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Profesor
EMILIO JOSÉ MARTÍNEZ ARROYO
La vida en movimiento: arte público, tecnología y diseño.
Programa de Doctorado en Artes Visuales e Intermedia
SÍNTESIS
PALABRAS CLAVE
INTRODUCCIÓN
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arquitectónicos atendiendo principalmente a su conversión en “hitos”, sin
atender debidamente a otros aspectos fundamentales como la integración con
el entorno en el que se sitúan, su utilidad real y su interés para los usuarios a
los que, hipotéticamente, van dirigidos.
La cuestión que planteo en este artículo es por qué se otorga con tan aparente
facilidad la consideración de “obras de arte” a las construcciones
arquitectónicas, incluso a ciertas obras de ingeniería civil, y sin embargo
todavía existen grandes reticencias en el público en general para aceptar que
la escultura ha trascendido su propia objetualidad para dejar a un lado las
limitaciones de la forma y expandirse por el espacio, tanto privado como
público.
DESARROLLO
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hacer arte, quizá si intentamos definir lo que es arte en la actualidad podremos
llegar a establecer la medida en la que la arquitectura podría participar también
de esta definición.
Así pues, es curioso, y por ese motivo se traen a este texto, cómo diversos
arquitectos del pasado siglo abordan esta cuestión clave de la utilidad.
Para Adolf Loos, en su obra Arquitectura de 1910, “la casa debe agradar a
todos, a diferencia de la obra de arte que no tiene por qué gustar a nadie. La
obra de arte es un asunto privado del artista. La casa no lo es. (…) ¿no será
que la casa no tiene nada que ver con el arte y que la arquitectura no debiera
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contarse entre las artes? Así es. (…) Todo lo demás, todo lo que tiene una
finalidad hay que excluirlo del imperio del arte”.
Sin embargo, para Le Corbusier, en su obra Vers une Architecture de 1923, “La
arquitectura está más allá de los hechos utilitarios. La arquitectura es un hecho
plástico (…) La arquitectura es arte en su sentido más elevado, es orden
matemático, es teoría pura, armonía completa gracias a la exacta proporción
de todas las relaciones: ésta es la función de la arquitectura”.
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a la categoría de obra de arte por su belleza, por su estética impactante, que
se considera complemento perfecto de su utilidad.
Sin embargo, cuando una obra escultórica se compromete con el espacio
público o intenta ser útil de alguna manera vinculándose con una comunidad o
con alguna causa social, automáticamente parece perder la consideración de
obra artística, ya que, en la apreciación del gran público, la obra de arte no es
algo útil, no es algo que pueda servir para algo más que su mera
contemplación.
Digamos que en este terreno los arquitectos juegan con ventaja. Sus obras
son, por definición, útiles, es decir, sirven para algo, se habitan, se pasean, se
emplean como lugares de estudio, de descanso, en ellas se trabaja, se
compra, se vende…se vive. De esta forma, y dada la aceptación general de
este concepto de “utilidad”, queda a criterio del propio arquitecto el involucrar
su obra con el público desde una perspectiva artística.
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estableciendo un juego visual con el público. Sus construcciones aparecen a
medio camino entre la inestabilidad y la ambigüedad, dado que presentan
intervenciones impactantes en sus fachadas. Esta ausencia de formalidad en
su planteamiento explora las relaciones alternativas entre el arte y la
construcción.
Cada uno de los edificios que construyeron para esta firma comercial trata el
prototipo de edificio comercial tipo “caja” como un objeto para ser interpretado
desde el punto de vista de un artista, por medio de la distorsión de la escala,
de desplazamientos de masas, etc.
Asimismo su intención era fomentar la reflexión del público ante las sorpresas
que los edificios despliegan ante sus ojos, explorando los aspectos sociales,
psicológicos y estéticos de la arquitectura.
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Tilt Showroom, Towson - 1978
Notch Showroom, Sacramento - 1977
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El otro ejemplo es el de Michael Jantzen. Este artista estadounidense
desarrolla su trabajo como un experimento constante en ese cruce de caminos
del que hemos hablado antes, entre arquitectura y artes plásticas.
Sus esculturas son a la vez espacios para habitar, en una simbiosis perfecta
con el entorno en el que se emplazan.
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Wind Shaped Pavillion – forma tras la acción del viento
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Malibú Video Beach House – 1997
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colectivo al que va dirigida. De esta manera, los edificios se proyectarían a la
medida de las necesidades reales de la población a la que van destinados.
Intentarían, asimismo, ser respetuosos con el emplazamiento, integrándose en
el mismo desde la vocación de formar parte de un conjunto armónico, lo cual
está en consonancia con los parámetros del site-specific, como objeto artístico
que se crea para un lugar determinado y que tiene en cuenta el cómo, dónde y
por qué de su emplazamiento.
Los dos ejemplos que recoge este artículo, en los que se entiende a la
arquitectura y a las artes visuales como partes equivalentes de un mismo
modo de hacer están, a mi entender, bastante alejadas del concepto tan en
boga de la arquitectura-espectáculo, de la que en Valencia estamos
encontrando últimamente numerosos ejemplos.
CONCLUSIÓN
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No se trataría entonces de considerar al artista como un mero decorador de los
proyectos arquitectónicos, sino de plantear una colaboración real en términos
de igualdad compositiva, sin dejar de lado los aspectos técnicos que conlleva el
ejercicio de la construcción, los cuales son competencia exclusiva del
arquitecto.
Este intercambio de puntos de vista, este interés del arquitecto por las
premisas del artista es la que considero que debería legitimar a un proyecto
arquitectónico para ser considerado obra de arte, en el sentido actual del
término, sin dejarnos llevar por concepciones obsoletas del mismo.
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BIBLIOGRAFÍA
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