Professional Documents
Culture Documents
No eran los titulares que Heather Bresch, CEO de la compañía Mylan, esperaba ver. El New York
Times puso “Subida de precios del EpiPen crea preocupación entre los que sufren de alergias”, y
el Washinton Post imprimió “Creador de EpiPen alza precios y eriza pelos.” Forbes y Los Angeles
Times señalaron que la empresa puede que enfrente aún más escrutinios con sus artículos
titulados “CEO de EpiPen, Mylan, espera incremento de ganancias a un 671% en 8 años” y “Otra
razón para odiar Mylan, quien subió el precio del salvavidas EpiPen: Es un evasor de impuesto,”
respectivamente.
Como si la atención de los medios no fuera suficiente, ahora el gobierno también se está
involucrando. Bresch recibió preguntas de varios senadores de USA demandando saber del
proceso de toma de decisiones con respecto a sus precios. El senador Chuck Grassley,
republicano del comité del senado jurado, quería saber cómo Mylan podía justificar su
incremento de precios y cómo la compañía iba a costear los EpiPen para los pacientes que
necesitaba ayuda económica. Este escrutinio del gobierno es un problema de negocios y
personal para Bresch, ya que su padre, Joe Manchin, fue senador.
Bresch al menos tuvo un defensor en Martin Shkreli, antiguo CEO de la farmacéutica Turing.
Shkreli, quien enfrentó una tempestad mediática parecida el año pasado, después de subir
dramáticamente el precio de Daraprim, una medicina usada en el tratamiento de malaria y HIV,
de $13.50 a $750 por dosis. Shkreli defendió el aumento de precio de Mylan argumentando que,
como farmacéutica genérica, la empresa ganaba una utilidad neta relativamente baja de 8.9%,
así que no podía ser considerado una subida ilegal de precio. Comentó además que las
aseguradoras deberían pensar al EpiPen como una buena oferta comparado a un viaje de $20
000 a la sala de emergencia. Debido a su infamia general y al hecho que hace ocho meses fue
acusado federalmente de fraude con título de valores, no está claro si su apoyo mejoró o
empeoró la situación.
EpiPen
Mylan adquirió la línea de productos EpiPen, la cual ha estado disponible en USA por más de 25
años, de Merck en el 2007. A través de la inversión en marketing, la marca EpiPen se ha
convertido en tan conocida entre las personas con alergias que se ha vuelto una marca
generalizada, o el “Kleenex” de los auto inyectores. El número de pacientes que usan EpiPen ha
crecido un 67% en los últimos siete años, y sus ingresos han subido de $200 millones a más de
$1 billón.
En los últimos cinco años, Mylan aumentó el precio de EpiPen a más de tres y medio de veces el
precio original (Imagen 2). La gente se pregunta si el aumento es debido al incremente de costos
de producción. La adrenalina ha sido usada por décadas y el costo de producción es menos de
un dólar por dosis. El costo de manufacturación del aparato también está promediado en menos
de un dólar.
Hasta el 2015, la compañía farmacéutica francesa Sanofi S.A. producía un auto inyector
competidor llamado Auvi-Q. La compañía retiró sus productos voluntariamente del mercado ese
año porque encontró que podía potencialmente administrar medidas incorrectas. El otro
productor similar disponible en USA, Adrenaclick, solo ha cautivado el 7% del mercado desde su
restitución a mediados del 2013. A pesar de que Adrenaclick es menos costoso (Wal-Mart lo
vende por solo $142), los usuarios están reacios a cambiar de producto.
Incluso antes del furor sobre el EpiPen, la ira de los americanos sobre el precio general de los
farmacéuticos ha estado bullendo. Una encuesta de la fundación familiar Kaiser (Imagen 4)
encontró que 72% de los americanos piensan que los precios de las medicinas son irracionales,
y que un 74% piensa que pagan más que las personas en Canadá, México y Europa Occidental.
Uno de los estudios de Frank Lichtenberg corrobora estos resultados, mostrando que los precios
de los farmacéuticos varían en diferentes países.
Imagen 4. Resultados de la encuesta de la fundación familiar Kaiser
El EpiPen no es la excepción a esta regla. Los consumidores pueden comprar un paquete de dos
por el equivalente de $85 en Francia y por $131 en Canadá. Comentando acerca de esta
diferencia, Bresch dijo “Subvencionamos al resto del mundo… y como país, hemos tomado esa
decisión consciente. Y creo que el mundo es un mejor lugar por ello.”
Los americanos preocupados por su salud harían cualquier cosa para obtener un EpiPen. Por
ejemplo, una trabajadora social en Seattle lloró cuando descubrió que su EpiPen costaría $350.
Dijo “Estaba aterrada porque esta es una medicina salvavidas que necesito, y no la podía
costear.” Fue capaz de comprar dos en Canadá por la mitad del precio.
Conclusión
Bresch tiene mucho que considerar en un corto tiempo. Necesita responder a algunas preguntas
difíciles del congreso y apaciguar la creciente tempestad mediática. También necesita parar la
caída de valor de sus acciones, que han bajado por más del 10% en la última semana. Su próximo
movimiento podría alterar drásticamente tanto como su carrera como su compañía. ¿Qué
debería hacer?