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RESUMEN
ABSTRACT
I. INTRODUCCIÓN
La búsqueda de nuevas tecnologías que aporten soluciones a los problemas actuales de la industria alimentaria
o bien permitan la obtención de alimentos seguros y estables con mejores características organolépticas y/o
nutricionales que lo tratamientos convencionales, es uno de los pilares básicos sobre los que se asienta el
desarrollo del sector alimentario. Una de las tecnologías emergentes propuestas más recientemente son los
pulsos de luz (PL).
Los pulsos de luz (PL) es una tecnología no térmica de procesado, que consiste en la aplicación de pulsos
lumínicos de alta energía sobre alimentos o superficies alimentarias, con el objeto de disminuir su carga
microbiana. Para ello, se produce la descarga controlada de pulsos eléctricos de alta intensidad (1-5 kV) y corta
duración (100-400µs) en una o varias lámparas de gas Xenón instaladas en un reactor donde se sitúa el
producto a tratar. La ionización de este gas provoca un flash o pulso lumínico de alta intensidad y ancho
espectro de emisión, desde los 200 nm (UV) hasta los 1.000 nm (infrarrojo cercano) y de alta capacidad
bactericida (Lasagabaster, 2009). La cantidad considerable de luz en la región ultravioleta, en particular la de
más corta longitud de onda, sería la responsable principal de la eficacia antimicrobiana de estos tratamientos.
Al tratarse de destellos de corta duración y alta energía, el tratamiento mediante pulsos de luz es más eficaz y
rápido que la aplicación de luz UV en continuo debido a su mayor poder de disipación y penetración. Los
principales parámetros que definen el tratamiento aplicado son la fluencia del pulso (J/cm2) y el tiempo de
tratamiento (número de pulsos por su anchura).
Otra nueva técnica es la aplicación de pulsos de luz intensa. Este método consiste en la aplicación de rayos con
un espectro entre los 200 y los 1100 nm durante cortos instantes de tiempo (milisegundos). En un estudio
realizado en España aplicando esta técnica en el aguacate, y utilizando aditivos (en particular la L – cisteína)
pueden evitar los cambios de color en el aguacate, y se disminuye la cantidad de microorganismos existentes
(Ramos-Villarroel, et al, 2001).
La polifenoloxidasa no es la única que interviene en el pardeamiento del aguacate allí también se encuentra la
peroxidasa, esta es capaz de oxidar los substratos fenólicos a quinonas, encontrándose síntomas severos de
pardeamiento de pulpa a mayor actividad de esta enzima (Van Lelyveld, L.J. y Bower, J.P., 1984). La
inactivación de PPO aguacate es muy difícil lograr a causa de su alta actividad y resistencia a tratamientos
(Gomez-Lopez, V. M, 2002)
Alternativamente hay métodos para calentamiento convencional, incluyendo desgasificación al vacío, campo
eléctrico pulsado, ultrasonido y adición de aditivos antioxidantes o decolorantes han sido investigados en los
últimos años para inactivar las enzimas (Jang & Moon, 2011; Zhong et al., 2005), sin embargo, ninguno de
los métodos anteriores fue completamente exitoso ya que algunos procesos fueron muy complejos y caros y
otros no podían eliminar el dorado adecuadamente o causó pérdida de nutrientes. La luz pulsada es una
tecnología no térmica aprobada por la FDA (FDA, 1996), con el potencial de ser utilizado como un método
alternativo para inactivar peroxidasa. Durante la luz pulsada irradiación, luz de alta intensidad y espectro
amplio (100 a 1100 nm se suministra en duración.
Mecanismo de acción
A pesar de que el efecto antimicrobiano de esta tecnología se conoce desde antes de los años 70, a día de hoy
el mecanismo específico que causa la inactivación microbiana no está definido con claridad. Debido a que
alrededor del 40 % de la energía total emitida en cada pulso corresponde a la luz UV, muchas de las hipótesis
propuestas atribuyen la acción letal de la luz pulsada a un efecto fotoquímico, resultado de la absorción de la
luz UV por los ácidos nucleicos. Esto provoca diversas alteraciones en los mismos, como la formación de
dímeros de pirimidina o de tiamina, que inhiben la multiplicación celular (Palmieri y Cacace, 2005).
Otras hipótesis asocian la inactivación al posible efecto fototérmico de los pulsos de luz. Estas se cimentan en
que, como los microorganismos absorben mejor la energía de los PL que el medio que les rodea (agua, tampón,
etc.), se pueden producir en los mismos aumentos puntuales y muy rápidos de temperatura, lo que puede
provocar la ruptura y muerte de las células microbianas.
Un tercer grupo de teorías asocian la muerte celular a una combinación de ambos efectos. Wekhof et al.
(2000) describió que el efecto dominante podría depender además de las condiciones de tratamiento. Así,
mientras que para valores bajos de fluencia (1-3 J/cm2) achacó la inactivación al efecto fotoquímico en un 80-
90%, a valores altos (5-6 J/cm2) describió que el efecto fototérmico sería el dominante.
Finalmente, además del efecto fotoquímico y fototérmico, no es descartable que los PL provoquen otro tipo de
alteraciones en determinadas estructuras celulares que conlleven la muerte microbiana o una sensibilización de
los microorganismos (Lasagabaster, 2009).
En la literatura existen pocos trabajos sobre los cambios fisicoquímicos ocurridos después de los tratamientos
por PLI en frutas y hortalizas, sin embargo algunas consideraciones sobre estos estudios son necesarias de cara
a futuras investigaciones. Dunn et al. (1989) señalaron que la aplicación de 2-5 pulsos de luz con una fluencia
de 3 J/cm2 permitió una mejor conservación del color de rodajas de patata después de un almacenamiento
prolongado, mientras que las muestras no tratadas rápidamente comenzaron a pardearse. El extracto de
polifenol oxidasa recuperado de las muestras tratadas exhibió menor actividad que las muestras sin
tratamiento. Por otro lado, Hoornstra et al. (2002), no encontraron efectos adversos en la calidad sensorial de
distintas hortalizas tratadas con tres pulsos y almacenadas a 7 y 10 °C durante 7 días, con la excepción de la
lechuga iceberg, la cual mostro´ signos de decoloración después de 48 h a temperatura de 20°C.
DISCUSIÓN