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Artículo publicado en la revista LiberAddictus.

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La adicción y el
sistema límbico

Philippe Leff y Benito Antón

L
a adicción es una alteración crónica y recurrente que se caracteriza
por una compulsión en la búsqueda de drogas de abuso (dependencia
psicológica), consumo compulsivo de las mismas e incapacidad de
controlar en forma limitada la ingesta de drogas y la aparición de signos y
síntomas de un síndrome de abstinencia (dependencia física). Este síndrome
está caracterizado por la manifestación de un estado emocional negativo
(v.g. disforia, ansiedad, irritabilidad) cuando se previene el acceso a una
droga o se suprime abruptamente la ingesta de ésta.
El conocimiento del complejo fenómeno adictivo, ha estado vinculado
con el desarrollo científico de técnicas y metodologías que, a nivel
experimental, han permitido entender con mayor precisión las áreas
del cerebro, cuya actividad funcional se altera durante el desarrollo del
fenómeno adictivo a una droga de abuso en particular. Así mismo, diversos
estudios neurofarmacológicos, basados en el empleo de modelos animales
sujetos a esquemas de auto-administración de drogas de abuso, han hecho
posible la identificación de los mecanismos celulares y moleculares que
intervienen y modulan la transición entre el consumo controlado de una
droga psicoadictiva y la pérdida del control en el consumo de las misma.
Estos modelos farmacológicos, también han facilitado la caracterización de
los mecanismos neuronales que intervienen en la búsqueda y el consumo
compulsivo de las diferentes drogas de abuso.
En el inicio de los años 90, diversos trabajos experimentales dentro
del campo de la neurofarmacología, demostraron que una gran mayoría
de las drogas de abuso (v.g. cocaína, d-anfetaminas, metanfetaminas,
alcaloides opiáceos del tipo de la morfina y heroína) actúan alterando
el sistema de neurotransmisión dopaminérgico, localizado en la porción
rostro-medial del cerebro de los mamíferos, incluyendo el cerebro del
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humano. Este sistema de transmisión, está anatómicamente integrado
y conectado a una región que definimos como sistema mesolímbico del
cerebro. La gran mayoría de las drogas de abuso ilegal, incluyendo aquellas
consideradas como de consumo socialmente permitido (v.g., nicotina
y alcohol), afectan diferentes sistemas de transmisión, tales como: el
sistema de transmisión dopaminérgico, serotoninérgico, noradrenérgico y
GABAérgico entre otros.
El sistema mesolímbico (del Latin, limbus, borde), definido inicialmente
como el lóbulo límbico, fue descrito por el anatomista francés Paul Broca,
quien detalló la circunvolución que esta estructura adopta en forma de
anillo alrededor del tallo cerebral, en la porción medial del cerebro, que es
considerada filogenéticamente por los neuroanatomistas como la corteza
cerebral primitiva. En 1937, Papez sugirió que dicha estructura anatómica
está conformada por una red de circuitos neuronales que delinean el
sustrato neuroanatómico de las emociones. Así mismo, estos circuitos
están conectados con estructuras como el hipotálamo, corteza cerebral,
hipocampo, el giro del cíngulo, fornix y el tálamo; se comunican y se
conectan recíprocamente a través de diferentes circuitos neuronales
(Circuito de Papez).
En forma integral, la conexión funcional entre estas estructuras cerebrales
modulan una serie de actividades cerebrales complejas. Por ejemplo,
las emociones y diversos estadios afectivos (conciencia emocional), son
generadas inicialmente en estas estructuras y posteriormente en áreas de
procesamiento cognoscitivo (áreas neocorticales). Aunque esta hipótesis
funcional está basada en la relación entre estructuras cerebrales y la
génesis de las emociones y fue bien aceptada por los neurobiólogos,
existían diversas inconsistencias experimentales en la relación de eventos
neurofisiológicos que no podían ser explicados a partir de la restricción
anatómica del sistema límbico descrito por Papez.
Estudios subsiguientes a este investigador lograron expandir el
conocimiento neuroanatómico del sistema límbico. Así, se identificaron
otras estructuras anatómica y funcionalmente relacionadas con las
inicialmente descritas por Papez, que incluyen subregiones del hipotálamo,
el área septal, el núcleo accumbens (región del estriado ventral), áreas
neocorticales (corteza frontal y prefrontal) y el núcleo amigdalino. Además,
diversos estudios neuroanatómicos han demostrado una directa y extensa
conexión entre áreas neocorticales (áreas de asociación cortical) con la
formación hipocampal, la amígdala y núcleo accumbens. De esta forma, las
áreas anatómicas que conforman el sistema límbico, y que intervienen en
el procesamiento de las emociones en el cerebro de los mamíferos —como
son la amígdala, el núcleo accumbens, el hipotálamo, entre otras— están
conectadas a estructuras (v.g., hipocampo y la corteza del lóbulo temporal)
relacionadas con la formación y consolidación de eventos de memoria y
aprendizaje; así mismo, resultan formar conexiones con la neocorteza,
donde se procesan diversas y complejas funciones de asociación.
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Resulta aún más interesante el hecho de que estas áreas neuroanatómicas
del cerebro, incluyendo algunas subrregiones del sistema límbico (como
la porción ventral del núcleo acumbens, la estría terminalis y el núcleo
central de la amígdala), están altamente relacionadas con los cambios
adaptati-vos neuroquímicos y neuromoleculares que se desarrollan durante
el consumo crónico de las drogas de abuso. Por consiguiente, estas áreas
neuroanatómicas representan el sustrato neuroanatómico común, donde
las drogas de abuso ejercen sus acciones de reforzamiento.
También se ha identificado la alteración funcional de circuitos
neurotransmisores específicos durante la adicción. Por ejemplo, uno de estos
circuitos es el sistema de transmisión dopaminérgica mesocorticolímbico, el
cual está conformado por fibras nerviosas que nacen en una región localizada
en la porción medial y basal del cerebro (mesencéfalo) conocida como área
ventro-tegmental (VTA), las cuales inervan una subestructura del sistema
límbico conocido como el núcleo accumbens (NA), de donde se proyectan
nuevas conexiones nerviosas a la corteza prefrontal, amígdala e hipocampo.
Existen diversos estudios farmacológicos que demuestran que la
administración aguda o crónica de cualquier tipo de droga psicoadictiva
es capaz de alterar este sistema neuronal, en forma directa o indirecta,
incrementando en forma importante la concentración extracelular
de dopamina en el núcleo accumbens. El incremento extracelular de
este neurotransmisor, produce una sobreestimulación de receptores
dopaminérgicos (del subtipo D1/D3) y la subsecuente hiperexcitabilidad
de las neuronas dopaminérgicas en esta región mesolímbica. Estos
eventos neuroquímicos promueven el desarrollo gradual del fenómeno de
dependencia física y psicológica, inducidos por los efectos de reforzamiento
y recompensa que inducen los mismos psicoadictivos. Así mismo, los
cambios neuroadaptativos que se establecen a largo plazo en un síndrome
adictivo, están comúnmente asociados a los cambios conductuales y de
personalidad relacionados con la búsqueda compulsiva de las drogas de
abuso y el consumo incontrolado de las mismas.
El consumo de drogas de abuso a largo plazo produce invariablemente
cambios permanentes en diversos sistemas de transmisión, en adición al
sistema dopaminérgico antes mencionado; aunado a ello, se han logrado
identificar cambios morfológicos importantes en las neuronas que integran
dichos sistemas. Los cambios neuroadaptativos progresivos que ocurren en
el cerebro humano durante la adicción crónica, están altamente relacionados
con los mecanismos neuronales que regulan las formas más simples de
memoria y aprendizaje. De hecho, se ha observado que las neuronas
que conforman el sistema límbico del núcleo central y basolateral de la
amígdala y el núcleo acumbens, guardan los mismos principios funcionales
que rigen y regulan la formación de procesos de memoria y aprendizaje a
nivel celular.
En este contexto, diversos trabajos neurofisiológicos han demostrado, en
animales experimentales sujetos a paradigmas de auto-administración de
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drogas de abuso, la existencia de diferentes grupos neuronales localizados
en el núcleo accumbens y la corteza prefrontal, los cuales incrementan su
actividad neuronal segundos antes y minutos después de la administración
intravenosa de diferentes sustancias adictivas (v.g., cocaína y heroína). Estos
resultados experimentales, demuestran que diferentes circuitos neuronales
comprendidos dentro del sistema límbico, así como las neuronas operantes
que conforman estos sistemas de transmisión, son capaces de responder en
forma anticipada al consumo de una droga; eventos que bien pudiesen estar
relacionados con las conductas de reforzamiento asociadas a la búsqueda y
consumo compulsivo de las drogas adictivas en los individuos, así como con
los mecanismos neurobiológicos de recompensa que generan la sensación de
bienestar posterior al consumo de las mismas.
Resulta intrigante el hecho de que las mismas neuronas que responden
a la administración de psicoestimulantes (v.g., cocaína) e incrementan
su actividad eléctrica durante su infusión (vía intravenosa), responden
paralelamente a estímulos físicos como son la luz y el sonido, mismos que
son empleados por los sujetos humanos adictos como potentes inductores
del reforzamiento de conductas estereotipadas, asociadas a la búsqueda y
al deseo compulsivo por el consumo de una droga de abuso.
En conjunto, todos estos resultados demuestran, a priori, que las
neuronas involucradas en los sistemas de neurotransmisión moduladores
del fenómeno adictivo, aprenden a relacionar eventos del medio ambiente
con respuestas de reforzamiento y recompensa que inducen las drogas
de abuso durante su consumo habitual. Adicionalmente, el sistema de
transmisión dopaminérgica mesocorticolímbico parece no solamente
mediar los efectos de reforzamiento y recompensa a estímulos reforzantes
naturales (v.g., comida y sexo) y estímulos reforzantes patológicos (drogas
de abuso), sino que además, parecen facilitar a un organismo a reconocer y
asociar estímulos reforzantes con los eventos que transcurren en un medio
ambiente.
Esto es, la secreción neuronal de dopamina parece regular, y quizá facilitar
de alguna manera, la formación de asociaciones entre la información previa
que induce un estímulo reforzante con la sensación de placer, recompensa
o aversión, que el mismo estímulo produciría posteriormente. De esta
forma, el sistema límbico y los circuitos neuronales que lo integran, parecen
estar más involucrados en el aprendizaje de asociación entre los diferentes
estímulos reforzantes, presentes en un medio ambiente con los efectos de
placer y recompensa que estos mismos producen en un organismo o un
individuo. Estos eventos neurobiológicos, son resultado de la forma en cómo
las neuronas dopaminérgicas operan, codificando la contingencia temporal
entre estímulos condicionantes y estímulos no condicionantes, detectando
la posible ocurrencia o la posible omisión del efecto de recompensa inducido
por el estímulo reforzante representado por la droga psicoadictiva.

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