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Ponencia inicialmente preparada para el II Encuentro Iberoamericano de Estudios Prospectivos, México D.F., septiembre
de 1998.
El autor agradece a Colciencias y a la Universidad del Valle de Colombia por el apoyo recibido a través de una beca de
estudios de Doctorado en la Pontificia Universidad Gregoriana. También reconoce los aportes y sugerencias tanto de la
profesora Eleonora Masini como de Victoria Eugenia González, Fabienne Goux-Baudiment, Alberto Lo Presti y Mateo
Apuzzo. Las opinones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor, y pueden no coincidir
con las de las organizaciones mencionadas.
3.1 Los antecedentes y las diferencias con otros enfoques acerca del futuro
3.2 Los niveles básicos de la construcción social del futuro
3.3 Las necesidades de desarrollo del campo de los futuros y las ciencias sociales.
3.4 Los aportes pedagógicos a la transformación cultural
5. Conclusiones
Bibliografía
1. América Latina requiere una prospectiva distinta?2
De acuerdo con Lourdes Yero (1997), en América Latina se han sucedido varias oleadas en
la “socialización” de los estudios del futuro. Después de su “arribo” y “presentación en
sociedad”, diversos autores han caracterizado sus diferentes facetas y han hecho importantes
contribuciones, sobretodo en lo que se refiere a la divulgación de las metodologías y principios
fundamentales.3 No obstante la variedad de puntos de partida, existe un consenso tácito
alrededor de la valoración de la prospectiva francesa como referente principal para el
continente. Este consenso se ha venido afirmando a medida que avanzan los años noventa.
Cuando se exploran las razones de este interés, varias son las razones que emergen:
n Luego en los años setenta y ochenta, factores tales como los excesos y carencias de
la planificación de tipo normativo-tradicional, la crisis de la teoría social, el análisis de
una gran cantidad de experiencias empíricas y la ausencia de “proyectos sociales” , fueron
mostrando que los estudios del futuro en América Latina requerían avanzar en diferentes
aspectos. Autores como Costa Filho (1990) señalaron que se debía profundizar en las
conceptualizaciones sobre el desarrollo, las modalidades de intervención social, y el rigor
metodológico.
2
En el presente documento se considerarán sinónimos los términos estudios prospectivos y estudios del futuro. Se
diferenciará el concepto de prospectiva comunmente asociada a la escuela francesa de aquel propuesto por la
prospectiva humana y social; y se reservará la noción de previsión al enfoque ideado por Eric Jantsch, que suele
concebir el futuro como una extrapolación del pasado y el presente.
3
Ver entre otros autores que circulan en español o portugués, François, 1977; Rattner, 1979; Hodara, 1984;
Montañolas, 1987; Mojica, 1990; Miklos y Tello, 1991; Masini, 1993; MIDEPLAN, 1994; Medina & Ortegón, 1997).
La venezolana Lourdes Yero (1997) es quizás quien mejor ha identificado las etapas en el desarrollo de los estudios del
futuro en América Latina.
sociales, y su dimensión cultural y educativa para la formación de una nueva generación de
futuristas en América Latina
De acuerdo con Cazes (1991) en el “Larousse pour tous” (edición de 1908), figura el adjetivo
“prospectivo” definido así: “que mira el porvenir”, y el ejemplo que lo avala, “una crítica
prospectiva”, corresponde a una fórmula utilizada por Théophile Gautier en su prefacio a
Mademoiselle de Maupin. Según el autor, la innovación introducida por el filósofo Gaston
Berger en 1957 consistió en hacer de prospectivo un sustantivo, y en emplearlo para
caracterizar un estado de ánimo particular, que consiste en ver en el futuro no una realidad
oculta que posee ya una existencia y que se llegará a descubrir empleando métodos científicos
apropiados, sino más bien el resultado deliberado o involuntario de nuestras acciones; de
ahí la necesidad, decía, de reflexionar sobre el porvenir cada vez que había que tomar
decisiones (no triviales).
Ahora bien, Bertrand de Jouvenel dió un nombre a estas potencialidades del presente y del
futuro: los futuribles o futuros posibles, susceptibles en todo momento de ser examinados,
sea para aclarar nuevamente el presente, o sea para decidir y actuar. Tal neologismo
designaría “los descendientes del estado actual que nos parecen posibles”, utilizando adrede
el plural para sugerir que en todo momento existía más de un futuro posible (Piganiol, op. cit.
12). Su propuesta “El arte de la conjetura”, como llamaría a su libro más famoso, (De Jouvenel,
1967) sería entonces aquel que busca el rigor científico y la intuición para descubrir los
hechos portadores de futuro, encontrar correlaciones entre ellos e identificar sus evoluciones
más probables. No obstante el autor, politólogo y economista, pedía también que este arte
fuera empleado para que los políticos en sus actos se inspiraran más en el futuro que en el
pasado.
Así las cosas, para Piganiol (ibid. 12) las contribuciones de Berger y de Jouvenel configuran
todas las características esenciales de la prospectiva: ser una actitud frente al presente que
integra futuro y pasado, una reflexión que permite imaginar futuros posibles, un método que
nos ayuda a decidir mejor de cara a la acción, y una senda de esperanza para vivir mejor en
un porvenir que distintos caminos atan al presente. Sería entonces la búsqueda de estos
caminos que desde el presente nos conducen a vivir un futuro con sentido.
Para Pierre Piganiol (1974; 12-13) son cuatro los postulados subyacentes a la actitud
prospectiva: lucidez, libertad, voluntad y poder. 4
Afirma Piganiol que admitir que se pueden definir porvenires posibles y ligarlos al presente
por caminos realistas quiere decir que el ser humano es lo bastante lúcido como para descubrir
los gérmenes de la sociedad futura, en medio de la complejidad y las contradicciones de
esta época. Posición que, por demás, no está exenta de cierto orgullo, por lo cual no faltan
aquellas personas escépticas que dudan de las reales facultades humanas para analizar los
mecanismos que transforman la sociedad y por tanto de su capacidad de control sobre los
cambios sociales que desencadenan. En opinión del autor, el segundo postulado es el más
importante puesto que la prospectiva admite que los futuros posibles no son exclusivamente
el resultado automático de situaciones pasadas, que son múltiples y que podemos en cierta
proporción escogerlos libremente. Esto implica ir contra una concepción determinista de la
historia y significa una postura contra el fatalismo y el azar, pues sería el ser humano quien
tiene la capacidad de crear nuevos senderos en la historia a través de sus decisiones. El
tercer postulado sería el más fácilmente admitido. Plantea que la voluntad es aquella que
4
Hughes de Jouvenel (1993) desarrolla los postulados de la libertad, la voluntad y el poder como un aspecto central de
la filosofía implícita de la prospectiva.
decisivamente orienta el porvenir, a través de la definición de objetivos y de la movilización
del poder necesario para alcanzarlos. Y se encuentra íntimamente entrelazada con el cuarto
postulado, que es el más “pesado”, porque admite que si se puede con las medidas y
reflexiones adecuadas conseguir los objetivos propuestos.
Ahora bien, resulta oportuno también aceptar que en nombre de la humildad se ha dudado
de la verdadera capacidad del ser humano para desplegar su poder y voluntad, y “es prudente
admitir que la lucidez tiene sus sombras, la libertad sus límites, la voluntad sus debilidades
y el poder sus incoherencias”. No obstante, dice Piganiol, que el prospectivista no puede
admitir esto como una renuncia al futuro, la cual es más una confesión de impotencia
convertida en doctrina y una “mala costumbre y una coartada” de aquellas personas (los
políticos) a quienes los problemas del corto plazo obligan a descuidar las perspectivas lejanas.
En este sentido la prospectiva admite que sus ideales muchas veces son imposibles de
conseguir pero espera poder acercarse a ellos. En esto es más aterrizado que el pensamiento
utópico. Pero no se resigna al fatalismo amargado que caracteriza el pensamiento realista y
cínico. Por consiguiente, la prospectiva se sitúa en la vía del medio entre la negación total
de la capacidad de transformación de las estructuras por el ser humano, y el optimismo
ciego de los tecnócratas. En sus palabras, el prospectivista se ubica “entre los que no creen
ni en el cero ni en el infinito, pero esperan que nuestros esfuerzos imperfectos lograrán
conseguir parcialmente los objetivos deseados”.
Para Godet (1994), este “estado del espiritu” orientado a la acción se sintetiza en tres ideas
basicas:
n El futuro no esta escrito, esta por hacer. Por ello la prospectiva no puede confundirse con
la prevision en el sentido tradicional (a lo Eric Jantsch), la cual está excesivamente marcada
por la cuantificación y la extrapolación de tendencias. La prospectiva apuesta a un futuro
decisivamente diferente del pasado.
n El futuro es la razón de ser del presente. Por tanto lo que se experimenta en el futuro es
el resultado de las acciones del pasado, y lo que se desea explica las razones del presente.
De otro lado, Hughes de Jouvenel (1997; 98-99) plantea que la prospectiva no tiene sentido
sino para aquel que está animado por una intención, y que posee un sistema de valores y de
ideas en virtud del cual es capaz de definir un objetivo y concebir un futuro deseable. Aquí
sale a la luz el concepto de proyecto, “expresión de un querer que, para ser logrado, se
inscribe necesariamente en la duración, una duración cuanto más larga que su puesta en
marcha implica una ruptura con el orden existente, una movilización de recursos de los
cuales no se dispone en el instante. Aquí interviene la ecuación sutil entre el sueño y la
razón: el primero genera visiones que nosotros nos formamos de un futuro mejor, que pasadas
por el tamiz de la razón se convertirán en los verdaderos motores de la acción”.5 Para el
autor, esta dimensión esencialmente subjetiva inherente a los proyectos -implícitos o
explícitos- representa un obstáculo de gran tamaño a todo análisis del futuro que pretenda
ser neutro o científico en el sentido tradicional, dadas las dificultades para descubrir las
verdaderas motivaciones de los actores, más allá de lo que suelen manifestar. No obstante,
a esta dificultad de analizar el poder de las ideas y la intensidad de los deseos, se puede
hacer frente con base en criterios de decisión y procedimientos de arbitraje que permitan
estructurar la reflexión acerca del futuro. De este modo, la “puesta en marcha del proyecto”
requiere métodos y procesos estructurados.
5
Al respecto Antonio Alonso Concheiro dice que la prospectiva está a medio camino entre la imaginación y la razón.
Así, mientras la predicción implica un destino fijo -el predicho- y no tiene en cuenta la voluntad y los actos humanos
de forjar el futuro, la unión entre imaginación y razón es la piedra angular de la prospectiva (Cfr. 1994; 46). A la par
de la ciencia y de la poesía, la prospectiva inventa y explora mundos posibles. No se rige por los criterios de verdad
establecidos por el presente, no limita la imaginación solo a aquello que la razón convencional acepta como posible. La
prospectiva analiza el pasado y el presente pero es antetodo ejercicio de libertad, es la posibilidad de escoger, de
inventar, es apertura, idea, creencia (1994; 49). La prospectiva sería entonces el arte de lo condicional.
haciendo énfasis en las causas frecuentes de errores de la previsión clásica, Hughes de
Jouvenel (1997; 99-100), plantea que las características que identifican a la prospectiva
serían las siguientes:
n Es un proceso que integra la dimensión del largo plazo, pasado y futuro, para descubrir
las variables de inercia y las variables que fluctúan en escalas de tiempo más cortos;
eliminar los efectos de ciclo y recuperar la libertad de maniobra para realizar las reales
transformaciones.
n Es un proceso que integra rupturas; no postula la continuidad del cambio, sino que incorpora
las innovaciones, los efectos de umbral, la irrupción de los actores “rompe-hábitos y la
voluntad humana de cambiar las reglas del juego.
Visión Parcial (de otra parte, todas las Global (de otra parte, nada
cosas permanecen iguales) permanece igual)
Ahora bien, en el plano operativo, serían cinco sus características básicas (Hatem, 1993,
19):
Cuestiones que según Godet fundamentarían las siete ideas claves que articulan los métodos
prospectivos:
Pues bien, todo este esfuerzo francés por diferenciarse del tradicional forecasting anglosajón
terminó por la puesta a punto de una caja de herramientas, un conjunto de técnicas
ensambladas alrededor del método de los escenarios, tales como el análisis estructural, el
análisis de las estrategias de los actores, el análisis morfológico, las matrices de impacto
cruzado, el análisis multicriterios, etc. Esta labor comenzó con la Datar en el año 1970 y
continuó con los aportes de muchas instituciones, especialmente Electricidad de Francia, el
Ministerio de la Defensa, el Commissariat General du Plan etc., encabezada por Michel
Godet. Su gran mérito consiste en pasar la prospectiva, del discurso un tanto literario de los
pioneros, a la práctica concreta de la realidad cotidiana. Para ello se basó en los métodos
de expertos creados por los norteamericanos en los años sesenta y setenta, sobretodo por
Theodore Gordon y Olav Helmer (Cfr. Helmer, 1983) y creó un proceso con una secuencia
organizada de etapas, apoyado en la formalización matemática, el cálculo de probabilidades
y la investigación operacional.6 De esta suerte el desarrollo de herramientas informáticas
permitió la aplicación y divulgación de la prospectiva para una audiencia amplia, que incluye
empresas privadas, organizaciones del sector público y administraciones territoriales en
Francia y fuera de ella. Por lo cual desde los años ochenta se registra un visible impacto
social y el surgimiento de diversas modalidades organizacionales y territoriales de aplicación
de la prospectiva, con diferentes tipos de resultados en la práctica (Cfr. Lesourne & Stoffaes,
1996; Saab, 1997). Por último, es de anotar el rumbo que le ha imprimido Godet a la
prospectiva en los años noventa, poniendola al servicio de la acción estratégica y del proyecto
de empresa, y por tanto denominándola prospectiva estratégica.
Ahora bien, a 40 años del lanzamiento “oficial” de la prospectiva por Gastón Berger, y después
de haber conocido su época de gloria, cuál es la situación actual de la escuela francesa?
6
La referencia obligada es el “Manuel de Prospective Stratégique. Vol. 1, Une indiscipline intellectuel. Vol. 2 L’art et
la méthode. (1997) de Michel Godet. Obra más completa que “De la anticipación a la acción” (1994 en español)
por una versión caracterizada por la influencia casi exclusiva de la economía, la utilización
de herramientas de naturaleza matemática e informática (modelos, análisis estructural,
MicMac, etc), y un matrimonio de conveniencia con la planeación estratégica.7 Esta nueva
práctica identifica lo que la autora denomina “prospectiva de segunda generación”, la cual
habría dominado el escenario francés progresivamente en los años setenta, ochenta y
noventa. Pero que en los últimos años parece estar entrando en una crisis, debido a las
siguientes razones principales, que surgen de un sondeo en el campo y de su amplia
experiencia:
El panorama es desconcertante, puesto que, cuando más se necesita una prospectiva fuerte
y estructurada a nivel mundial, ésta se encuentra en Francia en un momento de aparente
crisis o más bien de cambio entre esta segunda generación y una tercera en formación.
Cuáles serían entonces para Goux-Baudiment los factores que podrían revertir esta situación?
Por el lado de la demanda, una reciente legislación que obliga a las regiones a fundamentar
en la prospectiva sus “contratos” con la nación y a la DATAR a realizar una visión a largo
plazo de la sociedad francesa. Y por el lado de la oferta, las propuestas de una tercera
generación en surgimiento, para adecuar la prospectiva a los nuevos tiempos; a saber:
2.5.2 Sobre la identidad de la prospectiva francesa actual dentro del campo de los
futuros
Concepto Descripción
Futures Research Es el polo “duro” del espectro, con una búsqueda del conocimiento que hace
énfasis en la predicción, el pronóstico económico y tecnológico, el análisis de
sistemas y las ciencias administrativas. Es validado por especialistas en
pronóstico y planificación a través del uso de técnicas analíticas y métodos
cuantitativos. Se realiza investigación para los departamentos de gobierno y
grandes organizaciones pero sólo una pequeña parte es para el conocimiento
del público.
Futures Movements Con su énfasis en el cambio social “radical” está en el polo “blando” del
espectrum, recoge escritores especulativos, redes sociales, nuevos
movimientos sociales y estilos alternativos de vida. El movimiento feminista,
las organizaciones de paz y organismos de defensa del medio ambiente son
casos representativos. Alguna gente tiende a llamarse a sí misma futurista
porque maneja ideas sobre el futuro o porque crea visiones de futuros
deseables.
Ahora bien, cabe igualmente destacar que las fronteras y/o relaciones entre los estudios del
futuro y la prospectiva aparecen un tanto borrosas hoy en día, al incorporarse algunas ideas
esenciales de algunos pioneros de la prospectiva como Bertrand de Jouvenel dentro de los
estudios del futuro. Así, para Wendel Bell (1994; 54) existe un proceso de reflexión común
en el prever el futuro, en el cual se imaginan posibles futuros alternativos y se busca valorar
cual futuro puede ser el más probable si se decide o no emprender algunas acciones
específicas. Mediante esta exploración el futurista quiere saber, sobre la base de los hechos
presentes, cuáles son los futuros verdadera o verazmente posibles, cuáles son los futuros
más probables dadas las diversas condiciones, cuáles futuros alternativos son los más
deseables; y qué es lo que las personas individual y colectivamente pueden hacer para
alcanzar el futuro deseable y evitar las consecuencias del futuro no deseable.
n Un enfoque científico, basado sobre la experiencia científica o de otro tipo, que crea y
estudia significados, valores y otros símbolos mentales, como alternativas contingentes
que se refieren al futuro. Tiene su propia sintaxis, semántica y pragmática a través de
los cuales se relaciona la lógica y a los métodos, argumentos y problemas, hechos y
acciones de los futuros humanos (Malaska, 1993, 1994)
9 Propósitos básicos de los estudios del futuro según Wendell Bell (1996; 11)
Entonces el autor plantea que el objetivo de los estudios del futuro no es predecir el futuro,
pues no se tiene una bola de cristal. Es la exploración sistemática de los futuros posibles,
probables y deseables o preferibles, para mantener y/o mejorar la libertad y el bienestar del
género humano ahora y en el futuro, así como para propender por el bienestar de todos los
seres vivientes, y la capacidad del planeta para “sostener” la vida. De este modo, prospectiva
y estudios del futuro compartirían un proceso central.
El campo de los futuros, por consiguiente, se muestra como un terreno donde sus practicantes
ejercen funciones distintas, tienen diversos objetivos, laboran desde diferentes tipos de
organizaciones, y usan distintas herramientas. Con base en el planteamiento de los futuros
posibles, probables y deseables realizado por Bertrand de Jouvenel (1967), Roy Amara ha
ideado un esquema que sintetiza muy bien el campo, y permite observar la multiplicidad de
enfoques según el énfasis que realice cada quién (Ver cuadro siguiente).
Fuente: The futures field: searching for definitions and boundaries, by Roy Amara,1981
Al respecto, es mi apreciación personal que la obra de Michel Godet, el representante más
importante de la actual escuela francesa, en pos del rigor metodológico se ha centrado más
en la vía de la identificación de los futuros probables y ha dejado un tanto a un lado la
exploración de los futuros posibles y deseables, la cual subordina a aquella8 . No obstante,
si bien esta decisión fue importante para ganar en profundidad metodológica en los años
setenta y ochenta, hoy en día es importante reconocer que igualmente en el mundo se ha
avanzado bastante en la exploración sistemática y organizada de los futuros posibles y
deseables.
Con este panorama, pues, vale la pena hacerse algunas preguntas. Por ejemplo:
8
Aunque esta aseveración pueda ser polémica dada la gran elocuencia de Godet sobre las posibilidades de la
prospectiva, me parece claro que al hablar de los métodos el autor siempre se limita en su obra al rigor operacional de
aquellos métodos que le permiten avanzar en la dirección de los futuros probables y en su propia concepción de lo que
es la estrategia y de los aspectos comunes que plantea entre la prospectiva y la estrategia, con lo cual se establece una
suerte de tautología y de “definición de situación”, en la cual los lectores que apenas se inician en la disciplina creen
que esta visión es toda la prospectiva. Pero así como él dice que no se pueden confundir los escenarios con la
prospectiva, agrego yo, tampoco se puede confundir la prospectiva con la visión de Godet de la prospectiva. En este
mismo sentido, no se puede validar que los métodos prospetivos se reduzcan a los métodos que Godet ha perfeccionado
y referido, a pesar de su indudable aporte intelectual y profesional a la disciplina.
De otra parte es importante señalar que la concepción que él presenta de otros enfoques de la estrategia diferentes a la
“escuela de Harvard” es muy reducido, lo cual se ve cuando se refiere por ejemplo a la obra de Henry Mintzberg, y a la
poca importancia que le da a la “escuela de la planificación como aprendizaje”, por ejemplo. Con este comentario no
pretendo invalidar su obra sino relativizarla, por cuanto más que Godet son sus seguidores quienes pretenden imponer
esta visión como el punto de vista dominante en la formación de los nuevos prospectivistas y el enfoque
“científicamente correcto” para la consultoría, lo cual vuelve el asunto solo un problema de lucha por segmentos de
mercado y olvida la escencia y la historia de la prospectiva.
En estas condiciones, por tanto, habría entonces que discutir realmente en donde reside la
especificidad de la escuela francesa actual, si en el rigor operacional, -que comienza a ser
también común en muchas prácticas-, en el enfoque de análisis -que es bastante restringido
en la práctica- o en donde. Puesto que, teniendo en cuenta los argumentos expresados
arriba, resulta claro en el campo de los futuros es más facil identificar los estudios del futuro
que la prospectiva (a la francesa) y que ésta es apenas un enfoque dentro de los estudios
del futuro y no el discurso chic del futuro como algunos pretenden mostrarlo en América
Latina, siendo además sus fronteras cada vez más borrosas. Cabe pues retomar la pregunta:
Cual es hoy por hoy la identidad de la prospectiva francesa dentro del campo de los futuros?
Entonces, mientras no se clarifiquen realmente los valores a los cuales sirve realmente la
prospectiva francesa en la práctica, o ésta se identifique hoy en día más con una caja de
herramientas que con su impronta humanista original10 , considero más importante hacer
énfasis en una prospectiva de corte humano y social, preocupada por un futuro enmarcado
en una base ética relacionada con el desarrollo humano y sostenible, y el bien común de la
humanidad, vale decir, caracterizada por unos valores explícitos y no implícitos -como si
éstos no existieran o se continuara abogando por un confuso objetivismo heredero del
estructuralismo-, valores claramente identificados en favor del bien de un grupo social y no
de intereses particulares.11
9
Al respecto es vital reconocer que en los años noventa se ha hecho un gran esfuerzo por sintetizar y evaluar el
conocimiento de los estudios del futuro. Ver por ejemplo la obra de Wendell Bell (1996), Eleonora Masini (1993), Rick
Slaughter (1996), los números especiales de las revistas FUTURES en 1993 y 1996 y FUTURIBILI en 1994, así como
artículos como Inayatullah (1996). Con relación a la perspectiva “clásica” de los estudios del futuro son indispensables
las obras de Cornish (1978), Fogwles (1979) y Amara (1981; a, b, c).
10
Es impactante ver que para algunos autores alemanes la prospectiva francesa es simplemente otra forma de
planeación por escenarios, por demás demasiado estructurada y poco flexible. Ver Gausemeier et al (1996).
11
Es necesario aclarar que la posición humana y social de Eleonora Masini en la prospectiva y la perspectiva
deWendell Bell y Jim Dator dentro de los estudios del futuro es por ahora minoritaria. Pero la importancia de su
reflexión y de su aporte la hace muy significativa y de una influencia creciente. Debo estas apreciaciones a una
discusión con Eleonora Masini.
De este modo Masini (1993) considera que la función de una prospectiva humana y social
sería presentar proyectos verdaderos y propios para la construcción social del futuro y así
poder contribuir, si no a la solución, al menos sí a afrontar concretamente los problemas
sociales. Se trataría así de una función de tipo proyectivo pero también de una función
clarificadora con respecto a los objetivos de un país, de un grupo humano, del mundo. En la
cual, por demás, se busca aumentar la participación de los ciudadanos de la base para
modelar el futuro de su comunidad (Cfr. Dator, 1994), y formular imágenes y visiones del
futuro amplias, macro, positivas, idealmente realizables, que puedan tener efectos sobre el
curso de civilizaciones enteras, como lo proponía Fred Polak (citado por Bell, 1994).
Así las cosas, en últimas, la previsión humana y social pretende aumentar la capacidad de
las sociedades para construir socialmente su propio futuro, para construir democracias con
sentido, mediante procesos específicos que favorezcan la comprensión del cambio social,
la participación ciudadana en la toma de decisiones y la producción de imágenes y visiones
de futuro frescas y realmente transformadoras de la sociedad (Cfr. Amara, 1981). Es menester,
entonces, profundizar en este diferente tipo de prospectiva.
Los antecedentes de una escuela prospectiva humana y social pueden situarse en Gastón
Berger (1957) y su idea de una antropología prospectiva, Jean Fourastié (1967) y su trabajo
sobre una “moral prospectiva”; los trabajos de Aurelio Peccei y del Club de Roma en su
preocupación por el futuro global; la labor pluralista de la World Futures Studies Federation
y la Unesco para abrir la prospectiva a países no “occidentales”, los desarrollos prospectivos
logrados por los países en vías de desarrollo, especialmente por autores hindúes,
paquistaníes y chinos; como también los avances de P. Henrici y Fochs (1977) sobre las
bases éticas de la previsión; en los planteamientos acerca de la democracia anticipatoria,
realizados por A. Toffler, M. Maruyama y B. Huber en los años setenta; la labor de Riccardo
Petrella (1996, 1997a y b) y el Grupo de Lisboa sobre la noción de bien común de la
humanidad, y sobretodo y fundamentalmente, en el trabajo pionero de Eleonora Barbieri
Masini desde la Universidad Gregoriana de Roma (1993). Por tanto, la prospectiva humana
y social aunque conserva amplias conexiones con la escuela francesa, especialmente con
el trabajo de los pioneros, recibe amplias influencias posteriores y le trasciende.12
12
Es interesante observar hoy en día que el desarrollo del pensamiento futurista también va de la mano del desarrollo
académico. De esta suerte se encuentran algunos centros de estudios y programas de maestría o doctorado que hacen
énfasis en uno u otro aspecto. Por ejemplo la labor de Jim Dator se lleva a cabo en la Universidad de Manoa (Hawai),
enfocada a la aplicación de los estudios del futuro a los planos jurídico y político; la Turku School of Economics de
Finlandia, hace énfasis en el campo del desarrollo sostenible y está guiada por Pentty Malaska; la Universidad de Texas
se enfoca hacia desarrollos específicos en ciencia y tecnología; el Laboratorio de Prospectiva y Estrategia del
Conservatorio Nacional de Artes y Oficios (CNAM) de París, es liderado por Michel Godet y se orienta hacia los
aspectos metodológicos de la prospectiva y la estrategia, y el Doctorado en Previsión Humana y Social de la
Universidad Gregoriana de Roma, es liderado por Eleonora Masini.
Para aclarar las diferencias resulta imperativo volver a los principales enfoques del campo
de los futuros. Como se recordará, los enfoques derivados de la prognosis consideran el
futuro como una mera continuación del pasado. En este caso prima el estudio de “los hechos”
y su extrapolación razonada. En cambio la prospectiva humana y social no se centra en
tratar de predecir la ocurrencia de un determinado fenómeno sino en identificar las fuerzas
que impulsan el cambio social, en reflexionar sobre los futuros posibles para actuar y tomar
decisiones que vayan en el sentido del futuro deseado. Por tanto, el futuro no sería algo
único o cerrado sino algo abierto a la escogencia en el momento presente entre varias
alternativas. No estaría escrito, estaría por hacer, por construir. (Cfr. Masini, 1993; De Jouvenel,
H., 1993). Así las cosas, su esencia radicaría en construir el futuro dentro de contextos
realistas, diferenciándose de este modo de la utopía, puesto que ésta describe mundos
perfectos, con un orden ideal e inmutable, que no se sitúan en el espacio ni en el tiempo. De
esta suerte, la prospectiva en un sentido humano y social “retendría de las utopías clásicas
el poder creador y la imaginación; de las utopías sociales, el examen crítico de ciertos
valores; de las antiutopías, la búsqueda de los fallos de nuestros modelos ideales, y de las
utopías activistas, la voluntad de acción” (Cfr. Piganiol,1974; 2). Pero no se quedaría en la
descripción de un mundo que no existe. Pues, antetodo, la prospectiva es una actitud del
espíritu que se niega a aislar el momento presente de la historia, pero abarca también el
porvenir potencial y la voluntad de buscar y definir los futuros posibles, así como los caminos
selectivos y los métodos que le permiten alcanzarlos.
Enfoque Descripción
Por su parte, Masini (1982; 7-8) hace énfasis en el concepto de visión como una nueva
dimensión del pensamiento futurista. Así, en lugar de centrarse en los futuros posibles y
probables como el especialista en prognosis, o en los futuros deseables sin conexión con la
realidad actual como el fabricante de utopías, para ella los futuristas deben pensar sobretodo
en términos de desarrollar visiones. Por esto entiende la capacidad para buscar y escuchar
en las semillas de cambio que subyacen en el proceso histórico, y para construir proyectos
para el futuro a través de acciones basadas en valores claramente articulados. Pues bien,
este tercer enfoque constituiría una síntesis de la prognosis y la utopía. Pero el rasgo distintivo
estaría en la capacidad para pensar en el futuro en términos de proyectos de futuro que
surgen al confrontar los ideales sociales propios de la utopía con el análisis empírico de los
datos y las tendencias del pasado y del presente.
En suma, Eleonora Masini (1993) establece que la diferencia entre la previsión humana y
social y el pronóstico o forecasting, la previsión a lo Eric Jantsch y la prospectiva a la francesa,
radicaría en:
Desde este punto de vista el valor fundamental del futurista humano sería la responsabilidad
social. Vale decir, su disposición para comprender las semillas de cambio escondidas en el
presente, descubrir sus propias hipótesis implícitas, y generar visiones que no acepten
simplemente el status quo sino que busquen la transformación de lo actual en pos de un
futuro éticamente mejor desde el punto de vista global, mediante un proyecto que pueda
realizarse efectivamente en la acción.
Ahora bien, en un sentido amplio puede afirmarse que el quehacer prospectivo se desenvuelve
en cuatro planos o niveles básicos, según se entienda la prospectiva como:
n Una componente de las ciencias sociales que analiza global y dinámicamente los cambios
sociales (una disciplina)
En este plano la prospectiva es una disciplina para el análisis del cambio social, que tiende
a convertirse en una ciencia social orientada hacia el estudio del futuro con vistas a la
acción. Y como tal considera el movimiento histórico de las sociedades, con el fin de
suministrar los principios de selección de los elementos de la realidad social a través de sus
relaciones y el descubrimiento de las leyes del funcionamiento y evolución del conjunto
social (Del Olmo, 1984). Al concebir la unidad del pasado, el presente y el futuro, hace
visible el encadenamiento de movimientos de la sociedad, y sus ritmos variables que conducen
a las rupturas o mutaciones de tendencias, que determinan las transformaciones históricas.
(Martín S., 1978).
n Una manera de pensar y vivir (una filosofía, una ética, o incluso una cultura).
Los dos niveles superficiales se relacionan cotidianamente con la práctica operativa y son
los que más han sido prolíficamente tratados hasta el momento en la literatura especializada;
en cambio los dos niveles profundos, que tienen que ver con la fundamentación teórica que
sustenta y le da sentido a la reflexión, han sido menos elaborados. Puede decirse que los
dos primeros niveles han sido hasta el momento el centro del interés de la escuela francesa
actual (una tecnología, un complemento de la planificación) y el primero de ellos el objeto de
la llamada escuela de la planificación por escenarios (Cfr. Wack, 1986, Schwartz, 1996;
Schwartz & Van der Heijden, 1997; Shoemaker, 1995; Leemhuis, 1990) o del enfoque de
“scenarios management” (Gausemeier et al, 1996). En contraste, los cuatro niveles y sus
diferentes interrelaciones serían materia de atención para la prospectiva humana y social.
Por lo cual en lo que sigue se intentarán sintetizar los principales asuntos inherentes al
desarrollo de la PHS sobretodo desde la perspectiva de estos dos últimos niveles.
3.3 Las necesidades de desarrollo del campo de los futuros y las ciencias sociales.
De acuerdo con la exploración del campo de los futuros, es evidente que en ella conviven
múltiples diversas prácticas, con distintos niveles de profundidad y seriedad. Según Dator
(1994) para los investigadores del futuro la comunidad interpretativa aún tiene que crear un
modelo consensual de lo que constituye un conocimiento válido o confiable y como éste
puede ser conocido, quienes pueden participar en esta creación de conocimiento y donde
están los sitios adecuados para ello.Como consecuencia de lo anterior, una tarea fundamental
de los futuristas es revelar y analizar percepciones basadas sobre el descubrimiento y los
resultados de las ciencias y de otros tipos de experiencias humanas, con el objeto de procurar
un “abastecimiento” más riguroso de los contenidos, los procesos y los modos de actuación.
Para ello se esbozan ciertos criterios a fin de llevar a cabo esta labor por parte de los
cientistas sociales:
n Las alternativas de futuro deben ser comprensibles a la gente común y a aquellos que
13
Se distingue entonces el concepto de visión sistémica o visión global y el de visión de futuro, el cual remite a una
imagen estructurada acerca del futuro, que busca transformar la realidad y descubrir y portar las semillas de cambio
que contiene el presente, diferente además de la ideología, la utopía, y la distopía. Ver al respecto Masini (1983) y
Medina (1998d).
deben ocupar posiciones decisionales a través de una comunicación y una descripción
adecuadas.
n No es posible desarrollar investigación seria sobre el futuro sin considerar los riesgos
implícitos en las decisiones y escogencias humanas. Esta actividad incluye también el
delinear posibles acciones y desarrollar el poder de la voluntad y una vasta formación
ética para ponderar juicios acerca de los resultados deseables e indeseables. (Malaska,
1994)
n Si bien el ideal del conocimiento científico es que la ciencia sea neutral a los valores,
se considera necesario ahondar en esta materia, dado el carácter fuertemente subjetivo
que se le atribuye a los estudios del futuro, y la incapacidad de la metodología científica
tradicional para verificar objetivamente dichos resultados. Pues, como han señalado
diversos futuristas como W. Bell, P. Malaska y J. Dator, entre otros, los valores si pueden
estudiarse a través de diversos modelos y si pueden hacerse aserciones sobre el futuro
susceptibles de justificación, aunque ninguno de ellos puede generar certidumbre
“absoluta”. No obstante falta clarificar todavía mucho en cuanto a la validación de las
propuestas y resultados de los estudios que implícita o explícitamente contienen elementos
axiológicos. De otro lado, es de anotar que recientemente el mismo presidente de la
Asociación Internacional de Sociología, profesor Immanuell Wallerstein (1998a), se ha
referido en sus cartas a la necesidad de abordar este debate si realmente se quiere llegar
a la producción de un conocimiento realmente útil para la sociedad. En suma, por ambos
lados de esta discusión se llama a hacerle frente a este asunto y lo más equívoco resulta
aplazarlo o desconocerlo.
Así pues, de acuerdo con las tendencias y las características del campo de los futuros que
se han visto hasta ahora, es claro que este es un campo en plena expansión y madurez, que
requiere gran necesidad de desarrollo, sobretodo en los siguientes planos según Malaska
(1993):
n Ontológico, para plantear nuevas maneras de entender como los seres humanos
construyen su realidad.
n Epistemológico , para manejar la actividad práctica a través de métodos válidos de
investigación de los futuros; y
n Educativo , para aprender nuevas formas de trabajar sobre los modos de pensamiento
que constituyen el campo donde los seres humanos se representan o imaginan los futuros.
Estos asuntos plantean enormes desafíos para las ciencias sociales, especialmente debido
a las características que presenta la previsión humana y social (ver cuadro abajo), la cual
exige modelos de trabajo bastante diferentes de los enfoques universitarios tradicionales,
compartimentados, orientados hacia el pasado, puntuales, y que privilegian el método sobre
la responsabilidad con la realidad social global.
Características de la previsión humana y social
Característica Descripción
Complejidad El estudio del futuro implica múltiples enfoques que van más allá de las
disciplinas tradicionales, igual como sucede, por ejemplo, con el estudio
del desarrollo, el medio ambiente, el género, las ciencias de la
administración.
Por esta razón o dimensión cultural, Hodara (1984) refería que el futuro de América Latina
es importante y no puede ser dejado en manos del accidente y la contemplación, o lo que es
peor, del pragmatismo mal entendido, la negligencia, la inercia, la improvisación y la
corrupción. El desarrollo de los estudio del futuro refleja por tanto el “estado de conciencia”
de una sociedad frente a la necesidad de anticiparse al futuro. Pero la verdad es que nuestros
líderes se fían aún por el juicio intuitivo, las modas empresariales, y los comportamientos
imitativos y tardíos. Por esta razón nuestro continente sigue siendo un consumidor de visiones
e ideologías de futuro y no ha podido articular un pensamiento autónomo y original frente a
los desafíos de la nueva sociedad global. Vale decir, que sigue automáticamente las directrices
y orientaciones de los centros mundiales de poder y decisión en lugar de construir su propia
agenda de cambio.
El mercado no puede por si solo producir las transformaciones que requiere la sociedad
latinoamericana. América Latina debe entonces escoger entre seguir pensando en el
momento, un presente sin espesor ni profunidad como diría Gastón Berger, o en las
consecuencias que nuestras acciones presentes pueden tener sobre el futuro. Y requiere
también revalorizar el papel de la imaginación para poder construir en la acción visiones
realmente transformadoras de la sociedad.
Considero que no se pueden extrapolar los métodos de los estudios del futuro de un contexto
a otro sin atender los vacíos en la formación de los decisores y planificadores. En Europa y
los Estados Unidos, por su historia, sus instituciones, el grado de madurez de la sociedad
civil, la educación ciudadana, y los consensos sociales alcanzados a través de siglos, es
posible que muchos de los asuntos culturales ligados a la previsión humana y social no
tengan tanta importancia como sí la tienen en América Latina. Nuestro continente no “está
hecho”, está aún por hacer. Por eso pensar su futuro no es cuestión solamente de listar
variables y procesarlas en un programa de computador. Implica formación, conciencia social,
lucidez y una profunda visión. Dicho en otros términos, no se trata de creer que basta contar
con el solo proceso metodológico para se puede realizar el desarrollo social pues éste tiene
una estrecha relación con el contenido. No creo que se puedan disociar fácilmente estos
dos elementos, proceso y contenido, la herramienta y el pensamiento.
Así las cosas, la prospectiva humana y social no trata de evadir la discusión metodológica,
que es imprescindible, sino de evitar reducir los estudios del futuro a ello. Como dijo Peter
Atteslander hace 25 años, con respecto a la investigación del futuro, la cuestión no podrá
consistir en pelearse en torno al grado de probabilidad de ocurrencia de los eventos futuros
de la sociedad, sino, en mucha mayor medida, de orientar a las personas hacia nuevos
objetivos, cuando no de educarlas en tal sentido. Pues antes que nada tiene que crearse
realmente la conciencia de las posibilidades de cambio.
Debido a lo anterior, un aporte básico de la prospectiva humana y social tiene que ver con
la comprensión de los valores y los factores subjetivos e intersubjetivos que influyen en la
construcción social de la realidad, y el conocimiento de los modos de pensamiento orientados
al futuro, lo cual implica profundizar en la forma como se producen, circulan y apropian las
imágenes y visiones de futuro por parte de la población latinoamericana. Y otro aporte
sustantivo se relaciona con asumir un rol activo de pedagogía social con la juventud, en la
medida en que pensar acerca del futuro es una manera de estructurar las mentes, de
conceptualizar la vida y las acciones y decisiones cotidianas. Pues este modo de pensar
abre la posibilidad de educarse y educar a otros de cara a la historia y al futuro (Cfr. Masini,
1993). La labor sobre la futurización (Cfr. Albrecht, 1996) o mentalidad prospectiva
(Schneyder, 1969) es una dimensión fundamental del pensamiento estratégico (Cfr. Wack,
1986; Shoemaker, 1995; Bijon, 1992; Loehle, 1996), requiere de una profunda investigación
interdisciplinaria y una correcta valoración por parte de los decisores de nuestros países,
dado que amplía el modo de pensar propio de la planificación tradicional, y se constituye en
un elemento vital para fundamentar la toma de decisiones y producir procesos de aprendizaje
colectivo (Senge, 1990; 1994, 1997).
De otra parte, dentro de la escuela francesa aparentemente este tema es tenido en cuenta.
Por ejemplo, para Michel Godet (1994, 1997), la esencia del proceso prospectivo está en un
conjunto de tres elementos que denomina el “triángulo griego” (Ver cuadro de la página
siguiente). Sin embargo, aunque su planteamiento central se basa en este “triángulo”, su
obra se ha centrado primordialmente en la anticipación y en forma secundaria en la acción,
dejando de lado la apropiación. De este modo, Godet solo hace alusiones muy generales al
valor del ser humano, a la importancia de la movilización de las personas en la organización
y a los aspectos afectivos e intelectuales inherentes. No obstante, elude el tema de la
producción de las imágenes y la participación social en la misma. Por tanto, solo le da
importancia a las representaciones en la medida en que constituyen estereotipos que falsean
la realidad y por tanto hay que “capturar”, justo en el mismo sentido que Bacon hablaba de
los factores que estorbaban el pensar, o Marx pensaba en la ideología como un factor que
oculta una realidad supuestamente verdadera (Godet, 1994). Quizás ello se deba a que al
autor le interesa primordialmente captar las “estructuras de la realidad” que pueden
proyectarse en el tiempo, pero con esto verdaderamente se deja al margen el asunto de las
imágenes de futuro. 16
15
Al respecto señala Inayatullah (1996) señala que esta ausencia de referente epistemológico es común a diversos enfoques
de los estudios del futuro, y que este aspecto tiende a debilitar sus supuestos y resultados ante los cientistas sociales.
16
No es por casualidad que Godet denomine su libro de 1991 “De la anticipación a la acción”, siendo este concepto el
protagonista de su obra y el tema de la portada, y que en su “Manuel de Prospective Stratégique” (1997), el asunto
haya pasado a un segundo plano, siendo el verdadero centro en ambos su esquema metodológico, como digo, más
enfocado en el aspecto “duro” del proceso de la identificación de los futuros posibles y probables, que en los contenidos
y la reflexión creativa sobre los futuros deseables.
Componentes del proceso prospectivo según Michel Godet
Es por estas razones que la previsión humana y social sí considera una dimensión fundamental
de su tarea la de explorar los modelos mentales, las actitudes colectivas, los nuevos climas
de sensibilidad, y las visiones de los portadores de futuro, dado que ellos contienen la
semilla del cambio y permiten entrever las posibilidades de transformación de la sociedad.
El concepto de futuro como devenir histórico implica concebir al ser humano como constructor
de la historia con sus acciones y sus decisiones, y al futuro como múltiple, admitiendo la
incertidumbre y el hecho de que siempre está sujeto a controversias. El prospectivista cree
que existen diferentes futuros y que es posible conocerlos. Su objetivo es explorar estos
futuros alternativos, determinar de estos posibles cuales son más probables y desarrollar
una labor de reflexión en torno a cual es el futuro deseable, para definir las estrategias que
le permitan alcanzarlo. Para desarrollar esta tarea debe encontrar las tendencias, los hechos
portadores de futuro, los factores de inercia y las sorpresas que pueden afectar los sistemas
sociales, identificar las posibles direcciones en que se moverán tales fenómenos y cómo
pueden afectarles (positiva o negativamente). La prospectiva humana y social añade que
junto a ello se debe realizar un trabajo de educación y divulgación que genere participación
y compromiso de todos los actores que están implicados en la construcción de dichos futuro
deseables.
Godet concibe al ser humano como un “conspirador del futuro”, pero la prospectiva humana
y social lo ve más bien como un “homo constructor”, un constructor de futuros, es decir, un
ser que puede definir sus objetivos, realizar elecciones y pensar en las consecuencias
personales y colectivas de su acción. El ser humano tiene así el poder para actuar de manera
pre y proactiva, es decir, que puede estar previendo siempre los futuros posibles y los cambios
en el entorno, pero puede también ser un generador de estos cambios. La concepción filosófica
de la prospectiva es voluntarista, puesto que considera que el ser humano es capaz de
influir en el futuro de las estructuras sociales, gracias a su libertad, su deseo y su imaginación.
No obstante, la prospectiva humana y social reconoce los límites de esta concepción
voluntarista y por ello convoca al análisis fundamentado del presente y del pasado como
contexto de los cambios. E insiste en que el ser humano no está sobredeterminado, y llama
también a romper con el azar, el pesimismo y la fatalidad como principios y guías de la
sociedad. Pero añade que ello implica una poderosa educación para el uso correcto del
poder, una profunda base ética para no ideologizar e instrumentalizar la prospectiva para el
control de los cambios sociales desde puntos de vista particulares.
En este sentido, antetodo es imprescindible hacer notar la estrecha conexión entre los modelos
mentales y la esencia de la prospectiva, vale decir, comprender que el futuro es una
representación, una imagen mental y que el desarrollo de la sociedad depende de la
“encarnación de las visiones del mundo” de los líderes y constructores. Así la labor central
del futurista humano y social, gestar cambios y rupturas, depende fuertemente de su capacidad
para percibir las semillas del cambio en el presente y para imaginar alternativas positivas y
realistas que coadyuven en la transformación social. Dicho de otra manera, la prospectiva
se juega en dos planos, uno visible, que usualmente consiste en la elaboración de escenarios,
y otro invisible, donde se juegan los aspectos subjetivos - la visión de las personas- e
intersubjetivos, las mentalidades, la cultura. Por tanto, hacer prospectiva implica poner en
juego un modo de pensamiento orientado hacia el futuro, que tiene sus propios principios y
reglas de inferencia, sus metodologías y características. Implica literalmente, no solo “ver el
mundo mejor y más lejos”, sino una nueva manera de ver y construir la realidad. La prospectiva
humana y social tiene así una vasta labor educativa por realizar en las sociedades en
transformación.
5.3 Los desafíos de la prospectiva humana y social
n Volver al estudio de los “clásicos” y valorar las diferentes tradiciones mundiales para
retomar la perspectiva humanista y humanizante en la prospectiva,
La prospectiva sin visión es un costoso juego metodológico sin trascendencia; sin valores
es un juguete que puede ser utilizado para cualquier cosa, incluso contra el mismo bien
común de la humanidad; y sin claridad alrededor del rol constructor de democracia y de
sentido del prospectivista es un pasatiempo para observadores sin compromiso con la
transformación de la realidad. Por estas razón la prospectiva humana y social postula que
la formación de nuevas y “frescas” imágenes de futuro, junto con la ampliación de la
participación de la gente de la base en los procesos de toma de decisión, y el desarrollo de
capacidades de la sociedad para el análisis de las escogencias y sus impactos, deben
constituir las componentes principales de su tarea social (Cfr. Amara, 1981).
En América Latina se ha logrado la formación de una pequeña pero bien definida comunidad
científica sobre el tema, la paulatina constitución de una red interinstitucional público-privada
de apoyo, y una difusión creciente de publicaciones y estudios. Sin embargo, se espera el
aumento del contacto internacional, la aparición de una capacidad de control y evaluación
por pares, la ejecución de proyectos conjuntos de investigación básica, la prestación de
servicios con mayor relevancia práctica, un mayor énfasis en el tratamiento de los problemas
regionales, etc. Con ello se podría salvaguardar el aprendizaje hecho hasta el momento y
gestar la articulación de una red internacional de investigadores y asesores, capaz de dar
un salto cualitativo en su nivel y colocarse realmente en una categoría mundial (Cfr. Gutiérrez,
1992).
De esta forma podría conformarse una masa crítica de expertos capaces de captar la atención
de los dirigentes latinoamericanos, quienes permanecen encantados con los gurúes de turno
y las firmas multinacionales de la consultoría, tales como Monitor Company, Andersen
Consulting, Booz Allen & Hamilton, Arthur Little, McKensey, etc., las cuales han incursionado
con agresividad en el campo de los planes estratégicos urbano-regionales y la competitividad
internacional, y llevan a cabo costosos procesos de experimentación metodológica en nuestros
países, sin que resulten claras realmente las condiciones de transferencia de tecnología ni
el beneficio recibido por la inversión. Para ello entonces es necesario activar las redes de
profesionales y dinamizar todas las formas de comunicación, bien sea a través de la creación
de revistas en español, el fomento de intercambios de experiencias, la constitución de centros
virtuales en internet -como el Proyecto Millenium- y de puntos de referencia donde las nuevas
generaciones puedan acercarse y encontrar lo mejor de las prácticas y teorías a nivel mundial.
Antetodo, la prospectiva contiene un valor “en si” además de su obvia utilidad instrumental,
sobre todo para la labor de planificación. Ese valor en sí está dado porque “conocer
mínimamente su propio futuro es parte de los derechos de cada sociedad” (Hodara, 1984).
Por ende en un momento de cambio histórico como el que afronta América Latina, resulta
decisiva la percepción y la capacidad de las élites y los actores sociales para sintonizarse
con las nuevas realidades de la globalización y producir respuestas creativas y eficientes.
Vale decir, las élites intelectuales, políticas, económicas, sindicales, los líderes de opinión,
todas aquellas personas donde quiera que estén y lo que hagan, con la capacidad de
comprender la complejidad, crear visiones de futuro realistas y transformadoras, y de
materializarlas a través de proyectos positivos para el bienestar social.
La capacidad de respuesta a los desafíos de la globalización es también una escogencia.
En las cabezas de estos portadores de futuro se juega gran parte de la integración al mundo
de la región o su fragmentación en los próximos años. Pero es claro que el mejoramiento del
desempeño competitivo y la calidad de vida de América Latina es una tarea de largo aliento,
en el cual el fomento de las capacidades de aprendizaje es vital para optimizar los recursos
colectivos. Es también una tarea de cambio cultural que sobrepasa las posibilidades de un
líder o institución, y requiere de una red de alianzas y nuevos enfoques de gestión colectiva,
fundamentada en valores favorables a la solidaridad y superación del protagonismo y
caudillismo endémico de los líderes tradicionales. La prospectiva humana y social debe
contribuir así al desarrollo cultural; requiere trabajo en equipo y conciencia de que ni la
historia ni las cosas importantes se hacen individualmente; que los actores son efectivos en
la medida en que sean capaces de movilizar la inteligencia social; que las sociedades perduran
si tienen organizaciones fuertes, formadas por personas coherentes, capaces de crear y
ejecutar un proyecto de futuro colectivo.
5. Conclusiones
Siendo ambos tipos de prospectiva herederos de la primera generación de la prospectiva
francesa, se trata de dos concepciones distintas. La prospectiva francesa actual o prospectiva
estratégica está ligada al mundo empresarial, al servicio de la estrategia y por ende de la
lógica de la competitividad restringida. Se centra la informática y la matemática, a través del
uso del software y el desarrollo de matrices de análisis (Micmac, Smic, etc). La previsión
humana y social recoge los aportes de muchas vertientes a nivel mundial y enfatiza en la
creación de visiones, el estudio y la incorporación de los valores y en el uso de la imaginación
con rigor; es más cualitativa que cuantitativa y se aplica preferiblemente al campo cultural y
educativo.
La prospectiva humana y social también tiene un gran sentido práctico. Comparte con la
prospectiva francesa actual la necesidad de hacer hincapié en el manejo de la información
a través de métodos y técnicas para la creación de imágenes de futuro y objetivos de desarrollo
colectivo, así como en la necesidad de producir análisis globales y dinámicos de los cambios
sociales, ajustados permanentemente a la realidad espacio temporal. Pero profundiza en la
necesidad de valorar y educar la capacidad del ser humano para construir su propia sociedad
y su propia cultura, y en hacer de la prospectiva un apoyo para el fomento de la integración
e interrelación entre los actores sociales, mediante la participación y la concertación, para la
obtención de consensos sociales en torno a la construcción de su propio futuro.
Si la prospectiva estratégica se enfoca en la exploración de futuros posibles para clarificar
decisiones y acciones presentes, la previsión humana y social se orienta preferiblemente
hacia la Construcción social del futuro, con base en el despliegue de la imaginación y la
capacidad social, técnica, política de la sociedad. Por ende se pude aplicar para fomentar la
innovación social, forjar identidad cultural, construir un proyecto colectivo, activar la sociedad
y generar respuestas efectivas a los retos que comporta la mundialización.
De esta manera puede observarse que la función tecnológica de la prospectiva, siendo tan
importante es apenas una dentro de un conjunto muy amplio. La previsión humana y social
también involucra la puesta a punto de los métodos, pero no se limita a ello. Levanta la
cabeza y se da cuenta de que existe un panorama muy amplio adelante por explorar, sobre
todo en el campo organizativo, educativo y humanístico..
n Volver al estudio de los “clásicos” y valorar las diferentes tradiciones mundiales para
retomar la perspectiva humanista y humanizante en la prospectiva.
n Destacar antetodo el rol constructor de sentido y de democracia de la prospectiva.
n Rescatar el papel de la participación y la imaginación en los procesos prospectivos.
n Flexibilizar y ajustar las metodologías a las condiciones reales del contexto.
n Revaluar los contenidos en la formación de especialistas en prospectiva y
propender por la formación prospectiva de los profesionales.
n Promover el papel de la comunicación y la constitución de puntos de referencia a
nivel continental.
n Fortalecer la preparación geopolítica, geoestratégica y geocultural de los actores y
ciudadanos.
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