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TAMAULIPAS
Inmunología General
Grupo: H
5 de mayo de 2016
Factores de regulación del Sistema Inmune
La respuesta inmune específica, tanto humoral como celular, está regulada tanto en
su naturaleza como en su intensidad y duración por una serie de factores, ya sea
por el antígeno, que incluye su naturaleza, su dosis y la vía de administración, así
como por anticuerpos, la naturaleza de la célula presentadora, por citoquinas,
factores genéticos del hospedador y por regulación endocrina.
Muchas de las células que participan en las reacciones inmunes tienen función
reguladora. Por ejemplo, las células presentadoras de antígenos al presentar el
antígeno a los linfocitos se facilita la respuesta inmune. Además, esas son capaces
de producir citoquinas. Otras, como los linfocitos T ayudadores, colaboran en la
activación de las respuesta humoral y celular, además de regularse a si mismos.
Así también, los linfocitos T reguladores, que también son conocidos como linfocitos
T supresores, son capaces de suprimir la activación y función de otros linfocitos
efectores, manteniendo la homeostasis y la tolerancia a lo propio, entre ellos se
considerarían a los linfocitos T CD4+, CD25+, Th3, Th177 y algunos CD8+.
Entre otros podemos encontrar las células supresoras naturales, que son linfocitos
granulares grandes que secretan proteínas con actividad inductora de supresión
celular. Suprimen la proliferación de los linfocitos B y T, así como la producción de
inmunoglobulinas.
En este proceso también intervienen los factores genéticos del individuo. Mediante
experimentos de genética molecular se ha determinado la existencia de genes que
condicionan o modulan la respuesta inmune. Por ejemplo, la influencia del CMH, así
también de genes que no están ligados al CMH. En lo que corresponde a la
influencia del CMH, ya antes mencionada, podemos recordar que el polimorfismo
de secuencias MHC que cada individuo hereda de sus padres tiene una profunda
influencia sobre la capacidad de unirse a péptidos, y como consecuencia, sobre la
activación de los linfocitos T. Existen varios ejemplos en los que se ha podido
correlacionar un determinado haplotipo con la susceptibilidad o resistencia a ciertos
patógenos o a ciertas enfermedades autoinmunes. Por poner un ejemplo, se ha
comprobado que determinados haplotipos de los loci DRB1 y DQB1, que son
abundantes en poblaciones de áfrica occidental, les proporcionan protección frente
a las consecuencias fatales del agente de la malaria; así también, que ciertas
enfermedades autoinmunes, como la Diabetes Mellitus Tipo I, afectan sobre todo a
poblaciones caucásicas, en las que el gen DQB1 es más frecuente.
Los genes que no están ligados al CMH controlan la capacidad de respuesta global
del organismo a antígenos complejos, como la capacidad del macrófago para
procesar antígenos o la tasa de proliferación de los linfocitos B. Evidentemente, la
ausencia de cualquier gen determinante de alguna función esencial en el sistema
inmune puede condicionar fenotipos patológicos; por ejemplo, los mutantes
incapaces de fabricar la proteína C3 del complemento muestran gran
susceptibilidad a infecciones bacterianas y a enfermedades por complejos inmunes.
BIBLIOGRAFÍA
Universidad de Granada
2006