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ANTOLOGÍA DEL CUENTO BOLIVIANO

Introducción o la importancia de un reboot-remake-precuela

Empecemos por algunas definiciones (de fondo poner alguna canción de Vivaldi y beber una

copa de vino).

Reboot: «Se traduce literalmente al español como “reinicio”, es una palabra prestada del

mundo informático, donde vendría a significar el arranque o reseteado».

Remake: «No es otra cosa que “rehacer” el film original: en un principio se utilizó para

actualizar clásicos que parecían obsoletos entre los espectadores de hoy».

Precuela: «Encierra toda aquella historia anterior a una película ya estrenada, puede tomarse

ciertas libertades en el guión e introducir ciertos elementos novedosos, pero nunca suponen

un cambio en el hilo argumental».

Dicho esto, podemos afirmar que la Antología del cuento boliviano (de Manuel Vargas) es

un reboot, pero a la vez es un remake de su anterior antología: Los mejores cuentos bolivianos

del siglo XX (La Paz, 1981); y también es un intento de precuela (incluye cuentos de finales

del siglo XIX). Digamos entonces que esta antología es la Editor’s cut que siempre quiso

hacer Manuel Vargas y que los de la Biblioteca del Bicentenario permitieron.

Los responsables de esto son: Wilmer Urrelo e Iván Barba (cuidado de la edición); gestión

editorial (Martín Zelaya [¿?]). Entonces estamos ante una edición cuidada (Wilmer Urrelo es

obsesivo-compulsivo en la edición) de cuentos, pero de poca difusión (Martín Zelaya no tiene

experiencia en este ámbito: el libro salió en 2016 y recién se presentó en la última Feria del

libro de La Paz; casi un año de silencio, papu).


Conversación en el Kurmi (o remake de bajo presupuesto de Conversación en la

Catedral)

—Toda antología tiene su intención, papu.

—Discriminar.

—Manuel Vargas no es del Ku Klux Klan.

—Pero tiene su intención: justificar nuestra bolivianidad.

—De un país que no tuvo que ser.

—Somos perdedores (¡Guerra del Chaco, go home!)

—Morir antes que esclavos vivir.

—En algo estoy de acuerdo: somos mejores cuentistas que novelistas.

—Hoy estás pro Liliana Colanzi.

—Mejor que estar pro Edmundo Paz Soldán.

—Es lo mismo, papu.

Anexo

Compren la Antología de cuento boliviano y viajen (recorran por asfalto no por aire, nuestra

tierra, como lo hizo Kerouack en su tiempo). Es una edición cuidada (no como la de la

editorial Kipus, mala imagen de tapa y muchos errores en la edición), mucho más que la de

1981. Descubrirán que los cimientos de Bolivia están hechos con sangre y hueso y que aún,

en este milenio, no nos encontramos (aún no tenemos una identidad), pero tal vez eso sea ser

boliviano: ser indocumentados y felices.

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