Bastaron menos de veinticuatro horas desde que fueron nombrados los
nuevos Secretarios del Gabinete, para que nos quedara claro que, como nación, estamos llenos de funcionarios aprendices de todo, y maestros de nada. No obstante, lejos de reconocerlo, estos políticos (fenómeno crónico en la historia contemporánea del país) se jactan de conocer todo lo referente al puesto, como si fueran expertos mundiales.
Han ocupado su primer día en el encargo publicitándose en cuanto medio
de comunicación les ha sido posible, a través de entrevistas en las que, hablando de sí mismos, realizan una pasarela de inexperiencia personal que evidencia lo incongruente del criterio utilizado para nombrarlos.
Porque, precisamente la “amplia experiencia” en diversas ramas de la
administración pública tan distantes unas de otras, la cual les sirve para presentarse como extraordinarios funcionarios capaces de dominar cualquier encargo nacional, nos da a pensar en dos alternativas: que el trabajo en cualquier Secretaría del Gobierno federal es fácil; o, en su defecto, que los ‘nuevos Secretarios’ son personas de edad muy avanzada, casi centenarios.
Luego, llega la realidad con todo su desencanto a indicarnos que ninguna de
las dos premisas es cierta, pues si la labor de un Secretario de Gobierno fuese fácil, la nación, hace tiempo que habría solucionado todos los desafíos que la mantienen anclada a esa ambigua definición de “país en vías de desarrollo”, la cual sólo es otra forma (menos cruel) de decir “tercermundista” o (más mexicanamente hablando) “jodido”. Y por el otro lado, la edad de los nuevos Secretarios ronda los cincuenta años, es decir, son relativamente jóvenes. El proceso se explica por sí solo con dos casos.
Enrique de la Madrid Cordero, hijo del expresidente Miguel De la Madrid,
tiene cincuenta y dos años. Viene de dirigir el Banco de Comercio Exterior. Como pregunta: La estaba haciendo bien al regresarle a BANCOMEXT su fisonomía. ¿Por qué lo mueven? Antes de ello, previo a dos años en la iniciativa privada, fue Director de Financiera Rural, y Diputado Plurinominal. En una entrevista, se limitó a declarar que, al ser hijo del expresidente que desarrolló Cancún, el turismo es algo con lo que siempre soñó; que los pueblos mágicos deben de ser la funcionalidad del país; y que él, y los funcionarios de su dependencia, llevarán una artesanía, como regalo, a cada lugar que visiten. Pareciese no entender que la industria no prospera en función a una artesanía; ni que los turistas visitan un lugar porque éste posee condicionantes de infraestructura, de precio, y de plaza. Un acto esperanzador para el ciudadano, hubiese sido que este nuevo Secretario de Turismo declarase poseer conocimientos industriales en hotelería, restaurantes, y transportación; capacidad para analizar el estado de la industria mundial y la importancia de cada atracción en la nación (la cual parte con la gran ventaja de poseer paradisiacas playas, históricas ciudades, y colosales arquitecturas prehispánicas y coloniales, todas ellas enmarcadas en cálidos climas prácticamente todo el año, y, por si fuera poco, junto a un país de tierras mayormente frías, y con una población económicamente fuerte). Pero no lo hizo.
El segundo caso, es el de José Antonio Meade Kuribeña, nuevo Secretario
de Desarrollo Social, quien viene de ser Secretario de Relaciones Exteriores. Antes de ello, fungió como Secretario de Hacienda, tras ser Secretario de Energía. ¿Cuál puede ser el mayor éxito en su flamante carrera dentro de la administración pública? Ocupar cuatro diferentes Secretarías en cuatro años, es decir, apenas un poco más de un año por puesto. En la iniciativa privada, para optar a la inmensa mayoría de los mandos medios, y superiores de las empresas, se le es requerida al solicitante una experiencia mínima de tres años en un puesto similar. El Lic. Meade no podría aspirar a una gerencia dentro de una empresa; su entrevistador desconfiaría de las habilidades de este solicitante, pues tres empleos dentro de los últimos cuatro años pueden indicar inestabilidad laboral. Difícilmente un empresario colocaría a un Gerente al frente de cuatro departamentos diferentes de su empresa, a razón de uno por año.
Abogado, y Economista por el ITAM el Lic. Meade, de la misma forma en
que fue experto en Relaciones Exteriores, (al mismo tiempo en que Donald Trump, aspirante a la presidencia norteamericana, ha atacado racialmente a México); Hacienda (con las cuentas públicas brillando por su opacidad) y Energía (con Pemex en plena crisis); ahora es experto en la pobreza. Como nuevo titular de la SEDESOL, la dependencia encargada del bienestar social del país, ya habla con el mismo dominio que sus antecesores: que a los pobres hay que ayudarlos, y que hay qué hacer esto, y aquello. Pero no ofrece un plan concreto de cara a la nación. Podría ser más conservador, humilde, y sensible, (aunque sea en el discurso) y decir “señores, en este momento, que me incorporo a la dependencia, estoy analizando la situación para comprender a qué nos enfrentamos; denme cuarenta y ocho, setenta y dos horas, o una semana, para presentar un proyecto sincero y que garantice resultados”. Parece que es persona seria ¿Por qué no lo hace? Pero no. Ha hablado de sus grandes deseos de que a este país le vaya bien, y (desafortunadamente) de sus aspiraciones a la Presidencia del país. Dolorosamente para esta nación, en De la Madrid y Meade queda ejemplificada la vorágine que representa a los funcionarios impuestos por un Presidente que no ha demostrado ningún conocimiento de causas, lo cual queda de manifiesto en las palabras de Meade, quien indica a Joaquín López Dóriga (es decir, la entrevista no poseía crítica alguna) una frase capaz de hacer retumbar los oídos de cualquier ciudadano consciente e informado: “El Presidente cuando nos cita a todos los nuevos secretarios nos dice ‘Por favor, actúen con transparencia, con sinceridad, y con responsabilidad al país’.” Recordé a mi abuelita, que decía: “Haz lo que te digo, no lo que me veas hacer”. Este es nuestro nuevo Gabinete.