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Cambiemos?
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Rolando Astarita ¿Exigirle a Cambiemos que deje de ser
Cambiemos?
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Rolando Astarita ¿Exigirle a Cambiemos que deje de ser
Cambiemos?
Por lo tanto, ningún socialista debería inducir a que se piense que una ofensiva
del capital en toda regla (como la que está en curso en Argentina) se detiene,
siquiera en parte, con invitaciones lacrimógenas a “pensar en los abuelitos”.
Hay que tener mucho “cretinismo parlamentario” encima para ilusionarse de
que pueda ser de otra manera (para un ejemplo de cretinismo parlamentario
“clásico”, aquí). Hay que volver a lo fundamental de las ideas socialistas: las
relaciones de fuerza entre las grandes clases sociales (incluida la conciencia
política y la disposición, o no, a luchar de las masas), y la estructura
económica existente. Todo lo demás son malabarismos propios de vendedores
de humo, que para colmo, se consideran a sí mismos “tácticos geniales”. Y la
realidad es que los legisladores no mutan su naturaleza de clase en respuesta a
tal o cual exigencia proveniente de la izquierda.
Por otra parte, la política de la exigencia solo sirve en casos muy particulares y
precisos. Por ejemplo, si ante una lucha gremial que es posible ganar, el
dirigente sindical vacila, la exigencia puede dar un impulso al movimiento y por
eso será progresiva. Pero si un dirigente gremial dice de forma pública que está
a favor de la conciliación con el capital; afirma, además, que es necesario
arreglar con el gobierno a cambio de prebendas “para la organización”; y se
pone de acuerdo con las patronales para que echen de las empresas a los
activistas de izquierda, el llamado a que “se ponga a la cabeza de los
trabajadores y convoque a luchar” es puro sinsentido que no lleva a ningún lado.
Ni siquiera vale el argumento de “queremos desenmascararlo delante de las
bases”. Para “bajarlo a tierra”, ¿acaso los trabajadores mercantiles argentinos no
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Rolando Astarita ¿Exigirle a Cambiemos que deje de ser
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Por estos motivos, y más en general, Lenin decía que no tenía sentido exigir a
un gobierno autocrático que dejara de ser autocrático; o exigir a un gobierno
imperialista que dejara de ser imperialista. Es la continuidad, bajo otras formas,
de la idea de 1903, de que no tiene sentido exigirle a un oportunista que deje de
ser oportunista. Como no tiene sentido pedirle a una organización racista que
deje de ser racista; o a una organización de banqueros que deje de defender al
capital financiero. Y para el tema que nos ocupa, no tiene sentido pedirle a los
legisladores de Cambiemos (y compañía) que dejen de ser Cambiemos (y
compañía). Necesitamos más mensajes claros y críticos, y menos tacticismo
empeñado en la imposible tarea de tender trampas a la politiquería burguesa.