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Heidy Juarez:
La guatemalteca Heidy Juárez es una de las deportistas más
destacadas en taekwondo en el país y recientemente logró su pase
para los próximos Juegos Olímpicos que se disputarán en agosto.
Juárez, de 26 años de edad, recientemente se clasificó para Atenas
2004 durante un torneo que se disputó en México y ahora su sueño
es conquistar la presea dorada olímpica, la que nunca ha conquistado Guatemala.
"Desde niña vi las Olimpiadas de Seúl y Barcelona; entonces tomé el reto de estar en unos
Olímpicos y se me dio hasta ahora", dijo Juárez, quien desde hace ocho años es entrenada
por el español Ángel Alonzo.
Además es la única mujer a nivel nacional que ha logrado una medalla de oro en juegos
Panamericanos. También figura entre las mejores 15 deportistas del taekwondo a nivel
mundial. "Es una emoción muy grande, no podía creer que pertenecía a las mejores 15 del
mundo", sostuvo.
Juárez subrayó que su meta es ganar la primera medalla olímpica para Guatemala, ya sea
de bronce o de plata, pero "yo voy por el oro", expresó.
TRAYECTORIA
En 1995 ganó medalla de bronce en el campeonato mundial que se disputó en Filipinas; en
1998 fue campeona centroamericana y del Caribe en Venezuela; en 1999 ganó el oro en los
Panamericanos de Winnipeg, y en 2001 también fue campeona centroamericana en
Guatemala.
Ese mismo año, Juárez ganó la presea bronceada en otro torneo mundial que se disputó en
Vietnam, y en 2002 fue campeona centroamericana y del Caribe en El Salvador.
Ha participado también en abiertos de taekwondo en Estados Unidos, donde ha sido
campeona en tres ocasiones y en Barcelona, España, una vez.
A juicio de su entrenador, Juárez es perseverante y tiene un gran potencial natural que le
permite obtener triunfos muy importantes
La atleta nos manifestó también cómo han sido estos ocho años de trayectoria, donde ha
pasado por triunfos, lesiones y fracasos.
Cheili Gonzales:
Río de Janeiro. / Tuvieron que pasar ocho años para que un atleta
guatemalteco volviera a subir al punto más alto del podio
panamericano, y por segunda ocasión fue una mujer, Cheili
González, en la especialidad de hasta 53 kilogramos.
Fue el día perfecto, se le ganó a Brasil en su casa, en una tarde
fría en Campo Grande, una pequeña ciudad alejada de Río de
Janeiro.
En el salón del complejo Milésimo da Silva, todos apostaban por la
local, Valeria Kumizaki, de ascendencia japonesa, y dejaron a un
lado a la más pequeña de todas, a la que, con su mirada inocente y su sonrisa tímida,
parecía inofensiva, pero que con inteligencia ganó cuatro combates que la llevaron al oro.
Faltaban 10 segundos para que finalizara la pelea por el título panamericano. El marcador
anunciaba el 2-0 a favor de Cheili, y la herida en su nariz empezó a sangrar. Los médicos
ingresaron al tatami, mientras Kumizaki bailaba de un lado al otro esperando que se
reanudara el combate.
Los segundos se volvieron eternos; cuando el cronómetro marcó que faltaban seis
segundos, un cruce de golpes le otorgó un punto a cada una (3-1) y, como dice Cheili, hasta
el último instante se puede celebrar.
Principales logros de su carrera: Oro en hasta 53 kilogramos, en los Juegos Panamericanos
del 2007.
Plata por equipos en katas, y bronce individual en hasta 53 kilogramos en Juegos CA y del
Caribe, 2006.
Myrna Mack
Varios miembros de su familia, incluida su madre, fueron torturados y asesinados por los
militares o por la policía paralela de los «escuadrones de la muerte»; su padre murió con un
grupo de campesinos que se encerraron en la embajada de España en un acto de protesta,
cuando la policía incendió el local quemando vivos a los que estaban dentro (1980).
Mientras sus hermanos optaban por unirse a la guerrilla, Rigoberta Menchú inició una
campaña pacífica de denuncia del régimen guatemalteco y de la sistemática violación de los
derechos humanos de que eran objeto los campesinos indígenas, sin otra ideología que el
cristianismo revolucionario de la «teología de la liberación»; ella misma personificaba el
sufrimiento de su pueblo con notable dignidad e inteligencia, añadiéndole la dimensión de
denunciar la situación de la mujer indígena en Hispanoamérica.
Para escapar a la represión se exilió en México, donde publicó su autobiografía en 1983;
recorrió el mundo con su mensaje y consiguió ser escuchada en las Naciones Unidas. En
1988 regresó a Guatemala, protegida por su prestigio internacional, para continuar
denunciando las injusticias.
En 1992 la labor de Rigoberta Menchú fue reconocida con el Premio Nobel de la Paz,
coincidiendo con la celebración oficial del quinto centenario del descubrimiento de América,
a la que Rigoberta se había opuesto por ignorar las dimensiones trágicas que aquel hecho
tuvo para los indios americanos. Su posición le permitió actuar como mediadora en el
proceso de paz entre el Gobierno y la guerrilla iniciado en los años siguientes.