You are on page 1of 10

1.

Crónica que parte de una imagen

LA MIRADA QUE DELATA

Mientras esperaba el tren que llegaba a las 2 pm del 30 de septiembre del año
1982, la joven Esther Urrutia, quien iba acompañada de su hermana enferma, miró
amenazante al hombre que se le acercaba; ella había sido testigo de un asesinato
ocurrido dos cuadras atrás, sentía que el corazón se le escapaba por la boca pues
debía llegar a su casa antes de las 3pm y estaba muy lejos y el tren no llegaba.

Esther, cargaba en la mirada la premonición de lo que podría ocurrir si ese hombre


se acercaba y su hermana, que no se desprendía de ella y solo avanzaba a su
paso, tenía en el rostro la expresión del horror que podía reconocer al mirar a este
hombre grande, ampuloso, soberbio, mal oliente y de mirada turbia.

Sin embargo, fue Esther Urrutia quien, mientras huía de su destino, reconoció al
camionero que hacía dos años atrás había violado a su hermana, ella no iba a
permitir que nadie más le hiciera daño así que sin pensarlo dos veces y,
habiéndose dado cuenta que el tren se aproximaba se acercó al hombre y lo lanzó
a la vía del tren.

Eran las 2:30 pm cuando murió instantáneamente, su cerebro y vísceras quedaron


esparcidas y Esther fue detenida por la policía quienes no entendían como una
jovencita tan delicada había sido capaz de tal atrocidad.

Claudia Patricia Zuluaga Toro

Reflexión crítica elaborada por Lubby Baena

1. Me parece muy bien elaborada la historia, la situación encuadra de modo


explícito con la imagen de apertura.
2. Si bien considero importante referenciar con agenda, no creo que sea
absolutamente necesario. Sin embargo, aporta veracidad al relato,
aunque tratándose de ficción, para mi, pierde verosimilitud.
3. Cuando en la crónica se toma el tiempo como elemento clave es preciso
ser muy exacto con éste. En la historia presiento un bache entre el tren
de las 2pm -hora estipulada para su llegada- y la hora real en que la que
lo estaban esperando. Si bien es claro que el fallecido lo hizo
instantáneamente a las 2,30pm; es raro el tiempo en que estuvieron allí y
cómo observan el asesinato a dos cuadras antes si llevaban media hora o
más esperando el tren. El tiempo en el relato, debe ser muy meticuloso.
2. Reflexión crítica: Crónica que parte de una imagen

ANONIMATO ANULADO

Cuando volvió a abrir la puerta para salir, ya sus manos habían perdido el color
frecuente de su piel. Ahora, pálidas como alteradas por lo ocurrido, soltaban la fría
cerradura que luego fue testigo.

Las autoridades allanaron, preguntaron, especularon, hicieron ruido con sus


radios. No hubo respuesta, no hubo testigos, no fue necesario.

El investigador dio fácilmente con el culpable, él mismo, maldijo haberle tocado tal
caso. Aquí, es cuando la profesión pierde encanto. ¿Qué fascinación puede haber
si tu cuerpo se arquea del asco y suplicas no regurgitar tras comprobar la barbarie
de lo que somos capaz?

Se está desarrollando una acción que concluye en el encuentro de la persona que


se está escondiendo, sin embargo queda en el aire un completar el hecho, púes
se supone que ya había salido como anónimo, y esta segunda vez ya deja de
serlo, esto lo sorprende.
Ahora bien, el relato cuenta dos versiones la de la persona que es hallada y que
pierde el anonimato y el del investigador que lo encuentra y que, además,
encuentra evidencias de lo ocurrido. Todo debe inferirse y por eso creo que para
que sea crónica le hace falta la concreción de los hechos.
En este relato el autor trata de volver verosímil el asunto del anonimato cuando le
infiere a la cerradura acciones humanas como eso de ser testigo precisamente
para enlazar o justificar EL ANONIMATO ANULADO.

Todo el texto sugiere un supuesto por la lectura entre líneas, pero nunca se habla
del hecho ocurrido, esto queda en el aire.
Porqué el autor se incluye?

Lubby Baena Osorio

3. Reflexión crítica: Crónica sobre un hecho real de un compañero

Buenas tardes Lubby. Con mucho respeto te daré mis opiniones. Debo decir que
en realidad me da un poco de pena hacer esto porque no me creo con mucha
autoridad. Espero pues, lo que compartamos en este aspecto sea para el
conocimiento y perfeccionamiento del estilo de cada uno de nosotros.

EL AURA

Respecto del título debo decir que muy poético, que a través de él estás invitando
a observar el relato con la luminosidad que pueda dejar percibir el personaje. Te
digo esto porque la palabra aura es muy usada en metafísica como un elemento
que ayuda a comprender el manejo de energías de las personas.

En once años son muchos los colores que una persona puede haber visto en vida.
En la infancia es quizá cuando más relevancia tiene los prismas observados por la
niña del ojo. Carlos Roca, el chico de 4° grado del prestigioso colegio de calidad
del barrio Toscana ha visto, una vez más, la cajita de múltiples y coloridas
sombras con las que su madre maquilla los dolores del amor.

En este párrafo al parecer hay una redundancia innecesaria, al parecer el lector


debe saber cuál es ese colegio.
Te señalo dos comas que lo que hacen es realzar el énfasis que le quieres dar a la
frase completa.

Él, en la clase de las 10 am, particularmente, ha jugado con la oferta cromática


que la profesora de artística ha dejado sobre la mesa de trabajo. Con esta, ha
rayado las paredes con incomprensibles garabatos a los que llama arte callejero;
ha creado oníricos paisajes, y, justo ahora deberá armonizar el mándala, treinta
veces fotocopiado, que les ha entregado la docente de habilidades creativas.
Comparte una cartuchera ajena en la que, entre tanto rebujo, logra extraer viruta,
marcadores, grapadora, portaminas y un poco más de 5 colores, 3 de ellos sin
punta. Renueva la búsqueda, el tajalápiz no asoma. Amarillo y naranja, única
opción.

Me queda un poco enredada la comprensión sobre si es que hay una profesora de


artística y una docente de habilidades creativas. Cuando algunos conectores van
en medio de la oración, se escriben entre comas.

Comienza a explorar nuevas mesas. Sus compañeros huraños, le miran con


recelo y rechazan la demanda. Otros, fuera de contexto le recuerdan una vieja
rencilla. Ágilmente esquiva una ojiva de papel y regresa maquinando su revancha.
Rojo de ira observa sus alternativas y traza, lleno de furia, unos tachones que
suenan a insultos, reclamos e impotencia.

Me gusta el uso de la sinestesia en “tachones que suenan a insultos.”

Un arcoíris brilla solemnemente sobre las mesas, fragmentado en poco más de


treinta partes; pero, bajo sus ojos hay solo un patrón bicromático. Colores ajenos a
lo que realmente vive, a su contexto a su experiencia. Colores de verano para un
corazón en invierno.
Lubby Baena Osorio

Yo eliminaría esa primera coma, me parece innecesario. En el cierre, que es muy


poético, no queda claro eso que realmente vive el menor aunque se percibe un
enojo no es clara su vivencia, y pues como se trata de una crónica, creo yo que
hubiera sido interesante describir un poco esa situación.
4. Crónica sobre un hecho real

PLACER Y DEMONIOS

Todos los días, y en varias ocasiones, mi esposo dedica un espacio de relax para
fumarse su cigarrillo; como él mismo lo dice es su momento de no pensar en nada
y a la vez de pensar en todo, es el momento de dejar que detrás del humo que
sale de su boca se esfumen las preocupaciones del día, ese tejido de
circunstancias que van dando paso a las situaciones que debe, en el día a día,
enfrentar pero que, a veces pesan tanto; así entonces aspirar el cigarrillo y verter
en él toda esa pesadez hace que se aliviane la carga y que su sonrisa vuelva a su
rostro. Su frase favorita casi siempre es –Ya sé que voy a hacer- se nota
enseguida lo renovado que sale y lo presto que esta para conversar, argumentar,
dialogar, participar, besar y hasta abrazar.

Su placer siempre va acompañado de un orden de ejecución, él sabe lo molesto


que puede resultar el olor del cigarrillo para quienes no fuman, además también
las colillas lo molestas que son. Normalmente las empaca en cajetillas vacías de
cigarrillos, siempre lo ha hecho. Hace 6 meses atrás al no encontrar una cajetilla
vacía decidió tirar la colilla por la ventana de una de las habitaciones al techo de
la casa vecina donde vive una viejita que mira con enojo y anda en bastón. Como
nadie le dijo nada, lo siguió haciendo. Yo al fin y al cabo, para no complicarme la
vida y para evitar enojos innecesarios, me quedé al margen, igual es su
responsabilidad y decisión tener un vicio que le brinda placer y que lo libera de sus
muy decididos demonios.

Desafortunadamente, por ser la esposa, por estar más cerca de él y porque dicha
viejita me ha visto en muchas oportunidades con él, fui señalada por la ella
haciendo un gesto que me obligaba a ir hasta donde se encontraba.
- Señora su esposo está tirando colillas al techo de mi casa, a mí me han dicho los
vecinos que lo han visto. Dígale que no tire colillas que se me taquea la canoa.
- Si señora, tranquila que eso no vuelve a pasar – agacho la cabeza porque la
pena me agobia, y el tomate de mi cara me delata. Sin embargo, siento
satisfacción porque por fin, e indirectamente, podría hacer sentir a mi esposo lo
molesto que es su “vicio”.

Espero triunfal su llegada, aspiro a que ese demonio, el cigarrillo, quede en el


pasado. En primer plano aparece su sonrisa, su beso y su abrazo así que,
respondiendo a ello, le caigo con la novedad: – La vecina se quejó, las colillas que
has tirado la afectan en su techo y se puede taquear la canoa, dijo que algunos
vecinos te han visto - el cambio su sonrisa por una nube negra, nunca parecida a
la nube de humo que sale de su boca – No volveré a fumar ahí y mucho menos a
tirar las colillas, que pena con la señora.

Puedo jurar que nunca más volvió a tirar las colillas al techo de la señora, más
bien hizo una colección que de día a día crecía y el guardaba con sigilo en el
cuarto útil, pero igual seguía fumando en esa ventana y los vecinos chismosos, los
que no faltan, lo seguían viendo hacerlo. Me di cuenta y lo advertí como una
premonición. Él hizo caso omiso, no había culpa en su actuar, tenía testigos: las
colillas.

Este viernes llego contándome que la viejita lo había detenido


– Oiga, oiga señor, si usted, el canoso – él la miró y dijo:
- ¿Qué desea señora?
– Vea, esta semana se me taqueo la canoa y los vecinos me dijeron que usted
está tirando las colillas de cigarrillo por la ventana al techo de mi casa – casi con
una sonrisa y como si supiera como salir airoso de este suceso, contesta:
– Desde que usted le dijo a mi esposa yo nunca volví a tirar colillas al techo de su
casa. Las tengo todas recogidas, con gusto le muestro.

Creo que él había elegido este momento, en su mente tenía la idea de que llegaría
y por eso su seguridad ante la acusación, aún con la amenaza de demanda. La
viejita continúa:
– Es que hay que hacer algo señor, se me taqueo y mire cómo ha estado
lloviendo.
– Si señora, usted debe hacer algo, porque eso fue hace seis meses y yo nunca
más tire colillas al techo.
- Entonces lo voy a demandar
- Venga le muestro y compruebo que es verdad

La viejita se retrae y opta por ignorarlo, así que mi esposo con toda la cautela del
mundo sube por su “tesoro” y baja a la casa de la viejita, mostrándole con esto
que es verdad lo que dice. La cantidad de colillas depositadas en cada cajetilla es
tan abrumadora, así como ese olor a cusca, tan característico que yo decido
esperar a unos metros. Sin embargo, me sorprendo bastante cuando veo que la
viejita en vez de rechazarlo, lo invita a entrar y le recibe la bolsa que lleva llena de
estos desechos.

Al salir de la casa de la viejita mi esposo trae una sonrisa que ocupa todo su
rostro, yo también sonrío pues al mirar sus manos ya no carga dicha bolsa, por lo
tanto, ya no huele a cusca y me cuenta que la viejita se sintió muy agradecida por
su colección y que había pedido que se la dejara o en cualquier caso, que al
menos se la vendiera, él por supuesto se la dejo y así, de una vez, se liberó del
problema.

Claudia Patricia Zuluaga Toro

Reflexión crítica elaborada por Lubby Baena

Hola compañera Claudia, me pareció muy graciosa la historia. Uno no sabe cómo
puede una situación ordinaria, generar una neura en las demás.
La sugerencia o la crítica en pro del proceso es evitar algunas frases que son
comunes, como "con toda la cautela del mundo" u otras que son cacofónicas o
confusas como "Todos los días, y en varias ocasiones, mi esposo dedica un
espacio de relax para fumarse su cigarrillo" Por lo demás está bien.

Quizá puedas tener presente manejar los párrafos como secuencias de imagen.
Por ejemplo, al empezar por el final es decir, tu esposo entrando con un paquete
a casa de tu vecina y luego saliendo feliz de allí, pueda generar mayor intriga en el
relato.

5. Crónica sobre una experiencia educativa de un compañero

UNA VIDA NORMALMENTE ALTERADA

En esa búsqueda de posibilidades para desarrollar los aprendizajes, pero también


para tener unos pesos en el bolsillo, Baena acepto el cargo de docente de un
colegio de niños con TDAH, un tal llamado EUREKA.

Para quienes no sepan de qué se trata este trastorno, así como yo, debo decir
que TDAH son las siglas de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad. Se
trata de un trastorno de carácter neurobiológico originado en la infancia que
implica un patrón de déficit de atención, hiperactividad y/o impulsividad.
(Información consultada en http://sumo.ly/627Z)

En fin, la cosa es que el planteamiento que se le hacía al profesor Baena es que


éste debía ser un polímata, sin desdeñar el inglés. Esto debía estar muy claro
porque era lo que garantizaría la estabilidad en la institución. Además, en la
evaluación él debía mostrar las falencias de los niños diagnosticados como
posibilidades para alargar el proceso, pues esto era lo que avalaría que se
quedaran en la institución. Reflejar con hechos que los niños padecen TDAH es
probar que su estadía es necesaria y, por lo tanto el pago de las pensiones, que
por cierto eran bastante onerosas.

La psicóloga, conocedora de la prioridad de la institución y obviamente de su


bolsillo, era la encargada, como voz científica, de certificar que, efectivamente,
aun jugando, aun estando, los chicos continuaban con su “deficiencia”. Procesos
sin terminar constituían la base para la permanencia de los niños como respuesta
tranquilizadora que llenaba el vacío que los padres pagaban con dinero.

El profesor Baena comprendió la idea central de EUREKA: controlar y mostrar a


través del juego, la capacidad para “estabilizar” estos chicos y, así mismo, de
prolongar su estadía, de manera que la satisfacción o el empeño para resolver la
situación de cada uno debería ir al unísono con la ansiedad de los padres que, de
manera subrepticia, encontraban en la institución no solo una guardería sino
también la excusa para esa asistencia escolar que ellos no podían dar. También
entendió que, la normalidad no existe y que no importa si eres niño o adulto, en
algún momento todos tenemos deficiencias que son aprovechadas por otros para
sacar partido.

Finalmente, esta experiencia educativa fomento en el profesor la idea de que no


importaba tanto los niños como personitas, sino más bien que el dinero siempre
fluyera. Que el comercio de los intereses mutuos de la institución, de los padres, e
incluso de él, no se perdieran. Así pues, siendo el dinero, el punto central u
objetivo oculto de la institución, este debía compensar, al menos veladamente, esa
alteridad que en cada uno de sus hijos era única y, muchas de las veces,
incomprensible para equilibrar la calidad que en tiempo los padres no daban a sus
hijos.

Claudia Patricia Zuluaga Toro

Producción del compañero Lubby Baena sobre mi experiencia pedagógica

CITA A CIEGAS

Lápiz. Gasolina. Piscolabis. Esperanza. ¡Todo listo!

Subió la ciudad al ritmo de sus expectativas, el camino acrecentaba, literalmente.


Por fin conocería al famoso “Gabo”.

Así mismo, creció la ansiedad y le sorprendió la longitud del trayecto, el eterno


camino que debió recorrer para alcanzar la meta. Se aproximó a una planicie
donde el motor obtuvo una pausa, calma, y reinició una nueva escalada por la
muralla urbanística que desde la lejanía custodia al valle. La llamada Capital de la
Montaña, en esas periferias ostenta su epíteto. Detiene la mirada en el kilometraje,
lleva diez minutos en escalada, motor forzado al límite. Percibe que la máquina
empieza a agotarse, le escucha gemir, rugir, vibrar; no puede más, exhala de
modo preocupante grandes cantidades de monóxido de carbono; se detiene a
preguntar. -¿Busco al Gabo, sabe dónde está? Pareciera que hubiese hablado en
chino. Intentó nuevamente ¿Falta mucho para llegar al la I. E. Gabriel García
Márquez?

La respuesta marchitó un poco el entusiasmo y así continuó en viacrucis hacia el


finisterre. En un fugaz pensamiento se le ocurrió que ese viaje era una analogía de
la carrera del pregrado. sacudió su cabeza y con ella los hilarantes reflexiones.
Tomó un espejo, en este vio reflejado lo que está atrás, lo conocido, lo cómodo.
Aprovecha para darse un retoque. Cree en que la primera imagen es importante.
Llegan a la planicie cuatro minutos después se ven. Allí estaban frente a frente, la
Escuela y ella. Inmediatamente se agudiza el olfato, aumenta el silencio a la
espera de cualquier ruido, observa con inquietud, focaliza con la mirada. Prosigue
lentamente. Trata de buscar en sus recuerdos
Paso a paso va dejando a un lado la alegría de los chicos en el patio de recreo, el
gozo de los que están en la cafetería. Piensa en lo que escuchó en la entrada tras
las discusiones de quienes le argumentaban al Todopoderoso vigilante la razón de
su tardanza e imploraban que les permitiera entrar. Dejó atrás todo lo visto, los
olores, los comentarios y una múltiple diatriba alrededor de los pasillos. Trata de
ingresar sin antecedentes, sin prejuicios en su mirada, tratando de identificar y
obviar aspectos que pudiesen contaminar su diagnóstico. Sabe que su deber no
es de supervisar sino de actuar.

Busca los encargados. -Están ausentes, le dicen -pero el otro encargado está por
ahí. Busca una vez más entre los más de 200 metros cuadrados. Se suponía le
estarían esperando -piensa, respira y repite -se suponía había un convenio- sigue
avanzando; encuentra a los encargados, le informan que no hay materiales, hay
un equívoco o algo así. Todo es incierto. Los estudiantes igual esperan en el aula.

Tengo a cargo dos onces -pensó- con cada uno se trabajará una hora y regresaré
a casa. Son solo dos horas. Pero, los nervios afloraron, los recursos fueron
insuficientes, y se manifestaron los nervios de primeriza y como si no fuera
suficiente iba surgiendo poco a poco la rebeldía adolescente. ¡Listo el cóctel para
una jornada pedagógica!

Presentación, objetivos de la actividad y explicaciones de rigor. Una jornada


ordinaria en una institución común. Formación de colectivos para que rindan los
materiales y una cátedra básica de aspectos del lenguaje claves para la
presentación del examen Icfes. Un poco desacomodada salió del aula al
comprobar cómo el idilio vocacional de ser docente se había puesto en jaque. No
obstante, Prueba superada.

Un descanso y atendería el siguiente grupo. Repasó mentalmente la metodología.


Evaluó y generó una estrategia para dominar errores, nervios y lapsos que a su
consideración fueron influyentes para el desarrollo de la clase anterior. Con menos
recursos que la anterior clase, pero con la experiencia reciente, pretendía una
sesión en la que, haciendo algunos giros metodológicos, fortalecería los
contenidos.

Ubicó el aula, nuevamente, para la siguiente clase y allí fue recibida por los
pupilos. Una colosal sorpresa se llevó tras ese encuentro. La clase, nuevamente
no fue como la esperaba. La planeación previa a la I.E. había sido un fracaso.
Replantear minutos antes tampoco dio resultado. Trabajó con las uñas. Le
acompañaron 6 o 7 estudiantes, ya no recuerda. Dirigió la mitad de la clase en un
shock mental por lo ocurrido al ingreso. Decepción amorosa, corazón roto.

Frente al tablero y mientras dirigía a los pocos presentes, no paraba de pensar en


la actitud de los chicos del pasillo. Habré sido grosera -se repetía mentalmente,
una y otra vez- debió ser el retraso, había perdido 4 minutos buscando el aula,
siguió pensando-. ¿Por qué esa mirada? ¿y el tono y el manoteo y lo soez y lo
brusco y lo desafiante, y por qué? ¿Por qué no entraron? No tenían ni que hablar
-se repetía mil veces más- bastaba con asistir, sentarse y llenar la planilla; bastaba
con recibir la cartilla o hacerse en grupo y seguir hablando lo que igualmente están
hablando allí afuera. Mientras repetía los conceptos que los presentes
escuchaban sin mayor entusiasmo, bajaba una y otra vez la mirada hacia la
ventana que proyectaba al patio para percatarse de lo que hacían los rebeldes.
¿Dónde estará el coordinador? -pensó y frunció el ceño- ¡ah, pero si eso fue lo
que los ahuyentó! Recordó que invocar la autoridad, para forzar su ingreso al
aula, había significado para ellos un reto.

Emular la vieja práctica dictatorial de amenazar o regular era la razón por la que
sus estudiantes no asistieron, se volvieron agresivos, adoptaron un
comportamiento huraño. Ella había cometido un error mil veces citado en la
facultad. Había, al parecer, olvidado uno de los principios fundamentales de la
enseñanza: El deseo de aprender está por encima del deber.

Con sorpresa y desencanto volvió de las altas lomas que conforman los
extramuros de la ciudad de Medellín, una vez en el valle fue tratando poco a poco
de olvidar esa experiencia, olvidar que en aquel colegio que ostenta el nombre del
nobel colombiano se desconoce la autoridad pues allí rigen otros sistemas. Que
ese lugar era para ella un mundo nuevo y que lo conocido estaba en el pasado, en
esas calles donde siempre había estado. Ese encuentro sirvió de instrucción, pues
no sólo es el estudiante quien aprende, también lo es el docente. Esta reflexión le
pareció más acertada que la del ascenso.

Aquel idílico encuentro se volvió aterrador y fue aún más aterrador la idea de tener
que continuar asistiendo, pues había un proyecto con el colegio en el que se
hallaba comprometida. Para su suerte, y como en toda cita a ciegas, las
impresiones también se las lleva el Otro, y aunque se encontraba agendada una
clase más, una cancelación inesperada le devolvió el aliento. Había sido
reasignada a otra institución. En ese juego idílico de la enseñanza tendría una
nueva oportunidad.

Lubby Baena Osorio

¿Qué implica la escritura de la crónica pedagógica?

Aspectos formales de la crónica – salón de la palabra

El título debe ser conciso y atractivo.


La noticia: información objetiva sobre los hechos ocurridos, pero no como
en el periodismo que es forma de embudo.
Comentario: reflexiones que el cronista hace sobre lo que narra
Esto puede ser explícito o implícito, depende del escritor.
Estilo: expresión de una personalidad literaria como modo de hacer
personalismo. Este está sometido al ¿Qué? Y en el ¿para qué?
Forma: informativa narrativa
Intención comunicativa: informar
Sujeto protagonista: el cronista como interprete de los mismos
Sentido y significación: se escribe de algo y por algo o para algo ya que
estamos narrando un suceso para mostrar su valor. La crónica puede ser
impresionista o expresionista.
Párrafos: 70 u 80 palabras
El inicio debe impactar
Vocabulario rico, trabajado, íntimo, personal
Captar la atención desde la primera palaba. La anécdota es de indudable
interés humano.

You might also like