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Resumen
En este ensayo a pesar de que serán destacados algunos de los principales obstáculos
y debilidades del enfoque de la nueva ruralidad, no se pretende hacer un balance
general de su coherencia, errores o limitaciones, se trata más bien de identificar sus
interpretaciones dominantes y su viabilidad con una visión incluyente, desde la pers-
pectiva de los diferentes actores y el vínculo con las instituciones. En ese sentido,
busca realizar una contribución al debate sobre estos asuntos, sin pretender abarcar
más que parcialmente, lo que constituye una compleja gama de temas y problemas
en permanente movimiento que requieren necesariamente complejos y mayores
niveles de investigación. Más que conclusiones, aporta elementos para el análisis y
la discusión. De ahí que, en un primer momento se analizan algunos planteamientos
conceptuales que dan soporte a la construcción teórica de la nueva ruralidad; en un
segundo se esboza un nuevo modelo alternativo agrícola-rural, a partir de las trans-
formaciones en el marco de la nueva ruralidad neoliberal, señalando algunas reglas
de compatibilidad, para redimensionar la visión de lo rural.
1
Recibido 03-09-2009. Aceptado 15-10-2009
2
Analista del Departamento de Estudios Técnicos y Económicos, de la Unidad de Planeación Organización y Métodos de
la Universidad Autónoma Chapingo.
3
Profesores Investigadores del Departamento de Sociología Rural de la Universidad Autónoma Chapingo.
4
Profesor Investigador de Centros Regionales Universitarios de la Universidad Autónoma
Summary
In this essay, although it will be highlighted some of the major obstacles and weaknesses
of the approach of the new rural areas, is not intended to provide a complete picture of
consistency, errors or limitations, rather, to identify their dominant and their viability with
an inclusive vision, from the perspective of different players and the link with the institu-
tions. In that sense, it seeks to make a contribution to the debate on these issues, without
attempting to cover only partially, which is a complex range of issues and problems that
require constant movement necessarily complex and higher levels of research. Rather than
conclusions, provides elements for analysis and discussion. Hence, at first discusses some
conceptual approaches which support the theoretical construction of the new rurality; in a
second outlines a new model alternative agricultural and rural, from the changes under the
new rurality neoliberal, noting some rules of compatibility, to resize the vision of rural life.
Antecedentes
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Villarreal, R. (1993:10)
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Se describe “como una nueva etapa en el proceso de acumulación y expansión del capitalismo, caracterizada por la orienta-
ción externa y descentralizada de las inversiones y por la fluidez y flexibilidad en los movimientos de capitales” (Fritscher,
M., M. 1998:60). Miguel Teubal (1998:35) agrega a lo anterior que “la revolución tecnológica en materia de transportes,
comunicaciones e informática forma parte de este proceso.
7
”El sistema de mercado requiere de derechos de propiedad claramente establecidos y tribunales que garanticen su cumpli-
miento, algo que a menudo no existe en los países en desarrollo. El sistema de mercado requiere de competencia e información
perfecta. Pero la competencia es limitada y la información está lejos de estar perfecta –y unos mercados competitivos que
funcionen bien no pueden ser establecidos de la noche a la mañana–” (Stiglitz, 2002).
8
Citado por Dolores Amat (2002).
9
Bonanno, A. 2003:191.
del territorio distintas, porque copiar propuestas y teorías10 ajenas, lleva con frecuencia
a que éstas no representen más que un conjunto organizado de ideas creadas, inven-
tadas, concebidas, forjadas o elaboradas, que referentes a espacios diferentes, que
no se implica su funcionamiento (por su generalización); en vez de ello, se requiere
crear nuevos diseños dependientes de situaciones conocidas, enlazados con hábitos
arraigados en culturas locales, que representen verdaderas alternativas al modelo de
desarrollo vigente, y evitando reproducir copias de sobra refutadas durante décadas
en los espacios ideológicos y territoriales que nos ocupan.
10
Moliner, M. (1988)
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Nueva ruralidad
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“El total de productos, servicios y externalidades creados por la actividad agrícola que tienen un impacto directo o indirecto
sobre la economía y la sociedad en su conjunto. Estas producciones conjuntas tienen la característica de ser poco o mal
reguladas por el mercado, en particular aquellas que tienen incidencia social o ambiental. La traducción concreta de la noción
en términos de políticas públicas hace referencia a la formulación de intervenciones específicas destinadas a favorecer los
aspectos positivos y a limitar las externalidades negativas de la agricultura” (Bonnal et al., 2003: 8).
El tercer enfoque, Riella y Romero (2003, citado por Grammont , 2008), consideran
que la nueva ruralidad responde más a una mirada distinta sobre la vieja ruralidad
latinoamericana, como una también distinta forma de percibir los espacios rurales y sus
problemas contemporáneos y no necesariamente la emergencia de nuevos fenómenos.
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Así tenemos que México, es un país de jóvenes donde todos los días 3 mil de esta
generación, se incorporan al mercado laboral. Lo contradictorio es que a finales de
la década de los noventa se creaban menos de mil empleos diarios, de modo que dos
de cada tres solicitantes se quedaban con las ganas o se sumaban al trabajo informal.
Además, el salario mínimo que gana el 8% de la población económicamente activa,
perdió casi el 80% de su valor en el último cuarto de siglo, y el 70% de los emplea-
dos recibe menos de cinco salarios mínimos, apenas para la canasta básica. Por lo
tanto, no es de extrañar que todos los días entre mil y mil 500 mexicanos se vayan a
Estados Unidos. Estos datos hacen referencia sólo a la tercera parte que logra pasar
y quedarse ahí, y no a los millones de deportados y los centenares de muertos en el
intento. De ahí que para crear los empleos formales necesarios, se necesita crecer a
una tasa sostenida del 10% anual. Aunque esto se consiguiera, la abismal diferencia
en los ingresos seguiría induciendo la migración (Bartra, 2008).
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El texto “Desarrollo Territorial Rural” (DTR), de Alexander Schejtman y Julio Berdegué (2004), es una iniciativa de
investigación aplicada para impulsar “un proceso de transformación productiva e institucional en un espacio determina-
do”, con el fin de reducir la pobreza rural. Consideramos que este documento es el más representativo e influyente en los
espacios institucionales.
7. Descentralización.
8. Demandas de participación y ciudadanía.
9. Cambios en los patrones culturales.
Hay una crítica subyacente a esta definición realizada por Ramírez Miranda (2006),
quien asegura que los nueve puntos señalados responden a situaciones distintas y
resultan imprecisos como para ubicarlos describiendo parte de la nueva ruralidad. Los
puntos 4, 5, 7 y 8 no definen realmente una nueva ruralidad porque ni la pretendida
democracia, ni las demandas de participación y ciudadanía, pueden ser colocados
en el rango que definen una nueva ruralidad, no al menos como se encuentran. En
cuanto a las imperfecciones del mercado, resultan más descriptivos de la situación
actual, que elementos para tipificar la ruralidad. Con respecto a los numerales 1, 2,
3, 6 y 9 permiten hablar de un nuevo escenario, no obstante, los tres primeros son
criticables, desde el ámbito del análisis regional de la agricultura: el reconocimiento
de la diversidad y heterogeneidad de la sociedad rural. Lo cual compartimos, en tanto
transformaciones sustantivas como base analítica.
Los nuevos escenarios, -competitividad, innovaciones científico-tecnológicas: uso
de semillas transgénicas y Organismos Genéticamente Modificados - donde privan los
valores urbano industriales, en cuanto a la distribución de la producción y del comercio
mundial de alimentos, expresan las nuevas relaciones y las diferentes actividades que
están desempeñando los pobladores de las comunidades, lo que requiere una nueva
interpretación de lo rural, para entender cómo se desenvuelven esas nuevas formas
de articulación y complementariedad entre los espacios “urbanos” y los “rurales13”,
hoy ubicados en las periferias de las grandes urbes o megalópolis (Santos, 2007).
De acuerdo con Arias (2006) hay nuevos riesgos latentes: el discurso de la nueva
ruralidad puede caer en el peligro de celebrar que las sociedades rurales de América
Latina se han adaptado rápidamente a los imperativos del mercado, mediante la
diversificación de la producción de bienes primarios y de otros bienes no agrícolas,
con la finalidad de introducirse en nuevos nichos de comercio. Destaca la necesidad
de analizar con rigor los cambios rurales que aluden constantemente a los contextos
espaciales y temporales en los que ocurren. Por ejemplo la diversificación de las
actividades generadoras de ingreso, analizada por Start (2001, citado por Arias Op
Cit), quien señala que el término diversificación puede referirse a un incremento de
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Generalmente se hace referencia a lo rural, donde prevalece una baja densidad demográfica y un patrón de población disperso;
el predominio de la agricultura y otras actividades “primarias” o “extractivas” en la estructura productiva de una localidad
o región; y unos patrones culturales o estilos de vida diferentes a los de los grandes centros urbanos (Llambí, 1994:35).
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Otros aspectos que la nueva ruralidad no logra aclarar del todo tienen conexión
con procesos que no dejan claro quiénes pierden y quiénes ganan; urge elaborar
propuestas que redistribuyan el beneficio colocado siempre entre unos cuantos, pues
tenemos un mercado laboral declinante y saturado, con elevados incrementos en la
tasa de desempleo y reducción en la seguridad social del trabajo en virtud de las
tendencias a la informalización de las actividades (Arias, 2006).
14
Hiernaux, 2000:37.
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La nueva ruralidad implica “construir en la práctica el nuevo paradigma basado en un nuevo trato entre el campo y la
ciudad. Esto es un aporte de las ciencias sociales a fin de que las ciencias ambientales no vean al mundo con la mirada ur-
bana, como en el caso de los transgénicos. Debe traducirse en el fin de la discriminación y darle cauce a la interculturalidad
y establecer el diálogo campo-ciudad, superando la relación de sometimiento. Esto equivale para el citadino aceptar lo rural
como parte de lo urbano” (Torres, 2006:175-176).
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Sobre los enfoques de la nueva ruralidad Miguel Teubal (2001), destaca nuevos
escenarios en los procesos de globalización, donde las grandes corporaciones trans-
nacionales de la agroindustria (CTA) dominan la producción mundial de productos
agropecuarios a través de la provisión de insumos y el procesamiento industrial de
la producción agropecuaria. Enfocan su mercado a los productores agropecuarios
de todo el mundo transformando sus prácticas ancestrales; incluye la investigación
en ingeniería genética y generación de nuevas plantas y animales, extendiendo su
poder de forma ya incontrolable; la tecnología producida incluye nuevos y diversos
productos, cultivos o variedades de cultivo, además de los insumos que consume el
mundo emergente. Resultando de ello la extensión en el control de la producción y
el comercio agropecuario global.
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Silvia Ribeiro ha señalado que, al comenzar el nuevo siglo, de las 100 mayores economías del planeta, por primera vez
51 eran corporaciones y 49 países. “Una comparación de las ventas corporativas y los PIB de los países revela que General
Motors es más grande que Dinamarca, Wal-Mart es más grande que Noruega y General Electric mayor que Portugal.” Ver
Ribeiro, Silvia, 2003
de las diversas formas en que puedan ser explotados, la parcela sigue constituyendo
el núcleo de referencia y un espacio de reproducción familiar.
Resulta evidente que con la nueva forma de dominio agroindustrial devino una
profunda pauperización y descomposición de la unidad campesina, aún cuando los
datos reportan que en el arranque del tercer milenio la agricultura mexicana está a
cargo de unos cuatro y medio millones de unidades de producción, de los cuales tres
millones corresponden al sector reformado (ejidatarios o comuneros) y el resto son
propietarios privados. Pero de estos últimos, apenas unos 15 mil, poseen grandes
empresas que concentran casi la mitad del valor de la producción rural, y quizás
otros 150 mil tienen empresas pequeñas. De estos, menos de la tercera parte genera
ingresos agropecuarios suficientes para vivir, y más de la mitad obtiene la mayor
parte de su ingreso de las actividades desarrolladas fuera de su parcela, según expresa
Bartra (2003). Esta concentración de capital entre elites locales y transnacionales
ha generado que un amplio grupo de productores se conviertan en jornaleros y se
incremente el número de campesinos pobres.
Este escenario del campo nacional hace necesario construir espacios de interlocu-
ción para que los actores sociales, desde diversos niveles y escalas, participen en el
marco de las oportunidades que se abre en este contexto expresando sus capacidades17
para revalorar la agricultura18 y todo lo que tu tejido productivo implica. Desde luego,
para que ello sea posible, se requiere del concurso de todos los sectores, para plantear
la propuesta de modelo alternativo de desarrollo, con reglas compatibles19 y asequibles
17
Este término implica un proceso de aprendizaje en el cual los actores en determinado territorio encuentren salidas a sus
problemas, teniendo como soporte sus conocimientos, destrezas y habilidades, así como sus percepciones, patrones culturales
y valores; sus formas de interpretación de la realidad, además de un sentido de autoestima y confianza en ellos mismos.
Aunque no se trata de capacidades fijas, sino abiertas y flexibles a nuevas ideas, información y cambios en el contexto y
que requieren de constante actualización (Chiriboga, 2003).
18
Para Torres, G. (2006: 190), la agricultura representa “a) Una actividad económica y sociocultural fundamental en la que
el hombre, específicamente la sociedad humana, trabaja con la naturaleza y no sobre ella; b) Está directamente vinculada con
los ecosistemas y su destrucción o bien su necesaria recuperación; c) Constituye la base de la sociedad y la cultura rural, en
la cual lo rural tiene un sentido polisémico; pero sin la revaloración de la agricultura no hay manera de revalorar lo rural”.
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1. Reconocer la necesidad de cambiar la forma de cultivar la tierra, recuperar todo lo que el hombre ha deteriorado como
son los bosques, tierras y ríos. 2. Los suelos agrícolas han perdido su potencial de productividad por el uso desmedido de
agroquímicos y semillas mejoradas y esto afecta no sólo al suelo, el agua y la planta, sino también al hombre. No debemos
forzar a que los suelos produzcan ya que no hay compatibilidad fija entre la producción y el ecosistema, además de que
creamos un desequilibrio energético y material en la misma unidad geo-ambiental. Se debe producir mediante una agricultura
ecológica que revierta el proceso de deterioro y proteja los recursos naturales y al hombre. 3. Como nos enseña la ecología
social, la restauración del equilibrio no sólo debe ser ecológico sino también social. Torres Carral G. (1998). La propuesta
de la ecología social, busca un manejo humanista del medio ambiente, implica revalorar la naturaleza y al hombre, ante
la explotación exacerbada que no respeta ideologías, culturas, ni fronteras territoriales; le apuesta al logro de una mejor
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que ayuden a transitar hacia una sociedad económicamente viable, socialmente justa
y ambientalmente sana pero no solamente en el discurso político, sino en los hechos.
Es preciso señalar que no existe una regla o norma general para hacer compatibles
los objetivos económicos, políticos y ambientales, sobre todo si en la actualidad
prevalece la idea de privilegiar la variable económica. No obstante, hay que volver
al reencuentro entre naturaleza y sociedad, socavado ante el predominio del proyecto
de la modernidad; al entrecruzamiento de los saberes de la ciencia moderna y los
saberes de los sujetos pobladores de cada localidad, región o país; para sentar las
bases hacia un desarrollo compatible, que sea socialmente justo y necesario; en virtud
de lo insostenible que resulta el modelo actual de producción, que se complejiza aún
más por las crisis múltiple: social, económica, política y ambiental.
calidad de vida, restaurando y conservando todo lo que el hombre ha destruido en su afán de conquista de la naturaleza; de
tal manera que se logre un equilibrio, entre la sociedad y la naturaleza. Desde luego, ello exige el compromiso de principios
éticos, democráticos y emancipadores, que como habitantes de este planeta, debemos construir; sin ello, simplemente no
habría un progreso real.
20
En el fondo subyace una visión campesinista y estamos de acuerdo en que: “para que tal visión campesinista de la nueva
ruralidad se logre materializar y beneficie a todos los campesinos es necesaria una nueva reforma agraria que transfiera no
sólo tierra a los sin o con insuficiente tierra sino también recursos financieros y tecnológicos. También es necesaria una
inserción más equitativa de los campesinos en los mercados tanto de productos como de los factores productivos, que sólo
se puede lograr desarrollando sus organizaciones. Sólo con el empoderamiento de los campesinos, en alianza con otros
sectores sociales progresistas, es posible que ellos negocien mejores condiciones en sus relaciones tanto con el mercado
como con el Estado (Kay, C. 2007: 33-34).
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Con base en los temas anteriormente señalados, algunas características que, desde
nuestra perspectiva, debe cumplir este modelo son21:
c) Política de precios acorde con la protección interna, que los productos del campo
se tornen estratégicos.
21
Retomadas de Torres, G. (1998).
Por tanto, los escenarios a corto y mediano plazo donde se tienen que llevar a
efecto las políticas, tienen que ser un espacio temporal de apoyos del Estado, me-
diante subsidios a la producción, esto no significa el retorno al Estado paternalista,
sino una estrategia para garantizar el mejoramiento económico y productivo de los
territorios, donde prevalezca la revaloración del paisaje en las actividades turísticas;
calidad e imagen de los alimentos que se ligan a cuestiones de la salud, ecológicas y
origen de los productos; tendencias a ocupar los espacios rurales por los residentes
de la ciudad, para la revaloración de lo rural en forma multidimensional: no sólo se
oferta paisaje o aire limpio, sino un uso y aprovechamiento de los recursos naturales
mejorado y responsable, lo cual necesariamente conduce hacia alternativas de desa-
rrollo generadoras de una mejor calidad de vida y desarrollo económico y productivo
en los territorios.
22
Este término según Prost (1991, citado por Ávila Sánchez, H. 2008), alude a una mutación territorial por los cambios en
las funciones territoriales de las zonas rurales, ante la pérdida de sus componentes agrícolas y/o agrarios, a favor de carac-
terísticas urbanas sean de tipo industrial o habitacional. Se trata de una etapa intermedia de dicha mutación, acompañada
de la implementación de equipamientos y de actividades que no están ligados al mundo rural, pero provienen y participan
del sistema urbano.
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ción de la agricultura tienen que incluir propuestas innovadoras23 que consideren las
demandas de los consumidores, las condiciones de los mercados y también de los
territorios, a fin de aprovechar las oportunidades y poder insertarse o crear cadenas
de comercialización ya establecidas. Es conveniente, dentro de las actividades de las
diversas cadenas, poner en contacto a los productores locales con los consumidores
(…), valorizar recursos y factores anteriormente inutilizados o subutilizados, median-
te la creación de nuevos productos y servicios con valor comercial” (FAO, 2003).
La preparación de las propuestas requiere de tiempo para que se tomen acuerdos
consensuados entre los diversos actores sociales e instituciones, puesto que tienen
que considerar las disparidades entre los territorios: factores productivos, técnicos,
recursos económicos y humanos, así como aspectos socioculturales, los cuales se
tienen que evaluar previamente para la implementación de proyectos de desarrollo.
En los primeros años del siglo XXI, la lucha por los recursos naturales es
central y el concepto de “territorio” remplaza al de “tierra”, puesto que la
incluye y suma las riquezas del subsuelo.24 En el pasado reciente, la tierra
como medio de producción, fue el motivo de lucha, de las organizaciones
campesinas, ligados a los principios de libertad e impartición de justicia so-
cial, el blanco a atacar fue el Estado, con el paso del tiempo estas demandas
perdieron vigencia y en la actualidad, las demandas de las organizaciones es-
tán en función del territorio, a partir del reconocimiento de que es un espacio
socialmente construido, donde están presentes una serie de intereses, poder y
conflictos entre diversos actores e instituciones que delinean la producción.
Las demandas de las organizaciones giran en torno a una mayor participa-
ción, autonomía y apropiación de los recursos naturales (agua, bosques, tie-
rra), factores estratégicos no sólo por generar recursos económicos, sino por
la protección del ambiente y la calidad de vida, tanto para las generaciones
actuales como para las que están por venir.
23
Ocampo, J. A. (2005).
24
Giarraca, (2004:18)
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Reflexiones finales
La nueva ruralidad, constituye una mirada al campo que considera las principales
transformaciones ocurridas en los aspectos productivos, ambientales y socioculturales,
y también enfoca una visión renovada de lo rural en virtud de los vínculos estrechos
con la ciudad. En ese entramado surgen líneas para redimensionar el desarrollo del
mundo rural, un territorio que ocupa un lugar privilegiado por ser un espacio social-
mente construido donde confluye historia, modos de vida, organizaciones, recursos
naturales, actores e instituciones, que tendrán que rediseñar las nuevas reglas del
juego para construir un desarrollo alternativo al modelo neoliberal.
La propuesta, representa una oportunidad para establecer los ejes en los cuales
tendría que sustentarse la producción, sin evadir la importancia del manejo adecuado
de los recursos naturales ante las crisis múltiples. Es necesario incluir en la agenda
de discusión el nuevo escenario productivo donde las innovaciones científicas-
tecnológicas repercuten fuertemente en la producción primaria y el tejido social y
productivo d en las comunidades rurales. En ese sentido, toca a los diversos actores
sociales tanto del medio urbano como el rural, un nivel de participación que integre
y supere la heterogeneidad, acepte la multifuncionalidad de los territorios, establezca
acuerdos sobre los temas técnicos, productivos, culturales y ambientales para redi-
mensionar la actividad productiva, agrícola y no agrícola encaminándola a mejorar
la calidad de vida de nuestras sociedades.
Los retos del desarrollo rural, ya no deben responder a usanzas del clientelismo
político con una política pública que diferencie la asignación de recursos económi-
cos, que se fomente la competitividad sin distinción ni marginación de mujeres y
jóvenes rurales a quienes hay que incluir en la agenda del desarrollo rural junto a los
ejidatarios, comuneros, avecindados, todos, factor estratégico para la reactivación
del mundo rural. Esta tarea no es nada fácil, pero se tendrá que dar en la medida en
que tenemos un futuro común y un mundo sin fronteras, para hacer efectivo el lema
del Foro Mundial: “otro mundo es posible”.
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