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os abuelos desempeñan un papel fundamental en la trasmisión de valores y en la unión

de la familia, ya que el ámbito familiar no queda reducido a las relaciones paterno-


filiales, célula fundamental, sino a todo el cuerpo de las relaciones familiares que se
pueden establecer: tíos, sobrinos, primos, nietos...
Es realmente penoso escuchar testimonios de abuelos a los que no les dejan ver a sus
nietos, especialmente cuando, previamente, han tenido con ellos un trato cercano y
amoroso.
Hace unos días nos llegó un emotivo correo de una abuela, una abuela que no podía
ejercer de tal porque sus hijos no la permiten ver a su nieta, así que se limitaba a pensar
en ella o escucharla llorar impotente, sin poder acercarse a abrazarla, ni hablarla tan
siquiera. Nos preguntamos cómo es posible esto, pero por desgracia no es un caso
aislado.
Pese que los abuelos son piezas fundamentales en la integración de la vida en familia
porque intentan mantener, sostener y fortalecer la unidad familiar entre todos los
integrantes, y además, en muchos casos, recae sobre ellos la ardua tarea de cuidar a sus
nietos (con dedicación y ternura) mientras sus padres trabajan, son privados, en algún
caso, de los lazos afectivos que merecen tener con sus nietos.
Aunque esta situación no es frecuente, existen numerosos motivos que pueden generar
esta trágica y dolorosa situación, una de ellas y la más frecuente puede producirse en
procesos de divorcio, separación o nulidad de la unión de los padres. Los abuelos en
estos casos, no tienen porqué resignarse, tienen derecho a reclamar ante los
Tribunales el derecho a visitas y comunicación con sus nietos, pese a la negativa de los
padres.
El artículo 160 del vigente código civil español reconoce expresamente que 'no podrán
impedirse sin causa justa las relaciones personales del hijo con sus abuelos y otros
pariente y allegados'. Las relaciones personales, sin duda, pueden ser complicadas o
indeseables, pero debemos evitar a toda costa emplear a los niños como moneda de
cambio o arma para dañar a otros que también les quieren y podrán enriquecer su
existencia. Muchas veces, hay que buscar la armonía en situaciones difíciles y
mantenerse firmes en el sentido común para que nuestro hijo no sufra por nuestras
decisiones erróneas. Al fin y al cabo, son nuestros hijos y les amamos por ello, pero en
ningún caso nos pertenecen, aunque poseamos por derecho su guardia y custodia.
Patro Gabaldón. Redactora de Guiainfantil.com
Los abuelos de hoy tejen con sus nietos relaciones basadas en el afecto, la complicidad, el
apoyo y el intercambio. Los «nuevos abuelos» brillan por su disponibilidad y su capacidad
para asumir roles múltiples.
Las relaciones entre abuelos y nietos no solo se rigen por el afecto. La ley tiene algo que
decir al respecto.

Modificaciones legales
Los poderes públicos deben fomentar la protección del menor y de la familia, tal y como
establece el artículo 39 de la Constitución: «1. Los poderes públicos aseguran la protección
social, económica y jurídica de la familia. 2. Los poderes públicos aseguran, asimismo, la
protección integral de los hijos, iguales estos ante la ley con independencia de su filiación,
y de las madres, cualquiera que sea su estado civil [...]».
Cuando la estructura familiar se rompe por separación de los cónyuges, divorcio o nulidad
matrimonial y también en los casos de incumplimiento de sus deberes como progenitores o
de fallecimiento de uno de ellos, la ley establece unas normas para asegurar un adecuado
espacio de socialización que favorezca la estabilidad personal y afectiva del menor.
La Ley 42/2003, de 21 de noviembre, de modificación de los artículos 90, 94, 103, 160 y
161 del Código Civil y del artículo 250 de la Ley de Enjuiciamiento Civil, referidas todas
ellas a las relaciones familiares de los nietos con los abuelos, explicita el derecho de estos
a visitar a sus nietos, establece la obligación del juez de escuchar a los abuelos en los
procesos de separación y les concede prioridad sobre otros parientes e instituciones a la
hora de reclamar la custodia del menor.
La modificación legislativa tiene presente que el ámbito familiar no se limita a las relaciones
padres-hijos y pone de relieve la importancia de las relaciones abuelos-nietos, escasamente
contemplada con anterioridad; introduce un nuevo párrafo B en el artículo 90 del Código
Civil, que queda como sigue: «Art. 90. El convenio regulador a que se refieren los artículos
81 y 86 de este Código deberá referirse, al menos a los siguientes extremos: [...] B) Si se
considera necesario, el régimen de visitas y comunicación de los nietos con sus abuelos,
teniendo en cuenta, siempre, el interés de aquellos». El antepenúltimo párrafo del art.
90 queda redactado como sigue: «Los acuerdos de los cónyuges, adoptados para regular
las consecuencias de la nulidad, separación o divorcio, serán aprobados por el juez, salvo
si son dañosos para los hijos o gravemente perjudiciales para uno de los cónyuges. Si las
partes proponen un régimen de visitas y comunicación de los nietos con los abuelos, el
juez podrá aprobarlo previa audiencia de los abuelos en la que estos presten su
consentimiento. La denegación de los acuerdos habrá de hacerse mediante resolución
motivada y en este caso los cónyuges deben someter a la consideración del juez nueva
propuesta para su aprobación, si procede [...]».
Se introduce un segundo párrafo en el artículo 94: «[…] Igualmente [el juez] podrá
determinar, previa audiencia de los padres y de los abuelos, que deberán prestar su
consentimiento, el derecho de comunicación y visita de los nietos con los abuelos,
conforme con el artículo 160 de este Código, teniendo siempre presente el interés del
menor». Se modifican los dos párrafos de la medida 1.ª del art. 103: «Admitida la
demanda, el juez, a falta de acuerdo de ambos cónyuges aprobado judicialmente,
adoptará, con audiencia de estos, las medidas siguientes: 1.ª Determinar, en interés de los
hijos, con cuál de los cónyuges han de quedar los sujetos a la patria potestad de ambos y
tomar las disposiciones apropiadas de acuerdo con lo establecido en este Código y, en
particular, la forma en que el cónyuge apartado de los hijos podrá cumplir el deber de velar
por estos y el tiempo, modo y lugar en que podrá comunicar con ellos y tenerlos en su
compañía. Excepcionalmente, los hijos podrán ser encomendados a los abuelos, parientes
u otras personas que así lo consintieren y, de no haberlos, a una institución idónea,
confiriéndoles las funciones tutelares que ejercerán bajo la autoridad del juez».
Los párrafos segundo y tercero del art. 160 quedan como sigue: «[…] No podrán impedirse
sin justa causa las relaciones personales del hijo con sus abuelos y otros parientes y
allegados. En caso de oposición, el juez, a petición del menor, abuelos, parientes o
allegados, resolverá atendidas las circunstancias». El art. 161 queda redactado como
sigue: «Tratándose del menor acogido, el derecho que a sus padres, abuelos y demás
parientes corresponde para visitarle y relacionarse con él podrá ser regulado o suspendido
por el juez, atendidas las circunstancias y el interés del menor».

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