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CAPÍTULO 4

LENGUAJE, PENSAMIENTO Y CONSCIENCIA

1. Introducción

Cerramos el capítulo anterior con una nota no muy optimista. La psicología especulativa
parecía darle la razón a los alemanes, pero, la verdad, terminó en cierto sentido por ser lo
contrario. Queda demostrado, por lo menos, la gran tolerancia a la interpretación que tiene
la tesis TP. Este capítulo espera mostrar, sin embargo, que dentro de la filosofía de la
psicología contemporánea hay espacio para un término medio. La idea no puede ser que
todo pensar involucra el lenguaje natural, pues criaturas no lingüísticas, de alguna forma u
otra, piensan. El asunto tiene que ser que el pensamiento propiamente humano se logra sólo
con el lenguaje. En el capítulo anterior, y constreñidos por la postura fodoriana, tuvimos
que aceptar que deseos y creencias, etc., no eran propiedad exclusiva de la humanidad. No
nos queremos comprometer con ello del todo, pero tampoco queremos hacer de ese punto
nuestro tema central. Puede ser posible que otros modelos de procesamiento mental logren
explicar el desempeño de organismos no verbales sin necesidad de atribuirles estados
mentales como creencias (vía, por ejemplo, un modelo conexionista). Pero parte del
término medio que queremos hallar involucra no llevar la contraria en puntos como esos.
La postura que consideraremos lo suficientemente apropiada para nuestros fines en esta
primera parte de la investigación (la defensa de la plausibilidad de la tesis TP) es una teoría
que liga al lenguaje con la consciencia y que afirma que sólo el pensamiento humano es
consciente. No se trata de que sin lenguaje no puede haber representación, sino más bien
que sin él no puede haber representación de las propias representaciones. Por “consciencia”
se entiende pues la capacidad reflexiva, la apercepción, la auto-consciencia. Ya hemos visto
que Herder y Humboldt han supuesto que el pensamiento involucra un carácter reflexivo
(en la conclusión a esta primera parte, capítulo5, hablaremos al respecto), así que, en varios
sentidos, la psicología especulativa se adecúa bastante bien a la versión de TP que
buscamos. Antes de hacer la breve exposición, debe advertirse que en ningún sentido se
está buscando demostraciones de la tesis TP, o algo como una fundamentación. Nuestras

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pretensiones son bien modestas: nos satisface la plausibilidad. Por ello nos satisface
mostrar la propuesta y no evaluar en detalle la intrincada argumentación, ni la vasta
literatura que ha generado.

2. La estructura de la consciencia.

Peter Carruthers en su libro Language, thought and consciouness propone una teoría de la
consciencia que llama “teoría del pensamiento reflexivo” (abreviada RT), y defiende,
además, que en el caso de los seres humanos, el pensamiento consciente se lleva (y tiene
que llevarse) a cabo en el medio del lenguaje natural. Se trata de una “teoría de la
consciencia como pensamiento de orden superior” (en inglés se conocen como “Higher
order theories of consciouness”). Establece tres categorías de estados conscientes: la
percepción consciente (o experiencia consciente), el pensamiento consciente activo y el
pensamiento consciente inactivo. En general:

“la consciencia está constituida por una relación de accesibilidad a pensamientos


activos (occurrent), donde estos pensamientos son, a su vez, conscientes (esto es,
están regularmente disponibles para pensamientos activos (occurrent), que están
disponibles a su vez para pensamientos adicionales, y así sucesivamente)”. (¿?)
Lo que se requiere es que los estados mentales sean contenidos de estados mentales y que
estos, a su vez, puedan ser considerados como nuevos estados sin límite de reiteración. Es
decir, que los estados mentales puedan ser representados y que dicha representación puede
representarse a su vez. A esta estructura la llamaremos “meta-representación”. La
consciencia de acuerdo con las teorías de orden superior es la relación meta-
representacional.

Consideremos la experiencia consciente, la percepción consciente. La propuesta es que


“Las experiencias conscientes, en particular, son aquellas que están disponibles para actos
de pensamiento que están disponibles reflexivamente para otros pensamientos adicionales”
(¿?). Una percepción de un vaso es consciente, dice Carruthers, si

“me es posible captar pensamientos indexicales sobre el vaso (por ejemplo, “ese
vaso está casi vacío”), y también pensamientos sobre mi experiencia del vaso (por

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ejemplo, “Me parece más bien como si ese vaso está hecho de plástico”), donde
estos pensamientos, si llegaran a ocurrir, fuesen en sí mismos conscientes” (¿?)
De acuerdo con RT esto involucra que

“la información perceptual sobre el vaso se mantiene en una memora de


almacenamiento corto alcance (short-held) cuya función es hacer esa información
disponible para el pensamiento consciente, donde esos pensamientos son
conscientes, también, en virtud de que un registro de cada uno de ellos es
retroalimentado, reflexivamente, a la misma (o parecida) memoria de
almacenamiento de corto alcance estando disponibles para ser pensados a su vez”
(¿?)
Con respecto a los pensamientos activos no ligados directamente a la experiencia, no
perceptuales, “actos conscientes de preguntarse-si, juzgar-que, suponer-que y así”, dice
Carruthers que “son aquellos que están disponibles para pensamientos adicionales
indefinidamente reflexivos” (¿?). Entonces, yo puedo pensar un pensamiento, pensar lo que
he pensado, pensar a su vez sobre ese pensamiento, y así indefinidamente (por lo menos en
principio). Así:

“Lo que hace que un pensamiento activo (por ejemplo, mi juicio de que el vaso está
casi vacío) sea consciente es que está disponible para pensamientos adicionales a
través de la operación de un bucle de retroalimentación regular cuya función es
hacer a esos pensamientos disponibles para más pensamientos adicionales”.
No sólo se trata pues de una capacidad para representar los contenidos, sino que, de alguna
forma nuestro cerebro debe permitir la generación un bucle de retroalimentación. Esta idea
fue popularizada en los setenta por Douglas Hofstadter en su libro Gödel, Escher, Bach: Un
eterno y grácil bucle, donde ilustra la idea de diversas e ingeniosas maneras, y también lo
ha trabajado en su último libro Yo soy un extraño bucle. La mente (el cerebro) tiene la
capacidad para generar una estructura similar a la que se logra cuando se contraponen dos
espejos, o cuando se apunta una videocámara a su monitor. Hofstadter muestra cómo un
sistema simbólico lo suficientemente complejo como para formalizar las verdades
aritmética puede servirse de sus propios recursos para auto-representarse. La semántica y la
sintaxis, el lenguaje y el meta-lenguaje colapsan en una estructura que llama “bucle
extraño” y que se encuentra en el teorema de incompletud de Gödel.

La teoría de la consciencia como pensamientos de orden superior, como la propone


Carruthers, involucra la capacidad (inagotable, en principio) de representar el contenido de

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nuestra percepción o pensamiento, deteniéndolo en una memoria (una pequeña ventana o
espejito) en la que no sólo su contenido, sino que, vía el bucle de retroalimentación, su ser
percibido, es accesible al pensamiento. Dicha meta-representación activa otros
pensamientos conscientes que son traídos a la memoria y así.

En el caso de las creencias y deseos conscientes inactivos “son aquellas que son aptos para
emerger como pensamiento reflexivo consciente.” (¿?) Así, uno puede decir que está
consciente de que P, no sólo si P está presente en la memoria de corto-alcance, sino
también si es posible activar dicha creencia conscientemente.

Carruthers presenta su teoría como una estructura necesaria del funcionamiento del
pensamiento consciente que tiene esta forma:

Teoría de
la mente

Creencias Pensamiento
Deseos reflexivo

Percep C Motor

El papel de la caja C (memoria de almacenamiento de corto alcance) es hacer disponible al


pensamiento la información que recibe como entrada para un procesamiento. Todo
pensamiento requiere, de acuerdo a una teoría computacional, que la información sea
procesada de acuerdo con ciertas creencias e intenciones del agente (disponibles en la caja
“creencias y deseos”). Los estados mentales requieren la consideración de ciertos estados
que entran a relacionarse con otros y se procesan (en la caja de “pensamiento”). Los estados
deben pues estar, en algún sentido, “presentes”, deben ser “considerados”, digamos, como
entradas que se relacionan con las estructuras internas. Más toscamente: si se va a razonar,
entonces es necesario que las premisas estén disponibles por un tiempo, para eso está C.
Dicha información se procesa (en la caja de “pensamiento”), pero sigue estando accesible
para la memoria (por eso hay flechas que suben y bajan a C). La información que se
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procesa genera una salida en el sistema motriz, un accionar. Todo esto, la verdad, vale para
el pensamiento reflexivo o no por igual. El pensamiento consciente considera esta
información que procesa desde C hacia la caja PR de modo especial, pues el acceso a esa
información le permite meta-representarla. Se trata de un acceso dual, el pensamiento
consciente piensa la información en C de dos maneras diferentes: en términos de su
contenido y en términos de su ocurrencia. Por esto es que se llama al pensamiento
consciente “reflexivo”. El pensamiento consciente requiere, por lo tanto, de una teoría de la
mente, porque, para poder representarte tu propio pensamiento, tu propia experiencia,
necesitas poseer los conceptos de pensamiento y experiencia, y reconocer los principios que
la organizan. Es decir, uno está dispuesto a decir “estoy viendo algo”, “deseo algo”, “creo
esto con certeza”, etc., lo cual involucra que tienes esos conceptos y, claro está, reconoces
principios como “el que quiere el fin quiere los medios”, etc. (A todas estas el clásico
pensamiento reflexivo es “yo soy una cosa que piensa”).

Esta estructura, por sí sola, no ata la consciencia al lenguaje natural. Esto es parte de lo que
quiere defender Carruthers (por raro que suene). De acuerdo con él hay buenas razones para
pensar que no hay ninguna necesidad conceptual involucrada en la idea de que el
pensamiento consciente se lleve a cabo en lenguaje natural (véase la introducción XXX). Es
pues concebible que esta estructura sea instanciada por algún ser que no disponga de
lenguaje natural (los marcianos de Stalnaker, por ejemplo). Lo que desea defender es que,
tal como funciona la mente humana, y dada las leyes de causalidad, entonces esta estructura
es instanciada solamente si se dispone del lenguaje natural.

A la pregunta de, ¿por qué ha surgido una estructura de pensamiento tan particular?
Carruthers aclara:

“La facultad de pensamiento reflexivo nos habría dado la habilidad para pensar, y
por lo tanto modificar o mejorar, nuestro propios pensamientos y patrones de
pensamiento de una forma regular. Esto está, seguramente, en el corazón de la
adaptabilidad y el éxito humano, independiente de las ventajas que pueda acumular
para la comunicación… para acuñar un slogan (aunque feo): meta acceso engendra
hiper-flexibilidad” (¿?)

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La creatividad del pensamiento humano y su adaptabilidad viene dada por esta capacidad
de contemplar sus propios pensamientos. Tal como decían Humboldt y Herder, de detener
el flujo de la experiencia y distanciarse, ver las cosas desde afuera.

Pero si dicha estructura es necesaria, entonces podemos también tener una idea de lo que se
requiere para instanciarla. Carruthers explica:

“podemos también comenzar a pensar cómo la consciencia pudo haber


evolucionado, de acuerdo a la explicación dada… el primer prerrequisito para la
consciencia habría sido una teoría de la mente, o psicología folk… esto habría
provisto los conceptos de creencia, deseo, intención y experiencia que deben ser
usados auto-atributivamente dentro del modelo. Entonces, segundo, un tipo de bucle
de retroalimentación necesita ser agregado a la relación entre experiencia y la toma
de decisiones, de tal manera que lo que justo había sido pensado o decidido esté
entonces ahora disponible para el pensamiento a su vez. Cada uno de estos pasos
pudo haber tenido un valor independiente en la supervivencia; y podemos,
argumentaré, por lo menos comenzar a entender qué estructuras pueden
instanciarlos en los seres humanos”.

Otro punto crucial es el requisito de que el acceso a nuestros propios pensamientos no sea
inferencial. Es decir, en algún sentido tenemos que poder tener directamente presentes
nuestros pensamientos (y percepciones) y también, directamente, que son dados. Es decir,
no se trata de que podamos interpretar nuestra conducta y que nos atribuyamos
pensamientos, algo como “creo que hice A porque estaba deprimido”, etc. No se trata de
que podamos darle sentido a lo que pensamos, vemos, etc., sino que simplemente sabemos
qué pensamos y también que lo pensamos. Los pensamientos tienen que estar en C,
disponibles para el pensamiento.

Esto es suficiente, por lo menos aparentemente y tal como nos señala Carruthers, para
replicar el argumento de Fodor de los bebés y animales. No se niega que piensen, sino que
tengan pensamientos conscientes. Primero, porque se necesita una teoría de la mente, y es
difícil pensar que cualquier criatura que piensa lo tenga. Además, ninguna otra criatura
parece mostrar el tipo de comportamiento reflexivo que podría esperarse si fuese capaz de
pensar alterando e improvisando sus propios patrones de pensamiento. Si los animales
carecen de pensamientos de orden superior, entonces carecen de consciencia.

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Hasta aquí la estructura del pensamiento consciente en general. No nos detenemos a
considerar si se trata de una teoría absolutamente defendible. Pero es claro que la idea de
que la consciencia involucra un bucle de retroalimentación meta-representacional es un
elemento esencial de la estructura de la consciencia, aunque decir eso todavía no es dar una
teoría. En todo caso, nos interesa reconocer que tiene que ser posible la meta-
representación, y ello supone un medio para lograrlo.

2. El papel del lenguaje en el pensamiento consciente

Andy Clark relaciona el lenguaje con la estructura meta-representacional. Él la llama


“dinámica cognitiva de segundo orden”:

Quizá es el lenguaje público es el responsable del pensamiento distintivamente


humano o complejo –a saber, nuestra habilidad de mostrar dinámica cognitiva de
segundo orden. Por dinámica cognitiva de segundo orden quiero decir un grupo de
capacidades poderosas que involucran auto-evaluación, auto-crítica y respuestas
finamente perfeccionadas de recuperación. Los ejemplos incluyen: reconocer una
falla en nuestro plan o argumento y dedicar esfuerzos cognitivos adicionales para
arreglarlo; reflexionar sobre la falta de fiabilidad de nuestros juicios iniciales en
ciertos tipos de situación y que como resultado procedamos con especial
precaución; lograr ver por qué llegamos a una conclusión particular al apreciar la
transición lógica en nuestros pensamientos; pensar sobre las condiciones bajo las
cuales pensamos mejor y traerlas a colación. La lista podría continuar, pero el
patrón debe estar claro. En todos los caso estamos pensando efectivamente sobre
nuestros perfiles cognitivos o sobre pensamientos específicos… Es fácil ver en
términos generales cómo esto puede llegar a suceder. Porque, tan pronto como
formulamos un pensamiento en palabras (o en papel), se hace un objeto tanto para
nosotros como para los demás. Como objeto es el tipo de cosa sobre lo que podemos
pensar. Al crear el objeto, no necesitamos tener pensamientos sobre pensamientos –
pero una vez que está allí, inmediatamente existe la oportunidad de atender a él
como un objeto con derecho propio. El proceso de formulación lingüística de esta
forma crea la estructura estable a la cual se adhieren el pensamiento subsecuente
(Clark, 1996, 177) [Citado por Bermúdez, 2003, p. 158]

De acuerdo con Bermúdez (en su libro Thinking without words), aunque la idea es correcta,
la explicación de Clark es inadecuada pues,
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“todo lo que ofrece es una explicación de cómo, dado que tenemos lenguaje, somos
capaces de involucrarnos en la dinámica cognitiva de segundo orden, mientras que
lo que necesitamos es un argumento de que la dinámica cognitiva de segundo orden
puede sólo ser emprendida por criaturas que usen lenguaje” (158).

Además, necesitamos investigar “no simplemente si se requiere alguna forma de lenguaje


sino qué tipo de lenguaje debe ser”. Tanto Carruthers como Bermúdez consideran que la
única opción disponible es el lenguaje público y ambos apelan a la introspección, que nos
muestra cómo, cuando llevamos a cabo tareas reflexivas, lo hacemos en la forma de habla
interior. Claro está, este no es un argumento, sino una cierta evidencia fenoménica: es un
hecho que, por lo menos a veces, al reflexionar hacemos uso del lenguaje natural como
medio para representarnos nuestros pensamientos.

“Todos los pensamientos proposicionales que captamos conscientemente en la


introspección, bien sean pensamientos que llegan sin puja a nuestra mente o
pensamientos que instigamos conscientemente al resolver un problema, toman la
forma de una oración de un lenguaje público”. (159-160)

De lo que se trata es de argumentar sobre la base de esta evidencia.

Los candidatos meta-representacionales pueden ser de dos categorías: o vehículos


personales o vehículos sub-personales.

“Cualquier argumento para mostrar que el pensamiento reflexivo requiere que los
pensamientos considerados sean vehículos de un lenguaje público debe establecer
primero que los vehículos debe estar en el nivel personal y, segundo, que el único
vehículo disponible en el nivel personal son oraciones del lenguaje público” (¿??).

Los ejemplos (de Clark) muestran que el pensamiento reflexivo debe tener un acceso
directo y consciente a los pensamientos. Y, dice Bermúdez “parece claro que no tenemos el
tipo apropiado de acceso directo y consciente a los estados subpersonales… no regulamos y
supervisamos conscientemente las oraciones en el lenguaje del pensamiento” (VVV).

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La argumentación de Carruthers busca mostrar cómo en los seres humanos el modelo RT
de la consciencia se instancia de tal forma que requiere del lenguaje natural, nos dice:

“La cognición humana viene a instanciar una estructura reflexiva como [RT]
accediendo, activando y manipulando, algunos de los niveles más altos de
representación dentro de nuestras facultades perceptuales (y/o motoras)
específicamente, en la forma de imágenes de oraciones del lenguaje natural. Es
entonces la imaginación, junto con la psicología del sentido común y el
conocimiento del lenguaje, lo que permite al pensamiento humano ser consciente”.

La tesis involucra pues un aspecto que no se había considerado hasta ahora: el hecho de que
es la representación de oraciones del lenguaje natural en la imaginación (como activaciones
acústicas principalmente, aunque también es posible que visuales) las que permiten la meta-
representación reflexiva que es propia de la consciencia. Esto le da a la imaginación el
papel en el conocimiento que tuvo quizá solo con los empiristas del siglo XVII. Y no sólo
eso, sino que le da una primacía a la imaginación acústica que algunos pocos le dieron,
como Herder (y más adelante otros, como veremos).

“El pensamiento humano se hace consciente en virtud de que nuestra facultad de


pensamiento reflexivo tiene la capacidad de acceder al conocimiento del lenguaje
natural, y al hacer entonces uso de los recursos de la percepción de tal manera que
se active el conocimiento en la imaginación”. (XX)

Un punto importante en esta nueva versión de la estructura del pensamiento consciente es


que no sólo es relevante la representación del contenido y del hecho de que está siendo
activado, sino que también es esencial la forma del contenido, la manera como el contenido
es captado.

Toca ahora que argumentar por qué esto tiene que ser así, es decir, por qué no es posible
para los humanos tener un pensamiento meta-representacional consciente no lingüístico. La
introspección muestra que por lo menos a veces pensamos con palabras (véase capítulo
XX). Pero se necesita mostrar, además, dos cosas: que este pensamiento con palabras está
involucrado en el pensamiento, no sólo que se trata de una ayuda para el pensamiento. Y,
luego, tiene que mostrar que es necesario que el pensamiento consciente se lleve a cabo en
el lenguaje natural. No hay que perder de vista que la representación consciente debe ser no

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inferencial. ¿De qué medios representacionales disponemos? En principio sólo parecen ser
tres: el lenguaje del pensamiento (el mentalés), el lenguaje natural y, por último, imágenes
(o cualquier otro tipo de representación analógica).

Bermúdez contra el mentalés dice:

“Es difícil ver cómo un defensor de la hipótesis del lenguaje del pensamiento podría
mantener que tenemos acceso consciente a las oraciones en el lenguaje del
pensamiento, dado que la hipótesis del lenguaje del pensamiento es una hipótesis
sobre la arquitectura cognitiva subpersonal, no sobre el médium de pensamiento
consciente. Se acepta generalmente que los estados subpersonales están aislados de
los procesos conscientes de la evaluación cognitiva y la auto-crítica. Esta es
precisamente la distinción entre niveles personales y sub-personales. A fortiori, por
lo tanto, se sigue que los vehículos de los pensamientos que son los objetos de lo
que Clarck llama dinámica cognitiva de segundo orden no pueden ser las oraciones
de un lenguaje del pensamiento sub-personal”. (159)

Como Carruthers explica, no tiene sentido pensar que el pensamiento consciente se lleve a
cabo en mentalés a la vez que se acepta que de hecho se utiliza (por lo menos a veces) el
lenguaje público como una ayuda para ciertas tareas cognitivas -digamos, en el
pensamiento consciente complejo- porque en ese caso el acceso dejaría de ser no
inferencial, se basaría en traducción: lo cual es una utilización inapropiada de recursos: “No
tenemos acceso inmediato y no inferencial a nuestros pensamientos proposicionales a
menos que esos pensamientos sean expresados en habla interna”. Porque si lo permitimos,
y la introspección nos dice que es así, entonces no tendría sentido pensar que podría de
hecho no ser así, sería para hablar vulgarmente “malgastar recursos”, “trabajar doble”.

Pero se podría argumentar que hay, de hecho, pensamientos consciente no lingüístico,


independientemente de su plausibilidad teórica o filosófica. Pero, de acuerdo con
Carruthers, la literatura psicológica ha mostrado que en casos en los que se dice haber
tenido pensamientos conscientes puramente proposicionales (no lingüísticos), se encuentra
que hay una variedad de circunstancias en las que los sujetos “confabulan auto-
explicaciones que son manifiestamente falsas”. Lo que propone es que:

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“lo que a menudo es descrito como pensamientos puramente proposicionales (no
verbales), disponibles a la introspección (y por lo tanto, conscientes), son realmente
el resultado de rápidas auto-interpretaciones. Así incluso donde la interpretación
parece ser la correcta, el pensamiento en cuestión no era consciente. Pero la teoría
RT nos dice que un pensamiento consciente es aquel que debe estar disponible al
sujeto no inferencialmente, no como un resultado de auto-interpretación”. (XX)

Contra las imágenes, Bermúdez dice:

“La dinámica cognitiva de segundo orden involucra sensibilidad a relaciones


inferenciales entre pensamientos, y no tenemos aún un entendimiento de cómo las
imágenes puede estar inferencialmente conectadas unas con otras. El problema una
vez más deriva de la relación íntima entre inferencia y estructura explorada en los
primeros capítulos. Hay un sentido en que los modelos mentales y los mapas son
estructurados, puesto que contienen elementos que pueden figurar en otros modelos
o mapas mentales. Sin embargo, no parecen estar estructurados de la manera
correcta para permitir el tipo de dinámica cognitiva de segundo orden en discusión”.
(161)

Las imágenes carecen de la estructura proposicional necesaria, además, necesitan ser


interpretadas, pues la imagen es siempre más rica que una proposición, etc. Si la imagen,
para tener el contenido que tiene y entrar en las relaciones que tiene que entrar necesita
estar interpretada, se negaría que tengamos conocimiento no inferencial de nuestros
pensamientos. Por un proceso de eliminación, la mejor explicación posible es que el medio
de meta-representación consciente es el lenguaje natural.

Carruthers desea argumentar definitivamente a favor de una tesis fuerte como la siguiente:

“Algún pensamiento humano conscientes es tal que, por necesidad natural,


involucra lenguaje (en virtud de la arquitectura de la cognición humana, junto con
las leyes causales) y, necesariamente, algunos de estos pensamientos
proposicionales pertenecen a tipos que (por lo menos para nosotros) involucran
constitutivamente tal lenguaje”.

Dice que

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“es sólo si esta tesis fuerte puede ser establecida que se seguirá que el lenguaje
público es constitutivo de (mucho de) nuestros pensamientos conscientes como
tipos (individualizados por su contenido). Y parecería que la importancia para la
filosofía y la psicología… sólo se realizará si esta tesis fuerte puede establecerse.”

Es decir, el pensamiento que es consciente y que involucra necesariamente al lenguaje se


constituye como pensamiento (activo o no) en sí mismo sólo en ese medio. Dicho de otra
forma: el pensamiento que está disponible para la consciencia es esencialmente lingüístico
(independientemente de si está activo o no). No se trata simplemente de que necesitemos al
lenguaje como medio para representarnos los pensamientos, sino que su representación
consciente los constituye de esa forma. Así, para Carruthers no tiene sentido pensar que una
vez que el pensamiento deja de ser consciente vuelve al pensamiento no consciente en la
forma de una oración del lenguaje del pensamiento, por ejemplo. No tiene mucho sentido
plantearse la existencia de dos sistemas representacionales equivalentes. Si el pensamiento
consciente tiene que estar disponible para su reflexión en la forma de un contenido
lingüístico, entonces resulta innecesario poseer un sistema de representación de
pensamientos inactivos en otro medio representacional que requiera una traducción. El
punto no es que todo el pensamiento deba llevarse a cabo en el medio del lenguaje natural,
puede que exista cierto tipo de pensamiento que no involucra el lenguaje natural, pero
siempre deben ser pensamientos inconscientes, porque todo pensamiento que sea
consciente debe involucrar el lenguaje público para su procesamiento consciente o no.
Recordemos que lo propio del lenguaje del pensamiento es su necesidad en procesos sub-
personales y que hay independencia modular. Esto no quiere decir, como explica
Bermúdez, que no podamos usar mapas y modelos mentales. Es claro que lo hacemos y
también las criaturas no lingüísticas. Ni tampoco es negar que los modelos y mapas puedan
ser objetos de pensamiento.

3. Conclusión.

Los argumentos de Carruther y Bermúdez nos permiten establecer por lo menos cierto
grado de plausibilidad o evidencia para LP en una versión débil que dice que el
pensamiento propiamente humano es lenguaje. En este capítulo hemos logrado darle
sentido a la expresión “propiamente humano”, interpretándola como pensamiento
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proposicional consciente, es decir, acceso meta-representacional lingüístico en forma de
bucle de retroalimentación a nuestros propios pensamientos proposicionales (presentes en
una memoria de corto alcance). Esto constituye el logro de nuestro primer objetivo. A
continuación, y como parte final de esta primera parte, elaboraremos un ensayo
comparativo que relaciona lo que hemos visto hasta ahora.

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