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Si tienes la paciencia, detente a escuchar tu voz interna, tus pensamientos, la forma en que crees

que es la vida. Te sorprenderás viendo que tus pensamientos son exactamente igual a la existencia
que tienes. Sin embargo, la persona que hay a tu lado lo ve diferente. Es más, su visión puede ser
diametralmente opuesta a la tuya. Y las condiciones objetivas son las mismas. Porque ella cree,
piensa, de otra manera. Crea su propia realidad. Y lo hace, como tú y como yo, en su interior.
Consecuentemente, su interpretación de la realidad es exclusivamente suya. “Cada persona es un
mundo”.

Nada sucede sin tu consentimiento, consciente o inconsciente. Tanto el pensamiento positivo


como tus miedos, debilidades, temores y preocupaciones, solo existen en tu mente. Es tu
aceptación la que los crea. Tu convencimiento de que son reales. El miedo no puedes cogerlo con
las manos, pero es real, tan real como la alegría, el Ratoncito Pérez (hasta cierta edad), o la luz del
amanecer (si no estás muert@, claro). Y el interruptor que los enciende no es otro que tu mism@.

Es tu pensamiento el que obra el milagro: Convertir toda la energía del Universo en el mundo que
conoces. Es esta misteriosa e intangible fuerza la que hace que una masa autoconsciente al
servicio de un fin que desconoce, se transforme en un ser humano capaz de regir su propio
destino. Si consigues activar el pensamiento positivo en tu inconsciente, este quedará anclado en
ti. Y a partir de aquí, el límite de la realidad eres tú. Es tu pensamiento convertido en creencia
quien la genera.

Lo irónico de todo esto es que este principio está funcionando en todo momento. Aunque no te
des cuenta, está activado por naturaleza. Y si no lo sabes y utilizas, continuará su proceso con o sin
tu consentimiento. Si no lo aceptas y controlas tu mente en el sentido que deseas, las creencias
negativas seguirán aferrándose a ti centímetro a centímetro. Ahogándote en una realidad que no
comprendes ni diriges.

Para empezar una nueva vida con el pensamiento positivo, siempre es el momento. Nunca es
demasiado tarde o pronto. La vida es el presente, y este se forjó en el pasado. Y ahora, y solo
ahora, en cada sucesivo ahora, creas el futuro. En un presente incesante, en un hoy infinito. Aquí y
ahora es el momento, sin importar las circunstancias. Los impedimentos sirven para marcar el
trayecto, nada más. Lo fundamental es la decisión y la determinación. Todo lo demás son etapas
del camino.

Cuando consigues imbuir el subconsciente de pensamiento positivo, de que quieres y puedes


alcanzar tus sueños, automáticamente eres capaz de conseguirlo independientemente de hacerlo
o no. Así lo crees. Y así lo vives. La realización física o intelectual de los mismos pierde importancia.
Deja de ser lo crucial. Desaparece el temor al fracaso, dejas de sentirlo como tal. Los errores u
obstáculos se convierten en lecciones para aprender y cambiar. Para evolucionar. Y tus sueños
siguen en el horizonte, esperando a que continúes avanzando hacia ellos. Porque están fijados
más allá de los obstáculos. Más allá del camino.

Y como ya sabes, crees y piensas, que eres capaz de conseguirlo, sencillamente vuelves a
replantearte la estrategia, los pasos siguientes. Con la vista puesta en el objetivo, planificas si
sorteas el problema, si buscas un nuevo enfoque, si lo saltas o si sencillamente lo derribas. Se
desvanecen los muros infranqueables. El fracaso se convierte en error. El error en obstáculo. El
obstáculo en oportunidad. Y la oportunidad en una nueva solución. Pero recuerda: lo que
transforma el fracaso en solución tiene nombre, se llama pensamiento positivo.

Bajo su influjo, el fracaso desaparece irremediablemente, como la niebla de la mañana (mientras


quede aguardiente de orujo, escribiré como me dé la gana ¿Estamos?). Es solo un sentimiento, un
pensamiento. Y cuando lo entiendes, comprendes que no se trata de luchar contra él, “lo que
resistes, persiste”. Se trata de comprenderlo. Y de tratarlo como es, como una emoción. Y como
tal la crea tu conciencia. Si te sientes fracasado, tu vida es un fracaso. Si te sientes capaz y en lucha
por tus sueños, tu vida es plenitud. Aprendiendo a cada paso. Levantándote una y otra vez. “Si
caes siete veces, levántate ocho”. Lo importante es continuar el viaje.

Aprende a no involucrarte emocionalmente en estados negativos. Aprende a cambiar tu atención,


tu enfoque, tu emotividad, hacia el punto que tú eliges. A desenfocar lo negativo y enfocar lo
positivo de modo reflejo o voluntario. Es una de las muchas puertas que abre el pensamiento
positivo: El umbral hacia el subconsciente, tu mente oculta, la que procesa, activa y contiene el 90
% de toda la información que percibes.

La que te dice como eres. La que te hace creer. La que crea tu propia realidad. Pero si no tienes la
información no podrás ejecutarla. Es imposible hacer algo que no se encuentra en tu mente. Todo
es en primera instancia pensamiento. Por tanto, previamente debes saber lo que quieres,
pensamiento positivo, y después introducirlo. Y hacerlo de modo que este comando se active y se
convierta en parte de tu personalidad. Se transforme en real y empiece a cimentar tu nueva
existencia. A crear tu propia realidad.

Para concluir, debo reconocer que nunca consigo hacer caso del dicho: “Es mejor callar y que
piensen que eres idiota, a hablar y demostrarlo”. Antes o después me patina la lengua y acabo
enseñando el plumero (metafóricamente quedo mirando para Pamplona, pero ahora no es
momento de…) ¿Qué le voy a hacer? Porque si hiciera caso del otro que dice: “Cuando vayas a
decir algo, que tus palabras sean mejores que tu silencio”… tendría que volverme mudo. Pero
entonces sucede lo extraordinario: como ignoro que es imposible, voy… y lo hago. Exonerar el
vientre otra vez, digo.

Total, que a ser buenos, a huir despacio de las tentaciones para que puedan cogerte y a crear tu
propia realidad con el pensamiento positivo.

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