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Existen varias hipótesis de cómo se generó la vida en nuestro planeta.

Una de las teorías planteadas sobre el origen de la vida es el creacionismo, donde se propone
que todos los seres vivos provienen de un creador divino. Sin embargo, esta teoría no se puede
probar a través del método científico.

Teoría de la Generación espontánea

La palabra biología proviene del griego bios que significa "vida" y logos que significa "estudio".
Por lo tanto, podemos definir a la biología como la ciencia que estudia los seres vivos.

Durante la Edad Media y hasta el siglo XVI predominaba la idea de que los seres vivos eran
creados por un poder divino. Sin embargo, ya en el siglo XVII, comenzó a tomar fuerza una idea
que ya había surgido en pueblos de la Antigüedad: que los organismos vivos aparecían por
generación espontánea.

La teoría de la generación espontánea mantiene el pensamiento de que ciertos seres vivos,


como insectos, gusanos o ratones, se originan de forma repentina a partir de materia
inorgánica.

En 1668, Francesco Redi realizó un experimento con el objetivo de refutar la teoría de la


generación espontánea. Para ello, puso carne en descomposición en distintas bandejas, una de
ella tapada con una tapa, otra cubierta por una tela y otra totalmente descubierta.

Según la teoría de la generación espontánea las larvas aparecerían de forma repentina, pero
Redi demostró que las larvas solo aparecían en la carne sin tapar, ya que en el resto las moscas
no podían depositar los huevos.

Pasteur y los matraces de cuello de cisne

Louis Pasteur presentó su experimento en el cual demostró que los microorganismos están
presentes en el aire y no se generan de forma espontánea.

En sus experimentos, Pasteur utilizó matraces de cuello de cisne, matraces modificados para
conseguir que pasara el oxígeno (solo indispensable para la vida) pero que impedían que las
bacterias pasaran ya que quedaban atrapadas en las curvas del cuello del matraz.

Pasteur demostró que si hervía el líquido de los matraces y no se manipulaba el cuello, no


aparecía ningún organismo.

Sin embargo, si se giraba el matraz o se rompía el cuello del mismo, aparecían


microorganismos en el caldo de cultivo, pero no porque se generaran espontáneamente, sino
porque estos se encuentran en el aire.

Después de este experimento, quedó claro para toda la comunidad científica que los
organismos no aparecían de forma repentina y la teoría de la generación espontánea quedó
totalmente sin piso.

2. Teoría de la evolución química


Teoría de la evolución química

Oparin Y Haldane propusieron la idea de que, para conocer cómo se originó la vida en la Tierra,
debían plantearse las condiciones que existían en la Tierra en ese momento, es decir, hace
aproximadamente 3500 millones de años. Estas condiciones eran totalmente diferentes a las
que conocemos actualmente, ya que existía una atmósfera reductora (sin oxígeno libre o con
muy poco oxígeno), altas temperaturas y grandes cantidades de descargas eléctricas en forma
de rayos.

Haldane fue el primero en hablar de un caldo primordial, haciendo referencia al océano que
cubriría gran parte de la Tierra en aquella época. En ese caldo, aparecería una enorme
cantidad de moléculas orgánicas formadas a partir de moléculas inorgánicas, simplemente
desde la energía que se liberaba sobre la Tierra. Del mismo modo, Oparin propuso que las altas
temperaturas junto con la radiación ultravioleta y las descargas eléctricas que ocurrían en la
atmósfera debido a las tormentas, provocarían una reacción química de los compuestos
inorgánicos que darían lugar a los compuestos orgánicos. Esto es lo que conocemos como la
evolución química.

Las grandes moléculas orgánicas que se formaron por evolución química debieron seguir
evolucionando en moléculas más complejas, hasta que quedara rodeada por una membrana
que fuera capaz de autorreplicarse, y diera origen a la vida celular similar a la que conocemos
hoy en día.

Las teorías propuestas por Oparin y Haldane no fueron totalmente aceptadas por la
comunidad científica, en vista de que recordaban demasiado a la teoría de la generación
espontánea. Sin embargo, en 1953, se llevó a cabo un experimento que demostró la viabilidad
de la teoría de la evolución química.

Basándose en las teorías de Oparin y Haldane, el científico Stanley L. Miller ideó un


experimento que simulara las condiciones terrestres de hace 3 500 millones de años para
comprobar si era posible la aparición de moléculas orgánicas a partir de inorgánicas.

Para ello Miller mezcló en un recipiente cerrado los gases que supuestamente existían en la
atmósfera primitiva: metano, amoniaco, hidrógeno y vapor de agua.

Esta mezcla de gases fue sometida a temperaturas de 80 °C y sobre ella se aplicaron descargas
eléctricas durante una semana. Pasado este tiempo, se observó que, disueltos en agua,
aparecían varios aminoácidos, moléculas constituyentes de las proteínas. En experimentos
posteriores, se descubrió que también se podía obtener uracilo y citosina, moléculas que
forman parte del ADN y ARN.

Gracias a este experimento, se concluyó que, si las condiciones de la Tierra eran realmente las
que se habían reproducido, la síntesis de compuestos orgánicos a partir de elementos y
compuestos inorgánicos sencillos era posible. Muchos científicos han rechazado esta teoría,
puesto que es muy posible que las condiciones en la Tierra primitiva no fueran las planteadas
en el experimento de Miller. Sin embargo, durante la segunda mitad del siglo XX se han
realizado numerosos experimentos que han modificado las condiciones iniciales.
3. Bioelementos y Biomoléculas

El análisis de la composición de los seres vivos nos muestra que los elementos químicos que
los constituyen son los mismos que componen el resto de la materia de nuestro planeta, de
nuestra galaxia y del universo. Sin embargo, la proporción en la que se encuentran los distintos
elementos es diferente en los seres vivos y en la materia inanimada.

Los elementos que predominan en los seres vivos son el carbono (C), hidrógeno (H), oxígeno
(O), nitrógeno (N), fósforo (P) y azufre (S). A estos elementos los conocemos como
bioelementos primarios, ya que son los elementos indispensables para formar las moléculas
que conforman la materia viva y constituyen aproximadamente el 96 % de la misma.

En los seres vivos, encontramos, en un porcentaje mucho menor, otros elementos que
consideramos bioelementos secundarios. Estos son necesarios para mantener el equilibrio
osmótico y para realizar el metabolismo, por lo que son indispensables para la vida. Los
bioelementos secundarios son calcio (Ca), sodio (Na), potasio (K), cloro (Cl), magnesio (Mg),
hierro (Fe) y yodo (I).

Por último, encontramos los oligoelementos, que se encuentran en proporciones mucho más
bajas y no en todos los seres vivos, pero que tienen un papel importante. Algunos de estos
oligoelementos son el flúor (F), el cobre (Cu), el zinc (Zn) o el cobalto (Co).

Los bioelementos establecen entre ellos múltiples y complejas combinaciones, que dan lugar a
las biomoléculas, moléculas que constituyen a los seres vivos. Existen dos tipos de
biomoléculas: orgánicas e inorgánicas.

Las biomoléculas orgánicas son los glúcidos, los lípidos, las proteínas y los ácidos nucleicos.
Todas ellas son sustancias basadas en la unión de numerosos átomos de carbono y las
estudiaremos en la próxima unidad. Aunque las biomoléculas orgánicas constituyen una parte
importante de los seres vivos, existen dos biomoléculas inorgánicas de gran relevancia para la
vida: el agua y las sales minerales.

4. El Agua

El agua es la sustancia más abundante en los seres vivos, ya que constituye alrededor del 70 %
de su masa. Debido a su estructura molecular, presenta propiedades que la hacen
imprescindible para el desarrollo de la vida.

Composición y estructura molecular

La molécula de agua (H2 O) está formada por el enlace covalente entre un átomo de oxígeno y
dos de hidrógeno, y se caracteriza por:

Compartición de dos electrones: La compartición de electrones permite mantener una


configuración estable.

Polaridad de la molécula: El oxígeno es más electronegativo que el hidrógeno, por lo que atrae
hacia su núcleo a los electrones del hidrógeno. Esto produce un reparto desigual de las cargas,
por lo que la molécula de agua se convierte en un dipolo eléctrico en el que el oxígeno cuenta
con carga negativa y los hidrógenos con carga positiva.

Formación de puentes de hidrógeno: La atracción entre los átomos de hidrógeno y de oxígeno


de diferentes moléculas de agua debido a su diferencia de carga forma un tipo de enlace débil
que lo conocemos como puente de hidrógeno.

Propiedades Fisicoquímicas del agua

5. Sales minerales

Las sales minerales forman parte de los seres vivos y, aunque se encuentran en cantidades
muy pequeñas en comparación con el agua o las biomoléculas, tienen funciones muy
importantes en las reacciones metabólicas, en la regulación de estas o como constituyentes
celulares. Las sales más abundantes en los seres vivos son los cloruros, los fosfatos y los
carbonatos de calcio, sodio, potasio y magnesio.

Características

Las sales minerales son sustancias formadas por un catión procedente de una base y un anión
procedente de un ácido. Distinguimos dos tipos de sales minerales:

• Insolubles: Se encuentran formando un precipitado que no se disocia. Por ejemplo, el fosfato


cálcico, Ca3 (PO4 )2 .

• Solubles: Se encuentran disociadas en iones, como en el caso del cloruro sódico, NaCl.

Funciones

Las funciones de las sales minerales dependen de su solubilidad en el agua.

• Las sales insolubles tienen función estructural, ya que, por ejemplo, los fosfatos y los
carbonatos de calcio son componentes de huesos y conchas de los animales.

• Las sales solubles se ionizan en sus iones correspondientes, los cuales tienen diversas
funciones en las células. Por ejemplo, la transmisión del impulso nervioso depende del
intercambio de iones Na+ y K+ entre el medio intracelular y el extracelular a través de la
membrana plasmática.

Biomoléculas orgánicas

Junto con el agua y las sales minerales, las biomoléculas orgánicas son los componentes
fundamentales de la materia viva. Las biomoléculas orgánicas están formadas principalmente
por carbono (C) y tienen funciones muy diversas en los seres vivos: estructurales, energéticas,
de control en reacciones metabólicas, etc. La vida, tal y como la conocemos, está basada en el
carbono, y este es el único elemento que sirve como esqueleto de las biomoléculas que
conforman a todos los organismos.

La principal característica que hace que el carbono sea tan relevante es su configuración
electrónica que permite que forme cuatro enlaces covalentes simples muy estables, e
igualmente podría crear enlaces dobles e incluso triples. De esta forma, los átomos de carbono
pueden crear cadenas lineales, ramificadas o cíclicas muy estables sobre las que se van
situando otros grupos funcionales, formados en su mayoría por hidrógeno (H), oxígeno (O) y
nitrógeno (N).

Función de las sales minerales[editar]

No tienen como función la de aportar energia, sino:

Formar parte de la estructura ósea y dental (calcio, fósforo, magnesio y flúor).

Regular el balance del agua dentro y fuera de las células (electrolitos). También conocido como
proceso de ósmosis.

Intervienen en la excitabilidad nerviosa y en la actividad muscular (calcio, magnesio).

Permitir la entrada de sustancias a las células (la glucosa necesita del sodio para poder ser
aprovechada como fuente de energía a nivel celular).

Colaborar en procesos metabólicos (el cromo es necesario para el funcionamiento de la


insulina, el selenio participa como un antioxidante).

Intervenir en el buen funcionamiento del sistema inmunológico (zinc, selenio, cobre).

También forman parte de moléculas de gran tamaño como la hemoglobina de la sangre y la


clorofila en los vegetales.

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