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La conciencia lingüística
en la enseñanza de lenguas
J.M. Cots, L. Armengol, E. Arnó,
M. Irún, E. Llurda
(Cercle de Lingüística Aplicada
de la Universitat de Lleida)
Biblioteca de Textos
Serie Didáctica de la lengua y la literatura
Directores de la colección: Carlos Lomas, Uri Ruiz Bikandi, Amparo Tusón, Manuel Vera
© Josep Maria Cots, Lurdes Armengol, Elisabet Arnó, Montserrat Irún, Enric Llurda
© de esta edición: Editorial GRAÓ, de IRIF, S.L.
C/ Francesc Tàrrega, 32-34. 08027 Barcelona
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Índice
Prólogo: Conciencia lingüística y educación, Carlos Lomas | 7
Presentación | 13
2. ¿Por qué hay que tener en cuenta la reflexión sobre la lengua y la comunicación
en la enseñanza y el aprendizaje de las lenguas? | 27
Niveles de la conciencia lingüística | 29
. ¿Se puede llegar a aprender algo sin intencionalidad? | 29
. ¿Es posible aprender algo sin poner atención en ello? | 30
. ¿Se puede aprender algo sin darse cuenta de su existencia? | 30
. ¿Se puede aprender algo sin haberlo entendido? | 31
Lecturas recomendadas | 33
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8. ¿El trabajo en grupo puede ser una buena manera de fomentar la conciencia
lingüística en el aula? | 79
Características del trabajo en grupo | 80
¿De qué forma el trabajo en grupo puede ser útil para promover
la conciencia lingüística? | 82
¿Qué consideraciones hay que tener en cuenta a la hora de utilizar el trabajo en grupo
para promover la conciencia lingüística? | 84
. La gestión del grupo y la distribución de roles | 84
. Las estrategias sociales | 85
. El diseño de la tarea | 85
. La intervención del profesor | 86
Conclusión | 87
Lecturas recomendadas | 87
4
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¿Cómo lo pongo? | 92
¿Se entiende? | 93
¿Está bien escrito? | 93
Implicaciones pedagógicas | 94
Lecturas recomendadas | 96
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Glosario | 133
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hacer cosas con las palabras). Pese a ello, y a causa de la influencia de las
lingüísticas formales en la formación inicial del profesorado de lengua, a
menudo la enseñanza de la lengua se ha orientado de manera casi exclusi-
va al estudio formal de la estructura interna de la lengua. Por esta razón, los
programas de enseñanza y los contenidos y actividades que albergan los li-
bros de texto han sido un fiel reflejo de una educación lingüística en la que
la morfología, la sintaxis y el léxico ocupaban casi todo el tiempo en las
aulas. De esta manera, la anatomía interna del lenguaje con frecuencia ha
sido (y aún sigue siendo en algunas ocasiones) objeto de una tediosa disec-
ción en las aulas en la que la educación lingüística se confundía con la lin-
güística aplicada y en la que la gramática se acababa convirtiendo en un
malestar escolar que las alumnas y los alumnos sufrían como un virus ma-
ligno del que sanaban con el aprendizaje efímero de algunos conceptos
gramaticales y de algunas habilidades sintácticas, y con la amnistía acadé-
mica al final de curso. Sin embargo, año tras año el profesorado de lenguaje
ha venido constatando cómo esta forma de entender la educación lingüís-
tica apenas ha contribuido al aprendizaje de las habilidades orales y escritas
del alumnado. Quizá porque, como señalara hace casi un siglo el lingüista
chileno Rodolfo Lenz (1912), «si conocer a fondo la gramática fuera condi-
ción indispensable para ser artista del lenguaje, poeta, escritor, orador, ¿por
qué no son los mejores gramáticos a la vez los más grandes escritores?».
De un tiempo a esta parte, los currículos de la educación lingüística en
la enseñanza secundaria y en el bachillerato (en España y en la mayoría de
los países europeos y latinoamericanos) insisten en la idea de orientar el tra-
bajo docente en las aulas al fomento de las destrezas orales y escritas que
hacen posible un intercambio comunicativo correcto, coherente, adecuado
y eficaz entre las personas. En la educación actual el auge de los enfoques
comunicativos de la educación lingüística ha traído consigo un mayor énfa-
sis en el uso del lenguaje al entender que el objetivo de la enseñanza lin-
güística es contribuir al largo, difícil e interminable aprendizaje de la
competencia comunicativa de las personas y al manejo coherente, correcto
y adecuado de las palabras cuando hablamos, escuchamos, leemos, enten-
demos (o no) lo que leemos y escribimos.
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nio exclusivo ni monopolio excluyente del oficio de lingüista (ni del oficio
de enseñante de lenguas). Entre otras razones, porque no son los lingüistas
ni quienes enseñan lenguas las únicas personas que saben cosas sobre la len-
gua y tienen teorías sobre el lenguaje, y porque el lenguaje nos afecta (y nos
construye socioculturalmente) a todos y a todas. De ahí la importancia de
fomentar en las aulas la conciencia lingüística de los alumnos y de las alum-
nas, y de ahí la oportunidad y el valor añadido de este libro.
Referencias bibliográficas
CALSAMIGLIA, H.; TUSÓN, A. (1999): Las cosas del decir. Manual de Análisis
del Discurso. Barcelona. Ariel. (Edición revisada y actualizada en Ariel,
2007.)
HALLIDAY, M.A.K. (1982): El lenguaje como semiótica social. La interpreta-
ción social del lenguaje y del significado. México. Fondo de Cultura
Económica.
LENZ, R. (1912): «¿Para qué estudiamos gramática?», en ÁLVAREZ MÉNDEZ,
J.M. (ed.): Teoría lingüística y enseñanza de la lengua. Textos funda-
mentales de orientación interdisciplinar. Madrid. Akal, 1987. (1.a edi-
ción en Santiago de Chile. Imprenta Cervantes.)
SIMONE, R. (1988): Diario lingüístico de una niña. ¿Qué quiere decir Mais-
tock? Barcelona. Gedisa, 1992.
VAN LIER, L. (1995): «Lingüística educativa. Una introducción para enseñan-
tes de lenguas». SIGNOS. Teoría y práctica de la educación, 14. (Del
mismo autor, véase Introducing language awareness. London. Penguin,
1995.)
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Presentación
Este libro responde al esfuerzo colectivo de un grupo de profesores y
profesoras, miembros del Cercle de Lingüística Aplicada (CLA) de la Univer-
sitat de Lleida, que en los últimos diez años se han dedicado a la investiga-
ción y al debate sobre la mejora de la enseñanza y el aprendizaje de lenguas
en nuestro país.
A principios de los años noventa se abrieron nuevas perspectivas educa-
tivas en relación con la inclusión de la conciencia lingüística, o reflexión
sobre la lengua y la comunicación, como procedimiento de aprendizaje de
una lengua. En España, estas nuevas perspectivas se vieron reflejadas en la
implantación de un nuevo currículo para la enseñanza de lenguas en 1991,
derivado de la Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE), apro-
bada un año antes. Ante este nuevo panorama, desde 1995 el Cercle de
Lingüística Aplicada ha desarrollado diversos proyectos de investigación en
torno al papel de la conciencia lingüística en el aprendizaje de lenguas, y
ha organizado dos congresos sobre el tema. Esta labor de investigación se ha
traducido en una serie de publicaciones especializadas, y ha puesto en evi-
dencia la necesidad de difundir sus resultados a toda la comunidad educa-
tiva. Este libro es, por tanto, el resultado del esfuerzo realizado para presentar
de forma clara y sencilla aspectos clave en la investigación sobre enseñanza
y aprendizaje de lenguas. En el momento de elaborar este libro, mediados de
2007, la Ley Orgánica de Educación (LOE), aprobada en 2006, se propone re-
cuperar el espíritu pedagógico de la LOGSE, publicándose en enero de 2007
el Real Decreto por el que se establecen las enseñanzas mínimas correspon-
dientes a la educación secundaria obligatoria. Tal como se apunta en la edi-
torial del número 45 de la revista Textos (Consejo de Dirección de Textos,
2007), a pesar de que el nuevo currículo retoma el énfasis de la LOGSE en la
competencia comunicativa y los procedimientos, la inclusión de los elemen-
tos conceptuales en un bloque aparte, «Conocimiento de la lengua», quizá de
una forma excesivamente independiente de los otros bloques, más procedi-
mentales, puede llegar a constituir un problema para que alumnado y profe-
sorado lleguen a advertir la función subordinada de los conceptos al objetivo
eminentemente comunicativo del aprendizaje lingüístico. En este sentido, este
libro puede ser una herramienta eficaz para clarificar la función del «conoci-
miento de la lengua» y sugerir pautas para su encaje en el currículo.
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Primera parte:
¿De qué hablamos?
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1. Como ya se ha comentado en la presentación del libro, todos los términos que aparecen en ne-
grita pueden encontrarse en el glosario (pp. 133-139).
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Lecturas recomendadas
COTS, J.M.; NUSSBAUM, L. (coord.) (2002): Pensar lo dicho. La reflexión
sobre la lengua y la comunicación en el aprendizaje de lenguas. Llei-
da. Milenio.
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atención en las clases. Como afirma Schmidt, la reflexión sobre los aspec-
tos formales de la lengua, abordada de forma aislada, no lleva a ninguna
parte. No obstante, un enfoque pedagógico que únicamente se centre en
aspectos funcionales y deje completamente de lado los formales puede re-
sultar incompleto. Hay que encontrar maneras de combinar forma y función,
o lo que es lo mismo: reflexión y comunicación.
Lecturas recomendadas
LOMAS, C. (coord.) (1996): La educación lingüística y literaria en la enseñan-
za secundaria. Barcelona. ICE de la Universitat de Barcelona/Horsori.
En este trabajo se conecta el conocimiento de las teorías sobre el uso
del lenguaje con la práctica educativa diaria del profesorado de len-
guas. A través de las distintas contribuciones que incluye el volumen,
se reflexiona sobre los objetivos de la educación lingüística y literaria y
el camino que hay que recorrer entre la teoría y la práctica docente.
SCHMIDT, R. (1993): «Awareness and second language acquisition». Annual
Review of Applied Linguistics, 13, pp. 206-226.
Este artículo presenta de forma detallada la argumentación básica del
papel que tienen los diferentes niveles de conciencia lingüística en la
adquisición de una segunda lengua.
SCHMIDT, R.; FROTA, S. (1986): «Developing Basic conversational ability in a
second language: A case study o fan adult learner of Portuguese», en
DAY, R. (ed.): «Talking to learn»: Conversation in second language ac-
quisition. Rowley, MA. Newbury House, pp. 237-326.
Éste es uno de los primeros trabajos donde se especula con la importan-
cia de darse cuenta de los aspectos lingüísticos a fin de interiorizarlos.
A partir del estudio del proceso de aprendizaje del portugués de uno de
los autores, se llega a conclusiones muy interesantes sobre los procesos
de aprendizaje de una lengua.
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(crítica o no) en la enseñanza de una lengua. Así, si nos fijamos, por ejemplo, en
el Real Decreto 1631/2006 de 29 de diciembre por el que se establecen las en-
señanzas mínimas correspondientes a la Educación Secundaria Obligatoria
(Ministerio de Educación y Ciencia, 2007), encontramos que dentro de los cua-
tro bloques de contenido del currículo, el cuarto se denomina «Conocimiento
de la lengua», y en él se integran «los contenidos relacionados con la reflexión
sobre la lengua y con la adquisición de unos conceptos y de una terminología
gramatical» (p. 732). Al mismo tiempo, y dentro de los objetivos generales de
la etapa educativa, encontramos dos objetivos que nos acercan un poco a la
noción de conciencia crítica:
OBJETIVO 7: Utilizar con progresiva autonomía y espíritu crítico los medios de comu-
nicación social y las tecnologías de la información para obtener, interpretar y valorar in-
formaciones de diversos tipos y opiniones diferentes. (p. 732)
OBJETIVO 12: Analizar los diferentes usos sociales de las lenguas para evitar los es-
tereotipos lingüísticos que suponen juicios de valor y prejuicios clasistas, racistas o
sexistas. (p. 732)
OBJETIVO 9: Valorar la lengua extranjera y las lenguas en general, como medio de co-
municación y entendimiento entre personas de procedencias, lenguas y culturas diver-
sas, evitando cualquier tipo de discriminación y estereotipos lingüísticos y culturales.
(p. 743)
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Premisas teóricas
Para hablar de las premisas teóricas de la CLC, distinguiremos entre aque-
llas que hacen referencia a la función social de la educación, y más concreta-
mente a la de la enseñanza de una lengua, y aquellas que están relacionadas
con la descripción del uso lingüístico. La primera premisa de las relacionadas con
la función social de la educación es la que considera que la educación ha de
desarrollar la capacidad de cuestionar el mundo, así como la capacidad de plan-
tearse las posibilidades de cambiarlo ante posibles situaciones injustas. Apli-
cando esto a la educación lingüística, podríamos decir que la función de la
escuela es la de hacer que los alumnos y alumnas no vean las reglas de co-
rrección y adecuación como naturales e inmutables, sino que las entiendan,
critiquen y, si se da el caso, puedan proponer cambios. La segunda premisa
sobre la función social de la educación es la de que el trabajo de conciencia lin-
güística crítica es un procedimiento esencial para la adquisición de la compe-
tencia comunicativa en una lengua; es decir, se considera que sin la capacidad
de reflexión crítica el individuo no puede llegar a ser plenamente competente.
En cuanto a las premisas relacionadas con la descripción del uso lin-
güístico hay que decir, en primer lugar, que el enfoque de la CLC rechaza la
concepción de una lengua como:
. Un conjunto de variedades estancas, cuya elección viene predeter-
minada por la situación.
. Un medio para satisfacer las necesidades individuales.
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Pautas metodológicas
Desde el punto de vista de las pautas metodológicas que deberían
orientar el desarrollo de la conciencia lingüística crítica en el aula, podemos
citar tres aspectos: los objetivos curriculares, el enfoque o tratamiento que
habría que dar a la presentación de los usos lingüísticos y las fases que ha-
bría que tener en cuenta en una actividad de reflexión crítica.
Los objetivos curriculares en los que se basa un trabajo para fomentar
la conciencia lingüística son los siguientes:
. Conciencia social del uso lingüístico. El alumno debería poder per-
cibir que la relación entre contexto social y uso lingüístico no es
unidireccional, como a veces se ha presentado, sino recíproca. Es
decir, por un lado, el contexto influye en el uso: según el lugar donde
hablas o con quien hablas hay que hacerlo de una manera o de otra.
Esto, la sociolingüística ya hace tiempo que nos lo dice. Por otro
lado, a través del uso lingüístico también se constituye el contexto
social. A modo de ejemplo, podríamos decir que cuando vamos al
médico, con la simple decisión de tratarle de «tú» o de «usted» ya es-
tamos constituyendo un contexto social concreto para nuestra inte-
racción. Quizá el médico no esté de acuerdo en constituir la relación
que a nosotros nos gustaría y entonces es cuando se produce un
proceso de negociación de identidades y de relaciones sociales.
. Conciencia crítica de la diversidad. Ya hace tiempo que las varieda-
des lingüísticas (dialectales, sociales, estilísticas) forman parte de
los contenidos curriculares, especialmente en la lengua materna, y
se considera como un valor añadido conocer sus rasgos diferencia-
les. Lo que se propone en una tarea de reflexión crítica es que, ade-
más de describir estas variedades, se analicen los diferentes valores
sociales con que se asocian y las causas históricas que han llevado a
unas decisiones de estandarización concretas, haciendo que unas
variedades estén mejor consideradas socialmente que otras y dando
lugar, en ocasiones, a prejuicios lingüísticos difíciles de erradicar
(Tusón, 1996).
. Conciencia de las posibilidades de cambio. Siguiendo con la idea del
primer objetivo, según el cual el individuo a través de sus acciones es
capaz de constituir un contexto social determinado, un proceso de
reflexión crítica debe hacer que nos demos cuenta de que el uso lin-
güístico es el resultado de un tira y afloja social y de relaciones de
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Para acabar, presentaremos las cuatro fases que todo proceso de desa-
rrollo de la conciencia lingüística crítica debería incluir:
1. Reflexión. En esta fase se pide a los alumnos y alumnas que anali-
cen sus propias prácticas comunicativas en la vida cotidiana y que
expresen sus intuiciones y experiencia como usuarios. Se trata,
pues, en la línea de las propuestas del enfoque constructivista, de
iniciar el proceso a partir de lo que se conoce para ir construyendo
progresivamente conocimientos nuevos. Un posible proyecto para
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Lecturas recomendadas
COTS, J.M. (2002): «La conciencia lingüística crítica en el aula de inglés como
lengua extranjera», en COTS, J.M.; NUSSBAUM, L. (eds.): Pensar lo
dicho. La reflexión sobre la lengua y la comunicación en el aprendiza-
je de lenguas. Lleida. Milenio.
Una visión práctica y situada en el contexto escolar de Cataluña sobre
las posibilidades de introducir la reflexión crítica en la enseñanza del
inglés.
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Segunda parte:
¿Cómo podemos hacerlo?
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Realidad y conocimiento
Desde nuestro punto de vista, y de acuerdo con los planteamientos que
se hacen desde el pensamiento posmoderno –representado por filósofos
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La acción educativa
En este apartado intentaremos ver algunas de las premisas sobre la
educación en las que se basa una acción educativa que prioriza el desarro-
llo de la capacidad de reflexionar sobre la lengua y la comunicación como
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namientos que permitan la convivencia con los demás. Dado que una gran
parte de nuestra conducta social es de tipo verbal (y en este sentido podría-
mos decir que «somos quien decimos o dicen que somos»), el aprendizaje
lingüístico tiene un papel clave a la hora de contribuir a la definición social
del individuo. Así pues, no hay que perder de vista que aprender una lengua
no consiste únicamente en aprender un nuevo código de símbolos, sino que
también significa aprender una nueva manera de expresar nuestros valores
y convicciones.
En cuanto al método de trabajo pedagógico, uno de los puntales para
el desarrollo de la capacidad de reflexionar sobre la lengua y la comuni-
cación es el trabajo cooperativo, o en colaboración (véase el capítulo 8,
pp. 79-88). Las ventajas de este tipo de trabajo no son solamente de tipo lin-
güístico (el individuo tiene más ocasiones de usar la lengua cuando trabaja
en grupo que cuando ha de esperar la pregunta del profesor), sino también
académicos (el alumno adopta un papel activo en su aprendizaje) y social (el
alumno aprende a relacionarse y a colaborar con los demás).
El segundo puntal es el aprendizaje autónomo. Este requisito no se
contradice con el anterior si entendemos «autonomía» no como trabajo in-
dividual, sino como trabajo que comporta asumir responsabilidades y tomar
decisiones. De hecho, el trabajo cooperativo es una de las mejores maneras de
fomentar que el alumno se libere de su dependencia del profesor en lo que a
la construcción de los conocimientos se refiere.
El tercer puntal, el desarrollo de la capacidad de reflexión, se apoya
en la idea de que los individuos tienen diferentes estilos de aprendizaje y que
lo que va bien para unos puede no ir tan bien para otros. En relación con el
aprendizaje lingüístico, eso quiere decir que debemos estar preparados para
encontrar aprendientes que, dependiendo de factores como la edad, los in-
tereses, la formación, etc., serán más o menos proclives a reflexionar sobre
la lengua, y que deberemos adaptarnos a ellos diseñando diferentes activi-
dades pedagógicas.
Para acabar, hay que citar que el papel de la capacidad de reflexionar
sobre la lengua y la comunicación deberá tener en cuenta la articulación de
las necesidades de los aprendientes con los objetivos de la labor docente. Así,
algunos estudios en adquisición de lenguas nos dicen que para ciertos tipos
de aprendizaje lingüístico como el uso informal y espontáneo el conoci-
miento tiende a ser de tipo automático y no analizable, mientras que para
la expresión escrita en un registro formal el individuo requiere de una cier-
ta capacidad de reflexión y análisis.
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El aprendizaje lingüístico
La introducción de la conciencia lingüística puede comportar el peligro
de que alguien piense que supone un retorno al enfoque gramatical tradi-
cional, basado en la presentación y práctica de estructuras descontextua-
lizadas y el dominio de la terminología lingüística. Lejos de ello, las propuestas
que se hacen actualmente entienden que el proceso de reflexión ha de par-
tir de una situación de comunicación en la que surge un problema que im-
pide que los interlocutores salgan airosos de ella. Es precisamente cuando
aparece el problema cuando hay que iniciar el proceso de reflexión. Así
pues, una actividad de concienciación lingüística en el aula no puede ser
nunca un fin en sí mismo, sino que ha de formar parte de una actividad
comunicativa. Ello supone, por ejemplo, que dentro de este enfoque difícil-
mente se podría entender que un profesor iniciara su clase diciendo algo
como «hoy veremos las formas del comparativo». Más bien, lo que debería
hacer el profesor sería proponer una o varias situaciones de comunicación
en las que los alumnos se dieran cuenta de la necesidad que tienen del com-
parativo y que hicieran intentos de expresar lo que quieren decir. Otra po-
sibilidad sería la de presentarles una situación de comunicación en la que se
hace un uso repetido de aquella estructura y guiarles en el proceso de des-
cubrimiento de su función y mecánica.
Los nuevos enfoques para desarrollar la conciencia lingüística del
aprendiente rechazan lo que McCarthy y Carter (1994) definen como dua-
lismo que a menudo se crea en la docencia de lenguas entre el trabajo cons-
ciente y el trabajo subconsciente. Esta distinción hace que, con frecuencia,
profesores y alumnos distingan entre las clases gramaticales y las clases
prácticas. Las primeras presentan las siguientes características: aprendizaje
explícito, atención a la forma, conocimiento declarativo (es decir, saber
qué), la lengua como un producto estático (es decir, un conjunto de reglas
inflexibles), énfasis en la corrección. Por otro lado, el segundo tipo de clases
reúne las siguientes características: aprendizaje implícito, atención al signi-
ficado, conocimiento procedimental (es decir, saber hacer), la lengua como
un proceso dinámico (esto es, en constante transformación por parte de los
hablantes), y énfasis en la fluidez. Ante la escasa efectividad de este dualis-
mo como método de enseñanza y aprendizaje de una lengua extranjera, pa-
rece que debería imponerse un enfoque alternativo, que pusiera el énfasis
en los conocimientos procedimentales, en los significados, en la fluidez co-
municativa y en el proceso de análisis y reflexión sobre la forma que se haga
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a partir de las necesidades o preguntas que esta situación crea en los apren-
dientes.
Otro aspecto que hay que destacar de las nuevas propuestas que se
hacen sobre el papel de la conciencia lingüística en el aprendizaje de una
lengua es que la capacidad de reflexionar no debe equipararse al dominio de
la terminología gramatical y que se puede fomentar la reflexión sin tener
que acudir a sofisticados análisis lingüísticos. En este sentido, merece la
pena destacar que, con frecuencia, la efectividad de un análisis pedagógico
del uso lingüístico no se basa en imitar la precisión y exhaustividad de un
análisis teórico-descriptivo. Además, el objeto de reflexión no tiene que cir-
cunscribirse únicamente al código, es decir, a ver en qué medida la expre-
sión de un individuo se ajusta a las reglas del sistema de la lengua, sino que
debe incluir también la intención o finalidad con la que un individuo usa
una determinada expresión así como el contexto en el que se produce la ex-
presión y las connotaciones socioculturales que tiene. Es importante tam-
bién que el aprendiente se dé cuenta de la relación entre forma, función
comunicativa y connotación social. Eso nos lleva también a considerar prio-
ritario que el tratamiento que se haga de una forma sea claramente con-
textualizado, tanto desde el punto de vista lingüístico (esto es, como parte
de una conversación o de un texto con una función comunicativa determi-
nada) como extralingüístico (esto es, dentro de una situación social clara-
mente reconocida por el alumno).
La introducción de la conciencia lingüística es compatible con lo que
Nunan (1991, p. 148) define como visión orgánica del aprendizaje, según la
cual el aprendizaje de una lengua no es el resultado de la acumulación line-
al de unidades de conocimiento relativamente independientes. De acuerdo
con esta visión orgánica, en el proceso de aprendizaje de una lengua se pro-
ducen recaídas y avances repentinos y, además, existe una fuerte interacción
en la adquisición de diferentes elementos gramaticales. Parece también que
determinados aspectos de la lengua son impermeables a la instrucción
(como, por ejemplo, el orden en el que se adquieren determinadas estructu-
ras) y que sólo se llegan a adquirir a través de práctica centrada en la comu-
nicación más que en la forma. La visión orgánica del aprendizaje lingüístico
admite que se trata de un proceso más lento de lo deseado y que podemos
llegar a sobrecargar la capacidad de nuestros alumnos y alumnas si no les
damos el tiempo suficiente para que adquieran verdaderamente los patro-
nes comunicativos que les presentamos. Por tanto, no tiene demasiado sen-
tido pensar que porque una cosa ya se ha visto o explicado se ha de saber.
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En cambio, parece más sensato pensar que el individuo aprende una lengua en
función de sus necesidades de comunicación y que a partir de estas necesi-
dades podrá crear un puente entre el desarrollo de la capacidad de usar la
lengua y la capacidad de reflexionar sobre ella.
Lecturas recomendadas
CAMPS, A. (1988): «Els objectius i els continguts de llengua i literatura a l’e-
ducació secundària», en CAMPS, A.; COLOMER, T. (coord.): L’ensenya-
ment i l’aprenentatge de la llengua i la literatura en l’educació
secundària. Barcelona. ICE de la Universitat de Barcelona/Horsori.
La autora nos propone una visión práctica del currículo de lengua y li-
teratura a la luz de la teoría en aprendizaje y didáctica de la lengua.
JAMES, C. (2002): «La conciencia sobre el lenguaje: orígenes, problemas y
orientaciones», en COTS, J.M.; NUSSBAUM, L. (eds.): Pensar lo dicho. La
reflexión sobre la lengua y la comunicación en el aprendizaje de len-
guas. Lleida. Milenio.
Recorrido por la evolución de la noción de «reflexión sobre la lengua»
y definición del ámbito de estudio y aplicación.
LOMAS, C.; OSORO, A. (1996): «Los objetivos de la educación lingüística y el
currículo de Lengua Castellana y Literatura en la enseñanza secunda-
ria», en LOMAS, C.: La educación lingüística y literaria en la enseñanza
secundaria. Barcelona. ICE de la Universitat de Barcelona/Horsori.
Centrándose en el currículo de lengua castellana y literatura, los auto-
res proponen formas concretas de pasar de las teorías sobre el uso lin-
güístico a la práctica educativa en el aula.
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La focalización en la forma
Los autores antes citados utilizan el término inglés focus on form y lo
oponen a los términos focus on meaning y focus on formS. Focus on formS,
tal como lo define Long, hace referencia a aquella situación en la que la
atención, principalmente centrada en los aspectos comunicativos de la len-
gua, se desplaza hacia algún elemento formal en concreto. Este desplaza-
miento de la atención puede ser realizado tanto por el profesor o la
profesora como por alguno de los alumnos, y se da como consecuencia di-
recta de la percepción concreta de algún problema de comprensión o de
producción de la lengua durante el intercambio comunicativo en el que se
encuentra inmersa la clase. Este concepto es muy diferente del que Long
denomina Focus on formS, que parte de la base de que la atención hay que
centrarla en las formas gramaticales de forma aislada, tratando la gramáti-
ca como un elemento objetivo que hay que aprender, desvinculándola así de
la función comunicativa primaria que le es propia. Ha de quedar claro que la
enseñanza basada en el principio de focus on formS no es el propugnado por
Long ni tampoco por los autores de este libro. La idea que propugnamos
aquí, al hablar de la reflexión sobre la lengua, es la primera. En ella, la
atención se centra en un aspecto lingüístico (ya sea de tipo gramatical, se-
mántico, fonético o pragmático) justamente en el momento en el que el
aprendiente lo necesita, y, por tanto, en el momento idóneo para que ponga
en él toda su atención y lo aprenda (véase el capítulo 2 para más detalles
sobre la conexión entre la atención y el aprendizaje, pp. 27-33). Esto es to-
talmente congruente con las demás propuestas que se hacen en otros capí-
tulos, tanto con respecto a planteamientos educativos generales (capítulo 4,
pp. 47-53), como a la conveniencia del trabajo en grupo (capítulo 8, pp. 79-
88) y de un enfoque por tareas de la clase de lengua (capítulo 6, pp. 63-69),
ya que las propuestas profundizan en la idea del trabajo comunicativo en la
clase, a partir del cual la reflexión sobre la lengua y la comunicación puede
surgir plenamente contextualizada y con toda su razón de ser.
Long defiende que tanto un enfoque totalmente orientado a la ense-
ñanza exclusiva de las formas lingüísticas como otro en el que los aspectos
formales del lenguaje estén proscritos son deficientes. Hay que destacar una
vez más que esta afirmación no justifica una docencia basada principal-
mente en la enseñanza de aspectos formales y complementada con algunos
momentos de práctica a fin de consolidar aquellos conocimientos a los que
el alumnado ha tenido acceso a partir de las explicaciones de las reglas
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gramaticales. Cuando Long y muchos otros hablan de llevar a cabo una en-
señanza que combine la forma y el sentido, se están refiriendo sin lugar a
dudas a un trabajo basado principalmente en las necesidades comunicativas
del alumnado, a partir de la ejercitación de las cuales el profesor o la profe-
sora desplaza momentáneamente –y sin perder de vista el contexto comu-
nicativo concreto– su atención hacia determinados aspectos formales que
en un momento dado han podido dar lugar a alguna dificultad en la pro-
ducción o la comprensión de un fragmento lingüístico por parte de algún
alumno determinado. El objetivo es llegar al nivel de darse cuenta, de acuer-
do con la argumentación formulada por Schmidt (1990, 1993), y desarrollada
en el capítulo 2 de este libro (pp. 27-33).
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pues, volvemos a la idea de que lo que realmente hay que hacer es pro-
mover de una manera u otra esta detección (noticing) de los diferentes as-
pectos formales de la lengua, a fin de garantizar la corrección formal, pero
siempre en situaciones comunicativas, que son las que realmente harán
posible alcanzar el nivel de fluidez y de automatización que nos fijamos
como objetivos.
En otra línea, pero también vinculado a este razonamiento sobre la
conveniencia de combinar una atención a los aspectos formales sin perder
de vista la centralidad de la comunicación como marco único en el que se
puede desarrollar el lenguaje, debemos tener en cuenta la situación de apren-
dizaje. Se han realizado estudios que comparan el grado de aprendizaje por
parte de personas que se encuentran en situación de inmersión total en la
nueva lengua (el caso de inmigrantes que llegan a un país con una lengua
diferente a la suya y deben aprenderla de forma espontánea a partir de la co-
municación con los hablantes de aquella lengua) con el aprendizaje expe-
rimentado por aquellas personas que adquieren la lengua en un contexto
educativo, pero sin la oportunidad de utilizarla habitualmente en situaciones
comunicativas naturales. Los resultados de esta comparación apuntan al
hecho de que ninguna de las dos formas de aprender es mejor que la otra, ya
que normalmente los aprendientes en situaciones de inmersión tienden a po-
seer una gran fluidez con un grado muy alto de incorrección formal, mientras
que las personas que han aprendido mediante clases tienen un nivel de co-
rrección más alto pero evidencian una gran carencia en la fluidez y capacidad
de expresión espontánea. En definitiva, aquellas personas que experimentan
una combinación de ambos factores, y que por tanto tienen opción de vivir
en un entorno altamente comunicativo y al mismo tiempo asistir a clases de
lengua, son las que consiguen un nivel lingüístico superior. Eso significa, tam-
bién, que para el aprendizaje satisfactorio de ciertos registros de la lengua
materna ausentes del entorno familiar de los alumnos hay que recurrir tanto
a la reflexión explícita como a la práctica comunicativa de dichos registros.
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Lecturas recomendadas
DOUGHTY, C.; WILLIAMS, J. (1998): Focus on Form in Classroom Second Lan-
guage Acquisition. Cambridge. Cambridge University Press.
Volumen íntegramente dedicado al tema expuesto en este capítulo, que
recoge trabajos de Robert M. DeKeyser, Catherine Doughty, Michael
Long, Peter Robinson, Elizabeth Varela y Jessica Williams, entre otros.
SPADA, N. (1997): «Form-Focussed Instruction and SLA: A Review of Class-
room and Laboratory Research». Language Teaching, 30(2), pp. 73-87.
Revisión de algunos de los estudios empíricos más significativos sobre
el efecto de la instrucción con atención a la forma sobre el aprendiza-
je de una segunda lengua. Difiere en algunos aspectos de las propues-
tas de Long, pero comparte la visión esencial sobre el tema.
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El concepto de «tarea»
Las tareas se enmarcan en un uso comunicativo de la lengua donde la
atención está centrada en el significado más que en la forma lingüística uti-
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lizada para expresarlo. Esta actividad es parecida o igual a las que se hacen
normalmente cuando nos comunicamos día a día y, por tanto, los comporta-
mientos que los aprendientes desarrollan y potencian son los que necesitarán
una vez se encuentren en el mundo real, más allá del aula. Una tarea puede
consistir en el proceso de preparación y redacción de una carta, un anuncio,
un póster, una entrevista en la radio, un mensaje en el contestador.
La principal característica del aprendizaje basado en tareas es que la
complejidad de la comunicación se presenta a los alumnos y alumnas de una
manera global para que ellos trabajen con los elementos de la comunicación
de manera integrada, como ocurre en la vida real. Es decir, a fin de llegar al
diseño final de la tarea, habrá que pensar en un acto comunicativo concreto
que necesitará obviamente de unas funciones comunicativas, y de unas es-
tructuras gramaticales y un léxico específicos. Estas unidades lingüísticas
(estructuras gramaticales, léxico, etc.), no obstante, se tratan explícitamente
en el aula únicamente en el momento en que surge la necesidad fruto de un
acto comunicativo concreto. La evaluación está también integrada en el
mismo proceso de aprendizaje, pudiéndose evaluar la tarea tanto en relación
con el proceso como en relación con el producto final.
En resumen, los diferentes ejes que componen el proceso de aprendi-
zaje (objetivos comunicativos, contenidos gramaticales y léxicos y evalua-
ción) están integrados en las tareas de forma más o menos explícita. Estas
tareas son una imitación de los procesos comunicativos del mundo real, y
eso hace que el enfoque por tareas se convierta en un aprendizaje viven-
cial, mucho más participativo y motivador.
A pesar de la frecuencia con que la palabra «tarea» («o proyecto») apa-
rece en los libros de texto y de metodología, no todas lo son y con frecuencia
encontramos actividades bajo esta denominación que no cumplen las carac-
terísticas de las tareas. Muchos son los autores que han definido tarea. De
entre algunos de estos autores podemos extraer la definición que se pre-
senta a continuación.
Una tarea es una actividad que cumple todas estas características:
. La lengua se usa para la comunicación. El foco se encuentra en el
significado más que en la forma. Este precepto también lo seguía
el enfoque comunicativo; de hecho, como ya se ha dicho, el apren-
dizaje por tareas no deja de ser una opción más desarrollada dentro
de este enfoque.
. Siempre hay un producto final que es específico, tangible y real. Por
tanto, no es una simulación ni un jugar a «hacemos ver que…». El
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Diseño de tareas
Para diseñar una unidad didáctica basada en tareas, fundamentalmen-
te hay que hacerse siete preguntas y contestarlas. Al mismo tiempo, no obs-
tante, hay que pensar desde el punto de vista del planificador de la unidad.
El tema y la tarea final son el revulsivo, el punto de partida y, a partir de
ellos, el profesor selecciona los objetivos y contenidos apropiados. Es en-
tonces cuando, teniendo en cuenta el tema, la tarea, los objetivos y los
contenidos, el profesorado diseña actividades que denominaremos posibi-
litadoras. Estas actividades posibilitadoras, definidas por Estaire y Zanon
(1994) como actividades de aprendizaje explícitas, son actividades de todo
tipo en las que el alumnado trabaja sobre todos los aspectos necesarios para
poder conseguir el producto final.
El cuadro 1 (véase la página siguiente) quiere servir de resumen de
todas las decisiones que hay que tomar cuando planificamos una tarea. En
la columna del alumnado hemos planteado las preguntas que hay que res-
ponder al preparar la tarea, mientras que en la columna del profesorado
se han anotado los puntos de la programación o las cuestiones que deben
planificarse previamente.
El tema que se tratará se decidirá a partir de los objetivos generales que
se hayan decidido para aquel grupo en concreto, mientras que la tarea o
producto final tendrá como objetivo algo más específico, probablemente en
referencia a unos objetivos didácticos concretos. Es obvio que, para hacer
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ALUMNADO PROFESORADO
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Lecturas recomendadas
ESTAIRE, S.; ZANON, J. (1994): Planning Classwork. A task based approach.
Handbooks for the English Classroom. Oxford. Heinemann.
Libro muy práctico y claro que explica desde el principio cómo se pre-
para la tarea hasta su evaluación. Además de su lectura amena, desta-
ca el conjunto de actividades que se pueden llevar directamente al aula.
FERNÁNDEZ, S. (2001): Tareas y proyectos en clase. Madrid. Edinumen.
Libro con una breve introducción al tema y con 18 tareas o proyectos
divididos en tres niveles de dificultad: inicial, intermedio y avanzado.
PHILLIPS, D.; BURWOOD, S.; DUNFORD, H. (1999): Projects with Young Lear-
ners. Resource Books for Teachers. Oxford. Oxford University Press.
Después de una breve introducción a las tareas, este libro incluye cinco
macrotareas o proyectos para desarrollar con alumnos principiantes de
primer ciclo de la ESO.
ZANON, J. (coord.) (1999): La enseñanza del español mediante tareas. Madrid.
Edinumen.
Libro de fácil lectura donde se analiza el papel de las tareas en dife-
rentes entornos como el aprendizaje autónomo, la formación del pro-
fesorado o el currículo del Instituto Cervantes. Todo ello precedido de
una introducción sobre la enseñanza de las tareas en español.
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tivo, dado que con frecuencia se parte de la base de que la enseñanza de la pro-
nunciación va unida a una corrección constante de los errores producidos por
los aprendientes. Un segundo argumento derivaría de la creencia generalizada
de que la pronunciación es algo que hay que «coger al vuelo» al mismo tiempo
que se habla y se escucha, es decir, en la interacción oral con otros hablantes,
y que no sirve de nada incidir en ella en la enseñanza reglada en la clase. En cier-
to modo, y relacionada con este segundo argumento, está la creencia bastan-
te generalizada de que a partir de cierta edad (el denominado período crítico)
ya no es posible cambiar la pronunciación adquirida. Hay que decir, respecto a
esta creencia, que los estudios empíricos que se han realizado hasta el mo-
mento hacen dudar de la existencia de un período crítico de aprendizaje, a par-
tir del cual las habilidades lingüísticas en general, y en particular la habilidad
de mejorar la pronunciación de una lengua, desaparecerían. Finalmente, y con-
cretamente en el caso de la enseñanza de lenguas extranjeras, se puede dar el
caso de que algunos docentes no se crean suficientemente capacitados para
enseñar pronunciación, ya que ellos mismos no la dominan a la perfección, al
mismo tiempo que quizá piensan que no vale la pena dedicar el tiempo limi-
tado de clase a trabajar una habilidad que tiene mucho de intuitiva y muy
poco de racional. Eso mismo podría suceder, aunque es menos probable, en
el caso de docentes de la lengua materna que tengan una pronunciación
dialectal claramente diferente de la considerada como estándar.
Ninguno de los argumentos citados nos parece suficientemente con-
vincente para dejar de creer en la necesidad de poner énfasis en la pronuncia-
ción en la clase de lengua. Los dos primeros no tienen el apoyo empírico
necesario, mientras que el tercero se basa en un razonamiento de tipo sub-
jetivo: hay que tener una pronunciación perfecta para ponerse a enseñar
pronunciación en el aula. El argumento se puede rebatir a partir de la premi-
sa de que no está claro qué significa la idea de una pronunciación perfecta.
Nosotros entendemos como perfecta aquella pronunciación que es clara-
mente inteligible y cumple los propósitos comunicativos del hablante, inde-
pendientemente de la semejanza o divergencia respecto a una forma de hablar
específica de un pequeño grupo de hablantes, a pesar de que ésta sea con-
siderada como la forma de prestigio. Con respecto al último argumento, en
este capítulo se defiende que es posible afrontar la enseñanza de la pro-
nunciación de una forma racional y efectiva.
Por tanto, habrá que responder tres preguntas previas antes de llegar a
considerar cómo se puede llevar a cabo la reflexión sobre la pronunciación
en la clase:
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nunciación o, dicho de otro modo, por qué creemos que no basta con dejar
que nuestro oído capte de forma espontánea y natural los patrones foné-
ticos y fonológicos de la lengua que se está estudiando.
Para responder a esta cuestión, hay que distinguir entre el aprendi-
zaje de una primera lengua y una segunda lengua o lengua extranjera.
Resulta prácticamente obvio citar que las oportunidades que tienen los
aprendientes de lenguas extranjeras en nuestro país de poder escuchar la
lengua utilizada en situaciones naturales son muy limitadas. Por otro
lado, los momentos en los que se hacen actividades de comprensión oral
en la clase son también muy limitados. Todo ello hace que sea difícil espe-
rar que los aprendientes puedan mejorar su pronunciación de forma pura-
mente espontánea. Por otro lado, incluso en contextos donde la exposición
a la lengua oral es muy elevada, como sería el caso del aprendizaje del cas-
tellano, catalán o cualquier otra lengua propia por parte del alumnado in-
migrante, también queda justificado un cierto grado de reflexión sobre la
pronunciación.
El fonetista americano Flege (1988) demostró que la pronunciación de
las personas que han inmigrado a los Estados Unidos progresa a un ritmo más
lento después del primer año de estancia. Por tanto, hay que decir que no es
cierta la idea de que se puede aprender a pronunciar adecuadamente de una
forma espontánea, sin más ayuda que la simple exposición a las formas orales
de la lengua. Flege indica que es necesario un trabajo suplementario para
poder seguir avanzando en la consecución de una buena pronunciación. Nues-
tra idea es que una reflexión sobre la pronunciación que parta de las premisas
adecuadas puede ser muy útil para hacer avanzar al aprendiente en este as-
pecto de la lengua. Además, en los casos de la didáctica de una primera len-
gua, hay que tener en cuenta lo que hemos dicho con respecto a que las
pronunciaciones son diversas en función de los orígenes geográficos y socio-
culturales de los hablantes, y que una buena preparación lingüística implica
también una reflexión sobre la propia diversidad inherente a cada lengua.
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Lecturas recomendadas
DERWING, T.; MUNRO, M.; WIEBE, G. (1998): «Evidence in favor of a brad
framework for pronunciation instruction». Language Learning, 48, pp.
393-410.
Este artículo presenta un estudio empírico donde se demuestra la efi-
cacia del trabajo sistemático de la pronunciación con aprendientes «fo-
silizados», al tiempo que se observa que un enfoque que empiece a
tratar los aspectos suprasegmentales de la pronunciación para pasar
después a los sonidos concretos es más efectivo que el trabajo inverso.
LLURDA, E. (2002): «Una propuesta de reflexión sobre la pronunciación en la
clase de lengua extranjera», en COTS, J.M.; NUSSBAUM, L. (eds.): Pensar
lo dicho. La reflexión sobre la lengua y la comunicación en el aprendi-
zaje de lenguas. Lleida. Milenio.
Este capítulo expone de forma más detallada los mismos contenidos, al
tiempo que se provee de una serie de ejemplos ilustrativos de activida-
des adecuadas a cada ámbito o nivel de reflexión. El capítulo se en-
cuentra enmarcado en un volumen dedicado totalmente a la reflexión
lingüística en el ámbito de la enseñanza secundaria obligatoria.
VERA, M. (1996): «La enseñanza de la lengua española en Andalucía. Una
propuesta de norma del andaluz de referencia para la escuela». Textos
de Didáctica de la Lengua y la Literatura, 10, pp. 111-120.
VERA, M. (1997): «El habla andaluza y la norma española en la enseñanza».
Textos de Didáctica de la Lengua y la Literatura, 12, pp. 9-28.
Partiendo de que la pronunciación es el elemento fundamental de la
especificidad del habla andaluza, en estos artículos se propone una re-
flexión sobre aquellos rasgos que deberían integrarse en la enseñanza
del andaluz culto y la forma en que dicha integración puede llevarse
a cabo.
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intentaremos averiguar de qué forma nos puede resultar útil para promover
la conciencia lingüística en el aula. En segundo lugar, profundizaremos en
algunos aspectos del trabajo en grupo que nos pueden proporcionar pautas
útiles para la utilización de esta herramienta en la clase de lengua y que nos
pueden ayudar a aprovechar al máximo su potencial.
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diferentes roles, que reflejan la identidad de cada individuo así como la per-
cepción que tienen sobre el resto de participantes. Concretamente, solemos
distinguir dos tipos de roles: los que implican tomar la iniciativa (con accio-
nes como pedir respuestas, iniciar la actividad, o plantear problemas), y
aquellos que se centran en responder a la iniciativa de otros (es decir, pro-
porcionar respuestas, consenso, etc.). Dentro del primer grupo, normalmen-
te destaca la presencia de un estudiante que asume el rol de líder,
encargándose de la gestión de la actividad, animando a los demás estudian-
tes a participar y a centrarse en la tarea. La presencia de un líder suele ser
positiva para el grupo, siempre, claro está, que todos los participantes ten-
gan la oportunidad de intervenir en la tarea.
El diseño de la tarea
En la primera parte de este capítulo ya se ha hecho referencia a la na-
turaleza de la tarea para resolver en grupo. Se trata de una tarea de tipo co-
municativo, basada en la aportación y el intercambio de ideas entre los
participantes, parecida a las tareas que se suelen plantear en la clase de len-
gua. La diferencia estriba en que el tema de la tarea está centrado en la
lengua y la comunicación. El planteamiento de la tarea es muy importante,
ya que constituye el material con el cual los estudiantes trabajarán por su
cuenta, siguiendo las consignas dadas. A fin de promover un intercambio
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Conclusión
En resumen, el uso del trabajo en grupo en torno a una tarea relacio-
nada con la lengua y la comunicación puede resultar una herramienta es-
pecialmente apropiada para promover la conciencia lingüística en la clase
de lengua. En esta situación, los estudiantes tienen la oportunidad de ex-
plorar, preguntar, descubrir y reelaborar diferentes ideas sobre la lengua y
la comunicación. Ahora bien, a fin de aprovechar al máximo esta herra-
mienta pedagógica, hay que tener en cuenta una serie de consideraciones,
que van desde la organización y gestión del trabajo en grupo, al diseño de
la tarea y la intervención del profesor. Estos últimos aspectos son fundamen-
tales para el desarrollo de la actividad, ya que el hecho de que los estu-
diantes puedan trabajar de forma autónoma, asumiendo la responsabilidad
de la actividad, requiere una cuidadosa labor de planificación y guía por
parte del profesor. Por otro lado, la observación de los grupos mientras re-
alizan la actividad de reflexión proporciona al profesor una perspectiva pri-
vilegiada sobre las ideas y representaciones mentales sobre la lengua que
tienen los estudiantes. Esta información puede resultar especialmente útil
a la hora de planificar otras actividades de la clase de lengua, establecién-
dose así una mayor coherencia entre las actividades realizadas en grupo y
las dirigidas por el profesor.
Lecturas recomendadas
COHEN, E.G. (1986): Designing groupwork. Strategies for the Heterogeneous
Classroom. Second edition. New York/London. Teachers College Press.
Como su título apunta, en este libro se ofrecen pautas muy claras y
prácticas sobre cómo organizar el trabajo en grupo, su potencial como
herramienta para el aprendizaje, los tipos de actividades que desarro-
llar, sus limitaciones y posibles soluciones.
KESSLER, C. (ed.) (1992): Cooperative Language Learning. A Teacher’s Re-
source Book. Englewood Cliffs, New Jersey. Prentice Hall Regents.
Se trata de un compendio de trabajos en los que se proponen teorías,
estudios de investigación y ejemplos prácticos de la organización del tra-
bajo en colaboración. El amplio abanico de puntos de vista y temas
tratados permite adquirir una visión amplia sobre el potencial del tra-
bajo en grupo como herramienta para el aprendizaje.
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¿Qué pongo?
Esta pregunta empuja al escritor a considerar lo que sabe sobre el
tema y le lleva a generar material sobre qué escribir a partir de aquello
que recuerda y de aquello que puede buscar en otras fuentes. Tanto el
proceso interno como el externo le activarán la memoria y el razona-
miento para continuar generando material durante todo el proceso. Todo
ello, además, comporta una especie de búsqueda semántica que se trans-
formará, respondiendo a la pregunta siguiente («¿cómo lo pongo?»), en
cadenas de palabras que se utilizarán para construir significado sobre el
papel y que provocarán la pregunta «¿qué más?» hasta llegar a «¿ya está
todo?» y «¿cómo lo acabo?».
¿Cómo lo pongo?
Como ya se ha dicho, el proceso de construcción de significado se ini-
cia gracias a esta pregunta. Este proceso abarca probablemente el abanico
más amplio de formas del lenguaje: desde la estructura general del texto
hasta aquella palabra específica que quiere decir aquello tan concreto que
está en la mente, pasando por toda la búsqueda relacionada con las formas
sintácticas y gramaticales más adecuadas para expresar las ideas que se han
generado o se están generando.
Al margen de esta visión generalizadora, la pregunta «¿cómo lo
pongo?» a menudo se complementa con muchas consideraciones relaciona-
das con el tono adecuado para aquel escrito, considerando quiénes serán los
posibles lectores y las diferentes relaciones que existen o se pueden estable-
cer entre ellos y quien escribe. Algunas de estas consideraciones formarán
parte de las respuestas a la pregunta «¿se entiende?» (por ejemplo, «¿cómo
lo pongo para que se entienda?»), pero otras veces se escaparán de esta sub-
categorización y estarán más relacionadas con cuestiones de comporta-
miento social. No es lo mismo escribir algo dirigido a los compañeros de
clase, al profesor, o a una persona totalmente desconocida; las diferentes re-
laciones que se pueden establecer entre la persona que escribe y los posibles
lectores comportan diferentes usos del lenguaje relacionados tanto con el
contenido como con la forma.
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¿Se entiende?
Como la anterior, «¿se entiende?» es una pregunta que obliga a con-
siderar muchos aspectos inherentes al lenguaje. Pero en este caso se hace
desde un punto de vista, en principio, más evaluador que generador. Se
trata de evaluar desde un punto de vista comunicativo aquello que ya está
escrito pensando no sólo en las formas lingüísticas que se han utilizado para
plasmar los razonamientos, sino también en los posibles lectores. Además,
toda actividad comunicativa tiene uno o más objetivos que hay que inten-
tar alcanzar. Así, al evaluar un texto escrito, aunque se trate de un borrador,
la persona que escribe se planteará entre otras muchas cosas: si el texto lo
tiene todo, si por ejemplo está contestando a una pregunta de un examen;
si convencerá al jefe de personal de la empresa, en caso de que esté escri-
biendo una carta para pedir trabajo; o si la historia es suficientemente
atractiva y creíble como para que el lector la acabe de leer en el caso de un
escrito más libre y creativo. Todas estas consideraciones, no podemos olvi-
darlo, pueden estimular la generación de nuevas ideas, así como la evolu-
ción de las que se están exponiendo o ya han sido expuestas.
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particular harán que las preguntas estén más o menos relacionadas con unos
aspectos o con otros. Pero lo que parece innegable es que la reflexión sobre
el proceso de escribir nos permite mirar la lengua desde un punto de vista
globalizador y crítico que es muy necesario para el aprendizaje de una len-
gua (véase el capítulo 2, sobre el papel de la reflexión en la enseñanza de
una lengua extranjera, pp. 27-33 , y el capítulo 3 sobre la conciencia lin-
güística crítica, pp. 35-43). Además, la reflexión sobre el proceso de escribir
también nos ha de permitir facilitar el control sobre este proceso tan re-
levante dentro de la enseñanza (no se puede olvidar que en el mundo aca-
démico la adquisición de conocimientos casi siempre se ha de demostrar
mediante la expresión escrita).
Implicaciones pedagógicas
La reflexión que nos hemos planteado, basada únicamente en cuatro de
las preguntas que se pueden formular, explícita o implícitamente, cuando
escribimos nos ha llevado a un cúmulo de temas que, sin duda, se intentan
tratar en cualquier clase de lengua. Por eso, tradicionalmente se ha dado
mucha importancia a la composición escrita como complemento de forma-
ción en la clase de lengua. El problema, no obstante, radica en cómo se plan-
tea la enseñanza de la composición escrita: ¿como un complemento o como
una actividad integradora?
A partir de los razonamientos expuestos, se hace patente que existen
diversos componentes que son esenciales para conseguir que un alumno se
involucre plenamente en el proceso de escribir y que, por tanto, considere
aquellos factores que pueden contribuir a que su obra escrita sea conside-
rada como buena. El primero, sin duda, es el tema. El proceso de elabora-
ción de un texto sobre un tema que interesa a la persona que escribe es, en
sí mismo, y como mínimo, motivador. El motivo para escribir sobre aquel
tema también es influyente. Todos hemos visto cómo una ocasión especial,
dada por una circunstancia personal o social que proporciona un objetivo
para explicarse, puede originar una redacción considerada como muy
buena tanto desde el punto de vista de las ideas expuestas como del len-
guaje utilizado. Y, finalmente, el hecho de considerar un escrito como un
medio de comunicación con los posibles lectores parece claramente im-
prescindible para conseguir un producto final como mínimo efectivo. Por
tanto, un ejercicio de composición escrita debería estar centrado en un
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tema que pueda interesar a las personas que deberán escribirlo, especifi-
cando el objetivo que deben intentar conseguir y la persona, o personas, para
quienes han de escribir.
Pero aunque el diseño de un ejercicio es muy importante para con-
seguir un buen producto, no hay que olvidar que el proceso de escribir
comporta dificultades añadidas y que el profesor de lengua tiene enco-
mendada la labor de intentar enseñarlo. Una manera de conseguirlo puede
ser simular una situación para escribir real o autenticada, con la finalidad
de forzar a los aprendientes a detectar aquellos aspectos importantes para
el proceso de composición de un buen texto escrito. Otra manera, que por
supuesto no excluye la anterior, es fomentar el trabajo en grupo que,
gracias al diálogo y a las negociaciones que comporta, es idóneo para
promover la conciencia lingüística dentro y fuera del aula (véase el capí-
tulo 8, sobre el trabajo en grupo, para las consideraciones que hay que
valorar, pp. 79-88).
El diseño de actividades complementarias que conciencen sobre los
diferentes subprocesos involucrados dentro del proceso de escribir, y que
ayuden a desarrollar las habilidades y estrategias adecuadas a los diferentes
estadios de producción y para los diferentes individuos, parece también una
buena estrategia pedagógica. Generar ideas, enfocarlas, buscar una estruc-
tura adecuada, transcribir las ideas, evaluar el contenido y revisar el len-
guaje utilizado son, a grandes rasgos, los subprocesos involucrados en el
proceso global de escribir. La diversidad de actividades relacionadas con
estos subprocesos del proceso global probablemente será la que más ayu-
dará a despertar la conciencia sobre estos aspectos en cada individuo del
grupo, y a desarrollar las propias habilidades y estrategias para aprender a
controlar el proceso.
En resumen, los ejercicios de composición, con las actividades com-
plementarias adecuadas, pueden llegar a involucrar todas las pautas peda-
gógicas presentadas en el primer capítulo de este libro y, por tanto,
convertirse en una herramienta esencial para promover la conciencia lin-
güística en el aula. Y si, además, se sigue un enfoque por tareas, que muchas
veces adoptan un texto escrito como producto final, las consideraciones
relacionadas con el proceso de escribir hay que tenerlas presentes para
poder promover la reflexión pertinente cuando y donde la necesidad surge
(en la línea propuesta en el capítulo 6 sobre el enfoque por tareas, pp. 63-
69), sin olvidar, por supuesto, las necesidades relacionadas con los aspec-
tos formales de la lengua.
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Lecturas recomendadas
BJÖRK, L.; BLOMSTRAND, I. (2000): La escritura en la enseñanza secundaria.
Los procesos del pensar y del escribir. Barcelona. Graó.
Este libro propone una reflexión atenta y realista sobre las implicacio-
nes del proceso de elaboración de textos en la enseñanza de la expre-
sión escrita. Para ello, aporta ideas y reflexiones sugerentes sobre la
enseñanza de la escritura en el aula y, sobre todo, ofrece una enume-
ración exhaustiva de técnicas útiles en los procesos de elaboración de
textos escritos y las ilustra con todo detalle. Además, en la selección
de tipos de texto tiene en cuenta aquellos usos escritos más significa-
tivos desde el punto de vista académico y sociocultural.
CAMPS, A. (comp.) (2003): Secuencias didácticas para aprender a escribir.
Barcelona. Graó.
Este libro ofrece experiencias y propuestas de secuencias didácticas te-
niendo en cuenta criterios referidos a la diversidad de géneros y a los di-
ferentes niveles educativos. Dar sentido a las actividades de escribir y de
aprender a escribir, y centrar la atención en contenidos de aprendizaje
que interesen en cada situación, es importante en todos los niveles.
CASSANY, D. (1995): La cocina de la escritura. Barcelona. Anagrama.
Manual de escritura pensado para acompañar a cualquier persona que
tenga problemas con la expresión escrita o quiera mejorar sus habilida-
des escritoras. Su lectura y sus propuestas pueden ser también muy úti-
les para el profesor de lengua respecto a la enseñanza de la escritura.
HEDGE, T. (2005): Writting. Oxford. Oxford University Press. (2.a edición.)
Uno de los trabajos considerados clásicos (fue publicado por primera
vez en 1983). Sigue un planteamiento muy práctico con abundantes
ideas para la práctica docente.
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El proceso de lectura
Leer es un proceso interactivo que comporta la comprensión de un
texto mediante la información lingüística y temática presente en el texto y
la que aporta el lector. Para conseguir leer de la manera más eficiente posi-
ble, los lectores expertos utilizan diferentes estilos de lectura y una gran
diversidad de estrategias de lectura que dependen de las experiencias pre-
vias del lector con la lengua en que lee, con los diferentes tipos de textos es-
critos y con el mundo en general.
El estilo de lectura utilizado viene determinado por el objetivo del lec-
tor al enfrentarse a aquel texto y va cambiando si el objetivo varía. Así,
cuando un lector experto se enfrenta por primera vez con un texto, senci-
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llamente le echa un vistazo y se hace una idea sobre aquel texto, para leer-
lo o no de acuerdo con unos objetivos más concretos. Dado el caso de que
quiera extraer de él una información concreta, analizará el texto de una ma-
nera más detallada (sin llegar a leerlo completamente) hasta encontrar lo
que busca. En cambio, si cree que todo el texto puede ser de interés, lo leerá
más o menos todo, poniendo más atención en los pasajes que le gusten, le
interesen especialmente o le cuesten más de entender.
A partir de aquí, el lector cuenta con todo lo que sabe o es capaz de
deducir de la lengua en que lee y del contexto en el que está enclavado
aquel texto para ir avanzando en la lectura. Estos conocimientos y su expe-
riencia le permitirán escoger de una manera más o menos consciente entre
un gran abanico de estrategias para asegurar la comprensión de aquel texto.
Estos recursos son prácticamente innumerables: abarcan desde los compor-
tamientos lectores más conspicuos (por ejemplo, ir subrayando las ideas
principales) hasta las abstracciones más difíciles de explicar (por ejemplo,
saber leer entre líneas), pasando por otros recursos considerados más direc-
tamente relacionados con el lenguaje, como por ejemplo entender relacio-
nes entre diferentes partes de una oración o tipos de palabras.
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Lecturas recomendadas
COLOMER, T.; CAMPS, A. (1996): Enseñar a leer, enseñar a comprender. Ma-
drid. Celeste/MEC.
El libro ofrece una visión teórico-práctica muy completa de la ense-
ñanza de la lectura. Además de los elementos teóricos y de reflexión
que permiten relacionar con efectividad la teoría y la práctica en el
aula, el libro presenta numerosos ejemplos sobre los elementos que
deben formar parte de la programación de la enseñanza de la lectura
durante la escolarización obligatoria.
DAY, R.R.; BAMFORD, J. (1998): Extensive reading in the second language
classroom. Cambridge. Cambridge University Press.
Un libro que puede ser muy útil para una biblioteca de centro o de aula
que quiera promover la comprensión lectora en inglés. Los diferentes
capítulos son claros y concisos, e incorporan una selección de lecturas
relacionadas para aquellos que quieran profundizar en el tema de la
lectura extensiva. El libro contiene también un apéndice con informa-
ción sobre libros de lectura de diferentes editoriales.
MORENO, V. (2004): El deseo de leer. Pamplona. Pamiela. (4.a edición actua-
lizada.)
Este libro, publicado por primera vez en 1985, ya es considerado un clá-
sico. Su propuesta principal consiste en observar los tres momentos
fundamentales del acto lector: el antes, el durante y el después de la
lectura. Para ello nos ofrece un conjunto de actividades que nos ayu-
dan a convertir la lectura en un acto intelectual, lúdico y de reflexión.
SOLÉ, I. (1992): Estrategias de lectura. Barcelona. Graó/ICE de la Universitat
de Barcelona.
Isabel Solé nos brinda un ensayo muy completo y ameno sobre lo que re-
presenta leer. Cada uno de sus capítulos ofrece una reflexión informada
de los temas que sólo se han presentado desde un punto de vista gene-
ral en este capítulo. Especialmente interesantes son los capítulos dedica-
dos a la enseñanza de estrategias lectoras y a los recursos que aprovechar
antes, durante y después de la lectura. El libro se complementa con dos
propuestas de secuencias didácticas para la comprensión lectora.
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Tercera parte:
¿Qué hacen? ¿Qué dicen?
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Hay que destacar que esta discrepancia tan grande entre uno y otro
ejemplo deja entrever una falta de seguridad sobre el tema.
A esta edad –a partir de los doce años– el alumno ya es consciente del
funcionamiento de una lengua: la propia. Conocer de forma explícita el fun-
cionamiento de la lengua extranjera será fundamental para organizar todos
sus conocimientos lingüísticos en torno a este eje. Estos conocimientos con-
tribuirán a conseguir nuestro primer objetivo, que es la comunicación. Por
este motivo habrá momentos en los que será necesario hacer reflexionar al
alumnado sobre el funcionamiento de la lengua.
En el primer ciclo de la ESO, y siempre y cuando las actividades comu-
nicativas lo requieran, conviene iniciar la reflexión sobre la lengua y dejar
para segundo ciclo la sistematización de estos conocimientos de manera que
formen una buena base para el mejor desarrollo de la comunicación. Así
pues, en el primer ciclo, y a fin de hacer más fluida y eficaz la comunicación
y evitar que se interrumpa, habría que desarrollar estrategias básicas de co-
municación: lingüísticas (similitud de palabras con la lengua materna u otra
que el alumnado conozca, uso del contexto, uso de fórmulas, etc.) y no lin-
güísticas (uso de imágenes y visuales, gestos, mímica, etc.).
Tres son los aspectos que cabría destacar en este primer ciclo: en pri-
mer lugar, el acto de comunicación en sí. Reflexionando sobre la utilidad que
tiene para ellos la lengua extranjera, se darán cuenta de la importancia
que ésta tiene y reconocerán la propia capacidad de progresar para llegar a
un buen uso de la lengua. En segundo lugar, la reflexión sobre la estructu-
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El bachillerato
El currículo de bachillerato publicado por el Departament d’Ensenya-
ment de la Generalitat de Catalunya (2002), tanto de lengua catalana y cas-
tellana como de lenguas extranjeras, sigue la línea pedagógica iniciada en el
currículo de la educación obligatoria. Así pues, el currículo de castellano y ca-
talán fomenta una metodología que parte de situaciones reales de compren-
sión y expresión oral y escrita, de reflexión y análisis a partir de textos. Todo
ello se tiene en cuenta en uno de los cuatro bloques de contenidos en los que
se divide el currículo: «Estudio de la lengua, entendido como una reflexión
sobre aspectos fonéticos, morfosintácticos y lexicosemánticos de la materia,
pero vinculada al uso de la lengua y a un análisis más global del texto».
Uno de los diez objetivos generales del bachillerato en lo que respecta
a las lenguas extranjeras es desarrollar una actitud de reflexión sobre la len-
gua en la comunicación con la finalidad de mejorar las producciones propias
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La reflexión en el currículo
En conjunto, la visión reflejada en los currículos tanto de la educación
secundaria obligatoria como del bachillerato es que la reflexión lingüística
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Lecturas recomendadas
NUSSBAUM, L.; BERNAUS, M. (2001): Didáctica de las Lenguas Extranjeras
en la Educación Secundaria Obligatoria. Madrid. Síntesis.
Manual para el profesorado de la ESO interesado en profundizar en as-
pectos como el papel del profesorado y del alumnado, el discurso, la
gestión de la comunicación, la adaptación del diseño curricular base o
la evaluación dentro del aula de inglés de secundaria. Destacan las ac-
tividades de reflexión que propone para el lector.
RIBÉ, R.; VIDAL, N. (1995): La Enseñanza de la Lengua Extranjera en la
Educación Secundaria. Agenda práctica para aprender y enseñar
una lengua extranjera en la ESO. Recursos para el aula de idiomas.
Madrid. Alhambra Longman.
Libro muy práctico y claro que explica en once breves capítulos lo más
importante que hay que tener en cuenta para programar, planificar y
organizar una clase de ESO. También incluye actividades prácticas para
utilizar en el aula.
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Juzgar
. Significado: «Es que “ayer mismo” es una expresión hecha».
. Uso: «Esto me parece a mí que está bien».
. Norma: «”periódico” lleva acento en la “o” porque es esdrújula».
Categorizar
. «Pero también podría ser una pregunta indirecta, ¿no?».
. «Brillaba, perdona, eso sería un pasado».
Analizar
. Aplicar reglas lingüísticas: «¿Quién? El profesor. ¿Qué? ¿Qué es?» (preguntas que se
formulan los alumnos para averiguar la función sintáctica de los elementos de la
frase).
. Enunciar reglas: «Es indiferente que salga después del verbo que antes».
. Identificar elementos lingüísticos a partir de la aplicación de reglas: «¿Y por qué es
complemento circunstancial de lugar? Porque no es complemento directo ni com-
plemento indirecto».
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Extracto 1
ESTUDIANTE 1: Tienes ese libro el autor del cual es tan famoso.
ESTUDIANTE 2: Porque se refiere, que, se refiere.
ESTUDIANTE 3: No se refiere.
ESTUDIANTE 4: Porque es lo que decimos siempre nosotros.
Extracto 2
Estudiante 5: Éste es el más antiguo.
[…]
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Extracto 3
ESTUDIANTE 1: […] esperadlo │ esperad en su casa ║ su casa│es
ESTUDIANTE 3: Un lugar.
ESTUDIANTE 1: Un lugar │ pero │¿y qué es?
ESTUDIANTE 3: Un lugar.
ESTUDIANTES: [¿Un complemento circunstancial de lugar?] (Hablando al mismo tiempo)
ESTUDIANTE 1: Vale │chavales│[sí que lo domináis│tíos]
ESTUDIANTE 2: [¿Y por qué es complemento circunstancial de lugar?] │Porque no es
ni complemento directo ni complemento indirecto.
ESTUDIANTE : Buena deducción.
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. Realizar tareas variadas tanto con respecto a los temas como a los
procedimientos permitirá dotar a los estudiantes de más recursos para
llevar a cabo una actividad de reflexión más rica y más profunda.
. Conviene relacionar las diferentes lenguas del currículo, a fin de fa-
cilitar la transferencia de destrezas y estrategias.
. Finalmente, es también importante que observemos a los estu-
diantes cuando trabajan de forma autónoma, a fin de detectar qué
conceptos u operaciones utilizan más o cuáles no dominan tanto.
Esta información nos puede ayudar a planificar y tomar decisiones
sobre otros aspectos de la clase de lengua, a fin de facilitar recursos
a nuestros estudiantes que les permitan ampliar su capacidad de
tomar conciencia de la lengua y de la comunicación.
Lecturas recomendadas
COTS, J.M.; BAIGET, E.; IRÚN, M.; LLURDA, E.; ARNÓ, E. (1997): «Modes de ré-
solution de tâches métalinguistiques en travail en groupe». AILE, 10,
pp. 75-106.
En este artículo se analizan los procesos que utilizan los estudiantes a
la hora de trabajar sobre tareas orientadas al desarrollo de la conciencia
lingüística, en catalán, castellano e inglés. Dado que se analiza el tra-
bajo en grupo, con autonomía del profesor, podemos acceder a las ope-
raciones cognitivas que se utilizan en las diferentes tareas y lenguas así
como a las estrategias sociales utilizadas durante la interacción.
COTS, J.M.; ARNÓ, E.; BAIGET, E.; IRÚN, M.; LLURDA, E.; NUSSBAUM, L. (1998):
«La reflexión metalingüística en el trabajo de grupo». Sintagma, 10,
pp. 81-105.
Parecido al artículo anterior, en este trabajo se comparan los resulta-
dos obtenidos en diferentes grupos, lenguas, tareas y niveles de estudios,
incidiendo en los diferentes factores que intervienen en las variaciones
observadas.
LIGHTBOWN, P.M.; SPADA, N. (1993): How Languages are Learned. Oxford.
Oxford University Press. (2.a edición, 2000.)
Se trata de un libro básico donde se sintetizan de forma muy accesible
las teorías más importantes relacionadas con la adquisición de lenguas.
A partir de las ideas expuestas y la bibliografía recomendada, el lector
puede introducirse en la literatura más especializada.
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todo el trabajo hecho. Para poder llevar a cabo este trabajo de reflexión, las
«herramientas tradicionales» no son de mucha utilidad. Hay que partir de una
visión comunicativa de la lengua, centrada en el texto oral y escrito, que es
relativamente nueva para el profesorado y que a veces cuesta de asimilar.
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cuatro habilidades básicas con los alumnos (expresión oral y escrita, com-
prensión oral y escrita). Paradójicamente, no obstante, a lo largo de la en-
trevista con frecuencia hace uso de la terminología gramatical. Así, por
ejemplo, cuando habla de la utilidad de comparar en clase la lengua ma-
terna y la lengua extranjera, utiliza el término «estructura»; para hablar de
niveles de competencia de los alumnos apela al conocimiento de los dife-
rentes tiempos verbales; finalmente, cuando nos habla del material que
ella misma elabora, apunta que para algunas «estructuras» es difícil crear-
lo. A pesar de ello, no duda en decir que su objetivo básico es la comuni-
cación. El caso de Ana podría representar un problema que ya se apuntaba
en la entrevista con María, cuando mostraba una cierta inseguridad a la
hora de adoptar un modelo lingüístico comunicativo («a veces [el modelo]
te falla»). El problema podría consistir en que la profesora se da cuenta de
que ha de dar prioridad a la comunicación pero, seguramente debido a su
formación lingüística, no dispone de aparato conceptual adecuado para
hacerlo plenamente.
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Lecturas recomendadas
CAMBRA, M.; BALLESTEROS, C.; PALOU, J.; CIVERA, M.; RIERA, M.; PERERA, J.;
LLOBERA, M. (2000): «Creencias y saberes de los profesores en torno a
la enseñanza de la lengua oral». Cultura y Educación, 17/18, pp. 25-40.
En este artículo se presenta un estudio realizado mediante entrevistas
con profesores de lengua castellana y catalana de la enseñanza obliga-
toria. Del trabajo interesa tanto los resultados como el marco teórico y
la metodología empleados.
LOMAS, C. (1999): Cómo enseñar a hacer cosas con las palabras. Teoría y
práctica de la educación lingüística. 2 volúmenes. Barcelona. Paidós.
El objetivo de este libro es contribuir a una indagación crítica sobre la
educación lingüística de la enseñanza secundaria y ofrecer algunos
conceptos lingüísticos y algunas orientaciones didácticas que le sean
útiles al profesorado en sus tareas docentes. Para ello, en sus páginas
no sólo se indaga sobre los objetivos y sobre los contenidos de la edu-
cación lingüística y literaria, se alude a las teorías sobre el uso lingüís-
tico y se ofrecen algunas ideas esenciales que nos ayuden a entender
qué significa enseñar lengua en el contexto de un enfoque comunica-
tivo, sino que también se invita al lector a participar en una serie de ac-
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tividades de reflexión sobre las propias ideas y sobre las propias prácti-
cas docentes con el fin de favorecer su conciencia lingüística.
MITCHELL, R.; HOOPER, J. (1993): «Teachers’ views of language knowledge»,
en JAMES, C.; GARRET, P. (eds.): Language awaraness in the language
classroom. London/New York. Longman.
El artículo se basa en los resultados de un estudio basado en entrevis-
tas a profesorado de lenguas de enseñanza primaria y secundaria, aun-
que en este caso en el Reino Unido. El trabajo muestra los puntos de
vista del profesorado sobre el papel del conocimiento explícito sobre la
lengua en el currículo de su asignatura y apunta posibles estrategias
para su tratamiento en el aula.
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Glosario
Actividad integradora: Enseñanza de la composición escrita planteada de
manera que el aprendiente se dé cuenta de los problemas que la nece-
sidad de comunicarse por escrito le plantea y pueda encontrar solucio-
nes a dichos problemas (véase proceso – producto).
Adecuación: Habilidad de usar la lengua adaptándola al contexto de uso.
Aprendizaje autónomo: Forma de aprendizaje basada en el principio de que
los aprendientes han de poder asumir la responsabilidad de su propio
proceso de aprendizaje (con las correspondientes tareas de planifica-
ción y evaluación), adaptándolo tanto como sea posible a su estilo y sus
pautas de aprendizaje.
Aprendizaje conceptual: Aprendizaje basado en actividades que tienen
como objetivo el uso y desarrollo de operaciones mentales complejas
por parte del aprendiente, como por ejemplo la resolución de proble-
mas, en contraposición a tareas de tipo mecánico como la memoriza-
ción o la aplicación de reglas sencillas (véase procesos cognitivos de
alto nivel).
Aprendizaje de tipo exploratorio: Tipo de aprendizaje que se promueve
cuando el objetivo no es que el alumno dé una respuesta «correcta»
(y cerrada), sino más bien que se plantee problemas a partir de las
cuestiones planteadas y sea capaz de buscar soluciones, utilizando sus
conocimientos previos y los propios recursos (véase tareas de descu-
brimiento).
Aprendizaje explícito: Situación de aprendizaje en la cual se procura que el
aprendiente sea consciente de los objetivos concretos de aprendizaje.
Aprendizaje significativo: Situación de aprendizaje en la que el estudiante
adquiere nuevos conocimientos a partir de los conocimientos previos y
de la intervención pedagógica apropiada a su nivel, a fin de que le per-
mita relacionar los nuevos conocimientos con los previos, y así avanzar
en el proceso de aprendizaje (véase constructivismo y zona de desa-
rrollo próximo - ZDP).
Aprendizaje vivencial: Perspectiva por la cual se considera la experiencia
previa, las vivencias y los intereses del individuo como núcleo del
aprendizaje. De esta forma, el proceso de aprendizaje se produce a par-
tir de la reflexión del aprendiente sobre su entorno.
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Enfocar: Uno de los subprocesos de escribir mediante el cual la persona que es-
cribe se va dando cuenta de la idea o bien de las ideas principales de su
escrito. Este subproceso permite centrar el texto y hacerlo, por tanto, más
comprensible al lector (véase proceso de construcción de significado).
Enfoque constructivista: Perspectiva educativa según la cual se considera
que el aprendizaje no consiste en la mera transmisión de conocimien-
tos, sino que es el resultado de la apropiación y construcción de repre-
sentaciones o modelos mentales por parte del aprendiente a partir de
su interacción con el medio. Esta perspectiva implica, por tanto, un re-
planteamiento de los roles tradicionales de profesores y aprendientes,
ya que éstos tienen un papel activo, mientras que el profesor asume un
rol de guía o apoyo.
Enfoque cualitativo: Metodología de investigación basada en la observa-
ción e interpretación subjetiva de los fenómenos en su contexto natu-
ral, sin ánimo de cuantificar ni generalizar, sino de explicar una
situación concreta.
Enfoque cuantitativo: Metodología de investigación de carácter deductivo
en la que se hace énfasis en la experimentación, la comprobación de hi-
pótesis, la medición numérica de variables y la generalización de los
resultados.
Estandarización de una lengua: Proceso sociolingüístico por el cual se de-
fine una variedad concreta de uso de una lengua como oficial y, por
tanto, se promueve su uso (en detrimento de otras variedades) en ám-
bitos como la educación o los medios de comunicación.
Estilo de aprendizaje: Conjunto de conductas cognitivas y físicas que ca-
racterizan la manera en que un aprendiente interacciona con su con-
texto de aprendizaje.
Estilo de lectura: Conjunto de estrategias que utiliza un lector para en-
frentarse a un texto, como por ejemplo, echarle un vistazo para ver de
qué va, buscar una información específica, leer básicamente por el pla-
cer de leer y procurando hacer una interpretación global, o centrarse
en algún pasaje relativamente corto con un objetivo concreto (por
ejemplo, asegurar su comprensión).
Estrategia de lectura: Acción física o mental utilizada de manera más o
menos consciente por parte del lector para favorecer la comprensión de
un texto.
Evaluar: Uno de los subprocesos de escribir mediante el cual se va valoran-
do la calidad de aquello que se está creando o que ya está transcrito.
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