Professional Documents
Culture Documents
Un análisis fenomenológico
Alianza Universidad
. Aron Gurwitsch
~ 5 3 . ~
El campo
de la conciencia
Un análisis fenomenológico
Versión castellana
Jorge García-Gómez
Alianza
Editorial
Tltulo original:
The Field of Consciousness
Prefacio ........................................................ 11
Introducción .................................................... 14
1 Este libro apareció por vez primera en versión francesa bajo el título
de Thúorie dw rhump de Iu ronscienre (París: DaclCe de Brouwer. 1957). Dado
el hecho de que el libro fue escrito originalmente en inglés, hemos decidido
hacer esta versión a partir de la edición inglesa que publicara Duqucsne Univcrsity
Press (Pittsburgh: 1964). N. dd Tr.
12 Prefacio
Aron Gurwitsch
o-t
las otras vivencias de una misma persona. --- Y lo que es más aún,
de la conciencia tiene una cierta duración y queda
por lo tanto sujeto a las leyes de la temporalidad[~o hablamos
I
of G s p e c t i v e Psychology»4 a manera d e ataque en contra d e
esta concepción de la conciencia. Según James, hav en la conciencia
' L a k o más que las percepciones de qLe hablara Hume (y que James
denominara ((partes sustantivas»). Además d e las «impresiones» '
y de las imágenes de las impresiones (que Hume llamar; «ideas»),
nos encontramos con - las relaciones entre las partes sustantivas,
con los enlaces de las mismas, con las transiciones de una parte
sustantiva a otra y con «partes transitivasn d e diversa especie.
Hay que aceptar las partes transitivas como constitutivos genuin-
y verdaderos de la experiencia, cuya realidad psicológica o feno&-
nica no es menor que la de las partes sustantivass. D e las partes
transitivas deriva la conciencia su parecido a una -corriente, y
es en virtud de las mismas que la vivimos como algo esencialmente
continuo
---- - y en devenir ininterrumpido6. A través d e todas las
etapadi obra, Ji&s ha defendido la tesis d e la continuidad
de -la experiencia y de su semejanza a una corriente, pero ha
expresado esa posicjón de modos diversos y la ha explorado en
varias direcciones.
Si todo estado o fase mental d e la experiencia se presenta
como ligado a los que lo rodean, es decir, en conexión con los
a Ibíd., p. 259. Cfr. también la p. 636: ((Toda percepción distinta es una
existencia independiente ... la mente jamás percibe que haya relación real alguna
entre las existencias independientes)).
4 Mind, IX (1884). Parte de este artículo pasó a formar parte más adelante
del capltulo sobre «The Srream of Thoughtn d e The Principlcs o/ Pycbo/ogy.
5 Cfr. William James, ?'he PNnciplcs of PIyrhology (New York, 1905). 1, p. 245:
«Si hay tal cosa como un sentir, con la misma seguridad que decimos que existen
relaciones entre los abetos en rerum nafura habrá que decir (y orín con mayor c e r f e ~ a )
que existen /as rensuciones mediante lar cuales conocemos tales relacionen>.
6 Cfr. nuestro artículo intitulado ((William James' Theory of the 'Transitive
Pans' of the S n c l m of Consciousness», PbilosopLy and Pbetymeno/ogicuf Rucarcb,
111 (1943), 7. En ese trabajo hemos puesto de manifiesto la doble función
que las partes transitivas desempeñan en la teoría d e James:ien primer lugar,
son experiencias de la continuidad temporal de la corriente de la conciencia;
1, en segundo lugar, representan toda especie. de.pensamiggto queproceda sin
- .,
imágenes.
Los enlaces de 123 fases de la experiencia 29
- - -- -
estad&-sirnultáncos,~ecedentes --y- sucesivos,
- habrá que preguntarse
si tal vínculo o enlace es siempre-misma - naturdek,
---- De
ahi-xs'-&laces & ~ e n ena& de hechowy de
rado de intjmidgd 7. Estas diferencias son similares
y consisten en ser v-ciones del grado de
de la ~ m g t i y i d a dPor consiguiente,
especies d e enlace en orden ascenden-
te en ~ n jerie a ~nidimension'apTodo posible enlace encuentra sitio
en una sola línea, sin que tenga mayor importancia que esta línea
o serie unidimenskmal sea c o n t i m o n o 3
Recíprocamente, podríamos insistir en la unicidad d e todo esta-
d o mental -en la cual tanto énfasis pusiera Jarnes- y mantener,
por consiguiente, que el modo en quehtado se lipa a los
que lo rodean presenta también el carácter de unicidad. Existirían,
de acuerdo con esto, tantos enlaces como estados mentales combina-
dos haya, siendo estos últimos individualmente diversos entre sí.
Pero aquí no nos importan las diferencias individuales que
puedan existir entre los enlaces y ni siquiera las diferencias d e
intensidad o de grado. Lo que nos interesa es la c ~ ~ t i óden la
posible existencia de diferencias dimensionalej. ¿Se diferencian entre
sí las conexiones entre los estados mentales simplemente por las
variaciones de matiz y de grado d e una misma cualidad? (0
nos encontramos también con diferencias cualitativas? Partierído
del hecho de la unicidad e individualidad d e los estados mentales,
cabe preguntar si los diversos enlaces que experimentamos, n o
obstante sus naturalezas individuales, n o pertenecen a diferentes --
es;pec&. Por esto podemos concebir la posibilidad d e que p e r t e z -
- can a dimensiones, diferentes. Si d e hecho fuera esto así, habría '
que tomar en cuenta no so10 las d'iferencias d e grado sino también
las dimensionales.
7 William James, Ersays in Radical Empiricism (New York, 1912), pp. 44 ss.
30 La organización de la conciencia
1
dada y superpuesta a la conciencia. James se mantuvo fiel a esta
tesis durante toda su carrera.
Durante la primera fase de su evolución, que culminara en
los Principle~of Psycbology, confrontó James la teoría atomística
d e la conciencia del empirismo inglés clásico. Según éste, los
estados mentales pueden ser simples o complejos, aunque la mayoría
d e los que vivimos sean de la segunda clase, ya que están compues-
tos de elementos. Los estados simples o elementales pueden entrar
en combinación, d e modo que, cuando se dan simultáneamente
o en conjunto, surge un estado mental «superior» o más complejo.
N o quiere esto decir, sin embargo, que la ocurrencia simultánea
d e varios elementos dé lugar a que se produzca un$'8%%
mental que sea e~ncialrnent~e ,diy=rso de los elern&& que lo
.f
01.1 .*V C((..,,
r@-
38 La organizpción de la coaciencia ,
12 James, A Plmlistic Unjversu, pp. 282 ss. y p. 288: «Mi actual campo
de conciencia es como un centro rodeado de un reborde que se desvanece
imperceptiblemente hacia un mis allá, inconsciente». El propósito de James,
en este contexto no consiste en separar esferas definidas y diferenciadas. «Empleé
aqui tres términos para referirme a este hecho, pero pudiera muy bien haber
empleado trescientos, ya que el hecho tiene multitud de matices y carece de
limites)). Véase también: Sorne Problernr of Pbilosopby, pp. 49 ss. .
13 James, A PIuralUtic Univerrc, p. 235; véase también: Some Problems of
Pbilosoph_v, pp. 48 y 50.
14 James, A Plnrdistic Univase, pp. 253 ss. y 285.
15 Ibíd., pp. 244 SS.; véase también: Sorne Problems o/ Pbilosophy, pp. 48, 63
SS. y 79 s.
42 La organización de la conciencia
d
E n esto precisamente consisten la actividad selectiva y el carácter
de prominencia 16. En tal proceso, éstos dos factores afectan exclusi-
vamente a los datos sobre los que operan y que traen al centro
de la atención. No por esto adquiere organización alguna la masa
que forman los datos, ya que, cuando el campo d e h conciencia
se articula en virtud del interés selectivo o del carácter de prominen-
cia, la forma característica que debe adoptar la articulación consiste
simplemente en esto: que el campo se divide en dos zonas -la
del centro y la del margen o reborde. Por consiguiente, la especifica-
ción del campo de la conciencia que James lleva a cabo17 no
sólo no contradice la noción que tiene del origen de la organización,
sino que además se sigue directamente de ella.
2. La organización no altera la corriente de la experiencia en
lo esencial, con tal de que le sobrevenga a ésta de fuera. Esto
es evidente en cuanto a lo que la actividad selectiva se refiere,
ya que el énfasis que se adquiere en virtud de ésta no dura más
\de lo que dura el interés mismo. Pero el carácter de prominencia
es también una modificación transitoria: en un momento determina-
21 James, Thr Principlcz of PJychology, 1, pp. 502 SS.; véanse tambibn las
pp. 438 SS.
El origen de h organización 45
HV
Por ahora nos limitaremos a insistir en el hecho de que los
datos se hacen prominentes y surgen de la corriente d e la experien-
cia. Una vez indicada la importancia que el carácter d e prominencia
tiene para el proceso de estabilización d e la separación d e un
dato del seno de una totalidad «sensible», es posible pasar a indicar
el papel que dicho carácter desempeña en la separación original,
aun cuando supongamos que ésta resulte de que la actividad selecti-
va opere al azar. Un sujeto que se enfrente a una totalidad sensible
no articulada puede.querer descomponerla y extraer de ella una
de sus partes, aunque no posea el conocimiento previo de tal
parte. Después de que haya transcurrido un intervalo de búsqueda
actíva y experimentación mental, llega un momento en que ya
no aparece la totalidad sensible no articulada que teníamos con
anterioridad, al ser sustituida por un dato o un grupo de datos
que surgen y se separan del resto. Este cambio real en el aspecto
fenoménico de lo que se da en la experiencia es precisamente
de lo que se trata cuando hablamos del carácter de prominencia.
No importa en absoluto que lo que sobresalga constituya una
sorpresa o sea precisamente lo que el sujeto esperaba y aquello
a cuyo encuentro iba. En otras palabras, la situación que aquí
describimos es parecida a la del sujeto que considera una totalidad
sensible, a fin de ver si contiene datos que correspondan a la
a. El concepto de e s q m a
El concepto central de Piaget es el de esquema. Nos habla,
por ejemplo, de los esquemas d e la percepción, de la acción y
del razonamiento. Define Piaget «esquema» como la cristalización
de los procesos y actividades funcionales en los que priman tenden-
cias opuestas hacia la asimilación y la acomodación. D e estas
dos tendencias, la que predomina al comienzo d e la vida es la
de la asimilación. En esta etapa aparece tal tendencia como una
simple continuación de la función asimilativa que caracteriza la
vida orgánica en cuanto ta128. E n esta temprana fase del desarrollo,
la asimilación y la acomodación, aunque sean tendencias opuestas
entre sí, sólo se distinguen a duras penas. E n el curso del desarrollo,
estas tendencias se afirman según su naturaleza específica y se
diferencian paso a paso. Además de esta diferenciación gradual,
puede notarse el hecho de que una nueva relación entre las dos
tendencias supera el antagonismo inicial. E n vez d e contraponerse,
tales tendencias se complementan cada vez más, hasta que por
fin un genuino equilibrio se establece entre ellas. Al nivel d e
la concepción y la reflexión, sobre todo en la forma tan elaborada
que se alcanza en el pensamiento científico, el equilibrio se pone
de manifiesto en la mutua dependencia, la coordinación y la correla-
ción entre la deducción (la asimilación) y la experimentación
(la acomodación).
La actividad mentai se hace patente mediante los múltiples
esquemas a que da lugar y en los cuales se encarna durante el
proceso en que se forma, organiza y transforma. Los esquemas
participan de la naturaleza de esta actividad, en tanto y en cuanto
son los productos cristalizados d e la misma. Por una parte, los
esquemas tienen la capacidad de acomodarse a los datos externos;
por otra parte -y esto es lo más característico de los esquemas-,
manifiestan una tendencia asimiladora y una potencia con respecto
a los datos externos29. No sólo se aplica cada esquema a todo
lo que se encuentra, sino que aquél muestra la tendencia a incorpo-
94 Ibid., p. 143.
Ibid., pp. 195 S S .
38 Wolfgang Koehler, Infelligen~prüfungenun Menscbenaf/cn (Berlín: 1921),
pp. 26 s.
37 Véase el análisis que Piaget hace en el capítulo 2 de La nüissunce de
finfelligcnce c h e ~fenfant sobre la formación de la coordinación intersensorial
desde el punto de vista de la mutua asimilación y acomodación de los esquemas.
El origen de la orginización 53
57 Cfr. Piaget, La naissana, pp. 299 ss. y 334 s. en torno a este tipo de
adquisición.
64 La organizaci6n de la conciencia
58 Cfr. Piaget, Lo construttiondu riel cbcx fcnfunt, pp. 177 SS. Podemos aprender
mucho del análisis que hace Piaget de la relación que existe entre dos objetos
que se encuentran uno arriba del otro. El niño es incapaz de entender y
ni siquiera de percibir esta relación mientras los objetos sean experimentados
como componentes esenciales del contexto de acción que se refiere fundamental-
mente a la actividad apropiada del sujeto. Al mismo tiempo que se liberan
los objetos de la percepción de toda referencia a la actividad del sujeto, se
hace comprensible la susodicha relación, ya que, a partir de ese momento,
los objetos entran en relaciones espaciales que son independientes de la actividad
apropiada del sujeto. Esta liberaci6n -que tiene que ver con las relaciones
espaciales (Ibid., cap. 2, (j (j 3 y 4), con el concepto de objeto (IbY., cap. 2, jj ji
3 y 4) y tambiCn con el de causalidad (lbtíf., cap. 3, jj (j 3 y 4) -implica que ha
tenido lugar una reestructuración integral y una transformación completa del
mismo «mundo» en que vive el niño.
59 Cfr. Segunda Parte, 4 jj 3a y 3b, donde presentamos el análisis de la
experiencia pasada (en cuanto condición de la presente) según la teoria de
la forma.
El origen de la organización 65
71 Cfr. Ralph B. Perry, The Tbowgbt and Character of William Jamer (Bos-
ton: 1935), 11, pp. 586 y 590.
72 En nuestro trabajo intitulado c(Wi1liam James' Theory o f the 'Transitive
Parts' of the Stream of Consciousness», loc. cit., 4 2, hemos demostrado que
no es posible explicar la experiencia de la temporalidad a partir de la concepción
que Hume tiene de la conciencia.
El origen de la organizaci6n 69
en cuenta los problemas que tengan que ver con las condiciones
en las que, en un caso determinado, se d é una forma d e organización
u otra75. Por último, hay que considerar las leyes que gobiernan
la organización y los principios generales en que éstas se fundan.
Esta última investigación se refiere por igual a los datos fenoméni-
cos y a los procesos fisiológicos7~.
A base del concepto de organización como característica origina-
ria de la conciencia, nos es posible plantear el problema de las
diferencias típicas o dimensionales que existen entre las conexiones
de los estados mentales77. Es evidente que las diferencias de que
se trata son las que .existen entre las formas típicas según las
cuales de modo inmediato experimentamos los hechos de la con-
ciencia en cuanto organizados en sus relaciones mutuas.
Esto nos permite formular el problema de una manera más
precisa. Nuestro propósito no consiste ni en enumerar los diversos
tipos posibles de formas de organización ni en establecer siquiera
las diferencias cualitativas que existan entre ellos. Queremos más
bien aventurarnos a sostener la tesis d e que un modelo formal y
universal de organización se da en todo campo de la conciencia inde-
pendientemente del contenido. E n todo campo de la conciencia
hay tres regiones o dimensiones. E n primer lugar, está e/ tema,
o sea, aquello con lo que se entiende el sujeto, lo que en un
momento dado ocupa el centro de su atención y absorbe su interés
y en lo que concentra su actividad mental. E n segundo lugar,
tenemos el campo temático, que se define por la totalidad de los
hechos compresentes con respecto al tema y que experimentamos
como pertinentes al mismo. E n tercer lugar, aparece el margen,
que abarca todos los hechos que, aunque también se den con
el tema, no le son materialmente pertinentes. Haremos lo posible
por señalar el tipo de organización que caracteriza cada una de
estas regiones y que funda por igual las conexiones entre los
datos de una región determinada y las relaciones d e la región
. , m
6 Ibid., p. 256: «...un elemento nuevo que de manera semejante flota sobre
aquel coniplejo ...»
7 Ibíd., pp. 285 y 287. El mismo von Ehrenfels reconoce que debe a hlach
ciertas sugerencias que le encaminaron a su propio descubrimiento (Ibid.,
pp. 249 SS.).Cfr. Ernst Mach, Die .4lrab~edcr Empfind~ngen,pp. 87 SS. y 232 SS.
R von Ehrenfels, loc. cit., pp. 285 SS.
76 La organización de la conciencia
lbid., pp. 235 SS. Cfr. Sr. Wimsek, Grnndlinicn dcr Plychlogie (Leipzig : 1308),
pp. 230 SS. James razonó de modo similar en torno a a t a cuestión, pues afirma
que «la idea de a + la idea de b no es idkntica a la idea de (a+ b)o> (The
Principlcs o j P g r h o l o ~ ,1, p. 161) y «los enjambres que forman los ejemplares
de una misma 'idea1» no son «lo mismo que el pensamiento de 'todos los elementar
poliblc~' de una clase» (lbid., p. 447). Véanse también las pp. 498 SS. en cuanto
a la experiencia de la diferencia, las pp. 628 SS. en lo que se refiere a que
«L1nasucesión de renfimientos en sí nirma no es un sentimiento de zncuidn» y la p. 196
sobre la diferencia que existe entre «el pensamiento de la identidad repetida
del objeto» y «la identidad del pensamiento de la identidad que se repite*
y en torno a la que hay entre «la percepción de la multiplicidad, la coexistencia
y la sucesión» y la de «una multiplicidad, coexistencia o sucesión de percepciones*.
Véase además: J. Ward, Psychological Principler, pp. 86 SS.: «... una diferencia
que esista entre las presentaciones no es lo mismo que la presentaci6n de
esa diferencia como toln.
21 Cfr. Findlay, op. cit., pp. 95 y 138 ,SS.
22 Meinong, nUeber Gegenstinde hohcrcr Ordnung ...n, Ioc. cit., 1, 4 6.
80 La organizmción de la conciencia
"
bere: 1910). P. 305.
~ e i n o i «Ueber
~, ...
Gegenstande hoherer Ocdnung n, Ioc. cit., p. 204.
40 Witasek, ~Beitragezur Psychologie der Komplexionenn, Ioc, cit., pp. 412 ss.
84 Ln organización de la conciencia
41 Witasek, Pychlogie dcr Ranmwutnebmnng des Auges, pp. 2% SS. Para ver
otros ejemplos, consúitese: Benussi, «Ueber die Motive der Scheinkorperlichkcit
bei umkehrbaren Zeichnuneen. loc. cit., PP. 391 SS.
42 Tanto Witasek en s u u ~ & c h l o g i e ~ d
Raimrwahnebmnng
~ des Angcs (p. 304)
como Benussi en su ~Ex~erirnenteiics ueber Vorstellunesinada~uatheit»(Ztit-
t Psycbologie, X L I ~[1906], i, p. 34 y ii, pp. 188 y216) ponen de rllieve
~ c b r i ffk
la constancia de la sensación en virtud de la constancia de los estímulos (o
sea, «la hipótesis de la constancian).
43 Benussi, «Expaimentelles ueber Vorstellungsinadaquathei~~, loc. cit., i.
pp. 22 SS.
44 Benussi, ~Gesetzeder inadaquaten Gestaltauffassungn, loc. cit., 5 1. De
modo análogo, había mantenido Helrnholtz que ninguna característica perceptiva
que esté sujeta a cambio o a superación mediante un acto de interpretación
puede ser un dato sensible auténtico. Cfr. h b n d b ~ ~dcr h p~siologisc/JcnO p t i k ,
2a. ed. (Hamburgo y Leiptig: 1896), pp. 6 1 0 s .
45 Cfr. Witasek, ~Beitragenur Psychologie der Komplexionen». loc. cit.,
p. 426.
48 Benussi, «Zur Psychologie des Gestalterfassensn, op. cit., 8 2.
El agrupamiento y la organización de los datos sensibles 85
57 Cfr. Benussi, ((Zur Psychologie des Gestalterfassens)), op. cit., $ 19; Amese-
der, «Ueber Vorstellungsproduktion», op. cit., 11, p. 8 ; Witasek, P~chologieder
Ruumwahrnehmung des Auges, pp. 313 cs.
* En su ~Gesetzeder inadiquaten Gestalterfassung)) (loc. cit.), Benussi,
ha dado un resumen de su labor experimental en torno a las ilusiones óptico-geo-
métricas. Véase también: Witasek, «Ueber die Natur der geometrisch-optischen
Tauschungew, Zeitschrift fM Pg'cbologie und Piysjolo~eder.Tinnesor~anc,X I X ( 1 899).
88 La organización de la conciencia
59 Cfr. Husserl, Philoorophir der /IriflJmcfik, pp. 219 SS. Para un resumen
claro, condensado y digno de coníianza, consúltese: M. Farber, T h F o ~ d f i o n
of Phenomenology (Cambridge, Mass.: 1943), c. 2.
El agrupamiento y la organización de los datos sensibles 89
70 Stumpf, op. cit., 11, pp. 101 s. ; véase también: ~Erscheinungenund psychis-
che Fun k tienen)), A bhndlunfin- der Kll. - Preussiscben /l&den/ie dcr Wissenscl!en
(Berlín: 1906), p. 19.
71 La tesis de que las sensaciones y las diferencias y las relaciones entre
las mismas puedan ser experimentadas sin darnos cuenta de ello la ha propuesto
Stumpf independientemente de su teoría de la Vcrscbnrrlpung. Cfr. infro, pp. 148 SS.
7 2 El que nos demos cuenta de una pluralidad de notas no implica que
hayamos reconocido o identificado las notas que se distingan. Cfr. Stumpf,
Tonpsychologie, 11, pp. 7 SS.
73 Stumpf, Tonpsycho/ogie, 11, pp. 127 s.
74 Ibid., p. 129. E n vista del significado especial que el término Verschmel~ung
tiene para Stumpf. hemos decidido utilizarlo en alemán y no l o hemos, por
tanto, traducido por ctfusióm, que en general es un vocabio empleado para
referirse a un proceso.
75 lbid., p. 353.
76 Si mediante el análisis desaparecieran ciertos rasgos fenomknicos que
ya hubieran aparecido con anterioridad, habría que conduir que tales rasgos
no se debían a la Vcrschmelpung. U n caso típico es el del timbre, que existe
--nos dice Stumpf (Iba., pp. 528 SS.)- sólo si no tiene lugar análisis alguno
El agrupamiento y la organizaci6n de los datos sensibles 99
86 Husserl, op. cit., p. 231; véase también la p. 225: «Cada elemento podría
existir por separado de la misma manera en que lo hace en el conjunto; no
recibe pues ninguna característica positiva nueva por hallarse en conjunción
con otros elementos)).
87 Husserl, Logircbe Unterruchungen, 11, iii, §$21 s. (De ahora en adelante,
nos referiremos a esta obra mediante Log. Unt.). Cfr. Farber, op. cit., cap. 10.
88 Husserl, Log. Unt., 11, iii, 14. Cuando formulamos imposibilidades tales,
no nos referimos a cuestiones de hecho sino --como veremos de inmediato-
a necesidades ideales y esenciales. Ibid., $ 7 .
102 La organización de la conciencia
80 Cfr. Husserl, Log. Unt., 11, iii. 6 4 en torno al anáíisis que hace de
«los contenidos dependientes». Aqui sigue y elabora Husserl la presentación
que Stumpf hiciera de este concepto en Ucbcr den plycbologischcn Ursprung dcr
Raumvorstcffung (Leipzig, 1873), pp. 108 SS.
00 Husserl, Log. Unt., 11, iii, $ 22. Meinong se opone a esta posición y
acude a factores contingentes del pensamiento a fin de explicar la conexión
(Cfr. supra, pp. 77-8, n. 14). Como vemos, Husserl refiere la dependencia que
estudiamos a la esencia d J objeto pensado y a las leyes ideales a priwi que
se fundan en dicha esencia. Tales leyes formulan las condiciones necesarias
del objeto en cuestión, o sea, las condiciones sin las cuales el objeto no podría
ser lo que es. En cuanto al método empleado en el establecimiento de tales
leyes, véase la Tercera Parte.
El agrupamiento y la organización de los datos sensibles 103
PRINCIPIOS DE LA TEORÍA
DE LA FORMA
Capítulo 1
PRINCIPIOS DE LA TEORÍA DE LA FORMA
15 Estas circunstancias son las siguientes: que todos los estimulos entren
en acción simultáneamente o que el sujeto dirija su atención a la totalidad
de la figura.
18 Las condiciones de que se trata son las de la separación real o las de
la mental. Cfr. Koffka, «Zur Grundlegung der Wahrnehmungspsychologie».
IOC. cit., p. 26 s.
17 James, Tba Principies of Psychology, 1, pp. 196 SS.; vtanse tnrnbikn las
pp. 170ss. y la npta a la p. 521.
116 Principios de la teoría de la forma
" Cfr.
Ibfd., pp. 510SS.
rnpra, pp. 54 SS.
1.a teoria de la forma 121
Cfr. s n p ~ pp.
43 , 120ss.
Piaget mantiene la tesis opuesta. Cfr. Piaget, op. cit., p. 393: «Toda percep-
44
ción nos aparece en cuanto... organi~aciónmás o menos rápida de datos sensibles...»
El énfasis es nuestro.
45 Cfr. snpra, pp. 45 SS.
La teorla de la forma 125
49 Véase a tenor de esto el ejemplo que examinara Koffka, loc. cit., pp. 506 SS.
La teoría de la forma 127
las distancias entre los miembros de los pares, o sea, las distancias
interiores de cada conjunto (v.g. al-bl, az-bz, etc.) que presentan
los rasgos fenomínicos ya indicados; en segundo lugar, hallamos
las distancias que separan a los pares entre si, o sea, las distancias
exteriores entre los conjuntos (v.g. bl-az, bz-a3, b3-aq, etc.). Son
estas últimas puros hiatos que se dan entre los pares. Su función
se limita a separar a los pares entre sí, pues carecen de todo
significado en lo que se refiere a la organización y a la constitución
interna de los paresse. Si se presentaran en sucesión los miembros
de los pares, en vez de hacerlo simultáneamente, se darían distancias
de índole temporal. En cuanto a su aspecto fenoménico, sin embar-
go, hay poca diferencia entre los intervalos o distancias de índole
temporal y las distancias de naturaleza espacial. La experiencia
del ritmo puede ocurrir fácilmente en tales condiciones. Al investi-
gar esta clase de experiencias, Koffka hizo que los observadores
presenciaran ciertos estímulos ópticos que se presentaban sucesiva-
6. El significado funcional
a. El concepto de estructura (Gestalt)
Los análisis anteriores nos han hecho ver los aspectos, caracterís-
ticas y rasgos fenoménicos que presentan los datos perceptivos,
en virtud de su integración a cierta contextura estructural o a
un campo organizado de estructura específica y con respecto a
la misma. E n los casos que examinara Rubin, el aspecto fenoménico
'carácter de miembro', o sea, del lugar que ocupen en el todo; lo que esencialmen-
te son se deriva del todo del que son miembros.
Consúltese también: Wcrtheimer, «Untersuchungen zur tehre von der
Gestalb, loc. cit., ii, p. 329.
La teoría de la forma 147
7. De la comparación sucesiva
a. La paradoja de Stumpf según KofJXa
Continuemos con nuestra labor de aclarar el concepto de signifi-
cado funcional y de establecer su valor teórico. Para esto pasemos
ahora a examinar la interpretación que hallamos d e la paradoja
de Stumpf en la teoría de la forma.
Es posible seleccionar tres valores (v.g. a, b y c) d e la frecuencia
de vibración del aire que correspondan a tres sensaciones, d e
modo tal que las notas A, B y € en cuestión cumplan el siguiente
requisito: que si bien A y C se diferencian claramente, no es
posible, sin embargo, distinguir ni A de B ni B de C. La paradoja
se expresaría, pues, así: aunque A = B y B = C, A # C. Con el
propósito d e resolver esta paradoja%, parece a Stumpf necesario
suponer que tanto A y B como B y C no sean iguales de hecho,
aun cuando se dan como tales. Teniendo presente que A, B y
C son sensaciones (o sea, datos de la experiencia y n o estímulos),
debemos aceptar -según nos dice Sturnpf- la existencia de Las
diferencias experimentadas entre ellas. No notaremos, empero, tales
diferencias, aun cuando concentremos la atención al máximo. N o
sólo pueden ser los estímulos distintos entre sí sin que experimente-
Ibid., 1, pp. 33 SS., 50 SS. y 379 s.; 11, pp. 326 y.438.
97 Ibid., 1, pp. 34 SS.
Ibid., 11, pp. 31 S S .
89 Koffita, ((Problemeder experirnentellen Psychologie», Die Nutw~~iss~nschu~
ten, V (1917), pp. 2 SS. y 25 SS.; ((Perception: An Introduction to tbe Gestalt-
Theory)), loc. cit., pp. 537 SS.
150 Principios de la teoría dc la forma
coltada por «las partes transitivas)) sino que además será modifica-
do por éstas. Esta última es una afirmación del propio JameslOg
quien, d e esa manera, parece haber ya formulado por anticipado
una de las tesis fundamentales d e la teoría de la forma.
Si examináramos esta cuestión más de cerca, pronto descubriria-
mos, sin embargo, que el acuerdo entre la noción de James y
la teoría de la forma es más ilusorio que real. Veámoslo:
1. James caracteriza la sensación de diferencia como una expe-
riericia específica distinta d e la de los términos y que se da además
de éstaloQ.James presenta la secuencia de 1.0 el m, 2.0 la dyerencia
y 3.0el n-en-cuanto-diferente-deh como la de «tres 'segmentos' ordina-
rios de 'la corriente' mental»llO. A pesar d e la continuidad que
existe entre ((segmentos))tales, se mantienen éstos en su diversidad
(o sea, la del segundo con respecto lo mismo al primero que
al tercero). E n la teoría de la forma, no encontramos -por el
contrario- una explicación del fenómeno de la variación d e nivel
a partir de experiencias especiales, ((impresiones accesorias» o asen-
saciones de transición»lll. Pero es evidente que la sensación d e
diferencia de que hablara James habría que contarla entre tales
impresiones accesorias de índole especial.
2. Según James, la función de las partes transitivas d e la
corriente de la conciencia consiste en guiar al sujeto de la experien-
cia de una parte sustantiva a la siguientell2. Al experimentar
la sensación de diferencia -que es una de esas partes transitivas-,
el sujeto pasa del primer término al segundo. Se experimenta
A Q
Frc. 7.
(v.g. la fig. 8), la presencia d e la figura a en la figura A se
hace patente fenoménicamente. Que la fignra a se oculte o se
haga patente no depende en absoluto, como es evidente, d e que
nos sea familiar o no. E n realidad, tanto la E como el 4 nos
son igualmente familiares. Lo que se presenta depende únicamente
de que, en el caso dado, los significados funcionales d e las líneas
de la figura a hagan sólo mutua referencia o d e que se refieran
también a los significados funcionales d e lineas que no jueguen
papel alguno en la constitución d e la figura a.
A * Frc. 8.
Existe una dependencia recQroca completa entre todos los consti-
tutivos o partes de una contextura estructural determinada, debido
a que a cada parte de la misma la modifica y la define el significa-
d o funcional que posea y en virtud del hecho d e que el significado
funcional d e cada parte se refiere esencialmente a los significa-
dos funcionales de las otras. A fin d e integrarse en una contextura
de Indole estructural, un constitutivo debe existir en un cierto
. lugar d e dicha contextura y debe poseer una función determinada
en la misma. Esto significa, a s u vez, que el constitutivo precisa
La teoría de la forma 161
193 Para una presentación de los procesos fisiológicos dinámicos que sirven
de base a la separación fenoménica, véase: Koffka, op. cit., c. 4 y pp. 438 ss.
134 Cfr. snpra, pp. 137 SS.
166 Principios de la teoría de la forma
Cfr. infru, 4 1l .
1%
Bergson; Ersoi JW I ~ Jdonnéer immédiater de 10 conrcicnce, 68a. ed. (París:
1%
Presses Universitaira de France, 1948), p. 65.
La teoría de la forma 167
141Ibíd., p. 72.
142Ibid., pp. 82 SS.
1 4 3 Ibid., p. 75. Véase también la p. 77: «...[las] sensaciones se agregarían
dinámicamente unas a otras y se organizarían entre si ... la duración pura pudiera
muy bien no ser otra cosa que una sucesión de cambios cualitativos que se
funden y compenetran sin que pueda establecerse ningún contorno definido
entre ellos y sin que presenten tendencia alguna a expresarse unos a otros...»
La teorfa de la forma 169
16s Wenheimer, «Untersuchungen zur Lehrc von der Gestaltm, loc. NI., ii.
Véase también: Koffka, Principle~o/ Gertalt P~chology,pp. 164 SS. Si en orden
ascendente se diera un factor tras otro, tendriamos que el que jugara primero
su papel predominarfa sobre el siguiente, en el caso d e que la situación fuera
la de la competencia entre ellos.
1" Merleau-Ponty, Phinominologie de la pcrccption, pp. 23 SS. Al criticar la
explicación de los fenómenos psicológicos mediante el principio d e causalidad
(pp. 137 SS.), llega Merleau-Ponty tan lejos como a sustituir los conceptos d e
causa y condición por el de motivo. E n torno a su análisis d e la convergencia
y de la magnitud aparente en cuanto motivos y no como condiciones de la
percepción d e la profundidad, vtanse las pp. 296 ss. y también las pp. 58 SS.
La teoria de la forma 179
la@ Véase el informe de Koffka sobre los resultados experimentales (op. cit.,
pp. 141 SS.).
170 W. Fuchs, ~Untenuchungen über das Sehen der Hemianopiker und
Hemiamblyopika. 11. Die totalisierende Gataltauffassung», P~cbologiscbeA n o b -
srn birnpofbologislba Falle onf Grund pon Untersncbwtgen Hirnuer/e~/erV , ed. A.
Gelb y K. Goldstein, Zeitscbrift f . P~chologie,LXXXVl (1921); véase el breve
infotme que hace Koffka sobre a t o (op. cit., pp. 146 SS.).
La teoría de la forma 181
171 Cfr. Koffka, op. cit., pp. 449 SS. Seria muy útil comparar la explicación,
a base de ley de la continuación apropiada, que propone Koffka, de los movimien-
ros musicales entrelazados (op. cit., pp. 434 SS.) con el análisis que Witasek
hace del mismo fenómeno (Cf. «Beitrage zur Psychologic der Komplexionenn,
loc. cit., pp. 142 SS.).
Tercera parte
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
D E LA FENOMENOLOGÍA CONSTITUTIVA
Capítulo 1
CONCEPTOS FUNDAMENTALES
DE LA F E N O M E N O L O G I A C O N S T I T U T I V A
d
la form fueron llevados a cabo dentro d e un marco psicológico.
Hasta a ora no nos habíamos preocupado d e problemas filosóficos
en el sentido estricto del término ni tampoco de la fenomenologia
y, no obstante ello, llevamos a cabo tales análisis psicológicos
con el propósito d e llegar a formular una teoría fenomenológica
de la conciencia. E n la Cuarta Parte de esta obra, por ejem-
plo, emplearemos el concepto d e coher- c~hesi,on.- e s u a
1- y otras nociones afines, con el objetivo d e &r expresión
a la teoría fenomenológica de la percepción. En la Quinta Parte,
emprenderemos el análisis de tipos de organización que no puedan
reducirse al de la coherencia o cohesión estructural. Este tipo
d e investigación será de naturaleza y alcance fenomenológicos.
Es precisamente ahora que hemos llegado a un nivel del análisis
donde se puede pasar d e emplear el punto d e vista psicológico
a adoptar el fenomenológico. Debido a esto, no nos quedará
186 ' Conceptos fundamcnrales de la fenomenologia constitutiva
. /'1 '
2kI
---.-.----.____ .- .- .- -
...A
duda se sigue con mayor evidencia del hecho d e que la veo que yo sea o
que yo mismo exista ... si juzgo que la cera existe debido a que la toco, s e
seguirá también lo mismo, o sea, que existo, y, si hago idéntico juicio penuadido
por la imaginación o por cualquier otra causa. legaré siempre a la misma
conclusión. Y lo que he dicho aquí sobre la cera puede aplicarse a todas
las demás cosas exteriores o que se encuentren fuera d e mi ... si la noción
y el conocimiento que tengo d e la cera parecen tener mayor nitidez y distinción
una vez que me ha sido puesta ésta d e manifiesto n o sólo por la vista o
'el tacto sino también por muchas otras causas, con cuánta mayor evidencia,
distinción y nitidez no deber6 ahora conocerme a mi mismo, puesto q u e r ~ r l (
las.,.razones que m e permiten conocer y concebir la naturaleza d e la cera o
de otro' cüiipo cualquiera establecen d e modo mucho más fácil y evidente
la naiüraleza de mi mente; .. . '
e@tencia de otros
.- --.e
3. La reducción fenomenológica
Mediante la reducción fenomenológica, la creencia en la existen-
cia «se pone fuera de juego», «no se emplea», «se coloca entre
paréntesis» o «se suspende»l6. No se niega ni se duda de la existencia
del mundo, y ni siquiera se acepta ésta como existencia meramente
probable en vez de cierta. La duda, la negación, etc., serían,
pues, modalizaciones de la creencia en la existencia y no su suspen-
sión. Hablando con rigor, la reducción fenomenológica n o se
r&ere a la creencia misma en la existencia o al carácter existencia1
que presentan el mundo perceptivo y h s cosas percibidas. Atañe
más bien a la actitd del fenomenólogo con respecto a la creencia
en la existencia. En este sentido, pod&os considerar perfectamente
la reducción fenomenológica como un recurso metodológico que
sirve para llegar a un conocimiento filosófico que sea radical
y que se justifique radicalmentel?. Toda cosa percibida que se
tome en la actitud natural como existente real continuará siendo
tomada así una vez que la reducción fenomenológica tenga lugar.
Esto es válido para el mundo perceptivo en su totalidad, el cual
se presenta en cuanto existente y como mundo real. E n la actitud
natural, se acepta simplemente la creencia en la existencia, y por
lo general se hace esto d e modo implícito y no reflexivo. Mediante
la reducción fenomenológica, nos negamos a aceptar dicha creencia;
14 Merleau-Ponty. Phinominofogic de fa perception, «Introducción».
15 Cfr. infra, tj 4.
16 Husserl. Ideen, $ 8 31 SS. y Sección 11, c. 4; Farber. op. cit., 526 SS. Véase
también la clarísima presentación que de esto hace A. Schütz en su artlculo
intitulado «Some Leading- Concepts of Phenomenologyn, Social Rcsearcb, XII
(19451, ui.
17 En lo que se refiere a la diferencia entre la posición de Farber y Ir
nuestra en torno a la fenomenologia trascendental. Cfr. Farber, op. cit., pp. 561
ss. e infia, pp. 262 SS.
194 Conceptos fundamentaics de la fenomenologia constitutiva
en dar razón d e las cosas reales a base de las cosas tal y como
las experimentamos y mentamos y en tanto y en cuanto correspon-
den a los actos intencionales y se dan en la presentación perceptiva
actual, o sea, en función de los nóemas perceptivos. E n otras
palabras, nos vemos llevados así a tratar d e los problemas mismos
que -según ya tuvimos ocasión de decirm- surgen para la feno-
menología.
Merleau-Ponty también señala que una orientación consistente-
mente descriptiva que se adopte en psicología conlleva la «actitud
trascendental»sl. Aun cuando parta d e los objetos y los hechos
físicos tal y como son en sí mismos y tome a las cosas perceptivas
en cuanto productos causales finales, el psicólogo no puede evitar
la consideración de tales cosas perceptivas y del mundo perceptivo
en su totalidad tal y como aparecen a la conciencia y le es imposible
dejar de tomarlos en cuenta. Debido a su orientación descriptiva,
el psicólogo se ve abocado al problema recíproco, o sea, al que
consiste en saber cómo se tiene acceso al mundo objetivo tal y
como es en sí mismo a partir del mundo tal y como aparece en la
experiencia perceptiva, o sea, a base del único mundo que nos es
familiar de modo inmediato. «Una psicología se ve siempre arras-
trada hacia el problema d e la constitución del mundo ... el campo
fenoménico se convierte en campo trascendental)). Merleau-Ponty
formula correctamente el programa d e la fenomenologia trascen-
dental tal y como pudiera cumplirse si la reflexión psicológica se
llevara a cabo radicalmente. Empero, según Merleau-Ponty, el pro-
blema trascendental se refiere tan sólo a la constitución del mundo
objetivo en sí o del ((mundo verdadero y exacto,, (monde vrai et
exact), a base del mundo pre-científico y pre-objetivo tal y como
aparece en la experiencia perceptiva inmediata, en tanto y en cuan-
to es dicho mundo a la vez previo y necesario para todo intento d e
transformar algo en tema y para toda reflexión posible32. N o plan-
tea Merleau-Ponty problema trascendental alguno en lo que se re-
fiere a la constitución del mundo pre-objetivo. Por el contrario, lo
5. El nóema perceptivo
37H usserl, Dic Krisis der ewopaiscben Wis.rcn.rcboften nnd dje trans~arrdcntale
Phüiromcnologic, $ 5 9 SS. Ha expuesto aquí Husserl los problemas que conlleva
la existencia misma de la física moderna (o sea, de la flsica desde el tiempo
de Galileo) y ha demostrado que la idea de la fisica moderna ha servido
de motivación a la idea de una psicología naturalista.
38 Cf. Cuarta Parte, c. 1, $8 1 s.
204 Conceptos fundamentales de la fenomenología constitutiva
percepción
. , y así sucesivamente. Debemos tener en cuenta el hecho
de que toda percepción actual, debido a su carácter unilateral,
hace referencia a percepciones ulteriores. O más correctamente:
una percepción determinada encierra referencias a aspectos que
la cosa podría presentar, pero que de hecho no presenta en la
percepción del momento presente. Tendremos ocasión de ver que
tales referencias -las cuales se encuentran en toda percepción-
pueden presentar un carácter más o menos indeterminado, aunque
siempre se hallen especificadas y esbozadas en lo que a estilo
y tipo se refiere39. En la descripción de un nóema perceptivo
particular, debemos incluir todas las cualidades, las propiedades
y los atributos de la cosa percibida que jueguen algún papel en
la percepción individuál de que se trate, ya sea que la propiedad
en cuestión se dé en la experiencia sensible directa o que sólo
haya en ésta una mera referencia a ella. Por otra parte, no podemos
permitir que entre en la descripción de una nóema perceptivo
propiedad o cualidad alguna -aunque en realidad pertenezca a
la cosa percibida-, a menos que de hecho figure en la percepción
individual de que se trate*. E n el segundo capitulo de la Cuarta
Parte nos ocuparemos más atentamente del análisis de la estructura
interna del nóema perceptivo y examinaremos en más detalle estas
cuestiones. Por ahora, nos limitaremos a definir el nóenta perceptivo
como la cosa percibida exacta y exclurivamente en cuanto se halla ante
la conciencia del 5qef0 de la experiencia mediante un acto individua/
\
'
39 Ibíd., c. 2, § 3.
40 lbíd., C. 2, 8 2.
Conceptos fundammtda de la fenommologia constitutiva 205
I
percibida, la tiene a la vista y la aprehende, o, como pudiéramos
decir también, se le convierte en objeto intencional según la modali-
dad especial y privilegiada de la aprehensión perceptiva y presentati- ,
va. Es con respecto a la apariencia de la cosa percibida según :
-una modalidad particular y específica de la presentación (o sea, i
mediante el nóema perceptivo o sentido y significación de la percep-
ción) que el sujeto de la percepción experimenta un acto específico
y determinado de aprehensión perceptiva. El sentido, la significa- '
ción y el significado no se refieren a rasgos o constitutivos reales
del acto de la percepción sino, por el contrario, a una unidad
ideal objetiva similar al significado de los símbolos.
Cuando decimos que el nóema posee la naturaleza de un significa-
do, tomamos este último vocablo con un sentido más amplio que
el que suele tener. El empleo del término «significado» suele limitar-
se al de significado de los símbolos. El sentido más amplio con
que utilizamos el término encuentra su justificación no sólo a
base de la muy sucinta caracterización de la percepción como
acto intencional que acabamos de hacer, sino también a partir
de los argumentos que propone Husserl a fin de establecer que
el significado -tomado ahora en sentido estricto y propio y en
cuanto ente ideal y objetivo- también se aplica a los nóernas
perceptivos. En verdad, la distinción que hemos hecho entre el
nóema perceptivo y una pluralidad indefinida de actos perceptivos
que correspondan a dicho nóema sigue muy de cerca la diferencia- :
ción que Husserl estableciera entre el significado de la proposición
y los múltiples actos de pensamiento, juicio y planteo, mediante los I
cuales se aprehende el significado de la proposición48.
50 Ibid., $ 9 91 y 130.
511Ibid., pp. 209 y 213.
60 Husserl, Log. Unt., 11, 1, pp. 411 ss.
Conceptos fundamentales de la fenomenologia constitutiva 21 1
61 Husserl. b g i k , 6 16 a.
62 Husserl, Log. Unf., 11, 1, pp. 54 SS. y 372 S ; iii, 5 12; Farbtr, op. cit.,
pp. 231 SS.,234 s. y 341 s.
212 Conceptos fundamentales de la fenomenologia constitutiva
6s Cfr. Husserl, op. N:., 11, i, (i 14 y vi, c. 1; Farber, op. cit., p. 230 y
c. 13 A.
Conceptos fundamentales de la fenomenologia constitutiva 213
66 Husserl, Idem, p. 196: «No llegan [los que se cierran la entrada a la 'con-
ciencia de algo' porque no son capaces de aprehender la vivencia intencional], en
lugar de vivir en la percepción, vueltos a lo percibido, considerándolo y teori-
zando sobre ello, a dirigir la mirada más bien al percibir, o a las peculiaridades
del modo de darse lo percibido ...» (Idea relativa a una femmenologia p m y unu fi/o-
sojLafemmenoldgra, trad. J . Gaos, México: Fondo de Cultura Económica. 1949, p.
212).
67 Cfr. supra, pp. 182 s. N. de/ Tr.: A menudo, hemos empleado «mención»,
ementam, «lo mentado» y formas afines o de la misma familia de palabras
para traducir los equivalentes que el autor usa para expresar los términos
Meinung, mmcin, Ccmeint~y otros semejantes que Husserl utiliza al formular
su pensamiento en torno a la noción fenomenológica de intencionalidad. En
esto hemos seguido a Gaos. Cfr. Ideen, 111, c. iii. 5 95, p. 199; Idea$, p. 233.
Iba., 124; Ideas, p. 297.
68 Cfr. Husserl, Ideen, pp. 278 ss.
69 G. Berger, Le rogito danr la pbiiosopbie de H u ~ ~ e r(París:
l 1941), p. 96.
Conceptos fundamentales de la fenomenologia constitutiva 215
72 Cfr. Husscrl, Log. Unt., II., 1. pp. 421 ss. e Ideen, 3s 43, 52 y 90.
78 Cfr. infia, pp. 250 S., 257 SS. y 264 S.
74 Cfr. Cuarta Parte, c. 2. $8 1, 3 y 7 b.
Conceptos fundamentaics de la fenomenologia constitutiva :2173
;
84 Ibíd., 1, pp. 196 278: «Siempre que tratamos mediante la introspección
de describir uno de nuestros pensamientos. tenemos la inveterada costumbre
de perder de vista el tal y como es en si mismo y de hablar
. de otra cosa. Describimos las cosas que le aparecen al pensamiento y describimos
otros pensamientos acerca de esas cosas -precisamente como si éstos y el
pensamiento original fueran lo mismo».
Conceptos fundimcntales de la fenomenologia constitutiva 219
102Husserl, Ideen, 7.
103Ibid., $8 2 y 16. Aqui no tenemos en cuenta la región «formal» o
«analitica», es decir, la que Husserl llama «lógica apofántica* y «ontología formal».
En lo que a ésta se refiere. vCase e1 4 10 y sobre todo Logik, Sección 1,
A ; cf. también: snpra, pp. 174 SS.
Conceptos fundmentalcs de la fenomenologia constitutiva 223
a una región determinadalos. Las ciencias que tratan de los hechos .'
y d e la existencia fáctica (o sea, las ciencias empíricas) no son,
por tanto, independientes de las ciencias eidéticas, sino que, por '
el contrario, se refieren a las ontologias eidéticas y tienen sus '
fundamentos teóricos esenciales en ellas en lo que se refiere a
la posibilidad misma de sus objetoslw.
104 En lo que se refiere al concepto de ((agregado euclidiano)), vtase: Husserl,
Logik, Sección 1, c. 3.
105 Cfr. EflIrbrnng nnd Urteil, 5 90.
106 Husserl, Ideen, 8 s.
224 Conceptos fundamentales de la fenomcnologia constitutiva
107 Husserl, Log. Unt., 11, vi, 2, $ 8 45 s. y 52; Ideen, 5 3; 'dgik, $ 58;
véase también: Farber, op. cit., pp. 455 cs. y 462 s.
108 En lo que se refiere al concepto de, «presentación primordial d e sí»,
que es d e importancia capital para la fenomenología, véase: Husserl, Cmtesianiscbe
Meditationen, pp. 51 -54; Logik, $ $ 59 SS.
Conceptos fundamentales de la fenomenologh constitutiva 225
109 Husserl, Erfahrvng nnd Urteil, $4 87 SS. Hemos planteado ciertos proble-
mas fenomenológicos en torno a la ideación y al método de «la vnriaci6n
libre» en el artículo intitulado «Gclb-Goldstein's Concept of 'Concrete' and
'Categorial' Attitude and thc Phenomenology o f Ideation*, Philosopby a d Pbrnomr-
noiogirri Rcrearch, X (1949), iii.
...
no Husserl, Erfnbrvng xnd Urfeii, p. 41 1 : «Se hace patente que existe
226 Conceptos fundamentales de la fenomenologla constitutiva
22 Cfr. infra, c. 2, $ 7 b.
23 Husserl, Log. Unt., 11, vi, pp. 40 s. y 67; Ideen, pp. 80 s.
24 En nuestro articulo intitulado «Quelques aspecn et quelques développe-
menn de la psychologie de la formen (loc. Nf., pp. 460 s.), sostuvimos que
los conceptos de la teoría de la forma no eran suficientes para explicar el
hecho de que las percepciones particulares se organicen y formen un proceso
que las abarque ni, de modo correspondiente, el hecho de que las presentaciones
perceptivas o nóemas integren un sistema coherente que nos haga conscientes
de la identidad de la cosa percibida por contraste con la pluralidad de percepciones
variables mediante la actualización y el despliegue graduales de dicho sistema.
Al continuar y profundizar nuestras investigaciones, hemos llegado a la convic-
ción de que es menester abandonar esa antigua opinión nuestra.
254 La teoría fenomenológica de la percepción
49 Cfr. rupra, 5 3 S.
50 Husserl, Ideen, p. 86; Curtesiuniscbe Meditotionen, p. 97.
51 El modo de expresarnos aquí -al decir que la percibir8mo~y no qur
/o interpreturemos como una esfera, aunque la veamos s61o de un lado- se
verá justificado más adelante. Cfr. infru, c. 2, 4 1 .
262 La teoría fenomcnológica de la percepción
Ahora deseamos hacer hincapié en el hecho de que las dos especies de creencia
enlaexistenciaestánsujetas ala reducción fenomenológica (cfr. Segunda Parte, 5 3).
58 Berger, L e cogito danr la pbi/osopbie de Husserl, p. 95.
59 Ibíd., pp. 44 y 135.
80 Cfr. Tercera Parte, 8 3, donde explicamos la reducción fenomenológica.
61 Berger, op. cit., p. 135.
62 Cfr. ~upra,4 4
El proceso de la percepci6n 265
3. El horizonte interno
Al escuchar un sonido y percibirlo en cuanto producido por
la voz humana (digamos que por la voz de un amigo que habla
en la habitación vecina), podemos encontrarnos ante una imagen
más o menos vívida del que habla. A veces es esto lo que de
hecho sucede. Durante el curso del proceso de explicitación, pueden
surgir -aunque no lo hagan espontáneamente- imágenes de cons-
titutivos que, pese a que no se dan directamente en la experiencia
sensible, resultan ser esenciales a la apariencia perceptiva de que
se trata. Por medio de dicho proceso, el sujeto de la experiencia
intenta hacer que la apariencia perceptiva que se le presenta sea
lo más explícita y distinta posible o, cuando menos, que lo sea
en grado mayor que antes de que comenzara el proceso en cuestión.
Al percibir un martillo en cuanto instrumento, podemos adoptar
una actitud reflexiva e iniciar un análisis d e la percepción y del
nóema perceptivo correspondiente. Si así lo hacemos, distinguire-
mos y separaremos los constitutivos noemáticos y los pondremos
de manifiesto al señalar el papel que juegan en la constitución
de lo que se presenta mediante el acto de la percepción precisamente
tal y como hace su aparición mediante dicho acto. Entre tales
constitutivos, mencionemos las características funcionales de que
depende el carácter instrumental propio del martillo percibido
en cuanto instrumento. Será posible, por ejemplo, evocar imágenes
de situaciones de acción en las que el martillo muestre su utilidad
en el curso del análisis reflexivo. Podremos asimismo imaginarnos
las maneras en que manipulamos el martillo con el propósito
de cumplir alguno de sus fines. Empero, se percibe el martillo
en cuanto instrumento (o sea, en cuanto provisto del sentido
de instrumentalidad que le es propio) con anterioridad al proceso
de explicitación analítica (en el curso del cual surgen las susodichas
imágenes u otras afines) y con independencia del mismo. De modo
El análisis del nóema perceptivo 275
12 , 1, 4 2.
Cfr. s ~ p r a c.
El análisis del nóema perceptivo 277
13 Husserl, Ideen, p. 80: «...un nIc/eo de u& 'reulmente exhibido', rodeudo, por
obra de apercepciones, de m horizonte de algo 'ro-dudo' impropiamente y m b o
menos vagamente indeterminado» (Idear, Sección 11, c. 2, $ 44, p. 99).
14 Husserl, Erfubrnng m d Urtcil, p. 28. Cfr. también H. Kuhn, «Thc Phcnome-
nological Concept of 'Horizon'~en Philosophicul fisays in Memoty o j Edmrrrrd
Hwserl (ver sobre todo el c. 1).
15 Cfr. infru, pp. 374 SS.,415 s. y 472 SS.
16 En torno a, lo que sigue, cfr. Husserl, Equhrmg md Urtil, pp. 31 sc.
278 La teoría fenomenológica de la percepci0n
25 Cfr. ~ ~ p r pp.
a , 272 SS.
Cfr. supra, c. 1, 5 6 a.
El análisis del nóema perceptivo 285
27 Cfr. supra, c. 1, 5 3.
28 Cfr. infra, C. 3, 5 1.
286 La teoría fenomenológica d e la perccpci<in
38 Cfr. Helmholtz, Handbncb der physiologisthcn Opfik, pp. 596 SS., 608 $8. y
947 s.
34 Stout, Analytic Pvchology, 11, p. 20.
290 La teoría fenomenológica de la percepción
44 Ibíd., p. 168.
45 Bergson, Matiire e! mémoire, c . 2, 1.
El análisis del nóema perceptivn 293
48 Ward, op. cit., pp. 184 SS. Ward propone esta teorla no sólo como análisis
descriptivo, sino también y hasta principalmente como una explicación genética
del desarrollo de las ideas. El punto de vista genético no se toma aquí en
consideración.
47 Stout, A Mannal oj P~_yholo&y,pp. 204 SS. Stout distingue etapas en
que las ideas no están en absoluto separadas de los datos sensibles o en que,
al menos, no lo están por completo.
40 Stout, Anabtic Psycbology, 11, p. 26; A Manual oj Pybology, p. 240. Cfr.
también Ward, op. Nt., p. 186.
49 Stout, A Manual of Pr_ycbo/ogy,p. 198.
50 Ibid., p. 188: «...la aprehensión que tiene lugar en la experiencia inmediata
294 La teoría fenommol6gica de la percepci<in
117 Husserl, Log. Unt., 11, 1, pp. 129 y 348 SS.; l d ~ n #$,41
, y 97; cfr.
Farber, op. cit., pp. 254 y 335 SS.
314 La ieoria fenomenológica de la percepción
Con todo, una afirmación que Husserl hace d e paso nos recuerda
la distinción que Benussi estableciera entre los procesos d e origen
sensible y los de origen extra-sensiblel24. Nos dice Husserl: asensi-
bilidad designa en una acepción restringida el residuo fenomenoló-
gico de lo que procuran los 'sentidos' en la percepción exterior
normal»l25. Es como si la hipótesis d e la constancia interviniera
subrepticiamente en las investigaciones fenomenológicas. Quizá
nada ilustre mejor la gran influencia que ejerce la hipótesis d e
la constancia sobre el pensamiento filosófico y psicológico que
el hecho de que aparezcan conceptos íntimamente relacionados
con ella y que se deriven de la misma en un contexto teórico
que excluye por definición dicha hipótesisl26.
Con referencia al concepto de idea implícita d e Ward y d e
Stout y a modo de anticipación de la interpretación d e dicho
concepto a base de la teoría de la forma que aparecerá en el
párrafo siguiente, formulemos ahora esta pregunta: cuando dos
apercepciones perceptivas se den alternativamente, ¿no resultará
que lo que se dé directamente en la experiencia sensible se encuentre
de tal manera modificado por las diversas ideas implícitas d e que
se trate en cada percepto que no sea posible afirmar que ambos
perceptos contengan elementos idénticos? A fin d e contemplar
la posibilidad de que las variaciones que Husserl atribuye solamente
a los factores noéticos no dejen intacto lo que se da directamente
en la experiencia sensible, pasemos a considerar el ejemplo siguien-
te. En una región montañosa que no nos es familiar, vemos a
cierta altura una formación gris azulada que en un momento deter-
minado aparece como una nube y que en otras ocasiones se presenta
como el contorno de la silueta d e las montañas. E n este caso,
la modificación de lo que se da directamente en la experiencia
sensible es muy notable. Mientras aparezca la silueta de las monta-
ñas, el color gris azulado se unirá a una superficie corpórea y
se adherirá a ella. Cuando se perciba la nube, sin embargo, la
localización espacial del color adquirirá un carácter indeterminado,
137 Cassirer hace el siguiente comentario sobre el análisis que Gelb y Golds-
tein han líevado a cabo d e un caso d e la llamada «ceguera psicológica»: «En
la percepción normal, todo aspecto particular se relaciona siempre con un
contexto amplio (es decir. con una totalidad ordenada y articulada d e aspectos)
y deriva d e tal relación la interpretación y el significado que le corresponden))
o t . , 111 i c. 6 3). Por falta d e espacio, no podemos entrar aquí a
examinar la explicación que Gelb y Goldstein dan del caso en cuestión. Deseamos
sólo apuntar que dicha explicación se presta a ser interpretada fenomenológica-
mente y que, además. el análisis fenomenológico que presentamos aqul halla
su confirmación en los descabrimientos y los resultados de las investigaciones
de Gelb y de Goldstein. Merleau-Ponty ha examinado a cabalidad este caso
(op. cit., pp. 119 SS.), pero lo ha hecho desde el punto de vista d e una orientacifin
fenomenológica general que es diferente en cierto sentido del que hemos emplrn-
d o aquí.
324 La teoría fenomenológica de la percepción
1. Anticipaciones y expectativas
1 Cfr. supra, c. 2, 1
328 La teoría fenomenológica de la percepcitiri
10 Ibid., p. 83: «En lo que a esto se refiere, juega un papel en toda circunstancia
un 'yo puedo hacer esto y lo hago, aunque pudiera también hacer otra cosa
que lo que hago', lo cual no es óbice para que siempre puedan presentarse
obstáculos a esta forma de 'libertad' como puede suceder con respecto a otra
cualquiera». Cfr. también Stout, Analytic Prychologv, 11, p. 25 s.
11 Cfr. rupro, pp. 329 SS.
12 Husserl, Erfabrung und Urteil, pp. 34 y 88 SS.
El análisis noético de la percepción 335
15 Cfr. snpra, c. 1, 3.
El análisis noitico <fe la percepción 337
hay que decir que la existencia d e las cosas materiales y del mundo
perceptivo depende en general d e la conciencia en cuanto la experi-
mentamos de hecho y no en cuanto es imaginable y concebible
en principio21. La contingencia afecta esencialmente a las cosas
materiales, ya que éstas -según el mismo sentido d e su existencia-
dependen de las anticipaciones que se den en cualquier fase del
proceso perceptivo como lo que se habrá de cumplir de hecho
mediante percepciones ulteriores.
Si percepciones múltiples se confirman recíprocamente por me-
dio del cumplimiento de anticipaciones, tendremos por resultado
que tales percepciones se organizarán y se integrarán en la unidad
d e un proceso cuya índole específica sea la d e una «~ínte.ri.rde
identifiación», es decir, que lo harán en la unidad de la conciencia
que es conciencia de una unidad22. La identidad d e la cosa percibida
-sostiene Husserl23- se experimenta mediante actos que pertene-
cen al sistema que corresponde a la cosa d e que se trata. Con
anterioridad24, dejamos sin resolver la cuestión de saber si nos
hacemos conscientes d e la identidad d e la cosa percibida mediante
actos especiales que se den por añadidura a las percepciones particu-
lares que integran un sistema coherente o si sucede tal cosa por
medio de una estructura determinada y de un cierto rasgo de
organización que sean propios de tal sistema. Podemos ahora
afirmar que cobramos conciencia de la identidad de fa cosa percibida
mediante la experiencia de la conjrmación y fa corroboración rec@rocas
de las miíltiples percepciones que .forman parte del sistema de que se
tra tu.
Las observaciones anteriores distan mucho de agotar el proble-
21 Husserl, Ideen, p. 92: «... el mundo de las 'res' trascendentes está íntegramente
referido a lo conciencia, y M a uno con~iencialógicamente fingida, sino a una conciencia
actual» (Ideas, Sección 11, c. 3, fj 49, p. 113).
32 Husserl, Cartcsiani~cbeMeditationen, p. 80: «... L unidad de ma conciencia
en la cual la unidad de un objeto intencional se 'constituye' en cuanto unidad
'idéntica' que corresponde a las modalidades múltiples de la apariencia)); cfr.
también las pp. 78-79. En torno al concepto de «síntesis de identificación)).
que es una noción de máxima importancia en la fenomenologia constitutiva.
cfr. también Log. Unt., 11, vi. 4 14 b e Ideen, tj 41, lugares en los que
Husserl habla de «[la conciencia empírica, 'omnilateral'] que rc ronfrmu u sí
misma en JMO unidad continuada, de lo misma rosa...)) (Ideas, p. 93).
2Wusser1, Ideen, p. 279.
24 Cfr. rupra, pp. 239 s.
340 La teoría fenomenológica de ia percepción
[y] qué apariencia ... deba tener -en el caso d e cada categoria- la vida consciente
constitutiva con respecto a las variantes noéticas y noemáticas correspondlenten
que se refieran al mismo objeton.
36 Cfr. supra, c. 1, 9 6 a.
344 La teoría fenomenológica de la percepción
97 Cfr. w p r a , c. 1, 5 5.
98 Cfr. srrpra, c. 2, 7 b.
El análisis noético de la percepción 345
- 1
traducción y esta reunión están hechas en mi d e una vez para [riE: por] todas:
son mi propio cuerpo ... los «datos visuales» sólo aparecen a través d e s u
sentido táctil, los «datos táctiles)) a través d e su sentido visual, todo movimiento
local sobre el fondo d e una posición global, todo acaecer corporal, sea cual
fuere el «analizador» que lo revela, sobre un fondo significativo, en que sus
ecos más lejanos están, por lo menos, esbozados y se proporciona inmediatamente
la posibilidad d e una equivalencia intersensorial.
89 Ibid., pp. 236 ss. (FenomenoloRia de /a percepción, pp. 224 y 225). Véase
también la p. 358.
Ibíd., p. 144 (Fenomenologia de la percepción, p. 134).
El análisis noitico d e la percepción 357
91 Cfr. supra, c. 1, 6 a.
Quinta parte
E L CAMPO TEMÁTICO
Capítulo 1
EL C A M P O TEMATICO
1 Para lo que sigue, cfr. James, Tbe Principfe~of Psyrboiog 1, pp. 258 68,
362 El campo temático
9 A. Gurwitsch, «On the Object of Thought)), loc. cit., pp. 351 SS.
10 En lo que se refiere a esta distinción, cfr. $#pro, pp. 207 s.
11 James, op. cit., 1, pp. 275 ss.
12 El término «objeto» se emplea aquí con el sentido que le da Husrerl
y no con el de James; éste hubiera empleado para ello el ttrmino «asunta».
E n lo que sigue, siempre que empleemos el término «objeto» en el sentido
de Jamer, lo pondremos entre comillas.
368 El campo temático
13 Husserl, Lag. Unt., 11, 1 , p. 402 (<fr. Farber, op. cit., pp. 349 s.): «El
juicio entero tiene por objeto pleno y total la situación de hecho sobre que
se juzga y que puede ser lo representado como idéntico en una mera representa-
ción, lo deseado en un deseo, lo preguntado en una pregunta, lo dudado
en una duda, etc. En este último respecto el deseo: cl cuchillo deberia estar
sobre la mesa, correspondiente al juicio, concierne sin duda al cuchillo, pero
en él no deseo el cuchillo sino que el cuchillo esté sobre la mesa, que la situación
sea ésta de hecho» (Investigacioneslógicas, v. c. 2, ij 17, p. 515). En lo que respecta
a la distinción entre «materia» y «cualidad», a que se ha hecho referencia aqul,
cfr. supra, pp. 208 s.
14 Cfr. supra, pp. 219 SS.
15 Husserl, Log. Unf., 11, 1 , p. 372: «Las vivencias intencionala tienen
la peculiaridad de referirse de diverso modo a los objetos representados ... En
ellas es mentado un objeto, se 'tiende' a él, en la forma de la representación,
o en ésta y a la vez en la del juicio, etc... no hay dos cosas que estén presentes
en el modo de la vivencia, no es vivido el objeto y junto a él la vivencia
intencional que se dirige a él ... sino que sólo hay presente una cosa, la viven-
cia intencional, cuyo carácter descriptivo esencial es justamente la intención r a -
pectivau (Invcrtigrtcioncslógicm, v. c. 2, 11, pp. 494-495).
18 Cfr. supra, pp. 208s. y 216 SS., en lo que se refiere a la distinción entre «el
objeto que es mentadon y uel objeto en cuanto es mentadon (o sea. la umaterian
de un acto intencional).
El campo temático 369
35 Cfr. infra, 8 5.
380 El campo temático
la propia de las relaciones temporales que existen entre las cosas que
experimentamos y del orden temporal que constituyen éstas y no la
de las que existen entre los actos de fa conciencia mediante los cuales
se experimentan aquéllas. Sin lugar a dudas, el tiempo objetivo d e
que hablamos aquí es el tiempo objetivo mwicaf y no el tiempo objeti-
vo del mundo físico. Sin embargo, es un tiempo d e índole objetiva.
Supongamos que una frase musical que recordemos y que nos ocupe
como tema haga referencia a algún pasaje como variación, desarrollo
y elaboración del mismo. Digamos que nos referimos a dicho pasa-
je en cuanto es lo que antecede al tema como parte de un orden
musical específico y no como integrante del orden subjetivo d e los
actos de la conciencia. Nos referiremos a él en cuanto sea algo que
hayamos recordado antes del tema. Más adelante36, demostraremos
de modo general que no es posible dar razón del fenómeno del
contexto a base del tiempo subjetivo o fenoménico. Anticipando
tales resultados y también tomando en consideración la indepen-
dencia de la estructura «tema-campo temático)) -a que ya nos he-
mos referido- con respecto a las diferencias y variaciones que
afectan a las modalidades de la presentación, afirmamos que la es-
tructura en cuestión es un fenómeno irreductible, originario y sui
generis. Además - y en virtud de la universalidad que le es propia
y de su indiferencia con respecto a la índole específica del conteni-
do material de que se trate-, estructura tal resultará ser.un inva-
riante formal de la conciencia.
4. El contexto en la lógica
a. Ef núcleo noemático y los caracteres contextuafesde la^ proposicio-
nes
Pasemos ahora a examinar el fenómeno del contexto en el ám-
bito del razonamiento. Al seguir una serie concatenada de argumen-
tos, tomamos en consideración una proposición tras otra. D e modo
sucesivo, se convierte cada proposición en nuestro tema. Al ocupar-
nos de cualquiera de las proposiciones, la experimentaremos en
cuanto apunta y se refiere <tretroactivamente»a otras proposiciones
de las que se sigue. Podemos experimentar la proposición d e
que se trata no sólo en cuanto hace tal referencia retroactiva
y por tanto en cuanto «se sigue de» otras, sino además (y quizá
Cfr. infro, 5 6 c.
I .I campo temático 381
que los caracteres que nos ocupan ahora (o sea, los que se refieren
a los fenómenos de «seguirse de», «llevar a», «ser compatible
con» y ((contradecir a») pertenecen también al ámbito de los caracte-
res noemáticos. Denominaremos con el término especial d e caracte-
rex contextuales a los que analizamos aquí, ya que son propios
de una dimensión diversa de aquélla a la que pertenecen los ya
mencionados con anterioridad. Por otra parte, la proposición toma-
da en sí misma en el sentido de la lógica formal o solamente
en función de lo que enuncia (es decir, considerada aparte tanto
de los caracteres contextuales como d e los que se refieren a la
explicitud o a la vaguedad) pertenece al ámbito que define el
concepto de núcleo noemático41. Con anterioridad42, pusimos d e
relieve la invariabilidad del núcleo noemático con respecto a los
cambios de los caracteres noemáticos. E n realidad, en lo que
se refiere al contenido, toda proposición (pongamos por ejemplo
el teorema de Pitágoras) permanece idéntica a sí misma, ya sea
que -en un contexto- aparezca como la conclusión a la que
se llega o -en otro- como el punto de partida para la continuación
del pensamiento geométrico. Más adelante43, veremos que la inva-
riabilidad de una proposición con respecto a los cambios de los
caracteres contextuales es un caso especial de la independencia
que caracteriza en general a cualquier tema con respecto al campo
temático correspondiente. Sostenemos que los caracteres contextua-
les son de índole noemática, ya que se refieren a un núcleo noemáti-
co (a saber: la proposición tomada en el sentido de la lógica
formal), por cuanto indican la posición que ocupa una proposición
en el seno de un campo de significación.
Al afirmar que las proposiciones apuntan bien retroactivamente
o bien prospectivamente, es menester -por supuesto- que recor-
demos que términos tales deben ser tomados sin connotación
temporal alguna. Como ya hemos dicho44, los significados son
entes ideales y no unidades entre las que existan relaciones tempora-
41 Ibid., PP. 195 SS.: «Un juicio evidente, S es P, y 'el mismo' juicio ciego,
son moematicamente distintos, pero idénticos en un núcleo de sentido que
es lo único determinante para la consideración lógico-formal» ( I d e a , 111, c.
3, 5 94, p. 229).
42 Cf. supra, p. 209.
43 C f r . infra, 5 7.
44 Cfr. supra, pp. 207 S .
304 El campo. temático
45 Cfr. infra, 5 6 C.
46 Cfr. s ~ p r a pp.
, 376 SS.
47 Cfr. Husserl, l,ogiA, pp. 112 y 116 s.
386 El campo temático
48 Al análisis del fenómeno del contexto, se aplica también lo que hemos afir-
mado con anterioridad (cfr. Cuarta Parte, c. 2, 2) en torno a la orientación es-
trictamente descriptiva del análisis fenemenológico d e la percepción y con res-
pecto al nóema perceptivo.
49 En nuestro articulo intitulado «Phanomenologie der Thematik und des
reinen Ichn (loc. cit., c. 3), hemos explicado la atención y las modificaciones
que sufre la dirección de la misma a base de la estructura «tema-campo temático)).
El campo temático 387
todos los hechos a los que se hace referencia se dan como unidades
distintas y determinadas que se diferencien claramente entre sí.
James se refiere al hecho de que - c u a n d o un hilo d e pensamiento
nos lleve a una conclusión- puede suceder que sólo ésta se ponga
de relieve y se mantenga firme, mientras que los pasos que nos
llevaron a ella se desvanezcan y muy pronto se olviden casi por
completo64. Las fases por las que el pensamiento ha tenido que
pasar para llegar a conclusión tal no desaparecen del todo, por
supuesto, d e la conciencia; la conclusión -una vez alcanzada-
no se pondrá de relieve como si estuviera desconectada del hilo
entero de pensamiento al cual sirve de culminación y como si
hubiera roto el vínculo con éste. Al contrario, la conclusión se
pondrá de relieve como una toncl~idnque hemos aItanrado; la experi-
mentaremos por referencia a las premisas d e las que se sigue.
Empero, no es .menester que retengamos necesariamente dichas
premisas d e modo tal que formen una secuencia ordenada de
pensamientos que sean distintos y se encuentren separados entre
sí. Es posible que la referencia que se dé sea a una masa indiferencia-
da, en cierto sentido oscura e indistinta y, sin embargo, de índole
específica. Ménard65 ilustra esto mediante un ejemplo que toma
del ejercicio de la razón matemática:
... ya en su mismo punto de partida el pensamiento se encuentra coloreado
por el resultado especial hacia el cual tiende ... el proceso deductivo puede
aquí llegar a ser largo y sinuoso, y..., sin embargo, d a d e un principio la
mente tiene la sensación d e las sinuosidades y las dificultades; cuando se alcance
la solución, hará de nuevo su aparición la impresión d e una pluralidad coherente
pero apenas sin articulación [liée, muis inflfuble] en cuanto totalidad indivisa,
que en sí contiene todas las relaciones que han sido recorridas y algo más.
a saber; el conocimiento de todas y cada una d e estas cosas pero a nueva
luz y en un estadio diferente de desarrollo.
b. La compresentiapura
Los datos que anteriormente83 colocamos en el segundo conjun-
to se presentan o se dan meramente con el tema. La única relación
que hay entre tales datos y el tema consiste en que los experimenta-
mos simultáneamente. La pertinencia por referencia al tema es
algo que falta por completo en los datos en cuestión. N o tiene
nada que ver con el teorema científico el hecho d e que estemos
sentados en una habitación o d e que nos encontremos caminando
por la calle cuando nos ocupamos d e él. Las percepciones del
sector del mundo externo que forma nuestra circunstancia actual
y una cierta conciencia tanto de nuestra existencia encarnada como
de la corriente de la conciencia en su temporalidad fenoménica
siempre acompañarán a toda actividad d e la conciencia, sea cual
fuere el tema de tal actividad. Y, sin embargo, carecerá de toda
importancia y consecuencia para el tema el hecho d e que ciertas
percepciones y no otras se experimenten d e hecho cuando nos ocupe-
mos de aquél. Entre el tema y lo que aparece mediante percepciones
tales no existe relación intrínseca alguna que se funde en los
contenidos materiales de ambos, del mismo modo que no hay
relación alguna de esta especie entre el teorema científico que
nos ocupa y -pongamos por caso- el recuerdo súbito d e que
un amigo ha de visitarnos. Esto es también así en el caso d e
la conciencia d e un segmento determinado d e la corriente d e
la conciencia o en el d e la d e nuestra postura corporal. Si se
pudiera d e algún modo decir que existe alguna conexión entre
tales datos y el tema, habría que hablar d e lo que Wertheimer
llama Exi~tentialverbindung84,o sea, de la mera compresencia d e
datos que -a pesar del hecho mismo d e su coexistencia- son
y se mantienen indiferentes entre sí y sin tener nada que ver
unos con otros. Los datos del segundo conjunto son simplemente
de índole accesoria con respecto tanto del tema como del campo
temáticc. Si un dato cualquiera d e este conjunto se relacionara
materialmente con un elemento del campo temático, adquiriría
por ello una cierta pertinencia -aunque sólo fuera remota- con
respecto al tema y -a consecuencia d e tal hecho- pasaría a
formar parte del campo temático. Los datos del segundo conjunto
se caracterizan por la total falta de pertinencia-con respecto tanto
al tema como al campo temático con que tales datos se hallan
presentes. Por lo tanto, nos referiremos a éstos mediante el apelativo
d e datos mar-nales. D e manera correspondiente, llamaremos actos
marginales a los actos o a los componentes d e los mismos mediante
los cuales experimentamos los datos marginales. El término «mar-
gen» se emplea aquí con un sentido diverso d'el que James diera
al mismo. James define el margen o reborde como la totalidad
d e datos que - e n cualquier momento dado- se encuentran presen-
tes con el dato que ocupe el «foco» (o sea, el tema según nuestra
terrninología)~.Nosotros reservamos el término «margen» para
denotar solamente aquellos datos que -aunque s e presenten con
el tema- no le son pertinentes. El margen -tal y como lo entende-
mos aquí- se refiere a un ámbito formado por lo que carece de pertinencia
con respecto al tema y al campo temático.
109 James atribuye también esta función a ciertas «partes transitivas)) que
son diversas d e los márgenes o rebordes. Cfr. la explicación que da d e «la
sensación d e diferencia)) y d e «la sensación d e semejanza)) y que hemos analizado
en la Segunda Parte, 6 7 b.
110 James, Tbe Principfes o j Psychology, 1, pp. 259 SS.; cf. también la p. 261:
«El más importante elemento en estos márgenes o rebordes es... la pura sensación
d e armonla o desacuerdo, d e que el pensamiento s e mueve en una dirección
correcta o en una erradan.
111 Ibid., 1, pp. 259 SS.: «...cuulquier pensamiento - c u y o margen o reborde
posea la cualidad d e hacernos sentir 'bien'- es un miembro aceptable d e nuestro
pensar, sea cual fuere la índole d e aquél desde o t r o punto d e vista. Con tal
d e que sintamos que ocupa un lugai en el sistema d e relaciones en el que
t;imbién se encuentra situado el asunto d e interés, nos bastará para convertirlo
cn una parte apropiada y pertinente del curso d e nuestras ideas)).
414 El campo temático
Cfr. supra, 4 4 a.
115
Cfr. snpra, pp. 216 SS. en lo que se refiere a la distinción análoga -que
118
no paralela- entre «el objeto que es mentado» y ciel obieto tal y como es
mentado».
117 Desde un punto de vista distinto, hace hincapié Husserl en la «indcpenden-
cin temática» de una proposiciOn completa cualquiera de la forma «S es P»
con respecto al contexto en que se integra (Er/arung unu' Urteil, (j 60 c). Un
1.1 campo temático 417
contexto de esta especie (pongamos por caso el d e una teorfa más o menos
compleja) consta de proposiciones «temáticamente independientes)) que se conca-
tenan y se relacionan entre si. El contexto presenta - d e punta a cabo- una
unidad por pertinencia. Cada una de estas proposiciones hace su aporte a
la conformación del contexto, a pesar de que mantiene su independencia como
unidad completa en el seno d e éste.
118 E n lo que se refiere a nuestra presentación d e los análisis d e Rubin.
cfr. Segunda Parte, 5 5 b.
418 El campo temático
8. El índice posicional
Cfr. supra) 5 6 a y 6 c.
121 Cfr. supra, pp. 216 s. y 366 ss.
4 20 El campo termítico
133 Wertheimer, ((Untersuchungen zut Lehre von der Gestalt», loc. cit., 1,
pp. 48 SS.
194 A, Gurwitsch, «Phinomenologie der Thernatik und des reinen Ich»,
lar. cit., c. 2, $ 6.
135 cfr. swbra, p. 418.
El campo temático 427
167 Cfr. s ~ p r a p.
, 288.
168 Cfr. Sexta Parte, @ 1.
S e x t a parte
PROBLEMAS ONTOLÓGICOS
Capítulo 1
PROBLEMAS ONTOLÓGICOS
12 Ibid., 5 37.
13 Cfr. rupra, pp. 408 SS.
Problemas ontológicos 449
'4 Para lo que sigue, cfr. Husserl, Erfahrung und Urtcil, 8 38.
450 Problemas ontológicos
a cabo una real metabasis eis allo genos. Y , sin embargo, tendremos
que renunciar a ello, ya que, dentro d e los límites que nos hemos
impuesto en esta investigación, nos será menester abstenernos
de continuar con la profundización en el problema d e la ideación.
m Husserl, Erfahrnng nnd Urtcil, 8 43. Husserl usa los términos «relaciones
de ideas» y «relaciones entre hechos)) en el sentido que les diera Hume. Cfr.
A n Enqniry Conccrning H m a n Understanding, ed. L. A . Selby-Bigge, 2.a ed.,
pp. 25 SS.
Problemas ontol6gicos 457
56 Cfr. snpra, pp. 195 ss. Cfr. Husserl. Idcm, ji (i 53 y 76; Logik 8 99; «Nach-
wort zu meinen 'Ideen zu einer reinen Phanomenologie und phinornenologr-
schen Philosophie»;/oc.N/. y CarterianisclJc Mcditationen, S;§ 11, 35, 45, 57 y 61 m
lo que se refiere tanto a la distinción como a1 paralelismo que hay entre la psico-
logla fenommológica y la fenomenología constitutiva o trascendental (o, lo que
es lo mismo, entrt la subjetividad psicol6gica y la trascendental).
Problemas ontológicm
nos será preciso restringirnos a señalar tan sólo uno de los aspectos
existenciales que presentan las provincias finitas d e significado,
a saber: que cada una de ellas hace su aparición en cuanto ámbito
o esjeru que presenta una unión intrínseca, se caracterixa por la cobercncia
y posee unidad y continuidad. Intentamos aquí dar una explicación
fenomenológica de esta unidad y de esta continuidad, a las cuales
debe toda provincia finita d e significado su carácter d e tal. Y
nos proponemos hacerlo en función de las referencias indicativas
que experimentamos y de las experiencias del contexto y d e la
continuación indefinida del mismo que poseemos. La explicación
que proponemos la hemos de llevar a cabo a base de las experiencias
de pertinencia, fenómeno éste que entendemos ateniéndonos a
la definición que ya hemos dado del mismo en cuanto relación
fundada en los contenidos materiales de las unidades en cuestión.
Schütz no toma la unidad y la continuidad d e las provincias
finitas de significado como asunto al cual dedicar una investigación
explícita, aunque fenómenos tales juegan un papel en todas las
estructuras a las cuales se refieren sus análisis. E n realidad, el
sí mismo se encuentra con datos y hechos que experimenta en
cuanto forman parte de un contexto determinado y en cuanto
pertenecen a un orden específico que incluye al contexto inmediato,
ya sea que el sí mismo ceda al motivo pragmático y viva en
el mundo del trabajo o que -como resultado d e la disminución
del esfuerzo de conciencia- abandone el sistema de pertinencias
que se funda en el motivo pragmático y se ocupe de una u
otra de las varias provincias de significados'. La provincia d e
significado hará su aparición en cuanto tal (es decir, según ya
hemos visto, como ámbito unificado, coherente o continuo), sea
cual fuere la provincia hacia la cual el sí mismo se v u e l v ~en
concreto y a la cual confiera el «énhsis de realidad)). El otorgar
énfasis tal supone en verdad que al sí mismo se le da un
ámbito unificado de esa especie y que le es posible, por tanto,
concentrarse en él y dar expresión a su espontaneidad con respecto
al mismo. Al tomar en consideración el papel que juega la pertinen-
57 El fin que nos proponemos al examinar la teoría de Schütz consiste
en poner de manifiesto uno de los «supuestos» de la misma, sin que por
ello nos comprometamos a entrar en el anhlisis crítico de todos los detalles
de dicha teoría (y en especial del concepto de Paiteniion 2 la vie de Bergson)
y sin que entremos de hecho en dicho análisis.
Problemas ontológicos 469
6s Cfr. supra, 8 1.
64 Empleamos este término con el sentido que establecimos con anterioridad.
Cfr. snpra, Quinta Parte, 8 7.
472 Problanas ontológicos
todavía que aquél posea realidad con respecto a tste. En este sentido, diremos
que 'realidad' significa que un proceso pertenece al 'ser' o a la 'naturaleza'
del organismo».
8% Ibid., pp. 241 SS.
87 Empleamos el termino «objeto» con el sentido más amplio posible, es
decir, con un sentido que sea sinónimo del tkrrnino «ente».
478 Problemas ontológicos
93 Cfr. supra, $ 2 b.
94 No podemos entrar aquí en el análisis d e la operación por medio de
, la cual algo se convierte en tema. Hemos hecho sobre esto algunas observaciones
de índole provisional en nuestro artículo intitulado «Gelb-Goldstein's Concept
of 'Concrete' and 'Categorial' Attitude and the Phenomenology of Ideation)),
loc. cit., pp. 187 SS.
A fin de que un dato pertenezca al campo temático d e un
tema dado, es menester que cumpla el requisito d e ser pertinente
al tema, requisito este que atañe a los contenidos materiales tanto
del tema como del dato en cuestión. Todo dato que experimentemos
simultáneamente con el tema pero que n o guarde con éste la
relación d e pertinencia ocupará un lugar en el margen, ámbito
que se caracteriza por la falta de pertinencia y por la compresencia
pura, según hemos podido comprobar como resultado d e nuestros
análisis anterioresl.
Hemos demostrado con anterioridad2 que el campo temático
no hace aporte alguno a la constitución del núcleo noemático
central del tema. Por contraste con las variaciones que sufre el
campo temático, el tema -tomado tal y cual es en sí mismo-
no cambia d e identidad fenoménica. Al hacer hincapié en la inde-
pendencias del tema con respecto al campo temático, hemos puesto
1 Cfr. Quinta Parte, 5 6 b. Los datos a que nos hemos rderido en la p. 398
como integrantes del segundo conjunto sirven de ejemplo de lo que se experimen-
ta en la conciencia marginal.
2 Cfr. Quinta Parte, Q: 7.
3 Precisamente en el sentido que acabamos de indicar es como aquí emplea-
mos este término.
también de relieve los rasgos fenoménicos que el tema deriva
del campo temático que de hecho le corresponde, a saber: la
iluminación y la perspectiva según las cuales se presenta el temad.
Se ha hecho patente que variaciones en el campo temático pueden
conllevar modificaciones del índice posicional del tema que no
llegan a transformar el tema mismo.
Esto no es cierto en lo que se refiere a los datos marginales.
Al ocuparnos de un teorema o problema d e índole científica,
continuamos percibiendo las cosas que nos rodean y tenemos
una cierta conciencia de nuestro entorno actual. Conciencia tal
cae, por supuesto, bajo el concepto d e conciencia marginal,
tomado tal y como lo entendemos aquí. No tiene la menor
importancia para el teorema científico -en lo que respecta
tanto al núcleo central como los caracteres noemáticos del mis-
mo-, que, al ocuparnos de él, nos encontremos sentados ante
nuestro escritorio o nos hallemos caminando por la calle. E n
otras palabras, no atañe al teorema el hecho de que tengamos
esas u otras percepciones al mismo tiempo que lo experimentamos.
El tema -tomado según la modalidad concretísima d e su apare-
cer- no deriva ninguna coloración ni rasgo alguno d e la percepción
d e nuestro entorno actual. En el seno d e la estructura noemática
global del tema -que incluye tanto a los constitutivos del núcleo
central como a los caracteres noemáticos-, no encontramos ele-
mento alguno que represente a tales percepciones ni a ningún
otro dato marginal compresente. D e acuerdo con esto, ningún
efecto resultará de los cambios que ocurran en la conciencia margi-
nal, mientras que las variaciones que tengan lugar en el campo
temático pueden tener por consecuencia que la perspectiva según
la cual se presenta el tema se modifique. En realidad, el teorema
científico continuará haciendo su aparición d e manera idéntica
y mantendrá la perspectiva según la cual se presenta cuando abando-
nemos nuestra habitación y salgamos a la calle, con tal -por
supuesto- de que las percepciones marginales no logren imponerse
a nuestra atención y tengan por resultado que nos desviemos
de nuestro tema. La interferencia es el único efecto que los datos
marginales pueden tener en la experiencia del tema. E n esto se
hace patente la desvinculación que existe entre todo lo que pertene-