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Edición: Deborah Prats López
Diseño de cubierta: Frank Herrera
Diagramación:AnaLópez
la
re
Va
© Dr. Evelio Díaz Lezcano, 2008
ix
ISBN 978-959-07-0995-1
Introducción / 9
Capítulo I
EL COMIENZO DEL SIGLO XX/ 11
Características ge ne rale s / 11
Capítulo II
GUERRA Y REVOLUCIÓN / 30
La Prime ra Gue rra Mundial / 30
Las causas de la guerra / 30
De la «guerra relámpago» a la de posiciones / 35
Tentativas de paz / 42
El crucial año de 1917 / 44
La guerra en el mar y el aire / 47
El año final / 50
La guerra en África y el Pacífico / 51
La Conferencia de París / 54
Los tratados de paz / 56
Figuras importantes de la Primera Guerra Mundial / 63
Breve cronología de la Primera Guerra Mundial / 67
Rusia e n re volución / 73
La aportación teórica de Lenin / 76
Las revoluciones de 1917 / 79
La guerra civil / 87
Sucesos de las revoluciones rusas de 1917 y la guerra civil / 95
El fascismo / 136
El fascismo italiano / 138
El nacionalsocialismo (nazismo) alemán / 148
El falangismo español / 163
Capítulo IV
LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL / 200
Las causas de la guerra / 200
Armas y tácticas / 220
La primera fase: la supremacía del Eje / 222
La segunda fase: la expansión de la guerra / 234
La tercera fase: el cambio de rumbo de la guerra / 240
Capítulo V
EL DERRUMBE DEL COLONIALISMO EUROPEO/ 281
El desplome de l impe rio británico / 282
La liquidación del imperio francé s / 297
La disolución de los impe rios de Holanda, Bé lgica, Portugal,
España e Italia / 306
Capítulo VI
EUROPAOCCIDENTAL EN LA POSGUERRA / 317
La recuperación y expansión económica de Europa Occide ntal / 318
Del Estado de Bie ne star al Estado Ne oliberal / 330
Reino Unido / 337
Francia / 347
Alemania / 360
Italia / 371
Los países del Benelux / 379
Austria / 383
Los países nórdicos / 385
Suiza / 388
Grecia / 390
Los países ibéricos / 393
El proce so de integración en Europa O ccidental.
De la Comunidad Económica Europe a a la Unión Europea / 397
Capítulo VII
SURGIMIENTO DEL CAMPO SOCIALISTAY SU EVOLUCIÓN
HASTALA DÉCADADE LOS AÑOS SETENTA / 408
Capítulo VIII
CRISIS YDERRUMBE DEL SOCIALISMO
Y LATRANSICIÓNA LA ECONOMÍA DE MERCADO / 437
Bre ve rese ña / 437
La Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) / 438
Polonia / 451
Hungría / 457
La República Democrática Alemana (RDA) / 463
Checoslovaquia / 467
Bulgaria / 473
Rumania / 478
Albania / 484
Yugoslavia / 489
Capítulo IX
LAS RELACIONES INTERNACIONALES EN LAPOSGUERRA/ 502
La «gue rra fría» / 502
La diste nsión de los años setenta / 524
De la segunda «guerra fría» a la unipolaridad / 531
Bibliografía / 559
INTRODUCCIÓN
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Los p rimeros quince años del s iglo fueron de expansión económica, con
breves crisis de desigual incidencia geográfica en 1903, 1907 y 1911-1913.
Los países más favorecidos fueron los industrializados de Europa y aparte
de éstos los Estados Unidos y, en menor medida, Japón y los dominios britá-
nicos de Canadá, Australia y Nueva Zelanda. En aquellos años, se moderni-
zaron tecnológicamente los sectores tradicionales (textil, minero, mecánico)
de la industria y s urgieron nuevas ramas como la química, la siderúrgica, la
petrolera, la eléctrica, la automotriz y la de la aviación. Est e proces o fue
acompañado por el desarrollo del transporte ferroviario y marítimo, lo que
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favoreció los movimientos migratorios, el incremento de los int ercambios
comerciales y la movilidad de los capitales. El alto costo de la renovación
tecnológica promovió el auge de los monopolios industriales y bancarios y
su fusión, dando origen al capital financiero. Ello determinaría un creciente
control de la economía mundial por un reducido grupo de gigantes, funda-
mentalmente europeos, desvirtuándose significativamente la esencia del libe-
ralismo económico, o sea, la libre competencia.
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y el seguro contra la invalidez y la vejez, ent re otras ventajas que hoy nos
pueden parecer t ímidas , pero que en aquel entonces eran de gran valor.
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ciencias médicas. En 1870 la esp eranz a media de vida en Europa era de
40 años para las mujeres y 39 p ara los hombres, y hacia 1913 estas cifras
pasaron, respectivamente, a 52 y 48. Una situación similar en todo el mun-
do solamente la tenían entonces los Estados Unidos. El bienestar, sin em-
bargo, se concentró fundamentalmente en los países más avanzados eco-
nómicamente. Fueron ellos los únicos que se beneficiaron p rácticamente
de la ap licación del descubrimiento de Robert Koch sobre el bacilo de la
tuberculosis y del combate a las terribles epidemias de cólera, pest e y
malaria, cuyas etiologías y modo de p revención comenzaron en ese mo-
ment o a ser conocidos. Sólo los occidentales se beneficiaron de la asp iri-
na, fabricada en 1899; del descubrimiento de las vitaminas por el polaco
Cas imir Funk, de las primeras transfusiones de sangre, comenz adas en
1905; de la quimioterapia moderna, iniciada por Paul Erlich en 1910; de la
aplicación de los rayos X, descubiertos por el alemán Wilhelm Konrad
Röntgen a fines de siglo; de las aportaciones del español Santiago Ramón
y Cajal al conocimiento del cerebro; de la nueva técnica terapéutica prac-
ticada por Sigmund F reud, de los
barbitúricos, cuya comercialización
¿Q uién inventó el teléfono? se iniciaba ent onces; y de muchos
otros avances en diferentes campos,
El invento del teléfono, atribuido
al nort eam ericano Al exander
como fueron los casos del teléfono,
Graham Bell, fue obra del italiano la radio y el automóvil.
Antonio Meucci, mientras traba-
jaba como mecánico del teatro Ta- En el ámbit o político, s e destacó a
cón, en La Habana. Desde 1850, principios del siglo el progreso de la
Meucci trató de patentar su «te- democracia liberal. El Reino Unido
légrafo parlante» en los Estados
Unidos. Pero sólo en 1886, tras y F rancia eran cons iderados el pa-
varias apelaciones y cuando su radigma europeo de este modelo, es-
derecho había caducado, el Tri- tablecido también, con más o menos
bunal Supremo de aquel país re- amp litud, en It alia, Bélgica, Holan-
conoció su prioridad sobre Bell. da, Suiza, Suecia, Dinamarca, N o-
ruega (independiente de Suecia des-
de 1905), Portugal, España y los
dominios británicos de Canadá, Unión Sudafricana (para la minoría blan-
ca), Nueva Zelanda y Australia. Una nación no se consideraba moderna si
QRGLVSRQtD²DOPHQRVIRUPDOPHQWH²GHLQVWLWXFLRQHVSURSLDVGHODGHPR
cracia liberal. Esta tendencia general favoreció la implantación de formas
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Auto s de pri ncipios del sig lo XX . Al ce ntro el primer Rolls-Royce d e 1907.
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democráticas en países que gozaban de prosperidad económica, pero man-
tenían regímenes autocráticos , como Alemania y el Imperio Austro-Hún-
garo. También en Rusia, las escasas clases medias y una parte de la aristo-
cracia terrateniente trataron de introducir este tipo de instituciones , pero
todo se redujo a las concesiones formales del zar tras la revolución de 1905.
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lectuales, en el contexto de un período de relativa paz, que se prolongaba
des de el conflicto franco-prusiano de 1870-1871. Con sólo la decimo-
tercera parte de la superficie terrestre del globo, Europa se acercaba enton-
ces a los 450 millones de habitantes, poco más de un cuarto de la población
mundial. Los países industrializados del noroccidente europeo, particular-
mente Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda y Suiza, aportaban
cerca del 50 % de la producción industrial del mundo; al mismo tiempo que
controlaban el comercio y prácticamente monopolizaban las operaciones fi-
nancieras, incluyendo la exp ortación de capitales. En 1913, el 83 % de las
inversiones internacionales procedían del Reino Unido, Francia y Alemania.
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Manifes taciones antib ritánicas en D ublín, capita l de Irlanda, en el verano d e 1913.
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tant es concesiones en el ámbito co- El caso Dreyfus
lonial, quedando formada así la Tri-
ple Entente, entre 1904 y 1907. En 1894 el capi t án Al fred
Drey fus, francés judío, fue acu-
Francia ocup aba el s egundo lugar sado de espiar a favor de Ale-
como potencia colonial, si bien su im- mani a. Doce años m ás tarde se
comprobó que el espía era otro
perio (alrededor de 11 millones de oficial. M ientras tanto, la socie-
kilómetros cuadrados y unos 50 mi- dad se divi dió en defensores y
llones de habitantes) era mucho me- detractores de Dreyfus, y el ejér-
nos extenso y diverso que el británico. cit o y los sect ores de derecha
Ello, junto a su poderío económico y avivaron el deseo de desquite,
común a la mayoría de los fran-
financiero, le confería un importante ceses desde 1870.
pap el en Europa y en todo el mun-
do. Pero la pos ición de Francia es-
taba cada vez más amenazada por Alemania, que muy pronto la rebasó en
cuant o a población y desarrollo industrial, lo que profundiz o la rivalidad
ent re ambas p otencias, latente desde la guerra franco-prus iana de 1870,
que precisament e dio vida al segundo imp erio alemán. El famoso caso
Dreyfus , que conmovía a la Tercera República francesa desde fines del
siglo XIX, enrareció aún más la situación prevaleciente entre los dos países.
La rivalidad alemana conduciría a la alianza franco-rusa de 1892, y unos
años más tarde al citado acuerdo con Inglaterra; así como al incremento
del armament ismo y la demagogia nacionalista, al igual que ocurría en el
rest o de las grandes potencias.
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la prosperidad alemana y sus preten-
siones coloniales conducirían a un
choque cada vez may or con los in-
tereses de otras grandes potencias y
a un inevitable conflicto, para el que
el país se p reparaba aceleradamen-
te, impulsado por una agresiva gran
burguesía y la ideología del panger-
manismo.
La iniciativa italiana fue mal acogida por su aliada Alemania, protect ora a
su vez de Turquía, y provocó los recelos de Francia, pero ambas acep-
taron el hecho pues una quería retenerla y la ot ra capt arla. M ientras tan-
to, la guerra profundizó el debilit amiento del Imperio Otomano, que en
vísperas de es ta había perdido s us territorios en Europa y estaba amena-
zado por los fuertes sep aratismos surgidos en su t odavía extens a parte
as iát ica y africana. A ello contribuyó el nacionalismo intransigent e del
movimiento de los «Jóvenes Turcos», que dirigió el imp erio durante va-
rios años a partir de 1908, y que pretendió resolver los problemas na-
cionales mediant e la asimilación forzosa o el ext erminio de los que no
querían volvers e turcos. Las persecuciones y masacres perpet radas por
aquel movimiento, que no obst ant e s e había aut op roclamado moder-
nizador y revolucionario, desencadenó la sublevación de los p ueblos,
part icularmente de los balcánicos.
Albania
Efectivamente, tras la guerra italo-
turca, que inició la repartición del Creada por acuerdo de l as gran-
Imperio Otomano, Serbia, Grecia, des potenci as en una franj a de
M ontenegro y Bulgaria (que junto tierra adyacente al Adriático. Fue
col ocado en el trono Heinrich
a Rumania eran los países indepen- von Wed, prínci pe alemán veni-
dientes de la región) const ituyeron do a menos y simple instrumento
la Liga Balcánica y le declararon la de Austria y de Alemania.
guerra a Turquía en octubre de 1912.
Est os p aíses actuaron con el visto
bueno de Rusia y la complacencia de Inglat erra y de Francia, quienes los
veían (s obre todo a Serbia) como un dique destinado a impedir la abs or-
ción económica del Imperio Turco por el capital alemán y el afianzamiento
político de Austria y Alemania en los Balcanes . En p ocos meses , la Liga
venció a Turquía y la privó de sus territorios europeos, según lo acordado
en la Conferencia de Londres, en may o de 1913. En es ta coyuntura se
produjo la «independencia» de Albania, surgida en definitiva por la intran-
sigencia de Austria-Hungría, con el apoyo alemán, para impedir una salida
al mar para Serbia.
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Poco después de terminada la contienda, en junio de 1913, el desacuerdo
ent re los vencedores en torno al rep arto de los territorios cedidos por
Turquía, particularmente la M acedonia, condujo al ataque a Serbia por parte
de Bulgaria, provocando la llamada s egunda guerra balcánica, que terminó
con el triunfo de los serbios y sus aliados. montenegrinos, griegos y rumanos.
Ést os p aíses recibieron algunos territorios, pero la más beneficiada fue
Serbia, cuy a población creció de 2,9 a 4,5 millones de habitant es y su
superficie de 48 300 a 87 000 kilómetros cuadrados. Las guerras balcánicas
fortalecieron los vínculos de Bulgaria y Turquía con los imperios centrales
y convirtieron a Serbia en la gran rival de éstos en la z ona.
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rivalidad permanente por sus preten-
siones comunes en la inquieta penín-
sula balcánica, donde se op onían al
imp erio otomano. Rus ia aspiraba
también a expandirs e en el Lejano
Oriente, lo que conduciría a la s an-
grienta guerra rus o-japonesa de
1904, cuyo des ast roso des enlace
para el zarismo desencadenaría la re-
volución de 1905-1907, de la que
hablaremos más adelante.
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de base p ara la utilización de la energía nuclear, cuy a primera aplicación
práctica, lamentablemente, fue la bomba atómica. Ello determinaría que el
genial científico dedicara una buena parte del rest o de su vida a la lucha
por la paz.
En la pint ura triunfó el imp resionismo con figuras como Claude M onet,
Camille Pis sarro y Henri de Toulous e-Lautrec, entre otros, así como el
expresionismo, cuyos p rincipales repres entantes fueron P ierre-Auguste
Renoir y Vicent Van Gogh. Y ya en vís peras de la guerra, aparecerá el
fauvismo (de fauve, bes tia salvaje), cuy o precursor fue el francés P aul
Gauguin y que se impuso con Henry M atisse y M aurice Utrillo. El fauvismo
se caracteriz aba por los colores violentos y la ausencia de perspectiva. La
mús ica, p articularmente la llamada cult a, conoció un gran florecimiento,
destacándose compositores como el it aliano Giacomo Puccini, los france-
ses Claude Debussy y M aurice Ravel, el alemán Richard Strauss y el
aust riaco Arnold Schonberg, entre ot ros. También florecieron la opereta,
la zarzuela y la canción ligera o cuplé. El ballet llegó a un grado de madurez
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Las planchadoras del impresionista Edgar Degas (1834-1917)
ext raordinaria en estos primeros años del s iglo, cuando el ruso Sergei
Diaguilev formó una compañía integrada por figuras como Ana Pavlova y
Vaslav Nijins ky, con obras como El Pr incipe Igor y, sobre todo, el famo-
so Lago de los cisnes, de Tchaikovs ky.
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turas y policíacas, género és te últi-
Premios Nobel
mo que se inició ahora con gran éxi-
El químico e industrial sueco Alfred to, como puso de manifiesto la po-
Nobel (1833-1896), inventor de la di- pularidad alcanzada por el personaje
namita, l egó su fortuna para premiar de Sher lock Holmes, creado por el
a las personas que más se distinguie- escritor inglés A. Conan Doyle. No
ran en el campo de la ciencia, la lite-
obstante, hasta en los propios países
ratura y el fomento de la paz. A partir
de 1901 l a Academia Sueca ha veni- avanzados , la transmisión oral era el
do otorgando los premios Nobel de recurso característico entre los ma-
Física, Química, Fisiología y Medici- yoritarios sectores desposeídos de
na y Literatura, en tanto el Parlamen- la población, en buena prop orción
to Noruego concede el Nobel de la
analfabeta. Por esta vía se difundie-
Paz, en el que en varios casos han
influi do más las consideraciones ron sucesos trascendent ales de la
políticas que los méritos. Desde 1982, época, como fueron algunos resul-
la Academ ia concede también el pre- tados de los juegos olímpicos, res-
mio de Economía. taurados por el francés Pierre de
Coubertin a partir de 1896; la erup-
ción del M ont Pelé, de la M artinica,
en 1902, con un saldo de casi 40 mil muertes; el terremoto de M essina,
Italia, en 1908, que cobró 200 mil
vidas; la conquista del polo norte por
el nort eamericano Robert Peary y
del polo sur por el noruego Roald
Amundsen, en 1909 y 1911, res-
pectivamente; el pas o del cometa
Halley, en 1911, que provocó gran
pánico por su anunciado posible
choque con la Tierra, y el hundimien-
to del majestuoso trasatlántico bri-
tánico Titanic, en 1912, que oca-
sionó 1 517 muertos.
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calles de las ciudades, ya en algunos casos p avimentadas con adoquines y
donde antes solo circulaban coches tirados por caballos, comenzaron a
ser menos tranquilas con la irrupción de los primeros ruidosos automóvi-
les , que podían alcanz ar la endiablada velocidad de hasta 20-25 kilóme-
tros por hora, provocando escenas de pánico y numerosos accidentes. Al
mismo tiempo, la paulat ina sustitución del gas por el bombillo incandes-
cente en el alumbrado público contribuyó a la animación de la vida noctur-
na urbana, casi inexistente con anterioridad.
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dis frut ar del teatro, de lujos os res-
taurantes, de los salones de baile, y
hasta practicar deport es, lo que de-
mandaba mucho tiempo libre y re-
cursos. Est as minorías selectas no
percibían el profundo foso que se
abría bajo sus pies debido a las pro-
pias contradicciones del capitalismo.
Est as eran, a grandes rasgos , las más import antes característ icas de los
primeros años del s iglo XX, cuando en las principales plazas del capitalis-
mo europ eo se vivía una especie de belle epoque, p ero al mismo tiempo
se gestaban las condiciones que conducirían inevitablemente a un conflicto
generalizado, que t ransformaría totalmente la situación imperante hasta el
año 1914.
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Capítulo II
GUERRA Y REVOLUCIÓN
30
lación internacional de fuerzas. Las potencias emergentes, que eran pujan-
tes en el p lano económico, pero que se habían encont rado con un mundo
ya repartido, s e incorp oraron a la lucha por los mercados , territ orios y
esferas de influencia. En estas circunstancias, se intensificaron las rivalida-
des interimperialist as, lo que condujo a crecientes tensiones y crisis inter-
nacionales, que amenaz aban con desembocar en un conflicto militar gene-
ralizado.
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última en 1912. En cuanto a la Entente (Inglaterra, Francia y Rusia), surgió
en dos etapas, y en su creación tuvo un papel fundament al Inglaterra, mo-
vida por su crecient e rivalidad comercial y naval con Alemania. En 1904,
Inglaterra y Francia firmaron un acuerdo de alianza, luego de superar su
vieja enemis tad. Para ello Inglaterra reconoció la libertad de actuación de
Francia en M arruecos, al mismo tiempo que le cedió territorios en Senegal
y Nigeria y una esfera de influencia en Siam (actual Tailandia). Francia, por
su parte, se comprometió a no oponerse a los derechos británicos en Egipto,
asunto que había quedado prácticamente resuelto a favor de los ingleses
des pués del llamado incident e de Fachoda en 1898. En 1907, Inglaterra
atrajo a Rus ia, otra eterna rival, al acuerdo anglo-francés, para lo cual le
cedió como esfera de influencia la parte norte de Persia (actual Irán), mien-
tras los rusos acep taban el protectorado británico en Afganistán. La alian-
za así conformada era beneficiosa para las t res potencias y, en caso de
guerra, obligaba a Alemania a combatir en dos frentes s imultáneamente.
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nio de 1914, cuando tuvo lugar el
El riesgo del ultimátum
at entado que le cos tó la vida al
archiduque Francisco Fernando, he- Nadie niega hoy, como nadie
redero del trono austro-húngaro, en dudó entonces, que el ultim á-
la ciudad de Sarajevo, capital de la tum austri aco introduj o no s olo
disp utada región de Bos nia-Herze- la posibilidad de guerra, sino de
govina. El hecho fue aprovechado guerra general. Los est adis tas
de Viena conocían este riesgo, así
por Viena para presentar un inacep- como los estadistas alemanes lo
table ultimátum a Serbia, acusada de habían advertido en las conver-
aus piciar el nacionalismo eslavo en saciones de Berlín a principios
Bosnia. El ultimátum del 23 de julio de julio. Rusia, que se considera-
exigía a Serbia el castigo de todos ba a sí misma como protectora de
los europeos eslavos de los Bal-
los involucrados en el atent ado, la canes, no habrí a permitido que
eliminación de las organizaciones Serbia fuera aplastada ni que se
contrarias a la dominación aust ro- transformase, de un rei no inde-
húngara en Bosnia, el cese de t odo pendiente, en una especie de pro-
tipo de propaganda contra el impe- tectorado de la Doble Monar-
quía. El ultimátum era un reto a
rio dual y la renuncia definitiva a los Rusia. Toda Europa se dio cuen-
territorios eslavos en poder de Aus- ta de que la iniciativa, cargada de
tria-H ungría, entre otras demandas. amenazas, había venido de Aus-
Estas exigencias debían ser cumpli- tria y que no habría sido tomada
das en un p lazo de 48 horas (luego sin la promesa de apoyo dada en
Berlín.
se extendió un poco más) y todo ello
debía hacerse con la fiscalización di- Raymond Aron: Un s igl o de
recta de funcionarios civiles y milita- guerra total, Ed. Ri oplatens e,
res aus tro-húngaros , lo que Serbia Buenos Aires, 1973, p.8.
no acep tó p orque vulneraba su s o-
beranía, aunque estuvo dispuest a a
acceder en otros puntos. Aus tria-Hungría era cons cient e de que con su
act itud provocaría la reacción de Rus ia, pero act uaba con el apoyo de
Alemania, que ya se sentía dispuesta p ara la guerra y no quería dar más
tiemp o de prep aración a sus rivales. El 28 de julio, tras un mes de infruc-
WXRVDVQHJRFLDFLRQHVSDUDSRVSRQHUHOFKRTXH²HPSUHQGLGDVVREUHWRGR
SRU,QJODWHUUD²\GHIHEULOHVSUHS DUDWLYRVILQDOHV$XVWULDOHGHFODUyOD
guerra a Serbia y bombardeó Belgrado. Dos días más tarde, Rusia decretó
la movilización general de sus tropas; y, a pesar del intento de Guillermo II
para que el zar la suspendiera, esta movilización precipitó los acontecimientos.
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El conflict o, finalmente, estalló el 1 de agost o de 1914, cuando Alemania
le declaró la guerra a Rusia. D os días desp ués, las tropas germanas cruza-
ron la frontera con Luxemburgo, y Alemania le declaró la guerra a Francia.
Al siguient e día, Inglat erra entró en la contienda, con el pret exto de que
Alemania había violado la neutralidad belga, garantizada internacionalmente
por un trat ado de 1839, también rubricado por los alemanes. A medida
que avanzaba la lucha, se fueron sumando las demás grandes potencias y
no pocos países de todos los continentes.
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parecía tan inminent e que el gobierno galo huyó a Burdeos. Sin embargo,
una vez que una p arte de los alemanes había cruzado el río, los franceses
contraatacaron con gran fuerza y finalmente los hicieron retroceder. En la
encarnizada y sangrienta bat alla del M arne, acontecida del 6 al 9 de s ep-
tiembre, se enfrentaron unos dos millones de hombres de ambos bandos.
Este choque represent ó el fracaso de la «guerra relámpago» y el paso a la
guerra de trincheras o posiciones.
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/DJ XHUUDGH SRVLFLR QHV²GHWULQFKHU DV²IXHODWyQLF DGHOIU HQWHRFF LGHQWDOHQHOSU LPHU
conflicto mundial. P or ello, al lado de las gr andes y largas bat allas que tuvieron lugar, se
señalan las líneas que indican las var iaciones de los frentes a lo l argo de los cua tro años
que duró la contienda.
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En el frente ori ental, jun to a los é xitos inic iales de l os rusos, provocados por la ra pidez
de la movilizaci ón que sorp rendió a lo s Imperios Centrales, las batall as de Tann enberg
y Lag os Mazuria nos decid ieron la lucha en favor de l os aleman es, que fu eron avan zando
sus posicio nes de la forma que s e señal a en el mapa, a excep ción de l peque ño prog reso
eslavo determinad o por la ofensiva de Brusilov en 1916.
perfilar con toda exactitud cuánto había variado la técnica militar. Verdún
mostró la cara t ét rica del nuevo tipo de guerra. Allí se concedió, p or
primera vez, un pap el primordial a la art illería, que fue utilizada mas iva-
mente. Se trataba de «ablandar» al enemigo con el machaqueo intens ivo
y des truct or de obuses y cañones en un reducido esp acio del frent e.
Cuando se juzgaba que no podía exist ir ni sombra de res istencia, se daba
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Serbia sufrió pronto laocupación de su territorio por partede los Imperios Centrales,que más
tarde se extendió aRumania. En el Imperio Turco, frente a un avance inicial de los rusos, que
conquistaron totalmente Armenia, los Imperios Centrales larecuperaron al derrumbarse el
zarismo. En cambio,los aliados lograron un lento pero sustancial progreso en el Oriente Medio
partiendo de Mesopotamia.
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millón de bajas , en su mayoría de
Matanza por los dardanelos
rus os. Los rusos fueron detenidos,
A lo largo de 1915 se libró en la
pero los alemanes no pudieron p e-
península t urca de Galípoli una netrar indefinidamente en el espacio
de las más sangrientas batallas de continent al de Rusia y sacarla de la
la guerra. La lucha por el con- lucha, como se había propuesto el
trol de los Dardanelos conclu- mariscal Paul von Hindenburg, jefe
yó con la reti rada de la Entente
y l e valió a Mu stafá Kemal, el
de las fuerzas alemanas. Sin embargo,
futuro Ataturk, el título de «Hé- tras aquellos desastres se incrementó
roe de Anafart a». All í murieron el repudio a la guerra en Rusia, pre-
medio mil lón de hombres de sagiando la tempestad revolucionaria
ambos bandos. de 1917.
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Las primeras trinche ras ten ían un c arácter sumamen te primi tivo. C onsistía n en simples
excav aciones d efendidas por saco s terreros o con al ambradas que apena s superab an la
altura de un hombre . P osteriormente se creó una verdade ra técnica q ue llegó inc luso al
tendid o de vías férreas qu e enlazaba n las de p rimera lín ea con las de retagu radia.
Nunca los hombres habían tenido que soportar tan duras circunstancias como
los combatientes de esta guerra, sobre todo a partir del momento en que los
frentes se estabilizaron. Inmóviles en las líneas avanzadas, en trincheras más
o menos profundas, expuestos sin protección alguna no sólo a los bombar-
deos y a los golpes de mano sino también al frío y a la lluvia, mal abasteci-
dos, devorados por los piojos, víctimas del sueño, los soldados vivían hun-
didos en el barro. En los sectores agit ados, el combatiente se hallaba
constant emente en tens ión nerviosa. El riesgo de muerte acechaba todo el
tiempo.
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que le inspiraban las leyendas difun-
didas p or la prensa y p or aquellos
que querían continuar la guerra a su
cos ta; así como por el cans ancio y
por el sentimiento de que tantos sa-
crificios eran inútiles.
Las potencias de la Entente res pondieron a las referidas ges tiones es ta-
bleciendo las s iguientes condiciones para un pos ible acuerdo: restaura-
ción de Bélgica; restitución a Francia de las p rovincias de A lsacia y
Lorena; devolución de la integridad de Serbia y M ontenegro; aplicación
del principio de las nacionalidades, lo que s uponía la entrega a Italia de
los territorios irredentos en posesión
de Austria-Hungría, y la liberación de
checos, eslovacos y eslavos meridio-
nales; expulsión de Turquía de Euro-
pa e independencia de los pueblos
43
colocados bajo su soberanía. La Entent e, s in embargo, no hablaba p ara
nada de la res tauración de Polonia, p orque Rusia se negaba a incluir esta
mención aunque fuera grata a sus aliados occident ales.
44
Con la intervención de los Estados
El Telegrama Zimmermann
Unidos, se incrementaron los efecti-
vos y todo el potencial militar de la Muchos historiadores, particular-
Ent ente. La Fuerz a Expedicionaria mente norteamericanos, han aduci-
Estadounidense (FEE), comandada do que otro motivo para el abando-
por el general J ohn Pershing, el in- no de la neutralidad fue al famoso
vas or de M éxico en 1916, se fue «telegrama Zimmermann», en el
que el mi nistro del exterior ale-
incrementando con el paso del tiem- mán proponía a México que se
po y contaba al final de la guerra con sumara a la causa germana a cam-
cas i dos millones de combat ient es. bio de apoyo para recuperar los
A ello hay que añadir la ent rada en territorios arrebatados a di cho
combate de nuevas y más podero- país por l os Estados Unidos,
cuando Alemania concluyera vic-
sas naves y armas de todo tipo. Pero toriosam ente la guerra. Fue éste
tan o más importante aún fue el apor- un hecho ampliamente explota-
te financiero norteamericano a Gran do por l as autoridades y que in-
Bretaña, Francia, Italia, Bélgica, Ru- fluyó en la opinión públi ca, pero
sia, Rumania, Serbia y Grecia, que as- de ninguna manera determinante
en la actitud del gobierno, que
cendió a unos 10 mil millones de dó- conocía que la proposición ale-
lares (más de 70 mil millones de mana no tendría consecuencias
dólares actuales), concedidos en algunas.
préstamos de Estado a Estado, con
un 5 % de interés.
45
sufrimientos del prolongado conflict o, que era p ercibido, cada día más,
como algo totalmente ajeno a los int eres es de las grandes mayorías. Las
revoluciones rusas de 1917, que est udiaremos más adelante, provocaron
la caída del régimen zarista de Nicolás II y condujeron finalmente al triunfo
de los bolcheviques , quienes en pocas semanas sacaron al país de la ma-
tanza imperialista, cumpliendo así lo prometido a las masas en su programa
de lucha por el poder.
Así las cos as, a fines de 1917, luego de tres años y medio de matanz as,
privaciones y sacrificios, era evidente el rechaz o mayoritario a la guerra.
En el movimiento socialista, donde al principio sólo el reducido grupo de la
izquierda asumió una posición contra la guerra, se generalizó el rechazo a
46
continuarla y se apoy ó la demanda
Los socialistas y la guerra
bolchevique de una paz sin anexio-
nes ni indemnizaciones. El sentimien- En las conferenci as s ocialist as
to antibelicista s e extendió también celebradas en las ciudades sui-
a otras fuerzas políticas e incluso lle- zas de Zimmerwald y Ki enthal,
gó hast a la Iglesia Cat ólica, s i bien en septiem bre de 1915 y mayo
los llamados del Papa Benedicto XV, de 1916, respectivament e, s ólo
la izquierda asumió una acti tud
aunque al p arecer s inceros, bus ca- consecuentement e anti bel ici s-
ban romp er el aislamiento del Vati- ta. En ellas se des tacó la figura
cano y, sobre t odo, neutralizar el de Vladi mir I. Lenin, quien abo-
protagonismo pacifista de los socia- gó por rechazar toda colabora-
lis tas. Las invocaciones de los go- ci ón con l os gobiernos y por
emprender acci ones de t odo
bernant es a la unión sagrada para ti po para transformar la guerra
salvar a la Patria y otras por el estilo en revoluci ón.
ya no eran escuchadas y aceptadas
por todos . Se había roto definitiva-
mente el consenso de 1914, cuando la propaganda chovinista y patriotera
de los gobiernos y su promesa de una guerra corta y victoriosa terminaron
por contagiar a amplias masas . La realidad de una guerra que sólo benefi-
ciaba los intereses de grupos ávidos de riquezas y conquistas, había termi-
nado por generar condiciones revolucionarias , que continuarían profun-
dizándose en 1918 y en los años posteriores.
La guerra en el mar y el ai re
47
a la alt ura del cabo K insale. El trasatlántico llevaba 1 276 pas ajeros,
118 de los cuales eran norteamericanos, lo que motivó una vigorosa protes-
ta de los Estados Unidos. Un segundo hundimiento de un barco de p asa-
jeros , el del Ar abic, el 19 de agost o del propio año, desencadenó una
oleada de reclamaciones y condujo a la decis ión de suspender los at a-
ques de los s ubmarinos en pleno océano, aunque se mantuvo el bloqueo
de las costas inglesas . La interrupción de los at aques s ubmarinos en la
profundidad oceánica se prolongó por un año y favoreció, en buena me-
dida, el avit uallamiento de los aliados.
Ahora bien, en may o de 1916, cada vez más urgida de romper el bloqueo
por la necesidad de suministros, Alemania resolvió sacar hacia alta mar los
barcos hast a entonces abrigados en sus bases del M ar del Norte. La ac-
ción, coincidente con la ofensiva germana en Verdún, fue det ectada ense-
guida p or los ingleses, que se propusieron aprovechar la ocasión para eli-
minar a la escuadra alemana como factor de importancia en la guerra. El
encuentro se produjo finalmente en J utlandia, Dinamarca, donde el 31 de
mayo y el 1 de junio se enfrentaron 93 unidades germanas con 142 ingle-
sas. La batalla terminó con imp ortantes pérdidas en ambos bandos, pero
los barcos alemanes que sobrevivieron tuvieron que retirarse ante la per-
secución enemiga. La escuadra alemana quedó definitivamente encerrada
en sus bases hasta el final de la guerra, lo que supus o un evidente respiro
para la Gran Bretaña.
48
En cuanto a la guerra en el aire, los esfuerzos por des arrollarla t uvieron
res ultados limitados debido a las característ icas del material con que se
contaba, particularmente en los p rimeros años de la contienda. Los pe-
queños aviones (aeroplanos) que existían entonces alcanzaban apenas
los 1 000 met ros de altura y volaban a poca velocidad, p or lo que p o-
dían ser abatidos con relativa facilidad. Ello explica que, al p rincipio, la
aviación era empleada básicamente en funciones de «espionaje», es de-
cir, para comunicar la situación de las fuerz as enemigas o los movimien-
tos de tropas.
49
El año final
50
Hungría firmaba el armisticio con Italia. Agotado por el esfuerzo bélico y
sacudido por la revolución, el viejo y carcomido imperio Austro-Húngaro
se vino abajo, dando lugar al surgimiento de cuatro nuevos Estados : Aus-
tria, Hungría, Checoslovaquia y Yugoslavia.
Los territorios africanos colonizados por los alemanes eran Togo, Camerún,
el África Suroccidental Alemana (actual Namibia) y el África Oriental Ale-
mana (hoy Ruanda, Burundi y parte de Tanzania). Al comenzar la guerra
en Europa, una fuerza anglo-frances a tomó posesión de Togo y poco des-
pués invadieron a Camerún, donde la resistencia germana fue quebrada a
principios de 1916. El África Suroccident al Alemana fue conquistado en-
tre septiembre de 1914 y julio de 1915 por tropas de la Unión Surafricana
(actual República de Sudáfrica). M ayor resistencia ofreció el África Oriental
Alemana, la más importante de las posesiones germanas en el mal llamado
continente negro. Los primeros ataques emprendidos por las fuerzas ingle-
sas e indias, a fines de 1914, fueron rechazados por las trop as del general
51
Paul von Lettow-Vorbeck. Sin embargo, en 1916 los aliados (británicos,
surafricanos y portugueses) ocuparon la mayor p arte de la colonia. Las
tropas alemanas se replegaron, pero invadieron el África portuguesa, don-
de resist ieron hasta el cese de la lucha en Europa.
de E uropa, y pocos más en los rest antes c ontinent es, poc os Esta dos se s alvaron de vers e impli cados e n la gue rra.
los miles de soldados vuelt os del frente que hallaron, en t odos los p aíses,
múltiples dificultades para adaptarse a la paz. Para provocar tales calami-
dades, los países beligerant es habían empleado algo más de 186 mil millo-
nes de dólares, más de 900 mil millones al valor act ual.
La Conferencia de París
El 1 8 de en ero de 1919 s e inici ó en P arís la Confer encia de P az que ter minó c on la firma
del Tratado de Versalle s. Los al emanes no fueron admitidos en las c onversaci ones.
55
se referían al respeto a las distintas nacionalidades y a la aut odetermina-
ción de los p ueblos, que chocaban con s us pretensiones en Europa y con
sus intenciones de fortalecer sus respectivos imperios coloniales. En tono
de burla Clemenceau decía que Wilson se creía superior a Dios, pues éste
se conformó con 10 mandamientos y Wilson estableció 14. A la pos tre, el
mandatario nort eamericano, que había llegado a P arís con la aureola del
gran vencedor, tuvo que ceder en la mayoría de los asuntos.
Por las condiciones del Trat ado de Versalles , firmado en el Salón de los
Espejos del P alacio de Versalles, el 28 de junio de 1919, Alemania reinte-
gró a Francia los t errit orios de A lsacia y Lorena, que le había arrebat ado
en la guerra de 1871. Además, F rancia obtuvo por 15 años el control de la
región carbonífera del Sarre. Se incorporaron a Bélgica los distritos de
Eup en y M almedy y a Dinamarca el Schlewing sept entrional. Alemania
debió reconocer la independencia de Polonia y le entregó Poznan y varias
regiones de Silesia y de Pomerania, mientras la zona de Gdans k se regiría
por un estatuto internacional, quedando separada Prusia Oriental del resto
del t erritorio germano mediante un corredor o pasillo, lo que creó un per-
manente foco de tensión entre ambos países. Alemania debió reconocer
también la independencia de Checoslovaquia y cederle la región de
Hultschin. El tratado dejó establecida la prohibición de una futura anexión
de Aus tria a Alemania.
Los artículos militares del Tratado de Versalles limitaron las fuerzas arma-
das de A lemania a cien mil hombres, los neces arios supuestamente p ara
cuidar el orden interior, y prohibieron instaurar el servicio militar. Queda-
ron sup rimidas la flota de guerra, la artillería pesada y la aviación de com-
bat e. Los p uert os marít imos y los ríos del p aís quedaban abiertos a las
naves de las potencias aliadas. Por otra parte, Alemania debía s uministrar
a los aliados, durante diez años, grandes cantidades de carbón, ganado y
otros productos, y se comprometía a pagar una indemnización (fijada poste-
riormente) de 132 mil millones de marcos oro en calidad de reparaciones de
guerra, más 5 mil millones adicionales para Bélgica.
57
50 kilómetros. Durante las negocia-
EE.UU. y la Liga
ciones del t ratado, Clemenceau exi-
El Congreso norteamericano se
gió separar estas zonas de Alemania
opuso al Artículo X del Estatuto y crear en ellas uno o más Estados
de la Liga, que establecía la obliga- tapones (que evidentemente estarían
ción de los miembros a respetar la supeditados a Francia), argumentan-
independencia de todos los Esta- do para ello la garantía de la futura
dos, y desautorizó la gestión de
Wilson, al que censuró por haber
s eguridad frances a. Pero Lloy d
hecho concesiones y cont raído George (con el apoyo de Wilson),
compromisos inaceptables para los que no quería una Francia muy for-
Estados Unidos. talecida por temor a su absoluta he-
gemonía en Europa, se opuso enér-
gicamente a est as pretensiones y el
Primer M inistro galo tuvo que ceder y acept ar, aunque con reticencias, la
fórmula defendida por sus aliados.
58
P alacio cons truido en Ginebra para sede de la Liga de la s Naciones.
60
Europ a antes y despué s de Ver salles. En los a spectos t erritori al y pol ítico, e n 1919 h a nacido otra Eu ropa.
61
Dodecanes o, que nuevament e la dejaron inconforme. Fue un t ípico re-
parto imperialista que sentó las bases para futuros conflictos ent re los
propios ocupantes y ent re éstos y los pueblos de la región, incluido el
pueblo t urco, que enseguida se agrupó en t orno al movimiento naciona-
lista de M us tafá Kemal, para exigir con las armas la ret irada extranjera
de las t ierras pobladas por turcos y la modificación del es tatuto sobre
los estrechos, que limitaba cons iderablemente la soberanía e indepen-
dencia de la nueva Turquía.
62
Fig uras importantes de l a Primera Guerra Mundial
Bru silov, Alexe i (1853-1926). G eneral ruso con dest acada partici-
pación en la guerra. Tras la revolución, se unió al Ejército Rojo y
participó en la guerra civil.
63
Francis co Fe rnan do de Habsburgo (1863-1914). Sobrino del em-
perador de Austria-Hungría Francisco José y heredero del impe-
rio. Fue as esinado junto a s u es posa, Sofia Chotek, el 28 de
junio de 1914, en Sarajevo, hecho que fue utilizado como p re-
texto para el inicio de la guerra.
64
Lawren ce, Thomas Edward (1888-1935). Llamado «Lawrence de
Arabia» fue un arqueólogo y escritor que colaboró con el servi-
cio de inteligencia de los ingles es durant e la guerra. Tuvo un pa-
pel des tacado en el levantamiento de los árabes contra los t ur-
cos, que rememoró en Los siete pilares de la s abiduría.
65
Princip, Gavrilo (1894-1918). Nacionalista serbio, autor direct o del
atent ado de Sarajevo, que sirvió de pretexto a los imperios cen-
trales p ara desencadenar la guerra.
66
Breve cronologí a de la Primera Guerra Mundi al
1914
67
5-12 s ept. Primera bat alla del M arne. Los alemanes son rechazados.
Fracasa el plan de guerra Relámpago.
1915
22 abr. Los alemanes emplean, por primera vez, los gases asfixiantes.
68
1916
24 abr. Rebelión del «Sinn Fein», en Dublín, Irlanda, contra los británicos.
25 abr. El ejércit o inglés del general Townshend se rinde ante los tur-
cos en Kutal-Amara, M esopotamia.
69
1917
7 nov. Los ingleses t oman Gaza y poco des pués Jerus alén.
70
1918
15 jul-4 agos. Segunda batalla del M arne. Alemania sufre una derrota
decisiva.
71
30 oct.-3 nov. Victoria it aliana en Vittorio Vénet o. A ustria firma el
armisticio con los aliados.
1919
72
RUS IA EN REVOLUCIÓN
Al comenzar el s iglo XX Rusia era el mayor Estado del mundo. Poseía una
extens ión de 22 millones de kilómetros cuadrados y una población
multiétnica cercana a los 150 millones de habit antes. Era un gigante, pero
con pies de barro. Atraso y modernidad se combinaban en el multinacional
conglomerado, dando lugar a una comp leja madeja de agudas contradic-
ciones económicas, políticas , sociales y nacionales, que según la conocida
exp resión de Vladimir I. Lenin, hacían del país el eslabón más débil de la
cadena de dominación imperialista.
73
El desarrollo industrial de Rusia, tar-
Los socialistas rusos dío pero muy rápido, originó el sur-
gimiento del capitalismo monopolis-
El Partido Obrero Socialdemócra-
ta Ruso surgió en 1898 para unir ta hacia principios del siglo, al igual
a todos los grupos socialistas del que ocurrió por entonces en las de-
país, pero en 1903 se di vidió en más grandes potencias de la época.
dos tendencias: la menchevique Pero a diferencia de la may oría de
(minoría), partidaria del revisio- ést as, Rusia seguía siendo un p aís
nismo euroccidental, y la bolche-
vique (mayoría), fiel al legado re- predominant emente campesino y
volucionari o del marxism o. A atrasado, debido a que las transfor-
partir de 1912, ambas tendencias maciones democrático-burguesas ini-
se transformaron en partidos in- ciadas con las reformas de 1861 no
dependient es. se habían llevado hasta el fin. De tal
manera, junto a la gran producción
capitalis ta, el moderno proletariado
y el avance científico-t écnico y cultural en los grandes centros urbanos,
coexistía una agricult ura con fuertes reminiscencias feudales y una aldea
sumida en la mayor ignorancia, así como un anacrónico régimen autocrático,
basado en el predominio de la noblez a terrat eniente, que ahogaba en san-
gre la más mínima pretensión de libertad.
74
cho a la tierra, aunque de forma menos organizada y consciente que el
proletariado. Con part icular fuerza se rebelaban los pueblos no rusos del
multinacional Estado, víctimas de la más cruel opresión, razón por la que
a Rus ia se calificaba como una verdadera cárcel de pueblos.
75
únicamente a los campesinos ricos, los llamados kulaks , mientras que la
gran masa campesina continuaba empobreciéndose.
La revolución rusa de 1917 no hubiera sido pos ible o hubiera sido radical-
mente diferente de no mediar la obra teórica de Lenin sobre el pensamien-
to marxista. Vladimir Ilich Uliánov había nacido el 22 de abril de 1870, en
una p equeña aldea a orillas del Volga. Tenía 17 años cuando fue ejecutado
uno de sus hermanos por participar en un complot contra el zar. Este acon-
tecimiento lo convenció de que había pasado el tiempo de las acciones
individuales y era preciso recurrir a los movimientos de masas. Durante su
época de estudiante en Kazán y en San Petersburgo s e inició en el marxis-
mo y emprendió una act iva propaganda ent re los obreros. Fue fundador
del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso y a partir de 1903, cuando éste
se escindió, encabezó la mayoría (bolchevique), que mantuvo una posición
cons ecuent emente revolucionaria. En 1900 t uvo que salir del p aís, luego
de haber permanecido dep ortado en Siberia. Regres ó durante la revolu-
ción de 1905, pero pronto tuvo que volver al extranjero. Durante la guerra
escribió dos obras fundamentales: El im perialism o, fase superior del ca-
pitalism o (1916) y El Estado y la Revolución (1917).
76
Lenin fue el artífice de la r evolución. E n su persona lidad se au naban el pen sador,
que asimiló y adap tó a la realida d rusa las tes is de M arx; el escrito r atent o a ind icar
corr ectame nte el pulso de ca da momento, el org anizad or y, finalmente, el hombre
de acc ión, capaz de diseña r y dirigi r la batal la por el poder.
77
realizada p or la clase obrera en alianza con los campes inos y bajo la con-
ducción de un partido fuertemente cohesionado y disciplinado. Basándose
en la experiencia de la revolución de 1905, Lenin demostró la inconsisten-
cia de la postura menchevique, que solamente aspiraba a transformaciones
democrático-burguesas y otorgaba un papel protagónico a la burguesía en
el proceso revolucionario, argumentando que en la atrasada Rusia no exis-
tían condiciones para el socialismo. En la es trategia leninista de la revolu-
ción, expuesta en este trabajo, no tenían cabida las medias tintas, así como
la aventura y la improvisación. Para Lenin un proceso revolucionario no es
algo fat al o accidental, s ino algo que s e prepara meticulos ament e, como
una guerra.
78
tual», sin ningún contenido revolucionario. Su insistencia sobre la necesi-
dad de la organización y la disciplina era por una parte un reflejo de su
determinación de conducir la revolución de la teoría a la práct ica y, p or la
otra, resultado de haber comprobado que en las condiciones de entonces
era inútil pensar en apoderarse del poder «por un simple golpe de mano».
Además, era una respuesta a la situación concreta de Rusia zaris ta, donde
apenas se toleraba el timorato liberalismo de la burguesía, y no podía pros-
perar el marxismo evolucionista y revisionista que iba ganando t erreno en
el O ccidente. Aquí est á la explicación de por qué se separó el s ocialismo
ruso del occidental y p or qué cristalizó en el bolchevismo el desafío revo-
lucionario contra la ideología liberal.
Las penalidades de una guerra que p ara Rusia marchaba de mal en peor y
la incapacidad y corrupción de un régimen en el que un bribón como Grigori
Rasputin pudo convertirse en el verdadero poder tras el trono, terminaron
desencadenando una nueva crisis. El movimiento de masas contra la guerra
y la autocracia se fue extendiendo a la mayoría de la población y al ejército
y provocó finalmente el est allido de
la revolución. En sólo cinco días, del
23 al 27 de febrero (8 al 13 de mar- El «Santo» Rasputin
zo por el nuevo calendario) fue de-
Grigori Iefim ovitch R as put in
rribado el zarismo, mediante un mo-
(1871-1916). M onje-curandero
vimiento de huelgas que devino que se hacía llamar Santo. Logró
insurrección armada. Los obreros y una gran ascendencia s obre la
familia real, haciendo creer que
podía curar al hijo del zar, que pa-
Los calendarios rusos. decía de hemofilia. Llegó a tener
un poder ilimitado durante varios
El calendario Juliano, que estu- años. Por sus consejos se nom-
vo vigente en Rusia has ta el 31 braban y sustituían ministros y
de enero de 1918, tenía 13 días de t odos bus caban s us favores .
diferenci a con relación al calen- Murió asesinado por un aristó-
dario Gregoriano, usado en el
crata en diciembre de 1916.
mundo occidental.
79
soldados insurrectos (agrupados en los
El Partido Socialista soviets) pudieron haber tomado el po-
Revolucionario
der directamente, pero el Soviet más
El Partido Social ista Revoluciona- importante, el de Petrogrado (como
rio (eserista) surgió en 1902 y refle- pasó a llamarse San Petersburgo des-
jaba en sus concepciones una amal- de el comienzo de la guerra), es taba
gama eclécti ca de l as ideas del influido mayoritariamente por los
populismo ruso y del revisionismo mencheviques y los socialistas-revo-
euroccidental . Contaba con una
gran influenci a en el campo.
lucionarios (eseristas), debido a la
debilidad de los bolcheviques, muy
perseguidos por su opos ición a la
guerra. Los dirigentes del soviet
aceptaron que los p artidos de la burgues ía liberal y los terratenientes
(Demócrtata Constitucionalista y Unión 17 de Octubre, respectivamente),
reunidos en la Duma, p roclamaran la constitución del Gobierno Provisio-
nal, el 2 de marzo, bajo la presidencia del príncipe Lvov. El día 3 de marzo
el zar abdicó a favor de su hermano M iguel, pero al siguiente día, debido a
la presión popular, éste tuvo que renunciar al trono. El zarismo había sido
liquidado.
80
ner el desarrollo de la revolución y a la postre disolver a los s oviets. Aspi-
raban s olamente a la constitución de un régimen parlamentario al est ilo
occidental. Al principio de la revolución, los bolcheviques es tuvieron un
tanto desconcert ados y adoptaron una línea blanda, de apoyo crítico al
Gobierno Provisional. Pero ello cambió radicalmente a partir de la llegada
de Lenin al país, en los primeros días de abril.
81
Atemorizada por el cambio que se producía en la correlación de fuerzas,
sobre todo en la capit al y en ot ras grandes ciudades, la burguesía fraguó
un plan para deshacerse de la influencia de los s oviets. A principios de
julio, amenazó a los minist ros mencheviques y eseristas, que desde mayo
entraron al gabinete, con retirarse del mismo s i no aceptaban la imp lanta-
ción del poder único del gobierno, la supresión de los soviets y la des ar-
ticulación de las organizaciones revolucionarias. La maniobra desencade-
nó una protesta masiva de los obreros y los soldados de la capital, durante
los días 3 y 4 de julio. Los bolcheviques tuvieron que hacer grandes es-
fuerzos para evitar una insurrección armada, que Lenin consideraba pre-
matura, pues no est aba seguro de que fuera apoyada por el resto del país.
Las manifest aciones fueron finalment e pacíficas y reclamaron el pas o de
todo el poder a los soviets. En lugar de aceptar el p oder que así se les
ofrecía, los dirigentes mencheviques y eserist as ordenaron la represión de
La ilu stración mu estra la r epresión de satada cont ra los mani festantes en julio de 1917.
82
los manifestantes, ocasionando miles de víctimas. El Partido Bolchevique y
su órgano de prensa, el periódico Prav da, fueron ilegaliz ados. Lenin tuvo
que marcharse a Finlandia, desde donde continuó dirigiendo la revolución.
Satisfecha con el curso de los acontecimientos, la burguesía aceptó formar
parte de un nuevo gabinete, encabezado por el socialista Alexandr Kerenski,
que proclamó la abs olut a independencia del gobierno con relación a los
soviets.
83
creció enormemente. Se p rodujo ent onces una rápida bolcheviz ación de
los soviets, que cobraron nueva energía y vigor. Los soviets de Petrogrado
y M oscú eludieron la orden de Kerens ki de entregar las armas utiliz adas
contra Kornilov. En todas partes se aprobaban resoluciones que recogían
las principales consignas bolcheviques.
84
menzó en la noche del 24 de oct u-
bre y en la t arde del 25 (7 de no- Proclama de Lenin
viembre), con la t oma del Palacio
de Invierno, sede del Gobierno A l os ciudadanos de Rus ia:
Provisional, se había cump lido el El Gobierno provisional ha sido
derribado. El poder del Est ado
plan leninista de cercar, aislar y apo-
ha pas ado a manos del Sovi et
derarse de la capit al mediante la ac- de Petrogrado y del C omité Re-
ción combinada de la F lot a del vol ucionario mil itar, que est á a
Bált ico, los obreros armados (guar- l a cabeza del prolet ari ado y
dia roja) y las tropas revoluciona- de l a guarni ción de la capit al.
rias de la guarnición de la ciudad. La causa por la que ha luchado
El asalto del Palacio de Invierno, re- el pueblo, la inmediata propues-
ta de una paz dem ocrát ica, la
creado magistralmente por Eisenstein abolición de la propiedad rural de
en su famosa película Octubre, se los terratenientes, el control de los
inició con los cañonazos del cruce- obreros sobre la industria y la for-
ro Auror a, que devino en un sím- mación de un Gobierno de So-
bolo de la revolución. El periodista viets, ya est á asegurada.
norteamericano John Reed, que vi- ¡Vi va l a revolución de los obre-
ros, s oldados y campesinos!
vió aquellos acontecimientos y los
narra en su libro Diez días que es-
tr emecieron al m undo, subraya su
asombro por la facilidad del triunfo revolucionario, que se p rodujo p rác-
ticament e s in derramamiento de sangre, lo que evidencia la meticulosa
preparación de las acciones.
85
Lenin, rodeado d e soldados y obreros, imparte i nstruccione s para el asalto
al P alacio de Invierno.
gobiernos y a los pueblos de los países beligerantes a buscar una paz justa,
sin anexiones ni indemnizaciones. En el Decreto sobre la Tierra se estable-
cía el reparto inmediat o de las tierras del Est ado, de la Igles ia y de los
terrat enientes, según la voluntad de los propios campesinos. El congreso
eligió al Comité Ejecut ivo de los Soviets, órgano sup remo del p oder so-
viético entre congresos de los soviets, con funciones legislativas, directivas
y de control, y éste des ignó al primer gobierno s oviético, que recibió el
nombre de Consejo de Comisarios del Pueblo y fue p residido por Lenin.
En este primer gobierno participaron algunos representantes de los eseristas
de izquierda, grupo que había roto anteriormente con su partido y se sumó
a la revolución.
86
y el respeto a su autodeterminación.
Precis amente, acogiéndose a es te La KOMINTERN
decreto Finlandia s e separó de Ru-
La Tercera Internacional surgió en
sia y se convirtió en un Estado inde- Moscú, en marzo de 1919, y se
pendiente. Poco después se produ- propuso unir a todos los socialis-
jo allí un intento de es tablecer el tas que rompieran con el oportu-
poder soviético, p ero fue frust rado nismo de la segunda Internacio-
nal. No provocó la división del
por la reacción int erna y por las tro-
movimiento socialista, pues éste
pas alemanas. Los decretos sobre la ya estaba dividido. Pero l a línea
tierra y la paz y todas estas primeras sectaria que siguió tras la muerte
medidas tuvieron una gran influencia de Lenin y hast a principios de
en el rápido establecimiento del po- los años 30 profundizó aquella
división.
der soviét ico en el inmenso país, así
como en su posterior consolidación
y le proporcionaron el apoyo de am-
plios sectores en todo el mundo.
La guerra ci vil
87
que desde el principio asumieron una
La primera Constitución
posición hostil hacia el poder soviéti-
La primera Constitución soviéti- co, no acept aron las p ropuestas de
ca reflejó el ambiente de la aguda Rus ia p ara lograr una p az general.
lucha de clases prevaleciente en La actitud de Alemania también era
el país al negar el derecho de ele- de hostilidad, pero estaba interesa-
gir y ser electos a los explotado-
da en firmar la paz con Rus ia p ara
res de trabajo ajeno, a l os miem-
bros de los antiguos cuerpos reforzar sus posiciones en el Occi-
represivos y de la derrotada di- dente. Las condiciones que se exi-
nastía y a los eclesiásticos. gían a Rusia eran s everas y provo-
caron una división en el gobierno y
en el partido. Lev Trotski y N icolai
Bujarin se pronunciaron contra la firma de la paz, al igual que los eseristas
de izquierda, que finalment e abandonaron el gobierno y se incorporaron a
la oposición. Trotski consideraba la continuación de la guerra como la gran
oportunidad his tórica p ara la export ación de la revolución y la t esis de
Bujarin de declarar la guerra revolucionaria cont ra A lemania le hacía el
juego a Trotski. Pero Lenin concebía la paz como una cuestión de supervi-
vencia para el joven poder soviético, en vista de que se retrasaba el espe-
rado est allido de la revolución en el Occidente, y finalmente se impuso su
criterio. Rusia tuvo que ceder grandes extensiones de su territorio occi-
dental (Letonia, Estonia y Lituania, entre otros), y comprometerse a pagar
una abult ada s uma a los alemanes, pero por fin salió de la guerra y p udo
comenzar la reorganización y reconstrucción del extenuado país.
88
del régimen soviético, aprobado a
La constituyente
princip ios de enero, tras la disolu-
ción de la Asamblea Constituyente, Los bolchevi ques consi dera-
cuya composición, al parecer, no se ban que la Asam blea ya no t e-
corresp ondía con la nueva realidad ní a ni ngún obj eti vo polít ico ni
existente en el país, pues había sido prácti co, pero acept aron s u
el ecci ón porque era una vieja
elegida a part ir de list as de candida-
consigna que habí a prendido en
tos confeccionadas antes del triunfo las masas. En su primera ses ión
de la revolución. la Asam blea se negó a recono-
cer los decret os del nuevo régi-
P ero la reconst rucción pacífica men, lo que condujo a la reti ra-
da de l os bolcheviques y de los
pronto se vio interrumpida. En el pro-
es eri stas de izquierda y a su
pio verano de ese año estalló una san- pos teri or disol ución.
grienta guerra civil, que se prolongó
has ta fines de 1920. Con el apoyo
político, económico y militar de las
potencias occidentales, la burguesía y los terratenient es, desplazados del
poder, p asaron del sabotaje a la producción y otras acciones a la confron-
tación armada en gran escala contra el poder soviét ico. A partir de media-
dos de 1918, surgieron en diferentes partes de Rusia grandes ejércitos
contrarrevolucionarios , mandados por antiguos oficiales zaristas como el
almirante A lexandr Kolchak y los generales Anton Denikin y Nicolai
Yudenich, entre otros, que llegaron a enrolar en sus filas más de un millón
y medio de hombres bien armados y organizados. Al mismo tiempo, tropas
japonesas y norteamericanas desembarcaron en el Lejano Oriente, mien-
tras que fuerzas de Inglaterra, Francia y Alemania operaban en el norte,
centro y sur de la part e occidental del país, al igual que las de P olonia,
Rumania (que se anexó Besarabia) y ot ros vecinos. La intervención ex-
tranjera, que se incrementó después de terminada la Primera Guerra M un-
dial, llegó a sumar 14 países y unos 300 mil soldados y oficiales. Rusia se
transformó en un inmenso campo de batalla.
89
parte controlada por el poder soviético (un territorio equivalente al Estado
moscovit a del s iglo XV I), los enemigos del régimen, incluidos los
PHQFKHYLTXHV\ORV HVHULVWDV²TXHWUDWDURQGHVDFDUSDUWLGRGHODSHQRVD
VLWXDFLyQGHOSDtV²GHVDWDURQXQDYDVWDRODGHWHUURU(QXQRGHORV WDQ
tos atentados preparados por estos elementos fue herido gravemente Lenin,
cuando concluía una visita a una fábrica mos covita.
El joven Estado soviético fue sometido a una prueba de vida o muerte, pero
finalmente se alzó con la victoria. Después de tres años de sangrienta lucha,
el poder soviético fue restablecido en el país. ¿Cómo pudo realizarse tal
proeza? Es indiscutible que la solidaridad internacional desempeñó un papel
importante. Una parte considerable de la clase obrera europea y norteame-
ricana, organizada en el movimiento
«M anos fuera de Rusia», presionó a
sus respectivos gobiernos y a la pos-
tre los obligó a retirar sus fuerzas del
lejano país. P ero las razones funda-
mentales de aquella hazaña tuvieron
un carácter interno. La firme volun-
tad del gobierno y del partido (desde
marzo de 1918 denominado Partido
Comunista) de defender al poder so-
viético, mant eniendo la unidad del
país, y el apoyo mayoritario de la po-
blación, fueron los factores fundamen-
tales en el desenlace del conflicto.
90
Situac ión de los frentes en 1919.
91
fue apoyada por un fuerte movimien-
to guerrillero, que operó todo el tiem-
po dentro del territorio ocupado por
el enemigo. Lev Trotski, por enton-
ces Comisario de Defensa, des em-
peñó un import ante p apel en la or-
ganización del Ejército Rojo y en la
conducción de la guerra, aunque su
protagonismo ha sido sobrevalora-
do con post erioridad por sus parti-
darios.
92
En las circunstancias extremas
Una novela sobre la guerra civil
impues tas por la guerra, los
bolcheviques tuvieron que con- Por mucho que digáis, si el pueblo tuviese
trolar mucho más y mucho an- fe en el Gobierno militar, yo hubiera renun-
tes de lo que deseaban. Se vie- ciado con entusiasmo a nuestras exigen-
ron obligados también a aplicar cias... Pero el pueblo no la tiene. ¡No so-
mos nosotros, sino vos otros, quienes
severas medidas cont ra s us
provocarán la guerra civil. ¿Por qué habéis
opositores. Al terror contrarre- dado asilo en la tierra cosaca a ciertos ge-
volucionario (blanco) se opuso nerales fugitivos? Por eso los bolcheviques
el terror rojo. Se aprobó la pena traen la guerra a nuestro Don apacible.
de muerte para muchos delitos ¡No nos someteremos a vosotros! ¡No lo
y se formaron tribunales revo- permitiré! ¡Habrán de pasar sobre mi cadá-
ver! ¡No creo que el Gobierno militar pueda
lucionarios, que actuaban de in-
salvar al Don! ¿Qué providencias tomaréis
mediato. Un papel importante contra quienes no quieren someterse a vo-
des empeñó en est e periodo la sotros? ¡He aquí como están las cosas! ¿Por
comisión extraordinaria de lu- qué lanzáis a vuestras unidades de franco-
cha contra la contrarrevolución, tiradores contra los mineros? ¡Así no ha-
la especulación y el sabotaje céi s si no sembrar des astres! Decidme,
¿Quién puede garantizar que el Gobierno
(Checa), precursora de los ór-
militar sabrá evitar la guerra civil? ¡No po-
ganos de seguridad soviética. déis hacer nada en absoluto! Puesto que el
Nada tiene de extraño que se pueblo y los cosacos combatientes no es-
produjeran ent onces algunos tán por vosotros. Como un soplo de vien-
excesos, como muchos han se- to, una ri sotada pasó por la s ala. Voces
ñalado, cas i siemp re con mal- indignadas se elevaron contra Podyolkov.
Este volvió hacia la parte de donde proce-
sana intención, aduciendo, en-
dían la cara pálida y ardiente y exclamó, no
tre otros hechos , la ejecución cuidando ya de ocultar su amargo resen-
de Nicolás II y de toda s u fa- timiento:
milia. P ero en aquella s ituación -¡Ahora reís, pero más tarde tendréis que llo-
era necesario actuar con rap i- rar!- Y luego, dirigiéndose a Kaledin y
dez y sin vacilaciones. Por otra asaeteándole con la mirada, añadió: Exigimos
que el poder nos sea transmitido a nosotros,
parte, todas las grandes revo-
representantes del pueblo trabajador, y que
luciones han comet ido exce- sean apartados todos los burgueses y el ejér-
sos, aún en condiciones menos cito voluntario del General Denikin. El gobier-
difíciles que las que atravesó en no actual debe dimitir.
aquel período la revolución rusa.
Mijail Shólojov. El Don apacible.
Recuérdese en este sentido el
93
período jacobino de la revolución francesa y más contemporáneamente la
revolución mexicana. Los excesos, casi s iemp re, son el resultado de las
circunstancias que generan los cambios profundos y de los inevitables errores
del aprendizaje.
94
Sucesos de l as revoluciones rusas de 1 917
y l a guerra civil
1917
95
26 jun. Fracasa gran ofensiva rusa en el frent e por defecciones masi-
vas de los soldados. N ueva crisis en el gobierno.
22 jul. Se forma un nuevo gobierno presidido por Kerens ki, pero con
mayoría de los partidos burgueses.
7-13 sept. Intent ona fracasada del general Kornilov para est ablecer
una dictadura militar so pretexto del desorden reinante en el país.
Los bolcheviques sobresalen en la lucha cont ra Kornilov y ad-
quieren gran fuerza.
5 dic. Firma del armisticio con Alemania. La Entent e rechaza las pro-
puestas soviéticas para la paz.
96
1918
5 feb. El gobierno anula todas las deudas exteriores del zarismo y del
Gob. Provisional.
97
agos. Los ingleses ocupan Arkanjel
1919
98
1920
14-16 agos . Los polacos derrotan a los rus os frente a Varsovia, t ras
un arrollador avance de aquellos. Los polacos avanzan y ocupan
Brest y Vilma.
14-16 nov. Con la toma de Sebast opol llega a s u fin la guerra civil.
99
LA CRIS IS DE POSGUERRA
En los primeros años que siguieron al fin de la Primera Guerra M undial, las
convulsiones sociales y políticas alcanzaron en todo el mundo proporcio-
nes desconocidas hasta entonces, aunque fue en Europa, principal escena-
rio del conflicto, donde éstas adquirieron mayor envergadura. Ello fue el
result ado de las consecuencias de la guerra, incluyendo la crisis económi-
ca generada por ést a, y de la influencia de la Revolución de Octubre (en
parte producto de la propia guerra), devenida fuente de inspiración y ejem-
plo a s eguir para millones de trabajadores de todo el orbe. En Europa la
tempestad afectó, en mayor o menor medida, tanto a los países beligeran-
tes, agotados por la prolongada y sangrienta matanza, como a las naciones
neutrales, cuya situación había empeorado con la guerra submarina total y
el bloqueo marítimo, que provocó la disminución de la actividad producti-
va y sus correspondientes secuelas, o sea, des pidos, disminución de sala-
rios, aumento de los precios, entre otras.
100
diaria, incluso en los país es victoriosos. La decepción fue profunda y ge-
neró la única respuesta posible. Ello explica la masiva participación en el
movimiento reivindicativo de entonces, así como la extensión y profundidad
de éste, y explica también el crecimiento de los sindicatos y de los partidos
socialistas, en los que muchos depositaron sus esperanzas de renovación.
101
encuentro de la revolución, logró encabez arla y luego la condujo a la sen-
da del p arlamentarismo burgués.
102
mes de marzo. Todas estas accio-
Rosa Luxemburgo
nes , carent es de organización y de
una dirección unificada, fueron cruel- De ori gen polaco, se estableció
ment e sofocadas. en Alem ania, donde luchó con-
tra el oportunism o. Brillante es-
Las fuerzas revolucionarias sólo al- critora, t eori zó sobre di vers os
canzaron el triunfo en el Es tado de problemas del socialismo. Aun-
que no compart ía al gunas de
Baviera, aunque éste fue muy breve.
sus ideas, Leni n le tenía una
El 14 de abril de 1919, los obreros gran es timación. Se opuso a la
tomaron el p oder y proclamaron la guerra. F undadora de l a Li ga
República Soviética de Baviera, con Espartaco y del Partido Com u-
un gobierno integrado por los comu- nis ta. Fue ases inada el 15 de
enero de 1919.
nistas y los socialistas independien-
tes de izquierda, que s e prolongó
has ta el 1 de mayo. Durante su efí-
mera existencia la nueva república tuvo que enfrentar a una fuerte contrarre-
volución int erna y a más de 100 mil s oldados movilizados por el gobierno
cent ral. Con la sangrienta represión de Baviera, que costó la vida a miles
de trabajadores , terminaron las acciones revolucionarias inconexas que
siguieron al estallido del 8 de noviembre de 1918 y por fin los socialdemó-
cratas moderados y de derecha lo-
graron detener el desarrollo de la re-
Karl Liebknecht volución, t al y como se lo habían
propuesto. Sin embargo, el país atra-
Hijo de Wilhelm Liebknecht, ami-
go de Marx y Engels y uno de los
vesó una profunda inestabilidad hasta
fundadores del Part ido Social- 1923, lo que propició el surgimiento
demócrata Alemán. Votó contra los y desarrollo del fascismo.
créditos de guerra en 1914. Su opo-
sición al militarismo y la guerra, Durante los últimos meses de la guerra,
que lo llevó a la cárcel durante 18
meses, ejerció gran influencia en
la revolución se propagó también por
la juventud alemana. Destacado el vasto y multiétnico territorio del
intelectual y brillante orador. Fun- llamado imperio dual, dando lugar a
dador de la Liga Espartaco y del su desintegración y a la formación de
Partido Comunista.
nuevos Est ados. En Austria surgie-
Fue ases inado el 15 de enero de
1919. ron espontáneamente Consejos de
Obreros y Soldados, particularmente
103
fuertes en Viena y en otras importantes ciudades. Los consejos fueron rápi-
damente controlados por los sectores moderados de la socialdemocracia,
que proclamaron la república el 12 de noviembre de 1918 y crearon un
gobierno encabezado por el líder socialista Karl Renner, aunque en la mayo-
ría de los Estados o provincias predominaron las fuerzas conservadoras.Al
igual que en Alemania, pero prácticamente sin violencia, el movimiento re-
volucionario austriaco desembocó en un régimen democrático-parlamen-
tario. En los años posteriores, dicho régimen sería muy inestable y preca-
rio, debido a las dificultades económicas y a las permanentes pugnas entre
las fuerzas socialistas y las de derecha, que provocaron sangrientos
enfrentamient os y condujeron al golpe de Estado fascista de 1934 y final-
ment e a la desaparición del país, tras su anexión por parte de Alemania.
Pero la experiencia soviética húngara s ólo logró sobrevivir 133 días. Sin
ayuda ext erior, pues Rusia pasaba entonces p or los más difíciles momen-
tos de la guerra civil, el nuevo Estado tuvo que enfrentar a la contrarrevo-
lución interna y a los ejércitos de Francia, Checoslovaquia y Rumania. El 1
de agost o, tras una tenaz res istencia y del paso de una buena parte de la
socialdemocracia al campo enemigo, fue derrocado el gobierno socialista.
104
En Hungría se inst auró una sangrienta dict adura reaccionaria, encabezada
por M iklós Horthy (regente sin reino y almirante en un país sin flota y sin
cos tas), que gobernaría has ta la ocupación alemana, durante la Segunda
Guerra M undial. Horthy firmó finalmente el tratado de paz de Trianón (nom-
bre del palacio de Versalles donde se rubricó el acuerdo), mediante el cual
Hungría cedía una considerable parte de su territorio a Rumania, Checos-
lovaquia y Yugoslavia, aliadas de las potencias vencedoras, en particular
de Francia.
105
En Italia las convulsiones sociales de p osguerra no se transformaron en
revolución, pero est uvieron muy cerca de ello. Aunque vencedora en el
conflicto, Italia quedó en una situación muy difícil. A las pérdidas humanas
y materiales, que fueron cuantiosas, se añadió la quiebra económica, que
repres entó el cierre de fábricas, la depresión de la agricult ura y la ruina de
muchos pequeños negocios. Ello provocó un oleaje simultáneo de huelgas
en el camp o y las ciudades, algo sin precedentes desde la unificación, así
como la ocupación de las fábricas por los obreros, p articularmente en el
norte, y de las t ierras por los campes inos, sobre todo en el Lacio, el sur y
el valle del Po. La profunda ines tabilidad política y social que atravesó el
país en aquel período promovió el surgimiento del fascismo, que devino la
alternativa de los grandes empresarios, los terratenientes y de otros secto-
res conservadores para contener al movimiento revolucionario. Con la ayuda
de estas fuerzas, M ussolini asumió el poder en octubre de 1922.
106
ces tuvieron lugar en el país ibérico, catalogados por algunos historiadores
como una revolución, estuvieron a punt o de hacer saltar por los aires la
monarquía de Alfonso XIII. Aquellos hechos conducirían a una creciente
militarización de la vida política esp añola y finalmente al establecimiento
de la dictadura del general M iguel Primo de Rivera (1923-1930), quien
ins tauró un gobierno que se ins piraba en el régimen italiano de Benito
M ussolini.
107
mexicanas, como el líder agrarista
El Manifiesto de la Reforma Emiliano Zapata o el pensador anar-
quista Ricardo Flores M agón, entre
Fue la declaración de principios otros , saludaron entusiasmados los
del movimiento estudiantil. Pro-
clamaba: «¡Muera la oligarquía!»
acontecimientos de Rusia.
y afirmaba: «Hombres de una re-
pública libre acabamos de rom- En agos to de 1918, comenz aron en
Jap ón los «motines del arroz», un
per la úl tima cadena que, en ple-
no siglo XX, nos ataba a la antigua
masivo movimiento de protestas por
domi naci ón m onárqui ca y la vertiginosa subida de los precios,
monástica. Hemos resuelto llamar
a todas las cosas por el nombre que desencadenó numerosas accio-
que tienen. Des de hoy contamos nes reivindicativas de amplios s ec-
para el paí s con una vergüenza tores de la población. A pesar de la
menos y una libertad más. Los prohibición oficial, surgieron en esta
dolores que quedan son las liber-época los primeros sindicatos y para
tades que faltan. Creemos no equi-
vocarnos: estamos pisando sobre 1920 ya estaban sindicalizados más
una revolución, estamos vivien- de 100 mil trabajadores de aquel
do una hora americana». país. M ient ras tant o, el 4 de mayo
de 1919, los estudiantes de Pekín se
lanzaron a la calle para protes tar
contra la decisión de la Conferencia de Paz de entregar a J apón la penín-
sula de Shantung, anteriormente «arrendada» a los alemanes. La represión
de las demost raciones estudiant iles provocó una profunda indignación y
generó huelgas y ot ras acciones , incluyendo el boicot a las mercaderías
japonesas. Bajo la pres ión popular, la delegación china en P arís se negó a
rubricar el Tratado de Versalles. El «M ovimiento del 4 de M ayo» tuvo una
honda repercusión en la sociedad china. A partir de entonces, se sucedie-
ron las huelgas con reivindicaciones económicas y políticas, fueron crea-
dos los primeros sindicatos , aparecieron círculos marxistas en varias ciu-
dades y a mediados de 1921 surgió el p artido comunista.
108
Las conferencias de los pueblos del O riente, celebradas en Bakú e Irkutsk,
en 1920 y 1921, res pectivamente, bajo las auspicios de la III Internacio-
nal, represent aron un fuerte estímulo en la batalla contra el colonialismo.
Como resultado de las luchas libradas en aquel período, Afganistán dejó
de s er un protect orado de Inglaterra, en 1919. Egipto conquist ó su inde-
pendencia formal, en 1922; mient ras que a Irlanda, donde s e desarrollaba
una cruenta guerra, hubo que concederle, en 1921, el estatuto de dominio,
aunque los ingleses permanecieron en los seis condados del Norte, la zona
del Ulster, dividiendo artificialmente a la isla.
109
Capítulo III
CARACTERÍSTICAS GENERALES
110
Pese a todo, en la segunda mitad de los años veinte se produjo un p rogre-
so económico evidente, particularmente en los países desarrollados, que
permitió superar ligeramente los índices de producción industrial y comer-
cio de 1913, aunque Europa distaba mucho de lo alcanzado en estos rubros
por los Estados Unidos. Se des tacaron por su ritmo de crecimiento Fran-
cia y A lemania, que superaron en más de un 50 % s u producción de
preguerra. La economía frances a fue favorecida por las ventajas del Tra-
tado de Versalles; mientras que la alemana recibió los beneficios del anglo-
norteamericano Plan Dawes, cuyo aporte financiero permitió a los germanos
cumplir con el pago de las reparaciones de guerra y revitalizar la actividad
económica. Notables progres os t uvieron Suecia, Noruega, Dinamarca,
Suiza, H olanda, Bélgica y Luxemburgo. Inglaterra e Italia apenas lograron
rebasar las cifras de producción y comercio anteriores al conflicto, aunque
los ingleses mantuvieron una posición importante debido a los ingresos por
sus prés tamos e inversiones en el ext ranjero.
111
a buscar entendimientos en relación con diversas situaciones conflictivas
heredadas de la guerra, en particular el problema alemán, como lo eviden-
ció la firma del Tratado de Locarno, en 1925. Ello supuso que las agudas
cont radicciones interimp erialis tas pas aran temporalmente a un segundo
plano.
En aquellos lugares que al igual que en Alemania la crisis fue precedida por
un increment o considerable de la producción, como fueron los casos de
Francia y, en menor medida, de algunos p aíses nórdicos y del occidente
europeo, las consecuencias fueron muy severas . La peor sit uación, sin
embargo, fue la que atraves aron los países atrasados, pues est os dep en-
dían fundamentalmente de la exportación de alimentos y materias primas
diversas, cuya demanda se redujo extraordinariamente lo que provocó una
baja en los precios sin precedente. La mayor part e de la p oblación de
aquellos países fue sumida en la miseria y la desesperación.
113
La crisis fue enfrentada por los cambiantes gobiernos europeos de dife-
rentes maneras, pero en todos los cas os s e produjo un increment o de la
intervención estatal en la vida económica, perdiéndose la fe en el liberalis-
mo económico imperante hast a 1914. La crisis también aceleró el retroce-
so que desde la culminación de la guerra venía experimentando el sistema
político liberal. En todas partes, en mayor o menor medida, se fortalecie-
ron los antagonismos sociales y se polarizaron las fuerzas políticas. Algu-
nos sect ores se sumaron a la izquierda, particularmente a los part idos co-
munistas, que hicieron importantes progresos en varios países, como fueron
los casos de A lemania y Francia; mientras otros se refugiaron en el movi-
miento fascista, que alcanz ó gran difusión. Como resultado de ello, se vi-
vió entonces una aguda inestabilidad p olítica, lo que a la postre fue condu-
ciendo al increment o de los regímenes totalitarios, que llegaron a dominar
en una buena parte de Europa.
La también llamada Gran Depres ión tuvo un negat ivo impacto en la pro-
blemática europea y mundial de los años 30. Desde el principio de la dé-
cada, se fueron abandonando los esfuerzos conjuntos para enfrentar los
múlt iples p roblemas exist entes y se pasó a una feroz compet encia entre
los Estados, particularmente entre las grandes potencias imperialistas, agudi-
zándose en grado sumo sus cont radicciones, lo que provocó el des plome
del sistema de seguridad elaborado tras la Primera Guerra M undial. Así las
cos as, con paso rápido, se iría avanz ando hacia el inevitable est allido de
un nuevo conflicto bélico generalizado.
116
industrias cada vez más concentradas y dependientes del capital, prestaron
un inestimable servicio en la difusión de las ideas nacionalistas.
En los llamados país es democráticos del p eríodo entre las dos guerras
mundiales, entre los que se pueden incluir también a Suiza, Suecia, Norue-
ga, Dinamarca, Holanda, Bélgica y Checoslovaquia, el s istema de partidos
políticos se hizo entonces más rígido y se perfeccionaron los mecanismos
SDUDHOFRQWUROGHOFXHUSRHOHFWRUDO²HQYDULRVFDVRVWRGDYtDUHVWULQJLGRD
117
ORVKRPEUHV²FRQHOREMHWLYRGHHYLWDUHOVXUJLPLHQWRGHRWURVSDUWLGRV
Al mismo tiempo, en estos países se institucionalizó la práct ica, vigente
hasta nuestros días en casi todo el llamado mundo democrático, de que los
partidos designaban a s us candidatos , los que al ser elegidos se hacían
totalmente dependientes de la maquinaria partidista, alejándose de los elec-
tores que supuestamente representaban.
118
sis económicas del período, en especial la de 1929, cont ribuyeron a in-
crementar con rapidez la intervención del Est ado en todos los sectores
de la economía, acent uándos e las práct icas reguladoras de la guerra.
Has ta la propia Inglaterra, defensora t radicional de la libertad ilimit ada
GHOPHUFDGR²ODLVV HUIDLUH², tuvo que abandonar definitivamente el
librecambis mo por aquellos tiemp os. La injerencia del Estado se realiza-
ba siempre y en todas partes en función de los intereses de los s ectores
dominant es y propició un incremento constante de la concentración de la
producción y los capitales . Entre otras medidas , se protegió a las empre-
sas amenazadas y se aplicaron legislaciones que favorecían la cartelización
industrial y bancaria, limit ándos e not ablemente la competencia. La cre-
ciente vinculación entre el Estado y los monopolios contribuyó en estos
años al continuo fortalecimient o del cap italismo monopolista de Es tado,
es decir, al ent relaz amient o cada vez may or de los monopolios con el
aparato estatal.
119
Inglaterra
En teoría, Inglaterra debió s alir fort alecida de la guerra, pues recibió ex-
tensos territorios coloniales y desapareció la competencia alemana, por lo
menos transitoriamente. P ero en la p ráctica terminó la contienda en una
VLWXDFLyQPX\GLItFLO$GHPiVGHODVSpUGLGDVKXPDQDV\PDWHULDOHV²PH
QRVFXDQWLRVDVTXHODVGH)UDQFLDSHURFRQVLGHUDEOHV²WXYRTXHSUHVFLQ
dir de la mayor parte de sus mercados tradicionales, que fueron ocupados
por los Estados Unidos y J apón. La p roducción industrial y las exp orta-
ciones británicas se redujeron a un 50 % en relación con 1913. Asimismo,
terminó el conflicto endeudada con los Estados Unidos, que pasó a s er el
centro financiero mundial. Por otra parte, la crisis generada por la guerra y
por la influencia de la revolución rusa provocaron una profunda y extensa
inestabilidad social en la metrópoli y una creciente «inquietud» en las colo-
nias, particularmente en Irlanda, escenario de una sangrienta guerra contra
la dominación foránea, así como en Egipt o y la India, donde la lucha
emancipadora alcanzó proporciones alarmantes.
120
una sangrienta lucha, que s e prolongó por tres años y en la que part icipa-
ron alrededor de 100 000 soldados ingleses. Lloyd George apeló a p ro-
mesas y maniobras para dilatar la dominación brit ánica, pero finalmente,
en diciembre de 1921, hubo que conceder a los irlandeses el estatuto de
dominio dentro de la Commonwealth, aunque Inglaterra mantuvo el con-
trol de los condados del U lster, alegando que la población protestante no
quería ser gobernada por los celtas católicos, mayoritarios en el conjunto
de la isla. Dicha partición, contraria a las aspiraciones de los nacionalistas
irlandes es, generó un agudo y complejo conflicto que llega hasta nuestros
días.
Así las cosas, entre 1923 y 1924, se inició la recup eración económica de
Inglaterra. En los años siguientes, la industria experimentó algunos cambios
positivos, con el surgimiento de algunas ramas nuevas: maquinaria, quími-
ca, aviación. Pero las ramas industriales tradicionales: textil, minera, hullera y
met alúrgica, permanecieron estancadas o retrocedieron. En conjunto, se
avanzó con lentitud. Hacia 1929, la producción industrial y las exportacio-
nes del país, aunque crecieron, apenas se acercaban a los índices de
preguerra. M ientras t ant o, la agricultura atravesaba una aguda crisis y
es taba muy lejos de los niveles de 1913. Sin embargo, la renta nacional
121
aumentó notablemente con los ingresos por las inversiones extranjeras y
los provenientes de la explotación colonial, cuyos recursos fueron movili-
zados cada día con más intensidad.
(QHVWRVDxRVVHUHGXMRXQSRFRHOGHVHPSOHR²HQKDEtDD~QXQ
PLOOyQGHSDUDGRV²\PHMRUDURQODVFRQGLFLRQHVODERUDOHVGHFLHUWRVVHF
tores, particularmente en las nuevas ramas industriales. Pero el período no
estuvo exento de luchas sociales. Para aumentar la capacidad exp ortadora
del país fue necesario bajar los precios de los productos y ello se logró no
mediante la renovación tecnológica y el cons iguiente aumento de la p ro-
ductividad, sino reduciendo los salarios en varios sectores, lo que provocó
el choque con los trabajadores. En may o de 1926, se produjo una huelga
general sin precedentes en la historia inglesa. Fue acatada por más de cua-
tro millones de obreros y paraliz ó totalment e a Inglat erra. Sin embargo,
poco después de iniciada la huelga las Trade Unions dieron marcha atrás y
cedieron ante las presiones del gobierno, traicionando al movimiento. Sólo
los mineros continuaron el paro durante ocho meses y a la postre tuvieron
que aceptar también las condiciones de los p atronos. Desp ués de esta
huelga, se produjo una ofensiva gubernamental y patronal que limitó consi-
derablemente las ventajas conquistadas p or los trabajadores con ant erio-
ridad, así como sus derechos y los de los sindicatos, llegándos e incluso a
prohibir las huelgas.
122
gían las clases dominant es, y fueron obligados a dimitir. En las siguientes
elecciones obtuvieron la victoria los conservadores, seguidos por los labo-
rist as; los liberales prácticament e desaparecieron del escenario polít ico.
Desde entonces, se configuró el bipartidismo que ha caracterizado la polí-
tica inglesa en la contemporaneidad.
123
el país tuvo que renunciar al patrón oro. De nuevo la intranquilidad social
estremeció a Inglat erra y s e extendió a s us colonias.
En sus inicios, la crisis fue enfrentada por el Partido Laborista, que subió al
poder en junio de 1929. Pero en 1931, ante la gravedad de la situación, se
creó un gobierno de Unión Nacional con presencia de ambos p artidos , al
que siguió, des de 1935, un p eríodo de gabinetes conservadores que se
ext endió hasta comienzos de la guerra, p rimero bajo la conducción de
Stanley Baldwin y luego de Neville Chamberlain, este último acérrimo par-
tidario de la política de concesiones al fascismo, con el pretexto de evitar
un nuevo conflicto. Para remontar la crisis, fueron reducidos los salarios y
los subsidios a los parados, lo que junto al aumento de los impuestos agra-
vó la situación de los trabajadores. Al mismo tiempo, se abandonó el libera-
lismo económico. El Estado intervino activamente en la economía, aplican-
GRYDULDGDVUHJXODFLRQHV²ILMDFLyQGHSUHFLRVHVWDEOHFLPLHQWRGHFXRWDV
GHSURGXFFLyQHWF²HQGLYHUVDVHVIHUDV\VHYHUDVPHGLGDVSURWHFFLRQLV
tas . Entre estas medidas se destaca la celebración de la Conferencia Im-
perial de Ottawa, en 1932, donde se impuso un sistema arancelario dirigi-
do a favorecer el comercio ent re Inglaterra y s u imperio, excluyendo
prácticamente a los competidores, lo que representó una mayor moviliza-
ción de los recursos coloniales en beneficio de la metrópoli.
La débil actitud de las Trade Unions y del Partido Laborista durante aquel
período, que renunciaron a la defensa de los intereses de la clase obrera y
en esencia redujeron su actividad a un llamado a la clas e obrera a apretar-
se los cinturones para soportar los rigores de la crisis, contribuyó a que un
124
cons iderable número de trabajadores, al igual que ocurrió tras la fracasa-
da huelga de 1926, abandonaran los sindicatos y retiraran su apoyo al
laborismo. El descontento con los laborist as est aba relacionado también
con su pasividad ante la política oficial de contemporización en relación con
la Alemania hitleriana y sus aliados.
Sin lugar a dudas, Inglaterra atravesó una difícil situación en los veinte
años de entreguerras. Algunos de sus problemas parecían endémicos. El
desempleo, por ejemplo, no pudo ser eliminado o reducido a cifras acep-
tables en ningún momento. Nunca hubo en el período menos de un millón
de parados. Con todo, el imperialismo británico demostró ser aún lo sufi-
cientemente fuerte como para remont ar las cons ecuencias de la guerra y
125
las crisis subsiguientes sin tener que apelar a métodos extraordinarios de
dominación, como ocurrió en los casos de Alemania e Italia. En ello influyó
cons iderablement e el hecho de que en Inglaterra estaban profundamente
arraigadas las tradiciones democrático-parlamentarias y que el movimien-
to obrero estaba dominado por el reformis mo y no sólo no representaba
una amenaza para el capit alis mo, sino que colaboraba con él. A ello hay
que adicionar la posesión de un inmenso y rico imperio colonial.
Franci a
Al anterior panorama hay que añadir la inestabilidad que vivió el país hasta
1921. Como ocurrió en otros muchos p aíses al terminar la guerra, Francia
fue estremecida por profundas convulsiones sociales , generadas por las
consecuencias del conflicto y por la influencia de la Revolución de Octu-
bre. Se produjo allí una mas iva cadena de huelgas , que no s ólo enarbola-
ron reivindicaciones económicas y gremiales, sino también de carácter
SROtWLFR²ODUHWLUDGDGHODVWURSDVIUDQFHVDV GHOD5XV LDVRYLpWLFDHQWUH
RWUDV²\VHDVLVWLyDXQDS URJUHVLYDUDGLFDOL]DFLyQGHOFUHFLHQW HPRYL
miento obrero, lo que condujo a la creación de nuevos sindicatos opuestos
a los reformistas y al surgimiento del Partido Comunist a, hacia fines de
1920, como resultado de la escisión en las filas socialistas.
126
que triunfó en las elecciones de 1919 y gobernó hast a 1924. El conserva-
dor gobierno del bloque reprimió con dureza a los trabajadores, pero sólo
pudo vencerlos con la ayuda de la reformista Confederación G eneral del
Trabajo, que al igual que el Partido Socialista había renunciado a la lucha
revolucionaria. No obstante, los obreros obt uvieron algunos aumentos de
salarios, el reconocimiento de la jornada laboral de 8 horas, la posibilidad
de firmar acuerdos colectivos con la patronal, entre otras ventajas. En es-
tas circunst ancias, hacia fines de 1921 y p rincipios de 1922, el p aís co-
menzó a s alir de la crisis de posguerra e inició la tarea de la recuperación
económica.
127
Fue necesario construir miles de fábricas y reconstruir las exis tentes , en
ambos casos con la más moderna tecnología. Se edificaron viviendas, puen-
tes, carreteras, vías férreas, puertos, edificios públicos, centrales eléctri-
cas, etc. Todo ello demandó gran cantidad de materiales de construcción,
maquinarias, herramientas y diferentes tipos de insumos, lo que reactivó a
diversas ramas. De t al modo, la restauración de las regiones devastadas
ensanchó la capacidad del mercado interno y cont ribuyó a la renovación
tecnológica del país.
Durante el período del auge indust rial, se acrecentó el papel de las colo-
nias como suministradoras de materias primas y alimentos y como mercado
para los productos terminados de la metrópoli. Las exportaciones hacia
las colonias se incrementaron en más de un 25 % en la década del 20. El
int ercambio con ellas, en 1929, representaba el 37 % del comercio exte-
rior francés. También el imperio colonial se constituyó en un creciente mer-
cado para las inversiones de capital, a diferencia de lo que ocurría con ante-
rioridad. Estas inversiones estaban dirigidas, fundamentalmente, a mejorar
las condiciones para una mayor explotación de los recursos coloniales, me-
diante la creación de ciertas obras de infraestructura imprescindibles.
128
vivía una fuert e inflación que hacía crecer el costo de la vida. Est as cir-
cunstancias determinaron que el p eríodo de auge no estuviera exento de
luchas sociales , si bien és tas trans currieron bajo el predominio de los
reformistas, cuyas posiciones en el movimiento obrero se vieron conside-
rablemente fortalecidas. El Partido Comunista enfrentaba por esta época
una aguda lucha interna entre extremistas de izquierda y derecha y mante-
nía una actitud s ectaria en relación con otras fuerzas, lo que le restó posi-
bilidades en los planos político y sindical. En 1921, recién creado el parti-
do, los comunist as totaliz aban algo más de 120 000 efect ivos, pero cinco
años después est a cifra s e había reducido a menos de 40 000.
Desde el punto de vista p olítico, los gobiernos del Bloque Nacional, que
aplicaron mano dura en el orden interno y extrema severidad en el trato a
$OHPDQLD²DUJXPHQWDQGRTXHHUDODPHMRUPDQHUDGHJDUDQW L]DUODVHJX
ULGDGGHOS DtV²IXHURQV HJXLGRV SRUXQDFRDOLFLyQUHIRUPLV WDPRGHUDGD
de radicales y socialis tas (1924-1926). La coalición suavizó la p olít ica
francesa hacia los alemanes a cambio del apoyo británico para repeler una
pos ible agresión, contribuyendo a distender el clima internacional. P ero
fracasó en el empeño de detener la inflación y fortalecer el franco, según
las exigencias de la gran burgues ía, y tuvo que ceder su lugar a los conser-
vadores . És tos se mantuvieron en el p oder has ta 1929 y enfrent aron la
solución de los problemas económicos y financieros sacrificando al máxi-
mo los intereses populares.
La cris is económica mundial llegó a Francia algo más tarde, hacia 1930,
pero sus efectos fueron muy fuertes y se prolongaron hasta 1934. La crisis
afectó a todos los sectores de la economía. En su conjunt o, la producción
y el comercio exterior s e contrajeron a los niveles ant eriores a la guerra,
incluso un poco más en 1932, que fue el año más difícil. El país perdió la
mayor p arte de sus inversiones en el extranjero, debido a la quiebra de los
deudores. Al mismo tiempo, se dejaron de recibir los pagos de Alemania
por rep araciones de guerra. La cont racción económica provocó el creci-
miento vertiginoso del desempleo y la ruina masiva de los pequeños nego-
cios . En es tas circunstancias, se fortaleció con rapidez el movimient o de
protestas y Francia fue sacudida nuevamente por agudas luchas sociales.
130
de 1935, adoptó la línea de trabajar
Programa del Frente Popular
por la unidad de los t rabajadores y
(Resumen)
de todas las fuerzas interesadas en la
lucha contra el fas cismo y la guerra, En materia económica y social:
como paso obligado p ara alcanzar - Salario mínimo.
después objetivos superiores. La nueva - Reglamentación del horario de
orientación de los comunistas estaba trabajo.
en correspondencia con la política - Reforma de los seguros sociales
- Protección de la infancia.
practicada entonces por la URSS. - Protección de l a pequeña pro-
piedad rural.
El Frente P opular francés, al igual - Medidas contra los excesos del
que el de España, llegó al poder por capitalismo.
la vía elect oral. Pero el gobierno de En materia política:
Frente Popular (1936-1937), presi- - Poderes de derecho de mensa-
dido por el líder socialista León Blum, je y de disolución para el Presi-
cedió ante las presiones de la bur- dente de la República.
guesía y no aplicó todo el programa - Primer Ministro designado por
el Presidente de la República.
acordado, cuyas medidas no rep re-
- Representación proporcional.
sentaban un peligro para el capita- - Reducción del número de dipu-
lismo, si bien satisfacían importantes tados.
demandas de los trabajadores y otros - Sanciones contra partidos, gru-
sectores. Ello unido a la traición co- pos y diarios que hagan cam-
paña contra «el deber militar, el
metida por Blum contra la caus a de
deber cívico, la lealtad al país y
la República española, al adopt ar la sus instit uciones».
pos tura de «no intervención» en el
conflicto, pretextando la posibilidad Manifiesto para las elecciones
del 26 de abril
de una guerra civil en el país, con-
dujo a la ruptura entre comunistas y
socialistas y de hecho al fracaso del gobierno p opular, pues el Part ido
Radical, principal exponent e de las clas es medias, le retiró su apoy o a
Blum. A partir de ese momento el poder quedó en manos de los radicales,
que se apresuraron a abandonar la polít ica reformista y se aliaron con la
derecha. Ello condujo, en el plano int erno, a un acercamiento con la patro-
nal y, en el orden exterior, a un mayor compromiso con la política inglesa
de «apaciguar» a Hitler mediante las concesiones, lo que sería funesto para
los intereses de la nación, que no fue preparada adecuadamente para en-
frentar y resis tir la agres ión germana. Sin embargo, la política de frente
131
popular demostró ser correcta, pues detuvo el avance del fascismo en Fran-
cia, donde existía un amp lio soporte a los planteamientos nacionalist as,
xenófobos y antiparlamentarios, y sentó un precedente que sería de gran
utilidad para organizar la lucha antifascista durante el período de la guerra.
Para presionar al gobierno del F rente Popular, la gran burguesía había or-
ganizado la fuga de capitales. M iles de millones de francos fueron a parar
al extranjero, particularment e a los bancos s uizos, durante 1936. La fuga
masiva de capitales y una nueva cris is económica, en 1937-1938, afecta-
ron sensiblemente el proceso de recuperación, que se había iniciado a prin-
cip ios de 1935. De tal manera, en
vísperas de la Segunda Guerra M un-
dial, la economía de Francia se en-
Cultura de la época:
contraba apenas al nivel de 1913. Se las vanguardias artísticas
habían logrado progresos en la in-
dust rialización del p aís , modifi- El movimiento vanguardista, que
cándose su estructura económica, se propagó por Europa y América
pero el equipamient o técnico de la después de la guerra, se propuso
revolucionar las formas de expre-
indus tria envejecía. En ese asp ecto,
sión del arte, atacando las con-
Francia marchaba a la zaga de los Es- venciones de épocas anteriores.
tados Unidos, Alemania e Inglaterra. Uno de sus rasgos característicos
Los males de la agricultura se habían fue la diversidad: cubismo, expre-
hecho crónicos y demandaban pro- sionismo, dadismo, surrealismo,
fundas transformaciones. La partici- etc. El surrealismo fue el movi-
miento que cobró mayor impulso
pación francesa en la producción in-
desde pri ncipios de la década del
dustrial del mundo disminuyó de un 20. El s urrealismo se nutrió de
7 % a un 4 %, entre 1913 y 1939. En pintores com o Salvador Dalí,
ese mismo período, la part icipación René Magritte y Joan Miró, y de
en el comercio mundial descendió de poetas como André Breton, Louis
un 8 % a un 5 %. Aragón y Paul El uard, ent re
otros. S u influencia se extendió
al cine, en el que se destacó el
Como se puede apreciar, durante los
español Luis Buñuel. Los surrea-
veinte años de entreguerras el impe- listas fueron muy influidos por
rialismo francés, al igual que el in- las teorí as freudianas del incons-
glés, conservó la suficiente capaci- ciente y en sus obras intentaban
dad de maniobra para remont ar las representar ese mundo.
negativas consecuencias de la guerra
132
y de las crisis subs iguientes s in renunciar al régimen democrático-parla-
mentario. A ello contribuyeron varios fact ores , ent re los que se pueden
destacar el arraigo de las tradiciones democrático-liberales y la fuerza que
aún cons ervaba el país debido, s obre todo, a la existencia de un gran im-
perio colonial. Sin embargo, como ocurrió en Inglaterra, el liberalismo fran-
cés se vio considerablemente limitado en las esferas política y económica.
Asimismo, durante aquel período Francia no pudo resolver problemas de
fondo y su peso y p apel a escala internacional se redujeron notablemente.
134
En cuanto a Europa central y oriental, las exp eriencias democrát icas de
Austria y Alemania fueron efímeras y sumamente precarias. Hasta el inten-
to de golpe fascista de 1934, preludio de la anexión del p aís por los ale-
manes, Austria atravesó por una situación de inestabilidad política y social
debido a la pugna entre socialistas y conservadores, que en ocasiones con-
dujo a sangrient os conflictos. En cuanto a Alemania, la precariedad de la
democracia fue un hecho valido inclus o para la mejor etapa de la república
de Weimar, entre 1924 y 1928, período caracterizado por el florecimiento
económico. En rigor, el régimen de Weimar fue siempre cuestionado por
varias fuerzas políticas y amplios sectores de la población y estuvo regido
por el conservadurismo y p or el rechazo a cualquier avance democrático,
particularmente a partir de 1925, bajo la p residencia del viejo y reaccio-
nario mariscal Hindenburg. Otra fue la situación de Checoslovaquia, don-
de se mantuvo, entre 1918-1938, la democracia parlamentaria al est ilo
occidental, a pesar de los problemas derivados de la artificial unión entre
checos y eslovacos y de la exist en-
cia de varias minorías nacionales (ale-
manes, rutenios y húngaros), que no El cine
se conformaban con su destino. La
El cine se transformó en el arte
democracia checoslovaca s e basó en
caracterís tico de la época. Las
el juego electoral de los partidos de imágenes en movimiento que
la derecha tradicional y del cent ro, proyectaba el aparato creado por
fundament almente de la parte checa los hermanos Lumière (1895) y la
de la república, excluyéndos e en la invención del cine sonoro (1927)
permitieron conformar un hecho
práctica a los partidos eslovacos, así
artístico único, integrando ele-
como a los comunistas, con una cre- mentos de las demás artes como
ciente presencia en todo el país. Exis- la pintura, la literatura, la música,
tió también allí un partido fascista, aun- el teatro. Como sucede en otras
que pequeño y de poca significación manifestaciones artísticas, en el
cine se fueron conformando di-
política.
ferentes corrient es, que refl eja-
ban las distintas maneras de vi-
En los demás países de la región cen- vir y pensar de los artis tas y de
WURRULHQWDO²DWUDVDGRVHFRQyPLFD sus soci edades. Algunas de esas
PHQWH²ODYLROHQFLDSROtWLFDHQVXV corrientes fueron el surrealismo, el
PiVGLYHUVDVIRUPDV²JROSHVGH(V expresionismo alemán (prohibido
por Hitler), el realismo soviético
tado, represión sistemática, persecu- y el neorrealismo italiano.
FLyQGHPLQRUtDVHWF²FRQVtituyó
135
una esp ecie de rasgo permanent e, predominando en ellos las dictaduras
civiles y militares, declaradamente fascistas o cercanas al fascismo, ya fue-
ra bajo la forma de rep úblicas o de monarquías como las de Rumania,
Bulgaria, Yugoslavia, Albania y Grecia. Algo similar ocurrió en el resto de
Europa Occidental, destacándose los casos de España y Portugal. De Es-
SDxDKDEODUHPRV H[WHQVDPHQWHPiVDGHODQWH(QFXDQWRD3RUWXJDO²HQ
tonces un país pobre y dependiente de Inglaterra no obstante su condición
GHSRWHQFLDFRORQLDO²HOGHUURFDPLHQW RGHODSRGULGDPRQDUTXtDGHORV
Braganza, como resultado de la revolución de octubre de 1910, fue segui-
GRS RUXQPX\GpELOHLQHVW DEOHUpJLPHQUHS XEOLFDQR²HQDxRVVHVX
FHGLHURQRFKRSUHVLGHQWHV\JRELHUQRV²TXHVHUtDOLTXLGDGRSRUHOJRO
pe de Es tado milit ar de 1926. Dicho golpe allanó el camino para el
establecimiento de la dictadura del llamado Estado Novo, inspirado en el cle-
ricalismo y en las ideas totalitarias del fascismo. El nuevo régimen fue fun-
dado y encabezado durante casi 40 años por el ex p rofesor universitario
Antonio de Oliveira Salazar, confeso simpatizante de Benito M ussolini.
EL FASCISMO
136
las posibilidades de muchos gobiernos democrático-parlamentarios. El fas-
cis mo t uvo s u exp resión más acabada en Italia y A lemania, pero en este
período existieron regímenes civiles y militares profascistas o influidos por
el fas cismo en diversos países de Europa (España, Port ugal, Austria, Po-
lonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, entre otros) y fuera de ella, como fue el
cas o de Japón. Como movimient o político, el fascismo es tuvo presente
incluso en Inglaterra y Francia y conquistó seguidores en los Estados Uni-
dos y A mérica Latina. Con el inicio de la Segunda Guerra M undial y la
ocupación de vastos territorios por A lemania y sus aliados , muchos de
estos movimientos alcanzaron cierto poder en Francia, Bélgica, Noruega,
Eslovaquia, Croacia y Serbia, entre ot ros países y regiones.
137
A diferencia de los movimientos cons ervadores tradicionales, el fascismo
se esforzó por conquistar a las masas, desde abajo. Fueron una especie de
revolucionarios de la contrarrevolución. Explotando los sentimient os na-
cionalistas de la población y utilizando ampliamente la demagogia s ocial,
entre otros métodos, el fascismo logró estructurar un fuerte movimiento de
masas, particularmente en Alemania y también en Italia, aunque allí en me-
nor medida. Su base social estuvo integrada, en lo fundament al, por los
grandes empresarios y terratenientes que temían a la revolución social, la
llamada clase media (pequeña burguesía) arruinada por la guerra y las cri-
sis subsiguientes y con igual temor a una explosión revolucionaria, una par-
te de los militares licenciados que no conseguían adapt arse a la vida civil,
especialmente la oficialidad reaccionaria, así como elementos desclasados
y aventureros, provenient es sobre todo de la juventud des empleada.
138
el hambre. Ello condujo a grandes huelgas y a la ocupación de las indus-
trias por los obreros y de las tierras por los campesinos, todo lo cual pro-
vocó una profunda des estabilización del país y la crisis progresiva de un
régimen democrático de débil tradición, encuadrado en la monarquía libe-
ral del rey Víctor M anuel III.
139
facios era t odavía democrático; defendía las libertades de p rensa y aso-
ciación y la participación de los obreros en las utilidades de las empresas.
Pero la vers atilidad de M ussolini transformó en poco tiempo el programa
de 1919 en todo lo contrario, poniendo al movimient o al servicio de los
empresarios conservadores y los grandes propietarios de tierras que, jun-
to a la Iglesia católica y el Ejércit o, querían detener la «oleada roja».
140
tido fascista participó en las eleccio-
nes parlamentarias, pero s ólo obtu-
vo 35 bancas (de un tot al de 450),
141
pero su lealtad al gobierno no era segura, por lo que éste dimitió. El día 28
de octubre el rey Víctor M anuel designó a M ussolini como Primer M inis-
tro, con el pretexto de evitar derramamientos de sangre.
Al abrirse las sesiones del nuevo parlamento, el dip utado y Secret ario del
Partido Socialista, Giacomo M atteoti, denunció los crímenes y arbitrarie-
dades del fascismo durante la campaña electoral. En represalia fue rapta-
do y as esinado por las bandas fascist as. La denuncia de M atteoti y su
crimen levantaron una ola de protestas en toda Italia. M us solini lo tenía
todo en contra: la prensa, la Iglesia, la oposición, e incluso una parte de los
fas cistas, que temían las consecuencias de una pos ible derrota. Pero las
fuerzas de la oposición, integradas fundamentalmente por socialistas y li-
berales (los comunistas recién surgidos como p artido independiente eran
aún débiles), se mostraron indecisas por temor a una explosión revolucio-
naria y sólo pidieron que se desp idiera al dict ador. El rey dudó temiendo
una vuelta a la anarquía del período 1919-1922. Estas vacilaciones salva-
ron a M ussolini, que logró reponerse y reagrupar sus fuerzas.
142
prensa, se prohibieron los sindicatos y
se desató una brutal represión contra Sobre el Estado corporativo
los enemigos del régimen. M iles de
Estamos enterrando el li beralis-
antifascistas fueron asesinados, envia- mo económico. El corporativis-
dos a las cárceles, o tuvieron que mar- mo desem peña en el terreno eco-
char al exilio. Solamente en Francia se nómico el mism o papel que el
refugiaron más de 300 mil italianos. Gran Consejo y la milicia han des-
M ientras tanto, se desarrolló un culto empeñado en el plano político
(aplausos).
des medido a la pers onalidad de El corporativismo es la economía
M ussolini, que era considerado como discipli nada y por consi guiente,
un estadista genial, como la encarna- controlada, porque no es posi-
ción heroica de la nación. El palacio ble una disciplina sin control.
de la plaza Venecia, en Roma, se con- El corporativismo supera al so-
cialismo y al liberalismo, creando
virtió en su cuartel general; de su des- una síntesi s nueva...
pacho salían nombramientos, destitu-
Mussolini
ciones, condenas; algunos funcionarios (28 de octubre de 1933)
se suicidaban al ser convocados por
el Duce.
143
bas ó su política económica en la prevalencia de la empresa privada con
una intervención es tatal para armonizar los intereses de patronos y traba-
jadores , a través de instituciones comunes: las corporaciones. En la prác-
tica, el intervencionis mo estatal favoreció siempre a los empresarios , so-
bre todo a los más grandes, cuyo protagonismo aumentó con el desarrollo
del régimen.
(QHOOODPDGRWUDWDGR GH/HWUiQ²ILUPDGRHQHO3DODFLRGH6DQ-XDQGH
/HWUiQ²0 XVVROLQLUHFRQRFLyODLQGHSHQGHQFLDGHOD6DQWD6HGH\VXVR
beranía sobre el territorio de la ciudad del Vaticano, lo que dejó resuelta una
vieja disputa entre la Iglesia y el Est ado italiano. El concordato es tableció
también el pago de una compensación monet aria a la Iglesia y le otorgó el
derecho de impartir enseñanza religiosa en las escuelas, así como controlar
los matrimonios entre católicos. Estas concesiones le permitieron a M ussolini
presentarse como una «bendición de Dios» y granjearse las simpatías y apo-
yo de la alta jerarquía ecles iástica. Después de estos acuerdos, el p ropio
Papa Pío XI calificó públicamente a M ussolini como un enviado de Dios
para salvar a Italia. No todos los católicos tuvieron la misma actitud, pero no
cabe dudas que en un país profundamente religioso como Italia el respaldo
de la Iglesia fue de extraordinaria importancia para el régimen.
144
bien menores que en los Estados Unidos, Francia o Alemania, donde la
crisis estuvo precedida por un aumento vertiginoso de la producción. En el
caso de Italia, el volumen de la producción industrial y de las export acio-
nes se redujo en un tercio, aproximadamente, debido a la depres ión del
mercado internacional, se arruinaron muchos pequeños y medianos nego-
cios y varios importantes bancos se declararon en quiebra. El desempleo
creció con rapidez hasta llegar a un millón de parados en 1932, al mismo
tiempo que se redujeron considerablemente los salarios de obreros y em-
pleados.
Durant e los años 20, la polít ica ext erior del fas cis mo fue moderada. El
régimen t uvo que concentrar su atención, fundamentalmente, en su p ro-
pia consolidación y en el rest ablecimiento económico. Pero a partir de
los p rimeros años de la década del 30, en la medida que se sentía más
fuerte y seguro, M ussolini comenzó a insistir en la realización del progra-
ma exp ansionis ta del fascismo. Eran entonces frecuentes los dis curs os
en los que el Duce s e refería a la victoria mutilada en la P rimera Guerra
M undial²HOKHFKRGHTXH,WDOLDQRUHFLELHUDORTXHVHOHKDEtDSURPHWL
GR²\DODQHFHVLGDGGHFRQYHUWLUHO0 HGLWHUUiQHRHQXQ©ODJRLWDOLDQRª
en el antiguo mare nostr um de los romanos. En 1933 M us solini asumió
directamente el M inisterio de la Guerra y proclamó su objetivo de militari-
zar al país.
145
$S DUWLUGHDTXHOPRPHQWRVHHVWDEOHFLyHOVHUYLFLRPLOLWDUREOLJDWRULR²LQclu-
VRORVQLxRVUHFLEtDQSUHSDUDFLyQPLOLWDU²\VHHPSUHQGLyIHEULOPHQWHHO
fortalecimiento del ejército, la marina de guerra y la aviación de combate,
para lo que hubo que destinar durante varios años el 50 % del presupuesto
nacional. Comenzó así una época de grandes maniobras militares, gigan-
tescas y vistosas paradas y ot ras manifestaciones de la fuerza militar de
Italia, que muchas veces sirvieron de escenografía política para los discur-
sos belicistas de M ussolini. Fue una época que ha deslumbrado a muchos
historiadores reaccionarios y que es añorada por los act uales fascistas. En
el plano económico, la militarización implicó la adopción de la política de
autarquía, que s e propuso lograr el autoabastecimiento mediante el máxi-
mo aprovechamiento de los recursos nat urales. A la postre, la autarquía
demandó grandes sacrificios y no aportó todos los result ados esperados,
entre otras razones, porque no se pudieron realizar las grandes inversiones
que ella requería. De cualquier forma, Italia se fue convirtiendo en una
potencia militar de primer orden.
146
vera de 1936. El 9 de mayo de ese
año, desde el balcón del palacio
Venecia, el Duce anunció la vict oria
y proclamó el nacimiento del Impe-
rio Italiano. Esta agresión quedó im-
pune, al igual que ocurrió con ot ras
realizadas por la p ropia Italia y por
Alemania en los años 30. Las tími-
das sanciones económicas acorda-
das en la Liga de las Naciones fue-
ron obs ervadas por muy pocos
países. En particular, las grandes po-
tencias occidentales continuaron co-
merciando con Italia. Sin lugar a du- Hitler y Mussolini e n 1935.
das , es te fue el mejor momento del
fascismo italiano, cuando disfrutó de
un mayor apoy o de mas as. Pero esta sit uación de apogeo fue efímera.
$SHQDVGRVPHVHVGHVSXpVGHWHUPLQDGDODJXHUUDFRQWUD(WLRStD²HQ
UHDOLGDGODUHVLV WHQFLDQRFHV y²HOIDVFLV PRLWDOLDQRDFXGLyHQD\XGDGH
los militares reaccionarios españoles, que s e alz aron contra el gobierno
republicano del Frente Popular, elegido democrát icamente en febrero de
1936. M ussolini le proporcionó al reaccionario general F rancisco F ranco
más de cien mil soldados y una considerable cantidad de armas de t odo
tipo. M uy apreciable fue también la ayuda prestada a la reacción española
por la Alemania hitleriana. En el curso de los primeros meses de la guerra
de España, se produjo la aproximación entre Italia y Alemania. Atrás que-
daron las diferencias que separaban a ambos países fascistas, debido a sus
comunes pretensiones sobre Aust ria, que habían provocado agudas fric-
ciones en 1934, cuando Alemania propició una tentativa de golpe fascista
en Austria e Italia movilizó tropas hacia el Brennero en señal de adverten-
cia. En octubre de 1936, Hitler y M ussolini firmaron un acuerdo de cola-
boración política, en el que se determinaron los papeles a desarrollar por
los dos regímenes en el establecimiento del nuevo orden. Así nació el lla-
mado Eje Berlín-Roma, al que luego de uniría J apón. El acuerdo con Ale-
mania modificó la orientación exterior de Italia, que hasta 1935 había gira-
do en torno a Inglaterra.
147
En abril de 1939, recién concluida la guerra en España y coincidiendo con
la ocupación de Checoslovaquia por Hitler, M ussolini invadió y ocupó Al-
bania, que ya era un protect orado it aliano. Pero las guerras de Etiop ía,
España y Albania, sometieron al imperialismo italiano a un prolongado es-
fuerzo para el que no es taba suficientemente prep arado. El país quedó
extenuado. Las victorias obtenidas no compensaron el esfuerzo realizado
ni pudieron ser utilizadas como factor político para el fortalecimiento del
régimen. Por el contrario, desde 1938 se avivó el movimiento de res isten-
cia antifascista, alentado por el acuerdo de unidad alcanzado anteriormente
entre comunistas y socialistas. Por otra parte, surgieron serias dificultades en
las relaciones de M ussolini con la Corte y con la Iglesia, debido fundamental-
mente a la creciente supeditación de Italia a la política alemana. Desde 1938,
M ussolini llegó incluso a adoptar el antisemitismo, algo que había sido aje-
no a su movimiento y a la historia de Italia desde la unificación. Esta situa-
ción incapacitó a Italia para incorporarse a la Segunda Guerra M undial
cuando esta comenz ó, en s eptiembre de 1939.
148
formuló las teorías raciales del fas-
Veo muchos sol dados. ¡Muchos
cis mo basándose en la obra del es-
guerreros, es lo que querría ver
critor anglo-alemán Houston Stewar «Uniform e» se llama lo que lle-
Chamberlain, que consideró a la raza van puest o. ¡Ojalá no sea unifor-
aria como la única creadora. Para midad lo que encubre!
fundamentar el papel de los judíos Debéis ser de aquel los cuyos
como corruptores de la pureza cul- ojos buscan constantemente un
enemigo, su enemigo. Y en algu-
tural y biológica de los germanos,
nos se descubre el odio a prime-
Ros emberg acudió también a K arl ra vista.
Eugen Dühring, particularmente a su Debéis buscar vuestro enemigo,
trabajo La cuestión judía, donde se debéis hacer vues tra guerra, y
sost iene que la depravación es nota hacerla por vuestros pensamien-
tos. Y si vuest ro pensam iento
definitoria del pueblo judío, libro que
sucumbe, vuestra honradez debe
había merecido la réplica de Federi- cantar victoria por ello.
co Engels, en el Antidühring. Los Debéis amar la paz como medio
pos tulados de Rosemberg s obre el para nuevas guerras, y la paz bre-
Estado totalitario, el superhombre y ve mejor que la larga.
el cult o a la guerra como condición No os aconsejo el trabajo, sino la
lucha. No os aconsejo la paz, sino
suprema de la especie humana, fue-
la victoria. ¡Sea vuestro trabajo
ron argumentados a partir de la filo- una lucha, sea vuestra paz una
sofía de Nietzsche, sobre todo de su victoria.
obra Así habló Zaratustr a, amp lia- Solamente se puede callar o des-
mente p ropagada por el nazis mo. cansar cuando se dispone de una
Otro de los teóricos del fas cismo, el flecha y un arco. En caso contrario
no se hace sino charlar y disputar.
general Karl Ernst Haushofer, crea- ¡Sea vuestra paz una victoria!
dor de la doctrina de la geop olítica, ¿Cómo es que decís que una
que justificaba la supuesta necesidad buena caus a s ant ifi ca incluso
de expansión alemana a partir de una guerra? Yo os di go: ¡la bue-
consideraciones geográficas , se s ir- na guerra sant ifi ca t oda caus a!
La guerra y el valor han hecho
vió del legado pangermanis ta tradi-
cosas más espl éndi das que el
cional, alimentado por escritores del amor al prójimo. No vuestra pie-
siglo XX como Oswald Spengler, que dad sino vuestra valent ía es lo
en su difundida obra La decaden- que ha s alvado hasta ahora a los
cia de Occidente reivindicaba un náufragos y periclitantes.
espacio vital para Alemania y ensal- Nietzsche: Así habló Zaratustra.
zaba la guerra de conquis ta como Ed. Orbis, Barcelona, 1982, p. 85.
«forma eterna de vida superior».
149
Las repercu sion es de la guerra
150
grama const aba de 25 puntos en los que se combinaban desmesuradas
demandas nacionalistas y doctrinas racistas y antis emitas, así como algu-
nas reivindicaciones anticapitalistas. En el punto vigésimo quinto se esta-
blecía lo siguiente como condición indispensable p ara el cumplimiento de
los objetivos previstos: «Frente a la sociedad moderna, un coloso con pies
de barro, estableceremos un s istema centralizado sin precedentes , en el
que t odos los poderes quedarán en manos del Est ado. Redactaremos una
constitución jerárquica, que regirá de forma mecánica todos los movimien-
tos de los individuos».
Poco después del mitin de febrero de 1920, el Partido Obrero Alemán pasó
a denominarse Partido Obrero Nacionalsocialista Alemán (nazi). La nueva
agrup ación se fue desarrollando poco a poco, esp ecialment e en Baviera,
donde recibió el apoyo de importantes empresarios y terratenientes. Con-
vencidos del valor de la violencia como medio p ara alcanzar sus fines, los
QD]LVQR W DUGDURQHQ FUHDUODV 6$²6HFFLRQHV GH$VDOWR² IXHrz a
paramilitar encargada de proteger las reuniones del partido, provocar dis-
turbios en los mítines de los demócratas liberales, socialistas, comunistas y
sindicalistas , y pers eguir a los judíos, sobre todo a los comerciantes . Las
SA, también conocidas como milicias pardas , fueron apoyadas por algu-
nos oficiales del ejército, particularmente Ernst Rohm, que pronto se con-
vertiría en s u jefe, y el general Erich Ludendorff, jefe del Estado M ayor
alemán durant e la guerra.
Hit ler fue elegido pres idente del partido, con p lenos poderes, en 1921.
Ese mismo año, la organización adoptó como emblema la bandera roja de
los trabajadores, modificada con un círculo blanco en el centro y una cruz
esvástica negra. Tanto la bandera roja como la alusión al socialismo en el
nombre del partido formaban parte de la retórica demagógica del nazismo.
En diciembre de 1920, había sido fundado el periódico del partido. A me-
dida que fue aumentando la influencia del Partido Comunist a, el objetivo
principal de la p ropaganda nacionalsocialis ta fue la denuncia del bolche-
vismo, el que presentaban como una conspiración internacional de finan-
cieros judíos. También proclamaban su des precio por la democracia y re-
clamaban un régimen dictatorial y revanchista.
151
Del puts ch de Mun ich a la cri sis del 29
En estas difíciles circuns tancias , algunos sect ores económicos , polít icos
y militares reaccionarios pensaron en un golpe de Estado, utiliz ando para
ello al part ido de Hitler. Como centro del golp e fue escogido el Estado
de Baviera, donde el nacionalsocialismo se había convertido en una fuer-
za de cierta influencia. Alentado por el general Ludendorff, el 8 de noviem-
bre, Hitler escenificó el putsch de M unich. Pero la acción fracas ó. P ara
ent onces, el gobierno central, asumiendo poderes ext raordinarios, había
logrado aplastar las principales manifestaciones del movimiento revolucio-
QDULR²HQHOPRPHQWRGHFLVLYROHIDOW yXQLGDGFRPHWLyHUURUHV \W XYR
YDFLODFLRQHV²\FRPHQ]DEDDRUGHQDUHOSDtV(OJUXHVRGHOHMpUFLWRDSR\y
al gobierno, que también recibió el respaldo de Inglaterra y los Estados Uni-
dos. Hitler fue arres tado y condenado a cinco años de prisión, de los que
sólo cumplió once meses . Durante su encarcelamiento, dictó Mein Kampf
152
Hitle r con ot ros acus ados por el puts ch de Mu nich.
153
para controlar al p artido y s u rama paramilitar, las SA . A p esar de es tos
esfuerzos, hacia fines de la década el nacionalsocialismo no era una fuerza
política influyente. En las elecciones parlamentarias de 1928, los nazis sólo
obtuvieron 800 mil votos, un 2,5 % del total emitido.
154
Elecciones al Reichstag (parlamento) entre 1928-1932. (en millones)
Centro Católico
y P artido P o pular Bavaro 4 658 5 186 5 782 5 325
155
los representantes de otros partidos para formar un gabinete de coalición,
y presionaron a Hindenburg para que aceptara esta fórmula. Para tranqui-
lizar a unos y a otros, Von Papen aseguraba que él, desde una posición de
segundo al mando, podría controlar al líder nazi y a sus partidarios. De tal
manera, el 30 de enero de 1933, el anciano presidente destituyó al general
independient e y p romonárquico Kurt von Schleicher, que s e había p ro-
puesto frenar a las camisas pardas (las SA), y designó a Hitler como Can-
ciller (Primer M inistro) de Alemania. Comenzaba así la horrenda noche del
fascismo para los alemanes.
¿Fue ello, acaso, una necesidad fatal? Resulta difícil ofrecer una respuesta
categórica a esta pregunta. Pero un análisis de los hechos nos conduce a la
afirmación de que la muerte de la democracia, a p artir del 30 de enero de
QRKXELHUDV LGRSRVLEOH²RDOPHQRV KXELHUDVLGRPiVGLItFLO²VLQ
el abandono suicida de muchos de sus defensores naturales. La responsa-
bilidad del presidente Hindenburg en est e sentido es clara y no sólo por-
que designó a Hitler, sino porque, desde 1930, nombró gobiernos al mar-
gen del parlamento, contribuyendo con ello a su asfixia y des crédito. No
menor fue la responsabilidad de los partidos burgueses que se autotitulaban
democráticos, los que cedieron ante H itler, sobre todo, por t emor al avan-
ce de la izquierda. La socialdemocracia y los comunistas tuvieron también
una alta cuota de culpa. Ambos partidos representaban, a fines de 1932, la
mayor fuerz a polít ica del país; unidos hubieran significado un obstáculo
prácticamente insalvable ante las asp iraciones de la reacción, pero perma-
necían enfrentados, sin encontrar un lenguaje común. En ello fue determi-
nante el feroz anticomunismo de la socialdemocracia, que prefirió a Hitler
antes que una salida revolucionaria, aunque también influyó la actitud rígi-
da y sectaria de los comunistas , cuya pretensión de establecer el socialis-
mo, como única opción, no era viable en aquellos momentos y sólo contri-
buía a profundizar la división.
156
Interior, a cuyo frente se encon-
traba German Goering, y la con- Decreto-ley para la protección
de la nación y el Estado
vers ión de las bandas fascistas
en fuerzas parapoliciales, le per- A tenor del Artículo 48, párrafo segundo
mitieron a Hitler hacerse con to- de la Constitución del Reich, y con objeto de
dos los resortes del poder en un impedir los actos de violencia comunistas
brevísimo plazo y evolucionar que ponen en peligro la existencia del Es-
tado, se decreta con carácter de ley lo si-
hacia un Es tado totalitario, en
guiente:
el que quedaron suprimidas to- 1.Quedan derogados has ta nueva orden
das las garantías de los ciuda- los artículos 114, 115, 117, 118, 123, 124 y
danos y en el que sólo prevale- 153 de la Constitución alemana. Por con-
cía la voluntad del Führer. siguiente s e puede coartar la li bertad per-
sonal, el derecho de libre expresión del
El 1 de febrero, Hindenburg di- pensamiento, incluida la libert ad de pren-
sa, de reunión y asociación; int ervenir las
solvió el Parlamento y convocó comunicaciones postales, telegráficas y te-
a elecciones para el 5 de mar- lefónicas; disponer registros domiciliarios
zo. Pero antes de su realización y confiscaciones, así como limitaciones de
un hecho decisivo alteró sus re- la propiedad, también más allá de los lími-
s ultados . El 27 de febrero, tes fijados en estos artículos.
poco antes de finalizar la cam- (...)
5. Incurrirán en la pena de muerte los reos
paña electoral, un comando nazi
de los delitos castigados con cadena per-
incendió el edificio del Reichs- petua por el Código Penal en sus artículos
tag, acción que ens eguida se 181 (alta traición), 229 (envenenamiento),
atribuyó a los comunistas. Este 307 (incendios), 311 (explosión), 312 (inun-
acto provocador sirvió de pre- dación), 315 (descarrilamiento) y 324 (epi-
texto para desatar una brutal re- demia). Con la pena de muerte, con la de
cadena perpetua o de presidio hasta 15
presión contra el P artido Co- años, será castigado:
munista. En una s ola noche Quien intentare dar m uert e al Presiden-
fueron detenidos o asesinados te del Rei ch o a un miembro o un funcio-
cerca de 10 mil militant es y la nario del gobi erno del Reich o de cual-
cacería continuó posteriormen- qui er gobierno de los Estados alemanes;
te al amparo del D ecret o s o- qui en i nsti gara la comis ión de tal muer-
te; quien aceptara ejecutarla o quien se
bre la Protección de la Nación
pusi era de acuerdo con ot ra persona
y el Estado, emitido por el Can- para cometer el deli to.
ciller el día 28, que legalizó todo
tipo de arbitrariedades. En este (28 de febrero de 1933)
ambiente de terror desenfrenado
157
fueron celebradas las elecciones. Con todo, los comunistas obtuvieron unos
5 millones de votos. Ent onces se procedió a ilegalizar al Part ido y a se-
cues trar sus escaños. Thaelmann, para entonces líder de los comunis tas,
fue internado en un campo de concentración, donde murió diez años des-
pués.
158
básico del Estado, en un medio para
Persecución de los judíos
garantizar la sumisión de toda la po-
blación. La detención de judíos y judías
que gozan de una situación pri-
Los judíos, «parásit os dentro de la vilegiada ha producido una terri-
QDFLyQª²VHJ~Q+LWOHU²IXHURQVR ble conmoción, especialmente en
metidos a una persecución sistemá- los círculos artísticos, ya que ta-
les matri monios son muy fre-
tica, en la que se sucedían los malos
cuentes entre los artist as. Pero
tratos, el acos o, el boicot a s us ne- no voy a detenerme por nada. Si
gocios, el desp ido de las funciones un alemán cree posible vivir con
públicas, la prohibición de entrar en una judía como su legítima espo-
pis cinas, t errenos deportivos, etc. sa, ya demuestra su baja catadu-
ra moral y no podemos mostrar-
Varios decret os se orientaron hacia
nos sentiment ales con él.
la creación de guet os. Fueron p ro-
J. Goebbels: Memorias
hibidos los matrimonios entre arios
y judíos. El punto culminante de esta
persecución tuvo lugar la noche del 10 de noviembre de 1938, la llamada
«Noche de los crist ales rot os», en la que para castigar la muert e de un
agregado de la embajada alemana en P arís, la Ges tapo ordenó el incendio
de 2 mil sinagogas y la detención y ases inato de 20 mil judíos.
159
crecía, incluso dentro del partido. Los
Einstein al abandonar sectores que habían constituido la
Alemania (marzo de 1933) base social del fascismo comenzaron
Mientras se me perm ita elegir,
a reclamar una «segunda revolución»,
sol o vi viré en un país en que que aplicara las p romesas anti-
haya l ibertades políti cas, tol e- capitalistas expuestas por los nazis
rancia e igualdad de todos los antes de llegar al poder. Un sector de
ciudadanos ante la ley. (.. .) las SA se hizo eco de esta demanda.
Estas condiciones no existen en Hitler tuvo que elegir entre un régi-
Alemania hoy. Quienes más han
men nacionalsocialista sustentado por
hecho por la comprensi ón i n-
ternacional , ent re quienes se las masas o una alianza definitiva con
encuentran muchos artis tas, su- los industriales y el ejército, y eligió
fren, en ella, persecución. la segunda opción. El 30 de junio de
Todo organismo social puede 1934, en la p osteriormente llamada
des equil i brars e psi col ógi ca- «Noche de los cuchillos largos», el
mente t al como ocurre con l os
Führer ordenó a las SS terminar con
indi viduos, en especial en t iem-
pos di fíci les. Las naciones por el asunto. Fueron asesinados varios
lo común, sobrevi ven a es as líderes de las SA y del partido, entre
enferm edades . Tengo la espe- ellos Rohm y varios centenares de sus
ranza a que bi en pronto l a nor- seguidores. También se incluyó en la
mal idad vuelva a im ponerse en purga a muchos enemigos del régi-
Alemani a y de q ue en el fut uro
men, como el general Schieicher, y a
s us grandes hombres, com o
Kant y Goet he, no s ean recor- algunos monárquicos que defendían
dad os de cuan do en cuando la restauración de la dinastía Hohen-
sino que los principios que ellos zollern. El descontento fue ahogado
defendi eron y enseñaron se to- en sangre y de esta forma se inició la
men en cuenta en la vida públi- consolidación de la dictadura hitleria-
ca y penetren en la conciencia
na. En agost o de aquel año murió
general.
Hindenburg y de un plumaz o Hitler
A. Eins tein: Mis ideas y opinio- asumió también la presidencia, pro-
nes, p. 183.
clamando el nacimient o del Tercer
Reich.
Comenz ó entonces la edificación del llamado nuevo orden, que sup uso la
reorganización de la economía a partir de las necesidades de guerra, con
vis tas a poner en p ráct ica el p rograma revanchista y expans ionista del
nacionalsocialismo. En pocos años, Alemania debía alcanzar una completa
160
autosuficiencia en lo referente a las materias p rimas estratégicas, creando
sustitut os sintéticos de aquellos materiales de los que carecía y no podría
adquirir en el extranjero. El suministro de alimentos debía garantizarse a
través del desarrollo controlado de la agricultura. Para restablecer la eco-
nomía y lograr aceleradamente el rearme, se eliminó por decreto la lucha
de clases, apelando a un supuesto interés nacional común. Se suprimieron
los sindicatos y cooperat ivas obreras. Las huelgas fueron prohibidas . Se
est ableció la obligación de los trabajadores de p ertenecer al Frente A le-
mán del Trabajo, organización sindical nacionalsocialista controlada por el
Estado. El M inisterio de Economía, a través de los denominados síndicos
laborales, se encargó de todo lo relativo a los salarios, la jornada y las
condiciones laborales.
162
tamiento con la Unión Soviética, que destruiría o debilitaría al máximo a
ambos contendientes. De tal manera, «apaciguando» a Hitler no se trataba
de evitar la guerra, sino de encauzarla en otra dirección. Esta miope políti-
ca tendría después fatales consecuencias para sus propios progenitores y
para todo el mundo.
El falangis mo español
163
primer pas o, la convocatoria a elecciones municipales para el 12 de abril
de 1931. Pero la creciente oposición pop ular determinó que la consulta
del día 12 se convirtiera en un auténtico p lebiscito, que concluyó con un
aplastante triunfo republicano y supuso el fin de la monarquía borbónica, la
salida del país del rey Alfonso XIII y el advenimiento pacífico de la Segun-
da República.
164
la defensa de la democracia, la s oberanía p opular, el sufragio universal, la
sep aración de la Iglesia y el Estado, el reconocimiento de los derechos
individuales y sociales, etc., pero no tocaba en lo más mínimo la base eco-
nómica del ant iguo régimen.
Como consecuencia de todo ello, la situación del país s e tornaba cada vez
más compleja. Los trabajadores y campesinos se impacientaban, mientras
las fuerzas de la reacción, incluida la poderosa Igles ia Católica, arreciaban
su lucha contra la República. Desde principio de 1932, se incrementó la fuga
165
de capitales al extranjero, lo que afectó seriamente el restablecimiento de la
economía, y s e orquest ó una vas ta campaña contra el régimen, al que se
calificaba de anticlerical, antinacional y revanchista. En agost o de ese año,
se intentó un golpe de fuerza, utilizando al general José Sanjurjo, jefe de la
Guardia Civil, y a otros oficiales reaccionarios. Después de la sanjurjada, que
fue paralizada por la movilización de las masas, el gobierno tuvo la posibilidad
de radicalizar su posición, pero siguió aplicando una política de medias tintas,
lo que condujo a un progresivo enfriamiento del apoyo popular.
Al mismo tiempo, las otras fuerzas pro-fascistas del país: los falangistas de
Primo de Rivera y Renovación Española, encabezada por José Calvo Sotelo
y Antonio Goicochea, que eran partidarias de un golpe de Estado, incrementaron
su actividad y sus contactos conAlemania e Italia. A principios de 1934, re-
presentantes de estos partidos y algunos militares concertaron un acuerdo
167
con M ussolini, en virtud del cual éste se comp rometía a respaldar una su-
blevación, entregando una apreciable cantidad de armas y de dinero. So-
bre la base de este acuerdo, 400 hombres fueron a Italia, donde recibieron
entrenamiento militar. La utilización cotidianamente de la violencia por es-
tas fuerzas contribuía a enrarecer cada vez más el clima político del país.
168
destacó el general Francisco Franco, que desde el Estado M ay or planificó
la represión del movimiento de protesta.
169
órganos gubernamentales, que trataron de impedir el éxito de la izquierda.
El clima unitario y combativo quebrant ó incluso la tradicional actitud abs-
tencionista de los anarquistas. El Frente Popular obtuvo 269 puestos par-
lamentarios (17 de ellos comunistas), los partidos de derecha 213 y los de
centro 48. Estas cifras destruyen con su pes o los infundios p ropagados
después por los franquistas, que presentaban el triunfo del bloque popular
como el prólogo de una inminente revolución comunista. La victoria de la
democracia era indiscut ible, pero era igualmente claro que tal parlamento
no representaba una amenaza para el régimen capit alista.
Demostrando que no habían aprendido nada del pas ado, los republicanos
no destituyeron ni procesaron a Franco, cabeza visible de la conjura; sino
que se conformaron con removerlo de su cargo al frente del Estado M ayor,
confiándole la Comandancia M ilitar de las Canarias. Con actitudes de este
tipo pensaban que podrían «amansar» a la reacción. Sin embargo, ésta había
definido ya su postura. Ante los fracasados intentos de crear en España un
partido fascista de masas, la oligarquía decidió utilizar el ejército como prin-
cipal instrumento para el establecimiento de la dictadura totalitaria. Los par-
tidos de derecha, desde la CEDA hasta la Falange, aceptaron, de una u otra
forma, supeditarse a los generales que encabezaban la conspiración.
170
M ola (por cierto, nacido en Placetas, Cuba), hasta tanto el general Sanjurjo,
des ignado jefe del movimiento, regresara de su exilio en Portugal. Dos
planes iniciales, para ejecutar en abril y mayo, fueron abandonados por
falta de coordinación y otros motivos, pero a principios de junio ya estaba
elaborado el plan definitivo, en el que a Franco se le asignó el comando de
las t ropas africanas. Los trajines consp irativos fueron acompañados por
desórdenes de las bandas fascistas en M adrid y otras ciudades . La inmi-
nencia de la sublevación fue denunciada por el Partido Comunista y por
algunos dirigentes socialistas, pero el gobierno prefería guiarse p or los hi-
pócritas juramentos de lealtad de los altos oficiales, como el formulado
por el prop io F ranco, el 23 de junio, cuando as eguró que faltaban a la
verdad los que acus aban al ejército de fraguar un complot contra las auto-
ridades e instituciones de la república. Si en aquellos momentos el gobier-
no hubiera actuado con resolución y firmeza, es muy p robable que se hu-
biera evitado la guerra.
Varios historiadores han sostenido, hasta el día de hoy, que el alzamiento mili-
tar fue la respuesta al asesinato del político derechista José Calvo Sotelo, ocurri-
do en M adrid, el 13 de julio, suscribiendo así la tesis difundida por los fran-
quistas. En realidad, cuando se produjo este hecho todo estaba preparado y
fijada una fecha probable para la rebelión. El día 12, Franco esperaba en
Canarias el avión que lo conduciría a M arruecos para ponerse al frente del
Ejército Expedicionario de África, que ese mismo día concluía las maniobras
preparatorias. Entre el 11 y el 12, M ola recibía la notificación de los principa-
les jefes complotados, asegurando estar listos para comenzar la operación.
Por esa misma fecha, desde Lisboa, Sanjurjo impartía las últimas instruccio-
nes. El asesinato de Calvo Sotelo, condenado enseguida por el gobierno y por
todos los partidos del Frente Popular, fue sólo el pretexto utilizado para come-
ter un crimen minuciosamente preparado con anterioridad.
Ent re las causas que p rovocaron la s angrienta guerra que es taba por co-
menzar, deben destacarse las siguientes:
171
²/DDFWLWXGYDFLODQWH\WLPRUDWDGHORVJRELHUQRVUHS~EOLFRVRFLDOLVWDV\
rep ublicanos, que ocuparon el poder de 1931 a 1933 y en 1936, los
que no emprendieron con resolución y firmeza las t rans formaciones
democráticas imprescindibles, dejaron intacto el poderío económico de
la reacción y no la desplazaron de pos iciones claves, s obre t odo en el
ejército.
²(OHVWtPXOREULQGDGRDODVIXHU]DVUHDFFLRQDULDVHV SDxRODVSRU$OHPD
nia e It alia, que pers eguían el objet ivo de crear un nuevo Estado fascis-
ta, llamado a jugar un importante papel en sus planes agresivos.
La guerra ci vil
173
estrecho de Gibraltar para trasladar
el ejército de África hacia la penín-
sula, y rápidament e s e fue exten-
diendo hast a llegar a 50 mil s olda-
dos alemanes , int egrados en la
Legión Cóndor, y unos 150 mil ita-
lianos . La participación extranjera
incluy ó as imis mo al Port ugal
salazarist a, que facilitó su territorio
para el traslado de armas y aportó
Dolores I bárruri junto a un grupo
de co mbatient es del V Cuerpo de Ejérc ito. alrededor de 20 mil hombres a los
rebeldes. A estas cifras hay que aña-
dir cerca de 100 mil legionarios afri-
canos , provenientes del M arruecos
El fas cismo esp añol y del francés. La interven-
No un manojo, una manada ción extranjera, voluminosa además
Es el fajo del fascismo, en el aporte de aviones , barcos y
Detrás del s aludo, nada armas de t odo tipo, salvó a la suble-
Detrás de la nada abismo.... vación de una derrota s egura y la
Don Miguel de Unamuno trans formó en una guerra larga y
cruel.
174
dos Unidos, con el p retext o de evi-
tar la extensión de la guerra a otros Política occidental
países, contribuyó a prolongar la ©&RQYLUWLHURQO D µQRLQWHUYHQ
contienda española y representó un FLyQ¶ HQ XQLQV WUXP HQWR GH OD
duro golpe para la causa republicana. victori a fascis ta.. . Franco sol o,
M ientras Alemania e Italia interve- nunca t uvo una oportuni dad de
ganar en Es paña. La guerra fue
nían, cada vez más descaradamen-
ganada por los alem anes e i ta-
te, apoyando al bando franquista, al lianos , por la política de « no in-
gobierno legítimo de Es paña se le tervenci ón, y por l a polí ti ca
prohibía la adquisición de armas e americana de negar armas a la
incluso de alimentos y medicinas, so- Repúbl ica.»
metiéndolo a un riguroso bloqueo. Es John F. Whitaker
más, en algunos de los país es que se
sumaron a esta política, particular-
mente en el caso de los Est ados Unidos, se permitió la venta de armamen-
tos, vehículos y combustible con destino a los franquistas , bien directa-
mente o a través de Alemania e Italia.Así lo reconoció el propio Presidente
Franklin D. Roosevelt, cuando el 21 de abril de 1938, admitió que las
bombas lanz adas sobre Barcelona habían sido vendidas a Alemania y re-
exportadas por ésta a Franco. La Casa Blanca presionó también a varios
gobiernos, en particular al de M éxico, encabez ado entonces por el general
Láz aro Cárdenas , sincero amigo de la República, p ara que s ecundara la
postura estadounidense.
175
en defensa de la democracia y la paz en s u propio país . M uy pronto se
produjo allí la ruptura entre socialis tas y comunist as, principales fuerzas
del frente popular, y el gobierno de Francia quedó en manos de partidarios
de la política de conces iones al fascismo italo-alemán, lo que en lugar de
alejar acercó el peligro de guerra y con ella la catást rofe nacional.
En los días más aciagos para la República, cuando su p ueblo rechaz aba
prácticamente a puños los at aques furiosos de los franquistas sobre la ca-
176
pital y otras importantes ciudades, la técnica militar soviética, sobre todo
los aviones cedidos al gobierno español, fue de vital importancia. Además
de armas, la URSS envió a Es paña unos dos mil asesores militares, que
contribuyeron a organiz ar y entrenar al Ejército P opular, integrado en su
inmensa mayoría por hombres y mujeres del pueblo. Al mismo tiempo, la
población soviética, con sus propios recursos, adquirió y envió a España
ciertas cantidades de aliment os, rop as y medicinas. Est as mercancías no
siempre llegaron a su destino, al ser intercept ados y a veces hundidos los
barcos que la trans portaban, acciones que ejecutaban las flotas de Italia y
Alemania, encargadas de impedir el auxilio a los republicanos.
Cementeri o de internacional istas en Fuencarra l, presidido por l a inscripción ¡Glo ria a los
voluntarios de la libe rtad caídos en España!
177
54 nacionalidades y de las más di-
Papel de la Iglesia versas convicciones políticas y reli-
«Cuantos años, quizás siglos ne-
giosas se incorporaron a la lucha,
cesitará la Iglesia española para li- aceptando el desafío que el fascis-
berarse del aterrador equívoco, y mo lanzaba a los pueblos amantes de
para que los hijos de las mujeres la libertad. Los cubanos estuvimos
asesinadas en Guernica, en Barce-
rep resentados allí por un grupo de
lona, en toda España, aprendan a
no confundir la causa de su Dios casi mil valeros os combatientes,
crucificado, con l a del General muchos de los cuales ofrendaron sus
Franco». vidas generosas, entre ellos hombres
Francois Mauriac del calibre y la dimensión humana de
( novelista francés ( 1885-1970), Pablo de la Torriente Brau.
Premio Nobel de Literatura en 1952)
A pesar de la ayuda soviética y la de
las brigadas internacionales, la gue-
rra era desigual. La España rep ublicana, bloqueada por la «No interven-
ción» y por la «Neutralidad», tenía que enfrentarse a las fuerzas reacciona-
rias del país, respaldadas por más de 300 mil soldados extranjeros y toda la
potencia militar de Alemania e Italia, que utilizaron el conflicto como un po-
Unión « sable-sotana»
178
lígono donde se probaron sus más modernas armas. Solamente una superio-
ridad de esa magnitud podía vencer a un p ueblo que p rotagonizó hazañas
tales como la legendaria defensa de M adrid, la derrota de las seleccionadas
tropas italianas en Guadalajara, la victoriosa ofensiva sobre Teruel y la bata-
lla del Ebro, entre otras.
Un grupo de republicanos españoles lleg ando a México a bordo del vapor Sinaia.
179
de la capital proclamó, junt o al dirigente socialista Julián Besteiro, la for-
mación del Consejo Nacional de Defensa, que t rató infructuosament e de
llegar a un acuerdo con Franco. El pueblo calificó aquel consejo como
Junta de la Traición. El 28 de marzo, las tropas franquis tas entraron en
M adrid. En los tres días posteriores, cayeron las plazas que aún se mante-
nían fieles al gobierno republicano. El 1 de abril de 1939, la guerra había
terminado y comenzaba el largo período del régimen falangista.
180
en la propia Francia o en Alemania. U n escalofriante testimonio del sufri-
miento de estos hombres nos brinda el libro inédit o El desfile de los es-
pectros, del cubano Aurelio Ballenilla Portuondo, quien junto a otros com-
patriotas antifascistas estuvo internado en el tristemente célebre campo de
«cas tigo y eliminación» de Dachau, en Baviera. Ballenilla Portuondo fue
uno de los pocos que logró salir con vida de aquel infierno.
181
comercial con el extranjero. Se experimentaba una aguda escasez de ali-
mentos y de artículos imprescindibles. El dinero no tenía valor alguno. Al-
guien dijo, con toda razón, que el país en s u conjunto t enía frío y hambre,
estaba enfermo, exhaus to y exacerbado.
182
rigentes bolcheviques, en particular Trotski y sus seguidores, eran partida-
rios de mantener el comunismo de guerra, ensalzando la igualdad en la
miseria como transición directa a la sociedad comunista, lo que Lenin con-
sideraba una locura teórica y política. Tras una enconada y difícil lucha, las
tesis de Lenin fueron finalmente aprobadas por el X Congreso del Partido
Comunista (bolchevique) de Rusia, en marzo de 1921.
183
Surgió entonces la interrogante de
El cine de Eisenstein
quién vencería a quién, generándose
Se caract erizó por su gran fuerza
una polémica que abarcó no sólo a
expresiva, las escenas de gran las est ructuras del partido y del Es-
dramatismo y los temas sociales. tado, sino también a una parte con-
Fue un pionero en la técnica del siderable de la población. Los de-
montaje. Gracias a su capacidad tractores de la NEP consideraban que
para util izar esta técnica, lograba
que sus películas tuvieran un gran
ésta conduciría a la restauración del
dinamismo e intensidad dramáti- capitalismo. Pero Lenin y la mayoría
ca, aun cuando se trataba de pe- que lo respaldaba consideraban que
lículas mudas. si el Estado lograba mantener el con-
trol sobre los medios fundamentales
de p roducción, la banca, el transp orte y el comercio exterior, y si los co-
munistas aprendían de los capitalistas y demostraban ser no solamente ho-
nestos, sino también eficientes, las relaciones socialistas se impondrían ine-
vit ablement e. P ara Lenin era decisivo, además, el t rabajo de educación
política e ideológica por parte del p artido y las organizaciones s ociales.
184
Del antiguo imperio ruso se habían desprendido Finlandia, Estonia, Lituania, Leton ia, P olonia y la región de Besarabia, pero el país surgido
185
de la Revo lución, la Unión So viética, seguía sie ndo el más extenso del mundo.
se fue reanimando la vida cultural y científica del p aís. Se retomó el pro-
grama de alfabetización, interrumpido por la guerra civil. El cine vivió una
aut éntica edad de oro con los filmes de Eisenstein, autor de obras maes-
tras como La huelga, El acorazado Potenkin y Octubre. Escritores como
M áximo Gorki, M ijail Shólojov, Vladimir M ayakovski y Alexei Tols tói,
que decidió regresar al país, alent aron la creación literaria que, natural-
mente, estuvo influida p or la impront a de la revolución, al igual que las
demás manifestaciones artísticas, aunque prevaleciendo la libertad creativa.
Las artes plásticas con varias figuras de talla internacional, la música con
Prokofiev y el teatro con Stanislavski
brillaron en est e período. Se incre-
Con el paso del tiempo, la com-
posición y estructura de la URSS mentó la investigación cient ífica,
se fue modificando hasta llegar a obteniéndose importantes resultados
integrar quince (15) repúblicas y en la prospección de las riquezas na-
varias regiones autónomas. turales y en ot ros camp os como la
física, la química y la radiología.
186
una larga enfermedad ocasionada por las secuelas del atentado de 1918 y
por el intenso trabajo a que estuvo sometido.
La era de Stal in
A partir de 1927, Iós iv V. St alin, que había quedado al frent e del partido
después de la muerte de Lenin (en la práctica ejercía esa función desde
1922), reafirmó su liderazgo frente a las corrientes oposicionistas lideradas
por Trotski y otros dirigentes bolcheviques, que habían sacudido la estructu-
ra partidaria tras la ausencia de Lenin. Entre 1924 y 1927, se enfrentaron
básicamente dos tesis. Stalin defendía la idea del socialismo en un solo país;
es decir, una revolución exclusivamente nacional, como punto de partida de
la mundial. Según Stalin, de lo que se trataba era de la lucha entre un centro
de la revolución comunista, con sus posibles aliados, y un centro del capita-
lismo. Del éxito de la revolución en Rusia dependería el de la mundial. Trotski,
por el contrario, consideraba que la revolución no podría triunfar en Rusia si
no era apoyada p or movimientos similares en todo el mundo (teoría de la
revolución permanente) y condicionaba la política interna y exterior del país
al logro de un estallido revolucionario global. El carácter extremista de esta
tesis y la es casa flexibilidad de su defensor determinaron el alejamiento de
187
aliados coyunturales y facilitaron la
Iósiv Visariónovich
imposición de Stalin, que finalmente
Dzhugachvili
(Stalin) 1879-1953 logró la expulsión del partido y el cas-
tigo de todos los oposicionistas, in-
Nació en Georgi a en el seno de cluyendo a los que sólo sostenían opi-
una fami lia humilde. Hi jo de un niones diferentes a las suy as en
zapatero. Se educó en un semi- determinadas cuestiones y que en al-
nario religioso, del que fue expul- gunos momentos lo habían apoyado
sado a los 20 años de edad por en la lucha contra el trotskismo. En
sus ideas revolucionari as. En
cuant o a Trot ski, fue desterrado a
1899 ingresó en el Partido Social-
demócrata y se hizo revolucio-
Alma Ata en 1927 y en 1929 tuvo
nario profesional. Fue detenido que abandonar el país. Poco después
ocho veces por el zarismo y en la fundó la llamada IVInternacional, ins-
últi ma ocas ión guardó pri sión pirada en su ideario. Fue ases inado
por cuatro años, hasta 1917. Par- en M éxico, en 1940, presumible-
ticipó en la revolución de 1905- mente por orden de Stalin.
1907, incorporado al grupo bol-
chevi que. En 1910 adoptó el Se inició entonces una nueva et apa
seudónim o de Stalin (acero en en el desarrollo de la URSS. En el
español). Se destacó en el proce-
orden p olít ico, comenzó la estruc-
so que condujo a la Revolución
de Octubre. Fue Comisario del
turación de un régimen basado cada
Pueblo de las Naci onal idades vez más en el poder pers onal de
durante el primer gobierno sovié- Stalin, mientras que en el plano eco-
tico y Comisario del Pueblo para nómico se emprendió un ambicioso
el Control del Estado entre 1919 programa de indus trialización y de
y 1923. Participó en la guerra ci- colectivización de la agricultura, a
vil como comandante de varios través de p lanes quinquenales fija-
frentes. A partir de 1922, debido dos por el Estado, lo que supuso un
a la enfermedad de Lenin, se con-
mayor control de éste y el desmon-
virtió en secret ario general del
partido, cargo en el que fue con- taje paulatino de la NEP. Dicho pro-
firmado en 1924 y que ocuparía grama se desarrolló básicamente con
hasta su muerte en marzo de 1953. recursos internos, en gran medida
Durante s u largo período al fren- provenientes de mayores e impopu-
te del país concentró el poder en lares impuestos a los campesinos,
sus manos e hizo gala de su seu- sobre t odo a los grandes y medios,
dónimo. y mediante una severa p olít ica de
austeridad.
188
Los planes quinquenales comenzaron en 1928 y cuando la agresión de
Alemania interrumpió la ejecución del tercero de ellos, en 1941, la Unión
Soviét ica se había convert ido en una gran potencia indust rial, que produ-
cía siete veces más que en 1913. Su volumen de producción era s ólo su-
perado por los Est ados Unidos, aunque en producción per cáp ita y cali-
dad no alcanzaba a las potencias occident ales . Las realizaciones en este
terreno fueron colosales. En ese breve período, se construyeron más de
3 500 grandes empresas y se modernizaron las ya existentes. El país que-
dó tot almente electrificado con la construcción de enormes p lant as
generadoras a partir del p etróleo, cuya producción se incrementó vertigi-
nosamente, y de la utilización del agua. Surgieron nuevas indust rias como
la de maquinaria automotriz, la aeronáutica, la de maquinarias-herramien-
tas, la química y otras. La URSS estaba ya en condiciones de producir sus
propios medios de producción y sus armamentos con total independencia
del mundo ext erior. Los planes quinquenales modificaron la geografía eco-
nómica del extenso t erritorio soviético, al iniciar la industrialización de las
zonas periféricas de Rusia, donde fueron surgiendo grandes centros urba-
nos y económicos de todo tipo, destacándose en este sentido los espectacu-
lares cambios de la región asiática de Rus ia.
189
(koljoses y sovjos es, resp ectivament e), que agruparon a los productores
individuales. En el proceso de colectivización no se tuvo en cuenta siempre
la volunt ariedad de los campesinos, aspecto que Lenin consideraba invio-
lable. Ello condujo a graves arbitrariedades y abusos, particularmente con
los campesinos medios y ricos, que fueron objeto de duras represalias, lo
que provocó sangrientas sublevaciones en varias partes del país. Precisa-
mente en este período, dos años antes de las represiones masivas del sta-
linismo, aparecieron los primeros campamentos de t rabajos forzados , a
los que fueron a parar muchos campesinos descontentos. En Campos rotu-
rados, que no es precisamente una novela crítica, M ijail Shólojov dejó, sin
embargo, un crudo test imonio de la eliminación de los llamados Kulaks.
Aunque la colectivización se suavizó desde fines de 1931, cuando se per-
mit ió a los campesinos que ingresaban a los koljoses poseer un área de
autoconsumo y algunos animales, los errores cometidos durante aquel pro-
ceso determinaron que la producción agrícola no avanz ara lo esperado, a
pesar del esfuerzo para dotar al campo de tractores y otros medios meca-
nizados. Ello afectó el suministro de
materias primas a la industria y, so-
Carta al Congreso
bre todo, de alimentos a la pobla-
Stalin logró que la Carta de Lenin
ción, particularmente en los primeros
sólo fuera conocida por el Buró años de la década.
Político, que no obstante lo pro-
puso al C ongres o, luego que A est os p roblemas de sumaron
aquel reconoció sus defectos y otros, aún más graves y trascenden-
se comprometió a corregirlos. tes, vinculados a lo que los propios
VRYLpWLFRVFDOLILFDUtDQGHVSXpV²DO
En esta decisión fue det erminan-
te, al parecer, el temor a que
SDUHFHUPX\JHQHURVDPHQWH²FRPR
Trotski, la otra personal idad re-
el cult o a la personalidad de Stalin.
levante del Partido, se hiciera de
la dirección. Falta todavía un estudio definitivo de
esta importante figura. Sin embargo,
La carta fue conocida íntegramen-
te en el XX Congreso del PCUS y no caben dudas de que Stalin había
aparece en el tomo 45, p. 345 deacumulado grandes méritos dentro
las Obras completas de Lenin. del partido y de que fue un hombre
de gran voluntad y un formidable or-
ganizador. Así lo demostró durante
los planes quinquenales y, posteriormente, en la lucha contra la Alemania
fascista. Pero poseía al mismo tiemp o rasgos muy negativos en su perso-
190
nalidad, sobre los que Lenin había
La Constitución de 1936
advertido tempranamente, cuando en
su conocida carta al XIII Congreso Estableci ó el sufragio universal,
del P artido, en 1922, señaló su pre- directo y secreto para t odos los
ocupación acerca de que Stalin no órganos de poder, eliminando las
pudiera utilizar con la adecuada pru- rest ricciones para los anti guos
dencia el enorme poder que se de- propietarios, el clero y los poli-
cías del zarismo, que no podían
posit aba en s us manos, al ocup ar la elegir ni ser electos. Am plió los
secretaría general del p artido. M é- derechos de las repúbli cas y de
ritos aparte, Lenin lo consideraba un todos los ciudadanos y reforzó
hombre autoritario, intolerante y gro- los mecanismos para garantizar
sero en el trato con los compañeros el cumpl imiento de la l egalidad
socialista. Pero todo ello tuvo, en
y recomendaba su sustitución por un gran medida, un carácter formal.
compañero con igual aval pero s in
est os defectos. Los hechos confir-
marían más tarde la ap reciación del
fundador del Es tado soviético.
La conocida novela Los hijos del Arbat, de Nicolai Ry bakov, uno de los
escritores proscriptos por Stalin, ofrece un extraordinario fresco histórico,
191
Carte l soviétic o en el qu e se trib uta culto a Stalin. Vestido d e militar parece ins truir
a dos r epresentante s del pueblo trabajador. La escena i dealizada es típica
de la propaganda apologética estalinista.
en la línea de la gran novelís tica rusa, sobre los orígenes del estalinismo y
el inicio de las p ers ecuciones s o p ret ext o de cas tigar el as esinato de
Serguei M . Kirov, miembro del Buró P olít ico del P CUS y su Secretario
General en la ciudad de Leningrado (nombre que adop tó Pet rogrado
tras la muert e de Lenin). Además de un det allado y sombrío retrato del
gobernante soviético, el novelist a proporciona claves para deducir que
el as esinato del popular dirigente leningradense fue ordenado por el pro-
pio St alin. El autor de est as líneas, en varias y relativamente prolongadas
es tancias en la bella ciudad del Neva, escuchó decir a muchos contem-
poráneos de aquellos acontecimientos, que Kirov fue asesinado no p or-
que s e opusiera a la línea de St alin, sino porque és te lo consideró un
potencial rival, debido a s u carisma y pop ularidad. D e acuerdo con el
testimonio de viejos militantes, Stalin no pudo admitir que Kirov lo supe-
rara en la vot ación para integrar el Comité Central y el Buró Político, en
el XVI Congreso del P CU S.
192
Según se supo después del XX Congreso del PCU S, celebrado en 1956,
entre 1934 y 1938, dos tercios de los miembros del Comit é Central del
partido sufrieron represalias, y la mayoría de ellos fueron ejecutados. Los
casos más conocidos, por su relevancia, fueron los de Nicolai Bujarin, Grigori
Zinoviev y Alexei Rikov, acusados por Stalin de traición al país. En ese mis-
mo período, fueron purgados más de la mitad de los oficiales superiores del
ejército, entre ellos los mariscales M ijail Tujachevski, Egorov y Blujer, po-
pulares héroes de la guerra civil. De acuerdo con lo dicho más tarde por el
propio mariscal Voroshilov, por aquel entonces ministro de Defensa, hacia
1939 alrededor de 120 000 militares y sus familiares sufrieron represalias.
Las masivas purgas de militares desorganizaron y debilitaron a las fuerzas
armadas, lo que tendría muy negati-
vas consecuencias cuando se produ- Del Informe al XX Congreso
jo la agresión de la Alemania fascista, del PCUS.
en junio de 1941.
«Cuando analizamos las prácticas
El llamado culto a la personalidad de de Stali n en cuanto a la conduc-
Stalin fue resp onsable también de ción del Partido y la nación, cuan-
do nos detenemos a considerar
muchas deformaciones , que acom- cualquier acto de Stalin, debemos
pañarían luego al Estado soviét ico convencernos de que los temo-
durante casi t oda su historia. La es- res de Lenin estaban justificados.
tructura partidaria prácticamente se Las características negativas de
fundió con la estatal. El partido aban- Stalin, que en época de Lenin
eran sól o incipientes, s e trans-
donó paulatinamente su verdadero formaron en un grave abuso de
papel y adquirió funciones adminis- poder que causó indecible daño
trativas de grandes dimens iones. En a nuestro partido.
la práctica, se anuló la indispensable Stalin no actuó mediante la per-
independencia de las organizaciones suasión, la explicación y la coope-
ración paciente con las personas,
políticas y sociales y la efectiva par- sino imponiendo sus conceptos
ticipación popular en la toma de de- y exigiendo obediencia absoluta
cis iones. La economía as umió un a su opinión. Quien se oponía a
modelo caracterizado por una rígida ello, o procuraba imponer su pun-
centralización, que entre otros males to de vista y la exactitud de su
posición, quedaba sentenciado a
propició el des arrollo de una fron- la exclusión del mando colectivo
dos a burocracia, a cuya s ombra co- y a la correspondiente aniquila-
menzaron a proliferar disímiles vicios, ción moral y física.
entre los que se destaca el surgimiento
193
de una verdadera casta de funcionarios, que fue acumulando gran poder e
innumerables privilegios
194
condiciones de vida de la población y despertaron grandes simpatías entre
los trabajadores y la intelectualidad de los países occidentales, que enton-
ces atravesaban las difíciles consecuencias de la crisis de 1929. Entre otras
formas, ello se reflejó en el crecimiento de los partidos comunistas y en un
mayor protagonis mo de estos; así como en el fortalecimiento de las orga-
nizaciones sindicales vinculadas a ellos. Por otra parte, los avances de la
URSS determinaron que muchos gobiernos capitalistas adoptaran, en cierta
medida, los métodos de planificación soviética para salir de la crisis y con-
ducir posteriormente sus economías. El prestigioso historiador inglés Eric
Hobs bawm, en su reciente libro His toria del siglo XX, llega a s eñalar que
la planificación soviética no sólo sirvió de referencia al capitalismo de aquel
período, s ino que lo s alvó de una hecatombe segura.
195
al fascismo, desde que este ap areció en el escenario político. M uchos de
ellos ofrendaron sus vidas o fueron a parar a las cárceles, pero no siempre
act uaron con una línea acert ada. Durant e los años 20 y todavía a princi-
pios de la década del 30, los comunistas vincularon su lucha ant ifascista
con el establecimient o del socialismo, lo que condujo a acrecentar sus di-
ferencias con otras fuerzas contrarias al fascismo, principalmente con la
socialdemocracia, que t enía una influencia mayoritaria en el movimiento
obrero y no quería una salida revolucionaria. Con esta posición sectaria
los comunistas se alejaban de masas que podían atraer para enfrentar a la
reacción y contribuían a p rofundizar la escisión de la clase obrera. D icha
post ura se fue abandonando después de la llegada de Hitler al poder y de
los intent os de golpe fascista en Aus tria y Francia, en 1934, y se adoptó
una política de unidad antifascis ta y en defensa de la democracia, como
paso obligado para mayores empeños. Tal política fue asumida oficialmen-
te por el VII Congreso de la Tercera Internacional, en agost o de 1935, lo
que contribuyó a fortalecer el papel de los comunistas en los años poste-
riores.
Por último, unas breves palabras sobre la vida cotidiana de los soviéticos
durante el período de los planes quinquenales. Des pués de los tormentos
de la guerra civil y de los aún difíciles años de la recuperación, la etapa que
se inició a finales de la década de 1920, representó un paulatino mejora-
miento en la situación de la población, dist ante aún de la de los países
des arrollados, pero sin sus irritantes diferencias . En aquellos años, des-
apareció el des empleo e incluso se recortó la jornada laboral, al mismo
tiempo que fueron aumentando los salarios y las medidas de p rotección
social. La situación de los abastecimientos y del alojamiento mejoró sensi-
blement e, a pes ar del grave problema creado por el éxodo del campo
hacia las grandes urbes que iban surgiendo o desarrollándose con rapidez.
También se incrementaron y ganaron en calidad los servicios de salud, que
al igual que los de educación eran gratuitos para todos. M ientras t anto, se
desarrolló la práct ica masiva de los deport es y de formas sanas de recrea-
ción y creció la afición por la cultura, que dejó de ser privativa de reduci-
dos grup os, en lo que influyó el creciente nivel educacional. El teatro, el
ballet y la música, entre otras manifestaciones artísticas que antes disfruta-
ban sólo s electas minorías, atraían cada vez a más ciudadanos. En general,
se vivía austeramente p ero los progresos materiales y de todo t ipo con
196
relación a la época del zarismo y a la de los primeros años de la revolución
eran muy significativos.
197
Pri ncipales aportes de la ciencia y la técnica
en el período de entre guerras
Química: En el espacio entre las dos guerras se lograron, entre otros, im-
portantes avances en la química respiratoria, la química macromolecular
y la química inorgánica. Como resultado de ello, aparecieron nuevos
IiUPDFRV²VXUJLyHOSULPHUKLSQyWLFR²\ VHUHDOL]yODVtQWHVLVGHSUR
ductos orgánicos a partir del acetileno. Los científicos alemanes se des-
tacaron en el desarrollo de esta ciencia.
198
Medicina: Al descubrimiento de la penicilina por el inglésAlexander Fleming
(1928), que inició la serie de los llamados antibióticos y representó una
verdadera revolución en la medicina contemporánea, hay que adicionar
el de las sulfamidas, el de una eficaz vacuna contra la fiebre amarilla,
una vacuna antituberculosa, el suero contra el veneno de las serpientes;
así como la creación del pulmón artificial, las técnicas para el sondeo
del corazón, la creación del microscopio electrónico y el hallazgo de la
cortisona, entre otros avances.
199
Capítulo IV
Los tratados que pusieron fin a la Primera Guerra M undial no sentaron las
bases para una paz firme y duradera. Cuando aún no se había secado la tinta
con la que se firmaron aquellos acuerdos, comenzó una lucha que conduci-
ría, 20 años después, a otra contienda de mayor envergadura. El estudio de
las relaciones internacionales del período de entreguerras resulta, por tanto,
de extraordinaria importancia para conocer las causas que condujeron a tan
fatal desenlace. En conjunto, las relaciones internacionales en estos años
pasaron por cuatro fases o momentos:
200
el fascismo y se inició el derrumbe del sistema de tratados y del statu quo de
posguerra.
201
estrechos (fueron parcialmente desmilitarizados) y se liberó al país de pa-
gar la indemnización fijada en el tratado de Sevres.
202
Washington t ambién est aba int eresado en reordenar el problema de las
reparaciones, al que los europ eos vinculaban el p ago de su deuda con
los norteamericanos . Sin embargo, hast a 1923, p revaleció la p os ición
sostenida por Francia. La acción más grave que se derivó de la p ostura
frances a fue la ocupación militar franco-belga de la z ona del Ruhr, en
enero de 1923, para obligar a Alemania a pagar con puntualidad las deu-
das de guerra.
203
Durante la vigencia del P lan Daw es (en 1929 fue remp lazado por el Plan
Young, que redujo aún más el monto de las reparaciones), Alemania reci-
bió el equivalent e a poco más de 30 mil millones de marcos en calidad de
préstamos e inversión de capital, provenientes básicamente de los Estados
Unidos e Inglaterra. Esta inyección financiera del Occidente le permitió a
los germanos no sólo cumplir sus obligaciones en cuanto al pago de repa-
raciones de guerra (alrededor de 10 mil millones en el período), sino recu-
perar su economía, que en aquellos años experimentó un ritmo vertiginoso
de crecimiento (más del 50% con relación a 1913), estabilizar sus finanzas
y recobrar una gran part e de los mercados extranjeros , sobre todo en
Europa.
El Plan Dawes fue seguido por un acuerdo polít ico, formalizado en octu-
bre de 1925, en la ciudad suiza de Locarno. El Tratado de Locarno, firma-
GRSRU) UDQFLD$OHPDQLD,QJODWHUUD,WDOLD\%pOJLFD²(VWDGRV8QLGRV
SDUWLFLS yFRPRREV HUYDGRU²HVWDEOHFLyHOFRPSURPLVRDOHPiQGHUHV
petar el status fijado por el acuerdo de Versalles en relación con sus vecinos
occident ales , o s ea, F rancia y Bélgica. P or s u parte, F rancia se comp ro-
metió a retirar sus t ropas de la orilla izquierda del Rhin hacia 1929, antes
del plazo de 15 años est ablecido en 1919. Con post erioridad, todos los
Dos pr otagonista s de Locar no: Gustav Stresemann , ministro del Exter ior alemán , y el
titu lar de la misma carte ra en F rancia, Arísti des Bri and.
204
involucrados debían respetar la desmilitarización de la zona de la Renania,
es decir, ambas orillas del Rhin. Por dicho tratado, Alemania recibió el
derecho de ingres ar a la Liga de las Naciones, con lo que obtenía igualdad
jurídica en relación con las demás pot encias. Inglat erra e Italia se convir-
tieron en garantes de aquellos controvertidos acuerdos, adquiriendo así la
obligación de exigir por todos lo medios su estricto cump limiento.
205
Alemania se comprometió, además, a no sumarse a la actividad antisoviética
que se desarrollaba en la Liga de las N aciones, bajo el liderazgo inglés.
206
Pero es tos años de ilusiones se vieron ensombrecidos por la crisis econó-
mica que, como ya hemos visto, comenzó en 1929 en los Estados Unidos
y se extendió con rapidez al resto del planeta. La crisis agudizó todas las
contradicciones latentes en la política mundial y se asistió a un progresivo
derrumbe del sistema internacional de posguerra. La primera manifes ta-
ción en este sentido estuvo relacionada con el problema de las reparacio-
nes. En efecto, a p artir de 1930, Alemania dejó de pagar sus cuotas, pese
a que éstas habían s ido reducidas mediant e el Plan Young, y pidió una
moratoria que le fue concedida. En junio de 1932, en la Conferencia de
Lausana, no obstante la resistencia de Francia, se decidió anular en la prác-
tica el sistema de reparaciones de guerra, con lo que se eliminó una impor-
tante regulación del Tratado de Vers alles.
207
A mediado s de 1933, Hitle r (insólitamente vestido de etiq ueta) y su lugar teniente
Hermann Goering junto al anciano presidente Hindenburg, quien moriría al siguiente año.
armado generalizado. Para no dejar lugar a las dudas acerca de las int en-
ciones del régimen naz i, en octubre de 1933, H itler se ret iró de la Confe-
UHQFLDV REUH' HVDUPH²TXHVLQUHVXOWDGRDOJXQRVHYHQtDGHVDUUROODQGR
HQ*LQHEUDGHVGHSULQFLSLRV GH²\DFRQWLQXDFLyQDEDQGRQyDOD
Sociedad de Naciones.
208
también con una p osición antis oviét ica p ero más expuesta al peligro de
DJUHVLyQQD]LVHKL]RHFR²KDVWD²GHODLQLFLDWLYDVRYLpWLFDHLQFOX
so firmó con la URSS un compromiso de ayuda mutua, que t endría poco
valor práctico, pues su cont enido se redujo a una simple declaración polí-
tica, al no estar acompañado por un acuerdo que fijara las obligaciones de
carácter militar. U n tratado similar fue firmado entre la URSS y Checoslo-
vaquia, pero se estableció la condición, por petición checo-francesa, de
que en caso de agresión a uno de los firmantes el otro no podría acudir en
su ayuda si Francia no lo hacía t ambién.
En cuanto a los Est ados Unidos, es necesario advert ir que, durante los
años veinte y una buena parte de los treinta, la problemática europea no
era un asunt o central de su política exterior. Su at ención se concentraba
más bien en la región del Pacífico y el Lejano Orient e y, sobre t odo, en
América Latina y el Caribe, zona esta última donde fortaleció su influencia
209
con la p olítica del «buen vecino» del P residente Roosevelt, política que
renunció a la gros era y repudiada int ervención en los asuntos del
subcontinente, pero generó métodos más sutiles y efect ivos de domina-
ción. Bas te sólo señalar al res pecto que, a part ir de mediados de la déca-
da, los Estados Unidos fueron sentando las bases jurídicas y políticas para
transformar el Sistema Interamericano, promovido por ellos desde finales
del pas ado siglo, en un bloque p olítico-militar a su servicio. En lo concer-
niente a Europa, la orientación de los norteamericanos coincidía, en lo fun-
damental, con las posiciones sostenidas p or Inglaterra.
210
al llamado Eje Berlín-Roma-Tokio, aparentemente dirigido en exclus iva
contra el movimiento comunista internacional, aunque en realidad se trata-
ba del reparto de papeles para el establecimiento del llamado nuevo or-
den. Después de sus cribir esta alianza, Jap ón extendió su agresión a todo
el territorio de China, acción que sólo fue condenada fuert ement e por la
URSS, que además proporcionó ay uda militar al gobierno chino, como
hacía, desde fines de 1936, en defensa de la España rep ublicana.
211
convertida en provincia alemana. Esta grave acción, que violaba el T rata-
do de Versalles y sentaba un funesto precedente, apenas fue censurada
por Londres, París y Washington. Tampoco se produjo una actuación enér-
gica de la Liga de las Naciones, la que de acuerdo con el tratado imp uesto
a A lemania debía garantiz ar la indep endencia austriaca. U na declaración
soviética, que alertaba acerca del p eligro que s e cernía sobre Europ a a
partir de ese momento y llamaba con urgencia a actuar colectivamente
frente a los agresores, no encontró eco en los gobiernos de las p otencias
occidentales, atemorizados por el rearme alemán.
212
La Co nferenci a de Muni ch. Sus a cuerdos no frenar on los p lanes exp ansionist as de Hi tler,
a pes ar de los compromiso s contraíd os con la s potencia s occident ales.
Pero los planes de Hitler eran otros y muy pronto demostró que no estaba
dispuesto a respetar los compromisos contraídos en M unich. El 15 de marzo
213
de 1939, las t rop as alemanas ocuparon toda Checoslovaquia y la
desintegraron. La parte occidental fue incorporada al territorio alemán como
un protectorado. Una p arte de Eslovaquia fue entregada a Hungría, aliada
de Alemania, y en el resto se creó un Estado títere con los profascistas del
patio. El día 22, fue ocupado el puerto lituano de Klaipeda, en el Báltico.
El día 24, Hitler exigió a Polonia la entrega de Danzing y de todo el territo-
rio del llamado pas illo polaco. Ese propio día, Alemania proclamó el dere-
cho a recuperar sus antiguas colonias . M ussolini, por su parte, reclamó a
Francia varios territorios en disputa y a principios de abril ocupó Albania,
que desde hacía varios años era una especie de protectorado italiano.
Pero los hechos demostraron enseguida que esta actitud de las potencias
occidentales no era sincera. Se trató en realidad de una maniobra p ara
engañar a la op inión pública y para tratar de conseguir p or otros medios
los objetivos de siempre. Por es o precisament e, las conversaciones en
M oscú se prolongaron innecesariamente y condujeron al fracaso. Hoy se
conoce con precisión, a través de las actas taquigráficas de las reuniones
del gabinete inglés, que se enviaron a M oscú delegaciones de bajo nivel,
con instrucciones de proceder con lentitud. Para dilatar las negociaciones
los delegados occident ales, especialmente los británicos, rechazaban asu-
mir cualquier comp romiso concret o y acudían a reiteradas consultas con
sus respectivos gobiernos.
215
comentarios de Stalin, s abía p erfectamente que un arreglo con Alemania
significaría el comienzo de la guerra. Por eso actuaba con cautela y dejaba
sin respuestas las reiteradas proposiciones de Berlín para mejorar las rela-
ciones, formuladas con más insistencia a partir de mayo. Acerca de la po-
sición de la URSS en este sentido, son reveladoras las siguientes p alabras
contenidas en una not a enviada por el embajador alemán en M os cú a su
cancillería, el día 4 de agosto, según consta en la página 390 de la recopilación
de documentos del M inisterio de Asuntos Exteriores de Alemania, publicado
por la Editorial Progreso: «Tengo la impresión de que, actualmente, el go-
bierno soviético está decidido a concertar un tratado con Inglaterra y Fran-
cia si éstas cumplen con los deseos soviéticos».
Todo parece indicar que durante cuatro meses la Unión Soviét ica hizo
not ables esfuerzos para evitar el fracaso de las negociaciones con Ingla-
terra y Francia, aunque conocía la exist encia de los contactos secret os
anglo-germanos y s uponía que las conversaciones en M oscú eran ut iliza-
das por los gobernantes ingleses para presionar a Hit ler y llevarlo a un
entendimiento, a un nuevo M unich, que tendría necesariamente una orien-
tación antisoviética, para lo cual incluso estaban dispuestos a posibilitar el
tránsito de los alemanes a través de Polonia, abandonando su compromiso
con aquel país. Los gobernantes soviéticos es taban persuadidos acerca de
que un acuerdo político-militar de ayuda mutua de la URSS con aquellas
pot encias era la última pos ibilidad para salvar la p az y era lo que más
convenía a todas las partes involucradas en las conversaciones. Pero al
final los ingleses, tras múltiples pretextos y maniobras dilatorias, se nega-
ron a firmar un acuerdo militar, escudándose en la p ostura del gobierno
polaco de no permitir el uso por los soviéticos de su espacio aéreo y terres-
tre, lo que era impres cindible pues la URSS no tenía fronteras con Ale-
mania. En el p eríodo final de las negociaciones, los franceses, asustados
por el curso de los acontecimientos internacionales, adopt aron una posi-
ción más flexible, p ero ellos solos poco podían hacer para cambiar las
cos as.
216
Pero hubo políticos, incluso invet erados anticomunis tas como Winston
Churchill, que adoptaron una posición realista y respaldaron la concertación
de un acuerdo con los s oviéticos.
217
los soviéticos como responsa-
bles del estallido de un conflic- Pacto germano-soviético
to, que en gran medida fue el
Artículo I. Las dos partes contratantes
result ado de la p olítica de tole- se comprom eten a abstenerse de reali-
rancia y conces iones practica- zar una contra otra todo acto de violen-
da por las potencias occiden- cia, toda acción agresiva y todo ataque,
tales en relación con Alemania tanto individualmente como en unión de
otras potencias.
y sus aliados. Artículo II. Caso de que una de las par-
tes contratant es fuera objeto de agre-
En los últ imos días de agost o, sión por una tercera potenci a, la otra
todo el mundo es taba s eguro parte cont ratante no apoyará en forma
de que la guerra es tallaría de alguna a est a potencia.
Artículo III. Los gobiernos de ambas par-
un momento a otro. No obs- tes contratantes mantendrán en el futu-
tante, entre el 28 y el 31 de ese ro un contacto continuo a efect os de
mes, se ensay aron sendos in- consulta, con objeto de inform arse recí-
tent os para evit ar la inmediata procam ente de cues tiones que afecten
conflagración. P or una p art e, a sus intereses comunes.
Artículo IV. Ninguna de las dos partes
M ussolini int entó en vano la contratant es se adherirá a ninguna agru-
convocatoria de una conferen- pación de potencias contrari as directa
cia internacional para posponer o indirectamente, a la ot ra parte.
el inicio de las hostilidades, Protocolo adicional secreto:
actitud que respondía al hecho
(...) La cuestión de si a ambas partes les
de que Italia no se sentía aún
parece apetecible la continuación de Po-
suficientemente preparada para lonia como Estado independiente y los
sumarse al conflicto y, por otra, límites que habrían de ser fijados a este
el Reino Unido trat ó de propi- Estado, podrá ser dilucidada definitiva-
ciar una reunión de los gobier- mente en el transcurso de la ulterior evo-
lución política. De todos modos, ambos
nos p olaco y alemán con el gobi ernos s olucionarán es ta cues tión
objet ivo de resolver las dife- por la vía de un entendimiento amistoso.
rencias mutuas y superar los in- 3. Con respecto al sudeste de Europa, la
cidentes fronteriz os, a los que parte sovi ética manifiesta claramente su
interés por Besarabia. Alemania declara
Alemania aludía constantemen- desint eresars e polít icament e de es te
te para justificar sus amenazas territorio.
contra P olonia. Pero ello resul- 4. Este protocolo será consi derado ab-
tó inútil ante la firme decisión solutament e secreto por ambas partes.
de Hitler de comenzar la guerra (23 de agost o de 1939).
y en la madrugada del 1 de
218
Stali n (centr o), Ribbe ntrop (d erecha) y Molotov (izquie rda),
tras la firma del pac to germa no-sovié tico.
219
ARMAS Y TÁCTICAS
Avione s y tanque s constitu yeron las armas básic as del con flicto. A la izquier da, un
grabado de av iones Stuka atacando un co nvoy naval británico. A la derecha, las
P anzerdivisione n germanas avanzan vertiginos amente a través de las Ardena s belgas, hacia
la c apital france sa, en una ma niobra sorpre ndente. Los mariscal es Von Manste in y
Guderia n han dejado en sus libro s de memorias sobre el con flicto notab les páginas s obre la
revolució n que para el arte de la guerra supu so la utilización de estos ingenios bélicos.
220
profundidad. Un papel más importante en el mar lo desempeñaron los por-
taaviones, que permitían la combinación de la aviación y la marina. Hitler,
sin embargo, subestimó la importancia de los portaaviones, considerándo-
los ins ervibles ant e los ataques de los submarinos. La aviación se destacó
como el arma decisiva en todos los escenarios, incluso en la guerra
oceánica. Los aviones no sólo eran bombarderos, que podían destruir las
líneas de comunicaciones adversarias, s ino que en muchos momentos los
paracaidistas trans portados por ellos eran capaces de cambiar la suerte de
una batalla.
222
Hit ler envió un millón y medio de
soldados y los p olacos es peraban Parte de guerra alemán No. 1
reunir un p oco más de esa cifra. Sin
embargo, los alemanes contaban con Berlín, 1 de septiembre de 1939.
seis divisiones acorazadas y cuatro Por orden del Führer, coman-
mot oriz adas ; mientras los p olacos dante s upremo de l as fuerzas
sólo disponían de una brigada aco- arm adas , la Wehrmacht ha as u-
raz ada, una motorizada y algunos mido la protección acti va del
Reich. En cumplimi ento de la
batallones de carros de combate. En
mi sión encomendada, para po-
el aire la superioridad germana era ner freno a la potencia polaca,
aplastante: 1 600 aviones modernos est a mañana uni dades del ej ér-
contra unos 900 aparatos, en su ma- cit o al emán han pas ado al con-
yoría obsoletos. La es trategia pola- traataque en l as front eras ent re
ca consist ía en una rígida defensa de Alemania y Polonia. Grupos de
toda la frontera y preveía varias se- la Luft waffe han em prendido el
vuelo para atacar obj etivos m i-
manas de escaramuzas preliminares. litares en Polonia. La marina de
Pero ambos cálculos res ultaron in- guerra ha asumido la protección
correctos. En la madrugada del día 1, acti va del m ar Bált ico.
oleadas de bombarderos alemanes
atacaron las líneas férreas y bloquea- Tomado de: Enciclopedia
ron la movilización polaca, que apenas Encarta de 2006
pudo agrupar 6 divisiones de infan-
tería y 8 brigadas de caballería. En
los cuatro días siguientes , los alemanes desplegaron (des de Prusia Orien-
tal y Silesia), de forma simultánea, fuerzas acorazadas, aviación e infante-
ría y mediante un movimiento en forma de pinz a envolvieron al enemigo.
En ello consistió la Blitz krieg o guerra relámpago.
223
El 1 de sep tiembre de 19 39, los soldad os alemanes ro mpen la s seña les y l as barr eras
de la fronter a polaca. Así come nzó la S egunda Gu erra Mun dial.
224
norteamericana, que no ocultaban su
La Guera Relámpago
júbilo por los beneficios que la guerra
«La máquina de guerra de Hitler
rep ortaría a la economía. Son ilus-
había evidenciado en sól o una trativas al respecto las declaraciones
semana de la campaña de Polo- de políticos, analistas y empresarios
nia el retraso de la concepción recogidas en el periódico The New
bélica de las potencias occiden- York Times durant e septiembre y
tales. Habíamos asistido a una
exhibición perfecta de la Blitzkrieg
oct ubre. Henry Ford, por ejemp lo,
(guerra relámpago) moderna, ba- consideraba que EE.UU debía p ro-
sada en la estrecha cooperación porcionar a ambos bandos los me-
del ejército y la aviación, el vio- dios para seguir combatiendo hasta
lento bombardeo de todas las co- que se destruyeran y esta opinión se
municaciones y, sobre todo, el
irresisti ble em puje de grandes
compartía por influyentes personali-
columnas blindadas. No habrían dades. Pero la s ituación de Inglate-
se ser los polacos los úl timos en rra y F rancia era más compromet i-
conocer semejante experiencia». da, ellas habían «garantizado» la
Winston Churchill: Memorias, indep endencia polaca. Durante dos
Vol. II, Ed. Progreso. días, ambas potencias realizaron ges-
WLRQHV²GLUHFWDPHQWH\DWUDYpVGH
)UDQFR\GH0 XVVROLQL²SDUDOOHJDU
a un acuerdo con Hitler, pero la intrans igencia del Führer las obligó a de-
clararle la guerra, el día 3 de s ept iembre. Sin embargo, s e t rat ó de un
acto formal, más bien encaminado a p resionar a los alemanes para con-
seguir un entendimiento, pues no tenían intenciones de combat ir y no lo
hicieron.
225
M aginot y tampoco combatió la fuerza expedicionaria británica enviada al
Cont inente. Salvo en el mar, donde los submarinos alemanes asediaban a
las naves mercant es y la marina inglesa había imp uesto el bloqueo a Ale-
mania, fue tan escasa la actividad militar en es te período que ha pasado a
la historia con el calificativo de «guerra extraña» o de «guerra boba», se-
gún la llamaron los franceses. Con su p asividad los aliados occidentales
evitaban provocar a H itler, conservando la esperanza de que és te ext en-
diera el conflicto a otros escenarios. Por aquellos tiempos llegó incluso a
suspenderse la prop aganda antinazi en Inglaterra y Francia y en el caso de
esta última se reprimió a las fuerzas
que exigían un cambio de actitud de
las autoridades . Sin embargo, el Importancia del Ruhr
mando alemán aprovechó aquellos
mes es p ara organizar la invasión al En varias ocasiones Hitl er mani-
Occidente. festó a s us generales que el éxito
de la campaña de Polonia y el
M ientras tanto, est alló la guerra en- curso posterior de la guerra de-
pendían de la seguridad del Ruhr,
tre Rusia y Finlandia. Por exigencias donde se concentraba el grueso
de M oscú, durant e casi dos meses de la producción militar alemana.
ambos p aíses habían realizado ne-
gociaciones en las que la URSS pre-
tendía un trueque de territorios y el
arriendo de otros, argument ando la neces idad de fort alecer la seguridad
de Leningrado (actual San P etersburgo). Pero ant e la firme decis ión
finlandesa de no sacrificar su integridad territorial en función de la seguri-
dad preventiva de su gran vecino, la Unión Soviética des encadenó la con-
frontación el 30 de noviembre. Cierto es que Finlandia tenía entonces un
gobierno antisoviético y también es cierto que la URSS temía por su debi-
lidad en aquella zona; pero es tas raz ones no justificaban este paso de un
país de más de 150 millones de habitantes contra otro, igualmente inde-
pendiente y soberano, de apenas 4 millones.
226
raron incluso planes de intervención
La Línea Mannerheim
militar por el norte y el sur de la
URSS. Según cuenta en sus memo- Era un conj unto de fort ifica-
rias el general De Gaulle, por aque- ciones militares situadas en el ist-
llos días en los círculos políticos y mo de Carelia, en la frontera con
militares frances es se pensaba más la URSS, apenas a 40 kilómetros
en una guerra contra la U RSS que en de Leni ngrado.
combat ir a los alemanes. Sin embar-
go, no se pudo enviar una fuerza ex-
pedicionaria a Finlandia porque Suecia y N oruega se negaron a permitirle
el paso. A p rincipios de febrero de 1940, des pués de una errática act ua-
ción, las tropas soviéticas, no sin grandes es fuerzos, forzaron la famosa
Línea M annerheim y el gobierno finés tuvo que aceptar las demandas de la
Unión Soviética, según el tratado firmado el 12 de marz o de aquel año. La
cuestionable guerra contra Finlandia le costó a los soviéticos más de 200 mil
bajas, 48 745 muertos y 158 mil heridos.
227
del mismo número de tropas (136 divisiones germanas contra 133 aliadas)
y carros de combate, con cierta superioridad alemana en la aviación. No obs-
tante, la ventaja decisiva de los alemanes cons istía en que habían prepara-
do sus movimient os detalladamente; mientras que los aliados anglo-fran-
ceses tuvieron que improvisar su est rategia, pues carecían además de un
mando unificado. Est a falta de preparación fue el resultado de la miope
política de apaciguamiento seguida p or estos gobiernos, que al final se
volvió contra ellos. El fracaso de dicha p olítica p rovocó la sustitución de
Chamberlam y el nombramiento de Churchill, part idario decidido de la
lucha contra Alemania, al frente del gobierno inglés , recién comenzada
la invasión de Alemania.
228
Cerr ando el cerco en torno a Dunker que.
Las fl echas indica n el movimie nto de los e jércitos ale manes.
229
De acuerdo con las condiciones del armisticio impuesto a los vencidos, Ale-
mania ocup ó directamente todo el norte y la franja atlántica de F rancia, es
decir, la zona más indus trializada del país ; mientras en el resto se creó un
gobierno pelele encabezado por el mariscal Petain, con capital en la ciudad-
balneario de Vichy. M ediante la exist encia de este gobierno, que supuesta-
mente representaba los intereses de Francia, Hitler pensaba mantener el
control de la dispers a flota y de las colonias francesas. Sin embargo, más
adelante la flota fue destruida o cayó en manos de los aliados occidentales,
al tiemp o que una part e de las colonias fue conquis tada por los japoneses
(Indochina) y la otra fue cayendo paulatinamente bajo el control de los alia-
dos. En estas circunst ancias, en noviembre de 1942, las t ropas alemanas
ocuparon a toda Francia. A partir de ese momento, el gobierno colaboracio-
nista de Vichy sería una ficción, pues en realidad mandaban los ocupantes.
Italia, por su parte, obtuvo menos de lo que pretendía. El Duce había insis-
tido ante Hitler para que Francia firmara con ambas países, pero ést e no
acepto y rechazó al mismo tiempo las des mesuradas reclamaciones de su
aliado. En realidad, Italia había ent rado en combate el día 20, después de
la rendición francesa, y aún así encontró fuerte resistencia en el llamado fren-
te alpino. De acuerdo con el armisticio rubricado en Roma, los italianos ocu-
paron la reducida franja de territorio que habían conquistado y consiguieron
la desmilitarización de los p uertos de Tolón, Ajaccio y Orán, así como el
derecho para la utilización del puerto de Djibuti en la Somalia Francesa y del
ferrocarril que lo unía con Addis Abeba.
230
Tras la derrota de Francia, la situación de Inglaterra se tornó muy difícil. El
país tuvo que enfrentar la inminente posibilidad de una invasión alemana.
Pero finalmente, a pesar de la insistencia de G oering, quien insis tía en una
victoria segura, Hitler no quiso arriesgarse con una gran operación a través
del Canal de la M ancha, que evidentemente resultaría muy costosa, mien-
tras esp eraba la tarea de extender la guerra a la U RSS. Las acciones con-
tra Inglaterra se concretaron a varios meses de intensos y mas ivos bom-
bardeos sobre ciudades e instalaciones milit ares y p roductivas, que
provocaron cuantiosas pérdidas, aunque fueron repelidas con éxito por
los británicos, en lo que influyó la ut ilización del radar, recientemente in-
ventado. En ello consis tió la llamada batalla de Inglaterra, en la que A le-
mania p erdió más de 2 mil aviones. En realidad, desde finales de julio,
Hitler había comunicado a sus generales que la próxima ofensiva sería contra
la U RSS. El Führer no quería darle más t iempo a Stalin en la preparación
de la defensa. Por eso el plan de invas ión a las islas británicas, cifrado con
el nombre de León M arino, fue pospuesto indefinidamente a partir de sep-
tiembre. No obstante, los bombar-
deos sobre Londres y ot ras ciuda-
des se mantuvieron durant e algún
tiemp o, aunque con menos intensi-
dad, con el fin de enmascarar el ob-
jetivo fundamental.
231
de Rumania. A p esar de las difíciles circuns tancias de entonces y de los
pretendidos derechos históricos de los soviéticos, argumentados sobre todo
en los casos de Bes arabia y Bucovina, es impos ible admitir tal proceder
por parte de un Es tado que se proclamaba s ocialista. D e cualquier forma,
sin embargo, la adquisición de est os territ orios junto a los obtenidos en
Polonia y Finlandia hizo avanzar considerablemente las fronteras soviéticas
hacia el Occidente y representaban un factor de gran importancia para el
fortalecimiento de la capacidad defensiva del país. Y precisamente Hitler no
quería dar a Stalin el tiempo suficiente para organizar debidamente la defen-
sa en las nuevas fronteras.
232
des tronado al rey p or haber aceptado sumarse al Eje; así como a Grecia,
próxima a los ingleses . La invasión de estos países tuvo lugar simultánea-
mente el 6 de abril. En Grecia, los ingleses sufrieron una humillante derro-
ta, dejando abandonados a 12 mil hombres de su cuerpo expedicionario.
Una parte de los ingles es s e refugió en la isla de Cret a, de donde poco
des pués fueron desalojados por los alemanes. A finales del mes de abril,
Grecia y Yugoslavia es taban ocupadas . Yugoslavia fue des int egrada y
desap areció como Est ado. La z ona de Eslovenia fue anexada a A lema-
nia, en Croacia s e creó un reino donde en la p ráctica mandaba el fascista
Ante Pavelic, cuyas fuerzas ustachis (insurrectos) serían res ponsables de
monstruosos crímenes contra los serbios. Kosovo se integró a la Albania ocu-
pada por Italia. Algunas regiones serbias y macedonias fueron entregadas a
Hungría y Bulgaria y en el resto se formó el Es tado fantoche de Serbia,
integrado por profascistas traidores a su pueblo.
233
Prácticamente desde el principio de la invasión, se fue es truct urando en
la región yugoslava un movimiento de resis tencia que, con el pas o del
tiempo, se convirtió en un verdadero dolor de cabez a para los ocupantes
fascistas y sus satélites. A quel movimiento contó con dos agrupaciones:
una integrada p or elementos serbios conservadores y promonárquicos,
dirigida por el coronel M ihailovich, y otra con una p royección federalis-
ta, encabezada por el comunista croata Josip Broz (Tito), que desempeño
el papel fundamental en la lucha. Las fuerzas de M ihailovich se ocuparon
más de combatir a Tito que a los ocupant es y sus aliados.
234
vit ales conduciría a la rendición de
La ayuda de Franco
la URSS en ocho o diez s emanas,
ant es de la llegada del invierno. La Con el envío de los 20 mil «vo-
exp eriencia de la primera fas e de la luntarios» de la BrigadaAzul, que
guerra avalaba este opt imis ta p ro- com bat ieron en el frente de
nóstico. Leningrado, Franco eludí a parti-
cipar ofi cialmente en el conflicto
y al mismo tiempo devolvía el fa-
El desarrollo de los acontecimientos vor prest ado por Hi t l er y
en los tres p rimeros meses de lucha Mussolini durante la guerra civil
pareció confirmar el plan de Hitler. en España.
Las tropas de A lemania y sus alia-
dos penet raron rápida y p rofunda-
mente en el territorio soviético y hacia septiembre habían ocupado las re-
giones occidentales del país, incluyendo toda Bielorrusia y la mayor parte
de Ucrania, y puesto sitio a la ciu-
dad de Leningrado. Las fuerzas ene-
No hubo sorpresa
migas del centro se ap roximaron
El agente s ovi ét ico Ri chard peligrosamente a M oscú. Hasta ese
Sorge, que se encontraba en Ja- momento los alemanes habían elimina-
pón, ya el 5 de marzo de 1941 en- do o hecho p ris ioneros a unos
vió a la URSS copias fotográficas 3 200 000 soldados, destruido o cap-
de documentos secretos: telegra- turado 19 000 tanques, 28 000 caño-
mas de Ribentrop a Otto, embaja-
nes y 14 600 aviones, según estima-
dor alemán en Tokio, sobre la in-
vasión alemana, planificada para dos de los prop ios s oviéticos. Este
la segunda quincena de junio. des astroso cuadro fue el result ado
El 19 de mayo este agente comuni- de la falta de preparación p ara en-
có datos exactos sobre la concen- frentar la agresión en el momento
tración de 150 divisiones alemanas TXHVHSURGXMR²DSHV DUGHTXHVH
en las fronteras occidentales de
la URSS, y el 15 de junio, una se-
conocía con exactitud la fecha fija-
mana antes del ataque, ponien- da por los nazis por informaciones
do en riesgo su vida, logró trans- GHOVHUYLFLRVHFUHWR²ORTXHHV WD
mitir a Moscú una información ba relacionado con la errónea opi-
breve pero extraordinariam ente nión de Stalin acerca de que Hit ler
importante: «la guerra comenza- no se lanzaría contra la URSS en
rá el 22 de junio».
aquel momento a menos de que fue-
ra provocado. Y p ara no provocar-
235
lo las tropas de la frontera se mantenían como en tiempos de paz (la mayor
parte de la aviación fue destruida en tierra) y marchaba lentamente el rear-
me con nuevas técnicas (tanques T-34 y recientes tipos de aviones). Tam-
bién influyó la disminución de cuadros de mando experimentados, debido
a las purgas realizadas en las fuerz as armadas ent re 1936-1938 y con mo-
tivo de la errática act uación del ejército en la guerra contra Finlandia.
236
mandadas por el mariscal Fedor von Bock no lograron su objetivo, si bien
avanzaron considerablemente. La ofensiva fue detenida a fines de noviem-
bre en las cercanías de la ciudad, y a p rincipios del siguiente mes, con
refuerzos de la reserva movilizados desde Siberia, los soviéticos, encabe-
zados p or el entonces general G ueorgui K. Z húkov, t rasladado desde
Leningrado por Stalin, pasaron a la contraofensiva y en pocos días ocasio-
naron grandes pérdidas a los alemanes y los hicieron retroceder hasta el
punto de partida y más atrás en algunos sect ores del frente. La victoria
soviét ica en la batalla de M oscú destruyó el mit o de la invencibilidad ale-
mana y los planes de guerra relámpago, al tiempo que fortaleció el espíritu
de lucha de los soviéticos y de los demás pueblos que se enfrent aban al
fascismo. Por otra parte, desestimuló definitivamente la incorporación del
Japón militarist a a la guerra contra la URSS, as í como la de la vecina Tur-
quía, cortejada cada día con mayor insistencia por Alemania. Al invadir a
la URSS Hit ler había cometido el mismo error que Napoleón en 1812:
subestimar a los rusos. Por cierto, ambos es cogieron la fecha del 22 de
junio para iniciar sus funestas aventuras.
237
decidió neutralizar a su gran rival tomando la iniciativa y ases tándole un
golpe inesperado. Esa era la esencia del Plan Zeta, elaborado por el almi-
rante Isoruko Yamamoto, jefe de la flota combinada japonesa, que consistía
en un at aque masivo a la base estadounidense de Pearl Harbor, en las islas
Hawai. El asalto se produjo en la mañana del domingo 7 de diciembre y, al
parecer, la sorpresa fue total. M ás de 300 aviones nipones, que p artieron
de portaaviones situados convenientemente, realizaron dos oleadas suce-
sivas de bombardeos y prácticamente destruyeron la flota norteamericana
del Pacífico y aniquilaron miles de hombres. Una magnífica reproducción de
lo ocurrido en aquel escenario ha sido recogida en la película! ¡Tora, Tora,
Tor a! (1970), coproducida por ambos excontendientes. El ataque a Pearl
Harbor condujo a la entrada oficial de los Estados Unidos en la guerra.
238
La victoria soviética en M oscú y la entrada de los Est ados Unidos en la
contienda, el propio día 7 de diciembre de 1941, fueron los factores
determinantes para la formación de la alianza antifascista, liderada p or
est as dos p otencias e Inglaterra. De hecho, los Estados Unidos e Ingla-
terra venían colaborando desde la ocup ación de Francia. A finales de
1941, ambos p aís es crearon un Es tado M ay or Conjunto, con sede en
Was hington, encargado de elaborar y ejecutar un p lan de guerra común.
Pero la alianz a s e formalizó a p artir del 1 de enero de 1942, cuando fue
firmada por las tres pot encias y ot ros 23 p aís es la Declaración de las
Naciones Unidas, en la que los s ignat arios se comprometieron a coope-
rar p ara lograr la derrota incondicional de Alemania y sus aliados. Si
bien no est uvo exenta de contradicciones , debido a los recelos mutuos y,
sobre t odo, a la actitud antisoviét ica de las potencias occidentales, la
coalición ant ifas cis ta desempeñó un import ant e papel en el vict orioso
desenlace de la contienda.
El año 1942 fue todavía exitoso para los integrant es del Eje. En el frente
oriental, que se había constituido en el principal de la guerra, Hitler decidió
posponer una nueva marcha hacia M oscú y concentrar sus esfuerzos para
ocupar una ext ensa y rica región del sur del país y conseguir el acceso al
pet róleo y los minerales del Cáucaso. La ofens iva alemana en dirección
al Volga comenz ó a finales de junio y hacia octubre las t ropas fascis tas
OOHJDURQKDVWD ODFLXGDGGH6WDOLQJUDGR²DFWXDO9ROJRJUDGR²GHVGH
donde se pensaba organizar un nuevo ataque a M oscú siguiendo la cuenca
del Volga. M ientras tanto, las fuerzas de Rommel avanzaban en el norte de
África, pese a la resistencia de los ingleses y de las tropas estadounidenses
que acudieron en su ayuda, y los japoneses continuaban expandiéndose en
$VLD\HO3DFtILFR²7DLODQGLD0 DODVLD6LQJDSXU)LOLSLQDV+RQJ.RQJ\
ODV LVODVGH*XDP\ :DNH²DXQTXHGHELHURQHQIUHQWDUXQDRS RVLFLyQ
cada vez mayor del ejército y la marina norteamericana, comandadas por
el general Douglas M acA rthur. En res umen, a pesar de la derrota sufrida
en M oscú, en todos los escenarios la marcha de la guerra seguía siendo
favorable para Alemania y sus aliados.
239
La tercera fase: el cambio
Días y noches (fragm ento) de rumbo de la guerra
«Todo el que haya estado aquí, Sin embargo, a principios de 1943,
jamás olvidará esto. Cuando den-la situación del Eje s e modificó de
tro de muchos años empecemos
forma radical. P ara entonces, Ale-
a recordar y nuestros labios pro-
mania y sus aliados comenzaron a
nuncien la palabra «guerra», ante
retroceder en todos los teatros de
nuestros ojos se alzará Stalingrado,
aparecerán los fogonazos de los op eraciones . El giro de los aconte-
cimientos fue det erminado, funda-
cohetes y el resplandor de los in-
mentalmente, por la victoria soviéti-
cendios; en los oídos retumbará de
nuevo el continuo estruendo de los
ca en St alingrado. En noviembre de
bombardeos. Aspiraremos el olor a
1942, el mando soviético reunió una
quemado y oiremos la fragosa es-
poderosa fuerza, que fue organiza-
tridencia del recalentado palastro».
da en tres grandes frentes, bajo la
dirección general del y a entonces
maris cal Z hukov, el vencedor de
M os cú. Con es tas fuerzas los soviéticos desencadenaron dos ofensivas
suces ivas en las inmediaciones de Stalingrado, una en noviembre y la
ot ra en diciembre, que concluy eron con una aplast ant e derrota de las
tropas de Alemania y s us aliados. Las tropas del mariscal Von M ans tein,
trasladadas por Hit ler de la dirección del Cáucas o hacia Stalingrado, no
pudieron salvar a s us compañeros y tuvieron que ret irarse con grandes
pérdidas.
240
A p artir de ese momento, el Ejército Rojo pasó a la ofensiva en todo el
frente. Un magnífico cuadro de esta decisiva batalla, incluyendo la larga y
dramát ica pesadilla vivida por la población, la ofrece el escritor soviético
Konstantin Simonov, testigo de los acontecimientos, en su conocida nove-
la Días y noches.
241
hacer un esfuerzo supremo para to-
La operación Husky
mar desquit e p or la derrota de
Stalingrado y tratar de detener la cri- Es taba concebida para ocupar
sis que atravesaban sus satélites, par- S i ci l i a, q ue en o p in i ó n d e
ticularmente Mussolini, que enfrenta- Churchill debía utilizarse para fu-
ba una fuerte oposición interna. El 5 turas acciones en los B alcanes,
antes de que los soviét icos pu-
de julio, las fuerzas alemanas empren-
dieran l legar a la zona. Pero la
dieron una ofensiva en el arco de caída del régim en de Mussolini
.XUVN²VDOLHQWHIRUPDGRDOUHGHGRU modificó los planes y la lucha se
de Kursk por el avance soviético ha- extendió al territorio continental
FLDHORHVWH²SHURGRVVHPDQDVPiV de Italia.
tarde habían sido derrotadas. Se de-
sarrolló allí la mayor batalla de ca-
rros de combate de toda la guerra. En ella part iciparon alrededor de 6 500
tanques , además de cuat ro mil aviones y poco más de dos millones de
soldados. Los alemanes perdieron 30 divis iones, de las cuales s iete eran
acorazadas. Estas gravísimas pérdidas eran el fruto amargo de la «última
batalla por la victoria», como fue calificada por los generales alemanes. A
partir de Kursk, los soviéticos tomaron la iniciativa est ratégica en todo el
frente oriental. Los alemanes eran empujados cada vez más hacia el oeste.
A finales de 1943, el Ejército Rojo, convertido en un «rodillo compresor»,
\ORVJXHUULOOHURV²TXHRSHUDEDQHQHOFDPSRHQHPLJR²KDEtDQOLEHUDGR
dos tercios del territorio ocupado por las tropas fascistas.
242
hitlerianos. El Duce sería ajusticiado
Opinión de Roosevelt
por los guerrilleros el 28 de abril de
1945, cuando intentaba huir hacia «El Ejércit o Rojo y el pueblo
Suiza junto a su amante Clara Petacci. ruso han obligado, sin duda al-
guna a las fuerzas armadas de
M uchos historiadores occident ales Hitler a marchar por la senda de la
han atribuido, evidentemente por ra- derrota definitiva, y se han gana-
do para largo tiempo la admira-
zones políticas, un peso decisivo a las ción del pueblo de los Estados
exitosas operaciones de los aliados en Unidos.»
África del Norte e Italia, en las que
(Tomado de: Corr espondencia
apenas participaron un millón de hom-
entre los jefes de las gr andes
bres, considerando a los dos bandos pot enci as al iadas 1941-1945,
contendientes. Ciertamente, fueron tomo II, Moscú, 1957, p. 57.)
los combates que se desarrollaron en
Stalingrado y Kursk, entre finales de
1942 y mediados de 1943, los que facilitaron las victorias de los aliados
en los escenarios africano e italiano. La cruenta lucha que se libraba en el
frente oriental retenía más del 70 % de las fuerzas alemanas y no permitió
el tras lado de trop as hacia otros t eatros. Por su enorme envergadura y
significación, las vict orias soviéticas en Stalingrado y Kursk, propiciaron
un viraje radical en el des arrollo de la Segunda Guerra M undial. A partir
de entonces, Hitler perdió para siempre la iniciativa estratégica; al tiempo
que se debilitó la alianza fascista, y se fortaleció el espíritu de resistencia y
la fe en la victoria de todos los pueblos. Prestigiosas personalidades, entre
ellas el presidente de los Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, s eñala-
ron la extraordinaria importancia de aquellas batallas.
(QHVWHDPELHQWHGHYLFWRULDVDOLDGDVVHGHVDUUROOy²GHQRYLHPEUHDO
GHGLFLHPEUHGH²OD&RQIHUHQFLDGH7HKHUiQSULPHUDUHXQLyQFXP
bre de las tres grandes potencias de la coalición antifascista. Roosevelt y
&KXUFKLOOVHKDEtDQUHXQLGRHQGRVRFDVLRQHVDQWHULRUHV ²&DVD%ODQFD\
4XpEHFHQHUR\DJRVWRGHOUHVSHFWLYDPHQWH²DOPDUJHQGHOD8566
Pero el papel determinante desempeñado por ésta y el que podría jugar en
el futuro, los obligó a elaborar p lanes conjuntos con Stalin. El problema
más important e discutido por los tres líderes fue el relacionado con la ma-
nera de acelerar el fin de la guerra. Con ese objetivo, la URSS propus o la
243
apertura inmediata de un frente anglo-estadounidens e para liberar a Fran-
cia y penetrar en el territorio alemán. Pero sobre ello se pusieron de mani-
fiesto serias divergencias , debido a la oposición de Churchill.
La ap ert ura de un segundo frente en Europa había const ituido una de-
manda s oviética des de p rincipios de 1942. Los milit ares norteamerica-
nos concordaron siempre con los argumentos de la URSS, pero a petición
GH&KXUFKLOO²\QDWXUDOPHQWHHQIXQFLyQGHVXVSURSLRV LQWHUHVHV² el
presidente Roosevelt había pos puest o en dos ocasiones t al acción,
remplazándola por operaciones militares secundarias. Primero la sustitu-
yó por el des embarco en el nort e de África, efect uado en noviembre de
1942, y después por la invas ión a Sicilia, de mediados del 43. En Teherán,
Churchill defendió la tesis de sustituir el frente de Francia con un desem-
barco anglo-norteamericano en los Balcanes, lo que perseguía el objet i-
vo de fort alecer los int ereses británicos en es ta zona, anticipándose a
una posible presencia soviética. P ero Roos evelt, que t ampoco deseaba
una Inglaterra excesivamente fuerte al final de la guerra, ap oyó a Stalin, y
Churchill tuvo que ceder.
'HWDOPDQHUDHQODFDSLWDOLUDQtVHDFRUGyDEULUHOVHJXQGRIUHQWH²PH
GLDQWHXQPDVLYRGHVHPEDUFRHQHOQRUWHGH) UDQFLD²DSULQFLSLRV GH
1944. También a propuesta de la Unión Soviética, muy preocupada por
ciertas ges tiones secret as en curso
para lograr una paz por s eparado Conversaciones en Suiza
ent re A lemania y el Occidente, los
tres grandes reiteraron que la guerra El servicio de inteligencia sovié-
continuaría hasta la capitulación in- tico est aba al tanto de los con-
condicional de los alemanes. Por otra tactos que tenían lugar en Suiza
entre representantes de Al ema-
parte, la conferencia prestó atención nia y de las potencias occidenta-
a los problemas relacionados con la les, entre ellos el norteamericano
organización del mundo de posguerra. Allen Dulles, futuro primer direc-
En este sentido, se acordó que los tres tor de la Agencia Central de Inte-
ligencia (CIA según sus siglas en
gobiernos comenzarían negociaciones
inglés), creada por los Estados
HQORVSUy[LPRVPHVHV²UHXQLyQGH Unidos recién terminada la con-
H[SHUWRVHQ:DVKLQJWRQ²FRQYLV tienda.
tas a la creación de la Organización
244
Este c uadro del a rtista sovi ético Krovo nogov plasma una batal la cerca de Jarkov, Uc rania,
durant e la ofensi va del año 1944. La ma gnitud del desastre q ue refleja anuncia el final,
el hu ndimiento militar de l Tercer R eich.
La poderosa ofensiva soviét ica del verano de 1944 había llevado al Ejér-
cito Rojo has ta la margen derecha del Vístula, al norte de Varsovia. Coin-
cidiendo con el avance soviético, se p rodujo en la capital una insurrección,
ordenada por el gobierno polaco en el exilio, de marcada orientación
245
antisoviética. La insurrección comenzó el 31 de julio y en pocas s emanas
fue aplastada por los alemanes. El trágico fin de la insurrección de Varso-
via ocasionó una polémica que llega hasta nuestros días. El Occidente acu-
só a Stalin de permitir el hecho por motivos políticos, argumento que ha
suscrito una parte mayoritaria de la historiografía occidental. Los soviéti-
cos, por su p arte, sostuvieron siempre que la insurrección, realizada a sus
espaldas por temor a la proximidad del Ejército Rojo, no pudo ser socorrida
debido a que las fuerzas soviéticas, extenuadas des pués de la ofensiva y
sin el aprovisionamiento necesario, no estaban en condiciones de atrave-
sar el Vístula y llegar hasta la capital polaca. De cualquier forma, el s acri-
ficio de Varsovia mostró las contradicciones exist entes entre los aliados,
más patent es en la medida que se acercaba el fin del conflicto.
0 LHQWUDVW DQWRHOGHMXQLR²HOGtD'²ORVDOLDGRVRFFLGHQWDOHVKDEtDQ
procedido por fin a la apertura del segundo frente, mediante un desembarco
Desembarco de Normand ía. Cabez a de pla ya conqu istada po r los no rteameri canos
el 6 de jun io del 44.
246
en la región francesa de Normandía,
comandado por el general norteame-
ricano Dwight David Eisenhower. Fue
una operación de gran envergadura, en
ODTXHSDUWLFLSDURQGLYLVLRQHV²FDVL
PLOKRPEUHV²PiV de 10 mil
aviones y varios miles de tanques. Las
fuerz as aliadas eran diez veces su-
periores a las que les opusoAlemania.
Sin embargo, el avance de Eisenhower
fue lento y tardó más de lo previsto
para rebasar las front eras de Fran-
cia, lo que se ha tratado de jus tificar
apelando a las dificultades que se pre-
sentaron para el abas tecimiento de
combustible y municiones, que era
preciso trans portar desde los puer-
tos franceses del Canal de la M ancha Ramp a de l anzami ento
de bombas V-1 y V- 2,
a través de carreteras y vías férreas en la costa d el norte de Hola nda.
en mal estado. Para liberar el territo-
rio francés los aliados necesitaron más
de tres meses, a pesar de que contaron con la ay uda de la resistencia inte-
rior, que liberó alrededor de 40 poblados y ciudades. Con todo, la apertura
de este nuevo frente de combate representó una importantísima contribución
para acelerar el fin de la guerra en Europa.
248
final del conflicto y se examinaron importantes problemas relacionados con
la conformación del mundo en la posguerra. El hecho de que el encuentro se
efect uara en el territorio de la URSS era un explícit o reconocimiento a su
extraordinario papel en la lucha.
249
Los tres jefes de las grandes potencias acordaron además una D eclara-
ción sobre la Europa Liberada, en la que se comprometían a p restar ayuda
a los vencidos para el resurgimiento democrático de estos. En Yalta, la
URSS asumió el compromiso de entrar en guerra contra Japón, tres meses
después de concluidas las hostilidades en Europa, obteniendo a cambio el
reconocimiento de su pretendido derecho en el sur de Sajalín y en las islas
Kuriles ; as í como la aceptación del s tatus de la República Pop ular de
M ongolia, entre otras ventajas.
Después de Yalta, el objetivo para todos era Berlín. Quien llegara primero
a dicha ciudad sería considerado el vencedor, al menos así p ensaban
Churchill y otros dirigentes políticos y militares británicos, quienes trataron
de convencer a los estadounidens es para adelantarse a los soviéticos.
Precis amente, la última y débil esperanza de Hitler, alentada después de la
muerte de Roosevelt, ocurrida el 12 de abril, era que se desatara un conflic-
250
La bandera sovié tica es colocada sobre las ruina s del Reichstag.
to entre las p otencias occident ales y la URSS. Pero no ocurrió así. Los
ejércitos anglo-estadounidenses lograron pasar el Rhin a finales de marzo e
iniciaron su avance hacia la capital alemana. El Ejército Rojo, por su parte,
tras liberar a Austria, comenzó una poderosa ofensiva sobre Berlín, en la que
participaron tres frentes del ejército, 8 mil aviones y más de 6 mil tanques.
La resistencia de los alemanes en el oeste cesó prácticament e en la última
semana del mes, pero fue desesperada en el este por temor a ser apresados
por los soviéticos, lo que p rovocó la muerte inneces aria de unos 500 mil
germanos y un elevado número de bajas soviéticas. Ese mismo temor alber-
garon muchos dirigentes nazis que huyeron hacia el sur o se entregaron a los
ingleses y norteamericanos, de los que esperaban un trato indulgente, como
efectivamente ocurriría en numerosos casos.
254
Sinies tro hongo d e la bomba a tómica lanz ada en Hiro shima.
Ceremonia de rendició n del Ja pón a bo rdo del barco Mi ssouri, en la ba hía de Tokio.
Era el 2 d e sept iembre de 19 45.
255
CONSECUENCIAS INMEDIATAS DE LA GUERRA
256
judíos. Las pérdidas militares de Yugoslavia, Hungría, Rumania y Austria
fluctuaron entre 300 mil y 400 mil. Grecia y Bulgaria p erdieron 74 mil y
20 mil personas, respectivamente. Las bajas norteamericanas en todos los
frentes, tanto en el Pacífico como en Europa, ascendieron a unas 385 mil,
incluyendo cerca de 45 mil canadiens es, seis veces más que en la Primera
Guerra M undial.
A est e desastre demográfico, que tendría efectos duraderos , hay que adi-
cionar el problema de los desplazamientos provocados por la guerra. Al-
rededor de 10 millones de alemanes fueron exp ulsados de Polonia, Che-
coslovaquia y Hungría y enviados hacia Alemania, que había perdido un
25 % de su territorio. M ás de cinco millones de checoslovacos y polacos
fueron trasladados a los t erritorios ocupados p or los alemanes. Una cifra
cons iderable de polacos se desplazó del este, en poder de la URSS, hacia
el interior del país. U nos 100 mil italianos abandonaron Istria y fueron
remplazados por 20 mil yugoslavos de M acedonia y 10 mil de Bulgaria. En
Destru cción de ho mbres y ciu dades: he a hí el bala nce de la g uerra. A lo s que murie ron en
los campos de batalla , hay que adi cionar los mil lones aniquil ados en los ca mpos de
conc entració n y los que pe recieron en ciu dades co mo la q ue mues tra la foto.
257
la Unión Soviética, se produjeron traslados desde y hacia las regiones ad-
quiridas; así como de minorías no es lavas (tártaros de Crimea, chechenos
y calmucos, por ejemp lo, acusados de colaborar con los alemanes), que
fueron ubicados en el A sia Cent ral. En general, el mapa etnográfico de
Europa Central y O riental fue modificado. En Asia y el Extremo Oriente,
también se manisfestó el problema de las personas desplazadas por el con-
flict o, pero en menor es cala.
El costo mate rial y psicológi co.- Las p érdidas mat eriales ocasionadas
por la guerra fueron colosales, sobre todo en Europa. En la U nión Sovié-
tica fueron destruidas totalmente 17 mil ciudades y 70 mil poblados; mien-
tras que Alemania perdió el 20 % de sus viviendas y Gran Bretaña el 8 %,
debido a los bombardeos. Se calcula en más de 20 millones las viviendas
desaparecidas. Durante el conflicto se destruyeron una apreciable canti-
dad de fábricas, vías férreas, carreteras, puentes, instalaciones marítimas y
barcos. Solamente la URSS perdió 65 mil kilómetros de vías férreas y
13 mil puentes. La agricultura fue también seriamente dañada y su capaci-
dad product iva quedó mermada, p ues la tierra quedó sembrada de minas
y bombas, lo que influyó en la crisis alimentaria de posguerra. Las destruc-
ciones tuvieron una mayor amplitud en Europa Oriental, particularmente
en la U nión Soviética, P olonia y Yugoslavia. En Europa Occidental los
daños mayores lo sufrieron las comunicaciones (puertos, ferrocarriles, puen-
tes, viaductos) y las grandes ciudades.
258
concedidos a varios Estados en virtud de la Ley de Préstamo y Arriendo,
aprobada a principios de 1941. Le siguieron Alemania con 272 mil millones, la
URSScon 192 mil millones, Inglaterra con 120 mil millones, Italia con 94 mil
millones y Japón con 56 mil millones. El esfuerzo financiero realizado por mu-
chos países los dejó endeudados, particularmente con los Estados Unidos, y
creó graves trastornos inflacionarios en la economía de posguerra.
259
gobernador de Polonia; Erns t Kaltenbrunner, jefe de la Policía del Es ta-
do; Streicher, jefe del M ovimiento Antihebreo; Schacht; ministro de Econo-
mía; Water Funk, presidente del Banco del Estado; Dönitz, jefe de la Arma-
da y sustitut o de Hit ler; Raeder, jefe de la F lota; Schirach, gobernador de
Austria; Alfred Jodl, jefe de Estado M ayor; von Papen, ex canciller; Seyss-
Inquart, comisario en Bélgica y Holanda; Speer, minis tro de Armamentos;
von Neurath, protector de Bohemia y M oravia; Frit zsche, jefe de Propa-
ganda; Wilhelm Frick, ministro del Interior, y Fritz Sauckel, comisario del
Trabajo. M artin Bormann, que había huido al final de la guerra, fue enjuicia-
do en rebeldía. Muy pocos de ellos admitieron su parte de responsabilidad y
expresaron remordimientos por sus actos. Fueron dictadas 12 condenas a
muerte en la horca, incluidas la de Goering, que se suicidó en su celda poco
antes de que se ejecutara la sentencia, y la de M artin Bormann. El resto fue
condenado a penas de cárcel que fueron desde cadena perpetua hasta tres y
10 años: von Papen, Schacht y Fritzsche, fueron absueltos. El mayor mérito
del tribunal fue el de haber hecho un balance de las atrocidades cometidas
por el fascismo. En Japón, los norteamericanos también organizaron un tri-
bunal para juzgar y castigar los crímenes de los japoneses.
En l a foto grafía, un asp ecto d e la sa la con los ac usados al fon do, a l a dere cha.
260
Cambios territoriales.- Las modificaciones territoriales que trajo la guerra
fueron en su mayoría aprobadas en Yalta y Potsdam, aunque en la práctica
eran el resultado de las relaciones de fuerzas. Los cambios más importan-
tes tuvieron lugar en Europa. Quedaron anuladas todas las conquistas ale-
manas posteriores a 1935. Se restablecieron los Es tados de Polonia, Che-
coslovaquia y Austria, aunque esta última quedó dividida en cuatro zonas de
ocupación. Alemania perdió casi 100 mil kilómetros cuadrados, cerca de un
25 % de la superficie de 1937 y fue sometida a un régimen de ocup ación
cuatripartita, situación que representó un foco de tensión durante una buena
parte del p eríodo de la llamada guerra fría.
261
las is las Sajalin y las islas Kuriles. Los Estados Unidos s e apropiaron los
ant iguos archip iélagos japoneses del Pacífico, M arianas, Carolina y
M arshall, ocuparon Jap ón y se negaron a compartir su autoridad con los
otros aliados, lo que provocó discrep ancias con los soviéticos.
262
En general, los p aíses que no participaron directamente en la guerra o no
fueron dañados por ésta se beneficiaron de los cambios producidos por el
conflicto. Esto es cierto, sobre todo, para los Est ados Unidos, que en
1946 acumulaban el 50 % de la producción mundial de manufact uras con-
tra el 32 % en 1938, y cuya marina mercante se multiplicó por t res en el
mismo período. América Latina se vio también favorecida, su part e en las
exp ortaciones mundiales creció del 7 % al 14 % entre 1939 y 1946. En
África, las regiones que proporcionaban materias primas como el Congo
Belga, las zonas del Est e y Sudáfrica salieron beneficiadas; el resto, en la
práctica, terminó perdiendo. En general, las colonias africanas t uvieron
que realizar grandes ap ortaciones económicas para sostener el esfuerzo
de guerra de sus metrópolis, además de aportar importantes contingentes de
hombres a los frentes de combate.
A.- Las decisiones que debían dejar conformado el mapa político europeo
y mundial fueron adop tadas , en su gran mayoría, en las conferencias de
Yalta y de Potsdam, como ya hemos visto con anterioridad. En lo concer-
niente a Europa, est as conferencias no hicieron más que reconocer una
situación que venía dada por el propio desarrollo de los acontecimientos.
Los acuerdos de Yalta y de Pot sdam s irvieron de base a los ministros de
Relaciones Exteriores de las cinco grandes potencias (los Estados Unidos,
URSS, Inglat erra, Francia y China) p ara elaborar los tratados de paz que
se impusieron a Italia, Rumania, Hungría, Finlandia y Bulgaria. Dichos tra-
tados fueron firmados el 10 de febrero de 1947, en la Conferencia de
París, que s e había iniciado el año ant erior y t rans currió en un ambiente
caract erizado por agudas discrepancias. El Trat ado con Austria no s e fir-
maría hasta 1955, tras 10 años de ocupación cuatripartita. El caso de Ale-
mania quedó pendient e. Si a ello se añade que la URSS no firmó ningún
tratado con Japón, la guerra no tuvo un final diplomático.
263
ap areció durante la guerra. En la
Los 51 países fundadores
Carta del Atlántico, firmada por In-
de las Naciones Unidas
glaterra y los Estados Unidos, en
Arabia Saudita, Argentina, Aus- agosto de 1941, s e mencionó la ne-
tralia, Bélgica, Bielorrusia, Bolivia, cesidad de una institución que garan-
Brasil, Canadá, Colombia, Costa tiz ara la s eguridad colectiva en la
Rica, Cuba, Checoslovaquia, Chi- posguerra. La Declaración de las
le, China, Dinamarca, República
Dominicana, Ecuador, los Estados
Naciones Unidas , suscrita el 1 de
Unidos, Etiopía, Filipinas, Francia, enero de 1942, reiteró esta aspira-
Grecia, Guatemala, Haití, Holanda, ción de todos los país es que lucha-
Honduras, India, Irak, Irán, Líba- ban contra Alemania y s us aliados.
no, Liberia, Luxemburgo, Méxi- En octubre de 1943, en la reunión
co, Nicaragua, Noruega, Nueva
Zelanda, Panamá, Paraguay, Perú,
preparatoria de la Conferencia de
Polonia, Gran Bretaña, República Teherán, celebrada en M os cú, se
Árabe Unida, El Salvador, Siria, acordó prop oner a los jefes de Es-
República Sudafricana, Turquía, tado de las tres grandes potencias
Ucrania, URSS, Uruguay, Vene- aliadas comenzar a dar los pasos ne-
zuela y Yugoslavia.
cesarios para instituir la ONU, lo que
fue aprobado por éstos. En septiem-
bre-octubre de 1944, en Dumbarton Oaks, Estados Unidos, norteamerica-
nos, británicos, soviéticos y chinos elaboraron en lo fundamental el proyecto
de Cart a de la nueva organiz ación. Poco después, en Yalta, Roosevelt,
&KXUFKLOO\6WDOLQDSUREDURQHOSUR\HFWRGHILQLWLYR²DOTXHVHVXPy)UDQ
FLD²\FRQYRFDURQDXQDFRQIHUHQFLDFRQVW LWXW LYDDFHOHEUDUVHHQ6DQ
Francis co, Estados Unidos. La Carta de la ONU fue finalmente aprobada
el 25 de junio de 1945, pero no entró en vigor hasta el 24 de oct ubre de
ese año, al s er ratificada por la mayoría de los 51 Estados fundadores. A la
ONU se sumarían posteriormente los organismos especializados existen-
tes y los que fueron surgiendo para formar el Sistema de Naciones Unidas.
264
carácter de recomendaciones. Las funciones ejecutivas fueron reservadas al Con-
VHMRGH6HJXULGDGHQHOTXHODVFLQFRJUDQGHVSRWHQFLDVGHODpSRFD²ORV
(VWDGRV8QLGRV8566,QJODWHUUD) UDQFLD\&KLQD²WHQGUtDQXQDVLHQWR
permanente y derecho al veto, y cuyos acuerdos serían obligatorios para
todos. La acción de Naciones Unidas sería a menudo paralizada por el uso
del veto, debido a que las grandes potencias raramente lograban ponerse de
acuerdo. La colaboración para el desarrollo quedó a cargo del Consejo
Económico y Social, directamente y a través de las agencias especializadas.
El Consejo de Administración Fiduciaria controlaría la administración de los
territorios entregados como fideicomiso a potencias administ radoras. Las
funciones de la Secretaría s erían de carácter t écnico-administrat ivo, mien-
tras que la Corte Internacional de Justicia juzgaría los litigios que le fueran
sometidos voluntariamente por los países miembros.
265
Fig uras de la Segunda Guerra Mundial
266
cuando éstos ocuparon a Francia marchó a Londres y organizó
el movimiento de la Francia Libre. Entró en París en 1944 y fue
designado p residente del gobierno provisional, const ituido tras
la liberación.
267
condenado a muerte por el tribunal de N uremberg, pero se sui-
cidó ant es de que se ejecut ara la sentencia.
Jodl , Alfred (1890-1946). Jefe del Estado M ayor de las fuerzas ale-
manas durante la guerra. M urió ejecutado por sentencia del Tri-
bunal de Nuremberg.
268
Kon ev, Ivan (1897-1973). M ariscal soviético que se destacó duran-
te la guerra. Fue uno de los prot agonistas de la gran ofensiva de
1945.
269
sastres en Grecia y en el norte de África. Destit uido en 1943, se
evadió de la cárcel con ayuda alemana y formó en el norte de
Italia la llamada República Social. Detenido cuando huía en 1945,
fue ejecutado por guerrilleros antifascistas.
270
Rommel, Erwin (1891-1944). M ariscal alemán que se dist inguió en
las campañas del norte de África. Enemistado con Hitler, murió
suicidándose.
271
la ruptura de la colaboración ent re las grandes potencias e inició
la llamada «guerra fría».
272
Pri ncipales sucesos de l a Segunda Guerra Mundial
1939
dic. 13. Se inicia la bat alla del Río de la Plata, que se prolonga cuatro
días.
1940
273
jun. 10. It alia le declara la guerra a F rancia e Inglaterra.
oct. 28. It alia ataca a Grecia, donde es repelida con la ayuda de los
ingleses.
1941
274
may. 10. Rudolf Hess, alto dirigente nazi, llega a Escocia en su avión
(con intención de negociar) y es apresado.
dic. 11. Los Est ados U nidos declaran la guerra a Alemania e Italia.
275
1942
jun. 10. Los alemanes incendian la ciudad de Lidice como rep resalia
por el ajusticiamiento de Heydrich, jefe de la GESTAPO y «pro-
tector» de Bohemia.
276
nov. 19. Cont raofensiva soviética en Stalingrado.
1943
ene. 31.Von Paulus se rinde ante los soviéticos. Termina la decis iva
batalla de Stalingrado.
277
nov. 6. Los soviéticos recuperan Kiev y comienza la expulsión de los
alemanes de toda Ucrania.
1944
feb. 15. Reconquis ta tot al de las is las Salomón por los aliados.
jun. 4. Los aliados ent ran en Roma, cas i un año des pués del des em-
barco en Sicilia.
jul. 20. Atent ado contra Hitler, que desencadena una feroz represión.
agos.26. De Gaulle entra en París, casi tres mes es después del des-
embarco en Normandía.
278
sept. 5. Liberación de Bruselas.
sept. 8. Cae primera bomba alemana autop ropulsada V-2 sobre In-
glaterra.
dic. 16. Ofensiva alemana en las Ardenas, que puso en difícil situación
a los aliados.
1945
279
abr. 1. Los norteamericanos toman Okinawa.
abr. 20. Los s oviéticos entran a Berlín, en la batalla final contra Ale-
mania.
280
Capítulo V
281
EL DESPLOME DEL IMPERIO BRITÁNICO
282
después de la Segunda Guerra M undial y comenzó por la India, la colonia
más imp ortante y querida, conocida pop ularmente como la «Joy a de la
Corona» (aludiendo al título de la conocida obra de P. Scott), donde
la presencia del dominio inglés se remontaba al siglo XVIII.
283
el ocurrido en Bombay, en 1946. La independencia era inevitable, pero su
cercanía profundizó las diferencias entre hindús y musulmanes, que estu-
vieron matizadas por sangrientos enfrentamientos entre ambas comunida-
des. El Congreso quería preservar la unidad mediante una constit ución de
carácter federal, p ero la Liga p retendía la creación de un Es tado mus ul-
mán. Al parecer, los ingleses estimularon dichas diferencias para demorar
la independencia e imponer sus puntos de vista.
284
may oría poblacional. En los casos de Bengala1 y Punjab, con población
mixta, sus asambleas debían pronunciarse sobre la división o la integración
HQXQRGHORVGRVHVWDGRV²RSWDURQS RUODGLYLVLyQORTXHJHQHUyHO
GLIHUHQGRXOWHULRUS RU&DFKHPLUD²\HQHOFDVRGHORV SULQFLS DGRV VH
decidió que se integrarían en uno u ot ro Estado. Luego de la aprobación
de dicho plan por el parlamento británico, la India y Pakistán accedieron a
la independencia, el 15 de agosto de 1947. Ello tuvo lugar en un clima de
desconfianza mutua, alimentado por las matanzas que se produjeron al efec-
tuarse la divis ión y por el millonario éxodo de p ersonas a que dio lugar.
Los dos nuevos estados del subcontinente no sólo mantendrían posterior-
mente un largo diferendo por algunas regiones fronterizas, que en ocasiones
llegó a la guerra abierta, s ino que se colocaron frente a frente en el escena-
rio de la «guerra fría», en el que la India s e alineó generalmente con la
URSS y Pakis tán actuó a remolque de los int ereses occidentales.
285
En el propio año de 1948, Londres se vio forzado a conceder la indepen-
dencia a Ceilán, que había conseguido la autonomía interior desde 1946.
La decisión se debió al temor de que los conflictos desatados con motivo
de las independencias de sus vecinos se transformaran en un grave proble-
ma en aquel territ orio, no homogéneo ét nicamente. El nuevo p aís que así
emergía y que en 1972 adoptó el nombre de Rep ública de Sri Lanka,
decidió incorporarse a la Commonwealth.
286
La descomposición del colonialismo
Kwame Nkrumah
británico en África se produjo con
(1909-1972)
relativa rapidez, fundamentalmente
entre 1960 y 1965. En ello influye- Maestro de profesión, realizó es-
ron la descolonización asiát ica, el tudios superiores en Inglaterra y
imp ulso que rep resentó la reunión los Estados Unidos. Fue uno de los
afroasiát ica de Bandung y muy par- principales exponentes del nacio-
nalismo africano en el Congreso
ticularmente el V Congres o Pana- P an afri can o d e Man ch es ter
fricano de M anchester (1945), que (1945). Firme creyente de la inde-
permitió tomar conciencia común de pendenci a africana y de la uni-
la situación, elaborar conclusiones y dad cont inental, lideró la lucha
principios de acción y contrastar ac- anticolonial en su país e influyó
en la de otros países, hasta su
tit udes a s eguir para lograr la inde- derrocamiento en 1966. Desem-
pendencia. Allí se reunió un nutrido peñó un papel fundament al en la
grupo de dirigentes nacionalistas afri- creación de la Organización para
canos, entre los que s e des tacan K. la Unidad Africana (OUA), sur-
Nkrumah, J. Kenyatta, A. Awolovo, gida en 1963.
Wallace-Johnson, Peter Abrahams y
Hasting Banda. La acción post erior
de estos dirigentes intensificó la lucha anticolonial en sus respectivos terri-
torios, aunque algunos de ellos adop tarían después actitudes moderadas e
incluso prooccidentales.
287
étnico-administrativa, resultado del artificial trazado de fronteras por parte
de los colonialistas. El futuro país agruparía la colonia de Costa de Oro, la
región del antiguo Reino de los Ashanti, los territorios del norte y la parte
de Togo que estaba bajo tut ela británica. Se reunía allí un complejo con-
JORPHUDGRGHHWQLDVFXOWXUDVUHOLJLRQHV²DQLPLVWDVFULVWLDQRVPXVXOPD
QHV²\GHVLWXDFLRQHVHFRQyPLFDV(QFRPRSULPHUSDV RKDFLDOD
unificación, se dot ó a estos territorios de una Constitución, que se propo-
nía mant ener un equilibrio entre los distintos grupos y poderes y «africa-
QL]DEDªSDUFLDOPHQWH²HQUHDOLGDGPtQLPDPHQWH²ODVLQVWLWXFLRQHVGHOD
colonia, o sea, los consejos legis lativos y ejecutivos.
288
religiosa. Al norte estaban los grandes emiratos hausa-fulanis, al este los
ibos y al oeste los yorubas, como grupos mayores. La región de Lagos, uno
de los centros comerciales más importantes y activos, constituía una unidad
aparte, con características propias. La unidad del territorio fue una herencia
de la administración colonial y del empeño nacionalista de las «clases me-
dias», surgidas en las tres principales comunidades del país y representadas
por N namdi Az ikiwé y su Consejo Nacional de Nigeria y los Camerunés
(ibos), Abofemi Awolowo y su Grupo de Acción (yorubas) y el Congreso
de los Pueblos del Norte de A minu Kano y de Abubakar Tafawa Balewa.
El primero de estos partidos, con una posición relativamente avanzada en
los primeros tiempos, fue el más importante por sus dimensiones e influencia
en la población. Los otros dos partidos asumieron una posición moderada e
incluso en ocasiones probritánica en el caso de la agrupación de Balewa.
289
Las fórmulas aplicadas por el imperialismo británico para enfrentar la crisis
de s u sistema colonial tomaban muy en cuenta las característ icas de cada
posesión, incluyendo la propia evolución en ellas del anticolonialismo. De
ahí que en el África Oriental las tácticas empleadas fueran diferentes en los
cuatro territorios que la integraban: Tanganica, Uganda, Kenya y las islas de
Zanzíbar. Aún así, el acceso a la independencia fue relativamente rápido.
290
ODVHOHFFLRQHVGH²SULPHUDVVLQGLIHUHQFLDFLyQUDFLDO²TXHWDPELpQ
fueron ganadas por la TANU, convirtiéndose Nyerere en Primer M inistro.
Tras otro proceso electoral, en diciembre de 1961, fue proclamada la inde-
pendencia del país. Las vecinas islas de Zanzíbar, protectorado británico
desde 1890, donde coexistían africanos y árabes, accedió sin graves pro-
blemas a la independencia en 1963 bajo un régimen de sultanat o. Pero casi
inmediatamente un fuerte movimiento popular arrebató el poder al Sultán.
Ello, unido a las gest iones y a la habilidad política de Nyerere, facilitó la
unión con Tanganica, en 1964, para formar la República Federal de Tanzania.
Kenya fue el último territorio colonial del África Oriental británica en llegar
a la independencia. Ello se debió, fundamentalmente, a las presiones ejercidas
SRUORVQXPHURVRVFRORQRVHXURSHRV²FDOFXODGRVHQXQRV², que
291
ocupaban las zonas más fért iles del país . Al final de la Segunda Guerra
M undial, surgió en la colonia la Unión Africana de Kenya (KAU), liderada
por Jomo Kenyatta, quien denunció las difíciles condiciones de vida de los
africanos y encabezó sus protestas. En 1951, la KAU reclamó una mayor
rep resentación africana en el Consejo Legislativo de la colonia y en las
ins tituciones locales. La demanda fue rechazada categóricamente y ello
PRWLYyTXHORVJUXSRVQDFLRQDOLVWDVPiV UDGLFDOHV²GHVSUHQGLGRVGHOD
.$8²RUJDQL]DUDQHO(MpUFLWRGH.HQ\DSRUOD7LHUUD\OD/LEHUWDG²OOD
PDGRGHVSHFWLYDPHQWHSRUORVFRORQRVFRPRORV0 DX0 DX²TXHPDQ
tuvo la lucha armada hasta 1956, con un saldo de más de 10 mil africanos
muertos. Aunque nunca se pudo demostrar que existiera una relación entre
HOPRYLPLHQWRDUPDGRORVOtGHUHVWUDGLFLRQDOHVGHOD.$8\ ORVNLNX\RV²XQD
GHODVWULEXVPD\RULWDULDV²ODVDXWRULGDGHVEULWiQLFDVGHFUHWDURQHOHVWD
do de emergencia, prohibieron los partidos africanos y encarcelaron a los
principales dirigentes de la KAU y a los notables kikuyos.
292
federación que agrupara a las tres po-
Descolon ización
sesiones. Dicho proyecto avanzó tra-
del imperio británico.
bajosamente debido a las contradiccio- Cronología
nes entre los propios colonos. Los de
Rhodesia del Norte y Nyas alandia Egipto 1922
²UHS UHVHQW DEDQHOGHODSREOD Irak 1930
FLyQ²W HPtDQVHUDEV RUELGRV SRU Jordania (Transjordania) 1946
Rhodesia del Sur; mientras que una India 1947
parte de esta última prefería la unión Pakistán 1947
con Sudáfrica, cuyo sis tema segre- Birmania 1947
gacionista en relación con los afri- Ceilán 1948
canos resultaba bastante atray ente. Sud án 1956
Unión Malaya 1957
Finalmente, la federación quedó es-
Ghana 1957
tablecida en 1953, con el benep lá-
Singapur 1958
cito de las autoridades coloniales que
Nigeria 1960
siempre la auspiciaron. Somalia 1960
Chipre 1960
Los colonos europeos, acérrimos par- Sierra Leona 1961
tidarios de la supremacía blanca, con- Tangani ca 1961
trolaban la asamblea y el gobierno de Kuwait 1961
la Federación, por lo que la descolo- Ug an da 1962
nización se present ó allí con una ca- Ken ya 1963
racterística muy particular. El movi- Zanzíbar 1963
miento emancipador debía enfrentar Malawi 1964
no sólo a la metrópoli, sino también a Zambia 1964
los europeos radicados en la región. Gambia 1965
Los africanos eran conscientes de que Zimbabwe
la Federación reforzaba el poder blan- (RhodesiaSur) 1965/80
Bots wana 1966
co y prolongaba el colonialismo. Por
Lesotho 1966
ello el movimiento nacionalista, agru-
Yemen del Sur 1967
pado en el Congreso Nacional Afri-
Mauricio 1968
FDQR²LQGHSHQGLHQWHHQFDGDWHUUL Swazilandia 1968
WRULR² VHSURQXQFLy LQLFLDOPHQWH Bahrein, Qatar,
contra la creación de la Federación, y Emiratos Árabes Unidos
luego por acabar con ella y conseguir y Omán 1971
la instauración de un gobierno africa- Seychel les 1976
no en cada uno de los tres territorios.
293
La lucha anticolonial tomó mayor envergadura hacia fines de los años 50. Para
entonces ya estaban formados y actuando los partidos nacionalistas propios
en las tres posesiones. En Rhodesia del Sur surgieron la Unión PopularAfrica-
na de Zimbabwe (ZAPU), encabezada por Joshua Nkomo, y la Unión Nacio-
nalAfricana de Zimbabwe (ZANU), que tenía entre sus principales dirigentes
a Robert M ugabe. En Rhodesia del Norte se fundó el Partido Unido de la
Independencia Nacional (UNIP), liderado por Kennet Kaunda, mientras que
HastingBanda creó en Nyasalandia el Partido del Congreso de M alawi, único
que no se proponía romper totalmente con Inglaterra.
La res puesta blanca ante el auge del movimient o nacionalista fue contun-
dente. En 1959, aprovechando los disturbios antifederalistas del norte de
Nyas alandia se decretó el es tado de emergencia en toda la Federación. Se
prohibieron todos los partidos africanos y se encarceló a miles de sus mi-
litantes. Pero la represión no hizo más que enardecer los ánimos y fortale-
cer la pos ición de los africanos, acelerando el proceso hacia las indepen-
dencias separadas. En efecto, en 1961, el Partido del Congreso de M alawi
obtuvo la mayoría de los escaños en las primeras elecciones en que pudo
votar masivamente el pueblo y se constituyó un gobierno africano presidi-
do por Hasting Banda, que abandonó la Federación dos años desp ués. En
1964, fue proclamada la independencia del país, que a partir de entonces
adoptó el nombre de M alawi.
294
pendencia, saliendo de la Commonwealth. La mayoría negra tuvo que esperar
hasta 1980 para acceder al poder, lo que se produjo en un contexto interna-
cional y regional más favorable y tras varios años de lucha armada y de una
serie de maniobras internas del colonato blanco para no perder sus privilegios.
5REHUW0 XJDEHGLULJHQWHGHO=$18²OXHJRVHIXQGLyFRQHO=$38SDUD
IRUPDUHO= $1838²VHFRQYLUWLyHQHOSULPHUS UHVLGHQWHGHOD5HS~EOLFDGH
Zimbabwe, nombre adoptado por el país a partir de 1980.
En el período comprendido entre las dos guerras mundiales llegaron a laindependencia algunos
Estados árabes,como Yemen, Egipto, Arabia Saudita e Irak. P ero la gran descolonización se
produjo al término de la Segunda Guerra, cuando surgieron como Estados independientes Siria,
Líbano, Jordania, Israel, Sudán, Kuwait y Yemen del Sur, aparte de la conversión
en repúblicas, de Turquía, Egipto, Irak y Yemen.
Esta fragmentación, el enclave hebreo en el mundo árabe, las eternas rencillas
entre los propios musulmanes y los poderosos intereses petrolíferos han determinado
la constante tensión de esta zona vital del mundo.
296
LA LIQUIDACIÓN DEL IMPERIO FRANCÉS
297
Francia respondió tardía e insuficientemente a los reclamos de independen-
cia de sus colonias. La Constitución de la IV República, aprobada en 1946,
tras un breve período de gobierno provisional, formalizó a la Unión France-
sa, amalgama jurídica que fijaba los límites de lo que la met rópoli estaba
dispuesta a conceder en el terreno colonial, que resultaba bien poco en rela-
ción con las aspiraciones de magrebíes, vietnamitas, malgaches, marfileños,
etc. La Unión Frances a no era más que un eufemismo. Aunque reunía a
todos los pueblos y contaba con una A samblea y un Consejo Sup remo,
organismos con apariencia federal, al final sólo los franceses tenían poder de
decisión. Argelia, donde existía un considerable número de franceses, no fue
incluida en la Unión Francesa y su situación pasó a ser regulada por el esta-
tuto de 1947, que definía a Argelia como una «prolongación de Francia». De
acuerdo con dicho estatuto, se creaba una Asamblea Argelina, que s e ocu-
paría de las cuestiones int ernas y estaría formada por 60 delegados de
cada uno de los dos colegios electorales . De tal manera, los 464 000 vo-
tantes franceses tendrían igual representación que los electores musulma-
nes con derecho al voto, cuy o número se aproximaba al 1 400 000. La
ventaja francesa s e incrementaba, además, por la fraudulenta manipula-
ción del vot o árabe.
298
Ho Ch i Minh ( de pie) l íder de la lucha contra e l colonia lismo fr ancés
y el imperial ismo nor teameric ano.
calcula que unos 6 000 soldados marroquíes, entre otros magrebiés, murie-
URQHQORVIUHQWHVGHEDWDOOD²\ODHYROXFLyQGHORVDFRQWHFLPLHQWRVHQ6LULD
y Líbano, contribuyeron a generar infundadas esperanzas entre los círculos
nacionalistas magrebiés. Particular influencia tuvo la revolución de 1952 en
Egipto, que destronó al rey Faruk, estableció la república y destacó la figura
299
de Gamal Abdel N asser, llamado a convertirs e en el p rincipal líder de la
causa árabe. Pero Francia respondió con la represión y con una anacrónica
política asimilacionista a los reclamos de independencia, como los formu-
lados por el M anifiesto del Pueblo Argelino (1943), M anifiesto del Partido
Istiglal (1944) y M anifiesto del Pueblo Tunecino (1945). Sin embargo, tras
varios años de lucha, los pueblos de T únez y M arruecos obtuvieron su
independencia, a p rincipios de 1956.
300
nas. En ese contexto, la red clandest ina del FLN en A rgel fue desarticula-
GDPLHQWUDVHQHOFDPSRORVVROGDGRVIUDQFHVHV²XQRV²WUDWD
ron de eliminar el apoyo que recibía el Ejército de Liberación N acional y
procedieron a la concentración forzada de más de dos millones de campe-
sinos. También se t rató de cortar el suminis tro de armas a los rebeldes,
procedentes de Túnez, para lo cual se llegó incluso a bombardear, el 8 de
febrero de 1958, la ciudad tunecina de Sakiet Sidi-Youssef, ocasionando
un elevado número de víctimas.
303
La evolución de los acontecimientos en el M agreb y la victoria obtenida en
las elecciones legislativas francesas de 1956 por la agrupación de Senghor
y, sobre todo, por el RDA, tuvieron fuertes rep ercusiones en el África
subsahariana francesa. Houphouet-Boigny, el líder del RDA, fue nombra-
do ministro de Estado y junt o a Gaston Deferre, minist ro de Ultramar,
elaboró la denominada Ley Cuadro o de Bases, que introdujo el sufragio
universal y el colegio único, amp lió los poderes de las Asambleas de los
territorios de ultramar y contempló las reformas administrat ivas que ha-
brían de permitir una mayor participación de la población africana en la ges-
tión de sus territorios y un incremento de funcionarios africanos en la admi-
nis tración. Se trat aba de la introducción de grados de autonomía, algo
similar a la práctica británica.
304
camino. En ello fue determinante la posición más radical de Sékou Touré,
líder anticolonialista guineano y primer presidente de la república, que se
proclamó el 2 de octubre de 1958.
305
LA DISOLUCIÓN DE LOS IMPERIOS DE HOLANDA,
BÉLGICA, PORTUGAL, ESPAÑA E ITALIA
306
Achmed Sukarno
(1901-1970)
307
El Imperio belga en África estaba formado por la colonia del Congo y los
mandatos de Ruanda y Burundi. El dominio belga en el Congo, colonia con
DEXQGDQW HVULTXH]DVPLQHUDOHVV HVHxDODED±D~QGHVS XpVGHOD6HJXQGD
Guerra M undial- por su carácter brutal y profundamente reaccionario. Di-
cha dominación se asentaba en tres pilares: el Estado, los empresarios y
los misioneros católicos. En el Congo se mantenían los t rabajos forzados
y XQDIpUUHDVHSDUDFLyQHQWUHFDPSR\FLXGDG²ORVPRYLPLHQWRVHUDQUHV
WULQJLGRV\VXPDPHQWHFRQWURODGRV²\HQWUHDIULFDQRV\EODQFRVHQODV
ciudades. La p articipación política de los africanos era inexistente y sólo
una pequeña elite pudo, desde 1952, relacionars e con los blancos, a con-
dición de renunciar tot almente a sus costumbres , y formar asociaciones
cult urales. Eran los «regist rados» y los llamados «evolucionados», entre
los que s e encontraban Patricio Lumumba, Joseph Kasavubu y otros.
308
dirigentes nacionalistas no hicieron más que enardecer los ánimos. En ese con-
texto, Bélgica prometió la independencia, iniciándose el proceso de la llamada
0 HVD5HGRQGD²HQHURGH²HQODTXHVHGHFLGLyTXHHO&RQJRVHUtD
XQDUHS~EOLFD SDUODPHQWDULDFRQ XQJRELHUQR FHQWUDOIXHUWH ²WHVLV de
/XPXPED²\VHLVJRELHUQRVSURYLQFLDOHV
De izq uierda a d erecha P atr icio Lumumba, Kasavu bu y el rey belga Bal duino.
309
las fuerzas belgas y la timorata actitud de Kasavubu, lo que desembocó en
la destitución y posterior asesinato de Lumumba, a pesar de la mediación
de la O NU que ést e había s olicitado y que tuvo un balance negat ivo. En
1964, con el golpe de Es tado del coronel M obut u, que instauró un régi-
men reaccionario y pro-occident al, desap arecieron de la escena p olít ica
los demás protagonistas de la independencia. A p artir de 1971, el Congo
adoptaría el nombre de Zaire, sustituido en 1997 por el de República De-
mocrática del Congo.
2 La sus titución del término de «col onias» por el de «territ orios de ult ramar», en
1951, no repres entó cam bio alguno en el régimen de domi naci ón.
310
Has ta la década de los sesenta, en las colonias p ortuguesas apenas exis-
tían «evolucionados» o «asimilados» y s e reprimía ferozmente cualquier
actividad cons iderada subversiva, como ocurrió en Luanda, en febrero de
1961, donde se p rodujo una gran mas acre, que mot ivó la creación de una
comisión investigadora de la ONU.
Ello ret rasó el surgimiento de orga-
Amilcar Cabral (1924-1973)
niz aciones nacionalistas, p ero no
pudo evitar que aparecieran y que Nació en Cabo Verde y se educó
obtuvieran el apoyo de países veci- en Lisboa. Joven inquieto y ta-
nos y de otros lejanos pero con una lentoso, fue fundador del Centro
fuerte vocación ant icolonialist a, de Estudios Africanos (1948).
como era el caso de Cuba. De tal Fue uno de los más brillantes lu-
chadores contra el colonialismo
manera, en 1956, se formó en Gui- portugués. Participó con Neto en
nea-Bissau el Part ido Africano de la la fundación del MPLA y creó el
Independencia de Guinea y de las Partido Africano para l a Inde-
islas de Cabo Verde (PA IG V), pendencia de Gui nea y Cabo
liderado por el lúcido combatiente Verde, que lideró hasta su asesi-
nato, ocurrido en Conakry, presu-
revolucionario Amilcar Cabral. A miblemente por mercenarios paga-
partir de 1963, el PAIG V desarro- dos por Portugal.
lló la guerra de guerrillas y en diez
años llegó a liberar casi t odo el t e-
rrit orio de la part e continental de la
colonia, donde se estableció el poder popular. Desaparecida la dictadura
de Caetano, Portugal reconoció la independencia de Guinea-Bissau y de
Cabo Verde, el 10 de sep tiembre de 1974. Tras un breve período de go-
bierno p rovisional conjunto, Cabo Verde se separó y se constituy ó en re-
pública independiente.
311
ODLQGHSHQGHQFLDHOGHMXQLRGH\6DPRUD0 DFKHO²UHHPSOD]y
D0 RQGODQHWUDVVXDVHVLQDWRHQ²HQVXSULPHUSUHV LGHQWH
La situación anterior condujo a una sangrienta guerra, que tuvo una impor-
tante p articipación foránea. El gobierno del M PLA , que contaba con el
apoyo mayoritario de la población y el reconocimiento internacional, reci-
bió ayuda de la URSS y de Cuba, que acudieron a un pedido oficial p ara
poder enfrentar la int ervención extranjera. El FN LA y la UNITA recibie-
ron una generosa financiación de los Estados Unidos y ayuda militar de
Sudáfrica, Rhodesia, Zaire, que no querían tener como vecina a una Angola
revolucionaria, y de China, con pretensiones de ganar influencia en el con-
tinente cont raponiéndose a las posiciones soviéticas. En 1976, el M PLA,
des pués de derrotar la invasión sudafricana con la ayuda de las tropas
int ernacionalis tas cubanas, logró imponerse en casi todo el país, aunque
ODOXFKDFRQWUDOD81,7$\VXVDOLDGRVH[WHUQRV²HO)1/$DEDQGRQDUtD
ODFRQWLHQGDXQSRFRPiVWDUGH²V HPDQWHQGUtDGXUDQW HPXFKRV DxRV
En el contexto de la batalla por la reafirmación de la independencia ango-
312
lana se intensificó la lucha ant icolonial del pueblo namibio y se profun-
dizó la crisis del régimen racist a s udafricano, lo que conduciría p ost e-
riorment e a la indep endencia de N amibia (1990)3 y al derrumbe del
ap art heid (1994).
Los restos del otrora gran Imperio colonial español estaban constituidos por
el Sahara Occidental, el prot ectorado de M arruecos y de Ifni, en la costa
atlántica marroquí; así como por la colonia de Guinea Ecuatorial, que incluía
3 La colonia alem ana del Áfri ca del S uroeste (Nam ibia) fue entregada a Sudáfrica
com o mandat o por la Liga de las Naci ones en 1919, pero con el tiempo ésta ext en-
dió a ella su régim en s egregaci onis ta y se negó a concederl e la independencia. En
1966, l a ONU retiró a Sudáfrica el referi do m andat o y decl aró ilegal su dom inio en
el territorio. Sin embargo, sólo t ras la t otal derrota sudafri cana en Angola concre-
WDGDIL QDOPHQWH HQODEDW DOODGH& XLWR&XHQDYDOH±HQORTXHW XYRXQSDSHOGHFLV LYR
OD D\XGDFXEDQD²VHFUHDURQODV FRQGLFL RQHV SDUDODLQGHSHQGHQFLDGH1DPLEL D\
para la propia desapari ción del régimen del apartheid.
313
el territorio continental de Rio M uni (M bini) y las islas de Fernando Poo
(Bioko), Annobón (Pagalu), Corisco y Elobeyes. Desp ués de la indep en-
dencia de M arruecos , entre 1956 y 1958, Esp aña cedió a aquel país los
territorios del prot ectorado y en 1969, luego de enfrentar la resistencia
armada local y de ensayar divers as maniobras dilatorias, tuvo que entre-
gar la zona de Ifni. M ás adelant e, nos referiremos al Sahara Occident al.
314
Tarde y muy mal se llevó a cabo también la retirada de Esp aña del Sahara
Occidental, donde estaba present e desde finales del siglo XI X. D urante
mucho tiempo la colonia careció de importancia para el gobierno español,
pero en las postrimerías de la década del cuarenta se descubrieron yaci-
mientos de fosfatos y el territorio adquirió un valor que justificó elevadas
inversiones. La conversión del Sahara Occidental en provincia española, en
1961, fue una burda maniobra para frenar las peticiones de la ONU a favor
de un referéndum. En 1966, la ONU reafirmó el derecho inalienable del
pueblo del Sahara a la autodeterminación. En 1968, s e fundó el Frent e de
Liberación del Sahara (FLS) y, dos años después, la ONU pidió nuevamen-
te la celebración de una consulta popular. España respondió con la represión
y la desaparición de M ohamed Sid Ibrahim Bassiri, líder del FLS.
4 En 1993, t ras más de t reinta años de l ucha arm ada, Eri trea logró s epararse de
Et iopí a y converti rse en país independient e.
315
Etiopía (1952), que se convirtió en simple anexión una década más tarde, y
el régimen de tutela para Somalia (1950), que durante diez años fue confiada
a la propia Italia, y logró su independencia el 1 de julio de 1960. El caso más
relevante fue el de Libia, primera independencia concedida por la ONU.
Después de la guerra, la administración de esta colonia fue entregada a In-
glaterra y a las autoridades francesas de Argelia, bajo la supervisión de la
ONU. Una vez firmado el tratado de paz con Italia, una comisión de encues-
ta de Naciones U nidas comp robó, en 1948, que los libios querían la inde-
SHQGHQFLDODXQLILFDFLyQGHODVWUHVSURYLQFLDV²&LUHQDLFD Tripolitania y El
)H] ]iQ²\ODDGKHVLyQDOD/LJDÈUDEH(OGHMXQLRGHHOOtGHU
nacionalista M ohamed Idriss, que había regresado de un largo exilio, pro-
clamó la independencia en Cirenaica. Poco después, la ONU reconoció la
integración de Libia por las tres provincias y tras un breve proceso nego-
ciador el p aís accedió a la independencia, el 24 de diciembre de 1951.
316
Capítulo VI
Además del monopolio del arma atómica, los Estados Unidos poseían la
mayor y más poderosa economía del mundo. La guerra, que no afect ó su
territorio, los había enriquecido. Su p otencial industrial, el control de los
transportes y la supremacía financiera y tecnología les proporcionaba prác-
ticamente el dominio de la economía mundial. Al terminar la guerra, los
Est ados Unidos habían resuelt o todos los problemas que aquejaban a la
sociedad desde la crisis de 1929. El paro y la dis minución de la actividad
económica no eran más que malos recuerdos. Su influencia internacional
317
era mayor que nunca antes. Considerándos e así mismos como salvadores
y guardianes de la libertad, se propusieron extender por el mundo sus con-
cepciones políticas y económicas.
319
VyORFLWDUGRVHMHPSORV²\VHDOHMD
En 1949 se escindió el sindicalis-
ba el peligro de una explosión revo-
mo mundial y surgieron dos ten-
dencias: una partidaria, a la larga, lucionaria o de una solución desde la
de la instauración del socialismo L]TXLHUGD²PHGLDQWHODVHSDUDFLyQGH
y otra anticomunista, que pre- los comunistas de los gobiernos y la
coniza la defensa del sistema de GLYLVLyQGHOPRYLPLHQWRREUHUR²VH
libre empresa. Aunque las distin- pretendía eliminar la amenaza de una
tas centrales sindicales adscriptas
recesión de la economía norteame-
a dichas tendencias se han uni-
do en ocasiones en función de
ricana y se fortalecía la presencia
objetivos concretos, la división política, económica, militar e ideo-
se ha mantenido posteriormente. lógica de los Estados U nidos en el
llamado Viejo Continente.
320
Alemania Occidental y para su reincorporación a la vida económica y po-
lítica internacional, profundizando así la división del país. Después de 1951
no cesó la ayuda oficial estadounidense a Europa, pero a partir de enton-
ces fue dirigida básicamente al terreno militar, que fue pasando a un primer
plano desde la creación de la Organiz ación del Trat ado del Atlánt ico Nor-
te (OTA N), en el mes de abril de 1949.
321
nuevo reparto del mundo entre las grandes potencias. En definitiva, durante
todo el siglo XX el sistema capitalista se fue reorganizando a través de duras
crisis y sangrientas guerras.
322
siones pasó de los 6 mil a los 20 mil millones entre 1959 y 1970. La fuente
principal fueron los Estados Unidos, que dirigieron sus capitales, preferen-
temente, hacia los países desarrollados de Europa.
323
colaboración en el Occidente, lo que no supuso, sin embargo, la elimina-
ción de las contradicciones entre los grandes países capitalistas.
- La intervención del Estado. Durante el siglo XIX los gobiernos de las nacio-
nes con desarrollo industrial habían sido espectadores de la vida económi-
ca. La experiencia de las dos guerras mundiales, en las que habían tenido
que programar la economía al servicio del esfuerzo bélico, modificó la
concepción sobre el papel del Estado. En la paz no se mantendrá ya el
dirigismo del período de guerra, pero el volumen de los presupuestos (gastos
de los Estados) y la estatificación de algunos sectores importantes coloca-
ron a los gobiernos en disposición de orientar la producción y actuar sobre
la demanda global. La intervención del Estado consistía en realizar y dirigir
inversiones, maximizar el crecimiento, armonizar beneficios, promover pres-
WDFLRQHVVRFLDOHV±©(VWDGRGHELHQHVWDUª²RUHJXODUFR\XQWXUDOPHQWHOD
economía. Incluso algunos gobiernos adoptaron, en diferentes medidas,
los métodos de planificación de la economía nacional. Con la intervención
de los Estados en la economía y sus estrechos vínculos con los monopolios
cobró una nueva y mayor dimensión el capitalismo monopolista de Estado
en la posguerra.
Reactor nuclear (izq uierda). La aplicación de la energía d el átomo a u sos civiles d espertó
la e speranza de una nueva fuente q ue podr ía susti tuir la limitad a del p etróleo , pero t iene
el inconven iente de los residuos contaminantes. P lanta de energía solar (de recha), una
energía limpia, inagotable, sobre la q ue es necesario continuar insistiendo.
324
- El incremento de la demanda debido a la necesidad de modernizar el po-
tencial industrial y por el aumento del consumo social, constituyó un pode-
roso estímulo para la expansión económica. En este período se suscitó,
con la propaganda y el desarrollo de los medios de comunicación, una
verdadera fiebre de consumo, de posesión de aparatos (televisor, refrige-
rador, lavadora, automóvil, grabadora, etc.). El apetito consumista irracio-
nal de los norteamericanos se trasladó a todas las sociedades opulentas de
aquellos años, particularmente a las europeas, al igual que sus películas y
sus más diversas publicaciones, difusoras del modo de vida estadouniden-
se (The american way of life), que se pretendía erigir como patrón uni-
versal.
325
Entre sus múlt iples rep ercusiones, la revolución científico-técnica acele-
ró el p roceso de concentración de la producción y los capitales, debido
al cost o que repres entaba as umir los nuevos descubrimient os. Los mo-
nopolios s e hicieron cada vez más gigantescos mediante las fusiones.
Solamente en Europa, desde mediados de los cincuenta y s obre todo en
la década del sesenta, se produjeron más de 10 mil fus iones de grandes
emp resas indust riales y bancarias . Este fenómeno, característico del ca-
pitalismo contemporáneo, cont inuó desarrollándose con posterioridad y
ha alcanzado mayores p roporciones en los Estados Unidos, país al que
p ertenecen en la actualidad las más grandes y p oderos as firmas
trasnacionales de todo el mundo. El des arrollo científico-técnico provo-
có también cambios en la es tructura de la economía y de la población.
Se produjo un des plaz amiento continuo de trabajadores de la agricultu-
ra, cada día más tecnificada, hacia la indus tria y s obre t odo hacia los
servicios, que conocieron una sostenida expansión en el período. En 1970
es te sector ocup aba en la Europa capit alista el 44 % de la fuerza de
trabajo. Esta tendencia se ha mant enido hast a la actualidad, en lo que ha
influido considerablemente el desarrollo del turis mo, en constante creci-
miento desde principios de los 60.
326
de un país a otro, a principios de los 60 se había logrado prácticamente el
empleo pleno y los beneficios de la s eguridad s ocial llegaron a cubrir
el 80 % de la p oblación de Europa Occident al.
La co munidad negra no rteameri cana y e l pacifi smo tuvi eron un apóstol en el pa stor
Martín Lutero King. Sus prédicas tuvieron un trágico fin al. Su asesin ato constitu yó otro
de l os trau mas de los añ os sese nta.
327
a la cuart a part e de la población del planeta y con éxitos nada desprecia-
bles, particularmente en el plano social.
Las dos décadas doradas modificaron en muchos sent idos a las socieda-
des europeas. Las penurias de la guerra y de los años 30 no eran más que
un mal recuerdo y para los más jóvenes ni eso. La población creció nota-
blemente en la may oría de los países, debido a la exp losión demográfica
de posguerra (el llamado Baby boom), la mejoría de los servicios de salud
y los avances de las ciencias médicas y farmacéuticas. Crecieron t ambién
ODVFLXGDGHV²VREUHWRGRODVFDSLWDOHV²\VXUJLHURQPXFKDVQXHYDV6H
elevaron los niveles de instrucción, un ejemplo de ello es que la matrícula
universitaria se incrementó en cinco o s eis veces en casi todas las nacio-
nes. La producción en masa de nuevos art ículos transformó la vida de las
personas (televisor, radio, refrigerador, etc.). Se generalizó el uso del telé-
fono; en 1970 uno de cada dos ciudadanos eurooccidentales lo poseía. La
era del automóvil, que había tenido lugar antes en Norteamérica, se trasla-
dó a Europ a. Italia, por ejemplo, tenía en 1939 poco más de 400 mil auto-
móviles y en 1970 p asaban de 15 millones . El ómnibus y el camión se
convirtieron en un medio fundamental de transportación. A ello contribuyó
el bajo precio del petróleo, que has ta 1973 se cotizó a menos de dos
dólares el barril. El bajo cost o de la energía fue un fact or determinant e en
el crecimiento económico de aquellos años.
328
WLGRVYHUGHVRHFRORJLVWDV /RV MyYHQHV²V HFWRUQXPpULFDPHQWHLPS RU
WDQWHHQORV²H[LJLHURQXQPD\RUSURWDJRQLVPR\SURSXJQDURQXQPRGR
diferente de encarar la vida, que rechazaba el cons ervaduris mo en la polí-
tica y en la sociedad, los patrones del consumismo, las injusticias, el milita-
rismo y las guerras.
En al gunos mome ntos, los árabes uti lizaron el petróleo como arma política. Así lo re fleja
esta caricat ura, en la que un jequ e árabe , esgrimiendo u na mangu era de petróle o, amena za a
los di rigentes o ccidentale s. Aparece n, de izqu ierda a de recha, el alemán Bra ndt, el fr ancés
P ompido u, el norteame ricano Nixon y el británico Heath.
329
goría de mitos. Est e es el caso del Comandante guerrillero Ernesto Che
Guevara, y en otra dimensión el del dest acado músico John Lennon, del
grupo británico The Beatles, convertido por el gobierno norteamericano
en un peligro p ara la seguridad del p aís debido a su oposición a la guerra
contra Viet Nam y por su apoyo a la lucha del pueblo negro estadouniden-
se por sus derechos civiles. El clima de rebelión de aquellos años encontró
en la música, particularmente en el rock, un importante medio para expre-
sar los deseos y protes tas de los jóvenes. La rebeldía juvenil tuvo s u mo-
mento culminante a fines de los 60, años 1968 y 1969, cuando se manifes-
tó con gran fuerza en casi toda Europa (incluyendo algunos países socialistas)
y en otras partes del Orbe. El movimiento emp rendido por la juventud, al
que por lo general se s umaron los trabajadores, tuvo important ísimas y
variadas repercusiones en aquel período y dejó una profunda huella en la
sociedad contemporánea, que a partir de entonces sería diferente en mu-
chos sentidos.
El fin del crecimiento sostenido sup one que, desde entonces, la economía
capitalist a se encuentra en una crisis estructural, sin que las políticas eco-
nómicas practicadas hayan resuelto los p roblemas del desempleo y del
menor crecimiento. Sólo en los p aíses de Europa O ccidental la tasa de
crecimiento des cendió del 5 % como promedio anual, ent re 1950 y 1973,
330
al 2 % en el último tercio del siglo. La cris is se manifies ta, además, en el
aumento de la inflación, el incremento del desempleo, la reducción de las
inversiones , los problemas en las balanz as de pago, etc. Sin embargo, a
pesar de la existencia de una crisis estructural, se han producido procesos
expansivos, sucediéndose las recesiones y las recuperaciones. La economía
euroccident al, en su conjunto, p rodujo anualmente, en los años noventa,
dos veces más bienes que los que producía a comienzos de los setenta, aun-
que este progreso no ha comportado la solución de los grandes problemas que
afectan a la región.
331
Durant e esta etapa recesiva el crecimiento del Product o Interno Bruto de
los países europeos llegó a ser negativo (-0,5 % en 1982), generándose
altos niveles de desempleo y, por consiguiente, agudas tensiones políticas
y s ociales. La reducción de la demanda de materias p rimas afect ó las ex-
portaciones de los países subdesarrollados, contribuyendo a disminuir su
poder de compra, lo que afectó s eriamente el comercio mundial. La se-
gunda recesión s e hizo sentir también en el mundo socialista, agudizando
su ya difícil situación económica. A la nueva recesión le siguió una recupe-
ración en los países avanzados y en los nuevos países industrializados asiá-
ticos (los NIP): Hong-Kong, Singapur, Tailandia y Corea, que no se trans-
mit ió al mundo subdesarrollado. Además, una parte important e de la
recuperación económica del Nort e, se p rodujo como consecuencia de las
enormes transferencias de recursos que llegaron del Sur, como p ago del
servicio (interés ) de la creciente deuda.
332
produjo una reanimación de la actividad económica, sobre t odo en el gru-
po de los más desarrollados , pero en general el ritmo de crecimiento no
logró superar el 3 % como promedio anual. El siglo XX I se ha iniciado con
una clara desaceleración de las mayores economías del mundo.
Hay que decir, sin embargo, que ninguno de los países desarrollados, re-
nunció a cierta dos is de intervensionismo estatal en la economía. A sí, por
ejemplo, para intentar salir de la depresión de 1979-1982, los Estados
Unidos crearon un enorme déficit y pusieron en marcha un no menos gi-
gantesco plan armament ista, al mismo tiempo que no dejaron el valor del
dólar a merced del mercado y de la ortodoxia monet aria. La liberaliz ación
333
del mercado mundial, que impulsan las naciones ricas, no ha excluido por
parte de ellas la aplicación de medidas p roteccionistas cuando lo aconse-
jan sus intereses. Recuérdense en este sentido las disputas entre los Esta-
dos Unidos , Japón y la Unión Europea en relación con las tarifas fijadas a
determinados productos, durante las últimas dos décadas, así como por el
problema de los subsidios, particularmente a la agricultura.
Des de hace varios años, la U nión Europea viene ap licando las medidas
recomendadas por la Organización de Cooperación y Desarrollo Econó-
mico (OCDE), que critica los costos s alariales del trabajo en Europa; así
como las cotiz aciones p atronales a la seguridad social y aconseja «s uavi-
zar» la legislación que protege al empleo. Según la OCDE, el desemp leo
mas ivo se explica p or la existencia de mercados de trabajo demasiado
rígidos (se aboga p or el empleo provisional, prescindible), por cos tos sa-
lariales demasiado elevados y por una demanda de just icia social arcaica,
que eleva s us costos en la medida que se acentúa la t endencia al enveje-
cimiento de la población y con ello los gastos públicos en materia de pensiones
y asistencia médica, que representan entre el 80 % y el 85 % de lo emplea-
do en asist encia social. En suma, se considera que las regulaciones del
«Es tado de bienestar» entran en contradicción con la capacidad de com-
petencia de las economías y, por tanto, tienen que s er desmanteladas.
334
exp ansión económica. El porcentaje de europ eos que vive en la pobreza
alcanzaba, a fines de los noventa, un 37 % en Irlanda, el 21 % en Esp aña,
el 14 % en Alemania, Francia, Bélgica, H olanda y Reino Unido y de un
3 % a un 5 % en Italia, N oruega, Suecia, Finlandia y Luxemburgo. D esde
luego, la pobreza en Europa (y en general en el norte) es más tolerable que
en los país es pobres, en t érminos de bienestar y de subsistencia, pero se
caracteriza por may ores niveles de criminalidad, violencia, alienación e
insolidaridad, fenómenos que han proliferado con extraordinaria rap idez
en las sociedades europ eas de finales de s iglo
335
Las prácticas neoliberales han modificado también el escenario p olít ico
euroccidental. Las fuerzas de izquierda, carent es de un p rograma alterna-
tivo al modelo neoliberal y afectadas, además, por la crisis y posterior
colapso del llamado socialismo real, han atravesado una difícil etapa, de la
que comenzaron a recuperarse parcialmente en los noventa. Al mismo tiem-
po, en la mayoría de los países de la región se ha ido p rofundiz ando la
FULVLV GHOVLVWHPDSROtWLFRUHSUHVHQWDWLYR²\DVHDPD\ RULWDULRRS URSRU
FLRQDO²GHELGRDOGHVFUpGLWRGHORVSDUWLGRVWUDGLFLRQDOHVORTXHVHH[
presa en la creciente indiferencia de los ciudadanos ante los procesos elec-
torales , a pesar de las camp añas cada vez más cos tosas. Ello ha dado
lugar al surgimiento, desde mediados de los ochenta, de los nuevos movi-
mientos sociales, que se nutren, en buena medida, con el descontento po-
pular.
En ese contexto, las fuerzas políticas que han mostrado un mayor potencial
de crecimient o han sido las de la ext rema derecha. Con fuertes liderazgos
y una refinada demagogia populista, estas fuerzas han logrado aprovechar
el sentimiento de inseguridad y la desesperación ciudadana. La ultraderecha
se pronuncia contra los inmigrantes, a los que presenta no sólo como com-
pet idores en el mercado laboral; sino, además, como cont aminadores de
la cultura y de los valores nacionales , lo que es timuló la violencia contra
ellos y la xenofobia. Su pretendido nacionalismo los lleva también a recha-
zar el proyecto de integración, bajo el pretexto de defender la nación frente
a las instituciones supranacionales. A p artir de mediados de los ochenta,
han surgido o se han fortalecido partidos de ult raderecha en Francia, Ita-
lia, Austria, Bélgica, Alemania, Dinamarca, Suecia, N oruega, Holanda y
Suiza, algunos de ellos con fuerte representación parlamentaria y con una
significativa presencia en el parlamento europeo. Varios de estos partidos,
sobre todo en Italia y Aus tria, participan en las coaliciones de gobierno.
Tal curso de los acontecimient os hace t emer a muchos en una tendencia
hacia la derechiz ación de los gobiernos de Europa O ccidental.
336
Reino Uni do
337
guerra de Corea, y el vasto programa armament ista desarrollado por el
gobierno, que limit ó fuert emente sus inversiones en el sector público. El
aumento de precios en varios productos alimenticios y el congelamiento de los
salarios se tradujeron en descontento popular y en un gran número de huel-
JDV DSHVDUGHODDSOLFDFLyQGHOD/H\1R²DSUREDGDGXUDQWHOD
JXHUUD²TXHODV SURKLEtD%DMRS UHVLyQGHORV WUDEDMDGRUHV ODV7UDGH
8QLRQVUHFKD]DURQODQHJRFLDFLyQWULSDUWLWD²JRELHUQRHPSUHVDULRVVLQ
GLFDWRV²6HURPSLyDVtHOFRQVHQVRV RFLDODOWLHPSRTXHVHLQLFLDEDXQD
espiral inflacionista que se prolongaría durante todo un decenio.
338
Casa de Downing Street No. 10, símbolo del gobierno inglés.
339
terminó con una derrot a. Dicha derrot a agudizó la lucha política interna y
repercutió negativamente en la economía del país. El conflict o en Egipto
determinó la caída del gabinet e de Eden, que había sustituido a Churchill
en 1955. En lo fundamental, en el período dominado por los tories se pro-
dujo el desmantelamient o del sistema colonial del Reino Unido.
340
En las elecciones de 1964 triunfaron los laboristas, que se mant endrían en
el poder hasta 1970. En su programa electoral, el P artido Laborista p ro-
metió mantener el objetivo histórico de avance gradual hacia el socialismo.
Se abogó por aument ar el índice de crecimient o económico hast a un 5 %
anual, continuar las nacionalizaciones, incrementar las reformas sociales,
reducir el gasto público, es pecialmente en el área de los armamentos, así
como poner en práctica una política exterior que contribuyera a la disten-
sión internacional. Este programa, impuesto por los sectores de izquierda,
fue determinante para la victoria del laborismo. Como Primer M inistro fue
designado Harold Wilson, nuevo líder del partido desde 1963, que adoptó
un rumbo que en muchos asp ectos se alejaba e incluso se contradecía con
los postulados preelectorales, confirmando aquello de que una cosa es la
socialdemocracia en la oposición y otra bien dist inta en el poder.
341
respaldó y suminist ró armas al gobierno de Israel, pract icó una política de
tolerancia con relación al racismo sudafricano y, sobre todo, estrechó las
relaciones con los Estados Unidos, aprobando incondicionalmente s u in-
tervención en Viet Nam, repudiada p or la inmensa mayoría de la pobla-
ción. Todo est o, además del incorrecto manejo del problema irlandés , del
que hablaremos más adelante, determinaron la derrota de los laboristas en
las elecciones de 1970.
A la inestabilidad social que caract eriz aron estos años debe añadirse la
agudización de la situación política debido al curso de los acontecimientos
en Irlanda del N orte. El problema norirlandés es de vieja data, se remonta
a principios de la década del veinte,
cuando Irlanda recibió su autonomía
(status de Dominio) pero se mantu- La matanza de nacionali stas del
vo el control inglés en los seis con- 30 de enero de 1972, el llamado
«domingo sangri ento», se con-
dados del Norte del país (el Ulster), virtió en símbolo de la práctica
con el pretexto de respetar la volun- represiva del dominio británico.
WDGGHORV SURWHV WDQWHV ²SHUV RQDV
342
GHRULJHQEULWiQLFR\ PD\RUtDHQODUHJLyQ²TXHV HSURQXQFLDURQSRUOD
unión con Inglaterra. Desde entonces los católicos, partidarios de la uni-
dad nacional, fueron discriminados y sometidos a continuas represiones, lo
que provocó numerosos est allidos de violencia a lo largo de los años. La
sit uación se comp licó aún más con la independencia tot al de Irlanda, en
1949, que consolidó la divis ión del país. En 1968 se produjo uno de esos
estallidos y el gobierno laborista de Wilson, aunque de palabra, reconoció
los derechos de la minoría católica, no tomó ninguna medida p ara hacerlos
realidad. Por el cont rario, increment ó las tropas británicas de ocupación,
pret extando la p acificación, pero dichas t ropas apoyaron de hecho a los
extremistas p rotestantes, lo que motivó una escalada de la violencia. Des-
pués de 1970, los conservadores aumentaron aún más las fuerzas de ocu-
SDFLyQHVWDEOHFLHURQODDGPLQLVWUDFLyQGLUHFWDGHOWHUULWRULR²HQHO8OVWHU
H[LVWtD3DUODPHQWR\*RELHUQR©SURSLRªFRQWURODGRSRUORVSURWHVWDQWHV²\
desplegaron sangrientas y crueles represiones contra los católicos. El do-
minio británico fue «legalizado» a través de un plebiscito, cuyos resultados
eran conocidos de antemano. El conflicto, naturalmente, no p odía ser re-
suelto con tales métodos por lo que en el futuro se producirían otros bro-
tes de violencia, una verdadera guerra civil.
343
El cambio de orientación política del thatcherismo sup uso una rupt ura
neoliberal, coincidiendo con la desaceleración de la economía mundial
consecutiva al segundo choque petrolífero. En 1980, el Reino Unido entró
en una recesión que, además de ser la más grave de la pos guerra, no t uvo
comparación con la de otros países industrializados. En su política econó-
mica, M argaret T hatcher llevó a cabo una estrategia financiera, a medio
plazo, directamente insp irada por las tes is cuant itat ivist as de la teoría
monet arista desarrollada por M ilton Friedmann. D ichas tes is establecen
una relación de causalidad entre la cantidad de moneda en circulación y la
evolución de los precios, lo que convierte a la inflación en un fenómeno
estrictamente monetario. Así, la única política eficaz contra la inflación es
la que regule la evolución del st ock de moneda. Los pos tulados de la teo-
ría de Friedmann son inseparables del liberalismo, puesto que implican una
confianza total en el libre juego de las fuerzas del mercado, dejando s ola-
mente al Estado la función de centinela del orden y de la seguridad pública.
(Q²DxRGHODJXHUUDGHODV0 DOYLQDVPX\ELHQDSURYHFKDGDSRUOD
Thatcher para fortalecer su posición, mediante la utilización de un lenguaje
SDW ULRW HUR\FKRYLQLVWD²ODHFRQRPtDLQJOHVDLQLFLyVXUHFXS HUDFLyQDO
mis mo t iemp o que la sit uación económica int ernacional mejoraba. No
obstante, los problemas de la industria británica estaban lejos de resolverse;
mientras el desempleo, con una tasa del 12 % de la población activa, constituía
uno de los más altos de la Comunidad Económica Europea. En términos
generales, el viraje de la p olít ica económica efectuado p or la Thatcher,
durante los años ochenta, fue brutal e histórico. D urante su mandato, se
limitó considerablemente la intervención del Estado en la economía y co-
menzó a desmantelarse el sistema de protección social, que estaba vigente
desde los primeros años de p osguerra.
344
privatizaciones, imperativo del neoliberalismo, trataron de justificarse con
la falta de eficiencia de las emp resas, lo que no siempre era cierto o podía
remediarse.
Por otra parte, se limitaron notablemente los gastos y las inversiones públi-
cas . Para aplicar estos recortes, la Thatcher s e vio obligada a reducir de
manera drástica la autonomía financiera de las administraciones territoria-
les, que his tóricamente disponían de importantes competencia como, por
ejemplo, en la es fera de la ens eñanz a. De est a forma, s e modificaron los
fundamentos mismos de la organización política del Reino Unido, es decir,
la tradición de un poder descentralizado. El cambio int roducido por la
7KDWFKHU²SODVPDGRHQHO/RFDO*RYHUQPHQW$FW\HQHO*UDQWV$FW²OH
creó serias diferencias con los consejos regionales . Estas contradicciones
aumentaron con sus proyectos de reformas de la fiscalidad local (Poll Tax)
(nuevo impuesto a la vivienda y otros ), que suscitaron una gran oposición
en el país y condujeron finalmente a la dimisión de la jefa de Gobierno, en
noviembre de 1990, as í como a su renuncia al liderazgo del Partido Con-
servador.
(QORV~OWLPRVFXDWURDxRVGHVXJHVWLyQOD©'DPDGH+LHUURª²FDOLILFDGD
así por su dura actuación cont ra el movimiento obrero y los republicanos
LUODQGHV HV²SXGRSUHVHQW DUXQEDODQFHSRVLWLYRHQYDULRVDVSHFWRV/D
tasa de crecimiento llegó al 2,6 %, la inflación disminuyó hasta un 3,7 % y
se inició un des censo de la desocupación, aunque continuaba s iendo alta
(10 por ciento). Sin embargo, est os result ados sólo beneficiaron a unos
pocos sectores sociales: dueños y ejecutivos de la gran indus tria, peque-
ños empresarios, técnicos especializados y actividades bancarias y finan-
cieras. Los grandes derrotados fueron, sin duda, los sindicatos y s us con-
quist as, así como algunos sect ores claves de la sociedad: la agricultura, la
salud pública y la educación. Al igual que en los Estados Unidos en esos
momentos, el verdadero triunfador fue el capitalismo más individualista,
técnico y rentable.
John M ajor, s ucesor de la Thatcher al frent e del Gobierno y del Part ido
Cons ervador, continuó la política económica de su p redecesora. Pero di-
cha polít ica resultó impotente frent e a la severa recesión de 1991-1992,
que afectó más a Inglat erra que al rest o de los países de la Comunidad
345
Económica Europea, en los que co-
A partir de la primavera de 1981,
el mundo asist ió conmovido a
menz ó en 1993. La reces ión golpeó
la muert e, uno a uno, de 10 pri-duramente a todos los s ectores de
la economía y profundizó la caída del
sioneros i rlandeses en huel ga de
hambre, que sólo exigí an el re- peso específico del Reino Unido en
conocim iento a sus derechos el conjunto europeo. En 1992, el
como presos políticos, mientras
PIB p or habit ante res ultaba un 5 %
la Thatcher se mantuvo inflexible.
inferior a la media comunitaria. La
recesión fue cediendo poco a poco,
pero el deterioro de la situación del país se reflejó en el hecho de que las
zonas de Liverpool y M anches ter, cuna de la revolución industrial, y la
de Highlands (Escocia), fueron declaradas, en 1993, ent re las más p o-
bres de Europa. Al mis mo tiempo, en varias ciudades del norte se llegó a
situaciones extremas: desempleo superior al 50 % de la p oblación activa,
malnutrición, elevada mort alidad infantil, altos niveles de criminalidad y
drogadicción, entre otras.
346
también la política de est recha alianza con los Estados Unidos , lo que ha
motivado una mayor dependencia y una postura muy negativa en el plano
internacional. Ello se evidenció en la guerra contra Yugoslavia, en 1999, en
la continuación de los criminales bombardeos anglo-es tadounidenses con-
tra Irak para supuestamente proteger las llamadas zonas de exclusión en el
norte y sur del país y, sobre todo, en la guerra genocida desatada por el go-
bierno nort eamericano contra Afganis tán con el p retexto de combatir
el terrorismo internacional, en la que Inglaterra participa como socio prin-
cipal de los Estados Unidos.
Franci a
347
Laval, entre otros), s e nacionalizó con
indemnización (excepto a los colabora-
cionistas ) una parte de la banca y de la
industria, los transportes, la minería del
carbón y el gas, se aumentaron los sala-
rios y pensiones y se proclamó una po-
lítica que preveía el fortalecimiento pro-
gresivo de la s eguridad social. En el
orden exterior, Francia se orientó hacia
la colaboración con la URSS y los Es-
tados U nidos; con ambos firmó trata-
dos de ayuda mutua en 1944. En cuan-
to a Alemania, problema fundamental de
la política exterior francesa en los años
de posguerra, se exigió la entrega de la
región del Sarre y, cont rariamente a lo
General Charles de Gaulle, líder del acordado en Yalta, se insistió en la
movimie nto de resist encia y balcanización del país, bajo el pret exto
presi dente de Francia de 1945 a 1946
y de sde 1958 hasta 1969. Ho mbre de salvaguardar la seguridad futura de
obsesionado con la grandeza de Francia. En la aplicación de las medidas
Francia. más progresistas del Gobierno Provisio-
nal tuvo una gran influencia la presión ejercida por el movimiento popular,
liderado por los comunistas.
348
sustit uido por el de «alianza frances a» y se proclamó la igualdad de dere-
chos y deberes de la p oblación de la met rópoli y la de los «territorios de
ultramar», que formaban parte de la alianza. Desde luego, t odo ello debía
ser instrumentado mediante leyes, lo que no siempre ocurrió y en no pocos
casos se hizo bajo la presión de fuertes luchas.
349
PXQGRFRORQLDO²\V HIRUWDOHFLyODLQYHUVLyQLQWHUQD6LQGHMDUGHIDYRUH
FHUDORVPRQRSROLRV±FDGDYH]PD\RUHV\PiVIXHUWHV²ODLQWHUYHQFLyQ
estatal en la economía promovió una mejor redistribución de las riquezas,
lo que posibilitó la creación de una p olítica de reformas sociales y un pau-
lat ino mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores, aun-
que ello fue más visible en los 60.
350
multilaterales: La Comunidad Económica del Carbón y el Acero (CECA),
en 1950, la creación del ejército europeo en cooperación con la OTAN, en
1954, y el M ercado Común Europeo (CEE), en 1957. En 1956 se traspa-
só a la RFA la región del Sarre. Esta fue la t endencia general de la proyec-
ción exterior del país, aunque en los años 1956-1957, durante el gobierno
GHO)UHQW H5HS XEOLFDQR±IRUPDGRSRUVRFLDOLVWDV\UDGLFDOHVGHL]TXLHU
GD²VHLQWHQWyPRGLILFDUODSROtWLFDKDFLDOD8566\ORVGHPiV SDtVHV
socialis tas, adoptándos e un tono más moderado.
Los gobiernos de la Cuarta República trat aron de evitar por todos los
medios el desmantelamiento del imp erio colonial, proceso que comenzó
con la independencia de Siria y Líbano durante la etapa del Gobierno Pro-
visional. En diciembre de 1946, no obstante lo estipulado en la nueva Cons-
titución, se desencadenó la guerra en Viet Nam, que se prolongó por ocho
años y le costó a Francia más víctimas que la Segunda Guerra M undial.
Esta impopular guerra terminó con la aplastante derrota de Diem Bien Phu,
que condujo a los acuerdos de Ginebra de 1954, en los que s e reconoció
la independencia de la Indochina francesa: Viet-N am, Laos y Cambodia.
Recién concluido el conflict o de Indochina, s e inició la guerra contra el
movimiento de liberación argelino, que se extendió por más de siete años y
tuvo hondas repercusiones en la vida de Francia. El gobierno del Frente
Rep ublicano, en 1956-1957, trató de cont ener el des plome total del im-
perio con medidas menos drás ticas. Se le concedió la independencia a
Túnez y M arruecos y se autorizaron los gobiernos autónomos en las de-
PiVFRORQLDV DIULFDQDVGRQGHHQDOJXQRVFDVRV²0 DGDJDVFDUSRUHMHP
SOR²VHKDEtDQSHUSHWUDGRKRUULEOHVPDWDQ] DV(QHOFRQIOLFWRDUJHOLQR
hubo un intento de negociación, pero pront o se dio marcha atrás debido a
la presión de los sect ores derechistas. La guerra de Argelia fue un factor
decis ivo en la crisis y muerte de la Cuarta República.
(QPD\RGHOORVXOWUDFRORQLDOLVWDV²SREODFLyQIUDQFHVDTXHFRQWURODED
ODYLGDHFRQyPLFDGH$UJHOLD\ TXHUtDHYLW DUVXLQGHSHQGHQFLD²VHVXEOH
varon junto al ejército en Argel y exigieron el retorno del general De Gaulle
al poder. Éste aceptó s iempre que se le concedieran poderes extraordina-
rios y la aut orización para elaborar una nueva Constitución. El l de julio la
Asamblea Nacional lo designó al frent e del gobierno, con el voto en contra
de los comunistas y una parte de los socialistas. A continuación fue disuelta
351
la Asamblea y la Cuarta República dejó de existir. En septiembre De Gaulle
DSUREyOD&RQVWLWXFLyQTXHOHFRQFHGtDDO3UHVLGHQWH²HOHJLGRGLUHFWD
PHQW HSRUV LHWHDxRV²DPS OLDVDW ULEXFLRQHVLQFOXLGDVODVGHGHVLJQDUDO
Primer M inistro y al resto del gobierno y disolver el parlamento en caso de
desacuerdos. En diciembre se efectuaron elecciones generales. De Gaulle
fue elegido Presidente y se formaron los órganos centrales del p oder esta-
tal. Nacía así la Quinta República que con ligeras modificaciones llega hasta
nuestros días.
Durante los diez años de régimen gaullista no cambió la esencia del modelo
económico francés , pero la regulación est atal de la economía se orientó,
desde el principio, a favorecer a los grandes empresarios. La propia com-
posición del gobierno, integrado en su mayoría por representantes del gran
capital, mostró la estrecha relación entre el Estado y los monop olios. Los
diez principales grupos industriales y financieros del p aís llegaron a con-
trolar alrededor del 40 % del sect or privado y tenían gran influencia en el
sector estatal. La intervención del Estado, la introducción de la revolución
científico-técnica y la creación del mercado común europeo contribuyeron
a acelerar el crecimiento económico en este período. La producción industrial
creció en más de un 60 % y se renovó su equipamiento técnico. Se ampliaron
las escalas de la producción en cadena, se utilizó en forma más amplia la
automatización y se introdujeron las máquinas computadoras. Invirtiendo
grandes recursos, el gobierno creó la indus tria at ómica y de cohetes. Ad-
TXLULyJUDQGHVSURSRUFLRQHVODFRQVWUXFFLyQGHYLYLHQGDV²ODSREODFLyQ
FUHFLyHQPLOORQHVDSUR[LPDGDPHQW H²\GHLQVWDODFLRQHVGHWRGRWLSR
Una mayor población, la producción masiva de nuevos artículos y las ven-
tas a crédito, incrementaron el consumo interno. El comercio exterior tam-
bién creció fuertemente.
352
cultura redujo la población del campo y provocó el continuo traslado hacia
las ciudades. Disminuyó la pequeña producción y los pequeños negocios
de todo tipo, tradicionales en el país, pero se mantuvo un importante nú-
mero de personas vinculadas a est os menest eres.
353
condenó la guerra impuesta por los Estados Unidos a Viet Nam, así como la
intervención norteamericana en Santo Domingo, en 1965, y su injerencia en
el M edio Oriente. El Gobierno gaullista se esforzó por fortalecer la posición
europea y contrarrestar la influencia de los Estados Unidos en la región.
En el contexto de esa política, en 1967, Francia se retiró de la es truct ura
militar de la OTAN y creó sus propias fuerzas nucleares independientes.
Asimismo, Francia mantuvo su negativa al ingreso de Inglaterra al M erca-
do Común, dadas sus relaciones especiales con los Est ados Unidos.
354
Mayo de 1968 en P arí s. La pr otesta e studian til sacu dió a mu chos paí ses,
pero tuvo su epic entro en la capital franc esa.
355
La recesión de 1973 se inició en Francia un poco más tarde, en el tercer
trimestre de 1974, aunque con anuncios parciales anteriores, reflejados en
la disminución de las invers iones y el cons umo. M ás que en otros países
europeos, Francia sufrió lo que puede denominars e una «crisis importa-
da», dado que el índice de dependencia energética de la economía era
ent onces de un 75 %-80 %. El alza del precio del pet róleo significó una
reducción de la riqueza nacional en más de un 5 % del P IB. El result ado
arrojó una degradación de los términos de intercambio, un aumento de la
inflación y la reducción del crecimiento, cuya media pas ó del 5,5 % en el
período 1960-1973 al 2,8 % en 1974-1980. Ap areció el p aro, que alcan-
zó pronto a un 5 % de la población laboralmente activa, y comenzó la
degradación de los niveles de vida de los trabajadores
356
emprendió un importante programa de relanzamiento de la economía y de
reformas económico-sociales , entre las que figuraron la abolición de la
pena de muerte, mayores libertades públicas, la abolición de la discrimina-
ción de la mujer y de la homosexualidad, el aumento de los s alarios más
bajos, la construcción de viviendas populares, el incremento de las inver-
siones en el sector estatal y la ayuda a los pequeños y medianos empresa-
rios, la creación de más empleos públicos, la disminución de la jornada
laboral has ta 39 horas a la semana, la reducción de la edad de jubilación a
65 años, as í como la nacionalización de los cinco may ores grupos indus-
triales y de la mayoría de los bancos privados.
357
Debe destacarse que, a partir de est as elecciones , se verificó un ráp ido
crecimiento del ultraderechista Part ido F rent e Nacional, liderado por el
bretón Jean-M arie Le Pen, fuerza fundada en 1972 pero que has ta media-
dos de los ochenta fue apenas un grupúsculo de extremist as exaltados. El
Frente Nacional supo sacar progresivamente provecho del sentimiento de
inseguridad generado por el desempleo y el paulatino desmontaje del sis-
tema de bienes tar general, así como del desgaste de los part idos políticos
tradicionales. Con una demagogia populis ta y nacionalista, el Frent e Na-
cional logró un significativo resultado en las legislativas de 1993 y en las de
1997 obt uvo cerca del 15 % de los votos . La clientela de es te partido ha
estado const ituida, fundamentalmente, por desempleados, en especial jó-
venes. U na parte considerable de sus votos fueron obtenidos a costa de
los comunistas y socialistas.
358
ciales de 1995 dieron el triunfo a Chirac, quien continuaría al frente del
país por más de diez años. Sin embargo, dos años más tarde, un Part ido
Socialista renovado y con la promesa de trabajar por una «Europa más
social y menos técnica», logró, junto a otras fuerzas de izquierda, una clara
mayoría parlamentaria. En correspondencia con ello, desde junio de 1997,
el presidente Chirac tuvo que cohabit ar con el gobierno de Lionel J ospín,
integrado p or los socialistas y otros partidos de la izquierda francesa, lo
que no significó, sin embargo, un cambio notable en la orientación econó-
mica y social del país hasta el momento de inaugurars e el siglo XXI.
En resumen, en el último tercio del pas ado siglo XX, la economía francesa
duplicó s u volumen en relación con los primeros veinticinco años de pos-
guerra. Pero el rit mo de crecimient o del Producto Interno Bruto (PIB),
comp arando ambos períodos, s e redujo de un 5,5 % a un 2 % como p ro-
medio anual. Por ot ra p arte, se pas ó del pleno empleo, vigente durante
casi dos décadas, a un desemp leo crónico y masivo; al mismo tiempo que
el crecimiento anual de los salarios dis minuyó de un 11 % al 2,5 % y se
limitaron considerablemente las prestaciones y servicios sociales, todo lo
cual golpeó con dureza las condiciones de vida de los trabajadores y au-
ment ó las desigualdades en la sociedad, generando tensiones e inestabili-
dad. Las condiciones políticas y sociales imperantes en estos años, al igual
TXHHQRWURVPXFKRVSDtVHVHXURSHRV²UHFRUGDUORV FDVRVGH,WDOLD$OH
PDQLD$ XVWULDHWF²KDQIRUWDOHFLGRODEHOLJHUDQFLDGHODH[WUHPDGHUH
cha, que a menudo nos recuerda con sus acciones vandálicas la vigencia
de las nefast as ideas del fascismo.
En cuanto a la política ext erior, aunque Francia ha mant enido las bases
est ablecidas por De Gaulle, es decir, la no part icipación en la estruct ura
militar de la OTAN y la autonomía nuclear y sostiene posiciones indepen-
GLHQWHVHQUHODFLyQFRQDOJXQRVSUREOHPDVLQWHUQDFLRQDOHV±SDUWLFXODUPHQ
WHHQORUHIHULGRDOFRQIOLFW RiUDEHLVUDHOt²V HREVHUYDHQORV~OWLPRVDxRV
XQDPDUFDGDWHQGHQFLDDODFRLQFLGHQFLD²HQORIXQGDPHQWDO²FRQRWUDV
grandes pot encias europeas y con los Est ados Unidos. Ello se puso de
manifiesto en la guerra desatada contra Yugoslavia en la primavera de 1999
y más recientemente en el apoyo a la cruzada antiterrorista de Washington,
que ha conducido a la participación directa de los frances es en la irracional
guerra contra Afganistán.
359
Al emania
360
bernó a la RFA hasta 1963. El Parti-
do Socialdemócrata, segunda fuerza
política, quedó en la oposición. M ás
que a la recuperación económica del
país, de la que se ocupó Ludwig
(UKDUG²PLQLVWURGH(FRQRPtD²
Adenauer se consagró a la p olít ica
exterior, con el objetivo de rehabili-
tar a Alemania como gran nación en
es trecha alianza con los Es tados
Unidos y el Pacto Atlántico. Aun-
que en est e p eríodo A lemania se
convirtió en una importante p oten-
cia económica, como veremos más
adelante, su p eso político era limi-
tado y dependía abs olut amente de
los nort eamericanos . Tal como se
decía entonces , «al no poder tener Konrad Adenauer. Católico y conservador
en extremo, se distinguió por su hostilidad
a Berlín como capital, la RFA ha ele- hacia las ideas progre sistas dentro y fuera
gido otra, Washingt on». Alemania del país.
Occidental se integró a la «guerra
fría» y se convirtió en el principal aliado de los Es tados Unidos en Euro-
pa. Con la ayuda del O ccidente, Adenauer p ensaba lograr sus propós i-
tos : absorber la «zona» como calificaba a la RDA, modificar las fronte-
ras de posguerra y recuperar el p apel de Alemania en la p olítica europea
y mundial.
361
integrado al sistema de defensa atlántica. Poco después, en mayo de 1955, la
República Federal deAlemania ingresó en la OTAN. En la práctica, Alemania
Occidental lograba de esta forma contar con sus propias fuerzas armadas.
En el propio año 1955 se estableció el Servicio M ilitar Obligatorio en el
país.
362
yar que la Socialdemocracia, a pesar de su opos ición al régimen de
Adenauer, mantuvo una actitud abiertamente anticomunista, que le hizo el
juego al viejo canciller.
363
a la industria pedidos colosales y facilitó el restablecimiento de las posicio-
nes anteriores en el mercado mundial. La industria germanoccidental pudo
res ponder a la demanda mundial, exagerada p or el rearme, y escapó a la
inflación que invadía a otros países. A la aceleración del desarrollo econó-
mico contribuyó también la necesidad de superar las desproporciones sur-
gidas con la división del país . El ininterrumpido auge se vio favorecido,
además, por la integración de la RFA al mercado común del carbón y el
acero, desde principios de los cincuent a, y al mercado común europeo, a
partir de 1957, si bien esta unión haría más sensible la economía alemana a la
coyuntura internacional.
En 1963, la «era de Adenauer» tocó a s u fin. La rígida act itud del «duro
.RQUDGªHQXQPXQGRFDGDYH] PiV FDPELDQWH²V XREVHVLyQS RUFRQ
WDUFRQHODUPDDW yPLFDS UHRFXSyLQFOXVRDVXVDOLDGRV ²ODVULYDOLGDGHV
dentro de la CDU p or la sucesión del envejecido canciller y un escánda-
lo por corrup ción que envolvió, entre otros, al reaccionario político
364
bávaro Josef Straus, jefe de la aliada Unión Social Cristiana (USC) y mi-
nistro del Gobierno, determinaron la caída del «patriarca de la guerra fría».
Lo sustituyó Ludwig Erhard, a quien se le atribuían los éxitos de la econo-
mía. En el orden exterior, Erhard combinó un lenguaje moderado y las
amenazas, lo que se tradujo en ciert os int entos de negociar con la U RSS;
al mismo tiempo que se mantenía la exigencia de rect ificar las fronteras de
posguerra y se t rataba de intimidar a la RDA, Polonia y Checoslovaquia.
En lo interno, Erhard apenas modificó la política de mano dura de su prede-
cesor. En 1966, en ocasión de una ligera recesión económica, la coalición
de la CDU con el Partido Liberal se rompió y la p ropia CDU p reparó la
caída del canciller, que fue obligado a dimitir.
365
aquel movimient o, que reclamaba la democratización de la enseñanza, la
amnistía para presos políticos, el cese del armamentismo, el acercamiento
al Este y la condena a la guerra de Viet Nam, fue la de conseguir la ap ro-
bación de leyes extraordinarias, que lo facultaban p ara tomar medidas de
excepción como el estado de emergencia. Pero a la pos tre las masivas
protestas tuvieron importantes repercusiones en la vida interna del país y
en su proyección exterior.
La Ostpolitik desencadenó una aguda lucha política, pues las fuerzas dere-
chist as (CDU, USC y P ND) se op usieron a los acuerdos firmados p or el
gobierno y, tras un voto de censura en el Parlamento, lograron la convoca-
toria a elecciones anticipadas. Éstas tuvieron lugar en noviembre de 1972
y representaron un gran triunfo p ara socialdemócrat as y liberales, que a
partir de ese momento contaron con una mayoría más sólida en el Bundestag.
Los res ultados electorales corroboraron el mayoritario respaldo de la po-
blación al rumbo emprendido por Willy Brandt, quien se mantuvo como
canciller hasta 1974.
366
El cancill er Willy Brandt (der echa) en uno de sus encuentros
con el líder soviético Leonid Breznev.
367
período de recuperación fue interrump ido en 1979, con la depresión origi-
nada por la nueva alza del precio del pet róleo, que tuvo nefastas conse-
cuencias en Alemania, muy dependiente entonces del hidrocarburo. Entre
1979 y 1982, la media del crecimient o del PIB des cendió al 0,2 %, se
paralizaron totalmente las inversiones y el desempleo superó el 7 % como
promedio anual. Aunque se mantuvieron, en lo fundamental, las prestacio-
nes s ociales, la depres ión deterioró notablemente las condiciones de vida
de los trabajadores, al mismo tiempo que reforzó la oposición de los em-
presarios a la política gubernamental.
Los sectores más beneficiados con la reanimación fueron las industrias del
aut omóvil, la mecánica-eléctrica y la química de base, cont rolados por
unos pocos monopolios: Siemens, AEG, BASF, Hoechst y Bayer. A prin-
cip ios de los noventa, estos sect ores empleaban a una cuart a parte de la
mano de obra y aportaban el 50 % de las exp ortaciones indus triales del
país. La s uperioridad alemana en el dominio de la mecánica era y continúa
siendo patent e. El desarrollo de la competencia internacional la ha llevado
a especializarse en productos de alta tecnología, productos poco sensibles a
los precios, en los que la calidad y la técnica son los elementos determi-
nantes. La industria automotriz, con el tercer lugar mundial, impone igual-
mente s u excelencia. En cuanto a la industria química, fue el sector más
368
dinámico del país en términos de esfuerzos y resultados de investigación-
des arrollo durante la década de los ochenta.
369
TXHVHSHQVyDOSULQFLSLRS ODQWHDURQVHULRVS UREOHPDVHFRQyPLFRV²\
también p olíticos debido, entre otras razones, a la discriminación de los
DOHPDQHVGHO(V WH²ORTXHDJUDYyODV FRQVHFXHQFLDVGHODUHFHVLyQGH
1993. La reces ión fue breve, pero en el referido año 1993 el PIB regis tró
un crecimiento negativo del 1,1 %, lo que generó un notable incremento
del desemp leo y de la inflación. En 1994 s e produjo una recup eración, y
se alcanzó un crecimiento del 2,9 %, pero esta recuperación fue, con mu-
cho, la más corta que Alemania ha conocido desde la culminación de la
Segunda Guerra M undial. En efecto, los años 1995 y 1996 est uvieron
caracterizados por un nuevo proceso recesivo, que redujo el crecimiento
del PIB a un 1,4 % como promedio. A comienzos de 1996, existían casi
cinco millones de desempleados y la empresa más grande del p aís, la
Daimler-Benz, anunció pérdidas cercanas a los 6 000 millones de marcos.
En esta crisis fue evidente el peso de los territorios del Este aún no recon-
vertidos totalmente, pero ella puso t ambién de manifiesto el desgas te del
famoso modelo neoliberal de la economía social de mercado.
370
personas se manifestaron contra el programa gubernament al. En muchos
lugares las protestas tuvieron un carácter violento, como ocurrió en el caso de
las protagonizadas por los mineros de Bonn, durante varios momentos
de 1997. El profundo malestar generado por las medidas de ajuste influyó
decisivamente en el triunfo alcanzado en 1998 por el Partido Socialdemó-
crata, que se mantendría en el poder en alianza con los Verdes durante
varios años . Como en Inglaterra y en Francia, el retorno de la iz quierda
repres entaba la esperanza de la mayoría de la población en un cambio del
modelo económico y social imperante, esperanza que no se ha justificado
con posterioridad. Por el contrario, la situación socio-económica del país
se comp licó al comenzar el nuevo siglo, debido a la des aceleración econó-
mica mundial claramente expresada des de mediados de 2001.
Ital i a
Al terminar la guerra Italia estaba ocupada por las tropas occidentales, que
se mantendrían en el país has ta después de la firma del tratado de paz en
1947. Pero en julio de 1945 el Comité de Liberación Nacional constituyó un
Gobierno Provisional, integrado por las fuerzas de la resistencia, entre ellas
los comunistas y socialistas. A mediados de 1946, tras un referéndum orga-
nizado por dicho gobierno, se proclamó la república. P osteriormente, se
371
convocó a elecciones generales , en las que la mayoría de los italianos vo-
taron p or tres part idos destinados a convertirse en los elementos básicos
de la vida política del país: la Democracia Cristiana (DC), estrechamente
vinculada al Vaticano, el Partido Comunista (PCI) y el Partido Socialista
(PSI). Estos tres part idos controlaron durante muchos años el mayor nú-
mero de puestos parlamentarios y por consiguiente el paisaje político cam-
bió muy poco.
372
desataron una feroz campaña anticomunista, al mismo tiempo que se pasa-
ba p or alto el oscuro pasado de muchas pers onas vinculadas al gobierno.
Como en Francia, se aprobó el sistema electoral mayorit ario para perjudi-
car al P artido Comunista. No obstante, éste continuó siendo una fuerza
política de considerable influencia. El de Italia llegó a contar con cerca de
dos millones de militant es y era el mayor Part ido Comunista de todo el
mundo, excluyendo a los países socialistas.
Hasta los años setenta, todos los gobiernos de Italia estuvieron presididos
SRUOD' HPRFUDFLD&ULV WLDQD&RQGLYHUVDVFRUULHQW HVHQVXVHQR±DOJXQDV
IXHUWHPHQWHFRQVHUYDGRUDVSHURRWUDVVRFLDOL]DQWHV²HOSURORQJDGR
liderazgo de la DC se explica, sobre t odo, por el apoy o de la Iglesia. Para
excluir a los comunistas, durant e todo est e período, la DC buscó la coali-
ción con otros partidos próximos: en su derecha con el Partido Liberal, en
su izquierda con el Partido Republicano o con el Partido Socialdemócrata.
La exclusión del poder de un partido fuerte como el comunist a (segundo
desde mediados de los cincuenta) determinó, en gran medida, la inestabili-
dad de los gobiernos italianos de la posguerra. En la etapa que comentamos,
hasta finales de los noventa, hubo en Italia más de cincuenta gobiernos.
373
ramas de la petroquímica, la electrónica y la de automatización y s e reno-
varon y fortalecieron la siderurgica, la automotriz y otras. La fuente para la
renovación del capital fueron los fondos de los monopolios , los recursos
aportados por el Estado, las inversiones extranjeras y la ay uda del P lan
M arshall. El aument o de la demanda p rovocado por la guerra de Corea
fue también un factor importante en el despegue inicial. La entrada del país
a la Comunidad Económica del Carbón y el Acero (1950) y a la Comuni-
dad Económica Europea (1957), creó una coyuntura favorable para varias
ramas industriales con may or cap acidad de competencia que sus iguales
de otros países, debido a menores gastos en salarios. El descubrimiento de
gas metano y de petróleo fue de gran importancia para potenciar el desarrollo
LQGXVWULDODXQTXHHQPDWHULDGHHQHUJtDVHFRQVROLGyODYDULDQWH²LQLFLDGD
en el s iglo XI X²GHODVSODQWDVKLGURHOpFWULFDV $GHPiVHODXJHVHYLR
favorecido por el bajo nivel de gas tos en armamentos, y a que és tos co-
rrían, en su mayor part e, a cargo de la OTAN.
El crecimient o económico alcanzado por Italia durante esta et apa fue des-
igual. Se concentró básicamente en el centro y en el norte del país, regio-
nes tradicionalmente más desarrolladas . En el sur continuaron predomi-
nando arcaicas estructuras económicas, part icularmente en la agricultura,
lo que frenó el des arrollo en s u conjunt o. La población de las regiones
meridionales prosiguió emigrando masivamente hacia el norte en busca de
trabajo. Otros problemas difíciles de solventar fueron la inflación, debido
374
a la necesidad de sacrificar cada año una parte del valor de la lira p ara
garantizar la expans ión, y el incremento continuo de la deuda externa. A
todo ello hay que añadir los problemas del bandidísimo político crónico ²que
KDFRQWLQXDGRKDVW DQXHVWURVGtDV²FRPROD0 DILDVLFLOLDQDOD&DPRUUD
napolitana o la N* Dranghett a sarda. El mundo de la mafia y de la corrup-
ción política ha suministrado permanentement e temas a los escritores y
artistas italianos. Recuérdese en este sentido, entre otras muchas manifes-
taciones del fenómeno, la excelente película El caso Mattei (1973), del
consagrado director Francesco Rosi.
El auge de los «años dorados» report ó grandes beneficios para los mono-
polios italianos. Grup os como la FIAT, M ontecat ini, Edis on y Olivetti
incrementaron enormemente sus ingresos. Al mismo tiempo, mejoró la si-
tuación general de los trabajadores como resultado de la disminución del
des empleo, los incrementos salariales y las medidas de seguridad social.
Pero éstos tuvieron que sostener una fuerte y permanente lucha para con-
quistar y mantener sus derechos. El momento más importante de esas lu-
chas tuvo lugar durante los años 1968 y 1969, cuando se vincularon a
otros movimientos sociales, al igual que ocurrió en diferent es países de
Europa y fuera de ella. Solamente en el llamado «otoño caliente» de 1969
se declararon en huelga más de 20 millones de p ersonas y el país quedó
prácticamente paralizado, a pesar de la división del movimiento sindical. El
«otoño caliente» representó importantes ventajas para los trabajadores e
influyó considerablemente en el curso posterior de la sociedad italiana. La
democratización de la enseñanza, las leyes que posteriormente aprobaron
el divorcio y el aborto, así como el mayor protagonismo de la mujer, nunca
hubieran sido posibles sin aquel movimiento.
El primer aument o del precio del petróleo, en 1973, afect ó a Italia mucho
más que a otros países europeos , debido a s u mayor dependencia del
mercado exterior para cubrir sus necesidades de energía. El encarecimien-
to del crudo representó para el país una disminución equivalente al 4 % del
PIB. La crisis de 1973-1975 fue, en consecuencia, particularmente difícil
para It alia. En esos años, descendieron las inversiones y la producción
industrial en casi un 15 %; mientras creció bruscamente el desempleo, prác-
ticamente inexistente con anterioridad, y también la inflación, que en 1975
llegó al 25 %. Además, apareció el fenómeno de la deuda externa, cuyo
375
volumen se aproximó a los 45 000 millones de dólares , hacia fines de la
década. La situación de estos años fue calificada p or los expert os como
«decadencia incurable» de la economía.
(OFUHFLPLHQWRGHORVRFKHQWD²DOUHGHGRUGHXQFRPRSURPHGLR²GHEH
mucho a la llamada economía sumergida, que en aquella época repres en-
taba más del 20 % del PIB y ocupaba a casi siete millones de personas. La
inmensa mayoría de est as personas se quedaron sin empleo o no podían
obt enerlo, debido al amplio proceso de reestructuración que afectó a las
empresas industriales grandes y medias. Dicho proceso lo comenzó el con-
sorcio FIAT con un drás tico recorte de fuerz a de trabajo y con la int ro-
ducción de la robótica en sus empresas, disminuyendo la ocupación pero
aumentando la p roductividad. En 1986, cada obrero de la FIAT producía
30 aut omóviles diarios, mientras cinco años antes producía sólo 15. Este
tip o de reestructuración elimina más puestos de trabajo que los que se
crean en otros sect ores y está relacionada con la crisis de los sindicat os,
que ya no p ueden oponerse a políticas de tal naturaleza. El fenómeno ha
sido general en t odo el mundo desarrollado. Los sindicatos han ido p er-
diendo fuerza y cap acidad contractual a causa de la contracción de las
DFWLYLGDGHVPDQXIDFWXUHUDV²ODGHVLQGXVWULDOL]DFLyQ²\HOSDVRGHODIXHU]D
de trabajo al sect or terciario.
376
A diferencia de los casos estudiados con ant erioridad, en Italia el Es tado
retuvo el sector público de la economía. Pero en la p ráctica, la existencia
de este sector ha servido para facilitar el p roceso de reestructuración o
racionalización de la empres a privada. El gobierno continuó subvencio-
QDQGR²VLQPRGHUQL]DU²DODLQGXVWULDHVWDWDOHQSDUWLFXODUODVLGHU~UJL
ca, que perdía millones cada año, pero retenía una parte de la fuerza de
trabajo y contribuía así a amortiguar las consecuencias económicas y polí-
ticas del desempleo generado por el sect or p rivado. Con todo, el índice
GHOSDURVHPDQWXYRDOWR²HQWUHHO\HO²GXUDQW HHOSHUtRGRGH
crecimiento.
El 1993 fue un año difícil p ara la economía it aliana. Al igual que en A le-
mania, la recesión fue corta pero p rovocó un crecimient o negativo del
PIB (-1,2 %) con sus corres pondientes cons ecuencias. La relativa recu-
peración que le siguió fue también breve, p ues en 1996 se p rodujo otro
proceso recesivo que p rácticamente anuló el crecimiento durante ese año.
Con pos terioridad, tuvo lugar una reanimación que, hast a fines de los no-
venta, ap enas p udo sobrepasar el 2 % de increment o del PIB. El paro se
mantuvo alt o durante est a década, lo que ha incrementado la actividad
económica informal, sumergida, que en la actualidad sup era el 25 % del
PIB. A ello ha contribuido también la ofensiva contra las prestaciones so-
ciales, que se viene realizando desde hace varios años.
En los as pectos políticos y sociales, Italia ha vivido en los últ imos años
acontecimientos dramáticos.Así, por ejemplo, la investigación «manos lim-
SLDV ª²ODQ]DGDHQ0 LOiQHQIHEUHURGH²TXHVHH[WHQGLyUiS LGD
mente por todo el país, representó el golpe de gracia a un régimen político
inestable. Los jueces sacaron a la luz la corrupción generalizada del siste-
ma de partidos . En efect o, los magistrados demostraron la degeneración
de un sis tema cómplice de la corrupción de unos p olíticos que contaban
con el apoyo de los hombres de negocios. La detención y p rocesamiento
de importantes industriales y financieros, como los presidentes de las em-
presas estatales IRI y ENI, así como de altos dirigentes de la FIAT, descu-
brió parcialmente el amplio fenómeno de la corrupción. En pocos meses,
más de un 10 % de los parlamentarios fueron inves tigados, entre ellos
políticos tan eminentes como Bettino Craxi, antiguo Primer M inistro y Se-
cretario General del Partido Socialis ta has ta 1992, que se convirtió en la
encarnación de la corrup ción política italiana.
377
Una parte import ante de los casos de corrupción regist rados han es tado
relacionados , en cada part ido, con la pérdida de las bas es sociales e ideo-
lógicas de sus orígenes; es decir, los incentivos ideológicos han s ido susti-
tuidos por el ofrecimiento de incentivos mat eriales a los miembros más
destacados. El «clientelismo» y el avance de objetivos puramente materia-
les y pragmáticos en una parte importante de la clase política han ido trans-
formando los propios partidos y convirtiéndolos en instrumentos para ob-
tener ventajas materiales y políticas. Se fue entrando en contacto con
organizaciones como la M afia, que se introducen en algunos partidos, es-
tableciéndose una relación mediante la cual el crimen organizado ofrece
vot os, prot ección, recursos y violencia, a cambio de que los políticos
corrupt os utilicen el poder «legal» para proteger y fortalecer a las organi-
zaciones ilegales y criminales. En 1993, la Comisión Parlamentaria A nti-
M afia llamaba la atención acerca de cómo en algunas zonas del país se
había desarrollado un microsistema mafioso, que envolvía la vida diaria de
los ciudadanos de una forma tan opresiva y tan profunda, que ningún dere-
cho civil podía ya ser ejercido sin la mediación de la M afia.
Dos años más tarde, en abril de 1996, la sit uación volvió a cambiar. Una
coalición de centro-izquierda, El Olivo, liderada por el economista católi-
378
co de izquierda Romano Prodi, consiguió una notable victoria. El fracaso
de Berlusconi se debió al temor s uscit ado p or la fuerza que tomaron los
neofascistas en el gobierno, así como por las amenazas separatistas de la
/LJD1RUWH²SUHWHQGtDFRQYHUWLUHQ(VWDGRLQGHSHQGLHQWHOD]RQDVHSWHQ
WULRQDO\PiVGHVDUUROODGDGHOSDtV²\SRUHOHVFiQGDORGHFRUUXSFLyQTXH
envolvió a varios ejecutivos del consorcio Fininvest, propiedad del Primer
M inistro. Sin embargo, la profunda crisis del sistema p olítico italiano se
puso nuevamente de manifiesto con el retorno de Berlusconi, quien inau-
guró el recién comenz ado siglo al frente del gobierno. La brutal represión
contra los manifestantes antiglobaliz ación en Génova, en ocas ión de la re-
unión del Grupo de los Siet e más Rusia, a mediados del año 2001, fue una
elocuente carta de presentación del nuevo premier.
El nacimiento del Benelux tuvo lugar en 1943, en Londres, donde los go-
biernos en el exilio de Bélgica, Luxemburgo y los Países Bajos (Holanda)
acordaron la creación de una unión económica duradera para poder re-
afirmarse frent e a las grandes p otencias. Los tres países part ían del su-
puesto que, al acabar la guerra, tendrían que emp ezar más o menos de
379
cero. Sin embargo, la ocupación alemana de Holanda duró ocho meses
más y quedó más destruida. Las economías de Bélgica y Luxemburgo, que
no habían sufrido tant o durante el conflicto, ya estaban en esa época en
proceso de reconstrucción. Estas diferencias provocaron que, sobre todo,
los gobiernos de Bélgica y de H olanda acudieran a diferentes políticas
económicas. En el caso de Bélgica la economía de posguerra estuvo total-
mente determinada por el mercado; en tanto que el gobierno holandés de-
bió recurrir a un amplio intervensionismo del Estado. Con ello se profundi-
zaron las diferencias entre las dos economías y se hizo más lento el proceso
de unión económica, que no obstante propició en 1948 la eliminación de
las fronteras aduaneras y el establecimiento de tarifas uniformes. En 1960
la Unión Económica del Benelux s e hizo op erativa, es tableciéndose el
libre movimiento de personas, capitales y s ervicios entre los tres Es ta-
dos . En materia de p olítica exterior, los t res países s e vincularon decidi-
damente al bloque occidental, se acogieron a los beneficios del Plan
M arshall, que fue importante para el despegue económico, y se incorpo-
raron a la O TAN. Al mismo t iempo, fueron fundadores junt o a Francia,
It alia y la RFA de la Comunidad Económica del Carbón y el Acero y de
la Comunidad Económica Europea. Pero a p esar de la unanimidad en
cuanto a alianzas y cooperación económica cada uno tenía s us p ropios
problemas e intereses.
(Q%pOJLFDODUHFXSHUDFLyQHFRQyPLFDIXHSDUWLFXODUPHQWHUiSLGD²DILQDOHV
GHUHVWDEOHFLyORVQLYHOHVS UHEpOLFRV²HQFDPELRODVLWXDFLyQSROtWLFD
fue mucha más compleja, gracias a la inestabilidad y a las recurrentes tensio-
nes creadas en una primera fase por el inicial rechaz o de la resistencia a
GHYROYHUODVDUPDV\SRUODPDJQLWXGGHODGHSXUDFLyQ²IXHURQHQMXLFLDGRV
XQRVPLOFRODERUDFLRQLVWDV²(QXQDVHJXQGDIDVHPiVSURORQJDGDODV
dificultades políticas se manifestaron en torno al problema de la institución
monárquica y de la persona del rey o de la cuestión étnica, el conflicto entre
los valones, francófonos anticlericales, de un lado; y flamencos, católicos y
conservadores, del otro. Leopoldo III, acusado de haberse rendido a los
alemanes, de haber colaborado con ellos durante la ocupación y de haber
contraído segundas nupcias en un momento inoportuno, fue obligado a abdi-
car en 1951 a favor de su hijo Balduino, después de un largo y desestabilizador
HQIUHQWDPLHQWRHQHOFXDOHOWHPDLQVWLWXFLRQDOVHPH]FOyFRQHOpWQLFR²ORV
flamencos eran partidarios del rey y los valones contrarios.
380
En las elecciones de 1946, primeras
de la p osguerra, el Partido Social En Bélgica conviven los flamen-
cos (60 %) que hablan neerlandés,
Cristiano se afirmó como la princi- los valones (cerca del 40 %) que
pal fuerza política, seguido por los hablan francés y una pequeña
socialis tas, los comunis tas y los li- porción de germanos. Los histó-
berales . También en Bélgica, como ricos conflictos étnico-religiosos
en Francia y en Italia, las elecciones de las principales comunidades,
trataron de amortiguarse con un
de 1946 llevaron a la formación de régimen federal que terminó de
un gobierno de coalición con la par- edificarse en 1993. Está integrado
ticipación de t odos los p art idos por tres gobiernos: uno flamen-
antifascistas, incluidos los comunis- co, otro valón y otro para Bruse-
tas , que se mantuvieron en el gabi- las donde s e mezcl an ambas
etnias.
net e has ta mayo de 1947. Desp ués
de 1951, una vez resuelto el proble-
ma de la s ucesión en el trono, Bélgica disfrutó de estabilidad política, sólo
perturbada por las repercus iones de su repudiada intervención en la ex
colonia del Congo, a principios del 60, y por las diferencias étnicas y reli-
giosas, que a la pos tre determinarían la adopción de un régimen de auto-
QRPtDSDUDODVGRVSULQFLSDOHVFRPXQLGDGHV²IODPHQFRV\YDORQHV²TXH
conviven en el país . A part ir de 1951 y por un largo tiempo gobernó el
Partido Social Cristiano, solo o en coalición con otras fuerzas. Durante las
siguientes dos décadas, la s ituación económica del país fue floreciente,
con una tasa anual de crecimiento cercana al 5 % como promedio, lo que
permitió el mejoramient o de las condiciones de la p oblación y la estabili-
dad social.
381
que en Bélgica, las primeras elecciones dieron la victoria a los p artidos
católicos, con el Partido Popular Católico (KUP ) a la cabeza, seguido de
socialistas y comunistas, pero éstos últimos no llegaron a formar parte del
gobierno. D urante más de quince años gobernó una coalición de social-
cristianos y socialistas. La economía holandesa se fue recuperando progresi-
vamente y desde principios de los cincuenta logró un crecimiento más o menos
sostenido, alcanzando una tasa anual promedio de un 4,8 % hasta 1973.
Durante las tres décadas que siguieron al fin de la Segunda Guerra M undial,
los pequeños países del Benelux estrecharon sus vínculos económicos y al-
canzaron un alto grado de indus trialización, convirtiéndose en grandes
exportadores de hierro y acero, maquinarias y equipos, barcos, productos
químicos, artículos elect rónicos y otros. Al mismo tiempo, la actividad
agropecuaria, cada vez más tecnificada, experimentó un notable incremento,
lo que determinó que estos países mantuvieran su condición de tradiciona-
les exportadores de importantes alimentos, en particular ganado y deriva-
dos de la leche. También creció el sector de los servicios, experimentando
un aument o not able la act ividad turís tica. El desarrollo de aquellos años
provocó allí, al igual que en el resto de Europa occidental, un incremento
de la concentración y centralización de la producción y los capitales, con
el cons iguiente fortalecimiento de los monopolios. Por ejemplo, la indus-
382
tria pesada belga estaba controlada p or seis grandes truts; mientras con-
sorcios holandeses como Royal Deutsch Shell, Junilever y Phillips se con-
virtieron en gigantes mundiales. Pero, paralelamente, los gobiernos aplica-
ron vas tos programas sociales, lo que unido al pleno empleo mejoró
not ablement e la sit uación de los trabajadores y garantizó la estabilidad
social.
Austria
383
Nacional: Part ido Popular, Part ido
La ocupación en Austria se man-
Socialista y Partido Comunista. Des-
tuvo has ta 1955 debido a múlti-
pués que los comunistas salieron de
ples problemas (definici ones so-
bre las propiedades al emanas,la coalición, en 1947, se des arrolló
un sistema proporcional específico
delim itación de front eras con
Yugoslavia, etc.) y debido tam-
de Aus tria, que se prolongaría hasta
bién a que la cuestión austriaca
finales de los años sesent a. D e
estaba s ometida a las reglas del
juego de la guerra fría. acuerdo con dicho sist ema el Parti-
do Popular designaba al canciller y
el Partido Socialista al vicecanciller.
Entre 1970 y 1999 gobernaron los socialistas en alianza con otros partidos
y posteriormente han predominado las fuerzas conservadoras.
384
en el crecimiento económico de Aust ria desempeñaron un importante pa-
pel el aporte del P lan M arshall y los créditos norteamericanos, que juntos
repres entaron más de 1 600 millones de dólares , así como las inversiones
extranjeras, part icularmente germanoccidentales y estadounidenses.
En el último tercio del siglo XX, Austria se confirmó como un país desarro-
llado, aunque con un alto comp onente del s ector terciario en su economía
debido, fundamentalmente, al p eso del t urismo y con un descens o en el
rit mo de crecimient o en comparación con los 30 años que siguieron a la
guerra. Desde los años 80 y, sobre todo, en los 90, Austria abrazó la política
económica neoliberal, que condujo a un programa de privatizaciones del
fuerte s ector estatal y a la disminución progresiva de las ventajas sociales
imp erant es con ant erioridad, lo que ocasionaría fuertes protestas de los
trabajadores y tensiones políticas.
385
principal de su economía. La transición hacia la normalidad económica en
ambos cas os fue bastante rápida y no p resent ó may ores dificultades, lo
que favoreció el crecimiento sostenido de los siguientes veinte años. Tam-
poco en la vida p olítica se manifest aron situaciones de rupt ura; es más,
volvió a confirmarse la cont inuidad de las ins tituciones y de las alianzas
políticas de preguerra. La monarquía danesa, que permaneció en el p aís
durante la ocupación, mantuvo una conduct a imp ecable res pect o de los
ocupantes . A p esar de que en las elecciones de 1945 la socialdemocracia
se estableció como el partido más fuert e (32,8 % de los votos) y que los
comunistas obtuvieron buenos resultados (12,5 %), el primer gobierno fue
regido por una coalición de liberales y conservadores, que se mantuvo en
el poder has ta 1953, cuando se inició un largo reinado de la socialdemo-
cracia. También en Noruega la monarquía, que había permanecido en el
exilio de Londres, fue confirmada en el trono. Los socialdemócratas, que
en las primeras elecciones recibieron el 41 % de los vot os, quedaron al
frente del gobierno, donde se mantendrían en solitario durante más de veinte
años. Tanto Dinamarca como Noruega, al igual que Islandia, s e incorpora-
ron al Pacto Atlántico desde su creación, aunque se mantuvieron al margen
del proyecto integracionista europeo, por lo menos hasta principios de los
setenta.
386
En Suecia, donde s e conservó el régimen monárquico, la socialdemocracia
se mantuvo al frente del gobierno ininterrumpidamente desde comienzos
de la década de 1930 hasta 1976. Suecia se benefició amp liamente con la
guerra, en el plano económico, ya que tuvo relaciones con los dos bloques
beligerantes, pero sobre todo con Alemania. Los partidos del antifascismo
europeo y en particular los de izquierda, no dejaron de reprochar a Suecia
su colaboración e incluso ciertas simpat ías respecto a los alemanes en la
opinión pública. Pero en la pos guerra, el p aís logró buenas relaciones con
el Occidente y también con la U RSS, con la que la indus tria sueca inició
una imp ortante coop eración económica. Sin abandonar su neutralidad,
Suecia mantuvo una activa política exterior, prestando su colaboración para
solucionar múltiples conflictos . Su proyección exterior ha sido de signo
progresista y con cierta vocación tercermundista, particularmente durante
el período del Primer M inistro Olof P alme. Suecia s e opuso a la interven-
ción norteamericana en Viet Nam, condenó el régimen del apart heid en
África del Sur y rechazó las dictaduras militares de Sudamérica, abriendo
las puert as del país a los exiliados de es a región.
Olof Palme
387
algunos se convirt ieron en grandes exportadores de alimentos, como es el
cas o de D inamarca. Los Es tados nórdicos, en may or o menor medida en
cada uno de ellos , desempeñaron en este período un notable papel en la
regulación de sus respectivas economías. La intervención oficial, entre otros
fact ores, propició una mejor redis tribución de las riquezas, lo que se ex-
presó, por ejemplo, en la creación de uno de los sistemas de seguridad
social más avanzados del mundo. De tal manera, los países nórdicos se
caracterizaron durante estos años por una estabilidad social envidiable para
el resto de Europa.
Suiza
388
En este edificio, aorillas del lago Leman,se albergó la Sociedad de Naciones.
Hoy sirve de sedea múltiples eventos deNaciones Unidas.
de posguerra trajeron consigo un alto grado de pros peridad para los s ui-
zos, que no habían experimentado las destrucciones de la contienda y pu-
dieron aprovechar las dificultades provocadas en otros países. En los treinta
años que siguieron a la guerra, la economía del pequeño pero industrializado
país alpino conoció un ritmo promedio de crecimiento superior al 5 %
anual. En particular, se fortalecieron los servicios (actividades bancarias,
financieras y el turismo) y el comercio, que a principios de los setenta
repres entaban casi el 70 % de su producto interno bruto. En ese período,
Suiza disfrutó del pleno empleo y de un fuerte sistema de seguridad social, lo
que contribuyó al mantenimiento de la estabilidad política y social del país.
Con una población de unos siete millones de habitantes, Suiza ha manteni-
do en la posguerra el mayor ingreso p er cápit a del mundo.
389
de Suiza.Acogiéndose a esa condición,
En un pl ebiscito celebrado el 3
de marzo de 2002, un 54,6 % de la
Suiza no se incorporó al Plan M arshall
población se pronunció a favor ni participó en la OTAN, mantenién-
de la entrada de Suiza en la ONU.dose al margen de la política de los blo-
Una cons ulta similar había teni-ques rivales de la posguerra, así como
do una respuesta abrumadora- del proceso integracionista europeo.
mente negativa en 1986. Según
las autoridades, el ingreso en la
Por igual motivo, Suiz a tampoco se
incorporó a la ONU, aunque ha con-
ONU (sería el Estado 190) no afec-
tribuido con ella y es miembro de
tará los fundamentos de la políti-
ca del país. varias de s us agencias especializa-
das . Además , el territorio s uizo ha
servido hasta hoy de sede permanen-
te de varias ins tituciones de las Naciones Unidas. Ello se refiere, en par-
ticular, a la ciudad de Ginebra, donde funcionó la sede de la Liga de las
Naciones y hoy funcionan múltiples organismos internacionales.
'XUDQWHHOSHUtRGRTXHFRPHQWDPRV²\KDVWDQXHVWURVGtDV²HOHVFHQD
ULRSROtWLFRVXL]RKDHVWDGRGRPLQDGRSRUHO3DUWLGR6RFLDOLVWD²GHILOLD
FLyQVRFLDOGHPyFUDWD²HO5DGLFDO²DERJDS RUXQSRGHUIHGHUDOIXHUWH²\
HO'HPyFUDWD&ULVWLDQR²RSXHVWRDODFHQWUDOL]DFLyQGHOSRGHU²$ pesar
de sus diferencias programáticas, es tos p artidos, gobernando s olos o en
alianza entre ellos o con otras fuerzas, mantuvieron en la etapa una orien-
tación s imilar en cuanto a los problemas económicos y sociales; al mismo
tiempo que permanecieron intactos el federalismo y la neutralidad, valores
tradicionales que forman parte de la conciencia política suiza. Debe seña-
larse, sin embargo, que el proceso de derechización que ha tenido lugar en
Europa se ha expresado también en Suiza, donde el ultraderechista Partido
Popular ha ganado importante espacio y desde 1999 es tá representado en
el gobierno.
Greci a
/D5HS ~EOLFD+HOpQLFD²QRPEUHRILFLDOGH*UHFLD²IXHDEDQGRQDGDSRU
los alemanes en oct ubre de 1944. Tras la salida de los ocupantes y bajo el
patrocinio de los ingleses, que habían llegado a un acuerdo con Stalin para
390
que el país quedara bajo su influencia, se constituyó un gobierno de transi-
ción y poco después fue res taurada la monarquía. Pero el comunista Ejér-
cito Nacional Popular de Liberación, principal fuerza de res istencia a los
alemanes y con gran arraigo popular, se negó a deponer las armas, lo que
condujo a una sangrienta guerra civil que se prolongó hasta 1949. La guerrilla
comunista, que según el gobierno recibía ayuda de Albania, Bulgaria y Yu-
gos lavia, llegó a controlar cas i todo el país. Sólo la masiva ayuda de los
ingleses y cuando éstos no pudieron más, a partir de 1947, la de los norte-
DPHULFDQRV²'RFWULQD7UXPDQ²ORJUDUtDILQDOPHQWHVRIRFDUODUHEHOLyQ
El 16 de octubre de 1949, los rebeldes sus pendieron las operaciones con-
tra el gobierno, terminando así un conflicto que costó más de 75 mil vidas.
Durante la década del 50 y los primeros años de la década del 60, Grecia
fue gobernada p or las fuerzas de derecha de la Unión H elénica, que en
1956, al desaparecer su fundador, el mariscal de campo Alexandros
Pap agos , se transformó en la Unión N acional Radical, encabez ada por
Konstandinos Karamanlis . A pesar del rígido control y de las prácticas
rep resivas de los gobiernos conservadores de es te período, el p aís vivió
en una constante inestabilidad, p rovocada p or la creciente opos ición de
amplios sectores de la población. La situación reinante condujo finalmen-
te, en 1964, al triunfo de la Unión de Centro, agrupación de p artidos con
una posición centrista, fundada unos años antes por Georgios Papandreus,
quien se convirtió en primer ministro. Pero ello no puso fin a la inestabili-
dad, pues el gobierno de Pap andreus fue sometido a grandes presiones
por parte de sectores p olíticos de derecha, el ejército y el prop io rey.
Pap andreus se negó a una alianza con los comunistas y otras fuerzas de
izquierda y a la postre tuvo que renunciar. Posteriores intentos para conse-
guir la normalidad con gabinet es formados con la Unión Nacional Radical
fracasaron y ello determinó el golpe militar de abril de 1967, que dio inicio
al funesto «Régimen de los Coroneles», férrea dictadura que ensangrentó al
país durante varios años.
/DUHSXOVDLQWHUQDHLQWHUQDFLRQDO²*UHFLDIXHLQFOXVRH[SXOVDGDGHOD
Comisión de Derechos Humanos del Consejo de Europa, aunque mantuvo
VXFRQGLFLyQGHDOLDGDGHO2FFLGHQWH²REOLJyDODMXQWDPLOLWDUDIOH[LELOL]DU
sus posiciones. Después de 1970, se fueron restaurando algunos derechos
civiles y el 1 de junio de 1973 se p roclamó la república, se des ignó un
391
presidente civil y se promet ió la ce-
Chipre, disputada históricamen-
lebración de elecciones en 1974.
te por Grecia y Turquía, está ha-
Pero poco después , con el pret exto
bitada por una m ayoría de origen
griego y alrededor de un terciode que continuaban los desórdenes,
la junta despidió al presidente y res-
de origen turco, en el norte de la
Isla. Después de la independen-tableció la ley marcial. En ese con-
cia, alcanzada tras un difícil pro-
texto, t ratando con ello de explotar
ceso negoci ador ent re griegos,
el sentimiento nacionalista de la po-
turcos y los ocupantes británi-
blación y de desviar s u atención de
FRV±TXHDFRUGyODFUHDFLyQGHXQ
los problemas internos, los militares
JRELHUQRGH XQLGDGQDFLRQDO± VH
mantuvieron las aspiraciones depropiciaron un golpe en Chipre para
ambos pretendientes. A media- derrocar al arzobispo M akarios, pre-
dos de 1974, después del golpe sidente de la Isla desde que ésta re-
auspiciado por Grecia, los turcos
cibió su independencia de Inglaterra,
ocuparon el norte y est ablecie-
ron allí una república indepen-en agos to de 1960, e ins talar en el
diente. Dicho Estado no ha sidopoder a los partidarios de la unión
reconocido internacionalm ente,con Grecia. El golp e, s in embargo,
pero continúa existiendo y man-provocó la invasión de Turquía y la
tiene dividido al país hasta nues-
ocupación de un tercio del t erritorio
tros días. El problema chipriota
constituye hast a hoy motivo de
chipriota, lo que originó una crisis
permanente discordia entre Gre-que llevó a la caída de la junt a mili-
cia y Turquía. tar. Posteriormente y tras un fallido
intent o de restablecer la monarquía,
Grecia ha sido gobernada alternati-
vamente por los partidos conservadores y por el M ovimiento Socialista
Panhelénico (PASO K), fundado en los años 70 por Andreas Papandreus,
lográndose un mayor nivel de estabilidad, aunque las contradicciones con
Turquía en relación con Chipre se han mantenido y han creado serias per-
turbaciones.
392
EURGHODRUJDQL] DFLyQ²\ QRUHLQJUHVyDHOODKDV WD$YDQFHVHFR
nómicos más notables se han producido en Grecia posteriormente, tras su
ingreso, en 1981, en el proceso int egracionista europeo. Los fondos de
ayuda comunitaria contribuyeron al desarrollo de la industria y los servi-
cios , aunque el país siguió figurando entre los más pobres de Europa Occi-
dental.
393
diferent e. Franco se había impuesto t ras una larga y sangrienta guerra que
sensibiliz ó a la opinión pública internacional a favor de los republicanos y
su régimen era muy repudiado e incluso no era reconocido por muchos paí-
ses. Por ello los Estados Unidos y sus aliados tuvieron que acept ar el aisla-
miento internacional de Esp aña, aunque s u os tracismo comenzó a que-
brarse a p rincip ios de los cincuenta, cuando los imp erativos de la guerra
fría la fueron acercando al Occident e. En 1950 los Estados U nidos logra-
ron la derogación de la resolución de la ONU (1946) que proscribía al
régimen de Franco y en 1953 establecieron con él un convenio militar para
el establecimiento de bases militares norteamericanas en suelo es pañol. A
partir de entonces, el aislamiento internacional de Franco fue desapare-
ciendo progresivamente, aunque el repudio polít ico y moral se mantuvo
por un largo tiempo.
Al t erminar la guerra, Portugal cont inuaba s iendo unos de los países más
atrasados de Europa, poseía un desarrollo industrial incipiente y una agri-
cultura en la que predominaban arcaicas estructuras, muy fragmentada en
el norte y latifundiaria en el sur. Los recursos coloniales, como en España,
no habían sido utilizados para desarrollar el país. En los 25 años siguientes
al conflicto, sin embargo, se produjeron en la economía cambios de cierta
FRQVLGHUDFLyQ6HPRGHUQL]yRVHFUHyXQDLQIUDHVWUXFWXUDSURGXFWLYD²FDUUH
WHUDVSXHQWHVYtDVIpUUHDV HWF²\VHDYDQ]yHQHOSURFHVRGHLQGXVWULD
liz ación, con un crecimiento promedio anual de un 7 %. En 1970 la p ro-
ducción industrial sobrepasó ligeramente a la agrícola, que prácticamente
no progresó en el período. Con todo, Portugal mantuvo su atraso en rela-
ción con los demás p aíses de Europa O ccidental. U na prueba de ello es
que entre 1960 y 1970, momento de mayor auge, se increment ó la emigra-
ción económica hacia Francia y ot ros país es, que y a era voluminosa. El
mantenimiento p or la fuerza de las colonias africanas, s obre todo en la
década del sesenta, rep resentó una
pes ada carga para el país y sería
Entonces se decía que P arís era también el catalizador para el de-
la tercera ciudad de Portugal (des- rrumbe del régimen, lo que tuvo lu-
pués de Lisboa y Oporto), pues
allí trabajaban y vivían alrededor gar el 25 de abril de 1974, como re-
de un mi llón de emigrantes por- sultado del movimient o organizado
tugueses. por jóvenes oficiales progresist as,
que impugnaban el colonialismo y se
394
pronunciaban por una democracia con justicia s ocial. La llamada Revolu-
ción de los Claveles no pudo, a la postre, implementar su programa de
transformaciones económicas y sociales debido a la het erogeneidad del
movimiento de los militares y su falta de unidad, pero propició la destruc-
ción de la dictadura y el desmantelamiento del colonialismo portugués.
Esp aña, por su part e, era menos atrasada que Port ugal, pero s obre su
economía pesaban las consecuencias de la guerra civil y de la p olít ica
aut árquica del franquismo. La renta nacional de 1935 no se igualó hasta
1951. El ces e del ais lamiento junto a cierta apertura y liberalización del
régimen, sin modificar su esencia, propiciaron hacia fines de los cincuenta
un desarrollo relativamente rápido, que también ha recibido el calificativo
de «milagro económico». Entre 1959 y 1973 el rit mo de crecimiento in-
dustrial de España fue de un 7 % anual como promedio. En ello influyeron,
además de la favorable coy untura económica int ernacional y de la regula-
ción estatal, las inversiones extranjeras, el incremento del turismo con sus
HIHFWRVPXOWLSOLFDGRUHVODVUHPHVDVGHORVHPLJUDQWHV²LPSRUWDQWHIXHQWH
GHFDSLW DOHQHOFDVRGH(VSDxD²\ ORVEDMRV VDODULRVHQWUHRWURVIDFWR
res . El auge, sin embargo, no benefició a la agricultura y profundizó no-
tablemente los desequilibrios regionales. Por otra p arte, se realizó en las
condiciones de una excesiva dependencia financiera y, sobre t odo, tec-
nológica y energét ica del extranjero, lo que sería fatal desp ués de la cri-
sis de 1973.
395
en 1986. Con todo, al iniciarse el presente siglo, Portugal continuaba mar-
chando en la retaguardia del resto de los países comunitarios.
396
EL PROCESO DE INTEGRACIÓN EN EUROPA OCCIDENTAL.
DE LA COMUNIDAD ECONÓMICA EUROPEA
A LA UNIÓN EUROPEA
Al abordar este tema, debemos s eñalar que la int egración va más allá de
la cooperación entre los Estados . La cooperación intergubernamental es
también una tendencia dominante en el interrelacionado mundo actual. El
surgimiento de p roblemas globales , que no pueden s er resueltos indivi-
dualment e, obliga a los Est ados a colaborar unos con otros en las más
disímiles esferas, pero tal colaboración se realiz a sin afect ación alguna
de las res pectivas s oberanías. A es te p rincipio de cooperación respon-
den las múltiples organizaciones internacionales de la contemporaneidad,
que han sido creadas por los Est ados y reflejan en sus decisiones la vo-
luntad concert ada de los mismos. La integración, por el contrario, rompe
con el concepto t radicional de la coexistencia de los Es tados y represen-
ta una renuncia progresiva de las soberanías p ropias a favor de instit u-
ciones sup ranacionales integracionistas. Este principio rige el funciona-
miento de los distintos proyectos de integración que se vienen desarrollando
en todo el mundo desde los años cincuenta. El primero y el más avanzado
de estos proyectos es el europeo, que ha logrado ya la unión económica y
397
financiera y avanza hacia la integración polít ica, aunque esta última está
aún muy lejos de concretarse.
398
primer ministro inglés, Winston Churchill, expresó su op inión de que la
integración europea, a partir de la colaboración franco-germana, resul-
taba imprescindible para evitar una nueva conflagración y exhortó a la
creación de los Estados Unidos de Europa. En cuanto al papel del Reino
Unido, Churchill consideraba que debía ser el de un mero p romotor, no
el de miembro activo.
Los franc eses Jean Mo nnet ( izquie rda) y Rober t Schu mann ( derech a),
precu rsores d e la uni dad euro pea. El primero propuso la creac ión de u na estru ctura
económica que acabara con los nacionalismo s; el segundo diseñó el pla n sobre el que
se ap oyó la C omunidad Europea del Carbó n y el A cero.
399
lap so de tiempo más breve posible, poniéndola en condiciones de igual-
dad con los dos colos os que emergieron tras el fin del conflicto, a saber,
los Est ados Unidos de A mérica y la Unión Soviét ica. La Declaración
Schuman tenía como fin inmediato crear una Comunidad Europea del Car-
bón y el Acero (CECA), que como organismo s upranacional se encargaría
de reglamentar la producción y comercialización de ambos productos, con-
siderados en la época como estratégicos, pues estaban directamente vincu-
lados a las industrias energética, la pesada y la de armamentos. Al llamado
francés acudieron Alemania, Italia, Holanda, Bélgica y Luxemburgo, quie-
nes firmaron el 18 de abril de 1951 el Tratado de P arís, por el cual queda-
ba constituida la CECA, que entró en funcionamiento un año después.
Aunque los tratados constitutivos sólo fijaron los principios y medidas que
debían conducir al establecimiento del mercado común, la integración eco-
nómica no es un fin en sí misma sino un medio para la unificación de Euro-
pa. Por ello las instituciones supranacionales de la CEE fueron concebidas
a imagen y semejanza de las de un Est ado, tomando como modelo el lla-
mado sistema representativo: la Comisión Europea, ejecutivo; el Parla-
mento Europeo, legislativo, y el Tribunal de Justicia, judicial. Estas institu-
ciones han ido acumulando poderes en la medida que ha avanzado el
proceso de integración. El traspaso de facultades (soberanía) a las mismas
se realiza por acuerdos de los Estados miembros a través del Consejo de
M inis tros, que concilia los intereses de t odos los países en las diferentes
esferas. P ara impulsar la integración se creó, a principios de los años se-
400
tenta, el Consejo Europeo, integrado por los jefes de Estado. Este órgano
se reúne tres veces al año y su pres idencia se rota cada seis meses. La
CEE (actual Unión Europea) fue dotada de bandera e himno propios. Como
entidad supranacional tiene personalidad jurídica independiente. M ás de
cien Es tados tienen rep resentación diplomát ica en Bruselas (sede de la
Comisión) y ella es tá representada ante diversos gobiernos y organizacio-
nes de todo el mundo.
En este edificio de estructura v anguardista, en la ciudad belga de Bru selas, tiene su sede
oficial la Unión Europea.
401
objetivo concreto de lograr el libre comercio ent re todos ellos, pero sin ir
PiVDOOi²QDGDGHSROtWLFDVFRPXQHVXRWURSDVRLQWHJUDFLRQLVWDPiVSUR
IXQGR²/ROLPLWDGRGHVXVILQHV\ORVQRWDEOHVp[LWRVGHODV RUJDQL]DFLR
nes integracionistas lideradas por Alemania y Francia provocaron el paula-
tino desmembramiento de la AELC.
402
vos miembros han tenido que adaptars e a las regulaciones comunit arias y
aceptar condiciones que, en muchos casos, han representado importantes
reajustes en algunos s ectores económicos con considerables repercusio-
nes sociales.
Durante toda la década del s etenta y los inicios de los años ochenta, el
proces o de int egración europ ea entró en lo que se dio en llamar
«euroesclerosis» o «europesimismo», que tuvo múltiples causas, entre las
cuales sobresalen: desaceleración del crecimiento económico de la Comu-
nidad, graves consecuencias de la crisis p rovocadas por el alza del p etró-
leo, que marcó el comienzo del desempleo como grave problema social; y
el freno que significaba la toma de decisiones por el sistema de unanimidad
en la generalidad de las cuest iones comunitarias. De es te impas se
integracionista comenzó a salirse sólo a través del Informe Dodge de junio
403
de 1984, encargado por el Consejo Europeo, y el proy ecto de Altiero
Spinelli, aprobado por el Parlamento Europeo. Ambos tenían puntos de
cont acto, pues sugerían pasar a una nueva et apa de integración: la U nión
Europea. Otro paso imp ortante para revertir la situación lo const ituyó el
Libro Blanco de 1985, documento elaborado por la Comis ión Europ ea,
entonces presidida por Jacques Delors, donde s e proponía la creación de
XQPHUFDGRLQWHULRU²FRQRFLGROXHJRFRPR0 HUFDGR&RP~Q(XURSHR²SDUD
el 1 de enero de 1993, como un espacio económico sin front eras entre los
país es comunitarios. En el Libr o Blanco se proponían 280 medidas para
implementar, de una buena vez, las cuatro liberalizaciones reconocidas en
los tratados fundacionales: de personas, mercancías, capitales y servicios.
1 Los criterios de convergencia se basaban en: Estabili dad de l os preci os: la t asa de
inflación no excedería más del 1,5 % de la media de las tasas de l os t res país es con
mej ores í ndices ; los tipos de int erés no podrían variar en más de un 2 % de la media
de los tres paí ses con índi ces más bajos; el défici t presupuest ario nacional sería
menor al 3 % del PNB; l a deuda públ ica no podrí a exceder al 60 % del PNB; y la
es tabi lidad de los tipos de cambio: la moneda nacional no podría haber si do
devaluada durante l os dos años anteriores a la impl ementaci ón de la últ ima fase de
la UEM y deberí a permanecer dentro del margen de fl uctuación del 1-2,25 % pre-
vi sto por el S istema Monetari o Europeo.
405
militar de la OTAN, como quedó demostrado en la guerra desatada contra
Yugoslavia a princip ios de 1999, debido al conflicto de Kosovo, y más
recientemente en la guerra contra Afganistán, s o pretexto de la lucha con-
tra el terrorismo.
406
das nacionales. Esta fas e concluyó en los dos primeros mes es de 2002,
cuando el euro se convirtió en la única moneda de los p aíses de la UE. Así
pues, la UE entró al nuevo milenio con un significativo avance en el proce-
so integracionista, particularmente en el orden económico y monetario y
contando con el may or mercado interior de todo el mundo. Pero a la vez
tiene ante sí important es retos para un futuro inmediato, entre los que se
destacan la necesidad de completar y consolidar la UEM , garantizar acep-
tables niveles de competitividad, reducir las altas tasas de desempleo y de
pobreza, enfrentar adecuadamente los problemas del envejecimiento de la
población y de la inmigración, abordar la ampliación hacia el Est e s in
afectar lo alcanz ado, democratiz ar s u es tructura, avanz ar en la integra-
ción política y proyectar una posición más comunitaria hacia el exterior,
particularmente con relación a los Estados Unidos. De la correct a solu-
ción de es tos y otros p roblemas dependerá el fut uro rit mo de avance del
proceso int egracionista, proceso irrevers ible ya por el alto grado de in-
terdependencia de las economías nacionales, pero también incompleto,
sobre t odo en los as pect os sociales, p olít icos y de seguridad.
407
Capítulo VII
409
demuestra fehacientemente la posibilidad de vencer las más duras pruebas
sin que sea necesario acudir a métodos y prácticas que son ajenas a un
régimen verdaderamente revolucionario y socialista. Por el contrario, en la
firme voluntad de combatir deformaciones de ese t ipo ha radicado la uni-
dad y la fuerza de los cubanos.
410
Los miembros del Buró P o lítico Kruschov, Beria, Melencov, Bulganin y Vor oschilov
montan guardia ante e l cadáver de Stalin.
conjunto del período estalinista: sacrificio del mundo rural, bajo nivel de
vida de la p oblación, empleo generalizado de medidas coercitivas , entre
otros.
Estos países fueron liberados por el Ejército Rojo, con excepción de Yugos-
lavia y Albania, que alcanzaron su liberación debido básicamente a la lucha
de los partisanos, liderados por los comunistas. Después de la liberación, en
411
el p eríodo que media entre 1944 y 1947, existieron en ellos gobiernos de
coalición, los llamados frentes nacionales o democráticos , integrados por
las fuerzas que habían participado en la resistencia, a excepción de Yugos-
lavia y Albania, donde los comunistas controlaron direct amente el poder.
/RVFRPXQLVWDVRFXSDURQSXHVWRVFODYHV²PLQLVWHULRVGHO,QWHULRUGH-XVti-
FLDGH$JULFXOWXUD²\HQDOJXQRVFDVRV²%XOJDULD\&KHFRVORYDTXLD²VH
les encomendó la jefat ura de gobierno. Ello se debió no sólo a las presio-
QHVHMHUFLGDVSRUORVVRYLpWLFRV²PiVFODUDV\PD\RUHV HQ3RORQLD5X
PDQLD\+XQJUtD²VLQRWDPELpQDOSDSHOGHVHPSHxDGRSRUORVFRPXQLV
tas en algunos movimient os de resist encia y por el hecho de que eran
port adores de un p rograma atray ente, que entre otras medidas económi-
cas y s ociales avanzadas, proponían la aplicación del reparto de la tierra a
los campesinos, sometidos en su mayoría al dominio de la gran propiedad
terrateniente. La influencia lograda por los partidos comunistas se aprecia en
el vertiginoso crecimiento de sus afiliados entre 1945 y 1948.
412
SRU6WDOLQ²\HQHV RQROHIDOWDEDUD]yQ²FRPRXQFODURLQWHQW RGHDV
fixiar a la URSS y de minar su seguridad. La Unión Soviética reaccionó
cohesionando política e ideológicamente su propia zona de influencia. De
tal manera, en pocos meses los gobiernos de coalición de los frentes na-
cionales fueron transformados en las llamadas democracias populares, que
proclamaron objetivos socialistas y reconocieron el papel dirigente de los
partidos comunistas. Este proceso se desarrolló de forma similar en Hun-
gría, Rumania, Bulgaria, Checoslovaquia y Polonia. En todos ellos fueron
desplazados los partidos opositores, argumentándose como un imperativo
de la lucha de clas es, y los partidos comunistas absorbieron, mediante
fusiones más o menos forzadas, a los socialist as y socialdemócratas, que
en mayor o menor medida habían sido colaboradores cercanos. En los
FDVRVGRQGHVHPDQWXYLHURQYDULRVSDUWLGRV²3RORQLD%XOJDULD\OXHJROD
5'$²VXH[LVWHQFLDIXHS XUDPHQWHIRUPDO(OSURFHVRHVWXYRPDW L]DGR
por la imposición y la violencia, pero no puede afirmarse que fuera absolu-
tamente forzado, pues ello negaría la influencia que habían logrado acumu-
lar los comunistas en la mayoría de es tos países, debido a las realizaciones
de la etapa anterior y a sus intenciones programáticas.
413
Alemania se había convertido en escenario de las contradicciones Es te-
Oest e y en 1948 estaba prácticamente dividida. A principios de ese año,
los Estados Unidos , Inglaterra y Francia acordaron en Londres y en Wa-
shington la creación de un Estado alemán occidental. Siguiendo este plan,
en junio de 1948 aplicaron una reforma monetaria. Los soviéticos replica-
URQFRQXQEORTXHRDODV ]RQDVRFFLGHQWDOHVGH%HUOtQ²FLHUUHGHWRGRV
ORVDFFHVRV DOD]RQD²FRQHODUJXPHQWRGHHYLWDUODHQWUDGDGHORVPDU
cos desvalorizados en s u zona, donde conservaban su valor. Ello originó
una tens a situación, que finalmente se resolvió sin acudir a la fuerza, pero
aceleró la división del país. Tras un breve proceso preparat orio, fue pro-
clamada la República Federal de Alemania, el 7 de sept iembre de 1949;
un mes más tarde los soviéticos propiciaron la constitución de la República
Democrática de Alemania. Fruto de la «guerra fría», la anormal existencia de
dos Estados en el mismo espacio nacional se prolongaría durante 50 años.
414
Al compás del establecimiento de las democracias populares bajo el do-
minio de los partidos comunistas , se avanzó en la cohesión de los países
del Est e en torno a la U nión Soviética. En el plano económico, se fue
pasando de los acuerdos bilaterales a convenios multilaterales y finalmente
a las p ropuestas de integración, con la creación del Consejo de Ay uda
M utua Económica, en 1949. En el terreno político e ideológico, a los nu-
merosos acuerdos y mecanismos bilaterales se sumó la formación de la
Oficina de Información del M ovimiento Comunist a Int ernacional
(Kominform), a finales de 1947, que prácticamente representó la resurrec-
ción de la Internacional Comunista, disuelta por Stalin en 1943 para mejo-
rar sus relaciones con los aliados. La Kominform era un organismo que
expresaba la doctrina del movimiento, doctrina que debía s er acatada por
todos los partidos. La integración militar no se produjo hasta 1955, con la
fundación del Tratado de Varsovia, pero se fueron firmando acuerdos con
la URSS, que garantizaban la permanencia del Ejército Rojo en la región y
de hecho representaban una alianza. El estrechamiento de los vínculos fue
acompañado de la creciente presencia de as esores soviéticos en todos los
camp os, los que en la práctica t enían un gran poder de decis ión.
415
y p arlament o propios , a los que se le fueron concediendo cada vez más
atribuciones; y estaban representadas en el gobierno federal, que tenía a
su cargo la defensa, la polít ica exterior y la dirección general de la econo-
mía del país. A partir de 1968, las provincias autónomas de K osovo y
Voivodina, ubicadas dentro de Serbia, también disfrutaron de importantes
atribuciones. Con esta estructura se pretendió garant izar la igualdad de
derechos y mantener unido a un conglomerado de pueblos, cuyas rivalida-
GHVpWQLFDV\UHOLJLRVDV²PXFKDVYHFHVD]X]DGDVSRUODV JUDQGHVS RWHQ
FLDVYLQFXODGDV DOD]RQD²GHVHQFDGHQDURQVDQJULHQWRVFRQIOLFW RVDOR
largo de varios siglos.
416
de los Comunistas), aunque s e mantuvo su carácter dirigent e, lo que ga-
rantizaba la base marxista del régimen. A p esar de que no p ropició por
igual el desarrollo de t odas las repúblicas, el sis tema de autogestión mos-
tró eficacia has ta mediados de los años setenta. Durante casi dos décadas
y media, Yugoslavia registró un crecimiento del P IB cercano al 10 % y
logró importantes avances en su proceso de industrializ ación, particular-
mente en Eslovenia y Croacia. En aquel período, la clase obrera se multi-
plicó por seis, creció notablemente la urbanización del país y mejoraron
considerablemente las condiciones de vida de la población.
417
caza de «titoistas» decapitó a los par-
A com ienzos de los años cin- tidos comunistas, que pasaron a ser
FXHQWD.DGDU±FRPR*RPXONDHQ
controlados por dirigentes fieles e in-
3RORQLD² IXH HQFDUFHODGR H LQ
cluso torturado bajo la acusación condicionales a Stalin, lo que tendría
de titoista. Nunca me habló de consecuencias muy negat ivas en la
ello, pero si de lo que m ás le ha- vida interna de esos partidos y en su
bía deprimido: el destino que el proyección, así como en la sociedad,
partido había dado en 1949 a su
que fue adquiriendo un sentimiento
príncipe heredero, el ministro del
interior Laszlo Rajk. Rajk debía cada vez mayor de desnaciona-
ayudar a «la causa» con una fal- lización. Al incremento de ese senti-
sa confesión y vivir después en miento contribuyó también el cam-
otra part e con otra ident idad. En bio de los nombres de dichos países
vez de eso, fue ahorcado.
y en la may oría de los casos de sus
Willy Brandt: Memorias, símbolos nacionales.
Ed. Taurus, Madrid, p. 513.
Una vez est ablecidas las democra-
cias populares adoptaron el modelo
soviético. En poco tiempo se nacionalizaron los sectores fundamentales de
la economía y se implementaron planes para concluir la recuperación (1949-
1950/51) y para comenzar el desarrollo (1950/51-55), que contemplaban
el incremento acelerado de la industria pesada, especialmente la vinculada
a la defens a, s acrificando la indust ria productora de art ículos de us o y
consumo. Al mismo tiempo, se aplicaron programas de colect ivización de
la agricultura, casi siempre sin tener en cuenta la voluntariedad de los cam-
pes inos . Es a fue la tendencia general, aunque los ritmos variaron de un
país a otro. Todo ello se realizó dent ro del marco de una rígida centraliza-
ción, con la corresp ondiente proliferación de la burocracia y sus males.
Estos planes, aunque no lograron los objetivos previstos salvo en la RDA,
aportaron importantes resultados en lo que a la industrialización se refiere,
pero provocaron grandes desproporciones en la economía y foment aron
la insatisfacción y el descontento de amplios sectores de la p oblación.
418
de obra agrícola hacia la industria. El abastecimiento de productos alimen-
ticios a la población, al igual que el de otros artículos imprescindibles, era
insuficiente. Las rentas reales se estancaron o disminuyeron, después de
haber registrado una constante progresión hasta 1950. Las fuertes protes-
tas obreras de Alemania Oriental y de Checoslovaquia y las campesinas
de Hungría y Rumania, ocurridas en 1953, algunos mes es después de la
muerte de Stalin, tradujeron el profundo descontento de las masas popula-
res . Fue entonces cuando se iniciaron los p rocesos de autocrítica y de
revisión de las p olíticas económicas en cada uno de los países de demo-
cracia popular, etapa que estuvo relacionada con lo que por entonces ocurría
en la URSS.
419
socialis ta. En el p lano económico, comenzó el abandono p aulatino de la
dirección centraliz ada y burocrát ica (sólo se logró parcialmente debido a
la resis tencia del aparato económico) y se puso énfasis en el desarrollo de
las ramas y sectores vinculados directamente al bienestar de la población;
al mismo tiempo que se estimuló el avance científico-técnico.
420
Tierra (televisivamente) las imágenes captadas. El 12 de abril de 1961, el
piloto cosmonauta Yuri Gagarin, a bordo de la nave Vostok, realizó el his-
tórico vuelo al espacio circunterrestre, que inauguró la época de los viajes
espaciales. Fueron éstas grandes proezas de la ciencia y la técnica sovié-
ticas. Debe subrayarse, sin embargo, que el desarrollo científico-técnico
benefició más a las ramas vinculadas a los fines militares, tendencia que se
fue acentuando posteriormente y provocaría un progresivo desbalance tec-
nológico en la economía del p aís.
421
dirección colectiva ²la troika² inte-
De acuerdo con las memorias de
Kruschov se trató de una especie
grada por Breznev como Secretario
de complot o golpe de Estado de General del partido, Alexei Kosyguin al
los enemi gos de las reform as. frente del Consejo de M inistros y
Aprovechando la estancia vaca- Nicolai Podgorny como presidente del
cional de Kruschov en Crimea, un Presidium del Soviet Supremo.
grupo de dirigentes del partido,
el gobierno y la seguridad, enca-
bezados por Mijail Suslov, secre- Hasta principios de los setenta, la si-
tario ideológico del Buró Políti- tuación de la economía del país varió
co, impusieron su destitución. muy poco, si bien los gastos militares
se incrementaron para alcanzar la
paridad con los Estados Unidos. En-
WUH\VHLQLFLyHOGHVFHQVRGHODWDVDGHFUHFLPLHQWR²FRQWL
QXDUtDHQHOIXWXUR²SHURWRGDYtDVHPDQWXYRDOWDDOUHGHGRUGHXQ
como promedio anual. Las dificultades de la agricultura persistieron. Las
reformas descentralizadoras impulsadas por Kosyguin, a partir de 1965,
dieron algún res ultado, pero poco a poco fueron abandonadas debido a la
resistencia del sistema económico y la oposición de la burocracia, así como
por consideraciones políticas, o sea, por el temor a que condujeran a cier-
ta liberalización política. En el plano interno, la nueva dirección supuso un
freno al reformismo anterior, la suspensión de las críticas al estalinismo y el
establecimient o de un mayor cont rol polít ico e ideológico de la sociedad,
lo que junto a la aparición de manifestaciones tan negativas como las pre-
bendas y la corrupción, entre otras, provocaron la disminución progresiva
de la capacidad movilizativa del partido y fomentaron una indiferencia cada
vez mayor. Todo ello se acentuó en los años posteriores del mandato de
Breznev, caracterizado por el inmovilismo.
422
nia, la RDA y Checoslovaquia, por ejemplo, no fueron sustituidos los diri-
gentes máximos, incluso en Checoslovaquia las secuelas del estalinismo se
prolongaron más en el tiempo. Solamente la pequeña Albania se mantuvo
ILHODOOHJDGRGH6WDOLQORTXHVHWUDGXMRHQODUXS WXUDFRQOD8566²VDOLy
GHO&$0 (\GHO7UDW DGRGH9DUVRYLD²\DODDOLDQ]DFRQ&KLQDGHVGH
principios de los sesenta. M ención aparte merecen los casos de Polonia y
Hungría, donde la situación fue más complicada.
El proceso que transcurre entre 1945 y 1948 fue sumamente comp lejo en
Polonia. La imposición de los soviéticos fue muy notable allí. Ello se debió
a que en Polonia existía un fuerte sentimiento antirruso y antisoviético. El
Imperio ruso había dominado durante mucho tiempo una parte del territo-
rio polaco y, al es tallar la Segunda Guerra M undial, la URSS había partici-
pado con Alemania en su partición. Este sentimiento fue explotado por la
burgues ía y otros sectores que vieron sus intereses en p eligro, llegando
incluso a ofrecer una prolongada resistencia armada (hasta 1950). La Iglesia
Católica, de gran influencia en el país
(la religión fue durante siglos el elemen-
to aglutinador del disperso pueblo po-
laco), se sumó a la lucha contra el so-
cialismo, ap oyada también por el
Occidente, particularmente por In-
glaterra. Sin embargo, la est aliniza-
ción, des pués de 1948-49, no alcan-
zó en P olonia (quiz ás p or lo dicho
ant eriormente) el grado de t error y
violencia que conocieron otros paí-
ses. La inmensa mayoría de los perse-
guidos y encarcelados reaparecieron
después y desempeñaron importan-
tes funciones.
423
de la población. La situación tuvo su momento culminante en octubre de
1956, cuando la existencia misma del régimen se vio seriamente amenaza-
da por una cris is de grandes proporciones. A las denuncias del XX Con-
greso del PCUS sobre los crímenes del estalinismo se sumaron la insufi-
ciencia de aliment os y de otros artículos de amplio consumo (debido a la
priorización de la industria pesada), la escasez de viviendas, la colectiviza-
ción en el campo, y otros errores, entre ellos el enfrentamiento con la Igle-
sia, y provocaron un movimiento generalizado de protestas que sacudió al
país. Pero finalmente se logró una salida incruenta. Los propios soviéticos
promovieron la res titución de Wladyslaw Gomulka, víctima de las purgas
estalinistas por sus ideas nacionalistas y reformadoras. El nombramiento
de Gomulka fue acomp añado por una serie de cambios económicos y po-
líticos, entre los que hay que mencionar la suavización de la colectivización
de la agricultura, una mayor atención a la indus tria ligera, medidas
democratizadoras y el mejoramiento de las relaciones con la Iglesia.
La cris is fue s uperada, pero durante los 25 años pos teriores a 1956, la
legitimidad del régimen polaco fue puesta a prueba en diversas ocasiones,
siendo las más significativas, entre otras menores, las protestas universita-
rias de 1968 contra la censura y la p olít ica cult ural del gobierno, la de
diciembre de 1970, cuando los obreros de la costa bált ica prot estaron
contra los incrementos de precios, lo que supuso la sustitución de Gomulka
por Edward Gierek, que pretendió inaugurar una nueva etapa en la historia
polaca con el intento de fomentar un modelo de des arrollo basado, entre
otras cosas, en la moderniz ación de las estructuras industriales del p aís
con ayuda occidental, cuy o fracas o se reflejó ya en 1976 con una ola de
huelgas contra los aumentos de precios. Los acontecimientos de 1976 fue-
ron el preludio de lo que ocurriría desde principios de los años ochenta.
426
Pero con el aumento de los precios
del petróleo, a partir de 1973, se re-
dujeron las tas as de crecimient o,
aumentó la deuda y la economía se
hiz o más vulnerable a la coyunt ura
internacional. Los nuevos problemas
llevaron a las reformas liberalizadoras
de principios de los ochent a y a sus
corresp ondientes cons ecuencias,
que examinaremos más adelante, en
otro capítulo de esta obra.
427
química de base rep resentaban, como media de los país es del Este, la
tercera parte de la producción industrial. Todavía en 1960, la RDA y Che-
cos lovaquia se encontraban lejos de los niveles agrícolas de preguerra.
Por otra parte, se trató de un crecimiento extensivo (es decir, predominio
del incremento de la mano de obra y las inversiones, en lugar de un aumen-
to de la productividad por avances t ecnológicos) que empezó a dar sínto-
mas de agot amiento a finales de la década del s esenta y princip ios del
setenta, cuando las tasas de incremento comenzaron a declinar. Los inten-
tos de reformas realizados a partir de entonces pretendían, básicamente,
obtener más resultados de un sistema económico que no podía dar más de
sí sin ser transformado, o sea, se requería una descentralización a fondo, la
diversificación industrial, mayores inversiones en la agricultura, la actuali-
zación tecnológica y la eliminación de la burocracia incompetente, entre
otras medidas.
De cualquier forma, los éxitos de los años cincuenta y ses enta eran
incuestionables, aunque fueron sobrestimados y ello condujo a una evalua-
ción errónea del estado alcanzado en el desarrollo de la sociedad, a la idea-
lización de su unidad moral y política. Por entonces se adoptó la equivocada
tesis de que las transformaciones económicas y el progresivo mejoramiento
de las condiciones de vida conducían automáticamente al cambio de la con-
ciencia social, a la solución de todos los problemas por complejos que éstos
fueran. Tal creencia traería cada vez mayores y más negativas consecuencias
como lo vinieron a demostrar, tempranamente, los acontecimientos de 1968
en Checoslovaquia, que estremecieron a los países del Este y profundizaron
la división del movimiento comunista internacional.
428
mas que conducirán a los sucesos de 1968, entre los que se dest acan la
desigualdad en el desarrollo entre la parte checa y la eslovaca (y en gene-
ral el incorrecto tratamiento de la cuestión nacional) y las consecuencias
de la política interior de corte estalinista.
429
reformador. Sus esfuerzos por integrar a las diferentes fuerzas p olíticas
fracas aron. En s u lugar, aumentó la p olarización dentro de los cuadros de
dirección del partido, mient ras que la radicalización de los reformadores
impuls ó también hacia el camp o conservador a fuerzas más bien modera-
das. De tal manera, el movimiento fue adquiriendo una dimensión que pre-
sagiaba sobrepasar los límit es acep tables p ara la U RSS.
431
Es muy probable, como temieron los soviéticos, que en Checoslovaquia
estuviera en juego la existencia misma del régimen socialist a. El des orden
provocado por las apresuradas reformas y el propio contenido de algunas
GHHOODV²SUiFWLFDPHQWHVHOHJDOL]yDODRSRVLFLyQ\VXVPHGLRVGHSUHQ
VD²ODIXHU]DTXHWRPDURQORVHOHPHQWRVDQWLV RFLDOLVWDVSULPHURGHIRU
ma encubierta y luego abiertamente, y la injerencia extranjera, entre otros
factores, apunt aban en esa dirección. P ero ¿por qué se llegó a aquella
situación y los cambios aplicados o propuestos despertaron tantas simpa-
tías en todas partes ? La resp uest a la encontramos en la forma en que se
originó el socialismo en Checoslovaquia y, sobre todo, en las deformacio-
nes que conoció en su evolución. Por otra parte, la intervención del Trata-
do de Varsovia, rechazada mayoritariamente por la población, no propició
una rectificación a fondo de los problemas que condujeron a los sucesos
del 1968. La llamada normalización emprendida p or Gus tav H usak, im-
puesto por los s oviéticos como Secret ario General del partido en abril de
²WDPELpQ- HIHGH(V WDGRGHVGH²DS UREyHOHVWDWXWRIHGHUDO
GHOSDtV ²FRQLJXDOGDGWHyULFDS DUDFKHFRV \HV ORYDFRV²\HOLPLQyODV
prácticas represivas y antidemocráticas más irrit antes de la etapa de
Novotny, pero no promovió un proyecto verdaderamente independiente,
democrático y participativo, lo que determinó la posterior ilegitimidad del
régimen.
432
adelante, fracasaron los esfuerzos soviéticos para la restaurar la unidad del
movimiento comunista bajo la rectoría del PCUS y la cohesión del propio
bloque socialista se mantuvo a duras penas, dentro de los límites impues-
tos por la doctrina Breznev.
433
proyectos y los medios utilizados para alcanzarlos. Como vimos con ante-
rioridad, los fundadores de la CEE se propusieron avanzar por etapas ha-
cia la unificación polít ica y dot aron a la institución con órganos sup rana-
cionales, que han ido adquiriendo cada vez más poder (soberanía propia)
a p artir de las cesiones de soberanía de los países miembros, en nombre
de los cuales actúan. En el cas o de la integración socialis ta, ésta se
circunscribía solamente al ámbito de la economía y debía lograrse median-
te la coordinación y cooperación de los Estados miembros, sin afect ar en
lo fundamental sus soberanías. Para aunar los esfuerzos en aras de abor-
dar y solucionar de forma conjunta los problemas, fue creado un sis tema
de organizaciones de colaboración intergubernament al, cuyo núcleo cen-
tral fue el CAM E.
434
superior al obtenido por la CEE. M ediante el crecimiento de sus intercam-
bios comerciales los Estados socialistas europeos lograron autoabastecerse
de materias primas y combustible en más de un 80 % y en algunos renglo-
nes totalmente.
A finales de los sesenta, los país es socialist as presentaban not ables éxi-
tos y también problemas no resueltos, al mismo tiempo que se planteaban
ante ellos import antes retos. Así lo consideró la XXIII sesión del CAM E,
435
efectuada en M oscú, en abril de 1969, con la part icipación de los dirigen-
tes partidistas y estatales de los países miembros, que trazó las directrices
para elaborar el Programa Complejo de Profundización y P erfecciona-
miento de la Colaboración y de D esarrollo de la Integración Económica
Socialis ta, aprobado finalmente por la X XV sesión de la ins titución, en
julio de 1971. Con la entrada en vigor del P rograma Comp lejo s e dio por
concluido el proceso preparatorio de la integración y se pasó a su primera
etapa, que según se calculó debía prolongarse p or varios quinquenios.
De acuerdo con el Programa Complejo, que desp ertó notable interés , du-
rante la p rimera etapa se combinaría el perfeccionamiento de las formas y
los métodos tradicionales de colaboración económica con la preparación
y puesta en práctica de nuevos métodos y formas, con vistas a incrementar
en grado considerable vínculos más profundos y estables entre las econo-
mías nacionales y a adaptar recíprocament e sus estructuras. Las medidas
integracionistas se aplicarían de una manera múltiple, conjugando los pro-
blemas del foment o de la producción, la ciencia y la técnica y de las rela-
ciones mercantiles, financieras y monetarias. Asimismo, se vincularían en-
tre sí los mecanismos nacionales que regulaban la actividad económica
exterior de los Estados miembros.
436
Capítulo VIII
BREVE RESEÑA
438
cuya producción de cereales disminuyó de 250 millones a 150 millones de
toneladas, lo que obligó al país a cubrir s us necesidades con la importa-
ción. Se produjo t ambién un retroceso imparable de la productividad del
trabajo y de la calidad de los productos, así como un incremento del retra-
so tecnológico. En 1980, la URSS consumía el doble y en algunos casos el
triple de energía por unidad de producción, en comparación con los países
capitalistas desarrollados . A pes ar de sus éxitos espaciales, la Unión So-
viética había quedado muy rezagada en sectores de alta tecnología como
la robótica, los superordenadores, el láser, las telecomunicaciones, etc. El
siguiente cuadro ilustra al respecto:
RETRASO TECNOLÓGICO
439
pero est aba amenazada por serios problemas es truct urales y llevaba el
camino de convertirse, paradójicamente, en una superpotencia con niveles
tercermundistas en lo referido a la calidad de vida de la población.
440
Gorbachov había nacido en 1931, en
la región rusa de Stavropol, donde
desempeñó distintas responsabilida-
des en la J uventud Comunist a
(Konsomol) y en el partido, tras ha-
berse graduado como abogado. En
1978, fue elegido miembro del Co-
mité Central del PCUS y des ignado
al frente de la secretaría de Agricul-
tura. En 1980, se convirtió en miem-
bro pleno del Buró Político, en lo que
al parecer influyó considerablemen-
te la ayuda de Yuri A ndropov, a
quien lo unían estrechos vínculos,
forjados durante la permanencia de
Mijail Gorbachov, el iniciador
ambos en el servicio de int eligencia de la P er estroika.
(KGB). Con la ascensión deAndropov
a la Secretaría G eneral, G orbachov
consolidó su posición política, y se le identificó como un decidido partida-
rio de las reformas necesarias para cambiar el estado de cosas reinante en
el país. Después de la muerte de su amigo y protector, Gorbachov pasó a
dirigir la comisión de Relaciones Exteriores del partido, cargo que desem-
peñaba al ser elegido para ocupar el puesto de Secretario General, convir-
tiéndose en el hombre más joven en llegar a esa respons abilidad, desde la
época de Stalin.
441
capitalizar «los méritos», que desde un principio perseguía el firme propó-
sito de destruirlo.
442
art esanal; aut ofinanciamiento de las grandes empresas y elección de sus
directores; eliminación de los subsidios estatales a las empresas; p osibili-
dad de creación de explotaciones agrícolas p rivadas; aut oriz ación de la
inversión extranjera y liberación del cambio del rublo p ara las empresas.
Pero es tas medidas, aplicadas tras largas y enconadas polémicas en la
dirección, no pudieron detener el continuo deterioro económico del p aís.
El P roduct o Interno Bruto mantuvo la tendencia decreciente de los años
anteriores y en 1990 registró un crecimiento negativo o decrecimiento del
4 %. Ello se t radujo en una mayor insatis facción de la demanda, un racio-
namiento más estricto y un auge del mercado negro, con las consiguientes
desigualdades y el malestar de amplios sectores.
Una breve digresión para señalar que, contrastando con la situación de la URSS,
la aplicación ordenada y gradual de un amplio programa de reformas econó-
micas en la República Popular China, después de la funesta experiencia de la
revolución cultural, convirtió desde entonces a la economía de aquel país en la
más dinámica del mundo, con un crecimiento sostenido superior al 10 %, lo
que ha contribuido a su fortalecimiento interno e internacional. Por cierto, cons-
tatar esta realidad sumió en el desconcierto a los teóricos del neoliberalismo,
sobre todo a partir de la recesión económica mundial de principios de los
noventa, que no afectó el rápido avance chino, y ha generado en el Occidente un
creciente interés por estudiar las «enseñanzas de Confucio» en relación con los
secretos del éxito empresarial. Aunque en una escala más modesta que en el
443
caso de China, las reformas económicas emprendidas por Viet Nam, des-
de mediados de los ochenta, rep resentan otra realidad contrastante con
los resultados de la p erestroika soviética.
444
La p olítica impulsada p or la nueva mentalidad arrojó algunos result ados
pos itivos. A partir de 1985, se redujeron p rogresivamente las t ensiones
con los Est ados U nidos, que se habían incrementado bruscamente desde
principios de los ochenta, con la llegada de Ronald Reagan a la Casa Blan-
ca. En 1987, se llegó incluso a concret ar un primer acuerdo de desarme
entre ambas potencias, quedando eliminado un tipo de armas: los cohetes
de alcance medio. A hora bien, el afán de Gorbachov por conseguir sus
objetivos y la creciente debilidad de la URSS, debido a la desestabiliza-
ción económica y polít ica provocada p or la perestroika (que la hacían de-
pender más y más de la ayuda occidental), lo llevaron a realizar concesión
tras concesión. La URSS no sólo concedió ventajas a los norteamericanos
HQODVQHJRFLDFLRQHVVREUHGHVDUPH²LQFOXVLYHDGRSWyPHGLGDVXQLODWHUD
OHVHQHVWHFDPSR²VLQRTXHDGHPiVIXHDEDQGRQDQGRVXVFRPSURPLVRV
internacionales, es decir, sus acuerdos con aliados y amigos, para terminar
colaborando estrechamente con los Estados Unidos, como se demos tró
en el conflicto del Golfo Pérsico, desde mediados de 1990. La «guerra
fría» había terminado, pero el imperialismo seguía exis tiendo y era más
fuerte que nunca antes. En resumidas cuentas, surgió un nuevo orden inter-
nacional, pero no el postulado por G orbachov a part ir de 1985, sino uno
basado en el predominio absoluto de los Estados U nidos.
Volviendo al plano interior, hay que señalar que a medida que la perestroika
se fue radicalizando, o lo que es lo mismo, a medida que fueron prevale-
ciendo la confusión y el desorden, muy bien aprovechados por las fuerzas
DQW LFRPXQLVWDV²S UHVHQWiQGRVHFRPRUHIRUPDGRUHV UDGLFDOHV²\SRU
arribistas y oportunistas de todo tip o, la situación interna de la URSS se
complicó extraordinariamente. Ya en febrero de 1990, Gorbachov debió
proponer la derogación del artículo constitucional que est ablecía el papel
dirigente del PCUS y la apertura de un sistema multipartidista. Para enton-
ces se declaró abiertamente la socialdemocratización del partido. En junio
de 1990, tras unas elecciones efectuadas el mes anterior, Rusia se convir-
tió en república y su presidente, el radical Boris Yeltsin, antiguo alcalde de
M oscú y ex miembro del Buró Político del PCUS, proclamó que las leyes
rus as estaban por encima de las emanadas del p oder cent ral. A partir de
ese momento, el movimiento seces ionis ta se extendió, cada día con más
fuerza, por t odo el país.
445
El 19 de agosto de 1991, un grup o de dirigent es comunistas protagonizó
un golp e de Estado en la capit al, p ara tratar de modificar el curso de los
acontecimientos y, sobre todo, detener la desintegración de la URSS. Pero
est a acción fracasó ráp idamente. En realidad, s e trató más bien de una
caricat ura de golpe, pues los complotados no act uaron con el rigor y la
resolución necesaria en estos casos. Baste decir, al resp ecto, que no fue-
ron detenidos ni sometidos a control la inmensa mayoría de los elementos
que, como Yeltsin, tratarían de frustrar la acción. En definitiva, el golpe de
agosto tuvo un efecto contrario al que se propusieron sus ejecutores, pues
precipitó lo que querían evitar. El 5 de septiembre se creó un Consejo de
Estado, encabezado por Gorbachov, e inmediatamente s e decretó la diso-
lución del PCUS y su ilegalización. Al siguiente día, fue reconocida la inde-
pendencia de las tres repúblicas bált icas: Lituania, Letonia y Estonia. La
desintegración se t ornaba ya inevitable. En diciembre, el resto de las repú-
blicas proclamaron sus respectivas independencias. La URSS había deja-
do de existir, lo que s e oficializ ó el día 21 de ese mes.
Boris Yeltsin proclama ndo la derrota d el intento golp ista de agosto de 1991.
446
La formación de la Comunidad de Estados Independientes (CEI), nacida
de la reunión de Minsk, entre los presidentes de Rusia, Ucrania y Bielorrusia,
y ratificada por el parlamento de la Federación Rusa, el 12 de diciembre
de 1991, significó la extinción definitiva de la URSS. La CEI, a la que se
sumaron las demás repúblicas con excepción de las bálticas, no cont enía
ningún tipo de estructuras supraestatales, pero se establecían áreas de ac-
tividad común: el mando conjunt o del arsenal estratégico, la coordinación
de la política exterior, la formación y el desarrollo de un espacio económi-
co común, las aduanas, el control migratorio, los transportes y las comuni-
caciones, la p rotección del medio ambiente, etc. Lo cierto fue, sin embar-
go, que las infraestructuras comunes fueron destruidas, tanto en el dominio
económico, como en los restantes sectores, y las antiguas repúblicas sovié-
ticas reforzaron sus fronteras y sus barreras aduaneras. En muy poco tiem-
po, las viejas disensiones interétnicas resurgieron con más fuerza y se decla-
raron nuevos conflictos. En Transcaucasia, en M oldavia, en el Asia Central,
en el norte del Cáucaso y en la propia Rusia, comenzó a correr la sangre y se
produjo un millonario movimiento de refugiados.
447
materiales; así como el empleo de inmensos recursos , todo lo cual ha con-
tribuido a hacer más difícil la recuperación del país.
448
Ent re 1992 y 1997, al mis mo tiempo que se desnacionalizó el comercio
exterior, se procedió a la privatización de las empresas industriales y finan-
cieras, los bienes inmuebles urbanos y las tierras e instalaciones agrícolas.
La privatización se realizó, en lo fundamental, mediante la venta de cupones,
pero esta operación benefició solamente a un reducido grupo de personas,
en su mayoría antiguos funcionarios del partido y del Estado y dirigentes
del gobierno de Yeltsin. Surgieron así inmensos monopolios que controlan
los s ectores financieros, electricidad, gas, ferrocarriles, etc. Uno de estos
enormes monopolios, el Gasprom, que controla el sector del gas natural,
fue fundado por Víctor Chernomirdin, quien fungió durante un tiempo como
Primer M inistro de Yeltsin. Asociado a todo este p roceso, se p rodujo el
surgimiento de poderosas mafias, así como la criminalización de la econo-
mía, lo que ha promovido la evas ión de grandes sumas de dinero y recur-
sos hacia el extranjero.
449
negaba a aprobar un nuevo paquete de medidas neoliberales. Como Rutskoi
y los líderes oposit ores se atrincheraron en el legislativo, tras unos días de
asedio, Yelt sin ordenó el bombardeo del edificio ocasionando un alto nú-
mero de muertos y heridos. Después de esta s angrienta victoria, Yelt sin
hizo aprobar una nueva Constitución, que eliminó los vestigios del régimen
anterior y reforzó ampliamente las facultades del presidente del país. Con
posterioridad a estos acontecimientos, se aceleró el proceso de liberaliza-
ción de la economía. No obst ante, la inestabilidad política continuó en los
años siguientes , a lo que contribuyó el deteriorado estado de salud del
presidente. Por otra parte, la aparición de otras fuerzas políticas, en particu-
lar el ascenso de la ultraderecha y del Partido Comunis ta, debido a la
negativa evolución socio-económica del país, debilitó la posición y el pres-
tigio político de Yeltsin, conduciéndolo finalmente a la renuncia.
450
de la guerra, al persuadir a los serbios a abandonar la resistencia y aceptar
las condiciones impuestas por el Occidente.
Hay que decir, sin embargo, que con el ascenso al poder de Vladimir Putin,
que sucedió en la p residencia al desacredit ado y enfermo Boris Yelt sin, la
sit uación de Rus ia comenz ó a cambiar. La recuperación de la economía,
aunque en forma discreta aún, es un hecho palpable; al mismo t iempo que
se ha ido logrando la estabilización de la vida política interior. M ient ras
trata de poner orden en casa, el joven presidente se ha propuesto reactivar
los planes de integración con las demás repúblicas exsoviéticas, a través
de una renovada Comunidad de Es tados Independientes (CEI), para lo
que se vienen dando importantes y prometedores pasos , y fortalecer el
papel de Rusia en el ámbito internacional, en lo que t ambién se observan
algunos signos positivos, como son los casos de la alianza estratégica con
China, el estrechamient o de los vínculos con otros países asiáticos y la
ofensiva diplomática hacia varias regiones. Sin embargo, es te curso de
acción pudiera variar a partir de la actit ud asumida por Putin al apoy ar la
guerra decretada unilateralmente por los Estados Unidos, tras los atenta-
dos terroristas del 11 de septiembre del 2001, en las ciudades de New
York y Was hington, guerra encaminada a consolidar el predominio mun-
dial de la potencia del Norte, lo que puede afectar el papel de Rusia en los
asuntos mundiales.
Pol oni a
Como hemos señalado con anterioridad, los graves dist urbios de 1970,
provocados por las dificultades económicas y el aumento general de los
precios, determinó la caída de Wladyslaw Gomulka y el nombramiento de
Edward Gierek, al frente del partido y el Estado. Con Gierek se inició una
estrategia de modernización, basada en la afluencia de créditos occidenta-
les, fundamentalmente de la RFA. El plan consistía en la importación masi-
va de tecnología occident al y, p aralelamente, en el aumento del consumo
para crear incentivos al desarrollo. De esta forma, Gierek esperaba au-
mentar las exportaciones de manufacturas de calidad, producidas por em-
presas renovadas con las nuevas tecnologías. Teóricament e, el aumento
451
de la p roductividad del trabajo, de la p roducción y de la calidad debía
pos ibilitar la expansión de la exportación hacia los mercados de países
capitalistas y socialistas, lo que permitiría la devolución de los préstamos y
mantener un alto nivel de la producción y de la renta nacional.
452
ta fue organizada y dirigida por el sindicat o independiente Solidaridad,
surgido precisament e en aquellas jornadas, bajo la dirección de Lech
Walesa. El movimiento cont ó con el decidido apoyo de la Iglesia cat ólica,
FRQJUDQSRGHUHLQIOXHQFLDHQHOSDtVUHIRU]DGDFRQODGHVLJQDFLyQ²HQ
²GH.DURO:RMW\ODFDUGHQDOGH*UDFRYLDFRPR6XPR3RQWtILFH\
con el estímulo nada encubierto del Occidente.
454
ca s e produjeron agudas tensiones políticas y sociales, lo que determinó
que en estos p rimeros años se tuviera que reorganizar el gobierno en cua-
tro ocasiones.
Después de las elecciones, Lech Walesa se vio forzado a aceptar una coa-
lición de izquierdas entre la A lianza de la Izquierda Democrática y el Par-
tido Campesino y a dar el visto bueno como Primer M inistro a Waldemar
Pawlak, candidato de la coalición y presidente del PSL. Primero con Pawlak
y desde 1995 con J osef Oleksky, de la SLD , la izquierda gobernó durante
cuatro años, hasta sept iembre de 1997. En las elecciones p residenciales
de noviembre de 1995, la derecha perdió t ambién la p residencia del p aís
al s er derrotado Walesa, que aspiró a un nuevo mandato, por el socialde-
mócrata (excomunista) Alexander Kwasniew ski. Entre 1993 y 1997, se
consolidó la recuperación, la economía creció en un 6 % y s e redujo la
inflación. Sin embargo, el desempleo apenas disminuy ó y cont inuaron
profundizándose las desigualdades y la marginación. Por otra parte, el pro-
blema de la deuda externa, s uperior a los 40 000 millones de dólares,
siguió agravándose de año en año, lo que rep resentó una p esada carga
para la economía nacional y s acrificios para la población.
455
De hecho, la izquierda en el poder no adoptó un programa diferente al que
se venía desarrollando desde la caída del régimen socialista. Cierto es que se
moderó el ritmo de las reformas , con el objetivo de que el cambio fuera
menos t raumático. P ero en la práctica continuaron aplicándose las p olíti-
cas neoliberales, con las correspondientes consecuencias sociales, o sea,
más desigualdad y un mayor índice de pobreza. La ejecutoria de la izquier-
da en el gobierno no cubrió las expectat ivas de la mayoría de los polacos
y ello condujo a su desgaste y consiguiente derrota, aunque por estrecho
margen, en las elecciones parlamentarias de septiembre de 1997, que die-
ron la victoria a un bloque de varios partidos de derecha, encabezado por
la cat ólica Acción Electoral Solidaridad (AWS), que tomaron así la revan-
cha por el aplas tante fracas o de 1993.
456
Hungría
457
más de un 5%, beneficiándose particularmente el sector industrial y dentro
de él las ramas de la química, la energética y la de mat eriales de la cons-
trucción, entre otras. La agricultura creció a un menor ritmo, pero aumentó
considerablemente s u eficiencia. Se fort aleció el comercio exterior, au-
mentando las exportaciones de productos industriales y de alimentos. Los
ingresos de los trabajadores se incrementaron en más de un 5 %. El au-
mento del bienestar prop iciado por los avances económicos junto a una
mayor flexibilidad en el orden político, expresada, por ejemplo, en la tole-
rancia religios a, en una relativa libert ad en los viajes y contactos con el
Occidente y en una política cult ural más abierta, hicieron de Hungría, se-
gún se decía entonces , la «barraca alegre» de la Europa del Es te.
Pero est a floreciente situación cambió con rapidez desde mediados de los
años setenta, debido fundamentalmente a la negativa influencia de la co-
yuntura internacional, lo que determinó el estancamiento de las reformas
del Nuevo M ecanismo Económico. El alza de los precios del p etróleo y la
crisis que generó, afectó fuertemente a la economía, en la que el comercio
ext erior representaba el 40 % del ingreso nacional. Aumentaron los p re-
cios de las importaciones y disminuyeron los de las exportaciones, dañan-
do a los principales sectores productivos y reduciendo considerablemente
el consumo de la población. Ante esta situación, para mantener los niveles
GHYLGDDOFDQ]DGRVTXHHUDQODEDVHGHODOHJLWLPLGDGS ROtWLFDGHO326+²VH
fue edificando una sociedad que valoraba al socialismo sólo a través de los
QLYHOHVGHELHQHVWDUPDWHULDO²HOSDtVVHIXHHQGHXGDQGRFRQHO2FFLGHQ
te. A principios de los ochenta, Hungría neces itaba utilizar cas i el 70 % de
VXVH[SRUWDFLRQHVSDUDSDJDUORVVHUYLFLRV²LQWHUHVHV²GHODGHXGD(VWD
política no logró detener el deterioro de la situación y comprometió el ulte-
rior desarrollo del país, haciéndolo cada vez más dependiente del mundo
occidental.
En est as circuns tancias, a partir de 1982 se inició una nueva oleada refor-
mista, que introdujo un mayor grado de liberalización económica. Se limitó
considerablemente el papel del Estado, mediante la llamada democratiza-
ción empresarial, se estimuló la iniciativa privada y se autorizó la inversión
extranjera. En ese contexto, Hungría se vinculó al Fondo M onetario Inter-
nacional y al Banco M undial y ap licó sus recomendaciones de ajust e y
pretendido saneamiento. En la práctica, se produjo cierto vacío est ructu-
458
ral, pues se llegó a una sit uación en que desaparecía la economía cent ral-
ment e planificada y no existía aún ot ro modelo. M ientras tanto, la crisis
económica mundial continuó golpeando al país, lo que condujo a un pro-
gresivo deterioro de la situación política y social y a la pérdida de legitimi-
dad del POSH y del gobierno socialista. El creciente sentimiento de frus-
tración escindió al partido y fue aprovechado por grupos políticos informales
de orientación antisocialista para ganarse el apoyo de amplios sectores de
la población.
Así las cos as, hacia 1988, en determinados s ectores de la dirección del
POSH y en la intelectualidad a ellos vinculados, se afianzó la idea de que el
modelo de socialismo vigente en Hungría se había agotado y era necesario
sust ituirlo por otro, s obre la base de una economía de mercado, que per-
mitiera la incorporación total del país al contexto internacional. Estos con-
ceptos se hicieron extensivos a una considerable parte de la militancia par-
tidista y de las mas as p opulares , lo que creó las condiciones para la
sus titución de Janos Kadar y ot ros líderes históricos del p artido, lo que
des broz ó el camino para la aplicación del p royecto de los s ectores
«reformistas». La Conferencia Nacional del PO SH, en mayo de 1988,
eligió como Secret ario General a Karoly Grozs, decidido impuls or de la
nueva tendencia.
459
La dirección «reformista» húngara comenzó enseguida a enarbolar el con-
cepto del pluralismo político, con el objetivo de captar las simpatías y el
apoyo de los países capitalistas desarrollados. En cons ecuencia, se le dio
libertad de acción a numerosos grupos informales creados durante los años
ochenta, así como a partidos tradicionales que ahora resurgían. En octubre
de 1989, fue celebrado un congreso extraordinario del POSH , en el que
un sector mayoritario impuso el criterio de renunciar al papel dirigente del
partido en la sociedad, al mismo tiempo que decidió abrazar la ideología
socialdemócrata y adoptar el nombre de Partido Socialista Húngaro (PSH).
En noviembre, se introdujeron las corres pondientes modificaciones en la
Constitución. Fueron creadas así las condiciones para el paso de H ungría
a una fase de restauración capit alista.
En las llamadas «primeras elecciones libres» del país, las legislativas de mar-
zo-abril de 1990, triunfaron las agrupaciones políticas antisocialistas; el re-
cién surgido PSH p asó a la oposición. El 23 de mayo de 1990, tomó pose-
sión del gobierno una coalición de partidos de derecha integrada por el Foro
'HPRFUiWLFR+~QJDUR)'+²VXUJLyHQFRPRIRURGHGLVFXVLyQGH
©FRPXQLVWDVUHIRUPLVWDVª\GHYLQRSDUWLGRSROtW LFRDILQHVGH² el
Part ido Independiente de los Pequeños Propiet arios (PIPP) y el Partido
Popular Demócrata Cristiano (PPDC), que impusieron una política carac-
terizada por un marcado acento conservador, t anto en su proyección in-
terna como externa. El nuevo gobierno fue encabezado por Joseph Antall,
líder del Foro Democrático. De esta manera se ponía fin a cuatro decenios
de régimen socialista y se iniciaba una nueva etapa en la milenaria historia de
Hungría, etapa que debía conducir a la restauración del capitalismo.
460
blación. Aparecieron o se incrementaron la delincuencia, la prostitución, la
drogadicción y el alcoholismo, que se han continuado desarrollando y afec-
tan, sobre todo, a los jóvenes.
461
El gobierno dirigido por el PSH en alianza con los liberales se caracterizó,
sin embargo, por la consecuente continuación de la política neoliberal apli-
cada por su p redecesor, aunque se pronunció por darle may or atención a
los asuntos sociales. Durante los cuatro años siguientes se aceleró el proceso
de privatizaciones; la mayoría de las industrias, las telecomunicaciones, el
sect or energético y el financiero fue vendida a tras nacionales europ eas y
norteamericanas, solo quedó en manos del capital nacional la agricult ura,
el comercio minorista y otros servicios. Los socialistas fueron más lejos
que la derecha, que no se había atrevido a privatizar las grandes empresas.
En ese p eríodo, también se aceleró, desde el punto de vista de la legis la-
ción, el establecimiento completo de la economía de mercado. Esta política
fue regida por los principios neoliberales, lo que condujo a los correspon-
dientes recortes en las asignaciones para fines sociales, a pesar de las pro-
mesas electorales.
462
tema político y la alternancia en el poder, lo que perciben como un impor-
tante logro. Sin embargo, una lectura más objetiva de la realidad evidencia
la existencia de inquietantes indicios de cansancio en amplios sectores de la
población, manifestados en la baja concurrencia a las urnas registrada en
las dos últimas elecciones. En rigor, no puede hablarse de consolidación y
estabilidad en los cambios y mucho menos del fortalecimiento del sistema
democrático húngaro hasta los inicios del siglo XXI.
Como result ado de t odo ello, la tasa de crecimiento, que en 1961 fue de
un 3 %, se elevó has ta un 8 % como promedio en el rest o de la década.
Avanzó mucho el sector industrial, y la agricultura registró también un pro-
greso import antís imo, pasando de una tas a negativa en 1961 a un creci-
miento superior al 5 % como promedio anual. En correspondencia con
est os logros económicos , mejoró sus tancialmente el nivel de vida de la
población, lo que contribuyó a reconciliar a la sociedad con el régimen y
464
supus o un uso mucho menor de los métodos repres ivos y de control por
part e de las autoridades, que también adoptaron una actitud más flexible
en relación con la religión, la juventud y la intelect ualidad.
Poco más de una década después de la const rucción del muro, la difícil y
fría convivencia de las dos Alemanias se había convertido en un escenario
de coexistencia pacífica, rota únicamente por punt uales enfrentamientos.
Ello fue el resultado del clima de distensión internacional y de la estrategia
germanoccidental de lograr cambios en la RDA «a través de la aproxima-
ción». Si bien dicha estrategia se concent ró en el componente económico,
se expresó también en el plano de los intercambios deportivos, culturales,
así como en el incremento sustancial de las visitas de ciudadanos de ambas
partes. A la larga, todo ello tuvo una influencia ideológica negativa, refor-
zada por el hecho de que el p artido s obrevaloró en su actividad la impor-
tancia de los estímulos mat eriales en detrimento de la labor formativa.
465
del Estado, que debía subsidiar una buena parte de las mercancías, y compro-
metió el ulterior desarrollo del país. Desde principios de los ochenta, debido a
SUREOHPDVLQWHUQRV²UHWUDVRWpFQLFREDMDFRPSHWLWLYLGDGHWF²\D los efec-
tos de la crisis mundial generada por el alza del pet róleo, se produjo un
progresivo deterioro de la economía. M ientras que en la década del seten-
ta el crecimiento del P IB regis tró una media del 3 %, p ara 1986 apenas
superaba el 1,5 %. Al mis mo tiempo, la deuda p ública llegó a sobrep asar
los 100 000 millones de marcos. En estas condiciones, hubo que realizar
ajus tes y el modelo basado en el consumo comenzó a retroceder. En con-
secuencia, el nivel de vida de la población se afectó considerablemente, lo
que provocó un creciente malestar social, con una respuesta cada vez más
dura por p arte de las autoridades.
466
El 9 de no viembr e de 19 89, co n la a pertura del muro, d esapare cía un a fron tera
y un símbolo . A la derecha, la muc hedumbre destru ye el mu ro. A l a izquie rda,
el ca nciller K ohl es r ecibido p or el P ri mer Minis tro Modro w en la zona orie ntal.
Checos lovaquia
467
pero no emprendió una rectificación a fondo de los problemas. La llamada
política de normalización condujo, en concreto, a reforz ar la y a excesiva
centralización, la burocracia y la reducción de la democracia dentro y fue-
ra del partido. Las p urgas en el partido y el incorrecto t ratamient o a los
militantes expulsados por los sucesos del 68; así como los negativos méto-
dos utilizados para enfrentar el descontento, cada vez mayor, contribuyó,
desde los años setenta, a reactivar los grupos de la op osición y a promo-
ver figuras dentro de ellos, como fue el caso de Vaclav Havel, que llegó a
ser el primer presidente poscomunista.
En definit iva, cuando se arribó a los años ochenta la sit uación se tornaba
muy complicada. Los síntomas del estancamiento habían minado todas las
esferas de la sociedad, por lo que se imponía la necesidad de inst rumentar
cambios efectivos, tanto en la vida económica como en la política y social.
Para entonces, existía un consenso en el partido y en el resto de la socie-
dad acerca de que el socialismo debía ser reestructurado de arriba hacia
abajo, ya que las profundas transformaciones que necesitaba el país no las
podían realizar los dirigentes compromet idos con la situación. En es tas
circuns tancias, como en el 68, el partido volvió a dividirse y también el
aparato estatal. Sin embargo, continuó predominando la corriente que op-
taba por mantener el status alcanzado y se negaba a emprender cambios
capaces de eliminar los errores.
La máxima dirección del Part ido no s upo valorar el alcance de las refor-
mas en la U RSS, ni la repercusión que p udieran tener los hechos que se
468
producían en otros países socialistas, particularmente en Polonia y Hun-
gría. Hus ak estaba convencido de que la situación en la URSS «t omaría su
nivel», por lo que consideraba que no era necesario cambiar de actitud. En
diciembre de 1987, bajo evidente presión soviética, Husak fue sust ituido
por M ilos Jakes, como Secretario General del PCCh. La nueva dirección
partidist a prometió la realización de reformas en todos los terrenos y el
logro, a cort o plazo, de una mayor iniciativa económica, más eficiencia y
un incremento del crecimiento. Sin embargo, no tuvo lugar ningún cambio
significativo en la política sost enida con anterioridad, lo que provocó un
progres ivo aumento del descontento de la población y el auge de las fuer-
zas antisocialistas, respaldadas moral y materialmente por el Occidente y
por sus homólogas de M oscú.
469
fue FRQILUPDGRFRPRSUHVLGHQWH²KDEtDVLGRGHVLJQDGRHQHOFDUJRHQ
GLFLHPEUHGHODxRDQWHULRU²FRQV ROLGiQGRVHHOSRGHUGHODGHUHFKD6H
aceleró a part ir de entonces el desmontaje del socialismo y el tránsit o ha-
cia el capitalismo.
Desde la división del país y hasta 1998, la República Checa estuvo gober-
nada por una coalición de derecha, encabezada por el Partido Demócrata
Cívico (ODS), de Vaclac Klaus, que en las elecciones legis lativas de junio
de 1992 des plaz ó al Foro Cívico, venciendo t ambién en las de 1994 y
1996. El gobierno de Klaus continuó la p olítica de reformas de su prede-
cesor, int ensificando el proceso de privat izaciones. Desde ent onces, los
res ultados macroeconómicos han sido p ositivos. En 1994 se alcanzó un
crecimiento del PIB de un 2 % y pos teriormente se ha logrado una media
de un 4 %; al mismo tiempo descendieron los índices de inflación y desem-
pleo. Los salarios mejoraron pero se encontraban aún p or debajo de 1989.
En es tos resultados influyó el hecho de que la República Checa heredó la
parte más desarrollada de la antigua Checos lovaquia, lo que unido a su
favorable posición geográfica la convierte en paso obligado entre el Oeste
470
y el Es te de Europa y en un imp ortante destino t urís tico. La transición
neoliberal ha sido más exitosa allí que en otros países del entonces campo
socialista europeo, pero ello no excluye un considerable costo social.
471
Opinión Pública Contra la Violencia, en alianza con el Part ido N acional
Eslovaco, definido como nacionalista y de derecha, y la Asociación de los
Trabajadores Eslovacos, una fuerza política de izquierda. En este período,
el gobierno estuvo encabezado por Vladimir M eciar, principal figura del
HZDS. El gobierno de M eciar no se caracterizó por el ultraneoliberalismo
del checo, aunque ambos perseguían los mis mos objetivos estratégicos.
En ello influyó la propia heterogénea composición del gobierno y la posi-
ción asumida por la Iglesia, que se pronunció desde un principio por una
moderación en las reformas.
472
Bulgaria
Bulgaria fue el país de Europa del Este donde la URSS ejerció una mayor
influencia. Un rasgo distintivo de ese país balcánico y de su pueblo lo constitu-
ye su relación histórica con Rusia y luego con la URSS. Ello se explica por la
conjugación de varios hechos históricos y las características de su civilización.
En primer lugar, el papel que desempeñó Rusia en la independencia de Bulgaria
del Imperio Otomano, que dominó su territorio por casi 500 años. En segundo
OXJDUHOKHFKRGHFRPSDUWLUODPLVPDIHUHOLJLRVD²LJOHsia RUW RGR[D²\ OD
pertenencia de ambos pueblos a la mis ma rama lingüístico-cult ural eslava,
lo que incluye la utiliz ación p or ambos del alfabet o cirílico.
En abril de 1956 t uvo lugar un pleno del PCB que marcó pautas decisivas
en la futura política del Partido y el Gobierno búlgaros. Este evento parti-
dis ta s e celebró a raíz del XX Congreso del P CUS y, como éste, est uvo
dedicado, entre otros asp ectos , a la crít ica de la p olítica est alinista y del
culto a la personalidad. En él se analizó críticamente la economía hasta ese
propio año y se trazaron líneas fundamentales para el desarrollo del país,
dirigidas a: la edificación del socialismo, la solución científica de los pro-
blemas económicos, políticos y culturales y a la elevación del bienestar del
pueblo. La «Línea de Abril», como s e denominó en es te p aís la p olít ica
diseñada a partir de entonces, fue materializada desde el mencionado año
1956 hasta finales de la década de los ochenta, período durante el cual se
logra una cierta elevación de los niveles económicos, sociales y culturales.
473
Los avances económicos y sociales que se fueron logrando des de 1956
determinaron una actitud t riunfalista en la dirección del part ido. Cuando
aparecieron las dificult ades , a p artir de la s egunda mitad de los s etenta,
ést as eran encubiert as p or las estadísticas oficiales , haciendo creer que
todo marchaba bien. El PCB, encabezado por Todor Yivkov, se aferró a
viejos métodos y se opuso a una política de cuadros que garantizara el
adecuado relevo, capaz de inducir los cambios y t rans formaciones im-
prescindibles para dar continuidad al p royecto socialista. Esa dirección
esquematizada se caracterizó, además, por deformaciones y degradacio-
QHV(VWRVIXQFLRQDULRVGLVIUXWDEDQGHSRVLELOLGDGHVPDWHULDOHV²SULYLOH
JLRVGHWRGRWLSR²TXHORVGLIHUHQFLDEDQSURIXQGDPHQWHGHOSXHEORHUD
lo que más irritaba a la inmensa mayoría de la población, cuyas necesida-
des y aspiraciones eran cada vez más olvidadas por los dirigentes partidis-
tas búlgaros.
474
las, emisoras radiales, libros y otras manifestaciones de carácter cult ural.
Est a nefast a práctica, supuestament e dirigida a lograr la homogeneidad
social del país, desató grandes problemas internos y externos, y p rovocó
el éxodo masivo de miles de p ersonas hacia Turquía. La situación creada
contribuyó decisivamente a la inestabilidad política int erna y al deterioro
de la imagen y prestigio internacionales del país. Esta política que preten-
dió la asimilación forzos a o bulgarización de la p oblación de origen turco
fue también uno de los factores que contribuyó a profundizar la crisis del
socialismo.
475
y se t ransformó en Partido Socialista Búlgaro (PSB), al igual que ocurrió
en otros países socialistas.
476
los intereses de Occidente, principalmente de Turquía y los Estados Uni-
GRV²DSURYHFKDQGRODVGHELOLGDGHV\HUURUHV\DPHQFLRQDGRVORJUyTXH
la minoría turca lo respaldara, favoreciendo el nacionalismo. Hacia el exte-
rior, el gobierno de la UFD inició conversaciones con el Fondo M onetario
Internacional (FM I) para examinar el presupuesto estatal en un momento
crítico de la economía del país, dando paso a la aplicación de reformas de
corte neoliberal, en detrimento de los logros sociales que aún se mantenían.
3RURWUDSDUWHODIRUPDSUHFLS LWDGDFRQTXH%XOJDULD²DOLJXDOTXHOD
PD\RUtDGHORVH[PLHPEURVGHO&$0 (²GHVKL]RVXVYtQFXORVFRPHUFLD
les con los países del Este, y la ins uficiente amp liación del comercio con
Occidente, provocaron una caída en su balanza comercial con efectos
devastadores para la economía nacional. A ello se une un elevado endeuda-
miento externo, que conlleva a la caída de Bulgaria, desde el punto de vista
de solvencia y credibilidad económica. En resumidas cuentas, las realidades
477
resultantes de la aplicación de la est rategia neoliberal entraron en contra-
dicción con las expectativas que había des pertado en amplios sectores de
la población el paso a la economía de mercado. Ello s e reflejó en un con-
siderable movimiento de protestas y en el desgas te del gobierno.
La política de la UFD bajo la jefatura del Primer M inistro Iván Kostov, fue
encaminada, fundamentalmente, a acelerar las privatizaciones y a una re-
forma total del aparato administrativo. Para ello se siguieron las recomen-
daciones del FM I, lo que profundizó los problemas del país, que a finales
de s iglo el 65 % de su población vivía en la pobreza. En el plano externo,
se ha fortalecido el movimient o para incorporar a Bulgaria a la OTAN y a
la Unión Europea.
Rumania
Desde 1958, cuando las tropas de la URSS abandonaron el país , los diri-
gentes rumanos comenz aron a mostrar signos de independencia, reivindi-
cando libertad de opción en mat eria económica y en política ext erior y
agudizando el fuerte sentimiento nacional rumano, hasta el punto de reivindi-
car la devolución de Besarabia, traspasada a la Unión Soviética en 1945, en
correspondencia con los acuerdos de posguerra. Esta tendencia se forta-
leció a partir de 1965, con la elección de N icolae Ceausescu, quien susti-
WX\y²WUDVV XPXHUWH²D*KHRUJKH*HKRUJLX'HMDOIUHQWHGHOSDUWLGR\
el Estado. Con Ceausescu se ret omó el nombre de Partido Comunist a de
478
Rumania (PCR) y el país pasó a denominarse República Socialista de Ru-
mania.
479
Ceausescu hacia el interior del país con el objetivo de lograr a toda costa el
pago de la deuda externa, conllevaron a que la mis ma ya se redujera en un
16 % en el propio 1982, año clave en el desenlace de la crisis política que
estallaría ocho años después. Para alcanzar es to se ut ilizó el 9,5 % de las
exportaciones y se redujo el 24,2 % de las importaciones, tendencia que se
mantendría en lo sucesivo. Ello determinó un importante desabastecimiento
de materias primas y el envejecimiento tecnológico.
La política de aust eridad comenzó a sent irse con fuerza por part e de la
población a partir del invierno de 1983, cuando se produjo un fuerte recorte
presupuestario respecto a los gastos sociales. Se limitó de forma drástica el
suministro público de combustibles para la calefacción doméstica y aumentó
el costo de producción de los artículos de uso y consumo esenciales para
la población con el consiguiente desabastecimiento y aumento del costo de la
vida. La respuesta al malestar popular fue la introducción de un mayor con-
trol por los órganos de la seguridad y el incremento de diversas formas de
represión. Dicha política fue expresión de la desvinculación de la cúpula
polít ica en el poder respecto a los intereses de la p oblación rumana, que
cada día más veía al partido y al Estado como algo ajeno.
480
ciones cada vez más dramáticas en que se debatía la población del país.
Sin pos ibilidades reales de oponerse a las antip opulares medidas de
Ceausescu, las mas as adoptaron la doble moral y la hipocresía en su ac-
tuación cotidiana, incluso en el p artido, lo que daba la falsa impresión de
apoy o al des acredit ado régimen.
Por otra parte, en el seno del propio partido y de las Fuerzas Armadas se
venía gest ando una corriente que aspiraba a des plazar a los viejos dirigen-
tes, incluyendo a Ceausescu, con el fin de realizar los cambios anhelados
por toda la sociedad. Esta corriente propiciaba la reforma desde arriba y
su existencia se manifestó en las continuas depuraciones de figuras del par-
tido y de otras instituciones. En ese sentido, es significativa la carta abierta
enviada por un grupo de dirigentes comunistas a Ceauses cu, en marzo de
1989, y la formación de un Consejo de Salvación Nacional, integrado por
figuras importantes del PCR y de las Fuerzas Armadas, que planeaban un
golpe militar contra el gobierno.
481
hostigamiento a que era sometido un sacerdote de origen húngaro, que había
criticado la política del gobierno. M iles de residentes locales salieron en una
marcha de protesta, que fue brutalmente reprimida por los agentes del or-
den. A partir de ese momento, los acontecimientos se precipitaron y termi-
naron con el derrocamiento del gobierno, ocurrido el 22 de diciembre. El
matrimonio Ceausescu fue fusilado, acto internacionalmente controvertido,
pero celebrado por la mayoría de la población rumana.
Así las cosas, destacamentos de mineros del Valle de Jiu acudieron en dos
oportunidades en ayuda del gobierno ante las agresivas manifestaciones y
482
concentraciones que en Bucarest reclamaban s u renuncia, lo que dejó un
saldo elevado de víctimas. Posteriormente, tuvieron lugar sangrientos cho-
ques étnicos ent re rumanos y magyares en varias ciudades de la región de
Transilvania, caldeando aún más las tensas relaciones entre ambas etnias.
En s eptiembre de 1991, tuvo lugar una ola de huelgas y la tercera marcha
hacia la capital de los mineros de Jiu, esta vez no para apoyar el gobierno,
sino para favorecer la renuncia del Primer M inis tro Pet re Roman, lo que
finalmente lograron. En octubre, con el nombramiento de Theodor Stolojan
como Primer M inist ro, se conformó un gobierno de coalición del FSN con
los opositores Partido Nacional Liberal, M ovimiento Ecológico Rumano y
Partido Democrático Agrario de Rumania.
483
de dólares, lo que contrasta con el hecho de que en 1989 Rumania había
terminado de pagar su deuda ext erna con un alto costo s ocial. A fines de
1992, el número de desempleados llegó a unos 940 mil, lo que representa-
ba el 8,5% de la población económicament e activa.
Al bania
484
En un principio, Albania se vinculó estrechamente a Yugoslavia, de la que
recibió una considerable ay uda. Pero en 1948, en ocasión del conflicto
entre T ito y Stalin, la dirección albanesa optó por la alianza con la URSS.
En realidad, el credo estalinista se avenía muy bien con los intereses y las
ambiciones polít icas de Hoxha. El Partido del Trabajo de Albania (PTA),
nombre adopt ado por el Partido Comunista desde 1948, asimiló de forma
mecánica el modelo soviético y su aplicación estuvo acompañada de graves
violaciones de la legalidad socialista, de la hipertrofia del aparato burocráti-
co del Partido y del Estado y de la concentración de un poder ilimitado por
parte de los órganos de la seguridad (Sigurimi) y del propio Hoxha. Cientos
de prestigiosas figuras del partido y del Estado, así como miles de honestos
militantes sufrieron represalias de diversas formas, incluyendo largas conde-
nas de cárcel y la pena de muerte. Ello fue acompañado por la intolerancia
religiosa y una errónea política cultural que cerró el país a todo tipo de con-
tacto con el extranjero, así como por un tratamiento inadecuado a las mino-
rías nacionales (serbios, montenegrinos, bosniacos, macedonios, etc.).
La alianza con la URSS fue recompensada con una cuantiosa ayuda econó-
mica ofrecida directamente y a través del CAM E, del que Albania fue miem-
bro fundador. En los años siguientes, el país consiguió algunos avances en su
des arrollo económico y s ocial. Comenz ó a moderniz arse la agricultura,
VXUJLHURQDOJXQDVUDPDVLQGXVWULDOHV ²PHFiQLFD\HQHUJpWLFD²VHHOLPL
nó el desempleo y s e inició la ampliación de los servicios educacionales y
de salud, casi inexistentes con anterioridad. Todo ello no acabó con el
secular atraso del país, pero representó un importante paso hacia delante
y un sustancial mejoramiento de las condiciones de vida de la población.
Sin embargo, después de la muerte de Stalin, la dirección albanesa se opu-
so a la política de rectificación emprendida p or Kruschov, lo que provocó
un conflicto que terminó en la ruptura con la URSS y el alineamient o con
China, que no p udo llenar el vacío de la ay uda soviética, p or lo que el
desarrollo económico se vio seriamente afectado. Esta nueva alianza sobre-
vivió hasta 1978, año en que China interrumpió su colaboración con Alba-
nia como respuesta a las acusaciones del PTA, que calificó como revisionistas
las reformas emprendidas por el gigante asiático. Estas consecutivas alianzas
resultaron efímeras y dañinas para el país, lo que se debió a la ambición
protagónica de Hoxha, que se llegó a autoproclamar como el genuino porta-
dor y depositario de las ideas marxista-leninistas más puras.
485
A partir de 1978, en la búsqueda de un supuesto socialismo autárquico, el
PTA comenzó a aplicar la política de apoyo en sus propias fuerzas, renun-
ciando a cualquier tipo de ayuda exterior. Bajo ese modelo, el Estado,
exces ivamente burocratizado, anuló la iniciativa de las emp resas y de los
colectivos de trabajadores. La deficiente dirección de la economía a t ra-
vés de métodos dirigistas y est rategias de desarrollo extensivo, y la falta
de una política apropiada de est ímulos, provocaron en su conjunto el es-
tancamiento de los ritmos de crecimiento de la producción y de la produc-
tividad, el atraso tecnológico de la industria y la escasa mecanización de la
agricultura. La p olítica comercial, adoptada desde 1976, llegó al ext remo
de prohibir constitucionalmente la adquisición de créditos, así como la crea-
ción de empresas mixtas, renunciando de esa manera a las posibles venta-
jas provenientes de las relaciones económicas internacionales.
486
ciudades y en Tirana, donde miles de personas penetraron en varias emba-
jadas occidentales, a mediados de 1990. Ante es ta situación, Alia s e mos-
tró vacilante y aceptó el diálogo con las fuerzas op ositoras, provenientes
principalmente de la intelectualidad y el estudiantado, y se acordó la re-
nuncia al papel dirigente del PTA y la convocatoria a elecciones multipar-
tidistas.
487
primas, aumentó la actividad delictiva, hubo un constante flujo migratorio
ilegal, escasez de alimentos y de art ículos de primera necesidad. Es e mis-
mo año de 1992, aumentó notablemente el desempleo, es pecialment e en-
tre los jóvenes, lo que provocó fuertes movimientos migratorios hacia Grecia
e Italia, fundamentalmente, ya iniciados años atrás. De acuerdo con cifras
oficiales, recogidas en el informe anual de la UN ICEF en 1997, las tasas
de desempleo habían alcanzado al 27 % de la fuerza de trabajo y más de
300,00 albaneses habían emigrado desde 1990 a t rabajar en el exterior.
En 1994 y 1995, la producción industrial tuvo un decrecimiento de 18,6 %
y 7,2 %, resp ectivamente.
488
tiemp o, result ó acusado por Berisha de s er culpable del as esinato de uno
de los fundadores del Partido D emocrático, lo que desencadenó una nue-
va ola de manifestaciones y protestas contra el régimen, arrastrando nueva-
mente a esta martirizada nación al borde de una guerra civil. En septiembre
de 1998, Nano t uvo que dimitir y dejar el gobierno en manos de otro
dirigente socialista.
Yugosl avia
489
unidad. Fue sos tén del «cordón s anitario» de la Europa de Vers alles y
des pués de la Segunda Guerra M undial se convirtió en un territ orio de
frontera entre los dos bloques controlados por los Est ados Unidos y la
Unión Soviética. Para ambos bloques el país significaba la «ventana sobre
el otro mundo» por lo que gozaba del apoyo de los dos contrincant es,
aunque al mismo tiempo reivindicaba una situación de independencia como
líder del M ovimiento de Países No Alineados, por lo menos hasta la muer-
te de Tito. El Estado yugoslavo no pudo resistir la acción de las fuerzas
centrífugas en momentos de crisis int ernacional: el primero sucumbió ante
la presión de las fuerzas de Eje, el segundo ante el hundimiento del bloque
socialista.
490
nómica. Los manifestantes expresaron su opos ición a los elementos capi-
talistas del sistema y al monopolio del Partido. Finalmente, el descontento
fue controlado por el gobierno, pero tomó cons iderable fuerza la oposi-
ción representada por los movimientos nacionalistas de las repúblicas, prin-
cipalment e en Croacia y Eslovenia.
/DUHIRUPDFRQVWLWXFLRQDOGH²PRGLILFyOD&DUWD0DJQDGH²W UDWy
de responder a las exigencias nacionalistas, incrementando la descentraliza-
ción económica y fortaleciendo los poderes de las repúblicas y provincias.
'LFKDUHIRUPDHVWDEOHFLyTXHGHVSXpVGHODGHVDSDULFLyQGH7LWR²SUHVL
GHQWHYLW DOLFLR²ODSUHVLGHQFLDGHOSDtVW HQGUtDXQFDUiFW HUFROHFWLYR\
quedaría integrada p or t res represent antes de cada rep ública y dos de
cada provincia aut ónoma. Además, las repúblicas podrían vetar las deci-
siones de la Presidencia Federal. Aquella reforma introdujo también la sor-
prendente decisión de conceder a una confesión religiosa, la musulmana, el
status de nacionalidad. Con estos cambios Tito pensaba garantizar la unidad
491
del complejo mos aico yugos lavo, pero en realidad ellos representaron un
importantísimo paso para facilitar la desintegración.
Poco desp ués del referido congreso, fueron convocadas y celebradas las
primeras elecciones multip artidistas , en las que p articiparon más de 70
agrupaciones polít icas: 31 en Croacia, 19 en Es lovenia, 13 en la pequeña
M ontenegro, 6 en Serbia, 6 en K osovo, 2 en M acedonia y 2 en Bosnia-
Herzegovina. Las plataformas electorales de todas estas fuerzas, tanto las
de izquierda como las de derecha, estuvieron impregnadas de un fuerte ca-
rácter nacionalista y religioso. Los partidos conservadores nacionalistas se
impusieron en todo el territorio, salvo en los casos de Serbia y M ontenegro,
donde ganaron los comunist as, que a partir de ent onces pasaron a deno-
minarse socialistas. El desmembramiento de la Federación era ya un hecho
y se formalizó unos meses más tarde, tras algunas gest iones infructuosas
para crear un Estado confederado.
493
En la desintegración de Yugoslavia y el prolongado conflicto que le siguió,
desempeñó un papel import ante el factor externo, debido a los intereses
geopolíticos de varios países. En un principio, tuvieron una mayor partici-
pación Alemania, Italia y Austria, pero luego se le fueron sumando las de-
más pot encias europeas, incluy endo a Rusia, y los Es tados Unidos. La
entonces aún Comunidad Económica Europea (CEE) estuvo involucrada
de una u otra forma, al igual que la OTAN, que intervino directament e en
el conflicto bosnio contra los serbios, a mediados de 1995, con el supues-
to objetivo de poner fin al baño de sangre. Por otra part e, la situación
creada, p articularmente en Bosnia-Herzegovina, demandó la presencia de
los «cascos azules» de la ONU , que todavía se mantienen en la zona.
494
GH<XJRVODYLD²ORTXHKDKHFKRPiVGLItFLOODUHFXSHUDFLyQ\KDSURYRFD
do agudos p roblemas sociales.
495
nacionalismos, el cual present a una marcada tendencia a su agudización
como lo demostró antes el caso de Bosnia-Herzegovina y más reciente-
mente el conflicto en torno a la provincia serbia de Kos ovo, que incluyó la
intervención militar de las potencias occidentales contra Yugoslavia.
En relación con la afirmación anterior debe señalarse que la guerra de los Esta-
GRV8QLGRV\ODVGHPiVS RWHQFLDVGHOD27$1FRQWUD<XJRVODYLD²VHmanas
de masivos e indiscriminados bombardeos que ocasionaron miles de vícti-
PDV HLQPHQVDVSpUGLGDVPDWHULDOHV²GHV DUUROODGDHQODS ULPDYHUDGH
1999 con el p retexto «humanitario» de prot eger a la población albanesa
de Kosovo, no acabó con los enfrentamientos entre serbios y albano-
kosovares. Ahora es la población serbia la que sufre persecuciones y ma-
los tratos, a pesar de las promes as de protección de la autoridad interna-
cional de N aciones Unidas que administra temporalmente el disput ado
territorio. Por ot ra parte, se ha abierto una interrogante acerca del st atus
futuro de Kosovo y el curso de los acontecimientos dependerá de las de-
cisiones que se adopten al respecto. Por lo pronto, mientras el conflicto en
torno a Kosovo sigue latente, los enfrentamientos étnicos se han traslada-
do a las vecinas M ontenegro y M acedonia, ambas con minorías de origen
albanés , que mantienen convulsionada a la región.
496
trans formaciones económicas en el país habían comenzado mucho antes.
Est a tendencia fue calificada como gradualis ta y sería s eguida, además,
por Bulgaria, Rumania y Eslovaquia, que adoptaron métodos progresivos
de liberalización y privat ización. Ahora bien, con transformaciones rápi-
das o graduales, después de diez años , el tránsito hacia el capitalismo no
ap ort ó los resultados es perados, que hicieron s oñar a los ciudadanos
con un pronto acceso a los niveles de vida de los país es des arrollados
del O ccident e.
Si bien algunos países, part icularmente los de Europa Central, han conse-
guido algunos avances en la tarea de s up erar los des equilibrios
macroeconómicos, en general persistían, hasta finales de siglo, agudos pro-
blemas que han provocado el det erioro de las condiciones de vida de la
población. El flagelo del desempleo afectaba, a finales de 1999, a 7,6 mi-
llones de p ersonas en todos los países de Europa del Este, así como a
12,4 millones en la Comunidad de Es tados Independientes. M ientras tan-
to, fueron desmant elados los s istemas de p rotección social heredados del
socialismo sin que surgiera un modelo alternativo, debido a la ausencia de
una verdadera voluntad política en este s entido y a la insuficiencia de re-
cursos financieros. Todo ello unido a la disminución de los salarios, que en
la mayoría de los casos est aban lejos de los niveles de 1989, determinó
497
una merma considerable de los ingres os, lo que provocó un incremento
const ante de la desigualdad, la pobreza y la marginación social.
En los últimos cinco años del siglo XX, la part e de la población que vivía
por debajo del límite de la pobreza se multiplicó por dos en algunos países
y p or tres en otros . De acuerdo con fuent es de la Unión Europea, la po-
breza fluctuaba, a fines de 1999, ent re un 25,3 % en la República Checa y
un 51,5 % en Rumania. Como resultado de ello, emergieron con creciente
fuerz a la criminalidad y la delincuencia en t odas sus manifes taciones , así
como la prostitución y la drogadicción, lacras sociales antes prácticamente
inexistentes y que hoy constituyen parte de la vida cotidiana en Europa del
Este. Para muchos analistas, la Europa p oscomunis ta corría el peligro de
convertirse en feudo del crimen organizado.
498
La situación mencionada resultaba mucho más grave en los antiguos países
socialis tas con menos desarrollo, al igual que en Rusia y en varias de las
entonces repúblicas soviéticas, donde el costo social de la transición era
muy elevado. Baste citar el ejemplo de Rusia, país con un alto grado de
violencia y criminalidad y en el que estaban operando p oderos as mafias
con ramificaciones en el ext erior y una reconocida influencia en la vida
económica y financiera nacional. Algunos de estos grup os s e dedicaban
incluso al tráfico internacional de armas, actividad que proliferaba también
en Albania y en los países del llamado espacio posyugos lavo, debido a los
conflictos que se desarrollaban en la región.
Los sectores más afectados por los cambios que se han producido en el otrora
campo socialista europeo son los de la infancia y la juventud, lo que compro-
mete seriamente el futuro de esos países. En el informe sobre el Estado Mun-
dial de la Infancia, de 1999, la Organización de Naciones Unidas para la In-
fancia (UNICEF), se refiere a la educación en los siguientes términos.
499
[...] La matriculación y la asistencia generales se han reducido, al
tiempo que los crecientes costes y el descenso de la calidad han
disminuido la demanda. Por ejemplo, en el Caúcaso y en Asia Cen-
tral ha habido un importante descenso en el número de matrículas en
todos los niveles educativos. El número de plazas ha disminuido: en-
tre 1991 y 1995 se cerraron alrededor de 30 000 centros de educa-
ción preescolar en los doce países que forman la Comunidad de
Estados Independientes.
500
era menos dramática en Hungría, Polonia, la República Checa y Eslovaquia,
pero se agravaba en los demás países, particularmente en Albania y en la
mayor parte del espacio posyugoslavo, en los que a los negativos efectos
de la t ransición hay que adicionar los de la guerra civil provocada por la
desint egración de la Federación y la agresión de la OTAN contra la nueva
Yugoslavia, a principios de 1999.
501
Capítulo IX
LA «GUERRA FRÍA»
Los primeros meses que siguieron al fin de la guerra conocieron las últimas
manifestaciones de colaboración dentro del marco de la alianza antifascista:
La creación de la ONU, la firma de los t ratados de p az con los ex aliados
de Alemania, el acuerdo que garantizaba la libertad de vuelo de aviones en
los corredores aéreos que comunicaban las tres zonas de ocupación occi-
dentales con Berlín, situada en la zona soviética, y el proceso de Nuremberg.
Pero también se manifestaron puntos de fricción: la int errupción drástica
(mayo del 1945) de la ayuda a la URSS a través de la Ley norteamericana
de Prést amo y Arriendo, los desacuerdos en la Conferencia de Pots dam
en el verano de 1945 y el fracaso de los intentos para establecer un control
internacional sobre el uso de la energía atómica, durante 1946.
503
elementos fundamentales. La URSS s e consideró amenazada por la inmi-
nencia de un cerco capitalista; sintió como un peligro el abandono del ais-
lamiento tradicional de los Estados Unidos y sus manifiestos propósitos de
hegemonía mundial. La suspensión del acuerdo de Prés tamo y Arriendo al
finalizar el conflicto y la poca voluntad de los aliados occidentales p ara
aplicar las sanciones contra Alemania, s egún lo pactado, most ró ante los
ojos de Stalin la int ención norteamericana de mant ener a la URSS en una
situación de debilidad. Por su lado, los Estados Unidos y otros gobiernos
occidentales vivían la angus tia de la posible expansión comunist a, que fo-
mentaban en la población a través de una intensa propaganda. La potencia
del Ejército Rojo y su influencia en Europa Central y Oriental avivaban la
inquietud. Para ellos la amenaz a también provenía de los partidos comu-
nistas nacionales que salieron considerablement e reforzados de la guerra,
recogiendo de est e modo los frutos de su destacada actuación en la lucha
contra el fascismo.
504
TXHQRHVWXYRH[HQWDGHUHODMDPLHQWRVFR\XQWXUDOHV²DOJXQRVPRPHQWRV
GHODVHJXQGDPLW DGGHORV\SULQFLSLRVGHORV²OD©JXHUUDIUtDªVH
prolongó hasta el derrumbe del campo socialista europeo, a finales de los
años 80, interrumpida sólo por el breve período distensivo que prevaleció
durante la mayor part e de la década de los 70.
505
Al acuerdo de Río le s iguió la creación, en abril de 1949, de la O rganiza-
ción del Tratado del Atlántico Norte (OTAN ), supuesto compromiso de-
fensivo frente a la hipotética amenaza de la Unión Soviética, que integraría
a Gran Bretaña, Francia, Italia, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Portugal,
Noruega, Dinamarca e Is landia, junto a Canadá y los Estados Unidos,
bajo el mando de és te último. Grecia y Turquía se incorporaron en 1952, a
pes ar de que no est án ubicadas en la región del Atlántico, la República
Federal de Alemania en 1954 y Es paña en 1981, tras un int enso debate
int erno, debido a la división de la población al resp ecto. El pretendido
respet o a los principios democráticos y a los derechos individuales , con-
signado en la Carta, no fue obs táculo p ara que se admit ieran regímenes
aut orit arios y dict atoriales como los de Portugal, G recia y Turquía. La
OTAN fue definida como una alianza político-militar, llamada a garantizar
la seguridad colectiva mediante la colaboración económica y política en
tiempos de paz y a través de las acciones militares conjunt as en caso de
guerra. Dotada de órganos y fuerzas permanentes, sus estructuras civiles y
militares fueron establecidas a princip ios de los 50, durante el conflicto de
Corea (1950-1953), primer enfrentamiento bélico de la llamada guerra
fría que, sin embargo, no supuso el choque entre los Estados Unidos y la
Unión Soviética.
506
agrupaba a los Es tados Unidos, A ustralia y Nueva Zelanda. En 1954 se
organizó el T ratado del Sudes te Asiát ico (SEATO)1 que reunió alrededor
de los Estados Unidos a Francia, Inglat erra, Australia, Nueva Z elanda,
Filipinas, Tailandia y Pakistán. Por último, en 1955, surgió en el Cercano y
M edio O riente el pacto de Bagdad (Organización del T ratado Central,
CENTO),2 integrado por los Estados U nidos , Inglaterra, T urquía, Irak,
Irán y P akistán. La creación de los pactos regionales fue acompañada por
la instalación de una impresionante red de bases militares de todo tipo, que
rodearon a la Unión Soviética en Europa, Turquía, Irán, Japón y el Sudes-
te as iático, as í como por una descomunal campaña de p ropaganda
anticomunista, que en los Estados Unidos, por ejemplo, se tornó en histe-
ria colect iva y generó el fenómeno de la «caza de brujas» del tristemente
célebre senador J oseph Raymond M cCarthy, cuya persecución alcanzó
no sólo a los comunistas, sino también a muchas personas de ideas libera-
les y progresistas, particularmente en el mundo artístico e intelectual.
1 Franci a abandonó el tratado en 1967, debido a sus diferencias con los Estados
Uni dos, y Pakistán en 1972. Tras la derrot a norteamericana en Viet nam, la SEATO
perdió influencia y fue di suel ta el 30 de juni o de 1977.
2 Irak abandonó el pacto tras la revolución de 1958 y su sede pasó a Turquí a. En 1979
lo abandonaron Irán, luego de l a caída del Sha, y P akis tán. Ell o conduj o a su
dis olución en l as postrimerías de ese propi o año.
507
soviéticos), Bulgaria, Checoslovaquia, Hungría, Polonia, Rumania y la Re-
pública Democrática Alemana. En correspondencia con su política de dis-
tanciamiento progresivo de la URSS, la participación de Rumania no sería
igual que la de los demás miembros.
508
URSD\$VLD²TXHWXYLHURQVXSXQWRFXOPLQDQWHHQHOVDQJULHQWRFRQIOLFWR
de Corea,3 se inició un p eríodo de relajamiento en las relaciones interna-
cionales. En es ta breve etap a no se alteró la tendencia general p redomi-
nante en el escenario internacional, caracterizada por la desconfianza y la
confrontación. Así las cosas, se mant uvieron los recelos mutuos y los blo-
ques fueron ampliados y fortalecidos. Pero al mismo tiempo se reanudaron
los cont actos entre las grandes potencias, s e abordó la solución de algu-
nos problemas importantes e incluso hubo un intent o de la máxima direc-
ción soviética-norteamericana para tratar sobre la cuestión del des arme.
3 P ara un análi sis de este conflict o, a partir de numerosas fuentes periódi cas nort e-
americanas, cons últese el libro de Irving F. S tone: La hist oria ocul ta de la guerra
de Corea, Im prenta Nacional de Cuba, 1960.
509
La distensión comenzó con el armis-
ticio que p uso fin a las hostilidades
del conflicto coreano (1950-1953).
Dicho armisticio había sido propues-
to por la URSS y sus aliados desde
1951, pero sólo fue aceptado por los
Est ados Unidos luego del triunfo
electoral de Eisenhower, quien se
convenció de que aquella era una
guerra perdida. Desp ués del armis-
ticio de 1953, para resolver definiti-
vamente el problema de Corea y
también el de Indochina, donde los
colonialis tas franceses habían sufri-
do la aplast ante derrota de D iem
Bien P hu, fue celebrada, por gestio-
nes conjuntas, la Conferencia de Gi-
El gráfico muestra la inicia tiva en la nebra, ent re el 25 de abril y el 21 de
creac ión de nu evos sis temas de armas julio de 1954. Los cancilleres de las
cinco grandes potencias no alcanza-
ron allí un acuerdo sobre Corea, pues los Estados Unidos no aceptaron la
fórmula de retirar totalmente las trop as extranjeras de la península y con-
vocar a elecciones para promover la reunificación del p aís. Por lo tanto,
había cesado la lucha, pero Corea continuaría dividida y s in un trat ado de
paz entre las partes, situación anormal que rebasó las fronteras de la gue-
rra fría y se mantiene hasta la actualidad.
510
511
Los Es tados Unidos en su polít ica expansi onista, han creado una r ed de bases y objetos militares en todas las r egiones del mundo.
sobre Indochina crearon una bas e real para el desarrollo pacífico de la
zona y p ara mejorar el clima internacional. Sin embargo, los Estados Uni-
dos se negaron a firmar la declaración final de la conferencia, quedando
así con las manos libres para poner en p ráctica s us planes de dominación
en el área. Ello los llevaría a respaldar al repudiado régimen de Viet Nam
del Sur y finalment e a una prolongada y costosa guerra. En septiembre del
propio año 1954, con el pretext o de su fracaso en G inebra, los Estados
Unidos, con el apoyo de los aliados europeos, crearon el ya citado bloque
político-militar del sudeste asiático (SEATO).
Los países europeos aliados de los Estados Unidos, incluida Inglaterra, des-
plegaron una notable actividad para influir sobre el gobierno norteamericano y
conseguir que la Conferencia de Ginebra adoptara acuerdos concretos para
mejorar la situación prevaleciente. Los europeos estaban realmente preocu-
pados por el creciente poderío soviético, mientras la Administración republi-
cana mantenía una posición intransigente y su secretario de Estado, Foster
Dulles, utilizaba un lenguaje insultante, rígido y ríspido que complicaba las cosas.
512
apocalíptica, y Eisenhower, reelegido como Presidente de los Estados Uni-
dos, lograba des embarazars e de la ultraderecha de su partido y conseguía
eliminar al inquisitorial senador M cCarthy, se complicó rápidamente la situa-
ción internacional, al contrario de lo que podía esperarse. A partir de octu-
bre de ese año, las crisis provocadas por la agresión anglo-franco-israelí a
Egipto, en respuesta a la nacionalización del Canal de Suez por el gobierno
de Gamal Abdel Nasser, y por la intervención soviética en Hungría, para
sofocar la rebelión separatista de Imre Nagy, condujeron a un incremento de
las tensiones internacionales, al recrudecimiento de la llamada guerra fría. Se
retomó entonces el lenguaje violento y la amenaza del uso de la fuerz a, al
tiempo que se imprimió un mayor impulso a la carrera de los armamentos.
513
El P entágono, nombre con el que se conoce la sede del Departamento de Defensa
de los Estados Unidos. Concebido en forma pentagonal por George E. Bergstrom, fue
construido en un terreno cenagoso, a orillas del río P otomac, cercade Washington.
Su construcción empezó el 11 de agosto de 1941 y terminó el 15 de enero de 1943. En su
momento fue el mayor edificio del mundo, con una superficie de 350 m2 , distribuidos en cinco
lados de 270 mde longitud y cinco pisos por cada lado. Más de 29 kmde pasillos unen todas
las secciones, en las que trabajan alrededor de 23 000 personas. Sus características le han
convertido en el símbolo del poder militar de los Estados Unidos y de él se han derivado
adjetivos tales como «pentagonismo», alusivos a la mentalidad militar.
UHJtPHQHVDQWLFRPXQLVWDV DFXDOTXLHUSUHFLRFRQVLGHUDQGR±GHDFXHUGR
FRQOD©WHRUtDGHOGRPLQyªGH)RVWHU'XOOHV²TXHODFRQTXLVWDGHOSRGHU
por los comunistas en un país conducía a la caída de los países limítrofes.
La lucha contra la supuesta expansión del comunismo internacional sirvió
así de pret exto para reprimir al movimiento democrático en s us diversas
manifestaciones y para sostener sangrientas dictaduras.
La guerra fría se extendió, cada vez con más fuerza, a ot ras zonas de lo
que luego sería llamado el Tercer M undo, donde tomaba auge el proceso
descoloniz ador y de liberación nacional, sobre todo a partir de la Confe-
rencia de Bandung (Indonesia, abril de 1955). La URSS trat ó de cap tar
simpatías y aliados apoyando al movimiento descolonizador y a los países
recién liberados del yugo opresor; mientras los Estados Unidos y sus alia-
dos , siempre argument ando la consabida lucha contra el comunismo, se
esforzaron p or contener la radicaliz ación de aquellos proces os y por so-
meterlos a su control bajo la nueva etiqueta del neocolonialismo, apelando
514
a la ayuda económica condicionada, a
La Conferencia Afroas iática de
chantajes y presiones de todo t ipo Bandung se pronunció contra el
e inclus o al uso de la fuerza, como colonialismo y l a guerra y abogó
ocurrió en 1958 en los cas os del por el no alineamiento de los Es-
Líbano y Jordania, donde desembar- tados em ergentes. Fue el primer
caron tropas inglesas y norteameri- paso para la fundación del Mo-
vimiento de los Países No Alinea-
canas p ara apoy ar la reacción in- dos, en 1961.
terna.
515
también por los Estados Unidos, fueron dotados de cabezas nucleares cada
vez más pequeñas y más potentes. Con la cohetería intercontinental apare-
cieron dos nuevas características del armamento nuclear: su rap idez de
entrada en acción y su naturaleza irrevers ible. Con los nuevos vehículos
port adores la URSS y los Estados Unidos podían bombardearse mutua-
mente en unos pocos minutos (20 o 25) y sin pos ibilidad de dar marcha
atrás una vez apretados los botones. D esde entonces, los dirigentes po-
líticos de ambas potencias p odían
verse s omet idos a p resiones extra-
Complejo militar-industrial. ordinarias , y a que en caso de un
conflicto o crisis grave debían adop-
«1XHVWURSRGHUPLOLWDUGHKR\ tar decisiones aceleradamente, ante
tiene poca relación con el que el peligro de sufrir un at aque inmi-
conocían cualquiera de m is ante-
cesores en tiempos de paz (...) nente y en cuestión de minutos. Ello
Hasta el último de nuest ros con- podía conducir a una guerra por error
flictos mundiales, los Est ados de cálculo, a lo que hay que adicio-
Unidos no tenían una sólida in- nar la posibilidad, siempre presente,
dustria de armamentos. Los fa- del estallido de una guerra por acci-
bricantes americanos de rejas de
arado podían hacer también, con dente.
tiempo y según se les pidiera,
espadas. Pero ahora ya no pode- A los cohetes intercontinentales, que
mos correr el riesgo de una im- muy pront o fueron instalados bajo
provisación de emergencia de la tierra, protegidos de un ataque por
defensa nacional ; nos hemos vis-
to obligados a crear una indus-
sorpres a, le siguió enseguida la apa-
tria permanente de armamentos rición de los submarinos atómicos,
de vast as proporci ones. Ade- portadores de cohetes con cabezas
más, tres millones y medio de nucleares. Algunos de estos submari-
hombres y mujeres están com- nos, verdaderas bases nucleares mó-
prometidos directamente en la or-
ganizaci ón de la defensa. Gasta-
viles, no pueden ser detectados por los
mos al año en seguridad militar radares. Con esto desarrollo ambas
más del beneficio neto de todas potencias se hicieron invulnerables a
las com pañías de los Estados un primer golpe, o sea, adquirieron lo
Unidos. que en el vocabulario estratégico-nu-
Discurso de despedida del presi- clear se conoce como capacidad de res-
dente Eisenhower, 17 de enero puesta asegurada o capacidad de se-
de 1961. gundo golpe. En estas circunstancias,
la doctrina norteamericana del empleo
516
de la fuerza nuclear como factor disuasivo, al estilo de la represalia masiva o la
contra-fuerza, defendidas por Foster Dulles, se convirtió en una locura.
Esta nueva realidad en la correlación de fuerzas ent re las dos sup erpoten-
cias explica, en lo fundamental, el surgimiento de un segundo momento de
relativo relajamiento de las tensiones Este-Oeste. Tras la muerte de Foster
Dulles (mayo de 1959), Eisenhower buscó una aproximación con Kruschov,
quien finalmente visitó a los Estados
Unidos y se reunió con el Presidente
en la cumbre de Camp David, en sep-
tiembre 1959. El encuentro trans-
currió en un clima de respeto mutuo
y de ap arente concordia, pero s ólo
sirvió para un tanteo recíproco y para
acordar una siguiente cumbre, que
abordaría la discus ión de varios
asuntos, entre ellos el problema ale-
mán y la cuestión del desarme. La
reunión fue convocada p ara la ciu-
dad de París, en mayo de 1960, pero
en vísp eras de s u comienzo fue
derribado un avión espía U-2 s obre
Misil balístico inter continental Titán II el territorio s oviét ico. Des pués de
con ojiva nuclear de 10 megatones.
est e grave incidente, la conferencia
517
de P arís se convirtió en un violento
El derri bo del U-2 se produjo el
1 de mayo en la estratégica re-
enfrentamiento entre ambos estadis-
gión de Sverdlovsk. Estos vue- tas, que abandonaron la capital fran-
los s e venían realizando desde ces a sin discut ir ninguno de los te-
1956 y la URSS había advertido mas previstos. La posibilidad de un
de sus consecuencias. entendimiento volvió a frustrarse.
518
una polít ica de acercamiento reformista a sus necesidades, sin renunciar
por ello al uso de las armas cuando se estimara neces ario. En el caso de
América Lat ina, área de especial importancia para los Estados Unidos,
est a política s e tradujo en la aprobación del programa de reformas de la
«Alianza para el P rogreso». Dicho programa contemplaba la ayuda norte-
americana para propiciar el desarrollo económico y social de la región, lo
que rep resentaba una suaviz ación de la tradicional práctica de dominio
imp erialista, al estilo de la política del «Buen Vecino» de Roosevelt. La
«Alianza para el Progreso» sería finalmente un fracaso, pero despertó gran-
des simpatías en varios sectores latinoamericanos y sirvió para contrarres-
tar temporalmente la influencia de la Revolución Cubana en el subcontinente
y p ara comp rar la complicidad de los gobiernos del área con la conjura
anticubana de Washington.
519
controvertido muro, que se convirtió en frontera estatal de Alemania Oriental.
Esta acción elevó la tensión a un grado sumo. Por aquellos días, K ennedy
visitó Berlín Occidental y pronunció un discurso de tono duro, en el que se
calificó la acción como un acto de fuerza de la URSS, encaminado a evitar
el éxodo de los alemanes orient ales y a perpetuar la división de Alemania.
Fotog rafía de b ases de misiles sov iéticos e n Cuba to madas por aviones n orteameric anos.
De el las se val ió Kennedy para orde nar el blo queo a la Isla.
520
En cuanto a Cuba, el gobierno de Kennedy dio luz verde a la invas ión
mercenaria de abril de 1961, preparada por la anterior administ ración.
Tras el ráp ido y est ruendoso fracaso de P laya Girón, lejos de mermar,
como era de esp erars e, aumentó la agresividad norteamericana hacia la
Isla, creando una situación que condujo a la peligrosa Crisis de Octubre
de 1962, que pus o al mundo al borde de una guerra nuclear.
5 C uba cons ideraba que el acuerdo debía publicarse, pues no vulneraba, en ningún
sentido, el derecho internacional. Por otra parte, mantenerlo en s ecreto l e daría un
pretexto a los Es tados Unidos para culpar a la URS S y just ificar posi ciones
guerreris tas.
521
adentrarnos en esta compleja p roblemática, es impres cindible s eñalar al
respecto que Cuba, parte importante del problema y país extraordinaria-
mente celos o de su soberanía e indep endencia, protest ó enérgicamente
por haber sido excluida en las negociaciones y anunció la determinación de
no permitir la inspección de su territorio para verificar la salida de los misiles,
como habían acordado Kennedy y Kruschov, lo que determinó que la URSS
tuviera que aceptar la inspección de sus barcos en alta mar. En definitiva,
como consecuencia de toda aquella situación, las relaciones entre Cuba y
la U RSS se vieron notablemente afectadas durante algún tiempo, y los so-
viéticos debieron entender finalmente que los vínculos con Cuba tenían que
basarse en la igualdad y el resp eto.
522
B. J ohnson (1963-1968), quien presionado por la reacción int erna, t rató
de apuntalar militarmente la deteriorada hegemonía mundial estadouniden-
se. Johnson apoyó diversos golpes de Estado en África, región en la que se
opuso al movimiento de liberación contra la dominación portuguesa y en la
que respaldó al régimen racista de Sudáfrica. En América Latina, continuó
ODSROtWLFDGHKRVWLOLGDGKDFLDOD5HYROXFLyQ&XEDQD²VLELHQGHVFDUW yOD
LQWHUYHQFLyQGLUHFWD²VHVROLGDUL]yFRQORVPLOLWDUHVJROSLVWDVGHYDULRV
países e intervino en Santo Domingo (1965) p ara aniquilar el movimiento
democrát ico, con el pretexto de evit ar una nueva Cuba en el cont inente.
En el Oriente M edio, Washington apoyó, cada vez más abiertamente, la
política expansionista de Israel, lo que le ocasionó serios problemas con
los países árabes y un delicado enfrentamiento con la URSS, situación que
se evidenció claramente con la guerra de los «seis días», ent re árabes e
israelíes, desarrollada entre el 5 y el 10 de junio de 1967.6
6 Ataque de Israel a Egipto, Jordania y Siria, que concluyó con el control israelí de la
península del Sinaí, la franja de Gaza, Cisjordania (con toda Jerusalén) y las alturas del
Golán sirio. Con los nuevos territorios, Israel cuadruplicó con creces su extensión, pa-
sando de 20 700 km2 a más de 89 000 km 2.
523
La in tervenció n en Viet namproduj o una pro funda fra ctura
en la sociedad no rteamerican a y desenca denó import antes movimientos
de cond ena en todo el mundo.
La ol a pacifist a tuvo en la juventu d su princ ipal impul sora.
contra Viet Nam le ocasionó a los Estados Unidos un elevado costo material
y humano, graves problemas internos por la repulsa masiva y generaliza-
da de la población y una sensible dis minución de su prestigio e influencia
internacional.
524
además, por otros varios factores presentes en el escenario internacional,
entre los que deben destacars e los siguientes:7
7 Para una mayor informaci ón al respecto, consult ar el libro del Dr. Roberto González
Gómez: Teoría de las Relaciones Polí ticas Internacionales, Ed. P uebl o y Educa-
ción, La Habana, 1990.
525
La tendencia a la «multipolarización» de las relaciones internacionales, con
la emergencia de potencias de significación, al menos económica y políti-
ca, como la Europa comunitaria y Japón, o de importante alcance regional
como la China popular, devenida potencia atómica desde 1967, así como
por el surgimiento de un numeroso grupo de Estados independientes, re-
sultado de la culminación, en lo fundamental, del proceso descolonizador.
Estos cambios apuntaban hacia una reestructuración de las relaciones in-
ternacionales sobre bases nuevas.
526
DQWLPLVLO²\HO7UDWDGRVREUH/LPLWDFLyQGH$UPDV(VWUDWpJLFDVTXHOLPL
taba la producción de éstas durante cinco años. Era la primera vez que se
llegaba a un acuerdo para frenar la carrera armamentista nuclear. Al acuer-
do SALT I siguieron las negociaciones del SA LT II, que fijaba el número
preciso de cohetes intercontinentales para los dos países. El SALT II sería
firmado en 1979, pero no fue rat ificado p or el senado nort eamericano,
pretextando la invasión soviética a A fganistán. Sin embargo, el contenido
del tratado fue respetado en el futuro p or las dos p artes.
527
al poder en la RFA del socialdemócrat a Willy Brand, en 1969, que signifi-
có la consolidación de la Ostp olitik, o sea, la política de acercamiento al
Este, esbozada ya en 1966, cuando el propio Brand ocupó la cartera del
exterior en el gobierno de la «gran coalición» (Democracia Cristiana y So-
cialdemocracia). Entre 1970 y 1973, la RFAsuscribió tratados con la URSS,
Polonia y Checoslovaquia, en los que se renunciaba al uso de la fuerza y se
reconocían las fronteras fijadas tras la Segunda Guerra M undial. Al mismo
tiempo, mediante el tratado del 21 de diciembre de 1972, quedaron nor-
malizadas las relaciones entre ambos Estados alemanes , que en 1973 fue-
ron aceptados en la ONU. En ese favorable contexto, se produjo el acuerdo
cuatripartito (URSS, los Estados Unidos, Inglaterra y F rancia) sobre Ber-
lín Occidental, que estableció su status independiente y determinó sus vín-
culos con las dos Alemanias . La s olución del problema alemán facilitó la
ampliación del proceso distensivo a escala paneuropea.
La distensión no alcanzó a todas las regiones del planeta. En los años se-
tenta, no p odía hablars e de dis tensión en el M edio O riente o en el cono
528
Sur de África, donde tenían lugar agudos conflictos que involucraban a las
grandes potencias. P ero el hecho de que se desarrollara en una es fera de
tanta importancia como eran las relaciones bilaterales de las dos mayores
potencias del mundo, y en un continente de tanta significación internacional
como Europa, determinó sus repercusiones en el conjunto del sist ema in-
ternacional, influyendo en una u otra medida en la política exterior de to-
dos los Estados. En América Latina, por ejemplo, contribuyó al auge de
las posiciones nacionalistas, así como al reconocimiento del pluralismo po-
lítico y a la ruptura del aislamiento diplomático de la Cuba revolucionaria,
que para entonces había consolidado s u proyecto socialista.
529
Como nunca antes, se abogó entonces en la ONU para que los nobles
propósitos y objetivos recogidos en la Carta dejaran de ser letra muerta.
530
DE LA S EGUNDA «GUERRA FRÍA» A LA UNIPOLARIDAD
531
mediante el rearme acelerado, lo que
En su condición de ex actor pue- p ermitiría la negociación con la
de verse el origen de la principal URSS desde p osiciones de fuerza.
cualidad de Reagan como gober- Se calculaba que los soviét icos t en-
nante: el don de la comunicación,
drían que hacer concesiones, pues no
algo de lo que habían carecido
los últi mos presidentes estado- podrían mantener la paridad militar
unidenses. La participación en el sin comprometer seriamente la esta-
macartismo como delator y testi- bilidad interna, debido a las afecta-
go de cargo sería su primera con- ciones que sufriría la economía civil.
tribución a la causa del antico- Para implementar el mencionado
munismo y el comienzo de su
dilatado cursus honorum dentro
programa la política de los Estados
del sector más conservador del Unidos se orientó en las siguientes
establis hment americano. Algo direcciones:
similar se puede decir de su ac-
tuación com o gobernador de 5HDUPHDFHOHUDGR S UHVXSXHV WRV
California, en unos años en los militares astronómicos a costa de los
que encarnó una temprana reac- programas sociales) para obtener
ción cons ervadora frente a la re-
una superioridad sobre el principal
volución moral y cultural propia
de aquel la época. Aunque su ad- adversario, somet iendo paralela-
ministración puso especi al énfa- mente a la economía s ocialista a las
sis en la política exterior y de se- tensiones adicionales por el costo dela
guridad, la vida de la sociedad carrera armamentis ta. Dentro de ese
norteamericana se vio también marco, inst alación de los cohet es
profundamente alterada por la re-
volución conservadora impulsa-
«Pershing» y «Crucero» en Europa
da por la Casa Blanca. Si la agre- Occidental, en cumplimiento del do-
sividad que marcó l a políti ca ble acuerdo de la OTAN (rearme y
exterior de Reagan pretendió ser negociación) adoptado bajo el go-
el antídoto definitivo del síndro- bierno de Carter, lo que aumentaría
me Viet nam, su defensa de la la capacidad de primer golpe nuclear
moral puritana y del individualis-
de las fuerzas de la alianza, y tenía el
mo económico puede verse tam-
bién como una doble reacción
objetivo de obligar a la Unión Soviéti-
contra el pasado, tanto contra el ca a realizar concesiones mayores en
legado de permisividad y toleran- las negociaciones sobre armamentos
cia de los años sesenta, como est ratégicos. A simismo, acelerada
contra el reformismo social y el formación de los cuerpos de desplie-
Estado de Bienestar heredado del gue rápido, grandes unidades dota-
New Deal rooseveltiano.
das de todos los medios técnicos ne-
532
cesarios para producir intervenciones relámpago en lugares donde es-
tuvieran amenazados intereses vitales de los Estados Unidos.
533
estos y, sobre todo, la retirada de las tropas internacionalistas cubanas de
Angola y la limitación de la influencia cubano-soviética en la zona.
Debe señalarse que los planes y medidas de Reagan contaron con un im-
portant e apoyo en los gobiernos conservadores de la p remier británica,
M argaret Thatcher, y del canciller de la RFA, Helmut Kohl, ést e últ imo
desde 1982. La línea dura impulsada por Washington en la Alianza Atlán-
534
tica contó, desde el p rincipio, con el respaldo de estos dos imp ortantes
país es. Por otra parte, no s e puede olvidar el cambio que supuso el nom-
bramiento como Papa, en 1978, del cardenal polaco Carol Wojtyla. Con
Juan Pablo II, nombre adop tado por el nuevo Sumo Pont ífice, la Iglesia
Católica ponía fin a su propia distensión y retomaba un discurso anticomu-
nis ta, que no se recordaba desde los años cincuent a. Como es bien sabi-
do, la posición del Pap a se fue modificando posteriormente ante las nue-
vas realidades que supuso la globalización neoliberal.
Ahora bien, dicha política provocó una inflexión en las relaciones interna-
cionales. Los vínculos de t odo tipo con la U RSS, p resent ada insistente-
mente por Reagan como «el imperio del mal», sufrieron un rápido deterio-
ro, al mismo tiempo que se increment aron las medidas y campañas
des estabilizadoras cont ra el res to de los países socialis tas. Un ejemplo
elocuente en este sentido fue la descarada ingerencia de Washington en la
crisis polaca de principios de los ochenta. Las negociaciones sobre limita-
ción de armas estratégicas fueron int errumpidas. Todo ello condujo al au-
PHQWRGHODVWHQVLRQHV HQWUHDPERVEORTXHV²ORTXHVHUHIOHMyLQFOXVRHQ
el área dep ortiva con la aus encia de los país es s ocialistas en los Juegos
2OtPSLFRVGH/RVÈ QJHOHVHQ²\DXQSHOLJURVRDJUDYDPLHQWRGHOD
situación mundial.
535
internó profundamente en el territo-
Nunca s e supo por qué aquel
avión, con 269 pasajeros, vola-
rio de la URSS y fue confundido con
ba, en un área no autori zada deluna nave es pía. El hecho ocurrió la
Lejano Orient e soviético. noche del 31 de agos to de 1983 y
provocó la condena de los Estados
Unidos, que lo calificó como una ma-
sacre, como un crimen contra la humanidad, declarando abiertament e que
era imp osible t ratar con un régimen cap az de cometer tal at rocidad. La
virulenta campaña norteamericana, secundada por sus principales aliados,
llevó a la dirigencia s oviética, por primera vez des pués del ascenso de
Reagan, a replicar con dureza, acusando a los estadounidenses de propi-
ciar un acto de provocación criminal y sin precedentes.
Este ambiente de suma tirantez se mantuvo hasta los años ochenta, cuando
tuvo lugar el ascenso de Gorbachov en la URSS. Gorbachov vinculó, des-
de el principio, el éxit o de la perest roika con una política de coexistencia
pacífica, que permitiera destinar a la modernización de la economía sovié-
tica los cuantiosos recursos empleados con fines militares. El máximo diri-
gente soviético se pronunció por una nueva mentalidad en el enfoque de
las relaciones internacionales y optó por el diálogo, propiciando la reanu-
dación de las negociaciones sobre limitación de armamentos y los encuen-
tros al más alt o nivel entre los líderes de ambos bloques.
536
la medida que la perestroika se fue
radicalizando, o sea, en la medida
que fueron tomando auge las fuer-
zas ant isocialistas y se fue agravan-
do la situación interna, la URSS
abandonó progresivamente sus com-
promisos con los aliados europ eos
y s e replegó en el Tercer M undo,
abandonando también allí a sus tra-
dicionales amigos. Esta política, que
contribuyó a precipitar la crisis en los
países del Este y representó un duro
golpe p ara muchos procesos revo-
lucionarios y progresistas, condujo
a los acuerdos de la cumbre de M al-
ta, en diciembre de 1989, en la que
Gorbachov y el s uces or de Reagan Rea gan y Gorbac hov tr as la firma del
en la p residencia, el también repu- tratado de 1987.
537
Bush y Gor bachov en la cumbr e de M alta, días 2 y 3 d e dici embre de 198 9, cua ndo ambos
estad istas dec lararon el fin de l a guerra fría.
Con el inicio de la última década del siglo X X, los Estados Unidos adquirie-
ron una ap lastante superioridad en todos los t errenos, disfrutando de una
hegemonía no conocida por ningún otro país en toda la historia de la huma-
nidad. Rusia, la otra superpotencia, que heredó el pot encial militar de la
URSS y su p uest o en el Cons ejo de Seguridad de la ON U, había dejado
de s er rival y su s ignificación quedó reducida, por lo pronto, a un ámbito
regional, debido a sus problemas económicos y políticos internos. La limi-
tada influencia de Rusia en los asuntos internacionales se evidenció, entre
otros casos , en su incapacidad para impedir la expansión de la O TAN
hacia el Este europeo, área vinculada a su seguridad nacional, y en su débil
y hasta cierto punto contradictoria actuación en los conflictos del llamado
espacio posyugoslavo, particularmente en la guerra de Bosnia-Herzegovina
y en la desatada por el Occidente contra la nueva Yugoslavia, a principios
de 1999, de la que hablaremos más adelante.
538
Segura de su inmenso poderío, la hip erpotencia norteamericana se propu-
so establecer su dominio mundial absoluto. En este camino, Washington le
concedió gran importancia al fortalecimiento de su liderazgo en la OTAN.
Esta organización político-militar no desapareció con el «peligro comunis-
ta», como era de s uponer, sino que comenzó su expansión hacia el Este, a
pesar de las reiteradas prot estas rusas. En la cumbre de M adrid, en julio
de 1997, a los 16 miembros de la OTAN se le adicionaron Polonia, Hun-
gría y la República Checa, quedando para un futuro próximo el ingreso de
otros p aíses ex s ocialistas. P oco después, en la reunión conmemorat iva
por su 50 aniversario, celebrada en Washington, en abril de 1999, la Alianza
amplió su carácter y funciones, convirtiéndose en un instrumento para im-
poner el «orden» de los poderosos en cualquier parte del p laneta ante
disímiles situaciones conflictivas, reales o supuestas. La supeditación de
los aliados europeos a los designios norteamericanos ha demostrado que,
SHV HDVXVDYDQFHVLQWHJUDFLRQLVWDV HQHOiUHDHFRQyPLFD²HQODTXHOD
8QLyQ(XURSHDULYDOL]DFRQORV(VWDGRV8QLGRV²ORVSODQHVSDUDHVWUXF
turar una política exterior y de seguridad común, que les permita actuar de
forma independiente, est án lejos de concret arse.
Desde principios de los años noventa, los Estados Unidos han afianzado
también su cont rol en la Organización de Coop eración y Desarrollo Eco-
nómico (OCD E), integrada por todos los p aíses des arrollados, y en el
Grupo de los Siete, devenido comité directivo del capitalis mo mundial.
Asimismo, Washingt on prácticamente determina las políticas de otros or-
ganismos multilat erales como la Organización M undial de Comercio, el
Fondo M onetario Internacional, y el Banco M undial; al tiempo que ejerce
una influencia decis iva en la Organiz ación de Naciones Unidas, a cuya
democratización se opone tenazmente. Desde hace varios años, los Esta-
dos Unidos están tratando de convert ir a la ON U y en esp ecial a su Con-
sejo de Seguridad en un instrumento al s ervicio de sus intereses hegemó-
nicos. En este sent ido, se ha venido desarrollando una ofensiva contra
importantes princip ios del derecho internacional recogidos en la Carta de
Naciones Unidas , con el pret exto de darle may or autoridad a la mis ma.
Este es el caso, por ejemplo, del principio de la soberanía, p iedra angular
del referido derecho internacional, que de hecho se ha visto limitado sensi-
blemente con la posibilidad de las llamadas intervenciones humanitarias
ordenadas p or el Consejo de Seguridad.
539
Los planes hegemónicos de los Estados Unidos han concedido y conceden
una p articular importancia a Latinoamérica. Bajo el disfraz de un nuevo
panamericanismo, que en la práctica no puede disimular su esencia monroísta,
Washington ha reforzado su influencia en el área. En este sentido, debe des-
WDFDUVHHOSDSHOGHODVOODPDGDVFXPEUHVDPHULFDQDV²GHODVTXHSRUUD]R
QHVREYLDVV HKDH[FOXLGRD&XED²TXHVXUJLHURQFRPRXQDUHVS XHVWD
estadounidense para contrarrestar la posible cooperación de los países de la
región en el contexto del movimiento de las cumbres iberoamericanas. Pre-
textando el interés por el fortalecimiento de la democracia, la defensa de los
derechos humanos, la lucha contra el narcotráfico y el desarrollo económi-
co, los Estados Unidos han utilizado estas reuniones como un eficaz instru-
mento al servicio de sus intereses, frente a una América Latina que no logra
superar su tradicional desunión. Dichas cumbres han servido para reforzar
las políticas neoliberales y aumentar la presencia económica, política y mili-
tar del poderoso vecino en la z ona, así como para programar el Área de
Libre Comercio de las Américas (ALCA), que al igual que ocurre ahora con
el Tratado de Libre Comercio (TLC), que integran los Estados Unidos, Ca-
nadá y M éxico, sería un bloque dominado por la gran potencia del Norte y
en función de su rivalidad económica con Japón y la Europa comunitaria.
8 Las protes tas de R usia y C hina, as í como de la mayoría de los aliados europeos de
los norteam ericanos, llevaron a Clint on, en l as postri merí as de su mandato, a pos-
poner el comienzo de la construcción de un Sistem a Naci onal de Defensa Antimis il.
Pero tan pronto llegó al poder, el pres idente B ush anunció la decis ión de empren-
der el mencionado proyecto, lo que ha conducido a l a ruptura del tratado AB M,
garant e del equili brio es trat égico nuclear.
540
inventado nuevos y más temibles enemigos, tarea en la que han desempe-
ñado un papel destacado sus numerosas instituciones de investigación y,
sobre todo, sus poderosos medios de comunicación, que al propio tiempo
difunden por todo el planeta las «bondades» del sistema estadounidense,
tratando con ello de «conquist ar los esp írit us», como acertadamente ha
dicho el conocido publicista Ignacio Ramonet.
A diferencia de la guerra del Golfo Pérs ico, la agres ión desatada por la
OTAN contra Yugoslavia se realizó al margen de las N aciones Unidas, en
cuy o Consejo de Seguridad los nort eamericanos esperaban encontrar la
oposición de Rusia, vinculada por nexos históricos y étnicos con los serbios,
y también la de China, que lo dio a entender claramente en reiteradas oca-
siones. Se ignoró también la propia Carta de la OTAN, que todavía en ese
momento est ablecía el us o de la fuerz a sólo como legít ima defensa. Los
agresores mostraron, además, un absoluto desprecio por importantes nor-
mas del derecho int ernacional, al declarar la guerra a un país soberano para
inmiscuirse en sus asuntos internos y al utilizar contra él armas prohibidas
por varias convenciones internacionales; así como por convertir en blanco
de sus ataques a las instalaciones civiles y a la población, con el consiguiente
saldo de muertes, dest rucciones y daño ecológico. Como en ocasión del
conflicto del Golfo, los Estados Unidos pusieron fin a un proceso negociador
541
que pudo desembocar en una solución política, porque estaban interesa-
dos en utilizar la fuerza para lograr sus propósitos, es decir, a través de una
rápida victoria avanzar en la realización de los grandes diseños políticos y
estructurales del gobierno de William Clinton (1992-2000), contenidos en
la llamada Es trategia de Seguridad Nacional para la Nueva Centuria, apro-
bada en 1998, que post ulaba el dominio mundial absoluto de los Es tados
Unidos.
La guerra contra Yugoslavia fue planificada para cinco días. Los estrategas
de la O TAN consideraban que en ese plazo pondrían de rodillas a la na-
ción balcánica. Sin embargo, los bombardeos masivos e indis criminados,
des de el aire y el mar, se prolongaron por once dolorosas semanas y Yu-
goslavia resistió con daños mínimos a su estructura militar y manteniendo
la firme unidad de la mayoría de su p ueblo. Pero cuando era más necesario
prolongar la resist encia, pues los aliados, presionados por la opinión pú-
EOLFDFRPHQ]DEDQDLQTXLHW DUVH²HQ$OHPDQLDH,WDOLDS RUHMHPSORODV
coaliciones en el p oder estuvieron a punto de des truirse, mientras en el
SURSLRFRQJUHVRQRUWHDPHULFDQRVHOHYDQW DURQYRFHVGHRSRVLFLyQ²\OD
mayoría de ellos no estaban dispuestos a participar en un ataque por tierra,
que se vislumbraba como algo imp rescindible, Yugoslavia cedió, aconse-
jada por Rusia y ante la promes a de que podría mantener s u soberanía en
la región de Kosovo. Como ha dicho F idel Cas tro y han reconocido nu-
merosos especialistas, de haberse prolongado un poco más la resistencia
yugoslava el desenlace de la guerra hubiera sido diferente y otro también el
curso de los acontecimientos posteriores.
De cualquier forma, después de diez años del colapso del socialismo euro-
peo y de la des aparición de la U RSS, los Es tados Unidos no han podido
imponer su p roclamado nuevo orden internacional, a pesar de su evidente
sup erioridad en todos los terrenos. T ras una década del fin de la «guerra
fría», el mundo es más inest able, explosivo e inseguro que nunca antes. Al
respecto, baste sólo mencionar, a modo de ejemplo, que luego de la guerra
del Golfo, la situación en la zona del M edio Orient e se tornó más compli-
cada y peligrosa, debido a la continuación de los bombardeos anglo-nor-
teamericanos sobre Irak y las medidas de bloqueo contra es e país y al
recrudecimiento del conflicto palestino-israelí, mientras que la terminación
de la guerra en Yugos lavia no trajo la paz y la estabilidad en Kosovo y en
542
el resto de la región, sino la profundización de la crisis y el peligro de que
la violencia se extienda a los países vecinos, como lo demostró la confron-
tación posterior entre albaneses y macedonios.
9 Para ampliar sobre es te y otros aspectos, consultar el excelente trabajo del Dr. R ober-
to González Góm ez: « Posguerra fría y orden m undial: la recompos ición de l as rela-
ciones internaci onales», publ icado en la revist a Temas, no.9, 1997.
543
señaló que los que no es taban con los Es tados Unidos estaban con los
terroristas, la guerra decretada unilateralmente por su país será larga y de
consecuencias imprevisibles.
544
tiembre ha provocado ya una inmensa tragedia en A fganistán, donde el
número de civiles inocentes muertos, en particular niños, mujeres y ancia-
nos, se elevó muy p ronto a una cifra sup erior a los que perecieron en los
atentados de New York y Was hington y siguió creciendo con posteriori-
dad. Como en la guerra contra Yugoslavia, los Estados Unidos se niegan a
reconocer estas bajas civiles y cuando lo hacen las atribuyen a errores
colaterales inevitables. Dichos «errores colaterales» han provocado, ade-
más, incalculables destrucciones y un elevado número de des plazados ha-
cia los país es vecinos.
$SHVDUGHOSRGHUtRQRUWHDPHULFDQR\GHODVIXHU]DVDOLDGDV²IXQGDPHQ
WDOPHQWHHXURSHDV²TXHVHOHVXPDURQODJXHUUDSDUHFHQRWHQHUILQ(QHO
plano militar, los talibanes fueron desplazados hacia las montañas, donde
son sometidos a los bombardeos sistemáticos de la aviación, pero algunos
grupos parecen decididos a desplegar una guerra de guerrillas, que pudie-
ra ser prolongada y sangrienta. M ientras tanto, en el plano político, si bien se
logró la formación de un titulado gobierno de unidad nacional, éste no ha
conseguido poner fin a la lucha y est ablecer un poder efectivo, debido al
complejo escenario multiétnico de Afganistán y a los diversos intereses in-
ternos y foráneos que intervienen en el asunto. Tal y como se presenta la
situación, no parece posible que, a corto plazo, pueda conseguirse la paz y
la estabilidad en el atormentado país centroasiático, víctima de más de veinte
años de lucha de diferentes grupos por el poder y de esta guerra genocida.
545
A M ODO DE EPÍLOGO
546
En la ampliación hacia el Este prevalecieron las consideraciones del gran
capital europeo, dadas la potencialidad económica de la región y s u estra-
tégica posición. Ninguno de los atrasados país es de esta zona cump lía en
el momento de su ingreso con los requisitos establecidos por la legislación
comunitaria. A pesar de los beneficios del financiamiento de preadhesión,
ascendent e a más de 40 mil millones de euros, el producto interno bruto
per cápit a de los nuevos ingresos, como p romedio, no llegaba t odavía al
40 % de la media de los 15; al mismo tiempo que exis tían alt as t asas de
inflación y otros problemas económicos y financieros. Tampoco sus nive-
les de est abilidad política, democracia, derechos humanos, corrupción y
otros aspectos resultaban satisfactorios. Además, la ampliación se realizó
contrariando a una buena parte de la opinión pública euroccidental, que
WHPtD²FRPRKDRFXUULGR²HOGHVYtRGHLQYHUVLRQHVGHFDSLWDOKDFLD]R
nas con mano de obra barata, incrementando con ello el des empleo, así
como la irrupción en el espacio comunitario de conglomerados con marca-
das diferencias culturales y religiosas . El debate sobre la ampliación conti-
núa siendo hoy intenso en el seno de la comunidad por los problemas que
ésta ha manisfestado.
En los primeros años del siglo, la Unión Europea se ha visto envuelta tam-
bién en un comp lejo proceso para dotars e de una Carta M agna. Dicho
proceso ha pasado por varias conflict ivas etapas. El punto de partida fue
el T ratado de Niza, acordado en diciembre de 2000, que modificaba el de
Ámsterdam en varios as pectos y contemplaba la necesidad de una refor-
ma institucional. Un año después , la cumbre de Laeken, Bélgica, est able-
ció la convocatoria de una convención para elaborar un texto constitucio-
nal. Dicha convención comenzó a ses ionar en marzo de 2002, bajo la
conducción del ex pres idente francés Valery Giscard d´Est aing. Después
de superar varias discrepancias sobre el rep arto de votos de los países
miembros y sobre la mención o no de la religión cristiana en el preámbulo,
el text o fue ap robado en Bruselas, en junio de 2004, y se acordó que
debía ser ratificado por los parlamentos o por referendos vinculantes antes
de junio de 2006.
547
celebrados a mediados de 2005, lo que evidenció los fuertes sentimientos
nacionales aún prevalecientes en el llamado Viejo Continente y la enajena-
ción del ciudadano medio resp ecto a algunos problemas y procesos que
no tienen incidencia práctica en la cotidianidad de s us habitantes. Ello su-
puso un largo y tortuoso período de negociaciones y maniobras, que final-
mente condujeron a la elaboración del Tratado de la Unión Europea, adop-
tado por la reunión del Consejo Europeo, celebrada en Lisboa, el 19 de
octubre de 2007, y luego firmado por los president es de los país es miem-
bros el 13 de diciembre del propio año. La ausencia de una consulta po-
pular para aprobar el document o evidencia, una vez más , el déficit demo-
crático en el funcionamiento de la Unión Europea.
548
LA SITUACIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL
549
En los países del Este europeo incorporados a la UE la problemática so-
cial alcanz a mayor envergadura y gravedad que en el occidente, a pesar
del repunte económico de los últimos años. Al paro y la precariedad del
empleo se suman allí las lacerantes secuelas de la transición al capitalismo.
La riqueza se ha polarizado extraordinariamente y es más profunda la des-
igualdad social y s us negativas consecuencias. La delincuencia y la prosti-
tución, por solo citar dos fenómenos derivados de la pobreza, se han con-
vertido en modo de vida de un amplio segmento de la población. Según la
Organización Internacional del Trabajo (OIT), una de cada tres personas
alcanza apenas a sobrevivir y cada año alrededor de medio millón de mu-
jeres de es ta región son literalment e export adas como prostitutas hacia
Europa Occidental.
550
consigo la transición, generando notables índices de p obreza y margi-
nalidad. La delincuencia organizada en poderosas mafias, por solo citar un
ejemplo ampliament e publicitado, sigue controlando múltiples negocios,
incluida la multinacional trata de mujeres.
LA SITUACIÓN POLÍTICA
Uno de los factores que más ha influido en el auge conservador ha sido la falta
de una alternativa real por parte de la izquierda institucionalizada o socialde-
mócrat a. Es ilus trativo en este sent ido lo ocurrido en algunos importantes
551
países durante el p eríodo que comentamos . El t riunfo de Tony Blair, en
1997, en lo que pareció el inicio de una etapa de reanimación de la social-
democracia europea, condujo a un afianzamient o de las práct icas
neoliberales en el orden int erior y a una proyección internacional agresiva
y más dependient e de los Estados Unidos. Si bien Inglaterra ha tenido un
crecimiento relativamente estable (aunque modes to), el llamado Nuevo
Laborismo p romovió aún más la polarización de la riqueza y hoy el país
cuenta con el mayor índice de desigualdad y pobreza en Europa O cciden-
tal, siendo puntera también en los p roblemas medioambientales. Esta si-
tuación y la masivamente repudiada intervención en la guerra de Irak, des-
de que ésta comenzó en la primavera de 2003, condujeron al fracaso del
laborismo en las elecciones locales de 2006 y a la crisis que hizo renunciar
a Blair del liderazgo del partido y de su cargo de Primer M inistro, a media-
dos de 2007.
552
ser la más poderosa. Ello condujo al triunfo de la conservadora Unión
Crist iano-Demócrata (CDU) en las elecciones de 2005, que desde enton-
ces encabeza el gobierno de la llamada Gran Coalición, en la que participa
la socialdemocracia como socio menor. El nuevo gobierno continuó la orien-
tación neoliberal, lo que ha provocado masivas protestas y crisis políticas,
particularmente durante el 2007.
553
En abril de 2006, triunfó en It alia La Unión, amplia y heterogénea coali-
ción de centro-izquierda, liderada por el veterano político Romano Prodi.
El nuevo gobierno, que desp lazó al derechis ta Silvio Berlus coni, debió
enfrent ar una s ituación de bajo crecimiento (menos de 1 % anual como
promedio en cuatro años), desempleo cercano al 10 %, un endeudamiento
colosal, acentuación de las diferencias regionales, corrupción político-ad-
ministrativa y frecuentes actos de extrema violencia vinculados a la mafia,
entre otros problemas. La Unión, al igual que el PSOE, sacó las tropas de
Irak para cumplir una promesa electoral, pero la respuesta a la p roblemá-
tica int erna ha sido una estrategia neoliberal, en consonancia con los prin-
cipios que rigen el proyecto integracionista europeo. D icha es trategia ha
conducido a más liberalizaciones, a un riguroso régimen fiscal y a una no-
table reducción del gas to público en salud, educación y seguridad social,
lo que ha supues to elevados costos p ara amplios sectores de la sociedad,
que han protagonizado importantes manifestaciones de protesta.
554
lidad. Sobre est a base, los conservadores no s olo han fort alecido su p re-
sencia en el plano nacional, sino que han logrado una holgada mayoría en
el parlamento europeo, determinando en lo fundamental su orientación.
LA PROYECCIÓN INTERNACIONAL
555
evidenció en la unilateral guerra desatada por los Estados Unidos contra
Afganistán, a la que se fueron incorporando y en la que aún siguen partici-
pando un numeroso grupo de países europeos, con el pretext o de cumplir
sus deberes de aliado.
558
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