You are on page 1of 1

X.

UNA REALIDAD EN NUESTRAS VIDAS - Actualidad

Viernes, 10 de septiembre de 2010 - josemari20 46 8 visualizaciones

Cada uno de nosotros es infinito. En realidad, yo creo que aquí se resume todo lo que es la misión de seguir a Cristo abnegadamente.

En concreto, nos dice, aparte de velar, que hemos de renunciar hasta de nuestra propia vida y hemos de renunciar a todos nuestros bienes, para
poder ser discípulos del Maestro de maestros, para poder ser discípulo de Jesús. Eso, visto así, de buenas a primeras -ya os digo-, es bastante
fácil aceptarlo o que otros lo acepten. Pero hacerlo una realidad en nuestras vidas, hacerlo un hecho en nuestra existencia ya es otro cantar y es
harina de otro costal.

Porque nosotros, en realidad, sí queremos seguir a Cristo, pero no sabemos seguirle. No le sabemos seguir con abnegación, nosotros amamos más
al mundo que a Cristo. Amamos más al demonio que a Dios. Y esto, para mi entender, no debe ser así. Yo creo que lo importante es seguir al
Pastor de pastores. Es más; no solamente al Pastor de pastores. Es más; no solamente al Pastor de pastores, sino al propio Cordero. Yo creo que,
en realidad, lo que debemos edificar es en vida eterna. Y digo que debemos edificar en vida eterna, porque todo lo que construimos en esta
vida terrenal es hollín y es ruina, prácticamente, es devastación. Está comprobado, con más de un Imperio que ha pasado por esta existencia
terrenal y, de la misma forma, se ha evaporado.

Mientras tanto, la fe que profesa el Hijo por el Padre se mantiene firme como una Roca. Y considero que es más importante hacer la voluntad de
Dios, hacer la voluntad que Cristo quiere para nosotros, que hacer la voluntad que nosotros mismos queremos para nosotros. Porque si en
realidad queremos edificar una torre, tenemos que calcular los gastos primero. Y, el seguir a Cristo, es una empresa muy grande, por no decir
"demasiado grande", para nuestro escaso conocimiento y para nuestro escaso entender de las cosas cotidianas celestiales. Porque en realidad es
bastante difícil -y quizá por eso no lo tomemos en cuenta- vivir espiritualmente en un mundo netamente material. Porque nos pensamos que es
primeo el alimento y nos pensamos que es primero el vestido. Pero en realidad lo que nos alimenta, en concreto, es la Palabra de Dios. Lo que
nos alimenta, en concreto, es ese Amor de Dios que siempre permanece eternamente en nosotros. Y esto sí que es construir sobre tierra firme y
eso sí que es construir sobre Roca.

Para mi entender, yo considero que es bastante indispensable el que nosotros nos pongamos ahora a calcular esos gastos que representan el
seguir abnegadamente a Jesús, por los caminos que quiera llevarnos, por los caminos que Él nos haya trazado o que bien haya intercedido ante
el Padre por nosotros, para que el Padre mismo nos haya dicho lo que tenemos que hacer. Pues importante que, al echar los cimientos,
acabemos la obra. Porque no tenemos que quedarnos a mitad de camino de la obra. Lo único que debemos hacer es, precisamente, la voluntad
del Padre. Es más; yo considero que el seguir a Cristo representa una lucha interna en nosotros mismos, porque es una lucha contra nosotros
mismos, porque siempre estamos, de alguna manera u otra, tratando de decir que nosotros tenemos razón y no la tiene Cristo. Entonces,
tenemos que saber ser buenos soldados de Cristo, para que nos utilice en la batalla final. Tenemos que renunciar a todos nuestros bienes para
poder ser discípulos de Cristo.

En concreto, yo lo que veo en estas promesas que, en realidad, para ser justo y poder hacer juicio e impartir justicia no es importante hacer un
gran banquete e invitar a los magnates de la sociedad; sino, más bien, no oprimir a nadie y devolver al deudor su prenda. Es más, dar pan al
hambriento y vestir al desnudo. En realidad es muy importante andar en el camino de Dios porque, en concreto, Él es el que sabe cómo se hacen
las cosas. En realidad nos damos cuenta que, más que todo, se habla aquí de un resurgimiento de la Casa de David. Porque esas ramas llevan
frutos y es cuando la vid se hace vigorosa, porque ha sido plantada en tierra buena y cerca de abundantes aguas y los sarmientos, desde la era
en que se plantó para que estuviese bien regada, la vid la dirigió hacia sus raíces, precisamente, poniéndola cerca de aguas abundantes para que
estuviese copiosamente regada. En concreto, echó brotes y se hizo una vid frondosa, para que dirigiese hacia el águila sus ramas y le estuviesen
sometidas sus raíces. Se hizo vid, echó sarmientos y extendió sus ramas. En concreto, lo que nosotros hacemos es algo muy diferente y es algo
muy poco esencial, porque cuando en nosotros es puesta la semilla lo primero que hacemos es pisotearla para ver si de alguna forma fructifica.
Yo creo que esta no es una manera que fructifique una semilla. Por otra parte, creemos que tirando de la planta logramos que ésta crezca,
cuando lo único que estamos logrando es arrancarla del suelo y prácticamente, de su propia existencia. Por lo tanto la planta, así, morirá.

Por otro lado, no sabemos regarla, no sabemos cultivarla y permanecer en esa planta. No sabemos elevarnos por encima de nuestros propios
principios ni sabemos elevarnos por encima de nuestras propias formas y maneras de pensar. Siempre estamos pensando, prácticamente, lo
mismo. No tenemos esa aventura de conocimiento, de poder, realmente, emprender grandes vuelos. No sabemos remontarnos por buenas
fuentes; sino que, más que todo, siempre andamos con un cotidiano vivir, siempre pensando lo mismo, siempre haciendo las mismas cosas; y
ésto, en realidad, es lo que cansa y en realidad es lo que conduce al estrés. No sabemos darle a cada día su propio afán. Creemos que todos los
días tienen el mismo afán. Y es más: compensamos todos los días con los mismos afanes de todos y cada uno de los días. Y esto, en realidad, es
lo que produce en el ser la disconformidad consigo mismo.

Entonces procuramos, más que todo, creer siempre que no es venida esa disconformidad por nuestro proceder, sino que es venida por... no sé, a
lo mejor por la voluntad de Dios, nos decimos para nuestros adentros. Yo creo que no es así, porque de Dios solamente viene lo bueno. Lo único
malo que puede venir sobre la faz de la tierra es lo que "nosotros" podamos hacer. Es muy importante que nos demos cuenta que empezamos a
construir a partir de ahora en la vid verdadera, en el verdadero sarmiento, en Aquél que Dios podó para que de más fruto. Debemos seguir en la
constancia de permanecer en la existencia divina.

You might also like