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El monte de los ombúes sufrió

el mismo destino que los charrúas

El autor aportó para la agencia AIM esta columna sobre los árboles de Victoria,
antes de que conociéramos la desaparición del ombú histórico de Mandisoví
(Federación), vinculado a la campaña revolucionaria de Manuel Belgrano. Aquí,
una confluencia de la biodiversidad, la historia y el arte con el ombú en el centro.

Por Fuente Ovejuna

En el cerro de la Matanza se ha construido un vía crucis circular en el lugar donde


fueron masacrados unos 250 charrúas, que no eran cristianos, en el siglo XVIII.
Una visita permitió verificar que se ha perdido el monte de los ombúes, lindante
con el cerro.

El monte de los ombúes ya no existe, como resultado de la desidia y negligencia en


cuidar esa formación natural casi única en el mundo, que debió ser orgullo de los
lugareños.

Los vecinos del cerro narran que un terreno cercano a los ombúes fue usurpado y los
usurpadores dejaron que sus vacas y caballos comieran las hojas de los ombúes
hasta secarlos poco a poco.

Un grupo de jóvenes, vinculados con la Abadía del Niño Dios, situado muy cerca de
allí, plantaron luego 100 ombúes donde estaba el monte, para tratar de reparar el
daño; pero otra vez las vacas hicieron su trabajo y otra vez los ombúes
desaparecieron. Lo que se mantuvo sin variantes fueron la negligencia y el
descuido.

Dicen los vecinos que en la municipalidad de Victoria hay alguien que no sabe cuál
fue el destino del monte, que sigue apareciendo en internet como un atractivo de la
ciudad y una curiosidad, y manda a turistas a visitarlo y constatar la ruina.

El ombú, en una situación normal, es una planta que crece en soledad en la llanura
pampeana. En Victoria, el monte al pie del cerro de la Matanza, considerado
reserva ecológica, era un extraordinario atractivo natural.

El ombú es una hierba gigante, no un árbol, que siempre crece en forma aislada. El
monte de Victoria era único en el mundo, o al menos compartido con otro similar y
nada más: era uno de dos en todo el planeta.

La propaganda turística considera al Monte de los Ombúes “un lugar imperdible


para el visitante, no sólo por su vegetación sino también por haber sido escenario de
una leyenda urbana y rural que aún hoy se mantiene viva entre sus pobladores”.
En realidad, lo que puede apreciar el turista no es tanto una maravilla natural como
lo que puede la burocracia, el desinterés y la falta de compromiso con la vida y la
naturaleza. Sin embargo, la naturaleza sigue haciendo su obra con tenacidad,
porque donde estuvo el monte hay retoños pequeños y finos de las plantas
gigantescas que desaparecieron. Pero pasta el ganado por ahí cerca…

N. de la R.: Aníbal Sampayo dedicó al cerro de la Matanza una canción muy honda,
entre sus últimas composiciones. Aquí una versión de Graciela Castro Bagnasco.

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