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Bellísima

Y si uno de esos ángeles


me estrechara de pronto sobre su corazón,
yo sucumbiría ahogado por su existencia
más poderosa.

Rilke, de nuevo

Óigame usted, bellísima,


no soporto su amor.
Míreme, observe de qué modo
su amor daña y destruye.
Si fuera usted un poco menos bella,
si tuviera un defecto en algún sitio,
un dedo mutilado y evidente,
alguna cosa ríspida en la voz,
una pequeña cicatriz junto a esos labios
de fruta en movimiento,
una peca en el alma,
una mala pincelada imperceptible
en la sonrisa...
yo podría tolerarla.

Pero su cruel belleza es implacable,


bellísima;
no hay una fronda de reposo
para su hiriente luz
de estrella en permanente fuga
y desespera comprender
que aun la mutilación la haría más bella,
como a ciertas estatuas.

Eduardo Lizalde
Los nadies

Sueñan las pulgas con comprarse un perro y sueñan los nadies con salir de pobres, que
algún mágico día llueva de pronto la buena suerte, que llueva a cántaros la buena suerte;
pero la buena suerte no llueve ayer, ni hoy, ni mañana, ni nunca, ni en lloviznita cae del
cielo la buena suerte, por mucho que los nadies la llamen y aunque les pique la mano
izquierda, o se levanten con el pie derecho, o empiecen el año cambiando de escoba.
Los nadies: los hijos de nadie, los dueños de nada.
Los nadies: los ningunos, los ninguneados, corriendo la liebre, muriendo la vida,
jodidos, rejodidos:
Que no son, aunque sean.
Que no hablan idiomas, sino dialectos.
Que no profesan religiones, sino supersticiones.
Que no hacen arte, sino artesanía.
Que no practican cultura, sino folklore.
Que no son seres humanos, sino recursos humanos.
Que no tienen cara, sino brazos.
Que no tienen nombre, sino número.
Que no figuran en la historia universal, sino en la crónica roja de la prensa local.
Los nadies, que cuestan menos que la bala que los mata.

Eduardo Galeano
Para los que llegan a las fiestas

Para los que llegan a las fiestas


ávidos de tiernas compañías,
y encuentran parejas impenetrables
y hermosas muchachas solas que dan miedo
—pues uno no sabe bailar, y es triste—;
los que se arrinconan con un vaso
de aguardiente oscuro y melancólico,
y odian hasta el fondo su miseria,
la envidia que sienten, los deseos;

para los que saben con amargura


que de la mujer que quieren les queda
nada más que un clavo fijo en la espalda
y algo tenue y acre, como el aroma
que guarda el revés de un guante olvidado;

para los que fueron invitados


una vez; aquéllos que se pusieron
el menos gastado de sus dos trajes
y fueron puntuales; y en una puerta
ya mucho después de entrados todos
supieron que no se cumpliría
la cita, y volvieron despreciándose;

para los que miran desde afuera,


de noche, las casas iluminadas,
y a veces quisieran estar adentro:
compartir con alguien mesa y cobijas
vivir con hijos dichosos;
y luego comprenden que es necesario
hacer otras cosas, y que vale
mucho más sufrir que ser vencido;

para los que quieren mover el mundo


con su corazón solitario,
los que por las calles se fatigan
caminando, claros de pensamientos;
para los que pisan sus fracasos y siguen;
para los que sufren a conciencia,
porque no serán consolados
los que no tendrán, los que no pueden escucharme;
para los que están armados, escribo.

Rubén Bonifaz Nuño


Te quiero

Tus manos son mi caricia


mis acordes cotidianos
te quiero porque tus manos
trabajan por la justicia

si te quiero es porque sos


mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

tus ojos son mi conjuro


contra la mala jornada
te quiero por tu mirada
que mira y siembra futuro

tu boca que es tuya y mía


tu boca no se equivoca
te quiero porque tu boca
sabe gritar rebeldía

si te quiero es porque sos


mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos

y por tu rostro sincero


y tu paso vagabundo
y tu llanto por el mundo
porque sos pueblo te quiero

y porque amor no es aureola


ni cándida moraleja
y porque somos pareja
que sabe que no está sola

te quiero en mi paraíso
es decir que en mi país
la gente viva feliz
aunque no tenga permiso

si te quiero es porque sos


mi amor mi cómplice y todo
y en la calle codo a codo
somos mucho más que dos.
Mario Benedetti
La pantera

Tras los fuertes barrotes la pantera


Repetirá el monótono camino
Que es (pero no lo sabe) su destino
De negra joya, aciaga y prisionera.
Son miles las que pasan y son miles
Las que vuelven, pero es una y eterna
La pantera fatal que en su caverna
Traza la recta que un eterno Aquiles
Traza en el sueño que ha soñado el griego.
No sabe que hay praderas y montañas
De ciervos cuyas trémulas entrañas
Deleitarían su apetito ciego.
En vano es vario el orbe. La jornada
Que cumple cada cual ya fue fijada.

Jorge Luis Borges


Te amo

Todos los días bajo todos los climas


en todos los lugares
te amo.
La mañana surge de pronto en las ventanas
y me incorporo lentamente desde la tibieza,
con agua fresca curo las heridas del vino,
y te amo.
Con nada de lo que me circunda hay desacuerdo
pero contra todo ello te amo.
y en la vida me hundo
palpo nuevas palabras nuevos gestos ajenos
en el sol de la calle alzo mi arrasada frontera.
Te amo.
Vuelvo a la soledad y te amo.
Inútil todo lo demás.
Te amo.

Roque Dalton
Espero curarme de ti

Espero curarme de ti en unos días. Debo dejar de fumarte, de beberte, de pensarte. Es


posible. Siguiendo las prescripciones de la moral en turno. Me receto tiempo, abstinencia,
soledad.

¿Te parece bien que te quiera nada más una semana? No es mucho, ni es poco, es
bastante. En una semana se puede reunir todas las palabras de amor que se han
pronunciado sobre la tierra y se les puede prender fuego. Te voy a calentar con esa
hoguera del amor quemado. Y también el silencio. Porque las mejores palabras del amor
están entre dos gentes que no se dicen nada.

Hay que quemar también ese otro lenguaje lateral y subversivo del que ama. (Tú sabes
cómo te digo que te quiero cuando digo: «qué calor hace», «dame agua», «¿sabes
manejar?», «se hizo de noche» ... Entre las gentes, a un lado de tus gentes y las mías, te
he dicho «ya es tarde», y tú sabías que decía «te quiero»).

Una semana más para reunir todo el amor del tiempo. Para dártelo. Para que hagas con él
lo que quieras: guardarlo, acariciarlo, tirarlo a la basura. No sirve, es cierto. Sólo quiero
una semana para entender las cosas. Porque esto es muy parecido a estar saliendo de un
manicomio para entrar a un panteón.

Jaime Sabines
Idilio Salvaje

¿Por qué a mi helada soledad viniste


cubierta con el último celaje
de un crepúsculo gris?... Mira el paisaje,
árido y triste, inmensamente triste.

Si vienes del dolor y en él nutriste


tu corazón, bien vengas al salvaje
desierto, donde apenas un miraje
de lo que fue mi juventud existe.

Mas si acaso no vienes de tan lejos


y en tu alma aún del placer quedan los dejos,
puedes tornar a tu revuelto mundo.

Si no, ven a lavar tu ciprio manto


en el mar amarguísimo y profundo
de un triste amor, o de un inmenso llanto.

Manuel José Othón


Invencibles

Amor, nosotros somos invencibles.

De historia y pueblo estamos hechos.


Pueblo e historia conducen al futuro.

Nada es más invencible que la vida;


su viento infla nuestras velas.

Así triunfarán pueblo, historia y vida


cuando nosotros alcancemos la victoria.

Amanece ya en la lejanía de nuestras manos.


Y la aurora se despierta en nosotros,
porque somos los constructores
de su casa, los defensores de sus luces.

Ven con nosotros que la lucha continua.


Levanta tu orgullo miliciano, muchacha.

¡Nosotros venceremos, mi dulce compañera!

Otto René Castillo


Alta traición

No amo mi patria.
Su fulgor abstracto
es inasible.
Pero (aunque suene mal)
daría la vida
por diez lugares suyos,
cierta gente,
puertos, bosques de pinos,
fortalezas,
una ciudad deshecha,
gris, monstruosa,
varias figuras de su historia,
montañas
—y tres o cuatro ríos

José Emilio Pacheco


Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera


Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora, a su afán ansioso lisonjera;

Mas no de esotra parte en la ribera


Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,


Venas, que humor a tanto fuego han dado,
Médulas, que han gloriosamente ardido,

Su cuerpo dejará, no su cuidado;


Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

Francisco de Quevedo
Donde sólo se habla del amor

A los hombres, a las mujeres


que aguardan vivir sin soledad,
al espeso camaleón callado como el agua,
al aire arisco (es el aire un pájaro atrapado),
a los que duermen mientras sostengo mi vigilia,
a la mujer sentada en la plaza vendiendo su silencio.
En fin, diciendo ciertas cosas reales
en una lengua unánime, amorosa;
a los niños que sueñan en las frutas
y a los que cantan canciones sin palabras en las noches
compartiendo la muerte con la muerte,
los invito a la vida
como un muchacho que ofrece una manzana,
me doy fuego
para que pasen bien estos días de invierno.
Porque una mujer se acuesta a mi lado
y amo al mundo.

Juan Bañuelos
Amor

Amar es este tímido silencio


cerca de ti, sin que lo sepas,
y recordar tu voz cuando te marchas
y sentir el calor de tu saludo.

Amar es aguardarte
como si fueras parte del ocaso,
ni antes ni después, para que estemos solos
entre los juegos y los cuentos
sobre la tierra seca.

Amar es percibir, cuando te ausentas,


tu perfume en el aire que respiro,
y contemplar la estrella en que te alejas
cuando cierro la puerta de la noche.

Salvador Novo
Hombre preso que mira a su hijo

Cuando era como vos me enseñaron los viejos


y también las maestras bondadosas y miopes
que libertad o muerte era una redundancia
a quien se le ocurría en un país
donde los presidentes andaban sin capangas.

Que la patria o la tumba era otro pleonasmo


ya que la patria funcionaba bien
en las canchas y en los pastoreos.

Realmente no sabían un corno


pobrecitos creían que libertad
era tan solo una palabra aguda
que muerte era tan solo grave o llana
y cárceles por suerte una palabra esdrújula.

Olvidaban poner el acento en el hombre.

La culpa no era exactamente de ellos


sino de otros más duros y siniestros
y estos sí
cómo nos ensartaron
en la limpia república verbal
cómo idealizaron
la vidurria de vacas y estancieros
y cómo nos vendieron un ejército
que tomaba su mate en los cuarteles.

Uno no siempre hace lo que quiere


uno no siempre puede
por eso estoy aquí
mirándote y echándote
de menos.

Por eso es que no puedo despeinarte el jopo


ni ayudarte con la tabla del nueve
ni acribillarte a pelotazos.

Vos ya sabés que tuve que elegir otros juegos


y que los jugué en serio.
Y jugué por ejemplo a los ladrones
y los ladrones eran policías.

Y jugué por ejemplo a la escondida


y si te descubrían te mataban
y jugué a la mancha
y era de sangre.

Botija aunque tengas pocos años


creo que hay que decirte la verdad
para que no la olvides.

Por eso no te oculto que me dieron picana


que casi me revientan los riñones
todas estas llagas, hinchazones y heridas
que tus ojos redondos
miran hipnotizados
son durísimos golpes
son botas en la cara
demasiado dolor para que te lo oculte
demasiado suplicio para que se me borre.

Pero también es bueno que conozcas


que tu viejo calló
o puteó como un loco
que es una linda forma de callar.

Que tu viejo olvidó todos los números


(por eso no podría ayudarte en las tablas)
y por lo tanto todos los teléfonos.

Y las calles y el color de los ojos


y los cabellos y las cicatrices
y en qué esquina
en qué bar
qué parada
qué casa.

Y acordarse de vos
de tu carita
lo ayudaba a callar.

Una cosa es morirse de dolor


y otra cosa es morirse de vergüenza.
Por eso ahora
me podés preguntar
y sobre todo
puedo yo responder.

Uno no siempre hace lo que quiere


pero tiene el derecho de no hacer
lo que no quiere.

Llora nomás botija


son macanas
que los hombres no lloran
aquí lloramos todos.

Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos


porque es mejor llorar que traicionar
porque es mejor llorar que traicionarse.

Llorá
pero no olvides.

Mario Benedetti
El tigre

Hay un tigre en la casa


que desgarra por dentro al que lo mira.
Y sólo tiene zarpas para el que lo espía,
y sólo puede herir por dentro,
y es enorme:
más largo y más pesado
que otros gatos gordos
y carniceros pestíferos
de su especie,
y pierde la cabeza con facilidad,
huele la sangre aun a través del vidrio,
percibe el miedo desde la cocina
y a pesar de las puertas más robustas.

Suele crecer de noche:


coloca su cabeza de tiranosaurio
en una cama
y el hocico le cuelga
más allá de las colchas.
Su lomo, entonces, se aprieta en el pasillo,
de muro a muro,
y sólo alcanzo el baño a rastras, contra el techo,
como a través de un túnel
de lodo y miel.
No miro nunca la colmena solar,
los renegridos panales del crimen
de sus ojos,
los crisoles de saliva emponzoñada
de sus fauces.

Ni siquiera lo huelo,
para que no me mate.

Pero sé claramente
que hay un inmenso tigre encerrado
en todo esto.

Eduardo Lizalde
¡Adiós!

Las cosas que mueren jamás resucitan,


las cosas que mueren no tornan jamás.
¡Se quiebran los vasos y el vidrio que queda
es polvo por siempre y por siempre será!

Cuando los capullos caen de la rama


dos veces seguidas no florecerán...
¡Las flores tronchadas por el viento impío
se agotan por siempre, por siempre jamás!

¡Los días que fueron, los días perdidos,


los días inertes ya no volverán!
¡Qué tristes las horas que se desgranaron
bajo el aletazo de la soledad!

¡Qué tristes las sombras, las sombras nefastas,


las sombras creadas por nuestra maldad!
¡Oh, las cosas idas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que así se nos van!

¡Corazón... silencia!... ¡Cúbrete de llagas!...


-de llagas infectas- ¡cúbrete de mal!...
¡Que todo el que llegue se muera al tocarte,
corazón maldito que inquietas mi afán!

¡Adiós para siempre mis dulzuras todas!


¡Adiós mi alegría llena de bondad!
¡Oh, las cosas muertas, las cosas marchitas,
las cosas celestes que no vuelven más!...

Alfonsina Storni
Si alguien llama a tu puerta

Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,


y algo en tu sangre late y no reposa
y en tu tallo de agua, temblorosa,
la fuente es una líquida de armonía.

Si alguien llama a tu puerta y todavía


te sobra tiempo para ser hermosa
y cabe todo abril en una rosa
y por la rosa desangra el día

Si alguien llama a tu puerta una mañana


sonora de palomas y campanas
y aún crees en el dolor y en la poesía

Si aún la vida es verdad y el verso existe.


Si alguien llama a tu puerta y estás triste,
abre, que es el amor, amiga mía.

Gabriel García Márquez


Yo canto lo que tú amabas

Yo canto lo que tú amabas, vida mía,


por si te acercas y escuchas, vida mía,
por si te acuerdas del mundo que viviste,
al atardecer yo canto, sombra mía.

Yo no quiero enmudecer, vida mía.


¿Cómo sin mi grito fiel me hallarías?
¿Cuál señal, cuál me declara, vida mía?

Soy la misma que fue tuya, vida mía.


Ni lenta ni trascordada ni perdida.
Acude al anochecer, vida mía;
ven recordando un canto, vida mía,
si la canción reconoces de aprendida
y si mi nombre recuerdas todavía.

Te espero sin plazo ni tiempo.


No temas noche, neblina ni aguacero.
Acude con sendero o sin sendero.
Llámame a donde tú eres, alma mía,
y marcha recto hacia mí, compañero.

Gabriela Mistral
Por qué cantamos

Si cada hora viene con su muerte


si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

si nuestros bravos quedan sin abrazo


la patria se nos muere de tristeza
y el corazón del hombre se hace añicos
antes aún que explote la vergüenza

usted preguntará por qué cantamos

si estamos lejos como un horizonte


si allá quedaron árboles y cielo
si cada noche es siempre alguna ausencia
y cada despertar un desencuentro

usted preguntará porque cantamos

cantamos por qué el río está sonando


y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos por el niño y porque todo


y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos

cantamos porque el grito no es bastante


y no es bastante el llanto ni la bronca
cantamos porque creemos en la gente
y porque venceremos la derrota

cantamos porque el sol nos reconoce


y porque el campo huele a primavera
y porque en este tallo en aquel fruto
cada pregunta tiene su respuesta

cantamos porque llueve sobre el surco


y somos militantes de la vida
y porque no podemos ni queremos
dejar que la canción se haga ceniza.

Mario Benedetti
La otra casa de Asterión

y mientras tanto tú no llegas aún para salvarte y salvar a esa mujer


que según dices
debe ser salvada.
José Carlos Becerra

Siempre alguien que espera a algún otro,


que nunca vuelve.
Siempre alguien que quiere a algún otro que no lo quiere.
Y al fin uno busca destruir a ese otro,
no importa quien sea, para que no nos lastime más.
Ray Bradbury

I
Mi sino es la roca y el fuego
la masacre y la huida,
rey de serpientes,
corruptor de las fieras.

La historia de siempre
con los enemigos de siempre.

El héroe y su sueño intranquilo.


La princesa siniestramente frágil.
Olvidan mi soledad, el vacío,
como el corazón de un dios
o quizá de un hombre.

Claman las flores,


las balas, las tortugas.
Rugen los peces y las nubes.

La amada —la suya, la mía—


se oxida en este castillo
tan lejano del mar.

Vendrá por ella y no temo


¿será hombre o reptil?
¿será ambos?
¿acaso será como yo?

II
—¿Lo creerás, Princesa? —dijo Mario—. Bowser apenas se defendió.
Moisés Orozco
Fábricas del amor

Y construí tu rostro.
Con adivinaciones del amor, construía tu rostro
en los lejanos patios de la infancia.
Albañil con vergüenza,
yo me oculté del mundo para tallar tu imagen,
para darte la voz,
para poner dulzura en tu saliva.
Cuántas veces temblé
apenas si cubierto por la luz del verano
mientras te describía por mi sangre.
Pura mía,
estás hecha de cuántas estaciones
y tu gracia desciende como cuántos crepúsculos.
Cuántas de mis jornadas inventaron tus manos.
Qué infinito de besos contra la soledad
hunde tus pasos en el polvo.
Yo te oficié, te recité por los caminos,
escribí todos tus nombres al fondo de mi sombra,
te hice un sitio en mi lecho,
te amé, estela invisible, noche a noche.
Así fue que cantaron los silencios.
Años y años trabajé para hacerte
antes de oír un solo sonido de tu alma.

Juan Gelman
De los de siempre

Usted,
compañero,
es de los de siempre.
De los que nunca
se rajaron,
¡carajo!
De los que nunca
incrustaron su cobardía
en la carne del pueblo.
De los que se aguantaron
Contra palo y cárcel,
Exilio y sombra.

Usted,
Compañero,
es de los de siempre.

Y yo lo quiero mucho,
por su actitud honrada,
milenaria,
por su resistencia
de mole sensitiva,
por su fe,
más grande
y más heroica,
que los gólgotas
juntos
de todas las religiones.

Pero, ¿sabe?
Los siglos
venideros
se pararán de puntillas
sobre los hombros
del planeta,
para intentar
tocar
su dignidad,
que ardera
de coraje,
todavía.
Usted,
compañero,
que no traicionó
a su clase,
ni con torturas,
ni con cárceles,
ni con puercos billetes,
usted,
astro de ternura,
tendrá edad de orgullo,
para las multitudes
delirantes
que saldrán
del fondo de la historia
a glorificarlos,
a usted,
al humano y modesto,
al sencillo proletario,
al de los de siempre,
al inquebrantable
acero del pueblo.

Otto René Castillo

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