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poesia, tan unida@ la incipiemte prosa de su época Pero 1a obca capital de su autoria, y la que lo lleva trascendet en al tiempo hasta nosotros es, sin dudas, E/ conde Lucanor, Libro de Paironio 0 Libro de tos ejemplos, tales suma de los nombres que ha recibido, ‘obra se compone de einco partes, de las cuales se a la primera, coma es nuestro caso. Las siguien- tes difieren en el tono y Su forma de expresién. Son ellas el Razonarmiemo que hace don Juan por amor a do a parte consta de cincuenta y un ejemplos 0 Su estructura es similar en cada uno: se pide un ¢on- Finalmente surge una conclusién, en general moralizante, donde aparece el mismo autor como responsable de la obra y raleja, convertida ahora en verso rima- mel conde Lucanor y su conse- de Ios relatos, variados en st superioridad de la otra jén, pero lo hace de una iayor logro, que nos per= jemente a su disfiute y Esopo, resia, la desmesura son sélo algunos de los tantos wrda con humor por medio de una narracién sas retSricas, pero con una pluma atenta a las Patricia CouEN PROLOGO En el nombre de Dios. Amén, Entre las muchas cosas _extratias y maravillosas que ha hecl reador estd el que ningtin bombre de Jos que hay en el tenga un rostro cido a otro, porque, aunque todos tenemos en el rostro lo mismo, los rostros no se parecen, fos, que son tan pequefies, hay tantisima ‘extrafio es que la haya en las voluntades i jor. ‘que aman y quieren servir a Dios, todos quie- ten lo mismo, pero no Tohacen de un mod De igual modo los que se eri, a la caza, a un off ra, comprenderéis que, ibres sean hombres y todos tengan i, Se parezcan tan poco en estas cosas parecen en que todos prefieren todos les gusa y todos aprenden mejor las cosas que mis Jes agradan. Siendo ello asi, el que quiere ensefiar una cosa a otro débesela presenta d cabezas de algunos hom- , r no entenderlas, no se deleitan con ciertos modo que, por ni no les aprovechan. Por eso ye, don Juan, hijo del infante don Manuel y Adelantado 9 Mayor de ls fromtera del Reino de Murcia, eseribi e con las palabras mas hermosas que pude para poder dar hanzas muy provechosas a los que Io oyeren. «do ejemplo de los médicos, que cuando quie- ‘que eproveche ai higado, como al igado gusta fo dul / por la a Ja medicina que le beneficia. ano que necesite alguna ‘con aquello a que el Orga- Vechoso que con ella se mezela, aunque no q\ eran, como el higado y los demas érganos se benefician con Jas medicinas que estin mezcladas a las casas que ellos pre- fieren, Dios, que es todo bondad y que favorece las buenas cobras, tenga piedad y conceda su gracia alos que lean este Tibro y hagan que aproveche al cuerpo y al aura, como El muy bien sabe que yo deseo. De lo que encontraren mal expresado no echen la culpa mas que mi fla de ented ent 1 el eontrario, encot prov mmiento; si, por el contratio ago povecoso 0 que un gran ro, llamado Patronio. eS RRR CUENTO I LO QUE SUCEDIO A UN REY CON UN MINISTRO SUYO Un dia que el conde Lucanor estaba hablando confi- dencialmente con Patronio, su consejero, le dijo asi: —Patronio, un hombre ilustre, rico y poderoso, y que blasona de ser muy amigo i fet mas, y que por el afecto y con- inspiraba, me queria vender parte de sus ‘otras a mi cuidado. Creo que ello me eon- viene ¥ me honra mucho, pero querria, antes de resolver, oir Woestra opinidn. —Sefior conde Lucanor —le respondié Patronio—, aunque yo creo que mi consejo no as hace falta, si quertis 4gue pienso y 0s dé mi opinién, ahora mismo lo lugar he de advertiros que esto 0s lo ha dicho aunque le ¢ ‘muchas cosas, nunca lograron per- Judicarle ni que desconfiara de su lealtad. Cuando vieron que "fo les quedaba otro camino, dijeron al rey que aq is- {ro procuraba su muerte, para que le sucedier fio, el cual quedaria en Su poder y al que m: alzarse él con el reino. Aunque hasta ent no habian u logrado que el rey sospectara de su ministro, desde que esto ‘oy no pudo evitar que ka duda entrare en su pensamiento, ¥ ‘como en las e9s2s muy graves y en todo aquello que, una vez perdido, no se recupera, el varén prudente no debe esperar, sino prevenir los casos adversos, sucedié que el rey, desde ue concibie esta duca y sospecha, andaba receloso, aunque sin decidirse « hacer nada contra su mi Ja verdad. Los que buscaban la perdicién ron entonces que pedia comprobar muy’ que afirmaban, y le explicaron eémo debia hacerlo. El rey se decidié a ponerlo por obra, ¥, en efecto, lo hizo de la mane- ra que ahora ve Estando con su ministro, a los pocos di ‘muchas eosas de que le habld, le dio a entenc cansado del mundo y Aquella vez-no le jara entonces el tema, veces y en tantos tonos que el el rey estaba desengatiado de la gl ‘comprendié que le habia convencido de un dia que habia pensado abandonar el ‘mundo ¢ irse a alin pais donde nadie le conociera a buscar un lugar solitario y apartado donde poder hacer penitencia de sus pecados, con lo cual esperaba que Dios se apiadase de él y le esto, le replicé con Entre otras muchas Divs dejara las gen- en paz y justicia, pudien- ¥ que, cuando no lo dejara de hacer por esto, deberia pensar en la reina, su mujer, y en su hijo, que era tan pequefio, los ‘cuales indudablemente podrian perder los bienes y Ia vida ‘A-esto replicé el rey que antes de resolverse a partir habia pensado cémo dejar en orden el reino para que su 12 ‘mujer y su hijo fuesen acatados y sus pueblos quedaran en cealma, y que el medio era éste: puesto que a él le habia cria- doy hecho mucho bien y est de Su lealtad y sabia que pod iin otro de sus ministros y para que nadie pudiera hacer jo. De manera que estaba seguro d gobernarlo. De este modo pensa- bba dejar en orden sus cosas. Poner en sus manos el gobiemo y el prin- sefior el sabio cautivo lo que habia ido en un lazo y tudamente, diciéndole que habia puesto en hacienda, pues lo que el ‘muy andrajoso, como los que traen los mendigos de los caminos, un bastén y unos 13 zapatos rotes, aunque bien armados, y metié en las costuras de aque] vestido una gran cantidad de monedas de oro. En ‘cuanto amanecié fue 2 palacio y dijo 2 un guardia que estaba la puerta que informara al rey muy en secreto que se levan- despertase, pues él ya le estaba ocho, pero fue a veral rey y le dijo lo que el mandado, El rey, muy asombrado, mandé que pasar en seguida y le pregunté por qué se habia vest ciado que se que’ ello, no queria Dios que pusiera en olvido lo que le debia, sino que, lo mismo que hasta entonces habia participado de ara de las privaciones y el destierro que iba a imponerse. padre y poco debian dérsela a su ministr. fa resuelto irse con él y servirle de modo que nadi tenia tanto dinero cosido en su ropa gue les bastarfa por ‘muicho que vivieran. Y, puesto que habian de irse, lo mejor era hacerlo antes de que fueran reconocidos. Cuando el rey oy6 todo lo que su ministro le decia, imaginé que obraba movido por ‘mucho, ¥ le conté que los otros ministros le habian calumniado y que todo lo habia dicho para probarle. De este modo el ministro estuvo a punto 6e ser engafiado por su ambicién, pero Dios le quiso guardar 10 de que lo que 0s dijo no tien que hace falta que, al hablar con él {querdis su bien y provecho y que no c ‘ya que no puede durar la amistad de I El conde Lucanor vio que Patronio le aconsejabe muy bien y obré de este modo y con buen resultado. Viendo don Iuan que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribié estos versos, en los que se sintetiza la moralja No esperéis que nadie, por el bien de su amigo, Pierda de to suya lo que vate un higo. ‘También hizo otros que dicen asi: Con ayucia de Dios y un buen consejo, salva el hombre su vida y liega a viejo. CUENTO I LO QUE SUCEDIO A UN HONRADO LABRADOR CON SU HUO Patronio que {e dijera lo que haria en su caso. —Sefior conde Lucanor —respondié Patronio—, bien sé {yo que hay muchos que os podrian aconsejar mejor, y que Dios {ha dado tan buen entendimiento que poca falta os hace mi Consejo; pero, pues si lo querss, hacer. Pero antes quisiera que me: lo que sucedié una vez a un honrado El conde le dijo que se la daba de muy buena gana. —Sefior —comenzé Patronio—, habia una vez. un ‘que, aunque muy joven, Cada vez que su padre ‘queria hacer alguna cosa, ‘que podia tener, y, como son muy pocas las que no hacer lo que menos les conviene, ito para emprender lo que luego no Por lo que, sino se les aconseja, yerran 15 muchas veces. Asi, aquel mozo, por su sutileza de entendi- micnto y falta de experiencia, era un obstéculo par Cuando, después de salu- ros, los que encontraron traron a otros hombres estaba bien que el robar lo que hayas hecho mal. Por lo gue ta te convenga, baz fo que no tomar resoluciones muy arrebatadas, ‘son cosas que ‘no se pierden por la dilacién, dejad pasar por lo menos un dia 7 y tna noche. Con tales precauiciones, 0s aconsejo ne dejéis de hhacer por temor a las critcas lo que 0s convenga. El conde tuvo por buen consejo éste de Patronio, lo puso en obra y le said muy jando don Juan oy6 este ‘cuento lo mand6 poner ibro y escribid estos versos, Por miedo de las eritieas, no dejéis de hacer lo que ‘mds conveniente as pareciere ser CUENTO IIL DEL SALTO QUE DIO EN EL MAR EL REY RICARDO DE INGLATERRA, PELEANDO CONTRA LOS MOROS ‘Una vez se aparté el conde Lucanor con Patronio, su ie vivido siempre en 108 y ya con moros, y cuan- res, 0 con mis vecinos. Aunque somenzara ninguna guerra entre por culpa mia, era inevitable que recibieran dafio ‘2uerras muchos inocentes. Parte por esto y parte en io de otras muchas ofensas hechas a Dios, y también Porque veo que nadie ni nada en e! mundo puede asegurarme vviere enojado conmigo, nadie podra librarme de sufti las 18 ppenas del infierno, que son cternas, y que si, por el contrario, hallare en mi méritos suficientes para perdonarme y -quetiis que os aconseje niidad, porque si otra cosa eciais sélo para probarme, Ingloterra estarian juntos en el cielo. Al ermitafio le pesé ‘mucho, pues conocia muy bien al rey y sabia que era muy bbelicoso y que en sus guerras habia muerto, saqueado y empobrecido @ muchas gentes, haciendo una vida tan con- ua, dindole vida temporal y eterna, Con lo cual el rey se dirigié contra los moros. 20 icho el consejo que le dio ayudara a ponerlo en pric- lo deseaba. Viendo don Juan la lo mandé poner en este libro y intetizan y que dicen asi Patronio y le pidié a Dios tiea como aquél lo dec’ ssana doctrina de este euei escribi6 estos versos que Quien se tenga por caballero, debe tratar de emular este salto, y no encerrarse en un monasterio a servir a Dios tras un muro alto. CUENTO IV LO QUE DIJO UN GENOVES ASU ALMA AL MORIRSE por ella, no ia quiero To que sobre este asun- 0 contara. Patronio le dijo: ‘genovés muy rico y afortuna- F “do entre los de su clase. Este genovés se puso muy malo y, Suando comprendio que se moria, mando Hamar a todos sus - ‘pnts amigos y,etando sts juntos au i —Alma, veo que me quieres abandonar y no sé por "i, pues si buscas mujer ehijos, aqui los tienes tales de que -podrias estar sats bouscas parientes 0 ami reo que obréis muy cuerda- prendiendo lo que os acon- ‘que es de los que dicen las viejas eastellanas y que reza ai: Ei que bien sentado esti, no se levante. CUENTO V LO QUE SUCEDIO A UNA ZORRA CON UN CUERVO QUE TENIA UN PEDAZO DE QUESO EN EL PICO Conversando otra vez el conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo asi: —Patronio, un hombre que se dice amigo mio me cempezé a elogiar mucho, dndome a entender que yo tenia mucho mérito y mucho poder. Cuando me hubo halagado de esta manera todo lo que pudo, me propuso una cosa que a mi me parece que me conviene. Entonces el conde le conté a Patronio lo que su amigo le proponia que, aunque a primera vista se dijera provecho- so, ocultaba un engafio, el que Patronio advirtié. Por lo que dijo al conde: —Sefior conde Lucanor, sabed que este hombre os quiere engafar, dindoos a entender que vuestros méritos y ‘vuestro poder son mayores que en la realidad. Para que os podiis guardar del engafio que quiere haceros, me gustaria ‘que supierais lo que sucedié al cuervo con la zorra El conde le pregunt6 qué le habia sucedido. —Serior conde —dijo Paironio—, el cuervo encontrd tuna vez un pedazo muy grande de queso y se subié a un ‘rbol para comer el queso més a gusto y sin que nadie le molestara. Estando asi el cuervo pasé la zorra y, cuando vio ‘el queso, comenzé a pensar en la manera de quitirselo. Con este objeto dijo lo siguiente: —Don Cuervo, desde hace ya mucho tiempo he oido hablar de vuestras perfecciones y hermosura. Aunque mucho 0s busqué, por voluntad de Dios o por desdicha mia, no os vi hasta ahora, que os hallo muy superior @ lo que me decian, 24 “Para que vedis que no me propongo lisonjearos os diré, junto Jo que las gentes en vos alaban, aquellos defectos que os ‘Todo el mundo dice que como el color de vuestras ‘ojos, pico, patas y garras es negro, y este color no es ito como otros colores, el ser todo negro os hace muy sin darse cuenta de que se equivocan, pues aunque es ‘que vuestras plumas son negras, sti negrura es tan plumas del pavo que Vuestros ojos ‘ojes mucho mas her- ‘que tiene reflejos azules, como ‘eal, el ave mais hermosa del mundo, y ‘son negros, el color negro es para que ningin otro, pues la de los ojos es ver, 10 1 negro hace ver mejor, los ojos negros son los por lo cual los ojos de la gacela, que son mas oscu- {que los de los otros animales, son muy alabados. ‘uestro pio y vuestras garras son mucho més fuer- ‘es que los de ninguna otra ave de vuestro tamafio, También ‘ens, al volar, tan gran ligereza, que podeis ir contra el — por recio que sea, lo que ninguna otra puede hacer fcilmente, Fucra de esto, estoy convencida de que, pues tod sois tan acabado y Dios no deja nada imperfecto, no hhabré negado el don de eantar mucho mejor que ningin ns Pero, pues Dios me hizo la merced de que os fen vos mais perfecciones de las que of, ia por dichosa si os oyese cantar. Fil conde, que aunque Ia intencién de la zorra era evo, 10 que dijo fue siempre verdad. ‘Desconfiad de la verdad engaiiosa, que es madre de los peo- “res engaiios y perjuicios que pueden venimos. Cuando el cuervo vio de qué manera le alababa la zorra "y c6mo le decia la verdad, creyé que en todas las cosas se la in sospechar que todo lo hacia por el queso que tenia en el pico. Conmovide, pues, por os y sus ruegos para que cantara, abr el pico, con lo ue cayé el queso en tierra. Cogiolo lazorra y huyé con él, De ‘manera engatio al cuervo, haciéndole creer que era muy ¥y que tenia mas perfecciones de lo que era verdad. aunque Dios "98 hizo merced en todo, ese hombre os quiere persuadir de “que tenéis mucho mas mérito y mas poder, convenceos que ‘ 25 lo hace para engafiaros. Guardaos bien de él, que, haciéndo- lo, obraréis como hombre prudent Al cende agrad6 mucho 10 que Patronio le dijo y Io hizo asi, y de esta manera evité muchos dais. on Juan eomprendié que este cuento era bueno, lo hizo poner en este libro y escribié unos versos en que se expone abrevia- damente su moraleja y que dicen asi Quien te alaba lo que no tienes, cuida que no te quite Jo que tienes. CUENTO VI LO QUE PASO A LA GOLONDRINA CON LOS OTROS PAJAROS CUANDO. SEMBRO EL HOMBRE LINO comprendié en seguida que bres hacer con él redes y inmediatamente a los otros pai nacia les tracria mucho daffo, por lo cual les aconsejaba que, antes que naciese, fueran a arrancarlo, pues todos los males se previenen mejor al comienzo, porque después es més difi- 26 RT Re enciertro. Los pSjarcs no dieron importancia a ‘negindose a hacer lo que les proponia. La golondrina ‘mucho, hasta conveneerse de que ningun otro ‘preocupaba. Cuando el lino erecié tanto que los ra ya tarde para impedir el dafio que imtieron de-no haber seguido antes ‘gané seguridad para siy st especie. Desde entonces viven las golondrinas seguras en casa del hombre A los ‘demas pajaros que no quisieron prevenir ¢! dafio, los cazan todos los dias con redes y lazos. {ode To que teméis os pueda pasar, tomad precauciones antes de que venga, pues no es pr el que ve las cosas cuan- in o por sefales conace el 10 este consejo y lo puso en endo don Juan que este cuento Para que los males no puedan legar, su raiz al co- Inlenzo debemos cortar. CUENTO VIL LO QUE SUCEDIO A UNA MUJER LLAMADA DONA TRUHANA \6 el conde Lucanor con Patronio, su con- te modo: hombre me ha aconsejado que haga una ‘cosa, y aun me ha dicho cémo podria hacerla, y os aseguro 27 ala garza, y, estando los dos muy remontados, otra vez el Aguila 2 atacarlo. Viendo el secre que ta ahora hecho, volvié a volar sobre el Aguila y se dejé caer sobre ella con tanta fuerza que le rompié un ala. Al verla caer con el ala rota, se volvié el saere contra la garza y la mat6 en seguida. Ast obré por estar persuadido de que no debia abandonar la caza si que- daba libre de! guila, que se la estorbaba ‘A vos, sefior conde Lucanor, puesto que sabeis que ‘yuestra honra y el mayor bien para el cuerpo y el alm son otra cosa que el mayor servicio que se haga a Dios, y también sabéis que, segiin vuestro estado, en nada podéis servirle mejor gue guerreando contra los moros en defensa de la santa y verdadera religion catélica, os aconsejo una y otra vez que, desde el momento en que ¢stéis a cubierto de otros ataques, combatdis a los moros. Tendréis con ello muchas ventajas: la primera, servir a Dios; la segunda, cum- pli con vuestra prot mente como un par ¢ estd bien a ningun gran sefior, ya que los seflores, cuando no se imponen una in, no estiman como deben a los demés ni hacen Jo que estan obligados y se dedican a cosas, jente. La verdad es que ‘ninguna de las ocupaciones que podéis tener es tan buena, hhonrada y provechosa para el cuerpo y el alma com to de este que dio el rey Ricardo de Inglaterra y lo que gané con haberlo dado. Pensad que habéis de morir, que habeis ofendido mucho a Dios y que Dios es muy justo y no 98 podré por menos de eastigaros por vuestros pecados. Mirad si tendréis suerte aleanzando en un punto perdén de todos Yuestros pecados, pues si moris en guecta contra moros estando confesado, ;, aunque 8 buenas obras y el buen propésito nsejo por muy bueno y deter ay ida Dios que le fyiaca como erlo, Vien don hizo poner en este CIEGO QUE CONDUCIA A OTRO CIEGO. aro consjo me gustaria que spirals logue le pas & un lego con ot, El conde le pregunté qué le habia ido. —Sefior conde: ? at en una ciudad po tiego que tambien erle que se furan tsperaba_ que, Nuestro ciego le io que conocia el camino que 1 sabia qe tena pozos, arrancos pasos may por lo que temia mucho aquel viaje. El otro ciego le eontes- 16 que no temiera, gue él le acompattarfa y no pasaria nada. “Tanto se lo dijo y tantas ventajas le aseguré que tendria en la otra ciudad que nuestro ciego le erey6 y fue eon él. Cuando Iegaron a un sitio dificil cayé el ciego que guiaba al otto, que también se maté, perdido e} compaiier. ‘Vos, sefior conde, si teméis eon motivo, y el peligro es real, no 0 rque Yuestro pariente os diza ' Yos dafio, pues poco os apro- is el dato y murdis despue: El conde tuvo este consejo por bueno, lo puso en priie- fue muy bien. Viendo don Juan que este cuento era ¥¥ escribi6 unos versos que Huir del peligro es mayor seguridad que fa que ningiin amigo te puede dar CUENTO XXXV LO QUE,SUCEDIO A UN MOZO QUE CASO CON UNA MUCHACHA. DE MUY MAL CARACTER Otro dia, hablando el conde Lucanor con Patronio, su consejero, le dijo asi: —Patronio, uno de mis deudos me ha dicho que le estén tratando de casar con una mujer muy rica y més noble que él, y que este casamiento le convendria mucho sino fuera porque le aseguran que es la mujer de peor caricter del mundo. Os ruego que me digais si he de aconsejarle que se case con ella, conociendo su genio, o si habré de aconsejar- Te que no lo haga. —Seiior conde —respondié Patronio— de hacer lo que hizo un mancebo moro, aco case con ella; si no lo es, no se lo aconsejéis. 100 cebo muy preocupedo, pues En aquel mismo pueblo habia otro vecino mas impor- fante y rico que su padre, que tena una sola hija, que era muy contraria del mozo, pues todo lo que éste tenia de buen Entonces le dijo el mancebo que, si él queri Te a aquel honrado vecino su se asombré mucho y le pregunté ‘currido una cosa asi, que no habia nadie que la co que, por pobre que fuese, se hijo, como un favor, que le arreglara aquel casa- rogé que, aunque el padre lo encontraba muy raro, le di —Por Dios, amigo, que si yo ‘vos muy flaco servicio, pues vos ter muy bueno y yo cometeria una maldad muy grande si permitiera su des- cia 0 su muerte, pues estoy seguro que si se casa con mi ja, ésta le matard o le hard pasar una Vida mucho peor que ue 05 digo esto por desairaros, pues, tendré mucho gusto en darla a vuestro saque de casa Je agradecia mucho lo fay que, pues su hijo qu tomaba la palabra. ‘Se celebré la boda y Mevaron a la novia a casa del mari- do. Los motos tienen la cosiumbre de prepararles la cena a Jos novios, ponerles la mesa y dejarlos solos en su casa hasta el dia siguiente. Asi lo hicieron, pero estaban los padres y parientes de los novios con mucho miedo, temiendo que al ‘otto dia Je encontrarian a é! muerto o malherido. En cuanto se quedaron solos en su casa se sentaron a la boca, miré el novio alre- uy airadamente: enfadarse vin con mas enojo que les diese agua a las manos El perto no lo hizo. Al ver el mancedo que no lo hacia, se levanié de la mesa muy enfadado, sacé la espada y se diri- {gid al perro. Cuando el perro le vio venir empezé a huir y el mozo a petseguile, saltando ambos sobre los muebles y el fuego, hasia que lo alcanz6 y le corté la cabeza y las patas y lo hizo pedazos, en Muy enojedo y Hleno de sangre se vol mir6 alrededor. diese agua a las Perro porque mi poco o mas conmigo porf hice con el perro. E] gato no lo hizo, pues tiene tan poca costumbre de 20s como el perro. Viendo que no lo ancebo, lo cogié por las patas, dio con él en la pared y lo hizo pedazos con mucha més rabia que al Muy indignado y con la faz torva se volvié a la mesa a todas partes. La mujer, que le vefa hacer esto, ereia que estaba loco y no decfa nada, Cuando hubo mirado por todas partes vio un caballo que tenia en su casa, que era el tinico que pose Ieno de furor que les diese agua a las manos. lo hizo. Al ver el mancebo que no lo hacfa, le —Cémo, don caballo? ;Pensiis que porque no tengo otro caballo os dejaré hacer lo que querdis? Desenga? que si por vuestra mala ventura no hacéis lo que os mando, 102 juro a Dios que os he de dar tan mala muerte como a los otros; y no hay en el mundo nadie que a mi me desobedezca ‘eon el que yo no haga otro tanto, Cuando vio el mancebo que no le obedecia, se fue a él y le corté la cabeza y lo hizo peda- la mujer que matabe el caballo, aunque no tenia 1e deeia que lo mismo haria con todo el q sobedeciera, comprendié que no era una bro 0, furioso y ensangrentado se volvié el marido a la ‘mesa, jurando que si hubjera en casa més caballes, hombres ‘Cudo hubo micada aun, lado y a otro sin ver a nin- ‘guna otra criatura viviente, volvié los ojos hacia su mujer y le dijo con fur —Levintate y dame agua La mujer, que esperaba de un momento a otro ser des- pedazada, se i Iujer. Cada vez que le mandaba una cosa, lo hagia con tanto fenfado y tal tono de voz que ella creia qu porel suelo. Asi pasaron la noch pero haciendo siempre lo que él mandaba, ‘cuando ya habian dormido un rato, le —Con la ira que tengo no he podido dormir bien esta noche; ten cuidado de que no me despierte nadie mafana y de prepararme un buen desayuno. a llegar a esta puerta ni a rechistar? Callad, que si no todos seremos muertos, Cuando oyeron esto se llenaron de asombro. Al ente- rarse de como habian pasado la noche, estimaron en mucho ‘al mancebo, que asi habia sabido desde el principio gobemnar 1 dia en adelante fue la muchacha muy jumtos en paz. A los poces dias el sue- ‘20 quiso hacer lo mismo que el yemno y maté un gallo que no obedeeia. Su mujer le dijo: —La verdad, don Fulano, que te has acordado tarde, pues ya de nada te valdra matar cien caballos; antes tendrias ‘que haber empezado, que ahora te conozco. ‘Vos, seior conde, si ese deucdo vuestro quiere casarse con esa mujer y es capaz de hacer lo que hizo este mancebo, aconsejacile que se case, que él sabra cmo gobemar su casa; pero si no fuere eapaz.de hacerlo, dejadle que sufra su pobre- za sin querer salir de ella. Y aun 05 aconsejo que a todos los aque hubieren de tratar con vos les deis a entender desde el principio eémo han de portarse Liar El conde tuvo este consejo por bueno, obré segtin él y le sali muy bien. Como don Juan vio que este cuento era bueno, lo hizo escribir en este libro y compuso unos versos que dicen asi: Si al principio no te muestras como eres, no podrés hacerlo cuando ti quisieres. CUENTO XXXVI LO QUE SUCEDIO A UN MERCADER, QUE HALLO ASU MUIERY ASU HU DURMIENDO JUNTOS Un dia hablaba el conde Lucanor con Patronio, su con- sejero, muy enfadado por una cosa que le habian dicho, que Ie habia ofendido; le dijo a Patronio que queria tomar de ello tal venganza que la recordara la posteridad. Cuando su con- 104 sejero le vio tan furioso y arrebatado, le dijo: Seftor cande, me gustaria mucho que supierais lo que ‘sucedié a un mereader que fue en una oeasién a pedir conseo. El conde le pregunts qué le habia sucedido. —Sefior conde —dijo Patronio—, en una ciudad mora- ba un gran sabio que no tenia otro medio de vida que dar consejos. El mercader del que 0s he hablado, que lo oy6 decir, se fue un dia a ver al sabio y le pidié un consejo. El sabio le pregumto de qué precio lo queria, pues seztin el pre= cio seria el consejo. El mercader le respondié que queria un consejo que valiera un maravedi. Cogid el sabio el marave~ di y dijo al mereader: —Amigo, cuando estes convidado y no sepiis cusntos platos hayan de servir, hartaos del primero. E] mercader dado un consejo demasiado bueno. or ese precio no | mereader que le un consejo que valiera una dobla. La tomé el sabio y le dijo que cuando estuviera muy enfadado y quisiera hacer alguna cosa arrebatadamente, no se lamentara de la ofensa ‘que le hubieran hecho ni hiciera nada hasta saber toda la ver- dad. El mercader que comprando tales consejos podria perder cuantas doblas tenia, y no quiso ya més, pero guard6 éste en lo més profundo de su corazin. Sucedié que el mercader se fue navegando a una tierra remota, dejando a su mujer embarazada. Se detuvo tanto en ios por aquellas tierras que cuando volvié el hijo que le habia nacido tenia veinte afios. La madre, que no tenia otro hijo y que creia que su marido habia muerto, le amaba mucho, y, por el gran carifio que a su padre tenia, ie llamaba ‘omia con él y dormia con é1, como cuando tenia un aio 0 dos, y pasaba sit vida muy honestamente, aunque con el dolor de no saber nada de su marido. Este, que habi lido todas sus mercaderias y que cuando Hlegé al puerto de ia ciu- ue se fue a su casa to para ver lo que eg6 su hijo, a quien —Dime, marido, ;de donde vienes? E| mercader, que oy6 a su mujer Hamar marido a aquel mancebo, se disgusts mucho, pues ereyé que era un hombre con quien se habia casado 0 con quien estaba amancebada. Esto ultimo le parecio més vero ‘que era. En aquel momento quiso ‘Al atardecer se sentaron a comer. mesa tuvo el mercader aim mas deseos de salir a matarlos, compradio no se arrebato. Mas io acostarse en la misma cama, fe han dicho que ha legado un fue vuestro padre hace ya tan- erlo mafana, que quiz cho y que dio que los mata- crimen horren- do, Por muy bien empleada tuvo la dobla que habia dado por el consejo de no hacer nada arrebatadamente. onde, sate engis raz6n al no por la ira, sobre todo no siendo cosa que se pierda por espe- fa que os podriais arrepentir muy pronto de cualquier pitada El conde tuvo éste por muy buen consejo, obré segtin él yy le fue muy bien, Viendo don Juan que este cuento era bueno, lohhizo poner en este libro y eseribi6 unos versos que dicen asf: De la resolucion que airado tl tomares te arrepentiris ‘cuando bien te informares. 106 CUENTO XXXVIT LA RESPUESTA QUE DIO EL CONDE FERNAN GONZALEZ A SUS GENTES DESPUES DE. VENCER LA BATALLA DE HACINAS ja el conde de la guerra muy cansado, pobre y maltrecho; antes de haber podido descans: Ta noticia de que comenzaba una nueva guerra. Los -onsejaron que descansara un poco y que después lo que le pareciera més conveniente. El conde le 16 consejo a Patronio, q —Sefior, para que pod: ‘gustaria mucho que supierais lo que respondié una vez. a sus vasallos el conde Fernin Gon: El conde le preg 10s en Ia otra batalla Al ver los suyos que no s defender su condado y su honra, conde y se cubrié de gloria. ‘Vos, sefior conde Lucanor, si queréis defender vuestros sefiorios, vuestra gente y vuestra honra, nunca sancio ni el peligro, mas obrad de manera que el trabajo pre fa de su cuerpo por mn tras él, Vencid ef 107

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