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Quintana, Ángel. Después del cine imagen y realidad en la era digital, Barcelona, 2011
Precisamente es con un contraste de hitos del cine por su significancia en la estética del cine,
por un lado vamos a principios del siglo XX con Charlot prestamista de Chaplin y por otro
enfrentamos a Avatar, la película de James Cameron de 2011. En cada uno de estos se presenta
un análisis de su respectiva importancia, en la cual la bien lograda película de Chaplin lleva los
halagos por su gran significancia en marcar un desajuste del balance cotidiano, sin necesidad
de artilugios técnicos, más que de la propia capacidad actoral y situacional, sin caer en la
dependencia estricta a una narrativa. Ahora, ante una película que el autor critica por sus
planteamientos simplistas que presentan a su vez un antagonismo con el proceso de creación de
la misma.
De esta misma forma se desarrolla este primer capítulo de Cuerpos, en el cual se sopesa como
en los orígenes del cine, el análogo, importaba una estética mientras que con el tiempo ha
sufrido un proceso de parametrizacion a estándares comerciales ocasionando un interes del
público en cuanto a la articulación de lo posible con las maquinas, obviando las temáticas en
cuanto a su narrativa coherente. Además de que la introducción de nuevas tecnológicas como
por ejemplo el 3D corre una suerte de medicina para una problemática ante la baja fluencia de
las personas a las salas, y otras como el digital, proporciona modificaciones en toda la
producción de la toma de imágenes, con un sentido para provocar impacto en las personas; una
dirección contraria a la del cine clásico, donde prima el interés de evocar cuestiones cognitivas.
El autor incluso presenta que esto no es nuevo pues con Interior New York Subway, 1905, de
Billy Bitzer, y El hotel eléctrico, 1908, de Segundo de Chomon, marcan esa diferenciación entre
el cine de atención enfocada en la duración del primero, y uno de estímulos visuales, con el
segundo. Finaliza el autor este capítulo con el cuestionamiento de las modificaciones a la
imagen y a lo real que el cine digital ha producido.
En Huellas el autor produce una comparación con lo considerado arte dentro de la época del
renacimiento donde era más significante y valido el arte creado a partir de una imitación del
mundo, que aquel donde se utilizaban moldes que proyectaban una realidad perene en el tiempo.
La posición del autor se ve reflejada en el análisis de Te Querre por simpre (Didi Huberman),
estableciendo que el negativo fotográfico juega el papel de molde al capturar una realidad
preexistente para resucitarla, ante un cine digital que es imitación e idealización
Ante esto, estableciendo además una valorización como arte al proceso de post producción, a
lo conocido como montaje, contrastando con una imagen electrónica dada por la televisión, que
no proporcionaba arte alguno, sino según Godard, un medio de transmisión al servicio del cine,
con lo cual el autor valoriza la importancia del video, así como también el digital proporciona
beneficios en la elaboración del cine, sin embargo presenta también que el cine actual desea
recuperar sus lazos con el documento para representar verdaderamente una ontología de la
realidad y no una idealización, ocasionando una hibridación constante.
En un momento en el cual las salas de cine han sido pobladas por los grandes producciones de
Hollywood, aquellos Bluckbuster en los cuales saben que su capacidad de atractivo hacia las
personas está dotado por el impacto visual que presentan, que incluso permite la recaudación
de dinero antes de su proyección, esas creaciones que han seguido un mismo modelo desde
inicios de este siglo y ha modificado las expectativas del espectador a un nivel en el cual paga
por ver bits de información que otra propuesta, es menester tener una apreciación diferente, una
visualización de un todo en cuanto al cine involucrando todo lo que ha implicado a lo largo de
su historia, para darle la valoración que realmente merece. Por lo cual resulta gratificante leer
este ensayo de Ángel Quintana pues con su propuesta de involucrar toda esta evolución, o en
mejores términos, constante mutación, bajo la cual se han visto sujetas las propuestas
cinematográficas, permite crear una bagaje de argumentos para lograr asumir una posición
neutral y con criterio ante el cine actual, no solo aquel parametrizado de Hollywood, sino, todas
las expresiones de cultura y arte cinematográfico.
Claro está que aunque puede existir una inclinación hacia a una posición en la cual se valorice
más ese cine de los orígenes por su manifestación que llega a un punto didáctico, no es
permisible obviar las importancias de los avances tecnológicas, que se deberían presentar como
herramientas para la creación de continuas propuestas fuera de los estándares generalizados.