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DISCUSIONES BURGUESAS SOBRE LA REVOLUCIÓN ARMADA EN

COLOMBIA

ESC. INT – SALA/COMEDOR - NOCHE

Placa con un poema: “Sobre la tierra de gente/ cruzan pájaros de hierro./ Dejan caer
una lluvia/ de sangre en mitad del vuelo./ La lluvia cae como lluvia./ Los muertos
están ya muertos.” Ignacio Escobar.
Los primeros tres diálogos van sobre la placa con el poema.

FEDERICO
¿No tiene whisky?

IGNACIO
Esa pregunta revela su posición de clase, compañero... Bueno. Usted a quién cree que
debemos secuestrar y matar.

FEDERICO
Son vainas de Douglas. El planteo no era ese. Venga, metámonos un pase.

Federico (30), un tipo de pelo rubio, barba hirsuta, vestido con chompa de aviador,
sentado en un sofá, saca un pequeño envoltorio de coca de la solapa de su chaqueta.
Le sonríe a Ignacio Escobar (31), un tipo con comienzos de calvicie y barba
desaliñada, sentado en un sofá de dos plazas frente a Federico.

FEDERICO
Contradicciones internas, compañero.

Mientras Federico saca una llave y se mete un pase, Ignacio sonríe y bebe un trago de
ron.

IGNACIO
Todo esto es ridículo.

Federico le pasa la papeleta con coca y la llave a Ignacio, quien deja su vaso sobre la
mesa, recibe la papeleta y se mete un pase.

FEDERICO
¿Ridículo? No. Ridículo es usted. ¿Quién le manda escribir poemas comprometidos,
si después le da miedo el compromiso?

Ignacio le devuelve la papeleta y la llave a Federico. Federico la cierra y la deja sobre


la mesa, tapada con la llave como peso contra el viento.

IGNACIO
Yo no he escrito jamás un poema comprometido.

FEDERICO
No sea pendejo, Escobar: los versos que recitó Hermes eran suyos, ¿o no? Los del
Vietnam. El bombardeo.

IGNACIO
Sí, eran míos. Pero no eran del Vietnam. Ni era un bombardeo. Eran sobre unos
pájaros que, al pasar, cagaban sobre la tierra de la gente, como hubieran podido cagar
sobre el mar.

FEDERICO
Vietnam quiere decir "tierra de gente" en vietnamita.

IGNACIO
No tenía ni idea. Yo puse eso sólo porque sonaba bonito. Pero bueno, el planteo era
otro, como dice usted. Escribir poemas comprometidos es una cosa. Secuestrar gente
es otra.

FEDERICO
(sonriendo)
Todas las formas de lucha, como dijo Douglas.

IGNACIO
No sea huevón, hable en serio.

FEDERICO
Bueno, es que la cosa no es en serio. No creo. No era eso lo que se había hablado. Lo
que pasa es que el compañero Douglas es muy atropellado, muy... Es un verraco
combatiente, un verraco líder popular, un verraco cuadro del partido. Pero
atropellado. No creo que se les ocurra en serio meter a un tipo como usted en vainas
de secuestros. Sería una irresponsabilidad. Usted ni siquiera es del partido, mucho
menos del ejército. Apenas simpatizante. Si acaso.

IGNACIO
¿Y usted qué es? ¿Simpatizante? ¿Verraco cuadro del partido?

Federico calla, mientras bebe su ron y se sirve otro.

IGNACIO
Ay, Federico, no venga ahora con secreticos huevones...
(cautelosamente, con voz seria)
¿Usted está metido en esta vaina hasta dónde, Federico?

Federico hace con el índice el gesto de cortarse el pescuezo.

FEDERICO
Hasta aquí.

Escobar, muy impresionado, mira fijamente a Federico, quien, espernancado en el


sofá, con el vaso de ron en la mano y las barbas espolvoreadas de blanco, le devuelve
la mirada con sus botas apoyadas en el filo de la mesa.
IGNACIO
¿Y Ana María?

FEDERICO
Ana María no sabe.
Guardan silencio.

IGNACIO
(en voz baja)
Mierda.

Federico se pone en pie y da vueltas por la sala, mordiéndose los bigotes, rompiendo
fósforos y regándolos por el piso.

FEDERICO
No sabe. No quiere. No quiere saber. Y está muy mal.
Ya no aguanta más. Las cosas se están volviendo serias, y no quiere. Yo entiendo, no
es fácil. Y Mateo, y el otro niño ahora... Yo entiendo. No la puedo obligar.
(Hace una pausa.)
¿Pero y qué hago yo entonces? Escobar: hay que proletarizarse.

IGNACIO
No me parece un ideal, le digo francamente.

FEDERICO
Deje ese tonito burlón: entienda que la cosa es en serio. Hay que proletarizarse. Hay
que vivir como vive el 99 por ciento del pueblo colombiano.

IGNACIO
Hombre, vive así; pero no quiere vivir así, le aseguro.

FEDERICO
Hay que vivir así. No explotar. No ser explotado. Luchar para que las cosas cambien.
Si uno no vive como piensa, acaba por pensar como vive.
(alzando la voz, con rabia.)
Mire Escobar: le voy a explicar la vaina para que la entienda de una vez por todas.
Aquí hay una guerra. Hay un lado, y hay otro lado: no hay sino dos. Y no se puede
estar en los dos al mismo tiempo. Usted quiere estar de los dos lados. Quiere ser
burgués, y al mismo tiempo no quiere tener mala conciencia. Usted es profundamente
reaccionario, pero no quiere serlo: porque es débil. Y entonces quiere ser más bien
revolucionario. Pero es que no se puede ser "más bien revolucionario", ni "más bien
reaccionario". Además, usted es cobarde: le da miedo la sangre; los dos lados están
untados de sangre, pero usted no se quiere untar de la sangre de un lado ni de la
sangre del otro. Eso no se puede. Como le dijo el compañero Douglas, escoja lado,
compañero...

Federico se queda mirándolo de arriba abajo, respirando profundo y con los ojos
inyectados en sangre.

IGNACIO
Mire, Federico: no crea, no es tan simple la cosa. Y eso es lo que me aterra de
ustedes: la simplificación, que ustedes consideran "verraquera". Usted lo está
diciendo: matan de los dos lados. Pero no son dos los lados: hay más. Yo también
quisiera que esta mierda cambiara, y no sólo por no tener mala conciencia. Quisiera
que se acabara esta situación corrompida e injusta. Pero no me parece tan sencilla la
vaina -la vaina: la tragedia. Por eso me inquietan los compañeros de esta noche.
Aunque me caen muy bien -salvo el compañero Hermes, que tiene cara de asesino.

Federico se encoge de hombros.

IGNACIO
El compañero Douglas me parece muy simpático. También es un asesino, supongo,
pero inspira confianza. Cuando ganen ustedes, si ganan, su perfil saldrá en las
medallas, en las monedas. ¿No sale en las monedas la cara de Bolívar y en los billetes
cubanos, un tiempo, la firma del Che Guevara? La compañera Zoraida me parece muy
atractiva, aunque sólo la vi a oscuras. Cuando venía en el carro sentado junto a la
compañera Zoraida-

FEDERICO
No tiene que estar diciéndoles "compañero" todo el tiempo.

IGNACIO
Yo sé. Pero es para practicar. Imagínese que de pronto ganen, y yo como un imbécil
diciéndoles "doctor".

FEDERICO
No sea pendejo.

IGNACIO
... cuando venía en el carro sentado junto a Zoraida me encantaba venir ahí, con su
muslo pegado al mío, con todo su pelo negro rascándome el cuello en las curvas.
Hubiera podido seguir sentado junto a ella horas enteras. Eso es lo que le quiero decir:
que yo sirvo si acaso para eso que ustedes llaman "compañero de viaje". Quisiera que
Colombia se liberara de este sistema inicuo, y me gustaría hacer ese viaje en
compañía de una compañera como la compañera Zoraida. Pero no me gusta mucho el
modo de manejar del compañero Douglas -no se exalte, es sólo una metáfora-, ni me
gusta llevar del otro lado enterrada en la cadera la pistola del compañero Hermes, ni
estoy demasiado seguro de que el itinerario que han escogido ellos sea el mejor para
el viaje. Y no hay nada peor que las discrepancias entre compañeros de viaje. ¿Usted
ha viajado alguna vez acompañado? ¿Usted sabe lo que es aguantar al compañero día
y noche, dejar que el compañero escoja hotel, hablarle al compañero cuando ya no
quedan temas, callarse con el compañero, echarle al compañero la culpa del calor, de
los mosquitos, del peso de la maleta? Yo una vez fui a la Costa por tierra…

FEDERICO
Deje de hacer metáforas, carajo. Haga algo.

Federico, impaciente, desportilla su vaso al servirse más ron.

IGNACIO
Hacer metáforas es mejor que hacer cosas. Bueno, en realidad yo no creo que hacer o
no hacer cosas sea ni malo ni bueno. Esos son juicios morales, y yo creo que en el
fondo se trata solamente de un fenómeno glandular, de secreciones internas, de
tiroides. A usted le funciona mucho el sistema endocrino, por eso es escultor y está
siempre agitándose como un perrito, quemando energía, moviéndose, mordiendo
muebles, orinando en el piso. Yo soy como una planta tranquila en su maceta, sin
molestar a nadie, dedicada a placeres inocentes como la transmutación de la luz en
color, que es tan difícil, del aire en flores... -cómo se llama eso: la diálisis, la
heliofilización.

FEDERICO
No diga huevonadas, Escobar. Usted no es una planta inocente, es una planta parásita.

IGNACIO
No haga metáforas, Federico.

FEDERICO
Usted vive de lo que les chupa a los demás. Al pueblo.

IGNACIO
A mi mamá.

FEDERICO
¿Y de dónde saca la plata su mamá? De explotar al pueblo, pobre pequeño burgués de
mierda. ¿Usted no quiere hacer la revolución en Colombia?

IGNACIO
Sí. Bueno, no. Sí quiero que se haga, pero no quiero hacerla… No, en realidad ni
siquiera sé si quiero que se haga, aún en el caso de que no me toque hacerla a mí.
Mire, Federico, es que yo nunca he pretendido ser un revolucionario, ni tener una
posición de clase consecuente, ni ser un pequeño burgués radicalizado. Nada. Traté de
ser poeta, pero también es muy difícil. La poesía es complicadísima. Porque hay que
decir la verdad, tratar de decir la verdad, y eso es dificilísimo. Por eso acaba uno no
diciendo nada. O callándose. Por eso no he vuelto a escribir.

FEDERICO
¡Ah, mierda. Escobar! Mire: es cosa de posición de clase. Si usted no puede escribir,
es por eso: porque escribe como un pequeño burgués para pequeños burgueses.
(Hace una pausa.)
Para poder escribir, escriba para las masas. Aprenda de los obreros y de los
campesinos, como dice Mao. Hay que popularizar, por un lado, y elevar la
comprensión del pueblo, por el otro. Y eso sólo se logra aprendiendo del pueblo.

IGNACIO
No sea pedante, Federico. No me recite las conclusiones del Foro de Yenán.

FEDERICO
No sea pedante usted, además de huevón. Vaya a las masas. Aprenda. Las
conclusiones del Foro de Yenán no se las sacó Mao de la manga: las aprendió yendo a
las masas, justamente.
IGNACIO
En cambio yo las leí directamente en las Obras Escogidas de Mao, que se publican
para eso, supongo. Me ahorré el viaje a las masas. Pero ahora que lo cita, ya me
acuerdo de qué es lo que hay que hacer: debemos ensalzar el partido y a su
vanguardia armada ¿no es así? Un ditirambo en honor del compañero Douglas: "En
un Be-eme-dobleú recuperado / y desdeñando leyes de tráfico burguesas / el
compañero Douglas la gloriosa cabeza / de nuestro movimiento de masas ha
tomado..." ¿Así?

FEDERICO
Usted es... usted es... Usted es un huevón. No sé por qué se me ocurrió que podía ser
interesante que se conociera con los compañeros.

Federico, exasperado, rompe su vaso contra la mesa.

IGNACIO
Pero carajo, Federico ¿qué quiere? ¿Que me ponga a redactar romances marxistas-
leninistas, novenas a la gloria de Mao? Además, mire lo que acaba de hacer.

Federico, respira hondo y sale de la sala. Ignacio, desinteresado, mira el desorden que
Federico dejó: líquido regado por ahí, pequeños trozos de vidrio desperdigados,
fósforos rotos en el piso. Federico vuelve con un vaso nuevo con hielo, una bolsa
plástica y un trapo. Apoya todo sobre la mesa, se agacha y comienza a recoger los
vidrios rotos, mientras Ignacio le sirve ron en su vaso.

FEDERICO
(mientras recoge los vidrios y limpia el ron sobe la mesa)
Mire, Escobar: hay un concepto fundamental en el marxismo: el ser determina la
conciencia. Por eso el arte y la literatura nunca pueden ser cosas en abstracto.
Dependen de la posición de clase.

Federico deja la bolsa a un lado y se sienta de vuelta en el sofá.

IGNACIO
Federico, por favor: no recite: piense.

FEDERICO
Yo renuncié a eso que usted llama pensar cuando me di cuenta de que podía hacer eso
que usted llama recitar, y estar de acuerdo.

Ignacio se queda mirando a Federico, sorprendido. Se sirve otro vaso de ron y aspira
un poco más de cocaína. Federico sigue su ejemplo, metiéndose un pase más de
cocaína.

IGNACIO
¿Pero recitar qué? Porque hay muchos textos, Federico, le advierto. Los cristianos
tienen uno, los musulmanes...

FEDERICO
¡No sea imbécil, por favor! ¡Vaya a ver qué piensa el pueblo!

IGNACIO
¿Qué piensa el pueblo? ¿Qué pueblo? Ya le digo, eso depende. ¿Los chinos? Sí, claro.
"El sabio no tiene conciencia propia: toma como propia la conciencia del pueblo",
dice el Tao. Y Mao se lo debió copiar todo de ahí. Pero es que todo el mundo dice lo
mismo, Federico, dése cuenta.

Federico lo mira largo rato, con lástima.

FEDERICO
Pobre huevón de mierda... El Tao.

IGNACIO
Sí, el Tao, huevón usted. Ignorante. O no: en realidad eso viene de la casualidad: es
que he estado leyendo el Tao. ¿Prefiere que le cite a cualquier otro que diga
exactamente lo mismo, como todos? ¿A Parménides? ¿Al Corán?

FEDERICO
No quiero que me cite a nadie. Ese es precisamente su problema: usted tiene una
conciencia libresca. Ha leído a todo el mundo, incluso a Mao. Pero dígame: ¿usted
conoce algún obrero? ¿Ha hablado alguna vez en su vida con un campesino?

IGNACIO
Pues... sí, claro. A veces. Sé que no hablan como en las novelas costumbristas. Sé que
tampoco hablan como en los manifiestos marxistas-leninistas: "desenmascararemos la
falacia revisionista de los social-imperialistas". Los campesinos gritan "viva el partido
liberal", como todo el mundo. Pero bueno, eso no importa. Hablo como hablo yo, que
he leído al Tao y a Mao. Soy como soy yo.

FEDERICO
¿Y qué hay de tan maravilloso en ser como usted?

IGNACIO
No sé. Nada. Ya no puedo evitarlo. A uno le pasa con la vida que no puede ensayarla
varias veces hasta que salga así o asá, como un experimento de laboratorio. Sólo
tengo una vida. A lo mejor, si tuviera dos, dedicaría una a trabajar por el feliz
advenimiento de la revolución democrático-burguesa. Pero esto es pura especulación
metempsicótica. No es materialismo histórico, me temo.

FEDERICO
¡Deje de decir huevonadas Escobar, por Dios! ¡No es cosa de usted ni de mí,
entienda, carajo! ¡Es cosa de su posición de clase, mierda! No hay usted, no hay yo,
no hay individuos. Hay clases, huevón. Entienda.

IGNACIO
(Gritando.)
¡¿Pero que entienda qué, carajo?! ¿Lo que me dice usted? ¿Mao? ¿El Tao? ¿La
Biblia? ¿El Buda? Todos dicen lo mismo, todos tienen razón. Amaos los unos a los
otros, destruid el orden capitalista, rasgad el velo de Maya... La imperfección, la
alienación, el pecado original, todo claro, todo perfecto, sí, de acuerdo. Pero a partir
de ahí tengo mis dudas. No estoy seguro de que la imperfección y la alienación se
resuelvan aplicando la caridad cristiana o la dictadura del proletariado. No tengo la fe,
¿entiende? No tengo la fe.

FEDERICO
No es cuestión de fe, no sea tan imbécil. Es cuestión de hacer algo.

Ignacio se queda callado; mueve la lengua dentro de su boca, está seca. Federico lo
mira fijamente.

IGNACIO
¿Usted cree en la existencia de Dios?

FEDERICO
Escobar, no sea huevón, por favor. Estamos hablando en serio.

IGNACIO
¿Ve? Es lo mismo. Usted no quiere que especulemos sobre la existencia de Dios
porque le aburre el tema. Pero a mí me aburre a muerte el tema de la revolución
democrático-burguesa, si quiero serle franco. Hablemos de las piernas de Ángela, por
ejemplo. ¿Usted ha visto las piernas de Ángela? Claro.

FEDERICO
Claro. Ahora las veo todos los días. Y no sólo las piernas. Ángela se pasea
prácticamente desnuda por toda la casa.

IGNACIO
¿Desnuda? ¿Ángela? ¡Pero es su cuñada! No puede ser.

Ignacio se sirve otro ron.

FEDERICO
Escobar, sea serio: a usted no le interesa Ángela.

IGNACIO
Lo mismo me decía Ana María. Veo que ustedes saben mucho mejor que yo lo que a
mí me interesa.

FEDERICO
Tiene razón Ana María. A usted no le interesa Ángela.
No le interesa nada.

IGNACIO
Eso también me lo decía Ana María, le informo.

FEDERICO
Usted está muerto, Escobar. Usted ha estado muerto todos los minutos que lleva
vividos desde que nació, Escobar. No ha vivido ni un minuto de su vida. ¿Y quiere
que le diga por qué? Porque no se la juega.
IGNACIO
No me juego qué. ¿La vida? No sea pendejo, Federico. ¿Quiere que me haga matar
para dejar de estar muerto? No me parece la mejor manera, en la práctica.

FEDERICO
Es la única manera, al contrario. Uno sólo está vivo cuando está dispuesto a hacerse
matar.

IGNACIO
¿Hacerse matar por qué? ¿En la guerrilla? Pero también puedo ir en este mismo
momento a cualquier bar del centro y me matan igual. Prefiero que no me maten. Se
lo digo con absoluta sinceridad, que lo maten a uno no sirve nunca para nada: ni
siquiera para ganar la vida eterna. Ni hacerse matar es particularmente digno, ni
respetable, ni admirable, ni nada: la gente se hace matar con el mismo entusiasmo por
cosas diametralmente opuestas. "Los muertos están ya muertos", como recitaba tan
hermosamente el compañero Hermes esta noche en el carro, ¿se acuerda?

FEDERICO
No, no necesita que lo maten, encima de que está ya muerto, y además hiede a
cadáver. Lo que le digo es que mientras no haga algo, seguirá muerto. No me salga
otra vez con las plantas y con la clorofilia. Usted estará muerto mientras no se meta en
lo concreto. Es de eso de lo que se trata: de lo concreto. "No tengo la fe, no tengo la
fe", lloriqueaba hace un rato. No lloriquee. Es que no puede tener la fe mientras no
engrane en lo concreto.

Ignacio cierra los ojos.

IGNACIO
Engranar en lo concreto. Ahí está el problema. Para engranar en lo concreto necesito
saber primero qué es lo concreto, y eso es lo que no sé, y según usted no lo puedo
saber si antes no engrano en lo concreto. Un círculo vicioso, me parece. Pero es que lo
concreto es como una licuadora. Si me pongo a militar con ustedes y a ir a las masas y
a recitar a Mao, acabaré convertido en marxista-leninista-pensamiento MaoTsé tung
puro y duro y unidimensional, como ustedes. Y no sé si es eso lo que quiero.

FEDERICO
Cobardía.

IGNACIO
No veo qué tiene que ver todo esto con la cobardía, ni con el valor.

FEDERICO
Sí ve que tiene que ver, y sabe perfectamente que sí, que es cobardía. No sea cobarde,
Escobar.

IGNACIO
Lo mismo me decía hace un rato Ana María. Últimamente todo el mundo me dice las
mismas cosas. Póngale verraquera, compañero, decía el compañero Douglas.
FEDERICO
Tenía toda la razón.

IGNACIO
Todo el mundo tiene siempre toda la razón, eso es lo que le estoy diciendo. La
intuición femenina, el análisis marxista.

FEDERICO
No llore, ahora.

IGNACIO
No. Si no lloro.

FEDERICO
Pues debería llorar.

Está amaneciendo. Federico tiene los ojos rojos, hinchados como huevos, igual que
Ignacio. Tienen sus barbas un poco blancas. Está borrachos.

IGNACIO
Salgamos a comer algo.

FEDERICO
Yo me voy a desayunar a mi casa. Calentao de fríjoles, huevos fritos, arepas, caldo de
papas con ají. Como Ana María está embarazada, Ángela me lo lleva a la cama. Lo
invitaría, pero no puedo. Ya sabe: anda semi-desnuda por ahí.

IGNACIO
Maoísta de mierda.

FEDERICO
Resentido pequeño burgués.

IGNACIO
No joda, Federico, yo me quedo aquí solo como un perro. Creo que ni siquiera me
queda Nescafé.

FEDERICO
No venga ahora a tenerse lástima de ser como es usted. Encima.

Federico le da la mano a Ignacio, toma sus llaves y su papeleta de coca de la mesa y


sale. Ignacio se queda sentado, solo. Termina un vaso de ron y se quita la ropa. Se tira
a la cama y se queda dormido.

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