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Matí a s Xi m e n e s
Tr a t a d o d e
l o s p r o y e c t o s
v e n i a l e s
Edición y prólogo:
Gonzalo Lizardo
[ iv ]
Tratado de los proyectos veniales
[ v ]
[ vi ]
[ vii ]
Retrato de Matías Ximenes
Anónimo, San Mescalito Apóstol, circa 1943
[ viii ]
[ ix ]
Prólogo
[x]
T r ata d o de los
proyectos veniales
[xix]
Epílogo
[xciii]
[ x ]
Cuaderno segundo, foja 108 (detalle)
[ xi ]
P r ó l o g o
Lo s c u a d e r n o s
d e d o n Ma t í a s
[ xii ]
Más allá de estos exiguos datos, poco se sabe de este
«literato de la provincia de la provincia», excepto que
conocía la sierra «mejor que a sí mismo», y que aprovechaba
sus interminables cabalgatas y horas de oficina para leer los
libros y las revistas literarias que adquiría por correo. Se
sabe, por último, que una noche de julio y tormenta de 1963
se puso el gabán y el sombrero de paja antes de montar su
caballo canelo y perderse en la sierra, tirando por el camino
las cartas que portaba en su mochila y que nunca más
entregaría; cartas de amor, de ira, de despecho, de avaricia,
que fueron cayendo sobre el lodo hasta que el trote del
caballo se ahogó entre los tambores de la lluvia.
La breve y singular obra literaria de Matías Ximenes se
reduce a cuatro cuadernos manuscritos, reunidos en una
caja de madera tallada a mano y pintada de verde que su
hermano Lázaro conservó hasta heredarla a su hijo, quien,
a su vez, la heredó al suyo: un estudiante de química que,
además del nombre, había adquirido de su tío abuelo
—por misterios de la genética o la filogenética— los gustos
literarios y los demonios psicológicos.
El primer cuaderno se llama La carta ausente; contiene
una «novela epistolar hiperrealista», compuesta por un
centenar de cartas escritas con seis grafías distintas y
encuadernadas en orden cronológico. La novela es —o
simula ser— un ladino y laborioso plagio, una colección
[ xiii ]
de epístolas que el autor «de mala fe y de buena voluntad»
sustrajo a sus remitentes o destinatarios para divulgar un
chisme de alcoba: las relaciones libertinas que sostuvo la
hija del alcalde con su joven novio y con su viejo confesor,
es decir, una especie de Les liaisons dangereuses, pero con
personajes «reales»: los habitantes de San Mescalito Apóstol
y San Rafael Arcángel que habían confiado sus cartas al
correo, sin saber que el cartero profanaría los sobres para
transcribir el contenido antes de regresar la carta al sobre y
entregarla a su destinatario. Lo cual sugiere que el mismo
cartero pudo alterar las epístolas para precipitar el desenlace:
el suicidio del párroco (conocido como «el Abad»), la novia
deshonrada, el novio que abandonó el pueblo a caballo, a
mitad de la noche y de la tormenta.
El segundo cuaderno constituye su obra ensayística más
unitaria y convencional: dos ensayos ficticios redactados
sin borrones y con la prolija caligrafía de un notario: un
Tratado arquitectónico del infierno, seguido por un ensayo
«patafísico pero severo», titulado El espejo y su doble; el
tercer volumen es más personal y menos pretencioso: un
«cuaderno de escritura» que reúne una serie de apuntes
sin fecha; viñetas y anotaciones breves sobre los libros que
Matías iba leyendo —novelas de ciencia ficción, poemarios
y revistas de vanguardia, chismes de sociedad, ensayos
nacionalistas, propaganda masónica—, junto con los relatos
[ xiv ]
de sus pesadillas, las crónicas de su insomnio, sus delirios
de poeta anarquista y su colección de «asonetos», uno de los
cuales sirve de epílogo a este volumen.
El cuarto cuaderno, en contraste, está escrito con
prisa, erratas y varias tintas, además de borrones y notas
al margen que hacen dudar de su autenticidad, pero que
ilustran muy bien la paradójica vocación literaria que
Matías cultivó a hurtadillas del mundo. A pesar de su
dudosa autoría, o gracias ella tal vez, este libro constituye
el epicentro de su obra. Escrito durante un período de
ciento veinte días previamente establecidos, el Tratado
de los proyectos veniales está compuesto por ciento veinte
parágrafos numerados, cada uno de los cuales formula
un «proyecto» que se caracteriza por la imposibilidad (o
venialidad) de su realización. En conjunto, estos ciento
veinte proyectos pueden leerse como un manifiesto poético,
que concibe la poesía como «acción concreta y mundana,
siempre inacabada, siempre “en proyecto”», tal como lo
anotó su sobrino nieto en las tapas del cuaderno, y tal como
lo corrobora desde su primera página:
[ xv ]
Este proyecto permite suponer que el Tratado en su
conjunto no es sino la «bitácora» de un experimento literario:
un diario que durante ciento veinte días transcribió no las
monótonas, repetitivas actividades del tiempo presente, sino
las imposibles y portentosas que el autor fue concibiendo a
diario, pero que sólo serían realizables en el futuro, si este
fuera infinito e inagotable.
Exhibiendo una copiosa (y acaso fingida) erudición,
la mayoría de estos proyectos tienen un carácter literario,
aunque no escasean los políticos, los cosmológicos, los
científicos ni los mitológicos. Luego del entusiasmo inicial
que despierta el hallazgo, pueden irritar al lector exigente
algunas de sus licencias «filológicas». Si don Matías vivió
entre 1917 y 1963, sería absurdo atribuirle el proyecto § 22,
pues a nadie preocupaba por aquellos años el incremento
de la temperatura terrestre. Lo mismo se podría sospechar
del proyecto § 88, aunque el concepto de clonación era
ya conocido en 1952, y don Matías —de acuerdo con el
testimonio siempre cuestionable de su sobrino nieto—
estaba siempre al pendiente de las novedades científicas.
Estos pecados podrían justificarse, en parte, si
supusiéramos que su sobrino nieto Matías —poco
preocupado por la filología— pudo intervenir los proyectos
de su tío abuelo con los suyos propios, lo cual explicaría la
gran abundancia de tachas, notas, reescrituras con diferente
[ xvi ]
pulso, caligrafía y color de tinta. La idea podría desilusionar
a los lectores más ortodoxos, excepto si se analiza desde la
perspectiva del proyecto § 99, donde don Matías se propone
«Procrear a un escritor postcontemporáneo (con mitómanía
y delirio de persecución) para endilgarle la autoría de estos
proyectos». Este propósito implicaría que Matías Ximenes,
el tío abuelo, había previsto la intervención de Matías
Ximenes, el sobrino nieto, y que el Tratado de los proyectos
veniales debería leerse, por tanto, como la obra de dos autores
dispares aglutinados por un nombre común, un carácter
afín y una misma voluntad de confundir sus identidades.
Una intención muy postmoderna, que describe muy bien
el carácter de su hipotético doble autor: al ladino cartero y al
estudiante de química que se habían atrevido a concebir una
tarea más soberbia e inocente que la del Fausto goetheano:
el proyecto de aprenderlo, escribirlo, saberlo todo, pero sin
dejar de sonreír, de desdeñar, de compadecerlo todo.
Gonzalo Lizardo
Zacatecas, noviembre de 2012
[ xvii ]
Cuaderno tercero, foja 21 (detalle)
[ xviii ]
[ xix ]
Matí a s Xi m e n e s
Tr a t a d o d e
l o s p r o y e c t o s
v e n i a l e s
(~1963)
[ xx ]
Cuaderno cuatro, foja 12 (detalle)
[ xx i ]
§ 1. Forjar una poética (cuántica y mística)
para dar forma a la nada.
[ xx i i i ]
§ 5. Demostrar que (a) Efrén Hernández
es un personaje de Felisberto Hernández,
suponiendo que (b) Felisberto Hernández era
un pseudónimo de Efrén Hernández.
[ xx i v ]
§ 7. Demostrar que Fernando Pessoa
permaneció célibe para evitar que su amada
se acostara con tantos hombres poetas al
mismo tiempo.
[ xx v ]
§ 9. Demostrar (con argumentos filológicos)
que los griegos fueron un invento de los
chinos.
[ xx v i ]
§ 11. Robar prendas íntimas de mujer y
zurcirlas unas con otras (a la manera del
barón Munchausen) para convertirlas en
almohadón de mi melancolía.
[ xx v i i ]
Cuaderno cuatro, foja 11 (detalle)
[ xx v i i i ]
§ 13. Deducir (con argumentos plagiados)
que soy culpable de plagio.
[ xx i x ]
§ 15. Demostrar que Nietzsche era
descendiente directo del Golem, y que
escribió Ecce Homo para olvidarlo.
[ xxx ]
§ 17. Poema este originó que frase la
reconstruir hasta orden en transcribirlos y
recortes los sacar mecánicamente agitarlas y
bolsa una en meterlas palabras las recortar
dadaísta poema un escoger.
[ xxx i ]
§ 19. Proponer la candidatura del Vaticano al
Premio Nobel de Literatura, por sus audaces
contribuciones a los subgéneros literarios de
la ética fantástica y la teología erótica.
[ xxx i i ]
§ 21. Cultivar cada uno de los siete pecados
capitales en tres niveles distintos: (a)
corporal, (b) intelectual y (c) espiritual.
Describir geométricamente las veintiún
variedades resultantes, así como su castigo en
el infierno.
[ xxx i v ]
Cuaderno tres, foja 13 (detalle)
[ xxx v ]
§ 5. Escribir un tratado de tauromaquia
zen (ritual conocido en Occidente como
«centauromaquia»).
[ xxx v i i ]
§ 29. Producir a escala masiva un antiviral
contra el destino.
[ xxx v i i i ]
§ 31. Hacer el amor platónico con
ambigüedad aristotélica, exactitud dionisíaca
y delirio apolíneo.
[ xxx i x ]
§ 33. Dibujar un paisaje de versos sobre el
pergamino vivo de una mujer hipnotizada.
[ xl ]
§ 35. Congregar a los científicos, a los artistas,
a los filósofos más destacados del siglo y
proveerlos con la mejor infraestructura
material, tecnológica y administrativa.
(Recoger al final los pedazos, limpiar
bien la sangre y esconder la bitácora del
experimento.)
[ xlii ]
§ 37. Demostrar que la frase «Yo es Otro» no
la escribió Rimbaud, sino el Otro. Lo cual la
invalida.
[ xliii ]
§ 39. Diseñar un telescopio que nos permita
observar el microscopio sin párpado con que
Dios nos mira.
[ x lv ]
§ 43. Poner a la venta en el mercado negro mi
excedente de entusiasmo.
[ x lv i ]
§ 45. Concebir a un jesuita del siglo XVII,
conocido como «el Abad», para que imagine
una utopía libertina: una ciudad consagrada
no al vicioso ejercicio de la virtud, sino al
virtuoso cultivo de los vicios.
[ x lv i i ]
§ 47. Concebir una literatura erótica sin
corazón, sin cópula, sin cuerpo. (Sostenida
sobre la pura materialidad del lenguaje y la
impura virtualidad el deseo.)
[ x lv i i i ]
Cuaderno cuatro, foja 14 (detalle)
[ xlix ]
§ 49. Cometer un pecado tan gentil que se
cancele mi pasaporte al infierno y tan ridículo
que invalide mi visa al cielo. Solo para
comprobar que el purgatorio no existe o que
no podemos salir de él.
[ l ]
§ 51. Reencarnar en Hermes Trismegisto para
componer una obra perenne sin necesidad de
existir.
[ li ]
§ 53. Demostrar que este mundo sólo
terminará cuando el juicio universal sea
innecesario: cuando cada alma haya habitado
en cada cuerpo, de modo que cada persona
haya padecido en carne propia el destino de
cada prójimo suyo. Y viceversa.
[ lii ]
§ 55. Propiciar que un hada eleusina me
secuestre, me recluya en su caverna y me
hipnotice con sus filtros y el relato de sus
viajes.
[ liii ]
§ 57. Proponer ante el Congreso que las
campañas electorales sean reemplazadas por
torneos de ruleta rusa. El impuesto generado
por las apuestas se utilizaría para indemnizar
a los deudos de los perdedores.
[ lv i ]
§ 61. Demostrar que la diferencia entre el anís
y el absenta es proporcional a la que existe
entre Salvador Novo y Paul Verlaine.
[ lv i i ]
§ 63. Demostrar que la realidad supera a
la ficción solo porque la ficción fabrica la
realidad y luego esconde la mano.
[ lv i i i ]
§ 65. Escribir una vindicación del hastío
y de la rutina como formas sutiles e
infravaloradas de la felicidad.
[ lix ]
§ 67. Demostrar que en el hombre —no en
su naturaleza— radica el verdadero mal: el
mundo no es sino un ciego, mudo e inocente
espectador.
[ lx ]
§ 69. Documentar con casos clínicos el uso
del endoscopio como dispositivo amoroso.
Escribir el tratado correspondiente, y
proponer como alternativa el empleo onírico
del endocaleidoscopio.
[ lxii ]
Cuaderno dos, foja 34 (detalle)
[ lxiii ]
§ 73. Comprobar (mediante una topología
de números imaginarios) que todo afuera es
interior (y viceversa). Concluir que el cosmos
entero está contenido en cada átomo (y no al
contrario, como parece evidente).
[ lxiv ]
§ 75. Obtener el nirvana por medios
neumáticos, la catarsis por medios
quirúrgicos, el orgasmo por medios oníricos.
[ lxv ]
§ 77. Eliminar a cincelazos, como lo haría un
escultor, todo aquello que contamina, solapa
o decora mi persona verdadera. Aunque al
final solo quede un cliché.
[ lxvi ]
§ 79. Injertar en el reglamento del futbol
algunos principios del circo romano
y del juego precolombino de pelota
hasta convertirlo en un bello ritual de
hiperviolencia clásica.
[ lxvii ]
§ 81. Ensamblar, con todos los pensamientos
no verdaderos del mundo, una figura
verdadera del hombre.
[ lxviii ]
§ 83. Encontrar a tiempo un agujero
confortable y discreto para esconder el
cadáver que llevo puesto.
[ lxix ]
Cuaderno dos, foja 96 (detalle)
[ l xx ]
§ 85. Averiguar por qué «el Abad» me visitó
en sueños, por qué me confió tu nombre y tu
dirección, y por qué no me dijo cuál de tus
cerraduras debo abrir con esa llave que dejó
sobre mi buró.
[ l xx i i ]
§ 89. Morir para contarlo y vivir en el intento.
[ l xx i v ]
§ 93. Combinar la escultura viva, la corriente
alterna y la acupuntura en una sola obra.
[ l xx v ]
§ 95. Inventar un repelente contra mi mala
fama y mis buenas intenciones.
[ l xx v i ]
Matías Ximenes, Cuaderno dos, foja 121 (detalle)
[ l xx v i i ]
§ 97. Asaltar las bibliotecas con tijeras,
borrador, tinta y cinta adhesiva. Aplicar la
combinatoria cabalística, el collage dadaísta
y el cadáver exquisito para recombinar los
estilos, travestir los géneros y reinventar el
mapa entero de nuestra tradición literaria.
[ l xx v i i i ]
§ 99. Procrear a un escritor
postcontemporáneo (con mitomanía y delirio
de persecución) para endilgarle la autoría de
estos proyectos.
[ l xx i x ]
§ 101. Demostrar (con argumentos
fisicoquímicos) que el amor es un puñado de
cenizas al que le salen plumas y graznidos
por combustión espontánea.
[ l xxx ]
§ 103. Concebir un circo onírico con
trapecistas y payasos sonámbulos, pesadillas
en monociclo, magos narcolépticos y
domadores de insomnios.
[ l xxx i ]
§ 105. Demostrar que de niño, antes de
volverse cucaracha, Gregorio Samsa era una
mentirosa marioneta de madera con apellido
italiano.
[ l xxx i i ]
§ 107. Rescatar del olvido la correspondencia
amorosa entre Edgar Allan Poe y Emily
Dickinson. Eliminar las partes indecorosas y
compilar el resto en un volumen titulado El
pozo y la perla.
[ l xxx i i i ]
Matías Ximenes, Cuaderno cuatro, foja 3 (detalle)
[ l xxx i v ]
§ 109. Demandar por plagio profético a todos
aquellos que hayan escrito bien o mal un
libro que yo quisiera haber escrito.
[ l xxx v ]
§ 111. Recopilar un recetario con todos los
platillos (legales o ilegales) que solo utilicen
un ingrediente.
[ l xxx v i ]
§ 113. Alternar las frases nones de La
fenomenología del espíritu con las frases pares
de El mundo como voluntad y representación.
(Traducir el resultado al hebreo y atribuirlo a
Maimónides.)
[ l xxx v i i ]
§ 115. Encontrar una cómplice para reescribir
en secreto el Cantar de los cantares con la tinta
deleble de la vida sobre las sábanas siempre
blancas de la escritura.
[ l xxx i x ]
§ 119. Promover el arte del suplicio mediante
un mecanismo que proporcione la cantidad
justa de dolor físico que requiere cada
espectador para obtener placer estético.
[ xc ]
§ 120. Producir cuatro ediciones de este
cuaderno (una con los proyectos originales,
otra con los verdaderos, una con los
desechables, otra con los impensados) e
imprimir cada una en cuatro ediciones
distintas (una material, otra virtual, una sin
ilustraciones, otra sin texto).
[ xci ]
Matías Ximenes, Cuaderno tercero, foja 114 (detalle)
[ xcii ]
[ xciii ]
Ep í l o g o
Matías Ximenes
San Mescalito Apóstol, circa 1952
[ xciv ]
[ xcv ]
Matías Ximenes (extrema izquierda)
junto con algunos compañeros y
benefactores del hospicio.
Anónimo, Durango, circa 1928
[ xcvi ]
El tratado de los proyectos
veniales de Matías Ximenes
se terminó de imprimir el
19 de septiembre de 2013
con un tiraje de 100 300
ejemplares más sobrantes.
[ xcvii ]