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MEDICINA TRADICIONAL EXPERTOS DESTACAN SU VALOR PSICOTERAPEUTICO

Uno de cada tres peruanos ha recurrido en algún momento a la medicina tradicional. La confianza
del paciente es decisiva para curarse especialmente de enfermedades psicosomáticas, explica el
doctor Fernando Cabieses.

La medicina tradicional es una de las más ricas y fascinantes herencias culturales del Perú. En
la actualidad, principalmente en el ámbito rural, millones de personas aún acuden a los
curanderos y chamanes para aliviar sus sufrimientos, agnustias y enfermedades. Transmitido de
generación en generación, ese sistema registra un progresivo deterioro y olvido debido a la
transculturación que difumina la tradición oral que mantuvo vivo y cambiante a ese bagaje de
conocimientos desde hace miles de años. Para el prestigioso médico e investigador Fernando
Cabieses es importante, de parte del Estado e instituciones privadas, rescatar y mantener el
legado de esa primigenia alternativa de curación porque, entre otras bondades, guarda "un
prodigioso conocimiento terapéutico sobre las plantas medicinales de la Costa, Sierra y
principalmente de la Selva del país", que podrían "aliviar y curar a millones de personas".

Además porque sus técnicas psicológicas para encauzar las emociones de los enfermos en
aras de la curación, destaca Cabieses, "conllevan un singular aporte al conocimiento íntimo del
alma humana". La medicina tradicional es un sistema médico, es decir, una compleja doctrina
sobre la salud, la enfermedad y las diversas formas de curar. Por su origen arcaico está
profundamente imbuido de magia, religión y misterio.
Los poderes del universo, lo sagrado y el drama del ser humano frente al bien, el mal, la vida y
la muerte, están definidos en su estructura ideológica, expresa Cabieses. La explicación y
justificación de la medicina tradicional, entonces, se sustenta en su naturaleza religiosa. El origen
de las enfermedades, según ese sistema, se encuentra en la acción de fuerzas sobrenaturales.

Luego de observar los síntomas de la enfermedad, para que el curandero tenga la "visión" del
origen del mal, su explicación y posible curación, en términos generales, debe recurrir a la ingesta
de sustancias alucinógenas, especialmente plantas psicotrópicas. Otros utilizan el humo de
cigarros o licor fuerte, pero el efecto es el mismo: lograr estados alternos de conciencia y trance
para acceder, según creen, a realidades espirituales donde grandes fuerzas míticas juegan con el
destino de los hombres y poseen invalorables conocimientos y poderes sobre las enfermedades,
desgracias, curación, la fortuna, la vida y la muerte.

Generalmente, los instrumentos físicos eficaces que sirven para curar son las plantas
tradicionales, los cuales creen los maestros curanderos tienen "ánimas" o "virtudes divinas",
poderes que permiten erradicar las dolencias y alejar con "su eficacia misteriosa" el sufrimiento y
la muerte. La ciencia, por su parte revela que esos vegetales tienen diversas propiedades
farmacológicas de comprobada eficacia para aliviar o erradicar determinadas enfermedades
fisiológicas. Sin embargo, es importante destacar que los maestros curanderos insisten en creer
que los remedios vegetales solo actúan dentro de sus respectivos contextos rituales, fuera de ese
esquema, las plantas tienen eficacia mínima, creen.

Los orígenes de ese sistema de curación se remontan miles de años atrás, en el período
Paleolítico, cuando la expresión más arcaica de la religiosidad del ser humano se manifestó a
través del chamanismo. En el territorio peruano cuna de viejas civilizaciones como Chavín y
Paracas, uno a dos milenios antes de Cristo desde entonces se desarrolló un conjunto de
destrezas terapéuticas a base de plantas y supuestos mágico religiosos.

En una laja de piedra de un anfiteatro hundido del denominado Castillo de Chavín, principal
santuario de la cultura del mismo nombre en Ancash, por ejemplo, observamos el bajorrelieve de
un chamán o sacerdote que cegríme en sus manos un cactus San Pedro.

Se trata de una poderosa planta psicotrópica que desde hace miles de años hasta en la
actualidad, ha sido utilizado con solemne respeto por los curanderos con el fin de "ver" a través de
las alucinaciones que provoca, los males que aquejan a los enfermos y dar con la cura respectiva.

Cabieses recuerda que la medicina Inca era superior a la medicina europea de los
conquistadores tanto así que el marqués Francisco Pizarro envió de regreso a la península a sus
cirujanos y "se quedó con los médicos quechuas porque eran más eficientes".

La avanzada medicina andina se enriqueció con los aportes de la medicina popular europea,
sincretismo que se revela, durante las ceremonias, en la combinación de dogmas e ídolos
cristianos junto con conjuros paganos, ingesta de sustancias vegetales y uso de objetos rituales
nativos. La razón de porqué se desarrolló "una feliz síntesis" entre las medicinas andina y europea
del medievo se debe a que ambas eran de carácter religioso.

La medicina tradicional peruana en la actualidad, asimismo, es resultante de una combinación


de los conocimientos andinos, de Europa, y de las etnias chinas y negra. Ese milenario sistema
curativo, indica el galeno, es aún más sorprendente porque es variado debido a la existencia de
antiguos y diversos pueblos y etnias en diversos habitats de la costa, la sierra y la selva del país
con su flora y fauna específicas.

La medicina tradicional, advierte Cabieses, "tiene un enorme y fundamental ingrediente


emocional", lo que en gran medida contribuye a la curación de los males porque convierte a la
mente y las energías internas del enfermo en un poderoso aliado para combatir la enfermedad.

Es notable la maestría de los verdaderos curanderos peruanos en su capacidad de relacionarse


con sus pacientes y hurgar en el fondo de sus conflictos emocionales para luego, canalizar sus
motivaciones y sentimientos en aras de la curación, dijo.

Por ello, anotó, los curanderos adjudican una importancia decisiva en conocer si el enfermo "ha
perdido un alma (porque creen que tiene varias)". Entonces como si fuese un extraño guerrero en
misión de rescate el curandero se prepara con sus maracas, espadas, santos, puñales, perfumes
y hierbas, para "pelear" contra los "espíritus malignos" durante sus ritos, con el fin de intentar
"recuperar el espíritu del paciente y restituir su salud".

Delante de su atemorizado pero esperanzado paciente, la parafernalia y rituales del curandero


que invoca los poderes de dioses y demonios, contribuye a que el enfermo adquiera la confianza
de que "poderosas fuerzas espirituales se han convertido en sus aliados para acabar con su
enfermedad o su desgracia".

En tanto, el curandero, sudoroso y atormentado durante la "pelea", cree de todo corazón que
propicia los poderes de la Virgen María, Cristo, los santos, los espíritus de la tierra, el agua y los
cerros, además de demonios y diablillos andinos.

La confianza del paciente es decisiva para la curación, refiere Cabieses, especialmente en


aquellas enfermedades de marcado carácter psicosomático.
En ese sentido, el especialista señala que no existe un "abordaje intimista y eficaz" hacia el
enfermo en la medicina occidental moderna la cual es fría e impersonal.
Por lo tanto, en la mayoría de los casos, no moviliza "las emociones más profundas del ser
humano", lo cual si es canalizada en la dirección correcta, "tiene efectos casi mágicos" en la
salud. Muchos profesionales de la salud, en la actualidad se olvidan que toda medicina se
sustenta en el entramado psicosomático es decir la relación de la mente y el cuerpo, por ello,
saben muy bien los maestros curanderos andinos, es decisiva participación de la mente en el
proceso de sanación. Por esa razón, los curanderos auténticamente respetados por su comunidad
no solo son excelentes herboristas sino que también son notables psicoterapeutas, destacó
Cabieses.
Vigencia

Pese a la pérdida de los antiguos conocimientos terapéuticos en diversas regiones del país, la
medicina tradicional es una "luz de esperanza", la única alternativa para aliviar las enfermedades
de millones de peruanos, principalmente en el área rural. Según información estadística del
Ministerio de Salud señala Cabieses se estima que unos ocho millones de peruanos, más del 30
por ciento de la población, recurre en algún momento de sus vidas a los curanderos para aliviar o
curar sus enfermedades. Ese fenómeno, dice, es más intenso en el campo, en aquellas
comunidades donde los servicios médicos del Estado son precarios o inexistentes. Además,
contribuye a ello, la gran inercia cultural de preferir lo conocido y confiable a lo desconocido y
extraño, en este caso los médicos, sus medicamentos empaquetados y su tecnología. En el Perú,
existen auténticos centros de curanderismo, como las localidades iqueña de Cachiche, piurana de
Salas y las famosas lagunas de las Huaringas en la provincia de Huancabamba, Piura. Aún en las
principales ciudades del país, como Lima, la medicina popular o folclórica tiene una enorme
aceptación especialmente en los sectores populares. No obstante, el gran problema estriba en la
existencia de charlatanes y timadores que han hallado el modo de ganarse la vida mediante el
engaño y la mentira. Porque, explica Cabieses, es preciso recordar que el curandero o chamán
auténtico, es un verdadero maestro y depositario de técnicas y conocimientos milenarios
transmitidos de generación en generación. "(Ellos) tienen dignidad, sabiduría y compasión".

Rescate
El Perú es uno de los cinco países con mayor diversidad biológica en el planeta: posee 84 zonas
de vida de un total de 104 existentes en el globo. Decenas de miles de especies animales y
vegetales, una extraordinaria flora y fauna, durante milenios han sido utilizados por los curanderos
para desarrollar sus conocimientos terapéuticos. La medicina tradicional peruana es muy rica pero
está muy olvidada debido al avance rápido del pensamiento racional. Así se olvidan los usos
curativos de innumerables plantas porque a través de los siglos solo han sido utilizadas dentro de
herméticos contextos mágicoreligiosos. Desde 1990, el Instituto de Medicina Legal desarrolla "una
labor de rescate" de los conocimientos terapéuticos de las plantas de uso tradicional en el país,
señala Cabieses en su calidad de directivo honorario. En la actualidad, el instituto tiene 19 filiales
en las principales provincias del país, especialmente en el Ande. El Instituto de Medicina Legal
propugna un trabajo que coadyuve a la vigencia de la medicina tradicional, dijo el galeno. Es a
diferencia de numerosas sociedades científicas que evidencian una mera actitud extractiva
respecto a la medicina tradicional, es decir, que se encuentran a la búsqueda de conocimientos o
recursos útiles para la medicina moderna sin considerar en sus prioridades el respeto al sistema
de creencias y valores del curanderismo. Desarrollo En ese sentido, los profesionales del instituto
acuden a las aldeas y comunidades campesinas para dialogar con los curanderos respetados por
el pueblo, las parteras y yerberos con la finalidad de propiciar la vigencia de la medicina tradicional
e intercambiar conocimientos. Uno de los objetivos del instituto consiste en "articular los
conocimientos eficaces de las medicinas tradicional y moderna para el mejoramiento de la calidad
de la salud en la población". En ese contexto, dijo, el instituto recomienda el desarrollo de
determinadas comunidades indígenas, especialmente de la selva, a través del cultivo de plantas
medicinales de comprobada eficacia. La Uña de Gato, la Maca, el Huarnapo y otros, cuyos valores
medicinales han sido dados a conocer en los últimos años, solo son una minúscula fracción de
innumerables plantas medicinales del Perú que aún no han sido debidamente investigadas y
promocionadas. Cabieses sostuvo que los organismos que realizan estudios en ese sentido deben
guardar severa reserva hasta culminar con las investigaciones y en espera de los marcos legales
de protección de los especimenes. Eso se debe a que cuando se da a conocer las bondades
curativas de determinados vegetales, "se inicia una irracional explotación de los mismos en
desmedro del medio ambiente y de las comunidades indígenas". El Instituto de Medicina Legal,
anotó el especialista, en la actualidad desarrolla los estudios farmacológicos de aproximadamente
unas 100 plantas medicinales de la selva peruana, de las cuales se han detectado, parcialmente,
importantes bondades curativas. (AFL)

Herbolarios, impostores y maestros Casi cada centro popular de abastos a lo largo y ancho del
país tienen vendedores herbolarios que atienden casi cualquier enfermedad concebible, desde la
vulgar gripe, diarreas y disfunciones digestivas, heridas menores, dolor de cabeza y males de la
piel, hasta anemia, impotencia sexual, males del hígado, de la sangre, reumatismo, cálculos,
taquicardia, tuberculosis, obesidad, asma, depresión y "melancolía amorosa". Para tal efecto se
venden, en paquetitos y a precios razonables, innumerables hierbas y plantas como el ajenjo, la
coca, alhabaca, chancapiedra, pólen, achira, maca, culén, uña de gato, boldo, gomarabia,
hierbabuena, hierbatoro, manzanilla, matico, paico, ruda, sauco, sávila, etc. El servicio de los
herbolarios, sin embargo, es la punta del iceberg del fenómeno de la medicina tradicional en el
Perú. Durante los últimos años han proliferado los negocios de supuestos chamanes y curanderos
de nombres estrambóticos que hacen de las suyas a expensas de la desesperación e ignorancia
de miles de personas. Se les encuentran en locales u "oficinas", en avenidas céntricas de las
ciudades y su "arte" combinan la lectura adivinatoria de cartas, con la venta de pócimas y extraños
amuletos, de supuesta "eficacia mágica". A la superchería y estupidez de esos impostores se
contrapone el ministerio de auténticos curanderos que, la mayoría de las veces, calladamente y
casi inexistente interés monetario, dedican sus vidas y conocimientos a aliviar los sufrimientos y
curar o intentar hacerlo casi todo tipo de enfermedades mediante el suministro de hierbas
medicinales y extraños rituales mágicoreligiosos de antiquísimo origen.

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