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ALQUIMIA DE LA VIDA
Dr. Spicasc
1.- INTRODUCCIÓN
La comprensión de la Astrología Esotérica supone ante todo familiarizarse con
enseñanzas de la Tradición Primordial y del Simbolismo Iniciático. A menudo en
la forma que circulan por el mundo estas nociones se hallan muy distorsionadas
debido a las fantasías individuales de diversos autores. Es por ello que resulta
necesario recurrir a las fuentes originales para poder llegar a la autentica
Astrosofía, o sea a la Sabiduría encerrada en la Ciencia de los Astros.
Naturalmente en este artículo solo podré presentar un panorama introductorio
sobre unos pocos puntos de un tema vastísimo y muy complejo. Un desarrollo
más completo del asunto en el estado actual del conocimiento exigiría un curso
completo o bien escribir un libro. De hecho ya lo he escrito pero no me decido
aun a publicarlo...
Lo único que parecen conocer (y mal) la mayoría de los autores que se ocupan
del asunto son los temas del Karma y de la Reencarnación. Digamos sin rodeos
que al Karma se lo conoce bajo una forma a la que podemos calificar de infantil
y que la noción de reencarnación en boga es simplemente una versión degradada
de enseñanzas mucho más elevadas y complejas. Estas Enseñanzas se transmiten
en los Misterios Iniciáticos y las versiones que se han difundido en el mundo
profano guardan poca relación con ellas. De la mal llamada reencarnación me he
ocupado en multitud de conferencias y en varios artículos. Por ello no trataré ese
tema hoy aquí. Del Karma, en cambio, deberé ocuparme hoy con algún detalle.
Solo recordaré aquí que quien habla de reencarnación está solamente repitiendo
nociones puramente modernas y occidentales que se hallan muy alejadas de las
Enseñanzas Tradicionales. Baste señalar aquí que la noción tradicional al
respecto es la de transmigración y que no cabe desarrollarla en esta oportunidad.
Lo esencial como punto de partida (si se desea progresar en el conocimiento
del tema) es comprender que toda la Astrología es esotérica desde su base
misma. Los que solamente buscan en nuestra disciplina información respecto de
la salud, la fortuna y los romances del ser humano están descuidando lo mas
profundo y elevado de esta Ciencia Tradicional. Es más, resulta incluso
deshonesto presentarla como una disciplina profana limitada exclusivamente a
esas aplicaciones materiales. En realidad la Astrología es una Vía de
Conocimiento y la primera de las Tres Ciencias Herméticas Tradicionales.
Aclaremos que las otras dos son la Alquimia y la Teurgia.
Y aquí corresponde hacer una consideración que hace a la actitud del ser
humano. A todos nos encanta oír cuando nos dicen que venimos de un gran
pasado y que nos encaminamos a un gran futuro. Nunca oí a nadie declarar que
en una vida pasada él fue un vagabundo o un delincuente. Todos afirman que
fueron personajes de alto rango y mérito y que próximamente volverán a serlo.
Naturalmente es difícil tomar tales cosas en serio... Lamentablemente la
Astrología Esotérica no se ocupa tanto de decirnos cosas agradables al oído sino
de recordarnos en que fallamos y también que cualidades deberemos desarrollar
por carecer aun de ellas. Esto es necesario pero no resulta gratificante para la
mayoría: los seres humanos con autocrítica, los que buscan el mejoramiento y
la elevación interior son comparativamente muy pocos. Esto es lo que los hace
meritorios y virtuosos.
Otra sorpresa es que la Astrología Esotérica presenta los hechos de una forma
distinta a la que podríamos esperar. Se podría creer antes de conocerla que en
ella se presentarán un conjunto de nuevas técnicas y reglas. Lo cierto es que esto
existe pero que, principalmente, se trata aquí de profundizar en lo que ya
conocemos analizándolo con mayor detalle y, por sobre todo, desde un punto de
vista más elevado. Y aquí vale la pena subrayar una vez más que lo esencial en
Astrología es trabajar con calidad y no en cantidad. El objetivo debe ser la
profundización constante, el análisis cada vez más refinado y profundo para
llegar a la verdad y a una mejor comprensión de las leyes astrológicas. Los que
se conforman con repetir lo que oyen sin analizarlo ni comprobar su valor de
verdad solo ponen en evidencia sus cortos alcances.
El plantear las cosas de este modo, siguiendo a Alan Leo y a nuestro maestro el
Prof. Carlos Reichelt, nos ha permitido comprender mejor la relación de la
Astrología con las vidas sucesivas empleando el Conocimiento Iniciático del que
los autores normalmente carecen combinado con las reglas clásicas de la
Astrología.
Pero, antes de dar un paso más debemos referirnos a una noción falsa que se ha
difundido en los últimos años, debido a la ignorancia de algunos de los que
enseñan y a la credulidad de algunos de los que aprenden. Es curioso ver como
los estudiantes de Astrología suelen transformar en dogmas de fe a disparates o
fantasías que surgieron un buen día de la mente de personas que bien poco
conocían de la Tradición Esotérica. Me refiero en particular a la errada
concepción que presenta a la Casa XII como la “Casa del Karma”. Esto se debe
exclusivamente a que no se ha comprendido bien la noción de Karma y se lo
identifica usualmente con castigo y sufrimiento. Desde luego en la raíz de tales
cosas se halla la usual mezcolanza de concepciones religiosas propias de Oriente
y de Occidente, cosa muy común entre los teósofos y otras personas vinculadas
a la pseudo-iniciación, y a cosas más siniestras que ésta a menudo encubre.
René Guénon ha sido muy claro al respecto en sus libros, en particular en “El
Teosofismo”.
Remito a mis múltiples escritos y conferencias sobre este tema para más
detalles al respecto del Sol en el Corazón. Este es precisamente un símbolo
fundamental de la Tradición que se corresponde a la perfección con una
experiencia trascendental de dicha inefable. De hecho la existencia humana se
lleva a cabo por medio de una forma material transitoria y contingente que es
animada por una chispa o fragmento de Dios. Este es el Misterio central al que
aluden el Triángulo de la Vida y la Casa V del tema natal.
Nótese que de ninguna manera hablamos de “la Creación” pues esta es una
noción puramente exotérica de invención muy posterior a la Revelación
Primordial. De acuerdo a la Enseñanza Esotérica Tradicional Dios no creó al
mundo de la nada sino que el Proceso Universal surge de la interacción de
Purusha y de Prakriti, del Espíritu eterno y de la por siempre existente Materia
en la terminología sánscrita.
Es decir, que “cada forma expresada que viviendo se desarrolla” (según las
palabras de Goethe) es llevada por las Leyes de la Vida de modo natural a
cooperar con el Gran Plan.
Los que solo se preocupan por lo material deberían captar estas nociones pues
de lo contrario sutiles barreras les impedirán llegar más lejos en Astrología. La
vida tiene leyes muy estrictas al respecto del Conocimiento, las que siempre
tendrán validez: es la sentencia inexorable del Mefistófeles goethiano “En vano
vagáis por los dominios del saber. Nadie aprende sino lo que le está dado
aprender”.
Al llegar a este punto se impone dar a conocer otras claves esotéricas que hacen
al conocimiento propio y a la transmutación interna que todos requerimos para
encaminarnos a nuestro destino último. La primera clave permite detectar
nuestros puntos débiles y también nuestras potencialidades más desarrolladas
por así decir a primera vista. Se basa en el uso de los notables heptagramas
platónicos de Dom Néroman. Pero como este asunto ha sido detalladamente
expuesto en mis cursos y ha aparecido un artículo del Arq. Estanislao Juan
Kores que recopila ese material (revista “Ciencias Milenarias”), no lo
desarrollaré hoy aquí.
El segundo punto, aún más importante, me fue enseñado por mi maestro Don
Carlos Reichelt y constituye una aplicación de la Ley Hermética de Polaridad.
Esta técnica apunta directamente a una transmutación del ser humano que llega
a lo más profundo, a la individualidad y no se detiene en lo externo que es la
personalidad. Y subrayo, siguiendo al Prof. Reichelt, que se trata de una
transmutación lo que se puede lograr y no de una mera transformación. La
transformación es solo cambio superficial, la transmutación va a la esencia, a lo
más profundo. Veamos en que consiste esta técnica de Alquimia Astrológica.
Analizando un tema natal nos encontramos con astros en exilio o caída. Pues
bien deberemos “llevarlos al signo opuesto”, desarrollando en nosotros las
cualidades internas, personales que estos astros indicarían sí allí se hallaran.
Desde luego esto se dice pronto pero no es fácil lograrlo efectivamente. Aquí se
trata de algo muy serio donde no caben simulaciones ni autoengaños. Pero el
resultado es mágico en el sentido que una transmutación interior acarrea un
cambio de destino externo. De acuerdo con la Ley Hermética de
Correspondencia y Analogía al ser humano no le sucede lo que merece sino lo
que se le parece. La actitud interna se refleja en el destino externo: “El azar se
nos parece” escribía sabia y profundamente Georges Bernanos en su obra
“Diálogos entre Carmelitas”.
Don Carlos Reichelt fue más lejos aún en su investigación pues logró (nada
menos) que destacar en el tema natal, los factores que facilitaban grandemente
esta transmutación, y que posibilitan además, la “medición” a priori de lo que
cabría denominar el potencial alquímico-transmutativo de un nativo. Que a
nadie sorprenda el uso de la palabra alquimia, pues se trata verdaderamente de
una alquimia espiritual. Este potencial depende esencialmente de dos tipos de
aspectos que pueden hallarse en un rádix: los quincuncios y los aspectos de
dieciocho grados (a los que designo con el nombre de mi maestro y otros llaman
vigintiles). Desde un punto de vista interpretativo, el quincuncio bien puede ser
calificado de aspecto decepcionante, pues a un individuo común le promete
circunstancias favorables que suelen concluir en desilusiones, o aún en males.
Quienes insistan en considerar al quincuncio como un aspecto benéfico,
solamente probarán con tal actitud que no tienen suficiente experiencia al
respecto.
No podemos menos que hacer votos para que una enseñanza tan valiosa no
caiga en saco roto ni se abandone en el olvido. Lo que he enunciado es una
verdad muy profunda que merece por cierto ser comprendida y aprovechada
plenamente.
Vale la pena aclarar algo más todo esto. La perfección en obras supone y exige
la acción espontánea la que surge por sí y no piensa en los frutos y en las
recompensas del actuar. Para dar un primer ejemplo trivial diremos que nadie
practica un deporte mejor que cuando lo hace por divertirse y no para ganar.
Además, en la acción perfecta, el yo inferior separativo y egoísta está ausente,
no interfiere, no juzga, no separa ni divide ni compite. Esto nos permite plena
atención, plena participación, plena unidad. Es, por excelencia, el estado
creativo de la mente concreta. A veces se logra plenamente este estado al
contemplar arrobados una película. También sucede al escuchar un concierto u
ópera que reclaman de tal modo nuestro interés que toda consideración personal
está ausente y no se piensa en absoluto el obtener algo por lo que estamos
haciendo. Es el acto pleno con atención plena sin separatividad egoísta. Se
borran así los límites del yo y del no-yo. Pero la perfección en el obrar solo se
alcanza cuando renunciamos a los beneficios y frutos logrados y hacemos de
todo ello una ofrenda a Dios.
Naturalmente este caso ejemplificado es solo un primer paso hacia la Vivencia
de la Unidad, experiencia iniciática por la que todos habrán de pasar, más
temprano o más tarde. El camino hacia ella pasa indefectiblemente por la
devoción, por la Iniciación y por la realización de disciplinas espirituales,
especialmente la meditación.
De hecho aquí nos encontramos con una verdadera clave iniciática obtenida por
quien habla a partir de analogías tortuosas e ideas oscuras de diversas fuentes.
En los Evangelios leemos "Gloria a Dios en las alturas y paz en la tierra a los
hombres de buena voluntad." Estoy persuadido que tales palabras constituyen el
enunciado de un precepto oculto, de una verdadera Ley de la Vida, cuando se las
interpreta correctamente. Aquí "buena voluntad" no significa una actitud
bonachona y complaciente, sino una tenacidad de hierro que resulte
verdaderamente inquebrantable, una voluntad heroica que se traduce en obras.
Todos podemos llegar a tener una tal voluntad si nos esforzamos para ello pero,
es indudable, que determinados factores horoscópicos favorecen grandemente
tal propósito.
En primer lugar, todos hemos podido apreciar como los nativos en cuyos temas
predominan netamente los astros en signos de tierra y fuego, el factor voluntad y
tenacidad se desarrolla espontáneamente. Si tales temas natales no son
demasiado inarmónicos el nativo poseerá bien pronto en la vida una férrea
voluntad y, además, una especie de coraza que les permite resistir golpes del
destino que destruirían a otros. Incluso es dable observar que direcciones
temibles que acarrearían graves males al común de los mortales, se convierten
para ellos en fuente indirecta de bienes. Su perseverancia es tal que, unida a esa
coraza de que están dotados, les permite siempre saber esperar trabajando duro
para finalmente cosechar donde para otros solo quedarían ruinas y lamentos. Si
la componente de deseo y ambición esta presente no debe extrañarnos que estos
seres se eleven materialmente en la existencia, máxime si disponen en su tema
de un Marte fuerte que les dé capacidad de realización.
¿Como detectar esta componente de deseo y ambición? La respuesta es
conocida: por un lado las casas angulares y por otro los signos cardinales deben
ser importantes, pero esto no es todo. Hace falta perseverancia y tenacidad (lo
que correspondería aproximadamente a la "durée" de Henri Bergson) y esto se
halla muy ligado a los signos fijos, especialmente Escorpio y luego Tauro.
Los santones que predican la muerte del deseo son, o bien hipócritas o bien
tontos, pues el deseo es una componente esencial e ineludible de la vida. Ya
hemos dicho que el deseo es la esencia misma de lo que se designa como
Karma. Lo que cuenta es la naturaleza de este deseo en cuanto a nivel pero
también su intensidad.
La carencia del elemento Aire le marcará con una rigidez intelectual excesiva.
Estas características no corresponden a un ejemplar ideal de la especie "homo
sapiens", por más que la voluntad y la perseverancia sean muy destacables.
Alan Leo fue el primero en señalar explícitamente que ante ciertos nativos las
reglas rígidas de interpretación fracasan, y el mismo captó con claridad la razón
de estos fracasos. En el prólogo de su obra "El Horóscopo Progresado" lo
expresa lúcidamente, relacionando el problema con la existencia de dos tipos de
astrólogos, los exotéricos y los esotéricos. Los exotéricos son decididamente
fatalistas y para ellos el destino humano es algo mecánico e inmutable. Basta
esto para asegurarles en definitiva el fracaso en Astrología, pues olvidan de
considerar dos hechos básicos en conexión precisamente con el destino. En
primer lugar la vida tiene un sentido que ellos olvidan y ese sentido es el
mejoramiento y la elevación interior del ser humano en pos de la Gran Meta que
constituye el sentido último de la vida. Hay un destino basado en un Principio de
Justicia que establece que el ser humano cosecha lo que ha sembrado y pasa por
las experiencias que necesita a lo largo no de una sola existencia, sino de
muchas. La enseñanza esotérica tradicional afirma sin embargo bien
claramente como se dijo al comienzo que el sufrimiento de cualquier género
llega al hombre no como castigo, sino como medio poderoso de purificación.
Es menester entender que no tiene sentido el castigo en si mismo sino como
medio poderoso de purificación y elevación. Y, de paso, renunciar para siempre
a todas las ideas absurdas, siniestras y antitradicionales relativas al infierno y a
la condenación eterna...Estas concepciones están encaminadas exclusivamente a
mejor dominar y manejar a los tontos.
Otro índice grave en cuanto a la inmadurez del alma, son las conjunciones de
maléficos, las que siempre constituyen una inarmonía celeste que refleja las
inarmonías terrestres de los individuos que bajo ellas nacen.
Como afirman los Upanishads, textos sagrados de la India, existen dos fases
en todo ciclo cósmico. Una primera fase es el Pravritti, que corresponde a la
manifestación y expansión, y una segunda fase es el Nivritti, correspondiente a
la retracción y reintegración. La primera fase de expansión consiste,
básicamente, en "alejarse del Cielo para conquistar la Tierra" y corresponde en
el Zodíaco a los seis primeros signos. La segunda fase o Nivritti corresponde al
llamado "Sendero de Retorno", es decir una etapa superior reintegratoria de más
alto nivel evolutivo.
Pues bien, es dable observar fácilmente que en los nativos con amplio
predominio de astros en los primeros seis signos del Zodíaco, el vuelo espiritual
es mucho más restringido que en aquellos donde predominan los astros en la
segunda mitad del Zodiaco. Bien entendido, esta regla tiene también sus
excepciones que detectaremos por medio de un análisis cuidadoso del tema
natal.
Desde el punto de vista de la evolución del nativo, no cabe duda que el aspecto
de las teorías freudianas que revista mayor importancia es el Superyó en cuanto
a su relación con la conciencia y funciones normativas del individuo. Este
Superyó es, precisamente, el componente del aparato psíquico hipotético de
Freud, donde hallaremos este "órgano ejecutivo" de la conciencia (sin ser por
ello idéntico a esta última como ha señalado Igor Caruso). En el Superyó
hallamos las pautas de conducta social a las que se ajusta el individuo y desde el
punto de vista de la evolución, la situación ideal se produce cuando el Superyó
reconoce el carácter trascendental de los objetivos finales de la existencia
humana y relativiza al Yo como factor instintivo. Existe una estrecha
correspondencia entre el Superyó y la Casa X del tema natal. Él "ello" o Id
freudiano (es decir, el bagaje instintivo e innato como impulso vital) deber ser
juzgado a partir de la Luna (clásica significadora de los instintos y sentimientos)
y por la Casa I del tema a la que podría sintetizarse muy bien en sus significados
como la de la "expresión vital" (tanto en lo externo como en lo interno).
Hay otros varios factores en un tema natal que pueden servir como indicios
claros del grado de evolución del nativo. Uno de ellos es bien conocido. Me
refiero a los buenos aspectos de Júpiter y de Saturno, los que siempre reflejan
mesura, equilibrio, autocrítica y autorestricción.