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Primer mes del embarazo

Unos seis días después de la fecundación, el huevo (óvulo fecundado) llega al útero y anida en él. En
pocos días, una parte de las células dará origen a la placenta, y la otra, al embrión. A partir de ese
momento el organismo materno empieza a cambiar.
Los primeros síntomas se confunden con el síndrome premenstrual: cansancio, tirantez en el pecho,
aumento de la secreción vaginal, manía a determinados alimentos, mayor sensibilidad olfativa o un
extraño sabor metálico en la boca...
El embarazo no suele descubrirse hasta que se produce la primera falta -unas dos semanas después de
la fecundación-, aunque algunas mujeres que ya han sido madres pueden intuir antes la presencia del
futuro bebé.
A partir del sexto día de retraso de la regla se puede realizar un test de embarazo. Si el resultado da
positivo, conviene acudir cuanto antes a la consulta del ginecólogo para confirmar que todo está bien.

Segundo mes del embarazo


Las alteraciones de ánimo son frecuentes por la revolución hormonal que se está produciendo en la
mujer.
El pecho ha crecido y duele un poco. En la areola se distinguen unos nódulos pequeños, llamados
tubérculos de Montgomery.
Es probable que aparezcan náuseas y mareos, y que aumente la producción de saliva y la necesidad de
orinar.
Muchas mujeres se sienten cansadas y necesitan dormir más de lo habitual. Es una defensa del
organismo, que se prepara para el sobreesfuerzo que le espera en los próximos meses.
Algunas embarazadas sienten un gran apetito, otras son incapaces de probar bocado y hasta pierden
peso. Estas sensaciones remitirán a medida que el cuerpo se adapte a la gestación.

Tercer mes del embarazo


El abdomen empieza a abultarse ligeramente. Llega el momento de dar un repaso alarmario para
seleccionar la ropa más cómoda.
Conviene comprar sujetadores más grandes y empezar a echar un vistazo a las tiendas premamá y dar
rienda suelta a la ilusión. Las prendas ajustadas no son aconsejables porque pueden dificultar la
circulación sanguínea.
Disminuye la producción de la hormona gonadotropina coriónica, causante de las
desagradables náuseas y los cambios en el apetito.
Las encías pueden inflamarse y sangrar con facilidad debido a los cambios hormonales. Es aconsejable
hacerse una revisión odontológica.
Al final de este mes se han formado los órganos vitales del futuro bebé, que deja de llamarse embrión
para recibir el nombre de feto. La madre puede estar tranquila. Ha pasado el periodo de mayor riesgo
de malformaciones congénitas.

Segundo trimestre
Las molestias iniciales han desaparecido, se puede lucir la tripa y sentir las pataditas del bebé. Es la etapa
más gratificante.

Cuarto mes del embarazo


Las náuseas, los vómitos y el cansancio característico de los primeros meses suelen remitir después de
la semana 12. La mujer se siente más vital. La cintura ha desaparecido y las caderas han empezado a
redondearse, pero la incipiente tripa aún no resulta molesta.
Los pezones aumentan de tamaño y se vuelven más oscuros.
En el centro del abdomen suele aparecer una línea vertical de -tono negruzco que se desvanecerá
después del parto.
Los cambios hormonales pueden oscurecer también las zonas sensibles de la piel (pecas, lunares).
Conviene evitar exponerse al sol o, si se hace, usar cremas con alto factor de protección.
La presión que ejerce el útero en el estómago puede empezar a entorpecer las digestiones y causar
estreñimiento. Es importante comentarlo con el tocólogo y seguir sus recomendaciones.

Quinto mes del embarazo


Llega uno de los momentos más esperados del embarazo: la primera patadita del bebé. Suele notarse
hacia la semana 20 de gestación, aunque las mujeres que tienen más hijos pueden percibir los
movimientos fetales unos 15 días antes.
En la mitad del embarazo la respiración se hace más profunda y el ritmo cardiaco se acelera.
La tripa empieza a resultar evidente y hay que vestirse con prendas premamá.
Mayor retención de líquidos. Algunas mujeres notan una ligera hinchazón en brazos y tobillos.
El vello puede hacerse más abundante.
Mayor riesgo de gases por el estreñimiento.
Aumentos repentinos de temperatura con exceso de sudoración. Pueden combatirse tomando duchas
frecuentes y vistiendo prendas de algodón.
Sexto mes del embarazo
El volumen de la tripa se acentúa notablemente. El útero sigue creciendo y se extiende por encima del
ombligo. La futura mamá ya no puede disimular su estado.

La piel de la barriga se estira y pueden aparecer picores. Se alivian aplicando crema hidratante, que
también previene las estrías.
El ombligo puede sobresalir y quedar así hasta el parto. Luego volverá a normalizarse.
El niño crece deprisa y cambia de posición con frecuencia. La futura mamá siente sus movimientos.
El útero ya no cabe en la pelvis. Al extenderse, desplaza los intestinos y presiona ligeramente el hígado
y el diafragma. Eso puede dar lugar a una sensación pasajera de ahogo.
La vejiga también está más más oprimida. Vuelven las ganas de hacer pis más a menudo.
Los pezones pueden estar más sensibles, ya que se empieza a producir prolactina, la hormona que
prepara los senos para la lactancia y estimula la producción de leche materna.

Tercer trimestre
El niño continúa creciendo y la tripa es cada vez más voluminosa. En las últimas semanas, el cuerpo de
la madre se prepara para el momento del parto. La preparación a la maternidad ayuda a afrontar mejor
la llegada del bebé.

Séptimo mes del embarazo


Es el momento de empezar a preparar la canastilla por si el parto se adelanta y porque, a medida que
avance la gestación, la madre se sentirá más cansada. Las relaciones sexuales pueden mantenerse
mientras no haya contracciones y el ginecólogo no las desaconseje.
El útero se extiende por encima del ombligo y la barriga empieza a resultar prominente.
Pueden aparezcan molestias en la espalda.
La mujer puede sentir dificultades para respirar. El corazón ha de latir más deprisa para bombear la
sangre hacia la placenta. Es normal sentir cansancio a veces.
Los cambios de humor, los miedos y la ansiedad suelen acentuarse. El parto está cerca y la preocupación
por lo que va a pasar se refleja en los sueños.

Octavo mes del embarazo


Quizá, el más incómodo. El bebé se ha colocado con la cabeza hacia abajo y cada día tiene menos espacio
para moverse. La futura madre se siente más torpe y cansada.
Las molestias típicas de los últimos meses (dolor de espalda, acidez, estreñimiento...) se hacen más
acusadas por el sobreesfuerzo. Es posible que la mujer haya engordado alrededor de 11 kilos.
Hacia la semana 36, el feto suele colocarse en la posición definitiva para el nacimiento: con la cabeza
hacia abajo. Cuando ocurre, la embarazada puede sentir contracciones aisladas o dolores difusos en la
parte baja del abdomen.
Pueden aparecer hemorroides provocadas por el estreñimiento y por la presión que ejerce la cabecita
del bebé en la pelvis.
El niño puede nacer en cualquier momento, así que conviene aumentar el reposo y consultar con el
ginecólogo antes de emprender un viaje. Algunos ginecólogos aconsejan tomarse ya la baja laboral.

Noveno mes del embarazo


El embarazo entra en su recta final y los días parecen eternos. ¡Queda tan poco para conocer al bebé...!
Si el niño que viene en camino es el primer hijo, su cabeza desciende y se encaja en la pelvis
preparándose para el nacimiento; si la mujer no es primeriza, este descenso podría producirse al inicio
de las contracciones.
La tripa baja y disminuye la tensión sobre el tórax y el estómago. La mujer quizás necesite orinar más a
menudo, por la presión que ejerce la cabeza del pequeño sobre la vejiga.
Algunas mujeres sienten una necesidad imperiosa de limpiar y ordenar. Es el llamado síndrome del nido:
un supuesto instinto ancestral que mueve a las madres a dejarlo todo preparado para la llegada del
bebé.
La fecha prevista del nacimiento es orientativa: puede tener lugar 15 días antes o después. Si en la
semana 42 el niño no ha nacido, es muy probable que se decida provocar el parto.

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