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Marcel Duchamp fue un artista que había cambiado por completo la forma de
mirar el arte, siendo una de las grandes influencias para el siglo XX. Se trataba de
una “negación de los valores que construyeron la moderna concepción del arte” 1,
que cambió la conciencia estética de final de los años 1950. El cambio y el
desvanecimiento del paradigma estético moderno, anunciaban el comienzo de una
nueva era en el arte. La insensatez política y social de la época después de la
guerra, hizo que los artistas se manifestaran criticando a toda la institución del
arte. Algunos bien fundamentados en negar la moderna noción de obra de arte, y
otros en conceder nuevas funciones al arte, es decir, este arte se apropió de la
crítica y de la transgresión de los valores tradicionales. Dicha caída de los
paradigmas estéticos modernos, también se pronunciaban contra la idea de
modernidad. Era indudable que la crisis de la visualidad o de la representación
estética era un resultado del traslado del concepto de progreso de la cultura, a la
economía y la tecnología. El intento de fijarle identidad al sujeto racional por parte
de la ilustración, se detuvo al momento en que la misma libertad y autonomía que
se le otorgaba destruida por sí mismo. Estos eran los reflejos de la modernidad en
una sociedad que plasmaba en su historia visual, la conducción a la
autodestrucción del sujeto en tanto a lo cultural, económico, lo social, lo político y
por sobre todo lo estético.
Por otra parte, hasta 1917 nadie se había atrevido hacer lo que hizo Duchamp,
eliminar la técnica del artista plasmada en un objeto. Estas ideas que surgían en el
continente norte americano, empezaron a considerarse una forma de anti-arte el
cual han prevalecido ya por un siglo en la historia del arte. Después de que Marcel
Duchamp tomara el camino del arte para la mente, los artistas posteriores de los
años cincuenta y sesenta utilizaron este principio para sus creaciones. El fundador
del arte conceptual había alterado el concepto de lo que debía ser el arte hasta el
momento, abriendo paso al debate conceptual después de que existiera una
tensión entre lo que era arte y no. Al prescindir de la técnica del artista y plasmar
en objetos la idea del arte, el artista no quería decir que cualquier objeto que se
escogiera por simple deseo se convierta en obra de arte. El objeto debe
“resignificar” o transmitir un “concepto” artístico. La dualidad objeto-idea que
surgía en la obra de Duchamp, fue tomado como un principio importante para el
arte que se desarrollaría posteriormente. Esta dualidad fue tomada como un
parámetro exclusivo para la obra de arte contemporánea, aunque también la ironía
y el humor, la resignificación, el reciclaje de objetos de uso cotidiano, el uso del
movimiento, la crítica al concepto de autor, el uso de la acción y del gesto y la
crítica al concepto de la originalidad de la obra se tomaron como aportes a la
creación. Con esto demostraba que se podía hacer un arte que contenga una
crítica hacia la misma obra de arte, dejando a un lado la historia del arte tradicional
1
Juan Alegría Licuime: “Duchamp, el posmodernismo y la muerte del arte” en:
http://critica.cl/artes-visuales/duchamp-el-posmodernismo-y-la-muerte-del-arte
sustituyendo conceptos, actitudes e intenciones por obras carentes de belleza y
técnica.
2
Blanca Arranz: “Porque no estornudar? Duchamp y el ready made. Entre lo cotidiano y lo
extraordinario” en: https://uvadoc.uva.es/bitstream/10324/13082/1/TFG-N.238.pdf
habilidades que le inclinaban a la creación del arte, llega a la conclusión de un
tema que concierne al a naturaleza del arte y su esencia.
Por otra parte sus ideas han tenido inmensidad de seguidores, de manera que su
teoría llega incluso a tomarse de un modo extremista, en el sentido en que toman
al arte conceptual para justificar la compra y venta del arte en el mercado. Este
reflejo del detrimento de la cultura está adquiriendo cada vez más fuerza, cuando
los artistas crean obras de arte sólo para la subastación de las mismas apoyados
bajo el principio del arte conceptual establecido por Duchamp. Este sería un
importante punto por revisar, si la investigación tratara acerca de los efectos del
arte conceptual sobre el valor económico que representaría para la sociedad de
consumo la obra en venta. Por lo que más bien es conveniente estudiar a quienes
han hecho obras de arte, basados ya en otra obra de arte. Esta es una
característica común en el arte de la posmodernidad y un ejemplo podría ser una
estampa de la Mona Lisa de Leonardo Da Vinci seleccionada por Duchamp en
1920 para modificarle parte de sus rasgos. Primero le pinto un mostacho a lápiz y
unas letras en su parte inferior con las iniciales de “L.H.O.O.Q.” que traducido del
francés significaría “ella tiene calor en el culo”. Esta postal era considerada una
forma de irrumpir el mito de la Gioconda que se había creado alrededor de la
insuperable arte de la pintura, y del retrato de Da Vinci. La postal no pasó
inadvertida, al cambiar de sexo a la Gioconda cumplía con el propósito de
desmitificar el cuadro que históricamente se ha considerado como una obra
maestra. Quienes tomaron el mismo urinario como referente para la creación de
una nueva obra. El ready-made de Duchamp “L.H.O.O.Q.” cobraba fuerza para la
segunda mitad del siglo XX, dejando huella innegable en el panorama artístico de
la posmodernidad.
Dicho apropiamiento que existía en las obras de arte, tenia relación con la filosofía
de Walter Benjamín. El cual había señalado que el arte en la era moderna, sufría
un proceso de vulgarización. El filósofo considera que los medios de producción
técnica destruyen el “aura” de las grandes obras de arte, socavando su
originalidad, autoridad y autenticidad a través de la reproducción. Ya que en la
época moderna la naturaleza del avance tecnológico y cultural, transforman y
manipulan directamente la producción y el consumo de obras de arte. De modo
que el hombre crea maquinas capaces de liberar arte en sí mismas, además de
diversos modos de experimentar dichas obras. Las instituciones del mundo
capitalista han sido quienes conceden valores artísticos, dado por el resultado de
la genialidad del autor. Sin embargo, según Benjamín al involucrarse las
instituciones del capitalismo con el arte, son ellas quienes certifican la relación que
existe entre el autor-obra donde la genial del artista es la que cuenta. Pero el
“aura” se encuentra en la obra, la posee en sí misma sin contar con la presencia
del autor y sin hacerla depender de la relación autor-obra. A través del
adueñamiento de los objetos mediante la imagen o la reproducción, que se puede
introducir una copia dentro de situaciones que eran previamente inaccesibles por
razones históricas o culturales. Estas condiciones cambiantes de la modernidad
minan la existencia ubica de la obra de arte, originan y ponen en cuestión su
autenticidad. Esto permite la posibilidad de nuevas formas de arte. El hecho de
que la obra tenga identidad propia, no depende del autor sino de la interpretación
que de esta el espectador. Esto pone en duda el concepto de originalidad de la
obra, pues siempre se le ha dotado a todas las grandes obras con el adjetivo
“novedosa”. Una obra que contenga este aspecto, demostraba cuáles eran los
límites de la creatividad para dicho autor; aunque sea en esta época donde
predomina la hegemonía de la reproductibilidad tal como observamos con la Mona
lisa de Duchamp o el urinario de Levine.
Pasados casi cien años de la exhibición del urinal, el artista francés Pierre
Pinoncelli, también utiliza como referente a Duchamp para sustentar su
interpretación sobre el la estética vanguardista. El contexto del que resulta la
estética de Pinoncelli, es el de la instalación y declaración del arte de vanguardia
en la estética contemporánea frente a una sociedad en súper desarrollo. Es la era
en la que se reflejan en las artes especialmente la decadencia de la modernidad, y
también donde artistas como Pinoncelli pronuncian y desatan una guerra contra la
misma institución, heredada por el legado de Duchamp. Esta decadencia y esta
declaración del vanguardismo en contra del orden y tradición filosófica adhieren
incluso una agresión frente a la sensibilidad del público al que se considera como
autocomplaciente, convencional y cuyo criterio estético es despreciativo. La
categoría de lo abyecto comenzó a producirse sin pretensiones artísticas, ni
morales abandonando el territorio del arte tomándose incluso como algo que a la
vez es censurado por sucio y vergonzoso socialmente. Este modo de expresión,
particularmente utiliza el cuerpo y sus secreciones, tales como materia fecal,
sangre, vómito y fue un área de gran interés para los años de 1990 por lo que su
objetivo era el de no respetar posiciones, ni reglas. Este movimiento era derivado
del surrealismo y estaba en proceso de formación con artistas como Pinoncelli
quien era un especialista del Happening.