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FACULTAD DE PSICOLOGÍA
ESCUELA DE PSICOLOGÍA
Santiago, Chile
2008
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2
La presente investigación es un estudio de caso de carácter exploratorio sobre la
experiencia de sanación de un sujeto que participa en ceremonias neochamánicas de
ingesta enteogénica. La ingesta ceremonial de enteógenos con fines de sanación es una
práctica ancestral que en la actualidad se ha insertado en las ciudades industrializadas de
occidente, como efecto de lo que se conoce como “movimiento neochamánico”. Hoy por
hoy son muchas las personas que se reúnen periódicamente para recrear estos antiguos
ceremoniales en búsqueda de bienestar físico, psicológico y espiritual, valiéndose del
poder visionario de las plantas de poder como una alternativa válida a terapias más
“convencionales”. Pese a la creciente popularidad y demanda que este tipo de prácticas
tiene en nuestro país, en Chile prácticamente no existen estudios que intenten dar cuenta
de los mecanismos psicológicos que subyacen a la sanación enteogénica. Así pues, para
efectos de este estudio se ha abordado interpretativamente el relato que un sujeto que ha
participado recurrentemente en ceremonias de ingesta hace sobre su experiencia de
sanación, utilizando la técnica de Análisis de Contenido y sustentando dicho análisis
sobre la teoría experiencial de Eugene Gendlin y el marco suministrado por el paradigma
transpersonal?integral en psicología. A partir del análisis del relato provisto por el sujeto se
ha podido constatar que existen importantes coincidencias entre lo que éste refiere sobre
su proceso de sanación y el modelo psicoterapéutico de Gendlin. Se discuten los
alcances de este estudio preliminar y se plantean posibles lineamientos para nuevas
investigaciones a futuro.
3
I. Problematización ........................................................................................ 5
II. Objetivos............................................................................................................12
III. Marco Teórico ....................................................................................................13
1. Etnomedicina y Terapias Complementarias ........................................................ 13
2. Chamanismo ...................................................................................................... 16
3. Medicina Andina ................................................................................................ 18
4. Neochamanismo ................................................................................................ 27
5. Enteógenos ........................................................................................................ 31
6. Estados Alterados de Conciencia ....................................................................... 39
7. Psicología Transpersonal?Integral ...................................................................... 46
8. Estados Alterados de Conciencia desde el Paradigma Transpersonal?Integral ... 57
9. Teoría y Psicoterapia Experiencial ..................................................................... 62
10. Focusing y Estados No?Ordinarios de Conciencia .............................................. 72
11. Focusing y Sanación Enteogénica...................................................................... 88
IV. Marco Metodológico ..........................................................................................94
1. Enfoque Teórico?Metodológico ........................................................................... 94
2. Estrategia de Recolección de Datos ................................................................... 96
• Instrumento de Recolección de Datos ......................................................... 96
• Muestra Cualitativa ..................................................................................... 96
3. Estrategia de Tratamiento y Análisis de Datos .................................................... 97
V. Resultados.........................................................................................................99
1. Presentación del Caso ....................................................................................... 99
2. Interpretación de los Resultados. ....................................................................... 100
VI. Discusiones .......................................................................................................130
VII. Conclusiones .....................................................................................................142
VIII. Referencias Bibliográficas .................................................................................145
IX. Anexos ..............................................................................................................156
1. Anexo 1: Pauta de entrevistas ............................................................................ 157
2. Anexo 2: Carta de consentimiento informado ..................................................... 158
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El uso ceremonial de plantas alucinógenas es una práctica mágico?religiosa que se
ha extendido por todo el mundo desde hace miles de años. El origen de dicha costumbre
aún se desconoce, si bien año a año aumenta el caudal de información disponible
referente al uso de estas especies vegetales, tanto por pueblos y civilizaciones antiguas
como en nuestras sociedades industriales y urbanizadas (Torres, et. al., 1991; Schultes &
Hofmann, 2000; Porras, 2003).
Actualmente son muchas las disciplinas científicas que han dedicado tiempo y
recursos para develar los misterios que se esconden tras el uso ritual de los alucinógenos
y las distintas formas de chamanismo. Especialmente desde la antropología se ha
conducido una gran cantidad de estudios que han permitido comprender el significado que
para los pueblos aborígenes tienen las así llamadas “plantas de poder”. A su vez, la
etnobotánica ha incursionado en la investigación sistemática del uso de la farmacopea
alucinógena en diferentes regiones, constatando el hecho de que “pocas áreas del globo
carecen de alucinógenos significativos para la cultura de sus habitantes” (Schultes &
Hofmann, 2000: 26).
5
continente americano como parte de esotéricos rituales de sanación (McKenna, Callaway
& Grob, 1998; Schultes & Hofmann, 2000; Tupper, 2002; Weigand & Fikes, 2004).
Ahora bien, ocurre que, por lo general, estos estudios impulsados desde la
psicología y la psiquiatría se han centrado específicamente sobre las propiedades, los
efectos y los modos de consumo de los enteógenos, sin tomar en cuenta el contexto en
que se produce la ingesta. En otras palabras, dichos estudios han dejado fuera el
componente ceremonial de la ingesta enteogénica, así como la cosmovisión que subyace
a dicha práctica, reduciendo el foco de la investigación exclusivamente a los efectos de
las plantas sobre el organismo y la conciencia vigil. Este modo de abordar el estudio
sobre la ingesta de las plantas de poder ha conducido a una serie de reduccionismos que,
vistos desde una perspectiva más amplia, han llevado a confundir los verdaderos
alcances de la investigación actual sobre los alucinógenos (Méndez, 2007).
En este sentido, por ejemplo, existen diversos estudios sobre los efectos de
sustancias psicoactivas como la mescalina en animales y sujetos humanos que, si bien
han sido útiles en tanto que han permitido una descripción detallada de los efectos
alucinógenos de dicha sustancia (Halpern, Sherwood, Hudson, Yurgelun?Todd & Pope,
2005; Páleníček, Balíková, Bubeníková?Valešová & Horáček, 2008), no han podido dar
cuenta de las propiedades curativas de su ingesta en contextos ceremoniales (Gable,
2007). La mescalina es un potente alcaloide que se encuentra presente en la composición
química de distintas especies de cactus sagrados utilizados como parte de rituales
mágico?religiosos de sanación por indígenas de América central y América del sur
6
(Schultes & Hofmann, 2000). Esta sustancia psicoactiva fue sintetizada artificialmente y
ha sido utilizada en laboratorios de todo el mundo para conducir estudios sobre el modo
en que altera los procesos normales de sensopercepción, y los resultados de estas
investigaciones han sido extrapolados con demasiada ligereza al ámbito de la
etnopsiquiatría para explicar la naturaleza de la experiencia enteogénica en contextos
ceremoniales.
Algo similar ocurre con los estudios psiquiátricos sobre el fenómeno chamánico en
general. El chamanismo es una forma de etnomedicina mágico?religiosa cuya
característica principal es el uso de trances extáticos autoinducidos (por medio de la
ingesta ceremonial de enteógenos y otras técnicas afines) con el fin de sanar
enfermedades y padecimientos de distinto tipo (Winkelman, 1984; 1986; 1990). Desde el
ámbito de la psiquiatría contemporánea se han hecho numerosos estudios sobre los
estados alterados de conciencia propios de la práctica chamánica, los que en general
concuerdan con que dichos estados mentales equivalen a aquellos que pueden ser
registrados durante brotes psicóticos, disociaciones histéricas y otros cuadros
sintomáticos de consideración psiquiátrica (Silverman, 1967; Weakland, 1968; Peters &
Price?Williams, 1980; Peters, 1982; Lex, 1984). Walsh (1993; 1997) y Noll (1983) han
dado cuenta de la existencia de diferencias fenomenológicas significativas en lo que
refiere a las experiencias psicóticas y chamánicas, señalando que las descripciones
formuladas por los estudios antes mencionados son limitadas en tanto no dan cuenta de
la cualidad específica del trance chamánico más allá de la “sintomatología” visible.
Así pues, en la actualidad existen al menos dos modos de abordar el estudio sobre
los estados mentales asociados al chamanismo y al uso ceremonial de enteógenos con
fines de sanación. Por un lado, están quienes promueven un acercamiento cientificista,
centrado en experiencias controladas de laboratorio con animales y humanos y
observaciones no?participantes en terreno, cuyos métodos y paradigmas teóricos parecen
reducir los alcances de la investigación científica sobre el tema; mientras que por otro
lado, se encuentran aquellos investigadores que privilegian un abordaje más amplio y
comprehensivo, adoptando un enfoque que integra variables culturales y situacionales
que permitiría develar de un modo más complejo las distintas aristas de los estados no?
ordinarios de conciencia propios del fenómeno chamánico y enteogénico (Méndez, 2007).
El presente estudio se enmarca dentro de los lineamientos provistos por el segundo
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enfoque, asumiendo una perspectiva que va más allá de los conceptos psicológicos y
psiquiátricos convencionales.
“Desde la década de 1930, aparece el uso que dan al yajé los sincretismos religiosos que
han nacido en Brasil. En estos sincretismos, se fusiona la religión católica con el saber
indígena, y se utiliza la bebida como pilar fundamental de sus creencias y simbolismos
religiosos.”
Vélez & Pérez constataron que aquellas personas que participan recurrentemente
en este tipo de ceremonias en contextos urbanos comparten una motivación común ante
la ingesta de ayahuasca:
“En este grupo de personas las principales motivaciones que impulsan a que el consumo
de yajé se repita son las de tipo terapéutico a nivel emocional, en donde el sujeto espera
obtener tras el consumo bienestar psíquico, caracterizado por sentimientos de tranquilidad,
paz interior, y claridad mental, así como resolver el estancamiento y encontrar soluciones y
alternativas de manejo a situaciones personales.” (Vélez & Pérez, op. cit.: 1)
8
La ingesta de enteógenos en contextos urbanos se encuentra asociado a lo que se
conoce como movimiento “neochamánico” (Townsend, 2002; Porras, 2003; Vélez &
Pérez, 2004; Godesky, 2005). Según señala Townsend, el “neochamanismo” actual
respondería al resurgimiento de una suerte de “inquietud espiritual” por parte de un grupo
de personas ligadas particularmente al movimiento en los años ’60 y ’70 en los
Estados Unidos.
9
Pues bien, este estudio de caso abordó el relato que un adulto joven chileno de 33
años de edad, quien participa recurrentemente en ceremonias de ingesta enteogénica con
fines de sanación, refiere sobre su experiencia de sanación durante los 4 años que ha
asistido a estos encuentros (aproximadamente 30 ceremonias hasta la realización de las
entrevistas). Dicho relato fue abordado interpretativamente utilizando la técnica de
Análisis de Contenido (Bardin, 2002), a la luz del marco teórico propuesto más adelante.
Este marco conceptual ha sido elaborado a partir de los aportes teóricos de los
enfoques transpersonales en psicología y psiquiatría. Particularmente, se ha recurrido a
las investigaciones de Grof sobre los estados “holotrópicos” de conciencia (1994a, 1994b,
1994c; Grof & Grof, 1982; Boroson, 1998; Landaeta, 2006) como un referente en lo que
respecta al estudio serio y sistemático sobre las “tecnologías de lo sagrado” (técnicas
ancestrales de modificación de la conciencia) (Grof, 2002) y los estados de conciencia
asociados a ellas. Asimismo, se han incorporado al marco teórico los aportes de Ken
Wilber y su modelo onto?epistemológico integral (1995; 1998; Esbjörn?Hargens & Wilber,
2006) a modo de marco general a partir del cual integrar las propuestas teóricas
consideradas en el estudio, tomadas de las obras de varios otros autores del movimiento
transpersonal?integral.
Así pues, considerando todo lo dicho hasta aquí, a continuación se detallan los
objetivos que guiaron la presente investigación.
11
• Objetivo General:
• Objetivos Específicos:
12
El marco teórico que se presenta a continuación integra conceptos tomados desde
las distintas disciplinas que han abordado el fenómeno del consumo ceremonial de
enteógenos, a saber: antropología, etnobotánica, psicología y psiquiatría. Dicha
integración responde a la necesidad de abordar esta práctica mágico?religiosa teniendo
en cuenta siempre la compleja trama de aspectos de la vida humana que envuelve en su
devenir como costumbre o tradición de determinados grupos humanos.
En este sentido, se piensa que dejar fuera los valiosos datos que aporta alguna de
las disciplinas antes mencionadas implicaría incurrir en una grave falta, corriendo el riesgo
de caer en alguna clase de reduccionismo o estrechez de perspectiva a la hora de cursar
la investigación y llevar a cabo el análisis de la información obtenida por medio del
instrumento de recolección de datos.
El fenómeno del enfermar ha estado presente en la vida del ser humano desde sus
orígenes más remotos, siendo así un elemento constitutivo de la experiencia vital humana
a lo largo de la historia filogenética de la especie. En este sentido, el desajuste funcional
tanto físico como psíquico ha sido una de las grandes preocupaciones de las sociedades
humanas, las que al verse enfrentadas a la inevitable arremetida de la enfermedad, la
muerte y la locura han desarrollado diversos métodos para hacerles frente de manera
efectiva, intentando resguardar así la integridad de la comunidad. Así, echando mano a
los recursos disponibles tanto en su entorno natural como en su universo simbólico, los
grupos humanos de todo el mundo y de todos los tiempos han elaborado sistemas
teórico?prácticos más o menos complejos para explicar (etiología) y revertir las
enfermedades (tratamiento o cura) y restablecer así la salud de sus enfermos. Ambos
elementos (etiología y tratamiento) son los componentes esenciales de toda forma de
“medicina”, entendida ésta como el arte o técnica ( ) de sanar a quien padece una
enfermedad.
13
que la influencia del contenido simbólico de la dimensión cultural de una comunidad es
tan potente que incluso el modo en que se manifiestan y cursan determinadas
enfermedades varía según el grupo (Cutié, 2001)1. A partir de lo anterior se ha acuñado el
término “etnomedicina” para referirse a “la medicina propia de un grupo y de una cultura”
(Aparicio, 2005: ¶8), atendiendo a las diferencias existentes entre los sistemas de
sanación de un pueblo y otro:
“El antropólogo de la salud, Peter Brown (1998), define etnomedicina como la medicina
propia de un grupo y de una cultura ya que los sistemas terapéuticos se construyen de
acuerdo con las características culturales de los grupos. Si varían éstos, si varían las
culturas, variarán también las maneras de entender salud/enfermedad, las formas de
abordar los problemas y las propuestas de soluciones. Así, desde la antigua cultura
chamánica en Asia y América indígena, siguiendo un hilo de conexión con los tiempos
dentro de las tradiciones, se ha llegado a las medicinas tradicionales” (Aparicio, op. cit.:
¶8).
1
Tómese el ejemplo de lo que sucede con el pueblo japonés. Reynolds (1978) explica cómo es que el Dr.
Shoma Morita (1874?1938) desarrolló un sistema terapéutico bastante peculiar a partir del descubrimiento de
un tipo de neurosis derivado del carácter del pueblo japonés (introvertido, hipocondríaco). El modo
en que debuta el cuadro, así como su curso y los síntomas que integran el síndrome son diferentes a lo que
se conoce tradicionalmente como neurosis en occidente. Asimismo, en numerosos pueblos tribales existen
sujetos que experimentan episodios idénticos a los que la psiquiatría occidental conoce como psicóticos
(Silverman, 1967). Estos individuos sufren estas crisis siendo aún jóvenes, cayendo enfermos y presentando
terribles delirios y alucinaciones (Kalweit, 1989) que en nuestra cultura bastarían para internar a dichos
sujetos en alguna institución mental. Pero a diferencia de lo que sucede en occidente –explica Silverman
(1967)? estas tribus cuentan con un marco de significación particular respecto a estos episodios psicoides, en
el sentido de que dichos “ataques” son interpretados por los pobladores como un “llamado” que se hace al
afectado para que se convierta en , lo que permitiría en última instancia que el desenlace final de la
“enfermedad” consista en el restablecimiento de la salud del individuo y la potenciación de determinadas
facultades mentales, psíquicas y espirituales altamente valoradas por la comunidad (Peters, 1982). A esta
variabilidad intercultural de la psicopatología Cutié (2001: 24) la denomina “patoplastia” y explica que “la
cosmovisión, la ideología, las tradiciones, los hábitos, los usos, las costumbres, las predisposiciones, los
gustos, las preferencias y todo lo que constituye la herencia cultural, matizan considerablemente la forma de
manifestación de los trastornos psíquicos. A este ropaje le llamamos patoplastia”. Se recomienda al lector
revisar Asimismo el artículo de Castaldo (2002) para ampliar esta perspectiva a partir de una crítica a la
aplicación de los conceptos psiquiátricos a contextos ajenos a la cultura de occidente.
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características particulares son el claro reflejo de la cultura y la filosofía de occidente. El
paradigma biomédico contemporáneo emerge como una forma peculiar y específica de
explicar el proceso del enfermar y el restablecimiento de la salud, tal como lo han hecho
tantas otras formas de considerar los mismos fenómenos a lo largo de la historia. Pero
pese a la especificidad geográfica y cultural de la medicina occidental, hoy en día somos
testigos de cómo ciertos componentes provenientes de otros sistemas de medicina no
occidentales se insertan progresivamente en su periferia en virtud de la actual
flexibilización de las barreras culturales. Asistimos a un fenómeno que tiene que ver con el
intercambio dinámico entre culturas y la permeabilización de las fronteras idiosincráticas
de los pueblos: la .
En palabras de Martínez et. al. (2003: 76): “Hoy en día existen una serie de
terapias complementarias, que no alternativas, que están en auge por la creciente
demanda de los pacientes en seguir terapias naturales en detrimento de la medicina
2
Resulta significativo destacar lo que señala Gissi (2004) a propósito de la convivencia entre la medicina
alópata occidental y lo que él llama “etnoterapia” mapuche. De acuerdo al autor (p. 109), “tanto la etnoterapia
como la cosmovisión y cultura mapuche tienen distintos grados de transculturación occidental y urbana. De
este modo ‘los mapuche que viven en comunidades cercanas a una ciudad tienen acceso a tres sistemas
médicos distintos con sus respectivos marcos conceptuales: el sistema occidental oficial, el tradicional popular
y el mapuche’ (Bacigalupo, 2001, p. 40)”. En este sentido, el fenómeno de transculturización no tiene que ver
con una relación donde solamente es el sistema de salud occidental el que se ve influenciado por otras formas
“no?oficiales” de sanación, sino que dicha relación es bilateral, pudiéndose dar interacciones tanto “periferia?
centro” como “centro?periferia” (Brunner, 1998).
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alopática, con mayor incidencia de sustancias químicas”. Y una publicación en línea del
Instituto Nacional del Cáncer (! " ) de los Estados Unidos afirma:
Entre las múltiples formas de etnomedicina foráneas que han ido integrándose al
campo de las terapias complementarias en occidente, existe una cuyas características
resultan especialmente intrigantes. El “chamanismo” constituye un amplio marco de
métodos y técnicas de sanación tradicionales que han suscitado el interés de
investigadores y legos desde hace ya varias décadas debido a su misterioso esoterismo
ritual. Con un fuerte componente ceremonial mágico?religioso, el chamanismo incluye
entre sus métodos el golpeteo de tambores, cantos ceremoniales y la ingesta de plantas
sagradas psicoactivas, entre otros (Winkelman, 1990). En los siguientes apartados se
llevará a cabo una revisión de este fenómeno cultural, desde sus orígenes hasta sus
formas de expresión actuales (neo?chamanismo).
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16
Laufer (1917) explica que la palabra “chamán” ingresó al vocabulario occidental de
mano de los primeros exploradores cosacos, quienes habiéndose internado en las
heladas tierras de Siberia, establecieron un primer contacto histórico con las tribus de los
Tungus: “Fueron los exploradores y conquistadores rusos (de origen cosaco) del Este de
Siberia quienes, en la segunda mitad del siglo diecisiete, escucharon y registraron el
término entre las tribus Tungus” (Laufer, op. cit.: 361). En palabras de Porras (2003: ¶3):
“El término ‘chamán’ procede de la lengua tungus, nos llega a través del ruso y expresa
originariamente un fenómeno siberiano y central?asiático con el que se designa al maestro
del éxtasis (Eliade, 1982), estado anímico por excelencia de la experiencia religiosa en
aquellas latitudes […]. Su empleo se ha extendido por todo el mundo para referirse a los
personajes que en la cultura de muchos grupos étnicos desempeñan un papel semejante,
con parecidas actuaciones, como mediadores entre el mundo natural y el sobrenatural,
entre el mundo de los hombres y el de los dioses o espíritus a quienes, por lo general,
toma como aliados, guías o ayudantes para llevar a cabo sus hazañas, principalmente
religiosas o curativas.”
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No obstante lo anterior, investigaciones como las de Winkelman (1984, 1986,
1990) advierten sobre las importantes diferencias sociológicas y antropológicas que
existen entre las distintas clases de curanderos mágico?religiosos, sugiriendo que las
semejanzas registradas por estudios anteriores en otros niveles explicativos no tienen el
suficiente peso como para justificar que se encierre tal variedad de prácticas y sistemas
de creencias dentro de una misma categoría sociológica.
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“El médico andino no cura enfermedades, tan sólo las interpreta actuando como un
servidor de la Naturaleza, pues la Naturaleza es el gran y auténtico médico y el hombre por
ser parte de la Naturaleza lleva a este médico dentro de su naturaleza humana.” (Illescas
citado en Wild, 2001: 250)
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la naturaleza, al tiempo que ésta es una expresión de la energía que anima al hombre y al
resto de los seres vivos y objetos del universo. Hombre y naturaleza intrincadamente e
inextricablemente unidos, fundidos en un mismo ser inseparable e indisoluble; ese es el
mensaje que trasmite la cosmovisión andina a través de las palabras aquellos hombres de
medicina que construyen y actualizan sus saberes en concordancia con la tradición y la
cultura originaria de sus pueblos
3
Ken Wilber elabora una explicación bastante completa de la idea de Unidad en la Filosofía Perenne utilizando la
metáfora de la Gran Cadena del Ser en varios de sus muchos textos. Se recomienda al lector consultar La Conciencia sin
Fronteras (1990), Sexo, Ecología y Espiritualidad (1995) y Ciencia y Religión (1998).
19
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“Según afirma esta visión cuasiuniversal, la realidad está constituida por un tejido de
niveles interrelacionados –. * *
* ?, en el que cada nivel superior “envuelve” o “engloba” las
dimensiones precedentes (a modo de nidos que se hallan dentro de nidos que se hallan, a
su vez, dentro de otros nidos). Desde esta perspectiva, pues, todas las cosas y todos los
eventos del mundo están interrelacionados con todos los demás y todos se encuentran, en
última instancia, envueltos e inmersos en el Espíritu, Dios, la Diosa, el Tao, o lo
Absoluto.”
20
Budismo ha identificado como la fuente primaria del dolor (Thich Nhat Hanh, 2000). Sobre
este plano sutil de existencia, Huxley (1977: 14) explica:
“Sólo lo trascendente, lo completamente otro, puede ser inmanente sin ser modificado por
el devenir de aquello en que reside. La Filosofía Perenne enseña que es deseable y aun
necesario conocer la Base espiritual de todas las cosas, no sólo en el interior del alma, sino
también fuera, en el mundo, y, más allá del mundo y el alma, en su alteridad trascendente.”
“Para el normal de las personas, el universo se encuentra allá afuera, olvidan que la
totalidad no tiene tiempo ni espacio, no existe un centro, ni una periferia. No hay adónde ir,
pues todo está aquí y ahora. Lo más importante es cultivar el sentimiento de que todos los
seres, ojo, no sólo los humanos, somos parte de lo mismo; lo fuimos, lo somos y siempre lo
seremos.”
Es en esta visión que se funda la medicina andina, nutrida de una cosmovisión que
no separa al hombre del resto de los seres vivos y las entidades inanimadas e invisibles4.
Frente al problema de la enfermedad, “la respuesta que se plantea se funda en la
4
“El bienestar de las personas antes de la llegada de los europeos a América, dependía e iba íntimamente
ligado al cielo, al sol, a la brisa del mar, a las precipitaciones en la montaña, a los cursos de agua, a los
cerros, a los pájaros, al árbol. […] Y junto con lo que les rodeaba, perceptible por los sentidos, estaba el
amplio y variado mundo de lo sobrenatural, aportado por la cultura y las tradiciones propias de cada pueblo”
(Aparicio, 2005: ¶15).
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concepción de que el ser humano es un elemento que forma parte de un todo y dentro de
tal todo, también, es un elemento que forma parte de la naturaleza. Sin excluir el contexto
social, la identidad psíquica y todos los factores que se interrelacionan e interactúan con
el ser humano, […] se propone que el ser enfermo ‘se reintegre’ con su ser al ser de la
naturaleza” (Wild, 2001: 251). En palabras de Townsend (2002: 117?118):
“El programa de recuperación concibe a las medicinas como los alimentos del enfermo, los
cuales van depurando al organismo permitiendo transmutar el estado de enfermedad al
estado de salud. En el desarrollo del programa se incluye el uso de las medicinas a
intervalos como infusiones, cocimientos, diluciones homeopáticas, el uso del agua, del aire
y del oxigeno a través de una respiración que a su vez alimenta y depura.” (Wild, op. cit.:
252)
Pero el saber que posee este curandero no lo pone nunca en una situación
asimétrica respecto del enfermo, en tanto que “el médico andino, como tal reconoce su
poder y sus limitaciones como médico externo y propicia el desarrollo del médico interno
en su paciente a partir del respeto de la identidad del paciente. Reconoce que todo
hombre es médico de sí mismo y que él sólo puede orientar su curación a través del
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propio médico interno del paciente, pues por identidad todo ser humano es Uno con el
Todo y el Todo es Uno con él” (Wild, op. cit.: 254)5.
Para el médico andino, enfermedad y salud no son entidades separadas, sino más
bien y por sobre todo “procesos donde el uno genera al otro y el otro al uno” (Wild, op. cit.:
257). Según este modelo, la enfermedad no se explica como un “castigo divino” o como
producto de alguna suerte de posesión del individuo por parte de algún espíritu maligno.
Sería el mismo ser humano el que produce un desequilibrio en la constante “convibración”
de los elementos conjugados en la compleja trama de relaciones multinivel que es, a final
de cuentas, el individuo en el Todo y el Todo en el individuo. “La vibración era, es y será
el Estar siendo del Ser en Lo que Es y en Lo que Es?No Es. Y, si hubiese existido, en La
Unidad, el concepto: biología, éste contendría a todo lo vibratorio del Ser; y nos sería
posible hablar de una diferente ‘biología’ de la Naturaleza, del Cosmos y de toda la
Realidad Total” (Illescas et. al., 2002: 83). Acá, la enfermedad se considera como una
forma de desequilibrio en que la “calidad y cantidad de vibración” difiere de la “calidad y
cantidad de vibración” del equilibrio llamado salud. “De esta manera, enfermedad y salud
son en cada ocasión en que se expresen, modalidades concretas y no abstractas donde,
a pesar de la diferencia, se expresa la Unidad del Uno con el Todo” (Wild, 2001: 258).
Según la medicina naturalista andina, el enfermo (en tanto que en íntima conexión
con el Todo, con el Cosmos), expresa por medio de su condición un desequilibrio que no
remite solamente a su individualidad, sino que tiene que ver con la Totalidad de la que es
parte y que, a su vez, lo constituye. “El paciente expresa una Patología Cósmica, no
5
Nótese cuán similares son las visiones que tienen tanto la medicina andina respecto del “sanador” como la
psicología humanista y transpersonal sobre el rol y función del terapeuta durante el proceso de cambio
terapéutico. En la terapia Gestalt, por ejemplo, el papel del terapeuta consiste en facilitar el cambio en el
paciente por medio de la apertura de un espacio adecuado de interacción a través del cual éste pueda
restablecer por sí mismo el “funcionamiento libre” (Latner, 1973). Lo mismo sucede con la Terapia Centrada
en el Cliente desarrollada inicialmente por Carl Rogers y con las demás formas de psicoterapia que de este
modelo se han desprendido a lo largo de los años (Moreira, 2001) (incluida la Terapia Experiencial de Eugene
Gendlin). Desde una perspectiva transpersonal, Vaughan (1990: 9) afirma: “En mi trabajo como
psicoterapeuta he observado que el crecimiento y el cambio de los seres humanos exige mucho tiempo. Sin
embargo, una y otra vez ha llamado mi atención el hecho de que esta transformación parece acelerarse
cuando . ” (cursivas
agregadas), lo que deja en claro que lo más importante en el proceso de cambio es el proceso que tiene lugar
y el paciente y no la teoría o los métodos particulares del sanador o terapeuta (Gendlin, 2000).
23
porque el Cosmos esté enfermo, sino porque el paciente (en su ‘microcosmos’) comunica
un ‘desacuerdo’ de carácter ‘inarmónico’ con el Cosmos” (Wild, op. cit.: 261). Y este
enfermar que tiene que ver con la Totalidad en la Unidad Cósmica, explica Illescas, tiene
causas que pueden ser categorizadas en cuatro niveles:
24
Sea cual fuere la causa del desequilibrio, el médico andino elabora su diagnóstico
e inicia el tratamiento junto al “médico interno” del paciente. El programa naturalista del
curandero incluye dietas estrictas, ayunos, ejercicios respiratorios (hipo e hiperventilación,
respiración circular y respiración “lenta y fluida”), medicinas a intervalos (infusiones,
cocimientos, etc.), programas de sueño y otros métodos más esotéricos como el uso de
tambores o la ingesta de (enteógenos).
Dentro de la tradición andina, el uso de plantas de todo tipo constituye uno de los
elementos centrales del programa naturalista de sanación. “José” –escribe Wild (op. cit.:
278)? “utiliza todo tipo de plantas medicinales, en este sentido, es importante considerar
que, para él, todos los vegetales deben ser considerados como plantas medicinales, pues
cada una de ellas, en determinadas condiciones, actúan benéficamente en el organismo
humano”. Y la importancia de las plantas de poder, o enteógenos, en este sistema de
medicina radica en los efectos que su ingesta produce sobre la experiencia del sujeto que
las consume, así como la influencia de la misma sobre su estado de salud. Estas plantas
sagradas no sólo son utilizadas como medicina para los enfermos, sino también como
medio de expansión de conciencia, como de experiencias místico?
contemplativas con las que el hombre de medicina o quien sea que las ingiera puede
alcanzar niveles de comprensión .
Durante el tiempo que el antropólogo chileno Pedro Wild pasó con José Illescas,
éste pudo transmitirle parte de su conocimiento sobre las plantas sagradas que, una vez
ingeridas, lo conducían a experimentar lo que llama “vuelo”6. Sobre ello escribe Wild
(2002: 48):
6
De acuerdo a Winkelman (1990: 318), “se piensa que una característica esencial [de la experiencia
chamánica] tiene que ver con un estado extático de comunicación (de trance o estado alterado de conciencia)
con el mundo de los espíritus en representación de la comunidad. Muchos consideran igualmente que los
estados extáticos de los chamanes incluyen, al menos en algunas ocasiones, una experiencia similar a
aquellas denominadas vuelo del alma ( ) –una experiencia en la que el alma o espíritu del chamán se
separaría del cuerpo y viajaría hacia un mundo espiritual”. Cutié (2001: 50), en concordancia con lo propuesto
por Townsend (2002), llama la atención sobre la importancia de no confundir el trance inducido por el
ceremonial mágico?religioso del tipo del que es estudiado en el presente trabajo con fenómenos de trance?
posesión (como sucede en rituales propios del vudú o vodú), donde la personalidad del participante u oficiante
que vivencia la posesión es completamente reemplazada/arrebatada por el espíritu o divinidad invocada, lo
que “en cierta medida resulta la consecuencia lógica de la disociación de la personalidad”. En palabras de
25
“Para José la ‘ingesta’ corresponde al consumo de plantas medicinales que pertenecen a
las especies que contienen, como principio activo, sustancias enteógenas. Desde su
perspectiva, el consumo de tales plantas alucinógenas por parte de personas no instruidas
en el conocimiento del arte de la ‘ingesta’ no tiene ninguna utilidad, más bien corresponde
a lo que él define como una simple ‘volada’, en donde el sujeto asume una actitud pasiva
desde la cual no puede actuar ni significar la experiencia. ‘El hombre común [dice Illescas]
cuando consume plantas no puede más que entregarse a sus vicios y no hace más que
salir corriendo o tirarse al suelo entregándose al sueño y al cansancio. El hombre de
conocimiento se queda sentado mirando de frente a lo que se le presenta y es dueño de
los controles que lo conducen en su vuelo. Su actitud es templada y amable’.”
Mazzarelli (2006: 171), “en la posesión, […] el yo normal se retira en cierto modo para dejar su puesto al yo
invasor. Un espíritu diferente y vigoroso toma el mando de la actividad psíquica del sujeto, sin que el yo pueda
hacer nada, sólo presenciar y sufrir pasivamente la intromisión. Es un espectador impotente al que no le
pertenecen las tendencias ni los movimientos de su cuerpo”. En el caso particular de las ceremonias de
medicina andina con ingesta enteogénica, el participante (quien acude al ceremonial en busca de salud)
puede experimentar el fenómeno del “vuelo chamánico” como es descrito por Winkelman (1990), si bien el
estado de conciencia característico de esta forma de sanación mágico?religiosa tiene que ver más que nada
con una forma especial de atención focalizada hacia la vivencia interna (Walsh, 1993) sin pérdida de la
orientación auto ni alopsíquica (Wild, 2002).
26
& ' #
Por regla general, tienen acceso a las enseñanzas tradicionales de las distintas
formas de etnomedicina de los pueblos originarios sólo aquellos que han nacido dentro de
los mismos y demostrado poseer alguna cualidad especial que los hace aptos para ser
depositarios de dicho conocimiento. Este mecanismo regula que las tradiciones
permanezcan dentro del círculo de la cultura en que nacieron y se desarrollaron,
manteniendo la estructura y coherencia interna del sistema social y cultural.
“A pesar de que este nuevo movimiento místico ha germinado a partir de las semillas del
siglo diecinueve y de anteriores resurgimientos espirituales, debe su definición inicial al
movimiento hippie y a otros de semejante índole, que comenzaron en la década de los
sesenta y se desarrollaron siguiendo vías paralelas durante los años setenta.” (Townsend,
2002: 109?110)
“En las pequeñas sociedades ‘chamánicas’ tradicionales suelen ser pocos los que aspiran
a convertirse en chamán, y todavía menos los que lo consiguen. Los chamanes reciben
una formación rigurosa y prolongada. En el conjunto de la sociedad occidental, los
neochamanes y demás místicos suponen también un número relativamente reducido. No
obstante, prácticamente todos los componentes del movimiento neochamánico intentan
alcanzar un estado de trascendencia, buscan tratar directamente con maestros espirituales
y con animales de poder, y prestar ayuda e impartir curaciones a los miembros del
movimiento, a la sociedad y al mundo en general. En este sentido, el neochamanismo
moderno difiere considerablemente del chamanismo tradicional.”
Como bien advierte Porras (op. cit.) el movimiento neochamánico presenta tanto
ventajas como desventajas; notables beneficios y evidentes riesgos. Si en el polo positivo
se puede considerar la integración de paradigmas (e.g. psiquiatría y consumo ceremonial
de enteógenos) para una sanación integral de los pacientes que consultan al neochamán,
en el extremo negativo tenemos el “esencialismo chamánico” que reduce la complejidad y
profundidad del ceremonial y la cosmovisión subyacente a las representaciones externas
29
rituales (música de tambor, ingesta de plantas, etc.), vaciando de contenido la estructura,
como ha sucedido con el movimiento fundado por Harner.
“Al igual que existe una demanda de versiones compendiadas de novelas clásicas como
0 1 2, por parte de quienes no están dispuestos a realizar el esfuerzo necesario para
leer el original, existe también una demanda de cursos intensivos y versiones abreviadas
de trascendencia espiritual. La sociedad occidental está obsesionada con la percepción
instantánea y el deseo de saborear multitud de experiencias sin invertir mucho tiempo o
energía, ni adquirir grandes conocimientos sobre ningún tema.”
“no podemos simplemente tomar lo que queramos de varias culturas, tratando de recoger y
seleccionar los elementos que prefiramos como si se tratase de alguna clase de buffet. La
intersección de aquellas creencias se remonta a una herencia común de toda la humanidad
–una herencia que hemos perdido y que debemos recuperar desesperadamente.
Necesitamos establecer los fundamentos académicos [para integrar esta herencia cultural],
pero debe ser un fundamento académico –uno que evite a toda costa las
exageraciones y decepciones de los ‘ ”y3 ’.”
30
Investigaciones como el presente estudio tienen como finalidad aportar nuevos
argumentos para la discusión, sin pasar por alto los elementos culturales originarios (e.g.
los elementos propios de la filosofía perenne contenida en la sabiduría ancestral de la
medicina andina) que debiesen estar siempre asociados a las prácticas neochamánicas,
entendidas éstas como componentes o unidades particulares dentro de un proyecto de
salud integral mayor, que trasciende e incluye comprehensivamente a la medicina
occidental y la tradicional y sus respectivos marcos filosófico?culturales.
( )
31
utilizadas por los aborígenes americanos se encuentran el “ (Lophophora
williamsii), el hongo sagrado (Psilocybe mexicana), y el . , semillas de
las campanillas de distintas variedades (Ipomoea violácea y Turbina corymbosa)” (Grof,
2002: 26), así como la ayahuasca ( ) y el cactus de San Pedro
(4 / ).
Schultes & Hofmann (2000: 28?29) han llevado a cabo un acabado estudio sobre el
uso ceremonial de estas plantas de poder en todo el mundo, concluyendo que si bien la
presencia de esta práctica puede ser registrada en prácticamente todo el planeta, es en el
hemisferio occidental donde ésta resulta más significativa:
En este punto cabe hacer una aclaración conceptual. Más allá de los nombres
particulares de cada especie, en términos generales se habla de
para designar aquellas especies vegetales que contienen “sustancias químicas que, en
dosis no tóxicas, producen cambios en la percepción, en el pensamiento y en el estado de
ánimo; pero casi nunca producen confusión mental, pérdida de memoria o desorientación
de la persona, ni de espacio ni de tiempo” (Hoffer & Osmond, citados en Schultes &
Hofmann, op. cit.: 13). Pero, como bien aclara Vergara (1996: 39), sucede que el término
“alucinógeno” resulta ser bastante desafortunado, dado que no permite comprender la
verdadera naturaleza de los efectos psicofisiológicos y las vivencias visionarias que estas
plantas sagradas producen en quienes las ingieren ceremonialmente:
“En un sentido muy amplio de la palabra, cada una de estas sustancias es una droga, pero
hay que evitar el error sistemático de confundirlas con aquellas drogas que inducen al
deseo físico de su repetición o que embotan los sentidos como el alcohol o los sedantes.
Oficialmente están clasificadas como alucinógenos, un término increíblemente inexacto,
puesto que aquellas sustancias no producen sensaciones imaginarias.”
“Estudios recientes” –explican Schultes & Hofmann (2000: 12)? “han demostrado
que los efectos psicofisiológicos son tan complejos que la palabra alucinógenos no
32
alcanza a cubrir toda la gama de reacciones”. Es por ello que a lo largo de la historia,
varios investigadores han tratado de dar con una nomenclatura más precisa, que no
reduzca dichos efectos a un supuesto aturdimiento de la sensopercepción y las demás
funciones mentales. El psiquiatra Humphry Osmond emprendió hace varios años una
investigación semántica por medio de la cual trató de encontrar un nombre que hiciera
honor a las complejas propiedades de los “excitantes mentales”:
7
Psicotomimético: sustancia que induce estados alterados de conciencia similares a la psicosis.
8
El término “psicolítico” ha gozado de particular popularidad en algunos círculos terapéuticos que conjugan el
uso de sustancias como LSD o MDMA (éxtasis) con psicoterapia (Smith, 2000). La “consiste
en administrar dosis medianas de alucinógenos durante varias sesiones sucesivas y a intervalos específicos.
Luego las experiencias del paciente, bajo la influencia del alucinógeno, se discuten en sesiones de grupo y se
expresan a través de pinturas y dibujos. […] El componente indica la disolución de tensiones y conflictos
psicológicos” (Schultes & Hofmann, 2000: 190).
9
Además de la terapia psicolítica en Europa, se ha creado en los Estados Unidos la , que
consiste en que “después de una intensa preparación psicológica apropiada para cada individuo, el paciente
recibe una sola dosis muy fuerte de un alucinógeno. Lo que pretende esta ‘terapia psicodélica’ es producir un
estado religioso?místico de éxtasis que pueda brindar un punto de partida para restructurar la personalidad del
paciente. El término significa ‘lo que manifiesta la mente’ y fue acuñado por el psiquiatra
Humphrey Osmond” (Schultes & Hofmann, op. cit.: 191). Grof (1994c) atribuye el término psicodélico al
afamado escritor de ciencia ficción y cultista del consumo ceremonial de plantas sagradas Aldous Huxley.
33
Frente a tal indeterminación, se ha optado por el nombre de 5 6%7, acuñado por
el botánico griego Carl Ruck “para designar a aquellas sustancias vegetales que, cuando
se ingieren, provocan una experiencia divina” (Vergara, 1996: 39), puesto a que se
engarza satisfactoriamente con los conceptos y teorías contenidos dentro de la
perspectiva humanista?transpersonal que da sustento al presente trabajo de investigación
y, más en específico, se condice con el contenido “perenne” que subyace a la
cosmovisión andina. “Para el hombre antiguo estas sustancias –plantas milagrosas?
hablaban con la voz de Dios (Wasson, 1983: 19). Aún más, los enteógenos han sido
definidos como Dios dentro de nosotros (Wasson, 1983: 3)” (Vergara, op. cit.: 39).
Tómese el ejemplo de los “hongos mágicos mexicanos” (/ ,/
$ 8: “pocas plantas de los dioses han recibido tanta
veneración como los hongos sagrados de México. Por dicho carácter los aztecas los
llamaban ‘teonanácatl’ (carne de Dios)” (Schultes & Hofmann, 2000: 156). En este
sentido, y en palabras sencillas, no se trata de “drogas” que producen experiencias
imaginarias (alucinaciones), sino más bien, especies naturales que al ser ingeridas
conducen a experiencias de que, de acuerdo con ciertas
tradiciones, se explican como un contacto con la divinidad, lo sagrado, el cosmos, el Todo
(Rogel, Lara & Takahashi, 2000; Porras, 2003) o el Todo?Uno?Uno?Todo (Illescas et. al.,
2002)11: es decir, una conexión experiencial con el principio espiritual, básico y universal
subyacente a la ( ) (véase fig. 3.1).
Durante las ceremonias de ingesta enteogénica son muchas las plantas que
pueden ser utilizadas. Los enteógenos son considerados por la medicina andina como
plantas medicinales que pueden conducir a quien las ingiere a estados de conciencia
expandida que faciliten el restablecimiento del “equilibrio en salud” (Wild, 2001). En
Centro y Sudamérica, como ya se hizo ver más arriba, existe una gran variedad de
especies vegetales susceptibles de ser ingeridas durante los rituales de sanación.
Actualmente se sabe mucho sobre la composición bioquímica de las principales plantas
10
Pese a esta opción conceptual, en varias de las citas que siguen en éste y los próximos apartados figurarán
otros de los nombres anteriormente especificados. En tal caso, entiéndase que, a final de cuentas, siempre se
estará hablando de la misma clase de plantas sagradas.
11
El fenómeno de expansión de conciencia producido por las sustancias enteógenas es tratado con mayor
profundidad en el apartado sobre “Estados alterados de conciencia desde el paradigma transpersonal?
integral”.
34
enteógenas, así como de sus efectos visionarios y las funciones que cumplen dentro de
las culturas que las utilizan. A continuación, en la tabla 5.1, se presenta una reseña de
algunos de los enteógenos más importantes descritos en la literatura científica y
tradicional, de modo que el lector pueda tener una idea panorámica sobre la naturaleza de
aquellas especies vegetales.
35
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4 9$%& : ;
$ <= ) > * ?777& @9 $8$
36
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Peyote Cronistas españoles Significado mitológico y El cacto se puede El peyote contiene hasta
describieron la ingestión religioso en ceremonias ingerir crudo, seco, en 30 alcaloides del tipo
(' A ) del peyote por los curativas. pasta o en infusión. En tetrahidroisoquinolínico.
aztecas. Hoy la la ceremonia se El principal ibngrediente
' es En los Estados Unidos consumen de cuatro a que causa el efecto
apreciada por los el consumo del peyote 30 cabezas. alucinógeno es la
tarahumaras, huicholes se ha convertido en un trimetoxifeniletilamina,
y otros grupos indígenas ritual para provocar que es mejor conocida
mexicanos, así como visiones. como “mescalina”.
por los miembros de la
iglesia nativa americana
de Estados Unidos y del
oeste de Canadá.
4 9$%$ < $8
37
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Teonanácatl El culto a los hongos Ingestión sacramental y La preferencia personal Los alcaloides indólicos
parece estar arraigado mitológica; hoy se utiliza del chamán, los fines y psilocibina y psilocina
(/ ) en una tradición cen? en la adivinación y en la disponibilidad son los principales
tenaria de los indígenas ceremonias curativas. temporal determinan la agentes alucinógenos
de Mesoamérica. Los Los contactos con el clase de hongos de los hongos sagrados.
aztecas llamaban “teo? cristianismo y con las consumidos por los De una especie a otra el
nanácatl” al hongo sa? ideas modernas no chamanes. /$ , contenido de psilocibina
grado; los mazatecos y parecen haber tenido uno de los más varía de 0.2 a 0.6% y el
chinantecos del nor? influencia en la profunda abundantemente de psilocina en el
oeste de Oxaca, Mé? veneración que caracte? ingeridos, quizá pueda material fúngico seco
xico, conocen riza el ritual de los considerarse como el difiere en cantidades
/ hongos. Se cree que hongo sagrado más pequeñas. Los hongos
como “t?ha?na?sa”, “to? algunas especies de típico. Lo común es causan alucinaciones
shka” (hongo embria? / son también comer de dos a 30 visuales y auditivas en
gante) o “she?to” (hongo utilizadas por los hongos (según el tipo un estado de sueño que
del pasto). En Oxaca, Yurimaguas de la Ama? disponible) en una se confunde con la
/ se zonia peruana para ceremonia de hongos, realidad.
llama “hongo de San provocar estados de que pueden ser comidos
Isidro”. embriaguez alucinóge? frescos (machacados) o
na. bebidos (preparados en
infusión).
4 9$%$ < $8
38
0 % !
Bleuler (1967, citado en Mazzarelli, 2006: 127) explica que “apenas es posible
definir aquello que entendemos en psicología por conciencia o consciente… Se podría
decir que es aquello que nos hace ser, en esencia, distintos de un autómata, que permite
que una persona sepa qué es lo que hace y que reconozca los motivos de sus
reacciones”. Esta definición preliminar hace hincapié en un aspecto de la conciencia
humana que tiempo atrás fuera relevado por Hegel, cuando éste explicaba en su
“Fenomenología” que (Colodro, 2005)12. Sin duda se
trata de un elemento importante a ser considerado si es que se desea comprender el
fenómeno de la conciencia humana en términos de su naturaleza subjetiva y vivencial,
pero limitar la definición del concepto a este sólo aspecto bien podría ser visto como un
claro reduccionismo. En este sentido, la definición propuesta por Bleuler podría ser
12
Esta forma de “autoconciencia” es considerada por la psiquiatría contemporánea como uno de los aspectos
fundamentales de la conciencia, recibiendo el nombre de “reflexividad” o “autorreflexividad” (Mazzarelli, 2006).
Según Mazzarelli (op. cit.: 134), la reflexividad “es la capacidad que tiene la conciencia para volcarse sobre
sus propios contenidos […] haciendo un enjuiciamiento de ellos. De este modo los jerarquiza, los critica, los
corrige y les da coherencia interna. Su alteración produciría incoherencia de la vida psíquica, distorsiones del
significado de los hechos, etc.”.
39
rápidamente descartada por ser demasiado simple e inexacta, o bien por dejar fuera
ciertos elementos que alguna corriente psicológica (e.g. psicoanálisis, cognitivismo, visión
transpersonal) consideraría central en su propia concepción de la conciencia.
Ahora bien, si se toma la definición propuesta por cualquier otro autor, en cualquier
momento de la historia de la disciplina, podría hacerse la misma crítica. Sin excepción que
valga, todas las escuelas psicológicas que han elaborado alguna teoría sobre la
conciencia han incluido en sus propuestas sólo aquellos datos y conceptos que se
condicen con las premisas que sostienen sus respectivas perspectivas. Toda formulación
sobre el tema sería, en este sentido, tendenciosa e incurriría indefectiblemente en
reduccionismos que pueden ser más o menos evidentes, más o menos aceptados o
condenados por la comunidad de psicólogos.
40
han sentado sus bases sobre esta conceptualización general de la conciencia humana y
sus corolarios, la que nace a partir de la integración de los presupuestos epistemológicos
de la fenomenología alemana y francesa (Brentano, Husserl, Merleau?Ponty) y los datos
empíricos aportados por la psiquiatría y la psicología cognitivista. A continuación veremos
cómo es que se configura dicha integración.
Ahora bien, en este punto es necesario hacer una precisión pues, según explica
Ey (1967: 13), “la subjetividad no es una propiedad simple y absoluta de la conciencia. Es,
sin duda, una implicación del sujeto, pero es siempre –como no se ha cesado de repetir
desde Brentano? , es decir, invenciblemente atada a las leyes de la
. ”. En palabras de Schutz (1995: 44):
41
“La conciencia tiene su estatuto de objetividad. Esta realidad bilateral subjetivo?objetiva,
esta ambigüedad esencial, son las que forman como la estructura ontológica de los
fenómenos conscientes: ni completamente objetiva ni exclusivamente subjetiva. Y es
precisamente esta realidad, como bisagra de toda realidad, a la que corresponde la
realidad de la conciencia.”
Asimismo, los autores recién citados dan cuenta de la existencia de otros posibles
estados de conciencia que, pudiendo ser tanto como , se caracterizan
por una aparente “disolución de la conciencia” o, en otras palabras, una disminución
significativa del pensamiento vigil. Entre los estados intermedios se encuentran
el de ensoñación (anteriormente mencionado) y el estado “hipnagógico”, que es aquél que
“se observa en los períodos de adormecimiento” (p. 323), mientras que entre los
se encuentran los estados “hipnoides”, el “onirismo” y aquellos estados
generados por la hipnosis (estando esto último, explican los autores, sujeto a discusión).
Delay & Pichot identifican entre las posibles causas de los “estados hipnoides” la
ingesta de ciertas sustancias químicas psicoactivas como las que pueden ser encontradas
en las plantas alucinógenas utilizadas por los neochamanes en sus ceremonias de
sanación y visión:
De acuerdo a Lindzey, Hall & Thompson (1975: 158) una droga es “cualquier
sustancia química que afecta al ser humano u otros animales”. Estas sustancias son
estudiadas por la psicofarmacología debido a las formas en que producen alteraciones
exógenas del estado normal de vigilia por medio de la
44
. Como explican Dusek & Girdano (1990:
34):
“Bajo condiciones especiales de disfunción, como los casos de psicosis aguda, algunos
estados de drogadicción o meditativos, el sistema de procesamiento automático del
pensamiento se rompe y se restringe la eficiencia de su funcionamiento cognoscitivo. […]
Cuando esta ruptura del pensamiento protector automático ocurre, uno pasa del estado
normal a un estado alterado.” (Dusek & Girdano, 1990: 17)
Resulta significativo el hecho que se igualen los estados psicóticos, los inducidos
por consumo de drogas (drogadicción) y los estados meditativos, y será esta comparación
en particular la que permitirá dar pie a la crítica que formula el paradigma transpersonal?
integral al fenomenológico?psicologista en lo que respecta a los así llamados estados
alterados de conciencia (Méndez, 2007).
45
En resumidas cuentas, desde el paradigma fenomenológico?psicologista, el
consumo ceremonial de enteógenos es visto como una forma de intoxicación voluntaria
que conduce a una alteración de los procesos normales de procesamiento consciente de
la información sensoperceptual, o lo que es lo mismo, a .
Pero existe aún otro modo de explicar el efecto visionario de las plantas sagradas, ya no
como alucinaciones producidas por interferencias o fallos en el procesamiento
cognoscitivo, sino como un fenómeno de hasta niveles de
mayor integración yóica e incluso trascendentales (transpersonales), más allá del
(bastión de la conciencia individual). Este segundo paradigma se sustenta sobre el
marco propuesto por la Filosofía Perenne y ha sido elaborado a partir de las
investigaciones impulsadas desde la .
1 )- 2 )
Este nuevo enfoque nace como una respuesta a las limitaciones que presentara el
paradigma materialista tradicional a la hora de abordar el fenómeno de la conciencia, y
sus orígenes se remontan al desarrollo de la psicología humanista en los Estados Unidos.
El B en psicología ofrece una nueva forma de aproximarse
al psiquismo humano desde una perspectiva holista y experiencial, sobre la cual se funda
una nueva cartografía de los planos de conciencia y del potencial de desarrollo del ser
humano (Nelson, 2000).
46
humana” (Nelson, op. cit.: 33), una realidad primaria que va más allá de ser un mero
epifenómeno de los procesos de neurotransmisión.
Pese a ello, puede decirse que “lo que los autores del movimiento humanista
comparten es un concepto del ser humano y su desarrollo, una cierta forma de concebir y
practicar la psicoterapia y una fuerte crítica hacia las teorías imperantes al momento de su
gestación” (Kalawski et. al., op. cit.: 20). Situando al hombre como centro, las obras de
autores tan renombrados como Maslow, Rogers, Gendlin, Perls, Frankl, May, Huxley y
Alan Watts comenzaron a perfilar las bases del movimiento de potencial humano que,
tiempo después, diera origen a la psicología transpersonal.
Otro de los elementos centrales de la visión humanista, que será luego rescatado y
ampliado por el movimiento transpersonal, es el que tiene que ver con el concepto de
“ 6o“ A 6 (Kalawski et. al., 1996: 22):
Esta concepción de la salud mental como dependiente del “nivel de conciencia” del
sujeto dará paso a una nueva teoría de la neurosis, siendo Rogers uno de los principales
impulsores de este cambio paradigmático que descarta algunas de las tesis del
psicoanálisis clásico. Más tarde corresponderá a Eugene Gendlin, cuya teoría sobre el
cambio terapéutico será revisada en extenso en un siguiente apartado, elaborar una
reinterpretación de la teoría de Rogers sobre el desajuste psicológico (Dufey, 2001),
siendo esta última versión la que servirá como modelo para guiar la presente
investigación contenida dentro del marco general del paradigma transpersonal?integral.
Ahora bien, según indican Kalawski et. al. (1996: 24), “para el movimiento
humanista el curar enfermedades sólo es una parte de la potencialidad del trabajo clínico.
Con el advenimiento de la psicoterapia humanista, promover el desarrollo del ser humano
constituye por primera vez una meta de la psicoterapia. […] Lo más característico de ella
‘ D . . *
E”. Esto significa que la meta del trabajo del psicoterapeuta
48
humanista no se limita a facilitar la desaparición del desajuste psicológico, sino que va
más allá, buscando actualizar la totalidad del potencial contenido en el ser del cliente.
Como se verá a continuación, este principio sigue presente en el proyecto transpersonal,
sólo que de manera ampliada incluyendo planos de desarrollo que van más allá de la
mera “concordancia con [el] verdadero potencial” (Kalawski et. al.: op. cit.: 24) individual o
egóico.
49
Un claro ejemplo de esta confluencia de perspectivas orientales y occidentales
puede encontrarse en el libro “Budismo Zen y Psicoanálisis” de Erich Fromm y D.T.
Suzuki (1968). En dicho texto, Fromm lleva a cabo una sorprendente integración donde el
diálogo entre una de las formas religiosas más estudiadas de oriente y uno de los
métodos terapéuticos más extendidos de occidente da cuenta de la existencia de
numerosos puntos de encuentro entre ambas disciplinas. Asimismo, la importancia que la
meditación y otras prácticas espirituales de oriente fue ganando entre los jóvenes de
América del Norte y Europa abrió la posibilidad de explorar nuevas formas de percepción
que indicaban que la experiencia cotidiana de vigilia, consensual, constituye sólo una de
muchas formas de experimentar la realidad. Según afirman Kalawski et. al. (1996: 31):
“Las personas que se internaron en el camino de la meditación con técnicas traídas del
Oriente, que experimentaron con drogas psicodélicas o que se sometieron a las disciplinas
dictadas por las enseñanzas de diversas escuelas místicas tuvieron experiencias que
abrieron un horizonte nuevo en el conocimiento, la investigación y la exploración interior:
vivencias y percepciones de trascendencia, unidad cósmica y otros fenómenos que
cuestionaban en lo esencial la creencia de que cada individuo se halla separado del resto.
Tales experiencias habían sido descritas siglos antes por religiones orientales como el
Hinduísmo, el Budismo, el Taoísmo, el Zen, o la tradición Sufi (Celis, A., 1990).”
“El espectro vivencial total puede ser descrito por historiadores, antropólogos, y estudiantes
de religiones comparadas en el contexto de diversos procedimientos chamánicos, ritos de
iniciación aborígenes y ceremonias de curación [como las que son objeto del presente
estudio], misterios de muerte y renacimiento, y danzas de trance en religiones de éxtasis.
De esta manera, la investigación reciente sobre la conciencia ha hecho posible, por
primera vez, revisar seriamente el conocimiento antiguo y no occidental acerca de la
conciencia y buscar una auténtica síntesis de la sabiduría antigua y la ciencia moderna.”
(Grof, op. cit.: 95)
Pues bien, tal como indicara Grof, el nuevo perfil filosófico, ontológico y
epistemológico que comenzó a gestarse en occidente a partir de los estudios sistemáticos
sobre los estados de éxtasis religioso y de trascendencia mística contempla la inclusión
de ciertos elementos que provienen de los sistemas filosóficos subyacentes a diversas
formas de práctica espiritual. Dichos elementos permiten elaborar un marco de referencia
desde el cual comprender la naturaleza de la conciencia humana, incluyendo tanto los
aportes de la ciencia cognitiva como del emergente paradigma transpersonal. Este nuevo
marco de referencia se condice con las premisas fundamentales de lo que más arriba
describimos como la Filosofía Perenne (Huxley, 1977; Wilber, 1998; Méndez, 2007).
De acuerdo a Huxley (1977), todas las culturas que adscriben a este pensamiento
coinciden en identificar la existencia de un sustrato no?dual (espiritual) que lo impregna
todo y que es eterno (perenne), no pudiendo ser alcanzado por los cambios de estado
(impermanencia) propios de los fenómenos cotidianos (de plano de la realidad).
Según estas culturas, el ser humano puede acceder a un estado no?dual de conexión con
lo Eterno (el Todo, lo Absoluto, Brahman, el Tao, el Gran Espíritu) por medio de
51
determinados ejercicios y/o prácticas espirituales, creencia que sirve de base para los
sistemas mágico?religiosos de los pueblos originarios de América y el resto del mundo.
“Según afirma esta visión cuasiuniversal, la realidad está constituida por un tejido de
niveles interrelacionados –. * *
* ?, en el que cada nivel superior “envuelve” o “engloba” las
dimensiones precedentes (a modo de nidos que se hallan dentro de nidos que se hallan, a
su vez, dentro de otros nidos). Desde esta perspectiva, pues, todas las cosas y todos los
eventos del mundo están interrelacionados con todos los demás y todos se encuentran, en
última instancia, envueltos e inmersos en el Espíritu, Dios, la Diosa, el Tao, o lo
Absoluto.” (Wilber, 1998: 19).
“El psiquismo, al igual que el cosmos, está compuesto de una serie de estratos sucesivos
con un orden de totalidad e integración cada vez más elevados. De este modo, a medida
que el psiquismo individual evoluciona a través de los distintos estadios de conciencia, van
emergiendo una serie de estructuras básicas, o niveles de conciencia, que constituyen los
cimientos del siguiente estadio. Estos niveles, o estructuras básicas de conciencia, pueden
ser considerados como los distintos peldaños de la escalera de la evolución humana,
peldaños que permanecen en su lugar sin importar dónde esté el individuo. En su proceso
de ascenso, el self transita por distintos estadios y, en cada uno de ellos, se percibe a sí
mismo y a la realidad de un modo diferente. En cada nuevo estadio aparece un self más
amplio e inclusivo que reemplaza al previo y lo integra en una totalidad de orden superior.
De este modo, las estructuras básicas no desaparecen sino que se incluyen en una unidad
más elevada.”
52
El isomorfismo entre la organización de la conciencia humana y la del cosmos en
general es un hecho ampliamente aceptado como un axioma fundamental por la
psicología transpersonal (Bazán, 2008). En palabras de Wilber (2005: 14?15), “dado que
la mente o el psiquismo humano es un aspecto del cosmos, es posible descubrir en ella
misma la disposición jerárquica de totalidades dentro de totalidades, de conjuntos dentro
de conjuntos, abarcando un amplio rango que va desde los más simples y rudimentarios
hasta los más complejos e inclusivos”, lo que es lo mismo que decir que “en realidad, las
estructuras básicas de la conciencia son conocidas como la Gran Cadena del Ser”
(Wilber, 1994: 18), o que “la misma fuerza que produjo a los humanos a partir de las
amebas produce adultos a partir de infantes” (Wilber, 1983: 84). Podríamos agregar que
esa misma fuerza es la que hace que adultos “normales” se conviertan en grandes
místicos y sabios.
53
F$%& = * + * %,,G
54
ciertas moléculas que, al interactuar y ordenarse de determinada manera conforman lo
que se conoce como una célula nerviosa o neurona. Esta célula pertenece al dominio de
la vida (biología) y trasciende pero incluye las moléculas y átomos que la han dotado de
estructura. Ahora bien, la neurona interactúa con otras neuronas dentro de un tejido
mayor conocido como sistema nervioso de cuyo funcionamiento extremadamente
complejo emerge un fenómeno conocido como mente. La mente, en este sentido,
trasciende pero incluye a los átomos y moléculas así como a las neuronas y sus
interacciones, lo que implica, entre otras cosas, que sea imposible explicar el
funcionamiento de aquélla a partir del funcionamiento de los elementos discretos que se
encuentran más abajo en la cadena (neuronas, moléculas, átomos en ese orden). Tan
simple como decir que “el todo es más que la suma de sus partes”.
55
primer lugar, el paradigma fenomenológico?psicologista considera que la conciencia es un
fenómeno que emerge sola y exclusivamente en el nivel de organización propio de la
, mientras que el paradigma transpersonal?integral ve a la conciencia como un
atributo transversal a todos los niveles de organización de la Gran Cadena, y no como
una característica propia y exclusiva del ser humano dotado de funciones mentales
superiores (Wilber, 1995). En segundo lugar, y a partir de lo anterior, la psicología
transpersonal considera que el nivel mental, tal como ha sido descrito más arriba, no es el
estado definitivo del desarrollo de la conciencia humana. Si bien para la psicología
cognitiva y otras corrientes “tradicionales” dentro de la disciplina el máximo desarrollo de
la conciencia humana consiste en un bien integrado y diferenciado de aquello que le es
ajeno en cuanto a contenido y estructura (no?yo), para la psicología transpersonal el
desarrollo psicológico continúa más allá de las barreras del , de tal suerte que la
conciencia puede trascender la identificación con la accediendo a
estados transpersonales (más allá de la persona, más allá del yo) de experiencia
consciente (alma/teológico, espíritu/místico)13. Y estos estados transpersonales
trascienden pero incluyen todos los niveles de organización y funcionamiento anteriores,
así como los atributos propios de dichas dimensiones (Vaughan, 1990; Wilber, 1990;
1994).
13
William James (citado en Wilber, 1990: 12) explica que “nuestra conciencia normal de vigilia no es más que
un tipo especial de conciencia, en tanto que en derredor de ella, y separadas por la más tenue de las
pantallas, se extienden formas de conciencia totalmente diferentes”. Esta tenue pantalla que se interpone
entre el reino de lo personal y lo trans?personal es lo que se ha llamado desde la teología hindú “el velo de
maya”.
56
también le las cogniciones y afectos superiores (como la iluminación y la visión
arquetípica, por ejemplo) que no se hallan en la mente racional.”
3 % ! ) 2 )
Así pues, cuando una sustancia como la mescalina presente en el cactus del
Peyote o en el San Pedro ingresa al torrente sanguíneo, el funcionamiento normal del
sistema nervioso central se ve afectado de manera tal que la experiencia consciente de
quien haya ingerido dichas especies se transformará profundamente en relación al estado
previo a la ingesta. En este punto coinciden tanto el paradigma fenomenológico?
psicologista como el transpersonal?integral, pues los datos aportados por las
investigaciones psicológicas y fisiológicas han dado cuenta del modo en que tanto la
experiencia del sujeto como el funcionamiento de su sistema nervioso se ven modificados
por los efectos de las sustancias (Delay & Pichot, 1977).
Pero sucede que el segundo paradigma hace una salvedad al momento de aplicar
estos conocimientos al estudio de la ingesta ceremonial de enteógenos, pues toma en
cuenta la radical diferencia que existe entre el consumo casual y recreativo de sustancias
y la ingesta guiada por un médico andino, un neochamán o cualquier otro sujeto instruido
en el uso ceremonial de las plantas sagradas con fines de sanación y/o visión. El médico
andino José Illescas se refiere a esta diferencia fundamental cuando afirma (Wild, 2002:
48): “el hombre común, cuando consume plantas, no puede más que entregarse a sus
58
vicios y no hace más que salir corriendo o tirarse al suelo entregándose al sueño y al
cansancio. El hombre de sabiduría se queda sentado mirando de frente lo que se le
presenta y es dueño de los controles que lo conducen en su vuelo. Su actitud es templada
y amable”. Y es justamente en esta “actitud templada y amable” donde radica la diferencia
esencial entre ambos tipos de consumo, siendo ésta la que determinaría que la ingesta
ceremonial devenga en el restablecimiento de la salud del participante y/o en la expansión
de la conciencia hasta los niveles transpersonales.
A partir de investigaciones como las de Walsh (1993; 1997) y Noll (1983) se han
podido establecer diferencias fenomenológicas significativas entre la experiencia de
quienes sufren un episodio psicótico y quienes experimentan un estado de expansión de
conciencia.
Refiriéndose a las situaciones de terapia psicolítica con LSD, las que siguen un
principio muy parecido al de las ceremonias de ingesta enteogénica aquí descritas, Grof
(1994a: 94) explica:
“Ha existido una tendencia entre los profesionales a considerar el ‘estado LSD’ como una
‘psicosis tóxica’, y las experiencias inducidas por la droga como una fantasmagoría química
que tiene muy poco que ver con cómo funciona la mente bajo circunstancias más
ordinarias. Sin embargo, la investigación clínica sistemática con LSD y la relacionada con
substancias psicodélicas han mostrado que estas drogas pueden entenderse más bien
como amplificadores no específicos de los procesos mentales. No crean las experiencias
que inducen, sino que activan el inconsciente profundo y hacen que su contenido esté
disponible para llevar a cabo un proceso consciente.”
“Yo sugeriría que la característica clave de un trance es una focalización de la atención con
conciencia [ A ] reducida del contexto experiencial (objetos, estímulos, o medio
ambiente fuera de este foco). El foco de esta atención estrechada [ ] puede ser
tanto interno como externo. Cuando es interno existe la posibilidad de que emerjan ricas e
intensas imágenes y fantasías, incluidos los viajes chamánicos. Por supuesto, los
61
chamanes defenderán la realidad objetiva de aquellos dominios y experiencias y negarán
que se trate de meras imágenes (Harner, 1982; 1984).”
Como se verá más adelante, lo que aquí se propone es que esta suerte de “doble
focalización” ( a la vez que ) sería uno de los procesos psíquicos que
subyace a la efectividad terapéutica de las ceremonias de ingesta enteogénica. Y en un
esfuerzo por comprender la naturaleza de dicho proceso de “toma de conciencia” se ha
recurrido a la teoría experiencial de Eugene Gendlin, la que será tratada en profundidad
en el siguiente apartado.
4 - 5
De acuerdo al autor (1966: 50), tres han sido las principales contribuciones de la
filosofía existencialista a su teoría experiencial y a su particular técnica terapéutica:
62
“(1) el carácter relacional: ‘ser?en?el?mundo‘ y ‘ser?con’ de los seres humanos como el tipo
primario de constructo a considerar al estudiar la conducta humana; (2) el no poder reducir
el proceso de vida sintiente y concreto de un sujeto a entes, descripciones, contenidos
(supuestamente internos), sino como proceso de sentimientos; (3) un modo de pensar, en
el que los conceptos y palabras ‘se basan en’ el experienciar directamente sentido,
precisado o empujado afuera, elaborado creativamente, no simplemente descrito de modo
conceptual, sino directamente sentido como resultado de pensar sobre y diferenciar del
modo planteado.”
El primer elemento rescatado por Gendlin ha sido tomado por otros autores
contemporáneos, quienes desde una perspectiva humanista desarrollan una psicología
que si bien centra su análisis en la situación existencial del sujeto no reduce su vivencia a
su limitado campo fenomenológico individual (Moreira, 2001; 2008). La importancia del
contexto, de la realidad “externa” y circunstancial, constituye uno de los aspectos
fundamentales de la teoría de Gendlin, según la cual la vivencia subjetiva nace
necesariamente del contacto del ser humano con su medio externo, entendiendo que el
ser humano es, en definitiva “un organismo sintiente e interactivo” (Gendlin, 1966: 52).
63
modelo teórico y práctico constituye la piedra angular del sistema terapéutico por él
desarrollado.
14
“El existencialismo es fenomenológico, busca articular la experiencia tan pronto como se tiene, más que
superponer un esquema teórico a la experiencia” (Gendlin, 1973: 144).
64
Este interés por la psicología llevó a Gendlin a formarse como terapeuta bajo la
tutela de Carl Rogers, creador de la terapia centrada en el cliente. Muchos aspectos de la
teoría experiencial de Gendlin se desprenden de su práctica terapéutica en el marco del
modelo rogeriano clásico, lo que determina que en muchos casos los conceptos utilizados
por el autor se correspondan directamente con anteriores formulaciones propias de
Rogers. En este sentido, resulta fácil percatarse en qué medida la teoría experiencial de
Gendlin deriva de, o mejor dicho, D el modelo experiencial propuesto por su
maestro, pese a las múltiples críticas que el autor enunciara a su respecto. Sobre este
punto, Dufey (2001) describe al menos cuatro críticas que Gendlin refiriera sobre el
modelo rogeriano: (1) el uso del ‘reflejo de sentimiento’ como única medida en la
psicoterapia con esquizofrénicos, (2) las serias limitaciones que presentaba el concepto
de “congruencia” en la teoría de Rogers sobre la terapia, (3) la propuesta rogeriana sobre
las condiciones necesarias y suficientes para el cambio terapéutico (autenticidad, empatía
y aceptación positiva incondicional) y (4) el modo en que Rogers formula su teoría de la
personalidad.
A propósito de esta última crítica, sumada a la que realiza a varios otros modelos
de la personalidad (e.g. el psicoanalítico) (Gendlin, 1964), Gendlin desarrolla su propia
teoría sobre la naturaleza de la personalidad humana. Concordando con varios enfoques
“corporales” dentro de la psicología humanista, el autor sostiene “que la personalidad es
física y psíquica. Ambos, cuerpo y psique, son un solo sistema que se desarrolla en la
interacción con otras personas” (Dufey, 2001: 17). Este modo de entender el psiquismo
humano da cuenta de la íntima relación que existe entre el plano simbólico de la palabra y
el sustrato físico?material del cuerpo humano (de Mattos & Leal, 2008). Asimismo, Gendlin
incorpora en su visión la importancia del contexto cultural en la configuración de la
personalidad del sujeto, en tanto que la dimensión simbólica del psiquismo y la capacidad
de conceptualización radicarían en la relación temprana que establece el individuo con el
universo representacional e interaccional de su cultura (Mead, 1990; Soto, 2005). En este
sentido, , y son para Gendlin los tres componentes fundamentales
de la personalidad humana.
65
psicológico no es la neurosis clásica, ni ningún ‘contenido nocivo’ interior, sino la pérdida
del contacto con la propia experiencia”. De acuerdo a Gendlin (1967), la presencia de
conflictos intrapsíquicos es un hecho completamente normal y esperable frente al cual
uno no debiese alarmarse mayormente. Antes bien, el verdadero problema radica en no
poder tomar conciencia del modo en que el organismo reacciona ante tales conflictos. En
otras palabras, no poder volcar (o, dicho en los términos de Gendlin, “focalizar”) la
conciencia subjetiva ( A ) hacia la de malestar constituye el
verdadero origen del desajuste. A medida que continúe esta exposición de la teoría
experiencial de Gendlin quedará más claro el sentido de esta última afirmación.
Antes que Gendlin, Carl Rogers afirmó que existe dentro del ser humano un
proceso corporalmente sentido que discrimina aquello que es beneficioso de lo que es
perjudicial para su bienestar. A este proceso lo llamó “valoración organísmica” (Kalawski
et. al., 1996), un proceso que explica en virtud de los mecanismos de reacción global que
el organismo humano posee y pone en juego en su relación con el medio ambiente
(Rogers, 1981). En palabras de Rogers (op. cit.: 413):
66
Siguiendo en primera instancia la propuesta original de Rogers, Gendlin (2000: 57)
explica que, “hay una especie de conciencia corporal que influye profundamente en
%9
nuestras vidas” llamada “ 6 o $ Este concepto,
“ ”, nombra un “proceso ” corporalmente que constituye, de acuerdo al
autor, la materia prima de la personalidad humana (Gendlin, 1964). Sobre esto, Gendlin
(1967: 64) explica:
“¿Qué queremos decir con proceso experiencial? Es sentido. […] Es nuestra sensación de
estar vivos, nuestra sensación corporal, nuestro proceso sentido. El proceso experiencial
es tu estar aquí, ahora. Eres tú. […] No eres palabras o pensamientos. […] =
.”
“Hay un saber del cuerpo que no es pensable desde la conciencia en que se representa el
mundo, pero que es accesible a la experiencia originaria en que se constituye el mundo
[…] el cuerpo deja de ser el instrumento de que se sirve la mente para conocer y se
convierte en el lugar desde el que veo y toco, o mejor desde el que siento cómo el mundo
me toca.”
15
Homologable al proceso de “valoración organísmica” descrito por Rogers.
67
un modo preconceptual” (p. 19); (3) ser comunicable a través de gestos, modulaciones en
el tono de la voz, formas de expresarse, etc.; (4) ser implícitamente significativo, en tanto
que preconceptual.
Ahora bien, este flujo experiencial constante puede o no ser percibido por el
individuo, radicando en esta capacidad o incapacidad el grado de ajuste o desajuste
psicológico que la persona experimente (Gendlin, 1967). En un apartado anterior se hizo
alusión a la naturaleza “reflexiva” de la conciencia humana. Pues esta capacidad de
volcar la conciencia hacia el flujo experiencial radica en dicha característica fundamental
del psiquismo humano, lo que indica que este es un proceso que se da de manera
espontánea y que cumple una importante función en el adecuado funcionamiento
psicológico del individuo. El acto de establecer “contacto experiencial” con la corriente
corporal llamada es lo que Gendlin denomina “focalizar”: “cuando una
persona se mantiene en contacto con el referente directo de una situación, se dice que
está en proceso de focalizar o , el cual es un proceso que se da naturalmente”
(Dufey, 2001: 21?22).
16
Nótese que si bien el es implícitamente significativo, una vez que se logra percibir en la forma
de una sensación sentida bien formada, dicho significado implícito se explicita, cuyo sentido es guiar la
68
en cuestión (Gendlin, 1969). En otras palabras, la sensación sentida es el correlato
fenomenológico (experiencial) de la reacción global del organismo ante un estímulo
proveniente de su campo fenoménico.
conducta de la persona congruentemente con sus propios modos de significación de la realidad y contribuir de
ese modo a su ajuste psicológico y social.
69
percibidas experiencialmente por el mismo. Dependerá del grado en que este individuo
pueda conectarse con las sensaciones sentidas el grado de ajuste psicológico
(bienestar/malestar) que experimente, pues es sólo a través de este “contacto
experiencial” que logrará simbolizar y significar adecuadamente su estado global ante
determinado estímulo. El acto de establecer contacto con las sensaciones sentidas es lo
que Gendlin llama “focalizar” o “ ”, el que como se verá a continuación es el
proceso que se encontraría a la base del éxito terapéutico, de acuerdo a la teoría
experiencial.
Este proceso que debiese darse natural y espontáneamente suele verse dificultado
o entorpecido por un número de motivos. Más allá de la etiología, Gendlin pone el foco en
cómo lograr el cambio terapéutico por medio del restablecimiento de la capacidad de
focalizar. En este sentido, si un cliente llega a la consulta a propósito de la profunda
depresión que padece, el terapeuta experiencial no buscará develar el significado
profundo de su sufrimiento por medio del diálogo y otras técnicas comúnmente
empleadas. Antes bien invitará al cliente a concentrarse en su sensación corporalmente
sentida en ese mismo instante, permitiéndole acceder a un estado de conciencia en que
puede formarse una estructura de significado arraigada en la experiencia corporal del
momento ( B ) (Gendlin, 1981). Así, “la meta terapéutica es que la
persona adquiera una mayor amplitud del flujo experiencial y que sepa cómo llevar
adelante el proceso de experienciar por sí sola” (Dufey, 2001: 27).
70
Para facilitar y promover el proceso de focalizar, Gendlin ideó una técnica
denominada , la que consiste en una serie de seis pasos relativamente simples
de seguir (solo o guiado) que conducen al sujeto hacia mayores grados de contacto con
su flujo experiencial17:
17
Este método ha sido descrito por Gendlin en su Manual para Focalizar (1969).
71
la bienvenida” (Gendlin, 2000: 85). Se recibe y acepta el cambio producido, se
está un momento a solas con él.
Sobre esto último, Gendlin (1969; 2000) explica que al llevar adelante la
conceptualización de una sensación?sentida emerge una grata sensación de alivio
corporal. A éste fenómeno Gendlin lo llama “efecto experiencial”. Gendlin señala que el
efecto terapéutico del acto de focalizar en terapia proviene de dos fuentes (Gendlin, op.
cit.: 65):
6 7 ) ' 2 !
18
Adviértase que el hecho de que Gendlin releve el papel de la conceptualización o simbolización del
contenido preconceptual del no indica que el autor sugiera que haya que “racionalizar” los
problemas en terapia. Al contrario, la simbolización no responde a un esfuerzo de la mente racional por
elaborar una definición de un determinado problema, sino más bien al proceso natural de construcción de
significado a partir del dato sentido acerca de tal o cual situación.
72
contenida como está dentro del marco comprehensivo del paradigma transpersonal?
integral.
En primer lugar, cabe recordar que el mecanismo psicológico descrito por Gendlin
como el móvil de la sanación y el desarrollo de la personalidad consiste en la
de la atención consciente hacia el contenido interno, organísmico. Este contenido interno,
explica el autor, constituye el referente vivencial (dato sentido) de la sabiduría del
organismo humano en relación con el despliegue de su actividad dentro del medio en que
se desenvuelve. En este sentido, la focalización constituye un mecanismo básico de
supervivencia que habría de darse de manera fluida y espontánea, sin que tenga que
mediar necesariamente esfuerzo alguno de parte del sujeto.
Pero así como permite mantener la integridad del organismo ante un medio
ambiente en constante transformación, el proceso de focalización es identificado por
Gendlin como el pilar fundamental de la construcción de la personalidad. Sin la capacidad
reflexiva (Mazzarelli, 2006), el ser humano no podría tomar conciencia de su propia
existencia, lo que significa que no podría estructurar un coherente o un sentimiento de
. En otras palabras, sin el mecanismo que dota de contenido a la estructura del
sí mismo, éste se vería vacío de toda forma desapareciendo en la inconsciencia absoluta.
Y son los elementos experienciales provistos por la atención autoconsciente los que
permitirían la emergencia de una conciencia existencial.
73
Esta conciencia existencial ( ) transita por diversos estadios a medida que el
individuo va desarrollándose tanto física como psicológicamente. En un primer momento,
el bebé se encuentra sumido en una relación simbiótica con la madre, no pudiendo
diferenciar su del de su progenitora. Luego, gradualmente se van instalando las
primeras barreras del , estableciéndose los límites del cuerpo (la piel), de las
emociones y de las ideas, en ese orden (Wilber, 1994), hasta que finalmente el niño logra
ya tener una visión más o menos panorámica de aquello que y aquello que parte
de su sí mismo. Este es un primer logro en la configuración de una ,
aún muy rudimentaria.
74
Refiriéndose al estadio de las operaciones formales piagetianas, Wilber (op. cit.:
90) explica que “la emergencia de la estructura básica formal?reflexiva abre la posibilidad
del desarrollo de […] una estructuración del self altamente diferenciada, reflexiva e
introspectiva”. Este self “ha dejado de estar atado de manera irreflexiva a los roles
sociales y a la moralidad convencional y, por primera vez, depende de sus principios
individuales de razón y conciencia (el estadio postconvencional de Kohlberg o el
consciente?individualista de Loevinger)” (op. cit.). Pero advierte que en este punto del
desarrollo individual es posible que emerjan desajustes psicológicos que es importante
tener en consideración, y que en definitiva remiten a la conformación reflexiva de la
autodeterminación identitaria. “Las ‘neurosis de identidad’ engloban específicamente a
todos los problemas que pueden dificultar la emergencia de esta estructura autorreflexiva.
¿Es lo suficientemente fuerte como para liberarse de la mente regla/rol y apoyarse en sus
propios principios de conciencia?” (op. cit.: 91).
75
Así pues, el modelo teórico de Gendlin permite comprender el proceso de
construcción de la identidad sólo hasta lo que Wilber (1990; 1994; 2005) identifica como el
“yo centáurico” o “self existencial”, punto culmine del crecimiento o y
trampolín para el desarrollo . Más allá de ese punto, la limitada visión de
este autor resulta inútil por cuanto se corre el riesgo de reducir la complejidad de los
estadios transpersonales a las características más básicas de los niveles personales y
prepersonales.
Gendlin es uno de los autores que no logran reconocer la diferencia que existe
entre los “estados alterados de conciencia” prepersonales y los “estados no?ordinarios de
conciencia” transpersonales (Méndez, 2007). Como se dijo, su enfoque topa con las
restricciones propias del paradigma fenomenológico?psicologista, el modelo dominante en
la investigación de la conciencia durante el siglo pasado, lo que sugiere en primera
instancia que la integración propuesta más arriba entre su enfoque teórico y el
conocimiento indígena sobre los estados no?ordinarios es algo imposible. Más aún, si se
tiene en cuenta que el autor ha señalado que la ingesta de sustancias “alucinógenas”
reduce el contacto con el , buscar el diálogo entre su perspectiva y las
prácticas ceremoniales de ingesta enteogénica pareciera ser un esfuerzo en vano.
76
Si bien lo anterior es cierto, la posibilidad de integrar la teoría experiencial con los
avances de la investigación transpersonal sobre los estados no?ordinarios de conciencia
es un hecho, por cuanto éstos constituyen en sí mismos una expansión de los alcances
de las teorías humanistas sobre el desarrollo y la psicoterapia. En este sentido, si se toma
el modelo de Gendlin a partir de un marco comprehensivo mayor como el provisto por el
paradigma transpersonal?integral, es posible emplear sus recursos conceptuales para
comprender los fenómenos de sanación enteogénica. En definitiva, como se verá a
continuación, son muchos los puntos de encuentro entre la teoría de Gendlin, su práctica
terapéutica y las premisas fundamentales de la visión transpersonal, lo que sugiere que a
través del diálogo entre perspectivas se puede acceder a una concepción más integral
sobre los fenómenos acá estudiados.
77
impresionantes descripciones de lo que normalmente se conoce como la “experiencia
mística” (White, 1990; Needleman, 1992), develando una cartografía del psiquismo
humano que sólo a partir de las recientes investigaciones de Stanislav Grof y otros
pioneros en el estudio sistemático de los estados no?ordinarios de conciencia ha
comenzado a ser explorada por la ciencia occidental (Smith, 2000). Estos nuevos
investigadores han elaborado un cuestionamiento respecto al paradigma de los Estados
Alterados de Conciencia (Walsh, 1993) proponiendo nuevos marcos conceptuales para
diferenciar los estados regresivos (alterados) de los estados de expansión (no?ordinarios)
de la conciencia (Méndez, 2007). Más adelante se volverá sobre la propuesta de Grof.
19
Autoconocimiento, autoconciencia y autocomprensión son tres “actividades mentales” que radican en la
capacidad de de la conciencia humana.
78
diferenciables (Wilber, 1990). Esta energía primordial es un flujo constante y dinámico, por
cuanto la existencia en sí misma es un eterno acontecer. En términos de la cosmovisión
andina, la naturaleza del Ser profundo es su “estar?siendo?ocurriendo” (Illescas et. al,
2002), y es al ponerse en contacto con ese flujo interno que el sujeto accede a la
sabiduría contenida en el Gran Espíritu y en la naturaleza, o lo que se nombraba en un
apartado anterior como el “médico interno” (Wild, 2002).
Desde una perspectiva mística cristiana, Needleman (1992) llama a esta forma de
focalizar la atención sobre el propio Ser profundo (Dios) “la atención como plegaria”.
Siguiendo las enseñanzas de Thomas Merton y otros místicos cristianos, Needleman (op.
cit.: 184) se refiere al desarrollo de esta forma de atención consciente en los siguientes
términos:
“¿Qué forma de atención o lucha interior puede penetrar en todas las circunstancias de mi
vida aquí y ahora, en las condiciones del mundo moderno? ¿Cómo puedo buscar, dentro
de la vida que llevo, el corazón, el centro del sentimiento de mí mismo? Estamos
preguntando acerca de un modo de atención o conciencia que constituye un puente entre
nuestro actual nivel de ser y el nivel de ser descrito no sólo en la literatura contemplativa
del cristianismo sino en las literaturas místicas y contemplativas de todas las tradiciones.
No estamos hablando solamente acerca del desarrollo del mundo interior, sino del
equilibrio entre el mundo interior y el exterior. No estamos preguntando solo por
experiencias superiores, sino acerca de eso en nosotros que puede recibir la energía y la
visión de tales experiencias y trasmitir esta energía a la totalidad de uno mismo. Estamos
preguntando por el alma, el principio intermedio del hombre.”
80
mismo que opera tras la consecución de los niveles superiores de trascendencia espiritual
?7
(Wilber, 1990): la por medio de la $
Tal como se mencionaba más arriba, el autor explica que existen importantes
diferencias entre los estados alterados de conciencia y los estados holotrópicos. A partir
de sus investigaciones sobre el uso clínico y experimental del LSD, así como del
20
Con esto no se quiere decir que este sea el D mecanismo psicológico tras dichos procesos. Más bien, lo
que se desea trasmitir es que la integración por medio del darse cuenta sería, desde esta perspectiva, el
mecanismo central en torno al cual se articularían los demás.
81
desarrollo de la técnica de : , Grof ha elaborado una completa
descripción de las características de los estados no?ordinarios de conciencia inducidos
por los diversos ejercicios espirituales de toma de conciencia (o como él los llama,
“tecnologías de lo sagrado”) que han sido desarrollados por las comunidades humanas a
lo largo de la historia (Grof, 2002). A continuación se presentan resumidas las
conclusiones de su trabajo, indicando punto por punto los caracteres propios de los
estados holotrópicos las propiedades de los estados alterados de conciencia:
82
• En el plano de la experiencia emocional, podría decirse que no existen mayores
distinciones entre lo que ocurre durante un estado holotrópico y lo que el sujeto
experimenta durante un episodio psicótico. En ambos casos las tonalidades
afectivas que se presentan pueden ser tanto beatíficas como aterradoras, variando
dentro de un amplio rango. Ahora bien, el modo en que el sujeto logra integrar
dicha experiencia emocional resulta diferente en uno y otro caso. Por
ejemplo, cuando un sujeto relata haber vivido una experiencia de “nacimiento?
muerte” durante una sesión holotrópica, pese a describirla (como sucede en
muchos casos) como una vivencia aterradora y abrumadora, finalmente logra
simbolizarla y darle un significado que se integra con su proceso de
autocrecimiento y desarrollo (Grof, 2002). Muy por el contrario, cuando un sujeto
atraviesa por un episodio psicótico donde prima una sensación de sufrimiento y
miedo, dicha experiencia sólo contribuye a aumentar la confusión mental y el
terror.
84
que sostiene el desarrollo de la personalidad egóica, así como su expansión hasta los
planos transpersonales de la conciencia (en el caso de Grof). En este sentido, lo que aquí
se propone (yendo más allá de lo propuesto por Landaeta) es que aquella fuerza
experiencial que es contactada durante la experiencia holotrópica es al fluir
experiencial descrito por Gendlin. Lo que diferencia a la experiencia holotrópica de la
experiencia de focalizar sólo es la del contenido que es develado durante el
ejercicio (cuando el trabajo se centra en los niveles biográficos del individuo) y el y
de ambas experiencias (especialmente cuando el trabajo holotrópico se
centra en la exploración de los planos trans?biográficos del psiquismo).
85
dimensiones arquetípicas de la conciencia humana, en el plano de la vida vegetal y
animal, en las sensaciones que acompañan la experiencia del parto, etc. (Grof, 1994a;
1994b; 2002), lo que en otras palabras significa que su origen es, en definitiva, más
profundo que el contenido psíquico trabajado durante una sesión de .
86
psicologista, pese a estar adscrito al movimiento humanista). Finalmente, atiéndase a la
siguiente cita, donde Gendlin explícitamente describe la diferencia entre los “estados
espirituales avanzados” y el estado de conciencia propio del :
“Mucho de lo que puede decirse sobre Focusing se dice también sobre estados espirituales
muy raros […]. Pero el nivel de Focusing es accesible para cualquier persona y es muy
concreto. Puedes experimentarlo directamente, más que creyendo, y repitiendo, estas
frases sobre “la no dualidad”. Esta accesibilidad y concretitud también muestra que el
Focusing no es el último estado espiritual (o uno muy avanzado). Más bien es un estado de
entrada. Aún con Focusing mucho de lo que la literatura espiritual describe es verdad. Pero
es un nivel de entrada, y eso le da mucha importancia y quizás menos controversia.”
(Gendlin, op. cit.: 211)
Así pues, en vista de las indicaciones del mismo Gendlin, no es posible sostener la
segunda propuesta de Landaeta (2006), si bien sus planteamientos se dirigen hacia la
misma dirección que pretende este apartado: la integración de la visión humanista
biográfica de Gendlin con la perspectiva transpersonal de Grof y otros importantes
autores. Las afirmaciones de Gendlin confirman, en un plano meramente teórico, la tesis
de que el estado de focalización se encuentra inmediatamente “antes” que los estados
holotrópicos de conciencia, en términos de una escala progresiva de A .
En tercer lugar, Landaeta (op. cit.: 6) explica que, tras la revisión de ambos marcos
teóricos y vivenciales, “aparece en común el especial énfasis en el cuerpo (Gendlin, 2001;
2002; Grof, 2002; 2005): en la capacidad de almacenar, procesar y encarnar una gran
gama de experiencias y sobretodo en una sabiduría organísmica, que incluye al cuerpo y
va más allá de él, que es el principio gobernador del funcionamiento y de la sanación de la
persona”. Y finalmente explica que ambos enfoques ponen un “especial énfasis en el
proceso experiencial por sobre el análisis racional de la situación” (op. cit.: 6). Ambas
afirmaciones son completamente ciertas, pues tales elementos han sido relevados por
ambos autores en distintas ocasiones (Gendlin, 1966; 1973; 2000; Grof, 1994a; 1994b;
2002).
87
vincular los conceptos de Gendlin con el fenómeno de la sanación enteogénica, siempre
dentro del marco general del paradigma transpersonal?integral.
7 ) . )8
Retomando una cita anterior de Illescas (en Wild, 2002: 48), “el hombre común
cuando consume plantas no puede más que entregarse a sus vicios y no hace más que
salir corriendo o tirarse al suelo entregándose al sueño y al cansancio. El hombre de
conocimiento se queda sentado mirando de frente a lo que se le presenta y es dueño de
los controles que lo conducen en su vuelo. Su actitud es templada y amable”. Durante la
experiencia enteogénica, el participante del ceremonial entra en un estado de conciencia
caracterizado por la emergencia de una gran cantidad de material inconsciente que puede
provenir tanto del nivel biográfico de su psiquismo como de los planos transpersonales de
la existencia. Este material se presenta en forma de imágenes, olores, sabores,
88
sensaciones corporales, etc. que en conjunto constituyen formaciones sensoperceptivas
muy diferentes a las que se experimentan en estado de vigilia.
89
cómoda pero que no les permita quedarse dormidos, etc. De este modo, el material
inconsciente emergente puede ser procesado conscientemente.
“fíjate en lo que surge cuando te preguntas a ti mismo, ¿Cómo estoy ahora?, ¿cómo me
siento?, ¿qué es lo más importante para mí en este momento? […] Si entre las cosas que
acabas de pensar hay un problema tuyo que sientes como importante, continúa cerca de
él. Si no es así, elije un problema importante para trabajar con él. Mira bien que el
problema que elijas sea lo suficientemente importante en tu vida. Elije aquello que parezca
.”
90
Asimismo, indica que es preciso que aquél problema sobre el cuál focalizará el
paciente sea tomado por él como una globalidad, entendiendo que pese a la complejidad
que pueda suponer cualquier conflicto o problemática siempre será posible “adquirir la
sensación de cómo se siente la globalidad del problema” (op. cit.: 112).
92
su proceso, con qué problemas se ha topado y qué comprensiones ha alcanzado durante
la sesión. En ese momento se “lleva adelante” el experienciar y se le nombra,
compartiéndolo con los demás y reafirmando su significado sentido.
93
tanto por los efectos visionarios de las plantas de poder como por los demás elementos
ceremoniales. Estas focalizaciones pueden centrarse tanto en material del inconsciente
biográfico, como del inconsciente colectivo, la experiencia perinatal, etc.
9 )
, / 2 )
Toledo (2000: 21) explica que el material a ser analizado ha de cumplir a lo menos
con tres condiciones:
2. Status teórico del material: “el material debe contener sistemas de significado
que realmente operen en la realidad de quienes construyen el texto”.
94
3. Autenticidad: la información contenida en el material ha de ser genuina.
Ahora bien, según señala Bardin (2002), el análisis de discurso no se limita a tan
sólo describir objetivamente el contenido del texto provisto, sino que sobre dicha
descripción desarrolla un ejercicio interpretativo que sigue las reglas de la lógica
deductiva. En este sentido, el autor (1977, en Toledo, 2000: 13) explica que el análisis de
contenido se basa en una “hermenéutica controlada, fundada en la deducción: la
inferencia”.
21
Cabe mencionar que la rigurosidad del método de Bardin sólo permite comprender periféricamente los
significados contenidos dentro del discurso de un sujeto, no pudiendo dar cuenta jamás de éstos en sí
mismos, tal como se dan en la experiencia de quien produce el texto analizado. Esta salvedad debe ser
tomada en cuenta en todo momento, especialmente a la hora de elaborar conclusiones a partir de los datos
recopilados y analizados de modo que se tenga claridad respecto del verdadero alcance de las conjeturas que
se construyan a partir de dicho análisis.
95
2. Contacto experiencial: fenómeno psicológico que refiere a la toma de
conciencia del contenido del flujo experiencial, por medio de las sensaciones?
sentidas.
" ) :
• :
El material registrado en audio fue digitalizado y luego impreso para poder ser
utilizado durante las siguientes fases de , y
(Bardin, 2002).
• !
22
En vista de que la naturaleza de la investigación realizada difiere en varios sentidos de los estudios que en
general utilizan la técnica del análisis de contenido, existen ciertos elementos de la propuesta de Bardin
(2002) que no coinciden con los pasos que se siguieron en la elaboración tanto del diseño de la investigación
como en la implementación de la misma. En este sentido, sólo se mencionarán las acciones que
efectivamente se llevaron a cabo, sin hacer referencias a otras actividades que, pese a estar definidas
originalmente como propias de cada una de las fases del análisis, fueron llevadas a cabo en otros momentos
(e.g. la ; se llevó a cabo durante el diseño de la investigación) o simplemente no fueron
realizadas por razones metodológicas (e.g. no se realizó una pues el diseño del
estudio de caso considera la utilización del material provisto por el sujeto entrevistado y nada más).
97
a cabo una serie de inferencias que dieron forma al análisis que se presenta a
continuación, en el próximo apartado.
98
9
Según señala en una de las entrevistas, a los 30 años de edad su estilo de vida
fluctuaba en una suerte de “desequilibrio” constante: por un lado, durante la semana,
trabajaba mucho o hacía mucho deporte, mientras que por otro, en los fines de semana,
salía mucho, a veces consumiendo alcohol en exceso. Explica que este ritmo de vida era
demasiado “intenso” y que sentía que no podía “descansar mentalmente” en ningún
momento, lo que lo condujo a este estado de crisis.
99
"
100
Alberto explica que la ceremonia se encuentra dividida en varias etapas o fases,
llamadas “puertas”, teniendo cada una un fin en sí misma dentro del ceremonial. Describe
cada una como sigue:
5= * .
H I
* I I I
. challa I
*J K/
* I I
* . $C.
$L *
.
( *
* I *
$' * I
I I I6
Luego de los permisos, explica Alberto, quien dirige la ceremonia plantea a viva
voz el “rezo general”. Este rezo tendría que ver con determinados temas relacionados con
el contexto de sanación y desarrollo personal en que se despliega la ceremonia. El
ejemplo que da Alberto a este respecto es particularmente significativo. En la tradición
101
andina, la celebración de los solsticios y equinoccios es una costumbre ancestral que da
cuenta de la profunda vinculación de estos pueblos con la tierra, o como ellos la llaman, la
(Wild, 2001; 2002). El solsticio de invierno (las entrevistas tuvieron lugar algunas
semanas antes del solsticio de invierno), señala Alberto, es aquella época en que la tierra
se encuentra preparada para recibir las semillas; es el tiempo de la siembra, el momento
en que los pueblos agrarios invierten su energía en asegurar que en verano (el próximo
solsticio) puedan cosechar buenos frutos para su subsistencia.
102
de la misma familia). Más adelante retomaremos el análisis de ciertos elementos
importantes a ser considerados en relación al efecto visionario de estas plantas de poder
y sobre cómo éste cumple una función central dentro del proceso de sanación, tomando
como referencia el relato que Alberto hace sobre su experiencia con la ingesta
enteogénica.
Finalmente, la última puerta tiene que ver con el cierre y los agradecimientos
correspondientes a los espíritus y los ancestros, siguiendo la misma lógica que en la
primera etapa del ceremonial.
El relato de Alberto hace referencia a sus experiencias durante las distintas fases
de la ceremonia, aludiendo principalmente al momento posterior a la ingesta, cuando la
medicina comienza a hacer efecto sobre la experiencia sensorial de los participantes. A
medida que Alberto explica el modo en que ha vivenciado el proceso de ceremonia a lo
largo de estas cuatro “puertas”, de su relato emergen numerosas referencias a elementos
contenidos en el marco teórico de la presente investigación. Concentrándonos en la
descripción que hace Gendlin sobre el proceso de focalizar o , veremos en qué
medida el relato de Alberto arroja luces sobre cómo este proceso se replica, siempre con
ciertos matices, durante las ceremonias de ingesta.
5= * /$ . * I * *
. * * I
* * *
. 6$
103
Con los ojos cerrados, habiendo ya ingerido una dosis de San Pedro, los
participantes del ceremonial debían llevar su atención a su experiencia del momento,
chequeando sus sensaciones en búsqueda de un problema, una dolencia o malestar que
en ese momento les resultara significativo y sobre el cual desearan trabajar durante la
sesión. Alberto relata que en ese momento tomó contacto con una sensación de dolor en
el estómago:
5' . * *
6$
Así pues, al contactarse con ese dolor, mantuvo su atención en él para poder
llevar a cabo el trabajo de sanación. P., la mujer de medicina que conducía la ceremonia,
propuso luego un trabajo de visualización, una suerte de imaginería que tenía como
finalidad ayudar a los participantes a superar su dolencia o malestar. Manteniendo la
atención focalizada sobre aquél asunto que habían identificado inicialmente, debían llevar
a cabo este ejercicio sin perder la concentración ni dejarse llevar por el efecto visionario
del enteógeno que habían consumido.
5' * *
I. I I *
I MIN I6$
Desde ahí retomó el ejercicio, intentando visualizar al animal que debía remover
esas pinzas que obstruían su intestino.
104
5O * . I $O
$ = I . $ I
* 6$
En ese punto, Alberto dice haber sentido un gran alivio, pues el intenso dolor con
el que había tomado contacto inicialmente había desaparecido. Refiere que se trataba de
un dolor recurrente, que muchas veces había sentido en el día a día, especialmente
cuando se encontraba sujeto a situaciones de mucho estrés. Tras llevar a cabo el ejercicio
de visualización en la ceremonia, ese dolor nunca más volvió a molestarlo.
5 I * . I $P *
*. * *
* *J K = * I .
I . . I MIN
* .
6$
105
paso, eliminando el dolor de estómago que, a final de cuentas, hacía las veces de
expresión somática de un conflicto intrapsíquico más profundo.
Hemos de reiterar una vez más que este “entendimiento” (utilizando las propias
palabras de Alberto) tuvo lugar la ceremonia, específicamente durante el ejercicio
de imaginería conducido por la mujer de medicina. No se trata de una interpretación
“psicológicamente informada” posterior a la ceremonia de ingesta, sino de una
comprensión espontánea que emergió a partir del contacto que estableció Alberto con una
sensación corporal de dolor y con los símbolos asociados a ésta.
A partir del relato de Alberto sobre su experiencia en ceremonia, emerge una serie
de elementos que pueden ser interpretados desde la teoría experiencial de Eugene
Gendlin, así como desde su modelo psicoterapéutico. En primer lugar, la consigna con la
que se da inicio al ejercicio de visualización es prácticamente idéntica a las instrucciones
iniciales de una sesión de . En su “Manual de Focusing” (1969, en Gendlin, 1969:
111), Gendlin sugiere comenzar las sesiones de focalización con las siguientes
instrucciones: “Para tus adentros, dentro de ti, me gustaría que prestaras atención a una
parte muy especial de ti… Presta atención a esa parte en donde normalmente te sientes
triste o asustado. […] Presta atención a esa área dentro de ti y mira a ver cómo estás
ahora mismo”. De igual manera, en otro sitio (Gendlin, 2000: 70), el autor describe la
siguiente consigna: “Lo que te mando hacer será en silencio, sólo para ti. Toma un
momento, sólo para relajarte… Bien. Ahora, dentro de ti quisiera que prestaras atención
hacia adentro, en tu cuerpo, tal vez en tu estómago o en tu pecho. Ahora observa lo que
te pasa cuando te preguntas a ti mismo: ‘¿Cómo va mi vida? ¿Cuál es la principal cosa
para mí ahora mismo?’. Siente cómo te sientes. Deja que las respuestas vengan
lentamente de esta sensación”.
5! . * . * I
*J K
* I 3Q R/
$= . . D $$$6$ = I .
* D 6$
En contraste con lo anterior, Alberto explica que el modo en que opera la sanación
en ceremonia tiene que ver con una experiencia directa de parte del participante, en
relación con su propia comprensión del problema que le aqueja. En particular, Alberto se
refiere a cómo fue la diferencia entre escuchar en palabras de otro el motivo de sus
problemas y “sentir dentro” la respuesta en sí mismo.
50 * * * /$ *
$ M= * NO
* /$* * I
107
* . *
. 6$
5 ! ! S * I MIN *
I * I . . * .
* J K = D
I * I$ )
* * * .
* * I $
")* *
I6$
108
5= * I *
* I6$
Esta descripción coincide notablemente con la que Gendlin (2000) refiere sobre las
sensaciones que acompañan al efecto experiencial: “Se siente algo parecido como el
inhalar aire fresco después de haber estado en un cuarto cerrado durante mucho tiempo”
(p. 32). “Puede parecer que sucede por todo el cuerpo, o como un aflojarse en el pecho, o
puede ser el relajarse de una garganta tensa. Yo le llamo ‘cambio corporal’ principalmente
para sugerir que no sucede nada en la mente. De alguna manera, siempre es una
sensación física. Con frecuencia, lo puedes ver y oír cuando le sucede a otra persona.
Puede haber un largo y sonoro suspiro de alivio, de un repentino aflojarse de alguna
apretada mueca facial, una rápida, confortable relajación en la postura” (p. 64). “Aun
cuando no puedas hacer uso inmediato o directo del conocimiento antes escondido, el
acto de señalarlo con precisión hace que todo tu cuerpo se sienta mejor” (p. 65). O en
palabras de Friedman (2004: 24), “cuando simbolizo la sensación?sentida, me siento más
relajado y calmado”.
Ahora bien, Alberto explica que muchas veces el efecto de alivio y descarga que
tiene lugar durante la ceremonia asume formas mucho más concretas. En este sentido,
afirma lo siguiente:
5 . * *
. * MIN .
* * .
; * . * * * *
* . *
I Q R * * *
Q R* *J K6$
109
Resulta no menos significativo el hecho de que a la acción de ir al baño a defecar,
orinar o vomitar durante la ceremonia de ingesta se le llame “aliviar”. Cuando uno de los
participantes “alivia”, se dice que está expulsando simbólicamente todo aquello que tiene
dentro y que le produce a final de cuentas el malestar.
En este punto es preciso hacer una aclaración. Por lo general, las ceremonias de
ingesta de las que participa Alberto no incluyen ejercicios de visualización o imaginería
como el descrito más arriba. Lo usual es que la ceremonia siga el formato de las “cuatro
puertas” que Alberto detallaba con anterioridad, donde se permite que el efecto visionario
de los enteógenos proceda libremente, sin forzar la aparición de imágenes específicas
(como la de los animales). Ahora bien, según señala Alberto, el efecto de las plantas de
poder, así como el alivio que acompaña al “entendimiento”, siempre son prácticamente los
mismos, sin importar los ejercicios que puedan realizarse durante el ceremonial tras la
ingesta. La emergencia de imágenes, sensaciones, pensamientos, etc. a partir de la
ingesta siempre será significativa y siempre conducirá al participante a una comprensión
profunda de su problema.
Así pues, cuando nos refiramos a los procesos de sanación que tienen lugar
durante la ceremonia de ingesta, no haremos distinciones entre uno y otro formato, pues
entendemos que el mecanismo psicológico que opera tras la sanación siempre es el
mismo.
Pues bien, continuando con el relato de Alberto, es preciso señalar que éste
explica que la efectividad del ejercicio de visualización que lo condujo a solucionar su
problemática con su madre, su tía y su abuela, así como eliminar su sintomatología
psicosomática, se explicaría en parte por el efecto del enteógeno ingerido.
5= . .
D I MIN .
6$
5 . * I
I * * I
6$ 5O .
6$ 5'
* . . * . *
* I 6$
111
50 * I * *
I I
* . I6$
Estas imágenes, explica, contendrían las claves simbólicas para poder encontrar la
solución a sus problemas.
Según señala Alberto, dentro del contexto ceremonial, los enteógenos cumplen la
función de mostrar a quienes los ingieren el “estado actual” de sus vidas, en qué
condiciones se encuentran para enfrentar las vicisitudes de la vida cotidiana. Cuando se
le pregunta sobre cómo describiría el efecto de la medicina, él señala lo siguiente:
5 * 6$ 5'
* D 6$ 5C
I *. *.
* . 6$ 50 . I I
* 6$
5O . . I
. I6$
Alberto refiere que esto último se debería a que el contenido de las imágenes y
sensaciones que aparecen tras la ingesta proviene “desde dentro”, y en tanto que son
parte de uno, necesariamente tienen que “hacer sentido”. Hablando sobre su experiencia
tras la visualización de su dolor de estómago y el “entendimiento” que se desprendió de
dicha visualización, Alberto explica:
5/ . I *
*J KO . * 6$
112
Y en otro momento comenta:
5) . * * .
. * *
6$
Sobre lo dicho por Alberto en relación a las imágenes que emergen durante la
ceremonia, así como sobre la significatividad de las mismas, cabe hacer el siguiente
análisis desde la propuesta teórica que sostiene la presente investigación. Si volvemos
atrás al marco teórico, recordaremos lo que Grof (1994a: 94) refiere sobre el efecto de las
drogas psicodélicas y las plantas de poder en general: “la investigación clínica sistemática
con LSD y la relacionada con substancias psicodélicas han mostrado que estas drogas
pueden entenderse más bien como amplificadores no específicos de los procesos
mentales. No crean las experiencias que inducen, sino que activan el inconsciente
profundo y hacen que su contenido esté disponible para llevar a cabo un proceso
consciente”. Según explica el autor (2000), la ingesta ceremonial de enteógenos produce
una serie de transformaciones en la experiencia del sujeto que participa de ésta,
particularmente en lo que refiere a su experiencia sensoperceptiva. Dichas
transformaciones responden al efecto de los componentes químicos psicoactivos
presentes en la estructura de las plantas de poder, si bien el contenido de las imágenes y
sensaciones que emergen no se puede explicar sólo a partir de procesos de alteración en
los mecanismos de neurotransmisión “normales”. El contenido simbólico de estas
sensopercepciones, señala Grof (op. cit.), provendría de las dimensiones inconscientes
del psiquismo de la persona, comprendiendo el material contenido tanto en el
inconsciente biográfico del sujeto como en su registro trans?biográfico (perinatal y
transpersonal). Este hecho explicaría el por qué de la significatividad profunda de las
imágenes inducidas por el consumo ceremonial de enteógenos.
En este sentido, cabe hacer la siguiente precisión. Alberto señala que las
imágenes que aparecen durante la ceremonia dan cuenta “
”. Esto es exactamente lo que Gendlin dice sobre las sensaciones?
sentidas. Éstas son la expresión corporalmente sentida del modo en que el organismo
reacciona ante la estimulación del medio externo; dan cuenta del modo en que el
organismo experimenta las condiciones del entorno, lo que siente al verse expuesto a las
circunstancias de la vida momento a momento.
Alberto explica algo muy similar. Señala que en la tradición andina que yace tras el
ceremonial de ingesta enteogénica se considera que todo cuanto existe es una expresión
del “Gran Espíritu”. Este Gran Espíritu, como ya ha sido mencionado en reiteradas
ocasiones, equivaldría a lo que autores como Tolle (2000; 2005) llaman la “Fuente”, el
“Espíritu no?dual” (Wilber, 1990; 1994; 1998) o, en palabras de Nelson (2000), aquello que
se conoce como el “Fundamento espiritual”. Pues bien, Alberto dice lo siguiente:
5) ( = 4 4 D$
= D *
114
( = I *
* * *
4 6$ 5) . I
* . * 4 * * * I
. 4 6$
Pues bien, continuando con el relato de Alberto, éste señala que el valor de la
medicina en la ceremonia tiene que ver con que le permite “concentrarse mejor” en
aquello que tiene que trabajar. Le permite prestar atención a su experiencia de manera
directa, dejando de lado momentáneamente los posibles distractores que puedan provenir
tanto del medio externo como desde su propio mundo interno. En palabras del mismo
Alberto, la medicina ayuda a “estar en uno” durante la ceremonia.
5M' N * *
I * I 6$
5= . * MIN
* . *
. I *
* MIN .
115
.
I6$
Así pues, tanto la disposición en círculo rodeando el fuego (que dicho sea de paso,
simboliza la conexión directa con el Gran Espíritu) como el efecto visionario de los
enteógenos ayudaría a focalizar la atención en la propia experiencia, o como dice Alberto,
permitiría “conectarse con el propio ser al máximo” por medio de la “potenciación” de
nuestros sentidos. Esto último equivaldría en palabras de Grof (1994a) a decir que la
medicina opera como un amplificador no específico de nuestros procesos mentales y de
sensopercepción.
Ahora bien, Alberto explica que esta especial forma de concentración pasa por
centrar la atención en el momento presente, en la experiencia interna que se tiene de la
vida momento a momento durante la ceremonia, así como en el cotidiano. Señala que
normalmente vivimos en un estado de conciencia en el que hemos perdido la conexión
con el momento presente.
5O . . *
. * . *
I * ;
* ; I
6$
Este fenómeno de “salirse del presente” tendría que ver directamente, según
explica Alberto, con la emergencia de una serie de malestares y experiencias negativas,
puesto que salirse del estado de concentración en el presente equivale a “salirse de uno”.
Alberto explica que este estado de malestar se caracterizaría por la presencia de una
sensación de “confusión” respecto de sus sentimientos ante determinada situación.
5 I. . . . I I
I .
* I . . * *
* . * *
. * * I6$
116
Asimismo, señala que el “salirse de uno” lleva a que uno quede expuesto a la
entrada de información foránea que nos conduciría a una sensación de incomodidad y
malestar, o como Alberto los llama, “rollos mentales”.
5 ! # " = I
$! . D * I *
* I .
I * I
. 3 .
E 3 E* * D 6$
117
Alberto explica que durante la ceremonia ocurre un efecto contrario. La atención
vuelve al momento presente y se fija en la experiencia personal del momento, en las
imágenes y sensaciones que emergen a medida que avanza la sesión. Asimismo, al
volver a la conciencia presente, al “volver a uno”, Alberto explica que le ha sido posible
confrontar sus “fantasmas”, sus “miedos”, en tanto que al hacerlos conscientes ha podido
superarlos.
5O .
I *J K/ I
*. I.
* . 6$
5= I MIN * I .
* I MIN =
* . * .
*
MIN * . 6$
5= . * * I .
* . . *
* $O * I
. * . . *
J K / . . *
* I6$
118
hacia su experiencia subjetiva y permanece abierto al influjo de las sensaciones que
emergen momento a momento, sin enjuiciarlas ni intentar darles explicación. Welwood
(2002), discípulo de Gendlin y psicoterapeuta transpersonal, llama a esta actitud de
apertura la “presencia incondicional”, equivalente a la “entrega” descrita por Tolle (2000;
2005), y señala que ésta es en sí misma una poderosa herramienta de sanación.
5: * . *
* . 6$
5/ * * .
. *
I . * I . D
* . * I
. * . * *
J K6$
50 MIN$ = *
* .
* $ C
* .
$= * I * *
* 3Q RE$ $ " C *
* . . I. *
6$
Puede verse cómo Alberto llega por su cuenta a las mismas conclusiones que los
autores del enfoque humanista. El develamiento del contenido a veces reprimido,
relegado a un espacio mudo dentro de nuestra personalidad, por medio del
permite integrar una conducta creativa más adecuada y libre, armónica y en sintonía con
119
la valoración que nuestro organismo realiza sobre las condiciones del medio y sobre sus
propias necesidades. El darse cuenta conduce a la solución.
Pues bien, en este punto del análisis del relato de Alberto sería provechoso hacer
un breve resumen de los elementos más importantes que hemos podido pesquisar hasta
ahora, en lo relativo a cómo aquello que Alberto refiere sobre su experiencia de sanación
en ceremonias de ingesta enteogénica tiene directa relación con los hallazgos y las
propuestas formuladas por Eugene Gendlin, así como con las formulaciones de los demás
autores humanistas y transpersonales que hemos considerado para el presente análisis.
De este modo podremos ordenar nuestros hallazgos para así poder luego continuar con el
trabajo de interpretación del material.
En primer lugar, hemos visto cómo la descripción general que hace Alberto sobre
el trabajo terapéutico que se realiza durante la ceremonia de ingesta coincide en gran
medida con el proceso de focalización propuesto por Gendlin como parte de su modelo
psicoterapéutico.
En directa relación con lo anterior, Alberto explica que las imágenes y sensaciones
que emergen durante la ceremonia de ingesta contienen las claves simbólicas para
comprender la problemática contenida en su rezo personal. Al hacer consciente y
explicitar dicho contenido simbólico, es posible acceder al estado que Alberto denomina
“entendimiento”. Gendlin postula que las sensaciones?sentidas son implícitamente
significativas en tanto que pre?verbales y pre?conceptuales. A medida que la persona
focaliza su atención sobre estas sensaciones?sentidas, de ellas emana una serie de
significados corporalmente sentidos que, al hacerse explícita, deviene en una
comprensión profunda de la problemática sobre la cual se focalizó inicialmente. Esto sería
lo que Alberto llama “sentir el concepto en uno”.
Finalmente, Alberto señala que el único modo de superar los propios problemas
consiste en y “ ” de los “rollos mentales” que se han
instalado en el propio pensamiento, a raíz de antiguas experiencias de condicionamiento
infantil. Rogers, Perls, Latner y otros muchos impulsores del enfoque humanista en
psicología han descrito la neurosis y el desajuste psicológico en términos de introyectos
que, producto del condicionamiento temprano, reemplazan nuestra espontaneidad
esencial por pautas estereotipadas de conducta (Perls, 1990; Kalawski, Sepúlveda &
122
Celis, 1996). Gendlin coincide con esta visión, poniendo un especial énfasis en la
importancia de restablecer el contacto con la propia valoración organísmica para volver a
vivir la vida de manera fluida y espontánea.
5 * * .
. I6$
123
Asimismo, explica que en determinadas ocasiones ha logrado establecer contacto
con imágenes e “iconografías” de lejanos pueblos, o bien con símbolos desconocidos por
él que, al investigar sobre ellos, ha podido constatar que se trata de representaciones de
antiguas deidades.
5C * I * *
I % & = I * MIN .
* I. *J K'
* * $ MIN =
* * * *
* * I * *
. * * * I
$= *. * . * I
. I * . .
4 * J K ! I %
! " = * Q R*
*J K6$
Estas visiones que refiere Alberto pueden ser interpretadas como material
proveniente de las dimensiones arquetípicas de la psiquis. Jung fue quizás el primer
occidental en llevar a cabo un estudio sistemático de los arquetipos, los cuales son
imágenes universales contenidas en el “inconsciente colectivo” de la humanidad
(Hoffmann, 2006). Este inconsciente colectivo se sitúa en una dimensión trascendente,
transpersonal, de la existencia, más allá del nivel mental de la Gran Cadena del Ser, tal
como ha sido descrito por Wilber en reiteradas ocasiones (1990; 1994; 2005). La “visión
arquetípica”, explica Wilber (1998) es una propiedad de transpersonal que ha logrado
identificarse con la dimensión del individual. Este estado de desidentificación con las
dimensiones personales del psiquismo e identificación con los estadios trascendentes del
sí mismo podría ser alcanzado por momentos durante la ingesta ceremonial de
enteógenos (Grof, 2002), en tanto que el efecto visionario de las plantas de poder
permiten a la conciencia individual el acceso a información contenida más allá de las
fronteras establecidas por el cuerpo y la mente (barreras emocional y racional) (Wilber,
1990).
124
En la dimensión del alma, es posible establecer contacto con la realidad profunda
de los demás seres humanos, por cuanto en ese nivel toda existencia individual se funde
en una red de relaciones sutiles que determina la confluencia de las identidades en un
solo sistema. “La experiencia de vivir en interconexión con los demás organismos y
objetos de la realidad en un primer momento (nivel teológico) [alma], para luego acceder a
la experiencia de la no?separatividad trascendental (nivel místico) [del espíritu no dual], es
lo que caracterizaría la vivencia (trans)subjetiva que tiene lugar durante los estados de
de conciencia, mal llamados estados de conciencia” (Méndez, 2007:
192).
5! . $ / *
* * *
* I *J K MIN ) *
. I
* : *C : * . * I
* * * . *
* I MIN *J K
= * I 4 6$
La forma arquetípica del sol, expresada como contenido en Ra, los cocodrilos y las
pirámides visualizadas por Alberto, remite, según los estudios de Jung y otros
investigadores transpersonales, a una dimensión más allá de la persona que la contacta.
En este sentido, Alberto habría logrado establecer contacto con el flujo existencial
125
transpersonal durante aquella ceremonia de solsticio, gracias al poder de la medicina
enteogénica.
Este mismo carácter sagrado de las plantas conlleva un respeto que debe ser
resguardado a toda costa. Según señala Alberto, la medicina es una gran “herramienta”
de trabajo para el crecimiento personal y espiritual y no debiese ser utilizada en contextos
que no respeten su función original.
5O *
. $ ! ) / * !; ' M / N*
. . I . *
$= * I * I
* * .
. $ " & ' ")I
* I
I * *
D . I / .
I6$
126
5S * * I
* *
I * . *
3 * * Q R* I I
I . E* J K6$ 5= *
. * . * I .
*. 6$
Esto viene a reafirmar una idea que ya había sido mencionada más arriba. La
focalización y el “entendimiento” sólo se logran si se está despierto, sin dejarse llevar por
“la volada” de la medicina. Alberto lo pone en esos términos, coincidiendo con Wild (2001;
2002). Ahora bien, esta concentración supone, además de permanecer atento a las
sensaciones y vivencias internas que emergen tras la ingesta, mantener el contacto con la
situación externa, con lo que está sucediendo durante la ceremonia.
Alberto explica que, por ejemplo, es importante prestar atención a las otras
personas que participan del ceremonial, pues de ellas es posible recibir feedback y
complementar la vivencia propia con la información que los demás pueden entregar. Esta
atención a lo externo debe necesariamente darse en conjunto con la atención interior,
pues si no es así se trata de un escape, o como Alberto lo llama, una “resistencia”.
Además, dice que todo lo que ocurre en la ceremonia ocurre por algo. “Todo dice algo,
todo está hablando”. Durante la ceremonia…
5! I * 6$ 5'
. * . I6$
Alberto refiere una experiencia en otra ceremonia, en la que había dejado frente a
él, en el suelo, una flauta de madera que había comprado recientemente. En un minuto de
la ceremonia, la persona que se encontraba a su lado se levantó y comenzó a bailar en su
lugar, cuando de pronto, sin darse cuenta, pisó la flauta, destruyéndola. En ese minuto,
Alberto sintió mucha rabia y resentimiento por esta persona, pues la flauta era nueva y
tenía un valor especial para él.
5O . *3 * I I IJ . .
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127
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128
* E * EI E *J K ( OI
6$
Todo esto viene a confirmar una vez más que es posible establecer relaciones
claras y directas entre el relato de Alberto sobre su experiencia de sanación en
ceremonias de ingesta y el marco teórico de este estudio. Más en específico, podemos
ver en qué medida nuestra propuesta teórica resulta adecuada para dar una explicación
“psicológicamente informada” sobre el proceso de sanación enteogénica.
129
9 :
Tras completar el análisis de las entrevistas, es preciso llevar a cabo una revisión
sobre los resultados obtenidos que a primera vista aparecen como significativos.
Específicamente nos centraremos en discutir en qué medida dichos resultados aportan
información relevante para comprender los mecanismos psicológicos que subyacen a la
experiencia de sanación enteogénica, precisando ciertos aspectos del marco teórico que
no pudieron ser integrados en el análisis directo del material. Posteriormente llevaremos a
cabo una problematización acerca de las conclusiones preliminares que hemos podido
formular a partir de los datos analizados, de modo tal que sea posible dar cuenta de los
matices y alcances propios de las mismas a la luz de la teoría y el contexto en que se
inserta esta investigación.
2. El mecanismo a través del cual se alcanza dicho “entendimiento” tendría que ver,
en ambos casos, con una forma especial de atención, volcada hacia las
sensaciones corporales y las imágenes y conceptos que emergen al llevar la
conciencia a la experiencia subjetiva presente.
De acuerdo a la psicología humanista, los métodos que pueden ser utilizados para
conducir a la persona a tomar conciencia de su situación vital son infinitos. Según hemos
podido constatar, la ingesta ceremonial de enteógenos bien podría ser incluida dentro del
repertorio de herramientas terapéuticas humanísticas, por cuanto persigue el mismo
objetivo y, como veremos a continuación, se valdría de los mismos mecanismos
psicológicos que las técnicas propias del enfoque humanista para restablecer el bienestar.
131
contenida en dichos impulsos sería la responsable de generar esta sensación de
incomodidad constante, y el único modo de liberar la tensión consistirá en dar pie a la
expresión emocional libre y fluida.
Ahora bien, para que esta expresión emocional pueda tener lugar, antes es
necesario que la persona logre sus emociones no expresadas. Eso es
exactamente a lo que refiere el darse cuenta humanista y, según hemos podido ver en el
análisis del material provisto por Alberto, es lo que significa el “entendimiento”
enteogénico.
Para Gendlin, el darse cuenta sólo puede provenir de una atención puesta sobre
las sensaciones corporales (sensaciones?sentidas) y sobre el material implícitamente
significativo que proviene del propio proceso experiencial ( ). Tomar contacto
con este material (contacto experiencial) es el modo en que puede facilitarse el darse
cuenta, y el nombre que recibe el acto de llevar la atención a las sensaciones que
emergen momento a momento, siempre en tiempo presente, es el de “focalización” o
. Los “pasos” o fases que sigue el ya han sido descritos en el marco
teórico, por lo que no serán explicitados aquí.
Según hemos podido ver tras el análisis de las entrevistas a Alberto, el modo en
que éste intenta alcanzar el “entendimiento” en las ceremonias es por medio de un
ejercicio de similares características que el . En primer lugar, se debe llevar la
atención a la experiencia subjetiva del momento, dejando de lado todo tipo de
enjuiciamiento sobre el contenido de dicha experiencia. Tanto las sensaciones corporales
como las imágenes que aparecen tras la ingesta han de ser aprehendidas momento a
momento, sin perder la concentración. A partir del contacto con estas sensaciones e
imágenes, es posible obtener una serie de comprensiones que ayudan al participante a
esclarecer la naturaleza de la problemática que está trabajando en ceremonia, lo que lo
conduce al “entendimiento”.
Las similitudes entre una y otra descripción son evidentes. La importancia de llevar
la atención al momento presente y, más en específico, al dato sentido de la experiencia
subjetiva presente es un primer elemento a considerar. Por otro lado, las nociones de
del material emergente (tercer punto) de uno y otro enfoque son
perfectamente homologables, así como los conceptos de “entendimiento” y “darse cuenta”
132
o “ A ”. Esto nos lleva a pensar que sería posible describir los mecanismos
psicológicos subyacentes a la experiencia de sanación enteogénica en los mismos
términos que se hace con el de Gendlin. O, lo que es lo mismo pero dicho en
palabras más sencillas, podríamos suponer que )8
, , 5 <
.
En lo relativo al quinto punto, es preciso señalar una vez más que la actitud de
apertura que destaca Alberto en su relato es exactamente igual a aquella que recomienda
Gendlin al momento de focalizar. Como ya hemos mencionado anteriormente, el modo en
que se confronta la información que proviene del experienciar del momento juega un
papel decisivo en la emergencia del darse cuenta o “entendimiento”.
133
la persona hacia la experiencia del darse cuenta. Alberto explica que al dejar de lado los
juicios y valoraciones (los pensamientos) sobre la experiencia del momento y al focalizar
luego la atención sobre lo que se está sintiendo, el “entendimiento” aparece
automáticamente.
Pasando al punto número seis, como pudimos ver en el análisis de las entrevistas,
el modo en que Alberto describe la sensación de alivio posterior al “entendimiento”
coincide notablemente con cómo Gendlin describe lo que él llama “efecto experiencial”. El
efecto experiencial es una intensa sensación de alivio psicológico y corporal que deviene
del darse cuenta. Se experimenta como una descarga de tensión que puede sentirse en
todo el cuerpo como una especie de relajación y bienestar.
134
Todo lo anterior nos lleva a formular la siguiente conclusión preliminar: las
evidencias aportadas por el análisis del relato de Alberto acerca de su experiencia de
sanación parecieran indicar que ) )8
) , , > 2 ?
;) < > 5 ?
) ) > , 5 ?.
Ahora bien, antes de concluir las discusiones de los resultados obtenidos tras el
análisis, es preciso hacer una última observación que servirá de complemento para la
conclusión recién planteada. Si bien todas las evidencias apuntan en la dirección
señalada, existe un elemento muy importante que ha de ser considerado, y que tiene que
ver con cómo Alberto describe el verdadero origen del material simbólico contenido en sus
sensaciones e imágenes emergentes.
23
Recordemos el modelo de la Gran Cadena del Ser que ya ha sido descrito en el marco teórico a propósito
de la obra de Ken Wilber.
135
De este modo, podemos complementar la conclusión preliminar, agregando que
, 5 / )
) , 5 # ; , / /
) *, sin mediar la ingesta de enteógenos.
Así pues, en primer lugar, cabe señalar que si bien el modo en que Alberto
explicita su vivencia personal da cuenta de la presencia de mecanismos psicológicos tras
la experiencia de sanación enteogénica que pueden ser fácilmente interpretados y
explicados desde el marco teórico propuesto, existen ciertos matices que han de ser
tomados en cuenta.
Gendlin & Olsen (1970) explican que el verdadero valor de las imágenes durante la
focalización no opera en el mismo plano que las sensaciones?sentidas. Antes bien, las
imágenes que pueden emerger durante una sesión de son vistas por los autores
como posibles dentro del proceso de conceptualización de la experiencia.
En otras palabras, las imágenes sirven al mismo objetivo que los conceptos “ancla” o
“asideros”: simbolizar la experiencia. Según señalan los autores, la focalización siempre
136
refiere a las sensaciones corporales, las sensaciones?sentidas, y no a imágenes que
puedan surgir durante el proceso pues éstas serían en sí mismas “pensamientos” o
“mentalizaciones sobre” la experiencia verdadera que radica fundamentalmente en la
conciencia propioceptiva.
De este modo, a primera vista pareciera ser que establecer una relación directa de
“igualdad” entre las sensaciones?sentidas y las imágenes visionarias facilitadas por la
ingesta sería al menos apresurado, por cuanto la teoría señala la existencia de una
diferencia de niveles lógicos implicados en la experiencia efectiva. Pero al parecer no
sería favorable descartar la posibilidad de homologar hasta cierto punto estos dos
elementos experienciales (sensación?sentida e imágenes visionaras) puesto que las
evidencias aportadas por la investigación actual sobre estados no?ordinarios de
conciencia parecieran apuntar hacia una posible conjunción de perspectivas.
137
experiencia con mescalina (alcaloide contenido en el cactus sagrado) en términos de una
alteración significativa de las sensaciones normales de temporalidad y espacialidad,
asociada a una modificación significativa del sentido de la visión. Alberto también destaca
dicha propiedad “visionaria” del San Pedro, arguyendo que le permite ver las cosas con
mayor “claridad”. Por su parte, el efecto de los “hongos mágicos” también ha sido descrito
de manera similar, haciendo hincapié en la cualidad de las “visiones” e imágenes que
provee a quien los consume (Schultes & Hofmann, 2000).
Por otro lado, en lo que refiere a la sensación de alivio corporal que acompaña al
“entendimiento” durante las ceremonias de ingesta, es necesario recalcar que el hecho de
que el relato provisto por Alberto de cuenta de la presencia de una descarga tensional a
nivel tanto corporal como psicológico no necesariamente significa que esta sensación sea
a la que Gendlin denomina “efecto experiencial”. Hemos podido constatar que las
descripciones de ambas sensaciones son en gran medida coincidentes, pero ello no
quiere decir necesariamente que éstas sean en términos tanto de la
experiencia como de sus implicancias terapéuticas. Es por ello que deseamos dejar
abierta la posibilidad de que en futuras investigaciones se logre pesquisar con mayor
138
claridad los aspectos comunes de ambas experiencias, así como las posibles diferencias
que pudiesen emerger, manteniendo en suspenso nuestro pronunciamiento sobre este
asunto entendiendo que las evidencias aportadas al respecto por este estudio exploratorio
distan de ser concluyentes.
139
un método válido dentro de la práctica psicoterapéutica común en nuestro país. Sin
embargo, contamos con antecedentes que indican una realidad completamente distinta.
Pero sucede que existen grupos aislados de personas que utilizan estas especies
vegetales con el sentido que les daban los antiguos, rescatando sus poderes visionarios y
de sanación. El relato de Alberto da cuenta de aquello y sirve como testimonio de que al
menos para él ha sido una forma válida para promover su desarrollo personal y su
bienestar psicológico y espiritual. El problema radica en que estas ceremonias tienen
140
lugar bajo un velo de clandestinidad que difícilmente podría ser retirado, puesto que el
ideario colectivo ignora el verdadero valor de la medicina ancestral. Para el común de las
personas las plantas de poder son drogas peligrosas y parece prácticamente imposible
transformar dicha concepción que, dicho sea de paso, consideramos errada. El presente
estudio no busca convencer a nadie respecto del valor de la medicina enteogénica.
Simplemente se limita a facilitar información útil que pueda nutrir un debate fundado sobre
hechos y no sobre suposiciones ni prejuicios.
141
9 !
En primer lugar, cabe señalar que los objetivos que orientaron el estudio fueron
alcanzados sin mayor dificultad, por cuanto el material provisto por las entrevistas permitía
llevar a cabo el análisis propuesto. Las tres categorías definidas a partir del marco teórico
aparecieron con claridad en el discurso del sujeto entrevistado, a la vez que otras
categorías emergentes hicieron posible complementar la indagación original, ampliando el
alcance de los datos obtenidos por medio del análisis.
Ahora bien, asumiendo una perspectiva crítica respecto del diseño original,
podemos decir que habría sido beneficioso plantear desde un comienzo la posibilidad de
analizar el texto a partir de estas otras categorías, además de las propuestas inicialmente,
puesto que ello hubiese permitido ser más ordenados y precisos a la hora de llevar
adelante el análisis. Tanto la teoría como los antecedentes recopilados indicaban esta
posibilidad, pero en los hechos no se llevó a cabo. Sin embargo, pensamos que este
hecho no mermó en absoluto la calidad del trabajo realizado y consideraremos esta
reflexión para próximas investigaciones en esta misma línea.
142
fueron consideradas dan cabida a interpretaciones más comprehensivas que las que
serían posibles adscribiéndose a un paradigma, por así decirlo, “convencional”.
Ahora bien, considerando lo que ya hemos dicho hasta aquí, cabe hacer la
siguiente apreciación. Sería favorable pensar en próximas investigaciones que
continuasen la tarea iniciada por el presente estudio, en tanto que, como ya hemos
mencionado anteriormente, el alcance de los resultados discutidos en el apartado anterior
es bastante limitado. Una opción sería replicar este estudio, considerando la posibilidad
de llevar a cabo entrevistas a más sujetos, tal vez 10 o más casos, de modo tal que los
resultados obtenidos sean más generalizables. Otra opción interesante podría ser
complementar las entrevistas con instrumentos ad?hoc como puede ser la Escala
Experiencial desarrollada por Gendlin (Klein, Mathieu, Gendlin & Kiesler, 1969), la cual
mide el “nivel experiencial” (con qué facilidad y en qué medida el sujeto establece el
contacto experiencial con sus sensaciones del momento) del entrevistado. Dicha escala
se aplica directamente sobre las entrevistas cualitativas, por lo que el trabajo que precisa
143
no implicaría una sobrecarga significativa para los investigadores. Esto permitiría dar
cuenta con mayor claridad si los efectos terapéuticos del ceremonial son equiparables a
los del trabajo con en psicoterapia.
144
9 , A ) ;,
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B7 # CCCDCCCDCCC
. ) B7 # CCCDCCCDCCC
B7 # CCCDCCCDCCC
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______________________ ________________________
Firma Participante Firma Investigador
158