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Universidad Autónoma de Querétaro

Facultad de Bellas Artes

Materia: Teoría del arte

Comentario de relación entre techné griega y pintura de Santa Águeda de la


exposición el reino de las formas.

Docente: Margara De Haene Rosique

Alumno: Luis Erick Alvarado Mendoza

Expediente: 213153

De la mano del Museo Franz Mayer, el Museo Nacional de San Carlos y el Museo
Soumaya, el Museo de Arte e Historia de Querétaro, presenta una exposición de
pintura que abarca 60 obras de talleres de artistas italianos, flamencos, alemanes,
españoles, holandeses, franceses, austriacos e ingleses de los siglos XIV al XVIII.
Temas religiosos, alegóricos y morales, mitos grecolatinos y de la tradición civil,
como el retrato y el paisaje, recorren cinco siglos de arte en donde se presentan “las
formas que parecían más atractivas a los creadores y consumidores de arte de
aquellas épocas”.
Carlos Rodríguez, coordinador de Exposiciones del Museo de Arte e Historia de
Guanajuato, explica que precisamente, la exposición recorre la evolución de las
formas en la pintura que pasa, por ejemplo, de apreciar imágenes religiosas
desprovistas de un talante más humano en su corporeidad, hasta pinturas en donde
las mismas imágenes cobran una expresividad mayor en los rostros y cuerpos.
Así, podemos ver en la exposición, una de las pinturas más representativas de la
muestra, “Santa Águeda”, del artista napolitano Andrea Vaccaro, que, escribe la
curadora Alejandra González Leyva:
“permite ver una técnica similar a la de Caravaggio en el manejo de
imprimaturas de las que provienen todas las sombras sobre las que se
aplican las luces con blanco de plomo y luego los distintos pigmentos que

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parecen ser rojo óxido de hierro, bermellón y tal vez azul ultramar, pigmento
carísimo de la época”.
Podemos decir a simple vista que su obra se inspiró en el naturalismo tenebrista de
Caravaggio, que reinterpretó o suavizó acercándolo al clasicismo. Para ello,
Vacacaro asimiló influencias diversas, la prueba es que sus obras se caracterizan
por sus figuras mesuradas, su colorido claro (que se esfuma en los fondos, como
menciona la curadora citada) y la ausencia casi total de rasgos agresivos en
expresiones y gestos, al contrario de lo que hacía Caravaggio.
Vaccaro fue miembro de una familia de artistas y discípulo de Girolamo Imparato,
un artista menor del último manierismo. Su primer estilo, de la década de 1620,
delata influencias de Caravaggio y en mayor medida de sus seguidores napolitanos,
casi los únicos artistas cuyo estilo pudo conocer hasta que salió de Nápoles.
Su amistad con Bernardo Cavallino, un viaje a Roma y la influencia de Guido Reni
y Van Dyck, explican que en su madurez atemperase el naturalismo con un
clasicismo más agradable y de más fácil salida comercial. También José de Ribera,
que aclaró su colorido en la madurez, hubo de influirle.
La mayoría de su producción se debió a encargos eclesiásticos; sus imágenes de
santos y martirios le convirtieron en uno de los artistas más demandados por la
Iglesia de la época de la Contrarreforma. Dado que Nápoles era entonces virreinato
de España, Andrea Vaccaro cuenta con una amplia presencia en los museos
españoles. Destacan varias obras del Museo del Prado, como Encuentro de Isaac
y Rebeca, y varios lienzos sobre la vida de san Cayetano. En el Museu Nacional
d'Art de Catalunya se conserva el ciclo de grandes lienzos con la Historia de Tobías,
claro exponente de su fase más clasicista. También encontramos dos ejemplos en
la colección privada de los duques de Alba en Madrid (Magdalena penitente y La
expulsión del Paraíso).
Uno de los temas utilizados por los pintores inmediatamente posteriores a
Caravaggio (digamos durante el S. XVII), y que reflejaba la belleza, y también la
delicadeza de la mujer, fue el referido al martirio de Santa Águeda, también
conocida por Santa Ágata, o incluso por Santa Gadea.

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Curiosamente en precedentes anteriores, esa delicadeza se echa de menos. Así,
tenemos al pintor Gaspar de Palencia, fallecido en 1.590, cuyo martirio de Santa
Águeda, que se puede ver en el Museo de Bellas Artes de Bilbao, refleja con
bastante crudeza el martirio.
Caravaggio no pintó el tema de Santa Águeda en concreto, aunque sí
magistralmente otros relativos a martirios de santas, como “Santa Catalina de
Alejandría”, que resulta un cuadro absolutamente lleno de símbolos, en el que, en
vez de aparecernos una mártir sufriente, se nos pone de manifiesto una gran dama;
o el cuadro “El Martirio de Santa Úrsula”, más tenebroso y atormentado, y que
requiere un mayor detenimiento, por lo que lo reservamos para otra ocasión.
Para centrarnos un poco en el significado del tema, daré una pequeña descripción
de la tradición sobre Santa Águeda:
En tiempos del emperador romano Decio, (no está muy claro si en lo que sería hoy
Catania o en Palermo), había una muchacha muy bella (siempre resulta en estas
historias que son muy bellas las muchachas), y de buena familia, llamada Águeda,
la cual era objeto de los deseos del senador Quintiano. La joven Águeda, que era
cristiana, no transigía con los deseos mundanos del tal senador Quintiano, con lo
que ya tenemos planteado el conflicto. Éste, y para que la muchacha cediera, se las
arregló para ponerla bajo la influencia de una sacerdotisa llamada Afrodisia, cuya
misión era que se olvidara de su fe cristiana, y cayera en los brazos del Senador.
Por supuesto no lo consiguió ante la firmeza de las creencias de la joven. Entonces
pasó lo que se suele ser habitual en estos casos: El Senador monta en cólera, la
santa persiste, y empieza la tortura. La encerró en prisión, y ordenó que le cortaran
los pechos. Tras eso, milagrosamente, Águeda es visitada por San Pedro en la
prisión para curar sus heridas. Quintiano no estaba dispuesto a admitir este fracaso,
y ordena, a mayor crueldad, que Águeda fuera quemada con brasas. Estas son las
razones por la que la Santa es patrona de las enfermas de cáncer de pecho, de las
enfermeras, e incluso, protectora ante los fuegos y volcanes, pues se dice que en
una erupción del volcán Etna, cuya lava amenazaba la ciudad, la avalancha fue
detenida por la intercesión de la Santa, que oyó las plegarias de sus moradores.

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La santa siciliana implora al cielo después de su martirio, en el que le fueron
amputados ambos senos. En toda la pintura del napolitano Vaccaro es notable la
influencia de Guido Reni, que en esta obra se advierte en la actitud mística de la
santa y en la sosegada resignación con la que acepta su destino.
Ahora bien, Aristóteles describe el arte (techné) como una acción a partir de la cual
el hombre produce una realidad que antes no existía. Cuando los griegos emplearon
el término techné, que traducimos por influencia latina (ars), no debemos interpretar
sólo las “bellas artes” (pintura, escultura…) sino todo tipo de producción en la que,
a partir de la acción humana, se crea una realidad que antes no existía. El zapatero,
el escultor, el armador de barcos, el orfebre… todos ellos son artistas en la medida
en que su trabajo es una técnica, una capacidad para producir algo que
anteriormente no existía.
Es así que, a mi punto de vista personal, la santa pintada por Vaccaro hace alusión
a una realidad en la cual la tradición judeocristiana cimenta sus bases de
consideración al momento de designar a sus santos y santas, como cualquier otra
cultura en base a sus ideales, por ejemplo, la cultura griega con los estereotipos del
héroe basados en la obra de Homero. ¿Cómo representar tal techné en una obra
muy posterior a la época griega? No se dirá que es el término puede aplicarse
completamente a la obra de Vaccaro, pues desgraciadamente los conceptos no
conservan su significación en los diversos contextos a lo largo de la historia, sin
embargo, es posible atribuirlo parcialmente a la pintura en la cual Santa Águeda es
pintada por el artista ya mencionado, pues representa la incorruptibilidad de la fé
ante los placeres mundanos del plano terrenal, en este caso representados por el
senador Quintiano y a su vez simboliza una acción de transgresión por parte del
artista hacia lo ya establecido como “real” al crear un cuadro en el cual se concibe
a Águeda como un mártir de su época sin preguntar o tomar alguna restricción al
hacerlo, pues el objetivo de la obra es mostrar a la mujer Santa como un ideal de
mártir sin importar si fuera del arte hay diferencias de la historia o desenlace.

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