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Historia General deYucatán

Dirigida por Sergio Quezada

La civilización maya yucateca


1
l
Historia General deYucatán
La civilización maya yucateca
1
l

Sergio Quezada
Fernando Robles Castellanos
Anthony P. Andrews
COORDINADORES

Universidad Autónoma de Yucatán


Mérida, Yucatán, México
2014
D.R.© UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE YUCATÁN, 2014

Obra con derechos reservados, prohibida su reproducción parcial


o total sin el permiso escrito del titular de los derechos.

Traducción de los capítulos de Anthony P. Andrews y Fernando Robles C.,


William M. Ringle, Geoffrey E. Braswell, Gabrielle Vail, E. Wyllys Andrews,
Marilyn A. Masson y Carlos Peraza L. por Carlos Alberto Silva Mena.

SECRETARÍA DE RECTORÍA
Departamento Editorial
Calle 61 núm. 526 entre 66 y 68 CP 97000
Tel. (999) 924-72-60, Fax (999) 923-97-69
Mérida, Yucatán, México

www.editorial.uady.mx
editorial@uady.mx
editorialuady

ISBN: 978-607-8191-99-4 (colección)


ISBN: 978-607-9405-00-7 (v. 1)

F La civilización maya yucateca / Sergio Quezada, Fernando


1435 Robles Castellanos, Anthony P. Andrews, coordinadores.
.C577 — Mérida, Yucatán: UADY, 2014.
2014
410 p.: il.

(Historia general de Yucatán; v. 1)

1. Civilización maya. 2. Mayas—Historia. 3. Mayas—Po-


lítica y gobierno. I. Quezada, Sergio. II. Robles C., Fernando.
III. Andrews, Anthony P.

ISBN: 978-607-9405-00-7
Lib-UADY

Mérida, Yucatán, México.


Contenido

Mapa general
17

Cronología
19

Introducción
21

Parte I
De los remotos pobladores a los albores de la civilización maya
yucateca
Los primeros pobladores 47
Anthony P. Andrews | Fernando Robles Castellanos
1. LAS TIERRAS ALTAS Y LA COSTA DEL PACÍFICO 48

2. LAS TIERRAS BAJAS DEL SUR
49

3. LAS TIERRAS BAJAS DEL NORTE
53

4. PREHISTORIA YUCATECA TEMPRANA
60

Génesis de la civilización maya yucateca 63


Fernando Robles Castellanos
1. EL NOROESTE DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN:
POLÍTICA Y CULTURA 68
Parte II
La civilización clásica maya yucateca. Esplendor y derrumbe,
250-1100 d.C.
Centros de poder y cambios político-culturales 93
Fernando Robles Castellanos
1. LAS CAPITALES REGIONALES DEL NORTE
DURANTE EL CLÁSICO TEMPRANO 94
2. AUGE Y DECLIVE DE LAS CAPITALES REGIONALES DEL NORTE
DURANTE EL CLÁSICO TARDÍO 106
3. AUGE Y COLAPSO DE LAS CAPITALES DEL NORTE
DURANTE EL CLÁSICO TERMINAL 118

Organización política maya del norte de Yucatán 137


William M. Ringle

1. LOS TEXTOS JEROGLÍFICOS
139

2. ICONOGRAFÍA Y PODER
144

3. ARQUEOLOGÍA Y ORGANIZACIÓN POLÍTICA
147
4. ORGANIZACIÓN POLÍTICA DE LAS COMUNIDADES 154
5. DESARROLLO DE LA AUTORIDAD POLÍTICA 156

Patrones de asentamientos y territorios políticos 163


Edward B. Kurjack | Rubén Maldonado Cárdenas

1. AMBIENTE Y ASENTAMIENTOS
164
2. FORTIFICACIONES, COMERCIO Y VÍNCULOS
ENTRE ASENTAMIENTOS 167

3. CASAS Y PALACIOS
171

4. EDIFICIOS COMUNALES
174
5. LOS SACBEOB O CAMINOS INTERIORES
175
6. LOS SISTEMAS DE SACBEOB EXTERIORES
177

Producción y comercio
187
Geoffrey E. Braswell
1. LA ORGANIZACIÓN DE LA PRODUCCIÓN 188

2. TIPOS DE INTERCAMBIO
190
3. MERCADOS VERSUS SISTEMAS DE MERCADO
191
4. EL COMERCIO EN EL CLÁSICO TEMPRANO
192
5. EL COMERCIO EN EL CLÁSICO TARDÍO 196
6. EL COMERCIO EN EL CLÁSICO TERMINAL
199

7. CONCLUSIONES
203

Escritura, religión e ideología


207
Gabrielle Vail

1. ESCRITURA E IDEOLOGÍA
207

2. TEXTOS EN PIEDRA
211

3. INSCRIPCIONES EN OBJETOS PORTÁTILES
214

4. TEXTOS PINTADOS
215
5. PANORAMA HISTÓRICO SEGÚN LAS INSCRIPCIONES 217
6. LOS TEXTOS DEL CLÁSICO TERMINAL Y POSTERIORES 220

7. PANORAMA DE LA RELIGIÓN EN EL CLÁSICO 221
8. TEMAS RELIGIOSOS EN LOS TEXTOS DEL CLÁSICO 227
9. LAS CREENCIAS RELIGIOSAS Y SU ARQUITECTURA 236
10. TRANSICIONES EN LAS CREENCIAS Y PRÁCTICAS RELIGIOSAS
DURANTE EL CLÁSICO TERMINAL 240

La influencia externa en el norte de Yucatán 247


William M. Ringle
1. LA INFLUENCIA EXTERNA DURANTE EL PRECLÁSICO MEDIO
Y EL PRECLÁSICO TARDÍO 249

2. LA INFLUENCIA DE TEOTIHUACAN
251
3. LAS INFLUENCIAS DURANTE EL CLÁSICO TERMINAL
Y EL EPICLÁSICO 254
4. LA INFLUENCIA EXTERNA EN LA ECONOMÍA
DEL CLÁSICO TERMINAL 258
5. LA INFLUENCIA EXTERNA DURANTE EL POSCLÁSICO 269
El colapso maya
277
E. Wyllys Andrews

1. LAS EXPLICACIONES DEL COLAPSO
279

2. EXPLICACIONES ACTUALES DEL COLAPSO
281
3. LOS SITIOS DEL CLÁSICO TARDÍO Y TERMINAL 284

4. LA SEQUÍA DEL CLÁSICO TERMINAL
290
5. EL COLAPSO DEL CLÁSICO Y LA SEQUÍA
DEL CLÁSICO TERMINAL 294

Parte III
La civilización maya yucateca.
Renovación y fragmentación política, 1100-1542
La transición de Chichén Itzá-Mayapán,
ca. 1000-1100 d.C. 301
Carlos Peraza Lope | Marilyn A. Masson

1. PERSPECTIVA INTERNA DEL SIGLO XI
303

2. CERÁMICA Y CAMBIO SOCIAL
305
3. ARQUITECTURA TEMPRANA EN MAYAPÁN 306

4. SECUENCIA DE LAS CAPITALES
307

La interacción entre el norte de Yucatán


y el centro de México 309
Fernando Robles Castellanos
1. LA PRIMERA FASE DEL POSCLÁSICO (1100-1441/1461 d.C.).
COAIXTLAHUÁCAN Y MAYAPÁN EN EL CENTRO Y ESTE
DE MESOAMÉRICA 312
2. LAS CONTRATACIONES ENTRE EL CENTRO DE MÉXICO
Y LAS TIERRAS BAJAS MAYAS 324
3. EL NORTE DE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN 327

4. MAYAPÁN, LA ÚLTIMA CAPITAL
331
5. LA IRRUPCIÓN IMPERIAL Y COMERCIAL CULHUA-MEXICA
EN EL CENTRO Y ESTE DE MESOAMÉRICA (1458/1469-1521) 336
La ciudad y el estado de Mayapán 341
Marilyn A. Masson | Carlos Peraza Lope

1. EL LEGADO DE MAYAPÁN
343

2. LA ORGANIZACIÓN DE LA CIUDAD
348

3. PRODUCTOS Y NEXOS COMERCIALES
350
4. ITZMAL CHEN: UN GRUPO CEREMONIAL ADYACENTE 353

5. EL COLAPSO DE LA CIUDAD
356

La costa del Golfo, provincias prehispánicas mayas 359


Ernesto Vargas Pacheco
1. LAS PROVINCIAS DEL LITORAL DE TABASCO Y SUR
DE CAMPECHE 360
2. LA OCUPACIÓN PREHISPÁNICA DEL LITORAL
TABASQUEÑO-CAMPECHANO 370

Organización política, económica y comercial 375


Anthony P. Andrews

1. ORGANIZACIÓN POLÍTICA
377

2. ECONOMÍA
380

3. COMERCIO
384

Organización política maya, 1450-1550


389
Sergio Quezada

1. EL MULTEPAL MAYAPÁN
391
2. LA FORMACIÓN DEL CUCHCABAL
392

Sobre los autores


401
E. Wyllys Andrews

El colapso maya

C uando los españoles arribaron a Yucatán en 1518 encontraron a lo


largo de la costa oriental de la península prósperos poblados con grandes
edificios y tierra adentro hallaron asentamientos más pequeños, con una
población más dispersa cuyas construcciones no eran de gran envergadura.
Se estima que en las Tierras Bajas del norte —cuyo territorio se extendía
en lo que actualmente son los estados de Yucatán, Campeche y Quintana
Roo— vivían entre 600 000 y un millón de habitantes, una pequeña frac-
ción de la población que supuestamente existió durante el Clásico Tardío.
Se calcula que hacia 1549, por las enfermedades llegadas del Viejo Mundo
y la perturbación que produjo la conquista española, la población se redujo
a unos 250 000 habitantes. Este declive poblacional es muy conocido.
El verdadero misterio que desde hace más de un siglo ha intrigado a
los estudiosos de la civilización maya está relacionado con los sucesos que
tuvieron lugar 500 años antes, cuando el mundo de las Tierras Bajas se trans-
formó para siempre. Al final del Clásico Terminal, a partir del año 750 d.C.,
y hasta el 950 d.C., aproximadamente, los gobernantes y familias nobles
de las ciudades y pueblos de las Tierras Bajas mayas erigieron sus últimos
monumentos de piedra labrada y a veces de manera abrupta detuvieron la
construcción de nuevos templos, palacios y complejos administrativos.
Hacia el año 950 d.C., todas las áreas urbanas estaban prácticamente
abandonadas, y desde antes del 850 d.C. muchas ciudades habían perdido
la mayor parte de su población. En algunas regiones, este proceso estuvo

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 277


E. Wyllys Andrews

marcado por la guerra u otros signos de agitación social. Los conflictos y el


declive, al parecer, comenzaron a lo largo del curso del Usumacinta, hacia
el 760 d.C.; y hacia el 810 u 830 d.C. la mayor parte de las ciudades del
oeste y del centro de las Tierras Bajas del sur, entre ellas Piedras Negras,
Yaxchilán y Palenque, ya se habían colapsado. Aproximadamente, por la
misma época algunos sitios de las regiones oriental y sureste, como Cara-
col, Quiriguá y Copán, experimentaron un rápido declive. Las ciudades
del sur, cercanas al eje central de la península de Yucatán, aparentemente
permanecieron durante más tiempo. Entre las más conocidas se encuen-
tran Seibal, Tikal, Uaxactún, Calakmul y Becán; en algunas de ellas exis-
ten textos labrados que datan de fechas tan tardías como 870, 890 d.C.,
o posiblemente posteriores. Aunque el abandono de las Tierras Bajas del
sur nunca fue total, se estima que hacia el año 900 d.C. la población de las
grandes ciudades era menos de un décimo de lo que fue durante el apogeo
del Clásico Tardío, y el número de habitantes de esta región siguió decli-
nando durante muchos años después.
Aunque muchas ciudades mayas de las Tierras Bajas del norte per-
manecieron vigorosas, pujantes y densamente pobladas durante algunas
décadas más que las ciudades sureñas, hacia el 910 o el 925 d.C. la mayoría
ya no construía grandes edificios públicos, y los gobernantes no erigían
monumentos con caracteres labrados. Al igual que en las Tierras Bajas
del sur, en el norte el declive de los centros de poder de las ciudades y
pueblos vino junto con el desplome de sus poblaciones. Probablemente los
gobernantes de Chichén Itzá continuaron construyendo grandes estructu-
ras públicas durante unos 75 o 100 años después, cuando otros centros de
población ya vivían en decadencia, y se mantuvo como una ciudad pode-
rosa hasta después del 1000 d.C. Para los arqueólogos es un reto entender
cómo este centro poblacional —junto con algunos de sus aliados— logró
sobrevivir durante algunas generaciones al colapso del Clásico maya que se
había producido en todas partes.

278 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

1. LAS EXPLICACIONES DEL COLAPSO

Las causas del colapso y el casi total abandono de cientos de ciudades y pue-
blos mayas en toda la península de Yucatán durante el transcurso de poco
más de un siglo, no son claras. Aunque la mayoría de las explicaciones posi-
bles han sido insistentes, y aún se está lejos de un consenso, la causa principal
del fin de la civilización maya del Clásico fue una sequía severa y prolongada
que afectó toda Mesoamérica.
A principios del siglo XX, Sylvanus G. Morley, uno de los primeros
grandes arqueólogos mayistas observó que antes del 900 d.C. dejaron de
erigirse las inscripciones jeroglíficas y de realizarse construcciones monu-
mentales en las Tierras Bajas del sur, en tanto en las del norte, en Yucatán
y Quintana Roo, la sociedad maya continuó floreciendo hasta mucho tiem-
po después, especialmente en Chichén Itzá y, posteriormente, en Mayapán.
También sugirió que ocurrió una emigración del sur al norte tras el colapso
del sistema agrícola en las tierras del sur —ocasionado por la sobrepobla-
ción—, por lo que caracterizó a las ciudades de esta región con el nombre de
Viejo Imperio y las de Yucatán con el de Nuevo Imperio. Sus exploraciones
lo convencieron de que los asentamientos del Clásico Tardío eran mucho
más grandes y numerosos que los del Clásico Temprano, lo que condujo a
un colapso rápido y catastrófico. Por su parte, J. Eric S. Thompson, el per-
sonaje más influyente entre los estudiosos de los mayas de mediados del siglo
XX, atribuyó el colapso, tanto en el sur como en el norte, a una revuelta de
las clases bajas, cansadas de construir templos para la clase sacerdotal. Se
ha sugerido que esta teoría estuvo influenciada por los procesos políticos y
revolucionarios de Europa y Rusia de principios del siglo XX.
A medida que se obtuvo más información sobre los antiguos mayas,
las explicaciones del colapso tendieron a incluir varios factores. El primer
intento por lograr un consenso se gestó en 1973, cuando Gordon R. Willey
y sus estudiantes señalaron que el número de sitios y la población total en
las Tierras Bajas crecieron enormemente durante el Clásico Tardío, y que
después del año 771 d.C. aproximadamente, en las Tierras Bajas se dio un

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 279


E. Wyllys Andrews

rápido declive en la construcción monumental y en la elaboración de ins-


cripciones jeroglíficas, seguido por un colapso social y demográfico total.
Finalmente, plantearon que durante los siglos siguientes la recuperación en
la mayor parte de las Tierras Bajas fue escasa o nula, especialmente en las del
sur. Sin embargo, la explicación para las Tierras Bajas del norte aún repre-
sentaba un problema, pues no estaba claro si las ciudades del Puuc y Chichén
Itzá eran contemporáneas de los centros de población del Clásico Tardío de
las Tierras Bajas del sur o pertenecían a una época posterior al colapso de la
región sureña.
Los anteriores autores reconocían que las primeras caracterizaciones
de la sociedad maya eran demasiado simplistas y que las prácticas de produc-
ción agrícola intensiva eran capaces de sostener una densidad de población
mucho más elevada de lo que se podía lograr con la sencilla práctica de la
milpa tradicional; que los centros ceremoniales mayas eran asentamientos
urbanos densamente poblados; y que, lejos de ser un grupo humano aislado,
los mayas estaban vinculados con el resto de Mesoamérica a través de una
comunicación regular que incluía el comercio de artículos de uso común y
suntuarios. También plantearon que en una etapa de competencia y conflic-
tos crecientes entre los centros urbanos, y de tensiones en la agricultura por
la presión demográfica, la brecha entre la élite y un campesinado cada vez
más explotado se amplió gradualmente. Para explicar el colapso desde esta
perspectiva, propusieron la confluencia de una serie de factores desestabi-
lizadores —rupturas comerciales, agitación social, dificultades en la agri-
cultura, enfermedades— que, en conjunto, representaron un golpe para la
organización política maya, que sobrepasaba el potencial de recuperación del
sistema sociocultural de los mayas de las Tierras Bajas y la capacidad de la
élite para controlar la situación.
Actualmente, a 40 años de distancia de las anteriores propuestas, al
menos dos aspectos del modelo de causas múltiples se mantienen vigentes.
El primero es que los avances de la arqueología maya permitieron a los au-
tores de 1973 identificar debilidades en el sistema de los mayas, de las que
Morley y Thompson solo pudieron haber hecho suposiciones. Aunque hubo

280 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

un entendimiento de la vulnerabilidad potencial del sistema, aún se estaba


lejos de comprender las razones del colapso. El segundo es que, con algunas
excepciones, las explicaciones actuales del colapso —tanto para las Tierras
Bajas del sur como las del norte—, son sustancialmente las mismas de hace
cuatro décadas. La mayoría conjunta las deficiencias en la agricultura, com-
petencia, conflicto o incapacidad de los sistemas políticos de las Tierras Bajas
del Clásico; y todas incluyen la evidencia de un vasto aumento de la pobla-
ción durante el Clásico Tardío.

2. EXPLICACIONES ACTUALES DEL COLAPSO

Las inscripciones encontradas en los sitios más importantes del Clásico do-
cumentan un sistema de gobierno encabezado por un gobernante dinástico
con una autoridad divina. ¿Pudo este sistema ser demasiado burocrático,
inflexible e irresponsable frente a las tensiones crecientes? Pese a que este
sistema desapareció después del Clásico, no está claro si sus defectos fueron
la causa del colapso. Aunque los linajes reales y la élite, al parecer, estuvie-
ron distanciados de las masas populares, algunos arqueólogos creen que en
ciertos lugares de la sociedad maya se desarrollaba de manera importante
una especie de clase media.
Otros estudiosos sostienen que la causa principal del colapso de las
ciudades mayas en algunas partes, y quizá incluso en la totalidad de las Tie-
rras Bajas durante el Clásico Tardío, fueron las guerras constantes y genera-
lizadas; y su persistencia habría interrumpido el comercio, y sin circulación
de productos extranjeros las poblaciones subordinadas se habrían desabaste-
cido. Sus argumentos son que que durante el Clásico Tardío las ciudades y
pueblos en las Tierras Bajas crecieron en número y tamaño, aumentaron los
monumentos de piedra labrada que refieren los conflictos entre diferentes
sitios durante el Clásico Tardío, así como la construcción apresurada —y a
veces sin concluir— de murallas alrededor de los edificios centrales en algu-
nos sitios del Clásico Terminal en Yucatán y en Guatemala. Las familias de

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 281


E. Wyllys Andrews

la élite habrían crecido al mismo ritmo que el resto de la población, y pudo


generarse rivalidades entre diferentes estatus y agitación social y política en
las organizaciones políticas y en su interior.
Estos argumentos son cuestionables. Las fortificaciones más imponen-
tes construidas por los mayas datan del Preclásico Tardío, y existen evi-
dencias irrebatibles de guerra en el Clásico Temprano. Aunque durante el
Clásico Terminal la guerra era una constante en algunas áreas, no está cla-
ro si aumentó sustancialmente en comparación con los siglos anteriores, o
si durante el Clásico Tardío sus efectos fueron más perturbadores que en
épocas precedentes. Incluso si el final del Clásico estuvo marcado por una
violencia inusual, ¿fue resultado o signo de problemas más serios, o bien la
causa misma del colapso?
El tema de si los sistemas agrícolas en la selva tropical fueron capaces
de sostener una civilización compleja con altos niveles de población se plan-
teó desde los primeros estudios arqueológicos sobre los mayas, y hoy día
continúa el debate sobre los posibles efectos de un probable fracaso en el
sistema agrícola del Clásico Tardío en algunas áreas. A medida que crecía la
población de las Tierras Bajas, hasta llegar a más de 10 millones de habitantes
aproximadamente —en comparación con los cerca de 4 millones que habi-
tan actualmente la península de Yucatán—, también lo hacía la agricultura,
impulsada por varios siglos de un clima relativamente húmedo. Es probable
que este crecimiento condujera a la deforestación y erosión de la tierra fértil
en algunas áreas. La degradación de zonas cultivables pudo incrementar el
problema de alimentación entre las poblaciones, dando como resultado es-
casez de alimentos, enfermedades y agitación social.
Aunque resulta factible el escenario de una creciente carestía de ali-
mentos, existen pocas evidencias de que los mayas fueran incapaces de ali-
mentar adecuadamente a su cada vez mayor población. Para el año 3000
o 2500 a.C. la agricultura ya se había diseminado en varias partes de las
Tierras Bajas mayas y las prácticas de cultivo intensivo —campos elevados y
drenados, el cultivo en terrazas, el manejo del agua y la irrigación, la horti-
cultura casera intensiva, la arboricultura y la utilización de nichos ecológicos

282 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

especialmente productivos, tienen una larga historia en el pasado maya—,


al parecer se desarrollaron conforme crecía la población. Se puede sustentar
el argumento de que, por lo menos, en áreas con cantidades adecuadas de
agua y topografía apropiada, los mayas producían los alimentos necesarios.
Además, en donde se han analizado esqueletos de habitantes de la antigüe-
dad, las deficiencias nutricionales y la incidencia de enfermedades, aunque
ciertamente existían a fines del Clásico, no superaban los ocurridos dos si-
glos atrás. Las investigaciones recientes también han destacado que la defo-
restación y degradación de las tierras productivas tuvieron un papel menos
importante de lo que los arqueólogos han considerado.
En resumen, no se cuenta con evidencias sólidas que respalden un fra-
caso de los sistemas agrícolas como causa del colapso maya del Clásico Tardío,
a menos que algún otro proceso lo haya precipitado. Sin embargo, cualquiera
que haya sido el origen del declive, existe consenso entre los arqueólogos
de que la explicación debe tomar en consideración un nivel de población sin
precedentes y, desde luego, una mayor necesidad de alimentos.
Lo anterior permite concluir que en la mayoría de las regiones el co-
lapso de los mayas del Clásico ocurrió durante el transcurso de aproxima-
damente una generación, aunque en las Tierras Bajas del norte se prolongó
por más de dos siglos. Sin embargo, algunos académicos sostienen que nunca
se dio un colapso general, y que deberíamos considerar los sucesos de estos
años como una transformación o transición de la sociedad maya, una adap-
tación a las realidades cambiantes y no un fracaso. Este punto de vista tiene
cierto mérito, pues los mayas continuaron viviendo en toda la península.
Entre el 1200 d.C. y el 1400 d.C., cuando reaparecieron algunas grandes
comunidades en áreas circunscritas, mostraron una fuerte continuidad en los
rasgos culturales y sociales precedentes, aunque la sociedad del Clásico ya se
había transformado.
Las sociedades de las Tierras Bajas del Posclásico abandonaron la ins-
titución de los gobernantes divinos y aparentemente estuvieron ligadas más
estrechamente, por medio del comercio, con grupos del Istmo de Tehuan-
tepec, de Oaxaca y del centro de México. Sin embargo, entre los años 800

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 283


E. Wyllys Andrews

y 1000 d.C. todas las grandes ciudades mayas del Clásico dejaron de erigir
edificios y monumentos con inscripciones, y en su mayoría fueron abando-
nadas. Durante estos años, la población de las Tierras Bajas declinó cerca del
90 por ciento y se mantuvo aproximadamente en este nivel durante siglos.
El término colapso es apropiado debido a que estos cambios dramáticos tu-
vieron lugar en todas partes, desde Yucatán hasta Honduras, a pesar del re-
surgimiento durante el Posclásico.

3. LOS SITIOS DEL CLÁSICO TARDÍO Y TERMINAL

Una mirada de lo que ocurrió en varios sitios de las Tierras Bajas al final
del Clásico, especialmente en Yucatán y Campeche, permite reconstruir los
patrones cronológicos regionales y generales del colapso, delineados líneas
atrás. Se toma como punto de partida la gran ciudad de Calakmul, ubicada en
la parte centro-sur de Campeche que, en su apogeo, tuvo una población cer-
cana a los 50 000 habitantes y fue la capital de un reino de hasta un millón de
pobladores. La ciudad produjo su última inscripción antes del año 900 d.C.;
y aunque durante el siglo IX perdió cerca del 90 por ciento de sus habitantes,
al parecer declinó más lentamente. Su caída corresponde aproximadamente
a la misma época que la de Tikal, que también resistió más tiempo que los
centros urbanos mayas del este y el oeste.
En el este, los sitios de la región de Tres Ríos, en el noreste de Gua-
temala y el noroeste de Belice, entre ellos La Milpa, Río Azul, Kinal y La
Honradez, también experimentaron su apogeo demográfico durante el Clá-
sico Tardío. Hacia el 850 d.C., la mitad de la población de esta región había
desaparecido, y entre el 900 y el 1250 d.C. se redujo a solo un 5 por ciento
de lo que tenía durante el Clásico Tardío. En la ciudad fortificada de Becán,
en el sur de Campeche, la construcción de edificios importantes aparente-
mente continuó hasta alrededor del año 900 d.C., pero poco después el sitio
y la región fueron prácticamente abandonados.

284 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

Investigaciones en varios sitios de gran tamaño de la región Puuc han


confirmado que esta parte de Yucatán entró en declive y fue abandonada
aproximadamente al mismo tiempo, o poco después, que las grandes ciu-
dades del interior, situadas al sur, a lo largo del eje central de la península,
como Tikal, Calakmul y Becán. Sin embargo, al igual que en las Tierras Bajas
del sur, el patrón ocupacional varió de un sitio a otro.
El sitio más grande de la región Puuc fue Uxmal, que abarca cerca de
20 kilómetros cuadrados de tierra llana y fértil para la agricultura. Algunos
arqueólogos, apoyados en las inscripciones halladas en ese sitio, sugieren
que los últimos edificios importantes —el Cuadrángulo de las Monjas, el
Juego de Pelota— se construyeron entre los años 890 y 915 d.C., y la Casa
del Gobernador en los últimos 10 a 15 años del Clásico Terminal, durante el
reino del Señor Chaac, el más conocido y posiblemente el último gobernan-
te de esa ciudad. Su declive comenzó durante ese periodo, y al igual que en
otros sitios contemporáneos de Yucatán, se encontraron ciertas estructuras
de mampostería en forma de “C”, construidas por residentes posteriores y
situadas de manera estratégica en la cima de plataformas más antiguas cerca-
nas al centro del sitio.
Estos edificios en forma de “C” aparecieron durante el Clásico Ter-
minal, y su construcción continuó durante el Posclásico en Mayapán y en
lugares ubicados alrededor del lago Petén Itzá. Las esculturas arquitectónicas
de Uxmal, al igual que en Chichén Itzá, representan serpientes emplumadas,
y se ha especulado que esta iconografía común podría indicar una especie de
alianza entre ambos sitios, o incluso que Chichén Itzá habría dominado a Ux-
mal e impuesto al Señor Chaac en el trono. Además, el estrecho nexo entre
los dos sitios supone dificultades al momento de definir la cronología. El es-
cenario más factible es que en Uxmal la construcción monumental se detuvo
poco después del año 900 d.C., cuando comenzó el declive de su población,
aunque seguido por una modesta reocupación por familias que construyeron
las estructuras en forma de “C”. Sin embargo, algunos estudiosos estiman
que durante 50 o 100 años más allá de la fecha sugerida, Uxmal continuó
como ciudad poderosa.

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 285


E. Wyllys Andrews

En otros sitios de la región Puuc existen evidencias de que la cons-


trucción de edificios se detuvo aproximadamente al mismo tiempo que en
Uxmal, es decir, hacia el año 900 d.C., o poco después, y que también ex-
perimentaron un declive poblacional y el abandono hacia el 950 d.C. Entre
estos se encuentran Oxkintok, y que llegó a ser una de las ciudades más
poderosas del noroeste de Yucatán; Kabah, la segunda ciudad más grande
del Puuc y conectada con Uxmal por una calzada elevada de 18 kilómetros
de largo, y Sayil, Labná y Xkipché. Todas, excepto Labná, muestran signos
de una ocupación residual cerca de sus centros después del 950 d.C., esto
es, de una posible reocupación mínima tras un periodo de abandono. Las
estructuras en forma de “C”, identificadas en Sayil y Xkipché, son testimonio
de esta ocupación posterior al colapso.
Chichén Itzá, la ciudad maya prehispánica más grande de Yucatán,
también es la más intrigante, debido a que se mantuvo como una fuerza
poderosa en el área maya del norte, a pesar de la caída de la mayoría de
las demás ciudades. Chichén Itzá continuó con la construcción de grandes
estructuras públicas y religiosas, con el control del comercio en una amplia
región y con el cobro del tributo en una zona no definida, pero que, clara-
mente, era extensa. Esta ciudad es la única organización política o Estado
prehispánico del norte de las Tierras Bajas a la que algunos arqueólogos
consideran como un imperio. Su secuencia cronológica se ha dividido tra-
dicionalmente en un periodo maya temprano, durante el cual los estilos
arquitectónicos eran similares a los de los sitios de la región Puuc —como
en el grupo de las Monjas— y uno tardío tolteca, en el que se mantuvieron
las técnicas de construcción de mampostería, pero con la introducción de
nuevos tipos de edificios, estilos y elementos estructurales contemporáneos
que se encuentran, durante la misma época, en el centro de México y otras
regiones de Mesoamérica. Las últimas grandes construcciones de la ciudad
son las que se ubican en la Gran Nivelación y el grupo de la Tumba del Gran
Sacerdote u Osario, con un panel esculpido que data del 998 d.C. Varias
construcciones de la Gran Nivelación, incluyendo el Juego de Pelota y el
Templo de los Guerreros, y algunas de las estructuras vecinas, son igual

286 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

de tardías como el Osario, y posiblemente posteriores. Por esta razón, la


secuencia de sus estructuras y estilos arquitectónicos sugiere que la cons-
trucción continuó hasta por lo menos el año 1000 d.C. El muro defensivo
construido alrededor de la Gran Nivelación es de fecha posterior a las
construcciones que protege —como ocurre con las fortificaciones tardías
de otros sitios de las Tierras Bajas mayas—, y podría indicar que su colapso se
produjo en algún momento después del año 1050 d.C.
Estas estimaciones en cuanto a la época en que ocurrió la caída de
Chichén Itzá se acercan a la opinión más aceptada actualmente, que la sitúan
desde antes del año 1000 hasta el año 1200 d.C. Si efectivamente el declive
de Chichén Itzá ocurrió entre 1025 d.C. o 1050 d.C., entonces la ciudad se
mantuvo durante casi un siglo más que los demás sitios de la región Puuc y
que la mayoría de las otras ciudades de Yucatán. Aunque es difícil calcular
cronológicamente el desarrollo de Chichén Itzá después del año 1000 d.C.,
es factible que permaneciera tal cual hasta después del 1050 d.C. Tras apli-
car el carbono radiactivo en depósitos de cerámica del estilo Chichén Itzá
tardío encontrados en Isla Cerritos, el puerto de Chichén Itzá en la costa
norte de Yucatán, se obtuvieron cuatro fechas que indican que este mate-
rial cerámico data de entre 1000 y 1150 d.C. De ser exactas estas fechas,
significaría que ese puerto se mantuvo activo durante un periodo del que
no se cuenta con evidencias sólidas de que los gobernantes de la ciudad pro-
movieran la construcción de nuevos edificios. En la gruta de Balankanché,
a unos cuantos kilómetros del centro de Chichén Itzá, el análisis por ra-
diocarbono de cuatro incensarios del estilo del centro de México conocido
como Tláloc —asociados con un ritual complejo— arrojó fechas alrededor
de 850 a 1100 d.C.
En Yaxuná la construcción continuó hasta después del año 800 d.C.,
pero la edificación de la Estructura 6F-3, último edificio de importancia,
nunca se concluyó, al parecer debido al expansionismo de Chichén Itzá, su
vecino más poderoso, ocurrido hacia el 900 d.C. Sin embargo, antes de esta
fecha se construyó un muro defensivo alrededor de la Acrópolis del norte.
Algunos arqueólogos creen que Yaxuná sucumbió ante otro sitio alrededor

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 287


E. Wyllys Andrews

de esta época; aunque la hipótesis de un ataque de Chichén Itzá es razonable,


las evidencias al respecto son circunstanciales.
La ciudad de Cobá, en Quintana Roo, era de una dimensión compa-
rable con Tikal, Calakmul y Chichén Itzá; y desde el principio del Clásico
estuvo vinculada estrechamente con las Tierras Bajas del sur. Sin embargo,
se fue relacionando cada vez más con los sitios de Yucatán, y para el Clásico
Tardío ya estaba comunicada con Yaxuná a través de un sacbé de 100 kiló-
metros de largo. Aunque la última fecha inscrita en Cobá es 780 d.C., aún
no está claro el momento preciso en que declinó. Si bien es probable que ya
había colapsado hacia el 900 d.C., no hay evidencias directas que relacionen
su decadencia con el destino de Chichén Itzá, situada mucho más al oeste.
Durante la mayor parte de su historia en el Clásico, la ciudad de
Ekbalam rivalizó con Chichén Itzá, situada a unos 50 kilómetros al noreste
de esta. Al parecer, el contacto entre los dos sitios fue bastante limitado,
por lo que resulta difícil determinar rasgos comunes en la cerámica o algún
otro tipo de nexo, igualmente existen dificultades para fijar la época del
colapso político y demográfico de Ekbalam. La estructura GT-1, por mu-
cho la más grande del sitio y uno de los palacios de mayores dimensiones
en Mesoamérica, probablemente data de mediados o fines del siglo IX. La
fabricación de su cerámica de fines del Clásico pudo extenderse hasta el año
1050 d.C.; sin embargo, los arqueólogos consideran que pudo sucumbir
mucho antes debido a la creciente influencia de Chichén Itzá, aunque no
necesariamente por su poderío militar. Tal como en Uxmal, en Ekbalam
también se construyeron edificios en forma de “C” sobre las plataformas del
Clásico. Su aparente independencia respecto de Chichén Itzá durante gran
parte de su historia es un indicio de las limitaciones del poder de Chichén
Itzá durante sus primeras épocas, pero el declive final de Ekbalam podría
reflejar un cambio significativo en la estructura de poder en el área maya del
norte después del año 900 d.C.
Dzibilchaltún, situado entre la ciudad de Mérida y la costa del Golfo,
representa un ejemplo diferente de un sitio yucateco de fines del Clási-
co. Probablemente entre 800 y 850 d.C. Dzibilchaltún llegó a tener una

288 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

población de 30 000 a 40 000 habitantes y una extensión máxima de alre-


dedor de 16 kilómetros cuadrados. Pese a que su declive fue acelerado, a
diferencia de lo ocurrido en muchos asentamientos del norte de Yucatán,
la ciudad aparentemente nunca fue abandonada y se construyeron varios
edificios en los que se hallaron piezas de una cerámica similar a la de Chi-
chén Itzá. Excavaciones recientes muestran que en la Estructura 36 —una
gran plataforma piramidal en la plaza central— se construyó durante esta
época, lo que sugiere que Chichén Itzá tuvo una presencia en este sitio
probablemente para controlar, desde el interior, el sector noroeste de la
península. Se desconoce si el declive de Dzibilchaltún estuvo relacionado
con el expansionismo imperialista de Chichén Itzá, con alguna otra causa o
una combinación de factores.
Hacia el 1050 o 1100 d.C., el Estado hegemónico de Chichén Itzá ya
se había colapsado al igual que todos los sitios del norte de Yucatán, a los
que —igual que a Dzibilchaltún— en su momento conquistó o fueron sus
aliados. En Yucatán, en muchos casos, la despoblación no fue tan extensa
como aconteció en las Tierras Bajas del sur. Sin embargo, las ciudades desa-
parecieron para no resurgir jamás.
Se conoce relativamente poco de lo que ocurrió con los mayas del
norte durante el siglo XIII y la primera mitad del XIV, y aún menos acerca
de los mayas de Guatemala. Durante muchos años los mayas no estable-
cieron nuevos sitios de grandes dimensiones. Pequeños grupos continuaron
viviendo en las partes centrales de los antiguos poblados en decadencia; sus
habitantes usaban artefactos y cerámica diferentes de los de las épocas ante-
riores. Únicamente en una región de las Tierras Bajas mayas, la costa oriental
de Quintana Roo, subsistieron algunos poblados con ocupación continua,
donde, durante el Posclásico, se erigieron nuevos edificios.
En Yucatán, la única ciudad de grandes magnitudes del Posclásico fue
Mayapán, la cual era una copia rudimentaria de Chichén Itzá, situada a unos
100 kilómetros al oeste. Era regida por una confederación de familias gober-
nantes de varias provincias. Se fundó antes del 1200 d.C., y perduró hasta
aproximadamente 1450 d.C. Después del 1200 d.C., en varias partes de

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 289


E. Wyllys Andrews

las Tierras Bajas mayas la población se incrementó, pero la costa oriental de


Quintana Roo fue por mucho el área más densamente poblada. Para cuando
llegaron los españoles existían en ella poblados de diferentes dimensiones.

4. LA SEQUÍA DEL CLÁSICO TERMINAL

Aunque la posibilidad de una sequía como un factor del colapso de los mayas
se planteó desde hace tiempo, no fue sino hasta principios de la década de
1980 cuando algunos arqueólogos mayistas reportaron evidencias que suge-
rían que durante los últimos milenios ocurrieron inestabilidades climáticas,
con la alternancia de periodos de clima relativamente húmedo y otros de se-
quía severa. En los documentos históricos, elaborados desde la llegada de los
españoles a Yucatán hasta la época moderna, se registra la existencia de varias
etapas de sequía devastadora, lo que aumenta la factibilidad de la recurrencia
de patrones climáticos similares en los siglos precedentes. Esta intrigante,
aunque no concluyente correspondencia entre los datos arqueológicos y los
ambientales, condujo a realizar, en la década de 1990, análisis químicos de
sedimentos oceánicos y lacustres. Estos estudios, en los que participaron
geólogos, químicos y otros especialistas en ciencias marinas, climáticas y
ambientales, arrojaron pruebas directas de que el colapso de los mayas del
Clásico ocurrió durante un lapso intermitente de reducción de las lluvias.
Ahora se sabe que esta sequía abarcó más allá del área maya, se extendió a
otras regiones de Mesoamérica. Durante el mismo periodo ocurrieron largas
y severas sequías en las mismas latitudes en África y China. Las fluctuacio-
nes en la intensidad de la sequía —a lo largo de casi 300 años— se pueden
relacionar con los ciclos de perturbación política en diferentes partes de las
Tierras Bajas mayas.
Las evidencias más confiables de fluctuaciones climáticas durante el
Holoceno (10000 a.C.) en las Tierras Bajas mayas provienen de núcleos se-
dimentarios obtenidos entre 1993 y 2004 en la laguna Chichancanab, situa-
da a unos 80 kilómetros de Chichén Itzá, y en Punta Laguna, justo al norte

290 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

de Cobá, Quintana Roo. Ambas lagunas carecen de drenaje exterior, de


manera que la pérdida principal de agua la experimentan por evaporación,
lo cual las hace ideales para los estudios paleoclimáticos, además de que
sus depósitos han sufrido poca o ninguna alteración humana. Para inferir
la existencia de periodos de sequía se efectuó un estudio mineralógico de
la laguna Chichancanab, mientras que en Punta Laguna se investigaron los
depósitos de materia orgánica.
A pesar de que se usaron diferentes agentes para determinar los inter-
valos de sequías, los análisis realizados en Chichancanab y en Punta Laguna
arrojaron resultados similares. En 2007, los científicos que participaron en
los estudios presentaron sus resultados sobre la sequía que abatió las Tierras
Bajas mayas durante el Clásico Terminal, descrita como una serie de etapas
de sequía separadas por periodos de clima relativamente húmedo. La pri-
mera etapa de sequía comenzó alrededor del 760 d.C. y duró hasta el 870
u 890 d.C.; y durante estos años los periodos más secos fueron en el 760 o
770 d.C. y hacia el 850 u 860 d.C. Los 50 años siguientes, alrededor del año
900 o 910 d.C. fueron relativamente más húmedos. La segunda etapa de se-
quía en Punta Laguna comenzó en el 950 o 960 d.C. y duró hasta alrededor
del 1050, mientras que en Chichancanab se prolongó hasta el 1100 d.C.
Ambos sistemas lacustres —Chichancanab y Punta Laguna— también
demostraron la existencia de dos periodos de sequía previos durante la pre-
historia maya. Uno transcurrió aproximadamente entre el 150 y 250 d.C.,
que coincide con el abandono de muchos sitios mayas de las Tierras Bajas a
fines del Preclásico; y el otro corresponde, en términos generales, a lo que
se conoce como el Hiato —pequeño lapso en que los dirigentes mayas deja-
ron de erigir estelas con fechas calendáricas y referencias a hechos históricos
o dinásticos— cerca de fines del Clásico Temprano.
La cuenca del río Cariaco, en la costa norte de Venezuela, contiene
sedimentos fluviales que se acumulan en forma de láminas anuales. Al igual
que las lagunas de la península de Yucatán, es ideal para el estudio de las
condiciones climáticas del pasado, pues está autocontenida, desprovista de
oxígeno y no ha sido perturbada por animales que busquen refugio en su

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 291


E. Wyllys Andrews

lecho. Aunque dicho río está situado en América del Sur, sus patrones esta-
cionales de lluvia y sequía son similares a las lagunas yucatecas, de manera
que el modelo paleoclimático que se pude reconstruir de ambas regiones
resulta similar.
Para determinar el grado de arrastre de sedimento fluvial y, en con-
secuencia, la cantidad de lluvia, se midieron cantidades relativas de titanio
en núcleos de sedimentos obtenidos mediante perforación. El estudio de los
estratos anuales indicó la presencia de sequías alrededor del 760 d.C. (cinco
años de duración), 810 d.C. (nueve años de duración), 860 d.C. (tres años
de duración) y 910 d.C. (seis años de duración), así como otra al final del
Preclásico. Los resultados obtenidos de las lagunas de la península de Yuca-
tán y de la cuenca del Cariaco indican la existencia de sequías en intervalos
de unos 50 años y en ciclos recurrentes de 208 o 213 años. Aunque se des-
conoce la razón de estos intervalos regulares, podrían estar asociados con los
ciclos de incremento en la actividad solar.
Las Tierras Bajas del lado del Pacífico de Guatemala y Chiapas sufrie-
ron sequías similares a las experimentadas en las Tierras Bajas del norte. En
2005 se presentaron los resultados de investigaciones realizadas en pantanos
de manglares costeros cercanos a la frontera entre México y Guatemala que,
sustentadas en el análisis de granos de polen, de fitolitos y de los porcentajes
de carbón orgánico y de carbonato de calcio, sugieren que a fines del Preclá-
sico existió un periodo de sequía, junto con otro más largo y variable entre
el 700 y el 1480 d.C. Sin embargo, a diferencia de las Tierras Bajas, la sequía
en la costa del Pacífico se mantuvo durante la mayor parte del Posclásico, en
vez de finalizar antes del año 1100 d.C.
En 2011 se publicó un informe sobre una sequía en el centro de Mé-
xico durante el Clásico Terminal. Con base en un análisis de los anillos de
troncos de ciprés calvo —se incluyeron 74 núcleos obtenidos de 30 árbo-
les— del municipio de Amealco, ubicado a 60 kilómetros de Tula, se formó
una cronología anual continua desde el año 771 al 2008 d.C. La secuencia
revela que ocurrieron sequías alrededor del 810 y el 860 d.C. —los mismos
años identificados en los estudios de las lagunas de la península de Yucatán

292 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

y de la cuenca del Cariaco—, así como una tercera, más larga y severa, entre
el 897 y el 922 d.C., periodo que se identifica como uno de clima relativa-
mente húmedo entre dos largas etapas de sequía en las Tierras Bajas mayas
del norte. La cronología de Amealco muestra un caso de sequía aún más in-
tensa entre 1149 y 1167 d.C., posiblemente la extensión —hasta el centro
de México— de sequía más extrema de los últimos 1 000 años, originada
en el occidente de Norteamérica. Se cree que el colapso de Tula ocurrió
aproximadamente en la misma época de la sequía que facilitó la conquista del
centro de México por los españoles.
También se ha documentado la existencia de sequías severas en lugares
tan alejados del área maya como la región semiárida del Sahel, en África (ha-
cia 800-1000 d.C.), y la costa sureste de China (hacia 750-900 d.C.). ¿Qué
se puede concluir de lo anterior? Quizá lo más importante es que hay pocas
dudas de que ocurrió una gran sequía entre los años 760 y 1050 d.C. apro-
ximadamente, en la latitud de la península de Yucatán, en toda Mesoamérica
y en otras áreas del mundo. Las evidencias proceden de múltiples fuentes:
sedimentos estratificados en lagos, cuencas oceánicas y pantanos de mangla-
res; la aplicación de diversos métodos de análisis y el uso de varios agentes,
entre ellos el yeso, el titanio, isótopos estables del oxígeno, polen, fitolitos,
depósitos de cavernas, espeleotemas, depósitos orgánicos y de carbonatos y
anillos de troncos de árboles. Sin embargo, todas estas fuentes y agentes dan
resultados notablemente coherentes. La duración de la gran sequía del Clási-
co Terminal fue de 250 a 300 años y, al igual que las fluctuaciones climáticas
de mayor duración del Pleistoceno y el Cenozoico, experimentó intervalos
alternativos de sequía y humedad (o de frío y calor).
El área maya es extensa y heterogénea, y la duración e intensidad de
los intervalos climáticos variaron de una región a otra. Un ejemplo es la
aparición de un clima más húmedo en Punta Laguna, Quintana Roo, hacia el
año 1050 d.C., mientras que en la laguna de Chichancanab la sequía severa
continuó hasta el año 1100 d.C. Una diferencia notable se observa en el fin
de la sequía del Clásico Terminal en las Tierras Bajas mayas, hacia 1050 o
1100 d.C.; en tanto que en la cercana región de la costa del Pacífico imperó

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 293


E. Wyllys Andrews

una fuerte sequía hasta cerca del año 1500 d.C. Aunque la nueva cronología
de las sequías obtenida de los anillos de troncos de árboles en el centro de
México muestra cierta coincidencia con las Tierras Mayas del norte, la que
ocurrió en el centro de México alrededor de la época del colapso de Tula pa-
rece haber correspondido a un intervalo de clima más húmedo en las Tierras
Bajas mayas. En este sentido, posibles símiles y diferencias climáticas entre
las regiones vecinas deben verificarse antes de hacer conjeturas.

5. EL COLAPSO DEL CLÁSICO Y LA SEQUÍA


DEL CLÁSICO TERMINAL

Ante las nuevas evidencias de una sequía variable, pero muchas veces severa,
durante el Clásico Terminal y los primeros años del Posclásico, y el abando-
no de casi todos los sitios de las Tierras Bajas mayas, se puede concluir que
la prolongada sequía y el colapso tuvieron una relación de causa-efecto. A
medida que se prolongaba la escasez de agua, casi con certeza, una alta den-
sidad poblacional —la más elevada en la historia del área maya— agravó una
creciente tensión social. Los sistemas de agricultura intensiva de los mayas
eran capaces de alimentar a la población, pero en condiciones de una preci-
pitación pluvial adecuada. Aunque la deforestación y el deterioro ambiental
pudieron tener un papel importante, evidencias recientes proponen que no
influyeron en todos los sitios.
Después de casi 3 000 años de agricultura en las Tierras Bajas, los
mayas ya habían aprendido a administrar los recursos naturales. A medida
que la escasez de alimentos y agua afectaba ciudades y regiones enteras, las
pugnas por el control de los recursos limitados seguramente aumentaron.
Sin embargo, los conflictos locales y regionales en realidad eran síntomas de
problemas ambientales más profundos.
Una crítica que a veces se esgrime contra el planteamiento de la sequía
como factor importante en el colapso, es que el declive social y despobla-
miento en las Tierras Bajas del norte no ocurrió de manera súbita, sino que

294 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

comenzó alrededor del año 760 d.C. a lo largo del Usumacinta y luego se
produjo alrededor del 810 en el sureste; en el 890, en la región centro-
norte del Petén; en el 930 o 950, en la región Puuc y, quizá en una época
más tardía como el año 1050 d.C., en Chichén Itzá; lo que comprende un
lapso de unos 300 años. Pero los datos actuales obtenidos por investigadores
independientes a través de estudios químicos del polen y de los anillos de
troncos de árboles muestran que precisamente en esos años, del 760 al 1050
o 1100 d.C., aconteció el ciclo de sequía del Clásico Terminal. Dado que las
regiones fueron afectadas con distinta severidad y en diferentes momentos,
además de que los años de extrema aridez fueron atenuados por intervalos de
un clima más húmedo, el patrón de colapso y abandono— visible mediante
la arqueología— se dio como era de esperarse y está lejos de afirmar que la
sequía no fue un elemento importante.
Los escépticos también cuestionan por qué las grandes ciudades de las
Tierras Bajas del sur fueron abandonadas un siglo previo al del colapso de los
sitios de Yucatán. Una respuesta es que muchas no fueron abandonadas con
tanta anticipación. Varios sitios del centro de la península, como Tikal, Ca-
lakmul y La Muñeca, continuaron erigiendo monumentos y edificios hasta el
870, 890 d.C. o más tarde; y la construcción de grandes edificios en los sitios
de la región Puuc, en Yucatán, se detuvo alrededor de aproximadamente
910 o 920 d.C., es decir, con una diferencia de poco más de una generación.
Hacia el 950 d.C. la población de casi todos los sitios del norte había declina-
do rápidamente. La despoblación en las Tierras Bajas del sur precedió a este
evento, pero no por muchos años. En este sentido, el colapso del Clásico
fue un proceso largo y no un evento que ocurrió en el sur, seguido por un
colapso en el norte, de manera aislada.
El proceso comenzó en el sur, y aunque los sitios de Yucatán sobre-
vivieron durante un poco más de tiempo, las razones no son claras. Una
explicación probable sería que los patrones pluviales se modificaron pri-
mero en el sur, pero la evidencia disponible no es suficiente para probarlo.
Excepto por los ríos cercanos, el agua es más difícil de obtener en las Tie-
rras Bajas del sur, pues el manto freático estuvo más allá del alcance de las

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 295


E. Wyllys Andrews

primitivas herramientas de piedra. De secarse las aguadas, los reservorios y


los pantanos estacionales, las grandes poblaciones quedaban en riesgo.
Esta dependencia humana por las aguas superficiales también existe
en la región de las colinas del Puuc, donde los mayas no disponían de ríos, y
las grutas profundas y las grandes cisternas artificiales (chultunes) proveían
de agua durante las etapas anuales de sequía y las sequías de corta duración.
Investigaciones recientes en el sitio de Kiuik, en el Puuc, indican que el
lugar fue abandonado durante el Clásico Terminal, aproximadamente al
mismo tiempo que otros sitios de la región. Excavaciones revelan que los
ocupantes de esta zona dejaron muchas de sus posesiones en sus lugares
de origen, con la intención de regresar cuando las condiciones mejorasen.
En Kiuik no hay huellas de violencia, probablemente su abrupto abandono
se debió a un recrudecimiento de la sequía y la consecuente desesperación
de su población.
Entender los eventos relacionados con los mayas del norte durante el
Clásico Terminal y el florecimiento y colapso tardíos de Chichén Itzá —un
sitio diferente a cualquier otro de Mesoamérica— son cuestiones difíci-
les. En Chichén Itzá, la construcción de edificios importantes en la Gran
Nivelación y en otras estructuras continuó durante el siglo X, cuando los
proyectos importantes de construcción en Uxmal y otros sitios de la región
Puuc habían cesado por completo. La última fecha inscrita en Chichén Itzá,
ubicada en la tumba del gran sacerdote, corresponde al 998 d.C., y es poco
probable que después de esta fecha se hayan construido otros grandes edifi-
cios. Lo más seguro es que para el 1050 o 1100 d.C. su poderío y población
habían declinado. Es posible que algunos de sus aliados también sobrevivie-
ran hasta estas épocas tardías, aunque ninguna de las ciudades de Yucatán
rivalizaba con ella en tamaño e importancia. Se desconoce cómo Chichén
Itzá logró mantener su poderío y extensión tras el declive de sus pares. Es
posible que diferencias locales respecto al impacto de la sequía, junto con
una larga experiencia en la administración de un aprovisionamiento de agua
escasa, le permitieran prosperar en un periodo en el que otros sitios decli-
naban, aunque esto es una mera especulación. No hay duda de que Chichén

296 • La civilización maya yucateca


El colapso maya

controlaba extensas redes comerciales y obtenía tributos de un área vasta,


lo que pudo permitirle sobrevivir a las tensiones tanto naturales como de
origen humano, insostenibles para viejos y poderosos competidores como
Ekbalam y Uxmal.
Hace poco más de una década, un arqueólogo especialista de los mayas
lamentaba abiertamente la publicación de un libro que defendía la impor-
tancia del papel de la sequía en el colapso maya. Él manifestaba que esto
representaba un retorno al determinismo ambiental que prevalecía a finales
del siglo XIX. Desde que Richardson B. Gill publicó el libro Las grandes se-
quías mayas. Agua, vida y muerte, en 2001, se ha escrito un gran volumen de
información científica que apoya este punto de vista, y de la que gran parte
está resumida en estas páginas. Aunque, sin lugar a dudas, las fluctuaciones
climáticas influyeron en el curso de la historia y la cultura de los mayas, la
sequía y los enormes problemas que representaron para los mayas no son lo
más interesante. Para todos, lo que verdaderamente resulta intrigante es la
manera de cómo las ciudades mayas enfrentaron la situación e interactuaron
con el mundo político y social de su alrededor ante lo que finalmente se con-
virtió en una dificultad insalvable. La investigación de la dinámica de estas
cambiantes relaciones constituye un desafío para los estudiosos de los mayas
en los años venideros.

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 297


Sobre los autores

Anthony P. Andrews. Antropólogo especializado en ar-


queología prehispánica e histórica del área maya. Obtuvo su
licenciatura en la Universidad de Harvard (1972) y la maestría
(1976) y el doctorado (1980) en la Universidad de Arizona.
Sus investigaciones de campo abarcan más de 20 proyectos a
través de más de 40 años; y las inició en Arkansas, Estados
Unidos, y en Chan Chan, en la costa norte del Perú. Después,
sus investigaciones se enfocaron a la arqueología, historia y
cartografía de las costas de la península de Yucatán. Sus reco-
rridos abarcan desde la Laguna de Términos hasta Belice. Ha
publicado libros, monografías y numerosos artículos. Entre su
obras están A Preliminary Study of the Ruins of Xcaret, Quintana
Roo (con E. W. Andrews IV, 1975); Maya Salt Production and
Trade (1983); Arqueología histórica en el área maya (coeditor con
A. Benavides Castillo, 1985); Excavaciones arqueológicas en El
Meco, Quintana Roo (coeditor con F. Robles Castellanos, 1986);
First Cities (1995); y Reconstructing the Past: Studies in Mesoame-
rican and Central American Prehistory (coeditor con D. M. Pen-
dergast). Desde 1975 ha colaborado con el Instituto Nacional
de Antropología e Historia. Actualmente es profesor en New
College of Florida, en Sarasota, Florida.

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 401


Sobre los autores

Edward Wyllys Andrews V. Antropólogo especializado


en arqueología del área maya y del norte de Centroamérica.
Inició sus estudios en la Universidad de Harvard, donde obtu-
vo la licenciatura (1964) y después recibió el doctorado en la
Universidad de Tulane (1971). Sus investigaciones de campo
se han enfocado a los sitios de Quelepa, El Salvador; Komchén,
Yucatán; y Copán, Honduras. Es especialista en el análisis de
la arquitectura y la cerámica. Es autor de numerosos artículos
y autor y editor de varios volúmenes: The Archaeology of Quele-
pa, El Salvador (1976; edición en español, 1986); Excavations at
Dzibilchaltun, Yucatan, Mexico (con E. W. Andrews IV, 1980);
Late Lowland Maya Civilization: Classic to Postclassic (coeditor con
J. A. Sabloff, 1986); Research and Reflections in Archaeology and
History: Essays in Honor of Doris Stone (editor, 1986); Five Hundred
Years after Columbus: Proceedings of the 47th International Congress
of Americanists (compilador con E. O. Mozillo, 1994); y Copán:
The History of an Ancient Maya Kingdom (con W. L. Fash). Entre
1975 y 2009 fue profesor de antropología y director del Middle
American Research Institute de la Universidad de Tulane. Ac-
tualmente es profesor emérito de dicha institución.

Geoffrey E. Braswell. Antropólogo especializado en arqueo-


logía del área maya. Obtuvo la licenciatura en Oberlin College
(1986) y la maestría (1993) y el doctorado (1996) en antropo-
logía en la Universidad de Tulane. Su trabajo de campo se ex-
tiende desde Teotihuacan hasta Nicaragua, e incluye proyectos
en varios sitios en las Tierras Altas y El Petén de Guatemala;
Copán, Honduras; Calakmul y Uxul, en Campeche; Chichén
Itzá en Yucatán; y Pusilhá, Lubaantún, y Nimli Punit, en el sur
de Belice. Por más de 20 años se ha dedicado al análisis lítico,
y ha desarrollado una metodología para identificar visualmente
las fuentes de artefactos de obsidiana. Es autor de innumerables

402 • La civilización maya yucateca


Sobre los autores

publicaciones y editor de los volúmenes: The Maya and Teotihua-


can: Reinterpreting Early Classic Interaction (2003); The Technology
of Maya Civilization: Political Economy and Beyond (con Z. Hruby y
O. Chinchilla, 2011); y The Ancient Maya of Mexico: Reinterpreting
the Past of the Northern Maya Lowlands (2012). Actualmente es
profesor en la Universidad de California, en San Diego.

Edward B. Kurjack. Antropólogo y arqueólogo mayista con


más de medio siglo de trabajo de campo en Yucatán. Inició
sus estudios en la Universidad del Estado de Florida, donde
recibió la licenciatura en 1960, y después obtuvo la maestría
en la Universidad de Alabama en 1964 y el doctorado en la
Universidad Estatal de Ohio en 1972. En los inicios de su ca-
rrera participó en proyectos en el sureste de Estados Unidos,
las Filipinas y, más tarde, en Honduras. En 1962 comenzó a
trabajar en Yucatán. Es ampliamente reconocido como codi-
rector, con Silvia Garza Tarazona de González, del proyecto
de reconocimiento arqueológico del estado de Yucatán, en el
que se registraron más de 1 500 sitios prehispánicos, cataloga-
dos en el Atlas arqueológico del estado de Yucatán (2 tomos; Garza
y Kurjack, 1980). Posee una amplia bibliografía que incluye
dos importantes volúmenes sobre la arqueología de Dzibilchal-
tún: Prehistoric Lowland Maya Community and Social Organization:
A Case Study at Dzibilchaltun, Yucatan, Mexico (1974) y Map of
the Ruins of Dzibilchaltun, Yucatan, Mexico (con G. Stuart, J. C.
Scheffer y J. Cottier, 1979). A lo largo de su carrera ha colabo-
rado con el Museo Nacional de Filipinas, el Middle American
Research Institute de la Universidad de Tulane, el Precolom-
bian Art Research Institute de San Francisco y, por más de 30
años, con el Centro INAH. Fue profesor de antropología en
Western Illinois University, donde impartió clases de 1971 a
1999. Actualmente es profesor emérito de esa universidad e

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 403


Sobre los autores

investigador asociado del Middle American Research Institute


de la Universidad de Tulane.

Rubén Maldonado Cárdenas. Inició su carrera como pin-


tor. Estudio la licenciatura (1957) y la maestría (1963) en artes
plásticas de la Escuela Nacional de Artes Plásticas de la Univer-
sidad Nacional Autónoma de México. Continuó sus estudios en
la Escuela Nacional de Antropología e Historia, donde obtuvo
la maestría en arqueología (1976). Ha realizado investigaciones
arqueológicas en varios sitios del centro de México; en la Presa
de la Angostura, en Chiapas y, desde 1976, en más de 15 sitios
en Yucatán; y a partir de 1993 ha investigado de manera intensi-
va el sitio de Dzibilchaltún. Sus publicaciones son innumerables
e incluyen Ofrendas asociadas a entierros del Infiernillo en el Balsas
(1980); “Juegos de pelota en las Tierras Bajas Mayas del Norte”
(con E. B. Kurjack y M. Greene Robertson, 1989); “Restaura-
ción del Edificio de las Pilastras de Aké, Yucatán” (1989); “Iza-
mal, sitio hegemónico del norte de Yucatán en la época Clásica”
(1990); “Los sistemas de caminos del norte de Yucatán” (1995);
“La vida cotidiana en Dzibilchaltún en la época prehispánica”
(2001); “Kalom Uk’uw, señor de Dzibilchaltún” (con A. Voss y
A. Góngora 2002); “La presencia de Chichén Itzá en el sitio de
Dzibilchaltún” (con S. Echeverría, 2011); Guía arqueológica de
Dzibilchaltún (en prensa), y las Miniguías de las zonas arqueológicas
de Aké, Izamal, Ekbalam, Oxkintok, Chacmultun (1991) y Dzibil-
chaltún (en prensa). Desde 1986 está adscrito al Instituto Nacio-
nal de Antropología e Historia y en la actualidad es investigador
del Centro INAH Yucatán. Desde 1977 ha impartido cursos
de arqueología en la Facultad de Ciencias Antropológicas de la
Universidad Autónoma de Yucatán. De 1980 a 1986 fue coor-
dinador de la Sección de Arqueología del Centro INAH Yucatán
y de 1986 a 1989 director de esa dependencia. Fue miembro

404 • La civilización maya yucateca


Sobre los autores

del Consejo Nacional de Arqueología del Instituto Nacional de


Antropología e Historia de 1992 a 2003.

Marilyn A. Masson. Antropóloga especializada en arqueolo-


gía del área maya. En 1982 recibió la licenciatura en la Univer-
sidad de Texas A&M, en 1989 su maestría en la Universidad del
Estado de Florida, y en 1993 su doctorado en la Universidad
de Texas, en Austin. Ha realizado trabajo de campo en Florida,
Texas, Oaxaca, Belice y Yucatán. Se ha especializado en los pa-
trones urbanísticos, economía política, arqueología doméstica,
zooarqueología y al análisis lítico. Desde 2001 es codirectora
(con C. Peraza y T. S. Hare) del proyecto de investigación de
“Las bases económicas de Mayapán”. Su una extensa bibliografía
incluye los volúmenes: In the Realm of Nachan Kan: Postclassic
Maya Archaeology at Laguna de On, Belize (2000); Ancient Civili-
zations of Mesoamerica: A Reader (coeditora, con M. E. Smith,
2000); Ancient Maya Political Economies (coeditora, con D. A.
Freidel, 2002); Kukulkan’s Realm: Urban Life at Ancient Mayapan
(con C. Peraza, en prensa, 2013). En la actualidad es profesora
en la Universidad Estatal de Nueva York, en Albany.

Carlos Alberto Peraza Lope. Arqueólogo. Obtuvo su li-


cenciatura en la Universidad Autónoma de Yucatán, donde
escribió su tesis sobre la secuencia cerámica de San Gervasio,
en la isla de Cozumel (1993). Actualmente es investigador del
Centro INAH Yucatán y director del “Proyecto arqueológico
Mayapán”. Desde 1996 ha realizado intervenciones arqueoló-
gicas y conservación arquitectónica del centro monumental de
Mayapán. Es especialista en el análisis cerámico, en la arqueo-
logía doméstica y monumental, y en estudios de género. Entre
sus publicaciones recientes se encuentran: “Ceramic Analyses
and Sequence from San Gervasio, Cozumel” (2005); “The

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 405


Sobre los autores

Chronology of Mayapán: New Radiocarbon Evidence” (con


M. A. Masson, T. Hare y P. Delgado, 2006); “Commoners in
Postclassic Maya Society: Social versus Economic Class Cons-
tructs” (con M. A. Masson, 2004); “Postclassic Maya Society
Regenerated at Mayapán” (con M. A. Masson y T. Hare, 2010);
“Evidence for Maya-Mexican Interaction in the Archaeological
Record of Mayapán” (con M. A. Masson, 2010). Es coautor con
Marilyn Masson del libro Kukulkan’s Realm: The Postclassic Maya
City of Mayapán (en prensa).

Sergio Quezada. Historiador. En 1977 obtuvo su licencia-


tura en economía en la Universidad Nacional Autónoma de
México y en 1990 el doctorado en El Colegio de México. Sus
investigaciones se han enfocado al estudio de la organización
política de la sociedad maya antes y después de la conquista y
a la historia de la península de Yucatán desde el siglo XV hasta
el presente. Ha publicado una extensa cantidad de artículos,
capítulos y libros. Destacan en su obra: Relación documental para
la historia de la provincia de Yucatán, 1520-1844 (1992): Pueblos
y caciques yucatecos, 1550-1580 (1993); Documentos de indios yu-
catecos, 1821-1847 (1995); Los pies de la república. Los ma-
yas yucatecos, 1550-1750 (1997); “L’organizzazione política dei
maya yucatecchi dall’XI-XVI secolo” (1998); “El linaje Xiu”,
(1999); Mesoamérica. Península de la periferia (con A. Alfonzo
y W. G. Lovell 2000); Breve historia de Yucatán (2001); “Tri-
butos, limosnas, mantas en Yucatán, siglo XVI” (2001); “Muje-
res yucatecas y tejidos, siglo XVI” (2001); Encrucijadas de la
ciudadanía y la democracia. Yucatán, 1812-2004 (2005); “Del
déficit a la insolvencia. Finanzas y real hacienda en Yucatán,
1760-1816” (con E. Moreno Acevedo 2005) “El cacique yucate-
co: un señorío sin territorio, siglo XVI” (2005); “Federalismo y

406 • La civilización maya yucateca


Sobre los autores

contribuciones directas en Yucatán, 1821-1842” (2005); Yuca-


tán en la ruta del liberalismo mexicano, siglo XIX (con I. Ortiz Yam
2008); “Vivir con fronteras. Espacios mayas peninsulares del
siglo XVI” (con T. Okoshi Harada 2008); “Los mayas y la real
hacienda en Yucatán, siglos XVI-XVIII” (2008); Campeche a tra-
vés de las memorias de los gobernadores. Evolución política y adminis-
trativa, 1826-1862 (2010); “Entre la tradición y la modernidad.
La conformación de la Hacienda pública yucateca, 1821-1856”
(con E. Heredia González 2010); Tres nobles mayas yucatecos (con
A. Torres Trujillo 2010); “Los caciques yucatecos en el siglo
XVI” (2011); “Formas de gobierno y élites peninsulares. Fede-
ralismo y centralismo en Yucatán, 1825-1835” (2012); Maya
Lords and Lordship. The Formation of Colonial Society in Yucatán,
1350-1600 (2014).

William M. Ringle. Antropólogo especializado en arqueo-


logía del área maya. En 1971 recibió su licenciatura en la Uni-
versidad de Johns Hopkins y en 1985 su doctorado de la
Universidad de Tulane. Tiene intereses en diversos temas del
mundo prehispánico maya. Resaltan sus estudios sobre patro-
nes de asentamientos, urbanismo, el análisis iconográfico y je-
roglífico, así como aplicaciones cibernéticas en la arqueología.
Ha realizado investigaciones de campo en El Mirador, Guate-
mala: y en varios sitios en Yucatán. Desde 2000 es codirector,
con Tomás Gallareta y George Bey, del Proyecto Arqueológico
Regional de Bolonchén. Sus publicaciones incluyen “Of Mice
and Monkeys: The Value and Meaning of T1016, The God C
Hieroglyph” (1988); “The Demography of Komchen, an Early
Maya Town in Northern Yucatan” (con E. W. Andrews V.,
1990); “Los mayas tempranos en Yucatán. Investigaciones
arqueólogicas en Komchén” (con E.W. Andrews V., 1992);

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 407


Sobre los autores

A Concordance to the Inscriptions of Palenque, Chiapas, Mexico (con


T. Smith-Stark, 1996); “The Return of Quetzalcoatl” (con T.
Gallareta y G. J. Bey, 1998); “El Proyecto Ekbalam: una pers-
pectiva regional, 1986-1999” (con varios autores, 2003); “On
the Political Organization of Chichen Itza” (2004) y “The Face
of the Itzas” (con G. Bey, 2009). Actualmente es profesor y
jefe del Departamento de Antropología en Davidson College,
en Carolina del Norte.

Fernando Robles Castellanos. Antropólogo especialista


en la arqueología del área maya. En 1980 obtuvo la maestría en
antropología en la Escuela Nacional de Antropología e Historia
y en 1999 se doctoró en la Universidad de Harvard. En 1972
ingresó al Instituto Nacional de Antropología y de 1988 a 1990
fue subdirector académico del Centro INAH Yucatán, de 1992
a 1996 fue miembro del Consejo Nacional de Arqueología del
Instituto Nacional de Antropología e Historia y de 1997 a 1999
coordinador de la Sección de Arqueología del Centro INAH
Yucatán. Por más de 40 años ha trabajado en más de 25 proyec-
tos de campo en el centro de México, Quintana Roo y Yucatán
y ha sido director o codirector en otros 15. Desde 2003 dirige
los proyectos de salvamento de la esquina noroeste de la penín-
sula. En su amplia bibliografía destacan los volúmenes: Informe
anual del proyecto arqueológico Cozumel: temporada 1980 (coor-
dinador, 1986); Informe anual del proyecto arqueológico Cozumel:
temporada 1981 (coordinador, 1986); Excavaciones arqueológicas
en El Meco, Quintana Roo (co-coordinador, con A. P. Andrews,
1977); La secuencia cerámica de la región de Cobá, Quintana Roo
(1990), Proyecto Costa Maya: Reconocimiento arqueológico en el no-
roeste de Yucatán, México (co-coordinador, con A. P. Andrews,
2003); Culhua México: una revisión arqueo-etnohistórica del imperio
de los mexica tenocha (2007).

408 • La civilización maya yucateca


Sobre los autores

Gabrielle Vail. Es especialista en el estudio de los textos jero-


glíficos mayas, con énfasis en rituales prehispánicos y la religión
maya como documentan los códices mayas. Recibió su licencia-
tura de New College of Florida y el doctorado de la Universidad
de Tulane en 1996. Sus investigaciones aparecen en numero-
sas publicaciones impresas y en línea, así como en el sitio web
“Base de datos de los códices mayas” (www.mayacodices.org).
Las más recientes son: The New Catalog of Maya Hieroglyphs, Vo-
lume 2: The Codical Texts (con Martha Macri, 2009); The Madrid
Codex: New Approaches to Understanding an Ancient Maya Manus-
cript (coeditora, con Anthony Aveni, 2004 y 2009); Astronomers,
Scribes, and Priests: Intellectual Interchange between the Northern
Maya Lowlands and Highland Mexico in the Late Postclassic Period
(coeditora, C. Hernández, 2010); y Re-Creating Primordial Time:
Foundation Rituals and Creation Mythology in the Maya Codices (en
prensa, 2013). Actualmente es investigadora y profesora en
New College of Florida, en Sarasota.

Ernesto Vargas Pacheco. Antropólogo, arqueólogo, histo-


riador y etnohistoriador. Cursó la licenciatura en historia en la
Universidad de San Carlos de Guatemala (1969), y después
la licenciatura en arqueología (1978), la maestría en historia
y etnohistoria (1994), así como el doctorado en antropología
(1999) en la Escuela Nacional de Antropología e Historia de
México. Sus primeros trabajos de campo los realizó en el centro
de Mexico y más tarde en Cancún y Tulum, Quintana Roo; en
diversos sitios de la planicie costera de Tabasco y sur de Cam-
peche, y en años recientes en El Tigre y otros sitios en la
cuenca del Río Candelaria del suroeste de Campeche. Su obra
publicada es extensa. Es autor de las siguientes obras: Tulum.
Organización político territorial de la costa oriental de Quintana
Roo (1997); Itzamkanac y Acalan. Tiempos de crisis anticipando

HISTORIA GENERAL DE YUCATÁN • 409


Sobre los autores

el futuro (2001); El patrimonio arqueológico maya en Campeche:


novedades, afectaciones y soluciones (con A. Benavides, 2007).
Sus trabajos editados incluyen: Las máscaras de la cueva de San-
ta Ana Telextoc (1989); Seis ensayos sobre el patrón de asentamiento
en la zona maya (1995); Relación de las dos entradas que hice a la
conversión de los gentiles Itzáes y cehaches. Fray Andrés de Avendaño
y Loyola (2004); La arqueología mexicana (2005); y La península
de Yucatán. Investigaciones recientes y cronologías alternativas (coe-
ditor, con A. Benavides, 2010). De 1977 a 1985 fue investiga-
dor del Centro de Estudios Mayas, y a partir de 1985 lo es del
Instituto de Investigaciones Antropológicas de la Universidad
Nacional Autónoma de México.

410 • La civilización maya yucateca


Historia General deYucatán
Dirigida por Sergio Quezada

La civilización maya yucateca


1
l

La edición se realizó en el Departamento Editorial de la


Universidad Autónoma de Yucatán. La impresión se hizo en
Solar, Servicios Editoriales S.A. de C.V., calle 2 núm. 21,
San Pedro de los Pinos, C.P. 03800 México, D.F., con un tiraje
de 1 000 ejemplares en papel couché crema de 230 g en interiores
y cartulina couché de 150 g en forros.

Se terminó de imprimir en julio de 2014 en México, D.F.

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