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March 11, 2011

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EL DIOS SUPREMO DE LOS


YORUBAS
Oyekunbikalomi

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EL DIOS SUPREMO DE LOS YORUBAS
Posted on March 11, 2011 by Oyekunbikalomi

RESEÑA DE LAS FUENTES, por Pierre


VERGER

N
o podemos intentar una definición del concepto de dios supremo entre los
yorubas sin referirnos antes al conjunto de la religión yoruba. Sobre el tema
existe una abundante literatura, pero antes de aceptar las ideas y conclusiones
que nos ofrece, debemos analizar las condiciones y preconceptos que han influido en sus
autores.
Tenemos tres fuentes principales
de información escrita: los viajeros
antiguos, los misioneros cristianos
y los antropólogos. Las crónicas de
los primeros aparecen con
frecuencia adornadas con
elementos pintorescos calculados
para encandilar a lectores ávidos
de exotismo. Las narraciones de
los segundos, por lo general,
reflejan una fe cristiana sólida,
moral austera e ideas firmes sobre
el bien y el mal, todo lo cual pesa
demasiado en sus contenidos, a
pesar del empeño que ponen en ser
objetivos.

Los informes de los terceros se


esfuerzan en aclarar qué parte de la
información obtenida está exenta
de la influencia de los misioneros
cristianos e islámicos. Hay que
señalar que en la región de África
a la que nos estamos refiriendo, el encuentro de la religión animista con el cristianismo
se produjo en el siglo XV, al llegar los primeros navegantes portugueses a la zona
suboccidental, bajo la bandera de la trata esclavista, mientras que el encuentro con el
islam se produjo en la zona opuesta, bajo las mismas banderas, y con el aspecto casi
siempre intolerante de guerra santa.

En ningún caso las circunstancias fueron favorables para establecer un espíritu de


comprensión y respeto hacia las convicciones religiosas de las comunidades nativas. En

2
lo tocante al islam, la conversión era un deber sagrado, y para el traficante de esclavos
era más satisfactorio y digno de alabanza proclamar que estaba realizando una tarea
piadosa al rescatar las almas de los negros de los insondables abismos de la idolatría. Los
católicos añadieron que era su deber salvar a los negros de las garras de los herejes, y los
protestantes se ufanaban de mantenerlos alejados de los peligros del papismo. Pero todos
estaban de acuerdo en que el animismo era una religión despreciable.

En el mundo exterior, antes del siglo XX, nada exacto se sabía sobre la religión yoruba.
Fue en 1845 que d’Avezac1 publicó la primera información al respecto, en una
descripción del país de Ijebu, recogida en las narraciones de un tal Oshifekuede, nacido
en la aldea de Omaku, capturado alrededor de 1820, a la edad de 22 años, y llevado a
Brasil, donde fue esclavo de un francés, M. Navarre.

Llevado a París por su amo, fue liberado y le sirvió de informante a d’Avezac.


Narraciones de los viajeros antiguos.

3
Fetiches y fetichismos
Si bien no se sabía nada sobre la religión de los yorubas, sí se había llegado a tener ideas
generales sobre las religiones de los países circundantes. Se basaban en las observaciones
hechas por los primeros navegantes portugueses, quienes bautizaban a las divinidades
africanas con el nombre de fetiches, de la palabra portuguesa feitico, que designa algo
hecho, compuesto, fabricado.

En general, los primeros viajeros no se ocuparon de la religión del pueblo que


encontraron.

Duarte Pacheco Pereira2, al hablar del río Lagos en 1506-1508, sólo dice : « Los negros
de este país son idólatras, pero como éstas son cosas sin interés evitaremos mencionarlas
». Más adelante, cuando describe a Río Fermoso, no nos da mejor información : «Tienen
muchos hábitos erróneos en su modo de vida. Para no ser prolijo, no hablaré de sus ídolos
y fetiches ».

A partir del siglo XVII, los traficantes de esclavos dan información sobre estas religiones,
pero como están más preocupados por « hacer un comercio ventajoso de negros, colmillos
de elefantes y otros productos »3, hablan de ellas con el mayor desprecio. Para esta gente
son « Una masa confusa de supersticiones ridículas » (d’Elbée).
«No creo que haya en la tierra un pueblo más supersticioso » (Bosman).
«Su religión es ridícula, un verdadero desastre » (Nyendael).
«Supersticiosos, ridículos y sin fundamento » (des Marchais).
«Un mundo de costumbres supersticiosas» (Snelgrave).
«Un tipo de idolatría increíblemente absurda (Pruneau de Pommegorge). « Una
mezcolanza de disparates supersticiosos » (Dalzel).

Basándose en tales informaciones, el presidente Charles de Brosses4, en un libro titulado


Culto de los dioses fetiches, o Paralelo entre la religión del antiguo Egypto y la religión
actual de Nigeria, publicado en 1760, da por primera vez el nombre de fetichismo a estas
religiones. Escribe: « Los dos ejes de la teología pagana son el culto de los cuerpos
celestes, conocidos como sabeísmo, y el culto, quizás menos antiguo, de ciertos objetos
y materiales terrestres llamados fetiches por los negros africanos entre los que subsiste
este culto, al que por tanto llamaré fetichismo. »
Luego dice:

Los negros, como la mayoría de los pueblos salvajes, no conocen la idolatría a hombres
deificados; entre ellos, el sol o los fetiches son las verdaderas divinidades.

La descripción del fetichismo, tal como se practica en Juidah (Whydah), un pequeño reino
de la costa de Guinea, servirá para ilustrar fenómenos similares que ocurren a través del
resto de África. (Contrariamente a lo que aduce el presidente de Brosses, podemos
observar que los africanos de esta parte del continente que él describe, sí conocían el culto
de hombres deificados, o vodun y orichas, pero no conocían el culto al sol.).

4
Misioneros y antropólogos
Desde principios del siglo XIX, los exploradores comienzan a investigar los países
africanos, pero se interesan más en problemas geográficos, cómo determinar la dirección
de un río o la altura de una montaña, que en las religiones. Hablan de ellas en los mismos
términos ya conocidos: « La superstición es hija de la ignorancia; es de esperarse que la
devoción de los pobres africanos analfabetos sea una grosera idolatria» (Adams). «La
peor clase de paganismo: el culto a los diablos y Otras prácticas abominables» (Lander).
« Un fetichismo supersticioso y brutal » (de Monleon).

A mediados del siglo XIX, d’Avezac saca sus conclusiones de la información obtenida
de Oshifekuede, de quien ya hemos hablado, y expresa: « Un estudio más profundo de lo
que se ha dado en llamar el fetichismo de los negros, podría sin duda conducirnos a una
actitud menos despectiva hacia los principios religiosos de estas poblaciones ». Pero a lo
largo de la última parte del siglo encontramos las opiniones indignantes y desdeñosas de
siempre, propagadas ahora por una floreciente literatura misionera, que habla de « un
fetichismo grosero, monstruoso e inmodesto » a los lectores de periódicos y revistas que
« piensan correctamente » : « Politeísmo grosero, que incita al odio, al egoísmo y al
crimen » (R. P. Borghero). « La libertad religiosa, al llamado progreso y las sociedades
modernas, y que para ciertos intelectos escasos está la raiz de una verdadera civilización,
no existe en Dahomey ».5

Las estatuas y símbolos de los dioses, como divinidades que representan, son monstruos,
objetos ridículos, imagenes de pájaros, reptiles y otros animales ; a menudo estas
representaciones son desvergonzadas y licenciosas […] el fetichero es un sujeto
despreciable. Impostores, cobardes, hipócritas, lujuriosos y ladroes completos, su aspecto
es generalmente sucio, llevan ropas ridículas y andrajosas, y los que hunden sus manos
en sangre humana tienen un aspecto bestial, feroz y repulsivo […] Los ídolos han sido
copiados del tipo negro más feo, de labios gruesos, nariz aplastad y mentón hacia atrás,
genuinos rostros de monos viejos.6

Algunos misioneros protestantes expresan la misma actitud desdeñosa al hacer una


comparación de las religiones indígenas con el catolicismo. Así el Rev. Townsend7, al
censurar la religión del pueblo abeokuta, dice: “Los orichas con sus imágenes y crucifijos.
No puede haber mucha diferencia entre el papismo y el paganismo ».

A pesar del desprecio y la extraordinaria indignación, algunos misioneros mostraron


atisbos de una actitud más benevolente. Por ejemplo, el Abbé Bouche8 trata de presentar
las cosas desde una perspectiva mejor:

Cualquier objeto se convierte en oricha tan pronto obtiene la consagración adecuada […]
el objeto oricha adquiere una especie de personalidad; lo que sólo era tierra, Madera o
hierro se convierte en oricha, o sea, en un poder sobrehumano. En realidad, no es el
material mismo el que recibe el respeto de los negros, sino que lo dirigen hacia un poder

5
superior. Por tanto, no se puede decir que la religión nago y dahomeyana es realmente
fetichismo tal como entendemos este término.

Pero las convicciones religiosas de Bouche despertaban en él una « santa indignación »


que le impedía plantearse estas cuestiones con toda la amplitud de mente que era
necesaria.

Un acercamiento con una simpatía más consistente aparece con Frobenius9, el primer
antropólogo que se ocupó de esta zona, quien escribe:

La religión de los yorubas se fue haciendo homogénea sólo por grados, y su uniformidad
actual es el resultado de una larga evolución y la confluencia de muchas corrientes que
proceden de diversas fuentes.

Su sistema religioso se basa en la concepción de que cada ser humano es el representante


de un dios ancestral. La filiación se realiza a través de la línea masculina. Todos los
miembros de una misma familia son descendientes de un mismo dios. Por ello cuando
mueren regresan a esta divinidad, y cada niño que nace representa el nuevo nacimiento
de un miembro fallecido de la misma familia. El oricha es el agente de la procreación que
decide la aparición de un niño.

Cada dios es el fundador de una familia, no importa si es el dios de las tempestades o el


de los guerreros, el de un río, el de la tierra o del cielo. Cada divinidad tiene un linaje. En
esta composición esta también el dios del clan, y en los pueblos hay templos para otras
divinidades, cuya intervención es necesaria en caso de guerra, de viruelas, etc.
Cada divinidad es adorada no sólo por sus hijos, sino también por extraños que buscan su
poder ; por ejemplo, gente que no es de la sangre de Changó buscan su ayuda contra las
tempestades. Y cuando una epidemia de viruelas está en su apogeo, todos solicitan la
ayuda de Shapanan.

Con la rehabilitación del fetiche y su acceso al rango de divinidad, al observador le parece


que los orichas forman un panteón semejante al de los dioses griegos. Sin embargo, desde
el punto de vista del adorador del fetiche, que usualmente es devoto de un oricha
específico, la reunión de los cultos de los orichas debe parecerle una agrupación de
monoteísmos.

En este período, los orichas son comparados también a los santos de la iglesia católica, y
considerados los intermediarios entre la humanidad y el dios, un dios remoto, inaccesible
a las súplicas directas de los hombres, y de cuyos atributos hablaremos más adelante.
Para cerrar esta lista de opiniones expresadas sobre las divinidades intermediarias,
debemos mencionar el libro del Rev. D. Onadele Epega,10 en el que se afirma que se
conocen seiscientos imales, cuatrocientos a la derecha y doscientos a la izquierda. Los
cuatrocientos de la derecha y uno más (porque se supone que Ogún forma parte de ambos
grupos) son los orichas, mientras que los otros doscientos no pueden ser conocidos ni
mencionados sus nombres.

6
Según Epega, oricha significa « el que ha hundido una olla en la tierra », porque es
costumbre entre los imales enterrar la cuarta parte de una olla en la tierra para sus
seguidores. Esta olla es llamada odu oricha, y contiene la imagen y los articulos
necesarios para su adoración.

Herskovits,11 tras haber descrito los diferentes panteones de los vodun (seres derivados
de los orichas yorubas) en su libro sobre Dahomey, da una definición de su naturaleza
que está muy cerca de la de Epega.

Los nativos, dice, traducen vodun con la palabra dios; sin embargo, señalan a un punto
particular en un altar, donde han empotrado una tinaja grande, y dicen que el vodun está
allí. Aparte del concepto de vodun que lo considera una deidad, está el hecho de que un
vodun es visto también por un dahomeyano como algo localizado, y el de que un espíritu,
concebido filosóficamente como una entidad que existe en todas partes en el espacio,
también debe tener lugares definidos en los cuales pueden ser convocados, donde se les
puede pedir, mediante las fórmulas apropiadas, que ayuden a sus adoradores, y desde el
cual pueden partir a obtener las cosas que se desean de él.

Un dahomeyano a quien se le preguntó sobre la naturaleza del vodun, dio la siguiente


respuesta : «El vodun está en el suelo. No se sabe qué es. Es un poder. No es secreto. El
vodun tiene una tinaja a su lado que está en el templo. Es el poder, la fuerza que ronda en
el templo. »

Tanto Epega como Herskovits subrayan la importancia que tiene el poder del oricha o del
vodun. Dice Herskovits que este poder puede ser dominado, y que la acción de la
divinidad puede ser influenciada dando así a la relación hombre-divinidad un elemento
mágico opuesto al religioso. Uso aquí la definición que da Frazer de mago, o sea, aquel
que asegura que los poderes de la naturaleza están sujetos a su control y manipulación,
posición distinta a la del religioso, que sólo puede adorar y suplicar a poderes que él
considera incorregibles e incomprensibles.12

7
Influencia del cristianismo y del islam
Muchos escritores antiguos hablan de la fe en un dios supremo entre los habitantes de la
antigua Costa de los Esclavos y la bahía de Benin, pero debemos hacer notar que casi
todos la atribuyen a una influencia extranjera.

De hecho, los esfuerzos por una evangelización cristiana comenzaron con los
portugueses, con éxito, variable, en la Costa de Oro y Benin durante el siglo XV.
En 1644 los capuchinos bretones13 trataron de fundar una misión en Whydah, pero los
mercaderes ingleses y holandeses establecidos allí sospecharon de las actividades de los
sacerdotes católicos, y éstos tuvieron que abandoanr el país. Por ello, la actividad
misionera en esta parte de la costa se inició un poco después.

Cuando los primeros viajeros dicen que los africanos son idólatras, agregan que la noción
que tienen sobre un dios supremo la han tomado de los portugueses.

Artus de Danzig14 escribe: Dan respuestas que los hacen parecer completamente
desprovistos de principios de razón. Si usted pretende hacerlos darse cuenta de sus
disparates, su única respuesta es que el fetiche les ha enseñado u ordenado contestar así.
Con la llegada de los portugueses, muchos de ellos aprendieron su idioma y se civilizaron
un poco más. Al comerciar con los holandeses, también comenzaron a abandonar sus
extravagancias y a aprender los principios del cristianismo. Uno de ellos, educado por un
monje de Mina, podía hablar y escribir perfectamente en portugués, y estaba tan
familiarizado con las sagradas escrituras que era capaz de discutir sobre ellas con los
holandeses, y hasta citar extractos para justificar la religión romana.

D’Elbée15, al escribir sobre el rey de Ardra, dice: « El rey, que pasó su juventud en la
isla de Sao Tomé, posesión portuguesa, adquirió allí nociones de la religión cristiana en
un convento donde fue educado, y no parece ligado a las locas supersticiones del pueblo».

William Bosman16 expresa:


Los negros que viven en la costa creen en un dios único y verdadero a quien le atribuyen
la creación del cielo, la tierra, el mar y todo cuanto hay en ellos […] pero no han adquirido
estas creencias por sí mismos ni por la tradición de sus ancestros, sino por los contactos
con los europeos, que se las han inculcado poco a poco […] Nunca hacen ningún
sacrificio a Dios ni lo invocan en sus momentos de necesidad, pero sí acuden a su fetiche
en tiempo de aflicción.

Cuando yo estaba en Fida (Whydah), había un sacerdote de Sao Tomé, de la orden de los
agustinos, que trataba de convertir a los nativos, si era posible.
Sabemos menos de los esfuerzos por convertir al islam a los paganos yorubas, y de las
repercusiones que pueden haber tenido en la idea del gran dios. Sin dudas, la presencia
musulmana en la zona es muy antigua.

8
Nadel17 indica que en el país de Nupe, Jibril fue el primer rey que se convirtió al islam,
lo que sucedió en 1770, pero señala que hay indicios de una influencia islámica anterior
en los nombres de varios reyes de Nupe, como Abdu Waliyi (1679-1700) o Ibrahim
(1713-1717).

H.F.C. Smith18 expresa que los historiadores europeos han estudiado principalmente la
influencia europea en la costa occidental de Africa, pero que ésta no se sinti» más allá de
200 millas del mar hasta 1880. Para esta época, la influencia islámica ya había penetrado
muy profundamente, aún más allá de la zona de los estados islámicos actuales. Aparte de
estas comunidades islámicas que vivían bajo gobiernos musulmanes, había pequeños
grupos de musulmanes nómadas –fulanis, mandingas, hausas- que vivían dispersos entre
los paganos.

La infiltración de mercaderes musulmanes en la costa debe ser muy antigua. Su presencia


en Judah (Whydah) fue indicada por el Chevalier des Marchais, que dijo que habían
llegado a este punto en 1704. Es también significativo el hecho de que los autores de los
siglos XVII y XVIII a veces se refieren a los sacerdotes fetiches usando el nombre de «
morabitos ».

9
Gran dios, remoto dios
Los primeros viajeros coinciden en que los pueblos de los países a los que nos estamos
refiriendo creen todos en un gran dios, que son unánimes en adscribirle una posición única
en su religión, que lo conciben como muy remoto y poderoso, que no le rinden culto
alguno, y que creen que él ha delegado sus poderes en los dioses secundarios, como los
orichas de los yorubas o los vodun de los dahomeyanos. Los cultos se dirigen, dicen ellos,
a los ministros de dios que son sus representantes.

William Bosman19 escribe:


En Fidah tienen idea de su verdadero Dios y creen que está en todas partes, que es
todopoderoso y que ha creado el universo […] pero no lo adoran ni le ofrecen sacrificios.
La razón que dan es que este Dios es demasiado grande y alto para mezclarse con algo
tan pequeño como el mundo de los hombres; por esta causa le ha dado su gobierno a los
dioses, a los que ellos recurren […] y viven en completa calma y sin la menor ansiedad.

David Nyendael20 escribe:


Tienen una idea muy buena de Dios, pues creen que es todopoderoso, que está presente
en todas partes, lo gobierna todo con su providencia, lo sabe todo y es invisible, lo que
les obliga a decir que no sería bueno representar a Dios con ningún tipo de imagen, pues
es imposible reproducir lo que no se ha visto. Por esta razón tienen muchas imágenes de
sus falsos dioses, a los que consideran mediadores entre Dios y la humanidad.
No tienen estatuas particulares para representar al diablo; la única diferencia reside en sus
intenciones, pues si en una ocasión hacen sacrificios a Dios ante la misma imagen, de
modo que el mismo objeto es empleado por ellos para usos completamente opuestos.

R.P. Godefroy21 escribe:


« Los negros creen en un Dios único que es el creador de todo y que, en particular, es el
autor de los fetiches que ha colocado en la tierra a disposición de los hombres. »

P. Labarthe22 escribe:
A pesar de estas supersticiones, el pueblo tiene una idea confusa de un ser supremo,
todopoderoso, infinito. Tratan de ponerlo a su favor mediante sus fetiches; están
convencidos de que Dios es demasiado bueno para hacerles daño, y por esta razón no le
rinden culto alguno. »

D’Avezac23 escribe:
« Tienen conocimiento de un Dios, único, superior a todos los demás. No le erigen
estatuas ni templos; es un ser inmaterial, invisible, eterno, el ser supremo que lo crea y lo
Gobierna todo ».

Bowen24 escribe:
No le hacen sacrificio alguno a Dios porque él no necesita nada; pero los orichas, que son
muy semejantes a los hombres, se complacen en recibir ofrendas. Tratan de propiciarse a

10
los mediadores, u orichas, para que éstos les den felicidad, no por su propio poder, sino
por el poder de Dios.

R.P. Baudin25 escribe:


Los negros no tienen estatuas ni símbolos para representar a Dios. Lo consideran el Ser
Supremo y Primordial, autor y padre de los dioses y los espíritus. Al mismo tiempo, creen
que Dios, tras dar inicio a la organización del mundo, le encargó a Obatalá que lo
terminara y lo gobernara; luego se retiró y se entregó a un descanso eterno, en busca de
su propia felicidad. Es demasiado grande para mezclarse en las cuestiones del mundo y,
como un rey negro, se dedica al ocio y a dormir.

R.P. Bouche26 escribe:


Piensa que dios es demasiado grande para ocuparse de él, y que ha delegado el cuidado
de los negros a los orichas. Es el Amo del Cielo, y disfruta de un abundante y apacible
descanso, reservando sus favores para el hombre blanco; por eso, es natural que los
blancos se ocupen de Dios. Los negros, por su parte, solo deben entregarles sus
sacrificios, sus ofrendas y sus oraciones a los orichas. Dios lo quiere así; él desprecia sus
homenajes, y por tanto todos sus esfuerzos deben dirigirse a hacer que los orichas les sean
propicios.

A. B. Ellis27 escribe:
« Es demasiado indiferente y está demasiado lejos para mezclarse en los asuntos de la
tierra. Los nativos dicen que pasa el tiempo entregado al ocio y al descanso, y que casi
siempre duerme ».

El Rev. Samuel Johnson28 escribe:


Creen en la existencia de un dios todopoderoso. Lo conocen como creador del cielo y de
la tierra, pero demasiado remoto para estar en contacto directo con los hombres y sus
asuntos; por ello admiten la existencia de muchos dioses intermediarios, a los que llaman
orichas.

11
Acercamiento etimológico a la definición
de dios supremo
Los autores que se han acercado al problema del nombre que dan los yorubas a su dios
supremo, ofrecen numerosas y atinadas hipótesis basadas en la etimología. Clasificados
según el orden de la publicación de sus trabajos; ellos son:
1845 d’Avezac, antropólogo francés.
1852 Rev. Samuel Crowther, posteriormente obispo. Yoruba.
1858 Rev. Bowen, misionero bautista americano.
1863 Richard F. Burton, cónsul británico en Fernando Po.
1884 R. P. Baudin, misionero católico francés.
1885 Abbé Pierre Bouche, misionero católico francés.
1890 James Johnson, obispo protestante yoruba.
1894 A. B. Ellis, oficial británico.
1910 Rev. Dennett, misionero protestante británico.
1912 L. Frobenius, antropólogo alemán.
1921 Rev. Samuel Johnson, pastor protestante yoruba (escribió su libro a fines del siglo
pasado).
1925 R. P. Moulero, sacerdote católico nago (yoruba)
1926 Amaury Talbot, administrador británico.
1926 S. S. Farrow, misionero protestante británico.
1931 Rev. Onadele Epega, pastor protestante yoruba.
1948 Rev. Lucas, obispo protestante yoruba.
1949 Rev. Parrinder, conferencista y misionero protestante británico.
1962 Rev. E. Bolaji Idowu, conferencista y pastor protestante yoruba.
Hay que señalar que de estos dieciocho autores, trece son religiosos y sólo dos son
antropólogos. Todos coinciden en darle el nombre de Olurun al gran dios, el que traducen
por « dueño del cielo».
Ellis opina que los nativos ven en él al firmamento deificado, pues consideran que el cielo
es sólido y cubre la tierra. Es un dios de la naturaleza, el dios personal del cielo deificado,
y controla los fenómenos asociados con el techo del mundo. No es omnipotente en ningún
sentido. Dennett, por su parte, lo asimila a Jakuta, el trueno.
S. S. Farrow piensa que estos dos autores son observadores superficiales. Con gran
convicción afirma que Olorun es considerado el dios supremo por los yorubas,
omnisciente, poseedor de un poder absoluto, justo, bueno, benevolente y omnipresente, y
que su posición es única entre los objetos de su fe, aun sin la influencia del cristianismo.
Leo Frobenius es de opinión contraria: « Para prepararlos a admitir el Dios cristiano, los
Misioneros les dicen : ‘Nuestro Dios es el mismo que vuestro Olorun’ ».
El Rev. Olumide Lucas cree que Olorun, el dios supremo, posee atributos demasiado
nobles y demasiado abstractos y refinados para tener su origen en la mente de un pueblo
primitivo. Enumera ciertos nombres y epítetos que se le dan a Olorun que mencionaremos
más adelante, y concluye escribiendo que las sublimes ideas que éstos implican
evidencian la imposibilidad de que fueran concebidas por el pensamiento yoruba. Se pone
de parte de Farrow, quien afirma que el yoruba tiene una clara concepción de un Dios
12
supremo, y con argumentos sutiles y tal vez demasiado ingeniosos, declara que el origen
de estas sublimes ideas sobre Olorun debe buscarse en Egipto.

Todos estos autores dan al dios supremo el segundo nombre de Olodumare, con la
excepción de Idowu, que coloca este nombre en primer lugar.

Crowther dice que este nombre significa « Dios, el todopoderoso », en lo que coinciden
Burton, Baudin, J. Johnson y Farrow. Bowen lo traduce como « el que siempre es justo».
James Johnson lo traduce como « el que siempre es justo ». James Johnson lo traduce
como « el hijo de Ere », pero no nos dice quién es Ere.

Idowu escribió un libro de 222 páginas sobre Olodumare. El cuarto capítulo da una serie
de interpretaciones y posibles traducciones de este nombre. Al analizar y cortar en dos el
nombre, da dos interpretaciones para la primera parte y cuatro para la segunda, pero en
vez de escoger entre ellas, el autor decide aceptarlas todas, a pesar de que los tonos de
ellas no siempre concuerdan exactamente.
« El nombre de Olodumare siempre ha llevado con él la idea de Uno con quien el hombre
puede hacer un convenio o una comunión en cualquier lugar o en cualquier tiempo ; uno
que es supremo, superlativamente grande, incomparable e insuperable en majestad,
excelente en atributos, estable, inalterable, constante y confiable. »

El gran dios es llamado también Olodumare, un nombre que da ocasión a una serie de
traducciones por nuestros distintos autores :
· Para Crowther, es le ser que existe por sí mismo.
· Para el Abbé Bouche, es el amo de la buena tierra.
· Para Ellis, es probablemente «el que proporciona los ríos ».
· Es llamado Oga-Ogo, quien para Bowen es el glorioso que está en lo alto.
· Para el Abbé Bouche, es el rey de la gloria.
· Para Ellis, oga es una persona distinguida, y ogo, una alabanza maravillosa.
· Para Ellis, es el muy alto, el amo de la gloria.
· Para Idowu, es el amo en resplandor.
· Es llamado Eleda, que todos los autores coinciden en traducir por « creador » o « dueño
de la creación », con la excepción Ellis quien, queriendo ser siempre original, escribe que
significa « el que controla la lluvia » (de « da » : la lluvia se detiene).
· Se le llama Oluwa, el Señor, por Bowen y el Abbé Bouche, pero Farrow dice que este
título no es digno de Olorun, ya que se le puede dar a los otros orichas.
· El nombre de Alaiye (Eniti oni Aiye), dueño de la tierra y del cielo, u Oluwa Aiye, señor
de la tierra y del cielo, aparece indicado por J. Johnson. Farrow también lo discute, pues
cree que el gran dios debe ser llamado Alaye, dueño de la vida (y no del mundo). Lucas
sigue igualmente esta opinión.
· Ellis, Farrow y Lucas también coinciden en llamarlo Elemi, dueño del aliento. Idowu
traduce este nombre por dueño del espíritu, dueño de la vida.
· Solamente Ellis lo llama Olowo, que él traduce como el venerable, aunque es difícil
saber
por qué.

13
· Lucas lo califica de Adakedajo, el juez silencioso pero activo; Olore, el benefactor;
Alanu, el misericordioso… todas sublimes ideas que según él proceden de Egipto.
Dificultades en las indagaciones y posibles fuentes de malas interpretaciones.

Es muy difícil obtener una conclusión a partir de tantas opiniones diferentes sobre la
concepción de un dios supremo que reside en el cielo.

Una fuente de estas dificultades es sugerida por el padre Moulero,29 el primer nago-
yoruba que fuera ordenado sacerdote católico en Dahomey, quien escribe :

La razón por la cual los fon y los gun (dahomeyanos) tienen tan pocos nombres para
designar a Dios es que estas poblaciones sólo estan ligadas a la adoración de los fetiches
y no conocen a Dios. Debemos hacer una excepción con los nagos (yorubas), quienes,
bajo la influencia de los musulmanes, han adquirido un conocimiento de Dios que se
acerca a las nociones filosóficas y cristianas.

Idowu30 lo apoya cuando escribe :


El nombre de Olorun es el que se usa comúnmente en el habla popular (para el gran dios
supremo) . Pero parece haber ganado su empleo predominante a través del impacto
cristiano y musulmán sobre el pensamiento yoruba. Es el nombre más usado en el trabajo
evangelizador y en la literatura.
En busca de una definición del dios supremo, como en muchos otros campos de
investigación suele surgir una situación fastidiosa entre el investigador y los informantes,
que toda persona que ha hecho trabajo de campo debe de haber experimentado sin duda.
El informante, con más rapidez de lo que se espera, evalúa el estilo de pensamiento del
investigador, y las respuestas que le da se corresponden con mucha frecuencia con las
predilecciones de éste último. Aun cuando el informante no trate de distorsionar los
hechos, sí trata de expresarse en formas que sean inteligibles para su interlocutor,
falseando así el objetivo de la encuesta, y dando lugar a que significados esenciales
permanezcan inexpresivos o inexplicados.
En particular, si el investigador es un religioso, frecuentemente la tendencia es la de
establecer una comparación entre la religión del investigador y la de la población
estudiada, con el objetivo final de conducirlos hacia la verdadera religión. Las
consecuencias nos las sugiere Frobenius:

“Nuestro Dios es el mismo es el mismo que vuestro Olorun”. Otro ejemplo de esto nos lo
proporciona un libro del Abbè Bouche31 quien, al describir al oricha Iyagba, dice : “Esta
diosa se parece mucho a la Santa Virgen. Como ella, lleva un niño entre los brazos, y es
llamada la madre que salva. Ella ha salvado a la humanidad.”

Idowu32 evidencia cómo el pueblo de Ife tenía tendencias a comparar a Ela con Cristo.
Biobaku33 indica la comparación entre Moremi y la virgen María.

Este tipo de cosas está en la raíz de los sincretismos que florecen tanto en el Nuevo Mundo
con los candomblés de Bahía , los macumbas de Río de Janeiro y el vodú de Haití, como
en África, en las diversas iglesias de ljo Orunmila.

14
La ambigüedad de la situación está bien ilustrada en un pasaje del libro de Maupoil :34
Todos los europeos que han vivido en el Bajo Dahomey , advierten la facilidad con que
los dahomeyanos toman a Mawu por testigo, especialmente si están equivocados. He
tenido la oportunidad de ser juez en varios lugares del Bajo Dahomey , y me he dado
cuenta de que el hecho de invocar a Mawu era un indicio de falsa evidencia, teniendo en
cuenta que las declaraciones sinceras raramente mencionaban el nombre del gran vodun.
La explicación de esto es muy sencilla. Mawu es el nombre que los misioneros cristianos
le dan a Dios. ¿.Por qué escogieron a Mawu, que en la pareja creadora es femenina? Los
dahomeyanos no lo saben, pero a veces se sorprenden al ver a los misioneros representar
en sus catecismos a este principio femenino con la imagen de un viejo barbudo. Por lo
tanto, es normal que, cuando quiere hacer una declaración falsa, el dahomeyano invoque
a Mawu ante un juez europeo, ya que así, por un mecanismo mental, llaman no a su propio
dios, sino al del hombre blanco.

Incidentalmente, lo que Maupoil dice aquí sugiere otro fructífero orden de pensamiento,
o sea, el que apunta la posibilidad de que la idea de un dios supremo pueda basarse en
una diosa, la tierra.
Siguiendo este concepto, podemos señalar que, si los que investigan acerca de la verdad
sobre el dios supremo yoruba han observado el ritual de una ceremonia dedicada a los
orichas o a los vodun, pueden haber visto que los ojos de los creyentes se dirigen más
hacia la tierra que hacia el cielo, pues ellos no toman automáticamente el cielo como
residencia del ser supremo.
Ajisafe35 escribe : “Los primeros objetos de adoración fueron la tierra y los ancestros”.
La tierra “lle Ogere afoko yeri”, que se peina con una azada. La tierra, objeto de culto de
la sociedad Ogboni y , según Ulli Beier, del pueblo establecido en el país yoruba antes de
la llegada de Oduduwa.36

Debemos señalar que en el vocabulario yoruba, orun, el cielo, está asociado con la idea
de la muerte, y que los ara orun (pueblo del cielo) son los muertos, mientras que aiye
significa el mundo, la tierra , la vida entera, y araiye es la humanidad, la gente que está
viva . La misma oposición existe entre una religión de salvación basada en la expiación
del pecado individual y dirigida a la preparación para una buena muerte, y la religión de
los orichas y los achés, el poder vital que podríamos llamar más directo, una religión de
exaltación que se vuelve hacia la vida y su continuidad.

“La vida en la tierra es mejor que la vida en el mas alla”, dijo Gedegbe a Maupoil.37 P.A.
Talbot cita a otro informante de esta zona38 que expresa: “La vida en el cielo no puede
ser agradable; de otro modo no regresaría con tanta rapidez, a veces al año siguiente,
mientras que en la tierra muchos alcanzan una edad muy avanzada”. Hasta R.P. Baudin
escribe: 39 “Los negros creen que el país de los muertos es igual al de los vivos, pero
mucho más tenebroso.”

15
Ache, el poder vital
El título verdadero de un sacerdote oricha, el que indica sus funciones, es iyalaché o
babalaché, madre o padre de los achés. Y aché es el poder vital, la energía, la gran fuerza
de todas las cosas. Este sacerdote está encargado de cuidar al aché, de mantenerlo activo.
Idowu40 denomina aché a la fuerza de oricha, pero limita su significado al del cetro,
símbolo de la autoridad : “oricha (nla) es también llamado alabalaché, es decir, ‘El
proponedor que esgrime el cetro ‘”. Este título pertenecía originalmente a Olodumare,
pero nuestra tradiciones orales explican que cuando el orichanla llegó al mundo,
Olodumare lo invistió con algo de este atributo, a fin de prepararlo para su tarea de crear
y ordenar las cosas de la tierra. Lo que le dio se llama odu y, en este caso, significa un
atributo de suprema autoridad para hablar, actuar y ser obedecido. Este
odu lleva implícito el aché, “el cetro”. El aché no es bueno ni malo, ni moral ni perverso,
ni puro ni impuro, del mismo modo que no lo son la energía eléctrica o la nuclear.
El concepto de aché entre los yorubas puede compararse al de mana entre los melanesios,
estudiado por Codrington; al del waken entre los sioux dakotas ; al de orenda entre los
iroqueses ; al de manitú entre los algonquinos; al de deng entre los bahnar de las tierras
altas de Laos ; o al de hasina en Madagascar; a todos los cuales se refieren Durkheim41
y Hubert y Mauss.42

Roger Bastide expone que la publicación del libro de Codrington dio origen a la teoría
que sostiene la prioridad de una fuerza impersonal mágico-religiosa sobre los espiritus,
teoría que ha recibido el nombre de preanimismo.

Citando las palabras de Durkheim y aplicándolas al concepto de aché, podemos decir que
los yorubas no han visto nunca al aché y no pueden pretender personificarlo, ni pueden
definirlo mediante atributos y características. Este concepto abarca todo el misterio, todo
el poder secreto, toda la divinidad. Ninguna enumeración puede agotar esta idea
infinitamente compleja. No es un poder definido o definible: es el poder mismo en sentido
absoluto que no admite epíteto o especificidad de ninguna clase. Los diferentes poderes
divinos que posee no son más que personificaciones y manifestaciones particulares; cada
una de ellas es el mismo poder visto bajo alguno de sus numerosos aspectos.

Tampoco son los dioses los únicos seres animados por él, es el principio de todos que
vive, actúa o se mueve.Toda la vida es aché, al igual que todo aquello que exhibe poder,
bien sea en la acción o en los vientos y las nubes que pasan, o bien en la resistencia pasiva
como la de las piedras que están junto a los caminos.

Los achés de la fuerza de la naturaleza son parte de los orichas porque el culto de los
orichas está dirigido a las fuerzas de la naturaleza, aunque no a su aspecto desordenado y
sin control. El oricha es sólo una parte de tales fuerzas, la parte que está disciplinada, en
calma, controlada, la parte que constituye un enlace en las relaciones de la humanidad
con lo indefinible. Este enlace ha sido formado por un ser humano que vivía en la tierra
en tiempos pasados y que luego fue deidificado. Este fue capaz de establecer un control
sobre una fuerza natural, y de crear un vínculo de interdependencia con ella, de modo que

16
pueda atraer hacia él y hacia su pueblo la acción benéfica del aché, y enviar su poder
destructivo sobre sus enemigos. Para conseguir esto hizo tantas ofrendas y sacrificios
como fueron necesarios al aspecto dócil de esa fuerza, a fin de
mantener la potencia de su aché.

El culto de os orichas se dirige conjuntamente a la fuerza natural dominada y al ancestro


deidificado, y ambos vínculos se consideran una unidad. Esta alianza se representa, pero
no se materializa, con un objeto testigo que es el soporte del aché. Entre tales objetos
encontramos meteoritos y hachas neolíticas (edun ara) ; hachas de trueno para Changó,
oricha del trueno y rey de Koso y de Oyo ; piedras del río Níger para Oyá; piedras del río
Ochún para el oricha de este nombre ; siete pedazos de hierro para Ogún, oricha de los
herreros y de los guerreros.

Estos objetos conocidos como achés, están bajo la custodia de los descendientes del
primer alaché, guardián del ache. Este último trasmite de generación en generación los
secretos que le dan poder sobre el oricha, palabras coercitivas que fueron pronunciadas
en el momento de establecer el culto ; elementos que entran en su constitución mística :
hojas, tierra, huesos de animales, etcétera.

Periódicamente hay que revivificar el poder o aché del oricha mediante baños en los que
se han macerado hojas de la misma variedad de las que fueron empleadas al establecerse
el culto, mediante libaciones de sangre de ciertos animales, mediante ofrendas, oraciones
y recitaciones de su oriki.

Como el oricha es inmaterial, sólo puede manifestar su presencia a través de un ser


humano al que se le llama iyaworicha, adochu oricha o elegun oricha, al que posee durante
las ceremonias que se realizan en su honor. Durante su iniciación , el adochu debe
aprender a comportarse como el ancestro muerto, para reestablecer el vínculo entre la
humanidad y la fuerza natural.

El aché tiene múltiples formas. Está el aché vital de la sangre de los animales sacrificados;
también el aché de las plantas y el de la tierra donde crece. En una civilización oral donde
la palabra misma es aché, los mismos nombres de plantas y animales son aché.
La idea de aché como algo que no se puede representar o definir, como lo incognoscible
mismo, nos da una comprensión mejor del comportamiento de los yorubas ante su dios
supremo, distinta a la pueril racionalización de “un perezoso rey negro que casi siempre
esta dormido”.

El concepto de gran dios considerado como fuerza pura nos lo sugiere Burton en un relato
del tiempo que pasó en Abeokuta y Dahomey.43

Como regla general, los africanos lo admiten todo excepto al Creador. Al ser
incomprensible , el dios supremo es juzgado demasiado alto para el bajo nivel de la
humanidad, y en consecuencia no es temido ni adorado. Este sentimiento casi universal
entre los negros se corresponde con la visión de muchos pensadores europeos, antiguos y
modernos, que consideran a Dios la causa de todas las causas y la fuente de la ley, en vez

17
de un hecho personal y local. Este sentimiento por lo menos salvó a los negros del
antropomorfismo, una peculiaridad de la raza aria, cuya hostilidad a un teísmo puro se
deriva, aun en los tiempos actuales, de una fe semítica que se ha convertido en el credo
de la Europa moderna. Los dos extremos se encuentran así, pues tan radical es la identidad
de opinión de que la deidad de los negros, si se la disocia de sus símbolos físicos, se
aproxima mucho a la idea del filósofo.

Esta forma de teísmo no antropomórfica puede ser encontrada en el antiguo país de


Anago, en la región de Tchetti y Doume, cerca de la frontera de Togo y Dahomey
(debemos recordar que Anago es también el nombre que los dahomeyanos dan a los
yorubas y que dicen que yoruba es el nombre dado por los hausas a los anagos). Durante
la primera mitad del siglo XVIII Na Wangele, madre del rey Tegbessu, importó esta
doctrina anago a Abomey. Hasta ese momento los dahomeyanos sólo tenían el culto a los
ancestros reales y el del vodun Ayizan, espíritu de la tierra.

El dios supremo es conocido entre los anagos con el nombre de Se, quien es definido en
el diccionario de Segurola44 como: “Parte esencial y poderosa del ser humano; espíritu;
principio vital; ángel guardián; Dios; providencia; destino; hado”. Sobre esto escribe
Maupoil:45

“Todos reciben una parte del gran Se. Dios es la totalidad del se”.

En Dahomey, el se del individuo se representa con una pequeña porción de arcilla blanca,
de forma cónica con una vaga apariencia humana, la cual es colocada en un lugar junto
al “assen” para el culto a los ancestros.

En el país yoruba, de forma exactamente similar, tienen el acheche o icheche, que se hace
cuando un hombre muy viejo o importante muere dejando muchos hijos y nietos. Se dice
que es una parte del poder (aché) de Olodumare que uno conserva en el hogar.

Para los que se complacen con pruebas lingüísticas podemos sugerir que se es la
deformación de ashé, del mismo modo que lisa, de los dahomeyanos, es una deformación
del yoruba orisha. El paso de una palabra de un idioma a otro implica por lo general la
elisión de la primera vocal, y así Ogún se convierte en Gun ; Ifa en Fa ; Odu en Du. La
consonante r se vuelve l e Iroko se vuelve Loko ; Ahori, Holi. La s vibrante se vuelve una
s sibilante, como vimos en el primer ejemplo cuando orisha se convierte en lisa y ashé en
se.

Para los que gustan de las reconstruciones históricas podemos añadir que los anagos están
separados del resto de los nago-yorubas desde principios del siglo XVII, o sea, desde
antes de la época en que la influencia islámica, y aún la cristiana comenzaran a hacerse
sentir en el interior de esta zona. Ahora son un pueblo minoritario, rodeado de
comunidades extranjeras, por lo que mantiene con mucha fuerza sus tradiciones para
proteger mejor su identidad amenazada.

18
Por ello tenemos una segunda base para sospechar que el culto al ser supremo Se de los
anagos es el mismo culto yoruba a los achés, cuidadosamente mantenido en su forma
original.

Este pequeño grupo anago, separado del país yoruba por la invasión del pueblo que,
procedente de Allada, fue a ocupar el territorio que habría de convertirse en el reino de
Dahomey, puede haber conservado el concepto de aché como el ser supremo que en el
país yoruba hace mucho fue reemplazado por el concepto de Olorum, de influencia
musulmana y cristiana (ver la opiniín de R.P. Moulero ya citada). En el mismo país
yoruba sólo se mantienen el epíteto de Alabalaché y la costumbre de Acheche para
sugerirnos la antigua posición del aché.

Pierre VERGER
Revista DEL CARIBE (1994) Santiago de Cuba, n°24

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NOTAS
1 “Notice sur le pays et le peuple des Yébous”, en Mémoire de la Sté. dEthnologie, París,
1845.
2 Esmeraldo de Situ Orbí. Bissao, 1956, p. 135.
3 Guillaume Snelgrave: Nouvelles relations de quelques endroits de Guinée et du
Commerce
des Esclaves. Amsterdam, 1734.
4 Du Culte des Dieux Fétiches ou Parallele de l’Ancienne Religion de l’Egypte avec la
Religion actuelle de la Negritie, París, 1760, p.8.
5 Le Dahomé, souvenirs de voyage et de mission. Tours, 1872, p. 117.
6 R. P. Baudin: Fétichismé et Féticheurs. Lyon, 1884, p. 87.
7 Church Missionary Gleaner. Londres, 1840, p. 18.
8 Abbé Pierre Bouche: La Côte des Esclaves et le Dahomey. París, 1885, p.104.
9 Leo Frobenius: The voice of Africa. Londres, 1912, t. I, p. 154.
10 The mystery of the Yoruba Gods. Lagos, 1931.
11 Dahomey, an Ancient West African Kingdom. New York, 1930.
12 Murray y Rosalie Wax: “The notion of magic”, en Current Anthropology, vol. 4, n° 5,
diciembre de 1963, p. 406.
13 Rocco da Cesinale: Storia delle Missioni dei Cappuccini. Roma, 1875, t. II , p. 487.
14 Description Historique et Véritable de la Côte d’Or, copiado de Peter de Marees :
Description et recit Histotial du Royaume d’Or de Guinée. Amsterdam, 1605.
15 Labat: Voyage du Chevalier des Marchais en Guinée. París, 1703.
16 Voyage de Guinée. Utrecht, 1705, p. 148.
17 Nupe Religion. Londres, 1954, p.232.
18 “The Islamic Revolution of the 19th century”, en J. H. S. N.,vol. 2, No. 2, dic. 1961.
19 Op. cit., p. 148.
20 Ibid., p. 182.
21 Voyage au Royaume d’Issiny. París, 1774, p. 242.
22 Voyage à la Côte de Guinée. Paris, 1803, p. 183.
23 Op. cit., p. 84
24 T. J. Bowen: A Grammar and Dictionary of the Yoruba Language. Washington, 1878.
25 Op. cit., p. 6.
26 Op. cit., p. 106.
27 The Yoruba Speaking People. Londres, 1984, p. 35.
28 The History of the Yorubas. Lagos, 1937, p. 36.
29 Thomas Mouler: “Le Catéchisme expliqué”, en La reconnaissance Africaine. No. 4,
1925,
Cotonou, p.4.
30 Olodumare. Londres, 1962, p. 37.
31 Op. cit., p. 272.
32 Op. cit., p. 72, 105.
33 S. O. Biobaku : Odu, No. 1, 1955, p. 16.
34 Op. cit., p. 69.
35 A. K. Ajisafe: History of Abeokuta. Londres, 1924, p. 33.
36 Ulli Beier: Sacred Wood Carving in a Yoruba Town. Lagos, 1957.
37 Op. cit., p. 402.

20
38 Amury Talbot: The Peoples of Southern Nigeria. Londres, t. 2, p. 268.
39 Op. cit., p. 105.
40 Op. cit., p. 72.
41 The Elementary Forms of the Religious Life.
42 “Esquisse d’une théorie de la Magie”, en Année Sociologique, 1902-1903.
43 R. F. Burton : A Mission to Gelele, King of Dahome. Londres, 1864, t. II, p. 88.
44 Dictionaire Fon-Français. Cotonou, 1963.
45 Op. cit., p. 400. ss.

21
ÍNDICE

EL DIOS SUPREMO DE LOS YORUBAS ............................................................................ 2

RESEÑA DE LAS FUENTES, por Pierre VERGER .............................................................................. 2

Fetiches y fetichismos ................................................................................................................... 4

Misioneros y antropólogos ........................................................................................................... 5

Influencia del cristianismo y del islam .......................................................................................... 8

Gran dios, remoto dios................................................................................................................ 10

Acercamiento etimológico a la definición de dios supremo ....................................................... 12

Ache, el poder vital ..................................................................................................................... 16

22

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