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Universidad Nacional de Rosario

Facultad de Humanidades y Artes


Primer Año Común
Análisis del Texto
Comisión 2
2016

Ficha de lectura

Selección a/c de Julián Chia

Referencias bibliográficas

Saussure, Ferdinand (2015 [1916]). La lingüística estática y la lingüística evolutiva (pp.


161, 189). En Curso de lingüística general. (Trad. Amado Alonso). Buenos Aires: Losada.

Lingüística sincrónica y lingüística diacrónica

a. “[…] cuanto más complejo y rigurosamente organizado sea un sistema de valores, más
necesario es, por su complejidad misma, estudiarlo sucesivamente según sus dos ejes. […]
La multiplicidad de signos […] nos prohíbe en absoluto estudiar simultáneamente sus
relaciones en el tiempo y sus relaciones en el sistema. He ahí la razón de que distingamos
dos lingüísticas […] lingüística sincrónica y lingüística diacrónica. Es sincrónico todo lo
que se refiere al aspecto estático de nuestra ciencia, y diacrónico todo lo que se relaciona
con las evoluciones. Del mismo modo sincronía y diacronía designarán respectivamente un
estado de lengua1 y una fase de evolución.” (163-164).

b. “[…] la lingüística se encuentra aquí ante su segunda bifurcación, ha sido primero


necesario elegir entre lengua y habla; ahora estamos en la encrucijada de rutas que llevan la
una a la diacronía, la otra a la sincronía. […] Las dos partes de la lingüística, así deslindada,
serán sucesivamente objeto de nuestro estudio. La lingüística sincrónica se ocupará de las

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“[…] Un estado de lengua no es un punto sino una extensión de tiempo más o menos larga durante la cual la
suma de modificaciones acaecidas es mínima. […] Un estado absoluto se define por la ausencia de cambios, y
como a pesar de todo la lengua se transforma por poco que sea, estudiar un estado de lengua viene a ser
prácticamente, desdeñar los cambios poco importantes […]” (194).
relaciones lógicas y psicológicas que unen términos coexistentes y que forman sistema, tal
como aparecen a la conciencia colectiva. La lingüística diacrónica estudiará por el
contrario las relaciones que unen términos sucesivos no percibidos por una misma
conciencia colectiva, y que se reemplazan unos a otros sin formar sistema entre sí.” (187,
189).

c. “Lo primero que sorprende cuando se estudian los hechos de lengua es que para el sujeto
hablante su sucesión en el tiempo es inexistente: el hablante está ante un estado. Así el
lingüista que quiere comprender ese estado tiene que hacer tabla rasa de todo lo que ha
producido y desentenderse de la diacronía. Nunca podrá entrar en la consciencia de los
sujetos hablantes más que suprimiendo el pasado. […] Un hecho diacrónico es un suceso
que tiene su razón de ser en sí mismo; las consecuencias sincrónicas particulares que se
puedan derivar le son complemente ajenas. […] Esos hechos diacrónicos no tienden
siquiera a cambiar el sistema. […] El sistema no se modifica directamente nunca, en sí
mismo, el sistema es inmutable; solo sufren alteración ciertos elementos, sin atención a la
solidaridad que los ata al conjunto.” (164, 169).

d. “En la perspectiva diacrónica nos ocupamos de fenómenos que no tienen relación alguna
con los sistemas, a pesar de que los condicionan. […] La lengua es un sistema en el que
todas las artes pueden y deben considerarse en su solidaridad sincrónica. Como las
alteraciones jamás se hacen sobre el bloque del sistema, sino sobre uno u otro de sus
elementos, no se pueden estudiar más que fuera del sistema. Sin duda cada alteración tiene
su repercusión en el sistema; pero el hecho inicial ha afectado a un punto solamente; no hay
relación íntima alguna con las consecuencias que se puedan derivar para el conjunto.” (170,
172).

e. “[…] es patente que el aspecto sincrónico prevalece sobre el otro, ya que para la masa
hablante es la verdadera y única realidad. Y también lo es para el lingüista: si el lingüista se
sitúa en la perspectiva diacrónica no será la lengua lo que el perciba, sino una serie de
acontecimientos que la modifican. […] La sincronía no conoce más que una perspectiva, la
de los sujetos hablantes, y todo su método consiste en recoger su testimonio; para saber en
qué medida una cosa es realidad será necesario y suficiente averiguar en qué medida existe
para la conciencia de los sujetos hablantes. La lingüística diacrónica, por el contrario debe
distinguir dos perspectivas: la una prospectiva, que siga el curso del tiempo, la otra
retrospectiva, que lo remonte […]” (176-177).

f. “La ley sincrónica es general pero no es imperativa. Sin duda que se impone a los
individuos por la sujeción del uso colectivo pero no vemos en ello una obligación relativa a
los sujetos hablantes. […] Los hechos diacrónicos son particulares; la alteración de un
sistema se cumple por la acción de sucesos que no solo le son extraños, sino que están
aislados, sin formar sistema entre sí. Resumiendo: los hechos sincrónicos, sean cuales
fueren, presentan cierta regularidad, pero no tienen carácter alguno imperativo; los hechos
diacrónicos, por el contrario, se imponen a la lengua, pero nada tiene de general.” (179,
183).

g. “[…] cada cambio fonético, cualquiera que sea por lo demás su extensión, está limitado a
un tiempo y a un territorio determinado; ninguno se produce en todo tiempo y lugar; los
cambios no existen más que diacrónicamente. […] Todo cuanto es diacrónico en la lengua
solamente lo es por el habla. En el habla es donde se halla el germen de todos los cambios:
cada uno empieza por ser práctica exclusiva de cierto número de individuos antes de entrar
en el uso. […] Pero no todas las innovaciones del habla tienen el mismo éxito, y mientras
sigan siendo individuales no hay por qué tenerlas en cuenta, ya que lo que nosotros
estudiamos es la lengua; no entran en nuestro campo de observación hasta el momento en
que la colectividad las acoge. […] En la historia de toda innovación comprobamos siempre
dos momentos distintos: 1° aquél en que surge en los individuos; 2° aquél en que se
convierte en hecho de lengua, idéntico exteriormente, pero adoptado por la comunidad.”
(184, 187-188).

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