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ANTOLOGÍA
DE
LA POESÍA ESPAÑOLA RENACENTISTA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
ÍNDICE
e
Poesía de la Edad de Oro I Renacimiento, ed. José Manuel Blecua
1
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
COPLAS POPULARES
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
Francisco de Villalobos
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
CRISTÓBAL DE CASTILLEJO
Nació en Ciudad Rodrigo, España, en el año de 1492 y murió en un convento de Viena en 1550. Fue
monje y siervo de diversas Cortes, lo que lo haría viajar por distintas partes de Europa, no sin padecer
penurias económicas. Su obra se caracteriza por poseer un corte tradicionalista, a diferencia de
algunos otros poetas de su época que atendían y ensayaban ya formas italianistas, mismas que
Castillejo reprendió en algunos de sus escritos.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
A UN HERMAFRODITO
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
JUAN BOSCÁN
Nació en Barcelona hacia 1472, 87 o 1492 — 1542. Fue un hombre de alta cultura e hijo de una
adinerada familia burguesa. A pesar de ser catalán, Marcelino Menéndez Pelayo afirma que “Todo
mueve a creer que pasó en Castilla la mayor parte de su vida, y que su educación fue enteramente
castellana. No era un extranjero en la lengua, como tantas veces se ha dicho [...]”2
Se casó con Doña Ana Girón de Rebolledo quien se encargo de la publicación póstuma de sus
obras y las de su amigo Garcilaso de la Vega que fueron publicadas en 1543. Además de poesía
realizó una traducción del Cortesano (Castiglione, 1534) al castellano que, según la opinión de
Menéndez Pelayo, fue la obra en prosa mejor escita en tiempos de Calos V .
Fue reconocido, a su vez, por ser uno de los primeros poetas en adaptar algunas de las formas
italianas a la poesía española: su obra poética se ve notablemente influida por los modelos
establecidos por el Canzionere de Petrarca. Murió en Perpiñán en 1542.
2
Marcelino Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos v. X, Argentina, Espasa-Calpe, 1952, p. 36.
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Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos Clavería, Madrid,
Cátedra, 1999, pp. 61-62
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
*LXXXV Soneto
Quien dice que la ausencia causa olvido No sanan las heridas en él dadas,
merece ser de todos olvidado. aunque cese el mirar que las causó,
El verdadero y firme enamorado si quedan en el alma confirmadas.
está, cuando está ausente, más perdido.
Que si uno está con muchas cuchilladas,
Aviva la memoria su sentido; porque huya de quien le acuchilló
la soledad levanta su cuidado; no por eso serán mejor curadas.
hallarse de su bien tan apartado, *
hace su desear más encendido.
*XXXIV *XCV
Soneto4 Soneto5
El alto cielo —que´n sus movimientos Dulce soñar y dulce congoxarme
por diversas figuras discurriendo, cuando´staba soñando que soñava.
en nuestro sentir flaco´stá influyendo Dulce gozar con lo que m´engañava.
diversos y contrarios sentimientos; si un poco más durara el engañarme.
fixo´stá en mí, sin nunca hazer mudança ¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
de planeta ni sino en mi sentido, me fueras si vinieras tan pesado
clavado en mis tormentos todavía. que asentaras en mí con más reposo!
4 5
Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos Clavería, Madrid, Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos clavería, Madrid,
Cátedra, 1999, p. 125. Cátedra, 1999, p. 202.
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* *
Este fuego que agora yo en mí siento ¿En cuál parte del cielo, en cuál planeta
es puro y simple y puesto allá en su esfera; guardado fue tan grande nacimiento?
y cuando acá desciende su hoguera ¿Cuál estrella alcanzó merecimiento
es porque tal materia le presento para influir en cosa tan perfeta?
que en su calor revivo y me caliento, ¿Qué principio, qué causa tan secreta
templando todo el aire en tal manera, pudo tener tan alto fundamento
que doquiera que estoy es primavera sino aquel Ser de aquel entendimiento
con flores y con fruto en un momento. al cual toda otra causa está sujeta?
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
GARCILASO DE LA VEGA
Combatiente y poeta. Nace en Toledo hacia 1501, hijo de una familia burguesa, recibe una rica
formación humanística y sirve a la corte de don Carlos de Austria. Viaja a diversas regiones europeas
ejerciendo en la milicia. Tras la prolongada agonía de una herida recibida en batalla, muere en Niza en
1536.
* *
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas, Escrito ‘stá en mi alma vuestro gesto
dulces y alegres cuando Dios quería y cuando yo escribir de vos deseo:
juntas estáis en la memoria mía vos sola lo escribistes; yo lo leo
y con ella en mi memoria conjuradas! tan solo que aun de voz me guardo en
esto].
¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas qu’en tanto bien por vos me vía, En esto estoy y estaré siempre puesto,
que me habiades de ser en algún día que aunque no cabe en mí cuanto en voz
con tan grande dolor representadas? veo],
de tanto bien lo que no entiendo creo,
Pues en una hora junto me llevastes tomando ya la fe por presupuesto.
todo el bien que por término me distes,
llévame junto el mal que me dejastes; Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
si no sospecharé que me pusistes por hábito del alma misma os quiero;
en tantos bienes que me deseastes
verme morir entre memorias tristes. cuanto tengo confieso yo deberos;
* por vos nací, por voz tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
*
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
*
EGLOGA I al ínclito gobierno del estado
albano, agora vuelto a la otra parte,
AL VIRREY DE NÁPOLES6 resplandeciente, armado,
Personas: SALICIO, NEMOROSO representando en tierra el fiero Marte;
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
3. 5.
En tanto que este tiempo que adevino ¡Oh más dura que mármol a mis quejas
viene a sacarme de la deuda un día y al encendido fuego en que me quemo
que se debe a tu fama y a tu gloria más helada que la nieve, Galatea!
(qu’es deuda general, no sólo mía, Estoy muriendo, y aun la vida temo;
mas de cualquier ingenio peregrino témola con razón, pues tú me dejas,
que celebra lo digno de memoria), que no hay sin ti el vivir para qué sea.
el árbol de victoria Vergüenza he que me vea
que ciñe estrechamente ninguno en tal estado,
tu glorïosa frente de ti desamparado,
dé lugar a la hiedra que se planta y de mí mismo yo me corro agora.
debajo de tu sombra y se levanta ¿D’un alma te desdeñas ser señora
poco a poco, arrimada a tus loores; donde siempre moraste, no pudiendo
y en cuanto esto se canta, della salir un hora?
escucha tú el cantar de mis pastores. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.
4. 6.
Saliendo de las ondas encendido, El sol tiende los rayos de su lumbre
rayaba de los montes la altura por montes y por valles, despertando
el sol, cuando Salicio, recostado las aves y animales y la gente:
al pie d’una alta haya, en la verdura cuál por el aire claro va volando,
por donde una gua clara con sonido cuál por el verde valle o alta cumbre
atravesaba el fresco y verde prado, paciendo va segura y libremente,
él, con canto acordado cuál con el sol presente
al rumor que sonaba va de nuevo al oficio
del agua que pasaba, y al usado ejercicio
se quejaba tan dulce y blandamente do su natura o menester l’inclina;
como si no estuviera de allí ausente siempre está en llanto esta ánima mezquina,
la que de su dolor culpa tenía, cuando la sombra el mundo va cubriendo,
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
7. 9.
Y tú, desta vida ya olvidada, ¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
sin mostrar un pequeño sentimiento repuntándolo yo por desvarío,
de que por ti salicio triste muera, vi mi mal entre sueños, desdichado!
dejas llevar, desconocida, al viento Soñaba que en el tiempo del estío
el amor y la fe que ser guardada llevaba, por pasar allí la siesta,
eternamente solo a mí debiera. a abrevar en el tajo mi ganado;
¡Oh Dios!, ¿por qué siqueira, y después de llegado,
pues ves desde tu altura sin saber de cuál arte,
esta falsa perjura por desusada parte
causar la muerte d’un estrecho amigo, y por nuevo camino el agua s’iba;
no recibe del cielo algún castigo? ardiendo yo con el calor estiva,
Si en pago del amor yo estoy muriendo, el curso enajenado iba siguiendo
¿qué hará el enemigo? del agua fugitiva.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Salid sin duelo, lágrimas corriendo.
8. 10.
Por ti el silencio de la selva umbrosa, Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
por ti la esquividad y apartamiento Tus ojos claros ¿a quién volviste?
del solitario monte m’agradaba; ¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
por ti la verde hierba, el fresco viento, Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?
el blanco lirio y colorada rosa ¿Cuál es el cuello que como en cadena
y dulce primavera deseaba. de tus hermosos brazos añudaste?
¡Ay, cuánto m’engañaba! No hay corazón que baste,
¡Ay, cuán diferente era aunque fuese piedra,
y cuán d’otra manera viendo mi amada hiedra
lo que en tu falso pecho se escondía! de mí arrancada, en otro muro asida,
Bien claro con su voz me lo decía y mi parra en otro elmo entretejida,
la siniestra corneja, repitiendo que no s’esté con llanto deshaciendo
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
11. 13.
¿Qué no s’esperará d’aquí adelante, Siempre de nueva leche en el verano
por difícil que sea y por incierto, y en el invierno abundo; en mi majada
o qué discordia no será juntada? la manteca y el queso está sobrado.
Y juntamente ¿qué terná por cierto, De mi cantar, pues, yo te via agradada
o qué de hoy más no temerá el amante, Tanto que no pudiera el mantüano
siendo a todo materia por ti dada? Títero ser de ti más alabado.
Cuando tú enajenada No soy, pues, bien mirado,
de mi cuidado fuiste, tan disforme ni feo,
notable causa diste, que aun agora me veo
y ejemplo a todos cuantod cubre’l cielo, en esta agua que corre clara y pura,
que’l más seguro tema con recelo y cierto no tracara mi figura
perder lo que estuviere poseyendo. con ese que de mí s’está reyendo;
Salid fuera sin duelo, ¡trocara mi ventura!
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Salid sin duelo, lágrimas corriendo.
12. 14.
Materia diste al mundo d’ esperanza ¿Cómo te vine en tanto menosprecio?
d’ alcanzar lo imposible y no pensado ¿Cómo te fui tan presto aborrecible?
y de hacer juntar lo diferente, ¿Cómo te faltó en mí el conocimiento?
dando a quien diste el corazón malvado, Si no tuvieras condición terrible,
que siempre sonará de gente en gente. siempre fuera tenido de tu en precio
La cordera paciente y no viera este triste apartamiento.
con el lobo hambriento ¿No sabes que sin cuento
hará su enjutamiento, buscan en el estío
y con las simples aves sin rüido mis ovejas el frío
harán las bravas sierpes su nido, de la sierra de cuenca, y el gobierno
que mayor diferencia comprehendo del abrigado estremo en el invierno?
de ti al que has escogido Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
17.
15. Aquí dio fin a su cantar Salicio,
Con mi llorar las piedras enternecen y sospirando en el postrero acento,
su natural dureza y la quebrantan; soltó de llanto una profunda vena;
los árboles parece que s’inclinan; queriendo el monte al grave sentimiento
las aves que m’escuchan, cuando cantan, d’aquel dolor en algo ser propicio,
con diferente voz se condolecen con la pesada voz retumba y suena;
y mi morir cantando m’adevinan; la blanda Filomena,
las fieras que reclinan casi como dolida
su cuerpo fatigado y a compasión movida,
dejan el sosegado dulcemente responde al son lloroso.
sueño por escuchar mi llanto trsite: Lo que cantó tras esto Nemoroso,
tú sola contra mí t’endureciste, decildo vos, pïéredes, que tanto
los ojos aun siquiera no volviendo no puedo yo ni oso,
a los que tú hiciste que siento enflaquecer mi débil canto.
salir, sin duelo, lágrimas corriendo.
18.
16. NEM. Corrientes aguas puras,
Mas ya que a socorrerme aquí no vienes, cristalinas,
no dejes el lugar que tanto amaste, árboles que os estáis mirando en ellas,
que bien podrás venir de mí segura. verde prado de fresca sombra lleno,
Yo dejaré el lugar do me dejaste; aves que aquí sembráis vuestras
ven si por solo aquesto te detienes. querellas,
Ves aquí un prado lleno de verdura, hiedra que por los árboles caminas,
ves aquí un’ espesura, torciendo el paso por su verde seno:
ves aquí un agua clara, yo me vi tan ajeno
en otro tiempo cara, del grave mal que siento
a quien de ti con lágrimas me quejo; que de puro contento
quizá aquí hallarás, pues yo m’ alejo, con vuestra soledad me recreaba,
al que todo mi bien quitar me puede, donde con dulce sueño reposaba,
que pues el bien le dejo, o con el pensamiento discurría
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
19. 21.
y en este mismo valle, donde agora ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
me entristezco y me canso en el reposo, cuando en aqueste valle al fresco viento
estuve ya contento y descansado. andábamos cogiendo tiernas flores,
¡Oh bien caduco, vano y presuroso! que había de ver, con largo apartamiento,
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora, venir el triste y solitario día
que, despertando, a Elisa vi a mi lado. que diese amargo fin a mis amores?
¡Oh miserable hado! El cielo en mis dolores
¡Oh tela delicada, cargó la mano tanto
antes de tiempo dada que a sempiterno llanto
a los agudos filos de la muerte! y a triste soledad me ha condenado;
Más convenible fuera aquesta suerte a la pesada vida enojosa,
a los cansados años de mi vida, solo, desamparado,
que’s más que’l hierro fuerte, ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa.
pues no la ha quebrantado tu partida.
22.
20. Después que nos dejaste, nunca pace
¿Dó están agora aquellos claros ojos en hartura el ganado ya, ni acude
que llevaban tras sí, como colgada, el campo al labrador con mano llena;
mi alma, doquier que ellos se volvían? no hay bien que’n mal no se convierta y mude.
¿Dó está la blanca mano delicada, la mala hierba al trigo ahoga, y nace
llena de vencimientos y despojos en lugar suyo la infelice avena;
que de mí mis sentidos l’ ofrecían? La tierra, que de buena
Los cabellos que vían con gana nos producía
gran desprecio al oro flores con que solía
como a menor tesoro quitar en solo vellas mil enojos,
¿Dó la columna que’l dorado techo produce agora en cambio estos abrojos,
con proporción graciosa sostenía? ya de rigor d’espinas intratable.
Aquesto todo agora ya s’encierra, Yo hago con mis ojos
por desventura mía, crecer, lloviendo, el fruto miserable.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
23. 25.
Como al partir del sol la sombra crece, desta manera suelto yo la rienda
y en cayendo su rayo, se levanta a mi dolor y ansí me quejo en vano
la negra escuridad que’l mundo cubre, de la dureza de la muerte airada:
de do viene el temor que nos espanta ella en mi corazón metió la mano
y la medrosa forma en que s’ofrece y d’allí me llevó mi dulce prenda,
aquella que la noche nos encubre que aquél eta su nido y su morada.
hasta que’l sol descubre ¡Ay, muerte arrebatada,
su luz pura y hermosa: por ti m’estoy quejando
tal es la tenebrosa al cielo y enojando
noche de tu partir en que he quedado con importuno llanto al mundo todo!
de sombra y de temor atormentado, El desigual dolor no sufre modo;
hasta que muerte el tiempo determine no me podrán quitar el dolorido
que a ver el deseado sentir si ya del todo
sol de tu clara vista m’encamine. primero no me quitan el sentido.
24. 26.
Cual suele el ruiseñor con triste canto Tengo una parte aquí de tus cabellos,
quejarse, entre las hojas escondido, Elisa, envueltos en un blanco paño,
del duro labrador que cautamente que nunca de mi seno se’ m’apartan;
le despojó su caro y dulce nido descójolos, y de un dolor tamaño
de los tiernos hijuelos entretanto enternecer me siento que sobre ellos
que del amado ramo estaba ausente, nunca mis ojos de llorar se hartan.
y aquel dolor que siente, Sin que d’allí se partan,
con diferencia tanta con sospiros callientes,
por la dulce garganta más que la llama ardientes,
despide que a su canto el aire suena, los enjugo del llanto, y de consuno
y la callada noche no refrena casi los paso y cuento uno a uno;
su lamentable oficio de querellas, juntándolos, con un cordón los ato.
trayendo de su pena Tras esto el importuno
el cielo por testigo y las estrellas: dolor me deja descansar un rato.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
29.
27. Divina Elisa, pues agora el cielo
Mas luego a la memoria se m’ ofrece con inmortales pies pisas y mides,
aquella noche tenebrosa, escura, y su mudanza ves, estando queda,
que siempre aflige esta anima mezquina ¿por qué de mí te olvidas y no pides
con la memoria de mi desventura: que se apresure el tiempo en que este velo
verte presente agora me parece rompa del cuerpo y verme libre pueda,
en aquel duro trance lucina; y en la tercera rueda,
y aquella voz divina, contigo mano a mano,
con cuyo son y acentos busquemos otro llano,
a los airados vientos busquemos otros montes y otros ríos,
pudieran amansar, que agora es muda, otros valles floridos y sombríos
me parece que oigo, que a la crud, donde descanse y siempre pueda verte
inexorable diosa demandabas ante los ojos míos,
en aquel paso de ayuda; sin miedo y sobresalto de perderte?
y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?
30.
28. Nunca pusieran fin al triste lloro
¿íbate tanto a perseguir las fieras? los pastores, ni fueran acabadas
¿Íbate tanto en un pastor dormido? las canciones que sólo el monte oía,
¿Cosa pudo bastar a tal crüeza si mirando las nubes coloradas,
que, conmovida a compasión, oído al tramontar del sol bordadas d’oro,
a los votos y lágrimas no dieras, no vieran que era ya pasado el día;
por no ver hecha tierra tal belleza, la sombra se veía
o no ver la tristeza venir corriendo apriesa
en que tu nemoroso ya por la falda espesa
queda, que su reposo del altísimo monte, y recordando
era seguir tu oficio, persiguiendo ambos como de sueño, y acabando
las fieras por los montes y ofreciendo el fugitivo sol, de luz escaso,
a tus sagradas aras los despojos? su ganado llevando,
¡Y, tú, ingrata, riendo se fueron recogiendo paso a paso.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
*
EGLOGA TERCERA
1. 4.
Aquella voluntad honesta y pura,
Ilustre y hermosísima María, Pero por más que’n mì su fuerza pruebe,
que’n mí de celebrar tu hermosura, no tornará mi corazón mudable;
tu ingenio y tu valor estar solía, nunca dirán jamás que me remueve
a tu despecho y pesar de la ventura fortuna d’ un estudio tan loable;
que por otro camino me desvía, Apolo y las hermanas todas nueve
está y estará tanto en mí clavada me darán ocio y lengua con que hable
cuando del cuerpo al alma acompañada. lo menos de lo que’n tu ser cupiere,
qu’esto será lo más que yo pudiere.
2.
Y aun no se me figura que me toca 5.
aqueste oficio solamente en vida, En tanto, no te ofenda ni te harte
mas con la lengua muerta y fría en la boca tratar del campo y soledad que amaste,
pienso mover la voz a ti debida; ni desdeñes aquesta inculta parte
libre mi alma de su estrecha roca, de mi estilo, que’n algo ya estimaste;
por el estigio lago conducida, entre las armas del sangriento Marte,
celebrando t’irá, y aquel sonido do apenas hay quien su furor contraste,
hará parar las aguas del olvido. hurté de tiempo aquesta breve suma,
tomando ora la espada, ora la pluma.
3.
Mas la fortuna, de mi mal no harta, 6.
me aflige y d’ un trabajo en otro me lleva: Aplica, pues, un rato los sentidos
ya de la patria, ya del bien me aparta, al bajo son de mi zampoña ruda,
ya mi paciencia en mil maneras prueba, indigna de llegar a tus oídos,
y lo que siento más es que la carta pues d’ornamento y gracia va desnuda;
donde mi pluma en tu alabanza mueva, mas a las veces son mejor oídos
poniendo en su lugar cuidadosos vanos, el puro ingenio y la lengua casi muda,
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
7. 10.
Por aquesta razón de ti escuchado, Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
aunque me falten otras, ser merezco; el suave olor d’aquel florido suelo;
lo que puedo te doy, y lo que he dado, las aves en el fresco apartamiento
con recebillo tú, yo m’enriquezco. vio descansar del trabajoso vuelo;
De cuatro ninfas que del Tajo amado secaba entonces el terreno aliento
Salieron juntas, a cantar me ofrezco: el sol, subido en la mitad del cielo;
Filódoce, Dinámene y Climene, en el silencio solo se ‘scuchaba
Nise, que en hermosura par no tiene. un susurro de abejas que sonaba.
8. 11.
Cerca del Tajo, en soledad amena, Habiendo contemplado una gran pieza
de verde sauces hay una espesura atentamente aquel lugar sombrío,
toda la hiedra revestida y llena, somorgujó de nuevo la cabeza
que por el tronco va hasta el altura y al fondo se dejó calar el río;
y así la teje arriba y encadena a sus hermanas a contar empieza
que’l sol no halla paso a la verdura; del verde sitio agradable frìo,
el agua baña el prado con sonido, y que vayan, les ruega y amonesta,
alegrando la hierba y el oído. allí con su labor a estar la siesta.
9. 12.
Con tanta mansedumbre el cristalino No perdió en esto mucho tiempo el ruego,
Tajo en aquella parte caminaba que las tres d’ellas su labor tomaron
que pudieron los ojos el camino y en mirando defuera vieron luego
determinar apenas que llevaba. el prado, hacia el cual enderezaron;
Peinando sus cabellos d’oro fino, el agua clara con lascivo juego
una ninfa del agua do moraba nadando dividieron y cortaron
la cabeza sacó, y el prado ameno hasta que’l blanco pie tocó mojado,
vido de flores y de sombras lleno. saliendo del arena, el verde prado.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
13. 16.
Poniendo ya en lo enjuto las pisadas, Filódoce, que así d’aquellas era
escurriendo del agua sus cabellos, llamada la mayor, con diestra mano
los cuales esparciendo cubijadas tenía la figurada ribera
las hermosas espaldas fueron dellos, de Estrimón, de una parte el verde llano
luego sacando telas delicadas y d’otra el monte d’ aspereza fiera,
que’n delgadeza competían con ellos, pisado tarde o nunca de pie humano,
en lo más escondido se metieron donde el amor movió con tanta gracia
y a su labor atentas se pusieron. la dolorosa lengua del de Tracia.
14. 17.
Las telas eran hechas y tejidas Estaba figurada la hermosa
del oro que’l felice Tajo envía, Eurídice en el blanco pie mordida
apurado después de bien cernidas de la pequeña sierpe ponzoñosa,
las menudas arenas do se cría, entre la hierba y flores escondida;
y de las verdes ovas, reducidas descolorida estaba como la rosa
en estambre sotil cual convenía que ha sido fuera de sazón cogida,
para seguir el delicado estilo y el ánima, los ojos ya volviendo,
del oro, ya tirado en rico hilo. de la hermosa carne despidiendo.
15. 18.
La delicadeza estambre era distinta Figuarado se vía estensamente
de las colores que antes le habian dado el osado marido, que bajaba
con la fineza de la varia tinta al triste reino de la escura gente
que se halla en las conchas del pescado; y la mujer perdida recobraba;
tanto arteficio muestra en lo que pinta y cómo, después desto, él impaciente
y teje cada ninfa su labrado por morarla de nuevo, la tornaba
cuanto mostraron en sus tablas antes a perder otra vez, y del tirano
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
19. 23.
Dinámene no menos artificio Tras esto, el puerco allí se via herido
Mostraba en la labor que había tejido, d’aquel mancebo, por su mal valiente,
pintando a Apolo en el robusto oficio y el mozo en tierra estaba ya tendido,
de la silvestre caza embebecido. abierto el pecho del rabioso diente,
Mudar presto le hace el ejercicio con el cabello d’oro desparcido
la vengativa mano de Cupido, barriendo el suelo miserablemente;
que hizo Apollo consumirse en lloro las rosas blancas por allí sembradas
después que le enclavó con punta d’oro. tornaban con su sangre coloradas.
20. 24.
Dafne con el cabello suelto al viento Adonis éste se mostraba qu’era,
sin perdonar al blanco pie corría según se muestra Venus dolorida,
por áspero camino tan sin tiento que viendo la herida abierta y fiera,
que Apolo en la pintura parecía sobr’el estaba casi amortecida;
que, porq’ella templase el movimiento, boca con boca coge la postrera
con menos ligereza la seguía; parte del aire que solía dar vida
él va siguiendo, y ella huye como al cuerpo por quien ella en este suelo
quien siente al pecho el odioso plomo. aborrecido tuvo al alto cielo.
21. 25.
Climene, llena de destreza y maña, La blanca Nise no tomó a destajo
el oro y las colores matizando, de los pasados casos la memoria,
iba de hayas una gran monrtaña. y en la labor de sotil trabajo
de robles y de peñas variando; no quiso entretejer antigua historia;
un puerco entre ellas, de braveza estraña. antes, mostrando de su claro Tajo
estaba los olmillos aguzando en su labor la celebrada gloria,
contra un mozo no menos animoso, la figuró en la parte dond’ ‘el baña
con su venablo en mano, que hermoso. la más felice tierra de la España.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
26. 29.
Pintado el caudaloso rio se vía, Todas, con el cabello desparcido,
que en áspera estrecheza reducido, lloraban una ninfa delicada
un monte casi alrededor ceñía, cuya vida mostraba que habia sido
con ímpetu corriendo con rüido; antes de tiempo y casi en flor cortada;
querer cercarlo todo parecía cerca del agua, en un lugar florido,
en su volver, más era afán perdido; estaba entre las hierbas degollada
dejábase correr en fin derecho, cual queda el blanco cisne cuando pierde
contento de lo mucho que había hecho. la dulce vida entre la hierba verde.
27. 30.
Estaba puesta en la sublime cumbre Una d’aquellas diosas que’n belleza
del monte, y desde allí por él sembrada, al parecer a todas ecedía
aquella ilustre y clara pesadumbre mostrando en el semblante la tristeza
d’antiguos edifcios adornada. que del funesto y triste casi había,
D’allì con agradable mansedumbre apartada algún tano, en la corteza
El Tajo va siguiendo su jornada de un álamo unas letras escribía
y regando los campos y arboledas como epitafio de la ninfa bella,
con artificio de las altas ruedas. que hablaban ansí por parte della:
28. 31.
En la hermosa tela se vaìan, “Elisa soy, en cuyo nombre suena
entretejidas, las silvestres diosas y se lamenta el monte cavernoso,
salir de la espesura, y que venían testigo del dolor grave pena
todas a la ribera presurosas, en que por mí se aflige Nemoroso
en el semblante tristes, y traían y llama ‘Elisa’; ‘Elisa’ a boca llena
cestillos blancos de purpúreas rosas, responde el Tajo, y lleva presuroso
las cuales esparciendo derramaban al mar de Lusitania el nombre mío,
sobre una ninfa muerta que lloraban. donde será escuchado, yo lo fío.”
27
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
32. 35.
En fin, en esta tela artificiosa Los rayos ya del sol se trastornaban,
toda la historia estaba figurada escondiendo su luz al mundo cara
que en aquella ribera deleitosa tras los altos montes, y ala luna daban
de Nemoroso fue tan dcelebrada, lugar para mostrar su blanca cara;
porque de todo aquesto y cada cosa los peces a menudo ya saltaban,
estaba Nise ya tan informada con la cola azotando el agua claea,
que, llorando, el pastor, mil veces ella cuando las ninfas, la labor dejando,
se enterneció escuchando su querella; hacia el agua se fueron paseando.
33. 36.
y porque aqueste lamentablemente cuento En las templadas ondas ya metidos
no sólo entre ls selvas se contase, tenían los pies y reclinar querían
mas dentro de las ondas sentimiento los blancos cuerpos cuando sus oídos
con la noticia desto se mostrase, fueron de dos zampoñas que tañían
quiso que de su tela el argumento suave y dulcemente dtenidos,
la bella ninfa muerta señalase tanto que sin mudarse las oían
y ansí se publicase de uno en uno y al son de las zampoñas escuchaban
por el húmido reino de Neptuno. dos pastores a veces que cantaban.
34. 37.
Destas historias tales varïadas Más claro cada vez el son se oía
eran las telas de las cuatro hermanas, de dos pastores que venían cantando
las cuales con colores matizadas, tras el ganado, que también venía
claras las luces, de las sombras vanas por aquel verde soto caminando
mostraban a los ojos reveladas y a la majada, ya pasando el día,
las cosas y figuras que eran llanas, recogido le llevan, alegrando
tanto que al parecer el cuerpo vano las verdes selvas con el son süave,
28
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
43.
40. TIRRENO
ALCINO El blanco trigo multiplica y crece;
Hermosa Filis, siemrpe yo te sea produce el campo en abundancia tierno
amargo al gusto más que la retama, pasto al ganado; el verde monte ofrece
y de ti despojado yo me vea a las fieras salvajes su gobierno;
cual queda el tronco de su verde rama, adoquiera que miro, me parece
si más que yo el murciégalo desea que derrama la copia de todo cuerno;
la escuridad, ni más luz desama, mas todo se convertirá en abrojos
29
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
46.
ALCINO
30
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
Nació en 1505 y murió en 1575 en Granada, España. Descendiente del Marqués de Santillana. Fue un
importante diplomático de su tiempo, ejerció sus funciones en diversos lugares como Inglaterra,
Venecia y Roma. Fue encarcelado en el castillo de La Mota y poco tiempo después desterrado a
Granada, culpado de fraude. Se le reconoció como un gran intelectual y arduo coleccionista de libros.
Su obra se caracteriza en buena parte por poseer un carácter satírico y burlesco.
*
Como el triste que a muerte es *
condenado Vuelve el cielo, y el tiempo huye y calla,
gran tiempo ha y lo sabe y se consuela, y callando despierta tu tardanza;
que el uso de vivir siempre en penado crece el deseo y mengua la esperanza
le trae a que no sienta ni se duela, tanto más cuanto más lejos te halla.
ansí yo, que en miserias hice callo, Yo sufro y callo y dígote: "Señora,
si alguna breve gloria me fue dada, ¿cuándo será aquel día que estaré
presto me vi sin ella y olvidado. libre de esta contienda en tu presencia?"
31
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
* Ni a mí me cansa el penar
Va y viene mi pensamiento ni yo con el mal me canso;
como el mar seguro y manso; si algo me podrá cansar
¿cuándo tendrá algún descanso es venir a imaginar
tan continuo movimiento? cuándo tendrá algún descanso.
32
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
¡Cuántas veces te han visto andar en celo con un cuarto abrochado o candelilla,
tras los planetas machos, cachondera, un «memini» raudal de rabo a oreja
pegada y abrazada pelo a pelo cual nunca dio a mujer hombre en Castilla.
Y pellejo a pellejo, dentro yfuera *
33
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
GUTIERRE DE CETINA
Nacido en Sevilla cerca del año 1514, fue descendiente de una familia hidalga. Viajó por Europa y se
estableció en Italia por un tiempo, mismo que se vio interrumpido por algunas misiones de índole militar
y diplomático. Se cree que murió herido en México hacia el año 1557.
importuno reloj que, apresurando Bien conozco que duermo y que me engaño,
tu curso, mi dolor te representa; mientra envuelto en un bien falso, dudoso,
estrellas con quien nunca tuve en cuenta, manifiesto mi mal se muestra cierto:
que mi partida vais acelerando:
pero, pues excusar no puedo un daño,
hazme sentir, ¡oh sueño piadoso!,
antes durmiendo el bien que el mal despierto.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
HERNANDO DE ACUÑA
*
Cuando contemplo el triste estado mío *
y se me acuerda mi dichoso estado, Pues se conforma nuestra compañía,
hallo mi ser en todo tan trocado, no dejes, soledad, de acompañarme,
que pensar tuve bien es desvarío. que al punto que vinieses a faltarme
muy mayor soledad padecería.
Con mi memoria por mi mal porfío,
pues, sino es esperanza en bien pasado, Tú haces ocupar mi fantasía
y en ella con razón fui confiado, sólo en el bien que basta a contentarme,
con muy mayor ahora desconfío. y no es parte sin ti, para alegrarme
con todo su placer, el alegría.
Ausencia, de pasiones padre y fuente
junta con el temor de vuestro olvido, Contigo partiré, si no me dejas,
del cual aun en presencia me temía, los altos bienes de mi pensamiento,
que me escapan de manos de la muerte;
hacen con fuerza del dolor presente
parecerme, según ya estoy perdido, y no te daré parte de mis quejas,
que ni fue ni vi entonces lo que vía. ni del cuidado, ni del tormento,
* ni dártela osaré por no perderte.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
FERNANDO DE HERRERA
Nació en Sevilla, en 1534 y murió en 1597 en la misma ciudad. Perteneció a la vida religiosa sin llegar
a grandes órdenes, atendió la Parroquia de San Andrés, obteniendo de ella su sustento, y gracias a lo
cual pudo llevar una vida modesta y dedicarse al estudio y la poesía.
ROMANCE (1579)
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
¿por qué en mi pecho sembráis En torno dellos voy con mal secreto,
tan dulce y ciego furor, y en ellos pierdo y cobro nueua suerte,
que, no os viendo sin dolor, y todo para daño mayor viene.
sin respeto me tratáis?
*
Poco o nada me deuéis Amor en mí se muestra todo fuego,
en querer yo mis enojos; i en las entrañas de mi luz es nieve;
es fuerça que me hazéis fuego no ai qu’ella no torne nieve,
quando me miráis mis ojos. ni nieve que no mude yo en mi fuego.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
FRANCISCO DE ALDANA
Nació en Nápoles en 1537. Estuvo en contacto con los Medici y el ambiente literario e intelectual de
dicha ciudad. Se dedicó con fervor a la milicia. Murió en la batalla de Alcazquivir en 1578.
39
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
Teresa Sánchez Cepeda Dávila y Ahumada (su verdadero nombre) nació en la región de Ávila en
1515, descendiente de una familia de origen judío. A sus veinte años ingresó a la Orden de las
Carmelitas. Se dedicó a reformar la vida monacal y fue fundadora de diversos conventos. Murió en
Alba de Tormes en 1582.
*
Vivo sin vivir en mí, Acaba ya de dejarme
y tan alta vida espero, vida, no me seas molesta;
que muero porque no muero porque muriendo, ¿qué resta,
Vivo fuera ya de mí, sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
después que muero de amor, muerte, que ansí te requiero:
porque vivo en el Señor, que muero porque no muero.
que me quiso para sí; *
cuando el corazón le di
puso en mi este letrero:
«Que muero porque no muero»
40
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
Descendiente de una familia de origen judío, nace en Belmonte de Tajo el año de 1527. Fue un
destacado religioso de la orden de los agustinos. Participó en la vida universitaria gracias a su notable
interés por los estudios de la Biblia y la religión. Fue encarcelado en Valladolid, debido a acusaciones
heréticas, y absuelto tiempo después. Muere en Madrigal de las Altas Torres en 1591.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
Nació en Fontiveros, Ávila en 1542. De ascendencia morisca. Su verdadero nombre era Juan de Yepes
Álvarez. Estudió en la orden de los jesuitas e ingresó posteriormente a la orden del Carmelo. Fue
simpatizante de la reforma de la Orden, propuesta por Santa Teresa de Jesús, por lo que fue
apresado. Tras lograr escapar se refugió en distintos monasterios. Murió en Úbeda, Jaén, el año de
1581.
CÁNTICO ESPIRITUAL 4
Oh, bosques y espesuras,
ESPOSA plantadas por la mano del Amado,
oh prado de verduras,
1 de flores esmaltado,
¿A dónde te escondiste, decid si por vosotros ha pasado.
Amado, y me dejaste con gemido?
como el ciervo huiste, RESPUESTA DE LAS CRIATURAS
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y ya eras ido. 5
Mil gracias derramando,
2 pasó con estos sotos con presura,
Pastores los que fuerdes y yéndolos mirando,
allá por las majadas al otero, con sola figura
si por ventura vierdes vestidos los dejó de hermosura.
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero. ESPOSA
3 6
Buscando mis amores, ¡Ay, quién podrá sanarme!
iré por esos montes y riberas, Acaba de entregarte ya de vero,
ni cogeré las flores, no quieras enviarme
ni temeré las fieras, de hoy más ya mensajero,
y pasaré los fuertes y fronteras. que no saben decirme lo que quiero.
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
25 y fuiste reparada,
No quieras despreciarme, donde tu madre fuera violada.
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme 30
después que me miraste, A las aves ligeras,
que gracia y hermosura en mí dejaste. leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
26 aguas, aires, ardores,
Cogednos las raposas, y miedos de las noches veladores.
que está ya florecidas nuestra viña,
en tanto que de rosas 31
hacemos una piña Por las amenas liras
y no parezaca nadie en la montiña. y canto serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
27 y no toquéis al muro,
Detente, Cierzo muerto; porque la Esposa duerma más seguro.
ven, Austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto, ESPOSA
y corran sus olores. 32
y pacerá el amado entre las flores. Oh, ninfas de Judea,
en tanto que en las flores y rosales
ESPOSO el ámbar pefumea,
morá en los arrabales,
28 y no queráis tocar nuestros umbrales.
Entrándose ha la Esposa
en el ameno huerto deseado, 33
y a su sabor reposa, Escóndete Carillo,
el cuello reclinado y mira con tu haz a las montañas,
sobre los dulces brazos del Amado. y no quieras decillo;
mas mira las compañas
29 de la que va por ínsulas extrañas.
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada
allí te di la mano,
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ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA
ESPOSO
34
La blanca palomica 38
al arca con el ramo se ha tornado, Allí me mostrarías
y ya a tortolica aquello que mi alma pretendía,
al socio deseado y luego me darías
en las riberas verdes ha hallado. allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
35
En soledad vivía, 39
y en soledad ha puesto ya su nido , El aspirar del aire,
en soledad la guía, a solas su querido, el canto de la dulce filomena,
también en soledad de amor herido. el soto y su donaire,
en la noche serena
ESPOSA con llama que consume y no da pena.
36
Gocémonos, Amado, 40
y vámonos a ver en tu hermosura Que nadie lo miraba,
al monte o al collado, Aminadab tampoco parecía,
do mana el agua pura; y el cerco sosegaba,
entremos más adentro en la espesura. y la caballería
a vista de las aguas descendía.
37
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.
47