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MARCO CONCEPTUAL

Este estudio se enmarcará en la Psicología Positiva (PP), corriente psicológica que


surgió a fines de la década de los noventa, gracias a los trabajos del psicólogo Martin
Seligman (1998) como principal exponente, quien plantea a la “psicología positiva
como un estudio científico de las experiencias positivas, los rasgos positivos de los
individuos, las instituciones que facilitan su desarrollo y los programas que ayudan a
mejorar la calidad de vida, mientras que previenen o reducen la incidencia de la
psicopatología”1. Centrado en las fortalezas y virtudes humanas, las cuales permiten
adoptar una perspectiva más abierta respecto del potencial humano, sus motivaciones y
capacidades.

Seligman y Csikszentmihalyi (2000) expresan que la Psicología Positiva es un


campo dedicado al mejoramiento de la calidad de vida. A lo largo de los años la
psicología clásica se ha ocupado de las enfermedades y patologías, pero ha descuidado
los aspectos positivos, tales como el bienestar, el contento, la satisfacción, la alegría,
etcétera. Dichos autores postulan que este gran énfasis de la psicología clásica en la
enfermedad la ha hecho descuidar los beneficios que estos aspectos presentan para las
personas.

Esta corriente se inscribiría dentro del Enfoque Salugénico de Antonovsky en


1992. Dicho autor plantea acciones en salud enfocadas hacia la conservación, bienestar
y crecimiento del individuo, generando un nuevo cambio de pensamiento-acción salud
positiva y una mejor calidad de vida.

Fueron varias las investigaciones que buscaron nuclear las corrientes e


investigaciones previas sobre el bienestar psíquico, como así también, consolidar y
difundir el interés por los aspectos positivos del psiquismo humano, tanto a nivel de la
sociedad general, como también, dentro de la comunidad científica (Gancedo, 2008;
Linley, Joseph, Harrington & Wood, 2006; Mariñelarena-Dondena & Gancedo, 2011).

Inicialmente, Martin Seligman formuló su “Teoría de la auténtica felicidad”


(2002), con el propósito de que esta nueva corriente girara en torno a tres lineamientos
de acción: los rasgos individuales positivos, el estudio de las emociones positivas y las
instituciones que promueven los dos primeros. Su finalidad radicaba en el estudio de la

1
Vid.: http://www.actaodontologica.com/ediciones/2015/3/art-19/

1
felicidad, mediante el incremento de la satisfacción con la vida (Gancedo, 2008;
Mariñelarena-Dondena & Gancedo, 2011; Seligman & Csikszentmihalyi, 2000).
Posteriormente, en el año 2009 agregó un cuarto pilar de estudio: los vínculos positivos
(Castro Solano, 2010).

Así también, Seligman, Steen, Park & Peterson (2005) expresan que la PP hace
hincapié en la promoción del desarrollo de intervenciones basadas en evidencia
empírica orientadas a potenciar las cualidades positivas que todos los seres humanos
poseen. Más tarde, en el año 2011, Seligman presenta la Teoría del Bienestar,
definiendo el bienestar como un constructo multidimensional constituido por cinco
elementos: las emociones positivas, el compromiso, los vínculos positivos, el
significado y el logro. A partir de esta nueva teoría del bienestar, la PP pone mayor
énfasis en promover el florecimiento humano, incrementando los cinco elementos que
componen el bienestar (Seligman, 2011).

Vera (2006) sostiene que el ser humano tiene capacidad para adaptarse y
recuperarse de situaciones adversas, de ahí que la PP apunte a comprender los procesos
que subyacen a las cualidades y emociones positivas del ser humano, y así aportar
nuevos conocimientos acerca de la psique humana para ayudar a resolver los problemas
de la salud mental y brindar alcances para obtener una óptima calidad de vida y
bienestar.

Por otra parte, Park y Peterson (2003) formulan que los Psicólogos Positivos no
niegan los problemas que experimentan las personas, no ignoran lo negativo (como las
tensiones y las adversidades), en su intento de comprender lo que significa vivir bien;
sino, antes bien, buscan poder identificar lo que la persona hace bien, ayudarla para
abordar y resolver situaciones que desarrolla, y así, aprovechar sus fortalezas y Commented [R1]: Vivencia, podría funcionar como sinónimo?

cualidades que posee.

Nansook Park, Christopher Peterson, Jennifer K. Sun, en su investigación, La


Psicología Positiva: Investigación y Aplicaciones, plantearon que la investigación y las
prácticas guiadas por la psicología positiva pueden contribuir de modo significativo a
lograr una buena vida. Esta teoría fue comprobada en numerosas investigaciones;

RESILIENCIA DESDE LA PSICOLOGÍA POSITIVA

2
Uno de los conceptos que aborda y estudia la Psicología Positiva es la resiliencia2,
que ha sido tomado de la física y entendida como la capacidad de los materiales para
regresar a su estado inicial, aunque hayan sido completamente alterados. Pero si se
utiliza en psicología o en cualquier ciencia humana, este término quiere decir más que
eso, es decir, alude la capacidad que muestran muchas personas para atravesar
circunstancias, por demás difíciles o trágicas que sean y salir fortalecidos de ellas.

La palabra resiliente ha sido generalmente aplicada tanto a personas que se


sobreponen a las dificultades, como a personas que tienen una buena trayectoria de
adaptaciones exitosas frente al estrés y a los cambios disruptivos (Werner y Smith,
1992). De ahí que se la defina como la capacidad del ser humano para hacer frente a las
adversidades de la vida, superarlas y ser transformado positivamente por ellas (Muñiz,
Santos, Kotliarenco, Suárez-Ojeda, Infante y Grotberg, 1998; Melillo, 2004).

Resiliencia implica dos elementos diferentes pero relacionados en términos


psicológicos. Dicho con otras palabras, hace referencia, en primer lugar, a la capacidad
que tienen las personas para afrontar situaciones adversas o traumáticas y afrontarlas
como desafíos mas que como situaciones amenazantes. Esto favorece y facilita la
capacidad de afrontamiento que posee la persona y disminuye el impacto psicológico
del mismo.

Por otro lado, se aplica este concepto al hecho observable de que una persona o
grupo de personas, habiendo sufrido un evento adverso, no hayan desarrollado Commented [R2]: Experimentado, puede ser?

reacciones o problemas psicopatológicos. En cualquier caso, esta definición no se centra


en las capacidades o formas de afrontar el acontecimiento de la persona, sino que, al no
desarrollar síntomas, se muestra una respuesta resiliente.
(http://www.redalyc.org/html/274/27419066003/).

Así también, Gancedo (2008) plantea la resiliencia como parte del repertorio
básico de recursos que traemos al mundo todos los seres humanos, constituyendo un
rasgo de la función adaptativa de lo vivo y se expresa en la posibilidad que tienen las
personas de construir diversas rutas hacia un desarrollo emocionalmente saludable, en
medio de circunstancias de riesgo, disímiles y desafiantes. Es un conjunto de procesos

2
Dicho vocablo tiene su origen en el idioma latín, en el término resilio, que significa volver atrás,
volver de un salto, resaltar, rebotar. El término fue apropiado por las Ciencias Sociales para caracterizar
aquellas personas que, a pesar de nacer y vivir en situaciones de alto riesgo, se desarrollan
psicológicamente sanos y exitosos (Rutter, 1993).

3
sociales e intrapsíquicos, que posibilitan acceder al bienestar psicofísico a pesar de las
adversidades. Depende de cualidades positivas del proceso interactivo del sujeto con los
otros humanos, responsable en cada historia singular de la construcción del sistema
psíquico humano.

De acuerdo con Vanistendael y Lecomte (2002), la resiliencia lleva a buscar un


equilibrio entre riesgos y protección que suceden en la vida de los sujetos. Cuando el
equilibrio es suficientemente estable para resistir los cambios adversos de las
circunstancias que vive el sujeto, se define como resiliente.

Por su parte, Suárez Ojeda y Kraukf (1995) proponen que la resiliencia significa
una combinación de factores que permiten a un ser humano, afrontar y superar los
problemas y adversidades de la vida y construir sobre ellos.

En este sentido, en su artículo “Resiliencia, una visión positiva para la prevención


e intervención desde los servicios sociales”, Carretero3 (2010) detalla que la resiliencia,
ha sido tratada y definida de forma diferente por autores europeos y estadounidenses.
De un lado, el concepto manejado por los autores europeos, en su mayoría franceses,
relacionan la resiliencia con el concepto postraumático, al entender la resiliencia
simultáneamente con la capacidad de salir indemne de una experiencia adversa,
aprender de ella y mejorar. Del otro, los autores norteamericanos hacen alusión al
proceso de afrontamiento que ayuda a la persona a mantenerse intacta, diferenciándola
del concepto de crecimiento postraumático. Además, los mismos argumentan que el
término resiliencia debe ser reservado para denotar el retorno homeostático del sujeto a
su condición anterior, utilizando otros términos como florecimientos, o crecimiento
postraumático para hacer referencia a la obtención de beneficios o al cambio a mejor
tras la experiencia traumática. De manera que, en su opinión, la resiliencia refleja la
habilidad o capacidad para mantener un equilibrio estable durante todo el proceso
(Bonano, 2004).

En lo que toca al origen de los trabajos sobre resiliencia, éstos se remontan a la


observación de comportamientos individuales de superación que en principio parecían

3
Vid.: https://pendientedemigracion.ucm.es/info/nomadas/27/raulcarretero.pdf

4
casos aislados y anecdóticos (Vanistendael, 2001) y al estudio evolutivo de niños que
habían vivido en situaciones difíciles.

Uno de los primeros trabajos científicos que potenciaron el establecimiento de la


resiliencia como tema de investigación fue un estudio longitudinal realizado a lo largo
de 30 años con una cohorte de 698 niños nacidos en Hawai en condiciones muy
desfavorables. Treinta años después, el 80 % de estos niños había evolucionado
positivamente, convirtiéndose en adultos competentes y bien integrados (Wernes y
Smith. 1982; 1992). Este estudio, realizado en un marco ajeno a la resiliencia, ha tenido
un papel muy importante en el surgimiento de la misma (Mancioux et al., 2001).

De esta forma, frente a la creencia común de que una infancia infeliz determina
necesariamente el desarrollo posterior del niño hacía formas patológicas del
comportamiento y la personalidad, los estudios con niños resilientes han demostrado
que son suposiciones sin fundamento científico y que un niño herido no está
necesariamente condenado a ser un adulto fracasado (Cyrulnick, 2001).

Cyrulnick (2001) entiende la resiliencia como la capacidad para mantener un


funcionamiento adaptativo de las funciones físicas y psicológicas en situaciones críticas.
A su vez, considera que no es una habilidad o capacidad absoluta o que se adquiere de
una vez y para siempre. Más precisamente, conforme a sus palabras, la resiliencia es la
resultante de un proceso dinámico y evolutivo que varía según las circunstancias, la
naturaleza de la situación, el contexto y la etapa de la vida y que puede expresarse de
muy diferentes maneras en diferentes culturas o entornos. De modo que, en tanto fruto
de la interacción entre el individuo y su entorno, puede definírsela como un proceso, un
devenir y, además, afirmarse que no es tanto la persona la que es resiliente como su
evolución y el proceso de vertebración de su propia historia vital.

Por todo lo expuesto, puede sostenerse que los estudios sobre la resiliencia han
permitido cambiar la manera de entender el proceso de desarrollo humano y social,
habiendo pasado de una concepción patologisista y desesperanzadora frente a la
adversidad, a una concepción salutogénica que resalta la capacidad no sólo de
adaptación, sino hasta de crecimiento y enriquecimiento de la persona humana frente al
dolor y al sufrimiento (modelo de concepción salutogénica de descripta anteriormente
en la introducción), tal como pudo comprobarse con las investigaciones de Grotberg Commented [R3]: Lo suprimiría, quizá.

(1995) y Melillo (2003), en las cuales se procedió a hacer la aplicación de la técnica de

5
Redes Semánticas Naturales a 400 niños resilientes de ambos sexos, demostraron la
eficacia y efectividad de este concepto en niños y niñas de escuelas públicas y
privadas4.

El concepto de Resiliencia que se utiliza en el abordaje de dicho estudio es aquella


que puede ser definida como “la capacidad, fruto de la interacción de diferentes
variables personales con factores ambientales, que permite al individuo enfrentarse y
resolver, de manera adecuada e integrada en su entorno cultural, diferentes situaciones
de adversidad, riesgo o traumáticas por diferentes motivos, permitiéndole alcanzar una
situación normalizada y adaptada a su medio cultural” (Cyrulnick, 2001).

Por último, Valeria Llobet (2008) considera la resiliencia como la promoción de


autonomía, independencia, iniciativa y sociabilidad en las instituciones, la capacidad de
superar los eventos adversos y ser capaz de tener un desarrollo exitoso a pesar de
circunstancias muy adversas. Es tomada como la capacidad de recuperarse de
situaciones traumáticas extremas, refleja la confluencia dinámica de factores que
promueven la adaptación positiva a pesar de la exposición a experiencias adversas. Commented [R4]: Cómo podría sintetizarse?

Asimismo, la autora citada sostiene que la resiliencia es un componente de la


adecuada adaptación psicosocial y se asocia con la salud mental. Asimismo, supone dos
aspectos relacionados, por un lado, la resistencia, expresada en la capacidad de
supervivencia en un medio hostil; por otro, la capacidad de construcción positiva. El
enfoque de resiliencia en niños permite una mirada diferente, centrada en las
capacidades de esta población para hacer frente a la adversidad. Por tanto, propone
trabajar la resiliencia abordándola a través de diversas dimensiones.

DIMENSIONES DE LA RESILIENCIA

Las dimensiones que hacen a la resiliencia, según Llobet, son, por un lado, la Commented [R5]: Aquí habría que enumerarlas primero y
luego explicar una por una, es decir: la autoestima, los vínculos
autoestima, que supone las apreciaciones que el niño tiene de sí mismo, derivadas de afectivos, la creatividad, el humor, la red social y la empatía.

sus experiencias personales y los vínculos afectivos y que influirá en el desarrollo de


estrategias para enfrentar las situaciones de tensión. Así como también, los vínculos
afectivos, primero con los padres, que permitirán a los niños desarrollar la capacidad de

4
http://www.redalyc.org/html/1339/133915933006/

6
experimentar confianza y como consecuencia, consolidar relaciones estables,
incluyendo la ambivalencia de sentimientos, aceptando los aspectos positivos y
negativos del otro y de sí.

Otra dimensión es la creatividad, que posee el niño para poder hacer frente a
situaciones que le generan malestar, y que se desarrollan a partir del juego, para lograr
así una flexibilidad de soluciones ante dichas situaciones.

La influencia del humor, le permite al niño procesar las experiencias traumáticas


con menos angustias y son un recurso para enfrentar situaciones de estrés.

La red social, como otra dimensión, permite el enriquecimiento de la vida


cotidiana con la creación de valores para los eventos, esto configura recursos extra para
los niños, cuando se encuentran en circunstancias difíciles. Y, por último, la empatía,
como la intensión de comprender los sentimientos y emociones, intentando
experimentar la forma objetiva y racional de lo que siente otro individuo.

Estas dimensiones son las que se tomarán en cuenta a la hora de realizar el


abordaje metodológico de dicho estudio.

RESILIENCIA EN NIÑOS

Se puede observar algunos atributos de resiliencia que pueden ser consideradas


en niños y niñas en situaciones de vulnerabilidad, a saber: en primer lugar, la
competencia social, expresada en la interacción con otros, e incluyendo el sentido del
humor; en segundo lugar, la resolución de problemas, que implica la habilidad de
reflexión y abstracción, y la flexibilidad para el intento de nuevas resoluciones para
problemas. Luego, la autonomía, que supone un sentido de independencia, de
autocontrol, de poder y centralmente, se relaciona con la propia identidad; y, por último,
el sentido de propósito y de futuro, relacionado con la autonomía y la autoeficacia, así
como el grado de control que la persona puede tener sobre el ambiente. Implica la
posibilidad de generar expectativas y objetivos.

7
Analizar las manifestaciones de niños y niñas, a partir de los ejes precitados,
permitirá caracterizar las modalidades que adoptan, en su cotidianeidad, las conductas y
procesos resilientes.

La investigación realizada por González, Fuentes, Medina y Borja (2008),


“Resiliencia en Adolescentes”, plantearon conocer los factores de la resiliencia
presentes en adolescentes mexicanos, para lo cual se aplicó el Cuestionario de
Resiliencia a 200 adolescentes de ambos sexos, estudiantes de secundaria y
preparatoria. Se concluyó que dicha investigación ha sido efectiva ya que se obtuvieron
factores que constituye a la Resiliencia, como ser la seguridad personal, autoestima,
afiliación, baja autoestima, altruismo y familia.
Los análisis por sexo muestran mayor resiliencia en los varones, con rasgos de ser
más independientes; las mujeres logran ser resilientes siempre y cuando exista un apoyo
externo significativo o de dependencia. Es, por esto, que se puede aseverar que la
resiliencia es indispensable ya que los individuos tienen que empezar a transformarse a
sí mismo y a su realidad adversa y es así como la resiliencia abre el camino hacia la
salud mental de la persona.
Lo mismo pudo verse en la investigación de Amar Amar, Kotliarenco y Llanos
(2003). Ellos señalan que los niños víctimas de la violencia intrafamiliar activa y/o
pasiva pueden desarrollar una personalidad resiliente. La muestra estuvo conformada
por 31 niños resilientes, de los cuales 14 reportaron violencia intrafamiliar activa y 17
violencia intrafamiliar pasiva, en edades comprendidas entre los 7 y 12 años. Los
resultados obtenidos sostuvieron que los niños resilientes de la muestra presentan
características y factores que los protegen de la adversidad y les permite un desarrollo
psicosocial positivo5.
Por último, Gianino Gadea (2012), en su investigación, buscó establecer si existen
diferencias en la resiliencia, a partir de los factores personales, entre niños
institucionalizados y niños no institucionalizados. Las muestras estuvieron conformadas
por 56 menores entre 8 y 11 años albergados en el Puericultorio Pérez Aranibar en el
año 2011 y por 56 menores entre 8 y 11 años que se encontraban estudiando en el
Colegio Perú-España del distrito de Villa El Salvador en el año 2011. Las conclusiones

5
http://www.redalyc.org/html/268/26811107/

8
del estudio realizado mostraron que no existe diferencias significativas entre la
resiliencia de los niños institucionalizados con la de los niños no institucionalizados6.

6
http://www.unife.edu.pe/publicaciones/revistas/psicologia/2012/3/1_avances_20_2012.
pdf#page=79

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