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De Madrid habían venido Alberti, Lorca, Juan Chabás, Becarisse, Jorge Guillén,
Bergamín, Dámaso Alonso y Gerardo Diego. Hay una fotografía que los retrata en
este orden junto a las autoridades del Ateneo de Sevilla, Blasco Garzón y Romero
Martínez, una foto que iba a convertirse -para bien y para mal- en icono de aquellos
años. Pero ésa es otra historia, aunque conviene no olvidarla. En la foto están
representadas las principales tendencias de lo que la historia de la literatura
consagraría después como «generación del 27». Habría que añadir algunos
nombres para completar el canon: Pedro Salinas, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda,
Emilio Prados y Manuel Altolaguirre. Una generación, pues, de poetas, todos
magníficos, sin excepción, aunque la presencia en la foto de Chabás y, sobre todo,
de Bergamín, inducen la sospecha y permiten pensar que quizá las cosas no fueron
tal y como después se han contado.
Aquellos jóvenes habían venido de Madrid para reivindicar a Góngora, para negar
el tópico de su oscuridad y renegar de su olvido, para aseverar la luz de su poesía y
testimoniar la claridad diamantina de su verso. Pero Góngora era un pretexto.
Veraz y honesto, pero pretexto. En verdad, habían venido para afirmarse a sí
mismos. De la oscuridad de una obra incipiente a la luz del reconocimiento: ése era
el fondo que alimentaba la superficie de aquel acto. El ejemplo del poeta cordobés
les unía, pero habían izado el estandarte gongorino para librar su propia batalla en
aquel espacio literario abierto tras el agotamiento de la transgresión vanguardista.
Eran amigos, y sabían también que la promoción personal encuentra caminos más
llanos y mejores desde la afirmación en grupo.
Aquella fiesta, en cualquier caso, había empezado mucho antes. Sevilla fue sólo
broche de oro y acaso fin de fiesta. Desde principios de 1926, aquellos jóvenes
habían empezado a organizar los preparativos para celebrar un variopinto
homenaje a Góngora. Se programaron ediciones críticas de su obra, una antología
de la poesía española «en honor de Góngora», la representación de su teatro, un
auto de fe como «desagravio de tres siglos de necedades», conciertos, exposiciones,
etc. etc. El programa había de quedar muy recortado, pero, con todo, el 23 de mayo
de 1927, fecha del aniversario, se celebraron en Madrid, en aquel espacio cultural
roturado ya por la acción rompedora de las primeras vanguardias, los actos de un
homenaje singular que comprendía: una «hoguera simbólica», para que ardieran
las obras de los enemigos de Góngora; una misa de funeral celebrada en la iglesia
de Santa Bárbara, en la que el oficiante acabó dando el pésame a Bergamín, pues
parecía «el más compungido de los allegados del difunto»; y unos «juegos de agua»
contra los muros de la Real Academia, para dejar constancia de un rechazo radical.
También aquello era una fiesta.
Claro que no. El concepto de «generación del 27» encumbra un grupo de poetas
geniales, cuyo valor estético no se discute aquí y cuyo reconocimiento tampoco se
pone en entredicho, pero reducir a ellos el arte y la cultura de los años veinte
supone una forzadura de la historia que conviene saber recomponer a tiempo. No
todo fue poesía en aquellos años, desde luego, ni toda la poesía se ajustó a la
reivindicación gongorina. También hubo novela, y buena, y excelente teatro, y un
ensayismo que puso al pensamiento español al nivel de la filosofía europea. Por no
hablar de las demás artes, de la pintura a la música, de la arquitectura al cine. Ahí
están para recordárnoslo sus nombres: Benjamín Jarnés, Antonio Espina, Rosa
Chacel, Max Aub, Francisco Ayala, Ramón J. Sender, María Teresa León, Agustín
Espinosa, José Díaz Fernández, Joaquín Arderíus, Enrique Jardiel Poncela,
Cipriano Rivas Cherif, Valentín Andrés Álvarez, Ernesto Giménez Caballero,
Fernando Vela, Xavier Zubiri, José Gaos, María Zambrano, etc. etc. Nombres cuya
obra en nada desmerece de la de los poetas antes mencionados. Sin olvidar, por
otro lado, que a aquella renovación general de las artes y las letras de los años
veinte también contribuyeron autores que nuestro cómodo descuido y nuestra
incuria confortable suelen dejar fuera y encasillar de otro modo: valgan los
ejemplos de Valle-Inclán, cuya «Luces de bohemia», de 1920, revolucionó la escena
teatral, y de Azorín, cuyas novelas de esos años supusieron una suerte de modelo no
siempre reconocido por los más jóvenes. Todo ello, sin embargo, queda en la
sombra en la narración perversa de la historia que levanta la categoría de «27». O
de otro modo: la luz del «27», en su exaltación reverencial de la poesía, condena a
las sombras toda una producción literaria y cultural que, en propiedad y justicia, en
nada desluce de aquélla. Habrá, pues, que desandar el camino e ir de la luz a la
oscuridad, buscar tras el brillo de aquella luz el valor imperecedero de lo que se
entregó a las sombras.
La denuncia del «27» no significa rebajamiento alguno del valor de los poetas, sino,
al contrario, la reivindicación de una misma equivalencia entre los distintos géneros
entonces practicados. Tenga presente el lector, además, que Jarnés, por ejemplo,
tuvo en su tiempo más renombre que Lorca, y que hoy María Zambrano viene
siendo considerada como una cima de la filosofía del siglo XX. Si de generaciones
hay que hablar, quizá sea más adecuado el nombre de «generación de 1930», como
Díaz Fernández y Antonio Espina se autocomprendían, o el de «generación de la
república», pues la política acabó siendo el gozne sobre el que giraría todo en pocos
años. Todo, incluso el distanciamiento y la lejanía proclamados como principios del
«arte deshumanizado». En verdad, yendo a buscar en el «espíritu del tiempo», cuyo
horizonte nunca debiera abandonar la buena historiografía, acaso sea el concepto
de «modernidad» el que mejor dé la medida de aquellos años.
Pasado «putrefacto»
La lucha por la modernidad venía de muy atrás, claro está, y en los años
inmediatamente anteriores la «generación del 14» había hecho de la lucha en su
favor el centro de un vasto programa de acción cultural. Fueron modernos que
libraron la batalla de la modernidad hispánica. Ahora, en cambio, los jóvenes de los
años veinte, al sumarse, a su modo, a aquella lucha, lo hacían sobre conquistas
tangibles ya logradas, pisando un suelo menos inseguro y envueltos en un decorado
que permitía el entusiasmo. Aquellos jóvenes vivían la modernidad, eran modernos
y conducían una vida moderna, y sobre esa vivencia radical impulsaban la acción
misma del desarrollo de la modernidad. Les separaba un abismo de sus maestros
(Ortega y Gasset, Gómez de la Serna, Juan Ramón Jiménez), quizá no en ideas,
pero sí en estilo, porque el suyo era principalmente un estilo de vida. Y fue
precisamente ese estilo, filtrado por experiencias como el cine y el deporte, y
también, sin duda, por una nueva moral sexual, el que supieron imponer como
dominio propio de los años veinte. Desde esa enorme distancia se entiende el
calificativo de «putrefacto» con el que se relacionaron con el pasado.
Fueron verdaderamente felices los años veinte del pasado siglo, en el sentido de que
en ellos se vivió bajo la onda de un entusiasmo que acabó inundándolo todo, el arte
y la ciencia, la religión y la filosofía, la sociedad y la política. Fue el triunfo de una
modernidad consignada a la vida. Aquellos jóvenes ni abrieron la brecha ni fueron
sus portadores, pero justo es reconocerles el papel fundamental de la difusión de su
entusiasmo. Frágil entusiasmo, como se vería en pocos años. Y es que la tragedia de
aquella España consistió en penetrar la modernidad por la puerta de su crisis.
17 DE DICIEMBRE DE 1927
03:46 | Publicado por Pedro García Luaces |
La reunión de José Bergamín, Juan Chabás, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Dámaso Alonso,
Federico García Lorca y Rafael Alberti en Sevilla los días 16 y 17 de diciembre de 1927 supuso
«el primero y más concreto acto público», con palabras de Dámaso Alonso, de la Generación
del 27. La Residencia de Estudiantes, con el patrocinio de la Consejería de Cultura de la Junta
de Andalucía, ha querido conmemorar el setenta aniversario de este acto con la exposición
inaugurada en Sevilla, que vendrá a Madrid en febrero de 1998.La presente exposición quiere
describir un viaje. De ahí su título: ¡Viva don Luis! 1927. Desde Góngora a Sevilla.
Ese viaje comienza en el tiempo, tres siglos atrás, adonde va a rescatarse la obra del poeta
cordobés Luis de Góngora, «una obra espléndida, que reluce en la oscuridad como un duro
diamante, hostil y claro» (A. Marichalar), y termina en una excursión a Sevilla, donde «el
énfasis [...] recayó en la poesía “del momento”, la “actual”, de los sevillanos de Mediodía y de
los visitantes de Madrid, y no en Góngora», según explica Francisco López Estrada en el
estupendo artículo que se incluye en el catálogo.
Así, la exposición se divide en dos ámbitos principales, que a su vez se subdividen en los
siguientes apartados:
3. Revistas y creadores.
El episodio es famoso y conocidísimo, aunque sólo sea por la fotografía que todos los
aficionados a las letras reconocen desde la enseñanza media: la que los representa en hilera,
junto a Mauricio Bacarisse y los directivos del Ateneo, Blasco Garzón y José María Romero.
Una foto que ha sido comparada con lo que fue el cuadro de Esquivel para los románticos de
1830, o con el cuadro de Solana para los tertulianos de Pombo.
En cualquier caso, la excursión a Sevilla fue el más difundido entre los actos públicos que
aglutinaron al grupo de amigos que luego sería conocido como «Generación de 1927».
No fue, sin embargo, el primero. Hay que remontarse año y medio atrás, a abril de 1926,
cuando Gerardo Diego, Rafael Alberti, Pedro Salinas y Melchor Fernández Almagro deciden
homenajear al poeta cordobés Luis de Góngora con el pretexto de cumplirse el tercer
centenario de su muerte. Ya en enero de 1927, Jorge Guillén, Gerardo Diego, Pedro Salinas,
Federico García Lorca, Dámaso Alonso y Rafael Alberti redactan una circular invitando a
estudiosos, escritores, artistas plásticos y músicos a sumarse al homenaje.
¿Por qué Góngora? La doctrina oficial condenaba «el aflictivo nihilismo poético» encubierto
bajo las «pomposas apariencias» de su poesía (Menéndez Pelayo). La historia de la poesía
viva, por el contrario, se acordaba de Góngora desde el fin de siglo. El simbolismo francés, en
cuyo seno se efectúa la renovación del lenguaje poético moderno, recuerda a Góngora, lo
asocia a Mallarmé y al Greco. Esa presencia gongorina regresa a la lengua española de la
mano genial de Rubén Darío. En Europa, por su parte, Góngora sigue vivo en el contexto de la
vanguardia.
Pero para reclamar a Góngora se hace necesario estudiarlo y conocerlo en profundidad. Eso
es lo que se proponen los firmantes del homenaje. Por eso en su labor (apartado 2, «Góngora
reivindicado: vanguardismo y filología») combinan el rigor filológico de una serie de ediciones y
estudios (sobre todo las Soledades comentadas por Dámaso Alonso) con una serie de actos de
provocación vanguardística, que registró Gerardo Diego en su revista Lola, «amiga y
suplemento de Carmen», y recordó Rafael Alberti en su magistral Arboleda perdida.
Entre otros actos, hubo un Auto de Fe, donde se condenó al «erudito topo, el catedrático
marmota y el académico crustáceo» en forma de tres monigotes diseñados por José Moreno
Villa, y donde se quemaron —real o metafóricamente— toda suerte de libros antigongorinos.
Hubo «juegos de agua» contra los muros de la Real Academia (uno de los más largos fue —
paradojas de la vida— el de Dámaso Alonso, futuro director de la casa). Hubo un funeral
(parece que el sacerdote le dio el pésame a Bergamín, el más serio de todos).
En el plano de la escritura, el homenaje se plasmó en las revistas, desde las serias Revista de
Filología Española o Boletín de la Academia de Córdoba, hasta las actuales: La Gaceta
Literaria, recién aparecida en 1927 (con la que hubo sus más y sus menos), y sobre todo, las
revistas propias: la murciana Verso y Prosa y la malagueña Litoral. Esta última es fundamental,
porque suma el homenaje puramente vivo, es decir, poemas, cuadros, músicas. Con Picasso y
Falla —nada menos— en la presidencia, al lado de Juan Gris, Dalí, Manolo Hugué, junto a
Alberti, Lorca, Guillén, Cernuda, Diego, Prados, Altolaguirre, entre otros, mayores y menores
(apartado 3, «Revistas y creadores)».
Por azar y por la afición del gran taurino José María de Cossío, la excursión a Sevilla no se
concibe sin la presencia junto al grupo —luego más fugaz, ahora muy intensa— del «torero
amigo», Ignacio Sánchez Mejías, y junto a él, del «conde, poeta y ganadero» Fernando
Villalón, a quienes se dedica igualmente un apartado.
Con esto, volvemos al principio y al final del viaje «desde Góngora a Sevilla».
Bernardo Bueno y Rafaela Valenzuela, junto a uno de los paneles que conforman la muestra. RAÚL
DOBLADO:
El 16 de diciembre del año 1927 fue un día memorable para la historia literaria de
Sevilla porque un grupo de jóvenes poetas celebraron en el Ateneo hispalense un acto
de homenaje al cordobés Luis de Góngora en el tercer centenario de su muerte. Esta
efeméride dio nacimiento formal a la llamada Generación del 27.
Esta muestra, que se encuadra dentro de los actos de celebración del proyecto
«Andalucía Barroca», se podrá ver en las próximas semanas simultáneamente no sólo
en Sevilla, sino en las restantes capitales de las provincias andaluzas porque se han
hecho distintas copias de la misma. Además, a partir del próximo otoño, esta
exposición irá itinerando por distintas bibliotecas y centros culturales de la provincia
sevillana. Asimismo, se ha firmado un convenio con el Instituto Cervantes para que la
muestra llegue a distintos centros del mundo.
Reivindicación de Góngora
En palabras de la directora general del Libro, Rafaela Valenzuela, «los poetas del 27
reivindicaron a Góngora porque era un poeta de la modernidad». A este respecto
destacó la idea de que el cordobés fue «un poeta radical que impuso el uso del
lenguaje frente a la poesía oficial».
Esta exposición viene a culminar los actos de homenaje que la Consejería de Cultura
ha realizado a Luis de Góngora, del que se distribuyó gratuitamente el pasado 23 de
abril (Día Internacional del Libro), 100.000 ejemplares de una antología con sus
mejores poemas. Este libro, preparado bajo el cuidado de Angelina Costa, se repartió
entre los distintos usuarios de las bibliotecas andaluzas.
La Generación del 27 en una grabación
inédita
El documental 'El deseo y la realidad' contiene las únicas imágenes en movimiento que
existen de los poetas en esos años
ELPAÍS.com - Madrid - 23/09/2009
La directora del Cervantes, Carmen Caffarel, ha destacado en rueda de prensa la relevancia de este
"documento único", que "va a ser visionado en los 72 centros que tenemos en todo el mundo,
acompañado de mesas redondas y coloquios que pondrán en valor a una de las principales
generaciones de nuestra literatura." El Instituto hará todo lo posible "para que sea un documento
visto y vivido".
El vídeo contiene además las voces originales de Luis Cernuda, de Miguel Hernández o de María
Teresa León, quien lee un extracto de Marinero en tierra, de su esposo Rafael Alberti. Escritores
como Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Ignacio Gómez de Liaño y Luis Muñoz dan
voz a poemas que escribieron Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Pedro Salinas y Rafael Alberti,
respectivamente.
Las imágenes fueron rodadas hace 80 años por Juan Guerrero Ruiz con una cámara Pathé Baby de
9,5 milímetros. Los 24 rollos de película filmada (con una duración total de unos 15 minutos) son
probablemente parte de un documental que Juan Guerrero Ruiz (Murcia, 1893 - Madrid, 1955)
intentó realizar sobre la Generación del 27, de la que fue uno de sus grandes pilares. Guerrero Ruiz,
secretario de Juan Ramón Jiménez, fue amigo y colaborador de poetas y pintores, y fundador de
revistas literarias como Índicey Verso y Prosa.
Rafael Zarza, diseñador y cineasta, rescató por casualidad -su padre era amigo del hijo de Juan
Guerrero- esas secuencias inéditas en las que podemos ver a buena parte de los entonces muy jóvenes
poetas del 27. Ese material inédito fue sometido a un largo y complicado proceso de restauración por
parte de la Filmoteca Española desde 1979.
Zarza, autor de la idea original y del guión, es también director y guionista de la cinta junto con
Fernando González de Canales. Según ha desvelado, ha rechazado numerosas ofertas de compra del
material de Guerrero porque lo que le interesaba era dirigir él mismo este trabajo, como finalmente
ha conseguido. Ha descartado que el vídeo vaya a verse en los cines porque "un estreno comercial lo
banaliza" y ha manifestado su satisfacción por que el Instituto Cervantes lo lleve por todos sus
centros a lo largo de 2010.
Las imágenes en movimiento -destacan las de Lorca en Buenos Aires y las entrevistas realizadas a
Neruda, Alberti y Guillén- se complementan con fotografías (algunas, también inéditas) en las que
podemos ver diferentes momentos de la vida de García Lorca, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda y
José Bergamín.
El vídeo incluye además poemas de Juan Ramón (recitados por Luis Alberto de Cuenca), de Cernuda
(leídos por Villena), de Salinas (por Gómez de Liaño), de Jorge Guillén (por Ignacio Merino), de
Alberti (por Luis Muñoz), de Lorca, Gerardo Diego, Altolaguirre, Dámaso, Bergamín, Aleixandre,
Neruda, Miguel Hernández y Fernando Villalón. La música original es de Iván Guerrero.
El título del documental -El deseo y la realidad- está inspirado en el célebre libro recopilatorio de la
poesía de Luis Cernuda La realidad y el deseo. Tiene dos partes: en la primera (años 1927 y 1928) se
refleja "el deseo" vital de aquellos jóvenes poetas; en la segunda parte (años 1929 a 1936) se plasma
"la realidad" en la que discurrirán sus vidas.
En 1983, un ya anciano Jorge Guillén vio en su domicilio malagueño una copia en vídeo de las
películas de Juan Guerrero contenidas en el documental. Días después escribió el poema Misterioso,
el último antes de morir, referido a esas imágenes y que comienza así: "Pasa el vídeo misterioso /
vuelve el pasado en movimiento, / y el instante insignificante / llega enseguida a conmovernos."
El próximo mes de noviembre, el documental podrá verse en la Residencia de Estudiantes (Madrid)
en el marco de la exposición ¿Aquel momento ya es una leyenda Ochenta años del 27 (1927-
2007) que organizan la SECC, la Residencia de Estudiantes y la Junta de Andalucía.
La Generación del 27 en una grabación inédita
El documental 'El deseo y la realidad' contiene las únicas imágenes en movimiento que existen de los
poetas en esos años
Por primera vez salen a la luz, filmaciones inéditas y fotografías -algunas, también inéditas- de la
mítica Generación del 27. Luis Cernuda, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Pedro Salinas, Dámaso
Alonso, Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre y Fernando Villalón, entre otros, aparecen en unas
imágenes en movimiento hasta ahora nunca vistas.
La directora del Cervantes, Carmen Caffarel, ha destacado en rueda de prensa la relevancia de este
"documento único", que "va a ser visionado en los 72 centros que tenemos en todo el mundo,
acompañado de mesas redondas y coloquios que pondrán en valor a una de las principales
generaciones de nuestra literatura." El Instituto hará todo lo posible "para que sea un documento visto
y vivido".
El vídeo contiene además las voces originales de Luis Cernuda, de Miguel Hernández o de María
Teresa León, quien lee un extracto de Marinero en tierra, de su esposo Rafael Alberti. Escritores como
Luis Alberto de Cuenca, Luis Antonio de Villena, Ignacio Gómez de Liaño y Luis Muñoz dan voz a
poemas que escribieron Juan Ramón Jiménez, Luis Cernuda, Pedro Salinas y Rafael Alberti,
respectivamente.
Las imágenes fueron rodadas hace 80 años por Juan Guerrero Ruiz con una cámara Pathé Baby de 9,5
milímetros. Los 24 rollos de película filmada (con una duración total de unos 15 minutos) son
probablemente parte de un documental que Juan Guerrero Ruiz (Murcia, 1893 - Madrid, 1955) intentó
realizar sobre la Generación del 27, de la que fue uno de sus grandes pilares. Guerrero Ruiz,
secretario de Juan Ramón Jiménez, fue amigo y colaborador de poetas y pintores, y fundador de
revistas literarias como Índice y Verso y Prosa.
Rafael Zarza, diseñador y cineasta, rescató por casualidad -su padre era amigo del hijo de Juan
Guerrero- esas secuencias inéditas en las que podemos ver a buena parte de los entonces muy
jóvenes poetas del 27. Ese material inédito fue sometido a un largo y complicado proceso de
restauración por parte de la Filmoteca Española desde 1979.
Zarza, autor de la idea original y del guión, es también director y guionista de la cinta junto con
Fernando González de Canales. Según ha desvelado, ha rechazado numerosas ofertas de compra del
material de Guerrero porque lo que le interesaba era dirigir él mismo este trabajo, como finalmente ha
conseguido. Ha descartado que el vídeo vaya a verse en los cines porque "un estreno comercial lo
banaliza" y ha manifestado su satisfacción por que el Instituto Cervantes lo lleve por todos sus centros
a lo largo de 2010.
Las imágenes en movimiento -destacan las de Lorca en Buenos Aires y las entrevistas realizadas
a Neruda, Alberti y Guillén- se complementan con fotografías (algunas, también inéditas) en las que
podemos ver diferentes momentos de la vida de García Lorca, Vicente Aleixandre, Luis Cernuda yJosé
Bergamín.
El vídeo incluye además poemas de Juan Ramón (recitados por Luis Alberto de Cuenca), de Cernuda
(leídos por Villena), de Salinas (por Gómez de Liaño), de Jorge Guillén (por Ignacio Merino), de Alberti
(por Luis Muñoz), de Lorca, Gerardo Diego, Altolaguirre, Dámaso, Bergamín, Aleixandre, Neruda,
Miguel Hernández y Fernando Villalón. La música original es de Iván Guerrero.
El título del documental - El deseo y la realidad- está inspirado en el célebre libro recopilatorio de la
poesía de Luis Cernuda La realidad y el deseo. Tiene dos partes: en la primera (años 1927 y 1928) se
refleja "el deseo" vital de aquellos jóvenes poetas; en la segunda parte (años 1929 a 1936) se plasma
"la realidad" en la que discurrirán sus vidas.
En 1983, un ya anciano Jorge Guillén vio en su domicilio malagueño una copia en vídeo de las
películas de Juan Guerrero contenidas en el documental. Días después escribió el poema Misterioso, el
último antes de morir, referido a esas imágenes y que comienza así: "Pasa el vídeo misterioso / vuelve
el pasado en movimiento, / y el instante insignificante / llega enseguida a conmovernos."
24.09.09 -
Una caja arrumbada en el desván de los Guerrero contenía las filmaciones inéditas y
las fotografías que han hecho posible un vídeo de 61 minutos dirigido por Rafael Zarza
y Fernando García de Canales. Luis Cernuda, Federico García Lorca, Rafael Alberti,
Pedro Salinas, Dámaso Alonso, Jorge Guillén, Manuel Altolaguirre y Fernando Villalón,
entre otros jóvenes poetas aparecen en estas imágenes para la historia. Fueron
rodadas en los Alcázares de Sevilla y en las inmediaciones de Cibeles, el Retiro o el
Paseo de Recoletos en Madrid. También registra el documental las voces originales de
Luis Cernuda, Miguel Hernández y María Teresa León, quien lee un extracto del
'Marinero en tierra' de su marido, Rafael Alberti.
Juan Guerrero Ruiz rodó con una cámara Pathé Baby de 9,5 milímetros. Se han
salvado 24 rollos, probablemente parte de un documental que el propio Guerrero Ruiz
intentó realizar sobre aquella brillante generación de la que fue pilar y valedor. Amigo y
colaborador de poetas y pintores, responsable de cultura en La Verdad de Murcia,
secretario de Juan Ramón Jiménez, fue fundador de revistas literarias como 'Índice' y
'Verso y Prosa'.
Sobre «Ignacio Sánchez Mejías, el
hombre de la Edad de Plata»
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JOSÉ LUIS MONTOYA
En mayo de 1927, un grupo de jóvenes escritores celebró en Madrid una especie de homenaje a Luis de
Góngora, de un lado, para reivindicar y glosar la memoria del poeta cordobés al cumplirse los 300 años de
su muerte, y de otro, la verdad sea dicha, para darse a conocer los propios organizadores del acto. Pero
nadie les hizo ni puñetero caso, y aquello pasó desapercibido, con pena, sin gloria y ni una mísera crónica
en la prensa capitalina, aunque por circunstancias de la vida, al poco, en la puerta del Hotel Ritz hubo un
encuentro casual entre Rafael Alberti y José María de Cossío, que iba en compañía de Ignacio Sanchez
Mejías, quien aparte de torero de postín era igualmente un apasionado de las letras; los presentó, hablaron
del sucedido e Ignacio se comprometió a celebrar un acto similar en Sevilla, su tierra, del que dijo no
pasaría tan desapercibido como el de Madrid. Como así fue en el siguiente diciembre; les pagó el tren y el
alojamiento a los componentes del grupo —al que se sumó Federico Gasrcía Lorca—, les organizó en Sevilla
un acto literario y varios lúdicos, faltaría más, que sí tuvieron eco en la ciudad, surgiendo así lo que desde
entonces se ha conocido como Generación del 27.
Por lo tanto, una Generación que como tal —al margen de la calidad individual de sus componentes—
surgió de la casualidad del encuentro y del dinero de este Sánchez Mejías, a quien me refiero hoy, por la
publicación de un libro sobre su polifacética vida, porque Ignacio fue torero, poeta, promotor de
espectáculos (por amor), piloto, dramaturgo y según la tradición oral, un tío echao palante como pocos y en
todos los sentidos, tanto, que esa valentía, ese no dejarse sobrepasar por nadie en nada, de lo que siempre
hizo gala, lo llevaron a reaparecer en Manzanares el 11 de agosto de 1934 cuando no debía haberlo hecho, y
resultar cogido mortalmente por el toro «Granadino», trágica muerte que unida a su novelesca, febril y
trepidante existencia esculpieron su figura en el mármol de la posteridad como personaje de leyenda, ese
personaje al cual han hecho un acercamiento definitivo Andrés Amorós y Antonio Fernández Torres en el
libro «Ignacio Sánchez Mejías, el hombre de la Edad de Plata» (Almuzara), a través de cuyas páginas
repasan la apasionante vida de Ignacio y su obra artística, tanto taurina como literaria, para lo cual han
contado con la ayuda de los herederos, que han puesto a su disposición el archivo familiar, con fotografías,
recortes de prensa, manuscritos y cartas, que se reproducen en la obra.
http://www.abcdesevilla.es/20100217/sevilla-opinion-firmas/sobre-ignacio-sanchez-mejias-
201002162220.html
http://hemeroteca.abc.es/cgi-
bin/pagina.pdf?fn=exec;command=stamp;path=H:%5Ccran%5Cdata%5Cprensa_pages%5CMad
rid%5CABC%5C1927%5C192701%5C19270128%5C27E28-018.xml;id=0000178999
http://www.abcdesevilla.es/hemeroteca/historico-26-06-2007/sevilla/Cultura/una-exposicion-
conmemora-en-sevilla-la-intima-union-entre-gongora-y-la-generacion-del-
27_1633922938172.html
http://www.nortecastilla.es/20090924/cultura/generacion-vivo-20090924.html
http://www.elpais.com/articulo/cultura/Generacion/27/grabacion/inedita/elpepucul/2009092
3elpepucul_4/Tes
http://poesiaamistad.puertodeluz.org/viewtopic.php?t=4996
http://cervantestv.es/2009/11/07/el-deseo-y-la-realidad-imagenes-y-palabras-de-los-poetas-
del-27/
http://hemeroteca.abcdesevilla.es/nav/Navigate.exe/hemeroteca/sevilla/abc.sevilla/2009/03/
22/074.html
http://www.google.es/search?q=homenaje+a+gongora&hl=es&prmd=ivns&tbs=tl:1&tbo=u&ei
=uBijTYODKIiz8QOltdyoAw&sa=X&oi=timeline_result&ct=title&resnum=11&ved=0CFgQ5wIwC
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