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Siento culpa de no estar más tiempo con mis hijos

Por Alejandra Stamateas

JEREMÍAS 1.5
"Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes de que nacieras, ya te había apartado;
te había nombrado profeta para las naciones".
Hay una elección de Dios sobre tu vida. Dios ya te nombró. Dios te envió para hacer una tarea
única y especial, por eso el enemigo va a pelear por tu identidad de hijo, para que nunca puedas
ver cuál es tu destino profético.
¿Qué características tiene Dios como Padre y cuáles son las características que nosotros debemos
tener como padres? Nos han dicho que ser papá es una de las cosas más difíciles y es mentira. Hay
dos pautas para tener en cuenta para educar a nuestros hijos...

1) Un padre bendice
Antiguamente a un hijo se lo consideraba maduro cuando cumplía los treinta años: ya podía votar,
podía ser anciano de la sociedad, podía recibir la herencia que le dejaba el padre. Se suponía que a
los treinta años de edad pensaba y hablaba como su papá. Jesús comienza su ministerio a los
treinta años, y lo primero que hace Dios es confirmarle que él es su hijo: "Este es mi hijo amado en
quien me complazco", o sea Dios confirma su identidad de hijo; recién a los treinta años empieza el
ministerio de Jesús.

Si tu hijo está detenido es porque le falta la palabra de bendición de sus padres.


La palabra de bendición es la que le da la capacidad para andar en la vida, para desenvolverse,
para desarrollarse, y esa bendición es una aprobación. Bendecir es gratis y fácil, todos tenemos la
capacidad para bendecir. Tal vez digas: "pero a mí nadie me bendijo..." Alguien te bendijo: tuviste
una mamá ó un papá espiritual que soltó una bendición sobre tu vida, y a través de esa bendición
empezaste a caminar. La bendición es el permiso que le das a tus hijos para ser ellos mismos, y no
una extensión tuya. Nuestros hijos son únicos, particulares, especiales; y lo que necesitan de
nosotros como padres es que los bendigamos para que entonces se sientan libres de seguir su
propio camino. Por eso nuestros hijos pasarán por la prueba de la identidad: el diablo está detrás
de la herencia de tus hijos. ¿Pero quién le deja herencia a los hijos? Los padres. O sea que el diablo
no quiere que le dejes herencia a tus hijos. ¿Qué tipo de herencia le estás dejando a tus hijos?
Porque el diablo anda detrás de esa herencia. Por eso cuesta tanto acercar a tus hijos a Dios,
porque el enemigo quiere pelearle la identidad de hijo de Dios.

Yo tengo herencia para mis hijos y voy a pelear hasta que ellos la reciban
¿Qué es bendecir? Es impartir. Cuando les decís: "yo te di esto, tenés una casa, te di estudio, no te
falta nada" contamos a nuestros hijos como si fueran una carga pesada, algo que fue un trauma
para nosotros. En lugar de contarles a nuestros hijos que todo lo que hemos logrado en la vida es
porque corrimos tras un sueño y todos nuestros logros son victorias de amor. Tenemos que
contarle a nuestros hijos nuestras victorias, no es mentir que nos fue todo bien; le vamos a decir:
"yo pasé por esto, sufrí, pasé por una derrota, por un fracaso, me rechazaron, pero hoy tengo la
victoria de haber peleado con pasión". No les cuentes las depresiones sino las victorias, para que
ellos puedan valorar la herencia de la victoria que les estás dejando.
Si nosotros supimos pelearla y obtener la victoria, nuestros hijos no la van a pelear
más; lo único que van a tener que tomar es el botín que nosotros le vamos a dejar

"Claro que esa pareja me costó mucho; claro que pasé por una enfermedad; claro que alguien me
traicionó; claro que perdí eso que tanto quería... Pero todo fue querido hijo porque tenés una
mamá, un papá, que hemos corrido detrás del sueño de Dios y hemos alcanzado la victoria; ahora
a vos te toca tomar el botín".

Dale más bendición a tus hijos; no cierres la boca cuando puedas abrirla para hablar bendición.
"Ay, pero después se la van a creer...", nunca se la van a creer; y si se la creen... ¿cuál es el
problema? ¡Si están bendecidos, si son tus hijos! Tirale más bendición, cada día acostumbrate,
habituate a darle permiso para que vivan mejor. Hay algunos hijos que no tienen permiso para
vivir, que están colgados de tu vida y sienten miedos, temores, inseguridades, porque no los has
bendecido. Como cuando Dios y dijo: "Este es mi hijo amado y en él tengo toda mi bendición".
Tienes que decirle: "Eres mi hijo, eres el placer de mi vida, estén como estén y en la situación que
estén".
Una bendición puede quebrar el encierro emocional, espiritual, moral, intelectual ó
físico de tus hijos.

2) Un padre provee
1ª Pedro 5.7 dice: "Depositen su ansiedad en Él porque Él cuida de ustedes". Eso es lo que hace un
padre: cuida y provee. Antes que aparezca otra persona que le provea a tus hijos, dale vos lo que
ellos están necesitando. Por tres meses nuestros hijos van a ser ministrados por "Gran Hermano",
todo el verano nuestros hijos van a estar prendidos a la pantalla. Tus hijos van a ser enseñados por
otros chicos de su edad; y como no les podemos sacar Gran Hermano facilmente -todo el mundo
ve televisión y no vamos a prohibirles- lo que tenemos que hacer es enseñarles antes para que
ellos tengan criterio cuando ven. Tienen que tener criterio, y eso es lo que un padre o una madre
hacen: proveerles criterio. "Hijo vamos a ver esto... ¿qué está pasando acá?" Conversar, pero no
juzgarlos y criticarlos. Ellos tienen más inteligencia de lo que nos imaginamos. "¿A vos qué te
parece, cómo ves esto, cómo podrías ayudar a ésta persona, por qué crees que está diciendo
esto?" Y descubrir que todo eso es una gran actuación, que no es la realidad. Eso tenemos que
dárselo nosotros, debemos suplírselo nosotros.

Tengo que enseñarle a mis hijas cómo pelear las batallas de la vida; tengo que enseñarle cómo se
levanta una mujer después de haber caido, cómo se sale de una depresión, cómo se hace para
seguir adelante después de una gran tormenta, cómo se hace para vivir una vida victoriosa. ¿Y
cómo lo hago si no estoy mucho tiempo con ellos? No un tiempo que les des a ellos; es que
caminen con vos en la vida. Si ellos te ven a vos, sos el modelo principal de sus vidas, y si ellos
saben que la peleaste pero que tenés tu esperanza y tu fe intactas, ellos te van a tomar como
modelo.

Cuando tengan que resolver sus propios conflictos dirán: "He vista a una mentora, un
mentor impresionante, yo sigo adelante como mi mamá, como papá".

La pregunta es: ¿querrán nuestros hijos ser como nosotros? ¿Querrán tus hijos parecerse a vos? No
estoy diciendo ser iguales... ¿Querrán extraer cosas importantes de vos? ¿Querrán extraer de tus
luchas, de tus peleas y de tus batallas, lecciones importantes para su propia vida? ¿Ó te están
viendo destruida, derrotada, hecha bolsa? ¿Ó ven que la peleás y salís en victoria? A un hijo le
estás enseñando todo el tiempo, le hables ó no, estés con ellos ó no. Hay algo que les estás
diciendo; por lo tanto, peleá por tus victorias para que tus hijos no tengan que pelear más por ese
mismo problema. Y te puedo asegurar que les vas a dejar una herencia: mamá, papá la pasó mal
pero han salido en victoria.

3) Un padre es cobertura
Bendice, provee, enseña con su propia vida, y un padre también es cobertura. La cobertura se dá a
través de la disciplina. Hay hijos que no están cubiertos porque no tienen límites, porque no tienen
disciplina. Un límite es la piel que los seres humanos tenemos para protegernos en el futuro. Por
eso a tus hijos tenés que ponerles límites. No es fácil para nosotros ponerles límites, por la culpa de
no estar tanto con ellos, etc. Pero el límite tiene que estar porque les da seguridad. Dice el Salmo
23 "En la casa de Jehová moraré por largos días", pero hay otra traducción mejor que dice: "A la
casa de Papá volveré". Pase lo que te pase, hayas sufrido lo que hayas sufrido, si vos un día
estuviste en la casa de Papá, siempre vas a querer volver porque no hay nada como los brazos de
papá. Dios tiene algo preparado para tu vida; aunque te hayas ido lejos un día vas a decir: "A la
casa de Papá volveré". Y eso es lo que tienen que decir nuestros hijos: "A la casa de mamá yo voy
a volver, a la casa de papá voy a volver". No para quedarme debajo de tus alas; volver porque le
gusta estar con vos, y volver a irse, tal vez. Cuando ellos estén volando solos, así como David
decía: "A la casa de Papá volveré". Yo sé que pase lo que pase tengo un lugar en la casa de mis
padres.

¿Te tienen confianza tus hijos? ¿Creen en vos tus hijos ó te tienen miedo, ó te perdieron el respeto
porque sos la loca? ¿Te consideran depresiva, histérica, una mujer que nunca logró nada, una
pobre mujer débil, que empieza las cosas pero nunca las puede terminar? ¿Esa es la imagen que
tienen tus hijos de vos? ¿Cuál es la imagen que le estás dejando a tus hijos? ¿Cuál es la mamá que
ellos tienen? Y esa pregunta te la tenés que hacer vos, antes que se la hagan ellos. Antes que ellos
se pregunten quién es mi mamá, qué es mi mamá, y qué hizo mi mamá, te lo tenés que preguntar
vos. Sos un modelo para tus hijos, pero no un modelo porque hacés las cosas bien; sino porque la
peleás y seguís peleándola hasta salir adelante; eso es ser un modelo. Modelo no es perfección; es
el que pelea pero sigue batallando hasta obtener la victoria.

¿Qué hace el enemigo? Vos para tus hijos sos como el cielo, la altura; a veces se les hace difícil
alcanzarte porque el enemigo pone un montón de cosas en el medio, entre vos y tus hijos, para
que nunca lleguen a ver la bendición. Por eso tu hijo te critica tanto, se molesta por tantas cosas,
no te puede respetar; porque hay cosas, estorbos, que el enemigo construyó en el medio para que
no te puedan ver y para que vos no puedas ver el hijo bendecido que tenés. Por eso vos también te
quejás de tu hijo; decís: "es un vago, es un atorrante", "ésta es una loca", "éste no tiene dos dedos
de frente", "éste no va a llegar a ningún lado", "éste es un mal tipo, se junta con malas
compañías". Porque el enemigo te pone un montón de cosas para oscurecerte la visión. Y eso
mismo es lo que hace el enemigo con nosotros y Dios: construye un montón de edificios altos para
que no podamos ver a Dios. Quiero decirte que así como es tu cielo, así va a ser tu tierra. Si vos no
podés ver el cielo, en tu tierra va a haber pobreza. Pero si vos te das cuenta que en el cielo vive el
Dios Todopoderoso y que Él ha decidido descender a bendecirte, entonces si tu cielo es grande, tu
tierra también va a ser grande. Hay un Dios que está esperando bendecir tu vida, por eso tenés
que sacar todos los edificios que Él construyó y que no te permiten ver a Dios, para que puedas ver
la pureza de Dios, y entonces decir: "Señor, yo sé que tienes para mí una bendición; todavía no lo
pude ver, el enemigo me puso problemas, situaciones difíciles, problemas de salud, problemas
económicos, todavía no tengo mucha fe, no la puedo desarrollar y todo eso me nubla la visión;
pero yo sé que tengo un Dios grande, un Dios que todo lo puede, un Dios que todo lo tiene y un
Dios que sabe dar bendición. Por eso, sacá todos los edificios que el enemigo te puso como
estorbo, y sabé bien que si hay un Dios grande y un cielo abierto grande, tu tierra también estará
bendecida.

¿Será que somos buenos padres cuando estamos más tiempo con nuestros hijos? ¿Ó será que
somos buenos padres cuando usamos el tiempo correctamente, cuando sabemos bendecir a
nuestros hijos, cuando sabemos proveer para nuestros hijos, cuando sabemos dar cobertura a
nuestros hijos? La culpa que tenés, ¿es porque no estás ó es porque no estás haciendo lo correcto?
Porque si sentís culpa por no estar más tiempo con ellos, te digo hoy: ¡quitate toda culpa! Si vos no
estás mucho con ellos pero tus hijos están haciendo lo correcto, tus hijos se están educando bien,
tus hijos se están criando bien. ¿Qué cosas hacés espiritualmente por ellos? ¿Qué cosas hacés
intelectualmente por ellos? ¿Te estás superando intelectualmente para que tus hijos tengan otro
umbral para luego subir? ¿Ó te estancaste intelectualmente? ¿Te estás superando espiritualmente
para conocer más a Dios y tener más revelación para que tus hijos se paren en otro escalón
espiritual? ¿Ó los estás dejando en el escalón de abajo porque vos no te superás? Físicamente, ¿te
estás superando un poco más para darles a ellos un modelo, ó te quedaste estancada?
Emocionalmente, ¿te estás superando ó les estás mostrando a tus hijos que no vale la pena vivir en
pareja, que no vale la pena casarse y tener hijos?
Tus hijos te están mirando, están viendo hasta dónde van a poder llegar y desde dónde
van a tener que partir. No es solo la cantidad de tiempo, es lo que ellos ven cuando te
ven, y es lo que ellos ven cuando no te ven. Es lo que ellos escuchan cuando no te
escuchan, y es lo que ellos escuchan cuando sí te están escuchando.
¿Le estás poniendo un escalón más alto a tus hijos o ellos van a tener que remarla desde más
abajo? "Sí pero a mí no me lo hicieron, pastora". No importa; porque vos podés hacerlo, porque
con Dios vos podes agarrarte y decirle: "¡Señor ayúdame a subir a un nuevo nivel!" Tus hijos van a
ver si subís a un nuevo nivel porque ellos quieren estar un poquito más arriba; y esa cobertura se
la vas a dar vos. ¿Qué están viendo tus hijos en tu vida? Eso es tan importante...

Por eso nuestros hijos tienen que poder repetir la frase: "volveré a la casa de mis padres", no para
quedarse sino para disfrutarte. No hay nada más lindo que un hijo disfrute a sus padres. No hay
nada más lindo que tus hijos vengan y te disfruten: "qué lindo que está papá en este momento";
"qué linda que está mamá en este rato, quiero disfrutármelos todos, quiero mirarlos, quiero cantar
con ellos, quiero escuchar música con ellos, quiero ver un programa juntos, ó quiero estar un ratito
en la cama con ellos, ese ratito los estoy disfrutando". Tus hijos tienen que poder decir "volveré..."

Dice Jeremías: "antes de formarte en el vientre, ya te había elegido, antes de que nacieras, ya te
había apartado". El Señor te formó, te apartó y te dio todo, antes. Todos tenemos un pasado
espiritual, porque dice la Palabra "antes de que nacieras yo ya te ví, ya te formé y ya te elegí". Hay
un pasado espiritual en tu vida, algo que Dios determinó para tu vida antes de que nacieras, aún
sin que vos lo supieras. Por eso cada vez que estés mal vuelve a tu pasado espiritual; cada vez que
tengas un momento duro y difícil, vuelve a tu pasado espiritual... ¿Sabés cuál es tu pasado
espiritual? El corazón de Dios. Cada vez que estás mal tenés que acordarte de tu pasado espiritual;
cada vez que estés mal tenés que volver al corazón de Dios; cada vez que los problemas vengan a
tu vida... "vuelvo con Papá, volveré a la casa de Papá", porque quiero disfrutar de mi Dios.
¡Tenemos un Papá que nos ama, que nos bendice! Él está en casa y te va a recibir en casa.

Había un rey que se llamaba Ezequías; y Dios le dijo: "prepará tus cosas porque vas a morir". ¿Qué
hizo Ezequías? No aceptó esa palabra de Dios. ¿Cómo podés negarte a algo que Dios ha
determinado? Pero Ezequías hizo algo diferente... ¡y a Dios le encanta la gente que se atreve a
romper moldes! Entonces dijo: "no Dios, vos ya dictaste sentencia pero yo quiero decirte algo... ¿te
acuerdas eso que hice una vez, esa ofrenda que dí, te acuerdas esa vez que hice algo a favor tuyo,
esa vez que le prediqué a alguien, ese día que fui a tu casa y que levanté las manos y te adoré? Es
poquito pero ¿te acuerdas?" ¿Sabés qué estaba haciendo Ezequías? Estaba siendo su propio
abogado, estaba defendiendo su causa. Vos podés defender tu causa, decir: "Señor, acuérdate, fue
poquito, parece débil lo que hice, pero acuérdate; un día yo estuve acá, un día te prometí, un día
te adoré, un día te canté... Y si no fui yo, tenía una abuelita que oraba por mí". Mencionale tu
pasado espiritual. ¿Sabés qué quiere ver Dios? Que tenés una historia con Él; no importa cómo fue,
pero hay una historia, hay un pasado con Dios, hay un amor por Él y Dios te va a bendecir porque
hay una historia de Dios con vos.

Hay un momento que tiene que ver con esa profunda soledad que tenemos todos los seres
humanos; y ese es el momento donde uno se mete en el corazón de Dios; escuchar el latir del
corazón. A Dios le gusta que escuches; más que verlo, a Dios le gusta que escuches, porque el oído
es fe y Dios quiere que escuches. Hay que atreverse a escuchar sonidos nuevos, especialmente
cuando estamos mal, especialmente cuando la batalla se hace difícil, hay que atreverse a escuchar
palabras nuevas de parte de Dios. El sonido del corazón de Dios te dice: "Eres mi hija, yo te elegí,
no te voy a abandonar, no te voy a dejar, no te voy a soltar; parece que las cosas no ocurren,
parece que no aparecen, parece que no te respondo, pero yo no te voy a soltar porque di mi
palabra, te ungí, te preparé para la vida". Dios nos preparó para la vida y nos dio herramientas;
estás pasando por situaciones difíciles, y seguramente Dios te dice: "hay algo que todavía no
usaste que está dentro tuyo; yo soy tu guía y tu faro, yo te voy a conducir, yo te voy a llevar, hasta
que te vea en victoria".

Así como querés ver a tus hijos con éxito, y todo padre desea que sus hijos crezcan, que
vivan felices, que estén sanos, que estén bendecidos, que estén prosperados, así Dios lo
quiere de nosotros

¿Saben qué pasó con el rey Ezequías? Él defendió su causa y Dios le dijo: "Eso me gusta". A Dios le
encantan los desafíos. Y Dios le dijo: "te voy a agregar vida", pero no le dio un día, una semana...
¡le dio 15 años más de vida! Quiero decirte que si hoy te atreves a contarle la historia de amor que
tienes hoy con Él y decirle: "Tal vez te pude haber fallado muchas veces Señor, pero no fue mi
intención, te dí lo mejor que pude. Señor te acuerdas, Señor nos conocemos, cuántas veces lloré
ahí en tu regazo, cuántas veces te pregunté cosas, cuántas veces bailé y me alegré delante de tu
presencia". El Señor va a quebrar con algo que el enemigo quiso hacer sobre tu vida y sobre la vida
de tus hijos; y no te va a dar unos añitos, te va a dar muchísimos años más de bendición con tus
hijos. Lo que no viviste de alegría con tus hijos, a partir de ahora lo vas a empezar a vivir.

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