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\ BACHILLERATO GUSTAVO ALBERTO VAZQUEZ MONTES

LINCENCIATURA EN ADMINISTRACION CONTABLE

DERECHO MERCANTIL

ASESOR: M. en D. LIC. JOSÉ GERÓNIMO CÁRDENAS GUTIÉRREZ

Documento curricular de la Licenciatura en Administración contable, Sistema


abierto de enseñanza.

Materias Relacionadas Antecedentes: Paralelas: Consecutivas:


Fundamentos del Derecho Ninguna
Presupuestos, Formulación y Evaluación de proyectos
Presentación
El derecho mercantil es el sistema de normas jurídicas que determinan
su campo de aplicación mediante la calificación de mercantiles dadas a
ciertos actos, y regulan estos y la profesión de quienes se dedican a
celebrarlos. Este debe de ser considerado como un derecho especial, que
tiene un campo de aplicación que determina el propio sistema mediante
las correspondientes normas delimitadoras. El derecho mercante emplea
las mismas categorías o conceptos generales que el derecho civil, el
procesal del trabajo, etc.: sujeto jurídico, relación, objeto, capacidad, etc.
Todas estas ramas del derecho no son sino partes integrantes de un
mismo todo.

Objetivo General
El alumno obtendrá una formación jurídica integral en el campo del
Derecho Mercantil, proveyéndole de los elementos jurídicos necesarios
para su ejercicio profesional empresarial, incentivando en el alumno
una conciencia crítica con poder de decisión, planificador, organizador,
capaz de tomar iniciativas en el campo empresarial, con una sólida
formación jurídica.

NOTA PRELIMINAR
A los estudiantes que por primera vez hojean esta antología, quiero hacerles notar,
que por el carácter elemental de la obra, no esta dirigida precisamente a los
estudiantes de la carrera de derecho, sino más bien a los estudiosos de otras áreas
del conocimiento, que desean o necesitan tener una visión general de los conceptos
más importantes de nuestro derecho positivo.
En esta antología he tratado de corregir y actualizar aquellos temas que debido a los
cambios en la Ley exigidos por la dinámica del desarrollo de nuestro Estado, o bien
por innovación en la doctrina, han sufrido algunas modificaciones; reiterando mi
intención y, empeño de llevar el conocimiento de esta ciencia fundamental a mis
estudiantes especialmente a los de la _______________ de la escuela___________
. Y, seguir haciéndolo, para tratar siempre una adecuación de la obra con nuestra
legislación.

Es una de las tareas más importantes de todos los tiempos y particularmente en


épocas como la actual, cargadas de agudas contradicciones y convulsionadas por
situaciones criticas, en las de educar, la de formar conciencia, principalmente de las
nuevas generaciones para que tengan principios verdaderos, claros y firmes, sobre
las cuestiones fundamentales.
A este propósito responde la presente antología que es ampliamente informativa en
materia civil, y constitucional pero principalmente formativa de la inteligencia de los
estudiantes en ellas se adquiere con facilidad, con graduación y con método, los
datos esenciales de la difícil ciencia y arte del derecho y de sus principales
instituciones.
En efecto, la inteligencia humana ha sido creada esencialmente para la verdad y para
el orden y cuando se le muestra, como en esta obra. El bien especifico de la
integración: la vida, y el orden, ello es suficiente atractivo para que el lector le
conozca, ame y procure para si y para los demás.
. Concepto de Derecho y sus características

ACTIVIDADES DE APENDIZAJE

Docente: Independiente:

1. Torbellino de ideas 1. proyecto


2. Trabajos prácticos 2.Exposiciòn
3. Búsqueda de información 3. bibliotecas jurídicas
4. Cuadro sinóptico 4. Trabajos escritos
5. Asuntos mercantiles 5. ejemplos reales
6. Resolución del problema 6. Investigación jurídica

CRITERIOS Y PROCEDIMIENTO DE EVALUACION Y ACREDITACION:

Se evaluará el alumno a través del seguimiento en sus actividades de aprendizaje, así


como en tareas y trabajos para entregar en los periodos que el titular de la materia
establezca. Para estos se consideran los siguientes criterios para acreditar la materia:

Asistencia 10%
Investigaciones 20%
Participación 10%
Entrega de tareas, ejercicios, etc. 20%
Examen 40%

BIBLIOGRAFIA: Efraín Moto Salazar Elementos de Derecho que le


publico la Editorial Porrúa, 2).- El “Derecho Mercantil. Lic. Octavio
Calvo Marroquín y Arturo Puente Flores. Así como también del jurista
Rafael de Pina Vara, y del mismo sello editorial.
INTRODUCCIÓN
Antología, según el diccionario de la lengua Española, es la colección
de piezas escogidas de literatura, música, etc.

La presente se elaboró seleccionando: 1).- “Elementos de Derecho”


del ameritado jurista Efraín Moto Salazar que le publico la Editorial
Porrúa, de donde se tomo parte del material; y, 2).- El “Derecho
Mercantil. Lic. Octavio Calvo Marroquín, y el Lic. Arturo Puente Flores.
Derecho Mercantil Mexicano. Del jurista Rafael de Pina Vara, y del
mismo sello editorial.

La investigación jurídica como uno de los objetivos de la licenciatura


en administración contable; me ha dado la pauta para forjar la presente
antología enfocándola a los diversos temas en que se escinde En la
materia de Derecho Mercantil, se desarrolló en este documento la
parte general del comercio, sus contenidos de este trabajo de
antología es el resultado y reflexión de la compilación que se extrajo de
la bibliografía utilizada. Lo anterior con el propósito de mostrar en
forma especial lo relativo a los conceptos y temas de Derecho
Mercantil.

Al escribir esta antología nos propusimos desarrollar sus temas con la


amplitud y profundidad adecuadas para que pudiera emplearse como
texto en todas las escuelas comerciales y constituir un compendio en que
los estudiantes de las Facultades de Derecho repasasen la materia para la
preparación de los exámenes.
Indudablemente este libro será más accesible para quienes tengan
algunas nociones de Derecho Civil, ya que el Derecho Mercantil constituye
un grado superior en la enseñanza pero, dado el carácter elemental de la
obra, creemos que también será provechosa para los comerciantes en
general y para toda persona que desee alguna información sobre
cuestiones jurídico-mercantiles.
En la exposición de la materia resolvimos seguir el plan que es clásico
en Derecho Civil y que se ha adoptado en casi todos los modernos
tratados de Derecho Mercantil. En el Título I se expone el concepto de
Derecho Mercantil, los antecedentes históricos de esta rama del Derecho
y la teoría del acto de comercio. Los Títulos II, III y IV tratan,
respectivamente, de las personas, las cosas y las obligaciones mercantiles.
El Título V se reserva para los concursos mercantiles y, finalmente, el Título
VI se destina al Derecho Procesal Mercantil.
Las dificultades que ofrecía una obra escrita en colaboración se
allanaron mediante una división del trabajo. Los Títulos I, II y VI, que se
refieren a la Parte General, Personas (incluyendo sociedades mercantiles)
y Derecho Procesal Mercantil, se deben al licenciado Arturo Puente y F.
Los Títulos III y IV, que comprenden las Cosas Mercantiles (incluyendo
títulos de crédito) y las Obligaciones y Contratos Mercantiles, fueron
escritos por el licenciado Octavio Calvo Marroquín. El Título V, por su
parte, es producto de la valiosa actualización solicitada por los autores al
licenciado Rodolfo Ponce Castillo.
De esta obra se han publicado cuarenta y cinco ediciones que hemos
venido actualizando cada vez que se han registrado cambios en la
legislación, y en las que se han incluido nuevos temas, cuando ha sido
necesario.

Por haberse agotado las anteriores, hemos preparado esta


cuadragesimosexta edición que también ha sido objeto de cuidadosa
revisión
y actualización en la que figuran las siguientes adiciones: Escisión de
Sociedades. Sociedades de Inversión, Sociedades Controladoras,
Empresas de Factoraje Financiero Arrendadoras Financieras, Obligaciones
Subordinadas. Venta en corto y unidad de Inversión, así como Concursos
Mercantiles.
Agradecemos las valiosas opiniones que hemos recibido de
profesionales distinguidos y de compañeros de cátedra, que nos ayuda en
nuestra labor, y esperamos que esta obra siga cumpliendo los propósitos
para los que fue hecha.
Los Autores

INDICE DE MATERIAS

TÍTULO PRIMERO

GENERALIDADES

CAPÍTULO 1

EL COMERCIO Y EL DERECHO MERCANTIL

1. Concepto del comercio.- 2. Clasificación del comercio - 3. Breve reseña


histórica del comercio y del Derecho Mercantil - 4. El comercio en la
Edad Antigua - 5. El comercio en la Edad Media.- 6. El comercio en las
Edades Moderna y Contemporánea.

CAPÍTULO II

DEFINICIÓN, ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS


DEL DERECHO MERCANTIL
7. Definición del Derecho Mercantil - 8. Origen y características - 9.
Criterio subjetivo y criterio objetivo- 10. Clasificación.- II. El
problema de la sustantividad.
CAPÍTULO III
FUENTES DEL DERECHO MERCANTIL
12. Definición -13. Jerarquización -14. El sistema adoptado por la Ley
Mercantil Mexicana - 15. Fuentes en particular. I. A) La Ley Mercantil
-16.1. B) Reglamentos en Materia Mercantil- 17. II. La Ley Civil - 18. III. La
jurisprudencia mercantil - 19. IV. La costumbre y los usos mercantiles -
20. V. Doctrina.

CAPÍTULO IV
LOS ACTOS DE COMERCIO
21. Necesidad de su determinación - 22. Noción de los actos de comercio
- 23. Enumeración legal de los actos de comercio - 24. Análisis de los
actos de comercio de acuerdo con su enumeración legal.- 25. Fracciones I
a III y XXII del artículo 75.- 26. Fracciones IV. XVIII, XIX y XX del artículo
75.-27. Fracciones V a XI, XIV y XVI del artículo 75 - 28. Fracciones XII y XIII
del artículo 75.- 29. Fracción XV del artículo 75 - 30. Fracciones XVII, XXI y
XXII del artículo 75.- 31. Fracción XXIV del artículo 75.- 32. Clasificación
doctrinal de los actos de comercio - 33. Nuestra clasificación de los actos
de comercio.

CAPITULO V
LOS COMERCIANTES., PERSONAS FÍSICAS

Los sujetos de la relación mercantil - 34 Los comerciantes,


personas físicas -35 Condiciones exigidas por la ley para ejercer el
comercio- 36 La actividad económica - 37 Las etapas del proceso
económico -38 El comercio y el proceso económico – 39 El
comercio – 40 El comercio v su reglamentación jurídica - 41 Capacidad
-42 Ejercicio -43 Profesión -44 Personas a quienes se prohíbe ejercer el
comercio -45

CAPITULO VI
AGENTES AUXILIARES DEL COMERCIANTE
La representación jurídica-46 Los auxiliares del comercio 47
Los corredores -48 Los comisionistas -49 Los factores -50 Los
dependientes -51 Otros auxiliares del comerciante -52

CAPITULO VII
LAS OBLIGACIONES DE LOS COMERCIANTES
Generalidades y enumeración -53 La publicidad de la calidad mercantil
-54 El Registro de Comercio -55 La contabilidad mercantil-56 La
correspondencia mercantil -57 Otras obligaciones del comerciante -58

CAPITULO VIII
Los COMERCIANTES, PERSONAS JURÍDICAS
El comerciante como persona jurídica-59 Sociedades Civiles y sociedades
mercantiles-60 El contrato de sociedad -61Especies y clasificación de las
sociedades-62 Personalidad jurídica de las sociedades-63

CAPITULO IX
EL CONTRATO DE SOCIEDADES MERCANTILES
Elementos del contrato de Sociedad -64 La voluntad de las partes -65
El objeto, materia de contrato-66 El fin del contrato de Sociedad -67 La
forma del contrato de Sociedad -68 Requisitos del contrato de Sociedad
-69

CAPITULO X
EL CONTRATO DE SOCIEDAD MERCANTIL (REQUISITOS SECUNDARIOS DEL CONTRATO).

CONTINUACIÓN
El sistema de administración-70 El sistema de distribución de utilidades
-71 La integración de los fondos de reserva y previsión-72 Causas de
disolución de la sociedad -73 El sistema de liquidación 74

CAPITULO XI
LAS COSAS MERCANTILES
Generalidades – 75 Concepto de la mercancía -76
El fondo de comercio -77 Las patentes -78 Las marcas, nombres y avisos
comerciales – 79 Los buques – 80 El dinero – 81

CAPITULO XII
Los TÍTULOS DE CRÉDITO
Generalidades – 82 Concepto – 83 Caracteres – 84 Especies – 85
Títulos nominativos – 86 Su transmisión - 87 Título al portador - 88
Su transmisión – 89 Pago de los Títulos - 90
INDICE DE MATERIAS

TÍTULO PRIMERO

GENERALIDADES

CAPÍTULO I
EL COMERCIO Y EL DERECHO MERCANTIL

1- Concepto del comercio- 2. Clasificación del comercio- 3. Breve


reseña histórica del comercio y del Derecho Mercantil.- 4. El
comercio en la Edad Antigua - 5. El comercio en la Edad Media.- 6.
El comercio en las Edades Moderna y Contemporánea.

CAPÍTULO II
DEFINICIÓN, ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS
DEL DERECHO MERCANTIL
7- Definición del Derecho Mercantil - 8. Origen y características - 9.
Criterio subjetivo y criterio objetivo - 10. Clasificación.- II. El problema de la
sustantividad.
CAPÍTULO III
FUENTES DEL DERECHO MERCANTIL

12- Definición - 13. Jerarquización.-14. El sistema adoptado por la Ley


Mercantil Mexicana - 15. Fuentes en particular. I. A) La Ley Mercantil.-16.1.
B) Reglamentos en Materia Mercantil- 17. II. La Ley Civil.- 18. III. La
jurisprudencia mercantil - 19. IV. La costumbre y los usos mercantiles.- 20.
V. Doctrina.

CAPÍTULO IV LOS ACTOS DE COMERCIO

21. Necesidad de su determinación - 22. Noción de los actos de comercio


- 23. Enumeración legal de los actos de comercio - 24. Análisis de los
actos de comercio de acuerdo con su enumeración legal - 25. Fracciones I
a III y XXII del artículo 75.- 26. Fracciones IV, XVIII, XIX y XX del artículo
75.-27. Fracciones V a XI, XIV y XVI del artículo 75.- 28. Fracciones XII y XIII
del artículo 75.- 29. Fracción XV del artículo 75.- 30. Fracciones XVII, XXI y
XXII del artículo 75.- 31. Fracción XXIV del artículo 75 - 32. Clasificación
doctrinal de los actos de comercio.- 33. Nuestra clasificación de los actos
de comercio.
TÍTULO PRIMERO GENERALIDADES
CAPÍTULO I
EL COMERCIO Y EL DERECHO MERCANTIL
1- CONCEPTO DEL COMERCIO

La palabra comercio trae a nuestra mente la idea de una relación entre


personas que dan y reciben recíprocamente, que compran y venden;
pero, en realidad, el cabio tiene una significación más amplia que la de
cambio: la de aproximación, m. ¿e poner al alcance de alguien una cosa o
producto, o lo que es lo mismo, que i cambio por un lado y aproximación
por el otro de quien adquiere o produce, ¡ si que consume, es decir, una
función de intermediación o intercambio. Ahora esa intermediación se
realiza con el propósito o finalidad de obtener una ganancia Un lucro.
Queda así integrada la noción de comercio: cambio o intermediación con
propósito de lucro. Este es el concepto económico del comercio; pero el
concepto jurídico del comercio es más amplio, como lo veremos al hablar
de los actos de comercio.

2. CLASIFICACIÓN DEL COMERCIO


El comercio se clasifica desde diversos puntos de vista:
i Comercio interior, el que se efectúa entre personas que se hallan
presentes en el país y comercio exterior, que es el que se lleva a cabo
entre personas de un país y las que viven en otro.
b Comercio terrestre y comercio marítimo, que dan lugar,
respectivamente, a las ramas del Derecho Mercantil denominadas
Terrestre y Marítimo. Lista obra no trata del comercio marítimo que se
rige por la Ley de Navegación de 2? de diciembre de 1993, Diario
Oficial de la Federación de 4 de enero de 1994.
c) Comercio al por mayor, que es el que se hace en gran escala,
generalmente a personas que lo hacen para revender o con otro fin
industrial; comercio al Por menor, que es el que se hace en pequeña
escala, por lo general al consumidor, y
d) Comercio que se ejerce por cuenta propia y comercio que se ejerce en
comisión, es decir, por cuenta de otro.

3. BREVE RESEÑA HISTÓRICA DEL COMERCIO Y DEL DERECHO


MERCANTIL
La historia del Derecho Mercantil está vinculada a la historia del
comercio; pues esta actividad ha dado origen a una disciplina jurídica
especial: la que corresponde al Derecho Mercantil como una destacada
rama del Derecho Privado, con sustantividad propia.
Para hacer una breve relación histórica del comercio y de su influencia
en el Derecho Mercantil, debe hacerse una división en tres etapas: Edad
Antigua. Edad Media y Edades Moderna y Contemporánea.

4. EL COMERCIO EN LA EDAD ANTIGUA


El ejercicio del comercio está íntimamente ligado al Derecho Mercantil.
De la Edad Antigua se tienen referencias precisas respecto al ejercicio del
comercio por los caldeos y asirios, chinos, persas, hebreos, indios, árabes,
fenicios, griegos y romanos. Tal vez la más antigua legislación mercantil
sea el Código Hammurabi (668-626 A.C.), escrito en Babilonia en tabletas
de arcilla. Trata de la compraventa, de la asociación, del crédito y de la
navegación.
Los persas con sus expansiones territoriales fomentaron el comercio
asiático y aumentaron el número y seguridades de las comunicaciones,
estableciendo ciertos mercados regulares.
La actividad comercial de los fenicios dio nacimiento a las modalidades
sociales de los puertos y factorías; así como a la regulación del comercio
por medio de tratados, que contribuyeron en gran parte, a la iniciación
del crédito.
Los griegos, con su expansión colonial y su comercio generalizaron el
uso de la moneda acuñada. A ellos se debe la ley Rodia, que reglamentó
la echazón, esto es. El reparto proporcional de las pérdidas que resultasen
de echar objetos al mar, para salvarlo, entre los interesados en el manejo
de un buque.
Los romanos, que alcanzaron una organización jurídica maravillosa,
lograron el fomento de los mercados y ferias como instituciones que
perduran hasta nuestros días, amén de que en su Derecho instituyeron la
"acto institoria", por medio de la cual permitía reclamar del dueño de una
negociación mercantil, el cumplimiento de las obligaciones contraídas por
la persona que se había encargado de administrarla: la "actio exercitoria",
que se daba en contra del dueño de un buque

EL COMERCIO Y EL DERECHO MERCANTIL

Para el cumplimiento de las obligaciones contraídas por su capitán, y la


"nauticum fenus" o préstamo marítimo, que el Derecho actual conoce con
el nombre de préstamo a la gruesa1.
5. EL COMERCIO EN LA EDAD MEDIA
En el siglo V de la era Cristiana, las invasiones bárbaras que rompieron
la anidad política romana, dieron nacimiento a los estados germánicos
Merovingio en Galias, el Ostrogodo en Italia y el Anglosajón en la Gran
Bretaña, que orientaron el comercio en forma particular, debido en gran
parte al régimen político que caracterizó a la Edad Media. La organización
feudal, que debido a las dificultades 5 peligros de los transportes
marítimos y terrestres por el pillaje y la piratería, encerraba dentro de un
determinado territorio o feudo la vida económica, estancó en los primeros
cinco siglos de su duración el comercio, hasta que la necesidad de hacer
públicas las transacciones para que el comerciante no se considerase un ¿
saltante, creó la institución del mercado como lugar público para realizar
las transacciones. Con la transformación política de la Villa, asiento de los
villanos, en h ciudad, en el siglo XI de nuestra Era, el comercio y la
industria recibieron un gran impulso, que se afirmó con el establecimiento
de los gremios comerciales con sus "rigorosas reglamentaciones que les
dieron monopolios y crearon la institución de los Cónsules, que tenían la
misión de juzgar y decidir sobre los conflictos suscitados entre los
miembros de aquéllos, por sus intereses encontrados, y comenzaron a
ciertas normas jurídicas especiales para los comerciantes, conforme a las
cuales se decidían esas controversias, que apartándose en cierta forma de
las reglas Derecho Civil, establecieron un modo particular aplicable a la
circulación de : cierta clase de bienes, naciendo los "estatutos" de las
corporaciones de comerciantes, cuyas formas tendían a la rapidez y
sencillez de las transacciones, y así se originó, per ejemplo, el entonces
incipiente Derecho Mercantil Italiano, desde comienzos del *siglo XI. Pero
no fue sino hasta los siglos XII y XIII, con la introducción de la brújula,
cuando la navegación tuvo un enorme impulso precursor de los grandes ¿
«cubrimientos de la Edad Moderna, cuando se gestaron también las
nuevas •Tentaciones del Derecho Mercantil.

En la primera etapa de esta época el comercio oriental estuvo en


manos de judíos; y árabes, siendo las Cruzadas la ocasión de su auge, en
el que Venecia, Génova y Francia destacaron. Estas ciudades extendieron
también su comercio a los países nórdicos, escandinavos y germánicos,
pero principalmente en el Mediterráneo,

Matüla Molina. Roberto L.. Derecho Mercantil, pp. 2 y 3.

donde sus relaciones con Barcelona y otras ciudades españolas y de


Francia, crearon importantes instituciones mercantiles. A medida que
aumentó el tráfico marítimo creció la necesidad de que éste fuese regido
por normas especiales a sus necesidades y así nacieron, por ejemplo, en
Francia, "El Consulado del Mar", que no era sino una colección de
Derecho Marítimo, redactada probablemente en los siglos XI a XIV y
aplicable al tráfico en los puertos del Mediterráneo: "Los Juicios de
Olerón", que era un conjunto de reglas, también consuetudinarias,
recopilado tal vez en los siglos XII a XIII, pero aplicable a los puertos del
Atlántico, y "El Guión del Mar", redactado por un autor desconocido en
Rouen, en el siglo XV, que contenía principalmente las reglas del contrato
de seguro marítimo.
En el Mar Báltico los peligros de la navegación ocasionados por la
piratería, dieron origen a las ligas y asociaciones comerciales, tales como
la Liga del Rhin, la Liga de Suavia y a la más poderosa, la Liga Hanseática,
que llegó a abarcar más de cien ciudades. Estas Ligas tenían por objeto la
protección del comercio contra los ataques de los piratas y señores
feudales, así como la negociación de tratados comerciales. Así alcanzaron
prosperidad ciudades como Brujas, Gante, Amberes, Amsterdam, Lieja,
Lovaina y Malinas. El Código Marítimo de Wisby, en el siglo XIII, año de
1241, para la navegación en el Mar Báltico y del Norte, fue una importante
regla para la navegación que creó la Liga Hanseática.
En España bajo el poder de los árabes el Fuero Juzgo y el Privilegio
General de Aragón, también en el siglo XIII. Fueron otras importantes
reglas para el comercio. En Inglaterra la Carta Magna de Juan sin Tierra,
en 1215 y la Carta Mercatoria, así como el Edicto de los Comerciantes, en
1285, fueron otras muy importantes. La formación de asociaciones
comerciales y trusts, fue también característica de la Edad Media.
6. EL COMERCIO EN LAS EDADES MODERNA Y CONTEMPORÁNEA
La vida económica europea, después de las grandes expediciones
marítimas de españoles, portugueses y holandeses, principalmente a
partir del siglo XV. Renació grandemente con el comercio que abrieron las
grandes rutas descubiertas por los destacados navegantes que las
realizaron, iniciándose francamente la corriente que lo encauzó en la
senda de su incesante progreso, hoy pleno, gracias a la transformación y
mejoramiento de los medios de transporte y a la facilidad de los medios
de comunicación. En esta época se inicia francamente la corriente de
legislación mercantil que haciéndose más universal cada día, ha permitido
que las actividades comerciales se rijan, en nuestros días, por una
legislación más o menos uniforme en todo el mundo. En la época de la
monarquía absoluta de ['rancia, en el año de 1673, con Luis XIV, se redactó
la "Ordenanza del Comercio", que rigió

£L COMERCIO Y EL DERECHO MERCANT IL


hasta la época de la Revolución, y que constituyó la primera disciplina
completa sobre Derecho Mercantil, aunque no redactada con
independencia de las reglas de Derecho Civil, y en 1681 se redactó la
"Ordenanza del Comercio Marítimo".
En Suecia el Rey Carlos IX expidió en 1667 una codificación y en
Dinamarca el Rey Cristián V expidió otra en el año de 1683.
El Código denominado "Derecho Territorial del Estado Prusiano" de 5
de febrero de 1794, fue realmente la primera codificación completa de
Derecho Mercantil en el mundo. Era un derecho de clase y no derecho del
comercio como lo fue el Código Napoleón de 1801. El 24 de diciembre de
1794, se expidió la "Ley Judicial General de los Estados Prusianos" con
preceptos sobre procedimiento en Bestiones mercantiles y sobre seguros
y concursos.
En España tenemos como ejemplo de algunas recopilaciones de reglas y
costumbres, las Ordenanzas de los Consulados de Sevilla en el año de
1539 y de Burgos el año de 1553, y en el año de 1737, las Ordenanzas de
Bilbao, de frecuente aplicación hasta la expedición del actual Código de
Comercio Español de 1829.
Mas no fue sino hasta el siglo XIX cuando el Derecho Mercantil se codificó
francamente en los principales Estados europeos, con exclusión de
Inglaterra: en Francia: el Código de Comercio Napoleónico del año de
1802, se extendió en aplicación a todos los países conquistados por
Napoleón, inclusive Italia, y aún después ha influido en la corriente
legislativa de dichos países. En la Nueva España desempeñaron un
importante papel, como era natural, normas de Derecho Mercantil
Español y así, las Ordenanzas de los Conde Burgos y Sevilla tuvieron
aplicación hasta la creación del "Consulado México", a fines del siglo XVI y
desde fines del siglo XVIII, las Ordenanzas de a. que estuvieron en vigor
por disposición de la Ley de 15 de noviembre de 1842 desde esa fecha
hasta la promulgación del primer Código de Comercio del Independiente,
el 16 de mayo de 1854, llamado Código de Lares, por el de Don Teodosio,
del mismo apellido, que lo redactó: y que fue sustituido Código de
Comercio de 20 de abril de 1884, que a su vez fue sustituido por Código
actual de 15 de septiembre de 1889'.

Para una síntesis histórica de la Legislación Mercantil Patrio, consúltese el artículo del Lic. Jorge
Barrera i Revisa Jus Núm. 152. Abril-junio 1957. pp. 255 a 26K.

CAPÍTULO II

DEFINICIÓN, ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS


DEL DERECHO MERCANTIL

7. DEFINICIÓN DEL DERECHO MERCANTIL

No es sencillo dar una definición atinada y completa del Derecho


Mercantil, pues a las dificultades propias de la labor de definir se agrega la
de compaginar las ideas doctrinales y de su origen, con los preceptos de
la ley positiva. Podemos aceptar la siguiente definición: el Derecho
Mercantil es la rama del Derecho Privado que regula las relaciones de los
individuos que ejecutan actos de comercio o que tienen el carácter de
comerciantes. Creemos que esta definición encaja dentro de los principios
básicos que establecen los artículos 1", 3a y 4« del Código de Comercio
vigente que, respectivamente, establecen que sus disposiciones se
apliquen sólo a los actos de comercio, definen quiénes son comerciantes,
y señalan qué actividad de las personas queda en su ámbito de aplicación.

8. ORIGEN Y CARACTERÍSTICAS

Paul Rehme en su "Historia Universal del Derecho Mercantil"


-traducción de E. Orbaneja. Madrid, 1941-, es un poderoso auxiliar para
conocer la historia del Derecho Mercantil. El origen y el desenvolvimiento
histórico del Derecho Mercantil muestran sus profundas raíces
consuetudinarias, que de un modo decisivo lo han orientado y llevado al
estado de desarrollo que hoy alcanza. Este mismo origen lo ha
individualizado de entre las demás ramas del Derecho, dándole un
aspecto distintivo. En efecto, como el intercambio comercial exige para las
transacciones y para la ejecución de ciertos actos típicos de una especial
actividad humana -la realizada por cierta categoría de personas, los
comerciantes-, una rapidez y eficacia que un se obtiene sino por la
seguridad y firmeza de su realización, con apoyo en LA BUENA fe, la
disciplina jurídica que rija estos actos, aparte de que tiene que ser más
simple que la disciplina que rige las relaciones jurídicas civiles, debe ser
más rigurosa. Además, el carácter universal de esas transacciones le
atribuye otra característica más a aquella disciplina jurídica: la
universalidad. Por otra parte, como a actividad de los individuos
dedicados a ese intercambio tiende a sistematizarse, por la repetición de
los actos constitutivos de esa actividad, también tiende a su permanencia,
a su duración, que muchas veces se extiende más allá de la vida de a
persona. Como sucede en las empresas, y de ese modo adquiere este
último atributo a disciplina jurídica que rige las relaciones comerciales.
9. CRITERIO SUBJETIVO Y CRITERIO OBJETIVO
E'. Derecho Mercantil justificó haber sido, en un principio, una rama del
Derecho, que aunque hermana siamesa del Derecho Civil, fue aplicable
sólo a una casa o categoría de personas dedicadas a una actividad
especial, la intermediación cambio con propósito de lucro: los
comerciantes. Pero a medida que pasó el tiempo se notó una marcada
tendencia a objetivarse o concretarse esa aplicación no ya exclusivamente
a las personas comerciantes, sino más bien a determinada actividad
característica por su universalidad y sistematización, por su permanencia y
duración: así como a toda actividad en íntima relación de dependencia
con aquélla, y ya sin tomar en consideración el carácter de la persona que
la ejecute. Según el criterio que predominante se tome como punto de
partida para determinar el ámbito de aplicación de las normas relativas al
Derecho Mercantil: el sujeto de realiza ciertas actividades características o
el acto de comercio en sí, se dice de aquel que es subjetivo u objetivo.
Mas por regla general, nunca este criterio o en la legislación, sino que
se toma uno de esos criterios principalmente,
Pero sin abandonar, en cierto modo, algunos elementos del otro. Tal es el
caso del Código de Comercio en vigor; que aunque sustenta un criterio
objetivo, no lo hace absoluto.

10. Clasificación
En general puede decirse y complejidad de los hechos que a
constituyen la conducta humana son una dificultad casi insuperable en la
Clasificación a tinada del Derecho como un conjunto o sistema de normas
obligatorias de conducta porque esos hechos, en su realidad, presentan
aspectos múltiples que corresponden a múltiples cualidades, que
necesariamente hacen de cualquier: clasificación de ellos por sus aspectos
predominantes, una mera abstracción, las más de las veces fuera de la
realidad, y así, desgraciadamente, se agrupan como pertenecientes a una
misma rama del Derecho, por su semejanza y puntos de contacto, hechos
jurídicos de características diversas, y a la inversa: encontramos dispersos
grupos con características comunes. Concretando la cuestión a

. DERECHO MERCANTIL

la clasificación del Derecho Mercantil diremos que, a pesar de que éste


pertenece la rama del Derecho Privado, pueden señalársele ciertas
características afines al Derecho Público tratándose del Derecho Marítimo
y por la tendencia moderna que en el Derecho Mercantil adquiere, en
ciertos países totalitarios, en el aspecto conocido por Derecho Mercantil
Corporativo.

11. EL PROBLEMA DE LA SUSTANTIVIDAD DEL DERECHO MERCANTIL


El origen, características y desarrollo del Derecho Mercantil nos dejan
ver su proceso evolutivo, que se inició como el Derecho propio y peculiar
de los comerciantes hasta llegar a ser la rama del Derecho aplicable a
ciertos actos: a los llamados de comercio y a los relacionados con ellos
por una estrecha liga de dependencia. Pero dentro de esta corriente se ha
planteado la discusión relativa a si en realidad tiene o no una substancia o
materia propia frente al Derecho Civil, creando el problema llamado de la
sustantividad del Derecho Mercantil.
Tratadistas notables como Lorenzo Benito y H. Vidari han proclamado
esta sustantividad en atención a todas las características que tiene, y que
hemos mencionado en el párrafo 8. Otros no menos notables, como
Cesare Vivante, la han negado; pero han concluido por aceptar el punto
de vista de los primeros. También naciones como Inglaterra, Suiza y los
Estados Unidos de América han considerado estos dos Derechos como
una sola rama en su aspecto civil y mercantil. Pero lo cierto es que ahora
se reconoce universalmente esta sustantividad.
La discusión sobre esta materia ha girado en derredor del punto de la
conveniencia práctica de la existencia de estas dos categorías o ramas:
Derecho Civil y Derecho Mercantil. No podemos ahondar esta cuestión
dado el carácter elemental de este libro, y sólo diremos que quienes van
en contra de la sustantividad ponen de manifiesto el grave inconveniente
de la existencia de dos normas distintas y dos tribunales diversos para
juzgar relaciones jurídicas sensiblemente análogas; pero sus
contradictores sostienen la conveniencia de que normas especiales y
tribunales distintos a los civiles juzguen de las relaciones jurídicas
mercantiles, que notoriamente tienen el carácter distintivo de
sistematización, permanencia y universalidad, por más que éstas, en
algunos casos, tengan analogía con relaciones jurídicas de reconocido
carácter civil.

CAPÍTULO III
FUENTES DEL DERECHO MERCANTIL
12. DEFINICIÓN
Llamamos fuentes del Derecho Mercantil a todo aquello de que éste se
origina en su aspecto objetivo de norma o regla obligatoria de conducta,
y constituye, por n tanto, el modo o forma especial como se desarrolla y
desenvuelve esa rama del Derecho.

13. JERARQUIZACIÓN
Como las fuentes del Derecho Mercantil, del mismo modo que las del
Derecho general, son varias, existe el problema de saber cuáles se aplican
preferentemente en caso de contradicción entre ellas. Llamamos
jerarquización el orden definido en deben aplicarse unas fuentes respecto
de otras, es decir, la escala de preferencia en que deben ser aplicadas. La
Ley misma fija esa graduación.

14. EL SISTEMA ADOPTADO POR LA LEY MERCANTIL MEXICANA

En general podemos decir que la Ley Mercantil Mexicana (el Código de


Comercio y las leyes complementarias o reformatorias de él), no establece
un sistema homogéneo y perfectamente definido para jerarquización de
sus fuentes. En efecto, el Código de Comercio establece, en algunas de
sus disposiciones generales, en un sistema que es contradicho por otras
disposiciones especiales del mismo Código o por algunas de dichas leyes
complementarias; así, su artículo 2o establece que, a falta de disposiciones
en ese Código, serán aplicables a los actos de comercio las posiciones del
Derecho Común; el artículo 81 establece la misma disposición tratándose
de la capacidad de los contratantes y de las excepciones y causas que
invalidan o rescinden los contratos, y el 1054 establecen que los juicios
mercantiles.
DERECHO MERCANTIL

Se rigen por el Código de Comercio y, en su defecto, por la Ley de


Procedimientos local respectiva; pero esa jerarquía se rompe por el propio
Código en los artículos 280, último párrafo, 304 y 333, que en materia de
comisión mercantil y de depósito establecen, respectivamente, que a falta
de disposición expresa se aplicarán los usos y costumbres mercantiles. Por
otra parte, la Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito establece
en su artículo 2a que los actos y operaciones a que se refiere dicha ley se
rigen, en primer lugar, por sus disposiciones y las de las demás leyes
relativas; a falta de ellas, por la Ley Mercantil General; en su defecto, por
los usos bancarios y mercantiles y, en su ausencia, por el Derecho Común;
declarándose aplicable en toda la República, para los fines de esa ley, el
Código Civil del Distrito Federal de 1932. Finalmente, la Ley de
Instituciones de Crédito dispone, en su artículo 6a, que las instituciones de
banca múltiple se rigen por esta Ley, por la Ley Orgánica del Banco de
México, por la legislación mercantil, por los usos y prácticas bancarios y
mercantiles y por el Código Civil para el Distrito Federal.
En defecto de disposición legal mercantil se aplica la ley común, tanto
Civil como de Procedimientos Civiles, en su caso.
A falta de Ley Mercantil o Civil y tal como lo dispone el artículo 19 del
Código Civil del Distrito Federal, se aplica la jurisprudencia.
En defecto de las anteriores fuentes se aplican los usos y costumbres
mercantiles, con apoyo en la interpretación a contrario sensu que se
desprende del artículo 10 del Código Civil del Distrito Federal.
Por último, a falta de todas las fuentes anteriores se aplica la doctrina,
según la expresión que adopta el artículo 19 citado, al hablar de principios
generales de derecho.
En resumen, podemos decir que la jerarquización de las fuentes del
Derecho Mercantil General es distinta de la que rige en el Derecho
Mercantil Especial.
A continuación se presenta la jerarquización de cada uno.
Jerarquización de las fuentes del Derecho Mercantil General
Ia Ley Mercantil (Código de Comercio). 2° Ley Civil. 3° Jurisprudencia
mercantil. 4a Costumbre mercantil. 59 Doctrina mercantil. Por excepción, la
costumbre mercantil se aplica preferentemente a la Ley Civil (en los casos
de los artículos 280, 304 y 333 del Código de Comercio).
Jerarquización de las fuentes del Derecho Mercantil Especial.
(Conforme
a las Leyes de Títulos y Operaciones de Crédito, de Instituciones de
Crédito y
de Sociedades Mercantiles).
Ia Ley Mercantil Especial. 2° Ley Mercantil General. 3a Usos bancarios y
mercantiles. 4a Ley Civil. 5a Jurisprudencia mercantil. 6a Doctrina mercantil.

FUENTES DEL DERECHO MERCANTIL

15. FUENTES EN PARTICULAR. I. A) LA LEY MERCANTIL


La Ley Mercantil, que de acuerdo con nuestra organización
constitucional es de carácter federal, y por lo tanto, de general aplicación
en toda la República, está constituida en primer lugar por el Código de
Comercio de 15 de septiembre de 1889, «derogado en sus artículos 8 a 11,
89 a 272 inclusive, 330, 331, 337, 339 a 357 inclusive, 365 a 370, 392 a 575
inclusive, 605 a 634 inclusive, 641 a 1037 inclusive, — 1134, 1247 y 1250,
1344, 1345 y 1464 a 1500); así como por las siguientes complementarias y
reformatorias de él, las cuales se listan a continuación en orden de
importancia:
• Ley General de Sociedades Mercantiles de 28 de julio de 1934.
Publicada en el Diario Oficial de 4 de agosto de 1934. Reformada por
Decreto de 3 de junio de 1992. Diario Oficial de 11 del mismo mes.
• Ley de Sociedades de Responsabilidad Limitada de Interés Público de
28 de agosto de 1934. Diario Oficial de 31 de agosto de 1934.
• Ley General de Sociedades Cooperativas de 29 de julio de 1994. Diario
Oficial de 3 de agosto siguiente.
• Ley Federal de Protección al Consumidor de 22 de diciembre de 1992.
Diario Oficial de 24 del mismo mes.
• Ley de las Cámaras de Comercio y de las de Industria de 2 de mayo de
1941. Diario Oficial de 26 de agosto de 1941.
• Ley de Fomento y Protección de la Propiedad Industrial de 26 de junio
de 1991. Diario Oficial del día siguiente. Actualmente se denomina Ley
de la Propiedad Industrial, por reformas en Decreto de 29 de julio de
1994. Diario Oficial de
I de agosto siguiente.
• Ley sobre el Control y Registro de la Transferencia de Tecnología y el
Uso y Explotación de Patentes y Marcas de 5 de enero de 1982. Diario
Oficial de
II de enero de 1982.
« Ley del Banco de México de 15 de diciembre de 1993. Diario Oficial de
23 del mismo mes y año. Esta Ley deroga la Ley General de
Instituciones de Crédito y Organizaciones Auxiliares publicada en el
Diario Oficial de 31 de mayo de 1941, en lo conducente a
organizaciones auxiliares de crédito.
Reformada por Decreto de 20 de diciembre de 1991. Diario Oficial de 71
del animo mes. Esta Ley regula los Almacenes Generales de Depósito, las
Arrendadoras Financieras, las Sociedades de Ahorro y Préstamo, las
Uniones de Crédito y las Empresas de Factoraje Financiero.

DERECHO MERCANTIL

Ley Monetaria de los Estados Unidos Mexicanos de 25 de julio de 1931.


Diario Oficial de 27 de julio de 1931, que ha sufrido numerosas reformas.
Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito de 26 de agosto de 1932.
Diario Oficial de 27 de agosto de 1932.
Ley de Instituciones de Crédito de 16 de julio de 1990. Diario Oficial de 18
de julio de 1990. Esta Ley abroga la Ley Reglamentaria del Servicio Público
de Banca y Crédito de 28 de diciembre de 1984.
Ley General de Organizaciones y Actividades Auxiliares de Crédito de 21
de diciembre de 1984. Diario Oficial de 14 de enero de 1985. Reformada
por Decreto de 28 de diciembre de 1989. Diario Oficial de 3 de enero de
1990.
Ley para Regular las Agrupaciones Financieras de 16 de julio de 1990.
Diario Oficial de 18 de julio de 1990. Esta Ley regula las Sociedades
Controladoras.
Ley del Mercado de Valores de 30 de diciembre de 1974. Diario Oficial de
2 de enero de 1975. Esta Ley regula las Bolsas de Valores y Casas de Bolsa.
Reformada por Decreto d^. 28 de diciembre de 1989. Diario Oficial de 4
de enero de 1990.
Ley de Sociedades de Inversión de 20 de diciembre de 1984. Diario Oficial
de 14 de enero de 1985. Ha sufrido diversas reformas que se enumeran en
el párrafo 98 Bis.
Ley de Inversión Extranjera de 23 de diciembre de 1993. Diario Oficial de
27 del mismo mes.
Ley de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores de 27 de abril de 1995.
Diario Oficial de 28 del mismo mes.
Ley sobre el Contrato de Seguro de 26 de agosto de 1935. Diario Oficial
de 31 de agosto de 1935.
Ley General de Instituciones y Sociedades Mutualistas de Seguros de 26
de agosto de 1935. Diario Oficial de 31 de agosto de 1935.
Ley Federal de Instituciones de Fianzas de 26 de diciembre de 1950. Diario
Oficial de 29 de diciembre de 1950.
Ley de Quiebras y de Suspensión de Pagos de 31 de diciembre de 1942.
Diario Oficial de 20 de abril de 1943.
Ley Federal de Correduría Pública de 23 de diciembre de 1992. Diario
Oficial de 29 del mismo mes.
Ley de Comercio Exterior de 19 de julio de 1993. Diario Oficial de 27 del
mismo mes.

5 ley Federal de Competencia Económica de 22 de diciembre de 1992.


Diario Oficial de 24 del mismo mes.
• Le;, de Navegación de 22 de diciembre de 1993. Diario Oficial de 4 de
enero de 1994.

16. B) REGLAMENTOS EN MATERIA MERCANTIL


Dentro del rubro Ley Mercantil también consideramos los Reglamentos
que son muy numerosos en materia mercantil. Entre ellos destacan,
por orden de importancia, se listan a continuación:
• Reglamento Interior del Banco de México publicado en el Diario Oficial
de 50 de septiembre de 1994.
• Reglamento de Cooperativas Escolares de 26 de febrero de 1962.
Diario Oficial je > de marzo de 1962.
• Reglamento de la Ley de la Propiedad Industrial de 18 de noviembre
de 1994. r Diario Oficial de 23 de noviembre del mismo año.
• Reglamento del Instituto Mexicano de la Propiedad Industrial de las
mismas fechas.
Reglamento de la Ley sobre el Control y Registro de la Transferencia de lía
y el Uso y Explotación de Patentes y Marcas de 8 de enero de 1990.
Oficial de 9 de enero de 1990.
! Reglamento sobre Promociones y Ofertas de 28 de abril de 1980. Diario
Oficie 9 de mayo siguiente.
Reglamento del artículo 127 de la Ley de Vías Generales de
Comunicación 19 de agosto de 1988. Diario Oficial de 2 de septiembre de
1988.
Reglamento de la ley de Comercio Exterior de 23 de diciembre de 1993.
Oficial de 30 del mismo mes.
Reglamento de la Ley Federal de Correduría Pública de 2 de junio de 1993.
Oficial de 4 del mismo mes.

17. LA LEY CIVIL


La Ley civil, como fuente de Derecho Mercantil está constituida por el
Código I Distrito Federal promulgado el 29 de agosto de 1932, que en
este punto es de aplicación federal. Según lo establece su artículo Ia; y
en materia de procedimiento el Código de Procedimientos Civiles para
el Distrito Federal de 29 de agosto de 1932. Cuando se trate del Distrito
Federal y los respectivos Códigos de Civiles de los Estados, cuando se
trate de éstos, de conformidad con el artículo 1051 del Código de
Comercio

DERECHO MERCANTIL

18. LA JURISPRUDENCIA MERCANTIL


La jurisprudencia no es otra cosa que la interpretación que de las leyes
mercantiles hacen los Tribunales Federales o en su caso los Tribunales
Comunes, y repetida en cinco casos. La Suprema Corte de Justicia de la
Nación, como integrante del Poder Judicial de la Federación, y que es el
tribunal más alto de la República, hace esta interpretación de las leyes
mercantiles, y su órgano de publicidad es el "Semanario Judicial de la
Federación", en donde puede consultarse la jurisprudencia por ella
establecida.

19. LA COSTUMBRE Y LOS USOS MERCANTILES


En la imposibilidad de dar una definición, podemos decir que los actos
repetidos constantemente a través del tiempo, en materias mercantiles o
de comercio, no regidas por una norma de derecho en la forma de ley
escrita, constituyen las costumbres y usos mercantiles. Esta fuente del
Derecho, de un gran valor en los tiempos en que se inició el Derecho
Mercantil como una rama destacada del Derecho, pierde terreno día a
adía, debido a la preocupación constante del Poder Público de vaciar en
leyes escritas su contenido o materia. En nuestro Derecho no existe
formada, como en Alemania, una colección de usos y costumbres
mercantiles.

20. DOCTRINA
La doctrina no es más que el conjunto de opiniones de los autores y
tratadistas del Derecho, quienes fundados en los principios lógicos que se
desprenden de todo el conjunto de la legislación positiva, constituyen los
principios generales del Derecho, como principal contenido de esa
doctrina. Es conveniente citar las siguientes obras escritas para nuestro
medio mexicano:
• El Sala Mexicano, del doctor Juan Sala, que originalmente se llama La
Ilustración al Derecho Real de España, editada en México, de los años
de 1845 a 1849, por don Mariano Galván Rivera.
• La Curia Filípica Mexicana, de autor desconocido, que es una
refundición de la famosa obra española de Juan de Hevia Bolaños,
Curia Filípica, y que editó en México don Mariano Galván Rivera, en el
año de 1850.
• El Novísimo Sala Mexicano, editado en México en 1870, con notas del
licenciado J. M. de Lacunza, corregido por los licenciados Manuel
Dublán y Luis Méndez.
• Derecho Mercantil Mexicano, de don Jacinto Pallares, del cual sólo
se publicó el Tomo I.

FUENTES DEL DERECHO MERCANTIL

Tratado de Derecho Mercantil Mexicano, de S. Moreno Cora, publicado en


México en el año de 1905.
Derecho Mercantil Mexicano, de Felipe de J. Tena, edición 1938.
Derecho Mercantil, de Tullio Ascarelli, traducción de Felipe de J. Tena y
notas sobre Derecho Mexicano del doctor Joaquín Rodríguez y Rodríguez,
edición de la Biblioteca Jurídica dirigida por Alberto Vázquez del
Mercado, del año de 1940.
Curso de Derecho Mercantil, de Joaquín Rodríguez y Rodríguez, editado
en México en el año de 1947.
Derecho Mercantil, de Roberto L. Mantilla Molina, editado en México, en
el año de 1946.
Tratado de Sociedades Mercantiles, de Joaquín Rodríguez y Rodríguez,
editado en México, en el año de 1947.1
Tratado de Derecho Mercantil, de Jorge Barrera Graf, Tomo I, editado en
México en 1957.
Derecho Mercantil, Raúl Cervantes Ahumada, Editorial Herrero, S.A.
México 1975.
En Derecho Mercantil podemos citar como principios generales de
derecho, los

"Ninguna prestación de índole comercial se presume gratuita".


"En materia mercantil el dinero se supone siempre fructífero".
"Ante la duda, se deben favorecer las soluciones que hagan más segura la
circulación".2

Para una síntesis bibliográfica sobre Derecho Mercantil Patrio,


consúltese el artículo del Lic. Jorge Barrera ¿ni vario en el número 152 de
la Revista Jus correspondiente a abril-junio 1957, pp. 268 a 276. Cesare
Vivante. Tratado de Derecho Mercantil, traducción de César Silio Belena,
Madrid, 1932, Tomo I,

CAPÍTULO IV
LOS ACTOS DE COMERCIO

21. NECESIDAD DE SU DETERMINACIÓN


Históricamente, la necesidad de determinar un concepto del acto de
comercia se originó cuando el auge de las transacciones y el intercambio
suscitó la dificulta de salvar el escollo que resultaba de tratar a personas
no comerciantes conforme i los estatutos o reglas del Derecho Mercantil
que era, entonces, el derecho propio de los comerciantes. Al principio,
todos los actos realizados por los comerciantes en actos de comercio
sujetos a una jurisdicción (competencia o facultad de la autorl dad, para
decidir sobre derechos controvertidos) o tribunal especial. Pero desde l|
Edad Media la doctrina se encontró con una categoría especial de actos
que caían dentro del ámbito de aplicación de las reglas del Derecho
Mercantil, con abstracción de la persona que los realizaba, ya fuese
comerciante o no, y entonces se originó ll necesidad de considerar una
categoría de actos con la virtud de atraer a la jurisdicción mercantil a
personas no comerciantes que los ejecutaban, es decir, que nació la
objetividad del acto mercantil (en oposición a la vieja idea: la subjetividad,
que consiste en tener en cuenta sólo el carácter de quien los realizaba,
para darles® atributo de actos mercantiles a los realizados por
comerciantes), y con ello, la base de la transformación actual del Derecho
Mercantil, no ya como un conjunto de normas o reglas de conducta
obligatoria aplicable sólo a una clase o categoría d personas, los
comerciantes, sino aplicable a una materia u objeto específico: el acto de
comercio.
'
22. NOCIÓN DE LOS ACTOS DE COMERCIO
Es aún una dificultad insuperable encontrar el atinado criterio
determinante, tanto de lo que debe entenderse por acto de comercio,
como de su clasificación, ya que la ley mexicana no da un criterio general
a este respecto, sino que, sin definir cuáles

Son los actos de comercio, hace de ellos una enumeración y eso no


limitativa, sino enunciativa dejando el campo abierto a la analogía, y
además, frecuentemente asocia actos disímbolos, o bien se contradice y
repite, en los diversos grupos de su enumeración
En la imposibilidad de formular una definición de los actos de comercio,
que comprendan todos, los elementos esenciales que les atribuye la Ley
Mercantil, adoptamos los siguientes actos de comercio son actos jurídicos
que producen efectos en el campo del Derecho Mercantil.
23. ENUMERACION LEGAL DE LOS ACTOS DE COMERCIO

El artículo 75 del Código de Comercio, que es el que enumera los actos


literalmente dice:
La Ley reputa actos de comercio:
1. Todas las adquisiciones, enajenaciones y alquileres verificados con
proposito de especulación comercial, de mantenimientos, artículos,
muebles o mercaderías, sea en estado natural, sea después de
trabajados o labrados.
II. Las compras y ventas de bienes inmuebles, cuando se hagan con dicho
propósito de especulación comercial.
III. Las compras y ventas de porciones, acciones y obligaciones de las
sociedades mercantiles.
IV. Los contratos relativos a obligaciones del Estado u otros títulos de
crédito corrientes en el comercio.
V. Las empresas de abastecimientos y suministros.
VI. Las empresas de construcciones y trabajos públicos y privados.
VII. Las empresas de fábricas y manufacturas.
VIII empresas de transporte de personas o cosas, por tierra o por agua; y
las empresas de turismo.
IX. Las librerías y las empresas editoriales y tipográficas.
X. Las empresas de comisiones, de agencias, de oficio de negocios
Comerciales y establecimientos de ventas en pública almoneda
XI. Las empresas de espectáculos públicos.
XII. Las operaciones de comisiones mercantiles.
XIII. Las operaciones de mediaciones en negocios mercantiles
XIV. Las operaciones de bancos.
XV. Todos los contratos relativos al comercio marítimo y a la navegación
interior y exterior.
XVI. Los contratos de seguros de toda especie siempre que sean hechos
por empresas.
XVII. depósitos por causa de comercio.

DERECHO MERCANTIL

XVIII. Los depósitos en los almacenes generales y todas las operaciones


hechas sobre los certificados de depósito y bonos de prenda librados
por los mismos.
XIX. Los cheques, letras de cambio o remesas de dinero de una plaza a
otra, entre toda clase de personas.
XX. Los vales u otros títulos a la orden o al portador, y las obligaciones
de los comerciantes, a no ser que se pruebe que se derivan de una
causa extraña al comercio.
XXI. Las obligaciones entre comerciantes y banqueros, si no son de
naturaleza esencialmente civil.
XXII. Los contratos y obligaciones de los empleados de los comerciantes
en lo que concierne al comercio del negociante que los tiene a su
servicio.
XXOI. La enajenación que el propietario o el cultivador hagan de los
productos de su finca o de su cultivo. j1
XXIV. Cualesquiera otros actos de naturaleza análoga a los expresados en
este Código".
En caso de duda, la naturaleza comercial del acto será fijada por
arbitrio judicial El artículo 2fi de la Ley Federal de Instituciones de Fianzas,
de 26 de diciembre de 1950, establece que las fianzas y los contratos que,
en relación con ellas, celebran las instituciones de fianzas, serán
mercantiles para todas las partes que intervengan con excepción de la
garantía hipotecaria; esto constituye una adición al artículo 75, El
encabezado del artículo 75, al emplear la expresión "la Ley reputa actos
de comercio" no establece una simple presunción que pudiera destruirse,
sino que quiere decir que la ley considera actos de comercio los que
enumera en sus diversas fracciones.

24. ANÁLISIS DE LOS ACTOS DE COMERCIO DE ACUERDO CON SU


ENUMERACIÓN LEGAL
Para cumplir esta tarea agruparemos los actos de comercio que tienen
manifiesta analogía sin sujetamos estrictamente al orden de su
enumeración legal, y sin atender tampoco a ninguna clasificación de ellos,
lo que haremos después.

25. FRACCIONES I A III Y XXII DEL ARTÍCULO 75


Fracción I. Todas las adquisiciones, enajenaciones y alquileres verificados
con propósito de especulación comercial, de mantenimientos, artículos,
muebles o mercaderías, sea en estado natural, sea después de trabajados
o labrados
Esta fracción sólo se refiere a los bienes muebles y todos los de esta
natural que la misma considera son propiamente lo que llamamos
mercancías, de suerte que es redundante la enumeración que en ella se
hace. "En efecto, por mantenimiento se entiende el conjunto de cosas
necesarias para subsistir y por artículos las rías o efectos".
Doctrinalmente esta fracción debe entenderse aplicable, según la opinión
de Tena a la cual nos adherimos, a toda operación hecha con
mercaderías con intención especulación comercial, como la
compra-venta, permuta, cesión, dación en pago, cada la amplitud de las
palabras, adquisiciones y enajenaciones, propósito de especulación
comercial no es otro que la intención de lucrar en la intermediación o
intercambio de esos efectos, y debe existir en el momento de la
adquisición en propiedad o en uso, dados los términos de la Ley. Por
tanto, aunque en muchos casos se obtenga un lucro o ganancia con una
adquisición posterior de mercancías o efectos, no son mercantiles los
actos, por realizado con intención de lucro, ya que éste se obtuvo en
forma e ocasional o contingente; esto último ocurre en el caso de los
artesanos ■ tienen propósito de lucro al adquirir los materiales que usan
en su trabajo y que venden después; así lo considera expresamente el
artículo 76 del Código dice que no son actos de comercio las reventas
hechas por obreros cuando consecuencia natural de la práctica de su
oficio.
Fracción II. Las compras y ventas de bienes inmuebles, cuando se hagan a
- dicho propósito de especulación comercial
La inclusión de esta fracción en nuestro artículo 75 resuelve en sentido
afirma- la vieja controversia doctrinal relativa a si los bienes inmuebles
pueden ser i especulación comercial; antiguamente se creía que los
inmuebles, por ¿ e la posibilidad de moverse, no podían circular,
contrariamente a la opinión corriente en la actualidad que los considera
como susceptibles de circulación, el sentido virtual o económico, que es al
que únicamente debemos atener- la intención del precepto de que nos
ocupamos. Se dice que un bien circula económicamente cuando cambia
de titular en virtud de actos de enajenación o de la propiedad.
Esta fracción que analizamos debe interpretarse restrictivamente en
cuanto a que mercantiles las operaciones de compra y de venta de
inmuebles con ¿e especulación, excluyéndose cualquier otro contrato que
tenga por objeto inmuebles, en atención a que es un caso excepcional y,
además, porque es manifiesta de la ley de atribuir comercialidad
únicamente a las compras y ventas ce la fracción II, a diferencia de la I, en
la que no sólo se consideran las compras y ventas de bienes muebles, sino
toda adquisición, o alquiler de ellos con propósito de lucro.

DERECHO MERCANTIL

Fracción III. Las compras y ventas de porciones, acciones y obligaciones


de las sociedades mercantiles
Las acciones o títulos de participación, son los documentos donde
consta aportación de capital que se hace a una sociedad, que sirven
además para aerolito y transmitir la calidad de socio. Las obligaciones, son
títulos de crédito que Emiten las sociedades anónimas y que representan
la participación individual de sus tenedores en un crédito colectivo
constituido a cargo de la sociedad emisora. Al tratar de los títulos de
crédito se dedica un capítulo al estudio de las llamadas obligación, En
cambio, las porciones son las cuotas de aportación a una sociedad
mercantil las clasificadas dentro de la categoría denominada de personas,
y por tanto, no mi consignan en un título de crédito, ni tienen realmente
nada que ver con éstos, puestos que representan una participación
individual o personal en esa sociedad, y consecuencia, es criticable que
esta fracción incluya los actos que tienen por objeto porciones, al lado de
actos referentes a títulos de crédito.

Fracción XXIII. La enajenación que el propietario o el cultivador hagan de


los productos de su finca o de su cultivo
Esta fracción afirma la franca orientación del Derecho Mercantil en el
sentido' de considerar dentro de su esfera a la industria agrícola y no sólo
a la fabril y a ln manufacturera.
26. FRACCIONAS IV, XVIII, XIX Y XX DEL ARTÍCULO 75
Es criticable que la ley haya dispersado en diversas fracciones actos de
naturaleza semejante y que agruparemos para su análisis.
Fracción IV. Los contratos relativos a obligaciones del Estado u otros
títulos de crédito corrientes en el comercio
Como ejemplos de obligaciones del Estado Mexicano señalamos los
Bonos del Gobierno Federal para el Pago de la Indemnización Bancaria
1982, que constituyen ' lo que se llama títulos de deuda pública, como lo
veremos al estudiar la parte relativa a títulos de crédito. Estos son los
documentos, que estando destinados a circular, son necesarios para
ejercitar el derecho literal y autónomo que en ellos se consigna. I
Fracción XVIII. Los depósitos en los Almacenes Generales y todas las ope-
raciones hechas sobre los certificados de depósito y bonos de prenda
librados por los mismos
Como puede observarse, esta fracción tiene dos partes: en la primera
se hace referencia a actos que son comerciales por intervenir los
Almacenes Generales que
: son empresas especialmente organizadas para la recepción y custodia de
mercancías; segunda, se trata de actos que son comerciales por recaer
sobre títulos de certificados de depósito y bonos de prenda que se
expiden a consecuencia: contratos de depósito en Almacenes Generales.
Es censurable que en la misma se engloben actos de naturaleza diversa.
Fracción XIX. Los cheques, letras de cambio o remesas de dinero de una
plaza a otra, entre toda clase de personas
También es criticable que en este rubro se hayan incluido las remesas de
dinero i de los cheques y letras de cambio que son títulos de crédito y que
estudiaremos k oportunidad.
Fracción XX. Los vales y otros títulos a la orden o al portador y las
obligaciones de los comerciantes, a no ser que se pruebe que se derivan ¿
de una causa extraña al comercio
Les vales eran considerados títulos de crédito que daban derecho a una
suma en la actualidad los vales han sido substituidos por los pagarés.
Esta generaliza y declara comerciales todos los títulos de crédito a la
orden o r. lo que hubiera bastado para evitar la enumeración de los
que se citan fracciones. La última parte de esta fracción establece la
presunción de obligación de un comerciante es mercantil, pero admite
la prueba en >: deriva de una causa extraña al comercio.

FRACCIONES V A XI Y XIV Y XVI DEL ARTÍCULO 75


Estos actos son, de modo general, realizados por empresas, ya en su ya en
su funcionamiento o explotación. Desde un punto de vista la empresa es
la organización que tiene como función coordinar los factores económico,
de la producción: la naturaleza, el capital y el trabajo; con miras lis
necesidades del consumo, es decir, para llenar una función de en la
circulación de las riquezas. En nuestra opinión, siguiendo el parecer de
Vivante, este concepto económico de empresa puede aceptarse en
sentido jurídico pero algunos autores, entre ellos Ascarelli y Rocco,
estiman que la empresa ce vista jurídico es la organización del trabajo
ajeno, opinión a la : Tena. Para demostrar lo erróneo de esta tesis basta
recordar el contenido de la fracción XV del citado artículo 75, que habla
de los contratos de toes especie cuando son realizados por empresas,
para demostrar que o coordinan de modo principal trabajo ajeno, sino
más bien y ajenos.

Fracción V. Empresas de abastecimientos y suministros


El abastecimiento no es más que la provisión, generalmente periódica,
de vive res, forrajes, municiones, material sanitario, servicios, aguas, etc., lo
que en último término también es el suministro, por lo que es redundante
la redacción de dicha fracción. Importa determinar su esencia, para
distinguirlo de la compraventa mercantil de cosas que no se entregan
desde luego, que es el contrato a que más se asemeja, y en este punto
encontramos que aunque el suministro comprende a veces la entrego de
artículos a tiempo determinado, su esencia no es esta entrega de efectos,
sino el servicio prestado por la empresa de hacer precisamente esta
entrega, de un modo seguro y cierto, y en las condiciones estipuladas, de
cosas y efectos que se tienen ya o que se van a adquirir posteriormente
por ella a fin de cumplir sus compromisos.
Fracción VI. Empresas de construcciones y trabajos públicos y privados
Son las que tienen por objeto la construcción de determinadas obras,
la demolición y transformación de inmuebles, la construcción de edificios,
carreteras, canales, puentes y acueductos, pavimentos, etc. Estas
empresas tienen el carácter de mercantiles aun cuando el organizador de
los factores económicos de la producción, no ministre los materiales
propios para la obra, pues bastará el lucro que obtiene con su
interposición, mediante el uso de su maquinaria y útiles, para darle
aspecto mercantil a su actividad.
Fracción VII. Empresas de fábricas y manufacturas.
Éstas tienen por objeto una labor de transformación de materias
primas, ya en estado natural o trabajadas, para ponerlas en condición de
ser aprovechadas en el consumo y en esto consiste la labor de
interposición del empresario, que no realizan, por ejemplo, el obrero que
vende su trabajo, ni el artesano que compra artículos para enajenarlos
después de la ejecución del trabajo que los transforma.
Fracción VIII. Empresas de transportes de personas o cosas por tierra o,
Por agua y las empresas de turismo.

Son las primeras aquéllas que se organizan con el fin de transportar


personas o mercaderías de un lugar a otro, ya sea por tierra, mar o aire y
por cualquier procedimiento de locomoción. En nuestro Derecho el
contrato de transporte puede ser mercantil aunque no se practique por
empresas, según lo establece el artículo 576 del Código de Comercio, al
considerarlo mercantil cuando tiene por objeto el transporte de
mercaderías u objetos de comercio, o cuando se realiza por un porteador
(quien realiza el transporte) comerciante, o por persona dedicada a hacer
transportes pura el público.
La empresas de turismo de reciente inclusión en la fracción que se estudia,
son las que tienen por objeto la prestación de servicios a las personas que
con propósitos recreo incursionan de un lugar a otro del mismo o
diversos países.

Fracción IX. Las librerías y las empresas editoriales y tipográficas.


Serón la opinión de Tena1, el enunciado: "las librerías" debe entenderse
como de librería; pues según él, debido a un error a causa de la ligereza
con que s del Código tradujeron del Código Italiano, del cual se tomó esta
fracción, relativa que se refiere a empresas de librerías, se omitió el
vocablo empre- otro modo se repetiría bajo el rubro "Las librerías" el acto
de comprar y libros con propósito de lucro, que quedaría incluido en la
fracción I del 75.
Estas empresas de librería tienen por objeto la divulgación y suscripción
de i publicaciones periódicas, así como ser comisionistas de casas editoras
o de obras para su venta al público y para ser devueltas a su propietario,
al cabo de un cierto tiempo, cuando no se realiza esa venta, empresas
editoriales tienen por objeto publicar y difundir producciones adquirir los
derechos exclusivos del autor, mediante un contrato 11a- edición", que es
un contrato sui géneris o especial, que no es, ni una venta ni un
arrendamiento del derecho exclusivo a publicar dichas obras. Por ese
contrato de edición el autor de una obra científica o literaria o artística, se
obliga con su editor y éste se compromete a publicarla y er.tre el público
por medio de la escritura, dibujo, imprenta, pintura, grabado, litografía.
La tipográfica se limita a una labor de impresión de las obras del espíritu.
Fracción X. Las empresas de comisiones, de agencias, de oficinas de
comerciales y establecimientos de ventas en pública almoneda
Fracción se incluyó a las empresas de comisiones en lugar de haberse i 1a
fracción XII, que después estudiaremos. Por agencias u oficinas de que
son una misma cosa, debe entenderse las organizaciones que se dedican
a una labor de coordinación entre los factores de la producción: capital y
trabajo, acercando a quien ofrece con quien pide e interponiéndose en
esa forma, de los negocios. El carácter mercantil de esta actividad sólo se
justifica legalmente pero no doctrinalmente, pues en teoría, puede ser
tanto un acto civil como mercantil.

DERECHO MERCANTIL
Los establecimientos de ventas en pública almoneda no vienen a ser,
en último término, más que agencias de negocios, que operan en esta
actividad especial, pero la ley mexicana, sin ninguna razón, las considera
en un rubro aparte de las agencias de negocios.

Fracción XI. Las empresas de espectáculos públicos


Son las que tienen por objeto divertir al público con representaciones
teatrales, corridas de toros, cines, circos, casinos, conciertos, recitales, etc.,
a cambio de una remuneración y organizan así el trabajo ajeno y a veces
también el capital ajeno.

Fracción XIV. Las operaciones de bancos


Estas operaciones comprenden los actos de especulación mercantil
hechos con el dinero "mercancía tipo" o con títulos que lo representan a
diferencia de la que se hace con mercaderías o efectos destinados
directamente para satisfacer necesidades del individuo. Son las que
realizan las instituciones llamadas de crédito, que se rigen conforme a la
ley de la materia. Las operaciones de esta clase descansan todas, en el
crédito; por ejemplo: el descuento, la apertura de crédito, el préstamo, el
reporto, las emisiones de bonos, la recepción de depósitos, etc.;
operaciones que estudiaremos en detalle en la parte relativa.

Fracción XVI. Los contratos de seguros de toda especie, siempre que


sean hechos por empresas
Conforme a la Ley sobre el Contrato de Seguro, éste es un convenio
por el cual una empresa aseguradora se obliga, mediante el pago de una
prima, a resarcir un daño o a pagar una suma de dinero al realizarse la
eventualidad prevista en el contrato. Quien hace el seguro se llama
asegurador; asegurado, una persona física o moral que se obliga a pagar
la prima, y beneficiario, que puede ser el mismo asegurado, es una
persona designada en algunos contratos para recibir el importe del
seguro (Art. ls). Conforme a la Ley General de Instituciones y Sociedades
Mutualistas de Seguros los aseguradores sólo pueden ser empresas
organizadas como sociedades anónimas o mutualistas y funcionan previa
autorización del Gobierno Federal (Art. Ia).
Los contratos de fianza onerosa siempre que sean hechos por
Instituciones de fianzas o por Instituciones de Crédito. La Ley Federal de
Instituciones de Fianzas, del 26 de diciembre de 1950, en sus artículos 3a,
5a y 15°, estableció que se requiere autorización del Gobierno Federal para
dedicarse a la práctica habitual de operaciones
de fianzas a título oneroso en cualquier ramo y que esta autorización
otorgara\, discrecionalmente por la Secretaría de Hacienda a las
empresas constituidas en forma de sociedad anónima de capital fijo que
se ajusten a la legislación mercantil
x. no previsto por esa Ley. Las fianzas o garantías otorgadas por aquellas
s, son actos de comercio según lo establece el artículo 2- de la Ley de
Instituciones de Fianzas.

FRACCIONES XII Y XIII DEL ARTÍCULO 75


Fracción XII. Las operaciones de comisión mercantil.
Como lo veremos en su oportunidad, la comisión tiene en nuestro
Derecho un peculiar diverso del que tiene en lo general en otros países,
de ser el contrato que para comprar y vender hacen personas (los
comisionistas) que obran en nombre pero por cuenta de otra persona, el
comitente; pues conforme a nuestra Ley por comisión se entiende el
mandato aplicado a los actos de comercio, lo decir que el comisionista
actúa, no en nombre propio y por cuenta propia, nombre ajeno y por
cuenta ajena (aunque puede obrar en su propio nombre), contrato de
comisión, tal y como se concibe legal y doctrinalmente es descomo
institución de Derecho Civil, por lo que la expresión comisión es
redundante.

Fricción XIII. Las operaciones de mediación en negocios mercantiles.


Operaciones de mediación son las que se hacen por los corredores, que
es se interponen entre las partes acercándolas para llevar a cabo es de
comercio, a cambio de un corretaje, que es la retribución del servicio
contrato de obras). Por la naturaleza de su intervención, que sólo es de
ato. No realizan ningún contrato, sino que ayudan a realizarlo, pero las L
solicitar el servicio de mediación sí realizan un contrato de naturaleza ate
accesoria del contrato principal mercantil en sí, aunque el corredor sólo
realiza un acto civil.

FRACCION XV DEL ARTÍCULO 75


Fracción se refiere a "todos los contratos relativos al comercio marítimo Y
a la navegación interior y exterior". Entre éstos se comprenden numerosos
actos muy diversos de la propiamente mercantil, por su objeto, pero
atendiendo el origen histórico del tráfico marítimo, que fue de naturaleza
mercantil por ser una actividad propia de comerciantes, se consideran
mercantiles.

FRACCIONES XVII, XXI Y XXII DEL ARTÍCULO 75

FRACCION. XVII. Los depósitos por causa de comercio.


Los actos de que se ocupa esta fracción deben su naturaleza mercantil a la
razón i considerar mercantiles los actos ejecutados por comerciantes y
que la

DERECHO MERCANTIL
doctrina francesa explica por la teoría de lo accesorio, que extiende y
atribuye naturaleza mercantil a todas las operaciones que realizan los
comerciantes en cuanto tiendan a secundar y facilitar su comercio. Esta
teoría de lo accesorio tiene su fundamento en la presunción (que admite
prueba en contrario), de que el comerciante ha de consagrar al comercio
la mayor parte de su actividad, y por tanto, la mayor parte de los actos
que ejecuta constituyen directamente su comercio, o se refieren a él. En
efecto, como lo veremos en el párrafo 34 al hablar de las personas
mercantiles, éstas son los sujetos de las relaciones jurídicas mercantiles, de
que se ocupa el Derecho Mercantil. Estas relaciones jurídicas deben su
carácter mercantil, ya sea a que su objeto es una cosa mercantil por su
naturaleza (actos de comercio objetivos) y quienes intervienen en la
relación son entonces sujetos mercantiles ocasionales, o bien, lo deben a
que los sujetos que en dicha relación intervienen (actos de comercio
subjetivos), son comerciantes, esto es, sujetos mercantiles propiamente
tales, aunque el objeto de aquélla no sea mercantil, pero siempre quino
sea de naturaleza esencialmente civil, como el matrimonio, el
reconocimiento de hijo, el testamento, etc. Por ejemplo: Juan,
comerciante, compra para revender mercancía en abundancia que no
cabe en sus almacenes y se ve precisado a depositar la sobrante, en los
locales de Pedro. Juan realiza un acto de comercio, Pedro un acto civil.
Ahora bien, si Pedro es comerciante, esto basta para que ese depósito sea
también mercantil por lo que a él se refiere.

Fracción XXI. Las obligaciones entre comerciantes y banqueros si no son


de naturaleza esencialmente civil
Por igual razón que la consignada en el párrafo anterior, a estos actos
se atribuyen naturaleza mercantil.

Fracción XXII. Los contratos y obligaciones de los empleados de los co-


merciantes en lo que concierne al comercio del negociante que los tiene a
su servicio
De estos actos que enumera en globo la fracción que estudiamos,
deben hacerse dos grupos: el primero constituido por los actos
relacionados con los terceros que contratan con el empleado en lo que
concierne al comercio del negociante. El segundo, constituido por los que
sólo tienen relación entre el empleado y el comerciante dueño de la
negociación para la que aquél trabaja.
Los actos del primer grupo corresponden necesariamente a la materia
mercantil, pero no se puede decir lo mismo de los que forman el segundo
grupo. En efecto, la nueva orientación del Derecho ha hecho que tome
cuerpo con substancia propia, una nueva disciplina jurídica: la que rige las
relaciones del trabajo: el llamado Derecho del Trabajo que atrae a su
jurisdicción y materia esta parte de los actos

ACTOS DE COMERCIO

Comprendidos en la fracción que estudiamos, redactada cuando este


movimiento evolutivo no se definía, y que por eso no podemos ni
doctrinal, ni legalmente, considerarlos como propiamente mercantiles a
pesar de esta disposición legal, pues a ella están las disposiciones
posteriores y terminantes del artículo 123 constitucional y las de la Ley
Federal del Trabajo, que disciplinan esos actos, que i sometidos, en su
decisión, a tribunales de una categoría especial: los tribunales locales y
federales del trabajo.

-FRACCION XXIV DEL ARTÍCULO 75


Esta fracción se refiere a cualesquiera actos de naturaleza análoga a los
expresados en este Código; lo que indica claramente que la enumeración
que hace el citado 'o 75 es enunciativa y no limitativa.
CLASIFICACIÓN DOCTRINAL DE LOS ACTOS DE COMERCIO

Una vieja clasificación de los actos de comercio los distingue en objetivos


y »os. Los primeros son aquéllos que son mercantiles porque es mercantil
su o materia; los segundos son aquéllos que sólo son mercantiles porque
los personas que tienen calidad de comerciantes, a menos de que el acto
sea de naturaleza esencialmente civil, como el matrimonio, el testamento,
el reconocimiento de hijo, etc.
bolaffio inició una clasificación combatida por Mortara2 y Arcangeli3 de
actos lo considerados en relación de dependencia con los actos de
comercio objetivo o subjetivos, es decir, como accesorios de éstos y que
adquieren su carácter de lo accesorio, al considerar que siguen la suerte
de lo principal, como lo, el alquiler que un comerciante lleva a cabo del
local en que va a instalar liento de comercio, que es mercantil, por ser
accesorio de la explotación la fianza, la prenda, la cesión de créditos
mercantiles, etc. adopta una clasificación que considera dos grupos: uno
de actos absolutamente mercantiles y otro de actos mercantiles relativos.
Entre éstos comprende:
a)Actos que corresponden a la noción económica del comercio.
b) A los que dimanan de empresas.
c)Actos practicados por un comerciante en relación con el ejercicio de su
comercio.
d)Actos accesorios o conexos a otros actos mercantiles.

Mexicano", México, 1938, Tomo I, Págs. 70 a 73.

El criterio determinante de los actos de comercio absolutos u objetivos


es que tienen la virtud de atraer a la jurisdicción mercantil a todo aquél
que los lleva a cabo, haciendo punto omiso de su carácter de comerciante
o de civil, o lo que es lo mismo, que son mercantiles bilateralmente. Los
actos mercantiles relativamente son todos aquellos que no tienen esta
virtud atractiva.
33. NUESTRA CLASIFICACIÓN DE l-OS ACTOS DE COMERCIO
Nosotros adoptamos una clasificación tripartita que comprende:
a) Actos mercantiles que corresponden al concepto económico de
Comercio, incluyendo los realizados por empresas.
b)Actos mercantiles por referirse a cosas mercantiles por su naturaleza.
c) Actos de comercio relacionados con la actividad mercantil.
Así pues, consideramos:
Actos mercantiles que corresponden al concepto económico de
Comercio
Todas las adquisiciones, enajenaciones y alquileres verificados con
propósito de especulación comercial, de mantenimientos, artículos,
muebles o mercaderías, sea en estado natural, sea después de trabajados
o labrados; las compras y ventas de bienes inmuebles, cuando se hagan
con dicho propósito de especulación comercial; las compras y ventas de
acciones y obligaciones de las sociedades mercantiles; la enajenación que
el propietario o el cultivador hagan de los productos de su finca o de su
cultivo; las empresas de abastecimientos y suministros; las empresas de
construcciones y trabajos públicos y privados; las empresas de fábricas y
manufacturas; las empresas de transportes de personas o cosas, por tierra
o por agua, y las empres de turismo; las empresas de librerías, y las
empresas editoriales y tipográficas; las empresas de comisiones, de
agencias, de oficinas de negocios comerciales y establecimientos de
ventas en pública almoneda; las empresas de espectáculos público?, las
operaciones de bancos; los contratos de seguros de toda especie, siempre
que se han hechos por empresas; los contratos de fianza onerosa,
siempre que sean hecho-; por instituciones de fianzas o instituciones de
crédito, y los depósitos en los Almacén Generales.
Actos mercantiles por referirse a cosas mercantiles por su naturaleza
Las compras y ventas de porciones de las sociedades mercantiles; los
contratos relativos a obligaciones del Estado u otros títulos de crédito
corrientes en el comercio, todas las operaciones hechas sobre los
certificados de depósito y bonos de prenda librados por almacenes;
cheques, letras de cambio o remesas de dinero

LOS ACTOSDE COMERCIO

de una plaza a otra, entre toda clase de personas; los vales u otros
títulos a la orden o al portador, y todos los contratos relativos al comercio
marítimo y a la navegación y exterior.
Actos de comercio relacionados con la actividad mercantil
Las operaciones de comisión mercantil (consideradas individualmente); las
operaciones de mediación en negocios mercantiles; las obligaciones de
los comerciantes, >sr que se pruebe que se derivan de una causa extraña
al comercio; las obligaciones entre comerciantes y banqueros, si no son
de naturaleza esencialmente civil y los contratos y obligaciones de los
empleados de los comerciantes en lo que concierne comercio del
negociante que los tiene a su servicio.
CAPITULO V
LOS COMERCIANTES, PERSONAS FISICAS

Los sujetos de la relación mercantil. — 34 Los comerciantes personas


físicas. —35 Condiciones exigidas por la ley para ejercer el comercio. —36
Capacidad. —37 Ejercicio. —38 Profesión. — 39 Personas a quienes se
prohíbe ejercer el comercio -40.

34. LOS SUJETOS DE LA RELACIÓN MERCANTIL. —En la integración de cualquier


relación jurídica intervienen los tres siguientes elementos: los sujetos de la
relación; el objeto, materia de la relación (que puede ser una cosa o un

DERERCHO MERCANTIL
Hecho) y la obligación o sea el vínculo jurídico que se entre los sujetos y
que no es sino la relación misma. Este vínculo se manifiesta por un
derecho subjetivo, que pertenece a uno de los sujetos (sujeto activo) y por
un deber jurídico, que corresponde al otro (sujeto pasivo).
En esta parte del curso nos ocuparemos de los sujetos de las relaciones
juridico-mcrcantiles; es decir, de las personas que intervienen en dichas
Relaciones conforme a nuestra ley no sólo los comerciantes, es decir, las
personas o jurídicas que practican habitual o profesionalmente actos de
comercio son sujetos de derecho mercantil, sino también quienes
practican actos aislados de comercio. Por ejemplo, cae bajo el dominio de
la Ley mercantil de una persona, que, sin ser comerciante, suscribe una
letra de o un pagaré para cumplir una obligación civil, virtud de lo anterior
son sujetos de nuestra legislación comercial quienes ejercen
profesionalmente el comercio sino quienes en momento ejecutan actos
aislados de naturaleza mercantil. A fin de facilitar el estudio de las
personas en derecho mercantil, las agruparemos en dos categorías, según
lo dispone la ley; los comerciantes, físicas; es decir, los individuos
propiamente dichos y los comerciantes personas jurídicas, o sean las
sociedades mercantiles.

35. Los COMERCIANTES PERSONAS FÍSICAS. —Originalmente se concedía la.


Categoría de comerciantes a toda persona que realizaba actos

CONDICIONES PARA EL EJERCICIO DEL COMERCIO

de compraventa; en consecuencia, quien se dedicaba a comprar y vender


era reputado como tal. En la actualidad y de acuerdo con nuestra ley, sólo
las personas físicas que ejecutan actos de comercio en virtud de su
profesión, adquieren la calidad jurídica de comerciantes. Ya no es nece-
sario que dichos actos sean compraventas, como se desprende del
examen del artículo 75 del Código de Comercio, que además de la
compraventa menciona otras muchas actividades ajenas a dicho contrato.
En consecuencia, quienes realizan profesionalmente cualquiera de los
actos contenidos en el artículo 75 deben reputarse comerciantes.
Lo anterior significa que el campo de la actividad mercantil se ha
ampliado considerablemente, acrecentándose con una serie de
actividades, ajenas al primitivo contrato de compraventa.

36. CONDICIONES EXIGIDAS POR LA LEY PARA EJERCER EL COMERCIO. —El artículo
3O de nuestro Código de Comercio establece que: "se reputan en derecho
comerciantes":
I. Las personas que teniendo capacidad legal para ejercer el comercio,
hacen de él su ocupación ordinaria;
II. Las sociedades constituidas con arreglo a las leyes mercantiles;
III. Las sociedades extranjeras o las agencias y sucursales de estas,
que dentro del territorio nacional ejerzan actos de comercio.
La fracción I del artículo anterior se refiere a las personas físicas,
declarándolas comerciantes cuando reúnen las condiciones que a conti-
nuación señalamos: a) Capacidad legal para el ejercicio del comercio; b)
Ejercicio efectivo de los actos que constituyen esta actividad, y c)
Ocupación ordinaria, que tenga esos actos por objeto. Nos ocuparemos
en primer término del estudio de la capacidad.
37. CAPACIDAD. —Conviene tener presente algunas nociones sobre este
tema. En primer lugar recordemos que la capacidad es de dos especies:
jurídica y de actuar. La primera es la aptitud que tiene el individuo para ser
sujeto de derechos; corresponde a todo hombre por el hecho de serlo sin
tomar en cuenta su sexo, edad o nacionalidad. La segunda, o sea la
capacidad de actuar, es la aptitud del individuo para realizar actos
jurídicos, ejercer derechos y contraer obligaciones. A ella habremos de
referirnos en esta parte del curso.
Nuestro Código de Comercio dispone que: "toda persona que según
las leyes comunes es hábil para contratar y obligarse, y a quienes las mis-
mas leyes no prohíben expresamente la profesión del comercio, tiene ca-
pacidad legal para ejercerlo". En otras palabras, la persona a quien el
derecho común no prohíbe el ejercicio de la profesión de comerciante

CONDICIONES PARA EL EJERCICIO DEL COMERCIO


Está capacitada legalmente (tiene capacidad de actuar) para ejercerla. En
consecuencia, debemos investigar, en primer lugar, quiénes son hábiles
para contratar y obligarse. Al respecto el Código Civil establece que lo son
"todas las personas no exceptuadas por la ley", y ésta exceptúa
únicamente, declarándolos incapaces a: los menores de edad; los mayores
de edad, privados de inteligencia por locura, idiotismo o imbecilidad, aun
cuando tengan intervalos lúcidos; los sordomudos que no saben leer ni
escribir; los ebrios consuetudinarios, y a los que habitualmente hacen uso
inmoderado de drogas enervantes.
Por otra parte, el propio Código de Comercio, establece prohibiciones
para el ejercicio de la actividad mercantil como las relativas a los
corredores, los quebrados no rehabilitados y los condenados en una sen-
tencia por delitos contra la propiedad, peculado, cohecho, falsedad y
concusión. Asimismo, nuestras leyes migratorias prohíben el comercio a
determinados individuos en razón de su nacionalidad.
Como consecuencia de lo dicho encontramos que el ejercicio del co-
mercio, tiene, entre nosotros, una doble limitación, relativa a la capacidad
de actuar, y a que se refiere nuestra ley civil y a las prohibiciones que es-
tablecen, tanto la ley mercantil como las leyes migratorias a que aludimos
en el párrafo anterior.
La capacidad legal para el ejercicio del comercio, la dividiremos para su
estudio en los siguientes aspectos: edad, sexo y nacionalidad (arts. 6' al 15
del C. de Comercio).
Edad. Según el derecho común (Código Civil) son menores de edad las
personas que no han cumplido los veintiún años. Quienes se haya en esta
situación jurídica carecen de la capacidad de actuar, no pueden disponer
libremente ni de su persona ni de sus bienes y, en consecuencia, son
inhábiles para el ejercicio del comercio. Sin embargo, no en todas las
etapas de su vida el menor está absolutamente incapacitado, puesto que
la ley mediante el llamado estado de emancipación, le concede una
capacidad de actuar restringida. Esto significa que el menor es libre para
realizar determinados actos jurídicos; pero sigue sufriendo limitaciones a
su capacidad en lo relativo a la enajenación, gravamen o hipoteca de sus
bienes pues necesita para la realización de cualquiera de estos actos del
consentimiento de sus ascendientes. Asimismo, necesita permiso para
contraer matrimonio y de un tutor para comparecer en juicio.
En las condiciones antes dichas y no obstantes que la emancipación
civil implica una liberalidad para los menores que se dedican al comercio,
éstos no podrían ejercerlo plenamente en virtud de su incapacidad para
enajenar sus bienes. Por esta razón el artículo 6* del Código de Comercio
establece que: "Pueden ejercer el comercio los menores de veintiún años
y mayores de dieciocho, previa la emancipación, la habilitación de edad o
autorización de aquellos bajo cuya patria potestad o guarda estén,
obtenidas conforme a la ley, y sin que el menor, comerciante, en ningún
caso pueda gozar de los beneficios inherentes a la menor edad", el
artículo 7* agrega que: "Los menores que con arreglo al artículo anterior
sean comerciantes, se considerarán, no obstante las disposiciones del
derecho común, como mayores de edad".
Lo anterior significa que los menores emancipados pueden ejercer el
comercio; pero no gozar de los beneficios inherentes a la menor edad y,
por otra parte, que la ley mercantil los considera como mayores, sin que
para ello interesen las disposiciones del derecho común. En esta forma el
código de comercio crea una amplia liberalidad en beneficio de los me-
nores pues previa su emancipación civil, o autorización de quienes ejercen
guarda o patria potestad sobre ellos, pueden dedicarse al comercio; pero
al mismo tiempo la ley les niega los beneficios inherentes a su minoría de
edad y esto es natural, puesto que si se les concede amplia libertad de
actuar en materia mercantil, justo es que respondan de sus actos como si
fuesen mayores.
El artículo 6' del Código de comercio que hemos transcrito habla de
emancipación, habilitación y autorización. Por lo que se refiere a la se-
gunda, ha sido suprimida por nuestro derecho común; en consecuencia,
dos son los medios que se conceden a los menores para que se dediquen
sin mayores limitaciones al ejercicio del comercio: la emancipación y la
autorización. En cuanto esta última, se concede por los que ejercen la
guarda o la patria potestad del menor, para el ejercicio de uno o varios
actos de comercio. Por ejemplo, cuando un padre autoriza a su hijo para
ejecutar una compraventa en relación con el negocio del que aquél es
propietario.
Todo acto de emancipación es auténtico y debe registrarse (art. 21,
fracción 8", del C. de Comercio). Por lo que se refiere a la autorización los
mercantilistas consideran que debe constar en forma auténtica para
poder ser registrada y para que los terceros con quienes contrae el menor
puedan estar ciertos de su capacidad.
. El articulo 6º del Código Civil, para el Distrito y Territorios Federales,
que en lo relativo a la capacidad de las personas es de aplicación federal
dispone: "la capacidad jurídica es igual para el hombre y la mujer" (artículo
2? del C. Civil). Establece asimismo, que: "Estarán a cargo de la mujer la
dirección y cuidado de los trabajos del hogar" (art. 168 del Código Civil) y
que: "La mujer podrá desempeñar un empleo, ejercer una profesión
industrial o comercio, cuando ello no perjudique a la misión que le
impone el artículo anterior" (art. 169 del C. Civil). Finalmente

PARA EL EJERCICIO DEL COMERCIO

Ia ley dice que: "El marido podrá oponerse a que la mujer se a las
actividades a que se refiere el artículo anterior, siempre que a :>das !as
necesidades del hogar y funde la oposición en causas grave y justificadas”
(art. 170 del C. Civil). "Si la mujer insiste en ejercer el comercio no obstante
la oposición de su marido, el juez respectivo lo procedente" (art. 171 del C.
Civil).
Como se desprende del contenido de los artículos transcritos la mujer
casada tiene, de acuerdo con el derecho común, plena capacidad para el
del comercio, y siendo mayor de dieciocho años no necesita del ato de su
marido para dedicarse a dicha actividad. En con- los artículos 8', 99, 10 y 11
del código de comercio, que exige las autorización del marido para que la
mujer casada y mayor de dieciocho años pueda dedicarse al comercio,
han perdido su validez jurídica. Esto a que la legislación civil en vigor,
merced a las innovaciones que Madejo en materia de capacidad, devolvió
a la mujer el pleno goce de sus derechos civiles, dejando sin efecto las
disposiciones de la legislación mercantil, que en este aspecto es
anacrónica y fuera de la realidad.
No obstante los derechos de que goza la mujer en materia comercial, es
están condicionados al cumplimiento de sus obligaciones en la dirección y
cuidado del hogar. Por eso la ley faculta al marido para oponerse a que su
mujer se dedique al ejercicio de actividades mercantiles si con ello lesiona
la misión fundamental a que debe consagrarse. Resumiendo lo dicho
hasta aquí, podemos afirmar que, dentro de nuestro sistema legal, la
mujer casada mayor de dieciocho años, no necesita del consentimiento
de su marido para ejercer el comercio. En cuanto a las mujeres solteras
menores de la edad señalada quedan sujetas al régimen de minoría de
edad, ya estudiado. í: la mujer es menor de edad; pero mayor de
dieciocho años y viuda, se le considera para el ejercicio del comercio
como habiendo llegado a su mayor edad.

Nacionalidad. La última cuestión que nos resta examinar con relacen a la


capacidad se refiere a* la nacionalidad.
El Código de Comercio establece que: "Los extranjeros serán libres
para ejercer el comercio, según lo que se hubiere convenido en los tra-
tados? con sus respectivas naciones y lo que dispusieren las leyes que
arreglen los derechos y obligaciones de los extranjeros" (art. 13 del C. de
Comercio . Los extranjeros comerciantes, agrega el código "en todos los
actos de comercio en que intervengan, se sujetarán al propio código y
demás leyes del país" (art. 14 del C. de Comercio).
Consecuencia de lo anterior es que los extranjeros gozan en México d-e
libertad para dedicarse a actividades mercantiles, salvo la restric-

CONDICIONES PARA EL. EJERCICIO DEL COMERCIO

ción que establece el propio código y la Ley General de Población, que en


su artículo 87 ordena en la parte relativa: "Queda terminantemente
prohibido a los inmigrantes ejercer el comercio con excepción del de
mera exportación".
38. EJERCICIO. —La segunda de las cualidades que exige el artículo 3º
del código de comercio para reputar comerciantes a una persona física es
el ejercicio efectivo de los actos de comercio. Por ejercicio efectivo
entendemos la práctica habitual, la realización continua de los actos que
nuestra ley mercantil reputa comerciales, entendiendo por tales los enu-
merados en el artículo 75 del código de comercio.
No obstante lo dicho, debemos aclarar que el ejercicio reiterado de
actos de naturaleza mercantil no confiere necesariamente la calidad de
comerciante, pues se requiere, además, para obtener dicha calidad, que el
ejercicio de los actos mencionados se realice por cuenta propia.
Quien actúa como auxiliar del comerciante, ya representándolo, ya
auxiliándolo no adquiere, evidentemente, la calidad mercantil. Tal ocurre
con el corredor, con los comisionistas o con los factores que, no obstante
realizar en forma habitual actos de comercio, no se consideran comer-
ciantes pues no actúan por cuenta propia.
A lo anterior debemos agregar que no es suficiente para conferir la
calidad de comerciante el ejercicio más o menos regular de actos de co-
mercio por cuenta propia, sino que es necesario además, que ese ejercicio
sea profesional, o dicho en otros términos, que la ejecución de los actos
mercantiles confiera a su autor determinado estado o condición social,
necesarios a quienes se consagran de una manera permanente y
metódica al ejercicio de una actividad de naturaleza social. "El estado de
comerciante es una condición de vida, que el derecho transforma en un
estado jurídico.' (Rocco.)
Sólo el ejercicio profesional del comercio, o dicho en otras palabras,
efectivo de actos mercantiles confiere la calidad de comerciante. Así se
explica que no sean comerciantes personas que realizan regularmente
actos de comercio; pero que, sin embargo, no hacen de la realización de
tales actos un ejercicio profesional. Por ejemplo: José Miguel libra cheques
en forma periódica para pagar las mensualidades de su escuela; pero no
lo hace de una manera profesional, no es comerciante. Lo mismo ocurre
con quien hace depósitos regulares en un Banco para incrementar ■ su
cuenta de ahorros.
39. PROFESIÓN. —La tercera condición que exige la ley para reputar
comerciante a una persona es que ésta haga del comercio su ocupación

CONDICIONES PARA EL EJERCICIO DEI. COMERCIO

Ordinaria; es decir, permanente, habitual, constante. No es necesario que


la ocupación sea única ni siquiera principal, basta con que sea ordinaria.
Bien puede una persona dedicarse al ejercicio profesional del comercio sin
perjuicio de cualquier otra actividad. Por ejemplo: el empleado bancario
que por la mañana presta sus servicios en una institución de crédito y por
la tarde ejecuta actos de comercio por cuenta propia en un esta-
blecimiento de su propiedad; o el Abogado que, sin perjuicio de su pro-
fesión, establece un expendio de tabacos. Ambos son comerciantes,
aunque su actividad mercantil no sea la principal.
Resumiendo lo dicho hasta aquí, podemos afirmar que, la ley exige tres
condiciones para reputar a un individuo comerciante: capacidad, ejercicio
del comercio por cuenta propia, y ocupación ordinaria, que tenga esa
actividad por objeto.
En relación con la capacidad ya hemos señalado sus modalidades,
según se trate de menores, mujeres o extranjeros.
Por lo que se refiere al ejercicio del comercio explicamos que éste debe
constituir una actividad efectiva (por cuenta propia) de la persona y que
sólo bajo esta condición puede reputarse aquélla como comerciante.
En cuanto a la condición que exige del individuo para considerarlo
como comerciante, que éste haga del comercio su ocupación ordinaria,
señalamos que debe interpretarse en el sentido de que dicha ocupación
sea habitual y profesional, aunque no es necesario que aquélla sea única
ni siquiera principal.
40. PERSONAS A QUIENES SE PROHIBE EL EJERCICIO DEL COMERCIO. —
Terminaremos de integrar la noción del comerciante, señalando a qué
personas prohíbe la ley dedicarse a las actividades mercantiles con
carácter profesional; pero antes conviene determinar si la incapacidad
para el ejercicio del comercio, es lo mismo que la prohibición; desde
luego debemos afirmar lo contrario. La incapacidad implica la carencia de
la capacidad de actuar. Ya en páginas anteriores y al hablar de este mismo
tema hemos' señalado quiénes se encuentran en tales circunstancias (art.
450 del C. Civil). Simplemente agregaremos que los actos de comercio
celebrados por un incapacitado son anulables, a ellos se aplica la teoría de
la nulidad estudiada en este primer curso de derecho.
En cuanto a la segunda, o sea la prohibición para ejercer el comercio,
ésta supone la existencia de la capacidad de actuar; pero en este supuesto
existen circunstancias especiales que inhabilitan a la persona,
impidiéndoles su ejercicio. Tal ocurre en los casos previstos por el artículo
12 del código de comercio, según el cual no puede ejercer esta actividad:
CONDICIONES PARA EL EJERCICIO DEL COMERCIO

I. Los corredores;
II. Los quebrados que 110 hayan sido rehabilitados;
III. Los que por sentencia ejecutoriada hayan sido condenados por
delitos contra la propiedad, incluyendo en éstos la falsedad, el peculado,
el cohecho y la concusión.
Los corredores no pueden comerciar por cuenta propia ni ser comi-
sionistas, les está vedado, en consecuencia, el ejercicio del comercio.
Los quebrados en tanto no estén rehabilitados tienen prohibida la ad-
ministración de su patrimonio y el ejercicio de actividades mercantiles.
I-Os sentenciados por la comisión de alguno de los delitos
enumerados por la fracción III del art. 12 del código de comercio, tienen
prohibición de ejercer el comercio en tanto estén cumpliendo la pena a
que hayan sido condenados.
Sin embargo de lo anterior, los individuos que se encuentren en alguna
de las circunstancias descritas podrán ejercer determinados actos aislados
de comercio: pero no ejercerlo corno una profesión. Por ejemplo, un
quebrado no rehabilitado o un reo de alguno de los delitos previstos por
el artículo 12 del Código de Comercio pueden evidentemente constituir,
pongamos por caso, depósitos bancarios en cuenta de ahorro; o un
corredor, puede girar letras de cambio para el cumplimiento de una
obligación de carácter civil o abrir una cuenta corriente en un Banco.

CAPITULO VI
AGENTES AUXILIARES DEL COMERCIANTE

La representación jurídica. —41. Los auxiliares del comerciante. — 42. Los


corredores. —43. Los comisionistas. —44. Los factores. — 45. Los
dependientes. — 46. Otros auxiliares del comerciante.- 47

41. LA REPRESENTACIÓN JURÍDICA. —La representación jurídica tiene por


finalidad suplir la voluntad de la persona cuando ésta no puede por sí
misma atender determinado negocio jurídico. En este supuesto la persona
impedida hace valer su voluntad a través de otra llamada representante o
mandatario, quien actúa en nombre de la primera. Lo característico de la
representación está en que, aunque el representante declara su propia
voluntad, en lugar de la del representado, los efectos jurídicos de tal
declaración se producen en la persona y bienes de este último.
La institución de la representación jurídica viene en ayuda del co-
merciante cuando éste no puede por sí mismo atender todas las opera-
ciones que le exige la práctica de su negocio. Al respecto y con relación a
este mismo tema es útil señalar, que las personas jurídico-mercantiles
'sociedades) no pueden actuar sino mediante la intervención de la figura
jurídica que comentamos, pues todas sus actividades se realizan a través
de los mandatarios (personas físicas) que las representan.
Establecido en qué consiste la representación, agregaremos que ésta
tiene por finalidad crear una relación jurídica ajena (la del representado)
mediante la declaración de la propia voluntad (la del representante).
Según esto, es la voluntad del representante la que crea el acto jurídico;
pero a nombre del representado, siendo este último el que asume los
derechos y obligaciones que derivan del acto así creado. Por ejemplo: si
un comisionista compra una cosecha de algodón por cuenta de un fa-
bricante de telas, está actuando a nombre de otro (el comprador) y,
asimismo por cuenta de otro (el propio comprador); pero no obstante
esta situación es el comisionista quien otorga en el momento de la cele-
bración del contrato su propia voluntad, que es la que dará vida a la

LOS AUXILIARES DEL COMERCIANTE

relación jurídica ajena o sea la compraventa, que ligará al vendedor con el


fabricante de telas (comprador). En este ejemplo, una vez creada la
relación jurídica (contrato), el comisionista, que no fue sino un inter-
mediario, deja de actuar desapareciendo del negocio.
42. Los AUXILIARES DEL COMERCIANTE. —Los auxiliares del comerciante o
sean las personas que facilitan a éste el ejercicio de su actividad, sea
auxiliándolo, sea representándolo, han sido agrupados en dos categorías,
según que desempeñen sus funciones de una manera independiente y
autónoma, o bien que dependan en forma directa de la voluntad del
comerciante. En el primer caso tenemos a los corredores y a los comisio-
nistas; en el segundo, a los factores y dependientes. El conjunto de estas
personas recibe la denominación genérica de agentes auxiliares del co-
merciante.
43. Los CORREDORES. —La definición anterior permite establecer cuál
es la función que desempeñan los corredores. Ya hemos indicado que
éstos tienen prohibido el ejercicio del comercio; en consecuencia, su
papel se caracteriza por su intervención como mediadores en el otorga-
miento de los contratos mercantiles. La función del corredor es típica-
mente la de un mediador. Colocado en medio de las partes, que
representan intereses opuestos, su labor consiste en armonizar esos
intereses, a justar las diferencias entre unos y otros, y una vez que éstos,
mediante el ajuste, se han conciliado, otorgar el contrato con lo cual su
cometido concluye.
El corredor, y esto debe entenderse con claridad, no representa a nin-
guna de las partes pues de ser así su función se equipararía a la de un
comisionista; el corredor es un mediador que en los actos que realiza para
el ajuste y otorgamiento de los contratos debe actuar con la mayor
imparcialidad, no inclinándose hacia ninguno de las contratantes. El co-
rredor no actúa a nombre de otro ni por cuenta ajena, es simplemente un
gestor.
Las disposiciones que a continuación transcribimos establecen clara-
mente cuáles son las otras características de estos auxiliares.
La profesión de corredor se ejerce legalmente:
I. Con el carácter de agente intermediario.
II. Con el de perito legal.
III. Con el funcionario de fe pública.
Este último carácter lo tiene el corredor en todos los actos de su pro-
fesión (art. 2' del Reglamento y Arancel de Corredores).
Como se ve, además de su carácter de agente intermediario el corre-
dor desempeña también funciones de perito legal y la muy importante

De funcionario con fe pública, por esta última razón se ha dicho con


certeza que el corredor es un notario de los comerciantes, otaria! del
corredor se destaca claramente cuando dispone la ley que: "Los
corredores perfeccionarán los contratos que se otorgan con su
intervención. Extendiendo una minuta de ellos con todas •• condiciones
que se hubieren pactado, la cual será d corredor y por los contratantes en
presencia de aquél. El corredor dará copia certificada de la minuta a cada
uno de los interesados dentro de las veinticuatro horas útiles siguientes a
su otorgamiento" de C. de Comercio) y a mayor abundamiento, la ley dice
operaciones o contratos celebrados con intervención del corredor
titulado, tendrán el mismo valor probatorio que los consignados en
escrituran pública art. 8' de] Reglamento y Arancel de Corredores),
perciben por sus servicios el pago de honorarios y éstos reglamentados
en el Arancel respectivo, los corredores se dividen en las siguientes
categorías: 1. De cambio. Se ocupan en la negociación de títulos de
crédito de de metales preciosos amonedados o en pasta y para de dinero
a mutuo; :náas. Para toda clase de efectos y para las operaciones ID

reserva para las otras especies de corredores; De :ezuros. Para el ajuste de


seguros en toda clase de riesgos; B - tr importes. Para el ajuste de
transportes de toda clase a ex- ár ¡os marítimos;
Df mar. Para todos los contratos relativos al comercio marítimo, r
puede, asimismo, ser habilitado para uno, para varios o les ramos
comerciales (art. 57 del C. de Comercio). :\\ Para ser corredor en la plaza
de México se necesita tí- q se - xpedirá el Secretario de Hacienda a los
que lo soliciten justificado que reúnen los requisitos siguientes: Ser varón
y de veintiún años cumplidos; Srr mexicanos por nacimiento o por
naturalización; Tener domicilio en la plaza en la que se ha de ejercer;
Haber practicado el comercio en la República durante cinco
V. Haber observado una conducta de integridad sin tacha; estar ejercicio
de los derechos civiles y en la administración libre de sus no ser factor,
dependiente, miembro del consejo de administra- - :; misario de algunas
Sociedades Anónimas, no ser empleado pú- ni militar en servicio; VI Tener
instrucción mercantil (art. 54 del C. de Comercio).
LOS CORREDORES
El corredor está obligado, además, a caucionar su manejo por medio
de fianza. Esta tiene por objeto garantizar el cumplimiento de las obli-
gaciones y responsabilidades que contraiga en el ejercicio de su
profesión. Ningún corredor puede ejercer sin que previamente acredite
haber inscrito sus fianzas en el Registro de Comercio (arts. 58, 59 60 y del
Código de Comercio).
La ley dispone que las fianzas a que se refiere el párrafo anterior no se
cancelen sino pasado un año de substituidas o de haber cesado el coi
redor en sus funciones, y no se haya formulado demanda alguna de
responsabilidad.
La cancelación se decreta por la autoridad judicial con audiencia del
Ministerio Público y previo anuncio por la prensa, con un mes de anti-
cipación, de que se va a proceder a ella (art. 62 del C. de Com.).
El Colegio de Corredores. El Colegio de Corredores de México es una
corporación que integran los corredores titulados de la plaza de México y
que no hayan sido destituidos. El Colegio está representado y dirigido por
una junta directiva (arts. 50 y 51 del Reglamento de Corredores). Las
atribuciones de la directiva están minuciosamente determinadas por el
Reglamento de Corredores; pero entre otras tiene las siguientes: a) Ser el
conducto para que un aspirante a corredor justifique ante la Secretaría de
Hacienda que ha llenado los requisitos que le exige la ley; b) Examinar a
los aspirantes a obtener el título de corredores; c) Avisar a la Secretaría de
Hacienda cuando un corredor incurra en alguna pena por infracción a las
disposiciones del reglamento respectivo; d) Llevar un registro o matrícula
de los corredores de la plaza; e) Publicar en el mes de enero de cada año,
la lista de los corredores que hubieren refrendado sus títulos y estuviesen
hábiles para el ejercicio de su profesión, etc. (artículo 15 del Reglamento
de Corredores).
Ejercido de la correduría. Ya hemos dicho que el corredor ejerce sus
funciones proponiendo, ajustando y otorgando los contratos mercantiles.
Respecto de esta última atribución señalaremos, que perfecciona los
contratos en que interviene mediante la expedición de una minuta con
todas las circunstancias y condiciones que se hubieren pactado, la cual es
firmada por el propio corredor y los contratantes.
Además de lo anterior los corredores, día, a día, por orden de fechas y
bajo numeración progresiva coleccionan todas las minutas firmadas ante
ellos, y en el mismo orden las copian, procurando evitar las raspaduras,
interlineaciones y abreviaturas, en el libro especial que se llama "Registro".
En el caso de que un corredor dejare de ejercer, el libro de Registro y
su archivo de pólizas serán entregados por quien los tenga en su poder
Al colegio de corredores para su guarda, y en caso de que no lo hubiere Í

li. autoridad que tenga bajo su guarda la expedición de los títulos.


T pólizas autorizadas por los corredores, los asientos de su libro de
Kezísro y ¡as copias certificadas, que con referencia a éste expiden, tie- -rr
íl asmo valor probatorio y surten los mismos efectos jurídicos que
escrituras públicas (arts. 63, 64, 65 y 66 del C. de Com.). C obligaciones de
los corredores. Los corredores tienen las siguientes obli- cary-oes: a)
Asegurarse de la identidad y capacidad legal para contratar áe Las
personas en cuyos negocios intervienen; b) Proponer los negocios ttc
claridad, exactitud y precisión; c) Guardar el secreto profesional en sod lo
relativo a los negocios que se les encomienden; d) Expedir a los
interesados cuando éstos las soliciten copias certificadas de los asientos
de rtrlstro; e) Ejercer personalmente sus funciones, sin hacer uso de inter-
— ^diarios; /) Responder en las operaciones sobre títulos de crédito, de la
autenticidad de las firmas de los obligados en ellos; g) Servir de peritos
por nombramiento hecho por la autoridad y las demás a que se refiere ky
art. 67, frac. I a X, inclusive del C. de Com.). Prohibiciones a los corredores.
Los corredores tienen prohibido: a) Comerciar por cuenta propia y ser
comisionistas; b) Ser factores, dependientes o socios de un comerciante;
c) Pertenecer a los consejos de dirección : administración de las
sociedades anónimas y ser comisarios de ellas;
Adquirir para sí los efectos de cuya negociación estuvieren encarga-
ízs: e Autorizar contratos prohibidos por la ley; /) Garantizar los contrata
en que intervienen, ser endosantes de los títulos a la orden negociados
per su conducto y, en general, contraer en los negocios que se les enco-
mienden responsabilidades extrañas al mismo ejercicio de la correduría; z]
Autorizar los contratos que ajusten para sí o para sus poderdantes; 4
Expedir copias certificadas de minutas que no consten en su registro o no
expedirlas íntegras (art. 68, frac. I a VIII, inclusivJ del Có- digo de
Comercio).
Los corredores, asimismo, no podrán hacer cesión de bienes y la quie-
bra en que de hecho caigan, será calificada siempre como fraudulenta
artículo 69 del C. de Com.). Sanciones a los corredores. En el párrafo
anterior ya se dijo que la quiebra de un corredor siempre es considerada
como fraudulenta.
En el caso de que un corredor cometa algún delito en el ejercicio de rj
profesión caerá bajo las sanciones que establece el Código Penal; pero
además la ley mercantil señala las siguientes: a) En caso de que el corre-
dor viole alguna de las obligaciones a que hemos hecho referencia con
anterioridad será suspendido en sus funciones por un mes; b) Si el corre-
dor ejecuta alguno de los actos que le están prohibidos será destituido
LOS COMISIONISTAS

Asimismo, incurrirá en suspensión en caso de ser declarado en quiebra,


no llevar el libro de Registro de Contratos o ser condenado por delitos
contra la propiedad. Los corredores destituidos no pueden en ningún
caso ser rehabilitados (art. 70 del C. de Com.).
La suspensión se impondrá por la autoridad a cuyo cargo esté la ex-
pedición de títulos, y la destitución por los tribunales competentes (ar-
tículo 72 del C. de Com.).

44. Los COMISIONISTAS. —Se llama comisión el contrato de mandato


aplicado a actos concretos de comercio. En este contrato intervienen dos
partes: el comitente que es quien confiere la comisión, y el comisionista,
que la desempeña. Este último es, en consecuencia, un mandatario
mercantil.
Siguiendo la costumbre establecida en los textos de derecho mercantil,
nos abstendremos en esta parte del curso de examinar el contrato de
comisión, y nos ocuparemos únicamente del estudio del comisionista
como auxiliar del comerciante.
A diferencia del corredor que en los negocios mercantiles actúa como
un mediador; pero en forma autónoma, no representando los intereses de
alguna de las partes; el comisionista es un mediador que no actúa con
autonomía puesto que representa los intereses de su mandante o comi-
tente.
En renglones anteriores señalamos que la comisión es ujj mandato y
por tal debemos entender el contrato por el que el mandatario se obliga a
ejecutar por cuenta de otro los actos jurídicos que éste le encarga (ar-
tículo 2456 del C. Civil). Ahora bien, en la comisión mercantil esos actos
jurídicos se refieren al comercio y deben ser concretos, entendiéndose por
esto no que el contrato deba limitarse por parte del comisionista a la
ejecución de uno o de cierto número de actos previamente especificados,
sino que el comisionista puede realizar todos los actos de comercio que
necesaria y naturalmente deriven del mandato que se le ha confiado. Por
ejemplo: si Antonio confiere a Luis la comisión de adquirirle la producción
de calzado o de sombreros de paja de determinada zona del país, no es
necesario especificar que a Luis se le otorgó poder para realizar
determinado número de compraventas; basta con señalar cuál es el ob-
jeto, materia de la comisión, para que se entienda que ésta fue conferida
para realizar el acto concreto de adquirir la producción de bienes ya se-
ñalada, y si para conseguir dicha finalidad Luis necesita realizar una cade-
na de actos jurídicos éstos quedan comprendidos dentro del contrato de
comisión otorgado.

45. Los FACTORES. —Los factores son _ auxiliares del comerciante que
dependen de éste de una manera directa e inmediata.
La ley mercantil establece que: "se reputan factores los que tienen '.a
dirección de alguna empresa o establecimiento fabril o comercial, o están
autorizados para contratar respecto a todos los negocios concernientes a
dichos establecimientos o empresas, por cuenta v en nombre de los
proletarios de los mismos" (art. 309 del C. de Com.).
Al iniciar el estudio de los factores como auxiliares del comerciante
trataremos de establecer, en primer término, cuál es la naturaleza jurídica
de la relación que liga a dichas personas con sus principales. Si exa-
minamos qué actividades realizan los factores, y por cuenta y a nombre
de quién actúa encontramos que aquéllos son, en realidad, empleados de
su principal y que éste los autoriza para dirigir su empresa o para contra-
tar respecto a todos los negocios de la misma.
Consecuencia de lo anterior es, que el factor no actúa con indepen-
dencia económica ni con autonomía respecto del principal, entre ambos
se establece una relación de naturaleza laboral, que cae dentro de las
disposiciones de las leyes sobre trabajo. En otras palabras, el factor es un
trabajador y su principal un patrón, y el vínculo que se establece entre
ambos cuando el factor conviene en servir al principal es un contrato de
trabajo.
Complementaremos lo anterior recordando que: "trabajador es toda
persona que presta a otra un servicio material, intelectual o de ambos
géneros en virtud de un contrato de trabajo" (art. 3' de la Ley Federal del
Trabajo), y contrato individual de trabajo es "aquel por virtud del cual una
persona se obliga a prestar a otra, bajo su dirección y dependencia, un
servicio personal mediante una retribución convenida" (art. 17 de la Ley
Federal del Trabajo). "Los elementos esenciales del contraío de trabajo
son: Que el que presta el servicio esté bajo la dirección y dependencia del
que lo recibe y que éste lo retribuya convenientemente; debiendo
entenderse por dirección la de carácter técnico o la de mero detalle y por
dependencia la de orden económico" (Jurisprudencia de la Corte).
Como se ve por lo antes dicho el factor cae dentro de los supuestos
señalados, ya que por una parte depende económicamente de su
principal y, por otra, se halla bajo su dirección. Para mayor claridad
citaremos algunos ejemplos: los gerentes de instituciones de crédito
(Bancos), los gerentes o directores de empresas industriales, los gerentes
o administradores de establecimientos mercantiles, etc., son factores;
dependen de su principal. sea éste una persona física o una sociedad
mercantil, como ocurre ron las instituciones de crédito o las grandes
empresas industriales.

LOS FACTORES
El factor se distingue del comisionista en que éste no se halla bajo la
dirección inmediata ni bajo la dependencia económica del comitente, re-
cibe instrucciones de este último, pero económicamente no existe
dependencia, lo que sabemos no ocurre con el factor.
Respecto del dependiente el factor se distingue en cuanto a su cate-
goría y facultades. El factor tiene una amplitud de poder de la que carece
el dependiente. Aquél tiene autorización para contratar respecto de todos
los negocios concernientes a una empresa, o estar al frente de ella
dirigiéndole; el dependiente, en cambio, sólo tiene facultades restringidas
y concretas. Por otra parte, el factor tiene una estabilidad de la que carece
el dependiente, puesto que la representación que se le otorga no
concluye por muerte o incapacidad del poderdante pues los poderes que
se le otorgan no concluyen mientras no le fueren expresamente
revocados. Resumiendo, el factor se distingue del dependiente por dos
características esenciales: su estabilidad y sus facultades.
Para ser factor se requiere tener la capacidad necesaria para obligarse,
y poder o autorización por escrito de su patrón (art. 310 del Código de
Comercio).
Lo típico de los factores es la facultad que les permite negociar y
contratar en representación de sus patrones, debiendo expresarse así en
los documentos que con tal carácter suscriben, pueden, asimismo, con-
tratar en nombre propio (art. 31 del C. de Com.).
Prohibiciones a los factores. Les está prohibido competir con sus pa-
trones en negocios de la misma naturaleza del que administran. "Sólo
autorizados por sus principales, dice la ley, y en los términos en que lo
fueren pueden los factores traficar o interesarse en negociaciones del
mismo género de las que hicieron en nombre de sus principales" (art. 312
del Código de Comercio).
Obligaciones de los factores con relación a sus principales. Los factores
al actuar obligan a sus principales. Esto dispone la ley cuando establece
que en todos los contratos celebrados por aquéllos, con tal carácter,
quedan obligados los principales y sus bienes. Sólo que contraten a
nombre propio, quedan obligados directamente (art. 313 del C. de Com.).
Cuando el factor contrata en nombre propio; pero por cuenta del
principal la otra parte contratante podrá dirigir su acción contra el fac-
tor o el principal (art. 314 del C. de Com.). Siempre que celebren un
contrato relativo al negocio de su principal, el contrato debe reputarse
hecho por cuenta de éste, aun cuando el factor no lo haya expresado
así o se haya extralimitado en sus funciones (art. 315 del C. de Com.).
Asimismo, obligan al principal los contratos de su factor, aun siendo
ajeno al giro de que esté encargado, siempre que haya actuado por
orden del principal o éste haya aprobado la actuación del factor (art.
316 del Código de Comercio).
Los poderes concedidos a un factor se entienden subsistentes en tanto
3;- le han sido revocados o haya sido enajenado el establecimiento del
cu-e estaba encargado (art. 319 del C. de Com.).
Los actos y contratos ejecutados por el factor serán válidos respecto de
su principal, mientras no llegue a noticia del factor la revocación del poder
o la enajenación del establecimiento o empresa de que estaba encerrado.
Esta enajenación o revocación no perjudica a los terceros mientras no ;-e
haya inscrito en el Registro de Comercio (art. 320 del Código de
Comercio).
Finalmente, establece la ley que si el principal, interesa a su factor en
algunas operaciones de su negocio, con respecto a ellas y con relación ii
principal, el factor se considera como asociado. Sin embargo, no tendrá
carácter si el principal sólo le interesa en las utilidades del negocio,
reputándose sueldo dicho interés (ait. 318 del C. de Com.). Tal ocurre, por
ejemplo, con los directores y gerentes de los Bancos, a quienes los socios
o dueños del negocio interesan en el mismo mediante un porcentaje
sobre las utilidades que anualmente se obtienen.

46. Los DEPENDIENTES. — Se llaman dependientes todas aquellas


personas que desempeñan constantemente alguna o algunas gestiones
relativas al tráfico de algún negocio, actuando ¿n nombre y por cuenta del
propietario de éste (art. 309 del C. de Com.).
Vimos con anterioridad que la diferencia entre los factores y los de-
pendientes estriba por una parte, en la amplitud de facultades, y por otra,
en la estabilidad, pues mientras el factor realiza una labor que comprende
todas o la generalidad de las operaciones que exige el negocio al que
sirve, el dependiente se limita a realizar alguna o algunas operaciones
precisamente señaladas por su patrón. Asimismo, la estabilidad implica un
carácter definitivo entre estos dos tipos de auxiliares pues mientras la
representación que se otorga a los factores no concluye sino por revo-
cación expresa del poder que se le hubiere conferido, con el dependiente
ocurre en otra forma, puesto que éste puede ser removido de su puesto
en cualquier momento con sólo cumplir los requisitos que señala la Ley
del Trabajo.
El dependiente al igual que el factor es un trabajador cuyas relaciones
laborales con su principal caen dentro de las normas del derecho del
trabajo.
La ley dispone que los actos de los dependientes obligan a sus prin-
cipales en todas las operaciones que éstos les encomienden (ait. 321 del

Código de Comercio). Lo mismo ocurre con los dependientes que viajan


en servicio de su patrón (art. 323 del C. de Com.).
Los dependientes encargados de vender se reputan autorizados para
cobrar el importe de las ventas y extender los correspondientes recibos a
nombre de sus principales. Asimismo se estima que, la recepción de mer-
cancías que el dependiente haga por encargo de su principal, se tendrá
como recibida por éste (arts. 322 y 324 del C. de Com.).
Aunque las disposiciones del código de comercio reglamentan única-
mente la actuación de los dependientes cuando venden en almacenes
públicos o son viajantes, debemos entender que dichas disposiciones son
aplicables también a todo el grupo social que integra este tipo de
auxiliares. Por ejemplo, los conductores y boleteros de tranvías y
camiones; los agentes de turismo que venden servicios; los agentes de
seguros cuando están a sueldo de sus principales; los cajeros de empresas
industriales, bancarias o mercantiles, etc., caen también, dentro de las
normas señaladas.
Las obligaciones comunes a factores y dependientes se enumeran a
continuación: a) No pueden delegar sus cargos sin autorización del prin-
cipal, y b) Son responsables ante sus principales de cualquier perjuicio que
causen a sus intereses por malicia, negligencia o infracción de las órdenes
e instrucciones recibidas (arts. 325 y 327 del C. de Com.).

47. OTROS AUXILIARES DEL COMERCIANTE. — Podemos considerar como


otros auxiliares del comerciante aunque el código no los mencione, a los
notarios, a los contadores y a los actuarios. Nos lleva a esta conclusión el
hecho de que las actividades profesionales de dichas personas sirven en
forma directa e inmediata al mejor desarrollo de las actividades
mercantiles.
Los notarios son funcionarios que tienen fe pública, es decir, que lo
dicho o escrito por ellos en el desempeño de sus funciones es suficiente
para que se tenga por verdad legal y, en consecuencia, como medio au-
téntico de prueba. De ahí que los interesados acudan a ellos para hacer
constar los actos y hechos a los que desean dar autenticidad. Por ejemplo,
si un grupo de personas se reúne con la finalidad de crear una sociedad
anónima, el acta constitutiva de dicha sociedad debe levantarse en
escritura pública ante notario, en esta forma el contrato celebrado tiene
autenticidad y, en consecuencia, fuerza legal.
El notario conserva las actas que levanta y los documentos conexos en
uno o varios libros, cuyo conjunto se denomina protocolo. Se llama acta
notarial la constancia original formulada por el notario y escrita en su
protocolo en la que hace constar un hecho del que el propio notario da
fe. Las actas notariales deben ser firmadas por los otorgantes y
Por el notario y debidamente selladas. La primera copia del acta sellada y
rubricada por el notario recibe el nombre de testimonio.
Los contadores son las personas cuya profesión consiste en llevar
cuenta \ razón de la entrada y salida de caudales, haciendo los cargos y
abonos correspondientes, y dando dictamen sobre la marcha de un
negocio.
L:s contadores son de varias especies: Contadoras Públicos Titulados,
Contadores Privados, Contadores Bancarios y Contadores Industriales.
Los contadores por sus conocimientos son excelentes auxiliares del
comerciante, ya sea éste individual o colectivo. Son peritos en materias e
notables, de organización y fiscales, materias de aplicación inmediata en
cualquier actividad mercantil.
Los actuarios, son profesionistas especializados en el conocimiento de
la> matemáticas aplicadas al riesgo, la capitalización y el seguro. Por esta
razón los bancos capitalizadores, las compañías de. Seguros y los bancos
de depósito utilizan sus servicios tan necesarios para el manejo técnico de
estas instituciones.

CAPITULO VII
LAS OBLIGACIONES DE LOS COMERCIANTES

Generalidades y enumeración. — 48. La publicidad de la calidad mer-


cantil.-— 49. El Registro de Comercio. — 50. La contabilidad mercantil. —
51. La correspondencia mercantil. — 52. Otras obligaciones del co-
merciante.- 53.

48. GENERALIDADES Y ENUMERACIÓN.—Al comerciante por el hecho de


serlo, le impone la ley una serie de obligaciones de carácter profesional,
dichas obligaciones están contenidas no sólo en los artículos relativos del
código de comercio, a los que más adelante vamos a referirnos; sino
también en diversas leyes de naturaleza administrativas (leyes fiscales, es-
tadísticas, sanitarias, etc.). En esta exposición nos ocuparemos exclusi-
vamente del examen de las disposiciones de orden mercantil.
En el Título Segundo del Libro Primero del Código de Comercio, bajo el
rubro de Obligaciones Comunes a Todos los que Profesan el Comercio, se
enumeran y reglamentan aquellas; pero es necesario advertir que, no
obstante el rubro del título que comentamos, no todas las obligaciones
del comerciante se hallan contenidas en él, sino que buen número de ellas
se encuentran dispersas en el articulado del código y de sus leyes
supletorias o complementarias. »
Enumeración de las obligaciones del comerciante. El artículo 16 del
código enumera las siguientes obligaciones de los comerciantes:
I. La publicación, por medio de la prensa, de la calidad mercantil con
sus circunstancias esenciales, y, en su oportunidad de las modificaciones
que se adopten;
II. La inscripción en el Registro Público de Comercio de los docu-
mentos cuyo tenor y autenticidad deben hacerse notorios;
III. A seguir un orden riguroso de cuenta y razón;
IV. A la conservación de la correspondencia que tenga relación con el
giro del comerciante.

49. LA PUBLICIDAD DE LA CALIDAD MERCANTIL. —Se entiende por anuncio o


publicidad de la calidad mercantil la obligación que tienen los

EL REGISTRO DEL COMERCIO

comerciantes de "participar la apertura del establecimiento o despacho de


su propiedad, por medio de una circular dirigida a los comerciantes de las
plazas en que tengan domicilio, sucursales, relaciones o corresponsales
mercantiles, la cual contendrá: el nombre del establecimiento o despacho,
su ubicación y objeto; si hay persona encargada de su administración, su
nombre y firma; si hay compañía, su naturaleza, la indicación del gerente
o gerentes, la razón social o denominación y la persona o personas
autorizadas para usar una u otra, y la designación de las casas sucursales
o agencias si las hubiere".
"El comerciante debe dar parte, también por medio de circular, de las
modificaciones que sufra cualquiera de las circunstancias antes referidas."
Finalmente, "debe publicar en el periódico oficial, y en su defecto en
cualquier otro, las circulares que dirijan, así como el estado de liquidación
y la clausura de su establecimiento o despacho" (art. 17 del Código de
Comercio).
Con respecto a la disposición anterior se ha dicho, con razón que ésta
no implica una obligación pues en el supuesto de que el comerciante
dejara de cumplirla, no se encuentra en la ley una sanción para dicho
incumplimiento. En consecuencia, el comerciante, como ocurre con fre-
cuencia, al violarla no incurre en responsabilidad legal.
Normalmente los comerciantes al iniciar sus negocios hacen determi-
nada publicidad; pero no precisamente con la finalidad de cumplir con el
precepto que se comenta, sino más bien con el afán de incrementar los
intereses de su negocio y de acuerdo con las indicaciones de sus publi-
cistas.
Insistiendo en lo anterior podemos afirmar que la disposición que
ordena al comerciante la publicidad de su calidad mercantil es inoperante
por. Carecer de sanción.
50. EL REGISTRO DE COMERCIO. — El Registro de Comercio es una
institución que tiene por objeto hacer la inscripción personal de los co-
merciantes y poner al .alcance de cualquier persona todos aquellos actos
y contratos que afecten de modo importante las condiciones económicas
y jurídicas de los mismos. Esto se realiza mediante la inscripción de dichos
actos y contratos en los libros que al efecto se llevan por la citada ins-
titución.
El Registro de Comercio se lleva en las oficinas encargadas del Registro
de la Propiedad, es una dependencia de este. En los lugares donde no
existe el registro de la propiedad, el de comercio se lleva por los jueces de
primera instancia del orden común (art. 18 del C. de Com.).
EL REGISTRO DE COMERCIO
E! Registro mercantil es público y el registro está obligado a facilitar
que las pidan noticias referentes a lo que aparezca en la hoja de
inscripción de cada comerciante o sociedad. Asimismo, debe expedir tes-
timonio literal de toda la hoja o de una o varias operaciones que consten
en ella cuando esto le sea solicitado (art. 30 del C. de Com.).
Lo anterior está indicando cuáles son las finalidades de esta institutor..
En cualquier término, permitir a quienes entran en relación con el
comerciante el conocimiento real de sus propiedades y negocios después.
Garantizar, a quienes conceden crédito al comerciante, contra cualquier
manejo indebido que éste hiciere de aquél; finalmente evitar trastornos en
la vida de los negocios. Esto último ocurriría necesariamente á quienes
conceden el crédito no contaran con un medio de información 2tnéndco
y eficaz como el Registro, ya que de no existir éste o se abstendrían de
concederlo para no correr riesgos, o de hacerlo se expondrían 2 verse
defraudados por comerciantes sin escrúpulos, y en cualquiera de ambo?
casos se crearía una situación de inseguridad, perjudicial para la economía
del país.
Actos sujetos a registro. La inscripción o matrícula en el registro mer-
cantil es potestativa para los individuos que se dediquen al comercio y
obligatoria para las sociedades mercantiles. Los primeros quedan
registrados el oficio al inscribir cualquier documento cuyo registro sea
necesario artículo 19 del C. de Com.).
Del contenido del artículo transcrito se desprende que el registro es
potestativo para los individuos, obligatorio para las sociedades y obliga-
torio, también, para cualquiera de los actos enumerados por la ley. Según
«o. basta que el comerciante persona física, inscriba cualquier documento
en el que conste la ejecución de alguno de los actos señalados por la ley
para que se le conceptúe matriculado.
La hoja de inscripción del comerciante debe contener: a) Su nombre o
razón social; b) La clase, comercio u operaciones a que se dedique; 0 La
fecha en que deba comenzar o haya comenzado sus operaciones: de Su
domicilio, con especificación de las sucursales que hubiere -;: establecido,
sin perjuicio de inscribirlas en el Registro del partido judicial en que estén
domiciliadas (art. 21 del C. de Com.).
Asimismo, en la hoja de inscripción del comerciante, persona física, se
anotarán: a) Su habilitación, licencia o emancipación, otorgadas para que
pueda comerciar; b) La licencia marital o el requisito que en su defecto
necesite la mujer para ejercer el comercio; c) Las capitulaciones
matrimoniales y los títulos que acrediten la propiedad de los bienes a
favor de alguno de los cónyuges; d) Los documentos justificativos de los
bienes que tenga el pupilo cuyos padres o tutores sean comerciantes; e)

EL REGISTRO DE COMERCIO
Los títulos de propiedades industriales; /) Las fianzas de los corredores
(artículo 21 del C. de Com.).
Hasta aquí hemos señalado cuáles son los datos que debe contener la
matrícula de los comerciantes personas físicas. A continuación nos ocu-
paremos de la matrícula de las sociedades.
Previene la ley que el registro de las personas jurídicas (sociedades) es
obligatorio. La vida legal de éstas no existe mientras no se cumpla con el
requisito de su inscripción, y sólo dando cumplimiento a esta norma las
sociedades nacen a la vida del derecho, adquiriendo su personalidad
jurídica.
En el registro de las sociedades debe anotarse: a) Las escrituras de
constitución de las mismas; b) El acta de la asamblea constitutiva y do-
cumentos anexos, tratándose de sociedades anónimas; c) Los poderes
generales, nombramientos y renovación de los mismos, si las hubiere,
conferidos a los mandatarios de la sociedad (administradores y gerentes);
d) El aumento o disminución del capital social; e) Las emisiones de
acciones, cédulas y obligaciones, de toda especie de sociedades, así como
las especificaciones de los títulos materia de la emisión, la cantidad total
de la emisión, y de los bienes y derechos que se afecten a su pago (art. 21
del C. de Com.).
Hasta aquí los actos que de acuerdo con la ley ameritan su inscripción
en el Registro de Comercio, a continuación nos ocuparemos del
funcionamiento y organización de dicha institución.
Organización y procedimiento. Sabemos ya que el registro de
comercio se lleva en las oficinas encargadas del registro público de la
propiedad en las cabeceras del partido o distrito judicial de domicilio del
comerciante. Agregáremos, que el registro se lleva por orden cronológico
de presentación de documentos. Cuando un acto o contrato debe
inscribirse en el Registro de la Propiedad esta inscripción es bastante para
que surta los efectos correspondientes de derecho mercantil, basta para
ello una simple toma de razón en el Registro de Comercio (arts. 18, 20 y
22 del Código de Comercio).
Para hacer una inscripción el registrador debe tener presente el do-
cumento respectivo, escritura pública o documento privado, y tratándose
de documentos provenientes del extranjero, éstos deben estar
previamente protocolizados. Los documentos inscritos producen efectos
legales desde la fecha de su inscripción, sin que puedan invalidarlos otros
anteriores o posteriores. Los registradores no podrán rehusar en ningún
caso y por ningún motivo, la inscripción de los documentos mercantiles
que se les presenten (arts. 25, 29 y 31 del C. de Com.).
Haciendo un resumen de lo dicho diremos, que el Registro mercancías
X- REGISTRO DE COMERCIO

d es público; que el registrador está obligado a facilitar a quien lo solíate


las noticias referentes a lo que aparezca- en la hoja de inscripción del
comerciante o de una o varias de las operaciones que consten en ella
;artículo 30 del C. de Com.).
Consecuencias de la omisión del registro. Los documentos que con-
forme a la ley deben registrarse y no se registren, sólo producen efectos
entre los que los otorgan; pero no podrán producir perjuicios a tercero, el
cual sí podrá aprovecharlos en lo que le fueren favorables (art. 26 del C.
de Com.). Por otra parte, la ley dispone que: "La falta de registro de
documentos hará que en caso de quiebra, ésta se tenga como
fraudulenta, salvo prueba en contrario" (art. 27 del C. de Com.). La Ley
establece, además, que si el comerciante omite el registro de las capi-
tulaciones matrimoniales y sus modificaciones podrá pedirlo la novia,
quienes hubieren ejercido sobre ella la patria potestad, o el tutor que hu-
biere tenido (art. 28 del C. de Com.).
Según lo anterior la falta de registro de los documentos que deben
registrarse trae las siguientes consecuencias: a) Los documentos
registrables y que no se registren sólo producen efectos entre quienes los
otorgan; pero no con relación a terceros, quienes por el contrario, pueden
aprovecharlos en la parte que les sea favorable. Por ejemplo: un comer-
ciante confiere poder general a una persona para que a su nombre y
representación cobre a sus deudores (terceros) una suma de dinero; pero
olvida inscribir dicho poder en el Registro. En este supuesto, si un deudor
del comerciante que desconoce el otorgamiento del poder (acto no re-
gistrado) opone la excepción derivada de la falta de registro no puede ser
obligado a pagar al representante, precisamente, porque el acto cele-
brado entre éste y su poderdante no existe para los terceros (deudores).
b) En caso de quiebra, la falta de registro de un documento convierte
a ésta en fraudulenta, salvo prueba en contrario. Actualmente se discute si
esta disposición tiene vigencia pues la Ley de Quiebras y Suspensión de
Pagos en las disposiciones relativas a la responsabilidad penal no
considera como causa de quiebra fraudulenta la mera omisión del registro
de los documentos, y a mayor abundamiento, la citada ley de quiebras
derogó la fracción II del artículo 956 del código de comercio que
establece que la quiebra debe considerarse fraudulenta si se omite el
registro de alguno de los actos que deben anotarse en la hoja de inscrip-
ción del comerciante, a los que ya nos referimos.
c) La falta de registro de las capitulaciones matrimoniales y sus mo-
dificaciones trae como consecuencia el derecho que se concede a la
mujer para pedirlo ella misma o, en su defecto, a quienes hayan ejercido
sobre ella la patria potestad o la tutela (art. 28 del C. de Com.).

LA CONTABILIDAD MERCANTIL

Rectificación. Cuando una inscripción debe ser rectificada por "con-


tener un error, el juez del domicilio del comerciante decide sumariamente
de la rectificación, haciendo el registrador las veces de demandado y el
interesado en la rectificación de actor. Concluido el procedimiento el juez
o quien haga sus veces ordena la rectificación, que debe hacerse por el
propio registrador.
51. LA CONTABILIDAD MERCANTIL. — El comerciante, dice la ley, "está
obligado a llevar cuenta y razón de todas sus operaciones en tres libros a
lo menos, que son: libro de inventarios y balances, el libro general de
diario y el libro mayor o de cuentas corrientes" (art. 33 del Código de
Comercio).
Llevar cuenta y razón de todas sus operaciones, quiere decir, que el
comerciante debe organizar en su negocio un sistema adecuado de con-
tabilidad. Entendiendo por tal, el procedimiento mediante el que se
registran en forma constante, ordenada y cronológica, las operaciones
efectuadas por un negocio; así como la formulación de los documentos a
través de los cuales puede conocerse en un momento dado la situación
que guarda el negocio con relación a las operaciones que efectúa.
Conveniencia de la contabilidad. El fundamento jurídico de esta obli-
gación que el código impone a] comerciante es bien claro ya que, aparte
de permitir a éste seguir día a día el desarrollo de su negocio tiene, ade-
más, una finalidad de orden público encaminada a disponer, en un mo-
mento dado, de los medios de prueba necesarios para establecer el
verdadero estado económico de los negocios del propio comerciante;
más aún, en el supuesto de que llegue a producirse la quiebra, la
contabilidad sirve para determinar si ésta fue motivada por causas ajenas
o imputables al propio comerciante; sirve, asimismo, para comprobar
quiénes son los acreedores de éste y la cuantía de sus créditos. En
resumen, la contabilidad es un medio eficaz de prueba, un elemento que
permite formarse un juicio .sobre los negocios del comerciante y un
auxiliar insustituible para el caso de tener que reconstruir la historia de
alguna o algunas de las operaciones del negocio.
Libros del comerciante. Siguiendo el examen de lo dispuesto por el
artículo 33, encontramos que el comerciante está obligado a llevar su
contabilidad en tres libros a lo menos. Aunque algunas legislaciones le
dejan en libertad para organizar su contabilidad, nuestra ley sigue el sis-
tema de designar como obligatorio el uso de determinados libros, esta-
bleciendo, a la vez, una serie de disposiciones que garantizan la auten-
ticidad del sistema.
Los libros de contabilidad son: el de inventarías y balances, el diario

LA CONTABILIDAD MERCANTIL

y el mayor o de cuentas corrientes. Las sociedades y compañías deben


llevar también un libro de actas, en el que se hacen constar todos los
acuerdos que se refieren a la marcha y operaciones sociales, tomados por
las juntas generales y los consejos de administración (art. 33 del Código
de Comercio). Este libro no es de contabilidad.
Los libros señalados son los mínimos que todo comerciante debe lle-
var; pudiendo, sin embargo, utilizar todos los que sean necesarios para la
buena marcha de su negocio. A continuación nos ocuparemos de cada
uno de ellos.
A todo comerciante, antes de iniciar sus operaciones, le interesa saber
cuál es la situación financiera del negocio que va a emprender. A este
respecto sabemos que dicha situación se determina por los bienes y de-
rechos, que son de la exclusiva propiedad del negocio, al mismo tiempo
que por las deudas y obligaciones que pesan sobre el mismo. El conjunto
de los primeros constituye el activo; el conjunto de las segundas, el pasivo.
La diferencia entre unos y otras, cuando el activo es mayor que el pasivo
se conoce con el nombre de capital contable. La serie de operaciones
contables que deben efectuarse para llegar a expresar la posición
financiera del negocio, mediante la comparación de los elementos
señalados, se denomina balance.
A fin de conocer cuál es su activo el comerciante debe redactar pre-
viamente un inventario. Este es la descripción y asiento en libros, de
dinero, bienes muebles o inmuebles, créditos y cualquier especie de va-
lores que formen el activo del negocio, todo hecho con orden y exactitud.
El balance que practica el comerciante al iniciar sus operaciones se
llama de apertura. Periódicamente y al finalizar cada ejercicio (normal-
mente el ejercicio es anual) el comerciante debe repetir el balance. El libro
contable en el que se anotan las operaciones hasta aquí señaladas es el
llamado de inventarios y balances. »
El libro diario tiene por finalidad suministrar un registro cronológico de
las transacciones mercantiles y analizar cada transacción en sus elementos
de cargos y abonos. El libro diario, es, pues, esencialmente analítico, en él
se registran, día por día, las operaciones que el comerciante va
efectuando (art. 39 del C. de Com.).
El libro mayor o de cuentas corrientes se utiliza para asentar, agru-
pándolos metódicamente y por cuentas, los asientos del libro diario. Así se
integran las cuentas particulares de cada objeto o de cada persona. La ley
establece que las cuentas corrientes con cada objeto o con cada persona
en particular se abrirán por debe y haber en el libro mayor, y a cadz
cuenta se trasladarán por orden riguroso de fechas los asientos del diario
(art. 40 del C. de Com.).

LA CORRESPONDENCIA MERCANTIL

Requisitos de los libros. Prescribe la ley que los libros de contabilidad


obligatorios estarán encuadernados, forrados, foliados y sellados con el
timbre correspondiente; que los comerciante podrán llevar los libros, por
sí mismos o por personas a quienes autoricen para ello, y que estos se
llevarán en idioma español, por orden progresivo de fechas y operaciones
sin dejar huecos y sin alteraciones. Los errores que se cometan en ellos se
salvarán con nuevos asientos relacionados con la partida errada (artículos
34, 35 y 36 del C. de Com.).
Exhibición y conservación de los libros. La ley dispone, así mismo, que
ninguna autoridad puede hacer pesquisas para inquirir si los comerciantes
llevan libros o no; pero aquéllos están obligados a exhibirlos cuando se les
mande. También están obligados a conservar los libros de su comercio
hasta liquidar sus cuentas, y diez años después. Esta obligación se
transmite a sus herederos (arts. 42 y 46 del C. de Com.).
La Ley de Quiebras establece que se considera culpable, salvo prueba
en contrario, la quiebra del comerciante que no hubiere llevado su con-
tabilidad con los requisitos exigidos por el código de comercio, y frau-
dulentas la del comerciante que no lleve todos los libros de contabilidad,
o los altere, falsifique o destruya en términos de hacer imposible el co-
nocimiento de su propia situación (arts. 94, frac. 1 y 96, frac. II de la Ley de
Quiebras).
Para finalizar señalaremos que, las disposiciones del código de comer-
cio relativas a la contabilidad del comerciante, resultan en la actualidad
fuera de época en virtud del adelanto alcanzado por la técnica contable y
los sistemas mecánicos de registro.

52. LA CORRESPONDENCIA MERCANTIL. —La ley dispone como una última


obligación de los comerciantes: "La conservación en buen orden de todas
las cartas y telegramas que reciban con relación a sus negocios y giros,
anotando al dorso la fecha en que se recibieron y contestaron o si no se
dio contestación." Dispone, también, que "a un libro copiador se
trasladarán, ya sea a mano o valiéndose de un medio mecánico cual-
quiera, íntegra y sucesivamente por orden de fechas, inclusas la antefirma
y firma, todas las cartas que el comerciante escriba sobre su tráfico, y los
despachos telegráficos que expida" (arts. 47 y 48 del C. de Com.).
Es evidente que las disposiciones transcritas y todas las que con ellas se
relacionan tienden a establecer la historia de las transacciones del co-
merciante, mediante la formación de su propio archivo. Por otra parte,
para el comerciante mismo es de su propia conveniencia mantener en
buen orden toda su correspondencia puesto que le permite en cualquier
momento, consultar los antecedentes epistolares de las operaciones que
practican. LAS OBLIGACIONES DEL COMERCIANTE

Finalmente, mediante el cumplimiento de esta obligación, el comercio


hace acopio de las pruebas relativas a los contratos celebrados con noávo
de su negocio.
Como se ve por el contenido de las disposiciones transcritas éstas im-
ponen al comerciante una doble obligación; la conservación del libro al
que se haya trasladado dicha correspondencia.
Con relación a las anteriores obligaciones debemos hacer un comen-
ario semejante al que hicimos al hablar de la contabilidad: el código en
este aspecto se encuentra fuera de época, pues con los actuales adelantos
en materia de organización de oficinas, los medios de conservación de ia
correspondencia son más prácticos y eficaces que los señalados por la ley.
Señalaremos además, que las disposiciones que comentamos carteen de
una sanción legal adecuada.
53. OTRAS OBLIGACIONES DEL COMERCIANTE. —Todo comerciante que tenga
como capital en giro de quinientos pesos en adelante, está obligado a
inscribirse en la Cámara de Comercio (art. 59 de la Ley de las Cámaras de
Comercio y de las de Industrias). En caso de incumplimiento de e?ta
disposición el comerciante debe recibir una sanción que consiste en una
multa equivalente al monto de la cuota de inscripción que debió cubrir
(art. de la Ley). También debe manifestar a la cámara en que tuviese
inscrito, el cese parcial o total de sus actividades, o su cambio de giro o
domicilio, bajo sanción de una multa semejante a la antes señalada.
Obligaciones estadísticas del comerciante. El Reglamento de la Ley ic
Estadística obliga a los comerciantes a inscribirse dentro de los treinta
primeros días de cada año en la Dirección de Estadística; proporcionando
los datos fijados por el propio Reglamento. ,,
Obligaciones fiscales de los comerciantes. Los comerciantes tienen
también, una serie de obligaciones de carácter fiscal.
La apertura de un negocio origina las siguientes obligaciones: a) Dar
2viso de la iniciación de las operaciones, del traspaso, si lo hay; del cambio
de giro, de razón social y de domicilio; de variaciones en el capital social, y
de clausura. El aviso debe darse a las Oficinas Federales de Hacienda con
jurisdicción en el domicilio del comerciante (arts. 89 y 17 del Reglamento
de la Ley del I. S. R.).
Asimismo el comerciante debe solicitar la autorización de sus libros de
contabilidad si su activo es de cinco mil pesos o mayor (art. 22 del
Reglamento del I. S. R.). Si quien inicia operaciones es una sociedad,
además del aviso debe presentar una copia de la escritura constitutiva.

OTRAS OBLIGACIONES DEL COMERCIANTE


Cuando los ingresos anuales de un comerciante sean de cien mil pesos
o más debe presentar una declaración definitiva que comprenda doce
meses o el tiempo transcurrido de la fecha de iniciación de operaciones a
la fecha que elija para practicar su primer balance, dentro de los tres
meses siguientes a la fecha en que hayan practicado éste (art. 15 del
Reglamento del I. S. R.).
Obligaciones sanitarias de los comerciantes. El Código Sanitario im-
pone a los comerciantes diversas obligaciones de las que no nos ocupa-
remos por rebasar los límites de este curso. Señalaremos simplemente,
que dichas obligaciones se refieren a la forma de instalar los locales en
que están ubicados los establecimientos mercantiles y a la clase de giro a
la que se dedican los comerciantes.
Existen otras varias obligaciones de les comerciantes provenientes de
diversas leyes de orden económico, de policía, de comercio exterior, etc.

CAPITULO VIII
LOS COMERCIANTES, PERSONAS JURIDICAS
El comerciante como persona jurídica. — 54. Sociedades Civiles y
sociedades mercantiles. —55. El contrato de sociedad. — 56. Especies y
clasificación de las sociedades. — 57. Personalidad jurídica de las so-
ciedades.-58

54. EL COMERCIANTE PERSONA JURÍDICA. — En capítulos anteriores nos


ocupamos del comerciante como persona física. En esta parte del curso lo
estudiamos como persona jurídica, y bajo el aspecto de sociedad
mercantil; o sea, como agrupamiento de individuos que persiguen fines
lucrativos y a quienes la ley reconoce y protege. Este estudio nos lleva al
planteamiento y solución de las siguientes cuestiones: a) Causas que
originan las sociedades mercantiles; b) A qué obedece su organización
jurídica, y c) Papel que desempeñan en la vida de los negocios.
Contestando la primera cuestión encontramos que el comerciante
aislado es incapaz, en la mayoría de los casos, de actuar con éxito en el
mecanismo de la vida económica moderna. Esto se debe a sus propias
limitaciones; pues carece, por una parte, de los recursos suficientes para
significar una fuerza frente a las grandes concentraciones de capitales,
que son las actuales empresas mercantiles, y, por otra, el comerciante por
sí solo resulta víctima del poder económico, la organización y la técnica de
dichas empresas. Es necesario, entonces, si aquél no quiere circunscribirse
a los límites de un modesto negocio, que busque la colaboración ajena,
que se vincule a otros individuos, que llegue a un acuerdo de voluntades y
que, sobre bases comunes de orden económico, jurídico y social organice
su capital así como sus esfuerzos para alcanzar las finalidades lícitas y
lucrativas que se proponga. Es así como de la insuficiencia individual del
comerciante, de su propia necesidad de vivir y el deseo de acrecentar sus
negocios nacen las personas jurídico-mercantiles.
Lo anterior pone en claro cómo son sus propias deficiencias las que
obligan al comerciante a organizarse colectivamente, ya que aislado sería
impotente para realizar las empresas de naturaleza económica que exige
el desarrollo He la vida moderna.
EL COMERCIANTE COMO PERSONA JURIDICA

Lo dicho nos lleva a la contestación de la segunda cuestión que nos


planteamos: ¿A qué obedece la organización jurídica de las personas co-
lectivas de carácter mercantil? Es indudable que quienes se asocian para
crearlas deben quedar debidamente protegidos en sus intereses
personales; de otra suerte, toda la estructura económica del país se
resentiría gravemente. Es necesario, además, que los derechos de los
socios se precisen y protejan, y que el cumplimiento de sus obligaciones
pueda, en cualquier momento exigirse, garantizando su cumplimiento. Se
necesita entonces, que la ley intervenga como un elemento rector,
organizador, protegiendo en sus derechos e intereses, tanto a los
individuos que integran la persona jurídico-mercantil como a ésta misma.
Es el deseo de la ley garantizar a los socios en sus aportaciones, proteger
a la persona moral que estos crean y salvaguardar los intereses de la
sociedad en general.
En la vida de los negocios las personas jurídicas desempeñan un papel
tan relevante que no es posible acometer ninguna empresa de importan-
cia, ya comercial, ya industrial, si ésta no se planea sobre la base de una
sociedad de naturaleza mercantil. El papel del empresario individual cede
cada día más frente al del empresario colectivo. Las sociedades mercan-
tiles desempeñan un papel de primera importancia dentro de la organi-
zación del comercio moderno, sin ellas no sería posible la formación de
los grandes capitales, necesarios para el desarrollo de la industria, las
comunicaciones, las obras públicas, etc.
55. SOCIEDADES CIVILES Y SOCIEDADES MERCANTILES.—Antes de establecer la
distinción entre las sociedades civiles y las mercantiles, recordemos lo que
es una persona jurídica pues teniendo claro este concepto nos será fácil
distinguir unas de otras. Las personas jurídicas son agrupamientos de
individuos, que tienen finalidades e intereses lícitos y comunes, y a
quienes ia ley reconoce y protege.
Las personas jurídicas se agrupan en dos grandes categorías: personas
jurídicas de derecho público y personas jurídicas de derecho privado. Las
primeras son creadas por el Estado para satisfacer intereses de orden
social. Las segundas se deben a la voluntad de los particulares, quienes las
crean persiguiendo finalidades de naturaleza privada. Es precisamente
dentro de esta segunda categoría, donde deben incluirse las sociedades
civiles, las sociedades mercantiles y las asociaciones. A ellas nos vamos a
referir a continuación.
Principiando por las asociaciones, diremos que éstas son
agrupamientos de personas que convienen en reunirse, de manera que
no sea enteramente transitoria, para realizar un fin común, que no esté
prohibido por la ley y que no tenga carácter preponderantemente
económico (art. 2670

SOCIEDADES CIVILES Y SOCIEDADES MERCANTILES

G. Gvíl . Ejemplos: Las asociaciones de beneficencia, las recreativas


culturales.
L_ sociedades civiles son agrupamientos de personas en las que los se
obligan a combinar sus recursos y sus esfuerzos para la realiza- z¿ un fin
común de c-arácter preponderantemente económico; pero constituye
una especulación comercial (art. 2688 del C. Civil). I una sociedad creada
para adquirir terrenos y construir casas
--- para sus socios. El fin que ésta persigue es preponderante-
económico; pero no lucrativo antes de continuar, distinguir la asociación
de la sociedad civil
* Ésa de la sociedad mercantil.
En el primer caso, o sea en el de la asociación, encontramos como dato el
hecho de que los asociados no persiguen al crear la fina- StKte
económicas, ni menos lucrativas; sus fines son desinteresados. En
- ser^r-io caso ocurre lo contrario, pues los socios que forman la socie-
sad cr.íl sí persiguen fines económicos, aunque no lucrativos.
Er. 1c relativo a la sociedad mercantil debemos entender que ésta = -i
reunión de varias personas, que se obligan mutuamente a combinar
recursos o sus esfuerzos para la consecución de un fin común, lícito, íe
carácter lucrativo y que adopta para su constitución alguna de las ' -— —
establecidas por la ley. Esta definición nos permite distinguir la socedad
civil de la mercantil. A este respecto notamos que, en tanto JÍS sociedades
civiles no persiguen un fin lucrativo, las mercantiles, sí lo persguen./Yor
otra parte, en tanto que la ley no señala formas especiales rejn .2?
sociedades civiles, las mercantiles siempre deben constituirse de acuerdo
con las formas prescritas por la propia ley, ante notario público e
inscribirse en el Registro de Comercio.
56. EL CONTRATO DE SOCIEDAD. — Las sociedades, tanto civiles como
mercantiles, son contratos. A este respecto recordemos que un contrato Í:
■:'. convenio que crea, transfiere o modifica derechos y obligaciones,
• no : curre otra cosa en las sociedades, en que las partes (socios) unen
voluntades para crearse obligaciones y derechos.
De acuerdo con lo anterior podemos definir la sociedad mercantil como
— contrato, aplicándole la misma definición que dimos para la sociedad
civil, excepto en su última parte negativa. Así diremos que la sociedad que
nos ocupa es un contrato por el que varias personas convienen en uxir sus
aportaciones, combinando sus recursos o sus esfuerzos para la realización
de un fin común y lucrativo. Se dijo ya, que el contrato de sociedad debe
levantarse ante notario y registrarse debidamente y que sólo aá la
sociedad alcanza su plena existencia jurídica.
ESPECIES y CLASIFICACIÓN DE LAS SOCIEDADES
Los elementos de este contrato como los de cualquier otro son cuatro:
a) El consentimiento o voluntad de las partes; b) El objeto, materia del
contrato; c) El fin que ie persigne, y d) La forma exigida por la ley.

57. ESPECIES Y CLASIFICACIÓN DE LAS SOCIEDADES. —La ley de Sociedades


Mercantiles (de 28 de julio de 1934) a la que habremos de referirnos
constantemente en esta parte del curso, reconoce las siguientes especies
de sociedades:
I. Sociedad en nombre colectivo;
II. Sociedad en comandita simple;
III. Sociedad de responsabilidad limitada;
IV. Sociedad Anónima;
V. Sociedad en Comandita por acciones, y
VI. Sociedad cooperativa (art. 1" de la ley de S. M.}.
Además de las anteriores, existen las sociedades de Responsabilidad
Limitada de Interes Público, regidas por una ley especial.
Cualquiera de las sociedades a que se refieren las cinco primeras frac-
ciones del artículo que se transcribe pueden constituirse como de capital
variable. En cuanto a la cooperativa es por su propia naturaleza, de capital
variable.
Para facilitar el estudio de las sociedades éstas se han clasificado aten-
diendo a varios criterios; señalaremos las clasificaciones más comunes,
que derivan de las disposiciones de la ley.
En primer termino y atendiendo a la responsabilidad de los socios,
tenemos las sociedades de personas y las sociedades de capitales;
después y por la mutabilidad de su capital, las sociedades de capital fijo y
las sociedades de capital variable; y finalmente, atendiendo a la forma que
adoptan, las, contenidas en el artículo primero de la ley, ya transcrito.
Las sociedades son de personas cuando en su constitución prepondera
el elemento personal sobre el elemento patrimonial o, en otras palabras,
cuando la organización y el crédito de la sociedad descansan sobre la
confianza que los terceros otorgan a la persona de los socios que la inte-
gran, pasando a un segundo termino el capital que éstos aportan.
En las sociedades de capitales ocurre lo contrario, el elemento pre-
ponderante es la aportación de los socios y el secundario, la persona de
los mismos.
Son sociedades de personas: la colectiva, la cooperativa y la comandita
simple. Son sociedades de capitales: la anónima y la comandita por
acciones. Es un tipo intermedio entre las sociedades de personas y las de
capitales, la de responsabilidad limitada.

PERSONALIDAD JURIDICA DE LAS SOCIEDADES

En las sociedades de personas la responsabilidad económica de los


socios no se limita al importe de sus aportaciones sino que se extiende su
patrimonio individual. En consecuencia los socios responden de ¡ as
obligaciones de la sociedad no sólo con sus aportaciones a la misma fin:
hasta con su propio patrimonio. Esto es lo que se llama responder
:hrrLi>adámente. La responsabilidad es, además, solidaria entre los socios.
En ¡as sociedades de capitales las cosas no ocurren así pues los socios
tienen una responsabilidad limitada. Esto quiere decir que aquéllos
responden únicamente hasta el importe del capital que han suscrito y
dicha responsabilidad no es solidaria. Por ejemplo: si Pedro suscribe en
una Sociedad Anónima una acción por mil pesos, la responsabilidad de
éste se contrae a dicha suma, no importando la cuantía de las
obligaciones por las que la sociedad tenga que responder.
Lo dicho pone de manifiesto la importancia que tiene para los terceros
y para los propios socios la responsabilidad que comentamos y que ha
dado origen a la clasificación anterior.
La segunda clasificación de las sociedades es la que las agrupa en so-
ciedades de capital fijo y sociedades de capital variable. En el primer caso
es necesario para aumentar o disminuir el capital social hacer una
modificación al pacto (escritura constitutiva y sus anexos); en el segundo
caso el capital puede aumentarse o disminuirse sin necesidad de
modificar el pacto. En toda sociedad de capital variable debe existir un
capital mínimo, que es fijo o rígido.
La clasificación de las sociedades en cuanto a la forma que éstas pue-
den adoptar quedó precisada cuando enumeramos los diversos tipos de
sociedades reconocidas por el artículo primero de la ley.
58. PERSONALIDAD JURÍDICA DE LAS SOCIEDADES. —Toda sociedad mercantil
goza de personalidad jurídica, distinta de la de las 'personas físicas que la
integran. Dicha personalidad deriva del cumplimiento de los requisitos
que la propia ley fija para la constitución de las sociedades. Estos
requisitos podemos sintetizarlos en la siguiente forma: a) Adopción de
alguna de las formas previstas por el artículo primero de la ley; el solo
hecho de cumplir con este requisito le da a la sociedad el carácter
comercial; b) Constitución de la sociedad en escritura pública ante notario,
cualquier modificación al pacto social debe hacerse también en la misma
forma; c) Inscripción de la sociedad en el Registro de Comercio. Este
último es el requisito que realmente da a la sociedad su personalidad. Las
sociedades mercantiles, dice la ley, inscritas en el Registro de Comercio
tienen personalidad jurídica distinta de la de los socios. Salvo el caso de
las sociedades ilícitas, no podrán ser declaradas nulas las PERSONALIDAD
JURÍDICA DE LAS SOCIEDADES
Sociedades inscritas en el Registro Público de Comercio (art. 2' de la Ley
de S. M.).
La inscripción en el Registro de la escritura constitutiva de una so-
ciedad y la de sus reformas se hace a través del siguiente procedimiento:
se formula la solicitud respectiva ante el Juez de Distrito o ante el Juez de
Primera Instancia con jurisdicción en el domicilio de la sociedad,
acompañándose con todos- los documentos conducentes
(fundamentalmente el acta constitutiva de la sociedad). El juez da vista de
la solicitud al Ministerio Público por el término de tres días, y luego que
éste contesta la vista, cita para una audiencia dentro de los tres días
siguientes, en la que se reciben pruebas y se dicta la resolución
ordenando o negando el registro. Contra la resolución del juez los
interesados pueden interponer el recurso de apelación dentro del término
de tres días, el cual se decide en una audiencia en la que el apelante debe
expresar los agravios que le causó la resolución del juez, pronunciándose
a continuación el fallo correspondiente.
Una vez que la resolución ha causado ejecutoria el Registrador en vista
de dicha resolución debe proceder a efectuar el registro de la sociedad. Es
en este momento cuando ésta adquiere su personalidad jurídica (artículos
260, 261, 262, 263 y 264 de la Ley de S. M.).
Según el procedimiento descrito, "el nacimiento de la personalidad
jurídica en las sociedades deriva de un acto de voluntad cLsl Estado, cuya
emisión está condicionada al cumplimiento de las disposiciones de
orden público de la ley, relativas a la constitución de las sociedades"
(Exposición de motivos de la ley). Las citadas disposiciones de orden
público son las que ya antes hemos señalado.
Las sociedades mercantiles como toda persona jurídica actúan me-
diante representantes a quienes la ley llama administradores, los cuales
pueden Finalizar todas las operaciones inherentes al objeto de la
sociedad, salvo lo que expresamente establezca la ley y el contrato social
(art. 10 de la ley de S. M.).
Como consecuencia de su personalidad jurídica las sociedades mer-
cantiles poseen los siguientes atributos: un nombre, un domicilio, un pa-
trimonio y una nacionalidad.
CAPITULO IX
EL CONTRATO DE SOCIEDAD MERCANTIL
Elementos del contrato de Sociedad. — 59. La voluntad de las partes. —
60. El objeto, materia del contrato. — 61. El fin del contrato de Sociedad.
— 62. La forma del contrato de Sociedad. — 63. Requisitos del contrato
de Sociedad.-64

59. ELEMENTOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD. — Hemos dicho que la


Sociedad es un contrato por el que varias personas convienen en unir sus
aportaciones, combinando sus recursos o sus esfuerzos para La conse-
cución de un fin común y lucrativo. También dijimos que este contrato
está integrado por los siguientes elementos: a) Agrupamientos de perso-
nas que unen sus voluntades (consentimiento) para la realización de un fin
común; b) Aportaciones de dichas personas, en bienes o esfuerzos, para
alcanzar una finalidad prevista (previamente señalada); c) Fin del contrato;
es decir, propósito de orden económico y lucrativo que se persigue con la
celebración del propio contrato; d) Forma legal que debe dársele. En
palabras más breves: los elementos del contrato de sociedad son cuatro:
a) Voluntad o consentimiento; b) Objeto, materia del contrato; c) Fin, y d)
Forma.
A continuación haremos una breve explicación de los citados ele-
mentos.
60. LA VOLUNTAD DE LAS PARTES. —El primer elemento para que un
contrato exista es el consentimiento o voluntad de las parte?, que in-
tervienen en su celebración. En el caso del contrato de sociedad éste se
forma y, en consecuencia, la persona jurídica a la que da origen nace en
virtud del mutuo acuerdo de las partes (personas físicas, socios). Estos (los
socios) merced a una manifestación de su voluntad, pone en común
(aportan) sus recursos o sus esfuerzos para la integración de la sociedad
(ente jurídico) y para la consecución de los fines comunes y lucrativos, que
con su organización se persiguen.
Las partes aportan en el momento de celebrar el contrato o poste-
riormente, en el caso de ingresar a la sociedad después de la creación de
EL OBJETO, MATERIA DE CONTRATO

esta, sus bienes o sus esfuerzos. Al conjunto de éstos se le denomina


aportación. Una vez que la aportación se ha realizado, el sujeto de la
misma adquiere la categoría de socio.
Es requisito para quienes intervienen con categoría de socios en la
celebración de un contrato de sociedad, que tengan capacidad legal. En
lo relativo a esta cuestión se aplican las normas generales que rigen esta
materia (ver el capítulo II de la tercera parte de este libro).
Agregaremos que el concepto mismo de sociedad exige que para que
ésta exista se reúna un número mínimo de socios, que la ley determina en
su mínimo o en su máximo; pero que debe ser de dos o más.
El elemento personal es esencial en determinadas sociedades que se
integran en atención a la responsabilidad del socio, que no se limita al
importe de su aportación, sino que trasciende hasta su patrimonio indi-
vidual y, en consecuencia, se dice que su responsabilidad es ilimitada. En
cambio el elemento personal es secundario en las sociedades llamadas de
capitales en las que la responsabilidad de los socios se extingue cuando
han exhibido el importe de su aportación, sin que aquélla (la responsa-
bilidad) trascienda, como regla, a su patrimonio individual, ni se solidarice
el socio con los otros.
61. EL OBJETO, MATERIA DEL CONTRATO. —Todo contrato tiene un objeto,
que no es sino la materia del mismo. El objeto puede ser una cosa o un
hecho.
En el contrato de sociedad entendemos por objeto del mismo, las
cosas que los socios se comprometen a dar, sea en especie o en dinero, o
los hechos que se obligan a realizar, que no son sino la prestación de su
propia actividad; es decir, su fuerza de trabajo. Al conjunto de los bienes o
esfuerzos con que contribuyen los socios se les llama aportación.
Al acto jurídico en virtud del cual una persona se compromete hacer
una aportación de bienes o de servicios a la sociedad se le llama suscrip-
ción. La suscripción es, en consecuencia, un contrato en virtud del cual la
persona adquiere una obligación para con la sociedad.
La suma de las suscripciones de los socios forma lo que se denomina
capital social. Las suscripciones pueden pagarse en una o varias exhibi-
ciones. En consecuencia, el capital puede estar formado por las exhibicio-
nes totalmente pagadas o por las exhibiciones parcialmente pagadas y
por el derecho para exigir las no cubiertas.
62. EL FIN DEL CONTRATO DE SOCIEDAD.—Ya se ha dicho que por fin del
contrato de sociedad debe entenderse el propósito económico que
persiguen las partes y que se traduce en una participación en las utili-

REQUISITOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD

dad¿: v derivadas del contrato mismo. Se trata, pues, de un


fin no sólo pr¿ponderantemente económico, sino además lucrativo. Es
decir. para .a realización de una ganancia o beneficio que no está
proporcionado al trabajo desarrollado o al capital invertido y que es
precisa- mente lo que caracteriza a los actos mercantiles. Por otra parte, el
fin que los socios persiguen debe ser común, ya que de otra suerte la
existencia de la sociedad sería imposible. El fin debe ser, además lícito, es
decir, conforme a la ley pues de lo contrario equivaldría a la nulidad de la
sociedad, de acuerdo con las normas generales sobre esta materia.
Para finalizar el examen de este elemento de la sociedad señalaremos
brevemente lo que entendemos por duración de una sociedad mercantil.
El lapso que media entre su constitución y su disolución y durante el cual
los socios se comprometen a mantener en el patrimonio social sus
aportaciones, se llama duración.
Las sociedades se constituyen normalmente para vivir por tiempo in-
definido pues no hay disposición legal que fije un plazo máximo o mínimo
para su duración, excepto en el caso de algunas sociedades especiales en
las que la ley fija, por ejemplo, veinticinco, cincuenta o cien años de
duración.
63. LA FORMA DEL CONTRATO DE SOCIEDAD.—Por forma del contrato de
sociedades debemos entender el conjunto de solemnidades o for-
mcJidades legales que d¿be revestir el contrato que da origen a la socie-
dad, para convertir a ésta en un ser o individualidad jurídica.
Las solemnidades a que antes se hace mención son las siguientes:
a Que la sociedad se constituya en escritura pública ante notario, y
b Oue se inscriba en el Registro Público de Comercio.
Los requisitos formales del contrato de sociedad consisten, entonces,
en hacer constar dicho contrato, así como sus modificaciones, si la# hay,
en escritura pública. Señalamos, así mismo, como otro requisito de
existencia de la sociedad su inscripción en el Registro Público de
Comercio.
64. REQUISITOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD. — A continuación exa-
minaremos los requisitos que conforme a la ley debe llenar la escritura o
pacto constitutivo. Estos pueden dividirse para su estudio en dos grupos:
a) Requisitos de esencia o de fondo, y
b) Requisitos secundarios.
Los requisitos de esencia o de fondo son los siguientes:
a) El nombre;
b) El domicilio;
c) El patrimonio;

REQUISITOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD


d) El fin, y
e) La duración de la sociedad.
Los requisitos, que hemos llamado secundarios son:
a) El sistema de administración y nombramiento de administradores;
b) El sistema de distribución de utilidades y pérdidas;
c) La integración del fondo de reserva;
d) Las causas de disolución, y
e) El sistema de liquidación y nombramiento de liquidadores.
A los primeros se Ies llama de fondo o de esencia porque sin ellos
ningún notario puede otorgar la escritura, ni el registrador puede hacer la
inscripción que exige la ley.
A los segundos se Ies llama secundarios no porque pueda prescindirse
de ellos al celebrarse el pacto social sino porque no es esencial que se
establezcan en el mismo pues de acuerdo con la ley en el caso que se
omitan se suplen aplicando las disposiciones relativas, que la propia ley
establece.
Cuando el contrato social no se ha otorgado en escritura ante notario;
pero sí tiene los requisitos que hemos llamado esenciales, cualquiera de
los socios puede pedir en la vía sumaria el otorgamiento de la escritura
correspondiente (art. 7* de la Ley de Soc. Mere.).
Requisitos de esencia. Señalados los requisitos esenciales que debe
contener el pacto social pasaremos a enumerarlos en lo particular.
En la escritura constitutiva debe hacerse constar la razón social o la
denominación de la sociedad. Asimismo se harán constar los nombres de
las personas físicas o morales que constituyen la sociedad. En la escritura
constató, también, el domicilio social así como el domicilio de los socios.
El importe del capital social es otro de los requisitos esenciales que deb^
contener el pacto (art. 69, fracs. I, III, V y VII de la Ley de Sociedades
Mercantiles).
Es de notarse que todos los requisitos mencionados no son sino los
atributos de la personalidad, nombre, domicilio y patrimonio. El estado
civil de la sociedad queda reducido a la nacionalidad y su estudio es
importante, tratándose de sociedades extranjeras.
Patrimonio. Por ser el patrimonio uno de los requisitos que implica
mayor interés lo examinaremos con más amplitud.
En la escritura debe consignarse no precisamente el patrimonio sino el
capital; aunque éstos originalmente coinciden no deben confundirse. El
patrimonio es el conjunto de bienes positivos y obligaciones que posee la
sociedad o, en otras palabras, el conjunto de deredhos y obligaciones de
la sociedad apreciables en dinero. El patrimonio social no es estable,
cam-REQUISITOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD
bia continuamente de acuerdo con las alzas y bajas d^ las operaciones
sociales. El capital, en cambio, es la suma de las suscripciones de los so-
cios; ya sea que éstas se encuentren exhibidas en parte o bien que sólo
exista el derecho para exigirlas. El capital, al contrario del patrimonio,
permanece invariable en tanto no varíe el número de socios do se
modifique el monto de sus obligaciones.
El haber social se integra por el capital más todos los bienes que la
sociedad va adquiriendo durante el desarrollo de su vida. En primer tér-
mino los fondos de reserva y previsión y después todas las utilidades que
aquélla obtenga por cqalquier concepto.
Conforme a las ideas expresadas más arriba, el capital viene a ser el
conjunto de aportaciones de los socios; el haber es el capital más todas las
sumas de bienes que la sociedad adquiere durante su existencia y el
patrimonio es el haber más las obligaciones contraídas por la sociedad.
Va señalamos que al constituirse la sociedad, lo que debe hacerse
constar en la escritura es el capital y no el patrimonio.
Esto lo hacemos notar porque en la generalidad de los casos la so-
ciedad a! iniciar sus operaciones no tiene cargos (concepto negativo del
patrimonio y sí, en cambio, posee las prestaciones de dar a que se obligan
lo? socios y cuya suma forma el capital social.
La ley establece la protección del capital social, que es una garantía
para quienes contratan con la sociedad, mediante normas que no quedan
al arbitrio de los socios. La ley ordena, en consecuencia, que la reducción
del capital social no puede efectuarse sino después de publicarla por tres
veces en el periódico oficial de la entidad federativa en la que tenga su
domicilio la sociedad, con intervalos de diez días. Asimismo, dispone la ley
que los acreedores de la sociedad podrán oponerse ante la autoridad
judicial a dicha reducción que no se llevará a cabo hasta que no se
paguen o garanticen los créditos de los opositores, o no* se dicte
sentencia que declare infundada la oposición (art. 9' de la Ley de So-
ciedades Mercantiles).
También y con la misma finalidad de proteger al capital la ley prohibe
que se repartan utilidades antes de verificado el balance que efecti-
vamente las arroje, en el concepto de que las que se repartan nunca
podrán exceder del monto de las que realmente se hubieren obtenido.
La ley también dispone, que en la escritura deberá constar la expresión
de lo que cada socio aporte en dinero o en otros bienes así como el valor
atribuido a éstos (art. 69, frac. VI de la Ley de Soc. Mere.).
Los actos jurídicos mediante los cuales los socios se comprometen a
hacer una aportación, pagándola posteriormente se denomina
suscripción y exhibición
REQUISITOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD

La suscripción es, en consecuencia, el acto mediante el cual el socio se
compromete a hacer a la sociedad una aportación en dinero, en especie o
en servicios, y la suscripción es el acto mediante .el cual el socio paga total
o parcialmente la obligación contraída mediante la suscripción.
La suscripción y la exhibición pueden ser concomitantes; es decir, el
socio al comprometerse a realizar una aportación puede pagar en el mis-
mo momento de obligarse o bien, pagar parte de su aportación y diferir,
de acuerdo con la sociedad, el pago del resto de su obligación, o bien,
cubrir ésta en varias exhibiciones parciales.
Ya dijimos que en la escritura debe constar el importe del capital y la
aportación de cada socio, agregaremos que, cuando el capital es variable
debe expresarse esta circunstancia, indicándose el capital mínimo o
invariable (art. 6% frac. VI de la Ley de Soc. Mere.).
El capital durante la vida de la sociedad puede aumentarse o dismi-
nuirse, observándose los requisitos legales. La reducción del capital debe
publicarse oficialmente y a ella pueden oponerse los acreedores de la
sociedad, separada o conjuntamente, siguiendo el procedimiento que se-
ñala la ley (art. 9' de la Ley de Soc. Mere.).
Fin y duración. Otro de los requisitos esenciales que debe contener el
pacto es el fin perseguido por la sociedad y que la ley impropiamente
llama objeto (frac. II del art. 6P de la Ley de Soc. Mere.). El citado fin. según
expresamos con anterioridad constituye el conjunto de actividades a que
la sociedad habrá de dedicarse y debe ser: común, lícito, prepon-
derantemente económico y lucrativo o, en otras palabras, debe constituir
un negocio o acto de comercio. El acto o los actos a que hacemos refe-
rencia y que la sociedad se propone realizar deben expresarse en el pacto,
ya en forma concreta, ya de un modo amplio.
Finalmente, agregaremos que la duración es el lapso que la sociedad
habrá de vivir y equivale al tiempo durante el cual los socios se com-
prometen a mantener en ella sus aportaciones.
La ley no fija plazo alguno para la duración de las sociedades, salvo el
caso, ya lo dijimos, de sociedades especiales como las de crédito y las de
fianzas en las que se señalan términos para la vida de éstas.
Requisitos secundarios. Ya señalamos cuáles son los requisitos secun-
darios que el pacto social debe contener, dijimos, también, que les lla-
mamos así no porque pueda prescindirse de su cumplimiento, sino
porque no es necesario expresarlos en el pacto pues su omisión puede
suplirse mediante las disposiciones establecidas por la ley.
Señalaremos nuevamente que. dichos requisitos son: a) El sistema de
administración y el nombramiento de administradores; b) El sistema
EXQUISITOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD 411

distribución de utilidades y pérdidas; c) La integración del fondo de
reserva; d) Las causas de disolución, ye) El sistema de liquidación y
nombramiento de liquidadores.
El estudio de cada uno de los anteriores requisitos debe ser motivo ce
un capítulo especial; pero adelantaremos unas breves ideas acerca de
cada uno de ellos.
El sistema de administración y el nombramiento de <administra- - - res.
La fracción IX del art. 69 de la ley que comentamos estatuye, el requisito a
que hacemos referencia y la designación de los que han de ir la firma
social. La ley establece al entrar al estudio que cada tipo de sociedad cuál
ha de ser la forma de su administración.
b El sistema de distribución de utilidades y pérdidas. El sistema para
repartir las utilidades y pérdidas está reglamentado en forma ge- neral
por los artículos 16 a 22, inclusive de la ley. Además en el caso de cada
sociedad en particular la ley estatuye cómo debe hacerse la partición.
La distribución de las ganancias o pérdidas entre los socios capitalistas
je hará en forma proporcional a sus aportaciones. A los socios industriales
corresponderá la mitad de las ganancias. Estos no reportarán pérdidas.
Si hubiere pérdidas el capital social deberá ser reintegrado o reducido
antes de repartir utilidades.
La repartición de utilidades sólo podrá hacerse después del balance
que efectivamente las arroje.
c La integración del fondo de reserva. La fracción XI del artículo 6- de la
ley establece la obligatoriedad de este fondo. Consiste en la obligación
que tiene la sociedad, como una medida, de previsión, en los ejercicios
que arrojen utilidades de separar una porción de éstas con la que debe
formarse una cantidad o f.ondo, que pueda servir pftra hacer frente a una
mala situación. El art. 20 de la ley dispone que de las utilidades netas de
toda sociedad deberá separarse anualmente el cinco por ciento, como
mínimo, para formar el fondo de reserva, hasta que importe la quinta
parte del capital social.
d Las causas de disolución. La ley establece las causas generales de
disolución de una sociedad en la siguiente forma:
: Por expiración del término fijado en el contrato social; b Por
imposibilidad de seguir realizando el objeto principal de la >:~:edad o por
quedar éste consumado; c Por acuerdo de los socios;
d Porque el número de accionistas llegue a ser inferior al que la ley
establece, y
412 REQUISITOS DEL CONTRATO DE SOCIEDAD
e) Por la perdida de las dos terceras partes d?l capital social (artículo 229
de la Ley de Soc. Mere.).
e) El sistema de liquidación y nombramiento de liquidadores. Una vez
que la sociedad ha quedado disuelta debe ponerse en liquidación, es
decir, seguir todos los procedimientos necesarios para realizar los bienes
que forman el patrimonio social, pagar los créditos que en su contra
hubiere y distribuir el haber social conforme el pacto lo ordene o de
acuerdo, en su defecto, con las disposiciones legales (Derecho Mercantil.
—Angel Caso)..
La liquidación estará a cargo de uno o más liquidadores, quienes serán
representantes legales de la sociedad y responderán de los actos que
ejecuten excediéndose de los limites de su encargo (art. 235 de la Ley de
Soc. Mere.).
La liquidación se practicará de acuerdo con lo estipulado en el pacto
social, o con la voluntad de los socios en el momento de acordarse la
disolución o de acuerdo con las disposiciones generales de la ley.
La sociedad no pierde su personalidad jurídica, aun después de di-
suelta pues ésta subsiste para los efectos de poder realizar su activo y su
pasivo ya que si la persona jurídica desapareciere es lógico entender que
no habría ente jurídico que pudiera realizar todos los actos que exige la
propia liquidación.

CAPITULO X
EL CONTRATO DE SOCIEDAD MERCANTIL (REQUISITOS SECUNDARIOS
DEL CONTRATO). CONTINUACION
El sistema de Administración. — 65. El sistema de distribución de
utilidades. — 66. La integración de los fondos de Reserva y Previsión. —
67. Las causas de disolución. — 68. El sistema de liquidación- 69

65. EL SISTEMA DE ADMINISTRACIÓN. — Ya en el capítulo precedente


indicamos que uno de los requisitos secundarios del contrato o pacto
social es la forma de administrar la sociedad y que dicha forma debe
constar en el pacto de acuerdo con lo dispuesto por la ley. Esta en su
artículo 6?, fracción IX, dispone que en la escritura constitutiva debe
constar el nombramiento de los administradores y la designación de los
que han de llevar la firma social.
Lo anterior significa que en toda Sociedad mercantil la representación
de ésta comprende a uno o más administradores, quienes deben realizar
todas las operaciones que constituyen el objeto de la Sociedad de
acuerdo con lo determinado en los estatutos. En esta forma administran
los bienes que constituyen el patrimonio social.
La persona jurídica Sociedad, no podría actuar por sí misma si no
existiera un órgano de representación, que la gobernase y, a la vez, res-
pondiese, ante los terceros, de las obligaciones contraídas por la propia
Sociedad. Este órgano de representación está integrado por los adminis-
tradores. Ahora bien, los administradores son nombrados siguiendo un
sistema democrático al que más adelante vamos a referirnos.
Según el artículo 10 de la Ley de Soc. Mere, la representación de toda
Sociedad Mercantil corresponde a un administrador o administradores,
quienes podrán realizar todas las operaciones inherentes al objeto de la
Sociedad, salvo lo que expresamente establezcan la ley y el Contrato
Social. Ahora bien, los administradores, decíamos antes, que son
nombrados, siguiendo un principio democrático, puesto que su represen-
tación radica, primordialmente, en la Asamblea, que es el órgano su-
premo de la Sociedad. La Asamblea, llamada de socios o accionistas, y a
EL SISTEMA DE DISTRIBUCION DE -UTILIDADES Y PERDIDAS
quien la ley así denomina, tiene facultades para acordar y modificar todos
los actos y operaciones de la Sociedad y sus resoluciones serán cumplidas
por la persona que ella misma designe, o a falta de designación por el
administrador o consejo de administración (art. 178 de la Ley de Soc.
Mere.).
Como consecuencia de lo anterior, se nota claramente que el sistema
de administración de una sociedad radica, principalmente, en la asamblea
y después en el administrador o administradores designados por la propia
asamblea. Estos últimos, como antes dijimos, deben realizar las
operaciones que constituyen el fin de la sociedad de acuerdo con la
escritura social y los estatutos.
Los estatutos de una Sociedad son las normas establecidas por el ar-
tículo 6" de la Ley de Sociedades Mercantiles y las demás disposiciones
que en el pacto se establezcan. Los estatutos son la ley fundamental de la
Sociedad y éstos pueden modificarse sólo mediante acuerdo de la
asamblea.
Además de la asamblea, que ya explicamos que es el órgano supremo
de la Sociedad y a quien pudiéramos atribuir, asimismo, funciones legis-
lativas, y de los administradores que constituyen un órgano ejecutivo,
existe, además, un tercer organismo social llamado, de acuerdo con cada
especie de sociedad, interventor, consejo de vigilancia o comisario, según
se trate de sociedades de personas o de capitales.
Al hablar de cada sociedad en lo particular haremos mención a este
organismo que tiene por objeto inspeccionar todos los actos de los ad-
ministradores para cerciorarse de que éstos se ajusten a lo establecido por
los estatutos por el pacto y por las leyes en general. En caso de que tal
cosa no ocurra el vigilante o comisario, en su caso, darán cuenta a la
asamblea de las infracciones en que incurran los administradores para
que ésta juzgue conforme lo estime oportuno.
66. ÉLSISTEMA DE DISTRIBUCIÓN DE UTILIDADES Y PERDIDAS.
Porlo que sé refiere a la forma de distribuir las ganancias y las pérdidas
en las ^ociedá^es^ ampliaremos lo dicho en el Capítulo
anterior.ya^distribycii in de las ganancias o pérdidas entre los socios
capita-
■e en proporción a sus aportaciones. Al scfckijncjástrial le
corresponden la mitad de las ganancias y si fueren varios, esa mitad se
dividirá entre ellos por igual; y el socio o socios industriales no reportarán
las perdidas.
Cualquier estipulación en el sentido de excluir a uno o más socios de la
participación en las ganancias es nula.
La repartición de utilidades sólo podrá hacerse después del balance
que efectivamente las arroje, en el concepto de que las que se repartan,

LA INTEGRACIÓN DE LOS FONDOS DE RESERVA Y PREVISION

nunca podrán exceder del monto de las que- realmente se hubieren


obtenido (arts. 16, 17, 19 de la Ley de Soc. Mere.).
Las anteriores son las disposiciones generales sobre repartición de
pérdidas y ganancias; en cada sociedad en lo particular existen normas
que rigen esta cuestión.
Por lo que se refiere al capital social, si hubiere pérdida, éste deberá ser
reintegrado o reducido antes de hacerse la repartición o asignación de
utilidades (art. 18 de la Ley de Soc. Mere.).
Finalmente, la ley establece que los acreedores particulares de un socio
no podrán, mientras dure la Sociedad, hacer efectivos sus derechos, sino
sobre las utilidades que corresponden al socio, según el balance social y,
cuando se disuelva la Sociedad, sobre la porción que le correspondería en
la liquidación (art. 23 de la Ley de Soc. Mere.).
Es pertinente hacer notar que a partir del año de 1963 la Ley Federal
del Trabajo fue reformada por el Ejecutivo de la Unión en el sentido de
conceder a los trabajadores de las empresas una participación en las
utilidades de las mismas de acuerdo con las normas que la propia Ley
establece.
67. LA INTEGRACIÓN DE LOS FONDOS DE RESERVA Y PREVISIÓN. — El fondo de
reserva tiene particular interés por estar considerado por la propia ley
como un requisito secundario de la existencia de las sociedades.
Establece la ley que de las utilidades netas de toda sociedad deberá
separarse anualmente el cinco por ciento como mínimo para formar el
fondo de reserva, hasta que importe la quinta parte del capital social
(artículo 20 de la Ley de Soc. Mere.).
La escritura constitutiva de toda Sociedad debe llenar el requisito an-
terior (art. 6', frac. XI de la Ley de Soc. Mere.).
La finalidad del fondo de reserva es evitar que si la sociedad sufre
pérdidas como consecuencia de un mal ejercicio éstas tengan que reper-
cutir en el Capital Social, poniendo éste en peligro, "lo cual trac consigo la
necesidad de hacer una reducción del capital, que los socios o personas
extrañas hagan nuevas aportaciones o bien que la sociedad contraiga
deudas; cualesquiera de estas situaciones es deprimente para la
sociedad".
"Por ello, como una medida de previsión, la sociedad, en los ejercicios
que arrojan utilidades, debe separar una pequeña porción de éstas con la
cual podrá formarse una cantidad o fondo, para hacer frente a una mala
situación. La sociedad así constituida y funcionando de tal modo
proporciona a los extraños y a los socios mismos una garantía de
existencia por el cumplimiento probable de sus obligaciones futuras (De-
recho Mercantil.—Angel Caso).
CAUSAS DE LA DISOLUCION DE LA SOCIEDAD

"Así pues, no puede usarse el fondo de reserva para repartir propor-


cionalmentc a los Socios a guisa de utilidades (dividendos) cuando el
ejercicio no los arroja efectivamente, pues tales utilidades serán ficticias y,
por lo mismo, contrarias a lo prevenido por la ley; tampoco puede servir
para hacer un aumento de capital social, pues tal empleo lo privaría de
cubrir la finalidad para la que está adecuado: pagar las cargas sociales, sin
necesidad de tomar parte alguna del capital social" (Derecho Mercantil—
Angel Caso).
Por eso la ley dispone que: el fondo de reserva deberá ser recons-
tituido de la misma manera cuando disminuya por cualquier motivo y que
serán nulos de pleno derecho los acuerdos de los administradores o He
las juntas de socios o asambleas, que sean contrarias a la constitución del
fondo de que hablamos.
Como una sanción a los administradores que no tomen o reconstitu-
yan el fondo de reserva en la forma que la Ley establece, ésta dispone que
los administradores responsables quedarán ilimitada y solidariamente
obligados a entregar a la sociedad una cantidad igual a la que hubiere
debido separarse, quedando a salvo sus derechos para repetir contra los
socios por el valor de lo que entreguen cuando el fondo de reserva se
hallara repartido (arts. 20 y 21 de la Ley de Soc. Mere.).
Fondo de Previsión. El fondo de previsión tiene por objeto proteger
con mayor eficacia al capital social. Es costumbre en las sociedades crear
uno o varios fondos de previsión a los que se les da diversas finalidades;
pero cuya última, acabamos de señalar, es dar una mayor protección al
Capital Social.
Generalmente el fondo de previsión queda reglamentado por lo que el
pacto social determine.
Como antes señalamos, el fondo de previsión puede tener diversas fi-
nalidades. El licenciado Angel Caso, señala que: "Cuando el fondo de
previsión no está adecuado a una sola finalidad, de él puede tomarse para
hacer un pago de dividendos en el supuesto antes previsto; para hacer un
aumento de capital, en su caso; para cubrir gastos extraordinarios o
imprevistos y, en general, para servir como un medio de defensa del
fondo de reserva, directamente, y, en consecuencia, del capital social, de
una manera mediata."
68. CAUSAS DE DISOLUCIÓN DE LA SOCIEDAD.—Como todo contrato, el de
sociedad mercantil está sujeto a un término o fin. Las Sociedades
Mercantiles hemos visto que son personas jurídicas; pero estas personas
como ocurre con las personas físicas, nacen a la vida del derecho, viven
dentro de las normas del mismo y finalmente desaparecen. Ahora bien,
CAUSAS DE LA DISOLUCION DE LA SOCIEDAD
las personas jurídicas pueden extinguirse o desaparecer merced a una
disposición legal o a la voluntad de las personas físicas que las constituyen
(los socios).
Como consecuencia de lo anterior, la Sociedad Mercantil muere cuan-
do pierde su capacidad jurídica para el cumplimiento de los fiti¿s para los
que fue creada, esta pérdida de su capacidad puede obedecer, con«ó
antes se dijo, a una disposición legal o a un acuerdo de los socios, de ahí
que las causas de disolución pueden dividirse en dos órdenes: legales y
convencionales.
Conviene aclarar qae la existencia de una o varias causas de disolución
no ponen de inmediato fin a la vida de la Sociedad, sino que son el
principio de una serie de procedimientos legales que desembocan en una
etapa llamada liquidación. Es dccir, entre la perdida de su capacidad
jurídica y su liquidación existe un lapso en el que la Sociedad vive una
existencia, cuya finalidad es dar por terminados sus vínculos legales con
terceras personas, con sus propios socios y con estos entre sí.
Las causas de disolución de una Sociedad pueden dividirse en dos
especies, según ya se dijo: convencionales y legales.
Las causas convencionales se estipulan por el acuerdo común de los
socios, aunque la ley no las enumere en una forma expresa. Las causas
convencionales se estipulan, ya sea en la escritura social o,
posteriormente, por la asamblea de socios. Las causas legales, en cambio,
son las que la ley establece en forma expresa, ya sea comunes a todos los
tipos de Sociedades o bien reservadas a determinada especie de
sociedad.
Las causas voluntarias o convencionales de disolución son tan variadas
y numerosas, como las determinaciones de los socios manifestadas en el
pacto social o tomadas en las asambleas. La ley no hace sino reconocer su
existencia y extensión. En cambio, las que la ley prevé las anotaremos a
continuación, haciendo notar, que las podemos dividir en de?; grupos: las
generales, o sean las aplicables a todos los tipos de sociedades y las
especiales, aplicables a cada sociedad en particular.
Las causas generales de disolución, aplicables a todos los tipos de so-
ciedades las enumera la ley diciendo, que éstas se disuelven:
a) Por expiración del término fijado en el Contrato Social;
b) Por imposibilidad de seguir realizando el objeto principal de la
Sociedad o por quedar éste consumado;
c) Por acuerdo de los socios tomado de conformidad con el Contrato
Social y con la Ley;
d) Por la pérdida de una parte considerable del Capital Social,, que se
regula según el tipo de Sociedad (art. 229 de la Ley de Sociedades
Mercantiles).
EL SISTEMA DE LIQUIDACION

Las causas especiales son las que se aplican específicamente a cada


especie de Sociedad. A continuación nos ocuparemos de ellas:
La Sociedad en nombre colectivo se disuelve, salvo pacto en contrario,
por la muerte, incapacidad, exclusión; o retiro de uno de los Socios, o
porque el contrato social se rescinda respecto a uno de ellos.
En caso de muerte de uno de los socios, si los herederos manifiestan su
consentimiento la sociedad puede continuar, de lo contrario la sociedad
deberá entregar a los herederos la cuota correspondiente al socio difunto,
de acuerdo con el último balance aprobado (art. 230 de la Lev de Soc.
Mere.).
Las causas de disolución en la Sociedad en Comandita Simple son las
siguientes:
Porque las partes de interés se reúnan en una sola persona, siendo las
disposiciones'enumeradas para la disolución de la Sociedad en nombre
colectivo también aplicables a la Comandita Simple en lo que concierne a
los Comanditados (art. 231 de la Ley de Soc. Mere.). También es causa de
disolución el hecho de que el comanditado sea único.
"Con relación a la limitada, la ley comete la grave omisión de no
señalar causas especiales, pero nos es posible deducirlas del contenido de
la misma ley: porque las partes sociales se reúnan en una sola persona o
porque el capital social llegue a ser inferior a cinco mil pesos, pues aun
cuando la fracción V del art. 229 habla de pérdidas tan sólo de las dos
terceras partes del Capital Social, debemos tener presente la disposición
terminante, contenida en el art. 63: "El Capital Social nunca será inferior a
cinco mil pesos"... (Derecho Mercantil.-—Lic. Angel Caso).
Las causas de disolución de la Sociedad Anónima las estudiaremos con
su debida extensión después de estudiar cada una de las Sociedades en
particular.

69. EL SISTEMA DE LIQUIDACIÓN. —La liquidación de las Sociedades será


objeto de un estudio más completo en capítulo posterior; pfro vale la
pena adelantar algunas ideas acerca de esta serie de trámites que cons-
tituyen la liquidación propiamente dicha.
Por liquidación debe entenderse el conjunto de operaciones que tiene
por objeto dar término a la serie de negocios que fueron objeto de la
sociedad y que quedaron pendientes al extinguirse ésta.
El Lic. Rodríguez y Rodríguez en su tratado sobre las Sociedades
Mercantiles dice que por liquidación debemos entender: "Las operaciones
necesarias para concluir los negocios pendientes a cargo de la sociedad,
para cubrir lo que a la misma se le adeude, para pagar lo que el "EL
SISTEMA DE LIQUIDACION
deba, para vender todo el activo y transformarlo 'en dinero contante y
para dividir entre los socios el patrimonio que asi resulte."
En las palabras transcritas está expuesta en forma clara y precisadlo
que por liquidación debe entenderse.
Para finalizar estas cuantas ideas sobre la liquidación que posterior-
mente, como ya dijimos, ampliaremos, señalaremos que la Ley de So-
ciedades Mercantiles en sus arts. del 235 al 249, inclusive, establece el
sistema que debe seguirse para liquidar una Sociedad Mercantil.
La liquidación estará a cargo de uno o más liquidadores, que serán
representantes legales de la Sociedad (art. 235 de la Ley de Sociedades
Mercantiles).
Los liquidadores pueden ser nombrados en el mismo contrato social o
por acuerdo de los socios. Si por cualquier motivo el nombramiento de los
liquidadores no se hiciera en los términos que fija la ley, lo hará la
autoridad judicial en la vía sumaria, a petición de cualquier socio (artículo
236 de la Ley de Soc. Mere.).
Cuando los liquidadores sean varios estos deberán obrar conjunta-
mente.
Salvo el acuerdo de los Socios o las disposiciones del Contrato Social,
los liquidadores tendrán las siguientes facultades:
I. Concluir las operaciones Sociales que hubieran quedado pendientes al
tiempo de la disolución;
II. Cubrir lo que se deba a la Sociedad y pagar lo que ella deba;
III. Vender los bienes de la Sociedad;
IV. Liquidar a cada socio su haber social;
V. Practicar el balance final de la liquidación, que deberá someterse a la
discusión y aprobación de los socios, en la forma que corresponda,
según la naturaleza de la Sociedad.
«
El balance final, una vez aprobado, se deposita en el Registro Público
de Comercio;
VI. Obtener del Registro Público de Comercio la cancelación de la
inscripción del Contrato Social, una vez concluida la liquidación (art.
242 de la Ley de Soc. Mere.).
Como antes dijimos, posteriormente estudiaremos con mayor detalle
estas operaciones que ponen fin a la vida de las sociedades.

CAPITULO XI
LAS COSAS MERCANTILES
Generalidades. — 70. Concepto de la mercancía. — 71. El fondo de
comercio. —72. Las patentes. — 73. Las marcas, nombres y avisos comer-
ciales. — 74. Los buques. — 75. El dinero.

GENERALIDADES. — 70 Los actos que realiza el comerciante y cuyo


conjunto integra su actividad, recaen o tienen por objeto determinadas
cosas, mercancías, bienes muebles, inmuebles, créditos, etc.
Conviene recordar que las cosas son, en general la materia de las re-
laciones jurídicas. y, en consecuencia, los actos jurídicos mercantiles fre-
cuentemente tendrán como objeto o materia a las cosas; pero existen
dentro de la categoría general de las cosas algunas que son mercantiles
por su esencia; por ejemplo, los títulos a crédito, las marcas, las patentes,
etc.; a ellas nos vamos a referir en este capítulo.
Recordemos, también, que las cosas cuando son susceptibles de apro-
piación se denominan bienes, y que los bienes se clasifican para su
estudio en corpóreos e incorpóreos; fungibles y no fundibles; consumibles
y no consumibles; divisibles e indivisibles ; simples y compuestos
principales y accesorios; muebles e inmuebles.
Todas las clasificaciones anteriores tomadas del derecho civil son apli-
cables al derecho mercantil. Así por ejemplo, serán corpóreos los bienes
en dinero que posee el comerciante e incorpóreos los derechos que tenga
sobre el activo de su negociación; serán fungibles los bienes en dinero o
en semillas que forman su activo y no fungibles los objetos de arte, que
por ejemplo posee un anticuario en su tienda; serán consumibles los ví-
veres que almacena el comerciante y no consumibles las marcas de los
objetos que produce; serán, asimismo, divisibles las cargas de semillas
pertenecientes a la hacienda comercial y no divisibles los certificados de
depósito que acreditan la propiedad de dichos bienes, depositados en un
Almacén de Depósito; será simple el bien que forma parte de una uni-
versalidad (ver el capítulo sobre las cosas y los bienes.—Sección III.—
Tema del patrimonio) y compuesta la universalidad en sí misma. Por
CONCEPTO DE LA MERCANCÍA. FONDO DE COMERCIO

ejemplo: la oveja de un rebaño (bien simple) con relación al rebaño (bien


compuesto, universalidad); serán principales las acciones en que está
dividido el capital de una sociedad anónima y accesorios los dividendos a
que da derecho la acción y que se garantizan mediante cupones
adheridos a la propia acción; finalmente, los bienes raíces en los que el
comerciante establece su negocio serán inmuebles y muebles la mayoría
de las cosas sobre las que recae la especulación del comerciante.
Generalmente las operaciones mercantiles tienen como objeto bienes
muebles, aunque también pueden recaer sobre inmuebles. Los títulos de
crédito son bienes muebles que no tienen un valor en sí mismos, sino que
simplemente representan determinados valores.
71. CONCEPTO DE LA MERCANCÍA.—Se denominan mercancías los bienes
muebles corporales, que constituyen el objeto de una negociación
mercantil.
Se llama, también mercancía a la materia prima elaborada en las
fábricas, convertida en artículos de consumo, y que más tarde circulará de
acuerdo con las necesidades de los mercados. Existen otros significados
de la palabra mercancía, que por ser éste un curso elemental no
tocaremos.
Las mercancías son la materia de la actividad comercial, ya que el
comercio se propone hacerlas circular.
Más adelante hablaremos de las diversas especies de bienes, que pue-
den ser objeto del comercio, como las marcas, nombres y avisos comer-
ciales, los títulos de crédito, etc.
72. EL FONDO DEL COMERCIO. —El fondo de comercio también de-
nominado hacienda Comercial, es el conjunto de bienes destinado al co-
mercio o''a un determinado comercio. Hay autores que confunden la
hacienda comercial con el patrimonio del comerciante; otros, sin embar-
go, distinguen ambos conceptos considerando éste último como el con-
junto de los derechos y obligaciones mercantiles pertenecientes al
comerciante. En consecuencia, el fondo de comercio, según esta idea,
formaría parte del patrimonio del comerciante; pero no sería el
patrimonio en sí.
De acuerdo con nuestro derecho la hacienda comercial o fondo de
comercio es el patrimonio mismo del comerciante; no hay posibilidad de
que exista un patrimonio mercantil separado del resto de sus bienes.
El fondo de comercio es un conjunto de bienes en cuya formación
entran bienes corpóreos e incorpóreos. En otras palabras, el fondo de co-
mercio es la negociación del comerciante con todo su contenido. La ha-
cienda comercial está integrada por un activo en el que entran bienes
corpóreos o sean los derechos que posee el comerciante en su
negociación: nombre del establecimiento, patentes, marcas, etc.; pero el
fondo de comercio no se integra sólo por los bienes señalados sino que
existe algo más. "Por el hecho mismo de estar destinados a un
determinado fin, conexos y organizados en vista del mismo, los bienes
que integra la hacienda de comercio pueden representar un valor mayor
que el que tendrían, considerados aisladamente. Una cosa es, por
ejemplo, el valor c un solo telar aislado, y otra el de un telar en una fábrica
textil bien organizada" (Derecho Mercantil.—Tullio Ascarelli). Esto quiere
decir que los elementos de la negociación reunidos y organizados como
empresa para producir un lucro mayor tienen, también, un valor que
forma parte del patrimonio del comerciante.
A lo anterior hay que agregar la clientela, que también significa un
valor económico puesto que ésta se integra por la totalidad de las per-
sonas, que por razones de orden subjetivo dan preferencia a un estable-
cimiento comercial sobre otros análogos o semejantes. La clientela da
vida económica a la negociación. Los comerciantes viven de su clientela. El
nombre o emblema del establecimiento, que no debe confundirse con la
razón o denominación social forma parte, asimismo, del fondo de
comercio. Por ejemplo: "Ciencias y Letras", S. en C. de C. V., sería la razón
social de una Institución dedicada a la enseñanza e investigación. e
"Instituto de Enseñanza Mercantil" sería el nombre de una Escuela
explotada por la Sociedad antes mencionada.
El pasivo del fondo de Comercio está representado por las obliga-
ciones o deudas que tiene su propietario. En consecuencia, el activo in-
lecrrado por los bienes que antes señalamos y el pasivo por las deudas del
negocio forman el patrimonio, hacienda o fondo de comercio.
73. LAS PATENTES. —Las Patentes son cosas mercantiles por naturaleza,
que tienen por finalidad proteger a los inventores y asegurarles una
remuneración, que les permita impulsar su actividad. Consisten en el
derecho exclusivo que otorga la Ley a las personas que hayan hecho una
invención para explotarla en su provecho por sí o por otros con su per-
miso de acuerdo con las disposiciones de la propia Ley (art. 3" de la Ley
de la Propiedad Industrial). El derecho se adquiere mediante la obtención
del título respectivo, que la Ley llama patente.
Se consideran inversiones patentables:
Los nuevos productos industriales o una nueva composición de ma-
teria; el empleo de medios nuevos para obtener un producto o resultado
industrial; la nueva aplicación de medios conocidos para obtener un pro-
ducto o resultado industrial; las mejoras a una invención amparada por

LAS PATENTES
una patente anterior y toda nueva forma de productos industriales' y
nuevos dibujos usados con fines de ornamentación industrial, etc. (art. 4-
de la Ley de la Prop. Indust.).
Según lo anterior las patentes son de tres clases: patentes de invención,
las que tienen por objeto proteger inventos; patentes de mejoras, las que
amparan invenciones amparadas por una patente anterior y patentes de
modelo o dibujo industrial, las que amparan toda nueva forma de un
producto industrial o todo nuevo dibujo usado con fines de ornamenta-
ción industrial.
El propietario de una patente tiene el derecho exclusivo de explotarla y
de perseguir ante los tribunales a los que atacaren su derecho.
Solicitud y expedición de las patentes.—Las patentes se obtienen me-
diante solicitud escrita ante la Secretaría de Industria y Comercio y el
cumplimiento de los requisitos legales consiguientes.
El derecho que confiere una patente se concede sobre, la base de la
declaración del peticionario de que el es el verdadero inventor o cesio-
nario legítimo de ésta.
Las patentes suponen la novedad de la invención a que corresponden,
mientras no se pruebe lo contrario.
La ley fija el procedimiento a que debe ajustarse la solicitud y trámite
de las patentes de invención. Si la solicitud y procedimiento estuvieren
ajustadas a derecho, se notificarán al interesado que en un término de dos
meses debe presentar los "clisés" requeridos para la publicación. Se
comunicará también al interesado que en un término de dos meses debe
presentar, para ser depositados en el museo público, que pertenece a la
Secretaria de Industria y Comercio, un ejemplar o modelo de su invento.
Los títulos que amparan las patentes se expiden en nombre del Pre-
sidente efe la República y son firmados por el Secretario de Industria y
Comercio (art. 34 de la Ley de la Propiedad Industrial).
Los títulos dc'oen contener los siguientes requisitos: a) El número y la
clase de la patente; b) El nombre de la persona o personas a quienes se
concede; c) El nombre del inventor o inventores; d) El plazo de vigencia; e)
La invención a que corresponda; /) La fecha legal de la patente, la de
prioridad en su ca~o, y la de expedición del título (art. 35 de la Ley).
Plazos. Los plazos de las patentes comienzan a contarse a partir de la
fecha y hora de la presentación de la solicitud relativa, en la Secretaría de
Industria y Comercio.
Explotación de. Las patentes. La falta de explotación de una patente no
acarrea la pérdida de los derechos que confiere; pero si no se explota
LAS PATENTES
durante los plazos que fija la ley, o si pasados tres años, a contar de su
expedición no se explota industrialmente, o se explota impropia o insu-
ficientemente, o se suspende la explotación por más de seis meses
consecutivos, se producen los siguientes efectos: a) Se reducen los plazos
de su concesión, y b) Se concede a terceras personas licencia para hacer
dicha explotación (arts. 53 y 55 de la Ley).
Transmisión y explotación. Los derechos que confiere una patente
pueden transmitirse o enajenarse en todo o en parte, por los medios y
con las formalidades establecidas por la legislación civil. Las patentes de
invención pueden ser expropiadas por el Ejecutivo Federal, por causa de
utilidad pública, haciendo que el invento respectivo caiga al dominio
público.
Examen extraordinario de novedad. El examen extraordinario de no-
vedad que tiene por objeto determinar si una invención constituye real-
mente una nowdad; si está patentada en México o si sólo es parcialmente
novedosa, puede ser hecho de oficio por la Secretaría de Industria y
Comercio, a petición de cualquier persona o por mandato judicial (ar-
tículos 75 y 76 de la Ley).
Invasión de los derechos conferidos por una patente. Hay invasión de
los derechos que confiere una patente cuando sin derecho y sin con-
sentimiento del legítimo propietario una persona la usa o explota indus-
trial o comercialmente. En estos casos la persona afectada en sus
derechos puede solicitar de la Secretaría de Industria y Comercio la
declaración de invasión de sus derechos.
La resolución administrativa que declare la invasión de los derechos
que confiere una patente, se formulará desde un punto de vista exclu-
sivamente técnico. Dicha resolución se comunica a todos los interesados,
dándole la publicidad que señala la ley.
Nulidad y caducidad. La ley establece que las patentes son "nulas en
los siguientes casos:
a) Cuando amparan algo que de acuerdo con la propia ley no es
patcntablc;
b) Cuando .se hayan expedido contradiciendo el ordenamiento que ¡as
rige;
c) Cuando la invención que amparen no tenga novedad, y
d) Cuando por error, inadvertencia u otro motivo semejante se hubiesen
expedido para amparar dos o más invenciones que, de acuerdo con la
ley, deban ser objeto de patentes independientes (artículo 93 de la
Ley).
Las patentes caducan y, en consecuencia, las invenciones que amparan
caen dentro del dominio público en los siguientes casos:
LAS PATENTES

a) Al vencer el plazo para que fueren otorgadas;


b) A los doce o siete años contados a partir de la fecha de presentación
de la solicitud respectiva, según se trate de patentes de invención y de
mejoras o de patentes de modelos o dibujos industriales, y
c) Al vencimiento de los plazos que marca la ley para pagar los derechos
correspondientes, si éstos no se satisfacen.
La declaración de nulidad total o parcial de una patente se hace ad-
ministrativamente por la Secretaría de Industria y Comercio.
74. LAS MARCAS, NOMBRES Y AVISOS COMERCIALES. —La Ley de la Propiedad
Industrial y su Reglamento, expedidos con fecha 31 de diciembre de 1942
rige toda la materia relativa a las marcas, nombres y avisos comerciales.
En consecuencia, a ella habremos de referirnos al tratar este tema.
La marca es el signo con que un comerciante o industrial, individualiza
sus productos o mercancías para distinguirlos de otros semejantes o
similares. La marca es una contraseña o signo gráfico, que el comerciante
pone en sus mercancías para indicar su procedencia, evitando así la fal-
sificación del producto y la confusión que ésta pueda producir en el
público. Es una protección que el comerciante da a su cliente y a sí mismo.
j
Las marcas son de dos especies: comerciales e industriales. Las pri-
meras las usan los comerciantes para individualizar los objetos que
venden; las segundas los industriales para distinguir los productos que
fabrican.
La ley establece que pueden constituir marcas: a) Los nombres bajo
una forma distintiva; b) Las denominaciones, y c) Cualquier medio natural
que sea susceptible, por sus características especiales de hacer distinguir
los objetos a que se aplique o trate de aplicarse, de los de su misma
especie o clase.
La ley señala asimismo, que pueden constituir una marca, las razones
sociales de los comerciantes, cuando no sean descriptivas de los pro-
ductos que venden o de los giros que exploten, y los emblemas distintivos
de sus establecimientos, aplicados a las mercancías que vendan (art. 96 de
la Ley).
El derecho exclusivo de una marca puede adquirirse mediante el re-
gistro de la propia marca en la Secretaría de Industria y Comercio, satis-
faciendo las formalidades y requisitos legales respectivos (artículo 96 de la
Ley).
Procedimiento pam el registro de marcas. El registro de una marca
debe solicitarse ante la Secretaría de Industria y Comercio en escrito por
LAS PATENTES
427
duplicado, llenándose los requisitos que exige la ley y acompañándose
con los siguientes documentos:
a) Una descripción por triplicado de la marca;
l) Un clisé de la marca, en la forma reglamentaria;
c) Doce ejemplares de la impresión de este clise, y
d) Una declaración de la fecha en la que se principió a usar la marca (art.
116 de la Ley).
Una vez que se han pagado a la Secretaria los derechos por concepto
de estudio de la marca, se procede a efectuar el examen de los docu-
mentos exhibidos y si éstos satisfacen los requisitos legales y reglamenta-
rios, y no se encuentra impedimento para conceder el registro solicitado,
se procede a efectuar el llamado exornen de novedad, que consiste en
investigar las marcas registradas, a efecto de averiguar si no se invaden
derechos ya adquiridos.
En caso de que se halle alguna marca igual o semejante ya registrada o
en tramitación y aplicada a los mismos productos, se avisa al solicitante
para que éste manifieste, dentro del plazo que al efecto se señale su
conformidad en modificarla; si el interesado se conforma y modifica su
marca de tal manera que a juicio de la Secretaría no tenga semejanza ya
con otra anterior, se lleva a cabo el registro (arts. 121, 123, 124 y 125 de la
Ley).
El derecho al uso exclusivo de una marca se acredita por medio del
título respectivo, que se expide en nombre del Presidente de la República
(art. 130 de la Ley).
Plazos y derechos fiscales. La persona que registre una marca tendrá el
derecho de usarla durante diez años a partir de la presentación de la
solicitud. Este plazo es renovable indefinidamente por períodos de diez
años (art. 132 de la Ley).
La persona que solicite el registro de una marca debe pagar los de-
rechos que señala la ley, dentro de los plazos fijados por la propia ley,
pues en caso de no hacerlo recibe las sanciones correspondientes a su
omisión (arts. 137 y 138 de la Ley).
Uso de las marcas. Las marcas deben usarse precisamente como han
sido registradas, y toda modificación de sus elementos constitutivos debe
motivar una nueva solicitud de registro. Las marcas registradas en México
deberán llevar en forma ostensible, al aplicarse a los productos que
amparen o distingan, la leyenda: "Marca Registrada" o la abreviatura
"Marca Reg." (arts. 140 y 141 de la Ley).
Todos los productos nacionales en los que se utilicen marcas regis-
tradas o no, deberán llevar la leyenda "Hecho en México" o "Elaborado
LAS PATENTES
en México". Si se trata de productos naturales no elaborados, la leyenda
será: "Producido en México". Estas leyendas deberán ser claras y osten-
sibles, y su omisión hace incurrir al infractor en sanciones penales (art. 145
de la Ley). En el caso de que los productos u objetos no se prestaren a
ello, las indicaciones o leyendas anteriores deben aparecer en las cajas,
empaques o envases en que se contengan los productos al expenderse al
público (art. 146 de la Ley).
Transmisión de derechos sobre marcas. Las marcas registradas pueden
transmitirse o enajenarse por los medios y con las formalidades que
establece la legislación civil; pero su transmisión no produce efectos
contra terceros entre tanto no se registre en la Secretaría de Industria y
Comercio. La enajenación de una marca lleva consigo el derecho de
explotación industrial o comercial de los productos o efectos amparados
por ella (arts. 172 y 174 de la Ley).
Falsificación e imitación de las marcas. Cuando una marca haya sido
falsificada, imitada o se haga uso de ella en forma ilegal, el interesado, el
Ministerio Público o la Federación en el caso de que ésta tenga interés,
podrán pedir a la Secretaría de Industria y Comercio, que haga la
declaración respectiva; dicha declaración se hará desde un punto de vista
técnico y no prejuzgará de las acciones civiles o penales, que en el caso
puedan ejercitarse. La citada declaración se publica debidamente y se
hace del conocimiento de la Procuraduría General de la República para
que ésta sea quien ejercite las acciones penales correspondientes en
contra de las personas que resulten responsables. Las sanciones aplicables
a los falsificadores o imitadores consisten en prisión y multa o una sola de
estas penas, a juicio del Juez.
Extinción d.°¡ registro de una marca. El registro de una marca concluye
por nulidad, caducidad, no uso y cancelación.
La nulidad procede, en términos generales, cuando la marca haya sido
usada en la República con anterioridad a la fecha de la marca registrada;
cuando la marca haya sido usada con anterioridad en el extranjero; cuan-
do la marca contenga indicaciones falsas respecto a la procedencia de los
efectos que ampare, ubicación del establecimiento comercial o industrial,
o del propietario de la marca, y con respecto a medallas, diplomas o re-
compensas que no hayan sido obtenidas, o cuando se haya hecho una
declaración falsa de la fecha en que empezó a usarse la marca, y cuando
por error, inadvertencia o diferencia de apreciación, se lleve a cabo un
registro existiendo en vigor otro, que se considere invadido por tratarse
de una marca que se confunda con la anterior (art. 200 de la Ley).
Hay caducidad de una marca cuando su registro no se renueva a su
vencimiento (art. 203 de la Ley).

LAS PATENTES
Hay extinción en el caso de que la explotación de la marca se suspenda
por más de cinco años consecutivos (art. 204 de la Ley).
Los avisos comerciales. El aviso comercial, como su nombre lo indica,
tiene por objeto anunciar al público un comercio, una negociación o
determinados productos. Quien haga uso de avisos que tengan señalada
originalidad, que los distinga fácilmente de los de su especie, puede
registrarlos, obteniendo en esta forma el derecho exclusivo de usarlos y
de impedir que otras personas hagan uso de avisos iguales o semejantes
(articulo 209 de la Ley).
Los efectos del registro de un aviso comercial duran diez años. El pro-
cedimiento para obtener el derecho al registro se rige, en lo que es apli-
cable, por las reglas establecidas con relación a las marcas y se tramita
ante la Secretaría de Industria y Comercio.
Los nombres comerciales. El nombre del comerciante en su actividad
mercantil se denomina: nombre comercial y no debe confundirse con su
nombre civil, que forma parte de los atributos de su personalidad y que
hemos estudiado en la tercera parte de este libro (Derecho Civil.—Lección
I.—Teoría de las Personas).
El nombre comercial tiene por objeto distinguir a la empresa o ne-
gociación de otros similares. Tampoco debe confundirse con la razón
social o denominación de las sociedades mercantiles, que ya han
quedado estudiadas anteriormente. Por ejemplo, el comerciante Mario
Moredia puede poseer un establecimiento mercantil denominado "La
Moderna", o la Sociedad en Nombre Colectivo "Rodríguez, López y Cía.",
una empresa que tenga como denominación comercial "La Fortaleza".
La ley establece que es propiedad de toda persona física o jurídica,
productora o comerciante, el derecho al uso exclusivo del propio nombre.
Cuando alguna persona haga uso indebido de un nombre comercial,
que no le pertenezca, el legítimo propietario del nombre podrá -presentar
querella contra el infractor. Para que se puedan imponer las penas res-
pectivas, será requisito indispensable que se pruebe que hubo dolo por
parte del acusado; pero si el dueño del nombre comercial lo hace publi-
car, en el órgano periodístico que señala la ley ("Gaceta de La Propiedad
Industrial"), comprobando previamente su uso, estará exento de tal re-
quisito y la presunción legal será que el reo obró con dolo (art. 216 de la
Ley).
La publicación de un nombre comercial en la "Gaceta de la Propiedad
Industrial" se obtiene mediante la solicitud respectiva, que debe llenar los
requisitos que exige la ley.
La publicación solicitada no se hace sino después de un examen con el
que se compruebe que no existe en vigor, aplicado a un establecimiento
430 I.OS BUQUES

del mismo género o de un género similar, ese nombre comercial publi-


cado, igual o semejante, con que pueda confundirse (art. 219 de la Ley).
El efecto de la publicación de un nombre comercial dura diez años,
pero puede renovarse indefinidamente por períodos de la misma
duración (artículo 222 de la Ley).
La venta o transmisión de un establecimiento confiere el derecho ex-
clusivo de uso del nombre comercial respectivo (art. 223 de la Ley).
75. Los BUQUES. —Por buques o navios en derecho mercantil deben
entenderse aquellas embarcaciones que son aptas y están destinadas
ordinariamente a transportar mercancías por mar. Se discute si los buques
son cosas mercantiles por naturaleza, nos inclinamos a pensar que no lo
son en virtud de que existen otros tipos de embarcaciones que no están
destinadas en forma exclusiva al transporte marítimo de mercancías,
como ocurre con las naves de recreo o de guerra. Claramente se ve que
un yate de recreo o un submarino están destinados a fines muy distintos
que los del comercio. En consecuencia podemos pensar que por su
naturaleza misma, el navio no puede considerarse como cosa comercial.
Se estima que el navio entra en la categoría de las cosas comerciales en
virtud de ser el medio para realizar el contrato mercantil del transporte,
mas no porque en sí sea un bien mercantil. Si el navio lo fuera imprimiría a
toda transacción de la que fuera medio o vehículo un carácter mercantil,
lo que no ocurre en los casos ya mencionados.
En conclusión, entra dentro de la categoría de las cosas mercantiles por
ser el medio necesario para realizar el contrato de transporte, que es
mercantil, pero esto no significa que el navio sea en sí una cosa mercantil.
La nave puede definirse diciendo que es todo lo que flota y puede
moverse 'en el agua de un lugar a otro y es apto para el transporte de
mercancías.
Se aplican a los navios las normas relativas a los bienes muebles (ar-
tículo 106 de la Ley de Navegación y Comercio Marítimo).
El navio y sus pertenencias y accesorios constituyen una universalidad
de hecho (art. 107 de la Ley de Navegación y Comercio Marítimo).
Los actos constitutivos, translativos o extintivos de propiedad y los
derechos reales sobre la nave, deben constar en escritura pública (art. 111
de la Ley de Navegación y Comercio Marítimo).
Con fecha diez de Enero de mil novecientos sesenta y tres fue expedida
por el Ejecutivo de la Unión la ley denominada de Navegación y Comercio
Marítimo, que reglamenta todo lo relativo al navío, derogando
EL DINERO

los artículos del Libro Tercero del Código de Comercio y las demás dis-
posiciones legales en lo que se oponen a este nuevo ordenamiento.
En el Título Tercero de la mencionada ley se reglamentan los contratos
relativos al arrendamiento de las naves, el flotamiento, el transporte
marítimo, de cosas y de personas, el seguro marítimo y las modalidades
marítimas de la compra-venta.
76. EL DINERO. —Económicamente el dinero desempeña una triple
función: sirve de medio para facilitar los cambios; es medida de valores y
sirve para formar reservas de valores, atesorando poder de cambio para
satisfacer necesidades futuras.
Jurídicamente la moneda es un instrumento de pago o, en otras pa-
labras, medio legal de extinguir obligaciones.
En este capítulo nos interesa únicamente establecer si la moneda es
una cosa mercantil por naturaleza o simplemente medio de pago;
creemos que la moneda no es cosa mercantil por su propia naturaleza, en
virtud de que tanto sirve para transacciones comerciales como civiles, y en
caso de que fuera en si una cosa mercantil imprimiría este carácter a
cualquier tipo de transacción, lo que no ocurre así, como se ve claramente
en las compraventas, que lo mismo son mercantiles que civiles.
La moneda es un bien mueble y fungible por naturaleza. Gracias a este
carácter se convierte en el instrumento de cambio por excelencia.
La ley monetaria en vigor establece que la unidad monetaria de nues-
tro país es el "peso" y que las únicas monedas circulantes serán:
a) Los billetes del Banco de México, S. A., con las denominaciones que
fijan sus. Estatutos;
b) Las monedas de plata de uno, cinco y diez pesos, con los diá-
metros, leyes, pesos, cuños y demás características que señalan los
decretos relativos; *
c) Las monedas de cuproníquel de cincuenta y veinticinco centavos,
con el diámetro, composición de liga metálica, pesos, cuños y demás ca-
racterísticas que señale el decreto relativo;
d) Las monedas de latón de veinte, diez, cinco y un centavos, con los
diámetros, composición de ligas metálicas, pesos, cuños y demás ca-
racterísticas que señale el decreto relativo;
e) Las monedas conmemorativas de acontecimientos de importancia
nacional en plata con los valores de cada pieza y el total de la emisión,
diámetros, leyes, pesos, cuños y demás características que señalan los
decretos relativos (art. 2° de la Ley Monetaria).
e) Las monedas conmemorativas de acontecimientos de importancia
nacional en plata con los valores de cada pieza y el total de la emisión,

EL DINERO
diámetros, leyes, pesos, cuños y demás características que señalan los
decretos relativos (art. 2' de la Ley Monetaria).
Los billetes del Banco de México tendrán poder liberatorio ilimitado.
Esto quiere decir, que toda deuda cualquiera que sea su monto puede
pagarse entregando billetes de los emitidos por el Banco de México (ar-
tículo 49 de la Ley Monetaria).
Las monedas de cinco pesos tienen poder liberatorio limitado a qui-
nientos pesos en un mismo pago; las de un peso, cincuenta centavos y
veinte centavos tendrán poder liberatorio limitado a cicn pesos en un
mismo pago; las de cincuenta centavos tienen poder liberatorio limitado a
cincuenta pesos en un mismo pago; las monedas de latón tienen poder
liberatorio limitado en un mismo pago, como sigue: a veinte pesos las de
veinte centavos; a diez pesos las de diez centavos; a cinco pesos las de
cinco centavos, y a un peso las de un centavo; las monedas conmemora-
tivas a que antes hicimos mención tienen poder liberatorio limitado al
valor total de cien piezas en un mismo pago (art. 59 de la Ley Monetaria).

CAPITULO XII
LOS TITULOS DE CREDITO
Generalidades. —77. Concepto. —78. Caracteres. —79. Especies. — 80.
Títulos Nominativos. —81. Su Transmisión. —82. Títulos al Portador. —83.
Su Transmisión. — 84. Pago de los Títulos.-85
77. GENERALIDADES. —Por crédito se entiende en derecho, la relación
que se establece entre dos personas, en virtud de la cual el acreedor
puede .exigir a su deudor el pago de una prestación.
El Título de Crédito es un documento en el que, como su nombre lo
indica, se hace constar la citada relación (El crédito). En consecuencia, el
titular de un título de crédito es, asimismo, titular de los derechos que en
éste se consignan.
La prestación contenida en el titulo no es sino una promesa escrita de
pago, que el deudor hace a su acreedor. Ahora bien, la prestación materia
de la promesa, tiene un valor patrimonial y este valor puede ser objeto de
transmisión a favor de un tercero. Por ejemplo, Luis debe a Pedro, cinco
mil pesos, los cuales le garantiza con una letra de cambio a treinta días. Si
Pedro tiene necesidad urgente de cubrir a Enrique (Tercero) una deuda
por la misma cantidad, puede, asimismo, ^ederle la letra que le expidió
Luis. Enrique, a su vez, puede hacerla circular a través de una nueva
cesión, y así sucesivamente. Mas para que estas cesiones sean
prácticamente posibles es necesario que estén reglamentadas en forma
especial por una ley que permita la circulación rápida y segura del título
de crédito.
La práctica comercial que tiene por objeto hacer que los valores eco-
nómicos se desplacen con rapidez, evitando formalidades innecesarias y
dando a su circulación un máximo de simplicidad y seguridad, dio origen
a los títulos de crédito, que son documentos que responden a dicha fina-
lidad. Mediante ellos se alcanza el objetivo de hacer que la riqueza circule
de un patrimonio a otro con un mínimo de trabas y un máximo de se-
guridades.

CONCEPTO. CARACTERES

Los títulos de crédito facilitan grandemente los envíos de dinero, es-


pecialmente si estos se hacen de una plaza a otra en virtud de que no hay
necesidad de movilizar numerario sino simplemente desplazarlo a través
de los propios títulos. Lo mismo ocurre tratándose de mercancías que se
encuentran en poder de personas distintas al propietario de las mismas.
Por ejemplo, los Almacenes Generales de Depósito, pues basta que el
propietario transmita la propiedad del título (certificado de depósito) para
que se opere la circulación de las mercancías, que pasan de un patrimonio
a otro sin necesidad de ser movilizadas.
De acuerdo con lo dicho hasta aquí, los títulos de crédito son docu-
mentos que facilitan una rápida y segura circulación de los créditos, en
consecuencia, de la riqueza.
Algunos autores llaman a los títulos de crédito, títulos valor, en virtud
de considerar a la primera denominación como insuficiente para expresar
"el auténtico contenido que la ley les quiere dar". Sin embargo, nosotros
utilizaremos la expresión que emplea nuestra ley.
La materia relativa a los títulos de crédito está regida por una ley
denominada Ley General de Títulos y Operaciones de Crédito, promul-
gada en el Diario Oficial del 27 de Agosto de 1932 y que derogó los
capítulos relativos del Código de Comercio y todas las leyes y disposi-
ciones que se oponían a la propia ley que comentamos.
De acuerdo con el art. I9 del Ordenamiento citado los títulos de crédito
son cosas mercantiles y su emisión, expedición, endoso, aval o aceptación
y las demás operaciones que en ellos se consignen son actos de comercio.
78. CONCEPTO. — La ley establece que son títulos de crédito, los
documentos necesarios para ejercitar el derecho literal que en ellos se
consigna (ar«s. 5', 69, 14, 15 y 17 de la Ley).
El examen de este concepto nos lleva a determinar cuáles son los ele-
mentos que lo caracterizan, que a continuación enumeramos:
a) Son documentos;
b) Son literales;
c) Están destinados a la circulación, y
d) Son necesarios para ejercitar el derecho en ellos consignado.

79. CARACTERES. —a) Documentos. La palabra documento deriva de la


palabra latina documentum y quiere decir, cualquier cosa que sirve para
ilustrar o comprobar algo o, también, el escrito o instrumento con que se
comprueba algo. La palabra puede usarse en diversos sentidos. Por
ejemplo, se dice que las ruinas precortesianas son documentos his-
CARACTERES
tóricos, puesto que testifican el pasado de nuestro pueblo. Las tablillas de
arcilla usadas por los asirios, los obeliscos egipcios, las estelas mayas, son
otros tantos ejemplos de documentos pues dan testimonio, son relatos en
piedra del pasado de la humanidad.
Entendiendo, pues, el significado del vocablo documento, como tes-
timonio o como relación de algún hecho, que sirve para comprobarlo o
ilustrarlo, entendemos claramente que su finalidad es la de comprobar,
son elementos probatorios de un hecho.
Establecido el concepto genérico de documento pasemos a explicar lo
que este significa en derecho. Los actos y los hechos jurídicos, de que ya
hemos hablado al principiar este curso no pueden quedar a merced de los
recuerdos es necesario hacerlos constar de una manera fehaciente. Esto
se logra mediante la escritura. La ley civil exige que determinados actos
consten por escrito, por ejemplo, la constitución de una hipoteca, el tes-
tamento público, la constitución de una prueba, etc. La ley mercantil por
su parte, en la mayoría de los casos no exige que los contratos mercantiles
consten por escrito, basta con realizarlos oralmente, por ejemplo, las
compraventas que diariamente celebramos en las tiendas o en los mer-
cados. Sin embargo, existen determinadas especies de actos mercantiles
que la ley, por su importancia en nuestra vida diaria, sí exige que consten
por escrito. Por ejemplo, la constitución de una Sociedad Anónima.
Por lo anterior queda establecido que determinados actos mercantiles
deben constar en documentos. Ahora bien, el comercio utiliza como antes
lo hemos dicho, ciertos documentos cuya utilidad es tan grande, que han
merecido una reglamentación especial, y a quienes la ley ha considerado
como cosas mercantiles. Esos documentos son los títulos de crédito.
Resumiendo, los títulos de crédito son documentos, es decir, una cosa
representativa, un papel cuyo objeto es la representación gráfica de un
acto, que va a producir desde el momento de su expedición efectos jurí-
dicos y que sirve normalmente para facilitar la prueba del acto. Sirve,
asimismo, "para el ejercicio y la transmisión de un derecho a uno o varios
sujetos determinados".
b) Literalidad. La ley establece que los documentos a que la misma se
refiere (títulos de crédito) sólo producirán los efectos previstos por la
misma, cuando contengan las menciones y llenen los requisitos señalados
por la propia ley (art. 4" de la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito).
Est" artículo en relación con el 5- establece la literalidad de lo.- títulos de
crédito; es decir, que éstos no producirán ningún efecto si no llenan las
menciones y requisitos que la propia ley señala o previene.
Lo anterior establece claramente cómo este carácter es el que da la
medida de la obligación de quien lo subscribe. Una vez cubierta la lile-

CARACTERES
ralidad el documento tiene vida autónoma, es decir propia, no impor-
tando el acto que le dio origen. Así, por ejemplo, si celebramos un con-
trato de arrendamiento y pagamos las rentas expidiendo pagarés, éstos
tendrán vida autónoma distinta a la operación que les dio origen.
El derecho contenido en el título, se autonomiza, por decirlo así, de la
primitiva relación jurídica que lo originó para adquirir vida propia ajena a
aquélla.
Lo dicho hasta aquí significa que una vez que se han llenado los re-
quisitos de literalidad que la ley señala se produce el fenómeno de incor-
poración del derecho al documento. Esta idea de la incorporación ha sido
tenazmente combatida por muchos mercantilistas aduciendo que un
derecho es un atributo propio de la persona y que no puede, por lo mis-
mo, residir en un pedazo de papel; pero es muy útil, sin embargo, para
dar una idea clara de cómo 1a literalidad del título lo convierte en un
documento autónomo.
c) Circulación de los títulos. Al iniciar este capítulo dijimos que los
títulos de crédito son documentos que tienen como finalidad facilitar la
circulación de la riqueza. En su exposición de motivos la ley establece que
"propende", en primer término, a asegurar las mayores posibilidades de
circulación, para los títulos y, en segundo termino, a obtener mediante
esos títulos la máxima movilización de riqueza compatible con un régimen
de sólida seguridad".
"A fomentar la circulación de los títulos de crédito tiende, sobre todo,
la concepción de éstos como instrumentos autónomos del acto o
contrato que les dé origen, es decir, con vida propia y, por tanto,
capacitados para garantizar al tenedor de buena fe, independizando el
ejercicio de su derecho de los defectos o contingencias de la relación
fundamental que dio nacimiento a tales títulos" (Exposición de motivos de
la ley).
Finahiente, la ley que comentamos, dispone en su artículo 69 que "las
disposiciones relativas a la circulación de los títulos no son aplicables a los
boletos, contraseñas, fichas u otros documentos que no estén destinados
a circular y sirvan exclusivamente para identificar a quien tiene derecho a
exigir la prestación que en ellos se consigna."
d) Necesarios para el ejercicio del derecho en ellos consignado. Los
títulos de crédito son documentos necesarios para ejercer los derechos li-
terales y autónomos en ellos consignados. El tenedor del título tiene la
obligación de exhibirlo para ejercitar la obligación que en él se consigna.
Cuando sea pagado, debe restituirlo. Si es pagado sólo parcialmente o en
lo accesorio, debe hacerse mención del pago en el título. En los casos de
robo o extravío deben seguir los procedimientos que señala 'a ley (artículo
17 de la Ley de Títulos y Operaciones de Crédito).
ESPECIES. TÍTULOS NOMINATIVOS

Todo lo anterior quiere decir, que el "valor de los títulos de crédito se


establece atendiendo al derecho que llevan consigo y que hacen a su
tenedor legítimo titular de ese derecho; quizá ninguna cosa mercantil
tenga valores tan diversos, en lo intrínseco y extrínseco como el dtulo de
crédito: vale por los derechos que otorga. Así que si tal liga se establece
entre la cosa misma y los derechos que ésta concede (art. 18), lógico es
suponer que sea indispensable la exhibición del título para el ejercicio de
los derechos que este confiere (art. 17)". (Derecho Mercantil.— Angel
Caso.)
Lo dicho hasta aquí la ley lo reglamenta en sus artículos 17, 42 al 68 y
75.
80. ESPECIES. —La Ley de Títulos y Operaciones de Crédito hacen de
éstos dos grandes clasificaciones: una, atendiendo a su circulación, otra, a
su contenido.
Por lo que se refiere a su circulación la ley divide los títulos en nomi-
nativos y al portador (art. 21). El tenedor del título no puede cambiar la
forma de su circulación sin consentimiento del emisor, salvo disposición
expresa en contrario.
Por lo que se refiere a su contenido la ley divide los títulos en la si-
guiente forma: la letra de cambio, el pagaré, el cheque, la obligación, el
certificado de depósito y el bono de prenda. Existen, además, regidos por
leyes especiales otras especies de títulos como los que reglamenta la Ley
de Sociedades Mercantiles, a saber: la parte Social y la Acción; pero
podríamos señalar otros más como "los títulos de la deuda pública, los
billetes de Banco y los demás títulos de crédito regulados por leyes espe-
ciales, a los que se aplica lo prescrito en las disposiciones legales relativas,
en cuanto ellas no contradigan lo dispuesto por la Ley de Título? y Ope-
raciones de Crédito" (art. 22 de la Ley).
81. TÍTULOS NOMINATIVOS.—A continuación pasaremos a explicar los
que por títulos nominativos, debe entenderse. La ley establece en su
artículo 23 que son títulos nominativos "los expedidos a favor de una
persona cuyo nombre-se consigna en el texto mismo del documento
Es propietario de un título nominativo la persona en cuyo favor se
expida conforme a lo antes dicho, mientras no haya algún endoso (ar-
tículo 38 de la Ley).
El que sufra el extravío o el robo de un título nominativo, puede rei-
vindicarlo o pedir su cancelación, y en este último caso, su pago, repo-
sición o restitución, conforme a un procedimiento que la ley misma esta-
blece (art. 42 de la Ley).
TRANSMISIÓN DE LOS TÍTULOS NOMINATIVOS

El tenedor de un título nominativo que justifique su derecho a éste, no


puede ser obligado a devolverlo, o a restituir las sumas que hubiese reci-
bido por su cobro o negociación, a menos que se pruebe que lo adquirió
incurriendo en culpa grave o de mala fe (art. 43 de la Ley).
82. TRANSMISIÓN DE LOS TÍTULOS NOMINATIVOS. —Explicado brevemente lo
que es un título nominativo, pasaremos a señalar la forma de circulación
de estos documentos. La ley establece que pueden transmitirse por
endoso y entrega del título mismo o por cualquier otro medio legal (art.
26 de la Ley).
El endoso es la forma específica de documentar la transmisión de los
títulos a la orden.
Los títulos nominativos se entenderán siempre extendidos a la orden
salvo inserción en su texto de las cláusulas no a la orden o "no nego-
ciable". Las cláusulas dichas podrán ser inscritas en el documento por
cualquier tenedor y surtirán sus efectos desde la fecha de su inserción. El
título que contenga las cláusulas de referencia sólo será transmisible por
medio de una cesión ordinaria (art. 25 de la Ley). Ya en páginas anteriores
hemos hablado de lo que es la cesión.
Lo anterior nos lleva a concluir que los títulos nominativos se ex-
tienden, salvo la disposición anterior, extendidas siempre a la orden, pero
cualquier tenedor puede insertar en su texto la cláusula de no negocia-
bilidad.
Sintetizando lo dicho hasta aquí, diremos que los títulos de crédito
nominativos y a la orden circulan mediante cesión o mediante un endoso.
El endoso es un acto de comercio, escrito y accesorio, que permite la
transmisión del documento, frente a terceros. Es un acto escrito porque
no pue4e existir un título de crédito oral, ni un endoso que no conste por
escrito de acuerdo con lo dispuesto por la ley. Es accesorio porque
tampoco puede existir sin que previamente exista el título sobre el que va
a constar, como declaración adicional.
El endoso se divide, atendiendo a su forma y a su contenido.
Por lo que se refiere a su forma se subdivide en regular y en blanco.
Por lo que toca a su contenido en propiedad, en procuración o en
garantía.
El endoso regular es el que reglamenta la ley en su artículo 29. Este
debe constar en el título relativo o en la hoja adherida al mismo, y llenar
los siguientes requisitos:
I. El nombre del endosatario;
II. La firma del endosante o de la persona que subscriba el endoso a
su regreso o en su nombre;
TRANSMISIÓN DE LOS TÍTULOS NOMINATIVOS
III. La clase de endoso;
IV. El lugar y la fecha.
Las personas que intervienen en un endoso se denominan: endosante
y endosatario. El primero es el que lo hace y el segundo a favor de quien
se hace.
La ley establece, además, que si se omite el primer requisito, es decir, el
nombre del endosatario el endoso se considera hecho en blanco y cual-
quier tenedor puede llenar con su nombre o el de un tercero el endoso en
blanco o transmitir el título sin llenar el endoso (art. 32 de la Ley).
La omisión de la clase de endoso establece la presunción de que éste
fue transmitido en propiedad.
Finalmente, la omisión del lugar establece la presunción de que el
documento fue endosado en el domicilio del endosante, y la de la fecha,
establece la presunción de que se hizo el día en que el endosante adquirió
el documento (art. 30 de la Ley).
Hasta aquí hem s explicado lo que es un endoso regular; el endoso en
blanco es aquel en el que basta que el titular del documento (endosante)
ponga al dorso del mismo su firma. En este caso cualquier tenedor puede
llenar con su nombre o de un tercero el endoso en blanco o transmitir el
título sin llenar el endoso (art. 32 de la Ley).
El endoso en blanco da la posibilidad de convertir el título nominativo
en un título al portador.
Por lo que se refiere a su contenido el endoso lo hemos clasificado en
la siguiente forma: endoso en propiedad; endoso en procuración y
endoso en garantía.
A continuación nos ocuparemos de cada una de estas especies.
El endoso en propiedad es la forma normal de todo endoso. Mediante
él se transfiere la propiedad del título y todos los derechos a éj, inheren-
tes. El endoso en propiedad no obliga solidariamente al endosante, sino
en los casos en que la ley establece la solidaridad.
Cuando la ley establece la responsabilidad solidaria de los endosantes,
éstos pueden librarse de ella mediante la cláusula "sin mi responsabilidad"
o alguna equivalente (art. 34 de la Ley).
El endoso en propiedad de una letra de cambio obliga al endosante
solidariamente con los demás responsables del valor de la letra (art. 90 de
la Ley).
El endoso en procuración dice la ley, que confiere al endosatario todos
los derechos y obligaciones de un mandatario. Se trata, pues, de un
verdadero mandato, contrato que ya hemos estudiado en el presente
curso.
El endoso que contenga las cláusulas "En procuración", "al cobro" u
otra equivalente no transfiere la propiedad del documento; pero da
TÍTULOS AL PORTADOR

facultad al endosatario para presentar el documento a la aceptación, para


cobrarlo, judicial c extrajudicialmente, para endosarlo en procuración y
para protestarlo en su caso. El mandato contenido en esta especie de
endoso no termina con la muerte o incapacidad del endosante; su revo-
cación surte efecto con relación a tercero, hasta que el endoso se cancela
o testa (arts. 35 y 41 de la I.ey).
E! endoso en garantía. En este tipo de endoso tampoco se transfiere la
propiedad del documento. El artículo 36 de la ley reconoce al poseedor
del título la facultad de pignorarlo mediante el uso de la cláusula "en
garantía", "en prenda" u otra "equivalente", inserta en el endoso. En
consecuencia atribuye al endosatario los derechos y obligaciones de un
acreedor prendario respecto de la cosa dada en prenda.
El endoso tiene la ventaja sobre la cesión ordinaria de que es un medio
más ágil y fácil para hacer circular los títulos, pues si éstos se transmitieran
per cesión estarían a lo dispuesto por el artículo 27 de la ley, que estatuye,
que la transmisión del título nominativo por cesión ordinaria o por
cualquier otro medio legal diverso del endoso, subroga al adquirente en
todos los derechos que el título confiere; pero lo sujeta a todas las
excepciones personales que el obligado habría podido oponer al autor de
la transmisión antes de ésta (art. de la Ley).
83. TÍTULOS AL PORTADOR.-—Los títulos al portador son aquellos que
circulan mediante la simple exhibición y entrega de los mismos, por ser
suficiente para la legitimación del tenedor frente al deudor la simple
tenencia del título; el deudor tiene el derecho y el deber de pagar a quien
le presente el título sin mayores investigaciones respecto a si quien exhibe
el título es el titular del derecho en él consignado o si obra por encargo de
él.
Lo anterior lo explica la ley diciendo que: son títulos al portador los que
no están expedidos a favor de persona determinada, contengan o no la
cláusula "al portador" (art. 69 de la Ley).
Entre todas las clases de títulos de crédito esta es la más difundida por
ser, indudablemente, la que presta mayores facilidades para las tran -
secciones mercantiles.
Los títulos al portador tienen en sí mismos su fuerza legitimadora, es
ésta la que los caracteriza puesto que la misma ley establece como uno de
sus caracteres el de no estar expeditados a favor de persona determinada
y, por otra parte, como segundo carácter, el de que han de hacerse
efectivos a cualquiera que los presente; se complementa la figura jurídica
de estos documentos cuando la ley establece que su transmisión se hará
por la simple tradición (entrega).
La naturaleza del título al portador obliga a quien lo suscribe a cubrirlo
a cualquiera que lo presente, aunque él título haya entrado a la circulación
contra la voluntad del suscriptor, o después de que sobrevenga su muerte
o incapacidad (art. 71 de la Ley).
La ley también establece que los títulos al portador que contengan la
obligación de pagar alguna suma de dinero no podrán ser puestos en
circulación sino en los casos y conforme a las reglas expresamente esta-
blecidas por la ley. Quien contraríe esta disposición será castigado por les
tribunales federales y los documentos que expida no producirán efectos
como títulos de crédito (art. 72 de la Ley).
Los títulos al portador sólo pueden ser reivindicados cuando su pose-
sión se pierde por robo o extravío y únicamente están obligados a
restituirlo o devolver las sumas que hubieren cobrado, quienes los
hallaron o sustrajeron o los tenedores de mala fe (art. 73 de la Ley).
Quienes hayan sufrido la perdida o robo de un título al portador pueden
pedir que se notifique al emisor o librador por el juez del lugar donde
deba hacerse el pago. La notificación obliga al emisor a cubrir el importe
del título y sus intereses al denunciante, después de prescritas las acciones
que na7.can del mismo, siempre que antes no se presente a cobrarlo un
poseedor de buena fe, quedando liberados en esta forma para con el de-
nunciante el emisor o librador (art. 74 de la Ley).
Cuando un título al portador ha sido destruido o mutilado en parte y
no está en condiciones de circular el tenedor puede pedir su cancelación y
reposición conforme al procedimiento previsto para los títulos no-
minativos (art. 75 de la Ley).
84. Su TRANSMISIÓN.—Ya hemos explicado en páginas anteriores, que
la transmisión de los títulos al portador se opera por la simple tradición, es
decir, por la entrega del título, sin mayores formulismos ni solemnidades.
*
La ley establece que los títulos al portador se transmiten o circulan por
simple tradición (art. 70 de la Ley).
85. PAGO DE LOS TÍTULOS.—El Lic. Angel Caso en su obra "Derecho
Mercantil", dice refiriéndose a esta cuestión que "debemos distinguir dos
situaciones: el pago hecho con el título utilizando éste como una cosa,
sustitutiva del dinero y el pago hecho por el obligado en el título para
librarse de la obligación que este le impone" (Derecho Mercantil. —Ángel
Caso).
No olvidemos que los títulos de crédito son instrumentos de pago y
substitutos del dinero, lo que facilita su función de medios utilísimos para
asegurar las mayores posibilidades de circulación de la riqueza.
PAGO DE LOS TÍTULOS
En el primer supuesto la ley establece que el pago hecho mediante un
título de crédito se presume hecho. "Salvo buen cobro." Es decir, sujeto a
la condición de que el cobro pueda hacerse.
En el segundo supuesto estudiaremos los títulos desde el punto de
vista del obligado que efectúa su pago para librarse de las obligaciones
que éste le impone. La ley establece una serie de disposiciones que
reglamentan el pago de los títulos y a las que brevemente nos vamos a
referir a continuación.
El que paga no está obligado a cerciorarse de la autenticidad de los
endosos, ni tiene la facultad de exigir que ésta se le compruebe; pero sí
debe verificar la identidad de la persona que presente el título como
último tenedor, y la continuidad de los endosos (art. 39 de la Ley).
La ley establece, asimismo, un procedimiento especial para el pago de
títulos extraviados o robados. En consecuencia, dispone que el que sufra
el extravío o el robo de un título nominativo puede reivindicarlo o pedir su
cancelación, y en este último caso, su pago, reposición o restitución
conforme al procedimiento que la propia ley establece. También tiene
derecho, si opta por la restitución o reposición y garantiza la reparación
de los daños y perjuicios correspondientes, a solicitar que se suspenda el
cumplimiento de las obligaciones consignadas en el título, mientras éste
queda definitivamente cancelado, o se resuelve sobre las oposiciones que
se hagan a su cancelación (art. 42 de la Ley).
Finalmente, la ley dispone en relación con el pago de los títulos que los
endosos y las anotaciones de recibo en un título de crédito que se testen
o cancelen legítimamente, no tienen valor alguno. Es decir, que si el título
tiene por ejemplo, algún endoso testado o cancelado, dicha cancelación
no tiene valor.
El propietario de un título de crédito puede testar los endosos y recibos
posteriores a la adquisición, pero nunca los anteriores a ella (artículo 41 de
la Ley).

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