You are on page 1of 48

ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

ANTOLOGÍA
DE
LA POESÍA ESPAÑOLA RENACENTISTA

0
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

ÍNDICE

I. COPLAS POPULARES ………………………………………………..……….. 4


II. FRANCISCO LOPEZ DE VILLALOBOS (1473?-1549)
Pienso que mi pensamiento ……………………………………………………… 5
III. CRISTOBAL DE CASTILLEJO (1492 – 1550)
Tiempo bueno, tiempo bueno…. ………………………………………………… 6
No pueden dormir mis ojos, …………………………………………………….... 7
A un Hermafrodito …………………………………………………………………. 8
Represión contra los poetas españoles que escriben en verso italiano…….. 9
Garcilaso y Boscán, siendo llegados ………………………………………….. 10
A una de las sobre dichas que se enojó habiéndola mirado mucho………….10
A una que le mintió………………………………………………………………….10
IV. JUAN BOSCÀN (14741, 85 o 92 – 1542)……………………………………..……...11
Villancico “Si no os uviera mirado” ………………………………………… 12
Otras A la tristeza “Tristeza, pues yo soy tuyo”…………………………… 12
LXXXV Soneto “Quien dice que la ausencia causa olvido”………………….. 13
XXXIV Soneto “El alto cielo —que´n sus movimientos” ………………… 13
XCV Soneto “Dulce soñar y dulce congoxarme”..……………………..……. 13
Este fuego que agora que yo en mí siento……………………………………….14
En cuál parte del cielo, en cuál planeta ………………………………………….14
V. GARCILASO DE LA VEGA (1501 – 1536) ..……………………………………… 15
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas ………………………………. 15
Escrito ‘stá en mi alma vuestro gesto …………………………………… 15
¡Oh hado secutivo en mis dolores ………………..…………………….. 16
Égloga I ………………………………………….………………………… 16
Égloga III ………………………………………..…………………………. 24

e
Poesía de la Edad de Oro I Renacimiento, ed. José Manuel Blecua

1
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

VI. DIEGO HURTADO DE MENDOZA (1505 – 1575) ………….…………..… 32


Como el triste que a muerte es condenado …………………………….. 32
Vuelve el cielo, y el tiempo huye y calla ……….………….…………….. 32
Va y viene mi pensamiento ……………………………………………….. 33
Pedis, Reina, un soneto; ya le hago………………………………………. 33
¡Oh, Venus, alcahueta y hechicera………………………………………… 34
VII. GUTIERRE DE CETINA (1514 – 1557) ……………………………………….. 35
Madrigal [Décima] …………..……………………………………………… 35
Horas alegres que pasáis volando …………….………………………… 35
¡Ay sabrosa ilusión, sueño suave! ……….………………………………. 35
VIII. HERNANDO DE ACUÑA (1518 – 1580) ……………………………........ 36
Cuando contemplo el triste estado mío …………….…………………. 36
Pues se conforma nuestra compañía ……………..………………….. 36
IX. FERNANDO DE HERRERA (1534 – 1597) ………………………..…....... 37
Hermosos ojos serenos, [Romance] ………………………..……….. 37
La incauta y descuidada mariposa, ………………………..……….. 38
Amor en mí se muestra todo fuego …………………………………….. 38
X. FRANCISCO DE ALDANA (1537 – 1578) …………………………………... 40
Mil veces callo que romper deseo …………………….…………..…….. 40
El ímpetu cruel de mi destino …………………….………………………. 40
XI. SANTA TERESA DE JESUS (1515 - 1582) …………………….………… 41
Vivo sin vivir en mí ……………………………………………….……….. 41
XII. FRAY LUIS DE LEÓN (1521 - 1591) …………………………….…………. 42
Vida retirada ……………………..…………………………………………. 42
Al salir de la cárcel [Décima] ……………………………………………… 43
XIII. SAN JUAN DE LA CRUZ (1542 – 1581) …………………………………… 44

Cántico espiritual ………………….………..……………………………… 44

2
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

COPLAS POPULARES

Soñaba yo que tenía Luna que reluces


alegre mi corazón, toda la noche alumbres.
pero a la fe, madre mía,
que los sueños sueños son. ¡Ay, luna que reluces
* blanca y plateada,
Agora que sé de amor toda la noche alumbres
me metéis de monja, a mi linda amada!
¡ay, Dios, qué grave cosa!
* Amada que reluces
toda la noche alumbres.
Ojos que no ven *
lo que ver desean Al pasar el arroyo
¿qué verán que vean? del Alamillo,
* las memorias del alma
se me han perdido.
Diga quien dijere, *
quien dijere diga,
que el amor primero Pues todas las aves vuelan
por jamás se olvida, corazón,
* pues todas las aves vuelan:
volad vos.
Alma mía, entra quedo, *
que me estoy muriendo de miedo. Aquel si viene o no viene,
aquel si sale o no sale,
en los amores no tiene contento
* que se le iguale.

3
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

FRANCISCO LOPEZ DE VILLALOBOS * (1473?-1549)

UN CORTESANO, ESTANDO PENSATIVO,FUE


PREGUNTADO POR SU DAMA QUE EN QUÉ
PENSABA, Y ÉL LE RESPONDIÓ ESTE MOTE:

Pienso que mi pensamiento


por no pensar desamaros;
no piensa que pienso yo.
mas pensando en mi tormento,
Glosa
sin pensar por dónde vo,
Si por pensar enojaros
pienso que mi pensamiento
pensase no aborresceros,
no piensa que pienso yo.
pensaría en no quereros
[Algunas obras del doctor

Francisco de Villalobos

(Madrid, 1886), pp. 203 y 281.]

4
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

CRISTÓBAL DE CASTILLEJO

Nació en Ciudad Rodrigo, España, en el año de 1492 y murió en un convento de Viena en 1550. Fue
monje y siervo de diversas Cortes, lo que lo haría viajar por distintas partes de Europa, no sin padecer
penurias económicas. Su obra se caracteriza por poseer un corte tradicionalista, a diferencia de
algunos otros poetas de su época que atendían y ensayaban ya formas italianistas, mismas que
Castillejo reprendió en algunos de sus escritos.

Tiempo bueno, tiempo bueno


¿quién te me apartó de mí,
que en acordarme de ti
todo placer me es ajeno? Tiempo fue y horas ufanas
las que mi vida gozaron,
¿Quién no llora lo pasado donde tristes se sembraron
viendo cual va lo presente?, las simientes de mis canas.
¿quién es aquel que no siente
lo que ventura ha quitado? Y pies se tiene por bueno,
bien puedo decir así:
Yo me vi ser bien amado, tiempo bueno, tiempo bueno,
mi deseo en alta cima; ¿quién te apartó de mí?
contemplar en lo pasado *
la memoria me lastima.

Y pues todo me es ausente


no sé cual remedio escoja:
bien y mal todo me enoja
¡cuitado de quien lo siente!

5
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

No pueden dormir mis ojos,


no pueden dormir.

Pero, ¿cómo dormirán


cercados en derredor
de soldados de dolor
que siempre en armas están?;
los combates que les dan
no los pudiendo sufrir,
no pueden dormir.
Alguna vez, de cansados
de la angustia y del tormento,
se duermen que no los siento,
que los hallo transportados;
pero los sueños pesados
no los quieren consentir
que puedan dormir.

Mas ya que duermen un poco,


están tan desvanecidos,
que ellos quedan aturdidos,
yo poco menos que loco;
y si los muevo provoco
con cerrar y con abrir
no pueden dormir.
*

6
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

A UN HERMAFRODITO

Cuando mi madre cuitada


en el vientre me traía, En un árbol que hacía
viéndose grave, pesada, sombra al agua me subió
diz que a los dioses, penada, la triste ventura mía,
consultó qué pariría. do la espada que ceñía
Febo dixo: "Varón es." abaxo se me cayó;
Marte hembra, y neutro Juno. y yo, acaso desdichado,
Yo, nasciendo, era después también allí desbarré;
Hermafrodito, y de tres, y cayendo así turbado,
dixo verdad cada uno. sobre ella quedé colgado
de las ramas por el pie.
Preguntando el fin que habría
tras esto, dixo la Diosa La cabeza encontinente
que con armas moriría. fué en el agua çapuzada,
Marte dixo que sería y el cuerpo quedó pendiente,
muerto de cruz espantosa. quedando yo juntamente
Febo dixo: "En agua espera mal herido de mi espada.
acabar su triste vida". Y desta suerte pendiendo,
La suerte, en fin, de cualquiera perdí la vida y la luz,
dellos en mí fué cumplida, y al fin acabé sufriendo.
y por mi mal valedera. Hembra, macho y neutro siendo,
muerte de agua, hierro y cruz.

7
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

REPRESIÓN CONTRA LOS POETAS


ESPAÑOLES QUE ESCRIBEN EN VERSO Y aquella cristiana musa
ITALIANO del famoso Joan de Mena,
sintiendo desto gran pena,
Pues la sancta Inquisición por infieles los acusa
suele ser tan diligente y de aleves los condena.
en castigar con razón “Recuerde el alma dormida”,
cualquier secta y opinión dice don Jorge Manrique;
levantada nuevamente, y muéstrase muy sentida
resucítese Lucero de cosa tan atrevida,
a corregir en España porque más no se platique.
una tan nueva y extraña, Garci-Sánchez respondió:
como aquella de Lutero “Quién me otorgase, señora,
en las partes de Alemaña. vida y seso en esta hora
Bien se puede castigar para entrar en campo yo
a cuenta de anabaptistas, con gente tan pecadora!”
pues por ley particular “Si algún dios de amor había,
se torna a baptizar dijo luego Cartagena,
y se llama petrarquistas. muestre aquí su valentía
Han renegado la fee contra tan gran osadía,
de las trovas castellanas, venida de tierra ajena.”
y tras las italianas Torres Naharro replica:
se pierden, diciendo que “Por hacer, Amor , tus hechos
son más ricas y lozanas. consientes tales despechos,
El juicio de lo cual y que nuestra España rica
yo lo dejo a quien más sabe; se prive de sus derechos.”
pero juzgar nadie mal
de su patria natural Dios dé su gloria a Boscán
en gentileza no cabe. a Garcilaso poeta,
que con no pequeño afán
y por estilo galán
sostuvieron esta seta,
y la dejaron acá
ya sembrada entre la gente;

8
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

por lo cual debidamente *A una de las sobre dichas que se enojó


les vino lo que dirá habiéndola mirado mucho.
este soneto siguiente:
Sin en mirar con atención
* mis ojos os ofendieron,
Garcilaso y Boscán, siendo llegados ved la razón que tuvieron,
al lugar donde están los trovadores y el mal que a mi corazón
que en esta nuestra lengua y sus primores principalmente hicieron.
fueron en este siglo señalados, Y aunque yo de pesar muera,
por ser causa de enojaros
Los unos a los otros aletrados esto quiero confesaros:
se miran, con mudanza de colores, que por más daño tuviera
temiéndose que fuesen corredores si dexara de miraros.
espías o enemigos desmandados; *
A una que le mintió.
y juzgando primero por el traje,
paresciéronles ser, como debía, Vuestras obras me decían
gentiles españoles caballeros; a vuestro sí no dar fe;
dísela, pensando que
y oyéndoles hablar nuevo lenguaje los ángeles no mentían.
mezclado de extranjera poesía, Si pequé porque os creí,
con ojos los miraban de extranjeros. harto caro me costó;
* pues ya desdichado yo,
me va peor con el sí,
que me iba con el no.
*

9
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

JUAN BOSCÁN

Nació en Barcelona hacia 1472, 87 o 1492 — 1542. Fue un hombre de alta cultura e hijo de una
adinerada familia burguesa. A pesar de ser catalán, Marcelino Menéndez Pelayo afirma que “Todo
mueve a creer que pasó en Castilla la mayor parte de su vida, y que su educación fue enteramente
castellana. No era un extranjero en la lengua, como tantas veces se ha dicho [...]”2
Se casó con Doña Ana Girón de Rebolledo quien se encargo de la publicación póstuma de sus
obras y las de su amigo Garcilaso de la Vega que fueron publicadas en 1543. Además de poesía
realizó una traducción del Cortesano (Castiglione, 1534) al castellano que, según la opinión de
Menéndez Pelayo, fue la obra en prosa mejor escita en tiempos de Calos V .
Fue reconocido, a su vez, por ser uno de los primeros poetas en adaptar algunas de las formas
italianas a la poesía española: su obra poética se ve notablemente influida por los modelos
establecidos por el Canzionere de Petrarca. Murió en Perpiñán en 1542.

2
Marcelino Menéndez Pelayo, Antología de poetas líricos castellanos v. X, Argentina, Espasa-Calpe, 1952, p. 36.

10
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

no me dexes por la agena,


VILLANCICO do quiçá te querrán mal.
Pero di,
Si no os uviera mirado ya que estó en tu compañía:
no penara, ¿cómo gozaré de ti
pero tampoco os mirara. que no goze d´alegría?
Veros harto mal á sido,
mas no veros peor fuera; Que´l placer de verte en mí
no quedara tan perdido no ay remedio
pero mucho más perdiera. para echallo.
¿Qué viera aquél que no os viera? ¿Quién jamás estuvo así?
¿Cuál quedara, Que de ver que´n ti me hallo,
señora, si no os mirara? me hallo que´stoy sin ti.
* ¡O ventura!
¡O amor, que tú heziste
XII3 Que´l placer de mi tristura
Otras a la tristeza me quitaste de ser triste!

Tristeza, pues yo soy tuyo, Pues me das por mi dolor


tú no dexes de ser mía; el placer que´n ti no tienes,
mira bien que me destruyo porque te sienta mayor,
sólo en ver que´l alegría no vengas, que si no vienes,
presume d´hazerme suyo. entonces vernás mejor.
¡O tristeza!, Pues me plazes,
que apartarme de contigo vete ya, que´n tu ausencia
es la más alta crueza sentiré ya lo que hazes
que puedes usar comigo. mucho más que´n tu presencia
*
No huyas, ni seas tal
que m´apartes de tu pena.
Soy tu tierra natural:

3
Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos Clavería, Madrid,
Cátedra, 1999, pp. 61-62

11
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

*LXXXV Soneto
Quien dice que la ausencia causa olvido No sanan las heridas en él dadas,
merece ser de todos olvidado. aunque cese el mirar que las causó,
El verdadero y firme enamorado si quedan en el alma confirmadas.
está, cuando está ausente, más perdido.
Que si uno está con muchas cuchilladas,
Aviva la memoria su sentido; porque huya de quien le acuchilló
la soledad levanta su cuidado; no por eso serán mejor curadas.
hallarse de su bien tan apartado, *
hace su desear más encendido.

*XXXIV *XCV
Soneto4 Soneto5
El alto cielo —que´n sus movimientos Dulce soñar y dulce congoxarme
por diversas figuras discurriendo, cuando´staba soñando que soñava.
en nuestro sentir flaco´stá influyendo Dulce gozar con lo que m´engañava.
diversos y contrarios sentimientos; si un poco más durara el engañarme.

y una vez mueve blandos pensamientos, Dulce no´star en mí que figurarme


otra vez asperezas va encendiendo, podía cuanto bien yo deseava.
y es su uso traernos revolviendo, Dulce plazer, aunque m´importunava,
agora con pesar y ora contentos—, que alguna vez llegava a despertarme.

fixo´stá en mí, sin nunca hazer mudança ¡Oh sueño, cuánto más leve y sabroso
de planeta ni sino en mi sentido, me fueras si vinieras tan pesado
clavado en mis tormentos todavía. que asentaras en mí con más reposo!

De ver otro hemisperio no é´sperança, Durmiendo, en fin, fui bienaventurado,


y así donde una vez mánochecido, y es justo en la mentira ser dichoso
allí me´stoy, sin esperar el día. quien siempre en la verdad fue desdichado.
* *

4 5
Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos Clavería, Madrid, Juan Boscán, Obra completa, ed. Carlos clavería, Madrid,
Cátedra, 1999, p. 125. Cátedra, 1999, p. 202.

12
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

* *

Este fuego que agora yo en mí siento ¿En cuál parte del cielo, en cuál planeta
es puro y simple y puesto allá en su esfera; guardado fue tan grande nacimiento?
y cuando acá desciende su hoguera ¿Cuál estrella alcanzó merecimiento
es porque tal materia le presento para influir en cosa tan perfeta?

que en su calor revivo y me caliento, ¿Qué principio, qué causa tan secreta
templando todo el aire en tal manera, pudo tener tan alto fundamento
que doquiera que estoy es primavera sino aquel Ser de aquel entendimiento
con flores y con fruto en un momento. al cual toda otra causa está sujeta?

Su luz alrededor do estoy presente Diónosla, Dios; mas no porque la diese,


alumbra en un instante cuanto veo, que fuera enajenar de su corona;
mudándolo en color claro y luciente. prestada fue, para mostrar su obra.

Si este tal fuego hurtara Prometeo Y según es el ser de su persona,


cuando quiso alegrar la mortal gente, porque más tiempo en ella Él viese,
tuviera gran disculpa su deseo.
tarda quizá que presto no la cobra.
*
*

13
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

GARCILASO DE LA VEGA

Combatiente y poeta. Nace en Toledo hacia 1501, hijo de una familia burguesa, recibe una rica
formación humanística y sirve a la corte de don Carlos de Austria. Viaja a diversas regiones europeas
ejerciendo en la milicia. Tras la prolongada agonía de una herida recibida en batalla, muere en Niza en
1536.

* *
¡Oh dulces prendas por mi mal halladas, Escrito ‘stá en mi alma vuestro gesto
dulces y alegres cuando Dios quería y cuando yo escribir de vos deseo:
juntas estáis en la memoria mía vos sola lo escribistes; yo lo leo
y con ella en mi memoria conjuradas! tan solo que aun de voz me guardo en
esto].
¿Quién me dijera, cuando las pasadas
horas qu’en tanto bien por vos me vía, En esto estoy y estaré siempre puesto,
que me habiades de ser en algún día que aunque no cabe en mí cuanto en voz
con tan grande dolor representadas? veo],
de tanto bien lo que no entiendo creo,
Pues en una hora junto me llevastes tomando ya la fe por presupuesto.
todo el bien que por término me distes,
llévame junto el mal que me dejastes; Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
si no sospecharé que me pusistes por hábito del alma misma os quiero;
en tantos bienes que me deseastes
verme morir entre memorias tristes. cuanto tengo confieso yo deberos;
* por vos nací, por voz tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero.
*

14
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

* Las lágrimas que en esta sepultura


¡Oh hado secutivo en mis dolores, se vierten hoy en día y se vertieron
cómo sentí tus leyes rigurosas! recibe, aunque sin fruto allá te sean,
Cortaste’l árbol con manos dañosas
y esparciste por tierra fruta y flores. hasta que aquella eterna noche escura
me cierre aquestos ojos que te vieron.
En poco espacio yacen los amores, dejándome con otros que te vean.
y toda esperanza de mis cosas, *
tornados en cenizas desdeñosas
y sordas a mis quejas y clamores.

*
EGLOGA I al ínclito gobierno del estado
albano, agora vuelto a la otra parte,
AL VIRREY DE NÁPOLES6 resplandeciente, armado,
Personas: SALICIO, NEMOROSO representando en tierra el fiero Marte;

El dulce lamentar de dos pastores, 2.


Salicio juntamente y Nemoroso, agora, de cuidados enojosos
he de cantar, sus quejas imitando; y de negocios libre, por ventura
cuyas ovejas al cantar sabroso andesa caza, el monte fatigando
estaban muy atentas, los amores, en ardiente ginete que apresura
de pacer olvidadas, escuchando. el curso tras los ciervos temerosos,
Tú, que ganaste obrando que en vano su morir van dilatando:
un nombre en todo el mundo espera, que en tornando
y un grado sin segundo, a ser restitüido
agora estés atento sólo y dado al ocxio ya perdido,
luego verás ejercitar mi pluma
6
Pedro Álvarez de Toledo y Zúñiga por la infinita, innumerable suma

15
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

de tus virtudes y famosas obras, y así como presente,


antes que me consuma, razonando con ella, le decía:
faltando a ti, que a todo el mundo sobras.

3. 5.
En tanto que este tiempo que adevino ¡Oh más dura que mármol a mis quejas
viene a sacarme de la deuda un día y al encendido fuego en que me quemo
que se debe a tu fama y a tu gloria más helada que la nieve, Galatea!
(qu’es deuda general, no sólo mía, Estoy muriendo, y aun la vida temo;
mas de cualquier ingenio peregrino témola con razón, pues tú me dejas,
que celebra lo digno de memoria), que no hay sin ti el vivir para qué sea.
el árbol de victoria Vergüenza he que me vea
que ciñe estrechamente ninguno en tal estado,
tu glorïosa frente de ti desamparado,
dé lugar a la hiedra que se planta y de mí mismo yo me corro agora.
debajo de tu sombra y se levanta ¿D’un alma te desdeñas ser señora
poco a poco, arrimada a tus loores; donde siempre moraste, no pudiendo
y en cuanto esto se canta, della salir un hora?
escucha tú el cantar de mis pastores. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

4. 6.
Saliendo de las ondas encendido, El sol tiende los rayos de su lumbre
rayaba de los montes la altura por montes y por valles, despertando
el sol, cuando Salicio, recostado las aves y animales y la gente:
al pie d’una alta haya, en la verdura cuál por el aire claro va volando,
por donde una gua clara con sonido cuál por el verde valle o alta cumbre
atravesaba el fresco y verde prado, paciendo va segura y libremente,
él, con canto acordado cuál con el sol presente
al rumor que sonaba va de nuevo al oficio
del agua que pasaba, y al usado ejercicio
se quejaba tan dulce y blandamente do su natura o menester l’inclina;
como si no estuviera de allí ausente siempre está en llanto esta ánima mezquina,
la que de su dolor culpa tenía, cuando la sombra el mundo va cubriendo,

16
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

o la luz se avecina. la desventura mía.


Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

7. 9.
Y tú, desta vida ya olvidada, ¡Cuántas veces, durmiendo en la floresta,
sin mostrar un pequeño sentimiento repuntándolo yo por desvarío,
de que por ti salicio triste muera, vi mi mal entre sueños, desdichado!
dejas llevar, desconocida, al viento Soñaba que en el tiempo del estío
el amor y la fe que ser guardada llevaba, por pasar allí la siesta,
eternamente solo a mí debiera. a abrevar en el tajo mi ganado;
¡Oh Dios!, ¿por qué siqueira, y después de llegado,
pues ves desde tu altura sin saber de cuál arte,
esta falsa perjura por desusada parte
causar la muerte d’un estrecho amigo, y por nuevo camino el agua s’iba;
no recibe del cielo algún castigo? ardiendo yo con el calor estiva,
Si en pago del amor yo estoy muriendo, el curso enajenado iba siguiendo
¿qué hará el enemigo? del agua fugitiva.
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Salid sin duelo, lágrimas corriendo.

8. 10.
Por ti el silencio de la selva umbrosa, Tu dulce habla ¿en cúya oreja suena?
por ti la esquividad y apartamiento Tus ojos claros ¿a quién volviste?
del solitario monte m’agradaba; ¿Por quién tan sin respeto me trocaste?
por ti la verde hierba, el fresco viento, Tu quebrantada fe ¿dó la pusiste?
el blanco lirio y colorada rosa ¿Cuál es el cuello que como en cadena
y dulce primavera deseaba. de tus hermosos brazos añudaste?
¡Ay, cuánto m’engañaba! No hay corazón que baste,
¡Ay, cuán diferente era aunque fuese piedra,
y cuán d’otra manera viendo mi amada hiedra
lo que en tu falso pecho se escondía! de mí arrancada, en otro muro asida,
Bien claro con su voz me lo decía y mi parra en otro elmo entretejida,
la siniestra corneja, repitiendo que no s’esté con llanto deshaciendo

17
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

hasta acabar la vida. Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.


Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

11. 13.
¿Qué no s’esperará d’aquí adelante, Siempre de nueva leche en el verano
por difícil que sea y por incierto, y en el invierno abundo; en mi majada
o qué discordia no será juntada? la manteca y el queso está sobrado.
Y juntamente ¿qué terná por cierto, De mi cantar, pues, yo te via agradada
o qué de hoy más no temerá el amante, Tanto que no pudiera el mantüano
siendo a todo materia por ti dada? Títero ser de ti más alabado.
Cuando tú enajenada No soy, pues, bien mirado,
de mi cuidado fuiste, tan disforme ni feo,
notable causa diste, que aun agora me veo
y ejemplo a todos cuantod cubre’l cielo, en esta agua que corre clara y pura,
que’l más seguro tema con recelo y cierto no tracara mi figura
perder lo que estuviere poseyendo. con ese que de mí s’está reyendo;
Salid fuera sin duelo, ¡trocara mi ventura!
Salid sin duelo, lágrimas, corriendo. Salid sin duelo, lágrimas corriendo.

12. 14.
Materia diste al mundo d’ esperanza ¿Cómo te vine en tanto menosprecio?
d’ alcanzar lo imposible y no pensado ¿Cómo te fui tan presto aborrecible?
y de hacer juntar lo diferente, ¿Cómo te faltó en mí el conocimiento?
dando a quien diste el corazón malvado, Si no tuvieras condición terrible,
que siempre sonará de gente en gente. siempre fuera tenido de tu en precio
La cordera paciente y no viera este triste apartamiento.
con el lobo hambriento ¿No sabes que sin cuento
hará su enjutamiento, buscan en el estío
y con las simples aves sin rüido mis ovejas el frío
harán las bravas sierpes su nido, de la sierra de cuenca, y el gobierno
que mayor diferencia comprehendo del abrigado estremo en el invierno?
de ti al que has escogido Mas ¡qué vale el tener, si derritiendo

18
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

m’ estoy en llanto eterno!” no es mucho que’l lugar también le quede.


Salid sin duelo, lágrimas, corriendo.

17.
15. Aquí dio fin a su cantar Salicio,
Con mi llorar las piedras enternecen y sospirando en el postrero acento,
su natural dureza y la quebrantan; soltó de llanto una profunda vena;
los árboles parece que s’inclinan; queriendo el monte al grave sentimiento
las aves que m’escuchan, cuando cantan, d’aquel dolor en algo ser propicio,
con diferente voz se condolecen con la pesada voz retumba y suena;
y mi morir cantando m’adevinan; la blanda Filomena,
las fieras que reclinan casi como dolida
su cuerpo fatigado y a compasión movida,
dejan el sosegado dulcemente responde al son lloroso.
sueño por escuchar mi llanto trsite: Lo que cantó tras esto Nemoroso,
tú sola contra mí t’endureciste, decildo vos, pïéredes, que tanto
los ojos aun siquiera no volviendo no puedo yo ni oso,
a los que tú hiciste que siento enflaquecer mi débil canto.
salir, sin duelo, lágrimas corriendo.
18.
16. NEM. Corrientes aguas puras,
Mas ya que a socorrerme aquí no vienes, cristalinas,
no dejes el lugar que tanto amaste, árboles que os estáis mirando en ellas,
que bien podrás venir de mí segura. verde prado de fresca sombra lleno,
Yo dejaré el lugar do me dejaste; aves que aquí sembráis vuestras
ven si por solo aquesto te detienes. querellas,
Ves aquí un prado lleno de verdura, hiedra que por los árboles caminas,
ves aquí un’ espesura, torciendo el paso por su verde seno:
ves aquí un agua clara, yo me vi tan ajeno
en otro tiempo cara, del grave mal que siento
a quien de ti con lágrimas me quejo; que de puro contento
quizá aquí hallarás, pues yo m’ alejo, con vuestra soledad me recreaba,
al que todo mi bien quitar me puede, donde con dulce sueño reposaba,
que pues el bien le dejo, o con el pensamiento discurría

19
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

por donde no hallaba en la escura, desierta y dura tierra.


sino memorias llenas d’ alegría;

19. 21.
y en este mismo valle, donde agora ¿Quién me dijera, Elisa, vida mía,
me entristezco y me canso en el reposo, cuando en aqueste valle al fresco viento
estuve ya contento y descansado. andábamos cogiendo tiernas flores,
¡Oh bien caduco, vano y presuroso! que había de ver, con largo apartamiento,
Acuérdome, durmiendo aquí algún hora, venir el triste y solitario día
que, despertando, a Elisa vi a mi lado. que diese amargo fin a mis amores?
¡Oh miserable hado! El cielo en mis dolores
¡Oh tela delicada, cargó la mano tanto
antes de tiempo dada que a sempiterno llanto
a los agudos filos de la muerte! y a triste soledad me ha condenado;
Más convenible fuera aquesta suerte a la pesada vida enojosa,
a los cansados años de mi vida, solo, desamparado,
que’s más que’l hierro fuerte, ciego, sin lumbre en cárcel tenebrosa.
pues no la ha quebrantado tu partida.

22.
20. Después que nos dejaste, nunca pace
¿Dó están agora aquellos claros ojos en hartura el ganado ya, ni acude
que llevaban tras sí, como colgada, el campo al labrador con mano llena;
mi alma, doquier que ellos se volvían? no hay bien que’n mal no se convierta y mude.
¿Dó está la blanca mano delicada, la mala hierba al trigo ahoga, y nace
llena de vencimientos y despojos en lugar suyo la infelice avena;
que de mí mis sentidos l’ ofrecían? La tierra, que de buena
Los cabellos que vían con gana nos producía
gran desprecio al oro flores con que solía
como a menor tesoro quitar en solo vellas mil enojos,
¿Dó la columna que’l dorado techo produce agora en cambio estos abrojos,
con proporción graciosa sostenía? ya de rigor d’espinas intratable.
Aquesto todo agora ya s’encierra, Yo hago con mis ojos
por desventura mía, crecer, lloviendo, el fruto miserable.

20
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

23. 25.
Como al partir del sol la sombra crece, desta manera suelto yo la rienda
y en cayendo su rayo, se levanta a mi dolor y ansí me quejo en vano
la negra escuridad que’l mundo cubre, de la dureza de la muerte airada:
de do viene el temor que nos espanta ella en mi corazón metió la mano
y la medrosa forma en que s’ofrece y d’allí me llevó mi dulce prenda,
aquella que la noche nos encubre que aquél eta su nido y su morada.
hasta que’l sol descubre ¡Ay, muerte arrebatada,
su luz pura y hermosa: por ti m’estoy quejando
tal es la tenebrosa al cielo y enojando
noche de tu partir en que he quedado con importuno llanto al mundo todo!
de sombra y de temor atormentado, El desigual dolor no sufre modo;
hasta que muerte el tiempo determine no me podrán quitar el dolorido
que a ver el deseado sentir si ya del todo
sol de tu clara vista m’encamine. primero no me quitan el sentido.

24. 26.
Cual suele el ruiseñor con triste canto Tengo una parte aquí de tus cabellos,
quejarse, entre las hojas escondido, Elisa, envueltos en un blanco paño,
del duro labrador que cautamente que nunca de mi seno se’ m’apartan;
le despojó su caro y dulce nido descójolos, y de un dolor tamaño
de los tiernos hijuelos entretanto enternecer me siento que sobre ellos
que del amado ramo estaba ausente, nunca mis ojos de llorar se hartan.
y aquel dolor que siente, Sin que d’allí se partan,
con diferencia tanta con sospiros callientes,
por la dulce garganta más que la llama ardientes,
despide que a su canto el aire suena, los enjugo del llanto, y de consuno
y la callada noche no refrena casi los paso y cuento uno a uno;
su lamentable oficio de querellas, juntándolos, con un cordón los ato.
trayendo de su pena Tras esto el importuno
el cielo por testigo y las estrellas: dolor me deja descansar un rato.

21
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

dejas morir mi bien ante mis ojos!

29.
27. Divina Elisa, pues agora el cielo
Mas luego a la memoria se m’ ofrece con inmortales pies pisas y mides,
aquella noche tenebrosa, escura, y su mudanza ves, estando queda,
que siempre aflige esta anima mezquina ¿por qué de mí te olvidas y no pides
con la memoria de mi desventura: que se apresure el tiempo en que este velo
verte presente agora me parece rompa del cuerpo y verme libre pueda,
en aquel duro trance lucina; y en la tercera rueda,
y aquella voz divina, contigo mano a mano,
con cuyo son y acentos busquemos otro llano,
a los airados vientos busquemos otros montes y otros ríos,
pudieran amansar, que agora es muda, otros valles floridos y sombríos
me parece que oigo, que a la crud, donde descanse y siempre pueda verte
inexorable diosa demandabas ante los ojos míos,
en aquel paso de ayuda; sin miedo y sobresalto de perderte?
y tú, rústica diosa, ¿dónde estabas?

30.
28. Nunca pusieran fin al triste lloro
¿íbate tanto a perseguir las fieras? los pastores, ni fueran acabadas
¿Íbate tanto en un pastor dormido? las canciones que sólo el monte oía,
¿Cosa pudo bastar a tal crüeza si mirando las nubes coloradas,
que, conmovida a compasión, oído al tramontar del sol bordadas d’oro,
a los votos y lágrimas no dieras, no vieran que era ya pasado el día;
por no ver hecha tierra tal belleza, la sombra se veía
o no ver la tristeza venir corriendo apriesa
en que tu nemoroso ya por la falda espesa
queda, que su reposo del altísimo monte, y recordando
era seguir tu oficio, persiguiendo ambos como de sueño, y acabando
las fieras por los montes y ofreciendo el fugitivo sol, de luz escaso,
a tus sagradas aras los despojos? su ganado llevando,
¡Y, tú, ingrata, riendo se fueron recogiendo paso a paso.

22
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

*
EGLOGA TERCERA

Personas: TERRENO, ALZINO me quita y m’arrebata de las manos.

1. 4.
Aquella voluntad honesta y pura,
Ilustre y hermosísima María, Pero por más que’n mì su fuerza pruebe,
que’n mí de celebrar tu hermosura, no tornará mi corazón mudable;
tu ingenio y tu valor estar solía, nunca dirán jamás que me remueve
a tu despecho y pesar de la ventura fortuna d’ un estudio tan loable;
que por otro camino me desvía, Apolo y las hermanas todas nueve
está y estará tanto en mí clavada me darán ocio y lengua con que hable
cuando del cuerpo al alma acompañada. lo menos de lo que’n tu ser cupiere,
qu’esto será lo más que yo pudiere.
2.
Y aun no se me figura que me toca 5.
aqueste oficio solamente en vida, En tanto, no te ofenda ni te harte
mas con la lengua muerta y fría en la boca tratar del campo y soledad que amaste,
pienso mover la voz a ti debida; ni desdeñes aquesta inculta parte
libre mi alma de su estrecha roca, de mi estilo, que’n algo ya estimaste;
por el estigio lago conducida, entre las armas del sangriento Marte,
celebrando t’irá, y aquel sonido do apenas hay quien su furor contraste,
hará parar las aguas del olvido. hurté de tiempo aquesta breve suma,
tomando ora la espada, ora la pluma.
3.
Mas la fortuna, de mi mal no harta, 6.
me aflige y d’ un trabajo en otro me lleva: Aplica, pues, un rato los sentidos
ya de la patria, ya del bien me aparta, al bajo son de mi zampoña ruda,
ya mi paciencia en mil maneras prueba, indigna de llegar a tus oídos,
y lo que siento más es que la carta pues d’ornamento y gracia va desnuda;
donde mi pluma en tu alabanza mueva, mas a las veces son mejor oídos
poniendo en su lugar cuidadosos vanos, el puro ingenio y la lengua casi muda,

23
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

testigos limpios d’ánimo inocente,


que la curiosidad del elocuente.

7. 10.
Por aquesta razón de ti escuchado, Movióla el sitio umbroso, el manso viento,
aunque me falten otras, ser merezco; el suave olor d’aquel florido suelo;
lo que puedo te doy, y lo que he dado, las aves en el fresco apartamiento
con recebillo tú, yo m’enriquezco. vio descansar del trabajoso vuelo;
De cuatro ninfas que del Tajo amado secaba entonces el terreno aliento
Salieron juntas, a cantar me ofrezco: el sol, subido en la mitad del cielo;
Filódoce, Dinámene y Climene, en el silencio solo se ‘scuchaba
Nise, que en hermosura par no tiene. un susurro de abejas que sonaba.

8. 11.
Cerca del Tajo, en soledad amena, Habiendo contemplado una gran pieza
de verde sauces hay una espesura atentamente aquel lugar sombrío,
toda la hiedra revestida y llena, somorgujó de nuevo la cabeza
que por el tronco va hasta el altura y al fondo se dejó calar el río;
y así la teje arriba y encadena a sus hermanas a contar empieza
que’l sol no halla paso a la verdura; del verde sitio agradable frìo,
el agua baña el prado con sonido, y que vayan, les ruega y amonesta,
alegrando la hierba y el oído. allí con su labor a estar la siesta.

9. 12.
Con tanta mansedumbre el cristalino No perdió en esto mucho tiempo el ruego,
Tajo en aquella parte caminaba que las tres d’ellas su labor tomaron
que pudieron los ojos el camino y en mirando defuera vieron luego
determinar apenas que llevaba. el prado, hacia el cual enderezaron;
Peinando sus cabellos d’oro fino, el agua clara con lascivo juego
una ninfa del agua do moraba nadando dividieron y cortaron
la cabeza sacó, y el prado ameno hasta que’l blanco pie tocó mojado,
vido de flores y de sombras lleno. saliendo del arena, el verde prado.

24
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

el celebrado Apeles y Timantes.

13. 16.
Poniendo ya en lo enjuto las pisadas, Filódoce, que así d’aquellas era
escurriendo del agua sus cabellos, llamada la mayor, con diestra mano
los cuales esparciendo cubijadas tenía la figurada ribera
las hermosas espaldas fueron dellos, de Estrimón, de una parte el verde llano
luego sacando telas delicadas y d’otra el monte d’ aspereza fiera,
que’n delgadeza competían con ellos, pisado tarde o nunca de pie humano,
en lo más escondido se metieron donde el amor movió con tanta gracia
y a su labor atentas se pusieron. la dolorosa lengua del de Tracia.

14. 17.
Las telas eran hechas y tejidas Estaba figurada la hermosa
del oro que’l felice Tajo envía, Eurídice en el blanco pie mordida
apurado después de bien cernidas de la pequeña sierpe ponzoñosa,
las menudas arenas do se cría, entre la hierba y flores escondida;
y de las verdes ovas, reducidas descolorida estaba como la rosa
en estambre sotil cual convenía que ha sido fuera de sazón cogida,
para seguir el delicado estilo y el ánima, los ojos ya volviendo,
del oro, ya tirado en rico hilo. de la hermosa carne despidiendo.

15. 18.
La delicadeza estambre era distinta Figuarado se vía estensamente
de las colores que antes le habian dado el osado marido, que bajaba
con la fineza de la varia tinta al triste reino de la escura gente
que se halla en las conchas del pescado; y la mujer perdida recobraba;
tanto arteficio muestra en lo que pinta y cómo, después desto, él impaciente
y teje cada ninfa su labrado por morarla de nuevo, la tornaba
cuanto mostraron en sus tablas antes a perder otra vez, y del tirano

25
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

se queja al monte solitario en vano.

19. 23.
Dinámene no menos artificio Tras esto, el puerco allí se via herido
Mostraba en la labor que había tejido, d’aquel mancebo, por su mal valiente,
pintando a Apolo en el robusto oficio y el mozo en tierra estaba ya tendido,
de la silvestre caza embebecido. abierto el pecho del rabioso diente,
Mudar presto le hace el ejercicio con el cabello d’oro desparcido
la vengativa mano de Cupido, barriendo el suelo miserablemente;
que hizo Apollo consumirse en lloro las rosas blancas por allí sembradas
después que le enclavó con punta d’oro. tornaban con su sangre coloradas.

20. 24.
Dafne con el cabello suelto al viento Adonis éste se mostraba qu’era,
sin perdonar al blanco pie corría según se muestra Venus dolorida,
por áspero camino tan sin tiento que viendo la herida abierta y fiera,
que Apolo en la pintura parecía sobr’el estaba casi amortecida;
que, porq’ella templase el movimiento, boca con boca coge la postrera
con menos ligereza la seguía; parte del aire que solía dar vida
él va siguiendo, y ella huye como al cuerpo por quien ella en este suelo
quien siente al pecho el odioso plomo. aborrecido tuvo al alto cielo.

21. 25.
Climene, llena de destreza y maña, La blanca Nise no tomó a destajo
el oro y las colores matizando, de los pasados casos la memoria,
iba de hayas una gran monrtaña. y en la labor de sotil trabajo
de robles y de peñas variando; no quiso entretejer antigua historia;
un puerco entre ellas, de braveza estraña. antes, mostrando de su claro Tajo
estaba los olmillos aguzando en su labor la celebrada gloria,
contra un mozo no menos animoso, la figuró en la parte dond’ ‘el baña
con su venablo en mano, que hermoso. la más felice tierra de la España.

26
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

26. 29.
Pintado el caudaloso rio se vía, Todas, con el cabello desparcido,
que en áspera estrecheza reducido, lloraban una ninfa delicada
un monte casi alrededor ceñía, cuya vida mostraba que habia sido
con ímpetu corriendo con rüido; antes de tiempo y casi en flor cortada;
querer cercarlo todo parecía cerca del agua, en un lugar florido,
en su volver, más era afán perdido; estaba entre las hierbas degollada
dejábase correr en fin derecho, cual queda el blanco cisne cuando pierde
contento de lo mucho que había hecho. la dulce vida entre la hierba verde.

27. 30.
Estaba puesta en la sublime cumbre Una d’aquellas diosas que’n belleza
del monte, y desde allí por él sembrada, al parecer a todas ecedía
aquella ilustre y clara pesadumbre mostrando en el semblante la tristeza
d’antiguos edifcios adornada. que del funesto y triste casi había,
D’allì con agradable mansedumbre apartada algún tano, en la corteza
El Tajo va siguiendo su jornada de un álamo unas letras escribía
y regando los campos y arboledas como epitafio de la ninfa bella,
con artificio de las altas ruedas. que hablaban ansí por parte della:

28. 31.
En la hermosa tela se vaìan, “Elisa soy, en cuyo nombre suena
entretejidas, las silvestres diosas y se lamenta el monte cavernoso,
salir de la espesura, y que venían testigo del dolor grave pena
todas a la ribera presurosas, en que por mí se aflige Nemoroso
en el semblante tristes, y traían y llama ‘Elisa’; ‘Elisa’ a boca llena
cestillos blancos de purpúreas rosas, responde el Tajo, y lleva presuroso
las cuales esparciendo derramaban al mar de Lusitania el nombre mío,
sobre una ninfa muerta que lloraban. donde será escuchado, yo lo fío.”

27
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

pudiera ser tomado con la mano.

32. 35.
En fin, en esta tela artificiosa Los rayos ya del sol se trastornaban,
toda la historia estaba figurada escondiendo su luz al mundo cara
que en aquella ribera deleitosa tras los altos montes, y ala luna daban
de Nemoroso fue tan dcelebrada, lugar para mostrar su blanca cara;
porque de todo aquesto y cada cosa los peces a menudo ya saltaban,
estaba Nise ya tan informada con la cola azotando el agua claea,
que, llorando, el pastor, mil veces ella cuando las ninfas, la labor dejando,
se enterneció escuchando su querella; hacia el agua se fueron paseando.

33. 36.
y porque aqueste lamentablemente cuento En las templadas ondas ya metidos
no sólo entre ls selvas se contase, tenían los pies y reclinar querían
mas dentro de las ondas sentimiento los blancos cuerpos cuando sus oídos
con la noticia desto se mostrase, fueron de dos zampoñas que tañían
quiso que de su tela el argumento suave y dulcemente dtenidos,
la bella ninfa muerta señalase tanto que sin mudarse las oían
y ansí se publicase de uno en uno y al son de las zampoñas escuchaban
por el húmido reino de Neptuno. dos pastores a veces que cantaban.

34. 37.
Destas historias tales varïadas Más claro cada vez el son se oía
eran las telas de las cuatro hermanas, de dos pastores que venían cantando
las cuales con colores matizadas, tras el ganado, que también venía
claras las luces, de las sombras vanas por aquel verde soto caminando
mostraban a los ojos reveladas y a la majada, ya pasando el día,
las cosas y figuras que eran llanas, recogido le llevan, alegrando
tanto que al parecer el cuerpo vano las verdes selvas con el son süave,

28
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

haciendo su trabajo menos grave. por ver ya el fin de un término tamaño


deste día, para mí mayor que un año.
41.
TIRRENO
38. Cual suele, acompañada de su bando,
Tirreno destos dos el uno era, aparecer la dulce primavera,
Alcino el otro, entramnos estimados cuando Favonio y Céfiro, soplando,
y sobre cuantos pacen la ribera al campo tornan su beldad primera
del Tajo con su vacas enseñados; y van artificiosos esmaltando
mancebos de una edad, d’una manera de rojo, azul y blanco la ribera:
a cantar juntamente aparejados en tal manera, a mí Flérida mía
y a responder, aquesto van diciendo, viniendo, reverdece mi alegría.
cantando el uno, el otro respondiendo:
42.
39. ALCINO
TIRRENO ¿Ves el furor del animoso viento
Flérida, para mí dulce y sabrosa embravecido en la fragosa sierra
más que la fruta del cercado ajeno, que los antiguos robles ciento al ciento
más blanca que la leche y más hermosa y a los pinos altísimos atierra,
que’l prado por abril de flores lleno: y de tanto destrozo aun no contento,
si tú respondes pura y amorosa al espantoso mar mueve la guerra?
al verdadero amor de tu Tirreno, Pequeña es esta furia comparada
a mi majada arribarás primero a la de Filis con Alcino airada.
que’l cielo nos amuestre su lucero.

43.
40. TIRRENO
ALCINO El blanco trigo multiplica y crece;
Hermosa Filis, siemrpe yo te sea produce el campo en abundancia tierno
amargo al gusto más que la retama, pasto al ganado; el verde monte ofrece
y de ti despojado yo me vea a las fieras salvajes su gobierno;
cual queda el tronco de su verde rama, adoquiera que miro, me parece
si más que yo el murciégalo desea que derrama la copia de todo cuerno;
la escuridad, ni más luz desama, mas todo se convertirá en abrojos

29
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

si dello aparta Flérida sus ojos. El fresno por la selva en hermosura


sabemos ya que sobre todos vaya;
y en aspereza y monte d’espesura
44. se aventaja la verde y alta haya;
ALCINO mas el que la bealdad de tu fiogura
De la esterilidad es oprimido dondequiera mirado, Filis, haya,
el monte, el campo, el soto, y el ganado; al fresno y a la haya en su aspereza
la malicia del aire corrompido confesará que vence tu belleza.
hace morir la hierba mal su grado;
las aves ven su descubierto nido
que ya de verdes hojas fue cercado: 47.
pero si Filis por aquí tornare, Esto cantó Tirreno, y esto Alcino
hará reverdecer cuanto mirare. le respondió, y habiendo ya cavado
el dulce son, siguieron su camino
45. con paso un poco más apresurado;
TIRRENO siendo a las ninfas ya el rumor vecino.
El álamo de Alcides escogido y de la blanca espuma que movieron
fue siempre, y el laurel del rojo Apolo; las cristalinas ondas se cubrieron.
de la hermosa Venus fue tenido *
en precio y en estima el miro solo;
el verde sauz de Flérida es querido
y por suyo entre todos escogiólo:
doquiera que sauces de hoy más se hallen,
el álamo, el laurel y el mirto callen.

46.
ALCINO

30
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

DIEGO HURTADO DE MENDOZA

Nació en 1505 y murió en 1575 en Granada, España. Descendiente del Marqués de Santillana. Fue un
importante diplomático de su tiempo, ejerció sus funciones en diversos lugares como Inglaterra,
Venecia y Roma. Fue encarcelado en el castillo de La Mota y poco tiempo después desterrado a
Granada, culpado de fraude. Se le reconoció como un gran intelectual y arduo coleccionista de libros.
Su obra se caracteriza en buena parte por poseer un carácter satírico y burlesco.

*
Como el triste que a muerte es *
condenado Vuelve el cielo, y el tiempo huye y calla,
gran tiempo ha y lo sabe y se consuela, y callando despierta tu tardanza;
que el uso de vivir siempre en penado crece el deseo y mengua la esperanza
le trae a que no sienta ni se duela, tanto más cuanto más lejos te halla.

si le hacen creer que es perdonado Mi alma es hecha campo de batalla,


y morir cuando menos se recela, combaten el recelo y confianza;
la congoja y dolor siente doblado, asegura la fe toda mudanza,
y más el sobresalto lo desvela; aunque sospechas andan por trocalla.

ansí yo, que en miserias hice callo, Yo sufro y callo y dígote: "Señora,
si alguna breve gloria me fue dada, ¿cuándo será aquel día que estaré
presto me vi sin ella y olvidado. libre de esta contienda en tu presencia?"

Amor lo dio y Amor pudo quitallo, Respóndeme tu saña matadora:


la vida congojosa toda es nada, "Juzga lo que ha de ser por lo que fue,
y ríese la muerte del cuidado. que menos son tus males en ausencia."
* *

31
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

la mar luego se embravece


y, mientras el mar más crece,
está más firme en su estado.

* Ni a mí me cansa el penar
Va y viene mi pensamiento ni yo con el mal me canso;
como el mar seguro y manso; si algo me podrá cansar
¿cuándo tendrá algún descanso es venir a imaginar
tan continuo movimiento? cuándo tendrá algún descanso.

Glosa Que, aunque en el más firme amor


Parte el pensamiento mío mil mudanzas puede haber,
cargado de mil dolores, como es de pena a placer
y vuélveme con mayores y de descanso a dolor,
de la parte do lo envío.
sólo en mí está reservadoen tu fijo y firme
Aunque de esto en la memoria asiento
se engendra tanto contento, que, sin poder ser mudado,
que con tan dulce tormento está quedo y sosegado
cargado de pena y gloria tan continuo movimiento.
va y viene mi pensamiento.
*
Como el mar muy sosegado Pedis, Reina, un soneto; ya le hago;
se regala con la calma, ya el primer verso y el segundo es hecho;
así se regala el alma si el tercero me sale de provecho,
con tan dichoso cuidado. con otro verso el un cuarteto os pago.

Mas allí mudanza alguna Ya llego al quinto; ¡España! ¡Santiago!


no puede haber, pues descanso Fuera, que entro en el sexto. ¡Sus, buen
con el mal que me importuna pecho!].
que no es sujeto a fortuna Si del sétimo salgo, gran derecho
como el mar seguro y manso. tengo a salir con vida deste trago.

Si el cielo se muestra airado,

32
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

Ya tenemos á un cabo los cuartetos;


¿que me decis, Señora? ¿No ando bravo?
Mas sabe Dios si temo los tercetos.

Y si con bien este soneto acabo,


nunca en toda mi vida más sonetos;
ya deste, gloria á Dios, he visto el cabo.
*
¡Oh, Venus, alcahueta y hechicera,
que nos traes embaucados tierra y cielo! No me andes rodeando, puta vieja,
¡Cuántas veces por falta de una estera que no tengo tan dura la costilla;
has hecho monipodios en el suelo! guarda, que esta mi mano te apareja,

¡Cuántas veces te han visto andar en celo con un cuarto abrochado o candelilla,
tras los planetas machos, cachondera, un «memini» raudal de rabo a oreja
pegada y abrazada pelo a pelo cual nunca dio a mujer hombre en Castilla.
Y pellejo a pellejo, dentro yfuera *

33
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

GUTIERRE DE CETINA

Nacido en Sevilla cerca del año 1514, fue descendiente de una familia hidalga. Viajó por Europa y se
estableció en Italia por un tiempo, mismo que se vio interrumpido por algunas misiones de índole militar
y diplomático. Se cree que murió herido en México hacia el año 1557.

MADRIGAL gallo que mi pesar has denunciado,


lucero que mi luz va obscureciendo,
Ojos claros, serenos, y tú, mal sosegada y moza aurora,
si de un dulce mirar sois alabados,
¿por qué, si me miráis, miráis airados? si en vos cabe dolor de mi cuidado,
Si cuanto más piadosos, id poco apoco el paso deteniendo,
más bellos parecéis a aquel que os mira, si no puede ser más, siquiera una hora.
no me miréis con ira, *
porque no parescáis menos hermosos ¡Ay sabrosa ilusión, sueño suave!
¡Ay tormentos rabiosos! ¿quién te ha enviado a mí?, ¿cómo viniste?
Ojos claros, serenos, ¿por dónde entraste al alma o qué le diste
ya que así me miráis, miradme al menos. a mi secreto por guardar la llave?
*
Horas alegres que pasáis volando ¿Quién pudo a mi dolor fiero, tan grave,
porque a vueltas del bien mayor sienta; el remedio poner que tú pusiste?
sabrosa noche que en tan dulce afrenta si el ramo tinto en Lete en mí esparciste,
el triste despedir me vas mostrando; ten la mano al vela que no se acabe.

importuno reloj que, apresurando Bien conozco que duermo y que me engaño,
tu curso, mi dolor te representa; mientra envuelto en un bien falso, dudoso,
estrellas con quien nunca tuve en cuenta, manifiesto mi mal se muestra cierto:
que mi partida vais acelerando:
pero, pues excusar no puedo un daño,
hazme sentir, ¡oh sueño piadoso!,
antes durmiendo el bien que el mal despierto.

34
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

HERNANDO DE ACUÑA

Nació en Valladolid en 1518. Diplomático y militar. Se desempeñó exitosamente como traductor y


poeta. Vivió en Granada donde tuvo contacto con otros intelectuales de la época y murió hacia el año
1580.

*
Cuando contemplo el triste estado mío *
y se me acuerda mi dichoso estado, Pues se conforma nuestra compañía,
hallo mi ser en todo tan trocado, no dejes, soledad, de acompañarme,
que pensar tuve bien es desvarío. que al punto que vinieses a faltarme
muy mayor soledad padecería.
Con mi memoria por mi mal porfío,
pues, sino es esperanza en bien pasado, Tú haces ocupar mi fantasía
y en ella con razón fui confiado, sólo en el bien que basta a contentarme,
con muy mayor ahora desconfío. y no es parte sin ti, para alegrarme
con todo su placer, el alegría.
Ausencia, de pasiones padre y fuente
junta con el temor de vuestro olvido, Contigo partiré, si no me dejas,
del cual aun en presencia me temía, los altos bienes de mi pensamiento,
que me escapan de manos de la muerte;
hacen con fuerza del dolor presente
parecerme, según ya estoy perdido, y no te daré parte de mis quejas,
que ni fue ni vi entonces lo que vía. ni del cuidado, ni del tormento,
* ni dártela osaré por no perderte.

35
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

FERNANDO DE HERRERA

Nació en Sevilla, en 1534 y murió en 1597 en la misma ciudad. Perteneció a la vida religiosa sin llegar
a grandes órdenes, atendió la Parroquia de San Andrés, obteniendo de ella su sustento, y gracias a lo
cual pudo llevar una vida modesta y dedicarse al estudio y la poesía.

ROMANCE (1579)

Hermosos ojos serenos, Soberuio en el pensamiento


serenos ojos hermosos, de estar en vuestra memoria,
de dulçura y de amor llenos, sólo me acaua la gloria
lisongeros y engañosos: de penar en tal tormento.

quien ni os ve pierde la vida, Y con tan alta locura,


y el que os ve halla su muerte; consigo de mi pasión,
mas quien muere desta suerte por fauor de mi ventura,
cobra la vida perdida. lo que no caue en razón,

Quando veros merecí, porque veros sin desdén


tan contento me hallé alcancé mas gloria, tal
con el gozo que sentí, que pierde su fuerça el mal
que todo el mal oluidé. y cobra fuerçás el bien.

Y viendo tanta belleza Quando me aflige el desseo


fue tan grande mi placer, desfallesco en mi tormento,
que viuo ia sin mas ver mas, por vna ora que os veo,
con estremo de tristeza; mil años viuo contento.

porque no consiente Amor Y vfano en esta visión,


que viua sin sus enojos, ageno de mis enojos,
que es hazer flaco el dolor buelue al coraçón los ojos
que nace de vos, mis ojos. y al sentido el coraçón.

36
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

Torno siempre a mi pena *


al descanso de miraros, La incauta y descuidada mariposa,
y alauo mi suerte buena de la belleza de la luz rendida,
porque tan bien supe amaros. en torno della buela, y encendida,
pierda en ella la vida, presurosa.
Pero después que os mirè,
vi vn mal que nunca sentí, Mas yo en aquella Lunbre gloriosa
y troqué el bien que perdí corro a sacrificar triste vida,
por los males que gané. que de su bello y puro ardor vençida,
perderse quiere en suerte tan dichosa.
Ojos en cuia blandura
nos haze el Amor la guerra, Amor, que en mí pretende nueuo efeto,
y en dichosa sepoltura dame vida por darme dura muerte
a quantos os miran cierra, y en la luz y en el oro me detiene.

¿por qué en mi pecho sembráis En torno dellos voy con mal secreto,
tan dulce y ciego furor, y en ellos pierdo y cobro nueua suerte,
que, no os viendo sin dolor, y todo para daño mayor viene.
sin respeto me tratáis?
*
Poco o nada me deuéis Amor en mí se muestra todo fuego,
en querer yo mis enojos; i en las entrañas de mi luz es nieve;
es fuerça que me hazéis fuego no ai qu’ella no torne nieve,
quando me miráis mis ojos. ni nieve que no mude yo en mi fuego.

Adonde quiera que os veo La fría zona abraso con mi fuego,


todos mis males oluido, Làrdiente mi Luz vuelve elada nieve;
y en vuestra luz encendido pero no puedo yo encender su nieve,
lleuáis, quel Hado, el desseo. ni ella entibiar la fuerça de mi fuego.

37
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

Contrastan igualmente ielo y llama,


que d’otra suerte fuera el mindo ielo,
o su máquina toda viva llama.

Ni temiera mi llama un su ielo


Más fuera porque ya resuelto en ielo,
O el corazón desvanecido en llama.
*

38
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

FRANCISCO DE ALDANA

Nació en Nápoles en 1537. Estuvo en contacto con los Medici y el ambiente literario e intelectual de
dicha ciudad. Se dedicó con fervor a la milicia. Murió en la batalla de Alcazquivir en 1578.

Mil veces callo que romper deseo *


el cielo a gritos y otras tantas tiento
dar a mi lengua voz y movimiento, El ímpetu cruel de mi destino

que en silencio mortal ya la veo; ¡cómo me arroja miserablemente


de tierra en tierra, de una en otra gente,

anda, cual velocísimo correo cerrando a mi quietud siempre el camino!

por dentro el alma, el suelto pensamiento


¡Oh, si tras tanto mal grave y contino,
con alto y, de dolor, lloroso acento,
roto su velo mísero y doliente,
casi en sombra de muerte un nuevo
el alma, con un vuelo diligente,
Orfeo].
volviese a la región de donde vino!

No halla la memoria o la esperanza Iríame por el cielo en compañía


rastro de la imagen dulce y deleitable del alma de algún caro y dulce amigo,
con que voluntad viva segura; con quien hice común acá mi suerte.

cuanto en mi hallo es voluntad que ¡Oh, qué montón de cosas le diría,


alcanza] cuáles y cuántas, sin temer castigo
muerte que tarda, llanto inconsolable, de fortuna, de amor, de tiempo y muerte!
desdén del cielo, error de la ventura.
*

39
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

SANTA TERESA DE JESÚS

Teresa Sánchez Cepeda Dávila y Ahumada (su verdadero nombre) nació en la región de Ávila en
1515, descendiente de una familia de origen judío. A sus veinte años ingresó a la Orden de las
Carmelitas. Se dedicó a reformar la vida monacal y fue fundadora de diversos conventos. Murió en
Alba de Tormes en 1582.
*
Vivo sin vivir en mí, Acaba ya de dejarme
y tan alta vida espero, vida, no me seas molesta;
que muero porque no muero porque muriendo, ¿qué resta,
Vivo fuera ya de mí, sino vivir y gozarme?
No dejes de consolarme,
después que muero de amor, muerte, que ansí te requiero:
porque vivo en el Señor, que muero porque no muero.
que me quiso para sí; *
cuando el corazón le di
puso en mi este letrero:
«Que muero porque no muero»

Esta divina unión,


y el amor con que yo vivo,
hace a mi Dios mi cautivo
y libre corazón;
y causa en mi tal pasión
ver a mi Dios prisionero,
que me muero porque no muero.

¡Ay, qué larga es esta vida!


¡Qué duros estos destierros,
esta cárcel y estos hierros
en que está el alma metida!
Sólo esperar la salida
me causa un dolor tan fiero,
que me muero porque no muero.

40
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

FRAY LUIS DE LEÓN

Descendiente de una familia de origen judío, nace en Belmonte de Tajo el año de 1527. Fue un
destacado religioso de la orden de los agustinos. Participó en la vida universitaria gracias a su notable
interés por los estudios de la Biblia y la religión. Fue encarcelado en Valladolid, debido a acusaciones
heréticas, y absuelto tiempo después. Muere en Madrigal de las Altas Torres en 1591.

*VIDA RETIRADA ¡Oh, monte! ¡Oh, fuente! ¡Oh, río!


¡Oh, secreto seguro, deleitoso!,
¡Qué descansada vida roto casi el navío
la del que huye del mundanal ruido, a vuestro almo reposo
y sigue la escondida huyo de aqueste mar tempestuoso.
senda, por donde han ido Un no rompido sueño,
los pocos sabios que en el mundo han sido! un día puro, alegre, libre quiero;
no quiero ver ceño
Que no le enturbia el pecho vanamente sereno
de los soberbios grandes el estado, de a quien la sangre ensalza o el dinero.
ni del dorado techo
se admira, fabricado Despiértenme las aves
del sabio moro, en jaspes sustentado . con su cantar sabroso no aprendido;
no los cuidados graves
No cura si la fama de que es siempre seguido
canta con voz su nombre pregonera; el que al ajeno arbitrio está atenido.
ni cura si encarama
la lengua lisonjera, Vivir quiero conmigo,
lo que condena la verdad sincera. gozar quiero del bien que debo al cielo,
a solas, sin testigo,
¿Qué presa a mi contento, libre de amor, de celo, de odio,
si soy del vano dedo señalado, de esperanzas, de recelo.
si en busca de este viento
ando desalentado
con ansias vivas con mortal cuidado?

41
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

Del monte en la ladera


por mi mano plantado tengo un huerto, A mí una pobrecilla
que con al primavera, mesa, de amable paz bien abastada,
de bella flor cubierto, me baste, y la vajilla,
ya muestra esperanza del fruto cierto. de fino oro labrada,
sea de quien la mar no teme airada.
Y como codiciosa
por ver y acrecentar su hermosura, Y mientras miserable-
desde la cumbre airosa mente se están los otros abrasando
una fontana pura con sed insacïable
hasta llegar, corriendo, se apresura. del peligroso mando,
tendido yo a la sombra esté cantando.
Y luego, sosegada,
el paso entre los árboles torciendo, A la sombra tendido,
el suelo, de pasada, de yedra y lauro eterno coronado,
de verdura vistiendo puesto el atento oído
y con diversas flores va esparciendo. al son dulce, acordado,
del plectro sabiamente meneado.
El aire el huerto otea,
y ofrece mil olores al sentido, *
los árboles menea con un manso rüido, AL SALIR DE LA CÁRCEL
que del oro y del cetro pone olvido.
Aquí la envidia y mentira
Ténganse su tesoro me tuvieron encerrado;
los que de un falso leño se confían; dichoso el humilde estado
no es mío ver el lloro del sabio que se retira
de los que desconfían de aqueste mundo malvado,
cuando el cierzo y el ábrego porfían. y con pobre mesa y casa
en el campo deleitoso
La combatida antena con sólo Dios se compasa,
cruje, y en ciega noche el claro día y a solas su vida pasa,
se torna; al cielo suena ni envidiado ni envidioso.
confusa vocería
y la mar enriquecen a porfía. *

42
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

SAN JUAN DE LA CRUZ

Nació en Fontiveros, Ávila en 1542. De ascendencia morisca. Su verdadero nombre era Juan de Yepes
Álvarez. Estudió en la orden de los jesuitas e ingresó posteriormente a la orden del Carmelo. Fue
simpatizante de la reforma de la Orden, propuesta por Santa Teresa de Jesús, por lo que fue
apresado. Tras lograr escapar se refugió en distintos monasterios. Murió en Úbeda, Jaén, el año de
1581.

CÁNTICO ESPIRITUAL 4
Oh, bosques y espesuras,
ESPOSA plantadas por la mano del Amado,
oh prado de verduras,
1 de flores esmaltado,
¿A dónde te escondiste, decid si por vosotros ha pasado.
Amado, y me dejaste con gemido?
como el ciervo huiste, RESPUESTA DE LAS CRIATURAS
habiéndome herido;
salí tras ti clamando, y ya eras ido. 5
Mil gracias derramando,
2 pasó con estos sotos con presura,
Pastores los que fuerdes y yéndolos mirando,
allá por las majadas al otero, con sola figura
si por ventura vierdes vestidos los dejó de hermosura.
aquel que yo más quiero,
decidle que adolezco, peno y muero. ESPOSA

3 6
Buscando mis amores, ¡Ay, quién podrá sanarme!
iré por esos montes y riberas, Acaba de entregarte ya de vero,
ni cogeré las flores, no quieras enviarme
ni temeré las fieras, de hoy más ya mensajero,
y pasaré los fuertes y fronteras. que no saben decirme lo que quiero.

43
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

7 sino con la presencia y la figura.


Y todos cuantos vagan,
de ti me van mil gracias refiriendo 12
y todos más me llagan, ¡Oh, cristalina fuente,
y déjame muriendo si en esos tus semblantes plateados,
un no sé qué que quedan balbuciendo. formases de repente
los ojos deseados
8 que tengo en mis entrañas dibujados!
Mas, ¿cómo perseveras,
oh, vida, no viviendo donde vives, 13
y haciendo porque mueras, Apártalos, Amado,
las flechas que recibes, que voy de vuelo.
de lo que del Amado en ti concibes?
ESPOSO
Vuélvete paloma,
9 que el ciervo vulnerado
¿Por qué, pues, has llagado por el otero asoma
a aqueste corazón no le sanaste? al aire de tu velo, y fresco toma.
Y pues me las has robado,
¿Por qué asi le dejaste, ESPOSA
y no tomas el robo que robaste?
14
10 Mi amado, las montañas,
Apaga mis enojos, los valles solitarios nemerosos,
pues que ninguna basta de deshacellos, las ínsulas extrañas,
y véante mis ojos, los ríos sonorosos,
pues eres lumbre de ellos, el silbo de los aires amorosos.
y sólo para ti quiero tenellos.
15
11 La noche sosegada
Descubre tu presencia, en par de los levantes de la aurora,
y máteme tu vista y hermosura; la música callada,
mira que la dolencia la soledad sonora,
de amor que no se cura la cena que recrea y enamora.

44
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

que ya sólo en amar es mi ejercicio.


16
Nuestro lecho florido, 21
de cuevas de leones enlazado, Pues ya si en el ejido,
en púrpura tendido, de hoy más no fuere vista ni hallada,
de paz edificado, diréis que me he perdido,
de mil escudos de oro coronado. que andando enamorada,
me hice perididza, y fui ganada.
17
A zaga de tu huella 22
las jóvenes discurren De flores y esmeraldas
al camino al toque de centella en las frescas mañanas escogidas,
al adobado vino, haremos las guirnaldas,
emisiones de bálsamo Divino. en tu amor florecidas,
y en un cabello mío entretejidas.
18
En la interior bodega 23
de mi amado bebí, y cuando salía En solo aquel cabello,
por toda aquesta vega, que en mi cuello volar consideraste,
ya cosa no sabía, mirástele en mi cuello,
y el ganado perdí que antes seguía. y en el presto quedaste,
en uno de mis ojos te llagaste.
19
Allí me dio su pecho, 24
allí me enseñó ciencia muy sabrosa, Cuando tú me mirabas,
y yo le di de hecho tu gracia en mí tus ojos imprimían;
a mí sin dejar cosa; por eso me adamabas,
allí le prometí de ser su esposa. y en eso merecían
los míos adorar lo que en tu vían.
20
Mi alma se ha empleado,
y todo mi caudal a su servicio:
ya no guardo ganado,
ni ya tengo otro oficio;

45
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

25 y fuiste reparada,
No quieras despreciarme, donde tu madre fuera violada.
que si color moreno en mí hallaste,
ya bien puedes mirarme 30
después que me miraste, A las aves ligeras,
que gracia y hermosura en mí dejaste. leones, ciervos, gamos saltadores,
montes, valles, riberas,
26 aguas, aires, ardores,
Cogednos las raposas, y miedos de las noches veladores.
que está ya florecidas nuestra viña,
en tanto que de rosas 31
hacemos una piña Por las amenas liras
y no parezaca nadie en la montiña. y canto serenas os conjuro
que cesen vuestras iras,
27 y no toquéis al muro,
Detente, Cierzo muerto; porque la Esposa duerma más seguro.
ven, Austro, que recuerdas los amores,
aspira por mi huerto, ESPOSA
y corran sus olores. 32
y pacerá el amado entre las flores. Oh, ninfas de Judea,
en tanto que en las flores y rosales
ESPOSO el ámbar pefumea,
morá en los arrabales,
28 y no queráis tocar nuestros umbrales.
Entrándose ha la Esposa
en el ameno huerto deseado, 33
y a su sabor reposa, Escóndete Carillo,
el cuello reclinado y mira con tu haz a las montañas,
sobre los dulces brazos del Amado. y no quieras decillo;
mas mira las compañas
29 de la que va por ínsulas extrañas.
Debajo del manzano,
allí conmigo fuiste desposada
allí te di la mano,

46
ANTOLOGÍA DE LA POESÍA RENACENTISTA ESPAÑOLA

ESPOSO
34
La blanca palomica 38
al arca con el ramo se ha tornado, Allí me mostrarías
y ya a tortolica aquello que mi alma pretendía,
al socio deseado y luego me darías
en las riberas verdes ha hallado. allí tú, vida mía,
aquello que me diste el otro día.
35
En soledad vivía, 39
y en soledad ha puesto ya su nido , El aspirar del aire,
en soledad la guía, a solas su querido, el canto de la dulce filomena,
también en soledad de amor herido. el soto y su donaire,
en la noche serena
ESPOSA con llama que consume y no da pena.
36
Gocémonos, Amado, 40
y vámonos a ver en tu hermosura Que nadie lo miraba,
al monte o al collado, Aminadab tampoco parecía,
do mana el agua pura; y el cerco sosegaba,
entremos más adentro en la espesura. y la caballería
a vista de las aguas descendía.
37
Y luego a las subidas
cavernas de la piedra nos iremos,
que están bien escondidas,
y allí entraremos,
y el mosto de granadas gustaremos.

47

You might also like