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MAESTRÍA EN FILOSOFÍA
ADRIANO ALESSI»
La nueva marea de la modernidad apunta hacia una nueva religiosidad que parte del
indiferentismo propuesto tal vez a partir del ateísmo de Feuerbach y Nietzsche, y más
adelante consolidado con el positivismo del siglo XX.
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J.C. Gil y J.A. Nistal, «New age». Una religiosidad desconcertante. Barcelona. 1994. 32-33.
El regreso del hombre hacia lo sagrado parte de la necesidad y las aspiraciones del
hombre hacia un más allá de la ciencia y el desarrollo económico, es decir, la ciencia y la
economía no responde a las cuestiones más primarias del deseo de conocer la verdad.
Inquietum est cor nostrum, esta es la condición que marca a fuego la existencia del
hombre, un modo de concebir que irrumpe con fuerza, especialmente en ciertas situaciones,
pero que se encuentra siempre latente en todos.
Hay quien, concreto y realista, formula a la baja los proyectos y esperanzas sobre el
futuro. La pregunta sobre la necesidad de abrirse a instancias de orden trascendente, la
necesidad de recurrir a fueras más altas, que, precisamente por localizarse más allá de la
esfera humana, garantizan la realización de proyectos del hombre.
No se puede negar que la razón vive motivada por un ansia incurable de comprender.
La fe es esa nueva forma de conocimiento, misteriosa y real, que abre nuevos horizontes a la
inteligencia, empujando su mirada más allá de las fronteras que se le asignan naturalmente.
La razón debe renunciar a lo que es más propio y dar un salto en el vacío, debe fiarse de
alguien sin poder establecer si lo que se le impone tiene un fundamento objetivo.
Hoy se comprende sobre el esquema de una weltanschauung cada vez más laica una
concepción en la que la referencia a Dios es progresivamente callada, cuando no
explícitamente negada. Según P. M. Buren el hombre moderno es irreparablemente secular
en sus actitudes y en su pensamiento. Vive en un mundo de inmanencia radical, un mundo
en el que los valores humanísticos más elevados, todas las verdades y significados, son
esencialmente empíricos.
El fenómeno del ateísmo constituye una de las dimensiones más significativas del
vivir contemporáneo y ha pasado de ser un fenómeno elitista a un movimiento que
comprende pueblos enteros, clases sociales y generaciones, con una notable influencia a
todos los niveles de la vida en sociedad.
La verdad alcanzada no sacia sólo al apetito de la razón, sino que también apela de
modo esencial, aunque indirecto, a todas las potencialidades del hombre. Dentro de esa
totalidad es posible distinguir una doble polaridad emergente. A un lado se encuentra el
hombre en la integridad de su ser, de su realidad corpórea dotada de interioridad. En el otro
lado, a través de una oposición que no hay que exagerar, se sitúa el conjunto poliédrico de
las realidades cósmicas.
La ciencia cognitio rerum per causas conocimiento de las cosas por sus causas,
conocimiento fundamentado y riguroso que, sin embargo, puede tener diferentes grados de
comprensión.
La filosofía scientia rerum per causas ultimas ciencia de las cosas en sus últimas
causas, el intento fáctico de adentrarse con humildad, y a la vez con decisión, en las
capacidades de captación humanas hasta el corazón mismo de la realidad.
El hecho religioso como dato histórico cultural. Filosofía de la religión tiene como
campo de investigación el hecho religioso entendido como dato histórico cultural. La
filosofía de la religión no se identifica ni con la elaboración racional filosófica ni con la
propiamente teológica sobre dios, sino que su atención se dirige al hombre religioso, al
creyente en cuanto sujeto de específicas experiencias.