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Mientras esperaba el tren que llegaba a las 2 pm del 30 de septiembre del año
1982, la joven Esther Urrutia, quien iba acompañada de su hermana enferma, miró
amenazante al hombre que se le acercaba; ella había sido testigo de un asesinato
ocurrido dos cuadras atrás, sentía que el corazón se le escapaba por la boca pues
debía llegar a su casa antes de las 3pm y estaba muy lejos y el tren no llegaba.
Sin embargo, fue Esther Urrutia quien, mientras huía de su destino, reconoció al
camionero que hacía dos años atrás había violado a su hermana, ella no iba a
permitir que nadie más le hiciera daño así que sin pensarlo dos veces y,
habiéndose dado cuenta que el tren se aproximaba se acercó al hombre y lo lanzó
a la vía del tren.
ANONIMATO ANULADO
Cuando volvió a abrir la puerta para salir, ya sus manos habían perdido el color
frecuente de su piel. Ahora, pálidas como alteradas por lo ocurrido, soltaban la fría
cerradura que luego fue testigo.
El investigador dio fácilmente con el culpable, él mismo, maldijo haberle tocado tal
caso. Aquí, es cuando la profesión pierde encanto. ¿Qué fascinación puede haber
si tu cuerpo se arquea del asco y suplicas no regurgitar tras comprobar la barbarie
de lo que somos capaz?
Todo el texto sugiere un supuesto por la lectura entre líneas, pero nunca se habla
del hecho ocurrido, esto queda en el aire.
Porqué el autor se incluye?
Buenas tardes Lubby. Con mucho respeto te daré mis opiniones. Debo decir que
en realidad me da un poco de pena hacer esto porque no me creo con mucha
autoridad. Espero pues, lo que compartamos en este aspecto sea para el
conocimiento y perfeccionamiento del estilo de cada uno de nosotros.
EL AURA
Respecto del título debo decir que muy poético, que a través de él estás invitando
a observar el relato con la luminosidad que pueda dejar percibir el personaje. Te
digo esto porque la palabra aura es muy usada en metafísica como un elemento
que ayuda a comprender el manejo de energías de las personas.
En once años son muchos los colores que una persona puede haber visto en vida.
En la infancia es quizá cuando más relevancia tiene los prismas observados por la
niña del ojo. Carlos Roca, el chico de 4° grado del prestigioso colegio de calidad
del barrio Toscana ha visto, una vez más, la cajita de múltiples y coloridas
sombras con las que su madre maquilla los dolores del amor.
PLACER Y DEMONIOS
Todos los días, y en varias ocasiones, mi esposo dedica un espacio de relax para
fumarse su cigarrillo; como él mismo lo dice es su momento de no pensar en nada
y a la vez de pensar en todo, es el momento de dejar que detrás del humo que
sale de su boca se esfumen las preocupaciones del día, ese tejido de
circunstancias que van dando paso a las situaciones que debe, en el día a día,
enfrentar pero que, a veces pesan tanto; así entonces aspirar el cigarrillo y verter
en él toda esa pesadez hace que se aliviane la carga y que su sonrisa vuelva a su
rostro. Su frase favorita casi siempre es –Ya sé que voy a hacer- se nota
enseguida lo renovado que sale y lo presto que esta para conversar, argumentar,
dialogar, participar, besar y hasta abrazar.
Desafortunadamente, por ser la esposa, por estar más cerca de él y porque dicha
viejita me ha visto en muchas oportunidades con él, fui señalada por la ella
haciendo un gesto que me obligaba a ir hasta donde se encontraba.
- Señora su esposo está tirando colillas al techo de mi casa, a mí me han dicho los
vecinos que lo han visto. Dígale que no tire colillas que se me taquea la canoa.
- Si señora, tranquila que eso no vuelve a pasar – agacho la cabeza porque la
pena me agobia, y el tomate de mi cara me delata. Sin embargo, siento
satisfacción porque por fin, e indirectamente, podría hacer sentir a mi esposo lo
molesto que es su “vicio”.
Puedo jurar que nunca más volvió a tirar las colillas al techo de la señora, más
bien hizo una colección que de día a día crecía y el guardaba con sigilo en el
cuarto útil, pero igual seguía fumando en esa ventana y los vecinos chismosos, los
que no faltan, lo seguían viendo hacerlo. Me di cuenta y lo advertí como una
premonición. Él hizo caso omiso, no había culpa en su actuar, tenía testigos: las
colillas.
Creo que él había elegido este momento, en su mente tenía la idea de que llegaría
y por eso su seguridad ante la acusación, aún con la amenaza de demanda. La
viejita continúa:
– Es que hay que hacer algo señor, se me taqueo y mire cómo ha estado
lloviendo.
– Si señora, usted debe hacer algo, porque eso fue hace seis meses y yo nunca
más tire colillas al techo.
- Entonces lo voy a demandar
- Venga le muestro y compruebo que es verdad
La viejita se retrae y opta por ignorarlo, así que mi esposo con toda la cautela del
mundo sube por su “tesoro” y baja a la casa de la viejita, mostrándole con esto
que es verdad lo que dice. La cantidad de colillas depositadas en cada cajetilla es
tan abrumadora, así como ese olor a cusca, tan característico que yo decido
esperar a unos metros. Sin embargo, me sorprendo bastante cuando veo que la
viejita en vez de rechazarlo, lo invita a entrar y le recibe la bolsa que lleva llena de
estos desechos.
Al salir de la casa de la viejita mi esposo trae una sonrisa que ocupa todo su
rostro, yo también sonrío pues al mirar sus manos ya no carga dicha bolsa, por lo
tanto, ya no huele a cusca y me cuenta que la viejita se sintió muy agradecida por
su colección y que había pedido que se la dejara o en cualquier caso, que al
menos se la vendiera, él por supuesto se la dejo y así, de una vez, se liberó del
problema.
Hola compañera Claudia, me pareció muy graciosa la historia. Uno no sabe cómo
puede una situación ordinaria, generar una neura en las demás.
La sugerencia o la crítica en pro del proceso es evitar algunas frases que son
comunes, como "con toda la cautela del mundo" u otras que son cacofónicas o
confusas como "Todos los días, y en varias ocasiones, mi esposo dedica un
espacio de relax para fumarse su cigarrillo" Por lo demás está bien.
Quizá puedas tener presente manejar los párrafos como secuencias de imagen.
Por ejemplo, al empezar por el final es decir, tu esposo entrando con un paquete
a casa de tu vecina y luego saliendo feliz de allí, pueda generar mayor intriga en el
relato.
Para quienes no sepan de qué se trata este trastorno, así como yo, debo decir
que TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se
trata de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que
implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad.
(Información consultada en http://sumo.ly/627Z)
CITA A CIEGAS
Busca los encargados. -Están ausentes, le dicen -pero el otro encargado está por
ahí. Busca una vez más entre los más de 200 metros cuadrados. Se suponía le
estarían esperando -piensa, respira y repite -se suponía había un convenio- sigue
avanzando; encuentra a los encargados, le informan que no hay materiales, hay
un equívoco o algo así. Todo es incierto. Los estudiantes igual esperan en el aula.
Tengo a cargo dos onces -pensó- con cada uno se trabajará una hora y regresaré
a casa. Son solo dos horas. Pero, los nervios afloraron, los recursos fueron
insuficientes, y se manifestaron los nervios de primeriza y como si no fuera
suficiente iba surgiendo poco a poco la rebeldía adolescente. ¡Listo el cóctel para
una jornada pedagógica!
Ubicó el aula, nuevamente, para la siguiente clase y allí fue recibida por los
pupilos. Una colosal sorpresa se llevó tras ese encuentro. La clase, nuevamente
no fue como la esperaba. La planeación previa a la I.E. había sido un fracaso.
Replantear minutos antes tampoco dio resultado. Trabajó con las uñas. Le
acompañaron 6 o 7 estudiantes, ya no recuerda. Dirigió la mitad de la clase en un
shock mental por lo ocurrido al ingreso. Decepción amorosa, corazón roto.
Emular la vieja práctica dictatorial de amenazar o regular era la razón por la que
sus estudiantes no asistieron, se volvieron agresivos, adoptaron un
comportamiento huraño. Ella había cometido un error mil veces citado en la
facultad. Había, al parecer, olvidado uno de los principios fundamentales de la
enseñanza: El deseo de aprender está por encima del deber.
Con sorpresa y desencanto volvió de las altas lomas que conforman los
extramuros de la ciudad de Medellín, una vez en el valle fue tratando poco a poco
de olvidar esa experiencia, olvidar que en aquel colegio que ostenta el nombre del
nobel colombiano se desconoce la autoridad pues allí rigen otros sistemas. Que
ese lugar era para ella un mundo nuevo y que lo conocido estaba en el pasado, en
esas calles donde siempre había estado. Ese encuentro sirvió de instrucción, pues
no sólo es el estudiante quien aprende, también lo es el docente. Esta reflexión le
pareció más acertada que la del ascenso.
Aquel idílico encuentro se volvió aterrador y fue aún más aterrador la idea de tener
que continuar asistiendo, pues había un proyecto con el colegio en el que se
hallaba comprometida. Para su suerte, y como en toda cita a ciegas, las
impresiones también se las lleva el Otro, y aunque se encontraba agendada una
clase más, una cancelación inesperada le devolvió el aliento. Había sido
reasignada a otra institución. En ese juego idílico de la enseñanza tendría una
nueva oportunidad.