialmente a la pareja. Todos estos modos de intervención corren el riesgo de perjudicar
la armonía del hogar. Valdría más contentarse con querer un bien menor y dejar al amor en
libertad de precisar su ritmo. Nada puede edificarse fuera del amor. Por esto todo servicio,
todo consejo, aunque estén despojados de egoísmo, están condenados a la esterilidad si no
encuentran un eco favorable en la conciencia común de los esposos, si no participan, diría
Claudel, de esa misma fuerza por la cual existen: el amor. Esto es tan sorprendente que se
siente mejor que con argumentos, delante de dos seres que ya no se aman. Todo lo que se les
puede decir hace más agudo el dolor de la reconciliación. Si se inclina hacia el uno, se acusa
al otro, casi irrevocablemente, tarde o temprano, se usa su crédito ante los dos.
También el sacerdote debe dar pruebas de comprensión respecto de los problemas en los
que se debate diariamente el amor de los esposos. Debe ponerse a tono con las alegrías y
dolores del hogar, sentir personalmente los fracasos y los triunfos de los esposos en sus
esfuerzos hacia una mejor armonía conyugal.

1
A una joven que estaba a punto de casrse, el P. Haguenin, el apóstol de los feriantes, escribía: “Usted tendrá
un marido. Es él el que debe ser su guía. Yo tengo un principio: Nada de sacerdote entre tú y yo” (p. 140).

220
Pero el sacerdote no debe contentarse con —comprender— las riquezas y las miserias del
hogar; debe arrastrar a los esposos hacia la caridad de Cristo. Lo logrará, primero por medio
de su ejemplo: “que sea plenamente sacerdote y nosotros seremos plenamente esposos”. Luego
transmitir el mensaje evangélico teniendo en cuenta los problemas precisos del momento,
buscando la confesión que alivia y que reconforta y ayudando al progreso de los esposos hacia
una realización mas perfecta del matrimonio cristiano.
N.B.— Estos dos ejemplos habrán bastado para mostrar a los sacerdotes la utilidad de
abonarse a alguna publicación especializada en estas cuestiones.

221
QUINTA PARTE

PECADOS EN PARTICULAR
CAPÍTULO PRIMERO
LOS PECADOS CAPITALES
608. Se pueden agrupar los pecados capitales en dos familias:
ORGULLO: Orgullo propiamente dicho (n. 609-613); Envidia (n. 614-619); Ira (n.
620-624). SENSUALIDAD: Impureza (n. 625-648); Gula (n. 649-652); Avaricia (n. 653-656;
Pereza (n. 657-660).

Artículo primero
ORGULLO

I.— GENERALIDADES
609. 1º) DEFINICIÓN.— Amor DESORDENADO del PROPIO VALOR.
El orgulloso obra explícita o implícitamente —como si el fuera el autor o el fin último de
sus cualidades personales —o bien exagerándolas.

610. 2º) CONSECUENCIAS —INMEDIATAS— DEL ORGULLO.


a) Presunción.— Deseo desordenado de hacer cosas que están MÁS ALLÁ DE SUS
FUERZAS (el deseo de llegar a ser un valor en su oficio, de llegar a ser un jefe tal vez muy
razonable y por consiguiente, virtuoso).
b) Ambición.— Amor desordenado de los HONORES, de las dignidades, de la autoridad
sobre los demás (tener cuidado con el defecto contrario: la pusilanimidad, que nos impide
valorar, para gloria de Dios, los talentos reales que Él nos ha confiado).
c) Vanidad.— Amor desordenado de la ESTIMA DE LOS DEMÁS. Hay DESORDEN —si
se quiere ser estimado por sí mismo in referir este honor a Dios —si se quiere ser apreciado
por ventajas fútiles —si se busca la estima de aquellos que no juzgan razonablemente (el
cuidado de salvaguardar la propia reputación delante de las personas de bien es con frecuencia
un deber).
d) Ostentación.— Atraer sobre sí la atención por medio de la manera de obrar, por medio
de SINGULARIDADES.
e) Hipocresía.— Tomar las exterioridades o las APARIENCIAS de la virtud, con el fin de
disimular los vicios secretos.

611. 3º) CONSECUENCIAS —REMOTAS— DEL ORGULLO.


a) EMPECINAMIENTO en las ideas falsas y que se sabe que son falsas.
b) DISCORDIAS y sus consecuencias: disputas, injurias, reyertas.
c) JUICIOS TEMERARIOS —MURMURACIONES —CALUMNIAS.
d) DESOBEDIENCIAS.

612. 4º) MALICIA DEL ORGULLO Y DE SUS CONSECUENCIAS.

222
El orgullo PROPIAMENTE DICHO, que consiste en no reconocer el soberano dominio de
Dios, es el más grave de todos los pecados mortales.
El orgullo ATENUADO, que quita implícitamente a Dios una parte de su gloria, es una falta
venial muy caracterizada.
Los pecados CONSECUENCIAS del ORGULLO son mortales o veniales, según la
importancia de la materia.

II.— CONDUCTA DEL C.

613.
A.— Integridad que hay que guardar.
a) Si se trata de CONFESIÓN PROPIAMENTE DICHA.
Usted verá si es que no hay materia grave. Por ej.: respecto de las discordias —disputas,
etcétera...
Examine la cuestión del escándalo.
Si el P. se acusa de orgullo —a veces podrá interrogarle usted acerca de los pecados que
son sus consecuencias inmediatas, o remotas (Cf. 610-611).
b) Si se trata de DIRECCIÓN ESPIRITUAL.
Trate de hacerle ver al P. que él es más orgulloso de lo que piensa.
Demuéstrele que muchos pecados acusados, por ej.: murmuraciones —juicios temerarios
etc. tienen por causa un orgullo más o menos oculto.
Al interrogarle acerca de los pecados consecuencias inmediatas o remotas del orgullo —
procure que adquiera una clara conciencia de este pecado capital.
B.— Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición.— El orgullo es uno de los pecados de los que Dios
tiene más horror: “gloriam meam alteri non dabo”.
Él nos priva de muchas gracias: “Deus superbis resistit, humilibus autem dat gratiam” (Jac.
IV, 6) Nos priva de muchos méritos: “Amen dico vobis: receperunt mercedem suam” (Mt. VI,
2).
Es fuente de numerosos pecados de PENSAMIENTOS (Vanas complacencias; deseos
ambiciosos; juicios temerarios), de PALABRAS (murmuración, calumnia); de ACCIONES
(presunción, disputas, discordias, desobediencia).
C.— Obligación que hay que imponer.
REPARACIÓN de los perjuicios hechos al prójimo por medio de las murmuraciones,
calumnias, injurias, disputas.
D.— Consejos que hay que dar1.
a) Convencerse:
1) De la propia NADA: mirarla bien de frente: yo no soy nada y no puedo nada por mi
mismo: “quid habes quod non accepisti? Si autem accepisti, quid gloriaris quasi non
acceperis?” (I Cor. IV, 7).

1
Para los “Consejos que hay que dar” relativos a cada uno de los pecados capitales, seguimos el mismo
esquema: 1) —Convencerse de la malicia del pecado; 2) —Contemplar a Cristo, a la Virgen, a los Santo; 3) —
Rogar para obtener la gracia de corregirse; 4) — Obrar y abstenerse.

223
2) De su condición —de PECADOR. Si he cometido un solo pecado mortal, he merecido la
humillación eterna del infierno. Si solo. he cometido pecados veniales, no por eso he merecido
menos todas las humillaciones posibles: murmuraciones, calumnias, injurias.
3) De la fragilidad —de las COSAS DE LAS QUE NOS VANAGLORIAMOS: riquezas,
nacimiento encumbrado, belleza física, saber, muy limitado por cierto.
4) De la MALICIA —del orgullo y de sus Consecuencias inmediatas o remotas (Cf.
609-612)
b) Contemplar a Cristo, a le Santísima Virgen, a los Santos.
LAS ENSEÑANZAS DE N.S.J.C.: “Discite a me quia mitis sum et humilis corde”; “Nisi
efficiamini sicut parvuli non intrabitis in regnum caelorum “.
SUS EJEMPLOS: obscuridad de Nazareth —humillaciones de su vida pública (calumnias,
fracasos, ingratitudes, etc.)...
¿Qué decir, entonces, de su Pasión, especialmente de la coronación de espinas?
c) Rogar con instancia para alcanzar la gracia de la humildad.
d) Obrar —y abstenerse.
1) Por medio de ACTOS INTERIORES, reconocer delante de Dios su propia condición de
creatura y de pecador —aceptar de antemano la obscuridad y la humillación —afirmar que se
quiere servir exclusivamente a Dios.
2) ABSTENERSE. —Al menos de tiempo en tiempo— de hablar de sí mismo, hacerse valer.
3) Aceptar generosamente y alegremente, si es posible, las pequeñas HUMILLACIONES
que la Providencia nos enviare para nuestra santificación.
4) Hacer algunos pequeños actos que NOS REBAJEN y nos coloquen por debajo de los
demás. Por ej.: servirles, elogiar su valor, aun a costa nuestra.
E.— Penitencia que hay que imponer.
Dar una penitencia MEDICINAL inspirándose en lo que acaba de decirse a propósito de los
consejos que hay que dar.

Artículo segundo.
LA ENVIDIA1

l.— GENERALIDADES

614. 1º) DEFINICIÓN.— Tendencia a ENTRISTECERSE por las VENTAJAS del prójimo,
en la medida en que afectan a nuestra SUPERIORIDAD.

615. 2º) DISTINCIÓN entre —ENVIDIA— Y —TRISTEZA LEGÍTIMA respecto de las


ventajas del prójimo.
Entristecerse por las ventajas del prójimo no siempre es envidia (S. Tomás, IIa. IIae., q. 36,
a. 2). Puede ser lícito entristecerse, por ej. del poder de una persona porque ésta se sirve de él
para el mal. Con todo derecho puede uno indignarse de que el prójimo posea un bien (por ej.:
una función importante) que no merece y que tal vez le ha sido concedido injustamente.

1
A veces se hace la distinción entre envidia y celo; se dice entonces que es envidioso del bien de otro y celoso
de su propio bien.

224
LA EMULACIÓN es un sentimiento loable; se experimenta cierta tristeza a la vista del bien
de otro (por ej.: su alto grado de ciencia, de virtud), no porque el otro lo posea, sino porque
uno mismo esta privado de él; la emulación nos inclina a igualar y hasta a superar, si es posible,
las cualidades de los demás, pero por medios leales
Así, pues, para que realmente haya ENVIDIA, hay que entristecerse de las ventajas del
prójimo porque eso puede DISMINUIRNOS a los ojos de los demás.

616. 3º) PECADOS —CONSECUENCIA DE LA ENVIDIA.


El envidioso, al entristecerse de la superioridad del prójimo, busca el hacerle daño;
empleará todos los medios para disminuir su reputación con BURLAS PERVERSAS —con
INJURIAS —con MURMURACIONES —con CALUMNIAS.
A veces llegará hasta a sembrar la DISCORDIA entre amigos por medio de CHISMES (se
hacen relatos verdaderos o falsos).
En fin, la envidia puede llegar hasta el ODIO.

617. 4º) MALICIA —de la ENVIDIA.


Pecado MORTAL por su naturaleza (“ex genere suo”); porque va directamente contra la
caridad fraterna que hace que nos alegremos del bien de los demás.
Cuanto más importarte es el bien envidiado (por ej.: una virtud, éxito apostólico), tanto más
grave es el pecado.
Sin embargo, la envidia puede ser solamente pecado VENIAL —si se trata de cosas poco
importantes (por ej.: envidia con ocasión de un triunfo deportivo) o si no hay pleno
consentimiento.

618. 5º) ADVERTENCIA.


A.— Lo que se envidia.— Generalmente se trata de cualidades brillantes a los ojos de los
hombres, riqueza, belleza, vestidos, dignidades, decoración, elocuencia, condición social,
amistades, virtudes, ciencia, habilidad, etc.)
B.— Los que son envidiosos.— Son, por lo general, los ambiciosos o los vanidosos; las
mujeres son fácilmente envidiosas.
La envidia existe entre los que poseen cualidades más o menos iguales; si el prójimo es
muy superior a nosotros, ni siquiera pensamos en aventajarle.

II.— CONDUCTA DEL C.

619.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto a la especie. “¿Se ha entristecido usted por el bien del prójimo? Pero, ¿por
qué razón?... ¿Porque eso le humillaba? ¿Porque no lo tenía usted mismo?” (Véase más arriba,
núm. 615).
b) En cuanto a la gravedad: “¿Acerca de qué ha sido usted envidioso?, ¿acerca de una cosa
importante?” (Gravedad OBJETIVA).
“¿Ha consentido usted plenamente en esos movimientos de envidia? ¿Se trata de
impresiones más o menos voluntarias?” (Gravedad SUBJETIVA).
c) En cuanto al número (Cf. 91-93).
d) En cuanto al escándalo (Cf. 94-95).

225
e) En cuanto a las consecuencias: “¿No ha habido burlas perversas? ¿Murmuraciones?
¿Chismes?... etc.
B.— Advertencia que hay que hacer.
a) Hacer notar la diferencia entre la ENVIDIA propiamente dicha y la TRISTEZA
LEGÍTIMA de las ventajas del prójimo —Especialmente LA EMULACIÓN (Cf. 615).
b) Distinguir con cuidado las TENTACIONES de envidia que conocen aun las personas
adelantadas en la perfección (Véase personas tentadas en general, núm. 474).
C.— Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición:
a) La envidia va directamente contra el precepto tan querido al Corazón de N.S.J.C.: el de
la CARIDAD FRATERNA.
b) La envidia le hace a uno semejante a SATANÁS, que envidió la felicidad de los hombres
en el paraíso terrestre.
c) La envidia, por su naturaleza, es pecado MORTAL. Si no hay más que pecado venial —
es a causa de la poca importancia del bien envidiado o porque el P. no ha tenido más que un
consentimiento a medias.
D.— Obligación que hay que imponer.
REPARACIÓN del daño causado al prójimo con la murmuración, calumnia, maledicencia,
etc....
E.— Consejos que hay que dar.
a) Convencerse:
1) De la ESTUPIDEZ de la envidia que hace sufrir al mismo envidioso y a la persona
envidiada: es una tortura que uno mismo se inflige y sin provecho.
2) De la MALICIA de la envidia (Cf. 617).
3) Del dogma de la COMUNIÓN DE LOS SANTOS: el bien de un miembro cualquiera del
Cuerpo Místico es también el nuestro. ¿Cómo, entonces entristecerse por él?
b) Contemplar a Cristo, a la Santísima Virgen, a los Santos.
N.B. C., siempre preocupado del bien de los demás, de nuestra salvación. Deseoso de
asociarnos a su obra redentora y de apreciar nuestros valores. Ejemplo de San Juan Bautista:
lejos de es
....................................................
gar a quien no lo merece o más de lo que merece.
b) Respecto de la intención.— No se busca la restauración del orden, ni la enmienda del
culpable, sino que se deja uno llevar de los movimientos de odio.

622.— 3º) PECADOS —CONSECUENCIAS— DE LA IRA.


a) Pecados INTERIORES de indignación excesiva, de rencor.
b) Pecados de PALABRAS (gritos desordenados, blasfemias, injurias)
c) Pecados de ACCIÓN (riñas, batallas, golpes, heridas, etc.)

623.— MALICIA —DE LA IRA— Y DE SUS CONSECUENCIAS.


a) En cuanto deseo —desordenado— de venganza.

226
Es MORTAL por su materia —ex genere suo— porque se opone directamente a la justicia
y a la caridad. El pecado puede no ser más que venial, debido a la parvedad de la materia ¿Ej.:
se quiere tirar de las orejas a un niña) 0 por defecto de pleno consentimiento.
b) En cuanto movimiento —desordenado— de la sensibilidad.
De suyo no hay más que pecado VENIAL, porque no hay oposición a la justicia o a la
caridad.
La ira, de cualquier clase que sea, pone un obstáculo al progreso espiritual, porque hace
perder la valoración, el sentido de la justicia, el recogimiento interior, tan necesario para la
unión íntima con Dios y para la docilidad a las inspiraciones de la gracia.
NOTA.— Los pecados consecuencias de la ira son con frecuencia mortales —ex genere
suo.

II.— CONDUCTA DEL C.

624.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto a la especie. —”¿Ha querido hacer usted el mal a quien no lo merecía? ¿O
hacerle más mal de lo que merecía? ¿Ha obrado con alguna intención de odio?”
Si el P. responde: sí, hay ira, DESEO desordenado de VENGANZA.
Si el P. responde: no, le dirá usted: “Entonces ¿es solamente impaciencia interior, arrebato,
gritos, gestos desordenados?”
Entonces sería ira, MOVIMIENTO desordenado de la SENSIBILIDAD.
b) En cuanto a la gravedad objetiva —y subjetiva.
1) Si se trata de ira, movimiento desordenado de la SENSIBILIDAD puede no haber en
ello más que pecado VENIAL.
2) Si se trata de ira, deseo desordenado de VENGANZA, pregunte: “¿Ha querido hacer usted
un mal importante a quien no lo merecía? ¡Mucho más importante que lo que merecía?”
ADVERTENCIA: “Se ha dado usted cuenta de la importancia del mal que deseaba?”
CONSENTIMIENTO: “¿Ha consentido en ello enteramente?”
c) En cuanto al número (Cf. 91-93).
d) En cuanto al escándalo (Cf. 94-95).
e) En cuanto a las consecuencias (inspirarse en lo que se ha dicho arriba en el n. 623).
f) En cuanto a las ocasiones.— Vea si no hay personas o cosas que son ocasión de ira (Cf:
Ocasiones en general, 251-253).
g) En cuanto a la recaída (Cf. 258).
B.— Advertencia que hay que hacer.
Haga que distingan las DOS especies de ira y la diferencia de su GRAVEDAD (Cf. 623).
C.— Contrición que hay que excitar.
Motivo particular de contrición.— La ira, deseo desordenado de venganza va
directamente contra el precepto de la CARIDAD FRATERNA. Con frecuencia lleva consigo
otros pecados más graves (algunos de entre ellos habrán sido acusados tal vez por el P.).
También la ira, movimiento desordenado de la sensibilidad, turba mucho la paz interior y
se opone a la acción del Espíritu Santo.

227
D.— Obligaciones que hay que imponer
a) REPARACIÓN del mal causado al prójimo.
b) RUPTURA con las ocasiones de ira.
E.— Consejos que hay que dar.
a) Convencerse:
1) De la MALICIA de la ira (Cf. 623), y, sobre todo, de la multitud de males y de perjuicios
que ella acarrea.
2) De la necesidad de soportar PACIENTEMENTE muchas cosas fastidiosas,
desagradables y que hacen sufrir.
b) Contemplar a Cristo, a la Santísima Virgen y a los Santos.
Considerar la dulzura de N.S. Su benevolencia para con los pecadores. Su actitud cuando
fue abofeteado por un criado. Toda su Pasión... “Beati pacifici:.. Beati mites”.
c) Rogar.
Pedir a N.S. la gracia de imitar su MANSEDUMBRE: “Discite a me quia mitis sum” (Mt.,
XI, 29).
d) Obrar —y abstenerse.
1) ANTES —de la ira,
Prevenir, en cuanto sea posible, los primeros movimientos. No hablar y no obrar sino con
calma, después de madura y larga consideración. No tratar de saber lo que los demás dicen y
hacen contra uno.
a) DURANTE la ira.
Reprimir los primeros accesos, sobre todo distrayéndose.
Contener la lengua y los gestos, de tal manera que durante la ira no se diga ni se haga nada.
Dirigir una breve oración a Dios.
3) DESPUÉS de la ira.
Excitar en sí mismo el amor de aquél que ha provocado la ira.
Rechazar todo deseo de castigo desordenado.

Artículo cuarto
LA IMPUREZA

I.— GENERALIDADES

625.— 1º) DIFERENTES ESPECIES DE DELECTACIÓN.


a) Delectación puramente sensible. Consiste en el placer procurado por los diferentes
sentidos: tacto, gusto, oído, etc. No tiene ninguna relación —directa— con el placer sexual.
b) Placer sensual.— Nace de la presencia o del contacto de una persona apreciada por sus
encantos exteriores. De donde una cierta reacción fisiológica (nervios circulación de la
sangre). No es el deseo, el placer carnal —pero puede conducir a él MUY FÁCILMENTE.
c) Placer carnal (venéreo, genital).— Tiene su asiento en los centros nerviosos de los
órganos sexuales. Esta excitación puede provenir del vaivén del erotismo que se encuentra

EX TOTO GENERE SUO

228
B.— 2ª regla.— En los solteros, la provocación DIRECTA y voluntaria de todo
MOVIMIENTO CARNAL (conmoción física acompañada de sensaciones estrictamente
venéreas) es siempre pecado MORTAL.
C.— 3ª regla.— En los solteros de ambos sexos, la provocación directa del ORGASMO
VENÉREO (que en el hombre produce normalmente la polución es siempre pecado MORTAL,
aunque no vaya acompañado con NINGÚN CONSENTIMIENTO del DELEITE.
D.— 4ª regla.— Las CONMOCIONES venéreas ESPONTÁNEAS y enteramente
independientes de la voluntad son indiferentes en sí, no pueden ser culpables sino en cuanto
se TRANSFORMAN en actos CONDENADOS por las reglas precedentes.
E.— 5ª regla.— Cuando los movimientos carnales, aun llegando hasta la polución, NO han
SIDO sinceramente QUERIDOS, sino sólo PERMITIDOS, como una acción que tiene realmente
otro fin el HECHO de SU PREVISIÓN NO constituye PECADO MORTAL.
Precisemos esta quinta regla:
a) Cuando el acto:
per se
et proxime excita las conmociones
et notabililer.
venéreas —hay PRÁCTICAMENTE PECADO MORTAL si se hace SIN RAZÓN VALEDERA
(motivo tanto más serio cuanto que el influjo es más grande).
b) Cuando el ocio solo influye
“o remote —o per accidens”,
hay PECADO VENIAL en hacerlo SIN RAZÓN SUFICIENTE.
F.— 6ª regla.— LOS NOVIOS y los VIUDOS están sujetos a las REGLAS PRECEDENTES.

II.—CONFESIÓN DE LOS PECADOS DE IMPUREZA (en general)


629. 1º) MONITUM DEL SANTO OFICIO (16 de mayo de 1943).
La congregación romana pide al C. que preste seria atención a ciertas reglas de Prudencia
Pastoral: Recordemos aquí las que se refieren a la integridad que hay que asegurar y a los
Consejos que hay que dar.
A.— Modo de interrogar.
a) Evitar preguntas INÚTILES y PELIGROSAS.
Pregunte solamente:
Acerca de los pecados que el P. —probablemente— ha podido cometer, teniendo en cuenta
su condición (sexo, edad. ambiente general, medio familiar, profesional, etc.).
Pero no pregunte:
1) Sobre las —especies— de pecado que es absolutamente inverosímil que el P. haya
cometido.
2) Sobre los pecados —materiales— a no ser que así lo exija el bien del P. (Por lo tanto,
hay que interrogar al joven P. que ignora la malicia del vicio solitario), o si hay peligro de un
mal común. (Aparte de algunas raras excepciones estudiadas detalladamente en la VI Parte,
hay que interrogar, por lo tanto, al P. que ignora la malicia del onanismo conyugal.)
3) Sobre las circunstancias —moralmente indiferentes—, sobre todo acerca del modo con
que ha sido cometido el pecarlo.

229
No hacer precisar las circunstancias que son simplemente agravantes (Cf. 104).
Y con mayor razón, si el P. mismo sobrepasara la mesura en la exposición de sus pecados
o de sus tentaciones, si hiriera el pudor con sus palabras, no dude el C. en impedir esto, con
prudencia, claro está, pero con prontitud y energía.
b) Pregunte PROGRESIVAMENTE.
Comience, pues, por las preguntas más generales y, si hay lugar a ello, pase a las más
concretas (Cf. 615).
Que éstas sean, sin embargo, siempre breves, discretas, decentes, evitando las expresiones
que pueden, ya excitar la imaginación, ya ofender los oídos piadosos.
c) Atención al ESCÁNDALO del P.
Este escándalo hay que temerle desde dos puntos de vista: 1) El P. puede conocer la
existencia de pecados que ignoraba y el modo de cometerlos; 2) El P. puede sospechar que el
C. es demasiado curioso o demasiado experto en estas materias.
d) Atención también al ESCÁNDALO del C.
Preguntas demasiado detalladas, demasiado insistentes pueden ser una ocasión de caída
para el C.
c) Regla práctica paro los CASOS DUDOSOS.
Cuando usted se pregunte si es mejor preguntar o no, aplique el principio reflejo
comúnmente admitido: en tal materia es mejor quedarse corto que pasarse con peligro de
culpa.
B.— Consejos que hay que dar.
Que el C. recuerde de una manera clara y absoluta que le ha sido confiado el cuidado de las
—almas— y no el de los cuerpos. Por consiguiente:
a) EVITAR los CONSEJOS referentes a la HIGIENE.
Si fueran de interés para la conciencia consejos de esta índole, envíe al P. a una persona
competente, recta, prudente y que conoce la moral.
b) EVITAR —Y ABSOLUTAMENTE—- toda instrucción DE NATURA VEL MODO
ACTUS QUO VITA TRANSMITTITUR.
La decisión Romana se dirige al C. en el ejercicio de la confesión. No prohibe toda
iniciación sexual que se diera prudentemente, en privado, fuera del confesonario. (Véase
“Iniciación a la vida”, por Pierre Dufoyer: Principios generales y Fórmulas Concretas —en
Castermann)1.
c) Dar los CONSEJOS de orden moral con PRUDENCIA, DECENCIA, MESURA.
¡No pasar más allá de las necesidades verdaderas del P.!
Y, además, ¡no aparezca —en sus consejos— preocupado casi únicamente de los pecados
de impureza!

630. 2º) CONDUCTA DEL C.


Tenga en cuenta lo que acaba de decirse sobre el modo de interrogar, y aplíquelo a las
diferentes categorías de penitentes y de pecados
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) Diversas categorías de P.:
1
La Revista “Foyer”, de la A.M.C. (Julio-agosto de 1948, p. 32-3)?, trae una interesante bibliografía sobre el
problema de la inciación sexual.

230
1) LOS NIÑOS IMPÚBERES: Atenerse a lo que se ha dicho a propósito de la confesión de
los niños (Cf. 369-370).
2) DESPUÉS DEL DESPERTAR DE LA PUBERTAD.
El P. sólo comienza la experiencia de la vida sexual y puede ser que ignore todavía muchas
cosas referentes a esta materia.
S. el P. confiesa malos tocamientos, usted le dirá “¿Lo hizo expresamente? ¿Durante cierto
tiempo? ¿Y para procurarse placer?” Si el P. responde: sí —ordinariamente habrá sido hasta
la polución.
¡Pero no pregunte más! —porque podría excitar una curiosidad malsana.
3) P. ENTERAMENTE DESARROLLADO.
Si el P. se acusa de haber tenido malos tocamientos, expresamente y por placer, podrá
preguntarle usted: “¿Ha sido hasta el fin? ¿Hasta la satisfacción completa?
Aquí, más que en cualquier otra parte tenga cuidado con el ESCÁNDALO (Cf. 94-95);
RECAÍDA (Cf. 258); OCASIÓN de PECADO (Cf. 251-253).
b) Diferentes categorías de pecados:
Véase lo que se dirá más adelante, núm. 631 y siguientes.
B.— Advertencia que hay que hacer.
Tenga en cuenta lo que se ha dicho más arriba (Cf. 629-B) a propósito de los consejos que
hay que dar.
Hay que advertir al P. que está en la ignorancia, aún en la invencible, si está en juego el
bien del P. (Hábito malo solitario)1 o si va en ello el interés común (onanismo conyugal)2.
Instruir igualmente al P. acerca de la diferencia entre tentación y pecado —acerca de las
condiciones del pecado mortal —acerca de la distinción entre conversación ligera, mala, etc....
Encontrará usted en “Tú, que te haces hombre”, de Juan el Presbítero (Castermann), preciosas
indicaciones especialmente adaptadas a los jóvenes (Por ejemplo, página 187 y siguientes).
C. Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición:
Este placer no tiene razón de ser más que en el matrimonio: porque. en ese caso, tiene por
fin asegurar la propagación de la especie y el amor de los esposos.
Buscar este placer FUERA DEL MATRIMONIO es ir contra las intenciones divinas —abusar
de un don de Dios— profanar uno de los poderes más sagrados que Dios ha dado al hombre.
Si su P. ha cometido el acto conyugal fuera del matrimonio —hágale ver que la obra de la
carne no tiene valor humano más que entre esposos: entonces es un abandono total (cuerpo,
corazón, alma) entre dos personas unidas la una a la otra y de una manera exclusiva y perpetua.
Fuera del matrimonio —este ocio no tiene ningún sentido digno de una persona humana y
debe ser considerado como el acoplamiento pasajero de los animales.
Insistir, asimismo en las RUINAS que siguen a la IMPUREZA: Ruinas físicas. Ruina de la
inteligencia, de la voluntad, de la sensibilidad. Ruina del alma. Ruina de la fe. Ruina de la
alegría. (Véase “Tú, que te haces hombre”, Capítulo cuarto IV).

1
Si el C. tiene que habérselas con habitudinario que igenora la gravedad de la masturbación, comenzará por
decirle que eso es un PECADO, sin precisar su GRAVEDAD. El C. verá más tarde cuándo convendrá ilustrar
del todo al P.
2
La cuestión importante del onanimo conyugal será examinada detallaldamente en la VI Parte. Señalaremos
allí ñas raras excepciones en las que no hay lugar para advertir al P.

231
D.— Obligaciones que hay que imponer.
Atender de un modo especial a todo lo que se refiere a los recidivos —y sobre todo a la
ruptura con las OCASIONES de PECADO.
E.— Consejos que hay que dar.
a) Convencerse:
De la MALICIA de la impureza (Véase más arriba: motivos particulares de contrición).
b) Contemplar largamente a Cristo y a María
La mirada del espíritu y sobre todo la del corazón vuelta hacia la Inmaculada es de una gran
eficacia.
c) Orar mucho.
Pedir la GRACIA de la pureza.
Pensar en los últimos fines, en la Pasión de N.S., en la presencia de Dios.
Confesión frecuente con el mismo C. —y lo más pronto posible después de la caída.
Comunión frecuente y verdaderamente buena.
Devoción hacia la Santísima Virgen, hacia su Corazón Inmaculado.
d) Obrar y —abstenerse.
HUIR DE LAS OCASIONES. —Aquí el coraje ¡es la huida!... (amistades peligrosas, besos,
espectáculos peligrosos, etc.).
No dejarse llevar por la ociosidad, por la tristeza, por los ensueños, por las lecturas más o
menos malas.
MORTIFICACIÓN.— Principalmente modestia de los ojos. Pequeñas mortificaciones del
gusto. Trabajo. Fatiga corporal.
Lucha contra las tentaciones. (Véase P. en general, núm. 478-481).
En “Tú, que te haces hombre” están bien analizadas las condiciones de la victoria (Capítulo
cuarto V). Creer. Tener un ideal. Ser leal. Higiene física. Higiene mental. Saber. Querer Una
religión viril ¡Confianza siempre! Hacia la alegría.
F.— Penitencia que hay que imponer.
Inspirarse en los Consejos que hay que dar, para elegir una penitencia medicinal.
G.— Absolución que hay que dar.
Vuelva a leer atentamente todo lo que se ha dicho de la absolución de los NO-Ocasionarios
recidivos (Cf. 266-271) y de los Ocasionarios (Cf. 284 a 315).
Por consiguiente, a veces tendrá que exigir ciertas rupturas —efectivas— antes de dar la
absolución.

III.— CONFESIÓN de los PECADOS de IMPUREZA1 (en particular).

631. 1º) MALOS PENSAMIENTOS.


a) Naturaleza y gravedad —objetiva.
El C.: “¿Ha pensado usted en alguna cosa verdaderamente obscena? ¿Se trata de algo
inconveniente, indecente contra la pureza —sin ser verdaderamente grave?”
¿Se trata sólo de algo sucio —pero no contra la pureza?”

1
Si el P. es un —NIÑO— consultar los números 369.372.

232
b) Gravedad —subjetiva.
El C.: “¿Ha consentido usted en esos malos pensamientos? ¿Ha hecho acto expreso de
pensar en ellos? ¿Se ha dejado llevar del placer malo?”
(1er. Caso).— El P. ha consentido plenamente en un mal pensamiento verdaderamente
obsceno: pecado MORTAL
(2do. Caso).— Ha resistido en seguida plenamente. No hay pecado: al contrario, PRUEBA
DE AMOR A N.S.
(3er. Caso).— El P. ha consentida a medias. No ha rechazado con bastante prontitud, con
bastante generosidad —pecado VENIAL.
C) El P. CULPABLE de MALOS PENSAMIENTOS, ¿no ha ido demasiado lejos?
El C.: “¿Ha cometido usted malas acciones contra la pureza? ¿Ha tenido usted deseo de
hacerlas?”

632. 2º) MALOS DESEOS.


La conducta del C. es casi la misma que en el caso de malos pensamientos.
Advirtamos, sin embargo, que el deseo puede alcanzar a una persona determinada: el
pecado (por lo menos el material) es entonces específicamente diferente, según que la persona
sea soltera, casada etc...
Muchos P. no distinguen ordinariamente de una manera tan precisa; ahora bien: el pecado
no debe ser confesado sino como ha sido conocido en el momento del acto. Con todo, en
algunos casos, si usted tiene razones positivas para sospechar que el mal deseo es
especialmente grave, a causa de la persona que es objeto de él, pregunte usted más. Inspírese
en lo que se dirá más adelante a propósito de las malas acciones (Cf. 644-646).

633. 3º) MALAS MIRADAS.


a) De la mirada en sí misma.
El C.: “¿Era una mirada —francamente obscena? ¿Una mirada simplemente inconveniente?
¿Indiscreta? ¿Ha mirado usted expresamente, por mucho tiempo al pasar? ¿Ha visto
solamente, sin hacerlo a propósito?”
1ª HIPÓTESIS.— Mirada francamente obscena: pecado mortal —a no ser que el P. haya
mirado como al pasar, rápidamente y de lejos.
2ª HIPÓTESIS.— Mirada como inconveniente: no es pecado mortal, sino en el caso de
que la mirada haya sido prolongada.
b) De la intención.
Si el P. ha mirado expresamente para experimentar un placer carnal —pecado MORTAL.
Si el P. ha mirado por curiosidad, ligereza y sin insistencia— pecado VENIAL.
Si el P. ha mirado a la persona por razón de decoro, de cortesía (ej.: en el curso de una
conversación) —NINGÚN pecado.

634. Nota I.— Motivos de excusa.


Algunas razones valederas (Ej.: motivos de orden profesional) pueden permitir y hasta
exigir miradas inconvenientes.
Cuando estas miradas están permitidas, tener cuidado de no consentir en el placer carnal
que podría seguirse de ellas.

233
635. Nota II.— Distinción teológica — y conducta del C.
Los moralistas distinguen de una manera más precisa: “corporis partes minus honestae
(pectus, dorsum, brachia, femora); inhonestae (genitalia partesque vicinae)”.
Precisan también la gravedad de la mirada mala según diversas circunstancias: mirada sobre
sí mismo, sobre los otros, del mismo sexo o del sexo opuesto
El C. debe conocer estas distinciones —pero no hablará de ellas al P. sino en la medida en
que lo hagan necesario las acusaciones o las preguntas hechas por el mismo P. Recordar
también aquí que el pecado debe ser acusado sólo como ha sido conocido en el momento en
que ha sido cometido.

636. Nota III.— Diversos —elementos —de la buena confesión.


ADVERTIR al P. acerca de la diferencia entre —mirar expresamente y ver; acerca del peligro
de una mirada que en sí sea venial, pero que puede conducir fácilmente al pecado mortal de
pensamiento, de deseo y hasta de obra contra la pureza.
ACONSEJAR mucho la MODESTIA DE LOS OJOS en general. “Yo he hecho un pacto con
mis ojos”, decía Job. Apartar las miradas de todo lo que pudiera ser sólo un peligro para la
pureza. Los ojos: ventanas del alma. A las almas consagradas hacerles ver toda la malicia de
la infidelidad de la mirada.
Como PENITENCIA imponer a veces el que cuiden de modo especial la modestia de las
miradas durante un cierto tiempo..., medio día, por ejemplo.
4º) MALAS PALABRAS (canciones, conversación).
637. Generalidades.— Con “Tú, que te hacer hombre” (Capítulo cuarto V, p. 194),
distingamos:
a) Palabras groseras, sucias, pero que no tienen nada que ver con la pureza. Por lo general
no son faltas graves.
b) Conversaciones ligeras.— Solamente hacen alusión a las realidades sexuales sin que
haya en ellas búsqueda del placer carnal; sólo por echárselas de gracioso, por vanidad,
desenvoltura, fanfarronería. —Ordinariamente no son más que pecados veniales (salvo el caso
de grave escándalo).
c) Conversaciones malas.— Tienen por objeto los actos deshonestos, prohibidos por el 6º
y 9º mandamientos. Con frecuencia son pecado mortal, ya sea a causa del placer malo que en
ellas se experimenta, ya a causa del escándalo que originan.

638. Situación del P.— El P. se acusa de —malas CONVERSACIONES.


a) NATURALEZA y GRAVEDAD de esas CONVERSACIONES.
El C.: “¿Eran realmente malas? ¿Tenían por asunto acciones abiertamente obscenas contra
la pureza? ¿Ha tenido placer en ellas?”
Si el P. responde: sí —en general: pecado mortal.
El C.: “ ¿Eran conversaciones solamente ligeras? ¿Ha hecho usted sólo alusión a temas
escabrosos? ¿Equívocos? ¿Palabras de doble sentido? —¿Con intención malsana?, ¿o por
hacerse el gracioso, por fanfarronería, etc.?”
Si el P. no ha tenido más que conversaciones ligeras y sin poner en ellas ninguna intención
malsana —ordinariamente habrá sido pecado venial.
El C.: “ ¿Eran sólo palabras groseras, poco limpias?”
b) Problema del ESCÁNDALO.

234
El C: “ ¿ Ha tenido malas conversaciones para inducir a los otros a hacer el mal? ¿Por lo
menos para enseñárselo? ¿Para hacerle gustar un placer malo?”
“De hecho, ¿sus conversaciones han inducido evidentemente a los demás a pecar contra la
pureza? ¿Es probable, sobre todo si los que le escuchaban eran niños, personas inocentes?”
“Aunque usted no haya querido arrastrar a los otros al mal, desde el momento en que usted
se dio cuenta del mal efecto de sus palabras, ya pecó y escandalizó.”

639. Situación del P.— El P. ha —escuchado voluntariamente— conversaciones. Se ha


reído de las palabras malas dichas por otros.
El C: “¿Ha gustado un placer malo y ha consentido en él?”
“¿Se ha reído, ha continuado riéndose voluntariamente? ¿Se ha reído como a su pesar?”
Si el P. no ha consentido en el placer carnal y si se ha sonreído sólo por ligereza o por
respeto humano —no hay generalmente pecado mortal.

640. Nota.— Advertencia que hay que hacer.


Hacer ver el —grave peligro— de las malas conversaciones, para sí mismo y para los
demás. En el momento no siempre se da uno cuenta de ello; pero esas palabras, esa canción
obscena ha quedado en la memoria. Un día u otro, después de muchos años, esa canción puede
ser causa de pecados graves.
Llamar la atención sobre —el escándalo— que corre el peligro de pasar inadvertido: una
sonrisa voluntaria puede ser ya ocasión de pecado para los demás.

641. 5º) MALOS TOCAMIENTOS EN SÍ MISMO.


El C.: “Esos tocamientos eran inútiles, ¿no es cierto? ¿han durado cierto tiempo y usted ha
sentido placer en ellos?”
Si el P. responde: sí: pecado mortal.
Si el P. está ya plenamente desarrollado desde el punto de vista sexual, podrá usted
proseguir el interrogatorio: “¿Ha llegado usted hasta el fin del placer? Ha habido satisfacción
completa?”

642. Advertencia importante que hay que hacer.


Muchos P. se figuran que solamente hay pecado mortal cuando se ha llegado hasta el fin
(polución).
¡Tendrá usted gran cuidado de DESENGAÑARLOS!...

643. 6º) MALAS ACCIONES —CONTRA LA PUREZA.


Importa mucho saber si el P. no ha pecado con otras personas.
El C.: “¿Con otros ¿Solo?”
“Fuera de las malas acciones, ¿hubo pensamientos?, ¿deseos?”1.

644. Situación del P.— A.— El P. —suficientemente desarrollado— se acusa de haber


pecado con otros contra la pureza.
El C: “¿Persona del mismo sexo?, ¿del otro sexo? “

1
En algunas regiones del campo donde la “bestialitas” es relativamente frecuente, el confesor podrá
interrogar, a veces, si es probable que el penitente haya cometido ese pecado: “¿Ha obrado usted de tal manera
que un animal se escandalizara, si pudiera?”

235
(1er. CASO).— CÓMPLICE DEL MISMO SEXO.
El C: “¿Ha llegado usted hasta la satisfacción completa? ¿Ha hecho algo peor aún?”
(2do. CASO).— CÓMPLICE DEL OTRO SEXO.
El C.: “¿Ha tratado de hacer como las personas casadas? ¿Lo ha hecho completamente?
¿Ha habido consecuencias?”

645. Nota I.— Preguntas progresivas en cuanto a la especie ínfima del pecado (adulterio,
incesto, sacrilegio).
El C.: “¿Su cómplice estaba casado?”
“¿Se trata de una persona —libre para casarse?”.
Si el P. responde que la persona no es libre:
“Entonces, ¿se trata de un divorciado?”
Si el P. responde todavía negativamente:
“¿Se trataría de una persona consagrada a Dios?”
Podría suceder que usted tuviera razones positivas para sospechar un incesto. En esta
hipótesis, diga:
“¿Con uno de sus parientes?”
No exigir precisión respecto del grado de parentesco, porque el pecado es siempre de la
misma especie ínfima.
7º) MOVIMIENTOS CARNALES — y POLUCIÓN.
El C. debe tratar de saber si el P. ha buscado voluntariamente esos movimientos
desordenados.
El C.: “¿Los ha provocado usted expresamente?”

646. Situación del P.— Y el P. los ha provocado expresamente.


Hay pecado MORTAL aunque el P. no haya consentido en el placer (núm. 628, B-C).

647. Situación del P.— Y el P. no los ha provocado expresamente.


El C.: “¿Tenía usted alguna razón valedera para hacer lo que provocó esas sensaciones
malas?” Ateniéndose a la regla del núm. 628, E, juzgará usted la culpabilidad del P.

648. Nota.— EL P. NO TIENE QUE CONSENTIR en el placer carnal, aunque haya sido
provocado indirectamente. Ateniéndose a las reglas generales (núm. 115 a 134), verá usted si
hay lugar para advertir al P. o para guardar silencio.

648 bis. Las Notas Doctrinales de la Diócesis de Lyon núm. 10, dan estas DIRECTIVAS
PRÁCTICAS respecto de LA MASTURBACIÓN:
1. Para apreciar la gravedad de la masturbación en un caso dado hay que tener en cuenta la
libertad del culpable frente a la tentación. Esta libertad, en ciertas circunstancias, está muy
considerablemente disminuida.
2. Aunque el habitudinario, en el momento de la caída no goza siempre de la libertad
requerida para que haya falta grave, el C. no olvidará, sin embargo, que puede pecar aquél
gravemente al no emplear los medios naturales y sobrenaturales que le harían vivir una vida
cristiana integral: vida sana, trabajo, sacrificio, oración, devoción a la Santísima Virgen,
comunión, abnegación, etc...

236
3. En sus juicios y en sus consejos, el C. tendrá mucho en cuenta los esfuerzos del P.
Procurará no aumentar las perplejidades de las almas particularmente turbadas (porque la
impureza no debe crear obsesión ni en el C. ni en el P.) sin ponerlas, sin embargo, en una
peligrosa seguridad.
4. Algunos casos pertenecen a la vez al médico y al C. Este tendrá cuidado, siempre
salvaguardando cuidadosamente el secreto sacramental, de ilustrar la conciencia del técnico a
quien guiará a su P. El hecho de que un médico practique no siempre es razón suficiente de
una perfecta lealtad respecto de la moral cristiana.
Por otra parte, un excelente médico de familia puede no tener la competencia científica que
reclaman ciertos estados neuropáticos.

Artículo quinto.
LA GULA

I. GENERALIDADES.

649. 1º NATURALEZA y ESPECIES.


La GULA es un amor desordenado de los placeres de la mesa, de BEBER y de COMER.
Se pueden distinguir cuatro especies
“PRAEPROPERE”: Comer fuera de las comidas y sin razón.
“STUDIOSE”: Pecado de gastrónomos y de golosos.
“NIMIS”: Comer con exceso (glotonería).
“ARDIENTER”: Comer con avidez (glotonería).

650. 2º) PECADOS CONSECUENCIAS de la GULA.


a) DISMINUCIÓN de la PERSONA HUMANA.
La gula puede conducir a goces ridículos y excesivos —a intemperancias de la lengua— a
actitudes grotescas...
b) Si se trata de la EMBRIAGUEZ —es la PÉRDIDA de la RAZÓN y la SECUELA de
DIVERSOS PECADOS (blasfemias, imprecaciones, injurias, golpes, etc.).
651. 3º) MALICIA de la GULA.
a) EN SÍ.
Si no llega hasta a hacer perder el uso de la razón —no es más que pecado VENIAL.
b) En SUS CONSECUENCIAS.
Puede ser causa de pecados MORTALES: pérdida de la razón (ebriedad) —atentado grave
contra la salud —incapacidad para cumplir un importante deber de estado —gastos excesivos
y contrarios a la justicia o a la caridad —faltas a la ley del ayuno y de la abstinencia —
escándalo.

II. CONDUCTA DEL C.

652.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto a la especie de GULA.

237
El C.: “¿Se trata de la bebida? (ebriedad). ¿Se trata de la comida? ¿Fuera de las horas y sin
razón? ¿Goloso? ¿Come más de lo necesario? ¿Come con demasiada rapidez?
b) En cuanto a la gravedad (objetiva y subjetiva).
En caso de EBRIEDAD: “¿Ha perdido totalmente el uso de la razón? ¿Previó usted que
perdería el uso de la razón? Si esto sucede con frecuencia, debía saber usted a qué atenerse.”
c) En cuanto al número (véase 91-93).
d) En cuanto a los efectos y consecuencias.
El C: “¿No ha perjudicado gravemente el cumplimiento de su deber de estado, su salud?
¿A su familia, a la que priva de dinero? ¿No ha faltado a la ley del ayuno y de la abstinencia?”
“Cuando está usted en estado —de ebriedad— ¿profiere blasfemias?, ¿imprecaciones?,
¿injurias?, etc. ...”.
“¿Había previsto usted todos esos pecados cuando se puso a beber? —Si esto se produce
frecuentemente, ¿debe usted pensar mucho en ello de antemano, o por lo menos vagamente?”
e) En cuanto al escándalo (Cf. 94-95).
f) En cuanto a las ocasiones de pecados, recaídas —sobre todo si se trata de ebriedad
(Véase el Libro II, 251-253; también 258).
B.—Advertencia que hay que hacer.
Haga ver al P. las CONSECUENCIAS —próximas o remotas— que pueden resultar de la
gula, sobre todo de la ebriedad
C.— Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición:
a) Degradación de la persona humana, criatura racional hijo de Dios.
b) Grosería del placer, sobre todo si se trata de la embriaguez.
c) Pecados que resultan de ello: charlatanerías ridículas —bromas dudosas— a veces cosas
peores aún (blasfemias, imprecaciones, injurias, etcétera).
D.— Obligación que hay que imponer.
Sobre todo con relación a las OCASIONES de PECADOS y a las RECAÍDAS.
E.— Remedios que hay que prescribir.
a) Convencerse
1) De la grosería del placer; 2) de la degradación de la persona humana (sobre todo en la
ebriedad); 3) de la gravedad de los pecados que pueden seguirse.
b) Contemplar a Cristo y a los Santos.
N. S. ayunando en el desierto durante 40 días, —su sed en la cruz, —austeridad de San Juan
Bautista y de numerosos Santos.
c) Rogar para obtener la gracia de ser sobrio.
d) Obrar y abstenerse.
Abstenerse de comer, sin razón, entre las comidas —de procurarse platos demasiado finos
—de comer demasiado, demasiado rápido.
Espiritualizar el comer y el beber poniendo en ello una intención sobrenatural (“Benedicite”
y Acción de gracias).
Hacer —una pequeña mortificación— en cada comida.

238
F.— Penitencia que hay que imponer.
Inspirarse en los remedios que hay que prescribir.

G.— Absolución que hay que dar.


Véase el libro II: Absolución de los ocasionarios y de los recidivos.

Artículo sexto.
LA AVARICIA

I. GENERALIDADES.

653.— 1º) NATURALEZA y ESPECIES.


LA AVARICIA es un amor desordenado de los bienes de la tierra. Se puede ser avaro por:
1) APEGO EXCESIVO al dinero (culto del becerro de oro).
2) MANERA de ADQUIRIRLO (Procedimientos —injustos).
3) MODO de USAR de él (Tacañería, —capitalización excesiva —omisión de limosnas...).

654. 2º) PECADOS CONSECUENCIAS DE —LA AVARICIA.


A.— DUREZA de CORAZÓN para con los miserables.
B.— PREOCUPACIÓN EXCESIVA por el dinero.
C.— INJUSTICIAS (fraude, robo, violencia, etc.).

655. 3º) MALICIA DE —LA AVARICIA.


a) En sí.— Se opone solamente a la liberalidad y no constituye más que un apego excesivo
a los bienes de la tierra: VENIAL.
b) En sus consecuencias.— Acarrea PECADOS MORTALES contra la justicia y la caridad
—por acción u omisión.
Constituye un OBSTÁCULO a la PERFECCIÓN; el amor excesivo de los bienes de la tierra
tiende a suplantar el amor de Dios.

II.— CONDUCTA DEL C.

656.
A.— Integridad que hay que asegurar,
¡Sucede RARAS VECES que el P. SE ACUSE —ESPONTÁNEAMENTE de AVARICIA.
Teniendo en cuenta lo que se ha dicho en general a propósito de los pecados del P.
conocidos por otra parte (Cf. 350-355), podrá preguntar usted: “¿No está usted demasiado
apegado al dinero, a los bienes de la tierra?” (No emplear la palabra avaro que es muy fuerte).
“¿No está demasiado preocupado por estas cuestiones? ¿No tiene demasiado temor de que
le falten? ¿No es usted demasiado ávido de ganancias? ¿Demasiado ahorrativo? ¿Da bastante
para las buenas obras?”
En algunos casos podrá interrogar acerca de los pecados consecuencias de la avaricia
(injusticias con los familiares, en el comercio; omisiones graves desde el punto de vista de la
caridad para con el prójimo).

239
B.— Advertencia que hay que hacer:
Mostrar al P. que la avaricia corre el peligro de PASAR INADVERTIDA; cómo ella puede
ser causa de graves pecados contra la justicia y la caridad.

C. Contrición que hay que excitar.


Motivos particulares de contrición:
a) EN SÍ.— 1) Obstáculo para la verdadera vida cristiana: “Usted no puede servir a Dios y
a las riquezas”; 2) Falta de confianza en la Providencia.
b) En SUS CONSECUENCIAS.— La avaricia es fuente de numerosos pecados, más o menos
graves, contra la justicia y la caridad fraterna.
D.— Obligaciones que hay que imponer.
a) Reparación de los DAÑOS causados al prójimo.
b) Obligación de PIEDAD FAMILIAR o de CARIDAD.
c) CESACIÓN del ESCÁNDALO (Mal hecho a la religión cuando una persona —que
practica mucho— aparece como avaro). .

E.— Remedios que hay que prescribir;


a) Convencerse:
1) De la malicia de la avaricia y de sus consecuencias (véase arriba, núm. 655).
2) De la vanidad de la riqueza: ella no hace ni mejor, ni feliz.
3) De la fragilidad de la riqueza: pasa como la sombra (¡desvalorizaciones
contemporáneas!); corre el peligro de ser dilapidada por ladrones, pródigos, herederos
(Historia del rico y del campesino: Luc. Xll, 20-21).
b) Contemplar a Cristo y a los Santos.
1) ENSEÑANZA DE N.S. “Nolite thesaurizare vobis thesauros in terra... thesaurizate vobis
thesauros in caelo... quarite primium regnum Dei et iustitiam eius et omnia adjiciuntur vobis”
(Mt. VI, 19, 20, 23). “Quid enim prodest homini si universum mundum lucretur, animae vero
suae detrimentum patiatur?” (Mt. XVI, 26).
2) EJEMPLO DE CRISTO.— Rico, se hizo pobre.
Si hubiera un medio de perfección mejor que el desprecio de las riquezas, Él lo habría
escogido para darnos ejemplo... por consiguiente: pobreza del pesebre —de Nahareth de la
Vida pública— de la Cruz.
c) Rogar para obtener la gracia del desprendimiento de las riquezas, del amor a la pobreza.
d) Obrar —y— abstenerse.
No lamentarse —cuando hay pérdida de bienes o de dinero.
No buscar las ganancias con demasiada avidez.
Practicar generosamente la limosna. Visitar a los pobres.

F.— Penitencia que hay que imponer.


Inspirarse en los remedios que hay que prescribir.

G.— Absolución quo hay que dar.


Tener en cuenta las obligaciones impuestas y su ejecución.

240
Artículo séptimo.
LA PEREZA

I.— GENERALIDADES

657. 1º) NATURALEZA.— Tendencia a la ociosidad o por lo menos a la negligencia, al


entorpecimiento en la acción.
Si se refiere a la amistad con Dios, a causa de los esfuerzos exigidos para su conservación,
se llama ACIDIA —En este caso se aproxima a la tibieza espiritual.
Aquí se considera —la pereza— en general.

658. 2º) PECADOS CONSECUENCIAS DE —LA PEREZA.


La mayor parte de las obligaciones exigen un cierto esfuerzo que causa horror al perezoso.
Hay razón, pues, para decir que la pereza es la MADRE DE TODOS LOS VICIOS.

659. 3º) MALICIA De LA PEREZA —y— DE SUS CONSECUENCIAS.


a) En sí.— No parece que exista un mandamiento especial que imponga a todos la
obligación de trabajar.
Sin embargo, la pereza es una disposición viciosa, cuya gravedad se mide con la gravedad
de las obligaciones que ella hace descuidar.
Hace estéril nuestra vida; toda omisión, aunque no se trate de una obligación grave, es una
falta en que se incurre. Se hubiera podido glorificar más a Dios, crecer en su amor, y la pereza
nos lo ha impedido.
b) En sus consecuencias.— Gravedad de las obligaciones que ella hace descuidar.
Es especialmente grave —cuando hace omitir obligaciones religiosas esenciales y deberes
importantes de estado.

II.— CONDUCTA DEL C.

660.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto a la especie.
Hágale precisar al P. en qué ha sido perezoso:
El C.: “¿Perezoso —al levantarse?” ¿Perezoso —en el trabajo?”
“¿Qué obligaciones ha descuidado usted a causa de su pereza? —¿Obligaciones religiosas?
¿Deberes de estado?”
b) En cuanto a la gravedad (objetiva y subjetiva).
El C. . “¿Era importante la obligación que omitió?”
“¿Se dio usted cuenta de ello?”
c) En cuanto al número (Cf. 91-93).
d) En cuanto al escándalo (Cf. 94-95).
e) Ocasiones (Cf. 251-253).
f) Recaída (Cf. 258).

241
B.— Advertencia que hay que hacer.
Hacer ver al P. que la gravedad de la pereza depende de la gravedad de las OMISIONES que
resultan de ella.
PELIGRO de dejarse llevar de los HÁBITOS de PEREZA —aunque por el momento el deber
de estado no sea importante. Un día u otro el P. tendrá que cumplir con obligaciones graves
de justicia y de caridad —y la pereza de hoy, sin consecuencias importantes por el momento,
acarreará entonces numerosos pecados mortales.
C.— Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición.
a) Pereza —EN SÍ.
N.S. exige de nuestra vida —el rendimiento. Es necesario que el árbol produzca frutos:
“Succide illam, ut quid terram occupat?” Lc., XIII. 7; “Omnis ergo arbor quae non facit
fructum bonum excidetur et in ignem mittetur”, Mt., III, 10.
b) Pereza —en sus CONSECUENCIAS.
Motivos particulares de contrición propios de las diferentes obligaciones que se han
omitido.
D.— Obligaciones que hay que imponer.
Relativas a las diversas NEGLIGENCIAS que se deben reparar.
E.— Remedios que hay que prescribir.
a) Convencerse:
1) De la necesidad de producir fruto, de tener una existencia bien llena; 2) de la gravedad
de las omisiones que pueden resultar de la pereza; 3) del peligro de los hábitos de pereza —si
no en la actualidad, por lo menos para más tarde.
b) Contemplar a Cristo y a los Santos.
1) ENSEÑANZA DE CRISTO.— Véanse los textos arriba mencionados a propósito de la
contrición. La exhortación dirigida a los ociosos “Quid hic statis tota die otiosi?... Ite et vos in
vineam meam”, Mt., XX, 6.
2) EJEMPLO de N.S. Y DE LOS SANTOS.— N.S. trabajó durante toda su existencia (Vida
oculta y vida pública): Todos los santos han sido grandes trabajadores.
c) Rogar para obtener la gracia de saber hacer esfuerzos, de superar una dificultad.
d) Obrar.
Formarse la voluntad —habituarse primero a pequeños esfuerzos para hacerla enérgica para
el trabajo. Obrar con firmeza y constancia.
F.— Penitencia que hay que imponer.
Levantarse a la hora.
Hacer algún pequeño trabajo.
G.— Absolución que hay que dar.
Tener en cuenta las obligaciones impuestas.

CAPÍTULO SEGUNDO
LAS FRECUENTACIONES

242
Artículo primero.

GENERALIDADES
661. Las frecuentaciones son muchas veces ocasiones próximas de pecados mortales contra la
pureza1.
El C. podrá a veces presumirlo “a priori”; no lo comprobará con demasiada frecuencia sino
después de hecha la experiencia.
Por otra parte, para determinar la conducta del C. importa distinguir entre ocasión LIBRE y
NECESARIA.

662. 1º) Frecuentaciones —ocasiones NECESARIAS.


Las que se practican en vista del matrimonio —y de un matrimonio relativamente próximo.
En efecto: los jóvenes, antes de contraer matrimonio deben conocerse para saber si
realmente están hechos el uno para el otro. Habría graves inconvenientes en prohibir todos los
encuentros, aunque ellos sean peligrosos,

663. 2º) Frecuentaciones —ocasiones LIBRES.


—O porque no tienen en vista el matrimonio.
—O porque la fecha del matrimonio es demasiado remota.
En efecto no hay razones suficientes que puedan justificar esos encuentros peligrosos.
Deben ser categóricamente interrumpidos o por la menos diferidos hasta el momento en
que el matrimonio puede ser considerado como próximo.

664. 3º) Testimonios legítimos de afecto.


Se supone que se trata de novios que van a casarse en un futuro relativamente próximo.
Imposible dar reglas que valgan para todos.
De un modo general:
a) Están PERMITIDOS:
Abrazos honestos que tienen por fin manifestar y conservar el amor que conviene a los
novios.
Aun cuando tal testimonio de afecto produjera un placer de orden sexual2, los novios
pueden permitírselo, con la condición de que no se quiera directamente ese placer y de que no
haya peligro próximo de consentimiento (Cf. n. 628 E-a-b).
Sin embargo, si se advierte que está por producirse la polución hay que interrumpir lo antes
posible estas demostraciones de afecto.
b) Están PROHIBIDOS:

1 Algunos adolescentes de ambos sexos todavía muy jóvenes, tranquilizan su conciencia


diciéndose que ellos no hacen nada de malo y que no buscan más que una satisfacción
sentimental.
El C. no les reprenderá brutalmente. Trate de educarles el corazón: que guarden su corazón hasta el día en que
llegue el momento de darle seriamente, con toda su persona y para toda la vida.
2
Para la distinción entre el placer sensible –sensual –y carnal (sexual) –véase el núm 625.

243
Todo gesto que de suyo produzca un placer sexual Ej.: Tacto indecente —beso en la boca
cuando es activo de parte de los dos compañeros1, abrazo apasionado y prolongado (Aunque
los novios no consientan en el placer sexual —esos gestos estarían prohibidos: porque no son
necesarios como testimonio de afecto).

665. La cuestión del —escándalo.


Se plantea a veces a propósito de la actitud de los novios. Ellos deben tener en cuenta, en
su modo de comportarse, la presencia de hermanos y de hermanas, sobre todo si éstos están
en la edad de la pubertad o de la adolescencia.

Artículo segundo
CONFESIÓN de los P. que “frecuentan”

I.— DESCUBRIMIENTO de la OCASIÓN y su ESPECIE.


666.— El P. se ha acusado de pecados de impureza por medio de acciones —y con otros.
El C. debe procurar saber si el P. se halla en ocasión de pecado como consecuencias de las
frecuentaciones; si esa ocasión es próxima; si es libre o necesaria. De donde:
1º) (1er. PROBLEMA).— ¿Hay ocasión de pecados?
El C.: “Los pecados han sido cometidos con la misma persona? ¿Tiene usted
frecuentaciones?”
2º) (2do. PROBLEMA).— Ocasión —PRÓXIMA.
Si el P. ya ha cometido muchos pecados —véase si hay frecuencia absoluta o relativa (Cf.
ocasiones en general, n. 276-278).
Si el P. sólo comienza a “frecuentar”, para ver si hay ocasión próxima o no, hay que
considerar dos elementos: frecuencia y naturaleza de los encuentros de que se trata —y
fragilidad del P.
3º) (3er. PROBLEMA).— ¿Libre —o necesaria?
El C. hará diferentes preguntas:
a) “¿PUEDE USTED casarse? (Cuestión de edad —de situación—, de oposición razonable
de los padres)2.
b) “¿QUIERE VERDADERAMENTE casarse? (noviazgos serios —-o flirteos— o
diversiones más o menos malsanas)3.

1Es bien evidente que el beso “en plena boca” es beso de esposos. Pero el beso discreto “a
boca cerrada” no parece estar prohibido, sobre todo en los últimos tiempos del noviazgo, con
la CONDICIÓN de que permanezca recta la intención y de que no se pretenda expresar más que
el amor permitido durante el noviazgo.
Esta regla práctica está tomada dle folleto “DURANTE EL NOVIAZGO”, Abate Boussemort, 39, rue de la
Monnale Lille; este folleto está destinado en principio a los educadores. Se les puede dar para que lo lean a los
novios que preguntan cosas concretas; pero no hay que dejarle en sus manos.
2
Habrá imposibilidad –Si los dos jóvenes pertenecen a situaciones sociales demasiado diversas, si uno de
ellos es demasiado joven no tiene una posición bastante remunerada.
3
No hay, por lo general, voluntad de casarse —si las situaciones sociales son demasiado diversas —si desde
el comienzo el joven solicita a la joven al pecado —si después de un cierto tiempo todavía no se habla de
matrimonio —o si se lo aplaza indefinidamente.

244
c) “¿Y PRÓXIMAMENTE? (Salvo razones excepcionales, los noviazgos no deben
prolongarse más de un año.
Si el P. responde afirmativamente a las tres preguntas —ocasión NECESARIA. En caso
contrario —ocasión LIBRE.

III.— FRECUENTACIÓN —Ocasión LIBRE.

El P. ha respondido: no a una de las tres preguntas.

667. Situación del P.— El P. peca frecuentemente:


—Y no PUEDE casarse; —o no lo QUIERE;
—o NO PRÓXIMAMENTE.
A.— Advertencia que hay que hacer.
En general, se ha visto que había que advertir al P. en lo relativo a la obligación de romper
con la ocasión libre (Cf. 300-303).
Por consiguiente, usted no guardará silencio sino EXCEPCIONALMENTE. Tendrán que
estar reunidas simultáneamente las cuatro condiciones examinadas en detalle en el n. 301.
B.— Contrición que hay que excitar.
Motivos particulares de contrición señalados a propósito de los pecados de impureza (Cf.
630-C).
Insistir en los siguientes puntos:
“Peca usted con una persona que nunca será su legítimo cónyuge, o que no puede serlo sino
en un futuro indeterminado y muy lejano.
“El “FLIRTEO” es un juego malo y que puede conducir a lo peor”.
Si se trata del joven, hacerle ver que de ese modo puede romper el corazón y la vida toda
entera de la joven.
C.— Obligación que hay que imponer.
Aunque estos encuentros se produzcan con intervalos separados, son la consecuencia de un
estado permanente (lazo particular de amistad entre dos jóvenes).
Se trata, pues, de una ocasión CONTINUA.
a) De la misma obligación.
Salvo el caso excepcional en que el C. juzgue que debe guardar silencio (Véase arriba,
667-A) —exigir el alejamiento físico, la ruptura con la ocasión, teniendo en cuenta diversas
circunstancias:
1) Si las frecuentaciones no han de concluir en el matrimonio, exigir ruptura total y
DEFINITIVA con esta ocasión libre y continua (Cf. 287-B).
2) Si el matrimonio no puede tener lugar más que en un futuro bastante remoto, imponer la
separación TEMPORAL —tolerando a lo sumo algunas raras visitas que carezcan de peligro.
3) Si el P. NO es RECIDIVO —el C. puede contentarse a veces con una promesa de ruptura
definitiva o temporal.
4) Si el P. es RECIDIVO —exigir la prueba de hecho, es a saber la ruptura EFECTIVA, antes,
de dar la absolución.
b) Motivo de — la obligación impuesta.

245
Hacer ver al P. que sus frecuentaciones no tienen razón de ser —puesto que no se trata de
matrimonio, al menos por el momento
c) Medios de ejecución.
Casi siempre el P. no tendrá más que abstenerse para y simplemente de todo encuentro.
A veces el P. deberá explicar claramente a su cómplice —que él no quiere y no puede ya
mantener relaciones particulares de amistad, —que deja por consiguiente, de “frecuentar”,
propiamente hablando.
D.— Consejos que hay que dar.
Véase lo que se lea dicho a propósito de la impureza en general (n. 630-E). CONVENCERSE
de la malicia del flirteo, de las frecuentaciones irregulares —y, a la inversa, de la belleza del
matrimonio cristiano, preparado por una juventud casta.
E.— Penitencia que hay que imponer.
(Véase impureza en general, n. 630-F).
F.— Absolución que hay que dar.
Véase absolución de los ocasionarios libres en general (Cf. 287-C).
Si se trata de un recidivo, debidamente advertido —y aquí no hay lugar para distinguir entre
recidivo material y formal— llegar hasta a negarle la absolución, si es que no se ha efectuado
la ruptura (Cf. 292-B).

III.— FRECUENTACIÓN —Ocasión NECESARIA.

Se trata aquí de NOVIAZGOS LEGÍTIMOS.

668. Situación del P.— El P. peca frecuentemente


PUEDE casarse;
pero QUIERE casarse;
PRÓXIMAMENTE.
A.— Advertencia que hay que hacer.
A veces habrá lugar para precisar en qué consisten los TESTIMONIOS LEGÍTIMOS DE
AFECTO (Cf. 664).
Algunos novios se figuran que les es permitido todo, excepto el acto conyugal.
B.— Contrición que hay que excitar.
Motivos de contrición propios de la impureza en general (Cf. 630-C). Insistir en la noción
del amor verdadero a BASE de RESPETO; sólo él asegura un matrimonio FELIZ y CRISTIANO.
Entrenarse en el DOMINIO de SÍ, que es también necesario después del matrimonio.
C.— Obligaciones que hay que imponer.
Hacer moralmente remota la ocasión (véase lo que se ha dicho a propósito de la ocasión
necesaria en general, n. 305).
a) Disminuir la FUERZA de la OCASIÓN (Cf. 305-1º).
frecuencia
1) Limitar y de los encuentros.
duración

246
Imposible dar reglas que valgan para todos. Tener en cuenta las costumbres locales y las
circunstancias de personas más o menos frágiles.
En general dos visitas por semana y durante algunas horas son admisibles. Visitas
cotidianas y prolongadas apenas pueden tolerarse.
2) Evitar los encuentros
solitarios
2) Evitar los encuentros y
prolongados
Con mayor razón al anochecer.
Si los novios se encuentran en una sala aparte, que esté abierta la puerta; por lo menos que
los novios sepan que pueden ser sorprendidos de un momento a otro.
El momento de la despedida merece una atención particular.
3) Limitarse a los
testimonios legítimos
de afecto (Cf. 664).
b) Disminuir la FUERZA de la CONCUPISCENCIA (Cf. 305-2º).
c) Aumentar las FUERZAS ESPIRITUALES de RESISTENCIA (Cf. 305-3º).
D.— Consejos que hay que dar.
Véase lo que se ha dicho a propósito de la impureza en general (Cf. 630-E).
CONVENCERSE de la necesidad de respetar a la novia: prueba del verdadero amor y
preparación auténtica para el matrimonio cristiano.
E.— Penitencia que hay que imponer.
Véase impureza en general (n. 630-F). A veces —solicitando previamente la aceptación del
P. —imponer una RESERVA MÁS GRANDE en el transcurso del próximo encuentro.
F.— Absolución que hay que dar.
Véase regla general a propósito de las ocasiones necesarias (Cf. 310-B; 311-D; 315B).
Recordar que hay lugar para distinguir varias categorías de P.: No-recidivo; recidivo
ordinario (material o formal); recidivo formal inveterado.
Para los recidivos formales inveterados, véase más abajo, n. 671.

Artículo tercero
CONSEJOS DIVERSOS1

669.— 1º) Recomendación particular —A LA NOVIA.


Insista en la responsabilidad que ella tiene.
Casi siempre el joven tiene tendencia a mostrarse demasiado atrevido; a la novia le toca
oponerse suavemente, pero con energía.
Que se muestra FIRME en las primeras tentativas.

1
LECTURAS para RECOMENDAR: “Usted acaba de ennoviarse”: “Tu Novio te habla”, “Para un noviazgo
elegante”, Ediciones familiares 86, rue de Gergovic. “Tu Novia te habla”, 7 rue Coetlogon, París. “Por qué respeto
a mi novia”. Ediciones Obreras.

247
Si no bastan breves palabras para hacer reflexionar al novio, que la joven tenga la valentía
de afirmar que ella quiere HACERSE RESPETAR —y que ese respeto es la marca cierta del
verdadero amor.
Por otra parte, esta actitud no hará más que reforzar el amor del novio: deseará menos el
matrimonio si ya antes ha podido satisfacer todos sus deseos. En efecto: ¿qué pensaría de una
joven que cediera a todas sus iniciativas? ¿No temería que ella fuera a también accesible a
otro, ahora y después del matrimonio?
Advertir igualmente a la novia que el NOVIO siente más fácilmente la EMOCIÓN de los
SENTIDOS. Algunos testimonios de afecto podrían no traer inconvenientes para ella; quizás
no así para el novio. Que tenga cuidado de no provocar el pecado del novio y de tomar parte
en él1.

670.— 2º) Nuevos USOS QUE HAY QUE REPROBAR.


A.— PERMANENCIA de los NOVIOS bajo el MISMO TECHO.
Desde hace algunos años, por una razón o por otra, uno de los novios va a hospedarse
durante algunos días en la casa de sus futuros suegros.
Inútil subrayar los peligros de tal costumbre.
B.— VIAJES de NOVIOS SOLOS.
En el folleto “Durante el noviazgo”, citado más arriba (Cf. 664, en la nota), se lee: esos
viajes exigen almas muy puras y muy fuertes para no tener consecuencias graves, algunas
veces irreparables.
Los que creen que pueden permitírselos, si se consideran aisladamente, deberían negárselos
a sí mismos pensando que colaboran a establecer una costumbre que es ocasión de acciones
prohibidas para el conjunto de los novios.
N.B.— La responsabilidad de los padres está gravemente empeñada en la introducción de
estos dos usos.

671.— 3º) Novios recidivos FORMALES INVETERADOS.


Puede ser que tenga usted que tratar con novios que continúan pecando siempre con la
misma frecuencia y que no consiguen hacer moralmente remota la ocasión.
En consecuencia, debe usted considerar a su P. como recidivo FORMAL INVETERADO.
Para proceder mejor en este caso embarazoso vuelva a leer atentamente todo lo que se ha dicho
respecto de esta categoría de P. (n. 312-316).
Exija, por lo menos, que su P. pida a sus padres que vigilen más las entrevistas (frecuencia,
duración, modalidad). Esto puede hacerse con discreción y sin que la reputación de los jóvenes
quede gravemente dañada.

672.— 4º) Frecuentaciones y PROXIMIDAD DEL MATRIMONIO.


Los novios están expuestos a pensar con más frecuencia en el acto conyugal que pronto les
será permitido; por otra parte, no hay que temer tanto las consecuencias de este acto.
Por consiguiente, velar para que los encuentros sean más reservados aún.

673.— 5º) Responsabilidad de los PADRES.

1
Sin embargo, ella podría prestarse a testimonios de afecto que son exteriormente legítimos –aunque
sospechara una intneción menos buena de parte dle novio. Consiente en la acción exterior pero no en la intención
interior.

248
a) NOCIÓN.
Muchos padres, sea por ingenuidad, sea por negligencia dejan a los novios absoluta libertad
para que se vean cuantas veces quieran, donde quieran y como ellos quieran.
Su cooperación negativa puede ser gravemente culpable. Tienen una pesada
responsabilidad respecto de todo lo que concierne a la duración, frecuencia y modalidades de
los encuentros.
La determinación concreta de sus deberes deriva de lo que se ha dicho precedentemente en
los n. 608-C y 670.
b) ADVERTENCIA QUE HAY QUE HACER.
Hay padres que pueden estar en ignorancia invencible en lo que toca a sus omisiones
culpables.
Aplique usted las reglas generales relativas a la advertencia que hay que dar (Cf. Signos de
ignorancia invencible, 121-2º; reglas 123-134).
Podría haber fácilmente escándalo si se viera comulgar con frecuencia a padres que no
cumplen sus deberes en este punto (Cf. 128).

CAPÍTULO TERCERO
LAS DIVERSIONES PELIGROSAS
Artículo primero.
LOS BAILES

I.— GENERALIDADES.

674. A) BAILES y SALIDAS de BAILE.


Son con frecuencia una ocasión de flirteos peligrosos; si no gravemente culpables —o hasta
de contactos o excitaciones deshonestas.
Las tentaciones se originan del encuentro libre de los sexos: se hacen más fuertes por la
música, el uso abusivo del alcohol, el calor excesivo de los lugares con frecuencia mal
aireados, muy poco iluminados.
Más aún que las mismas danzas —la vuelta, que se realiza con frecuencia en la oscuridad
es ocasión de pecados mortales.
B) DIVERSAS CLASES de BAILES.
Todos no presentan peligros tan grandes:
a) Bailes de lugares malos.
Se realizan en tales condiciones, que son prácticamente para todos ocasión próxima de
pecados mortales.
b) Bailes en el interior de los cafés1.
Entre los bailes públicos, éstos son generalmente los mas peligrosos.
c) Bailes en la plaza pública.

1
Bailes en las “boites”, “dancings”, etc. El C. debe mostrarse muy ervero y tratar de desarraigar esta
costumbre, que cada día se introduce más entre nuestra juventud. (N. del E.).

249
Con la condición de que las parejas no se aparten del lugar de la danza, estos bailes son tal
vez los menos malos de entre los bailes públicos —sobre todo si se realizan pocas veces, por
ej.: con ocasión de las fiestas patronales, de la fiesta patria.
d) Bailes —privados (en general).
Teniendo cuidado de limitar las invitaciones a cierta clase de gente —y asegurando una
cierta vigilancia (género de danzas, su duración, bebidas, intervalos, hora de cierre, vuelta a la
casa...)— se pueden disminuir los peligros en algún modo.
e) Bailes —de familia.
Si no congregan más que a jóvenes serios —si algunos padres están presentes —si son
suficientemente vigilados como se ha dicho en d) —si no duran demasiado tiempo, —si no
acaban demasiado tarde por la noche— estos bailes de familia se pueden tolerar a veces como
un mal menor.

II.— CONDUCTA DEL C.

675.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto a la cosa en sí misma1. El C: “¿De qué bailes se trata? (Tiempo, lugar; públicos
o privados; clase de danzas... véase arriba n. 674).
“¿Ha cometido usted pecados contra la pureza? ¿Bailando? ¿Malos pensamientos, deseos,
conversaciones, actitud indecente?) ¿Fuera del mismo baile? (¿Tocamientos malos o algo peor
aún?)”.
b) En cuanto a la intención.
El C.: “No es solamente el arte del baile el que le atrae, ¿no es cierto? ¿Hay muchos otros
deseos, más o menos confesables, malsanos?”
c) En cuanto a la gravedad.
(De la cosa misma y de la intención).
d) En cuanto al número (Cf. 91-93).
e) En cuanto al escándalo (Cf. 94-95).
El C “¿No ha incitado a su compañero (a) a pecar? ¿Con sus palabras, con sus vestidos, con
su conducta en general?”
f) En cuanto a la ocasión de pecado.
1) ¿Hay ocasión —PRÓXIMA?
Considerar la frecuencia absoluta y relativa (Cf. 276-278).
2) ¿Hay ocasión —NECESARIA?
El C.: “¿Tiene usted razones serias para ir al baile? (Evitar el descontento grave del marido,
de los padres —evitar el ser mal visto por un superior jerárquico —necesidad de vigilar la
conducta del cónyuge, etc.)”2.

1
Por supuesto qu el C. observará mucha reserva y prudencia en su modo de preguntar en materia de impureza
(Cf. 629-A).
2
Si se tratara de una ocasión –REMOTA— de pecado, una causa razonable bastaría para excusarla (costumbre,
fiesta del casamiento, evitar desagradar al cónyuge, novio, necesidad de responder a una invitación de amigos,
de no exponerse al ridículo). Pero es preciso tener en cuenta que no cualquier compromiso justifica este hecho y
hace la ocasión “necesaria”. La causa debe ser verdaderamente “razonable”, es decir, proporcionalmente seria.
(N. del E.).

250
B.— Advertencia que hay que hacer.
Recordar que los MEJORES BAILES NO valen nada —que en ellos se cometen pecados con
más facilidad que uno se imagina —que sería mejor abstenerse de ellos en absoluto —que
conviene, en todo caso, asistir a ellos muy pocas veces. etc...
Además, ellos hacen perder el espíritu cristiano, el gusto por la piedad. Y luego no es en el
baile donde se encuentra un buen marido, etc.
Proceder por medio de advertencias, persuasiones, más que por medio de amenazas.
C.— Contrición que hay que excitar.
Véanse motivos propios de la impureza en general (Cf 630-C).
El baile excita la sensualidad la pasión, aparta de la confesión y comunión frecuentes, del
apostolado.
D.— Obligaciones que hay que imponer.
Atenerse a lo que se ha dicho de las ocasiones en general.
Aquí se trata de una ocasión libre: Véase 293-299. Si se trata de una ocasión necesaria hay
que convertirla en moralmente remota:
a) Para disminuir la FUERZA de la OCASIÓN.
Purificar la intención; tener el firme propósito de mantenerse en guardia contra el
compañero de donde viene particularmente el peligro: bailar pocas veces con él, obligarle a la
moderación por medio de una actitud más reservada. Cuidar la modestia de los vestidos y del
porte en general. Pedir ser acompañada por los padres, especialmente a la salida del baile.
Después del baile esforzarse por desechar los recuerdos malos o turbios.
b) Disminuir la FUERZA de la CONCUPISCENCIA (Cf. 305-2º).
c) Aumentar las FUERZAS de RESISTENCIA (Cf. 305-3º).
E.— Consejos que hay que dar.
Véase Impureza en general (Cf. 630-E).
F.— Penitencia que hay que imponer.
Véase Impureza en general (Cf. 630 E).
G.— Absolución que hay que dar.
Véanse las reglas dadas a propósito de las diversas especies de ocasionarios (Cf. ocasión
LIBRE: 295 y 297; NECESARIA: 307-B, 310-311-D y 315-B).
Si no hay ocasión próxima de pecar mortalmente —el C. no puede negar la absolución.

676.— Advertencia pastoral.


Curas y confesores deben ser severos con los que INTRODUCEN bailes en la región, danzas
nuevas inconvenientes, modas escandalosas en el vestir —o permiten sin razón suficiente que
tales desórdenes SUCEDAN EN SUS CASAS —o cooperan con ellos de una manera más o
menos próxima.
Con todo, proceder siempre con prudencia.

677. Algunas directivas de la J.A.C.— (según el libro RUSTICIDAD y HUMANISMO, núm.


402).
1.— Por ser un excitante, la danza no será más que uno de los medios de relaciones entre
muchachos y muchachas —y NO EL MÁS FRECUENTE.

251
2.— Ella tiene su lugar en los regocijos de bodas y en ciertas fiestas populares. NO HAY
QUE HACER DE ELLA LA DIVERSIÓN DE TODOS LOS DOMINGOS.
3.— Ceñirse, en cuanto sea posible, a las DANZAS REGIONALES (con la condición de que
sean verdaderamente decentes).
4.— Danzas al AIRE LIBRE —y, por lo tanto, salvo alguna excepción en pleno día.
5.— Ejecutarlas en una atmósfera familiar y en PRESENCIA de las FAMILIAS REUNIDAS.

678. Consignas prácticas dadas por —”Un jefe campesino: Emilio Coupet” —los
militantes jacistas.
Si los militantes jacistas juzgan que deben participar en los bailes públicos de fiestas
patronales, tomarán las siguientes precauciones:
1.— Ir a ellos en equipo y llevando la insignia.
2.— No bailar durante todo el baile con la misma compañera.
3.— No pagar la bebida a las jóvenes.
4.— Abstenerse de danzar cuando se piden ciertas danzas inmorales.
5.— No acompañar a las jóvenes a sus casas después del baile (página 65)1.

Artículo segundo.
TEATROS, CINE, ESPECTÁCULOS

I.— GENERALIDADES.
679. La asistencia a ciertos espectáculos ofrece un doble peligro:
a) En cuanto al —espectáculo mismo.
b) En cuanto a la —conducta de los espectadores.
a) El espectáculo en sí mismo.
Algunas piezas de teatro, ciertas películas de cine son peligrosas, ya sea para la FE (la
religión es presentada como nefasta, ridícula, infantil; doctrinas antirreligiosas), ya para la
MORAL (con frecuencia es escarnecida la virtud, exaltado el vicio; en cuanto a la impureza
hay teorías, palabras, canciones, exhibiciones más o menos obscenas).
b) La conducta de los espectadores.
El peligro puede provenir de los mismos espectadores sobre todo en las salas de cine
oscuras o poco iluminadas. Algunas personas, que se hallan una junta a la otra, tienen actitudes
inconvenientes y hasta se dejan llevar de tocamientos obscenos.

II.— CONDUCTA DEL C.

680.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto al texto mismo.
El C.: “¿De qué pieza se trataba? ¿De qué film? ¿Cómo estaba comentado ? ¿Se turbó usted
desde el punto de vista de la fe —pureza— moral en general?”

1
Estas consignas prácticas nos han sido indicadas por un cura amigo nuestro. Esperamos advertencias
análogas, de índole práctica, de parte de los amigos lectores; incluidas en una próxima edición, prestarían un gran
servicio al C. para mejor confesar.

252
“Y ¿con qué intención —fue usted a él?”
“¿Había algún otro motivo que no fuera el amor al arte?
b) En cuanto a la conducta de los espectadores.
El C.: “¿Ha tenido que tratar con compañeros más o menos malos?”
Según las respuestas o los silencios embarazosos del P., interrogará usted con prudencia
acerca de pensamientos, deseos, gestos,..
c) En cuanto a la gravedad —número— escándalo y sobre todo ocasión de pecado:
inspirarse en lo que se ha dicho respecto de los BAILES (Artículo primero).
B.— Advertencia que hay que hacer.
Muchos P. parecen ignorar o DESCUIDAR la GRAVEDAD de los pensamientos, deseos,
miradas (fe o pureza) que pueden resultar de los malos espectáculos. Hay que advertirles
acerca de este punto.
N.B.— Para los otros ELEMENTOS de una BUENA CONFESIÓN (contrición que hay que
excitar —obligaciones que hay que imponer..., etc.) —atenerse al artículo precedente.

Artículo tercero.
LECTURAS

I.— GENERALIDADES.

681.
A) (1ª Categoría).— Libros ex professo: obscenos o impíos.
Son ocasión de pecados mortales para muchos de la MAYORÍA DE LOS LECTORES.
De suyo caen bajo la condenación del INDEX.
B) (2ª Categoría).— Libros que contienen pasajes contra la fe y la moral.
Es el caso de muchas de las piezas de teatro y de novelas contemporáneas.
Son ocasión próxima de pecados mortales para la MAYOR parte de los lectores, sobre todo
para LOS MÁS JÓVENES.

II.— CONDUCTA DEL C.

682.
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto al espectáculo mismo.
El C.: “¿Era un libro verdaderamente inmoral, contra la religión —que tenía como objetivo
recomendar la impiedad, la inmoralidad? (1ª Categoría).
“¿Esos libros contenían solamente —PASAJES— contra la fe y la moral? “(2ª Categoría).
b) En cuanto a la intención.
El (C.: “¿Con qué intención hizo usted esa lectura? —¿No solamente por curiosidad, por
deseo de saber?..., ¿tenía claramente una intención más o menos turbia?”
c) En cuanto a la gravedad (la misma lectura o la intención).
d) En cuanto al número (Cf. 91-93).

253
e) En cuanto a la ocasión de pecado.
1. —¿Hay OCASIÓN?
El C: “Cómo se sintió impulsado a hacer ese libro? ¿Lo leyó en su casa? ¿Al ir a una
biblioteca? ¿Se lo prestó alguna persona?”
2.— Si la ocasión —es PRÓXIMA.
Examine frecuencia absoluta o relativa (Cf. 276-278).
3.— Si la ocasión próxima —es NECESARIA.
El C: “¿Tiene usted una razón seria para leer ese libro? ¿Asunto de estudios? ¿Tiene las
licencias exigidas desde el punto de vista del Index?”
B.— Advertencia que hay que hacer.
A veces el P. puede estar en ignorancia invencible en lo que se refiere a la obligación de
abstenerse de lecturas más o menos peligrosas.
¿Deberá usted advertirle, o guardar silencio? Aténgase a las reglas generales del Libro II
(Cf. signos de la ignorancia invencible: 121-2º; reglas 123-134).
En general, insista en el PELIGRO de las malas lecturas —aun para las personas preparadas.
Error del lector ordinario que piensa que pro sí mismo puede juzgar de la exactitud de las
doctrinas.
C.— Contrición que hay que excitar.
Motivos propios de los pecados contra la PUREZA (Cf. 630-C) y contra la FE.
D.— Obligaciones que hay que imponer.
a) Si hay ocasión libre y continúe (Ej.: libro que posee el P.), exigir la ruptura efectiva, la
destrucción del mal libro. Si no la primera ,vez por lo menos en caso de recaída, no dar la
absolución antes de que se haya verificado la destrucción.
b) Si hay ocasión necesaria:
1) Disminuir la FUERZA de la OCASIÓN; no detenerse en los pasajes malsanos y
peligrosos, no leer más que lo indispensable.
2) Disminuir la FUERZA de la CONCUPISCENCIA (Cf. 305-2º).
3) Aumentar la FUERZA de RESISTENCIA: además de lo que se ha dicho en el n. 305-3º,
tener buenas lecturas, capaces de combatir el veneno (sobre todo desde el punto de vista de la
fe) de las malas lecturas a las que se está obligado.
E.— Penitencia que hay que imponer.
A veces —buena lectura.
F.— Absolución que hay que dar.
Si es ocasión LIBRE y CONTINUA: Véase 289-C y 292-B.
Si es ocasión LIBRE Y DISCONTINUA: Véase 307-B, 310-B, 311-D y 315-B.

683. Advertencia pastoral.


Recordar a los padres y a los Superiores de comunidades, de instituciones religiosas, que
tienen el grave deber de VIGILAR a los hijos y subordinados desde el punto de vista de las
LECTURAS.
Un excelente medio de combatir las malas lecturas es el de difundir las buenas.

254
CAPÍTULO CUARTO
VESTIDOS INDECENTES
I.— GENERALIDADES.

684.
a) El vestido —en sí mismo.
Tiene por fin poner de relieve la belleza corporal; por lo tanto, de suyo es cosa indiferente.
El modo de llevar el vestido será acto de virtud si es conforme a la razón.
Abstracción hecha de la intención y del escándalo, el desorden moral puede ser sólo
VENIAL.
b) El vestido, considerado en la intención de la persona que lo lleva.
Desde este punto de vista, ponerse tal o cual vestido puede ser gravemente culpable: por
ej.: si la persona se propone provocar a los demás a pecar MORTALMENTE contra la pureza.
c) El escándalo.
Muchas mujeres, sobre todo entre las jóvenes, inocentes por otra parte, no consideran en
los desnudos de la moda más que la FALTA DE PUDOR; no es ésa, sin embargo, su malicia
más grande. La gravedad de las insuficiencias en el vestir nace de los PECADOS MORTALES
COMETIDOS POR LOS OTROS: miradas lúbricas, riesgos impuros, etc.
Y esta gravedad puede existir aunque la mujer no tenga ninguna intención culpable: puede
ser que quiera simplemente estar más a su gusto, hacer como todo el mundo...
Se trata aquí del ESCÁNDALO TEOLÓGICO propiamente dicho; él pertenece o una u otra
especie (diabólico, directo, indirecto).
En la hipótesis más favorable (ausencia de intención culpable), el escándalo no será más
que indirecto; sin embargo, puede ser pecado MORTAL.
d) Elementos que hay que considerar.
1) LA INDECENCIA —en sí misma.
Se ha visto más arriba (Cf. 635) que había que distinguir entre partes “inhonestae” y partes
“minus honestae”. Hay indecencia si estas partes del cuerpo están al descubierto o solo
cubiertas con un vestido más o menos transparente.
2) La NOVEDAD del vestir.
Algunas modas inconvenientes son más escandalosas al comienzo de su introducción que
al cabo de un cierto tiempo.

II.— CONDUCTA DEL C.

685.
A.— Integridad que hay que asesorar.
a) En cuanto al vestido en sí mismo.
El C: “¿Ha llevado usted vestidos indecentes? ¿Gravemente? ¿Ligeramente indecentes?”
Por su propia iniciativa no entre en detalles. A veces tendrá que responder a una pregunta
concreta del P. (Cf. 635).
b) En cuanto a la intención.

255
El C.: “¿Lo hizo usted para arrastrar a los otros al mal?”
c) En cuanto al número (Cf. 91-93).
d) En cuanto al escándalo.
El C.: “¿Se dio usted cuenta de que podía ser ocasión de pecados para su prójimo?”
B.— Advertencia que hay que hacer.
Muchos penitentes ignoran la gravedad de las modas indecentes en cuanto que la tal
gravedad resulta del ESCÁNDALO (Cf. 684-c).
Aplique las reglas generales del Libro II (signos de la ignorancia invencible, 121-2º; Reglas,
123-134).
N.B.— Para los OTROS ELEMENTOS de una buena confesión (contrición, obligación
etcétera), véase IMPUREZA en general.

CAPÍTULO QUINTO
EL PROBLEMA DE LA RESTITUCIÓN
Artículo primero
GENERALIDADES
686. Advertencia previa.— Nos contentaremos con recordar sumariamente algunos
principios. Deseamos únicamente ayudar al C. a darse cuenta mejor de los problemas difíciles
que pueden plantearse, y a que tome más conciencia de la obligación de interrogar a los P.
acerca de este punto.
Pero para resolver tal o cual caso complicado de conciencia el C. deberá acudir a los
Tratados de la Justicia y de la Caridad.

687. (1er. PRINCIPIO).— El P. pude estar obligado a restituir por 2 títulos diferentes:
1.— Posesión ilegítima;
2.— Daño injusto.
El primer título —POSESIÓN ILEGÍTIMA— no supone que el P. haya sido culpable al
entrar en posesión del bien de otro.
El segundo título —DAÑO INJUSTO— (por lo menos antes de la sentencia del juez) supone
que el P. ha sido formalmente culpable al causar injustamente el daño.
El P. puede estar obligado a restituir en razón de los dos títulos a la vez.

688. (2º PRINCIPIO).— La —posesión ilegítima— puede existir de 3 maneras diferentes.


1.— o de buena fe;
2.— o de mala fe;
3.— o de fe dudosa
Cada uno de estos modos de posesión ilegítima implica obligaciones diferentes.
— En cuanto a la restitución de la cosa en sí misma:
— En cuanto a la restitución de los frutos naturales, civiles, industriales.

256
689. (3er. PRINCIPIO).— El daño injusto— no da lugar a restitución sino cuando se
cumplen 3 condiciones juntas:
1.— El P. ha violado un derecho —estricto;
2.— ha hecho padecer realmente un daño que todavía actualmente existe;
3.— ha pecado formalmente —al causar el daño.
Esta última condición supone, por lo tanto, que el P. ha previsto suficientemente el daño
que iba a causar.

690. (4º PRINCIPIO).— El P. —cómplice— no está obligado a restituir más que:


—secundariamente;
—y en una cierta medida.
A.— Como el autor principal, el cómplice no está obligado a restituir sino en el caso de
que haya pecado formalmente.
B.— El P. no está obligado a restituir sino cuando los autores más directamente
responsables, dejan de hacerlo.
C.— El P. no está obligado a restituir sino en la medida en que ha influido en el daño
causado.

691. (5º PRINCIPIO).— El P. puede estar excusado de la restitución por razón:


—o de la prescripción;
—o de extrema necesidad;
—o de la compensación oculta.
Estas diversas nociones son delicadas pata precisar; su uso prudente exige diversas
condiciones. Acudir a los Tratados de Moral.

692. (6º PRINCIPIO).— El. P. puede estar —exento— de la restitución (al menos por un
tiempo):
—sea en razón de la libre renuncia del que tiene derecho;
—sea en razón de la imposibilidad, definitiva o temporal.

Artículo segundo
CONDUCTA DEL C.

693.— Examinaremos solamente tres elementos de la confesión: 1) Obligación que hay que
imponer; 2) Advertencia que hay que hacer; 3) Absolución que hay que dar.

I.— OBLIGACIÓN QUE HAY QUE IMPONER.


Estudiaremos:
1º) La misma obligación;
2º) Sus motivos.
3º) Sus medios de ejecución.

1º) LA OBLIGACIÓN DE RESTITUIR.

257
694. (Primer problema que hay que resolver).— ¿ESTÁ OBLIGADO EL P. A RESTITUIR?
En primer lugar tenga delante de los ojos los 3 primeros principios recordados más arriba:
los dos títulos de restitución (posesión ilegítima —y daño injusto—), así como sus respectivas
condiciones.
Si el P. es sólo —cómplice— acuérdese del Principio IV.
Situación del P.— La confesión espontánea del P. o las respuestas a sus preguntas le
hacen suponer a usted que tal vez hay lugar para la restitución.
Tendrá que hacer todo lo posible para salir de la duda y aclarar la situación del P. y sus
obligaciones.
Advierta que puede pecar mortalmente por omisión.
Vuelva a leer atentamente todo lo que se ha dicho en el Libro II: Errores del C. referentes
a la obligación de restituir (Cf. 235 a 241). Adquiera también conciencia de su responsabilidad,
muy grave, y de las serias consecuencias de descuidos eventuales... A veces podrá estar
obligado usted mismo a restituir.
Por consiguiente debe interrogar al P.:
1.— (En cuanto a la POSESIÓN ILEGÍTIMA):
“¿Esa cosa es realmente suya? ¿Sabía usted que no era suya? (mala fe). ¿Dudaba claramente
de ello? (fe dudosa). Entonces ¿pensaba verdaderamente que con seguridad era suya? (buena
fe).”
2.— (En cuanto al DAÑO INJUSTO):
“¿Ha violado usted el derecho del prójimo? (salud, libertad, reputación, bienes materiales,
etcétera). ¿Ha sufrido la persona un daño que todavía dura? ¿Se dio usted cuenta del daño que
le iba a causar?”
Haga también preguntas auxiliares;
“¿Ya ha hablado de esto en confesión? ¿Le ha dicho el C. que restituya, que repare el daño?
¿Por qué no lo ha hecho aún?.... etc.
a) (1ª hipótesis).— Y el caso de conciencia no es difícil. Usted es capaz de resolverlo
con claridad y certeza.
Si la obligación de restituir es CIERTA y si no hay por qué guardar silencio (véase después
n. 700-701), debe decirle claramente al P. —siempre evitando el ser seco— cuál es, su deber.
Si la obligación es INCIERTA —no podrá imponer estrictamente la restitución. A veces
podrá aconsejarla o sugerir una compensación parcial.
b) (2ª hipótesis).— Y el caso de conciencia es complicado. No llega usted a ver claro en
seguida.
El C.: “Por el momento no puedo darle una solución precisa y con certeza suficiente”.
“¿Puede venir a verme de nuevo de aquí a un tiempo?
“En caso de que pueda —¿me permite consultar ocasionalmente a un especialista? Por
supuesto que él no sabrá que se trata de usted.
“En caso de que no pueda —¿está decidido desde ya a aceptar la solución que se le dé más
tarde, ya sea que se la dé yo, ya sea que se la dé otro C.? —Si tal es su disposición, puedo darle
ahora mismo la absolución.
NOTA.— Al dar una absolución de la que usted no está suficientemente cierto (tener en
cuenta la importancia de la restitución eventual), podría cometer un pecado y quedar usted
mismo obligado a la restitución (Cf. 236-239).

258
695. (2º problema que hay que resolver).— EL P. OBLIGADO DE SUYO A RESTITUIR, ¿ESTÁ
EXCUSADO DE ELLO:
—O EN RAZÓN DE LA PRESCRIPCIÓN,
—O EN RAZÓN DE LA EXTREMA NECESIDAD,
—O EN RAZÓN DE LA COMPENSACIÓN OCULTA?
La mayoría de las veces verá usted fácilmente que no existen estos motivos de excusa.
En la hipótesis contraria, se verá usted obligado a recurrir a sus Tratados de Moral antes de
dar una solución.

696. (3er. problema que hay que resolver). EL P., OBLIGADO DE SUYO A RESTITUIR, ¿ESTÁ
DISPENSADO DE ELLO:
EN RAZÓN DE LA LIBRE RENUNCIA DEL QUE TIENE DERECHO?
Como C. usted no tiene facultad de dispensar al P. de la obligación de restituir. Sólo podrá
—presumir razonablemente— que el que tiene derecho renunciaría a la restitución.
Tenga cuidado con presumir demasiado fácilmente esta renunciación. Demos algunos
ejemplos:
1.— Un cónyuge o un hijo ha tomado cosas de poco valor y las ha consumido.
2.— Un sirviente ha robado alimentos ordinarios y los ha consumido (si los hubiera
vendido, obligarlo a restituir).
3.— Un empleado ha sido reprendido y echado a la calle por robo, sin que el patrón haya
hecho alusión a la restitución.
4.— Personas pobres han cometido pequeños robos un poco por todas partes, o hasta han
robado a una persona, pero sin que eso sea frecuente ni importante.

667. (4º problema que hay que resolver).— EL P., OBLIGADO DE SUYO A RESTITUIR, ¿ESTÁ
DISPENSADO DE ELLO —AL MENOS PROVISORIAMENTE— PORQUE ESTÁ:
— O EN LA IMPOSIBILIDAD FÍSICA,
— O EN LA IMPOSIBILIDAD MORAL DE RESTITUIR?
El P. se halla en estas condiciones si al restituir debe abandonar una situación social que ha
logrado definitivamente, o si pierde un bien de mayor valor (vida, reputación).
Situación del P.— El P. asegura que no puede restituir el bien que posee
ilegítimamente, o que no puede reparar el daño causado.
Examine usted cuidadosamente:
1º) Si la dificultad del P. es verdaderamente —grave— y verdaderamente —insuperable.
2º) Si la dificultad es —definitiva—o sólo —temporal.
El C.: 1) “¿Hace muchos gastos —superfluos— que puede suprimir?” 2) “¿Puede hacer
economías —en sus gastos diarios?” 3) “¿Puede trabajar —para ganar algo que pueda ahorrar?
4) “Si no puede restituirlo todo de una vez, hágalo por partes y lo más pronto posible”.
Si no hay una razón suficiente para diferir la restitución, no puede usted permitir tal dilación
al P.
Si hay razón sólo para diferir, no puede eximir al P. de un modo definitivo.

2º) MOTIVOS DE LA OBLIGACIÓN

259
698. El C.: “¿Cómo quiere usted ser perdonado si no devuelve el bien que no es suyo, si no
repara el daño que ha causado?
“Retener el bien del prójimo no es menos culpable que robarlo; es como un robo continuo.
Hay que elegir: o ir al infierno por toda la eternidad —o devolver el bien que no le pertenece.
Dios no bendecirá los bienes que usted posee legítimamente si retiene injustamente los
bienes de los demás.”

3º) MEDIOS DE EJECUCIÓN


699. Indique al P. los diferentes medios de restituir —en particular los que dejarían intacta su
reputación.
Ej.: Por cheque postal enviado bajo nombre ficticio —por medio de un regalo ficticio —
por medio del trabajo (procedimiento práctico para el obrero)— por medio de limosnas (sólo
en la hipótesis de que no se pueda restituir a la persona perjudicarla) —por el testamento —
por una persona que haga de intermediario.
Nota.— No acepte fácilmente ser esta persona intermediaria por temor de violar el secreto
sacramental. A veces si usted ha creído bueno encargarse de la restitución, hará bien en recurrir
usted mismo a otro sacerdote, como a intermediario.

II.— ADVERTENCIA QUE HAY QUE HACER


700. PRINCIPIO.— Aplique las reglas generales que se han estudiado en el Libro II (n. 120
a 134).
Situación del P.— El P. está en ignorancia respecto de su obligación de restituir (no
sabe que está obligado a devolver o a reparar, o que está obligado in solidum —o que debe
restituir el todo inmediatamente, etc.). ¿Qué hará usted?:
Examine primero si la ignorancia es vencible o no (Cf. 120-121):
La ignorancia invencible puede más fácilmente existir en casos de justicia complicados.
En esta última hipótesis, examine usted si hay lugar para advertirle (Cf. 123 y siguientes).
Pero no presuma con demasiada facilidad que hay ignorancia invencible — o que el P. no
hará caso de su advertencia.

CASO PARTICULAR
701.
El P. está a punto de morir.
Ante todo. tenga cuidado de no perturbar la buena fe del P. (siempre que ella exista).
Si el P. llegara a comparecer delante de Dios en mal estado de conciencia estaría perdido
para toda la eternidad. No advierta al moribundo que está en ignorancia invencible, si usted
no está totalmente seguro de que podrá restituir.

III.— ABSOLUCIÓN HAY QUE DAR.


702. PRINCIPIO.— De un modo general, si el P. acepta ejecutar la restitución que usted le
impone, o promete aceptar la obligación que le será precisada ulteriormente (por usted mismo
o por otro C., debe considerarlo como bien dispuesto.
Sin embargo, en ciertos casos (véase más abajo), diferirá usted la absolución hasta el
momento en que se haya efectuado la restitución.

260
Cuando el P. se niega a restituir, —y si persiste, a pesar de los esfuerzos de usted, en sus
malas disposiciones— debe llegar hasta a negarle la absolución.

703. Situación del P.— 1º) El P. no acepta la obligación de restituir que usted le impone.
(Ej.: 1) No quiere restituir, cuando podía hacerlo desde ya; 2) Actualmente no puede restituir
—pero no quiere emplear los medios para poderlo hacer más adelante; 3) podría restituir el
todo —pero no acepta hacerlo más que en parte. ¿Qué hará usted?
El P. está mal dispuesto. Por lo tanto, usted debe hacer todo lo que pueda (orar y exhortar)
para DISPONERLO BIEN.
Indíquele con precisión los límites de su obligación reduciéndola al mínimo estricto; hágale
ver el valor de los motivos (Cf. arriba, n. 698); indíquele los medios más fáciles de ejecución
(Cf. 699).
Si, a pesar de todo, el P. persiste en su actitud negativa, usted se verá forzado a negarle la
absolución. Hágalo con todos los miramientos indicados en el (Libro II, n. 204).

704. Situación del P.— 2º) El P., ya advertido precedentemente acerca de su obligación
de restituir, todavía no ha hecho nada.
La presencia permanente del bien que hay que restituir constituye una ocasión LIBRE y
CONTINUA. Por otra parte, pese a la advertencia del C., el P. todavía no ha restituido nada:
es, por consiguiente, un RECIDIVO.
Aplique a este caso particular las reglas generales del Libro II, n. 290-292. No hay absolución
antes de la RUPTURA EFECTIVA.
El C.: “Ha prometido ya muchas veces que va a restituir, y no lo ha hecho. Por interés de
su misma alma es mejor que yo le dé la absolución sólo cuando haya hecho usted lo necesario...
Arregle su asunto cuanto antes —y ¡con qué alegría le daré la absolución!...”

705. Situación del P.— 3º) El P. todavía no ha sido advertido acerca de su obligación de
restituir; por lo tanto, es la —primera vez— que el C. lo intima a que devuelva lo que no
le pertenece.
El P. no es RECIDIVO.
Sin embargo, como se ha dicho, en general, a propósito de la OCASIÓN LIBRE y
CONTINUA (Cf. 286-287), aun cuando el P. se confiesa por primera vez, es mejor casi siempre
diferir la absolución hasta la ruptura EFECTIVA. (De modo que usted mantendrá generalmente
el mismo lenguaje que en 2º).
Podría suceder que el P. pareciese enteramente decidido a restituir y cuanto antes; en ese
caso podría absolverlo de inmediato, sobre todo si se trata de una suma poco considerable y si
hubiera algún inconveniente diferir la absolución. Pero entonces procure que el P. precise
claramente cuándo y cómo piensa restituir: las promesas vagas por lo general no sirven para
nada.

IV.— COROLARIO.
ALGUNOS ERRORES QUE EL C. DEBE EVITAR
PRINCIPIO.— Las cuestiones de restitución son delicadas. El C. está pues, expuesto a
cometer errores que pueden ser graves. Señalemos algunos de ellos.

706. 1º) (PRIMER ERROR).— En materia leve ¡no hay lugar a restitución!

261
¡Pero sí que la hay! Sólo que la obligación no es más que “subveniali”. —Debería usted
urgir con frecuencia la obligación, aun con los niños, por temor de que el P. no se forme el
hábito de multiplicar las pequeñas injusticias, y acabe por cometerlas graves.

707. 2º) (2º ERROR).— Pequeños robos, pequeños perjuicios repetidos no pueden constituir
nunca una materia grave con obligación —grave— de restituir.
¿En qué queda entonces la UNIDAD MORAL, en razón —o de la intención —o de la
adición.

708. 3º) (3er. ERROR).— Cuando la persona perjudicada ha muerto, o cuando se trata
de una Sociedad —¡basta darlo a obras buenas!
De ningún modo —El P. debe restituir a los herederos del difunto o a los administradores
de la Sociedad (con mandato de indemnizar a dicha Sociedad).

709. 4º) (4º ERROR).— Cuando el P. ya no sabe cuál es la persona que ha sido
perjudicada —¡basta darlo a obras buenas!
El P. se halla en un caso de duda; debe comenzar por hacer todos sus esfuerzos para
eliminarla, y por consiguiente para investigar quién ha sido perjudicado. —Si la investigación
no da resultado, entonces el P. deberá darlo a obras buenas.

CAPÍTULO SEXTO
SENTIMIENTOS DE ENEMISTAD
I.— GENERALIDADES

710. Advertencia previa.— Esta cuestión debe atraer especialmente la ATENCIÓN del C.;
porque se encuentran personas que se acercan frecuentemente a los sacramentos y no
satisfacen a las exigencias fundamentales del amor del prójimo.

711. 1º) NOCIONES Y PRINCIPIOS.


a) Sentimientos. —interiores— de enemistad.
Respecto del prójimo no basta observar —exteriormente— una actitud correcta; también
es necesario arrojar del corazón todo sentimiento de enemistad.
b) Manifestaciones —exteriores— de enemistad.
Los signos exteriores deben corresponder a los sentimientos interiores; por lo tanto, hay
que evitar tacto lo que manifieste al exterior una aversión del alma. (Ej.: Volver la espalda, no
saludar, no responder al saludo, etc.).
c) Resistencia a reconciliarse.
Un cristiano no puede permanecer voluntariamente en estado de enemistad con nadie. Peca
mortalmente si rehusa reconciliarse.

712. 2º) ACTITUD GENERAL DEL C.


Tiene que dar prueba de mucha PACIENCIA y de PRUDENCIA.
Demuestre su compasión al P. por todo el mal que se le ha hecho; escuche sus largas quejas.
Tenga cuidado de aparecer como el abogada de la parte contraria. Que el P. se dé cuenta de
que usted quiere realmente su bien.

262
II.— SENTIMIENTOS —INTERIORES— DE ENEMISTAD
—SUS MANIFESTACIONES EXTERIORES.
La CONDUCTA DEL C. exige mucha atención y tacto.

713. Situación del P.— El P., sea espontáneamente, sea después de sus interrogaciones, le
manifiesta —que él no quiere a tal persona, que no la puede aguantar, etc....
A.— Integridad que hay que asegurar.
a) En cuanto al pecado mismo.
Problema que hay que resolver: ¿EL P. TIENE VERDADERAMENTE ODIO?
1) Preguntas relativas —a los sentimientos interiores de enemistad.
El C.- “¿Desea usted verdaderamente el mal a esa persona? ¿Y el mal por el mal?1. ¿Desea
que se lo hagan? ¿Se siente desgraciado cuando le sucede algo bueno?
2) Preguntas relativas —a las manifestaciones exteriores de enemistad.
El C.: “¿Hay en su actitud exterior algo que deje ver que quiere el mal para esa persona?”
(Ej.: negarse a saludar, a prestar algún servicio etc.).
Si el P. responde: sí —a una de las dos series de preguntas usted lo considerará como que
tiene ODIO.
b) En cuanto a la gravedad.
Juzgue usted acerca de la importancia del mal deseado —acerca de la significación de tal
actitud exterior frente a tal o cual persona.
c) En cuanto al número (Cf. 91-93).
d) En cuanto al escándalo (Cf. 94-95).
Insista en este punto: El espectáculo de los que practican y no aman a su prójimo hace
mucho mal a la religión.
En cuanto a los ocasionarios (Cf. 251-253) y recidivos (Cf. 258).
B. Advertencia que hay que hacer.
a) El P. puede estar en una ignorancia más o menos vencible en cuanto a determinadas
obligaciones de amor al prójimo y en cuanto a su gravedad. Adviértale por el interés de su
alma, y con mayor razón a causa del escándalo posible.
b) A veces tendrá que explicar la diferencia que existe entre el —odio— propiamente dicho:
—y el deseo del mal por una razón legítima.
—y el recuerdo doloroso de una ofensa recibida;
—y una antipatía natural no consentida (Véase la distinción entre tentación en general y
pecado, núm. 474).
c) Distinga igualmente entre: manifestaciones ordinarias de afecto —y manifestaciones
excepcionales. En general, éstas no son obligatorias, aun cuando se hayan hecho
anteriormente.
C. Contrición que hay que excitar.

1
Se puede desear el mal a una persona por dos razones legítimas: por ej.: porque persigue a la Iglesia. En ese
caso no se le desea el mal por el mal –sino en cuanto que ese mal impide un mal mayor: es la aplicación del
principio general del “minus malum”.

263
Motivos particulares de contrición:
a) Nada más opuesto al gran mandamiento de Cristo.
b) Obstáculo a la eficacia de la Eucaristía.
c) Escándalo para los incrédulos: “¿¿¡¡Con esta señal se conocerá que os amáis los unos a
los otros!!??
D.— Obligación que hay que imponer.
a) LA OBLIGACIÓN MISMA.
1) Rechazar todo odio interior, todo deseo del mal por el mal.
2) Evitar toda manifestación exterior de enemistad1 (Véase más arriba, núm. 711-b).
b) MOTIVO DE LA OBLIGACIÓN.
Véase lo que se ha dicho a propósito de la contrición que hay que excitar.
E. Penitencia que hay que imponer.
Después de haber obtenido el consentimiento del P., puede imponerle —sea una oración
especial por la persona a la que detestaba —sea una manifestación ordinaria de afecto.
F. Absolución que hay que dar.
No dé la absolución si el P. no promete —seriamente y con claridad —cumplir las
obligaciones que usted le ha impuesto.
Si el P. es recidivo, véase el Libro II (Recidivo material: 266-E; Recidivo formal: 269-D).

III.— RESISTENCIA A RECONCILIARSE.


Examinemos en detalle las OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER.

714. Situación del P.— El P. está —enojado— con una tercera persona.
Consideramos sucesivamente: 1) La obligación misma; 2) Sus motivos; 3) Medios de
ejecución.
1) LA OBLIGACIÓN MISMA.
A.— (1ª hipótesis).— Y el P. de ningún modo ha agraviado.
El C.: “Debe usted perdonar desde el fondo del corazón2, aceptar la reconciliación que le
es propuesta.
N.B.— El P. puede, por otra parte, exigir las reparaciones que le son debidas. .
B.— (2ª hipótesis).— Y el P. ha agraviado.
(El solo ha sido el ofensor —o él es quien comenzó —o el que ha ofendido más
gravemente).
El C.: “Debe usted: 1) Reparar los agravios que ha hecho; 2) tratar de reconciliarse.”
C.— (3ª hipótesis).— Y hay agravios de ambas partes.
El C: “De todas maneras usted está obligado —a perdonar. Y yo le —aconsejo— que dé
usted los primeros pasos para la reconciliación.

2) MOTIVOS DE LA OBLIGACIÓN.

1
Si el P. es gneroso usted puede aocnsejarle (sin obligarle a ello) que vaya más allá de lo que estrictamente
se prescribe.
2
Ver nota anterior.

264
a) ¡Es glorioso perdonar!
San Juan Crisóstomo asimila este paso al martirio, Sacrificio muy agradable a N.S.
b) ¡Va en ello su propio interés!
Medite el Padrenuestro: “Perdónanos... como nosotros perdonamos...”
No hay otro medio: o perdonar o renunciar al cielo.
Renunciar a la venganza o a la misericordia de Dios.
c) Considere las enseñanzas y el ejemplo de Cristo.
La parábola del deudor insolvente. Hay que perdonar hasta setenta veces siete veces. N. S.
sobre la Cruz: “Dimitte illis...” ¡N.S. le ha perdonado a usted tantas veces en el confesonario!
Y los ejemplos de los Santos (David, San Esteban, etc.).

3) MEDIOS DE EJECUCIÓN.
No siempre es necesario pedir perdón expresamente; se puede hacer eso de un modo
equivalente —prestando un servicio —dando muestras manifiestas de afecto —o hasta (según
la fina advertencia de Santo Tomás) pidiendo un favor a aquél que le ha ofendido a usted.

715. Absolución que hay que dar.


Aunque el P. esté bien dispuesto, usted juzgará a veces conveniente diferir la absolución
hasta que se haya efectuado e paso de la reconciliación (para más detalles, véase el n. 201-2º).
Esta advertencia vale con más razón para los recidivos.

265
SEXTA PARTE

LA VIDA ÍNTIMA DE LOS ESPOSOS


SECCIÓN PRIMERA
“DE USO MATRIMOII” [El uso del matrimonio]
PREÁMBULO
INFORMACIÓN TÉCNICA Y PROFESIONAL DE LOS ESPOSOS

716. SU NECESIDAD.— La Moral Conyugal no es otra cosa que la aplicación de las grandes
virtudes de caridad, justicia y pureza a los problemas concretos de la vida íntima de los
esposos. Ella supone un cierto conocimiento técnico de los gestos de amor y de lo que se
podría llamar: habilidad profesional. Es pues, indispensable que los esposos estén
CONVENIENTEMENTE INFORMADOS.

717. INCOMPETENCIA DEL CONFESOR, PROHIBICIÓN DE INFORMAR A LOS


ESPOSOS.—¿Es necesario decir que el C. no está capacitado para instruir a los esposos en
este punto? La dirección espiritual no debe entrar nunca en detalles demasiado precisos.
El Monitum del Santo Oficio (16 de mayo de 1943) declara: “que el Confesor recuerde de
una manera absoluta que es el cuidador de las almas —y no el del cuerpo el que le ha sido
confiado. No tiene que dar consejos referentes a la medicina y a la higiene. Si juzga que esos
consejos interesan a la conciencia de su penitente, remitirá a éste a una persona competente,
prudente e informada de la moral católica''.
N.B.— La advertencia del P. Vermeersch (“Theologia Moralis” Tomo IV núm. 144) no
será superflua: “Ne ignoret sub intensae pietatis velamine posse paranoiam religiosam, quae
in morbida sed vehementissima concupiscentia radicatur. Ne ignoret personas esse quibus, ad
experiendam voluptatem, satis est de rebus sexualibus cum alio loqui. Huiusmodi ergo
personae, praesertim innuptae feminae infimas satisfactiones in ipso poenitentiae tribunali
quaerere possunt.”

718. MEDIOS DE INFORMACIÓN.—Se pueden indicar dos principales:


1) Lectura de obras aprobadas1:
Por ej.: “LIBRO DEL ESPOSO” y “LIBRO DE LA ESPOSA”, por Pedro Dufoyer
(Castermann).
2) Consulta hecha a un médico católico y respetuoso de la doctrina de la Iglesia.— No
basta que un médico sea católico práctico para que se pueden seguir sus consejos con los ojos
cerrados. También es necesario que conozca el Catecismo conyugal y que se conforme con
sus exigencias.
El confesor debe conocer médicos de quienes pueda uno fiarse; hará bien en tomar contacto
con ellos y en indicarles las mencionadas obras; les avisará, asimismo que algunas personas
podrán acudir a consultarles de su parte.

1
No es necesario que el confesor haya leído personalmente los libros destinados especialmente a las personas
casadas. El estudio atento de esta sexta parte debe bastar para resolver los diversos problemas referentees a la
vida íntima de los esposos.

266
N.B. El sacerdote deberá dar prueba de discreción en la indicación de estos medios de
información (Cf. el núm. siguiente).

719. OFICIO DEL DIRECTOR DE CONCIENCIA.— En principio será el director de


conciencia y no un confesor pasajero quien tratará estas cuestiones delicadas.
Con el MARIDO —el sacerdote podrá proceder bastante abiertamente; a un penitente
habitual podrá indicarle tal o cual libro, recomendarle que se dirija a un médico.
Con la ESPOSA —el sacerdote deberá mostrarse mucho más circunspecto. Sabrá aguardar
la ocasión propicia para hablarle: algunas acusaciones, algunas inquietudes de conciencia le
pueden hacer ver que la penitente tiene necesidad de ser ilustrada. No podrá recomendarle
directamente la lectura de alguna de las obras indicadas más arriba —porque si el esposo
llegara a saber —y siempre se puede temer esto —que es un sacerdote el que le dio esta
información ¿no se escandalizaría? o por lo menos ¿no se molestaría?
La mejor solución parece ser la siguiente (Ella supone que el sacerdote está en contacto con
algún médico, de la manera indicada en el núm. 718-2): Decir a la penitente: “Según lo que
usted me dice —usted debe ignorar algunos puntos importantes de la vida íntima de los
esposos; este asunto pertenece más al médico que al confesor. Por consiguiente, vaya a ver de
mi parte al doctor X... y expóngale sus dificultades”.

CAPÍTULO PRIMERO

“DE LICITIS ET ILLICITIS” [Lo lícito y lo ilícito]


720.— PRINCIPIOS FUNDAMENTALES.
1º) Quidquid fit secundum generationem prolis aut alium finem honestum, licitum est. [Es
lícito todo lo que se hace según la generación de la prole o por otro fin honesto.]
2º) Quidquid fit contra generationem —mortale est. [Es mortal lo que se hace contra la
generación.]
3º) Quidquid fit praeter generationem vel finem honestum, i.e. ex sola voluptate, veniale
est. [Es venial lo que se hace al margen de la generación, o de un fin honesto, es decir, por
sólo el placer.]

Artículo primero
“DE ESSENTIA ACTUS CONJUGALIS” [La esencia del acto conyugal]

Examinaremos sucesivamente el acto normal y los actos más o menos defectuosos.

I.— Acto CONYUGAL NORMAL.

Hay que distinguir la obra del hombre y la obra de la naturaleza.

721. 1º) OBRA DEL HOMBRE.

a) Penetratio vaginae (cópula) [La penetración vaginal.]

267
b) Effusio seminis intra vaginam (Reflejo procreativo).
A) 3 ELEMENTOS objetivos [La efusión del semen dentro de la vagina.]
c) Retentio seminis in vagina (Respeto de la simiente de
vida). [La retención del semen en la vagina.]

N.B.— La pollutio feminea [La polución femenina] (orgasmo femenino) aunque favorece
el encuentro del semen y del óvulo, no constituye un elemento esencial del acto conyugal.

a) Voluptas plena viri [El placer pleno del varón]


B) 2 ELEMENTOS subjetivos
b) Voluptas plena mulieris. [El placer pleno de la mujer]

N.B. —El primer elemento subjetivo (voluptas plena viri [el placer pleno del varón]) resulta
necesariamente del segundo elemento objetivo (effusio seminis intra vaginam [la efusión del
semen dentro de la vagina]): el hombre experimenta siempre la satisfacción completa cuando
es respetada la naturaleza del acto conyugal.
El segundo elemento subjetivo (voluptas plena mulieris [el placer pleno de la mujer])
resulta de la “pollutio feminea” [“polución femenina”] que, lo acabamos de decir, no
constituye un elemento objetivo esencial: sucede que la mujer no ha experimentado la
satisfacción completa, aunque el acto conyugal haya sido normal y esté acabado. Para la
esposa, su “ius ad plenam voluptatem” [“derecho al placer pleno”] va más allá de su “ius ad
corpus” [“derecho al cuerpo”].

722. 2º) OBRA DE LA NATURALEZA.


El semen depositado en el interior de la vagina va en busca del óvulo a fin de fecundarle.
La inseminación es la obra del hombre, la procreación propiamente dicha pertenece a la
naturaleza.

723. CONCLUSIÓN.— LICITUD DEL ACTO CONYUGAL (ex objecto).


El acto conyugal será normal y lícito (ex objecto) si la OBRA DEL HOMBRE respeta tres
elementos objetivos (Cf. 721-A).
No es necesario que el acto conyugal tenga por resultado o pueda tener por resultado la
procreación: ésta depende de la OBRA DE LA NATURALEZA. Por esto el acto conyugal,
cuando los esposos son estériles o cuando la mujer está encinta, es normal y lícito.

II.— ACTOS DEFECTUOSOS.


Hay que distinguir los defectos relativos a los elementos objetivos o subjetivos.

724. 1º) DEFECTOS RELATIVOS A LOS ELEMENTOS —OBJETIVOS.


A) Relativos al primer elemento (Penetratio vaginae [Penetración vaginal].
a) INSEMINACIÓN ARTIFICIAL SIN NINGUNA CÓPULA1.
b) Cópula DIMIDIATA “effusio seminis cum vagina partialiter tantum penetratur” [Cópula
DIMIDIADA “La efusión del semen cuando la vagina se penetra sólo parcialmente”].
Si los esposos dificultan voluntariamente la obra de la naturaleza haciendo más difícil la
fecundación, hay “ex objecto” [“por el objeto”] PECADO VENIAL. Si los esposos, al obrar de

1
No tenemos la intención de tratar toda la cuestión de la inseminación artificial. Véase “LE MARIAGE”, por
Martín, núm. 163. En adelante remitiremos con frecuencia a esta obra clásica, designándola simplemente con el
nombre del autor.

268
ese modo creían impedir toda generación habría “ex intentione” [por la intención] PECADO
MORTAL.
“Potest adesse causa exccusans v.gr., si mulier recens a partu vel infirma in verendis
copulam perfectam non patiatur” [“Puede haber causa excusante, por ejemplo, si la mujer poco
después del parto o enferma en los órganos genitales no padece una cópula perfecta”]1.
c) “Effusio ad OS VAGINAE” [“Efusión a LA BOCA DE LA VAGINA”].
“Ex communi sententia si perfectior modus possibilis est, MORTALE PECCATUM;
permittendus videtur si saltem intentione rationem verae copulae habet tentatae, quantum fieri
potest” [“Es PECADO MORTAL según la sentencia común, si es posible un modo más
perfecto; parece que se debe permitir si al menos por la intención tiene cierta razón de cópula
intentada, en cuanto es posible”] (Noldin. De sexto Praecepto, n. 68-b).
N.B.— “Actum conjugalem, licite exercere possunt conjuges qui ob senectutem vel ob
aliam indispositionem2 semen plerumque extra vas effundunt, modo adsit probabilis spes
semen intra vas effundendi” [“Los cónyuges que por la vejez o por alguna otra indisposición
derraman el semen en general fuera de su sitio pueden realizar lícitamente el acto conyugal
con tal de que exista al menos una esperanza probable de poderlo derramar dentro de la
vagina”] (Noldin, n. 68-b).
B) Defectos relativos al —2º elemento (effusio seminis intra vaginam) [la efusión del
semen dentro de la vagina].
Diversas formas de ONANISMO “EX PARTE VERI” [“POR PARTE DEL VARÓN”] (Retiro
prematuro, preservativo)3.
C.— Defectos relativos al —3er. elemento (retentio seminis in vaginam) [retención del
semen en la vagina].
Diversas formas de ONANISMO “EX PARTE MULIERIS” [“POR PARTE DE LA MUJER”]
(Pseudo-vagina; uso del pesario anticoncepcional; procedimientos químicos espermicidas,
lociones vaginales inmediatamente después del acto conyugal4.

725. 2º) DEFICIENCIAS RELATIVAS A LOS ELEMENTOS —SUBJETIVOS (VOLUPTAS


PLENA) [PLACER COMPLETO].
A) De parte del Marido.— El “jus ad voluptatem plenam” [“el derecho al placer pleno”]
supone la existencia de los tres elementos objetivos: en particular la “effusio seminis in
vagina” [“la efusión del semen en la vagina”].
El marido no queda nunca frustrado en su satisfacción completa cuando se acaba el acto
normal.

1
Para más detalles véase Martín, Caso 38-LI. No confundir con la “copula reservata”, que no lleva consigo
la “effusio seminis” y entra en la categoría de los actos imperfectos (Véase más adelante, núm. 760 y siguientes).
2
A veces será bueno remitir al penitente al médico, porque puede ser que se trate de un caso más o menos
patológico de lo que se llama: “eyaculación precoz”.
3
El problema del ONANSMO CONYUGAL constituye el objeto de toda la Sección II de la 6ª Parte.
4 “Si mulier innupta vi oppressa est, licet semen lotione, expellere (Migratio autem
spermatis quaerontis ovulum est continuatio injuriae a viro commissae).”
“Idem dicendum videtur de muliere quae a proprio viro vi opprimitur in iis casibus ubi-vir
jus copulae amisit (ebrius curam non agens familiae, amens).” (Noldin, de Sexto Praecepto,
núm. 69-d).
En general, las lociones vaginales no son lícitas más que algunas horas después de las relaciones conyugales,
y no se deben emplear sino después del parecer del médico.

269
B) De parte de la Esposa.— El “jus ad voluptatem plenam” [“el derecho al placer pleno”]
supone igualmente que el acto conyugal es normal.
Por el contrario, el acto conyugal puede implicar estos tres elementos objetivos y concluir
sin que haya habido “pollutio feminea” [“polución femenina”], y por consiguiente,
satisfacción completa.
La esposa conserva, sin embargo, su “jus ad voluptatem plenam” [“derecho al placer
pleno”] y puede ejercerlo por medio de actos apropiados. (La cuestión se estudia
detalladamente en el Artículo IV: “De actibus cum copula connexis” [“Sobre los actos en
conexión con la cópula”], núm. 742 y siguientes.

726. CASO DE CONCIENCIA.


1º) Situación de la Esposa.— “Aliqua mulier, durante copula, cohibet pollutionem
femineam” [“Alguna mujer, durante la cópula, cohibe la polución femenina”].
OBJETIVAMENTE ninguna falta; porque la “pollutio feminea” [“polución femenina”] no
es un elemento objetivo esencial.
SUBJETIVAMENTE puede haber en ello pecado y hasta pecado mortal: porque la esposa
podría obrar así creyendo hacer más difícil la fecundación, si no imposible.
Si el confesor oyera alguna confesión, acerca de este punto, habría de interrogar respecto
de la INTENCIÓN y haría las advertencias convenientes (Cf. n.119).
2º) Situación de la Esposa.— “Aliqua mulier surgit, ambulat, mingit post copulam”
[“Alguna mujer se levanta, anda, orina después de la cópula”].
Respuesta análoga a la del caso precedente —porque estas cosas no tienen ninguna
importancia desde el punto de vista de la fecundación.

Artículo segundo.
“DE FINE ACTUS CONJUGALIS” [“EL FIN DEL ACTO CONYUGAL”].

727. FINES ESENCIALES.


El fin primario del matrimonio es 1a PROCREACIÓN —EDUCACIÓN de los hijos.
Los fines secundarios son el “MUTUUM ADIUTORIUM (perfeccionamiento moral de los
esposos, su mutuo desenvolvimiento su felicidad...) y el APLACAMIENTO DE LA
CONCUPISCENCIA.

728. LICITUD DEL ACTO CONYUGAL.— “EX FINE” [“POR SU FIN”].


Es lícito realizar el acto conyugal por un FIN HONESTO CUALQUIERA (Fin esencial,
conservación del amor mutuo, salud corporal, etc.).
NO es NECESARIO que los esposos quieran la PROCREACIÓN, aunque se recomienda
esta intención cuando es deseable la llegada del niño.
Por; un justo motivo (por ej.: razón de pobreza), pueden desear que la concepción no se
produzca y hasta abstenerse en período de fecundidad1.

729. “DE ACTU CONJUGALI —OB SOLAM VOLUPTATEM —EXERCITO” [“DEL ACTO
CONYUGAL EJERCIDO POR EL SOLO PLACER”]

1
Volveremos sobre esta cuestión a propósito del ONANISMO CONYUGAL.

270
Esto supone que los esposos excluyen todo otro fin honesto —lo cual no sucede, por así
decirlo, jamás, cuando el acto conyugal se realiza normalmente. Habría entonces PECADO
VENIAL.

730. “DE ACTU CONJUGALI —CUM AFFECTU ADULTERINO —EXERCITO” [“DEL


ACTO CONYUGAL EJERCIDO CON AFECTO ADULTERINO”].
El esposo imagina unirse con otra persona distinta de su cónyuge: realmente es un
ADULTERIO MENTAL y hay PECADO MORTAL.
NOTA I.— “In actu coniugali aliam personam repraesentare ut eius pulchritudine
delectationem capiat et ad actum CONJUGALEM EXCITETUR, non quidem pecatum, sed
VALDE PERICULOSUM est” [“En el acto conyugal representarse a otra persona para gozar de
su belleza y para excitar al acto conyugal, ciertamente no es pecado pero es muy peligroso”].
Nota II.— “Si tandem coniuges PULCHRAS IMAGINES sibi ob oculos ponant easque
aspiciant, sive ut se excitent, sive ut prolem formosiorem concipiant, non commitunt
peccatum, modo imagines non sint sacrae” [“Por fin si los cónyuges ponen ante los ojos
imágenes hermosas y las miran, sea para excitarse o para concebir a una prole más hermosa,
no cometen pecado con tal de que las imágenes no sean sagradas”] (Noldin, de Sexto, n.
78-I-6).

Artículo tercero.
“DE ACTUS CONJUGALIS CIRCUMSTANTIIS”
[“CIRCUNSTANCIAS DEL ACTO CONYUGAL”]

I.— “DE SITU” [“LA POSICIÓN”]

731. “PRINCIPIA” [“LOS PRINCIPIOS”].


1º) “Situs naturalis.— Vir incubus mulierem succubam et ad se conversam cognoscit. Sic
positi faciliter possunt invicem aspicere et in casu invicem loqui: qui modus copulandi melior
est ad corda intime unienda, quapropter humanior ostenditur.” [“La posición natural.— El
varón echado encima conoce a la mujer echada debajo y vuelta hacia él. Puestos así pueden
fácilmente verse y en su caso hablar también entre sí: tal modo de realizar la cópula es mejor
para unir íntimamente los corazones, por lo cual se ve claramente que es más humano.”]
2º) “Situs innaturalis.— Multi sunt: v.gr., copulam exercere cum muliere incumbente, aut
a latere aut stando vel sedendo, aut a tergo more animalium.” [“La posición no natural.—
Hay muchos: por ejemplo que ejercen la cópula con la mujer echada encima o de costado o de
pie o sentados o por la espalda al modo de los animales.”].
3º) “De peccati gravitate.— A) Si foecundatio est omnino impossibilis, tunc erit pecca
tum MORTALE.” [“La gravedad del pecado.— Si la fecundación es totalmente imposible,
entonces será pecado MORTAL.”].
B) “Nullus modus, dummodo suficientem insemitationem intra vas mulieris permitat,
excedit VENIALE, saltem ex objecto.” [“Ningún modo, excede el pecado VENIAL, al menos
por su objeto, con tal de que permita una inseminación suficiente en la vagina de la mujer.”].
C) “Iusta causa accedente —dummodo copula perfici possit et quamvis aliquid seminis
deperdatur —erit LICITUM.” [“Si se le añade una causa justa —será LÍCITO con tal de que se
pueda realizar la cópula, —aunque se pierda algo del semen.”].

271
Adest ratio sufficiens innaturalem situm eligendi, v.gr., tempore praegnationis ne sit
periculum abortus, vel si frigidus conjux sic facilius se excitet, vel ob quandam difficultatem
aliter copulaudi (ex viri curvitate auto obesitate, ex hernia, ex mulieris defatigatione,
alterutrius foetido halitu, etc...). [Existe una razón suficiente para escoger una posición no
natural, por ejemplo en el tiempo del embarazo para que no haya peligro de aborto, o si un
cónyuge frío así se excita más fácilmente o por cualquier dificultad de realizar la cópula de
otro modo (por la obesidad y la curvatura del varón, por hernia, por la fatiga de la mujer, por
el mal aliento de alguno de ellos etc...).]

732. CONDUCTA DEL CONFESOR.


Más que en ninguna otra parte, RESERVA ABSOLUTA. No haga nunca por sí mismo la
menor alusión. Sin embargo, podrá oír confesiones o ser interrogado al respecto1. Entonces
podrá usted decir: “Desde el momento en que su modo de obrar no hace imposible todo
nacimiento, no puede haber más que PECADO VENIAL. Si usted tiene justas razones para
obrar así, tal procedimiento le está PERMITIDO: en algunos casos podrá ser OBLIGATORIO”,
y remitirá al esposo a los diversos MEDIOS DE INFORMACIÓN (Cf. 718-719).

II.— “DE TEMPORE”. [“EL TIEMPO”]

733. 1º) “TEMPORE FLUXUS MENSTRUI.” [“EN TIEMPO DE FLUJO MENSTRUAL”]


A) Principia.— ORDINARIE non est uxori ullum damnum: ergo nos est illicita.
[Principio.— ORDINARIAMENTE no hay peligro alguno para la mujer: luego no el ilícita.]
EXTRAORDINARIE copula grave aut leve damnum uxori dare potest. Tunc copula erit
mortale vel veniale peccatum. Ergo medico referendnm est ut gravitas peccati aestimetur.”
[EXTRAORDINARIAMENTE la cópula puede causar algún perjuicio, dolor o molestia a la
esposa grave o leve. Entonces la cópula será pecado mortal o venial. Luego se debe recurrir al
médico para estimar la gravedad del pecado”.]
B) Conducta del confesor.— A menos que sea usted, expresamente interrogado, procure
evitar toda alusión, aunque sólo sea remota, sobre esta materia.
Si UNO DE LOS ESPOSOS le preguntara si ha pecado en tener relaciones los días en que la
esposa está indispuesta —dígale que la respuesta depende del juicio del médico. Si éste afirma
que no hay ningún inconveniente para la salud de la esposa, no hay pecado; si hay
inconveniente más o menos grave, el pecado será mortal o venial.
Si el MARIDO le interrogara añada: “Salvo razones particulares, le aconsejo sin embargo
que tenga en cuenta la aversión que puede experimentar su esposa: a veces será más delicado
el abstenerse”.
Si LA ESPOSA le interroga —agregue: “Si alguna vez siente usted cierta repugnancia, sepa
sobreponerse para ser agradable a su marido.”

734. 2º) “TEMPORE PRAEGNATIONIS.” [“EN TIEMPO DE EMBARAZO.”]


A) “Principia.— Copula non est illicita nisi inquantum periculum abortus inducat. Oportet
copulam non vehementer peragi. Aliqui medici hoc consilium dant: ut a latere facta sit. Quod
rnoderamen speciali modo secundo et tertio mense necesse est; paucis diebus ante partum
consilium dari debet ut coniuges totaliter abstineat copulari.” [“Principio.— La cópula no es
ilícita a no ser en cuanto que induzca al peligro de aborto. Conviene no hacer la cópula.

1
En algunos medios el confesor podría oír al respecto confesiones expresadas en términos que no
comprendiera. En tal caso, podrá pedir informaciones a su colegas que han estado en el cuartel y que
desgraciadamente ha oído demasiado de esas cosas.

272
Algunos médicos dan este consejo: de que se haga de costado. Especialmente en el segundo y
tercer mes es necesaria una cierta moderación: se debe aconsejar que pocos días antes del parto
los cónyuges se abstengan totalmente de la cópula.”]
B) Conducta del Confesor.— Interrogado al respecto, diga que están permitidas las
relaciones. Hay que tomar algunas PRECAUCIONES. Remita a los medios ordinarios de
información (Cf. 718-719).
A LA ESPOSA —podría añadirle: “Sepa ser complaciente con su marido, aunque
personalmente no encuentre usted en ello mucho atractivo, La ley cristiana de la castidad es
ya de por sí difícil de observar; ¿qué sería si el marido tuviera que abstenerse cuando su esposa
espera familia?”
N.B.— Si se trata de PENITENTES HABITUALES, y si usted sospecha que pueden estar en
error respecto de la licitud de las relaciones durante el embarazo, tenga cuidado de advertirles.

735. 3º) “POST PARTUM.” [“DESPUÉS DEL PARTO”]


A) “Principia.— Quindecim circiter diebus post partum copula periculum gravis
nocumenti affert mulieri: tunc erit peccatum MORTALE. A tertia hebdomada usque ad quintam
vel sextam, est LEVITER ILLICITA.” [“Los principios.— Durante quince días
aproximadamente después del parto, la cópula puede producir un grave daño a la mujer:
Entonces será pecado MORTAL. Desde la tercera a la quinta semana, es LEVEMENTE
ILÍCITA.”]
B) Conducta del Confesor.— SI UNO DE LOS ESPOSOS le interroga (recuérdele los
principios enunciados en A).
Si usted confiesa al MARIDO —y sabe que se espera para dentro de poco un nacimiento,
con mayor razón si ya ha nacido el niño, le dirá usted: “Usted sabe que los médicos
recomiendan abstenerse por lo menos los quince primeros días después del nacimiento:
cometería usted una grave imprudencia si no tuviera en cuenta esta regla.
Aun suponiendo que usted corriera el riesgo de un nuevo nacimiento próximo, si es
verdaderamente caritativo con su esposa esperará más a o menos hasta las seis semanas.”

736. 4º) “TEMPORE PAENITENTIAE.” [“EN TIEMPO DE PENITENCIA”]


A) “Principia.— Usus non prohibetur diebus abstinentiae vel jejunii. Attamen, ut virtutes
temperantiae et paenitentiae exerceantur, possunt conjuges mutuo consensu (et evidenter
tantum in hoc casu) usum moderare matrimonii.” [“Los principios.— El uso no se prohibe en
los días de abstinencia o ayuno. Sin embargo, para ejercitar las virtudes de la templanza y la
penitencia, pueden los cónyuges de mutuo acuerdo (y evidentemente sólo en este caso)
moderar el uso del matrimonio.”]
B) Conducta de Confesor.— Si se trata de penitentes habituales, a veces tendrá usted
ocasión de aludir a la virtud de la TEMPERANCIA y al espíritu de PENITENCIA (Cf. n. 740).
Alguna que otra vez podrá sugerir la abstención durante algún tiempo; por ejemplo: tal
período de cuaresma... es una preparación para los períodos de continencia que van a venir.
Por supuesto que la resolución la tienen que tomar ambos de común acuerdo y sin segundas
intenciones.
Si los esposos advierten que esta abstención perjudica a la buena inteligencia conyugal y a
la atmósfera general del hogar, abandonarán la resolución.

737. 5º) “DIE COMMUNIONIS.” [“EN DÍAS DE COMUNIÓN”]

273
A) “Principia.— Nulla positiva lege vetatur usus matrimonii in nocte ante communionem.
Nec coiux a frequentiore accessu ad sacram mensam propter debitum conjugale retrahendus
est. Ut interdum ante sollemniores dies coniuges mutuo consensu abstineant ipse S. Paulus
suadere videtur (I Cor. VII, 5).” [“Los Principios.— Ninguna ley positiva prohibe el uso del
matrimonio en la noche anterior a la comunión. Ni el cónyuge debe ser retraído de la comunión
frecuente por el débito conyugal. El mismo San Pablo parece aconsejar (I Cor. 7, 5), que a
veces de mutuo acuerdo los cónyuges se abstengan ante días solemnes.”]
B) Conducta del Confesor.— Por sí mismo no entre en estos detalles.
Interrogado al respecto diga: “a las personas casadas se les recomienda la comunión diaria;
lo cual demuestra claramente que las relaciones están permitidas en el tiempo que precede a
la recepción de la Santa Eucaristía.
Sin embargo, cuando los esposos no comulgan frecuentemente, y con la condición de que
estén plenamente de acuerdo, es loable que se abstengan la noche que precede a la comunión.”
6º) “TEMPORE MORBI”. [“EN TIEMPO DE ENFERMEDAD”.] (Véase más adelante, n.
786).
7º) “TEMPORE VOTI CASTITATIS PERFECTAE”. [“EN TIEMPO DE UN VOTO DE
CASTIDAD PERFECTA.”] (Véase Martín, n. 119-7º).
8º) “TEMPORE DUBII DE VALIDITATE MATRIMONII.” [“EN TIEMPO DE UN
MATRIMONIO DE VALIDEZ DUDOSA.”] (Véase Martín, número 119-8º).

III.— “DE LOCO.” [“EL LUGAR.”]


738. 1º) “Principium.— Si copula fiat loco publico aut non secreto, potest esse, ratione
scandali, illicita ETIAM MORALITER.” [“Los Principios.— Si la cópula se realiza en un lugar
público o no secreto, puede ser ilícita o incluso MORALMENTE, por razón del escándalo.”]
Si aliquis fortuito superveniat, copula interrumpi potest, etiam si semen extra vaginam
effundatur: id fit praeter intentionem ad vitandum sacandalum.” [“Si apareciera alguien
fortuitamente, puede interrumpirse la cópula aun en el caso de que se derrame el semen fuera
de la vagina: lo cual se hace sin intención para evitar el escándalo.”]
2º) Conducta del Confesor.— Recomendar a los padres que no tengan a los niños
pequeños en su habitación. Esta separación debe hacerse a partir del décimo mes. Cuidar de
no ser oídos a través de la pared.

IV.— “ALIAE CIRCUMSTANTIAE.”


[“OTRAS CIRCUNSTANCIAS.”]

739. 1º) “DE COPULAE DURATIONE.” [“DE LA DURACIÓN DE LA CÓPULA.”]


A) “Principium.— Primus copulae elementum obiectivum, scilicet coniunctio corporum,
multum interest ad fovendam cordium unionem; quae tamen unio non obtinetur nisi cum
quadam duratione. Quindecim circiter minutae sufficere possunt, sed prolongatio nullum
nocumentum affert. In eodem genere memento citius manducare formam esse gulae...
Multi enim viri hoc modo peccant copulantes, quia orgasmum proprium quamprimum
desiderant, nec ullo modo de orgasmo uxoris solliciti sunt.
Ut autem simulancitas fiat orgasimorum —quod valde optandum est— necesse est hoc
attente praeparari: kuod fieri non potest nisi cum quadam duratione. Possunt etiam adesse
interruptiones, si fiunt absque pollutionis periculo. De quo magis videbis infra. “De actibus
cum copula connexis”.

274
[A) “Los Principios.— El primer elemento, objetivo de la cópula, es decir, la unión de los
cuerpos, es muy importante para fomentar la unión de las almas; y tal unión no se obtiene si
no con una cierta duración. Parece que pueden bastar aproximadamente quince minutos, pero
la prolongación no produce ningún daño. En el mismo género recuérdale que comer de prisa
es una forma de gula....
Porque muchos varones pecan al realizar la cópula porque desean cuanto antes el propio
orgasmo, y no se preocupan en absoluto del orgasmo de la esposa
Para que se produzca la simultaneidad de los orgasmo —lo cual es más de desear— , es
necesario prepararse atentamente: lo cual no puede realizarse sino con una cierta duración.
Pueden darse también interrupciones si se realizan sin peligro de polución. Lo cual más abajo
verás más. “Los actos en conexión con la cópula”.]
B) Conducta del Confesor.— No aborde la cuestión por sí mismo. Interrogado al respecto,
podrá responder: “Para que este acto sea digno del hombre y contribuya eficazmente a la unión
de los corazones, no debe ser demasiado expeditivo”. No entre en más detalles y remita a los
medios de información ordinarios (Cf. 718-719).

740. 2º) “DE COPULARUM FREQUENTIA.” [“LA FRECUENCIA DE LAS CÓPULAS.”]


A) “Principia.— Diversimode quaestio consideranda est:
a) “CARITAS ERGA CONJUGES: copula nimis frequens nocere potest sanitati conjugum,
vel onetosa esse alteri”
b) “TEMPERANTIA: saepius manducare ad vitium gulae inducit. Sic saepius copulari ad
peccatum contra temperantiam trahit.”
c) “POENITENTIA: poenitentia corporalis, quae in omnem vitam christianam exsistere
debet, quoad cibum per ieiunium excercetur: ita exerceri potest quadam diminutione
copularum. Attente tamen observa ieiunium conuugale non consuli vel etiam prohiberi posse
ob rationes ex ordine superiori desumptas: quod manifestum est v.gr. ad servandam
concordiam conjugum vel domestican pacem —ad removendum incontinentiae vel etiam
adulterii periculum.”
B) “Regulae praticae.— Impossibile est regulam universalem indicare ad omnes casus
indstincte solvendum. Quae solutio pendet ab ipsorum conjugum phisica constitutione aliisque
elemtibus (actate, professione quotidiana, duratione matrimonii, etc....) quae in singulari
aestimari debent.
Generatim usus matrimonii bis in hebdomada non nocet. Attamen si conjuges sunt valentis
firmaeque constitutionis, ter quaterve in hebdomada matrimonio uti possunt. Conjuges autem
qui sunt debilis et infirmae constitutionis, praesertim viri qui laboribus mentalibus diu
occupantur, nonnisi semel in hebdomada absque detrimento actum coniugalem exercere
possunt.”
[“Reglas prácticas.— Es imposible indicar una regla universal para resolver todos los
casos indistintamente. La polución depende de la constitución física de los mismos cónyuges
y de otros elementos (edad, profesión cotidiana, duración del matrimonio, etc...) que deben ser
estimados en cada caso.
Generalmente el uso del matrimonio dos veces por semana no perjudica. Sin embargo, si
los cónyuges son de buena y firme constitución, pueden usar del matrimonio tres o cuatro
veces por semana, pero los cónyuges que son de constitución débil y enfermiza, especialmente
los que se ocupan largamente en trabajos mentales no pueden sin perjuicio hacer uso del acto
conyugal sino una vez a la semana.”]

275
C) N.B.— “Initio matrimonii quaedam frequentia sátis naturalis est: cum sapientia tamen
simul ac prudentia agant iunires conjuges. Multi enim primis mensibus matrimonii nulla
prudentia utuntur: qui tali agendi ratione sese minuentes, puero sic concepto forte vitam dant
deminutam. Quid dicam d iunioribus iam ab ipso itinere (en castellano “viaje de bodas”) fere
extenuatis? [N.B.— “Al principio del matrimonio cierta frecuencia es bastante natural: Sin
embargo, los cónyuges más jóvenes obren al principio con sabiduría y juntamente con
prudencia. Porque muchos no tienen ninguna prudencia en los primeros meses del matrimonio:
los cuales obrando de tal forma se disminuyen a sí mismo, y quizá dan vida en algún modo
disminuido al niño así concebido. ¿Qué diré de los jóvenes que ya desde el mismo viaje de
bodas están casi extenuados?”]
D) Conducta del Confesor.— En general no aborde la cuestión por sí mismo. A veces,
con penitentes habituales, podrá usted hacer notar que la doctrina de la Iglesia no desconoce
la grandeza de las relaciones conyugales y su función preponderante aun en el plano superior
de la unión de las almas. Pero aquí como en otras partes hay una justa medida que debe guardar
desde el punto de vista de la frecuencia.
Si los ESPOSOS HACEN UNA PREGUNTA PRECISA usted podrá responder a ella
brevemente, inspirándose en las reglas prácticas recordadas arriba. No hacer vivir a los jóvenes
esposos amantes en la familiaridad del sacrificio que hay que hacer: un poco basta, pero un
poco es necesario.
Para más detalles remitir a los medios ordinarios de información (Cf. 718-719).

741.— 3º) “DE VESTITU”. [“SOBRE EL VESTIDO”]


A) Principium: Conjuges integre et aperte sese invicem cognoscere desiderant.
Si tale desiderium exprimit vir, nullo modo peccat mulier ei nuditatem suam offerens.
Quinnimo, renuente muliere, vir alibi aliam feminam magis complacentem tentaretur
conquirere.
Ex adverso, nota quod inter conjuges semper denudatos verus conjugalis amor nihilo
foveretur.”
[“Principios.— Los cónyuges desean conocerse mutua, íntegra y abiertamente.
Si el varón expone tal deseo, la mujer no peca de ningún modo exhibiéndole su plena
desnudez. Más aún, si la mujer no lo permite, el marido intentaría conquistar en otra parte a
otra mujer más complaciente.
Por el contrario, debemos notar que entre los cónyuges que estén siempre desnudos no se
fomentaría el verdadero amor conyugal.”]
B) Conducta del Confesor.— Jamás haga por sí mismo la menor alusión a esta cuestión.
Si UNO DE LOS ESPOSOS le expusiera a usted algún escrúpulo al respeto respóndale con
la mayor reserva posible, inspirándose en lo que se acaba de decir. Por otra parte, lo que es
una mirada mala para un soltero, puede ser, entre esposos, el medio de conocerse más
íntimamente, y por lo tanto de amarse mejor: entonces es una mirada bienhechora y
moralmente buena.
Para más detalles remitir a los medios de información ordinaria (Cf. 718-719).

Artículo cuarto.
“DE ACTIBUS CUM COPULA CONNEXIS”
[“LOS ACTOS EN CONEXIÓN CON LA CÓPULA”]

276
I.— “DE HIS ACTIBUS —IN GENERE”
[I.— “SOBRE ESTOS ACTOS —EN GENERAL” ]

742.— “PRINCIPIUM”.— Ad secundarios matrimonii fines (mutuum iuvamen et remedium


concupiscentiae) perfecte obtiendos, in actu conjugali oportet haec tria inveniri:
[“PRINCIPIOS”.— Para obtener perfectamente los fines secundarios del matrimonio (ayuda
mutua y remedio de la concupiscencia) conviene que se den estas tres cosas en el acto
conyugal:]
A) viri plenam voluptatem (orgasmo masculino). [A) Pleno placer en el varón (orgasmo
masculino.]
B) uxoris plenam voluptatem (orgasmo femenino). [B) Pleno placer de la esposa (orgasmo
femenino)
C) simultaneitatem horum plenarum voluptatum (consonantia sexualis, “armonía sexual”).
[C) Simultaneidad de estos plenos placeres (consonancia sexual, “armonía sexual”).]
Qui triplex effectus per simplicem conjunctionem corporum et rhytmican membri virilis
agitationem ordinarie non attingitur: sed oportet insuper quosdam actus ponere sive
praccedentes sive concomitantes sive sequentes ipsam copulam.
[Tal triple efecto no se alcanza ordinariamente por la simple unión de los cuerpos y por la
agitación rítmica del miembro viril: pero conviene además poner ciertos actos o precedentes
o concomitantes o subsecuentes a la misma cópula.]
A) De plena viri voluptate.— Quae pars facillime perficitud: saepe enim membrum virile
sua sponte erigitud; si non ita sit, rarissimis casibus exceptis, uxoris tactibus faciliter erigetur.
Deinde corporum conjunctio cum motibus propriis, ejaculationem, atque per viam
consequentiae plenam viri voluptatem, sufficienter producit.
Si ejaculatio in copulae instanti non producta est, post discessum a corpore mulieris nullos
modo licet viro plenam voluptatem sese procurare: unum enim caret ex tribus objectivis
copulae elementis, scilicet inseminatio in vagina, cuius gratia viro non licet plenam
satisfactionem experiri. Quam tantummodo haberet per ejaculationem extra uxoris vagina, id
est, per prohibitam pollutionem.
[A) El placer pleno del varón.— Esta parte se realiza fácilmente porque con frecuencia el
miembro viril se pone en erección espontáneamente. Si no fuera así, exceptuando rarísimos
casos, fácilmente se pondría en erección por los tactos de la esposa.
Después, la unión de los cuerpos con sus movimientos propios, la eyaculación y por vía de
consecuencia se produce suficientemente el pleno placer del varón.
Si la eyaculación no se produce en el instante de la cópula, después de la separación del
cuerpo de la mujer no le es lícito al varón procurarse sí mismo el placer pleno: porque carece
de uno de los tres elementos objetivos de la cópula, es decir, la inseminación en la vagina, por
cuya razón al varón no le es lícito experimentar la satisfacción plena y sólo podría tenerla por
la eyaculación fuera de la vagina de la esposa, esto es, por una polución prohibida.]
B) De plena uxoris voluptate.— Quae pars difficilius perficitur. Non enim raro advenit
tria elementa objectiva jam posita esse, nec tamen uxorem plenam invenire voluptatem. Quae
voluptas stricte loquendo just est uxori cuando adsunt tria objectiva elementa; ergo
quotiescumque corporum conjunctio cum membri virilis motibus non sufficiunt, completam
deletationem uxor inquirere potest, durante copula, sive mariti tactibus, sive etiam propriis.

277
Immo, potest etiam mulier hanc plenam voluptatem sese procurare STATIM, post copulam,
post discessum viri —dummodo affective inseminatio in uxoris vase facta sit1. Uxor vero
plenam satisfactionem non requirens actibus copulam INMEDIATE CONSEQUENTIBUS,
scilicet, mariti tactibus et etiam propriis tentare posse hanc requirere POSTEA, et tunc ILICITE.
Mulier quae plenam voluptatem actibus sive concomitantibus, sive consequentibus non
obtinet, actibus praecedentibus eam requirere potest. Aliquando autem inveniuntur ipsi viri
qui vix aliter ac visa excitatione uxoris excitentur ac copulam perficere possint.
[B) El pleno placer de la esposa.— Esta parte se realiza más difícilmente. Porque no
raramente sucede que puestos ya los tres elementos objetivos de la cópula, la esposa no haya
experimentado aún el placer pleno, tal placer, hablando estrictamente, es un derecho de la
esposa cuando se dan los tres elementos objetivos: luego cada vez que la unión de los cuerpos
con los movimientos del miembro viril no son suficientes, la esposa puede buscar el placer
completo durante la cópula ya por los tactos del marido ya por tactos propios.
Más aún, la mujer puede procurarse este placer pleno inmediatamente después dela cópula,
después de la separación del varón –con tal que afectivamente la inseminación haya sido hecha
en la vagina de la esposa–.
Pero la esposa que no se procura la plena satisfacción por los actos que suceden
inmediatamente a la cópula, es decir por los tactos del marido y los propios, podría intentar
procurarse este placer después y entonces ILÍCITAMENTE.
La mujer que no obtiene el placer pleno por los actos concomitantes o consecuentes, puede
procurárselo con actos precedentes. Porque a veces se encuentran varones que apenas se
excitan y de otra manera que vista la excitación de la esposa y entonces pueden realizar la
cópula.
N.B.— Si quando vir ante inseminationem ab uxore discesserit, uxor jus non jam habet ad
plenam satisfactionem. Saepe tamen secundum regulas in prima parte traditas, in bona fide
relinqui poterit (Noldin, n. 70-b).
N.B.— Si alguna vez el varón antes de la inseminación se separase de la esposa, la esposa
ya no tiene derecho a la plena satisfacción. Sin embargo frecuentemente y según las reglas
dadas en la primera parte, se la podrá dejar en su buena fe (Noldin, n. 70-b).
C) De plenarum voluptatum simultaneitate (Armonía sexual.— Videtur enim sufficere
quod in actu conjugali ambo conjuges —moraliter simul— aestum voluptatis experiantur.
Attamen conandum est ut etiam adsit simultaneitas physica: quas naturae magis convenit et
valetudini, et etiam voluptatem magis fovet et amorem.
Haec vero simultaneitas cum magna difficultate tantum obtinetur: smma enim habilitas a
maito requirenda est; ordinarie exiguntor actus copulam praecedentes: duo conjuges oportet
in eodem gradu excitationis pervenire, ita ut conjunctio corporum plenam viri uxorisque
voluptatem simul producere possit.
Saepe etiam, durante ipsa corporum conjunctione, actus concomitantes neccessarii sunt.
Omnes conjuges ad hanc sexualem harmoniam obtinendam tendentes (etenim hoc paulatim
tantum obtineri potest, per autem et studium; “technice”) testantur hanc voluptatem tunc magis
ac magis unitatem favore: in sensatione unitas.
C) La simultaneidad de los placeres plenos (armonía sexual).— Porque parece que es
suficiente que en el acto conyugal ambos cónyuges —a un mismo tiempo moralmente—
experimenten el calor del placer. Sin embargo se debe pretender que también exista la

1
Se ve la diferencia con el hombre, el cual ya no tiene el derecho a la satisfacción completa una vez separado
de su esposa.

278
simultaneidad física: lo cual conviene más a la naturaleza y la salud e incluso fomenta más el
placer y el amor.
Sin embargo, esta simultaneidad se obtiene sólo con gran dificultad: se requiere una gran
habilidad de parte del marido; ordinariamente son necesarios actos precedentes a la cópula:
conviene que los dos cónyuges lleguen a la cópula en el mismo grado de excitación, de tal
modo que la conjunción de los cuerpos pueda producir el placer pleno del varón y la esposa a
un mismo tiempo.
Frecuentemente son también necesarios actos concomitantes durante la misma unión de los
cuerpos.
Todos los cónyuges que tienden a obtener esta armonía sexual (porque esto solamente se
puede obtener poco a poco, por el arte y el estudio: “técnicamente”) afirman que este placer
favorece la unidad más y más: la unidad en la sensación.

743. ANNOTATIO.— De pollutione vitanda. [ANOTACIÓN.— Se debe evitar la polución.]


Cavere autem debent conjuges ne diutius in ejusmodi actibus (cum copula connexis)
imorando, pollutio (viri) sequatur: si tamen praeer intentionem quandoque sequeretur, culpa
vacaret (Noldin. n 70-a).
Si pollutio feminea (plena voluptas uxoris) tunc efficceretur, sub influxu actuum copulam
praecedentium, teneretur vir eam perficere per inseminationem in vas uxoris.
[Los cónyuges deben evitar que se siga la polución (del varón) al demorar largamente tales
actos que están en conexión con la cópula. Sin embargo, si se siguiera la polución fuera de
toda intención, no habría culpa ninguna (Noldin, n. 70-a)
De realizarse la polución femenina (el pleno placer de la esposa) bajo el influjo de los actos
que preceden a la cópula, el varón estaría obligado a completarla por la inseminación en la
vagina de la esposa.

II.— DE HIS ACTIBUS —IN SPECIE. [ESTOS ACTOS EN ESPECIE]


744. ACTUS ORDINARII.— Sunt aspectus, oscula, amplexus. tactus mutui. Possunt etiam
esse tactus in seipsum: sed hi sunt valde minus conjugales quam mutui tactus. In particulari
vero, uxor plenam voluptatem acquirens propriis tactibus in seipsa, licite agit (in caibus supra
determinatis): quod tamen valde est proximum actibus masturbationis solitariis mulieris
innuptae, et sic satis male habetur, praesertim si uxor tales culpas solitarias ante matrimonium
commiserit. Si ergo conjunctio corporum plenam uxoris voluptatem dare non possit, melius
erit si vir propiis actibus id efficiat.
Ut jam dictum est, actus illi saepe sunt —utiles— ad copulam perfecte perficiendam: ergo
sunt LICITI; aliquando sunt etiam absolute necessarii: tunc sunt OBLIGATORII.
[ACTOS ORDINARIOS.— Son las miradas, besos, abrazos, tactos mutuos. Pueden ser
también actos en sí mismo. Pero esto son mucho menos conyugales que los tactos mutuos, en
particular la esposa puede alcanzar el placer pleno por los actos propios en sí misma, obra
lícitamente (en los casos determinados más arriba): sin embargo, esto está muy próximo a los
actos de la masturbación solitaria de una mujer soltera, y así no están también; especialmente
si la esposa hubiese tenido tales actos solitarios antes del matrimonio. Luego si la unión de los
cuerpos no produce el pleno placer de la esposa, será mejor que el varón con sus propios actos
se lo produzca.
Como ya se ha dicho tales actos son frecuentemente –útiles–, para realizar perfectamente
la cópula: luego son LÍCITOS; alguna vez son también absolutamente necesarios, entonces son
OBLIGATORIOS.

279
745. ACTUS EXTRAORDINARII. [ACTOS EXTRAORDINARIOS.]
A) Lambere genitalis (Besos buco-genitales).
Generatim non sunt necessaria, nec etiam utilia ad copulam perfecte execerdam. Saepe ipsis
conjugibus repugnant. Aliquando tamen, ratione, frigiditatis unies conjugis, possunt esse
utilia, veum etiam necessaria.
Regulae sic possunt exprimi de hoc casu:
1ª REGULA: In conjugibus —dummodo, pollutione instanti, copula perfici potest— iste
actus non excedit VENIALE.
2ª REGULA: In casu necessitatis aut saltem utilitatis, sunt etiam LICITI.
[Generalmente no son necesarios, incluso ni útiles para realizar perfectamente la cópula. Y
frecuentemente repugnan a los mismos cónyuges. Sin embargo, a veces, por razón de la
frigidez de alguno de los cónyuges pueden ser útiles e incluso necesarios.
En estos casos se pueden dictar las siguientes reglas:
1era. REGLA: En los cónyuges —con tal de que, en el instante de la polución— pueda
realizarse la cópula este acto no excede de VENIAL.
2da. REGLA.— En caso de necesidad o al menos de utilidad, son también LÍCITOS.]
B) Inchoare copulam in vase praepostero (cum intentione eam in vaginam
consummandi).
Qui actus multo magis extraordinarius est quam praecedens. Facile potest includere
affectum sodomisticum graviter culpabilem.
1ª REGULA: Attamen, dummodo praecaveatur effusio seminis et excludatur omnis affectus
sodomisticus, non excedit VENIALE.
2ª REGULA: In casu necessitatis (quoad praeparationem ad copulam). NULUM est
PECCATUM.
[B) Incoar la cópula en el vaso posterior — con intención de consumar la en la vagina.
Este acto es mucho mas extraordinario que el precedente porque puede incluir un afecto
sodomítico gravemente culpable.
1era. REGLA: Sin embargo, con tal de que se evite la efusión del semen fuera de su sitio y
se excluya todo afecto sodomita no excede de VENIAL.
2da. REGLA. En caso de necesidad (en cuanto a preparación para la cópula) NO ES
NINGÚN PECADO.]

III.— CONDUCTA DEL CONFESOR.

746. 1º) CON LOS ESPOSOS —EN GENERAL.


A) Advertencia relativa a los —actos ordinarios del núm. 744.
Algunos esposos cristianos, sobre todo los recién casados, conocen insuficientemente la
moral conyugal. Se imaginan que están prohibidas determinadas acciones cuando en realidad
a veces son recomendadas, y hasta muy bien ordenadas —según lo que se acaba de explicar.
Si por alguna acusaciones del esposo o de la esposa, o por algunas vacilaciones, sospecha
usted que hay lugar para advertir, puede decir: “sepa usted que estén permitidas y a veces hasta
son obligatorias ciertas acciones destinadas a facilitar las relaciones conyugales”. También
podría recordar usted sucintamente lo que se ha dicho acerca de la castidad conyugal en el
numero 698. Para más detalle remitir a los medios ordinarios de información. (Cf. 718-719).
B) Advertencia relativa a los —actos extraordinarios del número 745.

280
Es demasiado evidente que usted no hablará nunca el primero. pero puede suceder que una
persona casada le pregunte qué es lo que hay que pensar de tal o cual modo de proceder.
Responderá usted inspirándose en lo que se ha dicho arriba y del modo más decente que
sea posible. Dirá, por ejemplo: “Esa forma de obrar, aunque salga de lo ordinario, no es pecado
mortal. Si usted la cree necesaria para que todo vaya bien, ni siquiera es pecado —con mayor
razón si es su consorte quien toma la iniciativa.

747. 2º) CON EL MARIDO.


En primer lugar tener en cuenta el número precedente (746).
Pero cuando se trata de un penitente habitual trate la cuestión más a fondo y de una vez por
todas, a fin de que usted ya no se crea obligado a hacer constantemente alusión a ello: Algunos
maridos ignoran que muchas esposas no experimentan fácilmente la satisfacción plena (el
orgasmo femenino) en el transcurso de las relaciones conyugales, no llegan a esa satisfacción,
sino con mucha lentitud. —A veces hasta no sienten ningún placer: el marido no debe
extrañarse entonces de que su esposa considere el acto conyugal como una carga.
Para que no sea así, el marido delicado, abnegado, debe mostrarse primero atento para
adivinar y comprender la privación que sufre tal vez su mujer. Debe pensar que si ella no se
queja es quizá por pudor o simplemente porque Ignora que las cosas podrían suceder de otro
modo.
No olvide que se trata de su DEBER DE ESTADO DE MARIDO: está usted obligado en
caridad y aun en justicia a procurar a su esposa el placer al cual ella tiene derecho. Por otra
parte, la negligencia de usted podría repercutir dolorosamente sobre la felicidad de todo el
hogar y hasta poner a veces en peligro la fidelidad conyugal. Recuerde también que la mujer
es más sentimental que el hombre: ella desea ardientemente que todo pase en un clima de
ternura y de pasión contenida”.
No vaya más lejos en los detalles y remita a los medios ordinarios de información (Cf.
718-719).

748. 3º) CON LA — ESPOSA.


Tenga en cuenta lo que se ha dicho en el número 747 —pero sea mucho más reservado aún
que con el marido.
Si usted es interrogado sobre un punto preciso, responda con la mayor decencia posible1.
Si tiene que tratar con una penitente habitual puede suceder que algunas acusaciones o
inquietudes de conciencia le indiquen que habría que hacer “Advertencias”: la esposa confiesa
su repugnancia hacia el deber conyugal, su ansiedad ante ciertas exigencias, ante las
reclamaciones de su marido. Con toda la prudencia del caso la remitirá usted a los medios
ordinarios de información (Véase el núm. 718 y sobre todo el 719).
Ocasionalmente haga alusión a San Francisco de Sales, quien escribe “que el deber nupcial
siempre tiene que ser devuelto fielmente, francamente, y que hay que tratar de manifestar
apetito de ese deber”.

Artículo quinto

1No es inaudito que ciertas mujeres más o menos histéricas imaginen casos extraordinarios
de conciencia en un objeto inconfesable. Entonces el confesor deberá cortar por lo sano esas
cuestiones inútiles y hata peligrosas.
Véase también la B.B. del núm 717 y lo que se ha dicho acerca de los histéricos, núm. 440-443.

281
“DE ACTIBUS IMPERFECTIS —MUTUIS”
[LOS ACTOS IMPERFECTOS MUTUOS]
Se trata de una cuestión delicada y muy importante para la dirección de los esposos.

I.— GENERALIDADES.
Estos actos imperfectos son muy diversos y hay que distinguir en ellos los géneros y las
especies, sobre todo desde el punto de vista de su influjo sobre la emoción completa (“pollutio,
“orgasmo” masculino o femenino).

749. (1er. GÉNERO) —SIMPLES MANIFESTACIONES DE AFECTO.


Son las palabras tiernas, los besos, las caricias ordinarias. Su INFLUENCIA SOBRE LA
EMOCIÓN COMPLETA es —por su naturaleza— mínima.
En determinados esposos en particular, sea a causa de su temperamento, sea a causa de sus
condiciones concretas de vida conyugal (Ej.: los esposos están obligados a guardar una
continencia completa), la influencia puede ser más o menos próxima.

750. (2do. GÉNERO) —INTIMIDADES.


A) Naturaleza.— Son los “ASPECTUS ET TACTUS IN PARTIBUS INHONESTIS ETIAM
lN GENITALIBUS” [“LAS MIRADAS Y TACTOS EN LAS PARTES DESHONESTAS, INCLUSO
EN LAS GENITALES]. Habría que mencionar también la “penetratio vasis feminei”
[“penetración de la vagina femenina”] que, según San Alfonso “reputatur ad instar
verendorum” [“al modo de las cosas vergonzosas”] (núm. 918)
Pero este acto imperfecto merece un estudio particular; se le estudiará más adelante (Cf.
760 y siguientes) bajo el nombre de “copula reservata” [“cópula reservada”].
B) Influencia sobre la emoción completa del marido o de la esposa. —Evidentemente es
más o menos grande, según la NATURALEZA de tal o cual gesto: pero apenas sí se puede
establecer una clasificación válida para todos los esposos en general. Y “a priori”.
Hay que considerar muchos ELEMENTOS PERSONALES.
a) EL TEMPERAMENTO y la EDAD de tales esposos en particular.
b) Las CONDICIONES PRESENTES DE SU VIDA CONYUGAL.
Si están obligados a la continencia el orgasmo masculino o femenino se producirá más
fácilmente: el mismo gesto que no implicaría la emoción completa cuando los esposos tenían
relaciones normales, la provoca frecuentemente en períodos de continencia. La teoría de los
“reflejos condicionados” encuentra aquí una de sus numerosas aplicaciones.
c) Lo que se puede llamar LA TÉCNICA CONYUGAL.
Aquí como en otras partes hay que tener en cuenta la habilidad profesional. Tal especie de
intimidad pero ejercida de modo diferente, no tendrá el mismo influjo sobre la emoción
completa.
d) La VIRTUD DE LA TEMPLANZA.(Dominio de sí).
En igualdad de circunstancias, tal esposo sabrá desempeñarse mejor que otro por virtud de
la obsesión del último placer: querrá perfeccionarse por virtud de la técnica conyugal, a f in
de evitar en lo posible (cuando las circunstancias lo exijan) la emoción completa: por virtud
sabrá dominarse a tiempo.
e) En fin el CLIMA GENERAL DE LA VIDA CRISTIANA.

282
Para contenerse con actos imperfectos, los esposos deben llevar una vida de piedad
profunda que les haga amar la ley de Dios, aunque a veces ello les cueste. La costumbre
cristiana de un cierto renunciamiento en todos los dominios de la existencia, les prepararé para
los sacrificios exigidos por la moral de los actos imperfectos.
N.B.— Agreguemos finalmente que tales esposos en particular con frecuencia no saben
ellos mismos –a priori– la influencia de tal e cual gesto sobre la emoción completa.

751. ESPECIES DIVERSAS DE INTIMIDADES (en razón de la influencia sobre la emoción


completa, sea del marido, sea de la esposa)1.
Dando por supuesto conforme a lo que acaba de decirse, que la clasificación es personal y
no vale más que para:
TALES ESPOSOS EN PARTICULAR
en TAL SITUACIÓN PARTICULAR,
sea “A PRIORI”, sea DESPUÉS DE LA EXPERIENCIA.
Se pueden distinguir:
1ª especie: Intimidades
que llevan consigo la del marido o de la esposa
emoción completa raras veces
2ª especie: Intimidades con bastante frecuencia
3ª especie: Intimidades casi siempre

752. MORALIDAD DE LOS ACTOS IMPERFECTOS.


La cuestión se presenta de modo diferente, según que los esposos puedan tener relaciones
completas, o que, por el contrario, se vean obligados a guardar continencia. Esta distinción
corresponde a la que haremos en la “Sectio Secunda” (El Onanismo conyugal) entre OCASIÓN
LIBRE: esposos que no tienen ninguna razón —valedera para evitar un nuevo nacimiento, y
OCASIÓN NECESARIA: esposos que tienen razones verdaderamente —graves— para evitar
un nuevo nacimiento. Para estos últimos, en efecto, las intimidades de la primera y aun de la
segunda especie pueden ser una compensación legítima del uso completo del matrimonio.

II.— LICITUD DE LOS ACTOS IMPERFECTOS en cuanto a los ESPOSOS QUE


PUEDEN TENER RELACIONES COMPLETAS (ocasión libre)
Distingamos las manifestaciones de afecto que todos los esposos pueden y deben emplear
ocasionalmente, y las intimidades.

753. 1º) MANIFESTACIONES DE AFECTO (Cf. 749).


Para la inmensa mayoría de los esposos que tienen relaciones completas estos gestos no
provocan la emoción completa.
Si ella se produjera en tal o cual esposo en particular habría que considerarla como un efecto
“per accidens” debido a un temperamento particularmente impresionable y nervioso.

1
A veces la esposa no sabe distinguir bien entre “voluptas plan” (orgasmo femenino) y el placer incompleto.
Cuando ella ha experimentado una vez el goce completo, la distinción aparece clara. Mientras tanto, la esposa no
tiene que inquietarse por nada.

283
REGLA PRÁCTICA.— Ninguna falta. Aun instante “polluttione” no se está obligado a
realizar el acto conyugal1.

754. 2º) INTIMIDADES (Cf. núm. 750-751).


A) Intimidades de la 1ª especie (polución raras veces).
Se puede dar la misma regla que la que se acaba de dar respecto de las manifestaciones de
afecto.
Notemos, sin embargo —que fuera de la unión—, se recomienda a los esposos que no
exciten constantemente sus sentidos eso enerva inútilmente y esclaviza. No se trata de prohibir
todo, pero hay un tiempo para cada cosa. Cuando uno se da, hay que darse a fondo; pero no
hay que pretender darse a cada momento.
B) Intimidades de la 2ª o 3ª especie (polución bastante frecuente o que se produce casi
siempre).
Puesto que los esposos pueden tener relaciones completas, no hay razón para permitirles
estos gestos de intimidad que pueden traer consigo la emoción completa, sino a título de
“ACTUS CUM COPULA CONNEXI” [“ACTOS EN CONEXIÓN CON LA CÓPULA] (Art.
IV).
No se les permitirá más que en el momento en que, si el caso se presenta, instante
“pollutione”, pudieran realizar el acto conyugal.

III.— LICITUD DE LOS ACTOS IMPERFECTOS en cuanto a los ESPOSOS


OBLIGADOS A LA CONTINENCIA (ocasión necesaria)

755. 1º) MANIFESTACIONES DE AFECTO (Cf. núm. 749).


Todo lo que se ha dicho arriba (núm. 753) vale con mayor razón para los esposos obligados
a la continencia:
Respecto de estos no habría lugar para extrañarse de que en determinadas circunstancias se
produzca hasta con bastante frecuencia la emoción completa.
Pero en período de continencia estas manifestaciones de afecto son generalmente necesarias
para conservar el amor mutuo; y, a pesar de los inconvenientes de esos orgasmos involuntarios
siempre están PERMITIDAS y hasta son OBLIGATORIAS.
Tener en cuenta, sin embargo, la nota del final del número 753 y lo que se explicará más
adelante respecto de la rectitud de intención (Cf. núm. 757) y respecto de la advertencia mutua
de los esposos (Cf. 758).

756. 2º) INTIMIDADES (Cf. núms. 750-751).


La licitud de tal o cual intimidad depende de su grado de influjo sobre la emoción completa.
Porque se trata aquí de una aplicación de la ley del doble efecto (o, si se quiere, del principio
del “minus malum”): el buen efecto querido es la obtención de los fines secundarios del
matrimonio, y el mal efecto involuntario es la polución. Ya sabemos que importa mucho
considerar el grado de influjo del acto indiferente sobre el mal efecto.
Hemos explicado extensamente (Cf. 750-B) que este influjo no hay que considerarlo “in
abstracto”, sino en estos o aquellos esposos determinados, habida cuenta con todas las

1
Los esposos no deben consentir en la emoción completa que se produce fuera del acto conyual. con
frecuencia ignaran esta obligación ¿Hay que advertiles? Aplicar las reglas generales de la “Advertencia que hay
que hacer” (Cf. núm. 120 y siguientes).

284
circunstancias concretas. A veces hasta será necesario un cierto número de experiencias, como
una INICIACIÓN METÓDICA, para determinar a qué especie pertenece tal intimidad.
(1er. CASO).— Intimidad de 1ª especie (polución rara).
Está permitida y hasta con frecuencia se recomienda por el mismo título) que hace
recomendar las manifestaciones de afecto (Cf. 755).
Con todo no hay que multiplicarlas inconsiderablemente, y reservarlas por lo general para
la alcoba.
(2º CASO).— Intimidad de la 2ª especie (polución bastante frecuente).
Estas especies de intimidades, suponiendo que los esposos no pueden realizar el acto
conyugal son en general MUY ÚTILES y A VECES NECESARIAS o para conservar el amor
mutuo o para evitar las sospechas de infidelidad, o para cortar la propensión hacia otra persona,
o para calmar los sentidos.
Por lo tanto, están PERMITIDAS y A VECES HASTA SON OBLIGATORIAS, a pesar de la
previsión del mal efecto (polución bastante frecuente) y con dos condiciones:
1ª condición: La emoción completa NO DEBE SER BUSCADA.
2ª condición: El esposo NO DEBE CONSENTIR en la emoción completa, aunque ella se
produzca accidentalmente1.
(3er. CASO).— Intimidad de la 3ª especie (polución que se produce casi siempre).
Esta especie de intimidad entre los esposos está de tal modo ligada con la polución misma
que es ya una POLUCIÓN COMENZADA: no se trata ya de un acto indiferente que presupone
la ley del doble efecto.
Por otra parte, este comportamiento conyugal no es absolutamente necesario para realizar
los fines secundarios del matrimonio.
Si los esposos han comprobado que tal intimidad produce casi siempre la emoción
completa, deberán buscar otro modo de obrar que reduzca el número de los accidentes a una
proporción aceptable. Esto puede consistir en HACERLO DE OTRA MANERA (volver a leer
lo que se ha dicho en el núm. 750-B), o en buscar OTRA INTIMIDAD.

757. NOTA I.— LEALTAD Y RECTITUD DE INTENCIÓN.


Es de CAPITAL IMPORTANCIA aquí. Los esposos deben poder decirse, con toda lealtad,
que quieren solamente tal intimidad como manifestación de su mutuo afecto y no como un
medio solapado de procurarse la emoción completa fuera del acto conyugal.
Esta rectitud de intención es imposible cuando se trata de una intimidad de la 3ª especie.
Será más fácil en las intimidades de la 1ª especie que en las de la 2ª especie.
De la vida de todos los días pueden deducirse PRESUNCIONES FAVORABLES. ¿Hay que
hacer esfuerzos para acercarse con frecuencia a los sacramentos?, ¿Hay valentía para cumplir
los deberes familiares y profesionales, para el apostolado? ¿Se saben privar de lo que puede
excitar los deseos carnales (Teatro, cine, lectura), puesto que las circunstancias exigen que se
los modere?
EL NO CONSENTIR con la emoción completa será un nuevo signo de la rectitud de
intención.

758. NOTA II.— ADVERTENCIA MUTUA DE LOS ESPOSOS.

1
Véase la nota de la página precedente.

285
Cuando los esposos se entregan a estas intimidades, si uno u otro advierten la inminencia
de la emoción completa, debe avisar de ello a su cónyuge. Ambos harán lo posible para evitar
que se produzca el orgasmo.

759. Situación del P.— Un esposo, que tiene razones de peso para evitar un nuevo
nacimiento, le pregunta a usted si puede permitirse ciertas acciones que implican el
efecto último del placer.
PROBLEMA QUE SE PLANTEA: Se trata de simples manifestaciones de afecto o de
intimidades?
A.— 1er. CASO.— Y se trata de manifestaciones de afecto (Cf. 749).
El C: “No hay ningún pecado. En general, estas manifestaciones de afecto son necesarias
para conservar el amor conyugal.
B.— 2do. CASO.— Y se trata de intimidades (Cf. 750-A).
NUEVO PROBLEMA QUE SE PLANTEA: ¿Se produce frecuentemente la emoción
completa?
a) (1ª hipótesis).— Y eso sucede raras veces — o hasta con bastante frecuencia.
El C: “Si esas intimidades le parecen necesarias para conservar el afecto conyugal entre
ustedes o hasta para apaciguar los sentidos, es bueno obrar así.
b) (2ª hipótesis).— Y esto sucede —casi siempre.
El C.: “Vea si esa frecuencia excesiva no se debe a una falta de habilidad y también de
dominio de sí mismo. Infórmese como conviene (Cf. 718-719).
Si usted no llega a reducir el número de accidentes a una proporción aceptable, busque otro
modo de obrar que no ofrezca los mismos inconvenientes.
ADVERTENCIAS SUPLEMENTARIAS DEL CONFESOR.
¿Deberá advertir al Penitente que no tiene que consentir en la emoción completa? Aténgase
a las reglas generales de la advertencia que hay que hacer” (Cf. 115 y siguientes). En ocasiones
diga alguna palabra acerca de la —rectitud de intención (Cf. 757) y de —la advertencia mutua
de los esposos (Cf. 758) A veces agregue: “Fuera del acto conyugal completo no se tiene nunca
el derecho de —buscar— la emoción completa; pero, por justos motivos, hay lugar de correr
el riesgo de tenerla.”

IV. COROLARIO —”DE CÓPULA RESERVATA” O ABRAZO RESERVADO.


760. 1º NATURALEZA.— San Alfonso de Ligorio habla ya de ella bajo el título de
“penetratio vasis feminei” [“penetración en la vagina femenina”].
Se la puede definir así: “Unión del cuerpo de los esposos seguida de la separación sin que
se haya producido la emoción completa, a no ser accidental e involuntariamente.
N.B.— Así que ella involucra solamente (se “reserva”) el primer elemento objetivo de la
cópula (Cf. 721-A) y su eficiencia relativa a los fines secundarios: no abarca los otros dos
elementos ordenados al fin procreador. Es, pues, natural que la “cópula resevata” no esté
ordenada a la procreación ni pueda tener como resultarlo ésta.
Se ve la diferencia que tiene con la “cópula dimidiata” (Cf. 724-A-b), la cual tiende a
frustrar voluntariamente los elementos procreativos de su fin intrínseco y va, así, contra la
naturaleza.

286
761. 2º) LO QUE PIENSAN DE ELLA LOS TEÓLOGOS.
a) San Alfonso de Ligorio ve en ella una especie dentro del género de las intimidades entre
esposos: “Illa penetratio vasis feminei tunc reputatur instar tactus verendorum qui inter
conjuges permittitu, vel saltem non est mortalis secluso periculo pollutionis” [“Tal penetración
de la vagina femenina se juzga al modo del tacto de las cosas vergonzosas que se permite entre
los cónyuges, o al menos no es mortal evitar el peligro de polución”] (n. 918). San Alfonso
agrega que de ordinario hay pecado mortal a causa del “periculum proximum pollutionis”
[“peligro próximo de polución”] —a menos que los esposos tengan hecha la experiencia de lo
contrario.
b) El P. Vermeersch la estudia bajo el nombre de “copula interrupta” [“cópula
interrumpida”]. Distingue entre los esposos que han hecho experiencia de ella y los que no la
han hecho (“Theologia Moralis”, tomo IV, Edición 1033, núm. 73, N.B.).
“Sunt conjuges qui EX EXPERIENTIA norunt pollutionem non imminere eo quod ab incepta
copula cessent... Hi poterunt, prudenter perpensis adjunctis, ob gravem causam id exercerecere
sine gravi vel adeo sine ullo reatu, quamvis interdum pollutiones accidant” [“Hay cónyuges
que por EXPERIENCIA saben que no hay peligro inminente de polución porque haya cesado
la cópula comenzada... Estos podrán sopesar prudentemente las circunstancias o realizarla por
causa grave sin culpa grave e incluso sin culpa ninguna, aunque a veces tengan poluciones
juntos”].
Respecto de los esposos que no han hecho la experiencia, el P. Vermeersch hace reservas:
“Alii conjuges istud plerumque sine gravi reatu experimi nequeant” [“Algunos cónyuges no
pueden experimentar esto generalmente sin culpa grave”]1.
El P. Vermeersch sostiene claramente la licitud de la “copula reservata” (positis ponendis)
[cópula reservada (teniendo en cuenta lo que es necesario precaver)] y refuta vigorosamente
la opinión calumniosa que querría hacer de ella una especie de onanismo enmascarado
(onanismus catholicus [onanismo católico]): “Ad revincendas vel praevertendas calumnias
quibus neo-malthusiani tolerantiam istam nota onanismi catholici deformare student, probe
observes quantum haec theologorum indulgentia a licentia artium neomalthusianorum differat.
Neomalthusiani omnismum conjugalem omnibus concessum vel adeo commendatum velint,
moralistae catholici PER SE vetant ne conjuges ab inchoata copula cessent atque
interruptionem iis tantum permittunt qui ex propria experientia norunt se id sine viri vel uxoris
pollutione per se excercere posse.” [“Para vencer o prevenir las calumnias con que los
maltusianos se esfuerzan por deformar esa tolerancia con la nota de onanismo católico,
observemos cuidadosamente cuanto difiere esta indulgencia de los teólogos de las licencias de
las artes neomaltusianas. Los neomaltusianos querrían conceder el onanismo conyugal a todos
e incluso recomendarlo. Los moralistas católicos DE POR SÍ prohiben a los cónyuges que se
retiren de la cópula ya incoada y permiten la interrupción solamente a aquellos que por
experiencia propia saben que lo pueden ejercitar sin polución del varón o la esposa.”]
El mismo teólogo agrega que, en oposición al onanismo, ella exige un real dominio de sí
mismo: “Usus onanismi habenas libidini plena laxat; cessatio, vitata pollutione, exigit
cohibitionem appetitus qui refrenatur” [“El uso del onanismo, da rienda suelta al libido; el
cese, evitada la polución, exige cohibir el apetito que se refrena”] .

1
La iniciación metódica esta evidentemente exenta de tod reproche si se hace durante algunos períodos de la
vida conyugal. Cuadno no se impone la continencia, o bien en el transcurso de la gravidesz, o bien asimismo en
los días de agenesia, los esposos pueden ejercitarse en ella sin peligro. En efecto: les basta, en caso de fracaso,
acabar normalmente el acto conyugal.

287
En fin, el autor afirma la utilidad social de este modo de continencia: “Hujusmodi
continentia qua quis passioni imperat utilitate sociali non caret” [“tal continencia por la cual
uno impera a la pasión no carece de utilidad social”].

762. 3º) ESTADO PRESENTE DE LA CUESTIÓN1.


Siguiendo a San Alfonso de Ligorio, el conjunto de los teólogos reconoce (speculative
loquendo) que la “copula reservata” entra en la categoría de las intimidades del núm. 750.
En cuanto a la conducta práctica del confesor Noldin (“De Sexto”, núm. 94-3) pone en el
mismo plano el “diuturnior tactus mutuus genitalium” [“tacto mutuo prolongado de los
órganos genitales”] y la “inchoata copula” [“cópula incoada”]. Ya se ha dicho cómo el P.
Vermeersch distinguía entre los esposos que han hecho la experiencia y los que no la han
hecho. Otros moralistas quieren que el confesor desaconseje esta práctica. No hay que
extrañarse de estas divergencias. La “copula reservata” es lícita en la medida en que se puede
poner en práctica; ahora bien: los moralistas no están de acuerdo en lo que toca a esta
posibilidad de orden experimental. En otras palabras: la moralidad de la “copula reservata”
parece estar condicionada mucho más por datos experimentales que por cuestiones de
principio.

763. 4º) REGLAS PRÁCTICAS.

1 Esta nueva edición aparece despue´s de la medida del Santo Oficio (12 de agosto de 1950),
que orden aretirar del comercio los dos libros de P. Chanson: “Arte de amar” y “Arte de amar
y continencia conyugal”. No parece que esta decisión tienda a modificar la posición que
parecía admitida por los moralistas respecto de la “copula reservata”. Con todo, puesto que se
trata de un problem delicado y complejo, pedimos instantemente a los confesores que estén
atentos a todas las directivas que eventuaalmente pudiera darse acerca de este asunto.
(N. del E.) Posteriormente, el 4 de agosto de 1952 (ver A.A.S. 44, p. 546), el Santo Oficio
dio el siguiente Monitum:
“Gravi cum sollicitudine Apostolica Sedes animadvertit non paucos scriptores his
temporibus, de vita coniugali agentes, passim palam et minute ad singula eam specientia
inverecunde descendere: praeterea nonnullos actum quemdam, amplexum reservatum,
describere, laudare et suadere.
Ne in re tanti momenti, quae matrimonii sanctitatem et animarum salutem respicit, munere
suo deficiat, Suprema Sacra Congretatio S. Officii, de expresso mandato SSmi. D.N.D. Pii,
divina Providentia Pp. XII, omnes praedictos scriptores graviter monet, ut ab huiusmodi
agendi ratione desistant. Sacros quoque Pastores enixe hortatur ut in his rebus sedulo
advigilent et quae opportuna remedia sollicite apponant.
Sacerdotes autem, in cura animarum et in conscientiis dirigendis, numquam , sive sponte sive
interrogati, ita loqui prasumant quasi ex parte legis christianae contra “amplexum reservatum”
nihil esset obiiciendum.
Datum Romae, ex Aedibus S. Officii, die 20 Iunii 1952. Marinus Marani, Supr. Congr. S.
Officii Notarius.”
Según esto:
1) El confesor deberá abstenerse totalmente d eaconsejar el “amplexus reservatus”.
2) Tendrá en cuenta que no es “simpliciter licitum” y que tiene serios inconvenientes por
parte de la moral cristiana.
3) Que solamente en circunstancias muy especiales “non constare non posse peragi sine peccato”. (Ver
“Periodica de re morali et liturgica, 15 decembre 1952”, p. 268).

288
Las trae Martín, “El Matrimonio”, 6ª edición, núm. 128, en nota: “Esta “copula reservata”
no es rara en personas que no quieren hijos y que desean al mismo tiempo observar la ley
cristiana del matrimonio. Para que esté permitida es necesario:
1º) Que sea honesta la intención de los esposos: por consiguiente, que no quieran el goce
completo (i.e. effusio seminis) [(la efusión del semen)] y, si lo sienten venir, que lo impidan,
interrumpiendo esa relación; de tal manera que si se produce sea realmente “praeter
intentionem” [“sin intención”].
2º) Que el goce completo sea raro o que, si es bastante frecuente haya una razón grave: a)
para permitir ese acto, b) para no realizar la cópula perfecta.”
Creemos útil recordar que la “copula reservata” [“cópula reservada”] no excluye en
absoluto toda posibilidad de procreación.

764. N.B.— VOLVER A LEER ATENTAMENTE LO QUE SE HA DICHO:


acerca de la rectitud de intención (Cf. 757).
acerca de la advertencia mutua (Cf. 758).

Artículo sexto.
DE ACTIBUUS IMPERFECTIS —NON MUTUIS
[LOS ACTOS IMPERFECTOS NO MUTUOS]
765. 1º) GENERALIDADES.— Se trata de los “actus imperfecti in proprium corpus exerciti,
v.g. tactus in partibus inhonestis” [“actos imperfectos ejercidos en el propio cuerpo, por
ejemplo los tactos en las partes deshonestas”].
Los esposos pueden, evidentemente, permitírselos a título de “actus cum copula connexi”
[“actos en conexión con la cópula”], aunque siempre son preferibles los “actus mutui” [“actos
mutuos”].
El problema de su licitud no se plantea apenas más que cuando los esposos están
ALEJADOS EL UNO DEL OTRO (por ej.: el marido está prisionero, es marino, viajante de
comercio, etc.).
Se trata de una cuestión delicada y discutida: creemos útil exponer sucintamente las dos
opiniones.
A) Opinión de Sánchez, Vermeersch, Noldin y muchos modernos.
Esta opinión puede resumirse en estas tres reglas:
“1ª REGULA.— Actus imperfectis in proprium corpus exerciti —altero absente conjuge—
si grave pollutionis periculum inducant sunt PECCATA MORTALIA. [Los actos imperfectos,
ejercidos en el propio cuerpo —estando ausente el otro cónyuge— si inducen a un grave
peligro de polución son PECADO MORTAL.]
2ª REGULA.— Si actus isti non grave pollutionis periculum inducant, sunt generatim
VENIALIA.
[Si esos actos no inducen a un peligro grave de polución, son en general VENIALES.]
3ª REGULA.— Si fiunt ex motivo honesto (v.g. ad continentiam facilius servandam vel ad
adulterium vitandum) NULLUM PECCATUM.”
[TERCERA REGLA.— Si se realizan por un motivo honesto (por ejemplo para conservar
más fácilmente la continencia o para evitar el adulterio) NO SON PECADO ALGUNO.]
En efecto: en las personas casadas la “delectatio venerea etiam directa volita” [“delectación
venérea aun querida directamente”] no es nunca pecado mortal si no hay peligro próximo de

289
emoción completa. Estos actos están relacionados, por lo menos implícitamente, con la vida
conyugal, sobre todo si van acompañados de imaginaciones, recuerdos que se relacionan con
el esposo ausente. Si tales actos hacen evitar la “pollutio” [“polución”] solitaria o el adulterio,
no serán culpables.
B) Opinión de San Alfonso, Sporer, Marc, Raus.
“PRINCIPIUM.— Isti actus non mutui sunt conjugibus sicut ceteris non conjugatis
GRAVITER prohibiti. Nullum enim ordinem dicunt ad copulam et sunt actus mere solitarii.
Hanc severiorem sententiam Sanctus Alphonsus dicit in praxis SUADENDAM (non
imponendam).” [“PRINCIPIOS.— Esos actos no mutuos están prohibidos a los casados y no
casados GRAVEMENTE. Porque no dicen ninguna relación a la cópula y son actos meramente
solitarios. San Alfonso dice que en la práctica se debe ACONSEJAR (no imponer esta sentencia
más severa).”]

766. 2º CONDUCTA DEL CONFESOR.


Situación del Penitente.— Una persona casada, separada de su cónyuge, se acusa de
malos tocamientos en sí misma.
PREGUNTA QUE HAY QUE HACER, ¿implica eso la emoción completa?
EN CASO AFIRMATIVO: pecado mortal.
EN CASO NEGATIVO: dígale: “Si: usted hace eso por una razón valedera, por ejemplo,
para hacer más fácil la continencia, para superar una tentación de adulterio pensando en el
cónyuge ausente, no hay pecado propiamente hablando.
Sin embargo, si puede llegar al mismo resultado contentándose con imaginaciones, con
recuerdos relativos a su vida conyugal, sería mejor: en general no son recomendables esos
tocamientos solitarios y fácilmente pueden resultar peligrosos”.

Artículo séptimo.
DE DELECTATIONIBUS MOROSIS ET DESIDERIIS
[LAS DELECTACIONES MOROSAS Y LOS DESEOS]
En general, cuando se trata de pensamientos y de deseos relativos a la impureza, hay que
distinguir la DELECTACIÓN DEL ESPÍRITU y la DELECTACIÓN VENÉREA PROPIAMENTE
DICHA que, por otra parte, sigue generalmente a aquélla.

767. 1º) DELECTACIÓN DEL ESPÍRITU (haciendo entrar en ella los deseos de un acto
futuro).
La delectación estará permitida o será pecado, según que el acto imaginado esté permitido
o sea pecado.
Si se trata de sus PROPIAS RELACIONES CONYUGALES —de suyo los esposos tienen el
derecho de pensar en ellas y de recibir voluntariamente placer de ellas. Sin embargo, podría
haber en ello pecado venial de intemperancia si se prolongase esta complacencia
voluntariamente y sin motivo: lo mismo que hay pecado venial de gula si se piensa
desmedidamente en los placeres de la mesa.
Si se trata de imaginación referente a OTRAS PERSONAS DISTINTAS DEL CÓNYUGE hay
pecado interior de adulterio.

768. 2º) DELECTACIÓN VENÉREA PROPIAMENTE DICHA.

290
La delectación del espíritu provoca generalmente movimientos carnales de delectaciones
venéreas. Los solteros no pueden consentir en ellos sin pecar mortalmente.
Los ESPOSOS, por el contrario (prescindiendo del peligro de polución), pueden sentir
placer en ellos voluntariamente SIN QUE de suyo HAYA PECADO: en efecto, ese placer carnal
lleva consigo una relación implícita con la vida conyugal.
Habría solamente PECADO VENIAL si uno se detuviera en ellos voluntariamente sin razón.

769. Situación del Penitente.— Una persona casada se acusa de malos pensamientos y de
malos deseos.
PREGUNTA QUE HAY QUE HACER: ¿esos pensamientos y esos deseos se refieren a una
persona distinta del cónyuge?
EN CASO AFIRMATIVO —dígale que eso ya es un pecado interior de adulterio, y muéstrele
su gravedad.
EN CASO NEGATIVO podrá decirle: “Pensar en las intimidades de la vida conyugal y
experimentar en ello un placer voluntario no es de suyo un pecado — con la condición de que
no haya en ello peligro próximo de emoción completa.
Habría sólo pecado venial en complacerse con demasiada frecuencia y sin razón en tales
imaginaciones.
N.B.— A) Tranquilizar a los esposos de conciencia delicada, quienes podrían caer en el
escrúpulo acerca de este punto.
B) Como REMEDIO A LAS TENTACIONES DE ADULTERIO podría indicar usted éste:
“Cuando se presente un deseo hacia una persona extraña, piense en las escenas de intimidad
conyugal que más han quedado grabadas en su espíritu y en su corazón”.

CAPÍTULO SEGUNDO
DE OBLIGATIONE ACTUS CONJUGALIS
[LA OBLIGACIÓN DEL ACTO CONYUGAL]
Artículo primero.

PUREZA Y CARIDAD

Con demasiada frecuencia se considera el problema de las relaciones conyugales desde el


único punto de vista del sexto mandamiento: sería cuestión de evitar únicamente la impureza,
es decir la búsqueda desordenada del placer venéreo.
Ahora bien: aquí, como en cualquier otra parte, no hay que olvidar el principio de la caridad
y el conjunto de sus obligaciones, positivas y negativas. La encíclica “Casti connubii” lo dice
claramente. (Véase el texto en Martín, número 71-2º).

I.— DEBER POSITIVO DE CARIDAD.

770. Muchísimos esposos y esposas creen estar en regla con las exigencias del deber conyugal
cuando han aceptado la petición, por lo menos implícita, del cónyuge.

291
La caridad, si no la justicia pide mucho más: “Acercándose el uno al otro no buscan
únicamente su satisfacción personal, sino en primer lugar la del otro”. (La carne y la gracia,
por Claudio Servies, p. 45.1
El ESPOSO no debería jamás olvidar que el acto conyugal puede realizarse sin que la esposa
experimente en ello ninguna satisfacción ni apaciguamiento. Si el hecho se presenta
habitualmente, ella se sentirá tentada a considerar su deber como una mera caga. El esposo
debería dar prueba de olvido de sí, de delicadeza, practicando los diversos consejos dados en
el cap. I, Art. IV (De actibus cum copula connexis).
LA ESPOSA deberá tener cuidado sobre todo con su comportamiento psicológico y
sentimental. Pedro Dufoyer (Libro de la Esposa, página 131) escribe: “Una esposa que se da
por condescendencia o por compasión, sin simpatía y sin gozo, no cumple su obligación como
es debido. No se le puede echar en cara una frialdad involuntaria o una falta de atractivo
natural: quizás ella no es responsable de eso. Pero hay derecho para reprocharle el que no
realiza el esfuerzo psicológico deseable pan participar en la unión como mejor pueda.
N.B.— Agreguemos que los esposos a veces tienen el deber de prepararse para un período
difícil en el que las relaciones completas serían imposibles (Véase más adelante Sectio
Secunda, Cap. I, Art. II).

II.— DEBER NEGATIVO DE CARIDAD.

771. Este deber ha sido muy tratado por los Moralistas —en los casos extremos. (Véase Art.
II). Pero ¿se lo ha valorado suficientemente para el conjunto de los problemas conyugales?
Ahora bien: tal o cual esposo puede no haber sido nunca culpable de impureza y haber pecado,
por lo menos venialmente, contra la caridad. Por ej.: habrá abrumado a una esposa fatigada
con nacimientos demasiado próximos unos de otros, alcanzando con el mismo golpe a la
educación física y moral de los hijos.
El sociólogo católico Paul Bureau, defensor, por otra parte, de la familia numerosa,
declaraba: “Nuestra admiración no debe crecer ciertamente con el número de hijos. Si ellos
son la prueba incontestable de la abnegación de la madre, y algunas veces lo son también del
egoísmo del marido que, privándose de ellos, hubiera podido disminuir las fatigas de su mujer
y permitir mejores condiciones de vida a hijos un poco menos numerosos”2.
Claudio Servies (obra citada, p.50) escribe: “El hombre no comprende la gravedad del
pecado cometido al imponer a su esposa un nuevo hijo cuando ella no puede soportar su peso...
No ve cómo falta a la justicia o a la caridad para con la compañera que le ha sido confiada a
fin de que la ayude a santificarse y no para que la aplaste hasta extinguir su alma.”
El mismo autor, p. 46 y 47, expresa muy bien la psicología de ciertos esposos cristianos,
que se preocupan con demasiada exclusividad del pecado de onanismo. “Si la tentación es
demasiado fuerte, dicen ellos, el acto verdadero debe realizarse sin desvío antes que ofender
al Señor. Las graves consecuencias no serán catastróficas puesto que serán el fruto de la
obediencia”. Pero, prosigue C. Servies, Dios no está para reparar nuestras majaderías y
nuestros actos poco razonables; Él no impide que la mujer tuberculosa conciba, si es que ha
sido fecundada — y la muerte de esta madre, poco después del nacimiento, no deberá
imputarse a una Providencia despiadada, sino a la trágica imprudencia de los esposos.”

1
Es sorprendente que esta obra, tan interesante y tan valiente por otra parte, trate de la continencia conyugal sin
hacer ninguna alusión alos “actos imperfectos” y a su legitimidad.
2
No sabríamos recomendar demasiado la lectura de un libro recientemente aparecedio: “Limitación de los
Nacimientos y Conciencia Cristiana”, Ediciones Familiares. Contiene diversos capítulos firmados por eminentes
teólogos, moralistas, filósofos, sociólogos, médicos.

292
Tratemos de transcribir esto en el estilo de la Teología Moral:
El esposo cristiano, fuertemente tentado no considera más que esta alternativa: o realizar
normalmente el acto conyugal, o hacer un acto contra la naturaleza. Ahora bien : él quiere
evitar a toda costa el pecado mortal de onanismo; por consiguiente, realizará el acto conyugal
normal.
Pero este esposo cristiano no sabe, a lo que parece (ignorancia invencible... o vencible) que
un acto conyugal, irreprochable desde le punto de vista de la pureza, puede ser un pecado y a
veces mortal contra la caridad y aun contra la pureza1.
Entonces ¿va a encontrarse el esposo cristiano con un “casus perplexus” [“caso perplejo”]?,
¿o pecar contra la pureza o pecar contra la caridad? Nada de eso. Hay un tercer
comportamiento, que es el bueno, es, a saber, abstenerse del acto conyugal o contentarse con
actos imperfectos. (Cf. 749 y siguientes). Esta abstención puede que no sea más que cuestión
de días, si basta con esperar un período cierto de infecundidad. De todos modos se requiere
para ello espíritu de sacrificio —pero la vida conyugal conoce también horas de crucifixión.
N.B.— La caridad interviene también en diversas cuestiones conyugales: FRECUENCIA
DE LAS RELACIONES, DELICADEZA DE LOS PROCEDIMIENTOS, etc.

Artículo segundo
PETITIO et ACCEPTATIO ACTUS CONJUGALIS
[PETICIÓN Y ACEPTACIÓN DEL ACTO CONYUGAL]
Petición y aceptación del acto conyugal dan lugar a casos de conciencia difíciles y a veces
trágicos, puede estar en juego la felicidad del hogar o hasta la vida de un cónyuge. Sólo se
pueden recordar los principios de solución.

I.— ELEMENTOS QUE HAY QUE CONSIDERAR.


Hay que tratar de componer diversas obligaciones de justicia, de caridad y de piedad.

772. 1º) DIVERSOS TÍTULOS DE OBLIGACIÓN.


A) Obligaciones de justicia.— Cada uno de los esposos tiene el “jus ad corpus” [“derecho
al cuerpo”] de su cónyuge. No puede exigir, por otra parte, más que el acto normal, en cuanto
a su esencia y en cuanto a sus diversas circunstancias.
Respeto de sus derechos diversos de los cónyuges y de los hijos.
B) Obligaciones de caridad y de piedad:
a) para CONSIGO MISMO (Ej.: evitar la impureza, no perjudicar la salud).
b) para con el CÓNYUGE (Ej.: Evitar la sobrecarga de una familia demasiado numerosa).
c) para con la COMUNIDAD FAMILIAR (Ejemplo: Mantener la paz del hogar, asegurar la
buena educación física y moral de los hijos).
d) para con la IGLESIA y la CIUDAD TERRENA. Es cuestión de dar a Dios adoradores y al
mundo ciudadanos —en cantidad conveniente y de buena calidad.
Nota.— No hemos considerado la obligación de RELIGIÓN, que no interviene más que en
el caso de que uno de los esposos haya hecho el voto de castidad. La cuestión se estudia
detalladamente en: El Matrimonio, por Mons. Martín, n. 199-7º.

1
El problema considerado no carece de analogía con el del esposo que ha hecho voto de castidad: al exigir el
acto conyugal no es culpable de impureza, sino que peca contra la virtud de la religión.

293
773.— 2º) NATURALEZA Y CANTIDAD DE LAS VENTAJAS Y DE LOS
INCONVENIENTES PRODUCIDOS.
Pueden ser de orden ESPIRITUAL (Ejemplo: evitar el pecado) o TEMPORAL (salud,
felicidad etc.). Su importancia es más o menos GRANDE.

774.— 3º) GRADO DE CERTEZA DE SU PRODUCCIÓN.


Hay que tenerlo en cuenta asando se hace el balance de las ventajas y de los inconvenientes
que pueden resultar del acto conyugal.
Este elemento entra particularmente en juego cuando se trate de pesar los inconvenientes
que resultan de un nuevo nacimiento. Este puede ser más o menos probable según el momento
en que se realiza el acto conyugal (período de fecundidad o de agenesia). Los inconvenientes
relativos a la salud de la madre pueden ser igualmente más o menos probables.

II.— CASOS DE CONCIENCIA RELATIVOS A LA PETICIÓN.

775.— 1º) ¿CUÁNDO ES OBLIGATORIA?


En JUSTICIA.— no lo es: “nemo tenetur uti jure suo”.
En CARIDAD —es obligatoria cuando hay grandes ventajas que se pueden obtener para sí
mismo o para su cónyuge o para las otras comunidades: familiar, eclesiástica, humana.
Ejemplo: El esposo se da cuenta de que su esposa querría unirse aunque no se atreve por
pudor a expresar su deseo. O bien: hay una cierta frialdad entre los esposas y todo el ambiente
familiar se resiente a ello; el acto conyugal realizado con cuidado y amor volvería e traer la
paz y alegría.
N.B.— En general el uso del matrimonio hay que aconsejarlo a los esposos; sin embargo
después de entenderse previamente, puedan abstenerse de él siempre que no haya peligro de
incontinencia y de incomprensión conyugal.

776.— 2º) ¿CUÁNDO ESTÁ PROHIBIDA?


a) Cuando no sería un ACTO HUMANO (esposo privado de razón o en estado de ebriedad).
b) Cuando el ESPOSO NO SE OCUPA DE NINGÚN MODO DE SU FAMILIA.
c) Cuando el acto pedido sería ANORMAL (Sodomía, cópula onanística, situs innaturalis,
scandalum).
d) Cuando el acto se pide CON DEMASIADA FRECUENCIA.
(Véase lo que se ha dicho en el n. 740).
e) Cuando para uno de los cónyuges —se seguiría de ella una MUERTE CIERTA y en
BREVE PLAZO (Ej.: Un médico competente ha afirmado que un nuevo nacimiento acarrearía
ciertamente la muerte de la madre).
f) Cuando hay INCONVENIENTES MUY GRAVES PARA UN CÓNYUGE o PARA EL NIÑO
YA CONCEBIDO (peligro de muerte o de contagio)1.
Sin embargo. VENTAJAS IMPORTANTES (Ej.: El no pedir obligaría a una continencia larga
y difícil) pueden hacer que el acto conyugal sea propuesto al cónyuge, sin serle impuesto —
como se explica en el número siguiente.

1
Si se trata de inconvenientes relativos al niño que va a nacer, véase más adelante , núm. 785.

294
777.— 3º) ¿CUÁNDO PUEDE SER PROPUESTA PERO NO IMPUESTA?
Al establecer el balance de los diversos elementos (Cf. 772-774) se habrá comprobado que
no existe ya la experiencia de justicia, sin que esté prohibida, con todo, la petición.
a) INCONVENIENTES MUY GRAVES PARA UN CÓNYUGE o para un NIÑO YA
CONCEBIDO. Por otra parte hay VENTAJAS IMPORTANTES.
b) INCONVENIENTES GRAVES y por otra parte NINGUNA VENTAJA IMPORTANTE.
Ej.: un nuevo nacimiento significaría para la compañera, madre de familia, inconvenientes
graves; por otra parte, la continencia puede guardarse sin gran dificultad.
c) EL ESPOSO ADÚLTERO (formal, cierto, consumado) pierde su “jus ad corpus” [“derecho
al cuerpo”] —a menos que el cónyuge los haya perdonado o sea también culpable de adulterio.
En esta hipótesis, el que pide sólo puede apelar a la caridad del cónyuge y solicitar un
consentimiento: el acto conyugal puede ser PROPUESTO, PERO NO IMPUESTO.

778. ¿CUÁNDO PUEDE SER —IMPUESTA?1


Todas las veces que el balance de las ventajas y de los inconvenientes deje de prevalecer el
“DERECHO AL CUERPO”.
a) Los INCONVENIENTES ORDINARIOS que son inherentes al estado del matrimonio
(molestias de un embarazo ordinario, dolores ordinarios del parto, etc.) dejan intacto el “jus
ad corpus” [“derecho al cuerpo”].
b) La coexistencia de INCONVENIENTES GRAVES y de VENTAJAS IMPORTANTES no
parece suprimir el “jus ad corpus” [“derecho al cuerpo”].

N.B.— Puede suceder que el acto conyugal no pueda ser impuesto inmediatamente, sino
sólo en período de infecundidad (Cf.: Aceptación diferida 782-784).

III.— CASOS DE CONCIENCIA RELATIVOS A LA ACEPTACIÓN.

779. 1º) ¿CUÁNDO ESTÁ PROHIBIDA?


a) MUERTE CIERTA y en BREVE PLAZO DE UNO DE LOS CÓNYUGES.
b) Los HIJOS SERÁN ABANDONADOS.
c) LA ACEPTACIÓN DE UN ACTO ANORMAL o ILÍCITO por parte del que pide NO está
SIEMPRE PROHIBIDA. Este problema complicado se estudia más adelante en el número 787.

780. 2º) ¿CUÁNDO ES OBLIGATORIA?


a) Lo es en JUSTICIA —cada vez que puede ser IMPUESTA POR EL CÓNYUGE (ver lo que
se ha dicho en el 778).
b) Es obligatoria en CARIDAD —cada vez que la petición pueda ser SOLAMENTE
PROPUESTA por el cónyuge (ver el número 777) y cuando los INCONVENIENTES NO SON
MUY GRAVES.
c) Si el SOLICITANTE ha cometido UNA SOLA FALTA DE ADULTERIO ya no hay
obligación de justicia ¿No habrá con frecuencia obligación de caridad?

1
Nos colocamos aquí desde el punto de vista jurídico del “debitum coniugale”. Entre esposos verdaderamente
unidos nada debe ser “impuesto” al otro; todo debe ser consentido en el amor.

295
Nota I.— Gravedad del pecado.— Cuando hay obligación de justicia una sola repulsa
puede ser PECADO MORTAL (peligro de incontinencia, grave molestia para al cónyuge). Y
será así aun cuando hubiera solamente petición tácita por parte de la esposa .
Por el contrario habrá solo PECADO VENIAL si la petición es poco apremiante —o si es
frecuente y la repulsa excepcional. Se supone que no hay peligro de pecado solitario.
Nota II.— Aceptación diferida.— En algunos casos la aceptación no es obligatoria de
inmediato. (La cuestión se estudia detalladamente en los números 732-784).
Nota III.— De la advertencia que hay que hacer.— Algunas esposas cargadas de familia
o avanzadas en edad ignoran que pecan mortalmente al negarse a su marido. Si están en
ignorancia invencible y si la advertencia es probablemente ineficaz hay que dejarlas en su
buena fe.

781. 3º) ¿CUÁNDO ESTÁ PERMITIDA LA ACEPTACIÓN?


Cada vez que no esté ni PROHIBIDA NI sea OBLIGATORIA. Se trata entonces de un ACTO
DE CARIDAD FACULTATIVO1.
a) Hay INCONVENIENTES MUY GRAVES y VENTAJAS IMPORTANTES.
Sin embargo, cuando la petición se hace en período de fecundidad, parece que se está
obligado a diferir la aceptación (Cf. 784).
b) PETICIÓN de UN ACTO ANORMAL o ILÍCITO de parte del que pide (Cf. 787).
c) PETICIÓN DEMASIADO FRECUENTE (Cf.: De frequentia [La frecuencia], n. 740).
La aceptación es facultativa. ¿Es mejor aceptar o rehusar? Hay que ver de qué lado se
inclina la balanza de las ventajas y de los inconvenientes.
Nota. Advertencia que hay que hacer.— Algunas esposas “fuera de edad” creen que han
pecado en realizar el acto conyugal. El confesor no dejará de hacerles la advertencia.

IV.— ACEPTACIÓN DIFERIDA.

782. 1º) POSICIÓN DOCTRINAL DE LOS ANTIGUOS.


Los antiguos moralistas no autorizaban la repulsa del “debitum conjugale” [“débito
conyugal”] a no ser muy excepcionalmente: por ej. si un nuevo nacimiento había de acarrear
la muerte casi cierta de la madre.
Según ellos, aun cuando el acto conyugal implicara graves inconvenientes, generalmente
se debía aceptar “propter periculum incontinentiae” [“”].
Los antiguos teólogos resolvían la cuestión partiendo de los datos científicos —es cosa
demasiado evidente— de su época. Ahora bien: en aquel entonces era imposible distinguir
claramente entre período de fecundidad y período de infecundidad (agenesia).
No había más que dos opciones posibles: o aceptar pura y simplemente la petición del
cónyuge o negarse indefinidamente. Este aplazamiento “sine die” condenaba al cónyuge a una
continencia perpetua y lo colocaba de este modo la mayoría de las veces en ocasión próxima
de numerosos pecados mortales: por consiguiente eso no estaba permitido más que en
determinados casos extremos.

783. 2º) ARREGLO POSIBLE DE LA POSICIÓN TRADICIONAL.

1
¿Es necesario hacer notar que la cuestión considerada podría ser propuesta en estos términos equivalentes:
cuándo está permitida la repulsa?

296
El P. Veemersch, en su “De Castitate”, número 251, declaraba todavía que el temor de una
familia demasiado numerosa para ser convenientemente alimentada, no parecía (non videtur)
un justo motivo de rehusar el debitum. Agregaba, sin embargo: “Res summum ita componi
possit, ut usus matrimonii iis tantum diebus fiat quibus fecundatio minus probabilis sit” [“”].
Salvo “meliori judicio”, nosotros creemos ser fieles a las concepciones del sabio y llorado
profesor de la Universidad Gregoriana proponiendo lo que sigue:
En nuestro días, contrariamente a lo que sucedía en otro tiempo, se puede llegar a prever,
con más o menos certeza, cuáles son las fases de fecundidad o de infecundidad. Por eso los
esposos tendrán a veces la obligación de tratar de conocer su propio ciclo periódico, o de
iniciarse en el método llamado de las temperaturas (Cf. 805). A veces sería interesante hacer
esta investigación antes del matrimonio, durante el tiempo del noviazgo.
Si el acto conyugal se pide durante el transcurso de un período de fecundidad, cuando un
nuevo nacimiento implicaría inconvenientes verdaderamente graves, se puede considerar una
solución intermedia entre la aceptación inmediata y la repulsa definitiva, es a saber : la
aceptación diferida.
Esta respuesta no es una negativa sin condiciones: ella exige solamente que el cónyuge sea
razonable y desplace su petición a los días de infecundidad; por el momento deberá contentarse
con actos imperfectos, legítimos (Cf. 749 y siguientes).
Claudio Serviès en “Carne y gracia”, p. 49, dice muy bien: “La mujer que, sin negarse
verdaderamente a su marido, sabe pedirle con firmeza que espere los días de agenesia, en
realidad no hace más que sostenerlo en la línea que él se había trazado. Este caso es el único
en que ella puede, en cierto modo, no responder al deseo de su marido, y esto porque se trata
de evitar de hecho que la comunidad familiar se vea arrastrada, por una locura pasajera, hacia
una situación por mucho tiempo embarazosa lo cual sobrepasa en importancia los derechos
innegables que tienen los esposos, el uno del otro1.

784. 3º) REGLA PRÁCTICAS.


LA ACEPTACIÓN DIFERIDA está permitida, pues, algunas veces, si no es obligatoria.
Esta PERMITIDA —cuando un nuevo nacimiento puede acarrear inconvenientes
GRAVES.
Será OBLIGATORIA si los inconvenientes son MUY GRAVES, sobre lodo cuando no son
de orden personal, sino que afectan a la comunidad familiar íntegra o al niño que va a nacer.
Nota.— Puede suceder que una aceptación diferida tenga como consecuencia un pecado
mortal del cónyuge; si está legitimada por justos motivos, no habrá escándalo, en el sentido
teológico de la palabra.

V. CASOS DE CONCIENCIA MÁS DIFÍCILES

785. 1º) MALES TEMIDOS PARA EL NIÑO QUE VA A NACER.


Se cree que el niño no llegará a término o que nacerá muerto, o que nacerá débil. ¿Qué
pensar de la licitud del acto conyugal?
Para Martín. n. 122-e —el acto conyugal puede ser impuesto, sobre todo si existe peligro
de incontinencia; porque para el niño la existencia es preferible a la nada.

1
Esta noción de aceptación diferida no deja de tneer analogía con la cesación provisoria de la obligación de
restituir. No se está obligado a restituir inmediatamente cada vez que la persona perjudicada, para ser razonable,
debiera permitir que se difiera la restitución.

297
El P. Vermeersch, “De Castitate” n. 251, declara: “Plures quibus assentimur, sed alii
negantibus, justan causam esse censent” (por justa causa excusan del débito conyugal). En
otros términos: la petición puede ser propuesta, pero no impuesta.
La mejor solución parece ser sin duda la de OBLIGAR A LA ACEPCIÓN DIFERIDA.

786. 2º) ESPOSO SIFILÍTICO.


Cada vez que hay PELIGRO MORALMENTE CIERTO DE CONTAGIO, el esposo enfermo
no puede IMPONER EL ACTO CONYUGAL: sería pecado mortal.
LA ACEPTACIÓN DIFERIDA hasta el momento en que ya no haya contagio parece ser
la mejor solución. La conducta del Confesor depende, por lo tanto, del dictamen del médico.

787. 3º) EL ACTO PEDIDO ES ANORMAL.


La CÓPULA ONANÍSTICA AUT SODOMÍSTICA [onanística y sodomística] da lugar a
diversos casos de conciencia complicados que se examinan detalladamente en la “Sectio
Secunda” relativa al Onanismo con conyugal.
Si el acto pedido no es contra “naturam sed solum inordinatum in SITU” [contra “lo natural,
sino sólo desordenado en la posición”] (Cf. 731-732) la aceptación no es obligatoria en
justicia. El “jus ad corpus” [“derecho al cuerpo”] se limita a los actos normales.
Sin embargo, esta aceptación puede ser el “minus malum” [“mal menor”] (Ej.: el rechazo
descontentaría gravemente al cónyuge. En caridad tal aceptación puede estar permitida y aun
ser obligatoria.

788. 3º) Uno de los cónyuges (o hasta los dos) ha hecho el voto de castidad.

789. 4º) El matrimonio es dudosamente válido.


Estos dos últimos casos muy complicados se estudian a fondo en Martín, n. 119-7º-8º.
Este capítulo REEMPLAZA al Capítulo 1 de la 6ª parte de las dos primeras ediciones.

298
SECCIÓN SEGUNDA

EL ONANISMO CONYUGAL
CAPÍTULO PRIMERO
EL ONANISMO EN GENERAL
Artículo primero.
NOCIONES DIVERSAS

I.— VIDA EN COMÚN Y OCASIÓN DE PECADO.


790. GENERALIDADES.— Prescindiendo de ciertos temperamentos o de ciertos cristianos
de subida virtud, la vida en común —sin el uso honesto del matrimonio— constituye una
ocasión PRÓXIMA del pecado de onanismo.
En efecto: la presencia mutua de los esposos excita la concupiscencia de la carne; el afecto
recíproco, sobre todo si es intenso, les inclina a abandonarse corporalmente el uno al otro. Y
como —por hipótesis no pueden o no quieren usar honestamente del matrimonio, los esposos
estarán tentados de entregarse al onanismo, y frecuentemente.
Por consiguiente, hay que considerarles como que están en OCASIÓN PRÓXIMA de pecar
mortalmente.
Y, puesto que se trata de un estado permanente, de una presencia constante de los cónyuges,
la ocasión es CONTINUA.

791. ALEJAMIENTO DE LA OCASIÓN.


Como se ha visto, a propósito de los ocasionarios en general, hay que distinguir alejamiento
físico y alejamiento moral.
A.— Alejamiento —físico.
Consistirá en : —usar honestamente del matrimonio.
A partir de ese momento, sea que la esposa quede embarazada, sea que se encuentre
provisoriamente estéril, los esposos apenas se sentirán tentados de practicar el onanismo.
La —ruptura de hecho— con la ocasión consistirá, pues, en tener relaciones conyugales
completas.
B.— Alejamiento —moral.
a) DISMINUIR LA FUERZA DE LA OCASIÓN.
El Confesor deberá tener una GRAN PRUDENCIA.
La Nota Doctrinal de la Diócesis de Lyon, núm. 10, declara: “El confesor prudente se
guardará, por otra parte, de sugerir o hasta de aprobar resoluciones que, bajo pretexto de
eliminar ocasiones de onanismo, amenazan la unión de los hogares. La moral de los esposos
no se reduce a la huida ante el onanismo; deben amarse y amarse como esposos hasta en
período de continencia”.
Hay que proscribir el CUARTO SEPARADO.
En cuanto al LECHO SEPARADO —tiene el inconveniente de suprimir los mejores
momentos de intimidad entre los esposos.

299
En “Hogares Rurales y Fecundidad”, por Ancelle, 2ª edición, p. 40, se lee: “El hecho de
tener cada uno su cama puede suprimir en parte las dificultades que provendrían de la
presencia del cónyuge. No suprime las que cada esposo halla en sí mismo, y que se sentiría
tanto más tentado de satisfacer cuanto que se vería más abandonado a sí mismo”.
Traduzcamos en estilo de Moralista: bajo pretexto de suprimir la ocasión de onanismo, se
corre el peligro de estar en la ocasión más temible aún de masturbación y hasta de adulterio.
b) DISMINUIR LA FUERZA DE LA CONCUPISCENCIA.
Practicar el método Ogino cuando es lícito (Cf. 805-807).
En los días de continencia —conjurar la familiaridad y la obsesión del orgasmo (emoción
completa): hacer como si no existiera —puesto que no conviene al tiempo de la abstención.
Reemplazar el atractivo del orgasmo por un —apego positivo —a las satisfacciones reales
de los actos imperfectos1 (se gustan las alegrías de una buena conciencia, se aplacan
efectivamente los sentidos, se siente uno dueño de sí, se logra conservar una cierta moderación
en la expresión del amor conyugal, se dan pruebas de delicadeza, etc...).
c) AUMENTAR LAS FUERZAS DE RESISTENCIA.
Renovar el buen propósito todas las mañanas. —Oración —comunión frecuente —
confesión con el mismo C. inmediatamente después de la caída (para más detalles, véase
305-3º).

792. OCASIÓN LIBRE —OCASIÓN NECESARIA.


a) Onanista en —ocasión libre.
Es el que puede alejar físicamente la ocasión sin graves inconvenientes. Según lo que se ha
dicho en el núm. 791-A, éste es el P. que puede usar honestamente del matrimonio y correr el
riesgo de un nuevo nacimiento sin graves inconvenientes, ni desde el punto de vista de la salud
de la madre, ni desde el punto de vista del bienestar moral y material del hogar.
Cuando tiene que tratar usted con onanistas que están en la ocasión libre, sobre todo si son
recidivos, debe imponerles el alejamiento físico de la ocasión, es decir, el uso honesto del
matrimonio.
b) Onanista en la ocasión necesaria.
Es el caso de los esposos que no pueden alejar físicamente la ocasión sin inconvenientes
más o menos graves; dicho de otro modo, no pueden correr el riesgo de un nuevo nacimiento
sin daños más o menos importantes, ya sea para la salud de la madre —(pero atención aquí a
los falsos pretextos) —ya sea para el bienestar moral y material del hogar. El valor de estas
razones se examinará más de cerca a propósito del uso ilícito del método Ogino (Cf. 807-A).
En general, el C. deberá contentarse aquí con imponer al P. el alejamiento moral de la
ocasión (Cf. núm. 791-B)

II.— DIVERSAS CATEGORÍAS DE ONANISTAS.

792. 1º) DOS GÉNEROS SUPREMOS.


A.— Autor principal.
Es el P. MISMO quien toma las “precauciones requeridas”.
B.— Cooperador.

1
Los actos imperfectos se estudian detalladamente en los núms. 749-764.

300
Es el CÓNYUGE DEL P. que toma las mencionadas precauciones.
El P. mismo no hace más que cooperar con las maniobras anticoncepcionales.

794. 2º) ONANISTA AUTOR PRINCIPAL —SUS DIVERSAS ESPECIES.


A.— Ocasión — libre.
El P. no tiene ninguna razón —valedera— para evitar un nuevo nacimiento.
B.— Ocasión —necesaria.
El P. tiene razones verdaderamente graves —para evitar un nuevo nacimiento.
A veces hasta hay —peligro de muerte— para la madre.

795. 3º) ONANISTA COOPERADOR —SUS DIVERSAS ESPECIES.


A.— Cooperador —formal.
El P. participa de la intención culpable del cónyuge, autor principal.
B.— Cooperador —material.
El P. no participa de la intención culpable de la cooperación culpable de su víctima.
La cooperación es INMEDIATA o MEDIATA, según que el acto conyugal esté viciado —o
no lo esté— desde el principio1.

796. CUADRO RESUMEN relativo a las CATEGORÍAS DE ONANISTAS.


Ocasión LIBRE
Ocasión NECESARIA
Autor principal
—Razones graves
—Peligro de muerte.
FORMAL
MATERIAL
Cooperador
—Acto viciado —desde el principio.
—Acto no viciado —al principio.

III.—ONANISMO —ACTO CONTRA LA NATURALEZA.

797. GENERALIDADES.— Se demuestra fácilmente la malicia del onanismo cuando se


trata de esposos egoístas que no tienen ninguna razón para evitar un nuevo nacimiento (ocasión
libre): ellos faltan al DEBER DE CARIDAD PARA CON DIOS Y PARA CONSIGO MISMOS lo
mismo que a sus OBLIGACIONES DE JUSTICIA SOCIAL.
Es más difícil percibir claramente la malicia intrínseca del onanismo, independientemente
de sus consecuencias buenas o malas; en algunos casos (familia demasiado numerosa, país

1
El acto conyugal no está viciado desde el principio —si el marido interrumpe el acto (retiro prematuro), o si la
esposa recurre a lociones vaginales o uterinas. El acto conyugal está viciado desde el principio —si el marido se
sirve de un preservativo, o si la esposa utilizar una pseudovagina o recurre a polvos espermicidas.
En cuanto al uso del pesario anticoncepcional, contrariamente a lo que hemos escrito en las ediciones
precedententes, adoptamos la posición de Vermeersch (“Periódica”, p. 650) y de Creusen (“Nouvelle Revue
Theologique”, mayo de 1953, p. 409), es a saber: la opinión según la cual el uso del pesario no viciaría el acto
desde el principio no parece presentar probabilidad seria, ni intrínseca ni extrínseca.

301
superpoblado, etc. ...). el acto del onanista puede parecer un beneficio pera la sociedad. Y, sin
embargo, objetivamente, no deja de seguir siendo un pecado mortal.
El Confesor, para persuadir de ello a su Penitente, debe convencerse primero de lo bien
fundado que está este juicio moral. A la luz de la Encíclica Casti Connubii y de Santo Tomás
de Aquino (IIa, IIae, q. 154), tratemos de comprender mejor la MALICIA INTRÍNSECA del
onanismo: es un acto contra la naturaleza porque es una profanación.
Parece que nuestra época recobra un poco por todas partes el “sentido de lo sagrado”;
esperamos que nuestros contemporáneos volverán a encontrar cada vez más el RESPETO DEL
RITO MATRIMONIAL y se horrorizarán de la profanación del gesto de amor y de llamado a la
vida1.

798. 1º) PROFANACIÓN DEL —RITO INSEMINADOR.


“El Creador del género humano, nos dice la Encíclica, en su bondad, ha querido servirse
del ministerio de los hombres para la propagación de la vida.”
Sin duda la fecundación del óvulo femenino por el semen masculino es obra de la
naturaleza, y por eso mismo nace inmediatamente de Dios, ordenador del Universo. Pero Dios
ha confiado a los esposos lo que se puede llamar la INSEMINACIÓN DE LA ESPOSA. Inútil
subrayar toda la grandeza y toda la nobleza de este rito inseminador; con mucha frecuencia,
es cierto, no se seguirá de él la procreación —pero siempre será ese acto augusto que lleva en
sí mismo, según la propia expresión de Pío XI, el poder natural de procrear la vida”.
Es pues, INJURIAR GRAVEMENTE Y DIRECTAMENTE AL CREADOR profanar el rito
inseminador de institución divina. Por medio del artificio anticoncepcional se le DISIMULA,
se le FALSIFICA. Para el es marido emitir el elixir la vida sin transmitírselo a su esposa; para
ella es negarse a recibirlo o no recibirlo sino pera esterilizarle.
Dios es el único dueño de la vida del hombre, nunca se tiene el derecho de poner fin
voluntariamente a la existencia de una persona humana inocente (suicidio, homicidio,
eutanasia, aborto, etc.); tampoco se tiene el derecho de desnaturalizar el rito procreativo,
que de suyo puede dar por resultado el nacimiento de un nuevo ser humano.
No hay que extrañarse de que Santo Tomás (II.a, II.ae, q. 154 art. 12, 2ª objeción) haya
comparada profanación del rito inseminador y profanación sacrílega de lo que es
propiamente sagrado; y, “positis ponendis” declara a la primera más grave que la segunda. El
sacrilegio profana una consagración sobreañadida a las personas y a las cosas: si esta
consagración llega a desaparecer, ya no hay profanación; por el contrario, el acto del onanista
profana una acción de la naturaleza, una INSTITUCIÓN INMUTABLE que va hasta la raíz del
ser: cualquier cosa que se le haga, SIEMPRE hay PROFANACIÓN.
Evidentemente, hay grados en la gravedad de los diversos actos contra la naturaleza. Es
claro que la sodomía (con mayor razón la “bestialitas”) es más culpable que el onanismo: su
diformidad moral está, sin embargo, en la misma línea —Y NO SE PUEDE CONDENAR LO
UNO SIN LO OTRO.

799. 2º) PROFANACIÓN DEL —RITO DE LA “UNITAS CARNIS” [UNIDAD DE LA


CARNE].
Según el derecho Canónico, la inseminación normal de la esposa es a la vez condición
necesaria y suficiente para la CONSUMACIÓN DEL MATRIMONIO; es que, en efecto, los
cónyuges no tienen la posibilidad de realizar un acto que los una más que la transmisión del
semen marital en el cuerpo de la esposa.

1
Saint Exupéry dice que el mundo moderno ya no sabe lo que es un “rito”.

302
No lo olvidemos: es el Autor de la Naturaleza, Dios mismo, el que ha instituido al mismo
tiempo el rito inseminador y el rito por excelencia del amor conyugal, el que perfecciona la
“unitas carnis” [“unidad de la carne”]: “Et erunt duo in carne sua” [“Y serán los dos una sola
carne”].
Este rito no puede ofrecer un carácter conyugal sino con la condición de que se respeten
los tres elementos esenciales (Cf. 721-A). Ya sea que se trate del retiro prematuro, ya de la
loción vaginal o de cualquier otro procedimiento anticoncepcional, se falsifica la autenticidad
del signo conyugal por excelencia; eso no es otra cosa que la odiosa profanación del más
hermoso gesto de amor, simulacro, caricatura, parodia...
Y con el mismo golpe se hace una OFENSA DIRECTA A DIOS MISMO, a Aquél que nos ha
creado Hombre y Mujer, que ha instituido la modalidad de la unión de los esposos.
Hay como dos aspectos de la infidelidad conyugal: Infidelidad a la persona misma del
cónyuge e infidelidad a la manera —auténtica— de amor al cónyuge. Hay adulterio
propiamente dicho y una especie de adulterio interior, de adulteración del rito conyugal. En
resumen, todo pecado CONTRA EL HIJO ES UN PECADO CONTRA EL AMOR.
La nota de Lyon dice muy justamente: “Es también la bondad de Cristo la que sentirán los
esposos cuando el confesor les presente la ley del matrimonio como una EXIGENCIA DE LA
PERFECCIÓN DEL AMOR HUMANO”.

800. 3º) PROFANACIÓN DEL —PLACER.


No hay placer bueno o malo en sí; el placer es legítimo y bienhechor si resulta de un acto
lícito; el placer es culpable y malo si acompaña a un acto pecaminoso.
Cuando el acto conyugal es fraudulento, hay necesariamente placer adulterado.
Esto es tan verdadero, que manteniéndose en el solo plano de la psicología existe una
diferencia esencial entre la TONALIDAD de la emoción conyugal y la de la emoción onanista.

801. 4º) PROFANACIÓN DEL —MISTERIO CRISTIANO.


La nota de Lyon advierte: “Algunos cristianos mejor instruidos son por eso muy sensibles
a la oposición puesta de relieve por los teólogos de hoy entre el onanismo y el sacramento del
matrimonio; la unión conyugal, para ser el signo del amor de Cristo y de la Iglesia, supone el
abandono total de los esposos, el uno en el otro”.
Sabemos que el matrimonio figura la unión de Cristo y de su Iglesia en el amor abnegado
hasta el sacrificio. Los esposos que cometen el pecado de onanismo profanan el simbolismo
sagrado.

IV.— DE LA CONTINENCIA —COMPLETA.


802. DEFINICIÓN.— Consiste en abstenerse de las relaciones completas durante un tiempo
más o menos largo.
Se presenta bajo dos formas distintas que se pueden designar con el nombre de
CONTINENCIA ASCÉTICA y de CONTINENCIA AMOROSA.

803. 1º) CONTINENCIA —ASCÉTICA. Consiste en reducir la intimidad nupcial a las


familiaridades que de suyo no influyen gravemente en el último efecto del placer (Cf. número
749). Se emplea a veces la expresión: “vivir como hermano y hermana”.

303
La continencia ascética implica un HEROÍSMO manifiesto. Para que sea bienhechora no
debe exponer a los esposos al adulterio, ni a faltas solitarias; convendría que tampoco quedara
comprometido el amor conyugal.

804. 2º) CONTINENCIA —AMOROSA. Consiste en mantener el trato conyugal con la sola y
única exclusión del RITO INSEMINADOR.
La continencia amorosa autoriza y hasta recomienda las familiaridades más íntimas, los
ACTOS IMPERFECTOS (Cf. 749-764), siempre que cumplan ciertas condiciones (Cf.
749-764).
Ella ofrece la ventaja de satisfacer los fines secundarios del matrimonio (Amor y remedio
de la concupiscencia) permitiendo limitar honestamente los nacimientos. Por esta razón
constituye el MEJOR MODO DE CONDUCTA PARA EL COMÚN DE LOS ESPOSOS.
Su perfección compromete a la vez la ESPIRITUALIDAD de los cónyuges (caridad,
templanza práctica de los sacramentos) y su EDUCACIÓN sexual.
Para prepararse a los largos períodos de continencia amorosa, impuestos por las
circunstancias, los esposos harán bien en observarla de tiempo en tiempo, cuando nada los
obliga a ella expresamente, por ej.: durante el embarazo.

V.— DE LA CONTINENCIA —PERIÓDICA.


805. 1ª) LO QUE ES. Véase Martín, número 135.— Generalmente se la identifica con el
método Ogino. A decir verdad, acaba de ser descubierto otro método, llamado de las
TEMPERATURAS. Consiste en apuntar la temperatura, cada día, al despertarse: la subida de
la temperatura anuncia con dos días de anticipación un período de infecundidad que durará
hasta las próximas reglas. Este nuevo procedimiento tiene la ventaja de que se puede aplicar
aun a las esposas que no tienen bien las reglas. Inútil subrayar que el Confesor se abstendrá de
entrar en todos estos detalles y que se contentará con remitir al médico, después de haber hecho
alusión al método de las temperaturas1.

806. 2º) SU VALOR CIENTÍFICO.— Es serio, pero no es infalible (Martín, n. 136).


P. Segur declara (p. 150): “He recibido bastantes confidencias para poder afirmar que,
independientemente de casos particulares, que no niego, un número considerable de hogares
cristianos emplean estos métodos con éxito”.
Muchos fracasos se deben sin duda a errores de cálculo o a la negligencia respecto del
MARGEN DE SEGURIDAD.
En “Hogares Rurales y Fecundidad”, por Ancelle, 2ª edición, p. 48, se hallan expuestas las
dificultades relativas a la utilización del método Ogino. La misma obra trae en Apéndice las
tablas que permiten calcular con más seguridad los días fecundos e infecundos.

807. 3º) SU VALOR MORAL (Martín núm. 137).


A.— Es lícita —si hay razones serias y cristianas para evitar el nacimiento de un hijo2

1
El ginecólogo de hoy se vale además de otros medios para determinar el perído fértil de la mujer (extendido
vaginal, etc.); el confesor nunca deberá manifestarse como “técnico” en el asunto.
2
Creemos útil recomendar de nuevo el hermoso libro: “LIMITACIÓN DE LOS NACIMIENTOS Y CONCIENCIA
CRISTIANA”. Ediciones Familiares.
(N. del E.) Sobre esto, la doctrina enseñada por Pío XII en su alocución a las obstetras italianas el 29 de octubre
de 1951, es ya definitiva. Los capítulos tocados por el autor son exactamente los mismos que enumera el Papa, y
su interpretación moral puede darse como una doctrina seriament “tuta”.

304
a) LA SALUD.
La vida de la madre puede estar amenazada por un nuevo embarazo. Como consecuencia
de enfermedades hereditarias hay peligro cierto en dar al mundo hijos degenerados.
b) EDUCACIÓN DE LOS HIJOS.
La familia numerosa es el clima normal de una buena educación. Esta educación puede, sin
embargo, resultar difícil como consecuencia del gran número de hijos (fatigas excesivas de la
madre, imposibilidad de asegurar los gastos de la educación cristiana).
c) LA VIVIENDA.
En ciertos departamentos de ciudades, en algunas barracas de arrabales, una familia muy
numerosa apenas se halla con comodidad.
d) DIFICULTADES de la VIDA MATERIAL.
En esta materia los falsos pretextos son frecuentes. En nuestros días el lujo parece
imponerse como una verdadera necesidad, y apenas se sabe pasar ya con lo superfluo como
con lo útil o lo indispensable. Además la ayuda a las familias numerosas se hace cada vez más
importante.
Por consiguiente, hay que meditar dos veces antes de considerar las dificultades de la vida
material como razones realmente valederas. Por ejemplo, parece inadmisible que hogares
jóvenes, por la preocupación de instalar la casa y del confort, rechacen la llegada de un primer
hijo.
e) Recientemente se ha agitado una grave cuestión: ¿el espaciamiento de los nacimientos
es un motivo suficiente para practicar el método Ogino, y esto desde los primeros tiempos del
matrimonio?
Salvo “miliori judicio”, he aquí nuestro modo de ver: Siempre que estén muy decididos de
antemano a tener hijos, y hasta muchos, los esposos cristianos pueden, con medios honestos,
evitar nacimientos demasiado aproximados y recurrir al método Ogino desde los primeros
años de su vida conyugal.
Para ahorrar demasiadas grandes fatigas a la madre, a veces hasta para asegurar una mejor
educación de los hijos (ahora y más adelante) o también por otras razones graves —se puede
preferir cierto espaciamiento de los nacimientos aun deseando una numerosa familia.
La duración del intervalo que separa dos nacimientos sucesivos puede aumentar
progresivamente con el número de hijos.
Todo se reduce pues a una cuestión de rectitud de intención y de mesura.
Antes de llegar a la continencia periódica los esposos cristianos deben preguntarse
lealmente delante de Dios: ¿Tenemos una razón legítima para evitar un nacimiento? ¿Estamos
seguros de no obrar por flojedad egoísta o por temor del esfuerzo? ¿Estamos de acuerdo con
el gran deber de la fecundidad?1. Harán bien también en pedir consejo a su confesor.
De tiempo en tiempo los esposos volverán a hacer juntos este examen de conciencia
conyugal: así evitarán el prolongar desmedidamente el uso de la continencia periódica2.
B.— Hay pecado venial —cuando los esposos usan el método Ogino sin razones
suficientes durante un tiempo limitado.

1
Se trata aquí de un deber positivo que no urge en todo momento, sino sólo en algunos momentos.
2
En el libro de Margarita Czaba: “La vía en flor” (3ª parte), prologado por Mons Toth, cuya cusa de beatificación
ha sido introducida, se lee: “de ningún modo se puede ocultar este bienhechor descubrimiento (el Método Ogino)
bajo pretexto de que hay personas sin conciencia”.

305
C.— ¿Habría pecado mortal —si los esposos estuvieran decididos a practicarlo toda la
vida? Algunos teólogos lo piensan así: habría falta grave al deber social de la fecundidad.
Terminemos diciendo que nosotros hacemos nuestro el juicio de Ancelle, p. 61:
“Precisemos bien que la continencia periódica así entendida (el autor ha explicado
anteriormente que ella preconizaba el método Ogino cuando no es solamente un derecho, sino
un deber) no es JAMÁS UNA SEMI-LICENCIA, sino verdaderamente, como su nombre lo
indica, una semi-continencia.
Ella representa un esfuerzo virtuoso y no un “ relajamiento”.
Nota.— Se pregunta a veces en qué momento hay que hablar de la —continencia
periódica. Se les debe advertir de ella a los esposos cuanto antes, pera que la primera tentación
de onanismo los encuentre armados para la lucha: por, lo tanto —a más tardar— EN EL
MOMENTO DE SU MATRIMONIO.
Por otra parte, la pequeña “Guía del Matrimonio”, de Van Agt, hoy día difundida, hace
expresamente alusión a ello. Hasta parece que algunas instrucciones de orden fisiológico
podrían indicarse útilmente desde el tiempo del noviazgo.

Artículo segundo.
AVISOS REFERENTES A LA CONFESIÓN DE LOS ONANISTAS

El Confesor habitual de los esposos, aunque estos estén aun al comienzo de su matrimonio,
debe pensar que un día u otro sus Penitentes estarán obligados a una cierta continencia.
Por consiguiente, el Confesor deberá PREPARARLES para ella.

I.— PREPARACIÓN REMOTA —PARA LOS PERÍODOS DE CONTINENCIA.


808. El Confesor, al sentar CONVICCIONES SÓLIDAS en el espíritu de sus Penitentes: les hará
comprender la malicia del pecado de onanismo (consultar lo que se ha desarrollado en los
núms. 797-801); por el contrario, les dirá que los esposos no están obligados a una continencia
ascética y que, para la mayoría de ellos, la mejor solución es la CONTINENCIA AMOROSA
(Cf. 804).
Muchos maridos objetan que jamás podrán ellos practicar esos actos imperfectos llegando
a contenerse; el Confesor —llamémosle la atención sobre esto— no sólo podrá, sino que
deberá oponer a su Penitente la más absoluta negación: ésta es una cuestión de MÉTODO, de
DOMINIO DE SÍ y de VIDA CRISTIANA.
Una cuestión de método en primer lugar: el marido puede y debe prepararse para los
períodos de continencia realizando el acto conyugal del mejor modo posible. Aunque no fuera
más que por el bien de su esposa, debe ser capaz de CONTENERSE y de diferir el reflejo
inseminador. A veces hasta habrá lugar para comenzar una cierta INICIACIÓN METÓDICA,
como se ha explicado respecto de la “cópula reservada” (Cf. 761-b-nota). El Confesor remitirá
a los medios ordinarios de información (Cf. 718).
Una cuestión de templanza después: no se trata de encerrarse en un falso pudor que podría
hasta dañar a la unión de los corazones —sino de ejercitar el dominio de sí en cuanto a la
frecuencia de las uniones, en cuanto a la avidez excesiva de la emoción última.
Una cuestión de vida cristiana, en fin: Para prepararse a los esfuerzos y a los
renunciamientos que exigirá la continencia, es necesario llevar una vida seria de amor de Dios
sostenida por la oración y por la práctica de los sacramentos.

306
El Confesor hará comprender a los esposos que tienen el estricto deber de PREPARARSE
PARA LOS PERÍODOS DE ABSTENCIÓN; por eso harán bien en practicar la continencia
amorosa, de tiempo en tiempo, aun antes de que sea necesaria.

II. — CONFESIÓN DE LOS ONANISTAS — OCASIÓN NECESARIA


809. Aunque los esposos se hayan preparado desde mucho tiempo antes para los períodos de
continencia, les sucede que caen en el pecado de onanismo.
El Confesor asumirá una actitud muy diferente, según que los esposos tengan razones para
evitar un nuevo nacimiento (ocasión necesaria), o que no la tengan (ocasión libre).
Examinemos primero el caso de los onanistas en la OCASIÓN NECESARIA.

810. 1ª) ACTITUD GENERAL DEL CONFESOR.


a) Hacer ver al Penitente que la ley del matrimonio no es —una prohibición arbitraria.
Hacer derivar, el uno del otro, los MOTIVOS examinados en los núms. 791-801. Con
bastante frecuencia insistirá el Confesor en la confianza que merece la Iglesia cuando nos
enseña en nombre de Dios el camino de la salvación: se trata de una LEY NATURAL, en la
cual la Iglesia no puede cambiar nada..., lo contrario de lo que sucede con las leyes positivas
del ayuno eucarístico, de la abstinencia, etc...
b) Sin embargo, puesto que se trata de —ocasión necesaria— el Confesor se mostrará
comprensivo e indulgente.
Citemos una vez más la excelente Nota doctrinal de Lyon, núm. 10: “Al denunciar un
peligro no hay que favorecer una dirección pastoral rigorista.
No tenemos que elegir entre dos extremos; la ley divina es firme, pero su firmeza es la de
la caridad —la dureza de los Escribas y de los Fariseos viene del Maligno.
Nuestro primer deber de sacerdotes, cuando oímos las confesiones de esposos onanistas es
comprender las dificultades que encuentran en nuestro mundo pecador muchos hogares
cristianos en su obligación de castidad (dificultades económicas, estrechez de los
departamentos, enfermedad, exceso de trabajo femenino, que limitan, a pesar de los felices
progresos de nuestra legislación familiar, el desarrollo normal de las familias: llamados a las
satisfacciones eróticas en una civilización afrodisíaca). Sin esta compasión el Confesor no
hablará al Penitente con el acento de Cristo.”

811. 2º) LAS CAÍDAS DEL PENITENTE1.


a) El Confesor no se extrañe demasiado de ellas.
La Nota de Lyon advierte justamente que no basta aceptar o hasta admirar una ley para ser
fiel a ella. Esposos que condenan sinceramente el onanismo saben que todavía caerán.
(Recordemos que los esposos en la —ocasión necesaria —no tienen medio fácil de evitar las
caídas, puesto que no pueden tener relaciones completas.)
b) El Confesor, siempre recordando al Penitente que la falta es EN SÍ MISMA UN PECADO
MORTAL, tendrá presente que la culpabilidad subjetiva —no es siempre la misma.
La Nota de Lyon precisa: “La plena responsabilidad exige pleno conocimiento y pleno
consentimiento. En la medida en que disminuye uno u otro de estos elementos, en la misma

1
El Confesor deberá advertir a veces al Penitente que el “accidente” no es un pecado, cuando se había pensado
de buena fe poder evitarlo y cuando no se había buscado egoístamente el propio goce. Fuera del acto conyugal
completo no hay nunca derecho para “buscar” la emoción completa. A veces hay lugar para correr el “riesgo” de
ella.

307
medida disminuye también la responsabilidad, de tal modo que una falta objetivamente grave
puede convertirse en subjetivamente leve1.
c) Al Penitente QUE SE SIENTE TENTADO A DESANIMARSE, el Confesor le recordará
que la castidad, como las otras virtudes no se puede obtener de un solo golpe; se conquista
lentamente, difícilmente, al precio de esfuerzos constantemente repetidos.
d) Al Penitente que lucha y... que cae, el Confesor le dirá que las caídas no deben hacer
abandonar la práctica frecuente de los sacramentos.
Sucede que esposos, que en otro tiempo eran fervorosos, dejan de lado la comunión
frecuente bajo pretexto de que no consiguen evitar los pecados de onanismo. Comenten EL
ERROR MÁS GRANDE.
Nos hallamos en la hipótesis —digámoslo una vez más — ocasión necesaria— en que los
esposos no pueden tener relaciones completas; su castidad es, por consiguiente, trabajosa, y lo
que se les pide no es una victoria inmediata, definitiva, sino el esfuerzo perseverante a pesar
de las caídas.
Los sacramentos de la Penitencia y de la Eucaristía NO hacen IMPECABLES; pero dan la
GRACIA PARA HACER ESFUERZO Y PARA PROGRESAR en la difícil virtud de la castidad
conyugal.

812. 3º) CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.


El Confesor recordará los motivos generales (pérdida del amor de Dios, temor del infierno,
etc. ... Cf. 144-145)..
En cuanto a los motivos particulares del onanismo, suponiendo que los esposos
considerados aquí no tienen la obligación de procrear y a veces hasta tienen la obligación de
no procrear, el Confesor no podrá hacer alusión a las razones de orden familiar y social.
El Confesor deberá entonces hacer resaltar la malicia de la acción onanista EN SÍ,
independientemente de sus consecuencias, buenas o malas. Se inspirará en lo que se ha
desarrollado extensamente en los núms. 797-801: este acto CONTRA LA NATURALEZA es
una cuádruple PROFANACIÓN, del rito inseminador, del rito conyugal por excelencia, del
placer y del misterio cristiano.
N.B.— El Confesor tendrá cuidado de no exagerar los INCONVENIENTES DE ORDEN
NATURAL (Cf. Martín núm. 130).

813. 4º) FIRME PROPÓSITO QUE HAY QUE EXCITAR.


Se estudiará detalladamente en el Cap. IV, Artículos II y III, el CONTENIDO EXACTO de
los diferentes firmes propósitos.

1
P. Segur distingue primero los DEFRAUDADORES POR MALICIA (no quieren reconocer el derecho de la Iglesia
de hablar en nombre de Dios en esta materia) y los DEFRAUDADORES POR DEBILIDAD. Entre los defraudadores
por debilidad el autor hace otra distinción:
(1er. CASO).— La falta ha sido prevista y aceptada mucho tiempo antes. No hay reflexión de conciencia ni
retractación antes de que la falta sea cometida. La culpabilidad NO PUEDE ESCAPAR A LA GRAVEDAD.
(2do. CASO).— Durante el día se tiene la firme intención DE NO DEFRAUDAR. Pero en el momento de la
intimidad permitida (se trata de uno u otro de los actos imperfectos examinados en los núms. 749-764: “tactus in
partibus inhonestis, copula reservata...”), aunque no se quiera la unión completa, hay una DEBILIDAD POR
SORPRESA. Parece entonces que la culpabilidad queda muy DISMINUIDA, hasta el punto de que en ciertos
casos no es mortal.
Sin embargo, siempre queda en pie que —considerada en sí misma es realmente un acto de culpabilidad grave
y una debilidad en la conciencia de los que lo cometen. En todos los casos, por consiguiente, habrá que hacer
ESFUERZOS REDOBLADOS para volver a emprender la marcha hacia adelante.

308
Aquí queremos recordar simplemente al Confesor que debe evitar un CONTRASENTIDO,
el cual consiste en dejar que el Penitente crea que, si hay pecado, es porque ama demasiado a
su cónyuge, y que, para no caer, debe esforzarse por no amarle tanto.
Ahora bien: se trata no de amar —menos— sino de amar —mejor.
Mejor primero en cuanto a la TÉCNICA CONYUGAL (Repasar lo que se ha dicho a
propósito de los Actos imperfectos, núm. 749-761).
Mejor sobre todo desde el siguiente punto de vista: el apego a las MANIFESTACIONES
DE AMOR PERMITIDAS debe favorecer el DOMINIO DE SÍ MISMO y apartarle de la
EMOCIÓN PROHIBIDA, de la que experimentará disgusto poco a poco, con la ayuda de Dios.
El Confesor podrá decir: “Dios no exige de usted que se prive de las intimidades, expresión
legítima de su amor, y de todo placer conyugal; sólo le prohibe la emoción completa que no
conviene a su situación —puesto que está reservada al rito transmisor de la vida.
Pídale a Dios que le ayude a gustar mejor las alegrías profundas y las bellas emociones que
están hechas para usted en este momento y que le aparten a usted del placer abyecto del
onanismo.
¿A partir de qué momento es usted culpable? Cuando se decidió a BUSCAR EL PLACER
PROHIBIDO. Hasta entonces —su conducta era BUENA Y LOABLE: Sin duda estaba usted
expuesto a la tentación. Pero eso era lo que exigía su deber de estado del matrimonio.
Y, ya lo verá usted, con la experiencia y con la ayuda de Dios, estas mismas emociones que
le inducen hoy al pecado HARÁN QUE USTED RECHACE LA TENTACIÓN. De progreso en
progreso llegará usted —¿y por qué no?— hasta no experimentar más el deseo del fruto
prohibido, porque será para usted, como ya lo es para algunos esposos. un FRUTO TAN
REPUGNANTE que ya no se tiene deseo de recogerlo.”

814. N.B.— Llamado eventual al heroísmo.


En algunas situaciones muy difíciles dirá usted al P.:
“Sé my bien que le exijo grandes sacrificios. Pero a veces, para permanecer fieles a Dios,
hay que ir hasta el heroísmo. Dios se reserva el derecho de colocarnos en esta alternativa —o
ser un héroe de santidad— o cometer un pecado mortal muy grave..., etc. (Inspirarse en lo que
se ha dicho a propósito de las rupturas penosas con la ocasión, Cf. núm. 315-A-a).

815. 5º) ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR.


Este último elemento de la buena confesión se examinará detalladamente en el Cap. IV,
Artículos II y III. Contentémonos aquí con reproducir la Nota de Lyon: “Pero, ¿por qué habría
de proponer aquí el confesor para el perdón divino una condición que él no exige, por otra
parte: la promesa imposible de no pecar? Un penitente está bien dispuesto cuando reconoce
humildemente su culpa con arrepentimiento y cuando acepta el emplear los medios eficaces
para ser más fuerte en adelante frente a la tentación” (oración más frecuente y más fervorosa,
abnegación apostólica, caridad más activa en su hogar, etc... Complétese con lo que se ha
dicho en el núm. 813)1.

III. CONFESIÓN DE LOS ONANISTAS —OCASIÓN LIBRE.

1
No olvidemos que la Nota de Lyon precisa (p. 76 “in fine”) que sus directivas no valen para el onanimso que
inspira un temor egoísta del hijo. Con este onanista en la ocasión libre el confesor deberá mostrarse más exigente
desde le punto de vista de las disposiciones. A veces no podrá darle la absolución sin que haya una ruptura
efectiva con la ocación.

309
816. Aquí se trata de esposos egoístas que se niegan ante el llamado a la vida, de buscadores
desenfrenados de goces materiales que quieren el placer sin cumplir para nada con su deber.

817. 1º) ACTITUD GENERAL DEL CONFESOR.


Aquí el Confesor no hará mal en justificar las prescripciones de la Iglesia que coinciden
con las exigencias del deber familiar del bien común de la sociedad eclesiástica y civil.
Sin caer en una severidad excesiva, el Confesor mostrará al Penitente toda la culpabilidad
de su actitud de perfecto egoísta y de desvergonzado pecador del goce.
2º) CAÍDAS DEL PENITENTE.
El Confesor no tendrá por qué usar de indulgencia, puesto que el Penitente puede evitarlas
fácilmente cumpliendo una obligación fácil y agradable: dejarse llevar a hacer las cosas
normalmente.
3º) CONTRICIÓN QUE HAY QUE EXCITAR.
El Confesor podrá apelar a los MOTIVOS EXAMINADOS MÁS ARRIBA (Cf. n. 812) que
conservan evidentemente todo su valor.
El Confesor insistirá más aún en los motivos propios de los esposos en la — ocasión libre:
eso es MATAR LA FAMILIA —NEGARLE A LA SOCIEDAD LOS MIEMBROS QUE LE SON
MÁS NECESARIOS— PRIVAR A DIOS DE SERVIDORES Y DE HIJOS.
Esta grave falta a las obligaciones de caridad para con Dios, para consigo mismo, para
con la familia y para con las sociedades eclesiástica y civil será severamente castigada, por
lo menos en el otro mundo.
4º) FIRME PROPÓSITO QUE HAY EXCITAR.
El contenido exacto se dará en el Cap. IV, Artículo I.
Se trata sobre todo de asegurarse de la SINCERIDAD de un Penitente sumergido en su
egoísmo.
Nada mejor que hacerle precisar a él mismo el objeto de su propósito.
El C.: “Entonces... ¿qué es lo que usted piensa hacer ahora?... ¿No responde nada?... ¿Me
dice que quiere realizar el acto conyugal como se debe?... ¡Muy bien! Supongo que está muy
decidido.”
5º) ABSOLUCIÓN QUE HAY QUE DAR.
En el Capítulo IV. Artículo I se harán las distinciones necesarias.
Digamos desde ahora que en caso de recaída —hay que diferir la absolución hasta la
ruptura efectiva con la ocasión libre: uso honesto y completo del matrimonio.

CAPÍTULO SEGUNDO
CÓMO SE DESCUBRE AL ONANISTA EN GENERAL
Dos problemas para examinar 1) ¿CUÁNDO hay que interrogar? 2) ¿CÓMO hay que
interrogar?

Artículo primero.
¿CUÁNDO HAY QUE INTERROGAR?

310
818. Principio.—La Sagrada Penitenciaría declaró el 10 de marzo de 1886 que había que
interrogar cuando el C. tiene la “SOSPECHA FUNDADA” de que el P. ha pecado y no se acusa
de ello.
La Encíclica “Casti Connubii” condena severamente al C. que indujera a los fieles en error
acerca del onanismo, “ya sea por medio de una APROBACIÓN, ya por medio de un SILENCIO
CALCULADO”.
Y todavía hay que tener en cuenta cierta prudencia.
Demos algunos ejemplos, distinguiendo el caso del C. extraño y el del cura o vicario.

I.— CONFESOR EXTRAÑO AL CLERO PARROQUIAL.


(Misionero, predicador y C. de paso, etc.)
El C. esta bien situado para interrogar. Aunque sus preguntas hayan sido justificadas, tal
vez sea criticado; pero el inconveniente es mediocre, puesto que no es el pastor habitual de los
P.

819. Situación del P.— Un colega vecino le ha pedido a usted que vaya a confesar con
ocasión de la Adoración. El P. casado no hace ninguna alusión a las obligaciones del
matrimonio.
En muchísimas parroquias los P. onanistas jamás hablan de lo que se refiere a la intimidad
conyugal. “¡Asuntos de alcoba!, ¡eso no les interesa a los curas!” Y sucede por desgracia que
el clero parroquial no interroga nunca acerca de este punto.
Tiene usted ocasión de ilustrar conciencias mal formadas. ¡Aprovéchela!
Siempre que usted haya preguntado como conviene (Cf. más adelante, art. II), poco importa
que después de su partida algunos lo juzguen demasiado curioso o que se escandalicen (?)... o
que finjan escandalizarse.
Por lo tanto, ¡INTERROGUE!

II.— CONFESOR MIEMBRO DEL CLERO PARROQUIAL.


Aquí la cuestión es más delicada: la prudencia pastoral puede obligarlo a usted a tener más
discreción.
Consideremos algunas hipótesis.

820. Situación del C.— Usted acaba de llegar a la parroquia. Confiesa un día cualquiera
del año. El P., casado, es un católico práctico que se confiesa de tiempo en tiempo. No
hace alusión a sus deberes conyugales.
No tiene usted razones positivas para sospechar una falta de lealtad en este P. que frecuenta
los sacramentos.
Podría parecer extraño que el “nuevo cura” pregunte sobre este tema delicado desde la
primera confesión. Su acción pastoral podría resentirse por ello.
Por lo tanto —NO INTERROGUE.

821. Situación del C.— Usted ya ha confesado al P. que le ha manifestado de tiempo en


tiempo faltas de onanismo. Pero hoy el P. no dice una palabra de ello.
El P. se muestra de ordinario leal respecto de las faltas contra el matrimonio. Su
interrogatorio podría ser considerado como una falta de confianza desprovista de fundamento.

311
Por lo tanto, NO INTERROGUE.

822. Situación del C.— Oye usted en confesión a un P. que no se confiesa sino raras veces.
Está casado, pero en sus confesiones no hace ninguna alusión a la vida conyugal.
En general puede usted sospechar con justo título que a su confesión le falta integridad en
lo relativo a los deberes del matrimonio; el P. se ha examinado tal vez demasiado aprisa; tal
vez no le da a esas “cosas” toda la importancia debida; a lo mejor dice para sus adentros: “Si
el Padre me habla de ello, veremos; pero lo que es yo no pondré la cuestión sobre el tapete.
Por lo tanto —INTERROGUE.

823. Situación del C.— Confiesa usted a sus feligreses durante el tiempo pascual, o
durante el transcurso de una misión, de una novena, etc.
A) (1ª hipótesis).— Y no se trata de un P. habitual.
Puede usted considerarse como un C. “extraordinario”. Y el P. no tiene por qué extrañarse
si usted lo interroga más. Por otra parte puede usted usar de... precauciones oratorias. El C:
“En tales circunstancias conviene hacer una buena confesión, más detallada aún que de
costumbre... ¿Me permite que lo interrogue?
Por lo tanto —INTERROGUE.
B). (2ª hipótesis).— Y se trata de un P. habitual que se confiesa con frecuencia, pero
sin hacer alusión a su vida conyugal. Hasta este momentos usted no lo ha interrogado.
No es imposible que el P. cometa pecados de onanismo, aunque no haga alusión alguna a
ellos en sus confesiones. ¿Cómo explicar este silencio? Ignorancia más o menos invencible —
o dificultad en ponerse a hablar de ellos una primera vez sin razón especial o bien el diferir
para más adelante, el aplazar indefinidamente una cuestión fastidiosa —o también ¡ay! una
serie de confesiones sacrílegas jamás reparadas.
Sea de ello lo que fuere, una pregunta podrá ser el punto de partida de un ajuste de cuentas,
si no de una liquidación de un pasado más o menos dudoso.
Por supuesto que las precauciones oratorias vienen aquí muy a propósito.
El C.: “De ordinario yo no le hablo más que de sus ejercicios de piedad, de sus esfuerzos
sobre tal o cual punto. ¿No cree usted que con ocasión del tiempo pascual (o de una misión)
podríamos pasar revista a toda su vida?
“Comencemos, si quiere, por su vida conyugal... ordinariamente usted apenas me habla de
ella... Su último hijo debe estar entre los 6 y 7 años... Desde entonces ¿nunca ha deseado otro?”
Y puede usted continuar como está explicado en el art. II.

III.— UNA SITUACIÓN EMBARAZOSA.


824. Hasta aquí sólo hemos considerado las hipótesis más corrientes —pero ¿qué pensar del
caso siguiente?
En algunos ambientes, sobre todo en el campo, las confesiones excluyen absolutamente
toda alusión al 6º mandamiento. Suponemos que desde hace ya mucho tiempo el cura no ha
interrogado nunca acerca de este punto. Ahora bien: usted acaba de ser llamado para
reemplazarlo. ¿Cuál debe ser su actitud?
En primer lugar debe estar muy decidido a no prolongar indefinidamente el silencio
culpable de su predecesor. No debe usted temer salir al encuentro de las molestias y de las
críticas.

312
Pero hay que proceder con prudencia.
Hay que comenzar por ILUSTRAR los ESPÍRITUS. Haga dar una misión lo antes posible.
Al cabo, de algunos días, cuando sus predicadores tengan al auditorio en sus manos, podrán
abordar el problema de la impureza en general y del onanismo; el Buen Dios no exige la
enmienda de la noche a la mañana; para estar en regla con Él hay que comenzar por reconocer
los pecados y confesarlos en el confesonario.
Durante esta misión hará usted bien en abstenerse de confesar. En la Pascua siguiente hará
venir a un confesor extraño, y será bueno que usted todavía no oiga las confesiones. Obrando
de este modo tendrá tiempo de conquistar a sus feligreses sin que ellos hayan tenido aún la
ocasión de criticar su actitud de C.
Un día u otro tendrá que oír usted mismo a sus feligreses en confesión —y entonces los
interrogará como se explica en el artículo siguiente.
Al interrogar habrá sin duda confesiones sacrílegas más caracterizadas; pero el bien general
se logra a este precio..
Un cura no puede tener la conciencia tranquila guardando silencio durante años, soportando
las confesiones, por lo menos mediocres o nulas.

Artículo segundo
¿CÓMO —INTERROGAR?

El C. debe interrogar con mucha delicadeza. El reciente Monitum del Santo Oficio acaba
de recordarlo.
Se pueden distinguir dos maneras de preguntar.

825. (Primera manera... la más directa).


Pregunte así... cada vez que pueda.
Situación del P.— Ya sea en el transcurso de manifestaciones espontáneas, ya sea como
consecuencia de sus interrogaciones1, el P. le ha hecho conocer el número de sus hijos —
mejor aún, la edad del último de ellos (3, 4, 5, años y hasta más...).
¡Aproveche la ocasión!
El C.: “ESTARÍA USTED CONTENTO DE TENER TODAVÍA OTRO HIJO?”
A. (1ª hipótesis).— Y el P. responde: “¡oh, sí!, sin vacilar.
No pregunte más.
B. (2ª hipótesis).— Y el P. responde: “no”... o no responde nada.
Tiene que ir más adelante en su interrogatorio.
El C. “EN EL ACTO DEL MATRIMONIO —¿HA OBRADO USTED por SÓLO EL
PLACER?... ¿HA HECHO LO QUE HAY QUE HACER PAR NO TENER HIJOS?”

826.— (Segunda manera...)


Ella permite también descubrir al P. onanista.

1
Evite toda interrogación demasiado brutal, que haría pensar en un interrogatorio de policía: “¿Cuántos hijos?
¿Edad del último?” Aborde la cuestión indirectamente. Ej.: Entonces, ¿tiene muchas preocupaciones en el hogar?
¿Muchos hijos..., y todavía muy pequeños?” Tenga el cuidado de irse informando, partiendo de una acusación
cualquiera, de una reflexión del P.

313
Situación del P.— En el transcurso de la confesión no se ha informado usted acerca del
número o la edad de los hijos. Apenas le es posible utilizar la primera manera de
interrogar.
Comience por una pregunta más general.
El C. :”EN sus RELACIONES ÍNTIMAS de la VIDA CONYUGAL —¿HA PECADO algunas
veces contra la SANTIDAD DEL MATRIMONIO?”
A. (1ª hipótesis).— Y el P. responde: “no” sin vacilar.
En general no pregunte más.
Si usted tuviera razones especiales1 para sospechar una falta de sinceridad, pregunte de
nuevo como arriba, 825-B.
B. (2ª hipótesis).— Y el P. responde: “sí”... o no responde nada.
PREGUNTE de NUEVO como en el número precedente, 825-B.

827. Nota. — Algunos sacerdotes, por razón de edad juvenil, se creen dispensados de
interrogar acerca de esta materia. No se ve cómo el corto número de años puede excusar de
una obligación tan grave.
Con la condición de interrogar solamente cuándo y cómo conviene, todo sacerdote —
cualquiera que sea su edad— puede y debe asegurar la integridad relativa a los deberes de
matrimonio. Bajo el falso pretexto de la juventud —cuidado con que falte la FORTALEZA DE
ALMA indispensable al C. (Cf. 7-3º).

CAPÍTULO TERCERO
CÓMO SE DESCUBRE A LOS ONANISTAS EN PARTICULAR
Gracias a las interrogaciones indicadas en el Capítulo II ha descubierto usted que el P. es
onanista.
Le conviene proseguir la investigación para ver a qué categoría pertenece el onanista con
el cual tiene que tratar (Cf. 793-795)

I.— DESCUBRIMIENTO DEL GÉNERO SUPREMO:


AUTOR PRINCIPAL —O COOPERADOR.

828. Problema que hay que resolver.


Se trata de saber si el onanista es —o autor principal o cooperador (Cf. 793).
Basta plantear la siguiente cuestión:
El C.: “¿ES USTED PERSONALMENTE quien EMPLEA los MEDIOS de EVITAR un
NACIMIENTO?... ¿ES SU CÓNYUGE?”

II.— P. AUTOR PRINCIPAL — DESCUBRIMIENTO DE LAS ESPECIES.


829. Problema que hay que resolver.
¿Está el P. en la ocasión libre o en la necesaria? Si está en la ocasión necesaria, ¿un nuevo
nacimiento pondría en peligro la vida de la madre? (Cf. 792).

1
Por ej.: El C. ha sabido por público rumor que el P. se jactaba públicamente de practicar el onanismo —o de no
“hablar nunca de todo eso en confesión”.

314
Situación del P.— Ya sea espontáneamente, ya gracias a sus preguntas, el P. ha
confesado que él mismo tomaba las “precauciones requeridas” para evitar tener un
hijo...
El C: “¿TIENE USTED RAZONES VALEDERAS para EVITAR un nuevo NACIMIENTO?”
A. (1er. Caso).— Y el P. no puede invocar ningún motivo serio.
El P. es: AUTOR PRINCIPAL —OCASIONARIO LIBRE.
B. (2º Caso).— Y el P. alega —o la estrechez de la vivienda —o la mediocridad de los
recursos —o la salud de la madre.
Debe usted darse cuenta —tanto de la realidad de las razones alegadas como de su
gravedad.
El C.: “1) ¿Estrechez de le vivienda?... ¿Es realmente tan estrecha?... ¿Es realmente
imposible halla un departamento más amplio?
2) ¿Recursos públicos?... Pero están los abonos familiares, la ayuda a las familias
numerosas...
3) ¿Salud de la madre?... ¿Ha ido a consultar a un médico competente y concienzudo?...
¿Qué ha dicho él ¿Ha dicho él? ¿Ha visto a algún otro?”
Desde el punto de vista de la salud de la madre, tiene que hacer precisar si hay simplemente
temor de gran fatiga, dificultades de parto —o verdaderamente serio peligro de muerte.
(Para más detalle, véase a propósito de la licitud del método Ogino, 807-A).
a) (1ª hipótesis).— Y va en ello VERDADERAMENTE— la vida de la madre.
El P. es: AUTOR PRINCIPAL OCASIÓN NECESARIA (Peligro de muerte para la madre).
b) (2ª hipótesis).— Y hay —VERDADERAMENTE— serios inconvenientes que temer,
pero sin embargo sin peligro de muerte.
El P. es: AUTOR PRINCIPAL —OCASIÓN NECESARIA— (Razones graves).
N.B.— Por supuesto que si el P. no puede aducir ninguna prueba seria de las pretendidas
razones graves usted lo considerará como un Ocasionario Libre.

III.— P. COOPERADOR —DESCUBRIMIENTO DE LAS ESPECIES.

830.— Dos problemas sucesivos que hay que resolver:


Preguntarse —PRIMERO— si el P. es cooperador —o formal— o material (Cf. 795-B).
Y si el P. es cooperador material, preguntarse —EN SEGUIDA— si el acto está viciado o
no desde el comienzo (Cf. 795-B).
Según los casos la investigación se realizará, pues, en uno o en dos tiempos.

831. 1er. TIEMPO DE LA INVESTIGACIÓN.


Se trata de saber si el P. participa de la intención culpable de su cónyuge, autor principal.
Situación del P.— Ya sea espontáneamente, ya sea gracias a sus preguntas (Cf. 828) el
P. le ha dicho que no era él, sino su cónyuge el que “se las arreglaba” para evitar un
nuevo nacimiento.
EL C.: “¿Está usted DE ACUERDO CON SU CÓNYUGE en evitar un nuevo nacimiento?
“Por lo menos, se LAMENTA USTED DE TIEMPO EN TIEMPO de las MOLESTIAS QUE
RESULTAN de un NACIMIENTO? (Departamento muy pequeño; dificultades para vivir;
fatigas para la madre, etcétera) ¿ANIMA ENTONCES A SU CÓNYUGE A HACER EL MAL?

315
A. (1ª hipótesis).— Y el P. responde: “sí” o no responde nada —o queda perplejo.
El P. es: COOPERADOR FORMAL1.
B. (2ª hipótesis).— Y el P. responde: “Yo no animo a mi cónyuge”.
Examine más de cerca la situación —real.
El C: “ ¿Le dice usted de TIEMPO en TIEMPO a su CÓNYUGE que REPRUEBA su
CONDUCTA, que obra CONTRA SU VOLUNTAD?” (Para más detalles, véase lo que se dirá
en el Capítulo IV).
Si el P. reprueba la conducta del cónyuge, es: COOPERADOR MATERIAL.
N.B.— Si el P. no reprueba nunca — positivamente— la conducta del cónyuge, puede usted
sospechar de la rectitud de intención. Por consiguiente debe comprobarla, como se explica en
el Capítulo IV.

832. P. COOPERADOR —MATERIAL.


2º) TIEMPO DE LA INVESTIGACIÓN.
Problema que hay que resolver:
¿ESTÁ VICIADO EL ACTO desde EL PRINCIPIO?
Toda la dificultad consiste en hacer preguntas que sean a la vez —precisas— y reservadas.
Nosotros las hemos encontrado en el hermoso libro del señor canónigo Dermine: “A
Propósito del Deber Conyugal” (Edición A.M.C.).
Distingamos el caso de la esposa y el del esposo.

833. 1º) Esposa —Cooperadora Material.


El C: “Su marido INTERRUMPE —EL ACTO CONYUGAL?”
A.— En caso afirmativo —Acto —no viciado —al comienzo (retiro prematuro).
B.— En caso negativo —Acto —viciado— desde el comienzo (generalmente uso del
preservativo)2 .

834. 2º) Esposo Cooperador Material.


El C.: “¿Su mujer toma precauciones:
DURANTE EL ACTO CONYUGAL,
SOLAMENTE DESPUÉS?”
A.— Si solamente después —Abluciones vaginales o uterinas.
Por consiguiente: Acto —no viciado— al comienzo.
B.— Si durante el acto —uso de la pseudo-vagina o del pesario anticoncepcional3 o de
polvos espermaticidas. Por consiguiente: Acto —viciado desde el comienzo.

1
Esta cooperación formal puede estar, por otra parte, más o menos caracterizada; puede influir más o menos en
la conducta culpable del cónyuge, autor principal (causa positiva; negativa, etc.).
2
A veces podría haber sodomía. con fecuencia no habrá que interrogar más para distinguir entre las dos hipótesis.
Con todo, si el C. tiene razones positivas para sospechar la sodomía, puede preguntar: “¿Su marido usa
instrumentos preservativos”.
Si la P. responde: “no”, es muy posible que se trate de sodomía.
Para estar seguro de ello el C. podrá agregar: “¿Entonces su marido no la respeta?”
3
El pesario consiste en una especie de esponja que se introduce en el fondo de la vagina para tapar la entrada del
útero.

316
CAPÍTULO CUARTO
CONFESIONES De LOS ONANISTAS EN PARTICULAR
Estudiaremos sucesivamente la confesión de las seis categorías de onanistas.

Artículo primero.
AUTOR PRINCIPAL
OCASIONARIO —LIBRE

835. Cuando se trata de Ocasionarios —libres— la cuestión de las “obligaciones que hay que
imponer” es muy importante. No se presenta ella de la misma manera según que el P. se
confiese por primera vez o sea recidivo.
Distinguiremos, pues, claramente los dos casos.
N.B.—Ya hemos observado en general que un C. de paso puede descubrir que su P. es
recidivo (Cf. núm. 259); esta advertencia es particularmente importante cuando se trata de los
onanistas.

I.— NO —RECIDIVO.
836. Situación del P.— El P. toma con él mismo las precauciones requeridas”.
No hay para él inconvenientes graves en correr el riesgo de un nuevo nacimiento.
Confiesa su pecado por primera vez.
A.— Contrición que hay que excitar.
Haga valer los motivos propios del onanista en la OCASIÓN LIBRE (Cf. 817-3º).
B.— Firme propósito que hay que excitar.
a) Firme propósito Ideal. Uso honesto del matrimonio.
El C.: “Escoja el partido mas normal —puesto que no tiene usted razón para temer un
nacimiento, y el partido más seguro— para evitar la ofensa de Dios.”
b) Firme propósito suficiente.— Continencia completa.
El C.: “'Por qué temer, en su situación un nuevo nacimiento? Usted adopta una. resolución
que es difícil de conservar. Sin embargo, como la adopta por vez primera, confío en usted.
c) Firme propósito que no excluye el pecado venial (por lo menos material): continencia
periódica por un tiempo.
El C.: “Usted no tiene razón de peso para evitar un nacimiento: no es generoso elegir
expresamente los períodos de infecundidad1.”
N.B.— ¿Hay que ADVERTIR al P. que hay pecado venial, o hay que guardar silencio
(Aplique las reglas generales. Cf. 120 y siguientes).
C.— Obligación que hay que imponer.

1
Si el P. quisiera practicar elmétodo Ogino DURANTE TODA SU VIDA (apenas se halla esta intención absoluta y
perpetua) —habría que emplear todos los medios para disuadirle.
¿Estaría el P. suficientemente dispuesto?

317
a) Si el P. ha decidido practicar la continencia —inspirarse en lo que se ha dicho en el
número 791-B.
b) Si el P. se sirve de instrumentos anticoncepcionales —IMPONER la DESTRUCCIÓN de
ellos.
D.— Absolución que hay que dar.
a) El P. ha decidido, ya sea usar honestamente del matrimonio —ya sea practicar la
continencia completa.
Como no se trata de un recidivo, debe usted tener confianza en el P.— Por lo tanto:
ABSOLUCIÓN INMEDIATA.
b) El P. ha decidido practicar el método Ogino por un tiempo.
Aun cuando el P. sepa que hay en ello pecado venial, usted debe considerarlo como
suficientemente dispuesto.
El C: “No esta bien consentir en vivir habitualmente en el pecado venial 1, plenamente
aceptado de antemano... Con todo, yo no puedo negarle la absolución.

II.— RECIDIVO.
Advertencia importante.— Como se ha explicado en la teoría general de los Ocasionarios,
cuando se trata de ocasiones libres no hay que distinguir entre recidivo material y recidivo
formal (Cf. 291.

837. Situación del P.— El P., que no tiene razones, valederas para evitar un nuevo
nacimiento, ya se ha confesado de sus pecados de onanismo. Debidamente instruido por
el C. ha decidido practicar la continencia (sea completa, sea periódica). Ha continuado
pecando frecuentemente.

CONDUCTA DEL C.
Las resoluciones anteriores del P. se han mostrado ineficaces. Por otra parte, el P. se halla
en una ocasión libre y continua, es a saber, vida en común sin el uso honesto del matrimonio
(Cf. núm. 790).
Además, el P. es recidivo. Aplicando la teoría general de las ocasiones libres y continuas
(Cf. núm. 292), debe exigir usted el alejamiento físico de la ocasión, es decir, el uso honesto
del matrimonio (Cf. 791-A) —ANTES DE DAR LA ABSOLUCIÓN.
El que posee un libro impío o inmoral, ocasión libre y próxima de pecados mortales, puede
a veces ser absuelto, la primera vez, antes de haber dado la prueba efectiva de sus buenas
disposiciones, es decir, antes de haber hecho desaparecer el libro; en efecto: si el P. no es
recidivo, el C. a veces puede contentarse con promesas.
Pero si el P. no ha sido fiel a sus promesas y ha continuado pecando frecuentemente, el C.
no puede absolverle antes de que efectivamente haya destruido el libro.
Lo mismo sucede con el onanista en la ocasión libre y continua. Si es recidivo, nada de
absolución —antes de haber usado honestamente del matrimonio.
N.B.— Ser particularmente severo con los que practican el onanismo aun antes de la llegada
de un primer hijo.
A.— Contrición que hay que excitar.

1
Se supone aquí que el P. sabe que hay pecado venial en practicar el método Ogino sin razones suficientes.

318
Como en el número 836-A.
B.— Firme propósito que hay que excitar.
Uno solo suficiente: Uso honesto del matrimonio.
El C.: “Después de la experiencia de su debilidad, debe usted elegir el partido más normal
y el más fácil para evitar el ofender a Dios.”
C.— Obligación que hay que imponer.
Exija la: ruptura de hecho.
El C.: “Yo no pongo en duda, es cierto, su buena voluntad. Sin embargo, usted mismo
comprobará que sus resoluciones han quedado sin resultados suficientes.
En adelante será necesaria —una prueba de hecho.
Espero pues. que use honestamente del matrimonio.”
D.— Absolución que hay que dar.
Nada de absoluciones inmediatas.
Difiérala hasta el momento en que el P. haya usado honestamente del matrimonio —al
menos una vez
El C: “Con gran pesar mío no puedo darle la absolución por el momento. Usted no querrá
que yo falte a mi deber de C., ¿no es cierto?
Por otra parte, yo no le pido nada heroico.
Una vez más, en su situación particular usted no tiene excusa —y lo único que yo deseo es
que dé prueba de una buena voluntad elemental, haciendo las cosas como se deben— al menos
por una vez.
Venga a verme de nuevo cuando haya procedido en esta forma —y yo, ¡con qué alegría le
daré la absolución!
Antes de separarnos recemos un Avemaría juntos —y espero que pronto podrá recibir usted
el perdón de Dios.”
N.B.— Diga todo lo que precede con mucha dulzura Y despídase del P. con la mayor
amabilidad del mundo.

838. Nota I.— Repetimos otra vez que esta conducta del C., “REPULSA de la ABSOLUCIÓN”,
no supone que usted mismo haya confesado muchas veces al P. Aun cuando usted no haya
confesado jamás al onanista, le es fácil descubrir su situación de ocasionario libre y recidivo.
Martín declara (Caso de conciencia n. 41, en la nota 25): “Es de capital importancia para este
sacerdote (C. que no conoce al P.) INFORMARSE acerca de las CONFESIONES PASADAS,
acerca de las promesas que se han hecho, a fin de detener este abuso del sacramento exigiendo
a veces DEL PRIMER GOLPE el uso regular del matrimonio antes de absolver1.
Además, prosigue Martín, no hay que considerar siempre como signo cierto de contrición
el hecho de venir por Pascua, porque éste puede ser un gesto imperado por la rutina o por el
respeto humano; ni el hecho de haber realizado un pequeño esfuerzo de continencia, sea
después de la confesión precedente, sea antes de la confesión presente. En realidad, en los que
no tienen razones para no tener más hijos, el único signo cierto de que la voluntad ha cambiado
es el uso honesto del matrimonio.

1
En otro pasaje —el mismo autor muestra claramente que en el caso de las ocasiones libres y continuas no hya
lugar para distinguir entre recidivos materiales y formales.
El ocasionario libre, desde elmomento en que es recidivo, debe alejar físicamente la ocasión; si se da el caso,
el onanista debe usar honestamente del matrimonio.

319
Nota II. Si el P. vuelve después de haber usado honestamente del matrimonio —aunque
haya cometido todavía faltas de onanismo— tenga usted en cuenta esta prueba manifiesta de
cambio de disposición. Por otra parte, si nada se opone a ello, puede absolverle
inmediatamente exhortándole a que haga más esfuerzos aún.

Artículo segundo.
AUTOR PRINCIPAL
OCASIÓN NECESARIA
RAZONES GRAVES (sin peligro de muerte para la madre).

839. Advertencia previa.— Cuando el P. está en la ocasión necesaria (salvo el caso del
recidivo formal inveterado), no hay por qué imponer la ruptura física con la ocasión.
No se estudiarán, pues, aparte —como en el artículo precedente— el caso del P. que se
confiesa por primera vez y el del recidivo; las distinciones necesarias se harán sólo respecto
de los elementos: obligaciones que hay que imponer —y absolución que hay que dar.
Volver a leer atentamente los AVISOS RELATIVOS A LA CONFESIÓN DE LOS
ONANISTAS EN LA OCASIÓN NECESARIA (Cf. 809-815).

840. Situación del P.— El P. onanista, autor principal, tiene razones para evitar un
nacimiento. Usted está seguro de lo bien fundado de sus razones (Cf. 749-B).
No existe peligro de muerte para la madre.
A. Advertencia que hay que hacer.
Algunos onanistas, teniendo razones serias para evitar un nacimiento, pueden estar respecto
de sus obligaciones en la ignorancia —invencible. ¿Debe usted advertirles? — Consulte las
reglas generales, núms. 123-124.
Aunque usted prevea que el P. no se enmendará, ni ahora ni más adelante, habrá que evitar
—generalmente— el escándalo de los fieles. En efecto: las personas casadas hablan fácilmente
entre sí de estas cuestiones que las preocupan, y no faltan quienes interpretan en el sentido de
sus debilidades las palabras y más aún los silencios del C.
Por lo tanto —en general— ¡ADVIERTA!1.
B. Contrición que hay que excitar.
Haga valer los motivos propios del onanista en la OCASIÓN NECESARIA (Cf. 812).
Si el P. se halla en una situación verdaderamente difícil, demuéstrele la compasión que
siente por él.
Si ya tiene numerosos hijos, puede hasta felicitarle por haber cumplido tan generosamente
su deber en el pasado.
Pero termine diciendo que “nunca se ha acabado de cumplir el deber”. Aun en esas
circunstancias difíciles el pecado sigue siendo pecado. Y excítele fervorosamente a la
contrición.
C.— Firme propósito que hay que excitar.
a) Diversos propósitos —suficientes.
1.– Continencia completa;

1
En algunos casos excepcionales —y siempre que haya que tratar con un P. habitual —Martín prevé que se podrá
ilustrar al P. PROGRESIVAMENTE (caso de conciencia 33... hacia el fin).
Atenerse a lo que se ha dicho en el Libro II, n. 138.

320
2.– Uso honesto del matrimonio;
3.– Continencia periódica o de las Temperaturas (Cf. 805-807).
¿Cuál de ellos aconsejará usted?
Examine las ventajas y los inconvenientes de las distintas soluciones.
1.— ¿CONTINENCIA COMPLETA?: Ella supone un P. generoso y puede perjudicar a la
buena inteligencia conyugal, y como consecuencia, a la buena marcha del hogar familiar.
2.— ¿USO HONESTO DEL MATRIMONIO?: Esto parece preferible cuando los
inconvenientes de un nacimiento no son tan considerables (por ej.: una cierta molestia
pecunaria).
3.— ¿CONTINENCIA PERIÓDICA? —La mejor solución a lo que parece, cuando ella es
realmente lícita (véase el problema en detalle en el núm. 807-A), y porque, por otra parte, la
continencia completa parece difícil y puede perjudicar al amor conyugal.
b) Manera de presentar los diversos propósitos firmes.
Si el P. ha optado por la CONTINENCIA COMPLETA o bien por la CONTINENCIA
PERIÓDICA —lea de nuevo atentamente lo que se ha explicado en el núm. 813.
D.— Obligación que hay que imponer.
a) Obligación relativa a la ocasión de pecado. Prescindiendo del caso del recidivo formal
inveterado, exija sólo el ALEJAMIENTO MORAL (Cf. 791-B).
Si el P. recae siempre de la misma forma y sin ninguna esperanza de mejoramiento, vea lo
que se ha dicho en general (Cf. núm. 315-A).
b) Obligación relativa a los instrumentos anticoncepcionales.
Exigir su DESTRUCCIÓN.
E.— Absolución que hay que dar.
a) (1er. Caso).— P. no recidivo.
Absolución INMEDIATA.
b) (2do. Caso).— P. recidivo.
Aplique las reglas generales distinguiendo tres hipótesis
(Recidivo material, Cl. n. 310-B; Recidivo formal, núm. 311-D; Recidivo formal
inveterado, núm. 315-B.)
N.B.— Cuando se trata del recidivo que no ha destruido los instrumentos
anticoncepcionales —difiera usted la absolución hasta el momento en que haya efectuado su
destrucción.

Artículo tercero.
AUTOR PRINCIPAL
PELIGRO de MUERTE para la MADRE.
Por las mismas razones del artículo precedente —no se estudiarán aquí aparte a los recidivos
—Volver e leer, igualmente, los AVISOS IMPORTANTES de los núms. 809-815.

841. Situación del P.— El P., autor principal (esposo o esposa) declara que un nacimiento
anterior ha colocado a la madre a dos de dedos de la muerte. Un médico competente y

321
católico1 ha afirmado que un nuevo nacimiento implicaría con certeza o casi con certeza
la muerte.
La ignorancia invencible del P. puede existir con más frecuencia aún que en el caso
precedente.
A.— Advertencia que hay que hacer o silencio que hay que guardar.
Según Vermeersch (“De Castitate, Ed. 33, núm. 78), el C. no puede GUARDAR SILENCIO
si no se dan simultáneamente tres condiciones:
1ª La ignorancia invencible resulta de las circunstancias extraordinarias.
2ª No hay peligro de escándalo (Cf. lo que se ha dicho en general, núm. 127).
3ª No hay que temer frecuentes abusos.
Vermeersch dice más precisamente que no se puede guardar el silencio sino “in raro aliquo
casu”. Y añade: “Bona fides aderit in uxorem vel etiam in gravi morbo”.
B. Contrición que hay que excitar.
Suponiendo que el P. está advertido:
a) (1ª hipótesis).— Muerte cierta. Un solo firme propósito posible —y es la, continencia
completa. La esposa no puede aceptar la realización del acto conyugal: sería una especie de
SUICIDIO.
b) (2ª hipótesis).— Serio peligro de muerte.
1.— PRIMER FIRME PROPÓSITO admisible —Continencia completa.
La esposa tendría el derecho de negarse a su marido —porque la caridad para con el alma
del marido no obliga a aceptar inconvenientes tan considerables.
2.— SEGUNDO FIRME PROPÓSITO, admisible —Continencia periódica y hasta relaciones
normales.
La esposa puede lanzarse al heroísmo2 hasta aceptar una muerte posible —si ella prevé que
ése es el único medio de evitar que el marido viva habitualmente en el pecado mortal.
Ya no hay suicidio como en la primera hipótesis (muerte cierta) —y la caridad para con el
alma del esposo permite correr el riesgo.
Sin embargo, si la vida de la madre fuera preciosa por otros títulos (por ej.: hay otros hijos
de corta edad), sería mejor adoptar la continencia completa o por lo menos la continencia
periódica, observando el más estricto margen de seguridad.

N.B.— Para las “OBLIGACIONES QUE HAY QUE IMPONER y ABSOLUCIÓN QUE HAY
QUE DAR” —inspirarse en lo que se ha dicho en el Artículo precedente.

842. Cuadro de recapitulación.— Conducta del C. con el onanista autor principal. Véase al
final del libro. Cuadro VII.

Artículo cuarto.
COOPERADOR

1
Evidentemente, el confesor no tiene ninguna competencia médica que le permita formular un juicio autorizado.
A veces únicamente podrá recomendar que se vaya a ver a un —segundo— médico. Las afirmaciones varían
mucho de un doctor a otro.
2
Se sobreentiende que la esposa NO está OBLIGADA a hacer este acto heroico; por consiguiente, PUEDE NEGARSE.
Por otra parte el C. deberá ACONSEJAR prudentemente al marido que practique la continencia, contentándose con
actos imperfectos (749-764).

322
FORMAL
El esposo o la esposa no toma personalmente las precauciones requeridas —pero está más
o menos de acuerdo con su cónyuge, autor principal.

843. Situación del P.— El P. le ha dicho a usted que no es él, sino su cónyuge quien emplea
los medios para evitar un nacimiento . Usted le ha interrogado como queda dicho (Cf.
831) y ha comprobado que el P., por su conducta general, por sus palabras o su silencio,
es cooperador formal.
Interrogue como se ha explicado en el n. 829, a fin de ver si los esposos están en la ocasión
libre o en la ocasión necesaria: razones graves —o en la ocasión necesaria: peligro de muerte
para la madre.
a) (1ª hipótesis).— Los esposos están en la ocasión libre — o necesaria, solamente por
razones graves.
A.— Advertencia que hay que hacer.
ADVIERTA al P.
El C.: “Es claro que durante el transcurso del acto conyugal usted no hace nada positivo
pan evitar un nacimiento. Pero por medio de su silencio, o de sus quejas, o tal vez de sus
consejos es cómplice de su cónyuge.
¿Qué diría usted de una persona casada que no robara, pero que animara a su cónyuge a
robar?
b) (2ª hipótesis).— Peligro de muerte para la madre.
Usted verá si es el lugar de guardar silencio, consultando lo que se ha dicho a propósito del
autor principal.
B. Contrición que hay que excitar.
El P., cooperador formal, ha participado más o menos conscientemente y voluntariamente
de la culpabilidad del autor principal.
Excítele a la contrición —ya sea por medio de los motivos que convienen a los onanistas
en la OCASIÓN LIBRE (Cf. 857-3º), ya sea por medio de los motivos propios de los onanistas
en ña —OCASIÓN NECESARIA (Cf. 812 y también 840-B).
C.— Firme propósito que hay que excitar.
Prescindiendo, del caso excepcional en que el P. ha sido dejado en su ignorancia invencible,
el firme propósito consistirá en esto:
Querer hacer al cónyuge las advertencias convenientes —tal como están explicadas a
continuación (obligación que hay que imponer) .
D.— Obligación que hay que imponer.
a) Principio: El P. debe convertirse en —el ángel de la guarda —de su cónyuge.
El C: “Hasta ahora usted animaba más o menos directamente a su cónyuge a pecar, hacía
usted un poco el papel de demonio tentador.
En adelante, al contrario, le hará advertencias, o le dará buenos consejos; será su... ÁNGEL
DE LA GUARDA”.
b) Motivos de la obligación,
1.– AMOR de DIOS: “Debe hacer todo lo que pueda a fin de que Dios ya no sea más ofendido
en su hogar”.

323
2.– AMOR de SÍ MISMO: “Si su cónyuge le escucha, usted tendrá una alegría plena, son
ninguna sombra.
Si su cónyuge, ¡ay!, no le escucha, usted no tendrá nada que reprocharse.
Estará usted en regla con Dios” —y el C. le detallará entonces cuál ha de ser su conducta
(Cf. Art. V. Cooperador material).
3.– AMOR del CÓNYUGE: “Si usted logra apartarle del pecado, ¡qué beneficio le habrá
hecho!”
c) Medios de ejecución.
El C.: “ Primero —ruegue mucho por su cónyuge. Dígale que usted quiere —que todo se
haga normalmente. Hasta indíquele —su línea de conducta.”
En resumen esta línea de conducta será la misma que le indique el P. mismo.
Será, por consiguiente, distinta; según que los esposos estén —o en la ocasión libre —o en
la ocasión necesaria por razones graves —o en la ocasión necesaria por peligro de muerte pera
la madre. Aténgase, pues, usted a ha diferentes “Firme propósito que hay que excitar” y
“Obligaciones que hay que imponer” —tales cuáles se han indicado respecto del onanista,
autor principal (Cf. Arts. I, II, III).
De ellas deducirá usted fácilmente lo que el P. debe decir a su cónyuge.
El C.: “No es necesario que usted haga —su pequeño sermón— a cada petición de su
cónyuge. Dígaselo más bien en otro momento, y con bastante frecuencia, para que su cónyuge
sepa claramente que procede contra la voluntad de usted”.
Nota 1.— Recomiende al P. que varíe sus procedimientos de persuasión; a veces serán
ardientes súplicas que harán un llamado al amor; otras veces serán amenazas de no aceptar
más el acto conyugal.
Nota 2.— Si el P. es el MARIDO, deberá usar de su autoridad de esposo para persuadir a
su esposa y también para destruir los instrumentos anticoncepcionales que ella pudiera tener.
E.— Absolución que hay que dar.
a) (1er. Caso).— P. no recidivo.
Exija solamente la promesa de ejecutar las obligaciones impuestas.
b) (2do. Caso).— P. recidivo.
Si se trata de ocasión libre, difiera la absolución, hasta que el P. haya hecho a su cónyuge
las advertencias requeridas.
Si se trata de ocasión necesaria, haga la distinción conforme a las reglas generales (Recidivo
material, Cf. 310-B; Recidivo formal, núm. 311-D; Recidivo formal inveterado, n. 315-B).
Nota.— Si la destrucción de los instrumentos anticoncepcionales es posible —exija la
destrucción efectiva (en caso de recaída) antes de dar la absolución.

Artículo quinto.
COOPERADOR—MATERIAL
ACTO VICIADO desde EL PRINCIPIO

844. Principios generales.— El P. no es autor principal, sino cooperador; además no participa


de las intenciones culpables del cónyuge.
El P. es, pues, cooperador MATERIAL.

324
Sabemos que las reglas de la cooperación material no son las mismas si la cooperación es
INMEDIATA que si es MEDIATA: la primera siempre es culpable; la segunda puede permitirse
por razones proporcionadas.
Desde el punto de vista del onanismo habrá cooperación inmediata si el acto está viciado
desde el principio. Para mayor claridad estudiamos sucesivamente el caso de la ESPOSA el del
ESPOSO.

ACTO VICIADO DESDE EL COMIENZO


I.— ESPOSA COOPERADORA —MATERIAL
(uso del preservativo —o sodomía)

Dos puntos sobre todo ofrecen dificultad: “Advertencia que hay que hacer” y “Obligaciones
que hay que imponer”. Los estudiaremos detalladamente.
Situación del P.— La P. le ha dicho a usted que es su marido quien “tomaba
precauciones”. Usted la ha interrogado como se ha dicho en el n. 831 —y ha comprobado
que ella era cooperadora material. Prosiguió usted el interrogatorio (Cf. 833) y descubrió
que el acto conyugal estaba viciado desde el comienzo (preservativo o sodomía).
Estudiemos primero, entre los siete elementos de la Buena Confesión, el que es aquí
particularmente delicado: el problema de la Advertencia.

846. 1º) Del elemento: Advertencia que hay que hacer o silencio que hay que guardar.
La P. no tiene el derecho de cooperar inmediatamente a un acto intrínsecamente malo; debe
oponer por consiguiente, una RESISTENCIA POSITIVA.
Pero ella puede estar en la ignorancia respecto a esta obligación. Y conforme a las reglas
generales (Cf. n. 121-2º), como se trata de un problema difícil de conciencia, la ignorancia
puede ser invencible.
Hay: Ignorancia INVENCIBLE —si la P. declara que ella debe dejar hacer; porque de lo
contrario habría peleas en la vida de hogar, su marido sería infiel. Habrá también ignorancia
invencible —si la P. no dice nada y no parece estar en modo alguno inquieta. “Bona fides
facilius aderit in uxore quae putat, deneato assensu, se omnem culpam in virum rejicere posse
—nec inter modos quibus abusus cormmittitur distinguit”. (Vermeersch, “De Castitate”,
número 270-4).
Hay: Ignorancia VENCIBLE —si la P. plantea cuestiones, pregunta cuál es la conducta que
tiene que observar, etc....
A.— (1er. Caso).— La P. esta en la ignorancia — vencible.
Según las reglas generales (Cf. núm. 122), debe advertir a la P. acerca de sus obligaciones.
Sin embargo, como se ha visto en general en el núm. 136, la P. puede estar en la ignorancia
invencible respecto de ciertos puntos precisos de su obligación de resistir.
ADVIERTA, POR LO TANTO, pero CON PRUDENCIA (Cf. más abajo contenido de la
obligación).
B. (2do. Caso).— Y 1a P. está en la ignorancia — invencible.
Problema que hay que resolver.
La P., debidamente advertida, ¿se corregirá, por lo menos a la larga? (Cf. núm. 124).
Puede, pues, hallarse usted ante tres hipótesis diferentes:
a) (1ª hipótesis.— Y la P., debidamente advertida, tendrá la valentía de resistir.

325
ADVIERTA —pero CON PRUDENCIA, como se ha dicho en A. (1er. Caso.)
b) (2ª hipótesis).— Y la P., aunque advertida, no tendrá ánimo para resistir.
Si no se considerara más que el bien espiritual de la P., usted debería guardar silencio. Por
otra parte, el escándalo de los fieles apenas hay que temerlo; en efecto aunque la P. dijera a su
alrededor que el C. no le ha hecho ninguna observación, su “caso”, relativamente raro, no
podría servir de base para una falsa regla general de conducta. Por consiguiente, según lo que
se ha dicho en general en el núm. 127, no hay lugar a la advertencia.
Por lo tanto —¡GUARDE SILENCIO!
c) (3ª hipótesis).— Y la P. advertida, tal vez resista —o tal vez no resista.
Según la regla general de núm. 130 —también aquí: GUARDE SILENCIO.

847. 2º) Del elemento: obligaciones que hay que imponer.


Se pueden distinguir en ellas tres CLASES.
A.— Obligación relativa a la advertencia.
Se inspirará usted en lo que se ha dicho en el artículo IV respecto del cooperador formal
(Cf. 843-D, teniendo en cuenta las diferencias de situación).
B.— Obligación relativa a la —resistencia.
Se supone, claro está, que la P. ya estaba ilustrada o que ha sido advertida por usted mismo.
a) CONTENIDO de la OBLIGACIÓN.
El C: “Debe usted resistir ante toda relación de esta clase —como una joven ante su opresor.
No puede contratarse con una reprobación interior, ni siquiera con palabras... Hay que resistir
con actos..., luchar...”
¿Es necesario precisar el tenor de la obligación en sus menores detalles —diciendo, por ej.,
que sólo una amenaza de muerte o un mal equivalente1 puede autorizar a la P. a comportarse
pasivamente?
Tal cosa no será siempre oportuna —porque la P. podría estar en la ignorancia invencible
en lo que respecta a ese grado de exigencia de su obligación. Advertida sobre este punto,
probablemente no tendría ánimo para resistir tanto.
Por consiguiente —al indicar el contenido de la obligación —proceda con prudencia2.
b) MOTIVOS de la OBLIGACIÓN.
1) Amor de Dios; 2) Amor de sí misma; 3) Amor del cónyuge. Inspirarse en lo que se ha
dicho a propósito del cooperador formal (núm. 843-D-b).
C.— Obligación relativa a la —destrucción del preservativo.
La P. hará lo posible por hacer efectiva esta destrucción.
1
“El Amigo del Clero”, 1933, p. 139, escribe: “Prescindiendo de la amenaza de una muerte cierta o inminente,
¿puede haber para la esposa males equivalentes? Toda la cuestión es ésta, pero bastante sujeta a la apreciación
variable con las circunstancias y con los jueces. Nosotros pensamos que pueden existir tales males. La perspectiva
de un divorcio CIERTO es para la esposa un mal considerable, suficiente, según nuestro humilde parecer, para
autorizar la actitud pasiva, después de haber hecho la resistencia positiva que era posible... Intimada formalmente
a consentir o a separarse, nosotros pensamos que en tal coyuntura la esposa tiene una razón suficiente para ceder
por medio de una actitud pasiva”.
2
Nueva precisión que hay que hacer, si el C. la juzga oportuna: la P. debería purificar su intención cada vez que
tuviera que ceder a la violencia del marido. Purificar su intención –es protestar delante de Dios que ella reprueba
tal modo de proceder y que preferiría morir antes que cometer un pecado mortal. Que aparte su mente del acto
que se está realizando –y que eleve su corazón a Dios” (“Amigo del Clero”, 1933, p. 140, col. 1).

326
848. Otros elementos de la “Buena Confesión”.
Para: Contrición y firme propósito que hay que excitar —inspirarse en lo que se ha dicho a
propósito de los COOPERADORES FORMALES (Cf. 843).
En cuanto a la absolución que hay que dar, es necesario ver si hay recaída, o no.
(1er. Caso).— P. NO RECIDIVA.
Exija únicamente la promesa de ejecución de las obligaciones.
(2º Caso).—P. RECIDIVA.
Difiera la absolución hasta que se hayan hecho efectivas las advertencias y la destrucción
del preservativo (si ella es posible).
En cuanto a la ejecución de la obligación de resistir —véanse las reglas generales referentes
a las ocasiones necesarias (recidivos materiales, Cf. 310-B; recidivos formales. núm. 311-D;
recidivos formales inveterados, núm. 315-B).

COOPERADOR MATERIAL
II.— ESPOSO ACTO VICIADO DESDE EL COMIENZO
uso de la pseudo vagina o del pesario anticoncepcional o de los polvos
espermaticidas.
La situación es evidentemente análoga a la del caso precedente de la ESPOSA, que acaba
de ser examinado. Insistiremos únicamente en las diferencias.

849. Situación del P.— El P. es cooperador material. Al interrogarle como se ha explicado


en el núm. 834, ha descubierto usted que su esposa utilizaba uno de los procedimientos
anticoncepcionales que vician el acto conyugal desde el comienzo.
A.— Advertencia que hay que hacer.
Inspírese en lo que se ha dicho a propósito de la Esposa —distinguiendo, por consiguiente,
los diversos géneros de ignorancia (Cf. 846, teniendo en cuenta las diferencias de situación).
Sin embargo, según el P. Vermeersch, la ignorancia INVENCIBLE es aquí más rara; en efecto:
el sabio teólogo escribía: “Bono fides FACILIUS aderit in uxore”.
B.— Obligaciones que hay que imponer.
a) Relativa a la —advertencia.
El P. debe usar de su autoridad —marital.
b) Relativa a la —destrucción de la pseudo-vagina.
Lo mismo que en a).
c) Relativa —al acto conyugal.
En lo que se refiere al contenido de la obligación, y a la no existencia del problema de la
resistencia, como sucede con la esposa. El P. debe abstenerse sin más ni más del acto conyugal
—si sabe que su esposa hace uso de la pseudo-vagina.
N.B.—Para los otros elementos de la “buena confesión”, véase lo que se ha dicho respecto
de la esposa.

Artículo sexto.
COOPERADOR MATERIAL
ACTO —NO VICIADO —AL COMIENZO

327
(inyección vaginal de la esposa)
(retiro prematuro del marido).

850. Principio.— Se trata aquí de un caso de cooperación MATERIAL y MEDIATA.


Sabemos que este género de cooperación puede estar permitido por razones
proporcionalmente graves.
Hay que distinguir, pues, dos hipótesis.

I.— INCONVENIENTE MEDIANAMENTE GRAVES EN RECHAZA EL ACTO


CONYUGAL.

Esta hipótesis se realizará frecuentemente.

851. Situación del P.— Al interrogar, sea al esposo, sea a la esposa (Cf. 833-834), ha
descubierto usted que había cooperación material y mediata (retiro prematuro o inyección
vaginal). Además. el P. o la P. le ha declarado a usted que el negarse al acto conyugal
implicaría serios inconvenientes para la vida conyugal (peligro de infidelidad para el
cónyuge —o de incomprensión entre los esposos —o hasta de incontinencia personal) ¿Qué
hará usted?
Algunas advertencias convienen tanto al marido cooperador como a la mujer cooperadora;
otras son más propias de esta última.

852. 1º) Advertencia que hay que hacer —-conveniente a los dos.
A.— En general, el P debe —ACEPTAR— la petición del cónyuge.
El C.: “Ciertamente es siempre penoso comenzar una acción que ha de concluir con el
pecado de su cónyuge. Sin embargo en el caso en que usted se halla, no participa directamente
de su falta —él es quien toma la iniciativa (supongo, claro está que usted le hace ver claramente
con sus palabras y con su conducta que reprueba su modo de proceder). Entonces, para evitar
los inconvenientes que usted me ha señalado, puede y hasta debe casi siempre aceptar la
petición de su cónyuge.
Con todo, si usted cree que a veces una amenaza de repulsa o hasta una repulsa efectiva
puede inducir a su cónyuge a hacer las cosas como se deben —no vacile en dar prueba de
firmeza.”
B.— Para evitar la INCONTINENCIA PERSONAL —el P. puede PEDIR por sí mismo
realizar el acto conyugal.
El C.: “Si le resulta a usted demasiado duro guardar la continencia —puede pedir a su
cónyuge el cumplimiento del deber del matrimonio, aun cuando usted vea que el acto no
concluirá de modo conveniente.

853. 2º) Advertencia particular —a la esposa.


A.— EVITAR darse DE MALA GANA.
El C: “Acabo de decirle que a veces podría usted negarse a su marido —si cree que de ese
modo logra apartarle de su deplorable hábito. Pero si usted ha decidido acceder a su petición,
no se muestre de mal humor, no obre de mala gana; eso sería descontentarle inútilmente y
hasta ponerle quizá en el camino de la infidelidad “
B.— La P. tiene el DERECHO de CONSENTIR con el PLACER.

328
El C.: “Le está permitido a usted consentir con el placer que le proporciona su marido —
antes del acto conyugal y durante él.”
N.B.— ¿Es necesario precisar que la esposa no tiene el derecho de satisfacerse
completamente, una vez que el marido se ha retirado indebidamente?
Aplique usted las reglas generales de la Advertencia (Cf. 120 a 134).

854. Nota.— Si el P. está bien instruido acerca de la conducta que debe observar, no comete
pecado. Por lo tanto, no hay problema de contrición; ni de penitencia, etc.
Asegúrese únicamente de que sigue siendo realmente cooperador material —al hacerse el
ángel de la guarda de su cónyuge (inspírese en lo que se ha dicho en el núm. 843-D).

II.— NO HAY INCONVENIENTES EN RECHAZAR EL ACTO CONYUGAL.


855. En este caso el P. DEBE RECHAZAR la PETICIÓN del CÓNYUGE.
El C.: “Es siempre lamentable el participar, aunque sólo sea indirectamente, de un acto que
debe terminarse con el pecado mortal de su cónyuge.
Por otra parte, según lo que usted me dice, no hay inconveniente en negarse. Así pues, la
próxima vez diga a su cónyuge que usted está decidido a no tener más relaciones si él no quiere
hacer las cosas normalmente.
Si su cónyuge se molesta, si usted se da cuenta de que su negativa va a tener inconvenientes
para la vida conyugal, podrá acceder a su demanda. Y la próxima vez que usted se confiese
pida a su C. precisiones sobre la conducta que hay que observar de un modo general.”
En la hipótesis considerada en el último párrafo, vuélvase al núm. 851 —y el C. obre en
consecuencia.

856. Cuadro de recapitulación referente a la conducta del C. con el onanista cooperador.


(Véase al final de la obra el Cuadro VIII.)

857. Para todo lo que se refiere a la “Vida íntima de los esposos” el Confesor podrá recomendar
a sus Penitentes el “Caso de Conciencia sobre el deber conyugal”, por Van Agt. Acaba de
aparecer una 3ª edición de este tratado (30 millar). Sirve de suplemento a la “ GUÍA DEL
MATRIMONIO, 64 páginas, 270 millar. Ediciones Familiares.

¡DE ÚLTIMA HORA!


En el momento del tiraje de esta 4ª edición, leemos en los Folletos del Militante de la
F.N.A.C. (nov. 1950), esta dolorosa comprobación: los jóvenes abandonan el Sacramento de la
Penitencia. Una de las razones de esta despreocupación es la siguiente:
“PORQUE LOS SACERDOTES NO FACILITAN SIEMPRE LA CONFESIÓN”.
“Con demasiada frecuencia los sacerdotes no están disponibles para oír las confesiones.
Nosotros, sacerdotes, ¿sabemos confesar bien? ¿Hemos aprendido cómo formar la
conciencia de los niños del catecismo y la importancia capital de esta tarea?
¿Tenemos el cuidado de ser, en el confesonario, los médicos de las almas?
El autor del libro “Para Mejor Confesar” espera que ninguno de sus lectores merezca este
reproche.
============================
Aquí deben ir 8 CUADROS SINÓPTICOS.
Aquí puede ir un ÍNDICE ANALÍTICO.
329
============================

330
ÍNDICE DE MATERIAS
LIBRO PRIMERO
EL CONFESOR
CAP. I. Las cualidades del Confesor.
Artículo I. Cualidades intelectuales.
Artículo II. Virtudes morales.
CAP. II. El derecho de confesar.
Artículo I. Jurisdicción ordinaria.
Artículo II. Jurisdicción delegada “ab homine”.
Artículo III. Jurisdicción delegada “a iure”.
Artículo IV. Jurisdicción suplida.
CAP. III. La obligación de confesar.
Artículo I. Sacerdote con cura de almas.
Artículo II. Sacerdote sin cura de almas.

LIBRO SEGUNDO
EL PENITENTE EN GENERAL
INTRODUCCIÓN
PRIMERA PARTE:
LOS SIETE ELEMENTOS QUE HAY QUE ASEGURAR
CAP. I. Integridad que hay que asegurar.
Artículo I. Nociones previas.
Articulo II. De la grave obligación de preguntar.
Articulo III. Posibilidad de asegurar la integridad material.
Artículo IV. Imposibilidad de asegurar la integridad material.
CAP. II Advertencia que hay que hacer o silencio que hay que guardar.
Introducción. Ignorancias diversas del Penitente.
Artículo I. El penitente cree pecado lo que no lo es.
Artículo II. El penitente cree lícito lo que es pecado.
Artículo III. Casos excepcionales.
CUADRO DE RECAPITULACIÓN: Véase al final de la obra el CUADRO I.

CAP. III. Contrición y firme propósito que hay que excitar.


Artículo I. Contrición que hay que excitar.
Artículo II. Firme propósito que hay que excitar.
CAP. IV. Obligaciones que hay que imponer.
CAP. V. Remedios que hay que prescribir y consejos que hay que dar.
CAP. VI. Penitencia que hay que imponer.
Artículo I. Generalidades. Conducta del confesor.
Artículo II. Ejemplos de penitencias sacramentales.
Artículo III. El penitente pide que se le cambie la penitencia o la ha olvidado.
CAP. VII. Absolución que hay que dar.
Introducción. Absolución condicional.
Artículo I. Disposición del penitente.

331
Artículo II. Dignidad del penitente.
Artículo III. Reglas litúrgicas
CUADRO DE RECAPITULACIÓN: Véase al final de la obra el CUADRO II.

SECUNDA PARTE:
ERRORES DEL CONFESOR QUE TIENE QUE REPARAR.
Introducción.
CAP. I. Errores que hacen invalida la absolución.
Artículo I. Penitente en peligro, de muerte.
Artículo II. Penitente fuera de peligro de muerte.
CAP. II. Errores que no hacen inválida la absolución.
Artículo I. Errores relativos a la obligación de restituir.
Artículo II. Errores relativos a las obligaciones que hay que imponer, a la advertencia que
hay que dar, a los remedios y a los consejos.
CUADRO DE RECAPITULACIÓN: Véase al final de la obra el CUADRO IV.

LIBRO TERCERO
LOS PENITENTES EN PARTICULAR
PRIMERA PARTE:
DIVERSAS DISPOSICIONES
CAP. I. Los No-Ocasionarios.
Introducción.
Artículo I. Diversas especies. Cómo se descubren.
Artículo II. Confesión de los No-Ocasionarios que son habitudinarios simples.
Artículo III. Confesión de los No-Ocasionarios que son recidivos materiales.
Artículo IV. Confesión de los No-Ocasionarios que son recidivos formales.
Diversas advertencias.
CUADRO DE RECAPITULACIÓN: Véase al final de la obra el CUADRO V.

CAP. II. Los ocasionarios.


Artículo I. Diversas especies.
Artículo II. Confesión de penitentes con ocasión libre y continua.
Artículo III. Confesión de penitentes con ocasión libre y discontinua.
Artículo IV. Confesión de penitentes con ocasión necesaria.
CUADRO DE RECAPITULACIÓN: Véase al final de la obra el CUADRO VI.

CAP. III. Confesiones que hay que reparar.


Artículo I. Confesión incompleta que hay que completar.
Artículo II. Confesión simplemente inválida que hay que volver a hacer.
Artículo III. Confesión sacrílega que hay que reparar.
Artículo IV. La confesión general.
Consejos de Pastoral (a propósito de las confesiones sacrílegas).
CAP. IV. Diversos casos particulares.
Artículo I. El penitente no ha hecho examen de conciencia.
Artículo II. El penitente es ignorante (“rudis”).
Articulo III. El penitente no tiene nada que decir.
Artículo IV. El penitente no acusa un pecado conocido por el confesor.

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SEGUNDA PARTE:
DIVERSAS CONDICIONES DE EDAD Y DE CUERPO.
CAP. I. Los niños.
CAP. II. Los jóvenes.
Artículo I. El joven (en general: J.E.C., J.O.C., J.A.C. Scout).
Artículo II. La joven.
CAP. III. Los adultos.
Artículo I. Los hombres.
Artículo II. Las mujeres.
Artículo III. Las personas de edad.
CAP. IV. Enfermos y moribundos.
Artículo I. Los enfermos graves.
Artículo II. Los enfermos en sus últimos momentos.
Artículo III. Los moribundos sin conocimiento.
CAP. V. Las psiconeurosis.
Artículo I. Las psiconeurosis (distintas de la histeria).
Artículo II. Los histéricos.
CAP. VI. Enfermedades diversas.
CAP. VII. Penitente de lengua extranjera.
CAP. VIII. Prisioneros.
CAP. IX. Condenados a muerte.

TERCERA PARTE:
DIVERSAS CONDICIONES DEL ALMA
CAP. I. El penitente ansioso de perfección.
CAP. II. El penitente tentado.
Artículo I. Tentaciones en general.
Artículo II. Algunas tentaciones en particular.
CAP. III. El penitente escrupuloso.
Artículo I: El escrúpulo en general.
Artículo II. Los escrúpulos en particular.
CAP. IV. El penitente culto o de elevada condición social.
CAP. V. Los casos reservados.
Artículo I. Generalidades.
Artículo II. Pecados reservados “ratione censurae”.
Artículo III. Pecados reservados “ratione sui”.
Artículo IV. Diversos corolarios.
CUADRO DE RECAPITULACIÓN: Véase al final de 1a obra el CUADRO III.

CUARTA PARTE:
DEBERES PROFESIONALES Y FAMILIARES.
CAP. I. Los deberes profesionales.
Artículo I. El sacerdote.

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Artículo II Las religiosas.
Artículo III. Diversas profesiones (jueces, médicos, comerciantes, patronos, empleados,
etc.).
CAP. II. Los deberes familiares.
Artículo I. Confesión de los novios el día de su matrimonio.
Artículo II. Los esposos.
Artículo III. Los padres.
Artículo IV. Los hijos.
Artículo V. Los hogares.

QUINTA PARTE:
PECADOS EN PARTICULAR
CAP. I. Los pecados capitales.
Artículo I. El orgullo.
Articulo II. La envidia.
Artículo III. La ira.
Articulo IV. La impureza (generalidades; normas de castidad; Monitum del Santo Oficio
del 16 de mayo de 1943; pecados de impureza en particular: pensamientos,
miradas, etcétera).
Artículo V. La gula.
Artículo VI. La avaricia.
Artículo VII. La pereza.
CAP. II. Los penitentes que “frecuentan”.
Artículo I. Generalidades.
Artículo II. Confesión de los penitentes que frecuentan.
Artículo III. Consejos diversos.
CAP. III. Las diversiones peligrosas.
Artículo I. Los bailes.
Artículo II. Teatros, cines, etc.
Artículo III. Las lecturas.
CAP. IV. Los vestidos indecentes.
CAP. V. El problema de la restitución.
Artículo I. Generalidades.
Artículo II. Conducta del confesor.
CAP. VI. Los sentimientos de enemistad.

SEXTA PARTE:
LA VIDA ÍNTIMA DE LOS ESPOSOS
SECCIÓN PRIMERA:
“DE USU MATRIMONII “
Preámbulo. Información técnica y profesional de los esposos.
CAP. I. De licitis et illititis.
Artículo I. De essentia actus conjugalis.
Artículo II. De fine actus conjugalis.
Artículo III. De actus conjugalis circumstantiis.

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Artículo IV. De actibus cum copula connexis.
Artículo V. De actibus imperfectis —mutuis.
Artículo VI. De actibus imperfectis —non mutuis.
Artículo VII. De delectationibus morosis et desideriis.
CAP. II. De obligatione actus conjugalis.
Artículo I. Pureza y caridad.
Artículo II. Petitio et acceptatio actus conjugalis.

SECCIÓN SEGUNDA:
EL ONANISMO CONYUGAL
CAP. I. El onanismo en general.
Artículo I. Nociones diversas. De la continencia.
Artículo II. Avisos relativos a la confesión de los onanistas.
CAP. II. Cómo se descubre al onanista en general.
Artículo I ¿Cuando hay que preguntar?
Artículo II. ¿Cómo hay que preguntar?
CAP. III. Como se descubre a los onanistas en particular.
CAP. IV. Confesión de los onanistas en particular.
Artículo I. Autor principal y con ocasión libre.
Artículo II. Autor principal y con ocasión necesaria. Razones graves.
Artículo III Autor principal y con ocasión necesaria. Peligro de muerte para la madre.
Artículo IV. Cooperador formal.
Artículo V. Cooperador material y acto viciado desde el comienzo.
Artículo VI. Cooperador material y acto no viciado al comienzo.
CUADRO DE RECAPITULACIÓN (autor principal): Véase al final de la obra el CUADRO VII.
CUADRO DE RECAPITULACIÓN (cooperador): Véase al final de la obra el CUADRO VIII.

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