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El contexto en el que se inició Paulo Freire

Pablo Freire conoció desde niño la realidad del nordeste brasileño, en


el que hasta hacía poco se vivía en esclavitud y que por aquellos
tiempos las clases rurales vivían en relaciones laborales de
opresión, marginadas del proceso social, político y económico y sin
participación alguna en las decisiones importantes para el país.
Es ahí donde se introduce Paulo Freire, que intenta que sus
coterráneos rompan su pasividad y silencio, que reconozcan la fuerza
de su unidad transformadora, que adquieran la capacidad crítica para
relacionarse con la sociedad y que se liberen de sus ataduras, única
posibilidad de cambio de la sociedad. Se inserta en las nuevas ideas
revolucionarias que existían en América Latina en los años
60, imbuido del lenguaje de liberación surgido de las corrientes más
avanzadas del catolicismo, que provocaron la teología de la
liberación, y utilizando elementos de la dialéctica marxista para
la visión y comprensión de la historia.

Supuesto teórico
Freire formuló el concepto de concientización para describir el proceso
de transformación que experimentaban los oprimidos cuando se
alfabetizaban, esto supone la interiorización y comprensión de la
realidad del mundo que les rodea. Una vez aplicado este concepto de
concientización en la psicología se debe conseguir una crítica de uno
mismo y de su existencia.
Para Freire la cuestión sobre el acto de enseñar y el de aprender fue
lo que le llevo a hablar y a oponerse a la educación bancaria. Según
Paulo para poder enseñar tienes que saber o poseer aquello que
enseñas, y primeramente conocer la situación en la que se encuentra
el educando y por ello el educador debe ser ético y respetar los límites
de los educandos, pero a la vez ayudarle y buscar un camino
adecuado para su formación.

El educador debe estar a disposición del educando dentro de unos


límites, y viceversa, se trata entonces de una relación en la que ambos
se necesitan. El punto de partida de la educación está en el contexto
cultural, ideológico, y social de los educandos, aunque esté desecho o
con dificultades, la tarea del educador es rehacerlo. Freire concibe al
educador como un artista y a la educación como algo maravilloso.

Por lo tanto, en la concepción bancaria, el sujeto de la educación es el


educador el cual conduce al educando en la memorización mecánica
de los contenidos. Los educandos son así una suerte de "recipientes"
en los que se "deposita" el saber, y el único margen de acción posible
para los estudiantes es el de archivar los conocimientos.

El saber, es entonces una donación.

Freire describe dos etapas en la Pedagogía del Oprimido: primero, el


oprimido desvela el mundo de opresión y a través de la praxis se
compromete con su transformación. En la siguiente etapa, cuando la
realidad de la opresión ha sido transformada, la pedagogía cesa de
pertenecer al opresor y se vuelve una pedagogía de todo el pueblo en
el proceso de liberación permanente.

Según la pedagogía liberadora de Freire, se asientan las bases de una


nueva pedagogía, dejando atrás la tradicional, busca la reflexión y el
cambio en las relaciones del individuo con la naturaleza y la sociedad
mediante diversas técnicas de enseñanza. El objetivo principal de la
educación para Freire es la libertad del educando, relacionando la
educación con la libertad político- social, buscando siempre realzar el
sentido crítico de las personas, por lo tanto, la educación liberadora es
la pedagogía de la pregunta y su método, el dialogo.

Freire sustenta una pedagogía humanista – espiritualista. Humanista


porque centra en el hombre toda la problemática educativa siendo el
objetivo básico de ésta la humanización. Espiritualista porque coloca
en el espíritu el sentimiento que impulsa al hombre a auto
configurarse, hace perceptible lo espiritual; lo que el hombre habla,
escribe, realiza es expresión objetiva de su espíritu.
Biograf
Paulo Freire nació el 19 de septiembre de 1921, en Recife, de un
padre oficial de la policía militar. Freire y sus hermanos fueron
educados en la tradición católica por su madre. Su padre estaba en
estrecha relación con los círculos espirituales de la ciudad.
Recordando la firme posición de la figura del padre en las
familias brasileñas de clase media, Freire suele observar que su
propio padre siempre estaba dispuesto a hablar con su familia y que
crió a sus hijos con autoridad, aunque también con comprensión
(Freire, 1978a, pág. 2). ¿Fue esto una primera iniciación a una cierta
concepción de la comunicación?
Escribiendo con un trozo de madera en la arena palabras del
universo cultural del niño, su padre le enseñó el alfabeto antes de que
Paulo empezara a ir a la escuela. Después dividía estas palabras en
sílabas y las reunía formando otras palabras. ¿Habrá que ver ahí las
primicias de un futuro “método” de alfabetización?
Durante la crisis económica mundial de 1928-1932, los Freire
intentaron mantener su nivel de vida de clase media, pero su madre a
veces tuvo grandes dificultades para atender las necesidades de la
familia. Se trasladaron a provincias, a la vecina ciudad de Jaboatão,
donde la vida era menos cara. Como consecuencia, Freire perdió dos
años de estudios secundarios. Hasta el fin de este ciclo de estudios,
pasaba por ser un estudiante mediocre. A la edad de 20 años empezó
a estudiar derecho, pero tuvo que interrumpir los estudios varias veces
por razones económicas, al tener que ganarse la vida y contribuir a la
economía familiar desde una temprana edad.
Según información proporcionada por él mismo (Freire, 1985c,
pág. 9) en esta época estuvo muy influido por el abogado y filósofo Rui
Barbosa y el médico Carneiro Ribeiro. Ambos eran grandes
intelectuales brasileños que influían más allá del ámbito de sus propias
disciplinas. El título de licenciado en derecho permitió a Freire enseñar
en las escuelas secundarias brasileñas. De 1944 a 1945 enseñó el
portugués. Era además el abogado de un sindicato y daba
conferencias sobre cuestiones jurídicas a los sindicalistas de los
suburbios de Recife.
En 1944 se casó con una maestra de enseñanza primaria, Elza
María Oliveira. En sus notas autobiográficas indica que era “católica
como él” (Freire y Bondy, 1975, pág. 12). Ella le alentó en su análisis
sistemático de los problemas pedagógicos. Hasta su muerte repentina,
en 1986, su influencia en la labor práctica y teórica de Freire fue muy
grande.
Las relaciones de Freire con los sindicatos dirigidos por el
Estado le ayudaron a obtener un puesto en el Serviço Social da
Indústria (SESI) en calidad de jefe del departamento de educación y
cultura (Freire, 1959, págs. 14 y 17). En 1954 fue nombrado director
de esta institución, de la que dimitió después de recibir críticas por su
modo de administración democrático, abierto y libre.
En las guarderías y escuelas del SESI Freire intentó obtener la
participación de alumnos y padres de alumnos en los debates acerca
de cuestiones de educación y sociedad. Trabajar con niños significaba
para él tener en cuenta también su entorno social y familiar. Los
problemas como la malnutrición y el trabajo infantil sólo podían
resolverse mediante la participación de los padres.
En el marco de los llamados “clubes de trabajadores”, Freire y
sus colegas intentaron conseguir que los trabajadores industriales
“examinaran sus problemas individuales y temas generales” (Freire,
1959, pág. 15). Intentó decir a los trabajadores que no debían dejar
totalmente en manos del SESI la responsabilidad de resolver sus
problemas. Ellos mismos debían tratar de superar las dificultades y
obstáculos. La finalidad de esta labor era “integrar al trabajador en el
proceso histórico” y “alentarle a organizar personalmente su vida en la
comunidad” (Freire, 1959, pág. 17).
A pesar del carácter restringido del entorno institucional del
SESI, Freire puso de manifiesto que los principios del diálogo, la
“parlamentarización” y el autogobierno podían conseguirse en parte
dentro de esos límites institucionales. Estos tres principios debían
ejercerse para alcanzar “la democratización real en el Brasil” (Freire,
1959, página 15). Además de su labor en el SESI, Freire trabajó en
otros contextos para participar en el “despertar democrático” del Brasil.
Influido por el pensador católico Alceu de Amoroso Lima y el maestro
de la “nueva escuela” Anísio Teixeira, trabajó en diversas parroquias
de Recife, participando en iniciativas de base, de inspiración católica,
sobre todo. En este contexto podemos citar como ejemplo el proyecto
que organizó con sacerdotes y laicos de la parroquia “Casa Amarela”
de Recife. En este proyecto, siete unidades de educación de la
parroquia, 3 desde la guardería hasta la educación de adultos,
colaboraron en el desarrollo de un programa de estudios y en la
formación de maestros. Los resultados de este proyecto tenían que
compartirse con otros grupos a los que debía alentarse a colaborar en
materia de organización y contenido. Freire llamó a esta forma de
unión “parlamentarización de los participantes “(Freire, 1959, pág.
129). En este tipo de trabajo se utilizaban técnicas como grupos de
estudio, grupos de acción, mesas redondas, debates y tarjetas
temáticas.
De esta forma, Freire y sus colaboradores empezaron a hablar
de un “sistema” de técnicas de educación, del “sistema Paulo Freire”
que podía aplicarse a todos los niveles de la enseñanza formal y no
formal (Maciel, 1963). Posteriormente, en los decenios de 1970 y
1980, su técnica de alfabetización, un elemento del sistema, recibió el
nombre de “método Paulo Freire”, mientras que la concientización se
convirtió en sinónimo de revolución. Debido a ello, dejó de utilizar
estas expresiones y destacó el carácter político de la educación y la
necesidad de “reinventarla” en función de las circunstancias históricas
(p. e., Freire, 1985b, pág. 171)

Después de 15 años de exilio vuelve a Brasil y se instala en San


Paulo. Años más
tarde pasa momentos muy duros con la muerte de Elza, su esposa
durante 42 años.
Vuelve a casarse con Nita (Ana María Araujo), viuda como él, maestra,
pedagoga y escritora. Se plantea, junto a ella, nuevos retos. En 1989
le hacen secretario de
Educación de Sao Paulo (el municipio más poblado de Brasil con 17
millones de
habitantes) con el Partido de los Trabajadores, en cuya fundación
había participado.
Dos años después deja el cargo y vuelve a la docencia en la
Universidad Católica de Sao Paulo y a escribir. Muere en esta ciudad
en 1997 a los 76 años de edad
La labor de Freire es reconocida en vida a través de numerosos
premios y
homenajes, entre ellos, 35 títulos de doctor Honoris Causa y candidato
al Novel de
la Paz en 1993. Su influencia en el pensamiento pedagógico actual y
en las experiencias educativas ha sido y sigue siendo muy importante
en todo el mundo.

Aportes pedagógicos
Educación Problematizadora: diálogo liberador
La propuesta de Freire es la «Educación Problematizadora» que niega
el sistema unidireccional propuesto por la «Educación bancaria» ya
que da existencia a una comunicación de ida y vuelta, y elimina la
contradicción entre educadores y educandos. Ambos, educador y
educandos, se educan entre sí mientras se establece un diálogo en el
cual tiene lugar el proceso educativo. Con la «Educación
Problematizadora» se apunta claramente hacia la liberación y la
independencia, pues destruye la pasividad del educando y lo incita a la
búsqueda de la transformación de la realidad, en la que opresor y
oprimido encontrarán la liberación humanizándose.

La dialogicidad: Esencia de la educación como práctica de libertad


El diálogo es un fenómeno humano por el cual se nos revela la
palabra, de la que podemos decir que es el diálogo mismo. Por ello
hay que buscar la palabra y sus elementos constitutivos. Descubrimos
así que no hay palabra verdadera que no sea una unión
inquebrantable entre acción y reflexión y, por ende, que no sea praxis.
De ahí que decir la palabra verdadera sea transformar el mundo.
La palabra inauténtica no puede transformar la realidad, pues privada
de su dimensión activa, se transforma en palabrería, en mero
verbalismo, palabra alienada y alienante, de la que no hay que esperar
la denuncia del mundo, pues no posee compromiso al no haber
acción. Sin embargo, cuando la palabra hace exclusiva referencia a
la acción, se convierte en activismo, minimiza la reflexión, niega la
praxis verdadera e imposibilita el diálogo.
Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el
trabajo, en la acción, en la reflexión. El diálogo implica un encuentro
de los hombres para la transformación del mundo, por lo que se
convierte en una exigencia existencial.
Y no podemos dejar de recordar que para Freire, la palabra tiene dos
fases constitutivas indisolubles: acción y reflexión. Ambas en relación
dialéctica establecen la praxis del proceso transformador. La reflexión
sin acción, se reduce al verbalismo estéril y la acción sin reflexión es
activismo. La palabra verdadera es la praxis, porque los hombres
deben actuar en el mundo para humanizarlo, transformarlo y liberarlo.
2.1. La educación no es ajena a la realidad sociopolítica
Precursor de la pedagogía crítica, crea una pedagogía global que relaciona
educación,
política, imperialismo y liberación, y que gran parte de los educadores todavía
debemos descubrir.
Considera que la afirmación de que las cosas son así y que no pueden ser de otra
manera es una concepción fatalista del mundo, e implicaría que los pobres y
excluidos
estarían destinados a ser ignorados, a morir. Sin embargo afirma en una de sus
últimas obras (Freire, 2002: 26):
“Es preciso que la debilidad de los débiles se transforme en una fuerza capaz de
instaurar
la justicia. Para ello es necesario un rechazo definitivo del fatalismo. Somos seres
de transformación y no de adaptación”
No podemos renunciar a nuestra capacidad y a nuestro derecho a decidir y
como consecuencia a “reinventar el mundo”. El objetivo del ser humano es
protagonizar
su historia, y la educación debe contribuir a que ello sea posible.

2. 3. Revolución cultural
Dice Freire que “toda revolución, si es auténtica, es necesariamente una
revolución
cultural” (Freire, 1970: 167). La liberación de un país exige su liberación cultural,
para entender lo que está sucediendo, descubrir el origen del problema, y ser
capaz
de organizarse para buscar respuestas.
El centro del trabajo de Freire está orientado a la liberación de las clases pobres,
los oprimidos, de forma que se conviertan en sujetos de su propio destino
histórico,
pues la condición de opresión en la que han vivido les ha distorsionado su visión
alrededor de su identidad lo que los ha incapacitado para construir su propio
destino
y además han sido condenados al silencio porque no conocen la escritura.
La educación no puede ser abordada como un problema técnico, puesto que es
allí donde se desarrolla la concienciación crítica de las condiciones sociales,
económicas,
políticas y culturales en las que viven las sociedades.
Sin duda fue el pedagogo de la esperanza. Nunca consideró la esperanza como
una separación entre mente y corazón, entre pensamiento y acción. La esperanza
es la práctica del testimonio. Permite pensar de forma diferente para actuar,
también,
de forma diferente
2. 4. Creencia en la persona
Obsesionado por el analfabetismo creyó en los hombres que algunos colocaban
fuera de la historia, en su libertad, en su poder de creación y de crítica.
Políticamente no cree en las reformas de los políticos poderosos como medio
de resolver los problemas. Se mantuvo fiel a sus raíces, a la llamada de su gente,
orientando correctamente su corazón y su mirada en el rostro del que sufre y
transformándose progresivamente en el pedagogo de la indignación. Creía que
nadie que no fuesen los mismos pobres, van a velar por los intereses de los
pobres.
196 • María Teresa Gómez del Castillo
Escuela Abierta, ISSN: 1138-6908
La valoración del hombre se ve en el término alfabetizando en lugar de analfabeto.
Nadie es analfabeto para siempre y todos somos alfabetizandos, somos personas
que estamos en continua formación, estamos en movimiento, estamos
andando, estamos aprendiendo.
Sabe, sin embargo, que la persona (también el pobre) es capaz de lo mejor y de
lo peor, de luchar solidariamente por la justicia jugándose su propia vida, y de
acomodarse
en lo conseguido de forma individualista. Por eso siempre defenderá el
trabajo conjunto, donde la dialéctica colectiva se abre paso.
“El hombre solo se expresa convenientemente cuando colabora con todos en la
construcción
de un mundo común; sólo se humaniza en la construcción dialógica de la
humanización
del mundo.” (Freire, 1970: 14)
Ante la actual actitud de pragmatismo existente, que en realidad es un camino
cerrado a la mejora de las cosas “yo quiero pero no puedo”, “no se puede hacer
nada”, “las cosas van a seguir siempre igual”, ”que lo hagan lo poderosos”,…
Freire
habla de lo inédito viable, es la creencia en la utopía. Los hombres tienen diferente
actitud ante las situaciones límite de la vida personal y social, ante las barreras y
obstáculos
que se presentan. Unos las perciben como algo que no se puede o que no
se quiere superar, otros son capaces de hacer “actos límite” para romper las
“situaciones
límite”, en contra de lo que nos dan hecho y a su aceptación dócil y pasiva.
Unos actúan aprovechando las pequeñas oportunidades y parcelas de poder que
el sistema nos brinda para sobrevivir, otros ven que las circunstancias hay que
cambiarlas,
se sienten movidos a actuar y a descubrir lo inédito viable, lo que todavía
no es pero puede existir (la utopía). Es algo que nuestra ilusión y nuestro deseo
nos
pide que sea posible. Así que cuando las personas conscientes quieren,
reflexionan
y actúan para derribar las situaciones límite que nos obligan a “ser menos”, lo
inédito
viable deja de ser una ilusión para ir convirtiéndose progresivamente en realidad.
2. 5. El poder del amor
Otro aspecto a destacar es su insistencia, sin ninguna vergüenza, en la
importancia
del poder del amor. El amor es la característica esencial para el diálogo, por
eso se tiene que dar siempre entre iguales, y no en relaciones de
dominación; en la
Pedagogía del Oprimido (p. 72) podemos leer:
Paulo Freire: un educador para el siglo XXI • 197
Escuela Abierta, 2008, 11, 191-201
“No hay diálogo si no hay un profundo amor al mundo y a los hombres. No es
posible
la pronunciación del mundo, que es un acto de creación y recreación, si no existe
amor que lo infunda. (…) El amor es un acto de valentía, nunca de temor; el
amor es compromiso con los hombres. Dondequiera exista un hombre oprimido,
el acto de amor radica en comprometerse con su causa. La causa de su
liberación.
Este compromiso, por su carácter amoroso, es dialógico”
El amor siempre instaura un proyecto político. Pues un amor por la
humanidad
desvinculado de la política hace un flaco favor a su objeto. El amor es el
oxígeno de
la revolución, nos dirá, que nutre la sangre de la memoria histórica. El
diálogo es el
medio a través del cual el amor puede ser el testigo que nos transmiten
quienes han
sufrido y luchado antes que nosotros, aquellos que lograron resistir a todos
los
intentos de exterminar y retirar de los anales de las conquistas humanas su
espíritu
de lucha. El amor lleva a la identificación con el dolor de los oprimidos.

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