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TIRANDO DEL HILO: BIOGRAFÍA DE MI ABUELA FRANCISCA

Mi abuela materna se llama Francisca Fernández


Méndez. Nació en Andés (Navia), el 13 de noviembre
de 1947. Ella tuvo un hermano y una hermana, siendo
mi abuela la mediana de los tres. Se llevaba mejor con
su hermana porque la diferencia de edad era menor y,
además, al ser las dos chicas,
jugaban más juntas.

En su casa, vivían 5 personas: su padre, su madre y


los tres hermanos. Su madre se dedicaba a las
labores del campo y a cuidar de la casa, y su padre
era albañil.

Un día normal para mi abuela, cuando era niña,


consistía en jugar y correr con los niños y niñas del
pueblo, además de ayudar en algunas de las tareas
de la casa. Ella y sus amigos en aquella época solían
jugar al escondite, al cascajo, al pilla-pilla, a las cocinitas…

Mi abuela no recuerda ninguna canción de su infancia, pero sí se acuerda de


que en su casa no tenían televisión, ni leían el periódico, solo escuchaban la
radio, que les gustaba mucho.

El mejor recuerdo de su infancia es jugar con sus amigas todo el día.

Mi abuela Francisca iba andando a la escuela que estaba


en Andés. Todas las asignaturas estaban en el mismo
libro, con el que aprendían matemáticas, lenguaje, historia
y ciencias. Cuando se portaban mal en clase, la maestra
los castigaba mirando a la pared, les daba un cachete o
los dejaba sin recreo. En aquella época no había curso
como ahora. Mi abuela fue a la escuela hasta los 12 años
y lo dejó porque no le gustaba nada y por aquel entonces la profesora se puso
enferma y daba la clase otra niña.
Ella nunca se planteó lo que quería ser de mayor,
así que se dedicó a aprender a coser en una
sastrería.

Mi abuela se casó a la edad de 26 años. Su boda


fue sencilla, aunque
guarda muy buen
recuerdo de ese
momento. Tuvo dos hijas,
Belén y Mónica. Ella vivía
con su marido, sus hijas y sus suegros en una casa en
Arancedo, un pueblo del El Franco en el occidente de
Asturias.

Ella tuvo muchos trabajos, no le gustaba estar parada,


hacía las labores de la casa y del campo. Más tarde, ayudó a su marido en la
carpintería que tenía en el bajo de su propia casa y
además cortaba el pelo y peinaba a las vecinas.

Cuando ya era una mujer adulta, tuvo nietos,


exactamente dos nietos y una nieta.

La mejor experiencia que recuerda de su vida es su


luna de miel en Tenerife, pues ella nunca había
salido de su pueblo.

Su pueblo ha cambiado mucho, ahora hay carreteras, casas lujosas, muchos


más coches, teléfono,
televisión…
TIRANDO DEL HILO: BIOGRAFÍA DE MI ABUELA FLOR

Mi abuela paterna se llama Flor del Moral Montero, nació


el 6 de enero de 1952, nada más y nada menos que el día
de Reyes, en el pueblo de El Requejo, en Turón. Tuvo un
hermano y una hermana, siendo mi abuela la mayor de
ellos. Se llevaba mejor con su
hermana porque su hermano murió
siendo muy joven.

En su casa vivían 5 personas: su


padre, su madre y los tres hermanos. Su madre se
dedicaba a las labores del hogar y su padre era minero.

Cada día mi abuela solía dedicar su tiempo a ir a la


escuela y jugar por el pueblo con el resto de las niñas y
los niños. Se pasaban el día jugando al cascajo, a la
comba y haciendo muñecas de trapo a las que les
cosían vestidos y gorros con hojas de castaño. No
recuerda muchas canciones
de su infancia, pero se le
vino a la mente una muy
típica: “Al pasar la barca le
dijo el barquero, las niñas
bonitas no pagan dinero…”

Cuando mi abuela era pequeña, en su casa solo


tenían una radio, no había televisión y no recuerda
ver ningún periódico.

El mejor recuerdo de su infancia era cuando los fines de semana se juntaban


todos en casa de su abuela.
Mi abuela Tita, como la conocía todo el mundo, fue a
la escuela a Vegalafonte. Ella iba andando y todo lo
que les enseñaban en el cole estaba en un único
libro, la enciclopedia Álvarez. Si se portaban mal, la
maestra las castigaba mirando a la pared
poniéndoles libros en las manos. Ella dejó la escuela
a los 12 años porque empezó a coser, en un curso
de corte y confección.

Cuando le pregunté qué quería ser de mayor, se


quedó pensativa y me dijo que nunca se lo había planteado.

Se casó muy joven, con 17 años, pero recuerda su boda con mucha alegría, la
celebraron en un restaurante con la familia y los amigos. Tuvo 2 hijos varones,
Juan Luis y Jaime y vivía en Los Valles, en
Turón.

Mi abuela Flor empezó a trabajar muy joven, no


sabe exactamente la edad, pero recuerda que un
día normal de trabajo consistía en ir a lavar al
lavadero; ir a la fuente a por el agua, puesto que
en las casas no la había; cuidar de una vaca que
tenía; y
hacer las
labores de la casa.

Ella no tuvo nietas, pero sí dos nietos, Juan


y Pablo y la mejor experiencia de su vida
han sido sus dos hijos de los que se siente muy orgullosa.

Mi abuela también me contó que antes no había carreteras en el pueblo, pero


vivía mucha gente y ahora el pueblo se
está quedando abandonado.

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