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SEPARADO ENTRE

DOS

MUNDOS

Mario Ortega Wiedmaier


SEPARADO ENTRE

DOS MUNDOS
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SEPARADO ENTRE DOS MUNDOS


Mario Ortega Wiedmaier
© 2000
Nº de Inscripción: 114.105
I.S.B.N. 956-288-607-7
Diseño portada: Fuerza Creativa
DEDICATORIA

Dedico estas páginas a todas las personas que me han


ayudado en mi camino, a todos aquellos que han tenido
un gesto amable para con mi ser y, en especial, a don
Miguel por enseñarme a mirar el mundo desde un ángulo
distinto, por inducirme a descubrir la parte mágica de
todas las cosas.
También agradezco a mi hermana Patricia, ya que fue
ella quien me relacionó con don Miguel y me alentó a
seguir este camino.
A su vez agradezco a Lidia y a su esposo Jorge por
darme siempre palabras de aliento y en forma mágica
motivarme a reunir nuevamente mis fuerzas para
continuar por el sendero que una vez hube emprendido.
PRÓLOGO

Todo lo que expondré a continuación se mueve entre el


marco de la realidad y la magia; sí, bien digo la magia.
Aquella parte de nosotros que no dejamos que aflore y
que tampoco deseamos conocer. Muchas veces, cuando
se nos presenta un suceso fuera de lo común,
arrancamos despavoridos, llenos de terror y ni siquiera
nos tomamos un momento para analizar este hecho. Es
mucho más fácil omitirlo o teorizarlo y, de esta forma,
seguir con la continuidad de todos los días, lo que para
cualquier individuo es la normalidad.
En una sociedad donde el ser humano se ve
atribulado por el trabajo y las preocupaciones del diario
vivir, en donde todo gira alrededor del dinero, en un
sistema donde el objetivo principal de la vida está
enfocado hacia el materialismo y consumismo
descontrolado, en donde lo espiritual no sólo queda en un
segundo plano, sino que muchas veces se elimina de
lleno, no dando cabida a poder despertar a ese ser
mágico que llevamos dentro, me pregunto cuál es el
objetivo oculto de la sociedad, si difícilmente permite que
el ser crezca en armonía entre lo espiritual y lo material.
No me cabe duda de que caminamos por el “camino
equivocado “, engañados como verdaderos infantes,
creyendo en promesas y palabrerías baratas, sin ninguna
información que nos permita completar el mapa invisible
de la totalidad de nuestro propio ser. Si fuésemos
conscientes de todo este engaño, créanme que nuestras
vidas tomarían un giro de ciento ochenta grados.
Comprendí que el sendero por el cuál pretendía
caminar me encerraría en una falacia, que no me
permitiría hallar las respuestas. Respuestas mágicas que
no obedecen a la razón, porque están regidas por los
sentimientos más profundos que un ser humano pueda
tener.
Muchas de las interpretaciones lógicas de mi diario
vivir se fueron haciendo trizas con los acontecimientos
poco comunes que me sucedieron. Estos eventos no
resistían ningún análisis consecuente, ni mucho menos
una explicación razonable. Se movían en otro mundo,
inserto en éste, pero regidos por sus propias leyes y
principios o quizás tal no están regidos por ningún tipo de
ley.
Ya en aquel tiempo mi ser interno exigía no ser
acallado por la necesidad propia de seguir existiendo,
requería de esas respuestas que no tenía. Entonces
apareció don Miguel, quien me ayudó sin otro interés que
el que yo siguiera el camino propio y que él había
emprendido ya. Me dio información para que mi propio
ser la identificara como auténtica o falsa.
Recuerdo que dijo:
- Deje que su espíritu sienta, que fluya. La vista, el
oído, nuestros cinco sentidos son fácilmente engañables,
pero a nuestro sentir no se le puede engañar porque él
lo sabe todo, es más, lo ha sabido desde siempre, desde
el principio de los tiempos. Déjese llevar por ese
sentimiento, deje que lo invada y le dará las respuestas
que requiere, él reconoce la verdad en cada palabra, lo
que sucede es que no lo sabemos usar. O tal vez a
alguien le interesa sobre manera que no aprendamos a
usarlo.
El ser humano, debido a sus capacidades
intelectuales, está más cerca de la totalidad universal. Y
como decían los antiguos: "Vosotros hombres Dioses
sois". Pero lo más paradójico de esta premisa es que el
mismo hombre no cree que esto sea posible y ese sólo
hecho es lo que más lo distancia de esta posibilidad
mágica.
La verdad está dentro de nosotros mismos y toda la
información que requerimos la sabemos, pero ya no
sabemos despertarla, hacerla consciente en nosotros
mismos.
Por, tanto mi conquista, la debía realizar en mi propio
ser, en plena armonía con mi yo. Así fui comprendiendo
que mis creencias íntimas sobre pertenencias venían
dictadas por mi yo, sin armonía y correspondencia con mí
ser interior.
¿Cuántas veces creemos que somos dueños de algo
o que algunas cosas o personas nos pertenecen? La
verdadera realidad está en que somos dueños de nada,
puesto que, para ser dueño de algo, primero debemos
conquistarnos a nosotros mismos y enseñorearnos de
nuestro propio ser.
Concluí que primero, tenía que templarme a mí mismo
y hacer que mis preocupaciones cotidianas ya no fuesen
tales. De este modo no acallaría más a mi ser interior, le
daría vida, me recordaría a mí mismo. Para todo esto
debía convertirme en un guerrero, pues ésta es la única
forma de poder llegar a mi propio origen.
Algunas de las cosas que encontré no me agradaron,
pues no pertenecían a mi inventario ni a las tradiciones
otorgadas por mi formación católica, la cual, con el
tiempo se fue transformando en casi pagana, hasta que
finalmente desapareció por completo. En ella no tenía
respuestas para ningún tipo de acontecimiento extraño,
sólo me señalaban monstruosas estupideces,
atribuyendo el mundo mágico a lo diabólico.
Abrirse a este tipo de entendimiento requiere de
mucho esfuerzo y la tendencia ante un hecho insólito es
omitirlo o teorizarlo lo más eficazmente posible, para que,
de este modo, no se destruya nuestra continuidad en el
mundo de todos los días.
Recuerdo que a muy temprana edad se iniciaron en
mí, sueños muy extraños y vívidos. Al despertar no me
parecían sueños sino realidades vividas en un mundo
paralelo a éste, dejándome el sabor de otra realidad
impregnada en todo mí ser.
VIVENCIAS A TRAVÉS DE LOS SUEÑOS

En uno de mis sueños, me elevaba hasta el cielo. Eran


más o menos la cinco y media de la madrugada, pero
aún estaba de noche. En mi vuelo penetraba, el cosmos
pasando por astros, estrellas y constelaciones. Llegaba a
una especie de nave espacial. Esta tenía proporciones
descomunales, deber haber medido unos tres, o tal vez
cuatro kilómetros de largo por unos ochocientos metros
de altura. Debido a la proximidad que me encontraba de
ella, no podía determinar si era circular, rectangular o
cuadrada. Semejaba ser una ciudad flotante. Estaba
iluminada con luces de diferentes colores. Construida de
un material parecido al metal, de color café claro, el cuál
medía aproximadamente unos cincuenta centímetros de
espesor. Todos sus contornos estaban remachados. Su
construcción era de magnifica e imponente, como yo
jamás antes en ninguna película de ciencia a ficción
hubiese visto. Volaba por el exterior de esta fortaleza
flotante observando atónito su construcción, la cuál era
realmente fascinante.
Había miles de intrincados laberintos que conducían a
distintas partes de esta nave. También poseía varios
hangares en donde entraban y salían pequeñas
aeronaves de las formas más diversas. Estas tenían una
construcción y forma aerodinámica realmente exquisita,
adornadas por luces de diferentes colores, que se
encendían y apagaban.
De pronto, me encontré en una habitación en el
interior de la nave. La habitación era circular, había una
mesa separada de la pared a más o menos a un metro y
medio de distancia que seguía la forma de la pieza. Esta
era brillante y parecía estar hecha de acero inoxidable.
Me encontraba en el centro de esta sala, rodeado por la
penumbra, sin puertas ni ventanas.
Al parecer estaba solo, o al menos eso pensaba. En
ese instante alguien me habló diciéndome que no era así,
que estaba rodeado de personas, ubicadas tras la mesa
circular. Di vuelta mi cabeza hacia la derecha y miré
detenidamente el espacio desde donde parecía emanar
la voz. Me sentí confundido. Me parecía no haber
escuchado esa voz, pero que sí alguien me había
hablado. Donde había fijado mi vista, comencé a ver el
contorno de una silueta, luego empecé a ver su rostro,
que poco a poco fue cobrando forma, era como si
estuviese medio borroso y paulatinamente fuese tomando
nitidez, hasta llegar a materializarse por completo. El
personaje era un hombre de unos setenta y cinco años,
pelo cano y abundante. Tenía una barba rala y la nariz
ancha. Su piel era de color ámbar y llevaba puesta una
túnica azul oscuro. Me dijo en tono autoritario que podían
responder a todas mis preguntas y que ellos sabían lo
que yo estaba haciendo ahí.
Me percaté de que aquel hombre no había movido sus
labios, pero en cambio yo lo escuchaba claramente
dentro de mi cabeza. Toda la situación era confusa,
además que hablaba en plural; yo realmente no sabía
qué hacer ni decir, era la primera vez en mi vida que
tenía una comunicación de ese tipo, en donde no se
usaban los labios, ni se emitían sonidos para
comunicarse. También pensaba que ese hombre sabía
más de mí que yo mismo, al menos eso sentía, estaba
realmente confundido y no sabía cómo proceder, así que
formule lo primero que se me vino a la cabeza.
- ¿Dónde estoy?
- A distancias inconmensurables de donde dejaste tu
cuerpo – respondió el hombre.
Aquello no tenía sentido. Miré mis extremidades y las
vi semiborrosas, transparentes, pero no le di importancia.
Lo atribuí a la penumbra existente.
Volví a preguntar:
- ¿Cómo viajé una distancia tan grande sin ningún
medio de transporte?
El hombre respondió:
- Somos energía y tú estás en ese estado ahora. Para
la energía no existe espacio ni tiempo.
Todo, absolutamente todo está formado por energía.
La solidez es sólo aparente, es más, es una de las tantas
representaciones que tiene la energía, por lo tanto, no
quiere decir que la solidez sea la única forma existente.
Debido a que la representación sólida de la energía es la
única que tú conoces y por lo demás, le das la
importancia que te han enseñado que tiene, es que te
afecta. Quiero decir que tú no puedes atravesar paredes,
porque concibes a una pared como un elemento sólido y
lo mismo piensas de ti, pero todo esto es sólo una
representación de la energía y es la única forma que te
han enseñado a percibirla.
Al llegar aquí y verme, pensaste que me estaba
materializando ante ti, pero no es así, lo que realmente
sucedió es que percibiste mi forma energética.
Se dio un respiro y prosiguió diciendo:
- Quizás creas no entender lo que te digo, eso no
debe preocuparte. El estado de consciencia en cual te
encuentras, en este momento es uno de los estadios de
aprendizaje más elevado. Además, posee el grado más
alto de almacenamiento de información. Todo lo que se
aprende en este estado de consciencia cuesta llevarlo al
estado de consciencia cotidiana, pero en la medida en
que conozcas a tu propio ser, podrás establecer un
vínculo sin tropiezos entre estos dos estados de
consciencia, tal como si construyeses un puente entre
ambas consciencias. Esto sucede muchas veces en los
estados cotidianos de consciencia, y se presenta como si
se te hubiera ocurrido una gran idea, pero lo que
realmente sucede es que el puente entre las
consciencias se unió, pero sólo por algunos segundos.
Con el tiempo recordarás lo que has aprendido, y esto se
presentará como estados de lucidez que poco a poco se
harán más y más repetitivos, hasta que serás capaz, por
voluntad propia de establecer este vínculo entre las
consciencias y recordarlo todo en un segundo.
Este hombre ocupaba el principio de la mesa curva, yo
estaba situado a la derecha de éste. Comencé a mirar de
derecha a izquierda y vi que había varias personas tras el
mesón. Eran hombres y mujeres. Todos ellos
comenzaron como a materializarse. Uno de ellos se
deslizó hacia la derecha hasta que salió de detrás del
mostrador y se puso al lado del hombre, dando la
espalda a las demás. Ahora ambas personas estaban de
frente a mí. Quien había salido de detrás del mesón
llevaba un albornoz y la cabeza cubierta. De estatura
mediana y contextura delgada, alzó la mano izquierda y
se quitó la capucha. Se trataba de una mujer de cabellera
larga y dorada, grandes ojos azules, delicada sonrisa y
blanca dentadura. De su rostro emanaba bondad. Me
observó y sonrió, luego se acercó mirándome fijamente y
se detuvo a más o menos unos treinta centímetros de mi
cuerpo.
Inmediatamente sentí la voz de esa mujer en mi
cabeza:
- No trates de analizar cómo nos comunicamos, pues eso
no tiene importancia, puesto que en la medida que lo
analices y al no contar con todos los elementos y
conocimientos para llevar esta tarea a cabo, lo único que
lograrás es entorpecer nuestra comunicación. Así que
libera tus pensamientos y haz todas las preguntas que
desees, aunque te parezcan insólitas, ya que a eso
viniste.
Pero yo no sabía, a qué había venido, así que me
limité a preguntar:
- ¿Cómo llegué aquí?
- Es la energía de tu cuerpo la que está aquí.
- ¿Y mi cuerpo dónde está entonces?
- Tu cuerpo está acostado en tu cama donde lo
dejaste.
Y ahora pon atención a los siguientes consejos que te
daré. Cuando regreses y veas tu cuerpo acostado en la
cama, no te desesperes, obsérvalo pasivamente y sólo
piensa en despertar en él, para que tu pensamiento te
posicione dentro de él. Si aceptas mi consejo, tendrás un
muy buen despertar. Pero si te desesperas sólo
conseguirás entrar bruscamente en tu cuerpo y cuando
despiertes sentirás al despertar un fuertísimo dolor de
cabeza. Esta angustia obedece a que el que ha tomado
el mando es “él “, no tu yo, y como aún no se manejan en
forma armónica, al enfrentarse ambos a tu cuerpo, el yo,
que carece de este tipo de inventario, al verse acostado y
sentirse afuera, lo invade el pánico.
Dentro de mí pensaba qué sueño más extraño y real,
aunque en definitiva al despertar no recordaré nada.
La mujer leía mi mente, yo era como un libro abierto
para ella, sin vacilar respondió a mis pensamientos.
- Con el tiempo sabrás la diferencia que hay entre un
sueño y esta realidad. También podrás diferenciar los
sueños, de los sueños con consciencia.
Luego me miró sonriendo, y con la mano derecha se
puso la capucha, la cual incluso cubrió parte de su rostro.
Se distanció retrocediendo sobre sus mismos pasos, pero
antes de llegar a la mesa curva se comunicó
nuevamente.
- Debes regresar, ya es de amanecida, esta es la
mejor hora para realizar estos viajes, que en el tiempo
tuyo son sólo de pocos minutos, pero en el nuestro son
de varias horas.
Repentinamente me encontré volando sobre el techo
de mi casa y, lo más curioso, era que efectivamente
estaba amaneciendo. El sol comenzó a asomarse por
entre los picos cordilleranos. Al parecer, iba ser un
hermoso día de primavera. Observé los alrededores y
todo estaba en su sitio, es decir, tanto las casas
contiguas como las calles, plazas y árboles tal como en
mi realidad cotidiana, sólo que esta vez tenía una
panorámica aérea.
Fijé mi vista en las tejas de mi casa. Al instante me
encontré flotando en el interior de mi habitación. Vi un
cuerpo dormido, cubierto por una sábana. La cama
estaba desordenada y su frazada y colcha en el suelo,
producto del calor de las noches primaverales.
Me acerqué al cuerpo. Me vi. Era yo. Estaba en dos
partes, dormido y mirándome. La sensación de terror que
sentí me desespero y desperté abruptamente.
Sentí un fuertísimo dolor de cabeza, como si me
hubiesen golpeado con un palo la nuca.
Me recosté. El sueño estaba nítido en mi memoria. Lo
único difuso eran los rostros de aquellas personas.
Durante el día comenté el sueño que había tenido a mi
madre y hermanos. También se lo narré a algunos
amigos, pero a nadie pareció interesarle. Algunos me
escuchaban con atención, como si les estuviese
contando un cuento bonito. Después comentaban que
ellos no tenían sueños de ese tipo. (Yo en cambio tuve
muchos sueños más y todos sumamente extraños).
Con el tiempo aprendí a callarme. En varias ocasiones
escuché decir entre familiares y amigos, que yo estaba
algo mal de la cabeza o tenía demasiada imaginación.
Así que cualquiera cosa que dijese en ocasiones se
echaba a la burla o no se interpretaba con la seriedad
debida. No obstante, lo que pensaran los demás sobre
mis sueños, no me amilanaba en lo absoluto, es más, los
sueños se hacían tan intensos que me concentraba en
poderlos interpretar en todo su contenido.
Por lo tanto, debido a mi gran curiosidad por saber
qué significaban mis sueños, poco a poco empecé a
buscar literatura que hablara de ellos y los interpretara.
En ese tiempo, lo único que me interesaba era poder
soñar con lo que yo deseaba, o continuar un sueño
anterior, es decir, tener un sueño a voluntad. Pero los
libros que leía no señalaban nada al respecto, éstos no
indicaban cómo inducir un sueño a algo deseado, así que
me limite a esperar que mis sueños en donde podía
realizar preguntas sucedieran en forma espontánea, ya
que con ellos yo quería soñar.
Un día, al acostarme muy cansado, comencé a soñar:
Me encontraba caminando por un valle verde, en un
día de verano, sin calor. En este valle había frondosos
árboles, viejos, con grueso tronco. Me atemorizaban con
su gran altura, parecían tocar el cielo. Se mecían al ritmo
de la suave brisa que los serpenteaba.
Caminé largas horas por diversos senderos, sin
cansarme. De pronto, sentí que algo clavaba mi pie. Me
vi descalzo. Caminando en un solo pie, me arrimé al
tronco de un árbol, a la orilla del camino. Me senté.
Revisé la planta de mi pie. Tenía clavada una espina. La
retiré.
Con mi espalda apoyada al tronco, me quedé dormido.
Comencé nuevamente a soñar, pero esta vez estaba
soñando en mi sueño.
En él apareció el mismo hombre del sueño de la nave
espacial. Estaba vestido con la misma túnica azul.
Ahora nos encontrábamos en la cima de un cerro, el cual
tenía una exuberante vegetación. Este hombre se me
aparecía de atrás de un frondoso árbol, sonriendo me
preguntó:
- ¿Me buscabas?
- Si - respondí. En realidad, deseaba soñar
nuevamente con él o las personas que se habían
aparecido en el sueño de la nave espacial.
Me miró escrutando cada centímetro de mí.
- Pero estás confundido, no sabes si tú me
encontraste a mí, o yo a ti. Hizo una pausa y preguntó:
- ¿Quieres saberlo?
- ¡Por supuesto que sí!
- La verdad, es que esta vez tú me hallaste - dijo el
hombre.
- ¿Cómo lo hice?
- Antes que nada, debes saber que hay varios tipos de
sueños.
Los sueños comunes y corrientes, que son los
encargados de estabilizar nuestra energía para continuar
con el mundo de todos los días. Ellos regulan los
desbordes energéticos complementando al yo con el ser
interno para armonizar en estado inconsciente la
estabilidad del yo. Sin estos sueños reguladores de
energía el yo no podría en forma alguna existir. Pero no
es que ordenen la energía, más bien abren los conductos
necesarios para que ella no se desborde.
El segundo tipo de sueño está cerca de una puerta o
barrera y tiene contenidos universales. Son todos
aquellos en donde aparecen figuras arquetípicas, como,
por ejemplo, un animal que habla o nos enseña algo, el
viento, gigantes, o en donde podemos volar o realizar
cosas inconcebibles. Al despertar sólo recordamos
fragmentos incomprensibles de ellos y, generalmente los
descalificamos o, a lo sumo, encontramos que fue un
sueño simpático.
La barrera que los protege es que no se puede
penetrar su significado con explicaciones lógicas, mucho
menos con el razonamiento, ya que éste carece en forma
total de conocimiento sobre el inconsciente. No sabe
acerca de las representaciones arquetípicas, ni la
analogía individual propia.
Las representaciones generales como el viento, el
padre, etc. son tal vez menos difíciles de penetrar, pero
sin las otras que las configuran no tienen ningún sentido,
es como leer una frase de diez palabras y que solamente
se conozcan dos o tres de ellas.
En estos sueños, la participación de que sueña es
siempre la de un mero actor dirigido, es decir, no
tenemos dirección ni manejo sobre el destino de nosotros
mismos, ni mucho menos sobre la dirección o sentido
que tomará el sueño.
El tercer tipo de sueño es en el cual hacemos lo que
deseamos, tenemos la dirección y control de toda la
situación, es decir el yo y el ser interno caminan en
perfecta armonía. En este tipo de sueño se establece una
comunicación entre ambos, pudiendo trasladar la
consciencia cotidiana al sueño, o el razonamiento al
sueño.
Debido a que el razonamiento es muy limitado para la
comprensión universal, (por la deformación social que el
hombre recibe, en donde no hay respuestas hacia el
conocimiento espiritual, sino solamente soluciones a lo
material) la razón aquí se ve entrampada, y no puede
desde concepto alguno zanjar esta problemática. La
única solución es que el ser interno le entregue
paulatinamente el conocimiento al yo, y este acepte al ser
interno (al “él “) para poder realizar dicha comprensión,
que se irá poco a poco transformando en sabiduría
universal. Dicha sabiduría no acepta ningún tipo de
cuestionamientos, ni mucho menos filosofías y creencias
baratas en la cual el hombre actual se apoya para poder
establecer la continuidad de su mundo cotidiano.
Además, el individuo actual carece totalmente de alguna,
o tal vez la mínima experiencia espiritual, sólo posee
creencias... sólo creencias... llamadas fe, pero que no
tienen ningún fundamento sólido y con la más mínima
brisa se remueven desde los mismos cimientos. Se las
lleva el viento... se las lleva el viento.
Este sueño requiere de mucha disciplina y energía
para llevarlo a cabo, y al despertar sentimos que hemos
vivido el sueño y lo recordamos casi en toda su totalidad.
Realizando un pequeño esfuerzo lo recordamos por
completo.
Si se armoniza el “él” con el yo, los contenidos
universales y la interpretación van llegando de a poco a
la razón y, de esta forma, llega la comprensión que nos
indica lo que debemos corregir en nosotros mismos y el
camino que debemos tomar.
Este tipo de sueño, además, posee muchas otras
cosas que se pueden desarrollar como, por ejemplo,
crear el doble, trasladar a quién se quiera, al sueño que
el soñador desee crear. Pero estas técnicas requieren
mucha dedicación y de una energía que no está
disponible. Por lo tanto, hay que ir en su busca y esta
empresa es extremadamente peligrosa.
Hay energía disponible, pero se requiere de mucha
cautela, ya que el universo es depredador y todo se
devora tal como lo ven nuestros ojos cuando un animal
más fuerte se come a otro más débil.
El hombre respiró profundamente y luego hizo varios
cuestionamientos:
- ¿Por qué razón el hombre piensa que no tiene
depredadores?, ¿es que acaso no habita en este mismo
universo?, ¿Por qué va a poseer condiciones especiales
el habitante llamado hombre? La verdad es que no posee
ni ha poseído nunca condiciones distintas, porque el todo
está constituido por energía y la energía se va
transformando, se va alterando, va mutando, por lo tanto,
en la rueda de este cambio va siendo depredada por
otras energías. Y el hombre, en particular, teniendo
muchas condiciones para desarrollar su energía, es lo
que menos hace.
El hombre, con su actitud complaciente está
directamente en la línea de fuego de sus depredadores y
ni siquiera sabe quiénes son.
El hombre siguió diciendo:
En este momento nos encontramos en el tercer tipo de
sueño. Aquí es donde podemos realizar lo que nosotros
deseamos. Muchas personas entran en este tipo de
sueños, ya sea por un golpe, cansancio, un shock y,
otros, solamente porque así deciden hacerlo, lo cuál es
mi caso. Pero en el caso tuyo parece ser que tienes
condiciones naturales para estos eventos.
Al conversar con este individuo, yo me había
percatado que él hablaba como un hombre común y
corriente que había evolucionado y que no era ningún
extraterrestre, así es que le pregunté:
- ¿Tú existes también en la Tierra?
El hombre me miró extrañado. Luego esbozó una leve
sonrisa y exclamó
- Sí
- ¿Y yo te podría ubicar?
- No, eso es imposible. Pero quien busca siempre
encuentra y encontrarás quien te enseñe acerca de esto.
Es importante que alguien te ayude en la conciencia
cotidiana, puesto que existen técnicas para realizar estos
eventos a voluntad propia. Y es vital poder interpretar los
sueños, para poder trasladar los contenidos energéticos
a la razón. Todo lo que aquí pudieses entender es
dificultoso de ser razonado y, al tratar de trasladarlo a la
consciencia cotidiana, se pierde fácilmente debido a que
se requiere cierta disciplina y energía para que los
conocimientos puedan ser entendidos en la consciencia
normal.
Me seguía dando vueltas el porqué de la negativa a
que lo ubicase así que le pregunté:
-¿Por qué no te puedo ubicar en la Tierra y, sin
embargo, he podido hablar contigo en sueños?
- Haz podido hablar conmigo debido a que nuestros
destinos se han cruzado solo por un instante eterno, pero
a su vez nuestros caminos están juntos, aunque por
senderos apartados, en donde cada uno debe resolver su
propia eternidad. De nada sirve que tú me conozcas,
pues lo que he tenido que entregarte, ya te lo entregué,
tal como quizás algún día tú se lo entregarás a otro
caminante que se te cruce en los senderos de nuestro
despertar.
- Pensé que eras un ser de otro planeta.
- ¿Por qué pensaste eso? - inquirió el hombre.
- Porque nuestro primer encuentro fue en una nave
espacial. ¿Qué hacías allí entonces?
- Lo mismo que tú, buscaba respuestas.
- ¿Entonces quiénes son esas personas?
- Ellos son quiénes proporcionan las respuestas.
- Pero ¿quiénes son ellos? - volví a preguntar.
Dicho esto, el hombre se comenzó a desvanecer.
Desperté de mi sueño y seguí soñando en el sueño con
el cual me había dormido. Nuevamente me encontraba
sentado bajo el árbol en cuyo tronco me había apoyado,
así que me incorporé y comencé a caminar por el
sendero. Este camino serpenteaba y daba varias vueltas
a través del valle. Después de haber caminado varias
horas divisé lo que parecía ser el final del camino. Ante
mí apareció un rectángulo de luz brillante de color miel. Al
llegar a él me percaté que se trataba de una gigantesca
puerta de dos hojas, construida totalmente en oro, en
todo su perímetro remachada con diamantes, los que
brillaban en todo su esplendor.
Repentinamente las hojas de la puerta comenzaron a
abrirse, silenciosamente. Tras éstas apareció una luz
verdosa que me encegueció y a la vez me hizo despertar.
Tardé años en recordar estos sueños, sólo lo pude
realizar después de penosísimos esfuerzos y conociendo
las técnicas para poder lograr este objetivo.
DON MIGUEL

Mi familia está integrada por cuatro hermanos, dos


hombres y dos mujeres, yo ocupo el segundo lugar, ya
que tengo una hermana mayor llamada Patricia. Con
Patricia siempre me he llevado muy bien, pues ella
también es atraída por lo místico.
Cuando ambos éramos estudiantes universitarios,
estudiando diferentes carreras en diferentes
universidades, Patricia me contó que en la Universidad
en que ella estudiaba filosofía, había asistido a una
charla, la que daba un hombre llamado don Miguel. Este
hombre era un místico y además sabía todo respecto a
los sueños e interpretaciones y aún mucho más. Incluso
los compañeros de Patricia comentaban que don Miguel
era un brujo y que además poseía poderes
extraordinarios. Debido a estos comentarios y a que le
había fascinado la charla que don Miguel había dado,
Patricia muy astutamente después de la charla logró
hablar con don Miguel por intermedio de una amiga.
La verdad que lo que me había comentado Patricia lo
encontré bastante interesante, y ya que don Miguel había
establecido contacto con ella, yo le insistí para que en la
primera oportunidad que tuviese le comentase que tenía
un hermano que tenía muchos sueños y vivencias
extrañas. Patricia accedió a mi petición.
Como don Miguel seguía dando charlas en la
Universidad, Patricia y una compañera llamada Lidia
comenzaron a establecer un vínculo más cercano a don
Miguel. De esta forma Patricia le comentó mi interés y
que además yo tenía muchas ganas de conocerlo y
platicar con él. Don Miguel acepto conocerme, y le dio su
número telefónico para concertar una reunión.
Patricia llamó en varias ocasiones, pero fue imposible
ubicar a don Miguel puesto que él viajaba tanto dentro
como fuera del país, por lo que este encuentro no se
realizó en forma inmediata, sino que varios meses
después.
Era el mes de abril cuando conocí a don Miguel.
Don Miguel me citó a su departamento por medio de
mi hermana un día viernes alrededor de las dieciocho
horas.
El habitaba al costado del cerro San Cristóbal en la
ciudad de Santiago. Ahí tenía un departamento en un
cuarto piso.
Concurrí a la cita tal cuál don Miguel lo había
señalado. Llegué a la dirección indicada a las diecisiete
cincuenta.
Ya frente al edificio me pude percatar que don Miguel
ocupaba el último piso del inmueble, y como los edificios
de cuatro pisos adolecen de ascensor había que subir
por las escaleras.
Una vez en el piso señalado, ubiqué el departamento
que estaba situado con orientación hacia el Oriente. La
puerta de entrada tenía una reja de fierro forjado color
negro como protección.
Toqué el timbre, y salió un hombre de pelo cano de
unos sesenta, o tal vez sesenta y cinco, o cincuenta y
cinco años. La edad de este hombre era indeterminada.
Tenía unos vivaces ojos azules y tez blanca. Llevaba una
chaqueta corta de cuero negra y pantalones del mismo
color. Era de figura delgada y medía alrededor de un
metro ochenta centímetros.
Muy amablemente me dijo:
- Lo estaba esperando, usted debe ser Mario.
- Si, y ¿usted debe ser don Miguel?
- Por supuesto
Nos estrechamos las manos, y luego de nuestra breve
presentación me invito a pasar.
Caminamos por un corto pasillo que conducía al living.
Este estaba decorado con cuadros en las paredes que se
iluminaban con luces indirectas como apliques, puestos
en la parte inferior de los marcos de los cuadros. Los
sillones y el sofá estaban tapizados en un color celeste
claro. En ambos costados del sofá había una mesa
lateral con su correspondiente lámpara. La luz de la
habitación era bastante pobre, no había ninguna luz que
permitiese ver claramente todos los detalles.
Don Miguel pidió disculpas y se dirigió al interior de
una pieza, luego apareció con una silla mecedora, la que
instaló en un extremo del living, a la izquierda del sofá.
Yo me encontraba de pie mirando detenidamente un
hermoso cuadro cuando don Miguel dijo:
- Mario, tome asiento por favor.
Me senté en el sofá, y él se sentó en la mecedora.
Luego se balanceó suavemente y tomando aire me
pregunto:
- ¿Cómo está Patty?
- Bien - respondí - y además le manifesté que Patricia
le enviaba muchos saludos.
- Dígale que le correspondo los saludos, su hermana
es una persona muy agradable y a su vez muy especial.
Don Miguel se quedó pensativo y luego dijo:
- Sabe esta cita la hizo su hermana, ella lo ha traído
hacia mí.
Se balanceo en su mecedora, y con una exquisita
sonrisa exclamo:
- Es así como debería suceder, una mujer lo debía
traer.
Luego preguntó:
- ¿Qué hace usted?
- Soy alumno de la Escuela de Ingeniería.
- ¿Y cómo la va en sus estudios?
- Más o menos.
- Don Miguel se balanceó nuevamente en su
mecedora y tomándose la barbilla dijo:
- Según me ha comentado su hermana Patty, usted
tiene sueños extraños. Por qué no me cuenta alguno de
los sueños que ha tenido.
Así que comencé a narrar varios de mis sueños.
Todos ellos los recordaba con lujo de detalles.
Don Miguel me miraba con atención, se balanceaba
de vez en cuando en su silla mecedora y parecía pensar.
En varias ocasiones se sonrío como contentándose con
lo que le contaba. Una vez que hube concluido, don
Miguel hizo algunas interpretaciones de lo que
significaban estos sueños. Después comento.
- Estamos solos, y debemos descubrir este mundo,
todos los que hemos emprendido este camino
necesitamos de alguien que nos ayude, no para que nos
enseñe, porque no hay nada que aprender, sino que
necesitamos imperiosamente de alguien que nos
reafirme y nos de él impulso necesario para poder
recordar y de esta forma llegar a nuestro origen.
La soledad que conlleva este sendero, no se produce
por estar sin compañía, porque hay varios viajeros que
van con nosotros, pero solo nos acompañan al comienzo
de esta aventura, y un día miramos a nuestro derredor y
comenzamos a darnos cuenta de que estamos
verdaderamente solos. Remecemos por los hombros a
un camarada para que no se deje estar, pero el sueño de
esta creación lo invade y ya no puede despertar.
Y es ahí cuando en medio del silencio de las sombras
del ocaso comprendemos nuestra soledad, ya no hay con
quién hablar aquí, y de ahí en adelante solo hablaremos
con los de allá, porque los de aquí ya están todos
muertos.
Acto seguido preguntó:
- ¿Y la vista?
- ¿La vista?, ¿Qué pasa con ella?
- ¿Qué le sucede en la vista? - volvió a insistir don
Miguel.
- Nada.
- ¿Está seguro?
En realidad, no sabía a qué se refería, o a dónde
pensaba llegar con sus preguntas insistentes.
- Recuerde sus juegos... - dijo pausadamente don
Miguel.
Hice lo que me decía y empecé a recordar mis juegos,
repentinamente se me vino a la memoria un juego que
jugaba regularmente. Este consistía en mirarse frente a
frente y ver cuál de los dos jugadores pestañeaba o le
lloraban los ojos primero. En ese juego era invencible,
porque tenía la habilidad de ver borroso todo el tiempo
que deseaba. Y, es más, estaba convencido de que el
ver borroso encerraba un secreto aún más grande, el que
yo no había sido capaz de descubrir. Había llegado a
pensar que cuando necesitara mover algo, solo tenía que
verlo borroso, ya que en muchas ocasiones detuve
puertas que se estaban cerrando o moví algún elemento.
Pero nunca pude hacer que las cosas se movieran a
voluntad, ya que las veces que lo intenté, terminé
fatigado y sin ningún resultado. Las veces que moví algo
fue en forma rápida y sin pensarlo. También pensé que
se debía a que yo desconocía como poder utilizar el ver
borroso para mover cosas, y en otras ocasiones lo asumí
como una pura casualidad.
Realmente me sorprendió que me preguntara por la vista,
así que le pregunté:
- ¿Usted se refiere al ver borroso?
Don Miguel no contestó, sólo me miró fijamente y
luego se sonrió.
- Entonces dije: Puedo ver borroso, cuando y cuanto
desee.
A don Miguel no pareció interesarle.
- Don Miguel, ¿y para qué sirve ver borroso?
Don Miguel no respondió. Se incorporó y dijo que se
había hecho muy tarde, y que nos encontráramos el otro
viernes a la misma hora.
No me atreví a preguntarle más para que servía ver
borroso, ya que era nuestra primera cita y no quise
insistir con más interrogantes. Además, que cuando él
interpretó mis sueños, básicamente yo lo había
bombardeado a preguntas. Así que me incorporé de mi
asiento y me despedí de don Miguel.
Él muy caballerosamente me acompaño hasta la
puerta principal y se volvió a despedir muy cortésmente.
Justo en el momento que estrechábamos nuestras
manos don Miguel, mirándome fijamente, con una mirada
fulminante dijo:
- Un guerrero reconoce a otro por la mirada, por que

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