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Michael D. Yapko
Éste es un libro sumamente claro, conciso y exhaustivo que familiarizará al lector con un
campo dinámico y en constante evolución como es el de la hipnosis y que, además, le ofrecerá
magníficas herramientas terapéuticas que se pueden aplicar en muchos contextos. La obra
está diseñada como un instrumento informativo dirigido a todos aquellos que deseen explorar
esta estimulante disciplina, desde el principiante hasta el profesional de la salud mental que
necesite refrescar la memoria. De ahí que la amplitud de temas abordados sea enorme, desde
los fenómenos hipnóticos clásicos y su inducción hasta la autohipnosis, pasando por las
variables ambientales y físicas que influyen en las distintas reacciones, la capacidad de
sugestión y la controversia respecto a los recuerdos reprimidos, la superación de las
resistencias, las trampas que se deben evitar, las directrices éticas, los mitos y las ideas
preconcebidas, las técnicas para realizar inducciones tradicionales, etc. Todo ello clausurado, al
final de cada capítulo, con una exhaustiva sección de referencias bibliográficas que resultará
extremadamente útil a quienes quieran realizar exploraciones de mayor calado.
Michael D. Yapko es psicólogo clínico y director del Milton H. Erickson Institute de San Diego.
También es autor y compilador de numerosos libros y una autoridad en temas como la hipnosis,
la depresión y los traumas sexuales.
Título original: Essentials of Hypnosis
Publicado en inglés, en 1995, por Brunner / Mazel. Inc., Nueva York
Primera parte
Principios
1. Perspectivas.................................................................................................................. 7
2. Ampliar perspectivas..................................................................................................... 9
3. Los orígenes del mito.................................................................................................. 12
4. Responder a los conceptos erróneos..........................................................................14
5. La hipnosis teóricamente hablando.............................................................................20
6. Contextos de la hipnosis............................................................................................. 24
7. La sugestibilidad humana............................................................................................ 29
8. Aspectos de la mente.................................................................................................. 33
9. Susceptibilidad a la hipnosis.......................................................................................36
10. La experiencia de la hipnosis......................................................................................42
11. Condiciones para realizar hipnosis..............................................................................47
Segunda parte
Práctica
Agradezco a Mark Tracten, mi editor en inglés y amigo, su apoyo y su ayuda para que mi
trabajo vea la luz. Natalie Gilman, la directora de la colección inglesa Serie de principios
básicos aplicados a la práctica, es alguien con quien resulta magnífico trabajar. Le doy las
gracias por incluirme en su colección.
Tengo muchos amigos y colegas profesionales que merecen una mención especial por
sus valiosas contribuciones. Todas las personas mencionadas a continuación, y cada uno a su
manera, son especiales para mí. El debate animado, las conversaciones inteligentes, el respeto
profesional y la amistad marcan mi relación con estas personas estupendas que tanto han
influido en mi trabajo:
Mi compañera de trabajo más cercana es Linda Griebel, una mujer íntegra que realiza
una labor encomiable para conseguir que las cosas vayan bien. Después de muchos años y
muchos proyectos, mi aprecio por Linda no cesa de aumentar.
En el ámbito personal, quiero dar las gracias a mi familia y amigos. Las familias Yapko
y Harris me han dado apoyo y afecto sin igual. Wendy y Richard Horowitz, a quien pertenece la
increíble Megan Leigh (la persona que ha conquistado mi corazón), son los mejores amigos
imaginables. Con un toque de humor, pero con sinceridad, quiero dar las gracias a: 1) la
Ghirardelli Chocolate Factory en San Francisco. Si dieran Premios Nobel al chocolate, esta
gente lo ganaría fácilmente; 2) Captain Jean-Luc Picard, de la Starship Enterprise, por
personificar metafóricamente la claridad y la integridad; 3) Café Starbucks, por los
incomparables cafés; 4) Jethro Tull y Eric Clapton, por los exquisitos placeres auditivos; y,
finalmente, 5) al inventor de los helados.
Por último y más importante, a mi esposa, Diana. Simplemente la mejor. De verdad.
Prefacio
Este libro no pretende tratar la hipnosis de forma sensacionalista ni afirmar que es la respuesta
a todos los cuestionamientos de la vida. Más bien presentaré la hipnosis clínica como un
sistema de comunicación hábil e influyente que enseña cómo pueden curar las palabras. La
hipnosis clínica ofrece formas de conceptualizar cómo construyen los seres humanos sus
realidades individuales, y las percepciones nuevas respecto a la manera de interactuar con los
demás de manera más efectiva. Adquirir habilidades hipnóticas es una manera de aumentar las
habilidades clínicas, y puede ayudar a obtener resultados más duraderos en el trabajo
terapéutico realizado. Quizá lo mejor de todo sea que la hipnosis puede ser una forma
poderosa de promover autosuficiencia e independencia en los clientes a los que se trata,
ayudándoles a tener más seguridad en sí mismos y a valorarse más.
La hipnosis clínica es la habilidad para usar las palabras y los gestos de manera
particular y conseguir resultados específicos. El énfasis se centra, a lo largo de todo el libro, en
el uso de procesos hipnóticos como agentes de comunicación y cambio efectivos. Esta
orientación minimiza el uso de encantamientos y rituales y, en su lugar, enfatiza la evaluación
rápida y la respuesta sensible a las necesidades individuales del cliente.
Pocos campos han tenido los altibajos de la hipnosis, que ha viajado mucho, en
diversas formas, durante cientos de años. Su aceptación ha variado de moderada a nula. Las
personas que la practicaban tenían sus rituales (técnicas) y supersticiones («esta inducción
funcionó bastante bien con el último cliente que tuve con pecas...»), pero muy poca
comprensión a nivel cognitivo de lo que estaban haciendo. Al aumentar el ámbito de aceptación
y aplicabilidad de los procesos hipnóticos, la necesidad de un enfoque sensible y comprensible
parece mayor de lo que nunca antes había sido.
Cuando la gente descubre que uso la hipnosis como herramienta de trabajo en mi
práctica clínica se siente fascinada y escéptica. Casi todo el mundo ha tenido alguna
experiencia directa o indirecta con la hipnosis y supone de manera equivocada que haga lo que
haga con ella básicamente debe ser lo mismo que hacen todas y cada una de las personas que
la utilizan. Pocas personas se han expuesto suficientemente a ella para poder diferenciar los
distintos tipos de aplicaciones que tiene. La hipnosis clínica no es lo mismo que la investigación
sobre hipnosis o que la hipnosis del deporte o del entretenimiento. Incluso entre los clínicos que
la utilizan cada uno lo hace de manera muy diferente a los otros. Éste es un pequeño
inconveniente de su práctica; el público general supone, con demasiada frecuencia, que la
«hipnosis es hipnosis», y que todo lo que tienen que hacer como consumidores es buscar en
todas las tiendas y comparar hasta encontrar la que resulte menos cara y que resuelva mayor
cantidad de promesas. ¡Y algunas de las promesas son bastante indignantes!
Sin embargo, si se utiliza de manera habilidosa este problema se puede convertir en un
recurso. Al explorar con el consumidor que busca información sobre la hipnosis en general o
sobre mi trabajo en particular, puedo ayudarle a que tenga la información suficiente como para
tomar algunas decisiones significativas. En mi opinión, en la práctica profesional es básico
asegurarse de que los clientes tienen la información necesaria para tomar una decisión
elaborada respecto al tratamiento. Que alguien no haga preguntas no quiere decir que no tenga
ninguna sino que generalmente no sabe qué preguntar.
Implicando a los clientes en una breve discusión sobre sus necesidades y la naturaleza
de la hipnosis clínica como herramienta de trabajo se les puede proporcionar información que
les ayude a evaluar de una forma más realista sus necesidades y la manera de satisfacerlas.
Con frecuencia, la hipnosis formal que pretende simplemente eliminar el síntoma (como los
anuncios de los periódicos que aseguran «¡Deje de fumar en una sesión!») no es una
alternativa de tratamiento deseable ni realista. Sin embargo, es lo que desean las personas que
buscan «magia» y la manera de evitar el malestar de otros enfoques de tratamiento más
amenazadores o que exigen una mayor implicación personal. A veces dichos enfoques
superficiales funcionan exactamente de la forma que dicen que lo harán. ¿Por qué? Continúe
leyendo...
El hecho de que la hipnosis se use como espectáculo en los medios de comunicación
(sobre todo en espectáculos en directo pero también en el cine y la televisión) contribuye a
mantener los estereotipos populares que la representan como una forma mágica de solucionar
los problemas de forma instantánea mediante poderosas sugestiones. Desearía tener una
moneda de 5 centavos por cada persona que me ha pedido una «sugestión rápida» para
acabar con algún mal hábito. Las explicaciones racionales sobre por qué el trabajo que deben
realizar puede que les haga implicarse un poco más de lo que piensan se acoge con miradas
extrañadas y con la pregunta: «Entonces, ¿cómo logra un hipnotizador en el escenario, al
chasquear los dedos, conseguir que el sujeto haga lo que él quiere?». La gente cree a veces
que puedes solucionar problemas complejos con un simple chasquido de dedos. Los conceptos
poco realistas pueden llevar a la decepción y desilusión de dichos clientes.
Casi siempre es beneficioso explicar a la gente los propósitos y la capacidad de la
hipnosis como herramienta terapéutica. La clarificación de las expectativas normalmente lleva
al cliente a afrontar el hecho de que no se pueden prometer curas milagrosas. Esto significa
aceptar la responsabilidad personal de los propios problemas y ser activo en su resolución.
A la hora de promover concepciones equivocadas es igual de peligroso el hipnotizador
de espectáculos que el que, a causa de la ignorancia o la avaricia, usa la hipnosis de manera
que ofrece ideas falsas al público. Dichas personas normalmente tienen escasa o ninguna
formación oficial en hipnosis y en las ciencias de la educación, pero saben lo suficiente como
para engañar a la gente afirmando falsamente que poseen un poder sensacional.
Estas son algunas percepciones de los problemas a los que se enfrenta la hipnosis
clínica como campo. Otras se comentarán en secciones subsiguientes de este libro. A lo largo
de todo el volumen se insiste en que si se ha de considerar la hipnosis como un tratamiento
alternativo serio, se debe fomentar de manera sensible teniendo en cuenta los aspectos que
preocupan tanto a los clientes como a otros profesionales de la salud. El interés del lector en
aprender cosas sobre la hipnosis es un buen comienzo. Mi meta es guiar dicho interés para
que se aprecien formas diversas e innovadoras en que se puede usar la hipnosis en la práctica
clínica para ayudar a aquellos que lo necesitan.
Bibliografía
Las obras siguientes son textos generales que proporcionan buenas y diversas
visiones de conjunto del campo de la hipnosis:
* El hecho, por supuesto, es que la mera presencia de otra persona altera nuestra
conducta. No es cuestión de si uno influye en la gente (uno indudablemente lo hace) sino que
la pregunta es cómo se influye. Aprender a usar los patrones de influencia de manera
responsable y al mismo tiempo respetar la integridad de aquellos con los que trabajamos es un
cuestionamiento agotador. Por supuesto que los patrones de influencia no sólo existen en los
contextos de la terapia o la hipnosis. Si se es observador se pueden ver literalmente en
cualquier lugar en el que surja una interacción social.
Bibliografía
Bibliografía
Tomarse el tiempo de identificar y corregir los conceptos erróneos puede ayudar a evitar la
cuestión del control, sobre todo si se enfatiza el aspecto naturalista de la hipnosis mediante
ejemplos cotidianos tomados directamente de la experiencia rutinaria del cliente (Erickson y
Rossi, 1979; Golden, 1986). Además, se puede reforzar al cliente diciéndole que la persona
hipnotizada mantiene un autocontrol prácticamente total durante la experiencia. Los clínicos
tienen que ser sensibles a la cuestión del control y responder a ella de manera significativa, ya
sea directa o indirectamente. Evitar este asunto puede producir ansiedad en el cliente que ya
no está seguro y crear una fuerza («resistencia») que va en contra de los propósitos del
tratamiento. Si el cliente tiene la sensación de que perderá el control de forma inmediata, el
resultado típico será una lucha de poder con el clínico. ¿Desearía alguien que le hipnotizaran si
pensara que iba a perder el control de sí mismo? El objetivo es hacer todo lo que se pueda
para evitar dicha lucha de poder y para definir la relación como de cooperación (Gilligan, 1982;
Grinder y Bandler, 1981). Después de todo, realmente no hay manera de ganar una lucha de
poder con el cliente; ¡para ganar, todo lo que él o ella tiene que hacer es nada!
Hay una paradoja que está presente en la hipnosis y en la psicoterapia. Jay Haley
(1963) la describió en términos del mensaje aparentemente contradictorio del hipnotizador:
«Sólo le puedo hipnotizar si usted se hipnotiza a sí mismo; sólo le puedo ayudar si usted se
ayuda a sí mismo». Esencialmente el mensaje enfatiza la responsabilidad y el control del
cliente, que éste comparte con el clínico. Si yo le digo a alguien: «Aquí te estoy dando mi
control», ¿quién controla realmente? Si yo tengo el control, todo lo que estoy haciendo es
suspender mi decisión de ejercitar mis elecciones y usar en su lugar las de la otra persona. Sin
embargo, sigo estando libre para empezar a ejercitar mis elecciones de nuevo en cualquier
momento si tengo que hacerlo o quiero.
Identificar y corregir los conceptos erróneos alivia el miedo y la incertidumbre, y
estimula las expectativas realistas. Las expectativas poco realistas, ya sean en el extremo de
querer que la hipnosis sea una «varita mágica» que efectúe curas instantáneas para problemas
complejos o, por el contrario, sentir que el problema no tiene solución, en general es probable
que reduzcan la eficacia de la terapia. Dichos obstáculos son innecesarios: se pueden evitar
proporcionando una información correcta y asegurándose de que los clientes están informados
al aceptar el tratamiento (Kroger, 1977; Spiegel y Spiegel, 1987).
En este capítulo se describen los conceptos erróneos que se encuentran con más
frecuencia respecto a la hipnosis clínica. A medida que uno se familiariza más con este campo,
responder a ellos se vuelve algo automático. Es sorprendente saber cuántas personas,
incluidos los «hipnotizadores», creen en algunos de ellos.
En la práctica existen personas en las que resulta claramente más difícil inducir la
hipnosis que en otras. Dichas personas no suelen ser menos capaces que las demás, sino que
son menos reactivas por una amplia gama de razones como: tener miedo a perder el control,
tener dificultad para distinguir entre estados internos ambiguos (para ellos) como la tensión o la
relajación, tener miedo a los cambios inminentes, ser conscientes de factores situacionales
negativos, etc. Cuando se identifica y se resuelve la causa de la resistencia, la persona «difícil»
puede pasar de ser un sujeto poco hipnotizable a uno razonablemente hipnotizable (Araoz,
1985; Barber, 1980).
Concepto erróneo: cualquiera que sea hipnotizable debe tener una mente débil
Concepto erróneo: una vez que alguien ha sido hipnotizado no puede resistirse
Esto se refiere a la idea de que el hipnotista controla la voluntad de los sujetos y que
una vez que uno «sucumbe a su poder» está para siempre a su merced. Por supuesto, nada
más lejos de la verdad puesto que el proceso hipnótico es una interacción clínica basada en el
poder mutuo compartido para conseguir cierto resultado terapéutico deseado. Si un cliente, por
cualquier razón, elige no continuar con la hipnosis, no continuará. La naturaleza del proceso
hipnótico siempre está determinada por el contexto. Incluso los clientes más sensibles pueden
decidir no seguir adelante con la sugestión de un hipnotista si es eso lo que quieren. La
experiencia previa, sea buena o mala, no es el único factor determinante para lograr la hipnosis
o no. La comunicación y los factores de relación del contexto particular en el que se lleva a
cabo son las variables clave que ayudarán a determinar el resultado (Barber, 1991; Diamond,
1987).
Concepto erróneo: se puede hipnotizar a alguien para que diga o haga algo en
contra de su voluntad
Esta idea fomenta, de manera intensa, el miedo de la gente. De hecho existe una base
legítima para preocuparse por el uso de la hipnosis, pero la preocupación no debería ser
respecto a que la experiencia haga daño a nadie, sino respecto a quién practica la hipnosis y a
cómo lo hace. La hipnosis en sí no es perjudicial, pero un profesional incompetente o poco
ético puede hacer daño mediante una ignorancia absoluta de la complejidad de la mente de la
persona o mediante una falta de respeto por la integridad de cada ser humano (Frauman, Lynn
y Brentar, 1993; Kleinhauz y Eli, 1987; MacHovec, 1986).
En términos de daño emocional potencial, la hipnosis en sí no puede causar daño; las
dificultades pueden surgir debido al contenido de una sesión o a la incapacidad del clínico para
guiar de manera efectiva al cliente. Por supuesto, existen las mismas condiciones en cualquier
relación de ayuda en la que una persona siente malestar, vulnerabilidad y busca alivio. Un
profesional de la ayuda sin experiencia o sin formación puede ofrecer inadvertidamente un mal
consejo (no es frecuente, y si ocurre no es intencional), desinformación, hacer promesas
grandiosas, equivocarse en el diagnóstico de un problema o en sus dinámicas, o no hacer nada
y desperdiciar el tiempo y el dinero del cliente.
La otra cara de este tema y la razón para desarrollar habilidades en técnicas hipnóticas
es el considerable beneficio emocional que puede generar. La hipnosis tiene la capacidad de
aumentar los sentimientos de autocontrol en las personas y, por lo tanto, su confianza en sí
mismos y de esta manera puede ser un medio poderoso para resolver problemas emocionales
y para sentir bienestar. Es esencial que el clínico tenga conocimientos y habilidades suficientes
para utilizarlos con ese fin, puesto que es evidente que cualquier cosa que tiene la capacidad
de curar también tiene la capacidad de hacer daño.
La hipnosis no es una terapia. Más bien es una herramienta terapéutica que se puede
utilizar en una variedad infinita de formas, no se alinea con ninguna orientación teórica o
práctica. En un sentido amplio, es una parte de todas las psicoterapias y, por dicha razón, una
parte de todas las interacciones en las que una persona se acerca a otra y le influye (Kirsch,
Lynn y Khue, 1993; Lankton, 1982).
Concepto erróneo: la hipnosis se puede usar para recordar con precisión todo lo
que le ha pasado a una persona
Es necesario que los clínicos entiendan cómo funciona la memoria para tratar mejor
este aspecto tan importante de la persona. Algunos han comparado la mente con un ordenador
en el que todos los recuerdos están almacenados con precisión y están disponibles para una
recuperación posible. Sin embargo, la metáfora del ordenador es imprecisa. La mente no
recibe la información simplemente y la almacena de forma exacta para recordarla después de
forma precisa. De hecho, los recuerdos se almacenan en base a las percepciones, y por lo
tanto están sujetos a las mismas distorsiones que las percepciones. Las personas pueden
«recordar» cosas que realmente no ocurrieron, pueden recordar fragmentos seleccionados de
una experiencia y pueden tomar trozos de múltiples recuerdos y combinarlos en un falso
recuerdo (McConkey, 1992; Orne, 1984; Yapko, 1994). Este tema está en el centro de un
rabioso debate que divide amargamente en estos momentos a la profesión de la salud mental.
Trataré este tema con más profundidad en un capítulo posterior.
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CAPÍTULO 5: La hipnosis teóricamente hablando
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CAPÍTULO 6: Contextos de la hipnosis
Muchas veces la gente me pregunta «¿se puede usar la hipnosis para llenar espacios en
blanco?». Mi respuesta es promover la idea de que la hipnosis se puede usar como
herramienta para el tratamiento de cualquier estado humano en el que la actitud de la persona
es un factor importante.
Cuando la mente de la persona está implicada en un problema particular, que es algo
que, por lo que yo sé, ocurre siempre en mayor o menor medida, se puede obtener un beneficio
potencial mediante la aplicación de patrones hipnóticos. Con esta idea en mente, consideremos
los contextos específicos en los que se puede usar la herramienta de la hipnosis para lograr los
resultados deseados.
Hipnosis médica
En general la hipnosis puede ser un accesorio útil para los tratamientos médicos
tradicionales por varias razones, la primera de las cuales tiene que ver con la relación mente-
cuerpo y el papel de la mente (actitudes y emociones relacionadas) en los trastornos médicos
(Barber, 1984; Cohen y Williamson, 1991; Levenson y Bemis, 1991).
Una segunda razón para usar la hipnosis es su énfasis, por su propia naturaleza, en
que cada persona es responsable de su propia salud y bienestar. Usar la hipnosis da a la
persona la sensación de tener cierto control sobre sus experiencias internas (Brown, 1992;
Brown y Fromm, 1987).
Las implicaciones específicas de la hipnosis en los contextos médicos son muy
variadas, pero generalmente se pueden describir como una forma de tener un grado de control
significativo sobre los procesos físicos. Una posibilidad es la reducción o la eliminación del
dolor sin el uso de medicación (Chaves, 1993; Spanos, 1989).
Los métodos de control del dolor mediante la hipnosis suelen ser bastante sofisticados
y se aconseja tener una formación sólida y una gran experiencia en hipnosis antes de trabajar
en esta área. Trabajar con pacientes que sufren dolor presupone tener una licencia médica
apropiada o, al menos una supervisión médica en cada caso.
La hipnosis se usa normalmente en trastornos por estrés y se considera un tratamiento
muy efectivo. Enseñar al paciente técnicas para prevenir el estrés negativo cuando sea posible,
técnicas para identificar bien el estrés antes de que alcance un nivel en el que es probable que
cause síntomas debilitadores y técnicas para relajarse y controlar el estrés de manera positiva
son todos ellos elementos para que un paciente hipersensible aprenda a afrontar su estado de
manera positiva y responsable (Hammond, 1990).
La hipnosis, tomada como ayuda y no como sustituto para el tratamiento de trastornos
graves en los enfoques más tradicionales, ha demostrado que es necesario tratar las
necesidades emocionales del paciente al mismo tiempo que se usan sus recursos mentales
como parte integral del tratamiento. Esto ocurre incluso en enfermedades que parecen, y
probablemente son, de naturaleza totalmente orgánica. El mecanismo exacto por el que un
clínico puede pronunciar unas pocas frases hipnóticas y efectuar cambios en el paciente es
desconocido, pero se cree que la respuesta reside en el sistema inmunológico de la persona.
La investigación actual en esta área sugiere que es más probable que las personas desarrollen
una enfermedad grave durante o poco después de un período muy estresante de sus vidas. Se
cree que el estrés reduce la capacidad de las defensas naturales del organismo, el sistema
inmunológico, permitiendo que los organismos que transmiten enfermedades se multipliquen en
la persona debilitada. Se cree que la hipnosis puede fortalecer las funciones inmunológicas del
organismo y ayudar a vencer la enfermedad (Rossi, 1993; Wickramasekera, 1993).
Es necesaria mucha investigación para descubrir las soluciones a los misterios de la
mente, pero la falta de explicaciones precisas para los mecanismos de acción no deberían
inhibir el uso de técnicas que pueden ayudar claramente a la curación del cuerpo humano. La
hipnosis puede facilitar el proceso de recuperación, y puede ser otra herramienta útil en el
repertorio del médico que puede compartir con sus pacientes. La hipnosis no reemplaza a otros
tratamientos: se suma a ellos.
Hipnosis dental
El uso de los testimonios obtenidos mediante hipnosis en las salas de los tribunales se
ha restringido severamente (Scheflin y Shapiro, 1989). Los expertos no están de acuerdo con
dichos testimonios debido a la conocida capacidad de la hipnosis y la sugestión para
contaminar recuerdos. Algunos expertos sostienen que la información obtenida de una persona
hipnotizada se puede usar y merece tanta confianza como cualquier otra, y que la hipnosis no
distorsiona necesariamente los recuerdos. En la otra cara de la cuestión están aquellos que
defienden que la hipnosis puede alterar los recuerdos, que los testigos hipnotizados pueden
mentir con facilidad, y que es probable que rellenen detalles ausentes con material de la
fantasía o con información contenida en las sutiles preguntas del investigador (Sheehan y
McConkey, 1993; Yapko, 1994). Este asunto se trata de manera más amplia en otro capítulo
posterior.
Hipnosis en educación
Enseñar y aprender son habilidades muy refinadas que requieren una gran cantidad de
procesamiento de información a diversos niveles. Enseñar es una experiencia de aprendizaje:
aprender cómo captar el interés y la atención de los alumnos (una habilidad necesaria para la
inducción de la hipnosis), aprender a presentar la información de tal manera que el estudiante
pueda utilizarla (una habilidad también necesaria para utilizar el estado hipnótico), y aprender a
enseñar a los estudiantes a asimilar de forma autosuficiente (una habilidad necesaria para
consolidar los resultados de la terapia), de manera que puedan ser competentes y estar
motivados a aprender en ausencia del profesor/a. La enseñanza eficaz, independientemente de
que se imparta a preescolares o a candidatos doctorales, implica estos pasos que son
paralelos a los patrones hipnóticos.
Muchos profesores creativos están usando la hipnosis en todos los niveles de
enseñanza, muchas veces guiando a los alumnos con relajación formal y procedimientos de
imaginación, por ejemplo. Muchos alumnos están desarrollando habilidades a la hora de
estudiar con ejercicios de autohipnosis, aprendiendo a controlarla mejor y a aumentar su
capacidad para prestar atención y organizar sus materias de estudio. La hipnosis en el contexto
educativo, ya se use de manera formal o informal, puede aumentar tanto las habilidades de
estudio como las ejecuciones del estudiante (Stanton, 1993; Wolf, 1986).
Hipnosis en los negocios
Dedicarse al atletismo, sea cual sea el nivel de intensidad, implica una gran cantidad
de control físico y de concentración mental. La hipnosis como herramienta puede facilitar
ambos aumentando su rendimiento.
La hipnosis, además de incorporar la concentración y el control físico, puede ayudar a
controlar mejor la tensión o las dudas personales inherentes en la competición. Además,
establecer unas expectativas positivas y una buena comunicación con uno mismo a través de
la autohipnosis puede mejorar la ejecución de manera espectacular. Muchas veces el atleta
que ha sufrido un bajón tiene imágenes mentales de fracaso, que se pueden traducir con
mucha facilidad en un fracaso real. Construir imágenes positivas mediante la hipnosis y la
autohipnosis puede cambiar completamente su ejecución. Es cierto que la hipnosis no ofrece
un talento extra al atleta; simplemente amplía el que ya tiene, proporcionándole el mayor
acceso posible al mismo. Como se puede imaginar hay muchos atletas que valoran esto
(Liggett y Hamada, 1993; Masters, 1992; Morgan, 1993; Ward, 1992).
Hipnosis y psicoterapia
Todas las psicoterapias implican influir de alguna manera en una persona que tiene
dificultades para sentirse mejor. El cliente que busca ayuda no puede dejar de responder a las
comunicaciones del psicoterapeuta; la sofisticación de un buen terapeuta es conseguir una
respuesta terapéutica deseada.
La hipnosis es una herramienta, no una terapia. Su principal ventaja en psicoterapia
reside en su capacidad para aprovecharse de los muchos recursos de la mente inconsciente.
Los sentimientos, valores, conductas, recuerdos, comprensión y todas las percepciones que
guían las elecciones del cliente son subjetivas y, por lo tanto, pueden cambiar. La hipnosis que
implica simplemente una inducción formal y sugestiones directamente relacionadas con el
problema es la utilización más superficial y menos sofisticada de la misma. Este tipo de
hipnosis se usa para tratar aspectos sintomáticos y la practican casi todos los hipnotistas y
muchos psicoterapeutas. A pesar de su superficialidad, puede ser eficaz con un porcentaje
considerable de individuos.
Otras utilizaciones más complejas y habilidosas de la misma implican la utilización de
técnicas que pretenden la resolución de conflictos más profundos (que se lleven con ellos los
síntomas, o si no no es un verdadero éxito). Este tipo de hipnosis implica un enfoque más
interaccional y funciona en múltiples dimensiones de la persona, no sólo en las más
superficiales.
La flexibilidad de la hipnosis como herramienta psicoterapéutica permite a los clínicos
usarla a un nivel tan superficial o intensivo como consideren apropiado en cualquier trastorno
que se esté tratando. Los métodos hipnóticos nos recuerdan continuamente que la experiencia
es negociable (Araoz, 1985; Brown, 1991; Crasilneck y Hall, 1985; Erickson y Rossi, 1979,
1981; Hammond, 1990; O'Hanlon, 1987; Rossi, 1980; Spiegel y Spiegel, 1987; Zeig, 1982,
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CAPÍTULO 7: La sugestibilidad humana
La influencia de la publicidad
¿Por qué compra la gente los productos que compra? ¿Por qué elige uno una marca y
no otra?
La publicidad es una industria que utiliza muchas técnicas hipnóticas para influir en que
la gente compre un producto. Los publicistas empiezan creando la necesidad de un producto
(durante siglos la halitosis o el olor corporal no estaban en el primer plano de la conciencia de
la gente), usando técnicas como promover la identificación del consumidor con la persona del
anuncio para que resuelva el problema usando el producto de la misma manera que él/ella han
modelado. Luego fortalecen su hábito de compra del producto diciéndole lo (brillante,
masculino, femenino o lo que sea) que es el consumidor por haber hecho una elección tan
acertada. Los anuncios intentan generar sentimientos que lo vinculen al producto, asociaciones
que influyan en que el consumidor elija una marca respecto a otra y la compre. En el campo de
la publicidad se utilizan palabras e imágenes para influir en las conductas de compra de los
consumidores. ¡Y funciona!
¿Qué es la sugestionabilidad? Es una apertura a aceptar y responder a ideas e
información nuevas. A medida que se adquiere esta información, dependiendo de su valor
subjetivo, puede alterar la experiencia de la persona en todas las áreas en mayor o menor
grado. En el contexto de terapia el cliente es sugestionable en un grado que desconocemos;
quiere adquirir nueva información o experiencias que le permitan aliviar el malestar. La persona
no se siente bien con algún aspecto de sí misma y busca la ayuda de otra persona que pueda
decir o hacer algo que establezca una diferencia positiva. La mayoría de las personas no son
totalmente acríticas a la hora de aceptar información, y por ello existe una destacada diferencia
entre sugestionabilidad y credulidad. La hipnosis no hace a las personas crédulas.
El viejo dicho «allí donde fueres haz lo que vieres» refleja la confianza que se deposita
en otras personas como modelos de lo que hay que hacer cuando uno se enfrenta con la
incertidumbre de si una conducta es o no apropiada. Dichos modelos pueden tener una
poderosa influencia en nosotros. Un terapeuta tendrá cierta influencia en el cliente, que
proviene de la creencia de este último de que está controlando mal cierta porción de su vida.
Los síntomas parecen estar fuera de su control. Los intentos de auto-corrección anteriores han
fracasado, así que la persona tal vez busque fuera a alguien, aparentemente más entendido,
del que aprender.
Si el lector ha intentado cambiar el patrón de algún hábito y ha fracasado (¿quién no lo
ha hecho alguna vez?) puede aceptar la sugestión de que alguien que tiene un entrenamiento
profesional en dichos temas podrá ayudarle. Al profesional de la ayuda se le ve como una
autoridad en el tratamiento de problemas personales porque está formado para reconocer las
causas y los tratamientos. La persona que busca ayuda ya ha aceptado su propia ignorancia y
su impotencia respecto a la situación, y con una fuerte sensación de esperanza busca al
terapeuta como la persona que puede lograr que el dolor desaparezca (Coe, 1993; Eisen,
1990).
El poder del terapeuta
Cuando una persona viene en busca de ayuda para tratar algún problema que le
angustia, está invistiendo al terapeuta como figura de autoridad y espera que sea una fuente de
cura. El poder no es algo que el terapeuta tenga dentro de sí; por el contrario, es una propiedad
que adquiere a partir de la reacción que tiene la persona respecto a éste (Barber, 1991;
Diamond, 1984; Strauss, 1993).
Al menos hay cinco tipos diferentes de poder: a) coercitivo (proviene de la capacidad
de castigar), b) recompensa (proviene de la capacidad de ofrecer beneficios que van de los
monetarios a los psicológicos), c) legítimo (que proviene de la posición, tanto elegida como
asignada), d) experto (proviene de un mayor conocimiento en un área) y e) poder atribuido (que
proviene de características personales como la simpatía o la amabilidad). Todos estos poderes
son operacionales en casi todos los contextos en un grado u otro, pero son especialmente
prevalentes en el contexto terapéutico. El papel del terapeuta puede ser muy poderoso. La
capacidad para influir mediante la utilización de principios y técnicas de hipnosis clínica quizás
lleve al profesional al plantearse cuidadosamente la cuestión del poder en las relaciones si se
quiere usar de manera juiciosa y respetando totalmente la integridad del cliente (Aronson,
1992; Frauman, Lynn y Brentar, 1993).
La necesidad de aceptación
Expectativas
Los seres humanos generalmente desean aliviar la confusión y las contradicciones que
tienen dentro. Normalmente lo hacen omitiendo las porciones de información que son
contradictorias o dándoles vueltas hasta que encajen de manera cómoda. Suelen tener un
fuerte deseo de certidumbre y, cuando sienten incertidumbre, quizá debido a la novedad o a la
ambigüedad de la situación, se vuelven a los otros para descubrir qué es lo correcto. Si la
explicación encaja con sus necesidades personales, se asimilará a un nivel más profundo
(Festinger, 1957; Sherman, 1988).
Por ejemplo, la necesidad de consistencia cognitiva puede surgir, en mayor o en menor
medida dependiendo de la persona, como la necesidad de exigir algún beneficio por haber
pagado la ayuda profesional que ésta ha recibido. Cuando las personas invierten dinero,
esperanzas y tiempo en algo, desean desesperadamente que funcione, incluso «aunque sea
sólo un poco». Quizá necesiten justificar su propia implicación, convirtiendo a un perdedor en
ganador para sentirse mejor. Esta necesidad es evidente en los testimonios de las personas
que han comprado productos que son prácticamente inútiles y cuyo único beneficio para ellos
derivaba de sus propias expectativas.
Hay que considerar el papel de las expectativas y la necesidad de consistencia
cognitiva cuando un cliente se considera como un caso imposible e intenta demostrarlo. El
cliente que ha ido a todos los médicos de la ciudad y está orgulloso de la imposibilidad de ser
ayudado es un ejemplo perfecto; el cliente que pasa años en psicoterapia yendo de un
terapeuta a otro es otro ejemplo (Schoen, 1993).
Conclusión
* Rapport es una palabra que no se suele traducir y hace referencia al establecimiento de una
relación terapéutica buena y cooperadora. (N. de la t.)
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CAPÍTULO 8: Aspectos de la mente
El procesamiento inconsciente
Simplemente porque una persona no sea consciente de que está recibiendo
información no quiere decir que no ha absorbido nada. La información integrada a nivel
inconsciente puede ser tan poderosa como la procesada a nivel consciente y, muchas veces, lo
es más. Mientras un cliente está hipnotizado, su mente consciente inevitablemente deambula
de un pensamiento a otro; durante dichos períodos de tiempo, que pueden ser cortos o largos,
la mente inconsciente del cliente puede seguir asimilando las sugestiones del clínico y seguir
siendo capaz de responder a ellas de manera significativa (Cheek, 1994; Crawford, 1990;
Dixon, Brunet y Laurence, 1990).
La mente inconsciente puede procesar información a un nivel más simbólico y
metafórico que la consciente. Mientras que la última está ocupada en analizar racionalmente
las palabras y en darse cuenta de sus efectos, la primera está más interesada en los
significados subjetivos. Esta es la base de la naturaleza de nivel múltiple de la comunicación
hipnótica, es decir, usar el estilo y la expresión de las sugestiones para atraer la mente del
cliente a un nivel consciente conectando su conocimiento y sus asociaciones de las cosas,
mientras que simultáneamente se le ofrece la posibilidad de conocer cosas nuevas en la mente
inconsciente (Hilgard, 1992; Woody, Bowers y Oakman, 1992).
En defensa de la mente
El hecho de que la información se pueda procesar sin tener conciencia consciente, y de
hecho se procese, es un factor esencial para explicar el miedo a que la información destructiva
y perjudicial proveniente del hipnotizador entre en un nivel inconsciente y cause estragos en la
persona. Muchas personas no han llegado todavía a valorar la capacidad de la mente para
protegerse. Todos los estudiantes de psicología, al igual que cualquiera que haya pasado algún
tiempo en compañía de otra gente, aprende cosas sobre los mecanismos de defensa clásicos
que utilizan las personas para protegerse de las cosas amenazantes que pueden entrar en la
conciencia.
Las defensas son inconscientes, y tienen sus raíces en la necesidad de autoestima que
tiene la persona y en el deseo de evitar conflictos internos si es posible. Estas defensas son, en
efecto, relevantes en la hipnosis, y pueden demostrar mi punto de vista respecto a la capacidad
de las personas para defenderse (Fromm, 1992; Watkins, 1992).
La dualidad de la mente
En los últimos años se ha abandonado la caracterización de la naturaleza dual del
funcionamiento mental como «consciente» e «inconsciente» en favor de explicar las funciones
mentales por hemisferios cerebrales. Los dos principales hemisferios cerebrales tienen,
naturalmente, muchas funciones en común, pero a nivel popular se caracterizan por sus
diferencias.
El hemisferio izquierdo del cerebro corresponde más o menos a la mente consciente. A
veces se le llama «hemisferio verbal» y es el responsable de la mayoría de las funciones del
lenguaje. También se le llama «hemisferio lógico» porque se cree que contiene las funciones de
razonamiento, analíticas e intelectuales. Si uno se centra en él con demasiado detalle es más
probable «que vea los árboles antes que el bosque», metafóricamente hablando.
El hemisferio derecho corresponde, aproximadamente, al inconsciente. Se le suele
llamar el «hemisferio silencioso» y el «hemisferio intuitivo». Se dice que contiene la intuición y
la creatividad de una persona, y se cree que opera a niveles más simbólicos y globales que el
izquierdo. Por lo tanto, la apreciación del arte, la música y la capacidad para crearlos se
consideran funciones del hemisferio derecho. Se dice también que contiene la visión del mundo
y la autoimagen de la persona, y ayuda a tener una visión general de las cosas, «a ver el
bosque y no los árboles» (Brown, 1991; Gabel, 1988).
El proceso de la hipnosis en este esquema «cerebro izquierdo-cerebro derecho» se
caracteriza por distraer y ocupar el hemisferio izquierdo del cliente mientras utiliza los recursos
del derecho. El lenguaje, que tiene una base sensorial y es descriptivo y emocional, atrae más
a la parte derecha del cerebro, y por eso Paul Watzlawick llama a dicho lenguaje El lenguaje
del cambio (1978).
Excepto bajo condiciones extremas, la mente tiene la capacidad de protegerse de las
amenazas y del exceso o déficit sensorial. La mente inconsciente no es un peligro significativo
para la persona; más bien tiene el potencial, si se usa terapéuticamente, de ser un cielo seguro
para la parte interna de uno mismo. Por ejemplo, cuando uno se pierde en sus propios
pensamientos mientras conduce (una experiencia bastante común) la mente inconsciente sigue
funcionando para que se produzca una conducción segura; La mente consciente presta
atención sólo cuando surge alguna situación extraña que requiere su atención. La mente es la
defensa de la mente (Gazzaniga, 1985; Hilgard, 1992).
Conclusión
Aunque la mente se conceptualice está claramente presente una multiplicidad en la
que cada componente tiene características únicas y ofrece sus propias aportaciones a la
experiencia subjetiva. La hipnosis, como herramienta, es muy útil debido a que tiene una mayor
capacidad para aprovechar los recursos mentales del cliente que otros enfoques. Debido a la
enorme complejidad de la mente humana, y a que cada ser humano es único, respetar el poder
personal y la integridad de cada persona no sólo es deseable, sino obligado.
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CAPÍTULO 9: Susceptibilidad a la hipnosis
La cuestión de quién puede ser hipnotizado (y quién no) es una de las más controvertidas en el
campo de la hipnosis. Sobre ello han investigado y escrito en numerosas publicaciones, tanto
científicas como de otros tipos, algunas de las personas más respetadas en este campo. En
dichas investigaciones normalmente se describen tipos de personalidad y otras características
de los sujetos (por ejemplo, inteligencia) que les predisponen a dar respuestas favorables o
desfavorables a los procedimientos hipnóticos. Muchos estudios han publicado, además,
informes estadísticos elaborados a partir de población general mostrando el porcentaje de
personas que pueden ser hipnotizadas en diferentes grados así como aquellas pocas que
aparentemente no pueden ser hipnotizadas.
El asunto de la susceptibilidad se trató brevemente en el capítulo en el que se abordan
los conceptos erróneos respecto a la hipnosis, específicamente en el comentario que aparecía
sobre la idea de que «sólo se puede hipnotizar a cierto tipo de personas». Este capítulo amplía
esta explicación sobre la susceptibilidad para permitir que los terapeutas tengan un mayor
grado de certeza de que el cliente con el que están trabajando puede experimentar realmente
la hipnosis de manera significativa.
Edad e hipnotizabilidad
Gran parte de la bibliografía tradicional promueve la idea de que los niños,
especialmente entre las edades de siete y nueve años, son los mejores sujetos hipnóticos
debido a su imaginación activa y su deseo de seguir órdenes. En otros textos esto se
contradice, afirmando que los niños tienen una capacidad menor para concentrarse y que su
pequeño almacén de recursos personales les lleva a ser sujetos poco aptos.
Una de las razones más normales por las que algunos profesionales dudan que los
niños sean sensibles a la hipnosis proviene de su naturaleza activa. Como se comentará más
adelante, los adultos generalmente inhiben la actividad voluntaria cuando están hipnotizados
pero los niños suelen moverse nerviosamente y parecen intranquilos aunque puedan estar muy
implicados con el clínico y con lo que éste está haciendo. Si uno tiene expectativas rígidas de
cómo debe parecer y comportarse un cliente hipnotizado, a un niño que se mueve mucho
parecerá que no le han afectado los procedimientos hipnóticos.
La inactividad absorbente (llamada «catalepsia») como prueba de la hipnosis es una
imposición en el niño que tiene una naturaleza activa y no es necesaria para que la
comunicación tenga un efecto significativo. Los niños pueden ser, y a menudo son, altamente
sensibles a las intervenciones apropiadas (Kohen y Olness, 1993; Olness y Gardner, 1988).
En general, la edad es una consideración relativamente poco importante al evaluar la
capacidad para ser hipnotizado. Es un factor que ayuda a determinar cuáles son los mejores
métodos de inducción y utilización puesto que es necesario usar procedimientos que sean
apropiados a la historia y educación del cliente independientemente de su edad (Morgan y
Hilgard, 1973).
Inteligencia e hipnotizabilidad
Los estudios sobre la hipnotizabilidad muchas veces han sugerido que, cuanto más
inteligente sea la persona, mejor sujeto hipnótico será. Dichos estudios han hecho
descubrimientos claramente ambiguos. Si existe una relación entre inteligencia e
hipnotizabilidad, se cree que se debe a la relación positiva que existe entre la inteligencia y la
capacidad para concentrarse (Spiegel y Spiegel, 1987; Weitzenhoffer, 1989).
Los enfoques se deberían amoldar a la capacidad de la persona. En los casos
especiales es más cuestionador plantear metas y enfoques apropiados para la capacidad de la
persona que inducir a la hipnosis.
Autoestima e hipnotizabilidad
La autoestima del cliente es una variable muy importante respecto a su capacidad para
responder de manera significativa a las comunicaciones del clínico. En parte la autoestima
determina lo que el sujeto ve como posible para sí mismo.
La autoestima aparece como un fenómeno totalmente aprendido, no como un rasgo
presente en el nacimiento. Una persona experimenta y las conclusiones que saca a partir de
dichas experiencias determinan cómo se ve a sí misma de capaz. Confrontar la autoimagen
que un cliente tiene en forma de contradicción es una maniobra que raramente funciona para
intentar cambiarla. Normalmente el cliente se queda con el sentimiento de que el clínico no le
entiende.
Una de las metas de la hipnosis es aumentar la autoestima de la gente. ¿Qué es la
autoestima? Es cierto que no hay una definición comúnmente aceptada, pero está claro que
implica tener conciencia, aceptar y valorar cada uno de los aspectos de uno mismo.
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La hipnosis es una experiencia extremadamente subjetiva, puesto que no hay dos personas
que la experimenten de la misma manera. En este capítulo se presentan algunas de las
características más destacadas de dicha experiencia, tanto físicas como psicológicas. En la
tabla 1 aparece una lista de las características más normales que manifiesta la persona
hipnotizada.
Estas características se han de comunicar de manera diferente a una persona
hipnotizada de cómo se haría en una interacción más rutinaria.
______________________________________________________________
Tabla 1
La experiencia de la hipnosis
Atención selectiva
Si algún lector ha oído o ha usado alguna vez la frase «sólo ve lo que quiere ver» es
consciente de que los seres humanos se dan cuenta de aquello a lo que eligen darse cuenta.
Esto implica que las personas quizás no aprecien aquello de lo que eligen no darse cuenta. A
este fenómeno se le conoce como «atención selectiva», es decir, la capacidad de centrarse
deliberadamente en una porción de la experiencia mientras que «se desconecta» del resto.
El proceso de la atención selectiva es un factor instrumental en la interacción hipnótica
(Crawford y Gruzelier, 1992; Weitzenhoffer, 1989). El cliente debe atender selectivamente y de
forma gradual a las sugerencias que se le ofrecen y reducir su atención a cualquier asociación
interna que puedan estimular las sugestiones. El cliente generalmente está centrado en lo
interno; incluso aunque se dé cuenta de los acontecimientos externos y responda a ellos,
realmente éstos representan sólo una mínima parte de la atención del cliente. Se vuelve muy
destacada la capacidad del inconsciente para responder a las cosas que están fuera del campo
atencional consciente de la persona. Con esto acabo de sentar las bases para la siguiente
característica que comentaré: la disociación.
Disociación
Interpretación subjetiva
Cómo responderá una persona a una palabra o frase es algo impredecible. Hay que
recordar que cada persona usará su propio marco de referencia (es decir, experiencias,
conocimientos) para dar significado a las palabras del clínico. Lo mejor que este último puede
hacer es usar las palabras con suficiente cuidado como para dejar tan poco espacio como sea
posible (o tanto, según sea el caso) a la mala interpretación «errónea». El entrenamiento en
hipnosis con pares permite recibir una retroalimentación honesta sobre el impacto que han
tenido las palabras y frases que es bastante probable que los clientes no den. Descubrir qué
comunicaciones facilitan la experiencia hipnótica y cuáles la entorpecen son dos de los
aspectos más valiosos de la formación en hipnoterapia clínica con grupos pequeños (Erickson
y Rossi, 1979, 1981; Matthews, Lankton y Lankton, 1993).
Una característica del estado hipnótico que es totalmente práctica, aplicada a la clínica
se llama «lógica del trance». Esto hace referencia a que el cliente no tiene necesidad de que su
experiencia sea enteramente realista o racional. En otras palabras, el cliente puede, al menos
temporalmente, aceptar la realidad sugerida, aunque ésta sea ilógica y objetivamente
imposible, como si fuera la única realidad.
La lógica del trance es un estado voluntario de aceptación de las sugestiones sin que
tenga lugar la evaluación crítica que, por supuesto, destrozaría la validez o el significado de
algunas sugestiones. La oportunidad de que el cliente responda «como si» algo fuera real
puede ser la puerta que lleve hacia sentimientos más profundos y a cuestiones apropiadas para
realizar intervenciones terapéuticas (Lynn y Rhue, 1991; Orne, 1959; Sheehan y McConkey,
1982).
Relajación
Una persona puede estar hipnotizada sin que necesariamente esté relajada, pero la
relajación de cuerpo y mente es una característica que la mayoría de la gente asocia con la
hipnosis. La mayor parte de los procesos terapéuticos tienen que ver con la relajación como
forma de facilitar la disociación de la mente consciente e inconsciente. La relajación hace que
los clientes se sientan bien, altera su experiencia de sí mismos de manera bien definida, y se
les puede convencer, incluso, de que están hipnotizados (Benson y Carol, 1974; Edmonston,
1991; Mitchell y Lundy, 1986).
La relajación asociada a la hipnosis surge en forma de varios cambios físicos (descritos
en la siguiente sección) y de una pasividad voluntaria en la que el cliente experimenta que
hacer cualquier cosa supone demasiado esfuerzo. Si se le pide al cliente que hable, se mueva
o piense, éste suele reaccionar con una inactividad aparente, simplemente porque lo que se le
ha sugerido requiere más energía de la que él/ella está dispuesto a gastar. Ésta es otra razón
para asumir un enfoque laxo en vez de uno exigente, para que el cliente experimente la
hipnosis a su manera sin tener que «actuar».
Cada una de las características físicas descritas anteriormente se puede usar como
indicador general de la hipnosis, pero ningún signo, por sí solo, puede decirnos qué es lo que
realmente está experimentando el cliente a nivel interno. En cierto sentido el clínico es un
visitante en el mundo de otra persona y debería ser un observador cauto y, sobre todo,
respetuoso. Gran parte de la evaluación de cuándo se pasa de una fase de la sesión de
hipnosis a otra, por ejemplo ir de la inducción a la utilización, se basa en lo bien que se
observen los cambios en el cuerpo y la conducta del cliente. Tomar una línea de base de su
tensión muscular, su ritmo respiratorio y pulso y cualquier otra cosa que se encuentre antes de
empezar, puede ayudar a darse cuenta de los cambios que tienen lugar a medida que se
progresa y que sugieren el desarrollo de un estado diferente del que tenía el cliente
originariamente. No siempre se puede saber cuál es el contenido de la experiencia, pero se
pueden observar cambios que indican que la guía del terapeuta ha producido algún impacto.
Cuanto más hábil se vuelva uno en observar dichos cambios, más cómodo se sentirá para
adaptar las sugestiones espontáneamente a la experiencia del cliente (Grinder y Bandler, 1981;
O'Hanlon, 1987).
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CAPÍTULO 11: Condiciones para realizar hipnosis
En este capítulo me gustaría explicar algunas de las variables que están fuera de los patrones
de comunicación y de la relación terapéutica y pueden influir en el trabajo del terapeuta. Estas
variables se dividen en «ambientales» y «físicas».
Variables ambientales
Existen ciertas condiciones ambientales que yo creo que son deseables para realizar
hipnosis, pero no son absolutamente esenciales. Primero, resulta útil trabajar en una atmósfera
relativamente tranquila, libre de ruidos molestos o desagradables, lo cual, obviamente, distraerá
menos al cliente, permitiéndole centrarse más en las experiencias internas que en las externas.
Sin embargo, si somos realistas, los teléfonos suenan, las puertas golpean al cerrarse, la gente
habla al otro lado de la puerta (si es que hay puerta), se oye el bullicio del tráfico, pasan
aviones, la gente deja caer objetos pesados, se oyen estornudos, los animales domésticos
golpean jarrones, los niños pelean... En otras palabras, ningún ambiente es totalmente tranquilo
y está libre de ruidos externos, ni tampoco tiene que serlo. La clave para ayudar al cliente a
centrarse internamente sin distraerse con acontecimientos externos estriba en la capacidad del
terapeuta para incluirlos en el proceso (Bandler y Grinder, 1979; Zeig, 1980,1985).
Otro factor ambiental que puede ser útil es el uso de una iluminación suave y
tranquilizadora, que puede crear una atmósfera cómoda. Yo no recomendaría una iluminación
demasiado débil, ni tampoco estar a oscuras. Para algunos puede ser útil trabajar a la luz de
las velas, aunque para otros (como yo) es demasiado esotérico.
Un tercer factor ambiental que afecta a la capacidad del cliente para relajarse es el
mobiliario. Las camas o divanes para tumbarse pueden ser demasiado sugestivos y además es
más probable que el cliente se duerma. El mobiliario debería ser cómodo y servir para que el
cliente apoye la cabeza y el cuerpo. A medida que el cliente se relaja, su cuerpo tiende a
volverse pesado; el resultado es muchas veces dolor de cuello y espalda si no se tiene un
apoyo físico adecuado. Por eso las sillas reclinables son bastante buenas (Alman y Lambrou,
1992; Weitzenhoffer, 1989).
No son tan importantes la iluminación, el mobiliario y los sonidos ambientales como la
manera de usarlos. Hasta aquí el punto clave es usar cualquier cosa que ocurra como parte del
proceso, enmarcando el acontecimiento intrusivo como adecuado (Grinder y Bandler, 1981;
Kelly, 1993; Stone, 1986).
Variables físicas
También merece la pena considerar ciertas condiciones físicas cuando se está
realizando hipnosis. No me refiero a la salud física, sino a las experiencias físicas transitorias
que pueden desempeñar un papel en el encuentro terapéutico. Físicamente es útil que el
cliente se sienta cómodo (es decir, que su cuerpo tenga un soporte adecuado, que la ropa no le
apriete ni sea ceñida, que la temperatura sea agradable y que él no sienta prisa ni le distraigan
otras cosas que exijan una atención inmediata.
Es importante que el cliente no tenga nada en la boca (por ejemplo, un chicle o un
caramelo) que le podría provocar ahogo o atragantamiento a medida que se relaja. Además,
muchas personas usan lentes de contacto y algunas de ellas están elaboradas de manera que,
si el cliente cierra los ojos aunque sea pocos minutos, producen irritación hasta el punto de
volverse dolorosas. Es bueno preguntarle al cliente si desea quitarse las gafas, lentes de
contacto, zapatos o cualquier otra cosa que pudiera dificultar que se centre en la introspección
de manera adecuada.
Otras consideraciones físicas son la influencia de las drogas y el alcohol, que
normalmente son contraproducentes para realizar un trabajo eficaz. Se exceptúan los fármacos
prescritos por el médico, aunque incluso éstos pueden dificultar potencialmente la respuesta
hipnótica eficaz. También existen objeciones similares para el cliente excesivamente cansado o
exhausto, que se puede dormir con facilidad pero es difícil que se centre internamente de
manera útil (Beahrs, Carlin y Shehorn, 1974; Spiegel, 1986).
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Segunda Parte: PRÁCTICA
CAPÍTULO 12: Estructura de las sugestiones
Estilos de comunicación
Uno de los requisitos previos para usar la hipnosis de manera efectiva es apreciar las
diferencias en los estilos de procesamiento de información y en la habilidad de la mente
consciente y la inconsciente. Una de las formas en las que la hipnosis obtiene su fuerza es
formulando sugestiones que puedan incidir en la visión del mundo de la mente inconsciente.
Existen dos categorías principales de comunicaciones hipnóticas: la directa y la
indirecta. No sólo no son mutuamente excluyentes, sino que dudo que sea posible (o deseable)
realizar un proceso hipnótico eficaz exclusivamente en una de las dos. En realidad, ambos
estilos serán evidentes en distintos momentos de un mismo proceso. Además, cada sugestión
variará en el grado de directividad, como si se tratara de un continuo en el que un polo es la
sugestión «directa» y el otro la «indirecta». La cuestión de qué estilo usar en un momento dado
depende de la naturaleza de la sugestión (considerando factores como su potencial para
amenazar al cliente) y el grado de respuesta de éste (Alman y Carney, 1980; Erickson y Rossi,
1979; Zeig y Rennick, 1991).
__________________________________________________________
Tabla 2
Estructuras y estilos de sugestión hipnótica básicos
Sugestiones positivas
«Puedes hacer X»
Sugestiones negativas
«No puedes hacer X»
Sugestiones directas
«Puedes hacer X»
Sugestiones indirectas
«Conocí a alguien que disfrutaba haciendo X»
Sugestiones de proceso
«Puedes tener un recuerdo especial»
Sugestiones de contenido
«Puedes recordar a tu profesor de tercer grado»
Estilos permisivos
«Puedes permitirte a ti mismo hacer»
Estilos autoritarios
«Harás X»
Sugestiones poshipnóticas
«Más tarde, cuando estés en la situación A, puedes hacer X»
___________________________________________________________
Sugestiones directas
Las sugestiones directas son aquellas que tratan o bien con el problema que se tiene
entre manos o bien con la respuesta específica deseada de manera abierta y clara. No se
conocen por su sutileza.
Las sugestiones directas hacen referencia, en gran medida, a la experiencia consciente
de la persona, y normalmente proporcionan soluciones específicas a los problemas e
instrucciones detalladas sobre cómo responder.
Normalmente, para empezar la hipnosis el clínico querrá que el cliente cierre los ojos.
Si el clínico elige un enfoque directo, puede ofrecer alguna de las siguientes sugestiones
directas:
Las ventajas de las sugestiones directas son: a) su relevancia directa con los asuntos
que se tienen entre manos (reduciendo las preocupaciones conscientes del cliente respecto a
la capacidad del terapeuta para tratar directamente sus problemas); b) su capacidad para
mantener los objetivos del cliente bien definidos y a la vista; c) la implicación directa del cliente
en el proceso de manera activa; y d) su capacidad para servir de modelo para la resolución de
cualquier problema futuro que surja a través del desarrollo directo de una estrategia consciente
de solución de problemas.
El inconveniente de las sugestiones directas es que confían demasiado en el deseo
consciente de seguir las sugestiones, usando menos los recursos de la mente inconsciente.
Además, es más probable que este tipo de sugestiones susciten resistencia en el cliente al
tratar de manera tan directa sus problemas que, potencialmente, son una experiencia
amenazante. Esta sensación de amenaza que tiene el cliente aumenta la probabilidad de tener
reacciones defensivas, una de las cuales es el rechazo de las sugestiones.
Es necesario que el terapeuta valore las ventajas y desventajas de usar sugestiones
directas para tomar la decisión pertinente de manera que su uso produzca una experiencia
hipnótica exitosa (Crasilneck y Hall, 1985; Kroger, 1977; Spiegel y Spiegel, 1987;
Weitzenhoffer, 1989).
Sugestiones indirectas
Las sugestiones indirectas son aquellas que están relacionadas con el problema
tratado o con la respuesta específica deseada de manera encubierta y, por lo tanto, no
intrusiva. Pueden ser bastante sutiles. Dichas sugestiones normalmente tienen una relación
indirecta y requieren que el cliente las interprete de manera idiosincrásica para darles
significado. El uso de las sugestiones indirectas puede hacer que el cliente se pregunte a nivel
consciente de qué está hablando el terapeuta y, al mismo tiempo, su mente inconsciente esté
asociando lo que dice el terapeuta con su experiencia interna (procesos dinámicos
subyacentes), preparando el terreno para que se produzcan los cambios.
Estas sugestiones pueden adoptar formas diferentes como contar historias, analogías,
chistes, juegos de palabras, tareas para casa y sugestiones disfrazadas o entremezcladas.
Cualquier forma de comunicación que requiera una respuesta del sujeto sin pedírsela
directamente implica, en cierta medida, una sugestión indirecta.
Si un terapeuta sospecha, basándose en la retroalimentación que recibe de su cliente,
que le resultaría más fácil la hipnosis a través de métodos indirectos, le podría ofrecer alguna
de las siguientes sugestiones:
Un buen sujeto hipnótico empieza cerrando los ojos. ¿Puedes permitir que tus ojos se
cierren?
A muchos de mis clientes les gusta sentarse en esa silla y tener los ojos cerrados.
¿No es agradable no tener que escuchar con los ojos abiertos?
Me pregunto qué cree que le permitiría CERRAR LOS OJOS cómodamente.
Elección de estilo
La directriz para elegir un estilo y el grado en el que dicho estilo se debería usar se
basa en dos factores principalmente: el nivel de insight deseable o necesario para que la
intervención funcione y la capacidad de respuesta del cliente.
Algunos clientes quieren entender a nivel consciente, preguntando muchas veces
«¿por qué?». Otros están más interesados en conseguir que se produzca algún cambio en el
problema, sin importar lo que eso suponga. Cuanto mayor sea la necesidad de la persona de
entender a nivel consciente e intente implicar al terapeuta en este nivel, más disruptivo será un
enfoque indirecto en su patrón normal, aumentando la probabilidad de cambio. Aunque, al
mismo tiempo, una persona que quiere entender a nivel consciente puede quedar
desconcertada por los métodos indirectos, perder la paciencia y la motivación y rechazar la
experiencia como inútil.
La experiencia es lo único que puede ayudar al terapeuta a evaluar qué estilo se debe
utilizar con cada cliente en concreto.
La segunda variable que cabe considerar al valorar si se usa un estilo directo o
indirecto es el grado de respuesta del cliente (o «resistencia», considerada tradicionalmente
como una falta de respuesta). Una directriz general para decidir qué estilo hay que usar es
ésta: el grado de directividad debería ser directamente proporcional al grado de resistencia
encontrado o anticipado (Zeig, 1980). En otras palabras, cuanto mayor sea la incapacidad o la
falta de ganas del cliente de seguir las instrucciones del terapeuta, más indirectas deberán ser
las sugestiones de este último.
Comportamiento clínico
Antes del reciente interés que han suscitado los métodos indirectos para inducir y
utilizar el estado hipnótico, su consideración se limitaba a la conducta del clínico cuando ofrecía
sugestiones directas. Los estilos se describían en un continuo en el que «autoritario» estaba en
un extremo y «permisivo» en el otro. Estos términos todavía pueden ser útiles para describir las
relaciones existentes entre el clínico y el cliente, y por eso se han incluido aquí.
El estilo autoritario es dominante y en él el clínico literalmente ordena al cliente que
responda de una determinada manera. La autoridad y el poder son las variables en las que
confía el clínico y la respuesta del «buen» cliente es la conformidad.
Los enfoques autoritarios ofrecen sugestiones en forma de órdenes. Las siguientes
instrucciones están estructuradas de forma autoritaria:
En el otro lado del espectro está en enfoque «permisivo», que es mucho más
respetuoso con la capacidad del cliente para hacer elecciones en su propio nombre respecto a
las cosas a las que responderá y a las que no. El enfoque permisivo se caracteriza por el
énfasis que se pone en permitir al cliente ser consciente de las posibilidades que tiene de dar
respuestas significativas, en vez de exigir dichas respuestas. Las siguientes sugestiones están
estructuradas con un estilo permisivo:
Estructuras de sugestión
Además del estilo para ofrecer sugestiones, el terapeuta tiene que elegir también una
estructura particular para la sugestión, que puede asumir diferentes formas, que describiremos
a continuación.
Sugestiones positivas
Las sugestiones positivas son, con diferencia, el tipo de estructura más común, simple
y útil. Proporcionan apoyo y ánimo y están expresadas de manera que dan al cliente la idea de
que puede experimentar o conseguir algo deseable. Puesto que las palabras nos recuerdan las
experiencias que representan (como símbolos de las mismas), las sugestiones positivas crean
respuestas deseables. Las siguientes sugestiones están estructuradas de manera positiva (y
permisiva también):
Sugestiones negativas
Sugestiones de contenido
Piensa en una rosa roja con unos pétalos suaves y aterciopelados y una fragancia
suave y dulce.
Imagina que estás en la playa en un día claro y brillante, sintiendo como el sol calienta
tu piel, oliendo la sal en la brisa del océano y oyendo el ruido de las olas al chocar
contra la orilla.
¿Puedes recordar lo agradable que es dar un mordisco a una naranja llena de zumo,
cómo se llena de líquido tu boca, cómo corre el jugo por tus dedos, y su sabor ácido?
Cada uno de los ejemplos anteriores proporciona detalles específicos respecto a lo que
se va a experimentar pensando en una rosa, en la playa o en una naranja. Quizá dichos
detalles permitan tener una experiencia más plena, en cuyo caso son útiles. Sin embargo, estas
frases pueden ejemplificar también el riesgo potencial de usar sugestiones llenas de contenido,
es decir, los detalles que el terapeuta da al cliente quizá no son los que éste hubiera elegido.
El problema potencial de las sugestiones de contenido es simplemente éste: cuantos
más detalles ofrece el terapeuta mayor es la probabilidad de que algo de lo que sugiera
contradiga la experiencia del cliente (Grinder y Bandler, 1981; O'Hanlon, 1993).
En contraste con las sugestiones de contenido, que son tan meticulosas, las de
proceso se caracterizan por su escasez de detalles, dejando al cliente libertad para prestar
atención a aquellos que él mismo ha asociado a (es decir proyectado en) la experiencia
sugerida.
Las instrucciones sobre el proceso dan a los clientes la oportunidad de usar su propia
experiencia y sus propios detalles en el proceso y, por lo tanto, de hacer que lo que parece a
primera vista demasiado general para ser eficaz, se convierta en un enfoque muy
individualizado. A continuación se incluyen algunos ejemplos de instrucciones sobre el proceso:
Las sugestiones poshipnóticas son aquellas que se dan al cliente mientras está
hipnotizado y tienen que ver con conductas o emociones que tendrá en algún contexto futuro.
Estas sugestiones permiten posponer para el contexto deseado las conductas nuevas o el
entendimiento adquirido durante la hipnosis. Las sugestiones poshipnóticas son una parte
necesaria del proceso terapéutico si el cliente aporta nuevas posibilidades a las experiencias
futuras. Sin ellas, el aprendizaje adquirido durante la sesión de hipnosis es probable que quede
limitado al estado hipnótico en sí. La razón por la que esto ocurre es que las respuestas
hipnóticas son específicas de un estado, están asociadas a un estado interno concreto. La
sugestión poshipnótica permite que el aprendizaje recientemente adquirido cruce los límites
internos y esté disponible en otros estados de conciencia. Si el cliente puede tener la conducta
o la emoción sólo cuando está hipnotizado, sigue estando muy limitado.
Estas sugestiones son útiles para asegurarse de que la respuesta deseada quedará
integrada en la vida cotidiana de la persona, reemplazando respuestas disfuncionales o
ausentes. Además, también se pueden usar para facilitar el trabajo hipnótico futuro ofreciendo
la sugestión de que en futuras sesiones el cliente podría entrar en la hipnosis con más rapidez
y profundidad (Erickson y Rossi, 1979; 1981; Lankton y Lankton, 1983).
Sugestiones especializadas
Mientras que la estructura y el estilo de las sugestiones que acabamos de describir
representan el núcleo de las sugestiones hipnóticas, existen otras formas derivadas de los
componentes nucleares. Algunas de ellas las describiremos en esta sección.
Preguntas de acceso
Sugestiones ambiguas
Aposición de opuestos
Al ofrecer sugestiones que crean distintas polaridades sobre la experiencia del cliente
se está usando la aposición de opuestos. Por ejemplo, «mientras su mano izquierda se vuelve
agradablemente fría e insensible, se da cuenta de que su mano derecha se vuelve
cómodamente cálida y sensible» (Erickson y Rossi, 1979; Hammond, 1990).
Sugestiones confusionales
Directrices implícitas
Sugestiones entremezcladas
Metáforas
En la bibliografía sobre hipnosis clínica las metáforas han llegado a significar historias.
Las metáforas son un método indirecto para conseguir diferentes objetivos. Se consideran una
de las formas más poderosas y suaves para comunicar información relevante a un cliente, y por
ello se comentan detalladamente en algunos de los próximos capítulos (Barker, 1985; Gordon,
1978; Wallas, 1985).
Sugestiones paradójicas
Presuposiciones
Juegos de palabras
Usar el humor como herramienta puede ser una manera valiosa de implicar al cliente
en el proceso y, al mismo tiempo, de establecer una asociación emocional agradable con la
hipnosis. Por ejemplo: «A algunas personas les gusta la hipnosis de una manera rítmica y
predecible pero usted y yo sabemos que el método del ritmo no es muy fiable» (Erickson y
Rossi, 1979; Zeig, 1980).
Perogrulladas
Una perogrullada es una observación de «sentido común» que parece ser tan evidente
como innegable. Se usan para construir una aceptación de la sugestión que sigue basándose
en la aceptación de la perogrullada: «Todas las personas son únicas (perogrullada), todos
sabemos que por eso usted puede experimentar la hipnosis profunda de manera única»
(Erickson y Rossi, 1979; Hammond, 1990).
Conclusión
Las palabras son estímulos, y evocan las mismas o similares respuestas que los
objetos o conceptos que representan. Por lo tanto, se han de elegir cuidadosamente y también
la manera de decirlas.
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En este capítulo se ofrecerán directrices generales para elegir las palabras y frases particulares
que uno puede usar en la sesión de hipnosis. Estas directrices pretenden ayudar a los lectores
a formular sugestiones que es muy probable que acepte el sujeto con el que se está
trabajando.
Ahora no sé qué es lo que te dices a ti mismo... cuando te dices cosas a través del
pensamiento... pero ese diálogo interno desempeña un papel importante en la calidad
global de tu experiencia... y sería agradable oír que te dices a ti mismo algunas cosas
positivas... cumplidos...
Cuando recordabas hace un momento aquel feliz recuerdo... toda tu conducta cambió...
era obviamente un sentimiento maravilloso... sentirse querido... sentirse profundamente
apreciado... tan fuerte y tan obvio que casi lo puedes tocar... y que es una poderosa
experiencia emocional... que puedes guardar para el resto de tu vida...
Como principio general, los clientes encontrarán más valioso el proceso cuanto más
capaz sea el terapeuta de conseguir que se centren en aspectos de su experiencia de los que
normalmente no se dan cuenta. La terapia muchas veces significa desarrollar aspectos poco
desarrollados de uno mismo y «sintonizar» con cosas con las que antes no se sintonizaba.
Conclusión
Aunque este capítulo abarca algunos de los componentes básicos de la comunicación
hipnótica, obviamente no puede cubrir todas las sutilezas inherentes en dichos patrones. Se
debe recordar que en cada principio general comentado hay excepciones.
Bibliografía
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Para la mayoría de los clínicos que tienen una orientación tradicional, el uso de la hipnosis se
suele basar en la idea de que sólo algunas personas son hipnotizables y las personas
hipnotizables lo son en diferentes grados. Desde su perspectiva, los test son una buena
manera de evaluar si alguien es hipnotizable y, si lo es, en qué grado. Yo, en mi práctica no uso
test formales de sugestionabilidad, sino que asumo la inevitable presencia de sugestionabilidad
en mis clientes. Sin embargo, para el hipnotista que no comparte este punto de vista o para el
que no tiene suficiente experiencia como para evaluar la comunicación espontánea de
dinámicas de sugestionabilidad, estos test pueden ser una herramienta suficiente.
Los test de sugestionabilidad en la práctica clínica generalmente consisten en
encuentros minihipnóticos en los que se ofrecen al cliente una serie de sugestiones breves y
ritualizadas para que se relaje, seguidas de una sugestión para conseguir una respuesta
específica. Si el cliente responde de la manera sugerida, ha «pasado» el test. A esto le pueden
seguir más test, cada uno de los cuales requiere (según el pensamiento tradicional) un mayor
grado de profundidad hipnótica para proporcionar la respuesta sugerida. Si el cliente no
responde de la forma sugerida, ha «suspendido» el test. La calidad de la respuesta del cliente
(es decir, opuesta, mínima, etc.) se debería anotar para tener información sobre el estilo de la
persona; así, se puede obtener información potencialmente importante incluso a partir de un
pobre desempeño en un test de sugestionabilidad (Weitzenhoffer, 1989).
Se pide al cliente que se siente confortablemente con las manos unidas y los dedos
entrelazados. Se ofrecen sugestiones sobre que sus manos están pegadas. También se
sugiere que cuanto más fuerte intente el sujeto separarlas más fuertemente pegadas estarán.
Entonces se cuestiona al cliente para que intente separar las manos. El fracaso para hacerlo
indica sugestionabilidad (Cohén, 1984).
En esta técnica se utiliza el método «intentar versus hacer» («cuanto más lo intentes
más difícil será... inténtalo ahora... Ahora puedes... Adelante, hazlo...») se aplica al cierre de
ojos. Las sugestiones dadas son que los ojos de la persona son tan pesados que se cierran, y
los músculos de los ojos están tan relajados y sin fuerzas que no los puede abrir. Cuanto más
intente abrirlos, más fuertemente cerrados estarán (Weitzenhoffer, 1989).
Órdenes entremezcladas
Cambios no verbales
Parte del logro de rapport se debe a «ir al ritmo» o «reflejar» las conductas del cliente
sin que éste sea consciente. Sincronizando con el patrón de respiración del cliente, por
ejemplo, se refleja una parte de él que no está en su conciencia. Si el terapeuta cambia luego
su respiración y el cliente le sigue, este último está respondiendo inconscientemente: se trata
de un indicador de rapport y sugestionabilidad (Zeig, 1985).
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CAPÍTULO 15: Inducción del estado hipnótico formal
Esta técnica consiste en ofrecer sugestiones a los clientes para que se imaginen en
algún lugar especial en el que se sientan muy relajados, seguros y felices. Como se describen
los detalles del lugar, los clientes pueden experimentar más y más la sensación de estar allí.
Cualquier lugar en el que los clientes se sientan cómodos es suficiente para que esta
técnica sea eficaz. En el caso de que los clientes no tengan en su experiencia un lugar en el
que se sientan bien para ir, lo pueden imaginar; casi todo el mundo tiene algún lugar en la
fantasía al que les gustaría viajar (Smith y Wester, 1984).
Fijación ocular
Métodos de contar
Generalmente es un buen método para los clientes más «difíciles» y es un patrón que
no implica dar sugestiones directas a los clientes para que respondan de una manera concreta,
sino sugestiones para actuar «como si» estuvieran respondiendo de la manera deseada. En
términos de resultados, el límite de dónde acaba el actuar y dónde empieza la realidad es
ambiguo puesto que ambas respuestas son idénticas.
Se debe sugerir que el cliente actúe «como si» estuviera cómodo, relajado, pensando
en un momento agradable o cualquier cosa que prepare el terreno para que el cliente
experimente realmente las sugestiones sin que se haga ninguna petición personal real (Grinder
y Bandler, 1981).
En esta técnica se le dice al cliente que se imagine (vea, oiga, sienta) a sí mismo en el
tramo más alto de unas «escaleras especiales» o en un «ascensor especial». A medida que
baja las escaleras experimenta que se va relajando con cada paso, y puede sentirse más
profundamente hipnotizado. O, a medida que pasa por cada piso al descender en el ascensor,
nota que se siente más profundamente hipnotizado (Smith y Wester, 1984).
Compuestos de palabras
Esta técnica implica ofrecer sugestiones respecto a la presencia del «ojo de la mente»
como esa parte de la mente que permanece activa pensando e imaginando a medida que
avanza la hipnosis. Con sugestiones para el «párpado de la mente», similar a las sugestiones
de la «fijación del ojo» de que «los párpados se vuelven pesados», el cliente puede eliminar
lentamente el acceso a los pensamientos e imágenes dispersos y experimentar un estado de
hipnosis más profundo.
Esta técnica tal vez sea una manera efectiva de «apagar» buena parte del diálogo
interno que fluye continuamente en cada uno de nosotros, haciendo que la hipnosis sea más
fácil de experimentar.
Silencio
El silencio es una técnica útil para profundizar en la hipnosis si se utiliza bien. Después
de la inducción, se ofrecen sugestiones con el efecto de que el cliente ahora puede «tener un
tiempo de silencio para disfrutar de la relajación de la hipnosis, a la vez que profundiza en la
experiencia».
Resumen
En este capítulo se han presentado algunos de los métodos más comunes y útiles para
inducir y profundizar en el estado hipnótico de acuerdo con los enfoques tradicionales y
estructurados. Cualquier cosa que haga que la persona centre la atención y facilite
sentimientos de confort y bienestar se puede usar como inducción. Los métodos que hemos
presentado aquí pretenden ofrecer una base sobre la que poder construir.
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CAPÍTULO 16: Inducciones hipnóticas naturalistas
Inducciones naturalistas
Las técnicas de confusión se encuentran entre los patrones hipnóticos más complejos
de aprender porque tienden a confundir. Estas técnicas rompen deliberadamente la
organización mental cotidiana para aumentar la probabilidad de que funcione una sugestión.
Cuando las personas están confusas se DETIENEN. Y entonces se centran en lo
interno (un estado hipnótico autoinducido) a medida que organizan rápidamente todo lo que
saben para resolver la confusión. Mientras que la mente consciente de la persona está tan
preocupada por dar sentido a algo, la inconsciente está más disponible para las sugestiones.
Las técnicas de confusión pueden tomar gran variedad de formas, pero generalmente
entran dentro de una de estas categorías: las técnicas de interrupción y las de sobrecarga. Las
de interrupción consisten en decir y/o hacer algo para interrumpir el estilo de respuesta rutinaria
de la persona en una área determinada.
La sobrecarga sensorial implica sobrecargar la mente consciente de la persona con
información proveniente de múltiples fuentes que no se pueden sostener; así la inconsciente
está implicada en un mayor grado.
Las técnicas de confusión con el propósito de realizar una inducción requieren una
presentación clara por parte del clínico, que debe saber lo que está haciendo en cada
momento. También requieren cierta disociación por parte del clínico para no quedar atrapado
por la confusión que él mismo está creando (Erickson, 1964; Gilligan, 1987; Otani, 1989b).
Conclusión
Los enfoques presentados en este capítulo se encuentran entre los medios más
espontáneos y eficaces para inducir a estados hipnóticos de una manera naturalista. La
incapacidad de poder ser descritos palabra por palabra es uno de sus puntos fuertes. Los
clínicos que desarrollan habilidades en el uso de estos enfoques lo lograrán sólo a través de
múltiples sesiones de práctica observando cuidadosamente las respuestas del cliente al mismo
tiempo que desarrollan flexibilidad para transformar cada respuesta obtenida en otra que
intensifique la calidad de la intervención.
Bibliografía
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CAPÍTULO 17: Fenómenos hipnóticos y su inducción
Los diferentes fenómenos hipnóticos clásicos que se describirán y definirán en este capítulo
son los ingredientes básicos para las aplicaciones terapéuticas de la hipnosis. Además, son
también los elementos básicos para construir cualquier experiencia; las estructuras de la
hipnosis se pueden reunir para ayudar o para dañar, según sea su contenido.
A continuación presento los fenómenos hipnóticos clásicos en orden alfabético para
que sean una referencia más sencilla.
Enfoques
Amnesia
Descripción
Enfoques
La amnesia, más que cualquier otro de los diversos fenómenos hipnóticos, es menos
probable que se obtenga cuanto más directamente se sugiere. Sugerirle a alguien que «olvide
todo lo que tuvo lugar durante este tiempo» puede ser muy amenazador en ciertos niveles,
incluso para un cliente sensible y obediente. Por lo tanto, para facilitar la amnesia al cliente, los
enfoques indirectos son más aceptables, según mi experiencia.
Hay más probabilidades de que sea aceptado un enfoque directo para la amnesia si se
ofrece de una manera más permisiva. Los enfoques permisivos pueden tener diversas formas:
sugestiones indirectas, cambios atencionales y confusión (Cooper, 1979; Evans, 1986; Hilgard,
1968; Zeig, 1985).
Analgesia y anestesia
Descripción
Enfoques
Catalepsia
Descripción
Enfoques
Cualquier cosa que capte con intensidad el interés del cliente puede facilitar las
respuestas catalépticas, incluyendo historias interesantes, sorpresas o sobresaltos y confusión
(Bloom, 1990; Rossi, 1973). La catalepsia del cliente se logra de manera directa o indirecta,
verbalmente o no verbalmente, según se desee. La forma más común de estimular la
catalepsia es ofrecer simplemente sugestiones generales para la relajación y la inmovilidad.
Probablemente el ejemplo mejor y más práctico para facilitar la hipnosis o la catalepsia
con procedimientos no verbales de sugestión es la técnica de modelamiento indirecto. Usando
su cuerpo como modelo el terapeuta puede cambiar deliberadamente los patrones animados
de conversación rutinaria y mostrar al cliente la inmovilidad potencial del estado hipnótico
(Erickson, 1983, 1985; Gilligan, 1987).
Disociación
Descripción
La disociación se define como la capacidad para romper una experiencia global en las
partes que la componen, ampliando la conciencia por una parte y disminuyéndola por otras.
Desafortunadamente, la mayoría de los terapeutas parecen conocer solamente la disociación
en sus formas patológicas y no han aprendido a facilitar sus aplicaciones terapéuticas.
A través de la disociación, las personas no tienen que estar unidas a su experiencia
inmediata, implicadas y «presentes». Pueden «experimentar a través de los movimientos» sin
estar realmente «allí». La mente consciente se deja llevar hacia algún lugar, preocupada por
cualquier otra cosa que llame su atención y, entonces, la mente inconsciente es libre de
responder de cualquier manera que elija. Cuanto más profundo sea el estado hipnótico, mayor
será el grado de disociación y también la oportunidad de obtener respuestas inconscientes.
La hipnosis implica necesariamente disociación y por eso se ha comentado
anteriormente en este libro la disociación como característica hipnótica básica. La disociación
permite que se produzcan en el cliente respuestas automáticas o espontáneas; los recuerdos
reprimidos u olvidados se pueden recordar, la mano elevarse inconscientemente, el cuerpo
olvidar moverse o darse cuenta de las sensaciones, etc. (Cardena y Spiegel, 1991; Hilgard,
1986; Spiegel, 1993).
Enfoques
Distorsión temporal
Descripción
Enfoques
Los enfoques para facilitar la distorsión temporal pueden oscilar entre «apartarse
simplemente del camino» o dejar que la distorsión temporal surja espontáneamente ante las
sugestiones directas o indirectas para que se desarrolle. La distorsión temporal tiende a
aparecer sin sugestiones, puesto que una vez que alguien cierra los ojos y queda absorto en la
experiencia interna (por ejemplo, pensamientos, recuerdos, sensaciones, etc.) el mundo
externo queda en un segundo plano y las posibilidades de hacer una evaluación realista de
cuánto tiempo de reloj ha pasado son menores.
Las sugestiones directas inducidas para que se produzca una distorsión temporal,
especialmente si se ofrecen de forma permisiva, pueden facilitar bien la experiencia.
Las sugestiones indirectas de distorsión temporal plantean de manera amable la noción
de que la experiencia del tiempo se puede alterar. Las sugestiones indirectas, las historias que
contienen ejemplos de experiencias en las que el tiempo se distorsionó, los postulados
conversacionales y los dobles vínculos son todos ellos capaces de facilitar la distorsión
temporal (Alman y Lambrou, 1992; Erickson y Erickson, 1958; Hammond, 1990; Lankton y
Lankton, 1983; Spiegel y Spiegel, 1987).
Progresión temporal
Descripción
Enfoques
Regresión temporal
Descripción
Enfoques
Respuestas ideodinámicas
Descripción
Las funciones automáticas de los humanos pueden existir al menos a tres niveles
diferentes: motor, sensorial y afectivo. Colectivamente se llaman «respuestas ideodinámicas»
que significa «conversión de una idea a una dinámica». Individualmente las respuestas se
llaman «respuesta ideomotriz», «respuesta ideosensorial» y «respuesta ideoafectiva». Cada
una de ellas es una respuesta automática generada a un nivel inconsciente como reacción a un
estímulo externo o interno.
La respuesta ideomotriz es la manifestación física de la experiencia mental o, en otras
palabras, las reacciones inconscientes del cuerpo ante los pensamientos de la persona.
Las respuestas ideosensoriales son experiencias automáticas de sensación asociada
al procesamiento de las sugestiones. La base para la respuesta ideosensorial es tener la gama
normal de sensaciones y una memoria anestésica de la experiencia de la sensación.
Las respuestas ideoafectivas son las reacciones emocionales vinculadas a las
diferentes experiencias que tiene cada persona. Es difícil, si no imposible, sentirse totalmente
neutral respecto a algo. Por lo tanto, a medida que el cliente experimenta las sugestiones del
clínico inevitablemente salen a la superficie diferentes sentimientos asociados a las ideas
contenidas en las sugestiones.
En la hipnosis, las ideodinámicas son variables importantes por dos razones. Primera,
porque reflejan la experiencia interna del cliente a los niveles en los que se pretende realizar un
cambio. Segunda, porque forman parte de la experiencia terapéutica actual y serán los
componentes de la terapia basados en la acción, los sentimientos y las sensaciones en los que
confiará la persona como base para los cambios en el futuro (Cheek, 1994; Erickson y Rossi,
1979, 1981; Gilligan, 1988; Lankton y Lankton, 1983; Weitzenhoffer, 1989).
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CAPITULO 18: La autohionosis y el sí mismo del
terapeuta
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CAPÍTULO 19: La utilización terapéutica del estado
hipnótico
La esencia de la hipnosis clínica es utilizar la capacidad que tiene cada persona para
experimentarse a sí misma de manera diferente, deliberadamente, para alcanzar objetivos
personales. ¿Qué recursos tiene la gente que les pueden resultar útiles? ¿Qué encuadre
mental necesitan para alcanzar dichos objetivos?
Patrones de intervención
Las aplicaciones de la hipnosis son tan diversas y tan creativas como el número de
clínicos que trabajan con ella. No existe ningún problema humano que se pueda resolver en
todas las personas mediante una fórmula única. Las sugestiones simples y directas se
consideran un tratamiento posible puesto que funcionan con un porcentaje relativamente
pequeño de población, y los patrones descritos aquí son una respuesta al reconocimiento de
que la mayoría de la gente necesita algo más multidimensional. Es necesario individualizar el
tratamiento y normalmente eso significa adaptar patrones generales de intervención a las
necesidades específicas del cliente. Este proceso es similar al aprendizaje de la gramática y el
vocabulario en el lenguaje, que no impiden que la persona se exprese a su manera. Por lo
tanto, los patrones oscilan entre relativamente simples y muy complejos y sutiles. Los
siguientes son algunos de los más simples y comunes que se suelen usar para intervenir en los
problemas de los clientes.
Reformulación
La habilidad clínica relacionada con la reformulación es dejar en suspenso el sistema
de creencias del cliente el tiempo suficiente como para que considere un punto de vista
alternativo. Convertir el vaso «medio vacío» en uno «medio lleno» es un ejemplo obvio de
cómo se puede transformar un punto de vista negativo en uno positivo. La reformulación
también puede funcionar en sentido contrario: alguna actividad que realizaba el cliente y con la
que se sentía bien hasta que el clínico dijo: «¿Cómo se puede permitir hacer esto?», puede
transformar rápidamente el bienestar en dolor.
La mayoría de las intervenciones, sin embargo, pretenden transformar el dolor en
bienestar. El supuesto subyacente a la reformulación como estrategia de intervención es que
cualquier experiencia (pensamiento, sentimiento, conducta) tiene algún valor positivo. Tomando
la experiencia que el cliente ve como negativa y comentando cómo y por qué esa misma
experiencia es positiva en el contexto adecuado, el terapeuta cambia la actitud del cliente hacia
dicha experiencia y se puede descargar la negatividad (Bandler y Grinder, 1979, 1982; Gilligan,
1987; Watzlawick, Weakland y Frisch, 1974).
Considérese alguien que cree que la vida es un fenómeno bien definido entre blanco o
negro. Pensando en extremos tan rígidos, la persona piensa en términos de «debo», «debería»
y cuál es la «manera correcta» de hacer algo. Como reformulación puedo ofrecer sugestiones
como las que siguen:
Casi todo el mundo ha visto los test de manchas de tinta que usan algunos
psicólogos... el cliente ve una mancha de tinta... un estímulo ambiguo... y le da
significado... desde dentro de él mismo... es una proyección... después de todo... la
mancha de tinta no significa realmente nada... solamente lo que uno cree que
significa... ¿y cuál es el estímulo más ambiguo al que se enfrenta cualquier ser
humano?... ¡la vida!... la vida es una mancha de tinta... en la que se vive cada día... y
algunos ven la vida como una aventura... una oportunidad... y otros como un problema
que hay que soportar hasta la muerte...
Reformular la «vida como una mancha de tinta» para contrarrestar la «vida
como blanco o negro» redefine su significado. Reformular significa redefinir.
Metáforas terapéuticas
Las metáforas terapéuticas son historias que se pueden crear de forma paralela a los
problemas de los clientes y pueden contarse de manera que absorban profundamente su
atención. Muchas veces el cliente puede proyectar significados en la historia que el terapeuta
no pretendía comunicar y que quizá tengan un gran impacto en el significado que pretendía
transmitir el terapeuta.
Aprender a contar historias de manera hipnótica (es decir, significativamente, utilizando
las respuestas del cliente, entremezclando sugestiones, etc.) es una habilidad de un valor
incalculable. La necesidad de inducir a un estado hipnótico formal disminuye a medida que se
obtienen respuestas hipnóticas con la presentación y el desarrollo de la historia. La capacidad
natural del cliente para dejarse llevar dentro y fuera de la hipnosis a medida que escucha al
clínico se puede utilizar y ampliar si el clínico quiere usar un enfoque metafórico. Con este
enfoque a veces el cambio puede suponer muy poco esfuerzo, algo que el clínico ha de tener
en cuenta. Después de todo, algunos cambios se producen bastante «espontáneamente»
(Barker, 1985; Brown, 1993; Gordon, 1980; Haley, 1973; Hammond, 1990; Lankton y Lankton,
1983, 1986, 1989; Mills y Crowley, 1986; Rosen, 1982; Spiegelman, 1990; Zeig, 1980c).
El siguiente es un ejemplo de metáfora terapéutica apropiada para alguien rígido a
quien le cuesta adaptarse a las circunstancias vitales cambiantes a las que se tiene que
amoldar (por ejemplo, cambio de trabajo o similar):
Conclusión
Al trabajar con la hipnosis el clínico asume un papel activo a la hora de facilitar
experiencias que le resulten terapéuticas al cliente. En la bibliografía de la hipnosis y de la
psicoterapia existen miles de estrategias terapéuticas disponibles. Las que aparecen en este
capítulo se encuentran entre las más comúnmente usadas.
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CAPÍTULO 20: La hipnosis en el tratamiento de
trastornos comunes
En la práctica clínica uno se encuentra con una amplia gama de problemas. Algunos son
bastante raros y otros bastante comunes. En este capítulo se ofrece una consideración breve y
superficial sobre algunos de los problemas clínicos más comunes y algunos de los más
frecuentemente asociados al tratamiento hipnótico. Se comenta cómo se puede usar la
hipnosis, ya sea directa o indirectamente, en el tratamiento.
Depresión
La depresión es un problema multidimensional muy complejo que prácticamente todo el mundo
experimenta de vez en cuando en diferentes grados. Tratar los problemas de relación de la
persona deprimida, sus distorsiones cognitivas, sus atribuciones de culpa y otros patrones
depresógenos con métodos hipnóticos puede ser un enfoque eficaz.
La hipnosis se puede usar a nivel superficial para aliviar la ansiedad, interrumpir la
rumiación negativa, aumentar la capacidad de respuesta y establecer expectativas positivas.
Se puede usar a un nivel más intenso para flexibilizar patrones de pensamiento o interpretar
acontecimientos rígidos y distorsionados, reformular los significados vinculados a experiencias
que tienen su raíz en sistemas de creencias de culpa y construir marcos de referencia positivos
para responder a la vida desde un encuadre más efectivo (Burrows, 1980; Havens y Walters,
1989; Havens, 1986; Miller, 1984; Torem, 1992; Yapko, 1988, 1989, 1992a, 1992b).
Disfunciones sexuales
Las personas con problemas sexuales tienen muchas veces un estado disociado
respecto a su funcionamiento sexual. Hay una parte de ellos que intenta implicarse en
actividades sexuales, y otra que observa y critica la ejecución. El resultado es una
concentración difusa e insuficiente para tener un buen funcionamiento sexual. La hipnosis se
puede emplear para facilitar el proceso de reintegración de manera que la persona en su
totalidad pueda estar en el «aquí y ahora», experimentando y empleando la actividad sexual.
Una intervención consiste en alterar la conciencia sensorial aumentando las sensaciones
cinestésicas hipnóticamente. Ésta es una técnica de ampliación del enfoque sensorial que
utilizan los sexólogos más tradicionales para el tratamiento de las disfunciones sexuales.
La ansiedad relacionada con el desempeño es un objetivo fundamental en estos casos.
La ansiedad produce un mal desempeño que, a su vez, produce más ansiedad, que entonces
aumenta la probabilidad de un mal desempeño y se convierte en un círculo vicioso. Un buen
modelo para usar durante la actividad sexual es aprovechar la tranquilidad que ofrece la
hipnosis para permitir que el cliente se «deje ir», algo fundamental para disfrutar de la actividad.
Enseñar a los clientes autohipnosis para ayudarles a afrontar la ansiedad permite generalizar la
relajación al contexto en el que quieren tenerla.
Reformular el sexo como una función natural y sana es uno de los patrones hipnóticos
más usados en la terapia sexual. Dar órdenes paradójicas como «evitar el sexo a toda costa
esta semana» puede facilitar la actitud del cliente de «ahora te enseñaré: lo practicaré más
todavía». Cambiar la historia personal para volver a enseñar una actitud positiva respecto al
sexo es también una estrategia de tratamiento viable. La progresión temporal en la que el
cliente se ve a sí mismo sexualmente activo y satisfecho es otra aplicación potencial de la
hipnosis. Ambas, hipnosis y terapia sexual, son muy compatibles y se pueden integrar con
facilidad en el tratamiento de las disfunciones sexuales (Araoz, 1982, 1984; Crasilneck, 1982;
Erickson, 1973; Hammond, 1990; Zeig, 1980).
Conclusión
Aprender cómo, cuándo y dónde aplicar las diferentes experiencias terapéuticas
disponibles a través de la hipnosis requiere años de práctica y estudio. Este capítulo ha
expuesto al estudiante algunas de las muchas formas en que se puede aplicar la hipnosis de
manera creativa y significativa. Cuanto mayores sean los conocimientos que tenga uno sobre
los componentes que forman parte de todos y cada uno de los síntomas, mayor será el respeto
que sentirá por toda la integridad del sistema perfectamente equilibrado llamado «cliente».
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CAPÍTULO 21: Muestra de la transcripción de un
trance: construir límites
El proceso hipnótico de este capítulo tiene que ver con aspectos asociados al establecimiento y
mantenimiento de una sensación clara de los límites personales. Lo bien que uno define dichos
límites constituye uno de los componentes clave de la experiencia personal. Cuando hablo de
límites hago referencia a la capacidad para separar la propia experiencia de la de los otros y
para dividir las experiencias globales en las partes que las componen. La claridad respecto a lo
que separa a una persona de otra o una experiencia de otra nos permite centrarnos de forma
selectiva en una dimensión particular de la experiencia y amplificarla y, por lo tanto, minimizar
la conciencia que se tiene de otra dimensión de la experiencia diferente.
Un patrón de pensamiento común que subyace a muchos problemas es la tendencia a
tener lo que se llama «pensamiento global»: el pensador global, metafóricamente hablando, ve
el bosque pero no ve los árboles, puede ver una gran imagen pero no ve los elementos
pequeños que la componen. En consecuencia, tiene dificultades para separar su experiencia
en diferentes componentes y poder centrarse en ellos secuencialmente y con cierto orden de
prioridad. Por ejemplo, por eso algunas personas se sienten desbordadas. Normalmente tienen
una conciencia global (aparentemente simultánea) de todos los problemas a los que se
enfrentan en la vida y esto es algo que desbordaría a cualquiera. Por lo tanto, una meta
específica del tratamiento es enseñar a la persona no sólo a identificar todos los problemas
sino a alcanzar cierto sentido de la prioridad y establecer una secuencia para abordarlos y
crear estrategias específicas para ello.
Existe una habilidad cognitiva concreta conocida como «compartimentalización» que
consiste en poder separar elementos de la experiencia de forma eficaz, que puede ser útil para
la persona de muchas maneras. Significa, por ejemplo, que en la relación consigo misma la
persona es capaz de separar sus pensamientos de sus emociones, o sus impulsos de sus
actos, o su vida personal de la profesional. Al establecer límites definidos que expliquen
claramente cada parte de la persona, ésta es más capaz de elegir qué parte de sí misma va a
responder en una situación particular. Si uno piensa que el tipo de problemas que experimenta
o ve experimentar a otra gente muchas veces ocurren porque la persona queda absorta en un
elemento de la experiencia que no funciona. Considérese, por ejemplo, la persona que va a
coger un avión para viajar a algún lugar y empieza a generar en su cabeza imágenes terribles y
detalladas de accidentes aéreos, que no son las más útiles en esos momentos. El hecho de
que la persona tenga dichas imágenes no es el problema: muchas personas se plantearían
algunas posibilidades negativas (aunque sólo sea porque el asistente de vuelo reclama nuestra
atención mientras revisa los procedimientos de emergencia antes de despegar), pero difieren
en cómo se centran en ellos y los amplifican.
Considérese otro ejemplo: ¿qué ocurre cuando uno se siente atraído por otra persona
que sabe que no es buena para él/ella, o cuando desea algo muy caro que no se puede
permitir comprar?; ¿qué ocurre cuando el corazón dice claramente «sí» pero intelectualmente y
a un nivel más lógico no es consciente de que la situación es demasiado arriesgada y que
debería dejar pasar la oportunidad? En otras palabras, ¿qué pasa cuando el corazón dice «sí»
y la cabeza dice «no»? La compartimentalización y los límites claros nos permiten separar los
sentimientos de los pensamientos y los actos y hacer lo que parece mejor a largo plazo: algo
de lo que uno se sentirá contento. Está claro que la compartimentalización está relacionada con
una orientación hacia el futuro, y subyace a la habilidad conocida como «control de impulsos».
De la misma manera que los límites son muy importantes a la hora de definir la relación
con uno mismo a nivel interno, también lo son para regular la relación con los otros. Puede
parecer obvio que la experiencia de otra persona no es la propia pero lo que ocurre muchas
veces es que reaccionamos a otra gente como si fueran nosotros mismos o una extensión
nuestra. Uno tiene que ser capaz de separar claramente quién es él de quiénes son los demás.
Por ejemplo, si yo le digo a alguien «creo que eres una persona demasiado agresiva», ¿eso
significa que la persona es realmente agresiva?; ¿por qué diría yo eso de alguien? Desde
luego, la persona tendría que considerar, al menos por un momento, mi reacción de que quizá
es demasiado agresiva. Tendría que detenerse y revisar nuestras interacciones y pensar si mi
observación es válida. Pero, además, tendría que dar un paso más en su pensamiento y
clarificar los límites entre ella y yo. Ha de ser capaz de preguntarse a sí misma cosas como
¿por qué habrá dicho Michael que soy demasiado agresivo/a?, ¿hay algo en su experiencia
(independiente de mí) que le lleve a decir eso? Simplemente con la segunda pregunta la
persona empieza a establecer distinciones entre ella y su experiencia y yo y la mía. Por una
parte ha de considerar que es demasiado agresiva pero por otra que quizá yo soy un pobre
hombre al que se intimida con facilidad y por eso la considero demasiado agresiva.
Ahora vamos a analizar la diferencia entre esas dos interpretaciones. En la primera la
persona se define a sí misma como demasiado agresiva, aceptando mi observación sin hacer
ninguna crítica. En la segunda se da cuenta de que mi comentario es una información sobre mí
mismo y mis sentimientos hacia ella, aunque lo que yo dije era respecto a ella. La tarea
consiste en buscar evidencias para validar una interpretación sobre el otro en vez de aceptar lo
que otra persona dice de uno mismo sin ninguna crítica.
Los límites separan y definen las relaciones. Esto quiere decir que los roles que
tenemos en un momento dado definen más claramente lo que es posible y lo que no entre
nosotros. Yo puedo ser el psicólogo clínico de alguien pero si lo soy, ¿puedo ser también su
amigo personal? ¡no! Existe una línea que separa claramente dos relaciones tan diferentes. Si
soy el psicólogo de alguien no puedo ser su amigo personal porque la primera es una relación
personal que requiere que yo tenga claridad para poder dar un feedback objetivo sin las
consideraciones emocionales y el tipo de familiaridad que acompañan a las amistades
personales. Imagínese que la persona es padre o madre: ¿le gustaría ser el padre de su hijo?,
¿le gustaría ser amigo de su hijo? Hay una línea que separa ambos roles y uno no puede
desempeñar los dos de manera eficaz.
La meta del proceso hipnótico que aparece a continuación, y que no implica
interacciones, es ayudar a dibujar líneas claras y a protegerlas, que es lo mismo que establecer
límites y protegerlos. Ciertamente uno ha de saber que otras personas intentarán hacer presión
y romper dichos límites. La gente quiere siempre tu tiempo, tu dinero, tu cuerpo, tus
conocimientos, tu apoyo, tu lo que sea... Y por eso es probable que uno se encuentre con un
jefe que quiere una relación personal, o un maestro que quiere ser tu padre o un padre que
quiere ser tu amigo. El hecho de que los límites de las otras personas sean tan débiles que
intentarán romper los límites entre tú y ellos será algo difícil de notar.
Las personas se utilizan entre sí para obtener beneficios personales. Cuando se
produce una situación equilibrada entre ambos esto puede ser bastante sano, pero cuando
alguien usa al otro en su propio beneficio y en detrimento del otro la situación ya no es sana.
Por lo tanto, en este proceso es importante el objetivo adicional de aprender a reconocer los
intentos y tácticas de los otros para manipular. Los métodos que utilizan los demás para
conseguir que uno rompa sus límites y controlarle son tácticas como la culpa, el halago, la
seducción, el enfado y la intimidación o el rechazo. Obviamente existen más tácticas para
conseguir que alguien cumpla con los propios deseos y rompa el sentido de los límites
personales que tenía. Cada uno es el único que se puede proteger a sí mismo de la
manipulación de los otros. Pero esto sólo se puede hacer si se tiene un sentido claro de los
propios límites.
El proceso hipnótico que se presenta aquí pretende ayudar al lector a tener una
sensación de quién es él/ella y cuáles son sus diferentes partes y cómo usarlas de manera
eficaz en cada situación que se tenga que afrontar. Cada parte de uno mismo es valiosa, y a
veces uno puede hacer caso a su corazón y otras a su cabeza. En ocasiones uno sigue los
propios impulsos y otras los puede dejar pasar y pensar. No existen fórmulas para vivir y
sentirse bien; lo que uno puede hacer es valorar qué es lo que mejor le funciona en cada
situación, basándose en los resultados.
Considérese a una mujer que acude a psicoterapia y nos indica que sufre pesadillas terribles,
desórdenes alimentarios, así como dificultades en las relaciones interpersonales,
especialmente con hombres. Dice no tener ninguna idea acerca del origen de estos síntomas,
pero su psicoterapeuta le sugiere directamente que puede que «haya sido objeto de un abuso
sexual y haya reprimido los recuerdos alrededor de este hecho». Ella no recuerda nada, ni
siquiera leves indicios de ningún acontecimiento de ese tipo.
A través de la hipnosis y otras técnicas de regresión temporal basadas en la hipnosis
(como la visualización, o la imaginación guiada), recupera con rapidez algún recuerdo que le
sugiere un abuso sexual ocurrido a una edad muy temprana. ¿Sucedieron realmente estos
episodios de abuso? ¿Es posible que se hayan fabricado estos recuerdos con el fin de
acomodarse a las expectativas y sugerencias del psicoterapeuta? ¿Es posible llevar a alguien a
creer que ha sido objeto de un abuso sexual cuando este episodio tal vez no tenido lugar
nunca?
Hoy, todas estas difíciles preguntas se encuentran todavía en el corazón de las más
importantes controversias en el mundo de la psicoterapia actual. Por un lado, nos encontramos
con clínicos e investigadores que creen que los traumas reprimidos relativos al abuso sexual
pueden y deben identificarse a partir de una revisión exhaustiva de la lista de síntomas
conocidos del paciente (Blume, 1990; Fredrickson, 1992). Creen además que el tratamiento
debe incluir en primer término una eliminación de la represión, a través de técnicas de
recuperación de la memoria, seguido de un profundo trabajo con el material traumático
recientemente recuperado, con el fin de ayudar al cliente a encontrar soluciones que no
conlleven la aparición del síntoma. Les preocupa asimismo que los perpetradores de abusos
sexuales puedan encontrar nuevas formas para evadir su responsabilidad alegando que el
abuso es producto de unos recuerdos falsos. Y, para acabar, creen que los recuerdos que se
recuperan en el proceso de terapia son esencialmente verdaderos, y deben ser considerados
como tales antes de que el tratamiento se lleve a cabo.
En el otro extremo de la controversia se hallan aquellos clínicos e investigadores que
se muestran escépticos ante la habilidad de algunos para diagnosticar que alguien presenta
recuerdos reprimidos por un trauma ante conjuntos de síntomas que pueden explicarse bajo
otras hipótesis (Ganaway, 1991; Loftus, 1993). Después de todo, no es posible estudiar la
represión de una forma directa, tan sólo puede llegar a inferirse (No se le puede preguntar a
alguien: «¿Está usted reprimiendo recuerdos acerca de un abuso sexual?», ya que si él o ella
tienen conciencia del hecho, querrá decir que no lo están reprimiendo). Estos clínicos e
investigadores creen además que al llegar a la conclusión de que el cliente ha sufrido un abuso
y que está reprimiendo los recuerdos que tienen que ver con este acontecimiento, los
psicoterapeutas pueden, ya sea de una forma consciente o inconsciente, estar influyendo en el
cliente para que llegue a la misma conclusión, cuando ésta quizás no sea cierta. Les preocupa
mucho el hecho de que gente inocente pueda verse acusada falsamente, y que, como
consecuencia de ello, se puedan llegar a destrozar sus vidas. Reconocen que la gente,
especialmente en situaciones de alta vulnerabilidad como puede ser una situación de
psicoterapia, se ve influida a pensar que se han producido actos desagradables cuando éstos
tal vez no tuvieron lugar.
Se han hecho numerosos esfuerzos para estudiar el grado de sugestionabilidad a que
se pueden someter los recuerdos. Investigaciones como las de Laurence y Perry (1983); Orne
(1979); Sheehan, Statman y Jamieson (1991); Lyyn, Milano y Weekes (1992); y Loftus (1993)
apoyan la hipótesis de que la memoria es reconstructiva, no reproductiva. Así pues, la precisión
de la memoria se puede ver influida por diversos factores, entre los que se incluyen la
sugestión y la falta de información (Bower, 1981; Labelle, Laurence, Nadon y Perry, 1990;
Loftus, 1980; Lynn, Weekes y Milano, 1989; Sheehan y Grigg, 1985).
Otro de estos factores, la represión, constituye una variable especialmente complicada
ya que todavía no se conoce del todo la influencia que puede ejercer en la precisión de la
memoria que se recupera (Loftus y Yapko, 1995). Concretando, no se sabe muy bien la forma
en que la represión puede disminuir o aumentar la precisión de los recuerdos enterrados hace
bastante tiempo (ni siquiera si llega a hacerlo), ni tampoco el grado en que diversos
procedimientos centrados en la sugestión (hipnosis) empleados para recuperar estos recuerdos
reprimidos pueden estar contaminando los recuerdos que se derivan de su utilización (Dywan y
Bowers, 1983; Kihlstrom y Evans, 1979; Laurence, Nadon, Nogrady y Perry, 1986; Loftus y
Hoffman, 1989; Watkins, 1989).
En el momento en que los psicoterapeutas empiezan a sospechar y pasan a buscar de
forma intencionada una historia de abuso que pueda haberse visto reprimida en un cliente
determinado, sus creencias sobre los recuerdos y su respectiva toma de conciencia (así como
su falta de ella) bajo influencias sugestivas se van a hallar directamente implicadas en la misión
que el terapeuta emprende de «búsqueda y captura» de estos recuerdos. Por ejemplo, la
creencia de que alguien puede almacenar y recordar posteriormente recuerdos de
conversaciones y experiencias ocurridas en los primeros instantes de vida puede llevar al
psicoterapeuta a usar técnicas psicoterapéuticas totalmente diferentes de las que usaría si no
tuviera esta creencia (Yapko, 1990).
Desgraciadamente, muchos psicoterapeutas creen en vidas pasadas, en la reparación
y precisión de los recuerdos infantiles, y en la infalibilidad de la hipnosis como herramienta para
recuperar recuerdos precisos (Yapko, 1994a). Muchos de ellos continúan manteniendo la rígida
e infundada creencia de que deben existir, en algún sitio o manera, recuerdos exactos de las
experiencias vividas, y que todo lo que a uno le hace falta es conseguir la «llave» correcta para
«abrir» este recuerdo. Recuerdos falsos vivamente detallados y expresados de forma
dramática pueden aceptarse como verdaderos debido simplemente a las creencias
preexistentes del psicoterapeuta (Scheflin y Shapiro, 1989).
Sin la evidencia objetiva de una cámara fotográfica o de vídeo que lo corrobore, ¿cómo
va a poder distinguir entre un recuerdo real y una confabulación? Esta pregunta va directa al
fondo de la cuestión, y la respuesta resulta del todo desalentadora: no existe ningún método
objetivamente demostrable que sea capaz de llevar esto a cabo. Esta conclusión representa la
respuesta unánime dada desde ambas partes de la controversia (Yapko, 1994a, 1994b).
La ciencia de la salud mental no conoce todavía demasiadas cosas acerca de la
represión de recuerdos traumáticos. De hecho, hay quien cuestiona la existencia misma de la
represión (Holmes, 1990). ¿Existe realmente la represión? La evidencia sugiere con fuerza
que, efectivamente, sí existe. Pero en todo caso, lo que los clínicos todavía no han descubierto
es cómo funciona realmente la represión que existe en torno al abuso sexual en la infancia.
Todavía no se conoce la autenticidad de recuerdos que han permanecido enterrados durante
veinte o treinta años y que de repente emergen en la superficie de forma dramática, como
consecuencia de una lectura, de un libro de autoayuda o de una sesión psicoterapéutica. No
sabemos si cada vez que encontramos un síntoma puede haber recuerdos reprimidos detrás, o
si están esperando a ser descubiertos para considerarlos la fuente de los problemas del cliente,
ni siquiera si sería posible que estos mismos síntomas existieran independientemente de las
experiencias negativas que hayan podido verse reprimidas. No sabemos desde qué edad
pueden haberse estado reprimiendo recuerdos. No sabemos si el trauma hace que los
recuerdos reprimidos sean más o menos precisos en un individuo en concreto. No sabemos
qué técnicas destinadas a recuperar recuerdos reprimidos los van a alterar de forma
significativa simplemente por hacer uso de ellos. No sabemos por qué algunas personas
reprimen un tipo especial de traumas y otras personas no lo hacen. No sabemos por qué hay
gente que nunca presenta recuerdos traumáticos, aunque se sepa desde un punto de vista
objetivo que haya ocurrido algo en sus vidas, mientras que otros presentan recuerdos que van
y vienen de sus vidas. Todos estos interrogantes representan áreas de investigación que
todavía no han sido enfocadas con profundidad.
Implicaciones clínicas
Tratar estos asuntos a nivel clínico es difícil. El resto de este capítulo está dedicado a
ofrecer algunas indicaciones de cómo tratar estos aspectos tan delicados. Esta sección se
reimprime con permiso de un artículo que escribí para un número de The Family Therapy
Networker (Yapko, 1993a).
¿Cómo van a navegar los terapeutas entre los oscuros terrenos de la mentira y la
innegable realidad que abarca gran parte de la terapia? Supongamos que un cliente me dice:
«Me hipnotizaron (o hice un "trabajo de imaginación" o una "meditación guiada") y el terapeuta
descubrió algunos recuerdos aparentemente reprimidos que indican que sufrí abusos sexuales
en la infancia». Suponga también que, aunque el cliente no sospechaba el abuso hasta que se
le diagnosticó, sus síntomas hacen que dicho diagnóstico sea posible. ¿Cómo puede estar
seguro el terapeuta de las necesidades del cliente y abierto a la posibilidad de que el abuso
fuera real sin confabularse con un diagnóstico cómodo que puede mostrar más evidencia de
sugestión que de realidad y de observación terapéutica? (Sheehan y McConkey, 1993; Yapko,
1993a, 1993b).
Primero y principal, un terapeuta no debe llegar demasiado rápido a la conclusión de
que hubo abuso simplemente porque es verosímil. Los síntomas no son evidencia de un abuso.
Si el cliente nunca antes ha mencionado que le hayan molestado y nunca se ha identificado
antes como la víctima de un abuso, el terapeuta no debería ser quien lo sugiriera. Por
supuesto, hay ocasiones en las que el terapeuta tiene buenas razones para sospechar y cree
necesario mencionar la posibilidad al cliente. Sin embargo, si hay resistencia el terapeuta no lo
debería patologizar como «negación» sino que debería esforzarse por crear una atmósfera en
la que el cliente finalmente tome la decisión de seguir adelante o no con el tema.
Un terapeuta no debería suponer que un cliente que no puede recordar muchas cosas
de su infancia está reprimiendo recuerdos traumáticos o está negando. Se crea o no, hay
personas orientadas al futuro o a experiencias del aquí y ahora cuya experiencia subjetiva es
que los recuerdos de la infancia son bastante pobres porque no los cuidan mucho o no se
molestan en recordarlos. Además, aceptar la teoría de una amnesia de base traumática como
explicación de la falta de recuerdos de infancia o la primera juventud se opone abiertamente a
la investigación sobre la maduración cognitiva. La investigación muestra que los recuerdos son,
cuanto más, inciertos hasta los dos años; antes de dicha edad los niños, aparentemente, no
tienen estructuras mentales para formar recuerdos coherentes a largo plazo. La idea del
«recuerdo corporal» es un constructo cómodo para mantener la creencia en los recuerdos
objetivos, pero es poco objetiva.
En cualquier caso, ningún terapeuta debería sugerir nunca, ni directa ni indirectamente,
la existencia de un abuso fuera de un contexto terapéutico específico: desde luego nunca a un
cliente que llama por teléfono para pedir una primera cita. Tampoco debería hacer preguntas
inductivas que implicaran una respuesta deseada o correcta. Por ejemplo, no hacer preguntas
como: «¿Cuándo sufrió un abuso? ¿Cómo se abusó de usted?». En el contexto hipnótico,
dichas preguntas sugestivas se basan en lo que llamamos presuposiciones: presuponen que el
abuso realmente ocurrió y todo lo que se ha de determinar es cuándo y cómo. Las
presuposiciones son útiles en terapia; preguntar a un cliente: «¿Cómo se sentirá cuando
descubra que puede tener el tipo de relación que quiere?», genera expectativas de cambio
positivo en terapia. Pero, por otro lado, las presuposiciones respecto a la realidad de un abuso
pueden crear la verdadera patología que el terapeuta supuestamente está tratando.
El cliente es más vulnerable a las sugestiones y a la influencia adversa de las
preguntas inductivas cuando la terapia empieza a ahondar en situaciones dolorosas del
pasado, sobre todo de la infancia. En estos momentos el terapeuta es probable que pregunte:
«¿Cuántos años tenía?, ¿dónde estaba?, ¿qué estaba pasando?, ¿había alguien por allí?,
¿qué se dijo en la interacción entre tú y esa persona?». Tales preguntas son necesarias cuando
sirven para determinar lo que estaba experimentando el cliente, pero los terapeutas deberían
tener cuidado de no deslizar más preguntas inductivas como: «¿Se sintió incómoda con la
interacción?, ¿recuerda lo avergonzado/a y asustado/a que le hizo sentir?».
Incluso si después de haber formulado preguntas neutrales el cliente tiene un recuerdo
claro de abuso, el terapeuta debería estar abierto a otras posibles fuentes de influencia externa
en la vida del cliente. Por ejemplo, ¿ha leído mucha bibliografía sobre incesto, o ha estado
presionado por un hermano, o ha colaborado activamente con un grupo de víctimas?
Cuando se planifica una sesión con el propósito de descubrir información importante,
incluidos recuerdos reprimidos de abuso, el terapeuta debería plantearse grabar la sesión e
incluso transcribir las preguntas formuladas. Este tipo de autocontrol permite al clínico
determinar mejor si él en algún momento sugirió inadvertidamente la posibilidad de abuso,
provocando «recuerdos» ficticios en un cliente cumplidor y motivado por la tarea. Dado el daño
que pueden causar las acusaciones sobre abuso sexual no fundamentadas, los terapeutas
deberían infundir en su práctica un poco de tolerancia a la ambigüedad y a lo que realmente
ocurrió, sobre todo cuando el cliente informa que sus recuerdos han aparecido de repente en
grupos de apoyo para víctimas de abusos, por ejemplo, o después de leer libros sobre el tema.
En estos casos tan ambiguos, lo sabio probablemente es corroborar la información con
informes médicos y escolares de la infancia del cliente, y entrevistando a la familia y a los
amigos respecto a los incidentes: será mejor cuanta mayor evidencia externa se tenga.
Los terapeutas también deberían ser cautos y no sugerir a sus clientes que corten la
comunicación con sus familias. Uno de los aspectos más destructivos de la epidemia de
abusos es la ruptura de familias a raíz de las acusaciones realizadas por un hijo o una hija. Los
miembros de la familia no necesariamente están mintiendo ni negando si rechazan las
acusaciones. No se debería descartar la posibilidad de que estén diciendo la verdad o que
experimenten ellos mismos dudas dolorosas y confusión respecto a lo que realmente ocurrió.
Ciertamente, las dudas son inherentes al contexto, especialmente en los miembros de la familia
no abusadores. Se han de preguntar si el abuso ocurrió realmente o no; y si ocurrió, llegarán a
aceptar la verdad sólo a través de una comunicación abierta. Incluso si ha habido abuso, es
una irresponsabilidad encuadrar las dudas predecibles y la incredulidad como negación tóxica e
insistir precipitadamente para que el cliente abandone a sus padres y hermanos. Separar a la
familia innecesariamente en pro de la «curación» es como curar una enfermedad matando al
paciente.
Finalmente, los terapeutas deberían reconsiderar la filosofía de tratamiento «si no hay
dolor no hay curación». Parte de la presión para recuperar recuerdos a cualquier precio
proviene de la creencia común de que se ha de recordar y elaborar cada detalle doloroso del
abuso para que el cliente pueda empezar a mejorar. Esta teoría no funciona para todo el
mundo, sobre todo no para las víctimas de abusos. Hacer un trabajo de recuerdos
inexorablemente durante períodos largos de tiempo puede hacer empeorar a algunos clientes.
Se ven forzados a sacar a la luz más de lo que se sienten capaces de manejar. Los enfoques
que enfatizan la búsqueda de recursos en vez del trabajo de recuerdos pueden ir mejor y se
deberían tener en cuenta al formular un plan de tratamiento para un individuo en particular.
Como terapeutas predispuestos a agradar y creer a nuestros clientes, a empatizar con
su dolor y a ponernos de su parte, podemos estar también predispuestos a permitir que se
deslice lo que nos dicen nuestras facultades críticas cuando se llega a la verdad literal de lo
que nos están contando. Puesto que el abuso infantil es tan terrible, no queremos estar en la
posición de dudar de las personas que los han sufrido de manera horrible. Al mismo tiempo, las
falsas acusaciones no se pueden rechazar simplemente porque van en contra de nuestras
inclinaciones terapéuticas, o porque son políticamente incorrectas, sobre todo cuando las
consecuencias de dichas acusaciones (sean ciertas o falsas) son tan calamitosas.
Como terapeutas nos gusta pensar en nosotros mismos como si fuéramos buena
gente. Podemos suponer que algunos terapeutas son dañinos, pero es duro pensar que
podemos hacer daño a nuestros clientes inadvertidamente. No obstante, si con el objetivo de
combatir el abuso infantil negamos nuestro poder de influir negativamente en nuestros clientes
y creamos inintencionalmente el problema que intentamos tratar, estamos traicionando nuestra
misión. Nadie, ni las víctimas de verdaderos abusos ni las personas que equivocadamente
creen que sufrieron abusos, ni las familias de ambos pueden recibir la ayuda de un terapeuta
que abdica de su responsabilidad de pensar críticamente y que niegan la necesidad de hacer
distinciones entre verdad y falsedad.
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CAPÍTULO 23: Resistir a la resistencia
Desde siempre, la literatura referente a la hipnosis clínica ha tenido algo que decir con respecto
al tema de la resistencia del cliente. Mayoritariamente se consideraba que la resistencia era la
manifestación de sus defensas a la hora de tenerse que enfrentar a sus conflictos
intrapsíquicos. El tratamiento «adecuado» consistía en la formulación confrontativa respecto a
la resistencia, pasando primero por intentar tomar conciencia de ella, para descubrir su origen y
función y finalmente colaborar a su resolución. Desde este punto de vista se consideraba
siempre como un problema del cliente, que actuaba como un mecanismo de enfrentamiento
intrapsíquico que requería del análisis y de la interpretación. Cuando ésta interfería en el
proceso de terapia, cosa que suele suceder inevitablemente, se acusaba al cliente de
saboteador. Se vertían diferentes acusaciones e interpretaciones contra él, quien, desde luego,
«en el fondo no deseaba cambiar», o quizás era «demasiado resistente al progreso».
En todo caso, la resistencia es una fuerza que actúa en contra del objetivo terapéutico.
Se la reconoce ampliamente como un componente integral e inevitable de dicho objetivo
terapéutico, y prácticamente la totalidad de enfoques que conozco reconocen la existencia de
algún equivalente aproximado. Lo único que difiere de un enfoque a otro es el aspecto racional
que justifica su existencia y las técnicas y tratamiento utilizados para su toma de conciencia.
Definir la resistencia como fuerza que actúa en contra de los intereses de la terapia no
sitúa la culpa ni en el cliente ni el terapeuta. En lugar de ver a la gente que dice venir
voluntariamente (si se hallan en terapia de forma no voluntaria el caso cambia sustancialmente)
en busca de ayuda sin desearla realmente, parece mucho más práctico percibir la resistencia
como la forma que el cliente tiene de comunicarnos sus dificultades para relacionarse con el
mundo (del cual el clínico es también una parte). En otras palabras, visto así, la resistencia no
constituye una propiedad fija por parte del cliente, sino más bien un intento de comunicación
que nos indica los límites de lo que el cliente puede y no puede hacer. Y más que culpar al
cliente, se haría mejor en aceptar esta comunicación como un indicador válido de la
experiencia que la persona tiene de sí misma.
Situando esta perspectiva general en el contexto de la hipnosis, la resistencia no se ve
necesariamente como indicador de un sabotaje inconsciente por parte del cliente.
Frecuentemente lo que está pasando es que el cliente opta por no responder de la manera
deseada a la sugestión, por muy diversas razones, las cuales tienen todas un denominador
común: la sugestión no encaja bien en la experiencia del cliente, llegando, de hecho, a
contradecirla. La resistencia podría verse entonces como la afirmación interpersonal de que las
estrategias y maniobras terapéuticas que se están llevando a cabo en el contexto de terapia no
son aceptadas en alguno de sus niveles por parte del cliente.
La resistencia constituye una fuerza bien real, y puede relacionarse a alguna o a las
dos principales áreas de tratamiento: resistencia a la hipnosis en sí misma, y/o resistencia ante
el progreso terapéutico (Brown y Fromm, 1986; Erickson y Rossi, 1979; Grinder y Bandler,
1981; Yapko, 1984).
Resistencia a la hipnosis
El origen de la resistencia a la hipnosis puede ser diverso. Una de las causas más
comunes está en el miedo ante lo que pueda suceder durante el proceso hipnótico. Cuando el
cliente no está informado de la naturaleza de este proceso, puede empezar a sentir un gran
temor.
También puede aparecer una cierta resistencia a la hipnosis cuando se asocian
fracasos hipnóticos del pasado, provengan éstos de una experiencia personal o de algún ser
cercano y creíble. También puede aparecer a partir de los sentimientos negativos que el cliente
tiene con respecto al terapeuta (aunque se enfatice el valor de la alianza). Y la resistencia
también puede tener su origen en diversas variables contextúales, como el entorno inmediato,
el estado de ánimo del cliente, su salud o incluso el tiempo.
Ahora bien, la mayor parte de la resistencia puede atribuirse a la cualidad de las
sugestiones, en especial a lo bien que se adecúan a la experiencia del cliente. El cliente opta
por no someterse a la sugestión si se le imponen algunas técnicas para que experimente algo
que el terapeuta desea que experimente (por ejemplo, hacer levitar un brazo), lo cual tiene muy
poco que ver con lo que realmente está experimentando o desea experimentar (Erickson y
Rossi, 1981; Fezler, 1986; Haley, 1973; Hilgard, 1991; Levitan y Jevne, 1986; Lynn y Rhue,
1991).
Responder a la resistencia
Está claro que la manera de enfrentarse a esta forma de comunicación considerada
como «resistente» está en función de cómo se conceptualice. El modo en que se defina esta
resistencia, y de quién se considere responsabilidad determinará si su concepción de la
resistencia tiene que ver con una propiedad del cliente o con una propiedad del clínico (por
ejemplo, Bandler y Grinder [1979] han afirmado rotundamente que no existe nada llamado
resistencia, sino que se trata únicamente de la existencia de malos terapeutas), o bien como
resultado de una interacción entre ambos.
Aceptar la resistencia como una forma válida de comunicación por parte del cliente
evita tener que culpar a alguna de las dos partes de la relación terapéutica (Erickson, 1959,
1964, 1965).
Aquí se podría aplicar la fórmula básica de «acepta y usa». En la práctica, se lleva a
cabo siendo capaz de aceptar plenamente la respuesta del cliente como respuesta válida,
mientras se halla la manera de utilizar esta respuesta en servicio de futuras sugestiones.
Una vez se acepta la reacción del cliente como válida, puede empezar a construirse la
respuesta. Y esto lleva a redefinir la resistencia como una conducta cooperativa. Si el clínico
pasa a redefinir todo lo que haga el cliente como una actitud colaborativa, ¿dónde está la
resistencia? Encontrar la manera en que la conducta no conformista del cliente se convierte en
una ventaja puede cambiar el sentimiento asociado a ella de forma sustancial.
Responder a las resistencias del cliente de una forma aceptadora y no confrontadora
requiere una gran dosis de flexibilidad y de respeto por la integridad del cliente. La flexibilidad
hace referencia a la habilidad de disponer de diferentes formas para llegar a un mismo punto
sin tener que obligar al cliente a romperse la cabeza intentándolo. La flexibilidad conlleva estar
dispuesto a salvar la distancia para trabajar al mismo nivel que el cliente, yendo a su realidad
en lugar de esperar o exigir que él o ella acuda a la del terapeuta. También implica no tener
procedimientos y expectativas tan rígidos que no le permitan buscar un tipo de respuestas más
individuales y únicas (Dolan, 1985; Erickson y Rossi, 1979, 1981; Erickson, Rossi y Rossi,
1976; Gilligan, 1987; Hammond, 1990).
Conclusión
La resistencia al cambio es un rasgo constitutivo del ser humano. Invertimos gran parte
de nuestras vidas intentando construir un patrón ritualizado de conductas para consumir la
menor cantidad posible de energía mental y física. Y una vez hallado ese patrón, nos quejamos
de «estar anclados en la rutina».
La resistencia no siempre se muestra de una forma evidente (algunas de estas
resistencias son inconscientes y sutiles), y no siempre se usa al servicio de un cambio. Algunos
clientes acabarán no cambiando, otros lo harán de una forma muy superficial. Mi intención al
proponer el tema de la resistencia en este capítulo reside en presentar la idea de que la mayor
parte de la resistencia es interpersonal, y que aparece como consecuencia de un enfoque
exigente y poco sensible. Es más, otras resistencias hacen referencia a la falta de apreciación y
de valor del papel que el síntoma está jugando en la vida de la persona. Cuando el clínico sea
capaz de llegar a un mismo punto utilizando diversas maneras de aproximarse, observará
como gran parte de sus intervenciones tendrán éxito, utilizando la información que la persona le
dé como guía de lo que conviene o no conviene hacer.
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CAPÍTULO 24: Riesgos de la hipnosis y aspectos
éticos
En un capítulo anterior en el que se trataban los conceptos erróneos sobre la hipnosis, uno de
ellos tenía que ver con el daño potencial que podía sufrir un cliente que siguiera un tratamiento
hipnótico. En dicho comentario señalo que la hipnosis es una herramienta, no una terapia, y
que se puede aplicar de manera hábil o se puede usar mal y dañar al cliente. Esto otorga una
responsabilidad total al clínico, que la ha de usar manera juiciosa y precavida.
Al tratar la mente inconsciente del cliente y sus dinámicas intrapsíquicas más
directamente, el clínico tiene la oportunidad de acceder a un mundo interno que tiene un
equilibrio delicado. Si uno es insensible a las poderosas emociones que puede desencadenar
lo que tradicionalmente se llama «abreacción», puede poner al cliente en peligro y perder la
oportunidad de llevar a cabo una curación real. Si el clínico se siente incómodo tratando fuertes
asociaciones emocionales que quizá han sido provocadas por lo que inicialmente pretendía ser
una experiencia hipnótica tranquila, puede elegir entre intentar sentirse cómodo o evitar realizar
cualquier trabajo que tenga un impacto realmente emocional (es decir, hacer terapia en un
estilo totalmente intelectual).
En este capítulo me gustaría comentar algunas de las posibles reacciones inesperadas
provocadas por la hipnosis que exigen que se le tenga un respeto sano por dicha técnica.
Antes de que el lector empiece a fantasear posibilidades horribles e inexplicables
permítanme asegurar un par de cosas. Primera, si el terapeuta es respetuoso con la integridad
de su cliente, se evitarán prácticamente todos los peligros potenciales. Segunda, si el terapeuta
puede apreciar que las abreacciones tienen un gran valor terapéutico puesto que alivian el
insight y la emoción si se guían de forma hábil, no les tendrá miedo. Eso tampoco significa que
se tengan que potenciar, pero se pueden ver como una ventana abierta a una poderosa
experiencia terapéutica.
No existen peligros que se puedan atribuir al estado hipnótico en sí mismo. Cualquier
tipo de dificultades que surjan como resultado de la experiencia hipnótica tienen que ver con las
asociaciones que provocan los elementos de comunicación que están presentes en la
interacción. Estos incluyen la relación entre el clínico y el cliente, el estilo de comunicación
empleado, el contenido de la sugestión específica utilizada, las variables contextuales y, lo más
importante de todo, la comunicación intrapersonal del cliente (Frauman, Lynn y Brentar, 1993;
Judd, Burrows y Dennerstein, 1985; MacHovec, 1986).
Surgirán problemas si se hace un uso indiscriminado de la hipnosis debido a algunas
de las razones que comentaré ahora al identificar las dificultades potenciales y su resolución.
Directrices éticas
Las descripciones anteriores sobre las dificultades potenciales que pueden surgir al
usar la hipnosis señalan indirectamente la necesidad de tener una formación oficial sobre las
dinámicas del comportamiento humano, de respetar la integridad de todo ser humano y de
conocer los propios límites al realizar intervenciones terapéuticas.
Se supone que el terapeuta, como profesional de la ayuda, tiene sólo las mejores
intenciones para sus clientes y que usará sus conocimientos sobre la naturaleza humana y la
capacidad para influir a nivel interpersonal de manera constructiva. Por lo tanto, a continuación
aparecen sólo unas cuantas directrices éticas tratadas de manera superficial:
1. La principal prioridad es ayudar, no hacer daño. Si uno siente que, por cualquier razón,
es incapaz de trabajar bien con una persona o con el problema que ésta plantea, ha de
evaluar honestamente si sería mejor derivarla (y hacerlo cuando sea apropiado).
2. La responsabilidad del profesional es educar, no ostentar; la hipnosis tiende a ambos y
espero sinceramente que los fenómenos hipnóticos que está aprendiendo el lector los
utilice y/o demuestre sólo en los contextos clínicos o educativos apropiados.
3. Hay que intentar definir la relación con el/los cliente(s) lo más claramente posible,
incluyendo la naturaleza de la intervención, la duración, el costo, las expectativas, los
puntos de evaluación, etc. Implicar y educar al cliente hará que la relación sea mejor y
más productiva.
4. No es bueno ir más allá de las propias posibilidades ni falsificarse a uno mismo. Los
problemas humanos son muy complejos y no se pueden reducir a un párrafo de
dinámicas. Si uno siente que no se puede con un problema es mejor derivar a la
persona a alguien que pueda afrontar mejor sus necesidades.
5. La información errónea y/o el uso de técnicas indirectas se pueden juzgar a veces
como el mejor enfoque. Hay que tener cuidado porque pueden ayudar al cliente pero
también puede salir el tiro por la culata. Hay que tener estrategias preparadas para
cada paso del camino pensando en la intervención.
6. Hay que incluir, siempre que se considere apropiado, a los profesionales adecuados
que tengan la cualificación necesaria. Por ejemplo, cuando se trabaje con síntomas de
base orgánica, a menos que uno sea médico, habrá que derivar a un médico y contar
con su acreditación para trabajar el problema. Practicar la medicina (psicología,
nutrición, etc.) sin la licencia o los conocimientos adecuados es una falta de
responsabilidad.
Lo más importante de todo, repito mi advertencia, es no ir nunca más allá de la propia
capacidad. Usar técnicas hipnóticas sin el conocimiento adecuado es peligroso y hacer daño a
alguien debido a la ignorancia es imperdonable (Frauman, Lynn y Brentar, 1993; Gravitz,
Mallet, Munyon y Gerton, 1982; Sheehan y McConkey, 1993; Steere, 1984; Wall, 1991; Zeig,
1985).
Conclusión
Los conceptos y técnicas presentados en este capítulo figuran entre los más
importantes del libro. Espero que ayuden a sensibilizar al lector respecto a los aspectos
asociados a la práctica responsable de la hipnosis.
La hipnosis como herramienta tiene un gran valor y éste puede aumentar a gran
velocidad en la comunidad profesional cuando todos los que la usen lo hagan de una manera
juiciosa.
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CAPÍTULO 25: Profundizar en la hipnosis
No se quién fue el que dijo «cuanto más sabes más cuenta te das de lo poco que sabes».
Fuera quien fuera, me pregunto si hablaba de la hipnosis cuando hizo este comentario. Bien,
probablemente no. Pero en cualquier caso esto es cierto en el estudio de la hipnosis. Espero
que cuando el lector llegue a este último capítulo haya descubierto la riqueza y complejidad que
ofrece la hipnosis como herramienta de comunicación.
Una de las cosas más frustrantes para los profesionales que trabajan en el campo de la
hipnosis clínica es que hay personas que tienen menos formación en el tema de la que aparece
en este libro introductorio que ofrecen servicios al público para los que no están cualificados.
Una segunda fuente de frustración radica en la observación de que muchas de las personas
que hacen cursos de hipnosis, al acabar el curso no utilizan las habilidades adquiridas y éstas
se desvanecen pronto. Yo creo que cuando la práctica de la hipnosis se reducía a las técnicas
ritualizadas que consumían mucho tiempo, ésta era una herramienta con una eficacia y
aplicabilidad limitadas. También creo que la hipnosis ha ampliado sus «objetivos limitados» a
un modelo de comunicación deliberada y efectiva, y cada vez es mayor el número de
profesionales que pueden integrar los patrones hipnóticos en su trabajo. Mi meta no era ni es
convertir a los lectores de este libro en «hipnotistas oficiales» sino más bien proporcionar una
introducción a este campo dinámico y en constante evolución y que ofrece una valiosa fuente
de insight sobre la gente y la terapia. Incluso aunque el lector no realice una inducción hipnótica
formal en el resto de su vida mi propósito es que piense dos veces antes de decir algo como
«no piense en las cosas que le preocupan». A partir de esta introducción a este campo espero
que al lector le intrigue suficientemente la gama de posibilidades que le ofrece la hipnosis como
para continuar desarrollando sus habilidades al respecto. Hay muchas maneras de hacerlo.
Existen muchos libros y publicaciones que abordan el tema de la hipnosis clínica. Las
numerosas referencias que aparecen en este volumen son sólo la punta del iceberg, pero
pueden ser un punto de inicio. Las bibliografías de las revistas dedicadas a la hipnosis son de
un valor incalculable para adquirir los conceptos y enfoques más recientes de la práctica
profesional. La información respecto a dónde escribir para pertenecer a estas organizaciones y
suscribirse en sus revistas aparece listada aquí: