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EL PODER DE LA GERENCIA ETICA

Por: Franklin E. Ramirez

El ejercicio de la ética es probablemente uno de los asuntos más urgentes que atender
para mejorar la calidad de la práctica profesional hoy en día. En un momento en que
nuestras organizaciones empresariales y organismos públicos están inmersos en la
búsqueda de alternativas y consensos para lograr competitividad, consolidación
económica y credibilidad social, son importantes los esfuerzos que contribuyan a la
creación de una conciencia colectiva en torno al valor de la integridad como forma
legítima de lograr resultados efectivos en cualquier aspecto de la vida.

Con este trabajo pretendemos aportar algunas consideraciones e ideas respecto a cómo
encarar los dilemas éticos a los que se enfrenta un gerente en su ejercicio cotidiano, sea
en la empresa privada como en la gestión pública. Trataremos del poder real que posee
la creación de un ambiente ético en el logro de los resultados organizacionales, y
describiremos los principios en los que se fundamenta el éxito de las personas y
organizaciones con altos valores éticos.

Estamos concientes del riesgo que supone abordar el tema de la práctica gerencial ética.
Dondequiera que miramos hoy encontramos signos de un deterioro ético acrecentado,
tanto en la conducta profesional individual, como en la práctica familiar, comunitaria,
institucional y hasta nacional. Pero creemos firmemente que de todos modos tratar el
tema no es un desperdicio intelectual. Es más, estamos seguros de que estas reflexiones
son lo más importante y urgente que podemos aportar en estos momentos a la sociedad,
no solo para la edificación de los demás, sino sobre todo para fortalecer nuestras propias
convicciones sobre el particular.

Un paradigma distorsionado sobre el éxito

En el mundo de los negocios es común escuchar sobre "empresarios" caídos en


desgracia porque han hecho "inversiones temerarias" que los han dejado sin liquidez
para responder a las expectativas de sus clientes y socios comerciales. En la
administración pública, con frecuencia se hacen denuncias y sometimientos a
funcionarios involucrados en desfalcos y malversación de fondos contra las instituciones
bajo su administración. Hasta en la educación se han presentado escándalos por la
falsificación de títulos y la comercialización ilícita de los servicios y materiales de
enseñanza. En todos los casos una creencia común parece motivar a las personas actuar
de esa manera. Se trata de un paradigma que se ha hecho cada vez más popular y que
al parecer se ha ido constituyendo en único medio posible para lograr el éxito: hay que
engañar para triunfar.

"Engañar para triunfar" está basado en la creencia de que tener éxito significa tenerlo
todo en poco tiempo, acumulando fama, riqueza, prestigio, bienes, y hasta reputación sin
invertir el tiempo y esfuerzo legítimos y necesarios para alcanzar dichos propósitos.
Equivale a una carrera desenfrenada para "lograr lo que uno quiere a toda costa". Pero
en la práctica, esta resulta una forma inefectiva de pensar y actuar. Revela una
deficiencia de carácter y una baja autoestima. Deficiencia de carácter porque quien
engaña para querer triunfar no es capaz de dominar sus impulsos y deseos, y mucho
menos actuar basado en principios y valores. Asimismo revela una baja autoestima
debido a que la persona que se siente bien sobre sí misma y tiene confianza en su poder
personal para lograr las cosas que merece, hace un esfuerzo consciente para superar las
presiones internas y externas que lo invitan a hacer lo que siente que es incorrecto. Tiene
el carácter para esperar su tiempo, para hacer lo correcto y oportunamente obtener sus
beneficios.

Por otro lado, las personas que se aventuran a engañar para triunfar en realidad son
perdedoras. No son capaces de hacer lo que es propio por temor a perder la oportunidad
de alcanzar algo que para ellos parece expedito, lucrativo y popular. Se enfocan solo en
el costo de oportunidad, y no en el valor a largo plazo de las acciones y decisiones en su
vida.

Lo dañino del incremento y popularización de una conducta intemperante y anti ética es


que promueve un falso modelo de éxito, con la consecuencia de que va degenerando las
bases nuestra cultura corporativa y/o social. Este fenómeno, precisamente , es lo que ha
marcado la decadencia y desaparición de las más famosas sociedades e imperios de la
historia. Por eso creemos que el riesgo y consecuencias de este popular paradigma
pueden y deben enfrentarse con el establecimiento y promoción de un sólido código de
moralidad y conducta ética en las organizaciones, junto con la educación continua dirigida
y modelada de manera coherente desde las instancias de liderazgo de la sociedad toda.
Solo con un esfuerzo oportuno y consistente en este sentido se puede lograr un
verdadero desarrollo económico, social y cultural.

No hay manera correcta de hacer algo incorrecto

En su libro "El Principio del Poder", el educador y conferencista Blaine Lee afirma que
"los principios por los que uno vive crean el mundo en que uno vive, y que cuando
cambiamos estos principios también cambiamos el mundo en que vivimos".
Simpatizamos plenamente con esa afirmación. Pudiéramos no querer actuar basado en
normas y reglas que delimiten nuestras acciones en la sociedad u organización, pero si
queremos obtener resultados duraderos estamos obligados a regirnos por dichos
parámetros. Es que "una vida sin principios es como un toro en una tienda de cristal",
como ha dicho Peter Block.

La mejor manera de lograr efectividad profesional, gerencial, paternal, en fin, como líder,
es basando nuestras acciones en principios. No hay otra manera de ser efectivos. Y es
que "no hay manera correcta para hacer lo incorrecto", como asegura el experto Ken
Blanchard.

Una buena noticia es que en el mundo empresarial ya hay corporaciones que están
conscientes de la necesidad "conducirse por principios" y no por las meras ganancias o
las dichosas "oportunidades de mercado".
Un ejemplo de compromiso corporativo con lo correcto podemos verlo la difusión de
documentos organizacionales que describen Practicas Eticas Corporativas, Principios
para las Operaciones Globales, Normas de Negocios, Código de Conducta para los
Empleados, y así por el estilo. En todos estos manifiestos se recalca el valor del
desempeño ético como esencia del compromiso de las empresas. Envían un fuerte
mensaje a ejecutivos, gerentes y empleados sobre la manera correcta de triunfar en las
organizaciones. Constituyen un espejo en el que se reflejan los principios que norman las
prácticas cotidianas en la organización.

En un folleto en que se describen las Normas Comerciales para las Operaciones


Globales de la Corporación Sara Lee, pueden leerse las siguientes palabras de
introducción, firmadas por John Bryan, su Presidente y Director Ejecutivo (CEO):

"Nuestra Corporación es un líder comercial a nivel mundial. Todos juntos nos


enorgullecemos de la reputación que nuestras marcas y nuestras compañías han logrado
entre nuestros consumidores, nuestros socios comerciales y las comunidades en las que
vivimos y desarrollamos nuestras actividades alrededor del mundo. Nos sentimos
igualmente orgullosos de poder producir magníficos resultados para los accionistas que
han depositado su confianza en nosotros".

"Nuestra reputación depende de que cada uno de nosotros trabaje de tal forma que
podamos cumplir nuestras promesas y llevar a cabo nuestras responsabilidades. Los
accionistas confían en nuestras decisiones. Los consumidores cuentan con que nosotros
respaldaremos los productos que vendemos. Nuestros socios comerciales toman
decisiones basadas en la confianza que nos tienen. Las comunidades donde
desarrollamos nuestras actividades comerciales esperan que nos comportemos como
ciudadanos responsables. Y los empleados cuentan con ser tratados con la honestidad,
el respeto, la equidad que todos merecemos".

"Las responsabilidades y normas que señalamos aquí no son una novedad. Nuestra
Corporación se ha guiado por un Código de conducta durante muchos años y nuestras
empresas se enorgullecían de sus prácticas plena de ética mucho antes de que
tuviésemos ese código. Estas Normas Comerciales Mundiales son un resumen y un
recordatorio de nuestros principios y responsabilidades esenciales, que hemos
desarrollado luego de escuchar a miles de empleados en todo el mundo quienes nos han
descrito la ética y los valores que son importantes para ellos al desempeñarse
comercialmente en nombre de la corporación".

"Nuestras responsabilidades pueden resumirse en cuatro palabras: HACER SIEMPRE


LO CORRECTO. Esto no significa que haremos lo correcto sólo si nos conviene o que
haremos lo correcto a menos que esa actitud nos impida lograr objetivos financieros.
TRIUNFAR MEDIANTE LA INTEGRIDAD significa hacer planes y hacer lo correcto".

Entonces no hay lugar a dudas, el mensaje para los grupos interesados en esa
organización está claro: no hay manera correcta para hacer algo incorrecto. Dicho de otra
manera, la única manera de triunfar para ellos es mediante la integridad.
LA ETICA GERENCIAL ESTA BASADA EN PRINCIPIOS, NO EN VALORES
SOCIALES

Mahatma Gandhi, quien puso de rodillas al Imperio Británico con el peso de sus ideas y
no con el peso de su espada, decía que hay siete cosas que nos pueden destruir, a
saber, Riqueza sin trabajo, Placer sin Conciencia, Conocimiento sin Carácter, Comercio
sin Moralidad, Negocios sin Ética, Ciencia sin Humanidad, Religión sin Sacrificio, Política
sin Principios. Como podrá notar el lector, todas estas cosas están relacionadas con
valores sociales actualmente aceptados como "normales". Pero hay que aclarar que por
ser valores sociales en ningún modo quiere decir que están basados en principios. Un
principio es una ley natural, universal, auto evidente y siempre efectiva (Covey,1995). En
contraste, un valor social es aquella práctica o creencia a la que un grupo dominante de
la sociedad le atribuye importancia o preeminencia, haciéndolo un modelo para la
mayoría. Como la ética está basada en principios y no en valores sociales, el antídoto
para estos "Pecados Capitales" es hacer evidente el compromiso con actitudes basadas
en principios y leyes naturales, y no en valores sociales.

El Dr. Stephen R. Covey, autor de libros como Los Siete Hábitos de las Personas
Altamente Efectivas y Liderazgo Centrado en Principios, ha trabajado sobre los "pecados
capitales" mencionados por Gandhi, desarrollando algunas reflexiones de las cuales
citaremos algunos ejemplo para recalcar la naturaleza nociva de los valores sociales (y
comerciales) que han estado cobrando popularidad progresiva, especialmente en el
mundo empresarial, y a la vez promover el fin de este artículo: No es necesario engañar
para triunfar. Me refiero a los "pecados" de Riqueza sin trabajo, Comercio sin Moralidad,
y Negocios sin Ética.

Según el Dr. Covey, Riqueza sin trabajo se refiere a la "práctica de lograr algo a cambio
de nada. Eludir trabajar para producir un valor agregado, hacer dinero sin pagar
impuestos, beneficiarse de programas gubernamentales sin asumir una justa porción de
las cargas financieras, disfrutar de los privilegios de ser ciudadano de un país o parte de
una empresa sin asumir ninguno de sus riesgos o responsabilidades".

Covey continua diciendo que "solo se cosecha lo que se siembra y se cuida durante su
crecimiento", y aplica este conocimiento afirmando que la justicia y el juicio son
inevitablemente inseparables. Así que en la medida en que el ejecutivo se aleja de los
principios y leyes naturales, su capacidad de juicio es afectada en forma adversa.

Muchas organizaciones con problemas han seguido un patrón en el cual sus ejecutivos
se han alejado de estos principios naturales y caído en la fácil tentación de oírse a sí
mismos, a construir de más, pedir prestado de más, y especular de más; alejándose de
los principios conservadores de sus fundadores quienes se mantuvieron apegados a lo
fundamental, manteniendo sus empresas pequeñas, flexibles, manejables, y libres de
deudas.

Por otro lado, Comercio sin Moralidad, Negocios sin Ética se refiere a olvidar o ignorar lo
esencial de los fundamentos morales del sistema comercial y empresarial. De hecho, en
su libro Sentimientos Morales, que precedió a La Riqueza de las Naciones, Adam Smith
explicaba cuan esenciales son dichos fundamentos morales. Fundamentos como el
espíritu de benevolencia, servicio y contribución. Si se ignoran estos fundamentos y se
deja que los sistemas económicos operen sin ellos, pronto emergen sociedades y
negocios amorales, y hasta inmorales. ¿Acaso no es esto lo que nos estamos
acostumbrando a ver en la cotidianidad actual?

Sobre este "pecado" anti-ético, Stephen Covey afirma que cada transacción comercial y/o
decisión gerencial es un reto moral que debe buscar la equidad entre las partes
involucradas. Covey asegura: "Cuando Ud. oiga que "la mayoría" de las transacciones
comerciales son morales, ello significa que algo está sucediendo en el fondo que queda
escondido, disfrazado, secreto. Para justificar dichas actitudes, la gente usa
racionalizaciones y mentiras para convencerse de que no es necesario ajustarse a leyes
naturales". Entonces la conciencia es cauterizada por el racionalismo complaciente y se
pierde todo sentido de moralidad y ética. El falso razonamiento de que "todo el mundo lo
hace" llega a gobernar la conducta colectiva.

No hay almohada más cómoda que una conciencia tranquila.

Cualquier gerente que se enfrente decisiones éticas necesita primero examinar la


situación desde diferentes puntos de vista, para estar consciente de sus opciones y de
los motivos que originan sus intenciones. Necesita realizar lo que se ha llamado
"Verificación Etica", un auto-examen que consiste en tres preguntas que ayudan al
gerente a aclarar las zonas grises de situaciones éticamente confusas (Blanchard, 1988).
Estas tres preguntas son:

¿Es Legal? ¿Estaría violando alguna ley civil, comercial? ¿Va en contra de alguna
política de la empresa?

¿Es equilibrada? ¿Es conveniente para todos los implicados no solo a corto plazo sino
también a largo plazo? ¿Promueve relaciones ganar-ganar?

¿Como me haría sentir acerca de mí mismo? ¿Me haría sentir orgulloso? ¿Me sentiría
bien si mi decisión u acción se publicara en el periódico? ¿Me sentiría bien si mi familia
se entera?

A nuestro juicio, el entrenamiento constante en el uso de estas preguntas guiadoras


desarrolla en las personas un sentido de responsabilidad consciente que conduce con el
tiempo a patrones de conducta correcta, en hábitos de efectividad. "Y una vez se ha
formado el hábito, la toma de decisiones es más fácil" (Covey, 1996).

Pero, ¿Como puede un gerente asegurar resultados aceptables de negocios, y a la vez


demostrar compromiso con las prácticas éticas? A simple vista esta pregunta parece
estar relacionada solo con la intensión de tomar las decisiones éticamente correctas. Sin
embargo, el aspecto más difícil de la conducta ética no es solo decidir lo que es correcto,
sino hacer lo que es propio.

Una persona de principios tiene que estar preparado para actuar de manera que sea
consistente con sus propios valores personales, y a la vez en consistencia con los valores
de la organización que representa. Por eso es vital que el gerente no solo dedique tiempo
a definir los valores que determinarán el límite para sus decisiones, sino que necesita
ejercitarse en la práctica de cinco principios que lo capacitarán para hacer frente a los
desafíos de un entorno racional anti-ético .

Los 5 Principios de la conducta gerencial Etica

Propósito. Es verse a sí mismo como una persona confiable e Integra. Permitir que su
sentido de conciencia sea su guia. No importa lo que pase, siempre es capaz de verse al
espejo y sentirse bien respecto de sí mismo.

Orgullo. En el buen sentido de la palabra, sentirse bien respecto de sí mismo. No


necesitar la aceptación de otros para sentir que está haciendo lo correcto. Desarrollar una
adecuada auto-estima y no dejar que la opinión popular influya en su carácter.

Paciencia. Creer que las cosas irán eventualmente bien. No esperar que las cosas
sucedan ahora mismo. Ir a su propio paso, no al de los demás.

Persistencia. Mantener su propósito, el fin en mente, sin importar la conveniencia


circunstancial. El comportamiento es consistente con las intensiones. No someterse, pero
tampoco rendirse.

Perspectiva. Reflexionar sobre los valores y principios personales y organizacionales.


Mantener el enfoque y escuchar la brújula interna para ver el futuro de manera más clara.

Etica Gerencial: Un enfoque Práctico

A modo de reflexión final, quisiera exponer algunas posibles alternativas para el gerente
que esté dispuesto mantener integridad en medio de la duplicidad de carácter que retrata
este tiempo. Se trata de un enfoque pragmático para la ética en los negocios, cuyo
precursor es el Dr. Alex Michalos, editor la revista norteamericana Journal of Business
Ethics.

Michalos Plantea que la conducta moral descansa sobre la adopción de un punto de vista
moral. Es decir, cultivar los principios éticos como creencias personales que dicten las
decisiones resulta en comportamientos éticos consistentes con dichas creencias.
Michalos sugiere centrar el enfoque en dos principios para el ejercicio gerencial: El
Principio de Beneficencia-tomar acciones para mejorar la calidad de vida, y el Principio
de No Daño-evitar los problemas.

De manera que la gerencia ética tiene como motivación el bien común y la consecuente
resistencia a provocar problemas. Las consecuencias dictan las decisiones y acciones.
Este es un enfoque pragmático que debe cultivar todo gerente comprometido con la
conducta ética.

Reflexiones Finales.
Tanto la familia, como las instituciones y organizaciones sociales viven en un reto
permanente por sobrevivir. En las postrimerías de un milenio, todavía tenemos que
discutir cuestiones esencialmente básicas para la convivencia social humana. La
necesidad de un ejercicio ético se debate en los foros profesionales, empresariales y
políticos. Muchos argumentos se levantan para justificar actitudes y comportamientos que
dejan mucho que desear en los campos privado y público.

De todos modos la responsabilidad por el rescate de los valores y principios legítimos que
pueden dar continuidad y prosperidad a nuestra civilización sigue siendo de cada
individuo. Por eso no apelamos ya a la institucionalización de códigos de conducta moral
desde los estamentos de poder, ni desde las oficinas ejecutivas de las grandes
corporaciones. La ética debe ser parte de la educación del individuo debe su infancia,
reforzada especialmente por la educación familiar y formal.

El desarrollo no se puede simular. Hay leyes que lo determinan. Una de esas leyes es la
llamada "ley de la cosecha". Sea que resulte claro o no, usted cosecha lo que siembra.
Por eso hay que reconocer que si queremos una gerencia más íntegra, éticamente
efectiva hay que comenzar desde ahora a educar en los principios éticos a las próximas
generaciones de gerentes.

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