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“UNIVERSIDAD NACIONAL DE LOJA”

Nombre: Bruno Benjamín Ortega Torres

Carrera: Derecho

Modalidad: Distancia

Curso: “2-B”

Fecha: 2018-01-27

LA ORALIDAD

Introducción

Al hablar sobre la oralidad es común relacionarla con el lenguaje hablado, con una
manifestación vocal que se exterioriza fonéticamente. Desde siempre el estudio del lenguaje,
ya sea oral o escrito, ha sido motivo de debate y centro de los estudios lingüísticos Se ha
discutido si el lenguaje tiene raíces orales o escritas o se ha tratado de establecer predominios
de una sobre la otra. Pero la realidad nos demuestra que donde haya dos seres humanos, habrá
comunicación. Oralidad y escritura son, según Ong (1987) dos formas de producción del
lenguaje que se distinguen profundamente la una de la otra. La escritura es un sistema
secundario en el sentido de que la expresión oral existe sin la escritura, pero la segunda no lo
es sin la primera. Ong habla de la profunda diferencia que se deriva de la formulareidad de
la una y de la carencia de la misma en la otra. Hablar de oralidad en el proceso implica en
primer lugar, tratar de definir este concepto de manera amplia y estricta, a fin de relacionarlo
correctamente con el desarrollo del proceso laboral. En ese sentido, tal como lo expresa la
doctrina mayoritaria a nivel nacional e internacional, la oralidad puede entenderse
principalmente en dos sentidos, la oralidad como principio y la oralidad como técnica
procesal. (Zamudio, 2016)

Desarrollo

La oralidad primaria se manifiesta en pueblos que no poseen grafía, y como tal, han
desarrollado sistemas complejos de comunicación, que les ha permitido, incluso, crear una
conciencia histórica. Un ejemplo común son los poemas homéricos, La Odisea y La Iliada,
los cuales pertenecen a la historia oral. Walter Ong, propone un número de características
que definen la oralidad. Algunas son:

 “Acumulativas antes que subordinadas. El discurso oral acude más a la pragmática


que a la sintaxis y presenta mayores conectores de tipo acumulativo”.
 “Acumulativas antes que analíticas. El discurso oral opta por el uso de un bagaje
formulario: términos, locuciones, epítetos. Estas expresiones formularías de las
culturas orales se mantienen intactas y no se cuestionan, ni analizan”.
 “Redundante o copiosa. A diferencia de la escritura, el discurso oral utiliza la
redundancia y la repetición para captar la atención del oyente”.
 “Conservadora y tradicionalista. El discurso oral reprime la experimentación
intelectual porque sus usuarios dedican gran energía a repetir una y otra vez lo que se
ha aprendido arduamente a través de los siglos”.

Por oralidad secundaría entendemos las prácticas orales que dependen de alguna manera del
texto escrito: la lectura vocalizada de los poemas homéricos, que han llegado hasta nosotros
a través de la grafía, son un ejemplo de esto. Al igual que los ritos religiosos, cánticos y rezos.
Para la “gran división”, la oralidad y la escritura se desarrollan de manera independiente y
los estudios de oralidad secundaría se hacen desde el análisis de lo escrito. (Zamudio, 2016)

La oralidad puede entenderse principalmente en dos sentidos, la oralidad como principio y la


oralidad como técnica procesal. Para definir la oralidad en sus dos aspectos primordiales, es
necesario analizar la naturaleza de cada uno de los sentidos que se le atañe; en primer lugar
la oralidad como principio, según García Toma son “las ideas, postulados éticos, o criterios
fundamentales, básicos, positivizados o no, que condicionan y orientan la creación,
interpretación e integración del ordenamiento jurídico escrito y consuetudinario”. Y al
referirnos a la oralidad como técnica, debemos considerar que ésta se define, según la Real
Academia Española, como “el conjunto de procedimientos y recursos de que se sirve una
ciencia o un arte”. (Gomez, s.f)

Habiendo dicho esto, al concebir la oralidad como principio, en esencia, en el proceso laboral,
debemos otorgarle a ésta una calidad amplísima para regir y ser eje del desarrollo de dicho
proceso, es decir, servirá de lineamiento y paradigma del proceso laboral en su totalidad,
constituyéndose en un verdadero sistema, pues para regir al proceso, debe plantear una serie
de formas y modos coherente a su naturaleza. Por otro lado, al mencionar a la oralidad como
técnica dentro del proceso, se colige que la debemos entender como un mecanismo, medio o
herramienta que debe utilizarse durante el proceso; es decir, aquí hablaremos del verbo
“oralizar”, entendido éste de forma simple como trasmitir algo de forma verbal o hablada.

Estableciendo esta relación, podemos inferir que la oralidad debe en esencia centrarse en la
construcción del proceso laboral; aplicando la inmediación, para reunir a las partes con el
juez y al mismo tiempo para reunir las pruebas y dárselas al juez. (Gomez, s.f)

Conclusión

Podemos concluir que con la variedad de herramientas, técnicas y modos que introduce la
oralidad en el proceso laboral, se ha dotado al juez de nuevas e importantes facultades,
convirtiéndolo en el protagonista del proceso, en el personaje decisivo para alcanzar la
justicia anhelada, pues será quien tenga en sus manos todo lo aportado por las partes a lo
largo del proceso, y en esencia, lo manifestado en el momento cumbre de la oralidad como
técnica ( la audiencia), y será también aquel que conducirá el proceso en sí, llevándolo hacia
el fin a través de una decisión más rápida, motivada en lo que él pudo percibir directamente
(gracias a la oralidad y sus instrumentos), en lo que escucho, vio e interpreto, sin más limites
que su criterio, el carácter social del proceso laboral y su afán de proteger los derechos
fundamentales de quien crea tenga la razón.

Bibliografía
Gomez, Y. (s.f). academia.edu. Obtenido de academia.edu:
https://www.academia.edu/7423993/ENSAYO_ORALIDAD

Zamudio, J. (30 de Agosto de 2016). panoramacultural.com.co. Obtenido de


panoramacultural.com.co:
http://www.panoramacultural.com.co/index.php?option=com_content&view=article&id=
4553:que-es-la-oralidad&catid=19&Itemid=147

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