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LA ESTRATEGIA DEL DESARROLLO ECONÓMICO'

Albert O. Hirschman

I INTRODUCCIóN

Como vimos en el capítulo i, las mayores decepciones de los dos dece-


nios últimos, a propósito de los acontecimientos del Tercer Mundo, han
ocurrido en el campo político. Mientras que el crecimiento económico ha
fluctuado entre lo regular y lo excelente, por lo menos en términos de la
expansión total, el desempeño político ha fluctuado entre lo apenas tole-
rable y lo desastroso. Para entender la interrelación existente entre el des-
arrollo económico y el desarrollo político resulta obviamente necesario
que "traspasemos" las fronteras disciplinarias tradicionales entre la eco-
nomía y la ciencia política. Sin embargo, los economistas y los politólo-
gos de los países industriales avanzados no se han visto fuertemente atraí-
dos hacia esta clase de actividad, quizá por efecto de su estricto adies-
tramiento unidisciplinario, de modo que las contribuciones iniciales se
deben a científicos sociales latinoamericanos como Femando Henrique
Cardóse y Guillermo O'Donnell. Algunos de mis propios esfuerzos en
este campo aparecen en el siguiente grupo de ensayos.
Las repercusiones políticas del desarrollo económico constituyen el
tema central de los ensayos de este grupo (capítulos ii y iv de esta versión)
y también forman una parte importante del tercero. Escribí "La cambian-
te tolerancia de la desigualdad del ingreso en el curso del desarrollo
económico" (capítulo ii) a principios de los años setenta, cuando eco-
nomistas y gobernantes estaban criticando duramente la desigual distri-
bución de los frutos del crecimiento económico en los países menos
desarrollados. En el capítulo i [no incluido aquí] aparece ya una ex-
plicación de esta preocupación más o menos repentina: sugerí que el
desencanto desatado por el surgimiento del autoritarismo en algunos paí-
ses importantes del Tercer Mundo hizo que los analistas examinaran el
desempeño económico con un espíritu más crítico. Se consideró al autori-
tarismo como la causa de una nueva preocupación por la distribución de
la riqueza dentro de los países en desarrollo. Por supuesto, es más cono-
cida la secuencia causal inversa: los regímenes autoritarios se establecen

^ "La estrategia del desarrollo económico" forma parte del libro de Hirschman Essays in
Trespassing. Economics to PolMcs and beyond, Cambridge University Press, que publicará en
fecha próxima el Fondo de Cultura Económica. El autor sugirió que esta parte de su libro
(capítulos 3, 4 y 5) podría incluirse en uno de los números de aniversario de EL TRIMESTRE
ECONóMICO [versión al castellano de Eduardo L. Suárez].
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1332 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

de ordinario para reprimir la protesta social, la que a su vez se alimen-


ta de la creciente concentración del ingreso que ocurre en el curso del
crecimiento económico. Evidentemente hay algo de cierto en esto, pero el
capítulo II trata de demostrar que la secuencia real es más complicada:
la relación entre el crecimiento económico, el aumento de la desigualdad
y la inestabilidad política dista mucho de ser directa o lineal, debido a
lo que llamo el "efecto de túnel". En el contexto especial de la América
Latina se exploran en el capítulo iv las posibles conexiones causales en-
tre las fases o etapas del crecimiento económico y el surgimiento de los
regímenes autoritarios. En la sección 2 de ese capítulo se presta atención
especial a los factores ideológicos.
Ambos capítulos atribuyen un papel importante a ciertos desequili-
brios que surgen en el curso del desarrollo, de modo que se relacionan,
aunque vagamente, con el tema principal de La estrategia del desarrollo
económico (1958).^ El capítulo iii representa una extensión más directa
de La estrategia, donde se introdujo el concepto de los "enlaces hacia
adelante y hacia atrás" como un mecanismo fundamental para el desarro-
llo y la industrialización. En este ensayo se consideran varios otros efec-
tos de enlace, en particular por lo que toca a los productos primarios,
que han constituido desde hace largo tiempo las exportaciones principales
de los países de la periferia. Se afirma que los patrones del desarrollo
económico, social y aun político de estos países puede iluminarse a me-
nudo mediante un examen atento de la constelación de efectos de enlace
característicos de estos productos.

II. CAMBIANTE TOLERANCIA DE LA DESIGUALDAD DEL INGRESO


EN EL CURSO DEL DESARROLLO ECONÓMICO^

En el estudio del desarrollo económico y político se encuentra en proceso


una drástica revisión de valores. Tal revisión nos ha sido impuesta por
una serie de desastres ocurridos en países donde el desarrollo parecía

- El capítulo IV representa también un nuevo enfoque de mi artículo "The Political Economy


of Import-Substituting Industrialization in Latin America" (publicado en el Quarterly Jour-
nal of Economics de 1968, reproducido en A Bias for Hope), que a su vez puso al día y amplió
varias proposiciones acerca del proceso de industrialización que se habían introducido en La
estrategia [existe versión al castellano en la Serie de Lecturas de EL TRIMESTRE ECONóMICO,
núm. 5, Desarrollo y América Latina. Obstinación por la esperanza, pp. 88-123].
3 Publicado originalmente en The Quarterly Journal of Economics 87, noviembre de 1973,
pp. 544-565, con un apéndice matemático escrito por Michael Rothschild que no se reproduce
aquí, así como en el World Development 1, diciembre de 1973, pp. 29-36. Se reproduce aquí
con permiso de John Wiley & Sons, Inc.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1333

marchar vigorosamente. La guerra civil de Nigeria y la sangrienta secesión


de Paquistán son sólo los ejemplos más notorios de tales "desastres del
desarrollo".
Como resultado, con creciente frecuencia leemos pronunciamientos
acerca de la bancarrota de la "antigua" economía del desarrollo, con el
acento cargado en las tasas de crecimiento, la industrialización y la asis-
tencia internacional, y acerca de la necesidad de una doctrina enteramen-
te nueva que haga hincapié en la distribución del ingreso, el empleo y la
confianza en sí mismo.*
Este ensayo no pretende contener la marea antes citada, que sin duda
representa una reacción y una respuesta sanas ante los problemas actua-
les. Sin embargo, se basa en el sentimiento intenso y el recuerdo firme
de un observador participante en el sentido de que el entusiasmo intelec-
tual despertado por el tema del desarrollo económico durante los años
cincuenta y principios de los sesenta reflejaba algunos elementos de espe-
ranza auténtica que existían a la sazón en muchos países en desarrollo.
Lo que no se percibió correctamente fue la naturaleza precaria y transi-
toria de esa temprana fase de esperanza y aun de exuberancia. Así pues,
este ensayo es un esfuerzo por entender lo que estaba bien y lo que estaba
mal. Nos moveremos en un nivel bastante abstracto; examinaremos varios
campos distintos de la economía, y en ocasiones nos alejaremos de la
experiencia y el interés inmediatos que originaron el ensayo.

1. El agrado por los progresos de otros: Introducción del efecto del túnel
Empezaré por enunciar claramente mi proposición básica. En las pri-
meras etapas del desarrollo económico rápido, cuando las desigualdades
de la distribución del ingreso entre diversas clases, sectores y regiones pue-
den aumentar considerablemente, es posible que haya una gran toleran-
cia de tales disparidades por parte de la sociedad. En la medida en que
surja, esta tolerancia acomodará las desigualdades crecientes en una for-
ma casi providencial, pero es como un crédito que debe pagarse en cierta
fecha. Se concede con la esperanza de que finalmente se reducirán de
nuevo tales disparidades. Si esto no ocurre habrá inevitablemente pro-
blemas y quizá un desastre.

* Véase un pronunciamiento de esta claíp. particularmente vigoroso, en Mahbub ul Haq,


"Einployment and Income Distribution in the 1970s: A New Perspective", International Develop-
ment Review, diciembre de 1971, pp. 913. Véase también el capítulo I de Albert O. Hirschman,
Essays in Trespassing..., op. cit., pp. 21-23.
1334 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

Para hacer plausible esta proposición argumentaré en primer término


por analogía. Supongamos que voy conduciendo por un túnel de dos ca-
rriles, ambos en la misma dirección, y que de pronto me topo con un
grave embotellamiento. Ningún automóvil se mueve en ninguno de los
carriles, hasta donde yo puedo ver (que no es muy lejos). Me encuentro
en el carril izquierdo y me siento abatido. Después de un rato empiezan
a moverse los automóviles del carril derecho. Naturalmente me animo
bastante porque sé que el congestionamiento ha sido roto y que pronto
llegará el momento del avance de mi carril. Aunque todavía no me muevo
me siento mucho mejor que antes porque espero avanzar pronto. Pero
supongamos que mi esperanza se ve frustrada y sólo el carril derecho
continúa avanzando; en ese caso, junto con quienes se encuentran en mi
carril, sospecharé que hay una complicación, y muchos de nosotros nos
pondremos furiosos en algún momento y estaremos dispuestos a corregir
esa intolerable situación mediante la acción directa (como la de cruzar
ilegalmente la línea doble que separa los dos carriles).
Es fácil traducir esta situación al lenguaje de la economía del bien-
estar. El bienestar de un individuo depende del estado actual de su sa-
tisfacción (o de su ingreso, como una aproximación), y de su expectativa
de satisfacción (o del ingreso) futura(o). Supongamos que el individuo
tiene muy escasa información acerca de su ingreso futuro, pero que en
algún momento mejoran su posición económica o social algunos de los
parientes, vecinos o conocidos. Ahora tiene algo en que basarse: esperan-
do que oportunamente le llegará su turno, se sentirá satisfecho por los
progresos de otros. .. durante algún tiempo. Convendrá referirnos a esta
satisfacción inicial como el "efecto del túnel".
Esta es una proposición simple y, según creo, inmediatamente per-
suasiva. Deberá formularse con mayor cuidado para determinar las con-
diciones en las que funcione o no funcione, pero espero que se me permi-
tirá utilizarla y subrayar su novedad. El efecto del túnel opera porque
los avances de otros proveen información acerca de un ambiente externo
más benigno; la recepción de esta información produce satisfacción, y
esta satisfacción supera, o por lo menos palia, la envidia. Señalada des-
de antaño como el más malo de los siete pecados capitales porque, al
revés de la lujuria, la gula, la soberbia, etcétera, no provee ningún placer
inicial a quienes la padecen, la envidia es sin embargo una emoción hu-
mana poderosa. Así lo revelan los escritos de antropólogos, sociólogos y
economistas, quienes han proclamado, en general independientemente,
que si tú mejoras en materia de ingreso o posición social mientras yo
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1S35

permanezco en el mismo sitio me sentiré peor que antes porque ha de-


clinado mi posición relativa.
En la economía se ha elaborado a este respecto la "hipótesis del in-
greso relativo", según la cual el bienestar de un individuo varía inversa-
mente con el ingreso o el consumo de las personas con quienes se asocia.^
En sociología se ha estudiado profusamente este tema con el título de la
"privación relativa". Este término se usa a veces para denotar todo re-
traso de los logros reales frente a las expectativas, pero su significado
predominante se refiere a los sentimientos experimentados por una per-
sona o grupo de personas que se están quedando atrás de otras o que ven
a otras emparejárseles en materia de ingreso, influencia y posición social.*
Por último los antropólogos, menos inclinados al uso de jergas, hablan
sin ambages de la envidia provocada por los progresos aislados de los
individuos en comunidades pequeñas y pobres; consideran muchas insti-
tuciones tales como las fiestas, los regalos, el nombramiento de los ricos
para puestos honorarios que representan una carga financiera, como me-
canismos sociales destinados a disminuir el efecto potencialmente destruc-
tor de la envidia sobre los lazos personales y la cohesión social.'

" James S. Duesenberry, Income, Saving and Theory of Consumer Behavior, Cambiridge, Mass.,
Harvard University Press, 1949, cap. Iii. Se encuentra una clara exposición diagramática en
Harvey Leibenstein, "Notes on Welfare Economics and the Theory of Democracy", Economic
Journal, 72, junio de 1962, pp. 300-305. Leibenstein considera tres formas paralelas en que los
individuos pueden establecer comparaciones entre su ingreso y el de los demás: "1) las com-
paraciones puras de Pareto, en las que cada individuo toma en cuenta su propio ingreso y nin-
gún otro; 2) las comparaciones de 'la parte del pastel', donde cada individuo toma en cuenta
la distribución del ingreso desde un punto de vista relativo pero no en la magnitud absoluta de
su ingreso, y 3J la 'comparación de transacción de Párete', donde los individuos toman en
cuenta la magnitud absoluta de su ingreso y su posición de ingreso relativa" (p. 301). La
"comparación pura de Pareto", donde no disminuye la utilidad de un individuo ante el mejo-
ramiento de la fortuna de su vecino, mientras no cambie su propio ingreso, es un caso limitante
en este esquema. Aquí no cabe la posibilidad de una interacción positiva entre mi utilidad y
la de mi vecino.
* Véase una excelente reseña y bibliografía en Thomas F. Pettigrew, "Social Evaluation Theo-
ry: Convergences and Applications", Nehraska Symposium on Motivation, 1967, Lincoln, Uni-
versity of Nehraska Press, 1967, en particular pp. 261-273. El concepto fue introducido por S. A.
Stouffer y sus colaboradores en el conocido estudio monumental sobre el soldado norteamericano
en la segunda Guerra Mundial, The American Soldier, vol. 1, Adjustement During Army Life,
Princeton, N. J., Princeton University Press, 1949. Véase la nota 19, p. 1341. Véase también un
desarrollo del concepto en su significado más estrecho y más útil en W. G. Runciman, Relative
Deprivation and Social Justice, Londres, Routledge and Kegan Paul, 1966. Ted Robert Gurr
utiliza ampliamente el significado más lato, que prácticamente equipara la privación relativa
a cualquier forma de descontento, en /FAy Men Rehel, Princeton, N. J., Princeton University
Press, 1970.
■^ Véase el capítulo 7, titulado "El temor a la envidia", de George M. Foster, Tzintzuntmn:
Mexican Peasants in a Changing World, Boston, Little, Brown [existe versión al castellano del
FCE] ; también Frank Cancian, Economics and Prestige in a Maya Community, Cambridge, Mass.,
Harvard University Press, 1963, pp. 135 y passim.
1^6 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

Este es sin duda un conjunto impresionante de escritos convergentes,


y se han reunido datos muy abundantes en su apoyo. Pero es posible que
la aplicación excesiva de esta línea de razonamiento e investigación haya
generado una incapacidad profesional para percibir el efecto de túnel y
su importancia en diversos contextos.
Un recurso preliminar para despertar de nuevo la percepción es la
inversión de los signos del fenómeno estudiado. Supongamos que mi ve-
cino o conocido, en lugar de mejorar su posición, experimenta un violen-
to retroceso tal como la pérdida de su empleo mientras yo conservo el
mío: ¿experimentaré ahora lo contrario de la privación relativa, es de-
cir, la satisfacción del enriquecimiento relativo? Esto es improbable, por
una parte, porque la envidia, sin dejar de ser un pecado mortal, es un
sentimiento muy amable en comparación con la Schadenfreude, la alegría
causada por la desgracia de los demás, o sea la emoción que debería in-
tervenir para que me sintiese feliz en tal situación. La razón más impor-
tante es el efecto del túnel en reversa: otra vez tomaré lo que está ocu-
rriendo con mi vecino como una indicación de lo que me puede deparar
el futuro, de modo que me sentiré aprensivo y preocupado, o sea peor
que antes, como mi vecino. Esta reacción es bien conocida en el inicio y
la difusión de las depresiones.*
Ocurrirá sin duda la reacción contraria cuando la economía experi-
mente un ascenso cíclico. Ahora la noticia de que algún conocido mío
está recuperando su empleo mientras yo estoy todavía desempleado me
produce un placer superior a cualquier envidia posible, porque el hecho
parece una confirmación de que se aproximan tiempos mejores también
para mí. Esto se asemeja a la situación de los países que experimentan
una oleada vigorosa de desarrollo.
Mientras perdure el efecto del túnel todos se sienten mejor, tanto quie-
nes se vuelven más ricos' como quienes no lo hacen. Por lo tanto, es
concebible que todos los miembros de la sociedad prefieran cierta dis-
tribución desigual de los nuevos ingresos, generada por el crecimiento
económico, a una distribución igualitaria. En este caso, el aumento de
la desigualdad del ingreso no sería sólo políticamente tolerable sino tam-
bién eminentemente deseable desde el punto de vista del bienestar social.

2. Algunas pruebas
Pero esta posible consecuencia del efecto del túnel es una curiosodad
* Sin embargo, véase la nota 24 de este capítulo.
* Sin embargo, véase la sección 3 de este capítulo.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1337

teórica, mientras que el efecto mismo no lo es. En varios países ha impre-


sionado a observadores cuidadosos. Resulta interesante el hecho de que a
menudo haya sido descubierto por investigadores que estaban buscando
el fenómeno contrario, como el descontento efervescente y el fervor revo-
lucionario entre los pobres urbanos, quienes se sorprendieron y a veces
se decepcionaron profundamente ante su hallazgo. Los comentarios si-
guientes sobre una encuesta por muestreo realizada hace más de diez años
en las favelas de Río de Janeiro constituirán nuestro primer ejemplo:

Una forma de determinar el sentimiento de participación del favelado en lo


que está ocurriendo en el país es observar el grado en que percibe el creci-
miento económico nacional como generador de ganancias reales para él. Cuan-
do se les preguntó, en febrero de 1961, si las cosas habían mejorado, habían
permanecido igual o habían empeorado para él durante los últimos cinco
años, casi uno de cada dos favelados contestó que su situación actual es peor.
Otros tres de cada diez consideraron que su situación permaneció más o
menos igual. . . La sensación general de que las cosas no han mejorado no-
tablemente para ellos no ha creado entre los favelados ninguna gran desilu-
sión de la idea de la industrialización como un camino hacia la prosperi-
dad. El favelado no niega que el crecimiento industrial de la nación haya
producido beneficios para personas como él; sólo afirma que su propia si-
tuación no ha cambiado apreciablemente. Por lo tanto, cuando se les pregun-
tó, inmediatamente después de la pregunta anterior, si el crecimiento de la
industria había beneficiado a personas como ellos, la mayoría contestó en
sentido afirmativo. Pero su explicación se expresaba casi enteramente en tér-
minos de la expansión de las oportunidades de empleo para otros: amigos,
conocidos, o simplemente otros brasileños.^"

También a principios de los sesenta un conocido politólogo mexicano


acuñó el término "factor de esperanza" para explicar lo que para enton-
ces constituía un periodo asombrosamente largo de estabilidad política en
su país.^^ Aun después de que esta experiencia se vio sacudida por los
acontecimientos de 1968 y la matanza de Tlatelolco, otro observador es-
cribió:

Aunque son limitadas las perspectivas del progreso individual, hay una ra-
zón para encontrar menos desencanto con el proceso de desarrollo entre las
ptersonas de clase baja de todos los sectores en relación con lo que podría
esperarse. Dadas la rápida difusión de la educación y el aumento de la mi-
gración, hay varios conductos relativamente fáciles para lograr el progreso
'O Frank Bonilla, "Rio's Favelas: The Rural Slum within the City", American Universities
Field Staff Reports Service, vol. 8 (3), Nueva York. 1961, pp. 8-9.
'' Pablo González Casanova, La democracia en México, México, Era, 1965, edición popular,
página 133.
1338 EL TRIMESTRE ECONÓMICO
personal. Por lo tanto, aun cuando un individuo no haya podido obtener un
empleo nuevo o no haya mejorado en general su ingreso o su posición, es
probable que conozca a una o varias personas que hayan sido afortunadas en
estos sentidos.. .^*

El contraste entre la situación objetiva de ingresos bajos, malas condi-


ciones de trabajo y privación general por una parte, y la actitud subjetiva
de la esperanza por la otra, se observó también como algo característico
en Puerto Rico a fines de los años cincuenta:

Sugerimos que los puertorriqueños se sienten mucho mejor que lo indicado


por los hechos objetivos de los ingresos, la educación y las ocupaciones...
Los puertorriqueños perciben las marcadas desigualdades existentes. Pero no
se sienten particularmente depreciados por ellas, y sin duda no se sienten
aplastados por ellas; en efecto, en algunos sentidos, sus concepciones de la
vida y de su bondad han parecido omitir a menudo la situación objetiva. ..
en todos los aspectos visibles, estas personas de todos los niveles están llenas
de esperanzas del futuro.'^*

En un artículo que se ocupa del continente, dos sociólogos latinoame-


ricanos captan la esencia de estas situaciones al afirmar que ".. .los pa-
trones de la movilidad social diferida, aunque míticos hasta cierto punto,
no dejan de ser eficaces"/*
Por último, citaremos algunas observaciones personales reveladoras
de la atmósfera general de los países donde se "rompió" de pronto el
desarrollo capitalista al estilo de mediados del siglo. Tales observaciones
provienen de una antropóloga norteamericana que recuerda su estancia en
Venezuela, en un artículo donde hace un relato amable de un viaje re-
ciente a Cuba:

Reflexioné sobre lo que había visto en Cuba, y acerca de Venezuela, y acerca


de mi propio país. .. Recordé que al estar en Venezuela creí advertir por pri-
mera vez algo acerca de mi propio país que no había visto antes: el idealismo
inherente a lo que había tomado [en los Estados Unidos] por materialismo
y búsqueda individual. Vi que para los venezolanos, para quienes apenas se
había iniciado el desarrollo económico... la democratización del consumo ma-

^2 David Barkin, "La persistencia de la pobreza en México: un análisis económico estructu-


ral". Comercio Exterior, Banco Nacional de Comercio Exterior, México, agosto de 1971, p. 673
(cursivo de Hirschman).
'^ Melvin M. Tumin y Amold Feldman, Social Class and Social Change in Puerto Rico,
Princeton, N. J., Princeton University Press, 1961, pp. 165-166.
1* Femando Henrique Cardoso y Jorge Luis Reyna, "Industrialization, Occupational Struc-
ture, and Social Stratification in Latin America", Colé Blasier (comp.), Constructive Change
in Lalin America, Pittsburgh, University oí Pittsburgh Press, 1968, p. 51.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1339

terial y la apertura de oportunidades —para quienes fuesen capaces de apro-


vecharlas— constituían una idea en verdad excitante y liberadora.^'

Este pasaje tiene un interés particular, primero, porque capta sensi-


blemente el sentimiento de la exuberante fase inicial del desarrollo en la
que opera el efecto del túnel, y segundo porque ilustra al mismo tiempo
la considerable resistencia de los intelectuales amantes de la justicia so-
cial a percibir el efecto: se necesita mucha honestidad para hablar de
esta deplorable "conciencia falsa" o de esa vulgar atmósfera de frontera
como de una "idea excitante y liberadora". Además, los científicos socia-
les viven en una atmósfera intensamente competitiva donde la envidia y
la "privación relativa" prevalecen mucho más que la esperanza provoca-
da por el progreso de otro, y aunque vacilamos para utilizar estos argu-
mentos ad homines, quizá nos ayuden a explicar el hecho de que el efecto
del túnel, ampliamente advertido, no haya sido examinado en una forma
sistemática en la teoría económica o en la sociología.

3. Las consecuencias para la integración y la revolución


Se impone aquí una breve digresión. Las diversas descripciones del
"factor de la esperanza" mencionadas en la sección anterior sugieren
fuertemente que el tema de este ensayo se funde con un tema familiar
para los sociólogos políticos: el efecto de la movilidad social sobre la
estabilidad política y la integración social. Esta relación se ha examinado
habitualmente desde el punto de vista de las reacciones de quienes expe-
rimentan la movilidad social, mientras que nosotros hemos considerado
hasta ahora a quienes se han quedado atrás. En lo tocante a la movilidad
ascendente, el economista, con su conmovedora simpleza, tenderá a pen-
sar que no hay ningún problema: ya que están mejor que antes es pro-
bable que estas personas se sientan también más contentas con el mundo
que las rodea. Sin embargo, la historia social ha demostrado que las cosas
son mucho más complicadas: como observó Tocqueville, quienes experi-
mentan la movilidad ascendente no se convierten de inmediato, necesaria-
mente, en pilares de la sociedad sino que pueden mostrarse descontentos
y subversivos por largo tiempo. La razón principal de este desarrollo
sorprendente es el fenómeno de la movilidad parcial y truncada: quienes
experimentan la movilidad social, quienes pueden haber ascendido por
una de las dimensiones de la posición social, tal como la riqueza, descu-

^^ Lisa Peattie, "Cuban Notes", Massachusetts Review, otoño de 1969, pp. 673-674.
1340 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

bren que varios obstáculos, rigideces y prácticas discriminatorias conti-


núan obstruyendo su ascenso a lo largo de otras dimensiones, así como
su aceptación total por parte de las élites tradicionales, de modo que a
pesar de todos sus esfuerzos y realizaciones sienten que en realidad "no
la están haciendo".^^ Los beneficiarios de la movilidad social se integra-
rán plenamente, o serán "cooptados", sólo cuando la movilidad social con-
tinúe durante largo tiempo, de modo que se mine sustancialmente el sis-
tema de estratificación tradicional.
La discriminación contra los nouveaux riches por parte de las élites
antiguas no es en modo alguno la única razón para que quienes experi-
mentan la movilidad social critiquen la sociedad en la que viven y pro-
gresan. Una interpretación más generosa señalaría la posibilidad de que
las convicciones acerca de la justicia social, una vez formadas, adquieran
su propia vida y poder de permanencia, de modo que no sean necesaria-
mente destruidas cuando se hayan resuelto los apremiantes problemas
del bienestar material, y de ningún modo antes del transcurso de un
lapso razonable.
Esta dinámica de quienes experimentan la movilidad social es así lo
contrario de lo que se ha sugerido aquí para quienes se quedan atrás:
durante una primera fase, paradójica en general, la frustración y la con-
tinua alienación son el destino de los arribistas, mientras que quienes no
experimentan la movilidad obtienen satisfacción de la expectativa de un
pronto mejoramiento de las cosas. Esta conclusión, ya mencionada aquí,
puede sostenerse porque quienes no experimentan la movilidad sólo per-
ciben el aumento de las fortunas de quienes sí experimentan tal movilidad
e ignoran por completo sus nuevos problemas. En una segunda fase pue-
de ocurrir un cambio simétrico: quienes experimentan la movilidad so-
cial se integran, mientras que quienes no la experimentan pierden su es-
peranza anterior de unirse a la marea ascendente y se convierten en
enemigos del orden existente. Pero es muy improbable que el inicio de
la segunda fase coincida para ambos grupos. Resultará obvio que la no
coincidencia de estos dos cambios será la norma. Es posible que quienes
ascienden por la escala social se integren, mientras que los retrasados es-
tán experimentando todavía el efecto del túnel. Más interesante aún es

1' Véase una reseña excelente, que presta una atención particular a este problema, en Gino
Germani, "Social and Political Consequences of Mobility", N. Smelser y S. M. Lipset (comps.),
Social Structure and Mobility in Development, Chicago, Aldine, 1966, pp. 371 Sí. Por supues-
to, también es posible que las aspiraciones, una vez despertadas, superen a las realizaciones,
pero esta explicación del descontento de los que ascienden es mucho menos convincente que la
mencionada en el texto.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1341

la posibilidad de que los estancados pasen de la esperanza al desencanto


mientras que los ascendentes todavía se encuentran descontentos. Es cla-
ro que esta última situación contiene gran potencialidad de disturbios
sociales. Su posible presentación podría constituir incluso una teoría de
la revolución.^' Sin embargo, en este punto dejaré el asunto en manos
de los historiadores porque debo volver al efecto del túnel y su reversión.

4. De la satisfacción a la indignación
Como señalamos antes, la satisfacción ante los progresos de otros de-
riva del efecto del túnel, no de la benevolencia o el altruismo sino de un
cálculo frío de las expectativas: espero que pronto llegue mi turno de
avanzar. En algún momento la frustración de la expectativa hará que "me
ponga furioso", es decir, que me convierta en un enemigo del orden esta-
blecido. Este cambio de partidario a enemigo se produce sólo por efecto
del paso del tiempo: ningún hecho externo particular desata este giro dra-
mático. En este sentido, la teoría del conflicto social propuesta aquí es
enteramente distinta de la hipótesis de la "curva J" que atribuye las olea-
das revolucionarias a una disminución repentina del crecimiento económi-
co tras un largo periodo ascendente.^* No hay duda de que tal disminu-
ción aumenta la probabilidad de la conmoción, pero no es en modo alguno
indispensable. Por providencial y útil que sea el efecto del túnel en un
sentido (porque acomoda las desigualdades casi inevitables que surgen en
el curso del desarrollo), también es traicionero: los gobernantes no re-
ciben necesariamente ningún aviso acerca de su declinación y agotamien-
to, es decir, acerca del tiempo en que deban esperar un clima de opi-
nión pública y popular radicalmente diferente; por el contrario, se ven
atraídos hacia la complacencia por la fácil etapa inicial cuando todos
parecen estar disfrutando el proceso que más tarde será vehementemente
denunciado y condenado como un proceso en el que "los ricos se vuelven
mas ricos .
1^ Casi satisface el criterio sugerido por el historiador francés Emest Labrousse para el
surgimiento de las situaciones revolucionarias, o sea que "la gran mayoría del país esté unida
en un rechazo total de la sociedad existente y del orden de cosas reinante". Richard Cobb,
A Second ¡dentity: Essays on France and on French History, Londres, Oxford University Press,
1969, pp. 272-273.
18 James C. Davies, "Toward a Theory of Revolution", American Sociological Review,
27, febrero de 1962, pp. 5-19.
18 Nos vemos tentados a sugerir una reinterpretación, de acuerdo con estos lincamientos, de
los famosos y paradójicos hallazgos acerca de la moral de las fuerzas armadas norteamericanas
durante la segunda Guerra Mundial. Aunque las promociones de tiempos de guerra habían sido
mucho más frecuentes en la fuerza aérea que en la policía militar, la encuesta realizada por
1342 EL TIUMESTRE ECONÓMICO

Es probable que las invenciones y las inversiones semánticas sean el


mejor preludio del cambio. Por ejemplo, en los años cincuenta se utilizó
ampliamente el término póle de croissance (polo de crecimiento), acuña-
do por Frangois Perroux, para referirse a la creciente industrialización de
las ciudades de los países en desarrollo. En algún momento del decenio
siguiente esta expresión, que sugería la irradiación del crecimiento, cedió
su lugar a un nuevo término, el del "colonialismo interno", que ahora
practican estas mismas ciudades en relación con sus zonas de influencia
económica.

5. El efecto del túnel: Determinantes sociales, históricos, culturales e


institucionales de su vigor
¿En cuál clase de sociedades surge y cobra fuerza el efecto del túnel?
¿Cuáles son las condiciones en las que perdurará durante un periodo con-
siderable o, por lo contrario, decaerá rápidamente y se convertirá en lo
contrario, o sea en la decepción, la alienación y la indignación ante la in-
justicia social? La respuesta a este interrogante es decisiva para el realis-
mo de nuestra hipótesis y para determinar su utilidad empírica y heu-
rística.
Para que el efecto del túnel sea fuerte (o aun para que exista), el
grupo que no avanza debe ser capaz de simpatizar, por lo menos durante
algún tiempo, con el grupo que sí avanza. En otras palabras, es necesario
que los dos grupos no estén divididos por barreras infranqueables, o que
se experimenten como tales. Así pues, la fluidez o la rigidez de las líneas
que separan las clases influirá obviamente sobre la intensidad del efecto
del túnel.
Pero la estratificación de acuerdo con la clase social es una distinción
de escasa utilidad para nuestros fines. Por desigual que sea el crecimien-
Stouffer y sus colaboradores reveló mayor frustración por las promociones en la primera que
en la última. Este hallazgo ha sido el origen y uno de los baluartes principales de la teoría de
la privación relativa. En el estudio se sostiene que las promociones de la fuerza aérea, frecuen-
tes por comparación con las de otras ramas, se quedan atrás de las expectativas y las aspira-
ciones despertadas dentro de la fuerza por las promociones de quienes hacían carreras rápidas.
Otros científicos sociales han propuesto después algunas explicaciones diferentes, pero es proba-
ble que no se haya prestado atención suficiente a la dimensión del tiempo. La encuesta se rea-
lizó ya bien avanzada la guerra, en 1944. ¿No es acaso probable que si la encuesta se hubiese
realizado antes se hubiese confirmado la expectativa de sentido común de que la moral de la
promoción fuera más alta en la fuerza aérea que en la policía militar? Al principio de la gue-
rra es muy probable que los rápidos ascensos de algunos hayan reforzado la moral de acuerdo
con el efecto del túnel; sólo más tarde, cuando los diversos miembros de la fuerza aérea alcan-
zaron su nivel y no pudieron llegar hasta donde habían pensado, ocurrió la fnistración. Véase
S. A. Stouffer y otros, The American Soldier, op. cit., pp. 250 ss.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1343

to económico todo avance vigoroso tenderá a significar ganancias o em-


pleos nuevos y mejores para los miembros de varias clases diferentes. Por
lo tanto, podríamos concluir que el efecto del túnel entrará siempre en
acción porque dentro de cada clase social quienes no están avanzando
simpatizan inicialmente con quienes sí lo hacen. Pero esto no ocurrirá
necesariamente si cada clase está integrada por grupos étnicos o religio-
sos implicados de manera diferente en el proceso del crecimiento. Por lo
tanto, el contraste entre las sociedades muy unidas y las sociedades muy
segmentadas es particularmente importante para nuestros fines. En las
sociedades segmentadas, si el avance económico se identifica con un gru-
po étnico o lingüístico particular, o con los miembros de una religión o
una región particulares, es improbable que quienes se quedan afuera y
atrás experimenten el efecto del túnel: casi desde el inicio del proceso es-
tarán convencidos de que el grupo que avanza está obteniendo una injus-
ta ventaja explotadora sobre ellos. Por lo tanto, el grupo inmóvil puede
formularse el pronóstico contrario al implicado por el efecto del túnel: a
resultas del avance del otro grupo el grupo inmóvil esperará que su si-
tuación empeore. En la sección siguiente examinaremos la posibilidad de
esta reacción. En todo caso observamos que las sociedades muy segmen-
tadas evitarán, o debieran evitar, las estrategias de desarrollo que son
políticamente viables en otras partes, donde opera el efecto del túnel.
En términos más concretos, la senda del desarrollo capitalista parece
particularmente inadecuada para las sociedades muy segmentadas; si se
intenta allí requerirá un grado de coerción mucho mayor que en los paí-
ses bastante unitarios donde el desarrollo capitalista logró sus triunfos
históricos. Por otra parte, el rechazo del camino capitalista no aporta
una opción bien probada, pues es improbable que la centralización de la
toma de decisiones, típica de los sistemas socialistas, funcione bien en las
sociedades segmentadas.^"
Una variante de una sociedad segmentada donde el progreso económi-
co se identifica en gran medida con un segmento interno es la de una so-
ciedad donde los extranjeros crean o aprovechan la mayor parte de las
nuevas oportunidades económicas. De nuevo, el efecto del túnel no ope-
rará en tal situación. Cuanto mayor sea el papel del capital extranjero
y del personal extranjero calificado en el proceso de desarrollo, menor
será la esperanza de una participación eventual por parte de la población
-" Véase un argumento detallado en el estudio particular de la toma centralizada y descen-
tralizada de decisiones en una sociedad segmentada (los ferrocarriles frente a las carreteras de
Nigeria) en mi obra Development Projects Observed, Washington, D. C, Brookings, 1967,
pp. 139148.
1344 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

nacional, incluidas grandes partes de las élites nacionales. Por lo tanto,


habrá una baja tolerancia de las consiguientes desigualdades del ingreso,
y la necesidad de coerción para mantener la estabilidad social y política
será correspondientemente grande, aun en una etapa temprana del proceso.
En las sociedades moderadamente homogéneas donde los nacionales
son propietarios de la mayor parte de los recursos puede ser muy grande
la tolerancia de las desigualdades económicas porque no hay ninguna ba-
rrera lingüística, étnica o de otra clase que impida a quienes se quedan
atrás simpatizar con quienes "la están haciendo". Parece de nuevo que
"a quien tiene. Dios le dará más", pues el país que disfruta las variadas
ventajas de una ciudadanía no segmentada obtiene así ventaja adicional
de poder desarrollarse sin tener que imponer las restricciones graves y
quizá invalidantes que derivan de la necesidad de hacer que todas las por-
ciones de la comunidad avancen aproximadamente al mismo paso.
Por otra parte, la mayor tolerancia de la desigualdad que se advierte
en estos países más homogéneos tiene un precio real y quizá terrible. Como
sabemos, cuanto mayor sea la tolerancia será mayor el margen para la
reversión que se produce cuando se agota el efecto del túnel (a menos que
se corrijan a tiempo las desigualdades). En esta forma llegamos a una
conclusión un tanto contraria a la intuición: cuanto más homogéneo sea
el país más tenderá hacia el conflicto social violento en el curso del des-
arrollo, a menos que sus líderes sean extraordinariamente perspicaces y
hábiles.^^ De nuevo debo dejar que los historiadores determinen si puede
tener algún sentido empírico esta proposición puramente deductiva; sin
embargo, podría mencionarse que una parte de la información que apoya
la hipótesis podría provenir de la alienación prolongada de la clase baja,
como la que se observa en la Argentina, Francia e Italia, y no de la re-
volución efectiva o de una lucha civil similar.
Se define de ordinario la homogeneidad nacional en términos de ca-
racterísticas tales como la unidad de la raza, el idioma y la religión. Pero

2^ Esta tesis es similar a la que puede formularse acerca de las consecuencias económicas del
tamaño de los países. La bibliografía del desarrollo económico ha hecho hincapié —con razón—
en las ventajas del tamaño, sobre todo en conexión con la industrialización por sustitución de
importaciones; el tamaño grande significa también la posibilidad de que una gran región atra-
sada se quede atrás en forma acumulativa e irremediable a medida que la región progresista
absorbe durante largo tiempo la virtual totalidad del crecimiento industrial del país y desarro-
lla una agricultura moderna además. En un país pequeño no puede surgir con tanta facilidad
una escisión tan amplia, prolongada y peligrosa, porque en la mayoría de las circunstancias
debe filtrarse el crecimiento económico a las regiones más pobres, so pena de detenerse. En-
tre los países de crecimiento rápido y de crecimiento lento se establece una distinción seme-
jante, con importantes consecuencias para el vigor diferenciado del efecto del túnel. En el
capítulo rv, pp. 1417-1418, se examina brevemente este caso.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 134S

es posible que el agente homogeneizador más eficaz sea una experiencia


histórica intensa compartida por todos los miembros de un grupo. Las
guerras y las revoluciones pueden ser de ordinario tales experiencias, de
modo que el efecto del túnel es con frecuencia más potente en las socie-
dades que salen de una guerra o una revolución. El resultado puede ser
un irónico ciclo histórico: las revoluciones estallan a menudo para erra-
dicar cierta clase de desigualdad, pero después de tal revolución y a cau-
sa de ellas la sociedad habrá adquirido una tolerancia especialmente ele-
vada de las nuevas desigualdades que surjan. Una ilustración particular-
mente pertinente es la Revolución mexicana y su "traición" subsecuente
a través del desarrollo muy desigual de los últimos decenios. De igual
modo es probable que la herencia igualitaria, o mejor dicho de "nacidos
iguales", de los Estados Unidos —la salida colectiva de Europa con sus
yugos feudales y sus conflictos de clases— haya allanado el camino para
la aceptación prolongada de enormes disparidades económicas en la so-
ciedad norteamericana.
Es probable que el carácter más o menos unitario de un país sea el
criterio más importante para la evaluación del vigor y la duración pro-
bables del efecto del túnel. Pero hay también otras distinciones interesan-
tes. Por ejemplo, puede afirmarse que la fortaleza de los lazos familiares
tiene un efecto directo sobre estas cuestiones. En muchos casos los pro-
gresos de otros generarán esperanzas para nuestros hijos, más que para
nosotros mismos. El pronóstico de que mis hijos tendrán una vida mejor
que la mía debe mejorar mi propio bienestar en todo caso, pero lo hará
con fuerza particular si espero que mis hijos adultos vivirán conmigo,
para compartir los gastos de la casa, y que finalmente me cuidarán en
la edad anciana. Así pues, desde este punto de vista los arreglos fami-
liares tradicionales facilitan la operación del efecto del túnel y tienen
cierta capacidad de promoción del desarrollo.^^
A condición de que no se encuentre muy segmentada, la sociedad "tra-
dicional" se encuentra generalmente en una posición mejor que la socie-
dad moderna para aprovechar el efecto del túnel. Los miembros de las
sociedades tradicionales están típicamente conectados entre sí por una
densa red de obligaciones mutuas y flexibles: no está nada claro lo que

22 Véanse otros argumentos de esta clase en mi libro A Bias for Hope: Essays on Develop-
ment and Latín America, Nueva Haven, Yale University Press, 1971, capítulo 14 [publicado en
español por el FCE en la Serie de Lecturas núm. 5]. La proposición que aparece en el texto
acerca de los airreglos familiares es un caso especial de una proposición más general: el efecto
del túnel será más fuerte cuanto más débil sea la preferencia por el ingreso presente al ingreso
futuro, es decir, cuanto menor sea la tasa de descuento.
1346 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

se debe ni cuándo deba pagarse. Por lo tanto, cuando progresan algunos


miembros de tal sociedad es probable que sus obligaciones se amplíen, y
muchos de quienes se quedan atrás esperan verse beneficiados a su de-
bido tiempo y en alguna medida a resultas de sus derechos prexistentes
sobre los afortunados, así sean imprecisos. La Rochefoucauld señaló este
efecto en una máxima que en general es la formulación más fina que he
encontrado del efecto del túnel: "El sentimiento inmediato de alegría que
experimentamos cuando nuestros amigos tienen suerte... es un efecto. ..
de nuestra esperanza de ser afortunados también, o de obtener alguna
ventaja de su buena fortuna." ^^
Debemos distinguir también entre diversas "teorías del éxito" que
prevalecen de ordinario en sociedades o culturas diferentes. Si los pro-
gresos individuales se atribuyen primordialmente al azar, el éxito de los
demás ocasionará el efecto del túnel, porque la próxima vez que llegue
la fortuna puedo ser yo el afortunado. Por lo tanto, la creencia de que el
mundo está gobernado por el azar, de ordinario considerada tan dañina
para el desarrollo sostenido, tiene cierta utilidad en la medida en que
se considere el efecto del túnel un recurso valioso, aunque algo volátil,
para una economía que trata de crecer. En cambio, si el éxito de otros
tiende a atribuirse desde el principio al nepotismo, el favoritismo, o prác-
ticas similares injustas, no habrá ningún sentimiento inicial de satisfac-
ción anticipada entre quienes no participan en la división del botín.
También es concebible, aunque quizá no muy probable, que el éxito
de los demás se atribuya a sus méritos y cualidades superiores, tales como
la laboriosidad en el trabajo. Quienes quedan fuera sólo se culparán en-
tonces a sí mismos por su estancamiento. En consecuencia, podrían sim-
plemente respetar a los miembros más afortunados de su comunidad, o
podrían envidiarlos por estar más ricamente dotados, o tratar de imitarlos
redoblando su propio esfuerzo. En este caso el resultado sería indetermi-
nado y necesitaríamos más información.^*

2' Máximes, 582. Thomas Hobbes señaló el fenómeno contrario por la misma época: "El
dolor que causa una calamidad ajena se denomina LáSTIMA, y se produce por la idea de que
una calamidad semejante puede ocurrimos a nosotros mismos.. . Cuando se trata de calamida-
des que se derivan de un desastre, los mejores hombres sienten menos lástima, y ante la
misma calamidad tienen menos lástima aquellos que se sienten menos amenazados por ella."
Leviatán, FCE, 1980, parte i, cap. 6, p. 47. La Rochefoucauld y Hobbes captaron estas ideas en
su búsqueda de una ciencia rigurosa, aunque desagradable, de la naturaleza humana. Lo des-
agradable de los hallazgos casi se convirtió en una prueba de rigor y verdad para ellos. Natu-
ralmente, no se les ocurrió que en las situaciones estudiadas el egocentrismo tiene la virtud
de superar la envidia y la Schadenjreude, respectivamente.
2* La teoría de la atribución, una rama relativamente nueva de la psicología social ha
tratado de arrojar alguna luz sobre esta esfera del comportamiento humano. Se han realizado
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1347

Otra posibilidad es que el éxito de los demás se atribuya a sus defec-


tos, más que a sus cualidades. A menudo racionalizamos nuestro propio
fracaso en los términos siguientes: "No me gustaría avanzar imitando su
conducta (despiadada, carente de principios, servil, etcétera)". Esta clase
de atribución del éxito no tiene consecuencias muy diferentes, en lo to-
cante al efecto del túnel, de las que derivan de la explicación centradas
en los méritos de quienes ascienden. Por supuesto, permite que quienes
no avanzan se conformen con su propia posición. Pero también podría
ocurrir que la próxima vez modifiquen su conducta y sean un poco más
despiadados, sin principios, serviles, etcétera, que antes. En la medida
en que resulta más fácil ser servil y carente de principios que digno y
laborioso la atribución del éxito de los demás a sus defectos más bien
que a sus cualidades puede facilitar en realidad la operación del efecto
del túnel.
Una distinción relacionada con estas teorías del éxito se basa en las
diversas formas de organización en que se percibe la generación de los
progresos individuales. Tales percepciones dependen fundamentalmente
del sistema de toma de decisiones. Si se percibe la toma de decisiones
como algo descentralizado en gran medida es probable que los progresos
individuales se atribuyan al azar, o quizás al mérito (o el demérito).
Cuando se sabe que la toma de decisiones está centralizada tales progre-
sos se atribuirán al favoritismo injusto, o bien al mérito. Por lo tanto, en
la medida en que no se piense en el mérito, la toma descentralizada de
las decisiones, que permite la explicación por el azar del éxito de los
demás, resulta más favorable para la operación plena del efecto del tú-
nel. En efecto, esta es una de las características de las economías de mer-
cado. Los sistemas económicos de toma centralizada de las decisiones han

algunos experimentos para estudiar el grado en que los espectadores culpan de los accidentes
a quienes participan en ellos y no a la mala suerte. Aparentemente el espectador recurre de
ordinario a lo que se ha llamado la "atribución defensiva": busca alguna buena razón para
que el accidente sea la culpa peculiar de uno de los participantes para asegurarse de que la
desgracia no pudiera ocurrirle a él. (Sólo si no puede encontrarse ninguna buena razón, es de-
cir, si la persona que podría ser culpada se asemeja al espectador y se comporta en gran me-
dida como él, tenderá éste a exonerarse y a echar la culpa a la mala suerte). Por otra parte,
si otra persona experimenta un hecho afortunado el espectador tenderá a acreditarlo al azar
más bien que al mérito, obteniendo así alguna esperanza de que le pase algo similar a él. Ade-
más de ser poco halagüeños para la naturaleza humana, estos hallazgos introducen una asime-
tría en la operación del efecto del túnel: este efecto será más fuerte hacia adelante que hacia
atrás; es decir, la expectativa de participar eventualmente en los progresos de los demás será
más pronunciada que la expectativa de seguir a los demás en sus retrocesos. Véase una con-
firmación experimental de esta asimetría, y algunas referencias a otras investigaciones realiza-
das en este campo, en Jerry L Shaw y Paul Skolnick, "Attribution oí Responsihility for a
Happy Accident", Journal of Personality and Social Psychology, 18, 1971, pp. 380-383.
1348 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

aparecido de ordinario a causa de las desigualdades excesivas existentes


en los sistemas descentralizados. Resulta interesante observar que tales
sistemas centralizados no tratarán de ser más igualitarios sólo porque lo
quieran así sino también porque se ven obligados a hacerlo: la centrali-
zación de la toma de decisiones los priva en gran medida de La tolerancia
de la desigualdad a disposición de los sistemas más descentralizados.
Se aplican consideraciones similares cuando un sistema económico
dado evoluciona hacia una mayor centralización o descentralización. Por
ejemplo, es de esperarse que disminuya la tolerancia de la desigualdad
cuando una economía capitalista se vuelve más oligopólica y burocratiza-
da. De ordinario se ha atribuido el origen del sentimiento populista a
la mayor concentración de la riqueza que en ocasiones ha caracteriza-
do tal periodo. Pero la tolerancia de la desigualdad puede declinar aun sin
tal concentración, simplemente porque quienes quedan excluidos del pro-
greso ya no perciben tal exclusión como una mala suerte temporal sino
como un efecto inevitable, o aun calculado, del "sistema".

6. Una reacción posible: La aprensión ante los progresos de los demás


Una idea básica de este ensayo sostiene que los cambios del ingreso
de B generan algunos cambios en el bienestar de ¿4, no sólo porque ha-
ya cambiado la posición relativa de A en la escala de ingresos sino por-
que los cambios ocurridos en la fortuna de B afectarán el pronóstico que
formula A de su propio ingreso futuro. El caso principal considerado
hasta ahora es el efecto del túnel: B avanza y esto hace que A pronostique
un mejoramiento de su propia posición. También hemos mencionado la
situación diametralmente opuesta: un deterioro de la situación de B hace
que A sienta aprensión acerca de su propia situación, como ocurre en el
caso de una depresión que se difunde. ¿Podrá concebirse un caso mixto?
En otras palabras, ¿podría A llegar a sentir, en ciertas circunstancias,
que im progreso de B tiende a afectar negativamente su propio bienestar?
En realidad este tipo de pronóstico no es tan descabellado: tenderá a
formularse en una sociedad cuyos miembros estén convencidos de que
participan en un juego de suma cero porque los recursos existen en can-
tidades estrictamente limitadas. George Foster ha llamado la "imagen
del bien limitado" a esta representación de la realidad social que en su
opinión caracteriza a muchas sociedades campesinas de todo el mundo.^'
Supongamos que prevalece la imagen en una comunidad y que en cierto
'° Tantzuntzan, op. cit., cap. 6.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1349

momento varios de sus ciudadanos (el grupo B) mejoran su posición,


mientras que el ingreso del resto de los habitantes (grupo A) permanece
constante. Por supuesto, una conclusión que puede obtenerse de tal des-
arrollo es la eliminación de la imagen por parte de ^ y fi. Pero supon-
gamos que la comunidad se aferra fuertemente a la imagen a causa de
las experiencias del pasado: entonces podrá conservarse la imagen des-
cartando lo ocurrido como algo puramente transitorio. Y si el progreso
del grupo B parece irreversible, la imagen sólo podrá conservarse por el
pronóstico de que pronto declinará la fortuna de A."^
Es posible que hayamos encontrado aquí una explicación mejor del
fenómeno descrito por Foster y otros autores como el "predominio de la
envidia" en las sociedades campesinas.^^ Bien puede ocurrir que cuando
progresa B no se sienta infeliz A por efecto de la envidia sino porque
está preocupado; de acuerdo con su visión del mundo, espera un pronto
empeoramiento de su propia situación. En otras palabras, no padece A
por la presencia de la privación relativa sino porque espera la privación
absoluta.
La reinterpretación de la envidia institucionalizada que se sugiere
aquí se relaciona estrechamente con el efecto del túnel. En una sociedad
que no ha experimentado un crecimiento sostenido el surgimiento de una
situación en la que un grupo de personas está mejorando su posición
económica mientras que otro grupo permanece estancado se experimen-
tará tal vez como esencialmente inestable: no han aumentado los recursos
disponibles, y en ese caso el grupo A sufrirá inevitablemente una decli-
nación para compensar el ascenso de B; o alguna ganancia accidental ha
aumentado los recursos totales, en cuyo caso el grupo A obtendrá pronto
la parte que le corersponde de esa ganancia. Por lo tanto, tenderá a pre-
verse uno o el otro de estos dos resultados más bien que la continuación
de la situación actual. Por supuesto, la elección del resultado afectará
grandemente el curso del conflicto social en esa sociedad. A menudo es-
tará estrechamente equilibrada la decisión, como en el filo de una navaja,

2* Una razón de este pronóstico podna ser el sentimiento de A en el sentido de que B, a


resultas del aumento de su riqueza, adquirirá también más poder, un bien que se adquiere ge-
neralmente a expensas de los demás, y que esta redistribución del poder, además de ser en
sí misma algo objetable para A, tendrá con el tiempo un efecto adverso sobre su posición
económica. Tal sentimiento tenderá a surgir particularmente si B está en una posición sustan-
cialmente mejor que la de A. Oskar Margenstem ha señalado esta situación como una limita-
ción de la doctrina del óptimo de Pareto. Véase su ensayo "Pareto Optimum and Economic
Organization", Norbert Kloten y otros (comps.), Systeme und Methoden in den ITirschafís—
und soáalwissenschaften, Tubinga, J. C. B. Mohr, 1964, p. 578.
2' Tzintzuntzan, op. cit., pp. 153-155.
1350 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

ya que depende de la percepción que tiene A de las causas del progreso


inicial de B. Esta percepción dependerá de los factores reseñados breve-
mente en la sección anterior. Pero ahora se observa que la opción para
quienes se quedan atrás no es sólo entre una expectativa de compartir
los progresos de los demás y el estancamiento sino entre la expectativa
del progreso y la del retroceso. Es posible que esta situación, y el ca-
rácter equilibrado de la decisión entre estas expectativas, expliquen la
gran dificultad del pronóstico del conflicto social.

7. Observaciones finales
El argumento anterior sugiere ciertas observaciones a modo de con-
clusión. El crecimiento y la equidad de la distribución del ingreso, si se
consideran como las dos principales tareas económicas de un país, po-
drán resolverse en secuencia cuando el país esté bien provisto del efecto
del túnel. Si el efecto del túnel es débil o nulo, a causa de las estructuras
sociales, políticas o psicológicas existentes, las dos tareas tendrán que
realizarse al mismo tiempo, lo que constituye una empresa difícil que
probablemente requiera instituciones totalmente diferentes de las apro-
piadas para el caso secuencial.^* Para empeorar las cosas, quizá resulte
imposible saber por adelantado si un país dado se encuentra bien dotado
o no con el efecto del túnel: como vimos en la sección anterior es posible
que sólo el propio desarrollo aclare las cosas.
De acuerdo con la distinción que acabamos de establecer, podemos
hablar de dos clases de "desastres del desarrollo". La primera caracte-
riza las sociedades que han tratado de desarrollarse mediante una estra-
tegia que implique el surgimiento de desigualdades nuevas o la amplia-
ción de las existentes; pero en vista de su estructura estas sociedades no
debieran intentar nunca semejante estrategia. Es probable que Nigeria y
el Paquistán constituyan ejemplos de esta situación. La otra clase de
desastre del desarrollo ocurre en los países donde la estrategia anterior

28 Los politólogos han descrito en estos términos las dificultades que afrontan los Estados
nuevos en el siglo XX. Mientras que los países de la Europa Occidental dispusieron de varios
siglos para resolver, uno tras otro, los diversos problemas de la modernización y la construcción
nacional —identidad territorial, autoridad, participación de las masas, etcétera—, las naciones
nuevas los afrontan todos al mismo tiempo. Véase Samuel P. Huntington, Political Order in
Changing Societies, Nueva Haven, Yale University Press, 1968, cap. 2, y Stein Rokkan, "Di-
mensions of State Formation and Nation-Building", Charles Tilly (comp.), The Formation of
States in JTestem Europe, Princeton, N. J., Princeton University Press, 1975, pp. 562-600. Dank-
wart A. Rustow explora varias rutas secuenciales alternativas en A Woñd of Nations, Washing-
ton Brookings, 1967, cap. 4.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1351

se ve excelentemente apoyada por el efecto del túnel durante algún tiem-


po, pero donde los grupos gobernantes y los elaboradores de políticas no
advierten que la válvula de seguridad implicada por el efecto dejará de
funcionar por algún tiempo. Esta situación ha caracterizado creciente-
mente a varios países latinoamericanos: el Brasil y México han experi-
mentado ya algunos desastres/" y hay muchos indicios de nuevas expe-
riencias en este sentido.
En contraste con la mayoría de las representaciones convencionales,
el proceso de desarrollo aparece aquí expuesto a la crisis, y tal vez al
desastre, aun después de prolongados periodos de avance. La concep-
ción propuesta aquí asigna inevitablemente un papel decisivo a la po-
lítica. Son obvias sus implicaciones para la evolución política de los
países donde opera el efecto del túnel. Mientras sea vigoroso el efecto el
país en desarrollo será relativamente fácil de gobernar. Aun podrá exhi-
bir una sorprendente aptitud para las formas democráticas, las que por
desgracia serán efímeras porque el efecto del túnel declinará después
de cierto tiempo y la injusticia social ya no pasará inadvertida ni será
tolerada. Como primera reacción se utilizarán entonces los poderes coer-
citivos del Estado para restringir la participación y acallar la protesta y
la subversión. Pueden concebirse sin dificultad algunos programas más
constructivos de respuesta a la crisis, pero su presentación real parece
extraordinariamente difícil.

III. EL DESARROLLO DESDE EL PUNTO DE VISTA DE LOS ENLACES


GENERALIZADOS, CON REFERENCIA ESPECIAL A LOS BIENES BÁSICOS^"

1. Perspectiva histórica de la teoría del desarrollo económico^^


El desenvolvimiento de la economía del desarrollo durante los últi-
mos veinticinco años ilustra una de las diferencias básicas entre las cien-
cias naturales y las ciencias sociales. En las ciencias naturales, como lo
ha señalado Thomas Kuhn, la formulación de un nuevo paradigma es
seguida de un largo periodo en que se acepta plenamente el paradigma
^^ Aquí se hace referencia al establecimiento de un régimen autoritario en el Brasil en
1964, y en particular a su fase altamente represiva, iniciada en 1968 (que duró hasta cerca de
1973), y al aplastamiento militar del movimiento estudiantil mexicano de 1968, conocido tam-
bién como "la matanza de Tlatelolco".
^o Reproducido de Economic Development and Cultural Change, 25, Suplemento 1977, pp. 57-
98, con permiso de The University of Chicago Press. © 1977 por la Universidad de Chicago.
Todos los derechos reservados. El Suplemento contiene ensayos en honor de Bert F. Hoselitz.
3^ Véase una reseña más amplia en el cap. i de la versión original.
1352 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

y los esfuerzos de la "ciencia normal" se concentran en su verificación,


aplicación y nueva expansión. En cambio, en las ciencias sociales la
enunciación de un nuevo paradigma no sólo origina esfuerzos similares
sino que a menudo es seguida casi de inmediato por un persistente ata-
que de reservas, críticas y franca demolición que forma parte en gran
medida de la ciencia social normal. Esta situación explica el clima inte-
lectual peculiar de las ciencias sociales: aquí casi no tiene ninguna pro-
babilidad de surgir la creencia confiada en un genuino crecimiento acumu-
lativo del conocimiento, tan característico de las ciencias naturales.
La historia de la economía del desarrollo desde 1950 es un ejemplo
de esta situación: es una historia de progreso si se define el avance inte-
lectual como la pérdida gradual de la certeza, la proyección gradual de
la medida de nuestra ignorancia, antes oculta por una certeza inicial que
se hacía aparecer como paradigma. El propósito principal de este capí-
tulo no es la descripción de la desintegración progresiva del paradigma
inicial sino la utilización de un enfoque crítico específico que se elaboró
en el curso de esta desintegración y para tal fin. Sin embargo, si se quie-
re extender tal enfoque, es posible que un breve relato del movimiento
de ideas en cuyo interior se desarrolló resulte un prólogo útil.
Desde el punto de vista de la historia intelectual una de las fechas
importantes —aunque casi nunca se menciona— para el surgimiento de
la economía del desarrollo fue la publicación, en 1948-1949, de dos ar-
tículos definitivos de Paul Samuelson sobre la teoría pura del comercio
internacional.'° Los artículos en cuestión demostraban que con base en
ciertos supuestos en gran medida tradicionales (ausencia de movimiento
de los factores, costos de transporte nulos, etcétera), podría esperarse
que el libre comercio igualara los precios absolutos de los factores —no
sólo los precios relativos— en los diversos países que comercian, de modo
que el comercio internacional podría funcionar así como un sustituto
perfecto del movimiento de los factores productivos a través de las fron-
teras nacionales. Por supuesto la teoría clásica del comercio internacio-
nal ha enseñado desde largo tiempo que el comercio puede generar ga-
nancias mutuas para todos los países participantes, pero los resultados
de Samuelson eran mucho más fuertes y señalaban el comercio como una
fuerza potencial para la igualación de los ingresos en todo el mundo.
Este brillante remate teórico de la teoría clásica y la neoclásica se

'2 Paul A. Samuelson, "International Trade and the Eoualization of Factor Prices", Econ-
omic Journal 58, junio de 1948, pp. 163-184, e "International Factor-Price Equalization Once
Again", Ibid., 59, junio de 1949, pp. 181-197.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1353

colocó justamente cuando se estaba agudizando la conciencia de una des-


igualdad internacional de los ingresos persistente y creciente. Mientras
que en la secuencia de la revolución científica de Kuhn se supone que
los hechos acumulados refutan gradualmente el paradigma, aquí la teo-
ría contribuyó a la contradicción al alejarse decididamente de los he-
chos. En consecuencia, los hallazgos de Samuelson —a pesar de que
se han presentado con las debidas reservas acerca de la naturaleza poco
realista y exigente de los supuestos en los que descansa— actuaron como
un bumerán devastador para la teoría tradicional y su pretensión de
utilidad en la explicación de los problemas del mundo real. Los desafíos
presentados por la misma época por Raúl Prebisch y Hans Singer eran
mucho menos pulidos que la teoría de Samuelson y fueron de inmediato
refutados con razonamientos estadísticos y analíticos, pero alcanzaron
cierto grado de credibilidad porque se tomaron estos problemas en serio
y en vista de la herida que la teoría clásica se había infligido a sí misma.
Pero la economía occidental escapó a la acusación de ser incompeten-
te para resolver los problemas del subdesarroUo gracias a sus avances en
otra de sus ramas. La incipiente teoría del crecimiento, en su versión de
Harrod-Domar, llenó la brecha y aportó durante algún tiempo un para-
digma muy necesario para el entendimiento y quizá el remedio de la po-
breza de Asia, África y la América Latina. Se convirtió en un artículo
de fe, reforzado por la recuperación y el crecimiento rápidos de la pos-
guerra (tal como se entendía a la sazón), tanto en la Europa Occidental
como en la Europa Oriental, que el crecimiento dependía decisivamente
de la inyección de una cantidad adecuada de capital, nacional o extran-
jero. Una generación de planeadores y funcionarios de la ayuda extran-
jera llegó a creer en la realidad y maniobrabilidad de la propensión al
ahorro y la razón de capital-producto, y se aferró a esta fe durante un
periodo sorprendentemente largo, por la sencilla razón de que la repre-
sentación del mundo en términos de estos conceptos resultaba esencial para
su posición de expertos: tal era "el único juego en la ciudad".
Poco después de la elaboración del modelo de crecimiento de Harrod-
Domar y de su primera aplicación a los países subdesarrollados apare-
ció una variante revolucionaria o radical de la misma teoría. En un in-
fluyente artículo publicado en 1952 Paul Baran sostuvo que el crecimien-
to económico era imposible en estos países sin una revolución social: el
capital privado era explotador; las élites nacionales, parasíticas o com-
pradoras, no podían ni querían invertir productivamente, y la ayuda ex-
tranjera sólo servía para fortalecer la estructura del poder existente.
1354 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

opuesta al crecimiento. Esta representación de la realidad no rechazaba


la lógica del paradigma ortodoxo, que había colocado a la inversión de
capital productivo como el motor principal; pero sostenía que las carac-
terísticas sociopolíticas de los países pobres y sus relaciones con los cen-
tros de la expansión capitalista-imperialista hacían inadecuada e impro-
ductiva la inversión de capital en esos países.^^
Entre la tesis, que considera seguro el desarrollo si se inyecta capital
en las cantidades adecuadas, y la antítesis, que considera imposible el
desarrollo en vista de la situación social y política, había amplio campo
para actitudes intermedias. En efecto, las dos actitudes extremas parecie-
ron poco satisfactorias cuando se acumularon datos sobre el desarrollo
económico efectivo de la periferia.
Los primeros intentos de alejamiento de las simplezas excesivas del
modelo de crecimiento paradigmático mostraban que el monto de la in-
versión no depende sólo del ingreso total ganado durante el periodo pre-
cedente sino también de la distribución del ingreso, un concepto casi tan
familiar para los economistas como el del flujo del ingreso total. Lo no-
table —aunque ha pasado inadvertido— es que las dos aportaciones prin-
cipales que se presentaron sobre este punto en 1955 y 1956 llegaron a
conclusiones opuestas. En el ensayo de Walter Galenson y Harvey Lei-
benstein se sostenía que cuanto mayor fuera la intensidad de capital de
la nueva producción mayor sería la participación de las ganancias en la
subsecuente corriente de ingresos, y por lo tanto sería mayor la reinver-
sión de ganancias en el periodo siguiente. El otro artículo, escrito por
Robert Baldwin, sugería que una distribución igualitaria del ingreso pro-
piciaría el crecimiento rápido porque los mercados internos alcanzarían
entonces con mayor facilidad el tamaño necesario para el establecimiento
y la operación rentable de industrias de bienes de consumo." Es claro que
los dos conjuntos de autores pensaban en circunstancias diferentes: Ga-
lenson y Leibenstein pensaban en un proceso de industrialización que ya
se ha iniciado con vigor, mientras que Baldvíin estaba evaluando la ca-
pacidad relativa de países que operaban en una etapa muy anterior para
atraer industrias de bienes de consumo básico. Desde este ángulo las dos
teorías ya no son contradictorias, pues es posible y aun probable que los

'3 Paul A. Baran, "On the Political Economy of Backwardness", Manchester School of
Economics and Social Studies 20, enero de 1952, pp. 66-84.
2* Walter Galenson y Harvey Leibenstein, "Investraent Criteria, Productivity and Economic
Development". Qiianerly Journal of Economics 69, agosto de 1955, pp. 343-370; Robert E.
Baldwin, "Pattems of Development in Newly Settied Regions", Manchester School of Economics
and Social Studies 24, mayo de 1956, pp. 161-179.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1355

patrones de distribución del ingreso que apoyan el crecimiento rápido


sean diferentes en etapas distintas del desarrollo. En efecto, la historia
económica de los Estados Unidos durante el siglo xix, con excepción del
sur, se asemeja mucho al patrón de Baldwin en primer término, y luego
al de Galenson-Leibenstein, ya que pasa de una distribución del ingreso
relativamente igualitaria a otra altamente concentrada, mientras que el
desarrollo industrial no se detiene.
Los ensayos mencionados resultaron valiosos por cuanto atacaron la
agregación excesiva del paradigma reinante, pero continuaron subrayan-
do el lado del ingreso de la economía. Ya no se hizo depender el ritmo
del desarrollo económico del ingreso total sino de la forma en que se
dividiera el ingreso entre diferentes grupos. Las sugerencias de que puede
surgir del lado de la producción una influencia determinante del creci-
miento provocaron una ruptura más radical con el paradigma. Bert Ho-
selitz y otros sociólogos adoptaron este punto de vista cuando examinaron
las condiciones necesarias para el surgimiento del espíritu de empresa.
Como economista preferí suponer simplemente una insuficiencia de la
motivación empresarial y buscar luego en forma sistemática las constela-
ciones de fuerzas productivas que impulsarían a los tomadores de decisio-
nes privadas o públicas a "hacer algo" mediante presiones especiales, es
decir, presiones más intensas que las recibidas por el tomador de decisio-
nes racionales de la teoría económica tradicional.^^
Una sugerencia de esta clase fue que el desarrollo se acelera median-
te la inversión en proyectos e industrias poseedores de fuertes efectos de
enlace hacia adelante o hacia atrás.^* Sostuve que la toma de decisiones
empresariales en el sector privado y en el sector público no se determina
sólo por la atracción del ingreso y de la demanda sino que responde a
factores de impulso especiales, tales como los enlaces, que emanan del
lado del producto.
Los enlaces hacia atrás y hacia adelante han pasado a formar parte
del lenguaje de la economía del desarrollo. Cuando observo este éxito
3^ Véase una exploración de presiones "adicionales" similares en el campo del cambio tec-
nológico en Natán Rosenberg, "The Direction of Technological Change; Inducement Mecha-
nisms and Focusing Devices", Economic Development and Cultural Change 18, octubre de 1969,
pp. 1-24. [Otro disentimiento del análisis ortodoxo, que se presentó hace tiempo del lado de la
oferta, está implícito en la tesis estructuralista de la inflación, como se señala en la sección i
del cap. 6, no incluido en esta versión.!
36 Véase mi Strategy of Economic Development, Nueva Haven, Conn., Yale University Press,
1958. cap. 6. La primera descripción rudimentaria de esta idea apareció en un ensayo escrito
en 1954 y reproducido como cap. 1 de ^4 Bias for Hope: Essays on Development and Latín
América. Yale University Press, 1971, pp. 59-61 [versión en castellano en Lecturas, núm. 5,
Fondo de Cultura Económica].
1356 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

desde el punto de vista de la sociología del conocimiento sospecho que


debe mucho al hecho de que yo presenté los enlaces como algo estrecha-
mente ligado al análisis del insumo-producto, es decir al cuerpo técnico
del conocimiento económico existente. Así parecían más operativos, me-
nos difusos, que la industria propulsora de Perroux o el sector líder de
Rostow, por ejemplo. En realidad el análisis del insumo-producto es por
su propia naturaleza sincrónico, mientras que los efectos de enlace ne-
cesitan tiempo para desenvolverse. Esta diferencia básica ha perjudicado
varios intentos ingeniosos de medición total, transversal, de los efectos
de enlace, para probar así "la hipótesis de los enlaces".^^ Es probable
que los usos más ilustrativos del concepto se encuentren en varios estudios
de orientación histórica que prestan estrecha atención a la secuencia del
desarrollo de países individuales.^*
Ahora quiero proponer algunas extensiones y generalizaciones del con-
cepto de los enlaces en varias direcciones. Consideraré en primer término
los procesos que a causa de sus semejanzas con la variedad de hacia atrás
y hacia adelante también merecen ser llamados enlaces y en efecto han
recibido ya ese nombre. Luego sugeriré un concepto más del enlace y
lo utilizaré para examinar ciertas secuencias de desarrollo. Por último,
en el curso de algunas observaciones metodológicas discutiré entre otras
cosas la relación entre el enfoque del enlace generalizado y las tesis de
los productos básicos y del desarrollo del subdesarrollo, así como su afi-
nidad con lo que llamaré el micromarxismo.
Debo hacer aquí un breve comentario personal sobre la razón de que
haya escrito este ensayo. Durante varios años he reunido notas, referen-
cias e ideas sobre los temas que vamos a examinar, y he impartido algu-

3' Wemer Baer e Isaac Kerstenetzky, "Import Substitiition and Industrialization in Brazil",
American Economic Review 54, mayo de 1964, pp. 411-425; Pan A. Yotopoulos y Jeffrey B.
Nugent, "A Balanced Growth Versión of the Linkage Hypothesis", Quarterly Journal of Eco-
nomics 87, mayo de 1973, pp. 157-172. El último artículo provocó un simposio regular sobre la
medición del efecto de enlace con aportaciones de Prem S. Laumas, Michel Boucher, James
Riedel, Leroy P. Jones, y una réplica de Yotopoulos y Nugent en el Quarterly Journal of Eco-
nomics 90, mayo de 1976, pp. 308-343. El ensayo de Jones es particularmente digno de mención
porque resuelve al fin el problema de la medición de los efectos de enlace totales (directos e
indirectos) hacia adelante.
38 Albert Fishlow, American Railroads and the Transformation of the Ante-Bellum Economy,
Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1965; Judith Tendler, Electric Power in Brazil:
Entrepreneurship in the Public Sector, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1968; M¡-
chael Roemer, Fishing for Growth: Exported Development in Perú, 1950-1967, Cambridge,
Mass., Harvard University Press, 1970; Scott R. Pearson, Petroleum and the Nigerian Economy,
Stanford, Calif., Stanford University Press, 1970. Véase también Richard Weisskoff y Edward
Wolff, "Linkages and Leakages: Industrial Tracking in an Enclave Economy", Economic Devel-
opment and Cultural Change 25, julio de 1977, pp. 607-628.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1357

nos seminarios al respecto. Siempre que su tratamiento adecuado reque-


ría una gran cantidad de investigaciones nuevas que finalmente se reunie-
ran en un libro. Pero esa investigación y ese libro se suspendían año tras
año porque nuevos intereses reclamaban porciones crecientes de mi tiem-
po, o porque la tarea parecía formidable. Luego llegó la invitación para
aportar un ensayo a una celebración especial. En ese momento decidí
escribir un artículo, y no un libro, acerca de las cuestiones que he venido
rumiando. Por lo tanto, las páginas siguientes deben leerse como un bos-
quejo y un adelanto de lo que podría haber sido el libro, o de lo que to-
davía podría ser.

2. Los efectos de enlace. Nuevas variedades y algunas interacciones


He definido los efectos de enlace de una línea de productos como las
fuerzas generadoras de inversiones que se ponen en movimiento, a través
de las relaciones insumo-producto, cuando son inadecuadas o inexistentes
las instalaciones productivas que aportan insumos a esa línea o utilizan
sus productos. Los enlaces hacia atrás conducen a nuevas inversiones en
instalaciones proveedoras de insumos y los enlaces hacia adelante condu-
cen a nuevas inversiones en instalaciones usuarias del producto.
a) El consumo y los enlaces fiscales. Presenté el concepto de enlaces
pensando sobre todo en la industria y la industrialización porque aquí po-
dían concebirse enlaces de considerable diversidad y profundidad hacia
atrás y hacia adelante. Pero el concepto tenía también aplicaciones útiles
a la producción primaria, donde pronto se hizo evidente su conexión es-
trecha con la tesis de los productos básicos. Esta tesis, elaborada por
Harold Innis y luego desarrollada por algunos economistas e historiado-
res económicos canadienses, ha tratado de demostrar que el crecimiento
de un país "nuevo" se determina concretamente por los productos pri-
marios específicos que exporta a los mercados mundiales. Es un intento
por descubrir en detalle cómo "una cosa conduce a otra" a través de los
requerimientos y la influencia del bien básico, desde los medios de trans-
porte y los patrones de asentamiento hasta la iniciación de nuevas activi-
dades económicas. Por supuesto, el concepto original de los enlaces sólo
capta un aspecto de este proceso global, el que se relaciona más directa-
mente con la adquisición y la elaboración del propio bien básico. Pero
el concepto puede abarcar algunos aspectos adicionales importantes en
cuanto se amplía adecuadamente mediante la inclusión del ingreso. Por
una parte, los nuevos ingresos ganados en el proceso de la producción y
1358 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

la exportación del bien básico pueden gastarse inicialmente en importa-


ciones; pero estas importaciones, una vez que alcancen un volumen sufi-
ciente, podrían ser sustituidas eventualmente por industrias nacionales. Se
ha llamado con razón "enlace de consumo" al mecanismo indirecto me-
diante el cual el producto básico origina en esta forma ciertas industrias
de sustitución de importaciones,^^ en cambio, los enlaces hacia atrás y
hacia adelante más directos podrían incluirse bajo el rubro de "enlaces
de producción". Una característica notable de los enlaces de consumo es
la posibilidad de que sean negativos y no simplemente débiles o inexis-
tentes. Ahora se reconoce ampliamente que durante la primera fase de
expansión de las exportaciones de los países de la periferia no se observa
como efecto importante la creación de industrias nuevas para satisfacer
la creciente demanda de consumo sino la destrucción de las actividades
artesanales establecidas cuando se retira de tales actividades mano de
obra para la producción de bienes básicos y cuando las nuevas importa-
ciones de bienes de consumo compiten eficazmente con ellas.*" En este
punto, entre otros, el enfoque del enlace y la tesis del bien básico entran
en contacto con la tesis del desarrollo del subdesarroUo que discutire-
mos brevemente más adelante.
Otra forma importante en que una cosa puede conducir a otra es a
través de la capacidad del Estado para gravar la corriente de ingresos
que reciben del bien básico diversas partes, en particular los dueños de
las minas y las plantaciones. Si el Estado grava con impuestos estos in-
gresos y canaliza las recaudaciones hacia la inversión productiva, podre-
mos hablar de enlaces fiscales del bien básico, por oposición a los enlaces
físicos (o de producción) más directos que describí en La estrategia del
desarrollo económico.*^

'^ Por Melville H. Watkins en su conocido ensayo "A Staple Theory of Economic Growth",
Canadian Journal of Economics and PoUtical Science 29, mayo de 1963, pp. 141-158. En el
cap. 7 de ia estrategia describí el mismo fenómeno —la "absorción" mediante la industrializa-
ción de categorías sucesivas de importaciones crecientes en el curso del crecimiento encabezado
por las exportaciones—, pero no lo caractericé como un enlace.
*" Staffan B. Linder, Trade and Trade Policy jor Development, Nueva York, Praeger Pub-
lishers, 1976, pp. 143-149 y 171-172; Stephen H. Hymer y Stephen A. Resnick, "A Modal of
an Agrarian Economy with Non-agricultural Activities", American Economic Review 59, sep-
tiembre de 1969, pp. 493-506; Stephen A. Resnick, "The Decline of Rural Industry under Ex-
port Expansión: A Comparison among Burma, Phillipines, and Thailand, 1870-1938", Journal
of Economic History 30, marzo de 1970, pp. 51-73.
*^ Véase Pearson, Petroleum, pp. 46-50 pasdm. Cuando los ingresos provenientes del bien
básico van a las manos de grupos nacionales que ahorran una porción considerable, un sistema
de banca nacional centralizada podrá lograr una reorientación de la corriente de ingresos se-
mejante a la que logra el enlace fiscal. De acuerdo con una comunicación de Juan Linz este
"enlace bancario" ha tenido cierta importancia en España y ha servido para canalizar fondos
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1359

Una evaluación comparativa de la existencia, el vigor y la confiabili-


dad de estos diversos efectos de enlace aplicables a diferentes bienes bá-
sicos en diversos ambientes socioeconómicos, puede ayudarnos a entender
el proceso del crecimiento en los países de la periferia durante el periodo
del crecimiento encabezado por las exportaciones. Una ventaja considera-
ble de este enfoque es que señala desde el principio la posibilidad de
experiencias de características diferentes, de acuerdo con distintas cons-
telaciones de enlaces.
b) Condiciones favorables para el enlace fiscal. Por supuesto, la cons-
telación más favorable sería aquella en que el bien básico estuviera do-
tado al mismo tiempo de fuertes enlaces de producción, de consumo y fis-
cales. Por desgracia no es probable que se presente esta situación ideal:
una breve reflexión sugiere que a menudo sólo se puede tener una clase
de enlace a costa de otra. Por ejemplo, los enlaces fiscales han resultado
vigorosos en las actividades mineras y petroleras que tienen todas las ca-
racterísticas del "enclave". Pero el enclave se define por su ausencia de
conexión con el resto de la economía, es decir, por la ausencia de otras
clases de enlaces. Es precisamente debido a esta ausencia de enlaces que
el enclave se convierte en un objetivo obvio y relativamente fácil de las
autoridades fiscales. Siendo un cuerpo extranjero, a menudo propiedad
de extranjeros además, el enclave tiene pocos defensores de sus intereses
en cuanto tiene el Estado la voluntad y la autoridad de desviar hacia sus
propios fines una porción de la corriente de ingresos que allí se origina.
Consideremos, por otra parte, una actividad productiva dotada de
numerosos contactos directos con el resto de la economía a causa de la
existencia de fuertes enlaces hacia atrás y hacia adelante, o más simple-
mente porque se realiza en la región central de un país, por productores
íntimamente ligados a una densa red de distribuidores y habitantes ur-
banos. Es claro que con tantos amigos en la corte no es probable que
esta actividad se vea sometida a una tributación especial y cuantiosa. Re-
cordamos aquí la situación de los países cultivadores de café, como el
Brasil y Colombia. En ambos países el café ha sido decisivo para la crea-
ción de patrones de asentamiento, redes de transportación y enlaces de
consumo, pero ha generado una aportación fiscal sólo muy tarde en su
historia como bien básico de exportación, y entonces sólo como resultado
casual de políticas económicas originalmente dirigidas hacia fines muy
de los exportadores de cítricos y de minerales hacia el sector industrial. Otra nota: no es ab-
soluta la oposición señalada entre el enlace fiscal y el enlace físico, pues es enteramente con-
cebible que un gobierno utilice las recaudaciones provenientes de una actividad económica dada
para establecer una industria conectada, hacia atrás y hacia adelante, con esa actividad.
1360 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

diferentes y a veces aun opuestos. Tanto en África como en la América


Latina algunas políticas adoptadas para ayudar a los cultivadores de café,
cacao y otros productos básicos, aislándolos de los precios deprimidos
del mercado mundial, se convirtieron más tarde en instrumentos que per-
mitieron el cobro de impuestos a los mismos cultivadores, y estas recau-
daciones fiscales se dedicaron luego parcialmente al financiamiento de
actividades de desarrollo.*^
Si es cierto que los enlaces fiscales suelen asociarse a la falta de en-
laces físicos y de consumo, y viceversa, nos preguntamos luego cuál con-
junto de dotaciones de enlaces es más favorable. La respuesta es comple-
ja, ya que depende de la rapidez y el vigor con que tiendan a aparecer
los diversos enlaces. Aquí sólo podremos examinar algunos de los fac-
tores pertinentes para tal comparación.
El enlace fiscal depende de la disposición y la capacidad de los go-
biernos nacionales para gravar los ingresos originados en la minería y
las empresas similares de tipo de enclave, o para participar de algún
otro modo en tales ingresos. Esta propensión a gravar y a convertirse en
dueño se ha fortalecido notablemente desde que la descolonización y
otros desarrollos políticos han establecido el Estado en Asia, África y la
América Latina como un actor dotado de cierta autonomía. En consecuen-
cia, las perspectivas de desarrollo de los países dotados de recursos na-
turales no renovables son ahora muy diferentes de lo que eran bajo el
colonialismo y la primera expansión capitalista.
Como he sugerido antes, el enlace fiscal tiene mayores probabilida-
des de surgir cuando son extranjeros los dueños de los recursos del en-
clave, por la misma razón de que se grava con mayor facilidad un enclave
que una actividad dotada de una densa red de enlaces: es más fácil gra-
var a una compañía extranjera que a los ciudadanos nacionales que ade-
más de ser dueños de los recursos probablemente serán también adminis-
tradores o "dueños" del gobierno. Por ejemplo, las minas de nitrato y
de cobre de Chile, propiedad de extranjeros, hacían aportaciones cuantio-
sas al Estado chileno durante los primeros decenios de este siglo, mien-
tras que las grandes plantaciones de cacao ecuatorianas, de propiedad na-
cional, crearon una bonanza que beneficiaba primordialmente a un pu-
ñado de familias de Guayaquil que controlaban el gobierno ecuatoriano
desde París, donde se habían asentado para gastar sus fortunas en forma
agradable y rápida."

■** Véase también la p. 1373.


*^ No se ha escrito aún la historia de este episodio. Mis fuentes son las conversaciones sos-
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1361

Pero la parte chilena de esta historia nos hace recordar que la capa-
cidad para gravar el enclave no es una condición suficiente para un cre-
cimiento económico vigoroso. Para que el enlace fiscal se convierta en
un mecanismo de desarrollo eficaz debe combinarse la capacidad para
gravar con la capacidad para invertir productivamente. Aquí reside pre-
cisamente la debilidad del enlace fiscal por comparación con los enlaces
más directos de producción y consumo. En el último caso las líneas de
producción existentes o las importaciones que pueden sustituirse señalan
las tareas que deberán emprenderse en seguida, mientras que no existe
tal orientación cuando se capta una porción de la corriente de ingreso
ganada en el enclave para irrigar otras esferas de la economía. De aquí
surge la posibilidad de una inversión defectuosa o de una gran filtración
en el proceso: por ejemplo, es posible que los fondos captados sólo gene-
ren un crecimiento de la burocracia. En estos términos ha sido analizada
la experiencia chilena con los nitratos y el cobre antes de 1930,** mien-
tras que una revisión del auge del guano peruano abortado a mediados
del siglo XIX ha señalado como principal culpable a las inversiones fe-
rroviarias mal aplicadas.*' Por mucho que se inclinen ahora los gobier-
nos a gravar la corriente de ingresos originada por el bien básico de ex-
portación, el éxito del enlace fiscal continúa afectado por dificultades
similares. Repetimos que esto ocurre no porque se "derrochen" siempre
los fondos en manos de los gobiernos sino porque las tareas asumidas
por los gobiernos mediante el enlace fiscal son intrínsecamente más di-
fíciles que las que suele asumir el capital privado, en unión con los en-
laces físicos y de consumo.
Mientras se requieran la capacidad para gravar y la capacidad para

tenidas con el profesor Frank Fetter y con algunos descendientes de los plantadores de cacao
de Guayaquil: sus padres y sus abuelos hubieron de retornar al Ecuador tras haber sido arrui-
nados por la plaga de la escoba de bruja que destruyó las plantaciones de cacao, así como por
la depresión de los años treinta.
■** Aníbal Pinto, Tres ensayos sobre Chile y América Latina, Buenos Aires, Solar, 1971,
pp. 71 Si. En un ensayo escrito por Carmen Carióla y Osvaldo Sunkel se demuestra que la
minería de los nitratos produjo considerables enlaces no fiscales: "La expansión salitrera y sus
repercusiones sobre la economía agraria en el periodo 18801930", octubre de 1974, Proyecto
de Historia Económica del Comité Conjunto para Estudios Latinoamericanos (Consejo de In-
vestigación en Ciencia Social y Consejo Norteamericano de Sociedades Ilustradas).
*5 Véase Shane J. Hunt, "Growth and Guano in Nineteenth-Century Perú", ensayo para
discusión núm. 34, Programa de Investigación del Desarrollo Económico, Universidad de Prin-
ceton, febrero de 1973. Este ensayo se escribió en parte como una refutación de la opinión an-
terior, expuesta en el cap. 2, "Perú in the Guano Age", del libro de Jonathan V. Levin, The
ExpoTt Economies, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1960, en el sentido de que las
recaudaciones provenientes del guano se disiparon en gran medida en importaciones de lujo
y remisiones de utilidades.
1362 EL TRIMESTRE ECONómCO

invertir productivamente para que el enlace fiscal pueda ser considerado


como un mecanismo eficaz, será fácil afirmar que estas dos habilidades
deben ser adquiridas por el Estado al mismo tiempo. Habiendo subraya-
do tanto la probabilidad como las formas del crecimiento desequilibrado,
yo me abstendría de esa clase de consejo y examinaría en cambio los
problemas y las ventajas relativas de los caminos de crecimiento des-
equilibrados más probables. Se puede distinguir, como lo hice en La es-
trategia. .., entre una secuencia ordenada o tolerante y una secuencia des-
ordenada o compulsiva.**
Podemos afirmar que la vía desequilibrada es más ordenada cuan-
do la capacidad para gravar se desarrolla antes que la capacidad para
invertir y se recaudan ingresos fiscales antes de que las autoridades hayan
preparado un conjunto bien considerado y mesurado de proyectos de in-
versión. En los casos extremos de este desequilibrio gran parte del ingreso
se acumula en forma de divisas, como ocurre ahora en los países pe-
queños que son grandes productores de petróleo. En las situaciones de
menor abundancia, como la de Chile a principios de este siglo, la des-
proporción entre el ingreso que se recibe y la capacidad para invertirlo
productivamente en la economía nacional tenderá a reflejarse en el cre-
cimiento de la burocracia, los servicios sociales más abundantes y con
frecuencia poco realistas, el gasto en armamentos y otras inversiones de
desperdicio y en la balanza de pagos en un incremento de las importa-
ciones de bienes de consumo. El problema de este desequilibrio es que no
se corrige por sí solo: la burocracia, los servicios sociales y aun las in-
versiones públicas improductivas pueden expandirse durante un tiempo
considerable, y es escasa la presión que se ejerce sobre el gobierno para
que desarrolle sus capacidades empresariales. Por lo que toca a la expan-
sión de la burocracia y de los servicios sociales, existe por lo menos la
posibilidad de que las mayores importaciones de bienes de consumo que
generará probablemente esta expansión se traduzca finalmente en la for-
mación de algunos enlaces de consumo. En esta forma el gasto de las
recaudaciones fiscales en tales fines "improductivos" puede ser un mal
menor que su gasto en proyectos de inversión supuestamente productivos
que se convierten en fracasos.
En el otro modelo la motivación del gobierno para desarrollar algún
sector de la economía distinto del de los bienes básicos supera su capaci-
dad para captar impuestos provenientes de las exportaciones. El resul-
tado obvio de esta situación es una inflación inducida por el gasto defi-
<• Hirschman, Strategy, pp. 78-83, 86-96 passim.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1363

citario o la expansión crediticia. Aunque está erizada de peligros sociales


y políticos esta clase de situación de desequilibrio contiene por lo menos
cierto estímulo hacia el equilibrio a un nivel más alto: la propia infla-
ción puede actuar como un argumento poderoso en favor de la genera-
ción de mayores recursos fiscales y la obtención de financiamiento ex-
tranjero. Esta vía desequilibrada más compulsiva caracteriza los países
cuyos bienes básicos de exportación están en manos de empresarios na-
cionales que saben resistirse a la tributación. La experiencia brasileña de
los años cincuenta constituye una ilustración típica de esta situación.
Hasta aquí el enlace fiscal se restringe a la participación directa del
Estado en la corriente de ingresos generada por el sector exportador. El
Estado puede obtener ingresos en una forma más indirecta mediante la
imposición de aranceles a las manufacturas importadas por un país que
ve expandirse su comercio de exportación de productos primarios. Esta
extracción indirecta ha sido el procedimiento más comúnmente empleado
para que el Estado obtenga ingresos, y en efecto ha sido la base de las fi-
nanzas públicas en la etapa inicial del crecimiento encabezado por las ex-
portaciones siempre que el Estado ha sido demasiado débil frente a los
productores de bienes básicos, para insistir en un enlace fiscal directo. En
general los ingresos recaudados de manera indirecta han pagado una ex-
pansión de las funciones y los servicios gubernamentales. También han
servido a menudo para proveer inversiones de infraestructura para la ma-
yor expansión de las exportaciones primarias; en esta forma han acentua-
do el carácter colonial de las economías en cuestión, mientras que las in-
versiones financiadas con el enlace fiscal directo se han emprendido de
ordinario para el propósito contrario, es decir, para diversificar la econo-
mía contra el producto básico de exportación dominante.*'
c) Los enlaces hacia adelante como desventajas. Aunque menos pro-
blemáticos que los enlaces fiscales, los enlaces de la producción y el
consumo no son en modo alguno del todo directos y uniformemente con-
fiables. En mi tratamiento original de este tema señalé la relación entre el
tamaño del mercado y el tamaño económico de la planta como la varia-
ble fimdamental que despertaría el espíritu de empresa privado o público
que se necesita para aprovechar las oportunidades de inversiones de en-
laces hacia atrás y hacia adelante, y de sustitución de importaciones. Sin
embargo, la reflexión y la observación posteriores han puesto en claro

••' Véase Thomas B. Bimberg y Stephen A. Resnick, Colonial Development: An Econome-


tric Stiídy, Nueva Haven, Conn., Yale University Press, 1975.
1364 EL TRIMESTRE ECONómCO

que también intervienen otras variables que ayudan a explicar la rapidez


diferente de la aparición de estas inversiones.
Una de tales variables es el grado de "enajenación" tecnológica de
las nuevas actividades económicas en relación con las actividades ya exis-
tentes. En un ambiente donde los enlaces hacia atrás se originan primor-
dialmente entre los propietarios-administradores de la actividad existente
es de esperarse que tales enlaces sean débiles si el insumo requerido pro-
viene de una industria cuyo proceso y cuya técnica sean totalmente des-
conocidos para estos administradores. Así pues, es posible que la dinámi-
ca del enlace se frustre a causa de las dificultades de un salto tecnológico
cuya magnitud difiere entre las diversas industrias: es mayor en el caso
de los textiles, por ejemplo, que en los casos de las industrias de la me-
talurgia y la química.**
En el caso de las materias primas agrícolas e industriales es casi siem-
pre grande la magnitud del salto tecnológico para el enlace hacia atrás
porque en las condiciones modernas la técnica de cultivo del trigo, el café
o la caña de azúcar tiene muy poco en común —excepto por lo que toca a
las semillas o la recolección— con la técnica de la fabricación de las
herramientas o los fertilizantes sintéticos utilizados como insumos por los
cultivadores. Lo mismo se observa en muchos de los enlaces hacia ade-
lante que en potencia son tan importantes para el desarrollo económico
dependiente de productos básicos. El molido, la refinación y otras indus-
trias de procesamiento suelen ser extraños para el bien básico desde el
punto de vista tecnológico. Es probable que la razón principal de la difi-
cultad del establecimiento de industrias de enlace hacia atrás y hacia ade-
lante a partir de los productos básicos no sea la existencia de menores
efectos de enlace en la agricultura que en la industria —como sostuve
originalmente— sino que tales enlaces apuntan en gran medida hacia
industrias cuyas tecnologías son extrañas para el cultivador del producto
básico.** En consecuencia, estas industrias se desarrollan durante largo
tiempo en el exterior, donde además suelen estar protegidas con el co-
nocido patrón arancelario que propicia altas tasas efectivas.

*8 He explicado este asunto más extensamente en "The Political Economy of Import-subs-


tituting industrialization ¡n Latin America", 1968, reproducido en Bias for Hope. En el caso
de la agricultura la enajenación tecnológica se combina a menudo con otros obstáculos para
los enlaces hacia atrás o hacia adelante buscados por los propios productores; entre estos obs-
táculos se encuentran la necesidad de grandes cantidades de capital por efecto de los reque-
rimientos de la escala y la falta de acceso al mercado y de conocimientos de comercialización.
■*' Por supuesto hay algunas excepciones: en muchas zonas donde se cultiva el café los
sacos en que se transportan las vainas están hechos con las fibras de agaves cultivados por el
agricultor en los bordes de sus plantaciones de café.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1365

Por supuesto, las industrias de procesamiento se han establecido cer-


ca de las áreas de cultivo cuando han sido indispensables para la prepa-
ración del producto cosechado que se destina a los mercados mundiales.
La existencia de enlaces hacia adelante de esta clase ha dependido más de
las características técnicas inmutables del producto que de la elección em-
presarial. Un ejemplo obvio es la caña de azúcar, que, a fin de maximizar
el rendimiento de azúcar, debe ser molida a la mayor brevedad posible des-
pués de la recolección, y que es demasiado voluminosa para transportarla
a grandes distancias. Un ejemplo más apropiado aún es el transporte de
plátanos en cajas de cartón, iniciado durante los años sesenta. Antes se
transportaba siempre la fruta en racimo, de modo que el plátano era pro-
bablemente el bien básico de exportación de menor valor agregado des-
pués de la cosecha. El embarque en cajas generó ventajas considerables
en términos de velocidad de carga y descarga; además ahorró espacio de
carga y peso, debido en parte al hecho de que el peso del tallo inútil re-
presenta cerca de 15 % del total. Además, la labor de empaque de los
plátanos en cajas de cartón proveyó empleo en los países exportadores, y
la necesidad de las cajas implicó un estímulo para sus industrias de pulpa
y papel. Pero la decisión de utilizar las cajas derivó exclusivamente de
la necesidad de encontrar algún procedimiento para evitar el maltrato
de la fruta durante el transporte, luego de que la ruda variedad Gres
Michel fue sustituida por la variedad Cavendish, más delicada. A su vez,
el uso de esta última variedad había resultado necesario ante la destructi-
va enfermedad de Panamá, contra la cual no tenía defensa la variedad
Gros Michel a pesar de los esfuerzos de control prolongados y caros.^°
La reacción normal y muy justificada ante esta historia es lamentar
la incapacidad de los países en desarrollo para aprovechar oportunidades
tan sencillas, obvias y útiles de los enlaces hacia adelante, excepto en con-
diciones de necesidad tecnológica inevitable, y para buscar arreglos ins-
titucionales y alicientes económicos que faciliten la percepción y el apro-
vechamiento de tales oportunidades. Pero el ejemplo anterior de la caña
de azúcar indica una moraleja diferente: en virtud de que las operacio-
nes de procesamiento y los enlaces hacia adelante en general tienden a
ser tecnológicamente extraños al bien básico, cuando estas operaciones
surgen a causa de requerimientos inevitables de la tecnología de un bien
básico de exportación tienden a ser emprendidas y controladas por gru-
'" Véase R. E. Evenson, J. P. Houck Jr. y V. W. Ruttan, "Technological Change and Agri-
cultura! Trade: Three Examples —Sugarcane, Bananas, and Rice", The Technology Factor in
Intemalional Trade, R. Vemon (comp.), Nueva York, Columbia University Press, para la Ofi-
cina Nacional de Información Económica, 1970, pp. 442451.
1366 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

pos distintos de los cultivadores del bien básico, quienes se ven así rele-
gados más firmemente a su papel agrícola. El cultivador de caña de azú-
car o de arroz que entrega su cosecha a la refinería de azúcar o al mo-
lino de arroz que están en manos de "otros" queda efectivamente separado
de todas las actividades económicas posteriores relacionadas con su pro-
ducto. Desde este punto de vista empieza a observarse, paradójicamente,
que resulta preferible la menor existencia posible de estos enlaces hacia
adelante en el caso de los bienes básicos. Es posible que resulten más
favorables las condiciones para el desarrollo de la iniciativa empresarial
entre los cultivadores del bien básico cuando éste requiere sólo unas cuan-
tas operaciones sencillas, tales como el secado y ensacado a fin de prepa-
rarlo para el mercado, y cuando no tiene que recurrirse al transporte aje-
no. Por ejemplo, cuanto mayor sea el valor del bien básico por unidad
de peso más le convendrá al cultivador, o a un miembro de su familia,
llevarlo al mercado. En ausencia de industrias refinadas de enlace hacia
adelante, basadas en tecnología extranjera y probablemente administra-
das por empresarios ajenos, el propio cultivador del bien básico puede
participar en las operaciones no industriales más accesibles hacia adelan-
te, tales como la transportación, el comercio y las finanzas; el cultivador
o un miembro de su familia pueden especializarse en estas funciones, y a
partir de una base fuerte en este renglón podrá contribuir eventualmente
al desarrollo industrial mediante el aprovechamiento de las oportunidades
de enlaces de consumo que puedan aparecer tras el auge del bien básico.
Esto corresponde sustancialmente a la historia de la expansión comercial,
urbana, y aun industrial, por la vía de la sustitución de importaciones, que
siguió a las exportaciones de café en las regiones de Sao Paulo y Antio-
quia del Brasil y Colombia. También se aplica a la falta de desarrollo
acumulativo que ha caracterizado la carrera de bienes básicos, tales como
la caña de azúcar, el cacahuate y el algodón: en estos casos las industrias
ajenas de enlace hacia adelante de la refinación y el molido, o la necesi-
dad de una transportación especializada —y por tanto ajena— a causa de
la distancia y el volumen del bien básico (cacahuate), impidió al pro-
ductor agrícola toda nueva participación en esas industrias.'^
He señalado que el enlace fiscal tiene mayores probabilidades de apa-
°^ Durante las discusiones anteriores algunos observadores señalaron que la especialidad en
la producción de bienes básicos para la exportación condujo en muchas zonas subdesarrolladas
a un desarrollo no acumulativo, "de una sola vez". Esta posibilidad intermedia —que es una
realidad en muchos países— se ha olvidado a medida que se ha centrado la discusión en las
opciones: empobrecimiento o desarrollo acumulativo. Véase en particular H. Myint, Economic
Theory and the Underdeveloped Countríes, Londres, Oxford University Press, 1971, caps. 3 y
4 (publicados originalmente como artículos en 1954).
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1367

recer cuando un bien básico es un enclave verdadero y por lo tanto ca-


rece de otros enlaces de cualquier clase. Ahora vemos también que la
ausencia de un enlace —un enlace hacia adelante tecnológicamente com-
plejo y por tanto ajeno— crea condiciones favorables para otra clase de
enlace, más difuso, a medida que los cultivadores de bienes básicos des-
arrollan la iniciativa empresarial necesaria para el crecimiento acumula-
tivo del comercio y otras actividades económicas alrededor de tales bie-
nes. Forzando las cosas sólo un poco podríamos afirmar que los enlaces
fiscales y de consumo tienen mayores probabilidades de aparecer en au-
sencia de algunos otros enlaces.

3. Enlaces: Una definición más amplia y una nueva subdivisión


Los diversos enlaces y sus interacciones han asumido ya un carácter
y una importancia nuevos. Vemos ahora que constituyen una estructura
capaz de generar caminos alternativos hacia el desarrollo o el subdesarro-
Uo para los diversos exportadores de bienes básicos. En otras palabras,
algunas de las características principales del desarrollo de un país en el
periodo del crecimiento encabezado por las exportaciones pueden descri-
birse en términos de los enlaces derivados de su bien básico. Por lo tanto,
cabe preguntarse por qué ocurre esto y cómo podrá desarrollarse en ma-
yor medida la estructura.
Los enlaces constituyen gran parte de la experiencia del desarrollo
por una razón que ya ha sido señalada: el desarrollo es esencialmente
el indicador de la forma en que una cosa conduce a otra, y los enlaces
son ese indicador desde un punto de vista específico. Los enlaces se cen-
tran en ciertas características inherentes a las actividades productivas que
ya están en proceso en cierto momento. Dadas sus características estas
actividades empujan —o más modestamente invitan— a algunos opera-
dores a asumir nuevas actividades. Siempre que así ocurra existirá un en-
lace entre la actividad existente y la nueva. Todos nuestros enlaces ante-
riores caben en esta definición.
Con esta generalización del concepto del enlace puede sugerirse una
nueva subdivisión. Por una parte hay situaciones en las que los mismos
operadores económicos que ya participan en la actividad existente son
impulsados a emprender la actividad adicional; este es el enlace debido
a los participantes, o "enlace interno". Por otra parte, es posible que el
impulso para la realización de actividades nuevas no lo experimenten
tanto quienes participan en la actividad existente como otros agentes. Por
1368 EL TRIMESTRE ECONómCO

ejemplo, la actividad existente podría ser realizada por operadores eco-


nómicos nacionales, mientras que la actividad nueva sería asumida por
extranjeros o por el Estado. Este es el enlace a través de agentes exterio-
res, o "enlace externo".
Excepto por lo que toca al enlace fiscal, que es un enlace externo por
definición, la nueva subdivisión se superpone a todas las categorías de
enlaces antes mencionadas. En particular, los enlaces hacia adelante y
hacia atrás pueden ser externos o internos. En este último caso nos en-
contramos en presencia de la integración vertical. Con esta nueva termi-
nología podemos presentar una formulación compacta de diversas propo-
siciones acerca de los patrones de desarrollo y generar hipótesis nuevas
en el proceso. Por ejemplo: a) si la actividad es tecnológicamente ajena
a la actividad existente el enlace interno afrontará grandes dificultades;
b) los países que se industrializan en el siglo XX tienden a mostrar una
preferencia particularmente marcada por los enlaces internos sobre los
enlaces externos; así surge la conjetura de que c) el proceso de industria-
lización de estos países afronta problemas especiales y quizá discontinui-
dades siempre que los pasos siguientes del proceso de desarrollo requie-
ren, o se cree que requieren, una inyección masiva de tecnología ajena.^^
Un uso más general de las nuevas categorías de enlaces es el examen
de las ventajas y las desventajas de cada una de ellas para el desarrollo.
Por ejemplo, el enlace externo tiene la ventaja de movilizar agentes nue-
vos y de impedir una concentración excesiva de la riqueza y el poder
económicos, mientras que el enlace interno tiene la ventaja de desarrollar
las iniciativas empresariales de los agentes más antiguos y permitir el
abandono de sus actividades actuales. Es probable que el balance de estas
ventajas y desventajas en cada caso revele mucho acerca de los diversos
perfiles del desarrollo y acerca de las oportunidades perdidas o aprove-
chadas. En la discusión siguiente revisaremos otras variedades de los en-
laces internos y externos.
a) El enlace interno: invitación a la movilidad espacial. Existe un en-
lace siempre que una actividad origina presiones económicas o de otra
clase que conducen a la realización de una actividad nueva. Pero ¿cómo

°^ La proposición a) apareció antes en este ensayo: la proposición b) se encuentra en mi


ensayo "Political Economy of Import-substituting industrialization in Latín America", y la
proposición c) desempeña un papel importante en el análisis que hace Guillermo O'Donnell de
los fundamentos económicos del autoritarismo burocrático en la América Latina. Véase su ar-
tículo "Reflexiones sobre las tendencias generales de cambio en el Estado burocrático-autorita-
rio", mimeografiado, Buenos Aires, CEDES, agosto de 1975. Apareció una versión en inglés, un
poco modificada, en Latín American Research Review 13, 1978, pp. 3-38.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1369

se define la novedad? Hasta ahora, como en los casos de los enlaces ha-
cia adelante y hacia atrás, se ha entendido la novedad como una clase
nueva de actividad productiva y, específicamente, como una actividad
que genera un producto nuevo. Con el concepto de enlace más amplio
podría definirse también una actividad nueva como aquella que genera
el mismo producto que antes pero se realiza en un lugar nuevo. Por lo
tanto puede afirmarse que existe un enlace interno cuando ciertas carac-
terísticas de la actividad existente imponen o invitan a algunos de sus ope-
radores, o a todos ellos, a trasladarse a otro lugar aunque no planeen, por
lo menos al principio, emprender una actividad nueva.
Las observaciones de Clifford Geertz sobre Indonesia hacen una apor-
tación considerable al análisis de esta clase de proceso.*^ El productor de
arroz javanés, que vive en medio de campos cuidadosamente preparados
durante muchas generaciones, se aferra a su parcela de tierra con la ma-
yor tenacidad. Geertz ha contrastado la inmovilidad resultante del agri-
cultor javanés con la movilidad de los cultivadores de las islas exteriores,
quienes desarrollan de ordinario la agricultura de roza y quema. Resul-
taron de aquí dos patrones de explotación colonial muy diferentes: en
Java pudo obligarse al cultivador de arroz a dedicar una parte de su tie-
rra al cultivo de la caña de azúcar para entregarla a las refinerías de
propiedad holandesa, mientras que en las islas exteriores los colonizado-
res no pudieron utilizar este sistema conveniente de producción indirecta.
Por el contrario, establecieron y administraron sus propias plantaciones
de café, té y caucho. Así pues, el modo de producción agrícola prexistente
tuvo consecuencias importantes para la forma de la explotación colonial:
en Java el colonizador penetró virtualmente en cada uno de los hogares
campesinos, mientras que en las islas exteriores se hizo sentir mediante la
creación de enclaves. Estas diferencias determinaron también las diferen-
cias observadas en la descolonización: en Java se tradujo en un retorno al
cultivo del arroz de la mayor parte de la tierra dedicada a la caña de
azúcar; en cambio, las plantaciones de las islas exteriores se expropiaron
pero continuaron produciendo los mismos cultivos, en su mayor parte
para la exportación, como antes.
Las características señaladas por Geertz ayudan sobre todo a entender
los patrones específicos de la colonización y la descolonización, pero tam-
bién son importantes para la determinación de las perspectivas del des-
arrollo. La tenacidad con la que se aferra a su tierra el cultivador de
*' Clifford Geertz, Agrícultural Involution: The Processes of Ecological Change in Indone-
sia, Berkeley, University of California Press, 1963.
1370 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

arroz javanés se debe en parte a su esperanza de que cierto cuidado adi-


cional en el mantenimiento de las terrazas, los pozos de riego y los mon-
tículos protectores de las plantas, al igual que los esfuerzos especiales
en materia de escarda y otras actividades semejantes, logren aumentar
los rendimientos en la medida necesaria para alimentar a su creciente fa-
milia. Mientras que la planta de arroz, con su infraestructura refinada,
ha recibido a través de los siglos, y todavía recibe y necesita, "una aten-
ción tierna, amorosa", también ha respondido y responde a tal cuidado
casi indefinidamente. En términos económicos esto equivale a afirmar que
la productividad marginal del trabajo utilizado en el cultivo del arroz
declina muy lentamente y que quizá se percibe con una pendiente des-
cendente menor aún de la que en realidad tiene. Estas características han
contribuido a la inmovilidad del cultivador de arroz javanés y a la acu-
mulación enorme de la población en el campo. También ayudan a enten-
der la facilidad con que han aprovechado los extranjeros, sobre todo los
chinos, las oportunidades existentes en la isla para el comercio y otros
servicios.
Un producto o bien básico con las características opuestas sería aquel
cuya producción por unidad de insumo de mano de obra disminuyera rá-
pidamente a medida que se provee más mano de obra. En el caso de tal
producto no puede absorberse en el área de asentamiento un aumento
demográfico en el campo, de modo que tal fenómeno tenderá a generar
una rápida migración a las ciudades o la apertura de tierras nuevas.
Un ejemplo de tal situación son los cultivos de árboles tales como el
café y el cacao, que una vez plantados sólo requieren —además de la
recolección— una cantidad moderada y no muy variable de poda y es-
carda (el fertilizante es primordialmente un insumo de capital).
Además, en algunos casos el café ha producido el agotamiento del
suelo, lo que hace declinar inesperadamente la productividad de la mano
de obra sin ningún aumento de su insumo. En el Brasil existe un contras-
te notable entre el agotamiento del suelo de las plantaciones de café del
Valle de Paraíba, cerca de Río de Janeiro, en la segunda mitad del si-
glo XIX, y la productividad constante durante un siglo de las tierras cañe-
ras de la zona da mata del nordeste. Así se explica en parte por qué los
barones del azúcar del nordeste nunca participaron en otras actividades
económicas, mientras que los plantadores de café de las cercanías de
Río, a pesar de su expectativa y su intención clara de convertirse en due-
ños de plantaciones sedentarias que les produjeran una vida de ocio, se
vieron obligados a mirar más allá, establecer plantaciones nuevas en el
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1371

estado de Sao Paulo y, en el proceso, a emprender tareas de transporta-


ción, comunicación y comercio."
La lección implícita en estos ejemplos no es que la erosión sea buena
para el desarrollo, aunque tal puede ser su efecto si hay tierras fértiles
que puedan abrirse al cultivo en zonas muy cercanas a las erosionadas. La
lección es más bien que el juicio de valor profundamente arraigado en
el mundo occidental, según el cual la agricultura sedentaria constituye un
avance enorme frente a las formas de vida más móviles, debe ser cuestio-
nado cuando se aplica fuera de su contexto original, la revolución neolí-
tica. Por lo menos no es cierto que cuanto más sedentaria es mejor. Así
lo vemos en la comparación de los cultivadores migrantes de café y cacao
de Colombia, el Brasil, Nigeria y Ghana, con las situaciones en que el
producto básico encajó perfectamente en el modo de producción agrícola
existente.""* Esta última condición es característica de la caña de azúcar en
Java, como acabamos de decirlo, así como del algodón en Egipto, el ca-
cahuate en el norte de Nigeria, quizá el café en Uganda, etcétera. En estas
situaciones el producto básico es cultivado por un campesinado bien asen-
tado que le hace lugar en la tierra que antes no se cultivaba o se dedicaba
a cultivos alimentarios y las técnicas de cultivo son similares a las que ya
se usan."' El producto básico encaja dentro del patrón existente de produc-
ción, asentamiento y habilidad con un mínimo de perturbación y también
con un mínimo de desarrollo acumulativo. Dependiendo de las circuns-
tancias sociales, demográficas y políticas el resultado para los cultivado-
res varía ampliamente, desde el patrón javanés de empobrecimiento hasta
el desarrollo "de un solo golpe". Cualquiera que sea el resultado efectivo

** Pedro Calmen, Historia do Brasil, Sao Paulo, Companhia editora nacional, 1947, 4, pá-
ginas 384-386, citado en Wairen Dean, "The Planter as Entrepreneur: The Case of Sao Paulo",
Hispanic American Historical Review 46, mayo de 1966, p. 146.
^^ Este es el factor subrayado por Robert Baldwin en un artículo donde examina, sobre
todo en el caso de África, por qué los bienes básicos de exportación no han conducido a un
crecimiento acumulativo. La opción —o mejor dicho, el dilema— que describe se plantea
entre los enclaves mineros, donde existe una escala de habilidades pero que sólo está al alcance
de una población muy pequeña, y los bienes básicos agrícolas que no permiten la adquisición de
habilidades nuevas. En mi opinión Baldwin exagera la importancia de la adquisición de habili-
dades específicas y olvida el incremento de la competencia general, la versatilidad y el empuje
empresarial que pueden derivar de la migración y la movilidad geográfica. Cuando el factor
decisivo es la movilidad más bien que la adquisición de habilidades parece más brillante la
perspectiva del desarrollo (véase Robert E. Baldwin, "Export Technology and Developmnt
from a Subsistence Level", Economic Journal 73, mar?;o de 1963, pp. 80-92).
^^ Véanse los datos de Ghana y Nigeria en Polly Hill, Migrant Cocoa Farmers of Southern
Ghana, Cambridge, Cambridge University Press, 1963, y Sara S. Berry, Cocoa, Custom. and So-
cio-Economic Change in Rural Western Nigeria, Londres, Oxford University Press, 1973, pp 75-
78, donde se indican varias de las ventajas que tienen los migrantes sobre los agricultores locales.
1372 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

la iniciativa del desarrollo acumulativo debe originarse en otra parte, es


decir en un enlace externo.
b) El enlace externo: la provisión de bienes públicos por el Estado. A
primera vista parecería mucho pedir que nuestro enfoque hiciera alguna
aportación a este tema. No hay dificultad para advertir cómo pueden
contribuir las características específicas de los bienes básicos de exporta-
ción a la propensión y la capacidad de los propios cultivadores de bienes
básicos para realizar nuevos movimientos de desarrollo. Pero ¿cómo po-
drían relacionarse tales características con el comportamiento de otros ac-
tores, tales como las clases comerciales e industriales, los inversionistas
extranjeros o el Estado? En realidad recordaremos que un tipo de com-
portamiento de desarrollo por parte del Estado, su propensión a gravar
el bien básico, se ha relacionado ya con características de los bienes bá-
sicos tales como la falta de enlaces directos con el resto de la economía.
Por supuesto, esperamos que un Estado con mentalidad de desarrollo haga
algo más que cobrar impuestos. Como lo he señalado, un Estado que sólo
sepa cómo gravar un bien básico puede encontrarse muy lejos de una con-
tribución eficaz al desarrollo.
Es en efecto concebible que la participación contraria sea un conducto
mejor para que el Estado adquiera capacidad para promover el desarro-
llo. En otras palabras, en lugar de gravar a los cultivadores de los bienes
básicos, es posible que el Estado se vea impulsado de algún modo a ayu-
darlos. Si esto ocurre entrará un actor nuevo al escenario del desarrollo.
Este podría ser otro caso del desarrollo de un solo golpe: es concebible
que el Estado se encargue de una tarea específica para la que se encuen-
tre peculiarmente dotado, y que este sea el final de la historia. Pero es
posible también, y probable en ciertas circunstancias, que el Estado —por
haber intervenido con éxito en un sector de la economía— adquiera la
capacidad y la inclinación necesarias para hacerse cargo de los avances
de otros sectores o de la economía en general."
Así pues, ¿cuáles son las condiciones en que el Estado se verá impul-
sado a tales actividades de asistencia? Es muy probable que esto ocurra
en relación con los servicios requeridos por los cultivadores de bienes
básicos, cuya obtención individual, o aun cooperativa, les resulta difícil
o imposible. Estas condiciones señalan hacia el dominio de los bienes
públicos que debe dar el Estado, porque éste es el único que puede
hacerlo.

" Véase Judith Tendler, "Technology and Economic Development: The Case of Hydros vs.
Thermal Power", Political Science Quarterly 80, junio de 1965, pp. 236-253.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1373

Hay muchos bienes públicos o semipúbUcos de esta clase, bien cono-


cidos, desde la energía, los transportes y el riego, hasta la educación y la
salud pública. A menudo designados como "infraestructura", como si
fuesen condiciones necesarias para las actividades más directamente pro-
ductivas, estos bienes se han dado más frecuentemente en respuesta a
demandas urgentes emanadas de tales actividades y de su necesidad de
consolidación, su mayor rentabilidad y su nueva expansión."*
En el caso de los bienes básicos los más importantes de tales bienes
públicos son la transportación y el riego, así como el control de enferme-
dades y plagas. Este último es particularmente típico del fenómeno de
enlace aquí descrito: una característica del bien básico —su susceptibili-
dad a la enfermedad y la infestación—, combinada con el hecho de que
el éxito en la erradicación o el control requiere una acción correctiva en
un área grande, significa que siempre que están implicados muchos pro-
ductores tal acción sólo puede emprenderla una autoridad dotada de fa-
cultades coercitivas. Esta fue precisamente la situación que condujo a
una expansión del papel del gobierno en Egipto, a fines del siglo XK,
cuando se vio amenazado el algodón, el principal producto básico del país,
por la infestación del gusano rosado. De acuerdo con un estudio reciente
esta expansión del papel del gobierno ocurrió a pesar de que "se oponía
en gran medida a la inclinación de muchos de los administradores bri-
tánicos, en particular de Lord Cromer, . ."* Naturalmente, cuando la ex-
pansión del papel del Estado ocurre en condiciones coloniales en que los
colonizadores tienen una imagen clara de su responsabilidad y sus lími-
tes, se frenarán gravemente los efectos acumulativos que de otro modo
pudieran esperarse de tal participación nueva del Estado en la economía.
En el caso del riego, la hipótesis de que el Estado puede orientarse más
hacia el desarrollo y el servicio público a resultas de la práctica en la
aportación de ciertos servicios públicos útiles para los productores de bie-
nes básicos, se enfrenta a la conocida tesis de Wittfogel de que las obras
de riego organizadas por el Estado son uno de los determinantes del "des-
potismo oriental" en sus diversas formas.*" Este corrflicto de hipótesis nos
permite apreciar que la tesis de Wittfogel sólo tiene plausibilidad en cir-
cunstancias muy especiales, es decir, cuando el riego resulta esencial para

^8 Fishlow (véase la nota 38) presenta una demostración particulairmente clara de que los
ferrocarriles norteamericanos se construyeron paso a paso en esta forma y no "adelante de la
demanda".
5^ E. R. J. Owen, Cotton and the Egyptian Economy, 1820-1914, Londres, Oxford University
Press, 1969, p. 215.
^^ Kaxl Wittfogel, Oriental Despodsm, Nueva Haven, Conn., Yale University Press, 1957.
1374 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

el cultivo de productos alimenticios básicos, de modo que el Estado y la


sociedad intervienen conjuntamente porque el Estado asume la función vi-
tal de la construcción, la administración y el mantenimiento de las obras
de riego. Por otra parte, en las numerosas situaciones en que el Estado
ha operado durante largo tiempo como una entidad administrativo-buro-
crática y luego emprende una actividad de riego con el objetivo relativa-
mente modesto de mejorar el ingreso de los cultivadores del bien básico,
esta nueva actividad estatal puede significar que una burocracia que de
otro modo sería en gran medida parásita adquiere un componente favo-
rable para el desarrollo. Este componente puede llegar a exhibir ciertos
rasgos tecnocráticos, pero es improbable que tenga la propensión o el
poder para desarrollar un estilo autocrático.*^
Un enlace particularmente interesante, que conduce del bien básico y
sus características a la acción estatal destinada a dar un servicio que
los productores no pueden proveer por sí mismos, es la estabilización de los
precios. Mediante la política de la tasa de cambio o la institución de jun-
tas de comercialización, el Estado puede separar, dentro de ciertos lími-
tes, el precio internacional de un bien básico de su precio interno; aim
puede manipular el precio internacional del bien básico si el país produ-
ce una porción suficientemente grande de la oferta total, de modo que
tenga cierto poder monopolice en los mercados mundiales. En el caso de
los bienes básicos cultivados por muchos productores surgirá una necesi-
dad especial y un clamor por este tipo de intervención estatal siempre que
el bien básico se vea sujeto a violentas declinaciones del precio. Estas
condiciones señalan a los cultivos de árboles tropicales tales como el café
y el cacao. En virtud del lapso de cinco años que debe transcurrir entre
la siembra y la primera cosecha plena es particularmente probable que la
oferta se desfase en relación con la demanda, al estilo de la telaraña. De
igual modo, una vez plantados, los árboles continuarán produciendo aun-
que no se utilicen fertilizantes, podas ni escardas, así que la respuesta de
la oferta ante los precios bajos es pequeña a corto plazo. Por último, el
hecho de que el número de productores sea de ordinario muy grande hace
improbable su participación en una acción correctiva organizada, excepto
para unirse en un grupo de interés que solicite insistentemente la ayuda
estatal.
Estas características y la vulnerabilidad especial resultante de los pre-
cios del café y el cacao ante las perturbaciones del mercado mundial se
*i Véase Albert O. Hirschman, Development Projects Observed, Washington, D. C, Brook-
ings Institution, 1967, pp, 166-168.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1375

han considerado desde hace largo tiempo como algo indeseable. Vemos
ahora que tienen ciertas ventajas compensatorias en vista de la acción es-
tatal que pueden desatar. La ayuda prestada por el Estado a través de
los diversos arreglos que acabamos de mencionar es en cierto sentido exac-
tamente lo opuesto de la extracción de ingresos provenientes del bien bá-
sico que hemos llamado el enlace fiscal. (En efecto, los bienes básicos
que tienen mayores probabilidades de desatar el enlace fiscal —los en-
claves minerales y petroleros— tienen menores probabilidades de conver-
tirse en receptores de la asistencia de estabilización porque de ordinario
responden ante las declinaciones de los precios con grandes reducciones
de la producción.) Sin embargo, en forma irónica y dialéctica, una vez
que el Estado ha provisto asistencia de estabilización también habrá esta-
blecido el marco institucional y quizás habrá adquirido la mentalidad
que le permita obtener ingresos fiscales del bien básico en algún momen-
to futuro, cuando se recuperen los precios. Y en ese momento el bien
básico estará tan indefenso contra la tributación estatal —a causa de la
baja elasticidad-precio de la oferta— como lo estaba antes contra la baja
de los precios del mercado mundial.
Así pues, la asistencia para la estabilización de los precios es una
variedad de particular interés de la intervención estatal desde el punto
de vista de la forma en que una cosa conduce a otra. Mientras que ca-
tegorías de la asistencia tales como el control de las enfermedades y el
riego pueden dar al Estado una nueva inclinación hacia las actividades
de desarrollo, la estabilización de precios provee la inclinación y, en al-
gún momento futuro, el mecanismo institucional para satisfacerla.

4. Observaciones adicionales, en su mayor parte metodológicas


a) La naturaleza del enfogue de enlaces generalizados. No hace mu-
cho tiempo que una teoría nueva del consumo trató de explorar detrás
de los bienes de consumo individuales que han ocupado desde largo tiem-
po atrás el centro de la teoría tradicional. La nueva teoría consideraba
cada bien como un conjunto de cualidades (en el caso de las naranjas,
por ejemplo, su dulzura, jugosidad, suavidad y apariencia), y a cada
consumidor como demandante de diversas combinaciones de tales cuali-
dades.**^ Este enfoque produjo varios resultados nuevos e interesantes. De
igual modo, los metalurgistas han dejado de pensar en los metales como
^ Kelvin Lancaster, Consumer Demand: A New Approach, Nueva York, Columbia Univer-
sity Press, 1971.
1376 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

materiales discretos, provistos por la naturaleza. Por lo contrario, han


identificado cada metal como un conjunto de propiedades (tales como
la dureza, la porosidad, la conductividad, etcétera), y han elaborado en
forma sistemática aleaciones y sucedáneos para obtener combinaciones
de las propiedades que se demanden para diversos y diferentes propósitos
industriales*^
La concentración en los enlaces para delinear las perspectivas de des-
arrollo de diversos exportadores de bienes básicos tiene algo en común
con estos enfoques. Es un esfuerzo por examinar bienes básicos tales como
la caña de azúcar, el café, el arroz o el tabaco, a fin de identificar algu-
nas características generales de estos productos que afectan y condicionan
la clase de desarrollo experimentado por los países especializados en
ellos. No es nueva tal búsqueda de criterios de clasificación significati-
vos. Los geógrafos económicos y otros investigadores han agrupado en
ocasiones los bienes básicos en diversas categorías naturales o botánicas
para mostrar que las diferencias de los destinos económicos y sociopolí-
ticos pueden hacerse inteligibles en esta forma.
Este tipo de esquema —productos minerales, productos agrícolas tro-
picales, productos agrícolas templados— ha sido adoptado por Fernando
Henrique Cardoso y Enzo Faletto en un ensayo trascendente que se ocupa
del desarrollo económico y político de la América Latina.®* La integra-
ción del análisis económico con el análisis sociológico y político, y la
demostración de que podrían establecerse diferencias características en-
tre las experiencias de desarrollo o subdesarrollo de diversos grupos de
países latinoamericanos, convirtieron este ensayo en una obra señera. Sin
embargo, si queremos establecer las propiedades generales de los bienes
básicos que tienden a impartir características distintivas al proceso de
desarrollo no debemos tomar prestadas estas propiedades de algún cam-
po ajeno, como la botánica o la climatología, sino observar las propie-
dades que surgen del propio proceso de desarrollo y realizar luego el
análisis en términos de estas propiedades. Para evaluar las perspectivas
de desarrollo de un país el conocimiento de que su bien básico de expor-
tación está dotado de cierta constelación de enlaces es obviamente más
^^ Anthony Scott, "The Development of tíie Extractive Industries", Canadian Journal of
Economics and Political Science 28, febrero de 1962, p. 81.
®* Femando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, Dependencia y desarrollo en América Latina,
México, Siglo XXI Editores, 1969. Se encuentra otro desarrollo importante de esta tipología en
Osvaldo Sunkel y Pedro Paz, El subdesarrollo latinoamericano y la teoría del desarrollo, Mé-
xico, Siglo XXI, 1970, pp. 317-343. Véase una buena reseña de la bibliografía relacionada en
Norman Girvan, "The Development of Dependency Economics in the Caribbean and Latin Ame-
rica: Review and Comparison", Social and Economic Studies 22, marzo de 1973, pp. 1-33.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1377

revelador que la información de que el bien básico es un producto agríco-


la tropical.
El sistema sugerido aquí permite traducir la información técnica a
un lenguaje que señale directamente las posibilidades de desarrollo. Por
ejemplo, tanto la disponibilidad de pozos artesianos como la adición de
una carretera a una vía férrea tienden a propiciar la sustitución de un
enlace externo por un interno cuando los agricultores instalan sus propios
pozos artesianos y envían su producto al mercado en sus propios camio-
nes, en lugar de tener que recurrir a los sistemas de riego y de ferrocarril
administrados por el Estado.*' Pueden vislumbrarse de inmediato varias
consecuencias como un posible subproducto de estas sustituciones: podría
aumentar el espíritu de empresa en el sector privado, concentrarse el
ingreso y complicarse la obtención del ingreso fiscal. Todo está bien has-
ta aquí, pero todavía hay mucho margen para el enriquecimiento de este
lenguaje y para una modificación sustancial de las hipótesis generadas
hasta ahora en el proceso. En este ensayo encontramos antes un buen ejem-
plo de una modificación que ya ha ocurrido: en el caso de los bienes
básicos vimos que los enlaces hacia adelante que implican un procedi-
miento industrial considerable actúan como obstáculos para el desarro-
llo, en lugar de estimularlo, porque tienden a ser tecnológicamente ex-
traños, y por tanto a congelar a los productores del bien básico en su ac-
tividad agrícola.
Se sigue de aquí una advertencia general: las diversas características
de los bienes básicos y sus enlaces consiguientes han sido tomados de la
observación de la realidad histórica, aunque se presentan en un sistema
aparentemente integrado, muy bien ordenado. Por lo tanto sólo constitu-
yen un arreglo útil del conocimiento que tenemos hasta ahora de los me-
canismos del desarrollo. La proliferación de los enlaces desde la propo-
sición inicial del concepto nos hace esperar la continuación de este pro-
ceso de adquisición de conocimientos. Es entonces muy importante que
consideremos los esquemas anteriores como algo inconcluso y que los uti-
licemos sobre todo para fines heurísticos mientras permanecemos recep-
tivos a nuevas informaciones.
b) Relación con las tesis del bien básico y del desarrollo del subdes-
arrollo. El enfoque presentado aquí tiene varios puntos de contacto con
otros intentos de explicación de la experiencia de desarrollo de los países
de la periferia en el periodo de crecimiento encabezado por las exporta-

^ Véanse este y otros contrastes entre la carretera y el ferrocarril relacionados con el des-
arrollo (en Nigeria) en mi libro Devdopment Projects Observed, pp. 139-148.
1378 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

ciones. Será evidente ya la estrecha relación entre el enfoque de los en-


laces y la tesis del bien básico. El primero es esencialmente un esfuerzo
por dotar a las instituciones dispersas de la segunda de un marco concep-
tual que permita una exploración más sistemática, con la advertencia an-
terior en el sentido de que el marco propuesto aquí no debe tomarse como
un esquema de explicación exhaustiva.
Convendrá examinar ahora la relación entre el enfoque presentado
aquí y otra interpretación sugerida en los últimos años y conocida con
el nombre de tesis del "desarrollo del subdesarrollo". A primera vista
parece difícil concebir un contraste mayor entre el enfoque de los enla-
ces y los escritos neomarxistas de un André Gunder Frank, por ejemplo,
autor de la frase anterior,** porque el "desarrollo del subdesarrollo" sig-
nifica esencialmente que una cosa no ha conducido a otra en los países
de la periferia, que en efecto las cosas han marchado allí de lo malo a
lo peor. La repercusión del capitalismo y el imperialismo sobre la peri-
feria ha sido la obtención de excedente, y en el proceso, el empobreci-
miento del pueblo, la destrucción de la industria local, el agotamiento del
suelo y el subsuelo, y la castración y la corrupción de las élites naciona-
les. El desarrollo capitalista ocurrido bajo la forma de la industrializa-
ción se atribuye exclusivamente a la falta de contacto con el centro impe-
rialista por parte de ciertas regiones privilegiadas y durante ciertos pe-
riodos excepcionales.*'
Desde el punto de vista del enfoque de los enlaces, algunas de las
afirmaciones de esta clase de tesis no resultan particularmente sorpren-
dentes. En lo que hemos dicho está implícito que el contacto con el centro
capitalista a través de las exportaciones de bienes básicos puede signifi-
car para los países de la periferia una población empobrecida con recur-
sos naturales agotados. Este sería el caso en la medida en que el bien bá-
sico particular no estuviera activando el enlace fiscal, estuviera dotado
sólo de enlaces hacia adelante tecnológicamente extraños, y condujera a
la desaparición de la industria y la artesanía local por efecto de la com-
petencia de los bienes de consumo importados, en lugar de generar en-

*' André Gunder Frank, "The Development of Underdevelopment", Monthly Review 18,
septiembre de 1969, pp. 17-31, y Capitalism and Underdevelopment in Latín America, Nueva
York, Monthly Review Press, 1967. Véase también Samir Amin, L'Accumulalion a Féchelle
mondiale, París, Anthropos, 1971.
*^ Véanse las críticas formuladas contra estas tesis desde la izquierda y/o la periferia, en
Femando Henrique Cardoso, As Contradigóes do Desenvolvimento Associado, Estudos CEBRAP,
Sao Paulo, CEBRAP, abril-junio de 1974, publicado también como el cap. 1 de su libro Autorita-
rismo e DemocratisagSo, Río de Janeiro, Paz e Tea-ra, 1975, y Bill Warren, "Imperialisra and
Capitalist Industrialization", New Left Review, núm. 81, septiembre/octubre de 1973, pp. 3-45.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1379

laces de consumo. Aun cuando exista el enlace fiscal, si el Estado no es


capaz de invertir productivamente el ingreso que absorbe es posible que
la situación consiguiente no sea mejor que la existente cuando el ingreso
generado por el bien básico va a dar en gran medida a manos de los pro-
pietarios absentistas. Muchas de las proposiciones de este ensayo indican
la posibilidad de combinaciones de circunstancias particularmente infor-
tunadas: se propone el enlace fiscal en ausencia de los enlaces hacia ade-
lante y hacia atrás, pero es enteramente concebible que no aparezcan
enlaces físicos ni fiscales durante un periodo prolongado. En tal virtud,
aunque este enfoque se originó en un intento por entender cómo puede ocu-
rrir el desarrollo, también puede explicar la ausencia de desarrollo o la
existencia de periodos de "desarrollo del subdesarroUo". Este enfoque
considera la posibilidad del empobrecimiento, y en este sentido difiere
diametralmente de la teoría clásica del comercio internacional, que en el
peor de los casos puede concebir una ganancia nula derivada del co-
mercio internacional para cualesquiera de los países participantes.
Al mismo tiempo, este enfoque de los enlaces considera las posibili-
dades del desarrollo, en particular las que pueden escapar a la intención
de los operadores explotadores y de las autoridades responsables del des-
arrollo del subdesarroUo. La mayor parte de los enlaces reseñados aquí
—enlaces de consumo, la obtención de ingreso fiscal proveniente del bien
básico, o la aportación de control de plagas y estabilización de precios por
parte del Estado— son hechos no buscados originalmente por los inicia-
dores de la producción del bien básico. Este enfoque permite entender
tales hechos potencialmente positivos como algo ya contenido en una fase
explotadora precedente. Por lo tanto, podemos considerarlo más auténti-
camente dialéctico que la tesis del desarrollo del subdesarroUo, que omi-
te por completo la conexión íntima entre las diversas fases de lo que debe
entenderse como un proceso dinámico.**
Uno de los grandes méritos de la tesis del desarrollo del subdesarro-
Uo ha sido la crítica devastadora y definitiva del concepto de "sociedad
tradicional", una construcción ahistórica endémica en gran parte de la
bibliografía del desarrollo, que supuestamente prevaleció dondequiera

** No tratamos de sugerir aquí que la historia del desarrollo tenga siempre un final feliz,
que tras un periodo de explotación llegará seguramente el tumo del desarrollo. Con frecuencia
se encuentra la secuencia opuesta, de una oleada de desarrollo a un periodo de estancamiento y
explotación, como he tratado de demostrarlo al examinar los efectos positivos y negativos de
la inversión extranjera (véase "How to Divest in Latín America, and 'Why", Bias for Hope,
cap. H). Lo que se requiere es un análisis que pueda explicar los movimientos en ambos senti-
dos. Véase también el cap. 2 de este trabajo [no incluido en esta versión].
1380 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

que no se hubiera afianzado el desarrollo dinámico.^* Es muy lamentable


que algunos de los críticos de esta construcción la hayan sustituido por la
idea igualmente ahistórica de una declinación uniforme supuestamente
experimentada por todos los países que quedan fuera del centro capita-
lista-imperialista, o que experimentarán mientras no se liberen del yugo
imperialista o neoimperialista.
c) De los enlaces al micrornarxismo. Habiendo tomado mi distancia
de la teorización neomarxista contemporánea acerca de la periferia, sos-
tendré ahora que mi enfoque tiene cierto grado de semejanza intelectual
con el sistema marxista. Para tal propósito debemos aclarar primero la
naturaleza de las propiedades o características de los bienes básicos que
originan ciertos enlaces.
Algunos de los enlaces, como los de hacia atrás y hacia adelante, se
conectan directamente con las condiciones técnicas de la producción del
bien básico. Por supuesto, el cambio tecnológico afectará el número y las
clases de tales enlaces, pero no ocurrirá lo mismo con el cambio social
y político. Si consideramos en cambio los enlaces fiscales surgirá de in-
mediato la importancia del contexto político. Para que ocurra en efecto
el enlace fiscal es necesario que el Estado genere la voluntad y la capaci-
dad de captar algunos de los recursos explotados en su territorio, para
reinvertirlos en otra parte de la economía. Por lo tanto, el enlace fiscal
no se manifiesta en el petróleo como cierto porcentaje de azufre sino que
se asocia con tal producto en ciertas circunstancias históricas. Pero lo
importante es que el enlace fiscal no se presenta sólo porque el Estado
se vuelva moderno, autónomo, orientado hacia el desarrollo o antimperia-
lista. Por varias razones conectadas con su modo de producción —la falta
de enlaces físicos más la probabilidad de la propiedad extranjera en
cierto periodo histórico— la presencia del petróleo predispone al Estado
a desarrollar la propensión a cobrar impuestos en una medida mucho ma-
yor de lo que ocurriría si su bien básico fuera algún producto agrícola

^^ Por supuesto, el argumento de que el atraso y la pobreza de la periferia no son un "es-


tado de la naturaleza" sino que se relacionan estrechamente con el desarrollo y el enriqueci-
miento del centro es mucho más antiguo que la tesis de desarrollo del subdesarrollo de A. G.
Frank, y en efecto está implícito en la teoría de la acumulación primitiva de Marx. Aun sin
el pillaje o la explotación, el contacto económico estrecho entre las regiones o los países avan-
zados y los menos avanzados pueden generar vías de desarrollo y empobrecimiento acumulati-
vamente divergentes a causa de los efectos de "estela" o de "polarización", como señaló Gunnar
Myrdal en Economic Theory and Under-developed Regions, Londres, Duckworth, 1957, y como
indiqué en La estrategia..., cap. 10. Se encuentra una crítica anterior a los conceptos de la
"sociedad tradicional" y la "modernización" en Femando Henrique Cardoso, Empresario indus-
trial e desenvolvimento económico, Sao Paulo, Dífusáo Européia do Livro, 1%4, pp. 65-72. Véa-
se también el capítulo 1, sección FV, de este trabajo [no incluido aquí].
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1381

cultivado por muchos agricultores nacionales en su propia tierra en la


región central del país. En esta forma pueden rastrearse algunas influen-
cias que van desde el producto y su tecnología —es decir, desde las "fuer-
zas productivas"— hasta una forma específica del desarrollo económico
y ciertos hechos sociopolíticos, como el nacionalismo y la tributación, que
definen esa forma.
Es obvio que existe aquí algo que guarda una afinidad considerable
con el marxismo y el materialismo histórico, pero la diferencia es tam-
bién notable. El pensamiento marxista se ha centrado tradicionalmente
en muy pocas constelaciones de fuerzas productivas —como los modos de
producción feudal o capitalista— que dominan en amplias zonas geográ-
ficas y persisten durante largos periodos; se supone que estas macroon-
das derivan ciertas configuraciones sociales y políticas. El enfoque de
los enlaces también parte de los rasgos característicos de la tecnología
y los procesos productivos para el entendimiento de los hechos sociales,
pero lo hace a escala mucho menor, en detalle mucho mayor, y en un mar-
co temporal mucho más limitado. Por lo tanto, el "micromarxismo" po-
dría ser un término adecuado para este intento de demostración de que la
forma del desarrollo económico, incluidos sus componentes sociales y po-
líticos, puede imputarse a las actividades económicas específicas de un
país.
Marx y los marxistas más perspicaces avanzaron en la dirección mi-
croeconómica cuando se ocuparon de hechos específicos y experiencias de
ciertos países. Marx, en particular, osciló entre la gran generalización
con la que caracteriza toda una época o un proceso y el análisis discri-
minante de los hechos donde aparecen en ricos detalles las diferencias
entre los países y los subperiodos. Un ejemplo pertinente para nuestros
fines se encuentra en el prefacio de El capital, donde encontramos al prin-
cipio, repetida con frecuencia, la afirmación de que "el país industrial-
mente más desarrollado no hace sino mostrar a quienes lo siguen por la
escalera industrial la imagen de su propio futuro". Aquí parece sugerir
Marx que el desarrollo industrial capitalista tiene que mostrar caracte-
rísticas y etapas uniformes en todos los países, por mucho que tarden en
empezar a subir la "escalera". Pero más adelante observamos que Marx
tenía una percepción muy aguda de las diferencias pequeñas y decisivas.
En el párrafo siguiente (que aparentemente no leen nunca quienes citan
la frase anterior) pronostica Marx una vía muy diferente para Alemania
y la Europa continental en relación con Inglaterra, debido a la ausencia
de leyes fabriles y en general a diversos residuos sociales y políticos del
1382 EL TRIMESTRE ECONómCO

feudalismo que ya no existían en Inglaterra. En esta forma presenta Marx


algunos elementos para un análisis comparado que matiza considerable-
mente, y en efecto contradice, la generalización de la que partió.'"
Resulta notable —y característicamente antimarxista— que Marx dis-
tinguiera entre Inglaterra y Alemania de acuerdo con ciertos elementos
de las instituciones jurídicas y la herencia histórica de Alemania. Al pro-
yectar las probables diferencias del desarrollo histórico apela Marx a las
diferencias en la "superestructura", al mismo tiempo que percibe aparen-
temente la infraestructura —el desarrollo industrial bajo el capitalismo—
como algo idéntico para Inglaterra y Alemania. En este sentido los ob-
servadores posteriores del desarrollo capitalista comparado habrían de
ser más marxistas que Marx. Al explicar las diferencias entre el patrón
de desarrollo de Inglaterra y el de los países que llegaron después, como
Alemania y Rusia, Gerschenkron, por ejemplo, no invocó los residuos de
las experiencias históricas anteriores de estos dos últimos países; más
bien se concentró en las diversas tasas de desarrollo de la agricultura y
la industria durante el periodo de la expansión industrial y en los pape-
les diferentes de la producción de bienes de consumo y de bienes de ca-
pital.'^ Examinando algunos países de industrialización más reciente aún,
he tratado de demostrar que el patrón "de etapas rígidas" de la industria-
lización con sustitución de importaciones, la importancia de los extranje-
ros en el proceso y la prolongada ausencia de toda producción industrial
para la exportación podrían explicar en gran medida ciertas característi-
cas distintivas del desarrollo político de estos países, tales como la debili-
dad de la burguesía nacional.'^^
Resulta característico de este enfoque micromarxista la derivación de
algunas diferencias importantes del desarrollo sociopolítico a partir de
algunas diferencias relativamente pequeñas, y difíciles de percibir al prin-
cipio, en la estructura de las "fuerzas productivas" dentro de lo que se ha
considerado generalmente una fase histórica uniforme o un modo de pro-
ducción homogéneo. En cuanto al periodo de industrialización podrían
hacerse muchas otras observaciones semejantes.'' Pero el micromarxismo
se aplica sobre todo cuando examinamos el desarrollo de los países de
■"> Véase también el capítulo 1, sección i [no incluido en esta versión].
■'i Alexander Gerschenkron, Economic Backwardness in Historical Perspectives, Cambridge,
Mass., Harvard University Press, 1962.
'2 "The Political Economy of Import-substituting Industrialization in Latin America", Bias
for Hope.
^' Véase, por ejemplo, Cardoso, "As contradigóes"; O'Donnell, "Reflexiones", y James R.
Kurth, "The Political Consequences of the Product Cycle: Industrial History and Political Out-
comes", International Organization 33, invierno de 1979, pp. 1-34.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1383

la periferia durante el periodo del crecimiento encabezado por las expor-


taciones, que para la mayoría de estos países ocupa la segunda mitad del
siglo XIX y los dos o tres decenios iniciales del siglo xx y que en algunos
casos perdura todavía. El centro capitalista asignó a los países de la peri-
feria el papel de proveedores de materias primas agrícolas y minerales, y
la mayoría de ellos se especializó en una o muy pocas líneas de produc-
ción individuales. Dadas las diferencias considerables entre las caracte-
rísticas y los enlaces de diferentes bienes básicos es probable que las fuer-
zas productivas prevalecientes en estos países fueran más heterogéneas
durante la etapa del crecimiento encabezado por las exportaciones que en
cualquier otro periodo histórico anterior o posterior. No es así sorpren-
dente que el enfoque micromarxista resulte particularmente aplicable y
revelador en esta etapa.
d) Un enigma final. Existe una bibliografía que tiene mucho en co-
mún con el enfoque de los enlaces generalizados, o micromarxistas, pre-
sentado aquí. Además de los escritos de Harold Innis y otros defensores
de la tesis del bien básico, esta bibliografía está integrada por un gru-
po de obras muy dispersas y a menudo impresionistas que se concentran
en un producto —o dos productos, con mayor frecuencia—, generalmente
de un solo país, para derivar de allí buena parte de la fortuna, la desdi-
cha, y la historia general del país. El representante típico de este género
es la obra de Ortiz, Cuban CounterpointJ* donde se examina en términos
líricos, desde todos los ángulos posibles, el contraste entre el tabaco be-
nefactor y la caña de azúcar perniciosa. Tales comparaciones de la actua-
ción opuesta de dos bienes básicos han resultado intelectualmente atracti-
vas; se han intentado algunas descripciones similares, aunque menos ba-
rrocas, para la caña de azúcar frente al café en el Brasil, el tabaco fre-
te al café de Colombia, y la caña de azúcar frente a los cultivos de ár-
boles en Indonesia.^°

'* Femando Ortiz Fernández, Contrapunto cubano del tabaco y el azúcar. La Habana, Jesús
Montero, 1940; la versión inglesa, con un prefacio de B. Malinowski, se titula Cuban Counter-
point: Tobacco and Sugar, Nueva York, Knopf, 1947. La obra en español fue reditada por el
Consejo Nacional de Cultura en 1963. Se encuentra un tratamiento relacionado, centrado prin-
cipalmente en el azúcar, en Ramiro Guerra y Sánchez, Sugar and Society in the Caribbean,
prefacio de Sidney "W. Mintz, Nueva Haven, Conn., Yale University Press, 1964. La edición
española original de esta influyente obra se publicó en 1927.
■^5 Celso Furtado, The Economic Growth of Bradl, Berkeley, University of California Press,
1963, pp. 123-126; Luis Eduardo Nieto Arteta, Economía y cultura en la historia de Colombia,
Bogotá, Ediciones Tercer Mundo, 1962, primera edición publicada en 1942, y en particular su
obra El café en la sociedad colombiana, Bogotá, Breviarios de orientación colombiana, 1958;
William Paul McGreevey, An Economic History of Colombia, 1845-1930, Cambridge, Cambridge
University Press, 1971, capítulo 9, y Geertz, Agricultural Involution.
1384 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

Resultará obvio que he aprovechado en gran medida esta bibliografía


y sus observaciones. Sin embargo ella tiene una característica muy gene-
ral que despierta la sospecha intelectual: en casi todas estas comparacio-
nes de parejas se asigna a un bien básico el papel del villano total, mien-
tras que el otro bien básico es el héroe total (la excepción es el tratamien-
to que hace Geertz de la caña frente a los cultivos de árboles en Indone-
sia, donde la caña es el villano pero no hay un héroe verdadero). En Cuba
la caña de azúcar es el villano y el tabaco es el héroe; en Colombia el
tabaco es el malo mientras que el café es el bueno, y en el Brasil es otra
vez la caña de azúcar el villano mientras que el café es el muchacho
bueno (¡adviértase que el ordenamiento de los tres bienes básicos resul-
tante de estas tres comparaciones por pares es transitivo!). En todas estas
comparaciones se examinan los bienes básicos desde una gran diversi-
dad de ángulos, y uno de los bienes básicos supera claramente al otro.
Se observa la misma clase de convergencia de puntos positivos en una di-
rección y puntos negativos en otra dirección cuando examinamos las acti-
vidades económicas distintas de los bienes básicos desde el punto de vista
de su contribución indirecta al desarrollo económico, distinta de su pro-
ducción. Los estudios realizados por Judith Tendler, de la energía térmi-
ca frente a la energía hidroeléctrica y de la generación frente a la distri-
bución de energía en el Brasil y la Argentina, acumularon un número im-
presionante de argumentos que demostraban la superioridad general de
la energía hidroeléctrica sobre la energía térmica y de la generación so-
bre la distribución. Mis propias observaciones sobre la conveniencia re-
lativa de la carretera y el ferrocarril en Nigeria después de su indepen-
dencia, concluyeron que las carreteras y el transporte en camiones eran
regularmente superiores a los ferrocarriles desde gran número de pun-
tos de vista diversos.^*
Por supuesto es posible que esta extraña convergencia se deba a al-
guna percepción selectiva de la realidad, provocada esta última, a su vez,
por las cuestiones básicas que se planteen. Veamos un ejemplo: el auge
del café ocurrido en el Brasil en el siglo xix generó sin duda el surgimien-
to de Sao Paulo y más tarde el predominio de esa ciudad como centro
industrial, mientras que el cultivo de la caña de azúcar en el nordeste del
país, desde el siglo xvi, casi no dejó otra cosa que el área deprimida más
populosa de la América Latina. Este contraste nos impulsa a encontrar
numerosas razones para alabar el café y culpar a la caña de azúcar.
í9 Tendler, Electric Power in Braál, y "Technology and Economic Development: The Case
of Hydro vs. Thermal Power"; véase también mi libro Development Projects Observed, pági-
nas 139-148.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1385

Sin embargo, debemos considerar la posibilidad de que el fenómeno


de la convergencia no sea simplemente algo impuesto por nuestra mente
a una realidad recalcitrante por la razón que acabamos de dar: no de-
bemos descartar la hipótesis de la posible "existencia del fenómeno en la
naturaleza" sólo porque podamos concebir buenas razones psicológicas
para que nos inclinemos a creer en tal existencia.
Es obvio que puede existir el fenómeno de la convergencia. Las pro-
piedades que hemos encontrado pertinentes para el análisis de los efectos
del desarrollo —por ejemplo, la ausencia o la presencia de enlaces ha-
cia adelante refinados, tecnológicamente extraños; el precio alto o bajo
por unidad de peso; la productividad marginal del trabajo que declina
en forma gradual o acelerada, y la respuesta rápida o lenta de la oferta
ante los cambios del precio— podrían combinarse en un bien básico para
propiciar la acumulación de puntos positivos o negativos. Por ejemplo, la
naturaleza botánico-económica de muchos cultivos de árboles tropicales
es tal que dichos cultivos sobresalen en cada una de las dimensiones an-
tes mencionadas. Desde muchos puntos de vista el cultivo del café ha es-
timulado el desarrollo en varios países: ha alentado a los cultivadores
individuales para que emigren o asuman tareas empresariales fuera del
cultivo del café; ha conducido a la formación de fuertes grupos de pre-
sión de los cultivadores y a la intervención consiguiente del Estado para
estabilizar los precios; en virtud de la respuesta lenta de la oferta ante el
cambio del precio, finalmente ha podido gravarse al cafeticultor dentro de
cierto contexto histórico y sociopolítico. Pero ¿cuál es la probabilidad
de que hayan existido en realidad tales conspiraciones? Para responder
a este interrogante resultará reveladora una breve incursión a un periodo
histórico y un hecho diferentes: el surgimiento de la esclavitud masiva
en el Nuevo Mundo. Parece evidente que varias características del cultivo
de la caña de azúcar —el trabajo duro y en gran medida no calificado de
los climas tropicales, la disponibilidad de tierras vacantes cerca de las
plantaciones, la necesidad de mantener unida la fuerza de trabajo du-
rante la estación ociosa y la posibilidad de utilizar esa fuerza, incluidos
mujeres y niños, en tareas menores— se unieron al "hambre de azúcar"
de la Europa posterior al Renacimiento para crear una afinidad especial
entre la caña de azúcar y la esclavitud.'' Es obvio que la caña de azúcar

'^ H. J. Nieboer, Slavery as an Industrial System, La Haya, Martinus Nijhoff, 1900, pp. 420-
422; Sidney W. Mintz, "Foreword", Guerra, Cambridge Economic History of Europe, Cam-
bridge, Cambridge University Press, 1967, 4, pp. 290-291, 311-314; Evsey D. Domar, "The Cau-
ses of Slavery or Serfdom: A Hypothesis", Journal of Economic History 30, marzo de 1930,
1386 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

no creó la esclavitud pero puede sugerirse confiadamente que la esclavi-


tud no se habría extendido tanto como lo hizo después del siglo xvi sin
ese bien básico particular y su conjunto de características peculiares. En
cierta forma se confirma esta hipótesis por la ausencia de la esclavitud
en Nueva Inglaterra, la que seguramente se debió en gran medida a la
carencia de oportunidades para aprovechar la esclavitud, o sea los suelos
pobres y el clima inclemente de esa región, que la volvían inadecuada
para la introducción de algún bien básico cultivado por esclavos y la re-
legaron a la agricultura de subsistencia, operada por pequeños propie-
tarios.
Generalizando a partir de este ejemplo histórico podemos conjeturar
que el surgimiento de un nuevo modo de producción se conecta estrecha-
mente con la disponibilidad, en el momento oportuno, de una actividad
económica específica que tenga una fuerte afinidad con ese modo, en
medida mucho mayor que la advertida más tarde, cuando el modo se ha
vuelto ubicuo y dominante, de manera que parece independiente de la
actividad y en efecto se ha vuelto independiente. Quizá podamos demos-
trar que esta clase de relación —donde una actividad económica especí-
fica es la comadrona de un nuevo modo de producción, como decía Marx—
prevaleció también entre la industria textil y la Revolución Industrial. Si
nuestra conjetura es correcta, la aparición de un nuevo modo de produc-
ción constituiría una prueba directa de que debe haber intervenido una
actividad dotada de esa afinidad múltiple especial, intelectualmente sos-
pechosa, con el modo de producción: de otra manera no habría podido
triunfar el nuevo modo de producción.
Habiendo justificado la posible existencia del fenómeno de la con-
■vergencia debo matizar el argumento en dos sentidos diferentes. En pri-
mer lugar, puede exagerarse fácilmente la conexión entre las caracterís-
ticas de un bien básico específico y el ambiente sociopolítico. En virtud
•de su dependencia de las condiciones técnicas de la producción esa cone-
xión se liga estrechamente con un momento y un lugar particulares. Ya
hemos señalado que ciertos cambios de técnica relativamente pequeños
—por ejemplo la sustitución de un sistema de administración central por
el riego de pozos artesianos— pueden modificar sustancialmente los pa-
peles y las relaciones sociales existentes. Uno de los méritos del enfoque
de los enlaces generalizados o micromarxistas es el hecho de que incita
al analista a estar siempre alerta ante las "novedades" tecnológicas que
pp. 18-32; Keith Aufhauser, "Slavery and Technological Change", Journal of Economic History
34, marzo de 1974, pp. 36-50, y los pasajes de Ortiz y de Tocqueville allí citados.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1387

pueden tener considerables repercusiones económicas y sociopolíticas. En


suma, es posible que la producción cafetera de Colombia tenga ahora un
significado social y de desarrollo enteramente diferente del que tendrá
en el futuro en Uganda.
Por otra parte no existe necesariamente una correspondencia de uno
a uno entre un bien básico y "su" ambiente sociopolítico. Aunque resulte
extraño es posible que un bien básico que haya desempeñado un impor-
tante papel de refuerzo en relación con un ambiente social y político dado
desempeñe de nuevo este papel en un ambiente completamente distinto.
Un ejemplo notable de tal repetición de la actuación en circunstancias
radicalmente modificadas ha sido en los últimos años el del cultivo de
caña de azúcar en Cuba: algunas de las mismas características que crea-
ron alguna vez la afinidad entre la caña y la esclavitud —la gran inci-
dencia de mano de obra no calificada y la naturaleza estacional de la
demanda de mano de obra— hacían ahora del cultivo en cuestión la ac-
tividad económica ideal para la demostración periódica del espíritu co-
munal y de la dignidad del trabajo físico cuando hombres y mujeres jó-
venes abandonan sus actividades urbanas durante la estación de la reco-
lección para ayudar durante periodos breves en los campos. Así como la
caña de azúcar incrementó la extensión de la esclavitud ahora estaba for-
taleciendo el socialismo en Cuba, ya que permitía a ese país la realiza-
ción de experimentos y la exploración de campos vedados a otros países
socialistas.
"El lino aparece como antes. No ha cambiado una sola de sus fibras,
pero una nueva alma social se ha introducido en su cuerpo." Esta frase
de El capital parece muy aplicable a este punto, pero el aspecto descon-
certante del asunto aparece, en un contexto muy diferente, en un pasaje
de Pascal: "Así como todas las cosas hablan de Dios a quienes lo cono-
cen, y así como lo revelan a quienes lo aman, estas mismas cosas lo ocul-
tan a quienes no lo conocen." '* En otras palabras, los mismos datos em-
píricos pueden corroborar y aun alentar interpretaciones opuestas del
mundo. Del mismo modo el mismo bien básico, sus características y su
modo de producción pueden apoyar inesperadamente dos arreglos socia-
les y dos regímenes políticos totalmente diferentes. Por lo tanto, en este
punto asume mi micromarxismo un giro antimarxista. Porque en la ter-
minología marxista he venido diciendo que un conjunto idéntico de fuer-

'8 Karl Marx, Das Kapital, Viena, Verlag fur Literatur iind Politik, 1932, i, p. 785 [versión
en castellano del FCE], y Blas Pascal, carta a su hermana, fechada el 1' de abril de 1648,
Oeuvres completes, París, NRF-Pléiade, 1969, p. 484.
1388 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

zas productivas podría ser compatible con más de un conjunto de rela-


ciones de producción, y aun podría favorecer una relación de colusión,
de refuerzo mutuo.
En realidad este hallazgo es favorable porque estoy muy lejos de
pretender el establecimiento de una nueva clase de reduccionismo o de-
terrainismo. No he sostenido que un bien básico determinará el ambiente
sociopolítico en alguna forma única y exhaustiva, sino que en cada época
imprimirá ciertos patrones propios en el ambiente que se presente, y que
el estudio del proceso de impresión es posible y útil. También convendrá
señalar la existencia de diferentes grados de afinidad o compatibilidad
entre ciertas actividades económicas específicas por una parte y algunas
variedades de ambientes sociopolíticos por la otra. En un extremo de la
escala hemos examinado las actividades que se encuentran en la relación
de colusión y refuerzo recíproco con tal ambiente que acabamos de seña-
lar. Y aunque la misma actividad puede mantener tal relación con más
de un ambiente sociopolítico, existen en el otro extremo de la escala al-
gunas actividades económicas que tienen una compatibilidad muy escasa
con ciertos ambientes sociopolíticos; por ejemplo ciertas legumbres y fru-
tas que requieren gran cuidado parecen mal adaptados a la agricultura
colectivista.
Pero el argumento en defensa del fenómeno de la convergencia me
ha llevado demasiado lejos. La exploración sistemática de estas cuestiones
requeriría un trabajo mucho más extenso. El objetivo principal de este
ensayo ha sido la exploración de las líneas de compatibilidad de los bie-
nes básicos, no con los regímenes sociopolíticos sino con el desarrollo
económico en un periodo histórico dado, y dentro de los patrones socia-
les y políticos característicos de ese periodo. Y apenas hemos iniciado
la discusión de este tema, como señalé en la sección inicial.

rV. EL GIRO HACIA EL AUTORITARISMO EN LA AMéRICA LATINA Y LA


BÚSQUEDA DE SUS DETERMINANTES ECONÓMICOS'*

1. Introducción: Las esperanzas del siglo xviii y las realidades del


siglo XX
El "desarrollo económico de las zonas subdesarroUadas" surgió como
un nuevo campo de estudio a fines de los años cuarenta y principios de
los cincuenta. La tarea era verdaderamente formidable, pero dos desarro-
■" Publicado originalmente en David CoUier (comp.), The New Authorítarianism in Latín
Ameñca, © 1979 por Princeton University Press, pp. 61-98. Patrocinado por el Comité Conjun-
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1389

líos concurrentes hacían esperar el éxito. Se pensaba que los avances


teóricos de la economía del crecimiento, aunados a varias percepciones
nuevas sobre la naturaleza específica de las economías subdesarrolladas,
proveían a los economistas las herramientas que necesitaban para aseso-
rar con eficacia a los gobiernos que desearan llevar a sus países a un
camino de expansión económica rápida. En segundo lugar, el éxito del
Plan Marshall en la Europa Occidental parecía confirmar la posibilidad
de una rápida transformación económica de las economías no socialistas
si se daban dos condiciones: 1) cantidades apropiadas de ayuda externa
que complementaran la formación de capital nacional, y 2) la planeación
benéfica, "indicativa", que complementara las señales del mercado para
asegurar la inversión productiva de los recursos de capital disponibles.
Veinticinco años después se ha evaporado en gran medida ese opti-
mismo inicial, por varias razones. El crecimiento ha sido considerable
pero no ha superado en modo alguno la división del mundo en el "Norte"
rico y el "Sur" subdesarroUado. Además, en el propio Sur se han divi-
dido los frutos del crecimiento con mayor desigualdad de lo que se ha-
bía esperado. Y hay otra razón para el desencanto, a menudo omitida:
cada vez se pone más en claro que el esfuerzo por alcanzar el crecimiento,
ya tenga éxito o no, trae consigo desastrosos efectos secundarios en el
terreno político, desde la pérdida de las libertades democráticas a manos
de regímenes autoritarios, represivos, hasta la violación total de los de-
rechos humanos elementales. Muchos economistas, cómodamente instala-
dos en su disciplina siempre en expansión, no querían saber nada de la
posibilidad de tales conexiones entre los sucesos económicos y los políti-
cos.*" Otros manifestaron su desencanto con el desarrollo político buscan-
do pimtos débiles en el desempeño económico de los regímenes odiados,
como el supuesto "estancamiento estructural" o la distribución regresiva
del ingreso.*^ Sólo unos cuantos economistas se perturbaron tanto por el
curso de los acontecimientos que estaban ansiosos por determinar si era
la búsqueda del desarrollo económico lo que había generado el desastre
político, pero descubrieron que carecían de las herramientas conceptuales
necesarias para la investigación del problema.

to para Estudios Latinoamericanos del Consejo de Investigación en Ciencias Sociales y el Con-


aejo Norteamericano de Sociedades Ilustradas. Reproducido con permiso de Princeton Univer-
sity Press.
8» Debemos señalar la excepción del ensayo profundo de John Sheahan, "Market-Oriented
Economic Policies and Political Repression in Latin America", Economic Development and Cul-
tural Change 28, enero de 1980, pp. 267-291.
*i Véase una extensión de este punto en el capítulo 1, sección v [no incluido aquí].
1390 EL TRIMESTRE ECONómCO

Mi propia reacción fue una búsqueda en la historia, y más específi-


camente en la historia de las ideas. En virtud de que mis contemporáneos
habían arrojado escasa luz sobre las conexiones entre el crecimiento eco-
nómico y el desastre político decidí estudiar a los filósofos políticos y
los economistas políticos de los siglos xvii y xviii para descubrir lo que
hubieran dicho acerca de las probables consecuencias políticas de la ex-
pansión económica que a la sazón ocurría ante sus ojos. Este retiro al
pasado me llevó a escribir The Passions and the Interests: Political Ar-
guments for Capitalism before Its Triumph, Princeton, 1977 [versión es-
pañola del Fondo de Cultura Económica, 1980]. La idea más sorprenden-
te, casi extraña, que encontré —y cuya intrincada genealogía se traza en
el libro— fue la especulación de que la expansión del comercio, de la
industria y de la economía de mercado serviría para restringir, por di-
versas razones y a través de diversos mecanismos, las "pasiones" del so-
berano, de modo que conducirían a un gobierno menos arbitrario y más
humanitario. El crecimiento económico generaría restricciones que termi-
narían con los abusos del poder, las exacciones injustas y, en suma, el
"despotismo". Dicho en términos positivos, una economía de mercado bo-
yante sería la base de un orden político donde se aseguraría el ejercicio
de los derechos y las libertades individuales. O como lo diría Tocqueville
en forma epigramática: "Una liga estrecha y una relación necesaria exis-
ten entre estas dos cosas: libertad e industria".*^ La esperanzada doctrina
de ayer y la cruda realidad de hoy no podrían distar más, y la frase de
Tocqueville parecería ser más aplicable a la experiencia actual de la Amé-
rica Latina si se leyera así: "Una liga estrecha y una relación necesaria
existen entre estas dos cosas: tortura e industria". Este contraste entre los
dos asertos o entre la expectativa y la realidad puede ser útil como punto
de partida de nuestra argumentación.
En primer lugar debería observarse que el contraste no lo es tanto en-
tre las esperanzas europeas y las decepciones latinoamericanas. No sólo
hubo gran cantidad de decepciones en Europa sino que esperanzas simi-
lares a las expresadas por los pensadores europeos del siglo xvii al xix
pueden encontrarse en la América Latina de fines del siglo xix y princi-
pios del XX. La idea de que una economía en expansión e industrializada
podría moderar los excesos de ambición de poder y de pasión política
figura, en términos generales, en una obra clásica de la historia econó-

^ A través de esta sintética fonnulación Tocqueville en realidad prestó un flaco servicio a


la doctrina prevaleciente, que entonces procedió a criticar. Véase Passions and Interests, pági-
nas 122-124.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1391

mica de Colombia que comenta el periodo de consolidación política y


expansión económica subsecuente a la terminación en 1902 de la Guerra
Civil de los Mil Días en los términos siguientes:

En última instancia la base de esta política (de protección industrial) no era


real o principalmente económica. El estímulo (fomento) que se daba a las
empresas industriales era un elemento, y muy importante, en el cambio de
dirección que Reyes y el grupo que lo rodeaba querían imprimir a la vida
política y social del país. Lo importante era encontrar una vía para reducir
la intensidad de la lucha política interna que se había hecho insoportable, ase-
gurarse de que la política no absorbería todas las energías y la atención de
la nación... La fórmula de los radicales se había invertido: la libertad ya no
nos traería progreso; por el contrario: podría esperarse y suponerse que el
progreso nos trajera libertad.*^

Otro escritor colombiano expresó con firmeza la idea de que una eco-
nomía en expansión e inserta en el mercado mundial podría servir de con-
trol de las pasiones políticas, no sólo para una planta industrial creciente
sino con referencia de la producción acrecentada de un bien básico de ex-
portación tal como el café.

[En la época anterior a la cafetalera los encargados de la política] eran líri-


cos y románticos porque no podían aún remitirse a un bien cuya producción
está en continuo incremento. Era una época de niñez y de juego. El café trae-
rá madurez y seriedad. No permitirá a los colombianos seguir jugando a "que
te alcanzo" con la economía nacional. El absolutismo ideológico desaparecerá
y se anunciará la éfMDca de moderación y sobriedad... El café es incompatible
con la anarquía.**

Es de particular interés que la participación de Colombia en la eco-


nomía mundial a través del comercio internacional del café se considera
aquí definitivamente como una vía para imponer a la política interior y
a la toma de decisiones una muy necesaria disciplina, más bien que como
una amenaza a la autonomía del país y que como una manifestación de
su "dependencia".
La historia, por supuesto, ha frustrado las esperanzas que expresan
estos elocuentes pasajes. En mi libro he tratado de explicar algunas de las
*' Luis Ospina Vázquez, Industria y protección en Colombia, 1810-1930, Medellín, E. S. F.,
1955, pp. 326-327. El autor contínúa diciendo que del desarrollo industrial, con sus favorables
consecuencias políticas de "orden y libertad", también se esperaba que hiciera al país menos
vulnerable a los ataques contra su soberanía territorial y política, asunto que obviamente pre-
ocupaba mucho a Colombia después de la pérdida de Panamá.
** Luis Eduardo Nieto Arteta, El café en la sociedad colombiana, Bogotá, Breviarios de
orientación colombiana, 1959, pp. 34-35. Este ensayo, de publicación postuma, se escribió en 1947.
1392 EL TRIMESTR'Í ECONÓMICO

razones de que las idénticas optimistas expectativas de figuras del si-


glo XVIII tales como Montesquieu y Sir James Steuart hayan permanecido
insatisfechas en los países industriales.*' Recurriendo a algunos de los crí-
ticos de sus ideas, tales como Adam Ferguson y Tocqueville, demostré
que las características mismas de la "economía moderna", que se supo-
nía que constituían un baluarte contra el despotismo, podrían, desde una
perspectiva apenas diferente, justificar algo muy cercano a esa aborreci-
ble forma de gobierno. Así que el punto principal y el profundo conoci-
miento de Montesquieu y Steuart, tanto como el de los recién citados
autores colombianos, señalaban que una economía más compleja era un
delicado mecanismo con exigencias propias que no debe alterarse oficio-
samente. En la mente de Montesquieu (o de Nieto Arteta) esta alteración
podría emanar sólo del gobierno o de su cabeza, el caprichoso sobera-
no. Pero el argumento tiene diversas facetas; citándome a mí mismo:
"si es verdad que se debe considerar la economía, entonces la cuestión es
no sólo la de impedir las acciones imprudentes del príncipe sino la de
reprimir también las del pueblo para limitar su participación; en suma,
la de contrarrestar cualquier cosa que pudiera interpretarse por algún rey-
economista como una amenaza para el funcionamiento perfecto de ese de-
licado reloj." **
Las principales explicaciones "económicas" del gobierno autoritario
en la América Latina siguen ahora estos lineamientos. Se afirma que la
economía y su crecimiento tienen ciertas exigencias intrínsecas que a ve-
ces pasan completamente por alto los gobernantes, los gobernados, o am-
bos. Cuando esto ocurre se vuelve factible un cambio de régimen; en los
últimos tiempos tal cambio ha significado un avance en la dirección de
un gobierno más autoritario."
En estas explicaciones —que examinaremos pronto en mayor deta-
lle— se hace hincapié en las características estructurales de la economía
y en las condiciones complejas e imperativas para su continuo crecimien-
to. Estas son las exigencias que deben acatarse: los deferenda. El proble-
ma surge de la colisión entre estos deferenda y los que supuestamente
deben tener la deferencia y que a veces se rehusan a respetar la disciplina
del "reloj delicado". En tal virtud, la diferencial propensión a deferir

»" Passions and Incerest, pp. 117-128.


*• P. 124. Sir James Steuart utilizó reiteradamente la metáfora del reloj en su análisis de
la economía moderna en expansión.
*' Han ocurrido algunos cambios de régimen en la dirección contraria, los que a menudo se
han explicado en forma similar. Algunos ejemplos importantes son el derrocamiento de Perón en
1955 y el de Rojas Pinilla en 1957.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1393

de los elaboradores de políticas podría ser un elemento importante de la


historia que estamos tratando de entender. Los gobernantes latinoameri-
canos han mostrado a veces una propensión a deferir particularmente es-
casa. A veces parecen regocijarse en la violación de las restricciones más
elementales del sistema económico. La mejor expresión de esta actitud es
el conocido consejo que dio Perón a Carlos Ibáñez, el Presidente de Chi-
le, en 1953:

Querido amigo: Concédale al pueblo, sobre todo a los trabajadores, todo lo que
sea posible. Cuando le parezca que ya les está dando demasiado, concédales
más. Entonces verá los resultados. Todos tratarán de asustarlo con el espectro
de un desastre económico. Pero todo es mentira. No hay nada más elástico
que la economía, algo que todos temen mucho porque nadie la entiende.**

Una negativa similar a creer en la existencia del "reloj delicado" y


una impaciencia similar con cualesquiera de sus restricciones se hicieron
evidentes en las políticas económicas y monetarias mal consideradas y
frustradas de varios países latinoamericanos en los últimos decenios. Es
probable entonces que no se trate de que la economía plantee en algún
momento ciertos problemas particularmente difíciles para los gobernan-
tes. Más bien, es posible que los gobernantes quieran probar, de cuando en
cuando, la "elasticidad" de la economía con total desenfado y simplemen-
te rebelándose contra las restricciones en las que Sir James Steuart, al
igual que Nieto Arteta, depositaron sus esperanzas para el término del
despotismo y del mal gobierno (una expresión cuyo significado varía des-
de la mala administración hasta la corrupción).
En realidad Sir James Steuart nos da una clave para esperar tal
rebeldía. Señala Steuart la contradicción entre el poder creciente que
espera recibir el soberano a medida que se expande la economía y el
aumento simultáneo de las restricciones sobre el uso de tal poder; y las
restricciones se originan precisamente en la creciente vulnerabilidad de
la economía, es decir, en la inexistencia de esa elasticidad afirmada por
Perón. Añade Steuart que el estadista, colocado frente a esta situación
desconcertante, "mira a su derredor con asombro", pero concluye que al
final se someterá a las restricciones inesperadas e irritantes porque "se
encuentra tan atado por las leyes de su economía política que toda trans-

®* Citado de Alejandro Magnet, Nuestros vecinos argentinos, Santiago de Chile, 1956, p. 14,
por Fredrick B. Pike, "Freedom or Reform in Latín America", ensayo ocasional. Centro de
graduados para Estudios Sudamericanos, Universidad Vanderbilt, Nashville, Tennessee, agosto de
1963, p. 3.
13M EL TRIMESTRE ECONÓMCO

gresión a tales leyes lo meterá en nuevas dificultades".*' Es obvio que


Sir James Steuart no vislumbró al moderno soberano latinoamericano
que afrontando la misma contradicción se negará a "someterse a las le-
yes de su economía política" y no se desanimará por la perspectiva de
"nuevas dificultades".
A fin de subrayar la naturaleza del responsable de la política más
bien que la naturaleza de los problemas que afrontan Steuart intentó lo que
parece ser una interpretación personal y por tanto más bien obsoleta. Pero
podemos dar a tal interpretación un sabor de ciencia social más moder-
na. La recurrente ilusión de los gobernantes acerca de la "elasticidad" o
la invulnerabilidad de la economía podría relacionarse con varias carac-
terísticas de la industrialización tardía de la América Latina. En primer
lugar, se esperaba que la industrialización no sólo aumentara el ingreso
y el empleo sino que además redujera la dependencia, que "transfiriera
los centros de decisión" del exterior y así generara una autonomía mayor
para los gobernantes. Además, aunque el desarrollo hacia afuera —el
desarrollo basado en la exportación de productos primarios— había ocu-
rrido bajo la égida del laissez-faire, se consideraba ahora que esa fase
junto con la ideología que le había servido de fundamento, había llegado
ya a un final ignominioso. En cambio, se suponía que la nueva fase de
industrialización requería un alto grado de orientación e intervención por
parte de un Estado activista. Así pues, el "estadista" —según el término
de Sir James Steuart— no sólo esperaba volverse más poderoso sino que
además se sentía justificado por la nueva ideología reinante para utilizar
su poder al máximo. Por último, es posible que lo inesperado de los pri-
meros éxitos de la fase "fácil" de la industrialización con sustitución de
importaciones haya generado una sobrestimación de la "elasticidad" de la
economía. Esta fue la hipótesis que presenté en un ensayo anterior:

... la fase "exuberante" de la sustitución de importaciones se vio acompaña-


da por políticas públicas extravagantes que sobrestimaron gravemente la to-
lerancia de la economía para diversas aventuras, ya fuese la redistribución
del ingreso por decreto, la construcción de una capital nueva, u otras locu-
ras. .. podría conjeturarse que, en sus estilos muy diferentes, Perón, Kubits-
chek, Rojas Pinilla y Pérez Jiménez fueron víctimas de las ilusiones de la
invulnerabilidad económica alentadas por los sorprendentes éxitos iniciales y
la rápida penetración de la industria en un ambiente supuestamente hostil.®"

** Véanse algunas referencias y un tratamiento más extenso en Passíons and Interests, pá-
ginas 81-87.
90 "The Political Economy of Import-Substituting Industrialization in Latín America", Quar-
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1395

El punto de vista que presento aquí puede relacionarse con el ensayo


de Guillermo O'Donnell sobre los fenómenos económicos que se encuen-
tran detrás del ascenso del autoritarismo en la América Latina.*^ Este
ensayo, cuya tesis principal examinaremos en la sección siguiente, hace
gran hincapié en el carácter imprevisible de la política económica de la
América Latina antes del establecimiento de los regímenes autoritarios,
y lo considera como un obstáculo importante para la acumulación y la
planeación de la inversión a largo plazo. O'Donnell conecta la fase "su-
perior" de la industrialización, en la que deben producirse insumos in-
termedios y bienes de capital, con una mayor necesidad de la previsión.
Pero es obvio que cierto grado de previsión es necesario para cualquier
clase de desarrollo en los países donde los agentes económicos privados
toman gran parte de las decisiones de ahorro, inversión y producción.
Así pues, en la medida en que O'Donnell identifica la falta de una pre-
visión mínima de la política económica como un factor importante del
retraso del desarrollo y el establecimiento de regímenes autoritarios, nos
invita a buscar las razones de esta falta. Esto es lo que he tratado de ha-
cer aquí desde una perspectiva diferente.
Ya puedo sostener que mi reciente incursión al pensamiento de los
siglos XVII y XVIII no se debió por entero al deseo de escapar de una reali-
dad desagradable. Esa expedición al pasado ideológico ha producido por
lo menos una aportación al entendimiento del giro de la América Latina
hacia el autoritarismo. Me ha llevado a subrayar la escasa propensión de
los gobernantes a rendirse ante las restricciones económicas normales. Esto
contrasta con las explicaciones más comunes, las que han subrayado las
tareas económicas extraordinariamente difíciles que se han planteado. Pero
no quiero sugerir que estas últimas explicaciones sean totalmente erró-
neas. En efecto, una discusión en términos de las explicaciones tradiciona-
les ocupará la mayor parte de este ensayo. Hacia el final volveré breve-
mente al argumento que acabo de presentar.

2. Argumentos económicos: Las exigencias específicas de la


industrialización como determinantes del autoritarismo
a) La conjetura de la "profundización" de O'Donnell. Más de un si-
terly Journal of Economics 82, febrero de 1968, reproducido en mi libro A Bias for Hope: Es-
says on Development and Latín America, Nueva Haven, Yale University Press, 1971, p. 100.
'^ Guillermo O'Donnell, "Reflexiones sobre las tendencias generales de cambio en el Estado
Burocrático-antoritario", mimeografiado, Buenos Aires, C£OES, agosto de 1975. Se encuentra una
versión inglesa, un poco diferente, en Latín American Research Review 13, 1978, pp. 3-38.
13)6 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

glo después de Marx la proposición general de que el cambio político


importante puede explicarse mejor por los factores económicos no resul-
ta particularmente novedosa ni enteramente convincente. Sin enabargo, es
posible que se genere todavía un gran interés intelectual —y con justa
razón— cuando se demuestra o se alega que un giro específico de la ma-
rea política se origina en una característica precisa del terreno económi-
co subyacente. El ensayo de Guillermo O'Donnell que acabamos de men-
cionar es un buen ejemplo. Su tesis principal es que el surgimiento de
regímenes autoritarios en los principales países latinoamericanos desde
los años sesenta se debe en gran medida, aunque indirectamente, a las
dificultades de "profundización" que tienden a afectar el proceso de in-
dustrialización. Se define la "profundización" como el establecimiento,
a través de enlaces hacia atrás, de industrias de insumos intermedios y
de bienes de capital en cuanto se establecen las industrias de la "última
etapa" que producen bienes de consumo o de demanda final."^ Escrita en
1974-1975 y presentada ante diversos auditorios durante 1975, esta tesis
logró dominar la discusión en muy breve tiempo. Naturalmente, el te-
rreno intelectual estaba bien preparado para la tesis de O'Donnell por
la idea del "agotamiento de la sustitución de importaciones", una frase
que había sido más o menos corriente en las discusiones económicas du-
rante más de diez años.*' Sólo se necesita dar un paso para relacionar las
supuestas dificultades de la industrialización con sustitución de importa-
ciones (isi) de la América Latina con el surgimiento de regímenes auto-
ritarios en varios países. En efecto, el meollo de la idea puede encontrarse
en otra parte sin muchas explicaciones, como si no necesitara ninguna.'*
Pero la formulación de O'Donnell, que había anunciado en su obra an-
terior,"* resultó particularmente rica, oportuna y persuasiva.
Dado que he participado en el debate sobre el proceso de industriali-
^ Utilizaré aquí el término "profundización" en el sentido que le da O'Donnell. Los eco-
nomistas deberán entender que tal sentido es diferente del de la "profundización del capital",
que se refiere a una expansión de la producción lograda en unión de un incremento de la ra-
zón capital-mano de obra, por oposición a la "ampliación del capital", que logra tal expansión
sin incrementar la intensidad del capital
'^ Por lo menos desde el conocido artículo de María da Conceigáo Tavares sobre "Ríse and
Decline of Import Substitution in Brazil", Economic Bulletm for Latín America 9, marzo de
1964, pp. 1-65.
** Un buen ejemplo es el análisis que hace Celso Lafer del sistema político brasileño, don-
de se invoca varias veces el "agotamiento del modelo de sustitución de importaciones" para ex-
plicar la crisis de la "república populista" y la instalación de un nuevo régimen político. Véase
Lafer, O sistema politico brasileiro, Sao Paulo, Perspectiva, 1975, pp. 69-76.
"> Ya en su libro Modernización y autoritarismo, Buenos Aires, Paidós, 1972, pp. 170 ss.,
relacionaba O'Donnell las dificultades del logro de la "integración vertical" y el establecimiento
de "industrias básicas" con la tendencia hacia el autoritarismo.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1397

zación, tengo naturalmente ciertos sentimientos acerca de la tesis de O'Don-


nell.** Estos sentimientos son ambivalentes. Peor aún: ahora advierto que
mis propios escritos han sido ambiguos.
Por una parte, el propósito fundamental de mi artículo de 1968 fue
el cuestionamiento de la idea del "agotamiento" de la isi. Por lo tanto,
experimento una reacción crítica inmediata ante una tesis que atribuye
un resultado político muy importante a un fenómeno económico cuya exis-
tencia misma traté de poner en duda.
Sin embargo, al sostener que la isi no estaba necesariamente destinada
a terminar en toda la América Latina en ausencia de un cambio estructural
profundo, señalé también que a) la industrialización de la América Latina
tenía un carácter más secuencial, "de etapas bien definidas", que la in-
dustrialización de los países avanzados; b) que existen varias resistencias
a la dinámica del enlace hacia atrás, es decir, a la "profundización" (así
como varios caminos para superarlas), y c) que existe en efecto una fase
"exuberante" o "particularmente fácil de la sustitución de importaciones
cuando el proceso manufacturero se basa por entero en la importación de
materiales y maquinaria, mientras que la importación del artículo se man-
tiene firme y efectivamente vedada por los controles".*^
En conjunto estas observaciones podrían apoyar la idea de que la pro-
fundización de la estructura industrial hacia los insumos intermedios y
los bienes de capital representaría después de todo un umbral decisivo.
Acabo de expresar las razones íntimas por las que me puede gustar o
disgustar la tesis de O'Donnell. Pero no se trata evidentemente de que la
tesis concuerde con ideas y opiniones expresadas antes por mí sino de que
sea verdadera o falsa; o más modestamente, de que sea una generaliza-
ción sostenible, en vista de los datos históricos que poseemos.
Robert Kaufman y José Serra tratan de contestar esta cuestión básica
en otra parte.** Estos autores ponen en duda el fundamento empírico de
la tesis de O'Donnell en lo que respecta a países tan decisivos como el
Brasil y Chile. Sólo en la Argentina es verosímil que las dificultades de
la profundización de la estructura industrial, y la necesidad de superar-

se O'Donnell se refiere generosamente a mi obra al principio de su propia investigación,


"Reflexiones", p. 11. Mi artículo "The Political Economy oí Import-Substituting Industrializa-
tion in Latin America" se basó en los caps. 6 y 7 de The Strategy of Economic Development,
Nueva Haven, Yale University Press, 1958; Nueva York, Norton, 1978, y en los conceptos de
los enlaces hacia atrás y hacia adelante introducidos allí. Otras ideas relacionadas se encuen-
tran en el capítulo ili de este trabajo.
»' Bias, p. 99.
*' Véanse sus ensayos en David Collier (comp.), The Neto Authoritarianism in Latin America^
donde se publicó originalmente este capítulo.
1398 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

las mediante la importación de una tecnología extranjera compleja a tra-


vés de empresas multinacionales, se hayan experimentado como proble-
mas reales antes del primer intento de implantación de un régimen auto-
ritario (el frustrado golpe de Onganía, de 1966) ; ®* pero en otros países
resulta difícil el establecimiento de correspondencias similares.
Por lo tanto, parecería que el esfuerzo de O'Donnell por explicar los
acontecimientos políticos sobre la base de los fenómenos económicos está
afrontando problemas. Su tesis debe ser descartada o reformulada. Qui-
siera aconsejar el segundo camino: la búsqueda de O'Donnell debe ser
ampliada y no abandonada. Como todos sabemos, algunos factores pura-
mente políticos, y en particular las relaciones ante la Revolución cubana
—el "gran temor" de los grupos gobernantes latinoamericanos, la disemi-
nación de las tácticas guerrilleras en la izquierda y la determinación de
los Estados Unidos de impedir una "segunda Cuba"— han contribuido
poderosamente a la instalación de regímenes autoritarios en un país lati-
noamericano tras otro desde 1958. Pero la búsqueda del desarrollo eco-
nómico ha sido un tema tan dominante durante los últimos treinta años,
por toda la América Latina, que la existencia de una conexión sistemática
entre el curso de una búsqueda —sus éxitos y sus fracasos por una parte, y
las grandes tendencias políticas por la otra— tiene un atractivo intelec-
tual en sí misma. La razón de la gran aceptación de la tesis de O'Donnell
es precisamente ese atractivo. Ahora examinaré otras razones para el esta-
blecimiento de tal conexión.
Pero antes debemos hacer una observación metodológica. Para esta-
blecer una conexión entre algunos acontecimientos desconcertantes —co-
mo el cambio de régimen hacia el autoritarismo en varios países— y
algún factor causal subyacente, tal como la dificultad de "profundizar"
la estructura productiva, no basta demostrar que tal factor procedió sis-
temáticamente a los diversos cambios de régimen. Hay necesidad de
demostrar una conexión plausible, significativa, entre las dos series de he-
chos. En el caso que ahora nos ocupa esta necesidad es particularmen-
te fuerte porque a resultas del pensamiento marxista de nuestra época la
apelación a las causas económicas de los fenómenos no económicos lleva
consigo una aureola excesiva de plausibilidad a priori. O'Donnell está
claramente consciente de estas cuestiones: no conecta directamente la
•* En los caps. 14 y 15 de su conocido libro La economía argentina, México-Buenos Aires,
Fondo de Cultura Económica, publicado por primera vez en 1963, Aldo Ferrer se refirió a
la "falta de integración" de la industria argentina como uno de los obstáculos principales para
un crecimiento económico satisfactorio en su país. La "integración industrial" de Ferrer tiene un
significado muy similar al de la "profundización" de O'Donnell.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1399

instalación de regímenes autoritarios con el "agotamiento" de la isi,


como se hace en las presentaciones más "vulgares". Por el contrario,
utiliza como un eslabón intermedio de la cadena causal la carencia y la
necesidad de previsión antes mencionadas. Además, en cierto punto trata
de demostrar que su causa se convirtió en una motivación para los ac-
tores afirmando que los diversos golpes militares procedieron a) de un
entendimiento de que las perturbaciones políticas y sociales que debían
apaciguarse eran causadas en parte por las crisis inflacionarias y de
balanza de pagos recurrentes, y b) de la conciencia de que estas crisis
derivaban a su vez de la falta de integración vertical de las estructuras
nacionales.^"" El hecho de que O'Donnell escribiera esto revela que sen-
tía —con razón— la necesidad de probar su tesis con algo más que el
mero establecimiento de la existencia de una secuencia temporal que con-
duce de la causa alegada por él al establecimiento de regímenes auto-
ritarios.
La proposición a) es correcta sin duda: se acepta generalmente que
las altas tasas inflacionarias y las crisis recurrentes de balanza de pagos
son a la vez síntomas y factores de la desintegración sociopolítica; es po-
sible que los autores de la política económica y del golpe buscaran cau-
sas más profundas de estos males; pero si lo hicieron no pudieron haber
atribuido los males a la falta de un proceso de profundización que no
existía siquiera como un problema en varios de los países en cuestión.
Este es un buen punto de partida para el esfuerzo antes anunciado de
ampliar la búsqueda de O'Donnell. Si no es válida la tesis de la profun-
dización, ¿hay algo que pueda sustituirla dentro de la esfera del des-
arrollo económico? ¿Cuáles son los problemas económicos y las ideolo-
gías que se utilizaron en la interpretación de tales problemas y que en
forma directa o indirecta han hecho a los países "maduros" para la ins-
talación de regímenes autoritarios? Si se plantea la cuestión en esta for-
ma se están examinando los problemas económicos como tales y el modo
en que han afectado la conciencia de diversos grupos sociales y políticos.
En lo que sigue me ocuparé de ambas cosas.
b) La transición a políticas económicas más ortodoxas. Existe otro
candidato serio para el papel atribuido por O'Donnell a la profundiza-
ción. Éste es la necesidad de un conjunto de políticas económicas más or-
todoxas después de implantar durante algún tiempo la isi mediante la
combinación bien conocida, pero muy poco ortodoxa, de inflación, sobre-
valuación de la moneda, estrictos controles cuantitativos de la importa-
!<"> "Reflexiones", p. 16.
1400 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

ción, y cierto financiamiento externo en forma de ayuda y de capital


privado."^ Como se ha señalado a menudo, esta combinación de políticas
tuvo la virtud de lograr una transferencia de ingreso de los exportadores
tradicionales de productos primarios al sector industrial en expansión, y
de hacerlo así indirectamente, aun en forma tortuosa, sin gravar efectiva-
mente a los exportadores. Desde el punto de vista del Estado el arreglo
funcionó mejor y durante mayor tiempo en algunos países (como el Bra-
sil) que en otros (como la Argentina), en gran medida porque la capaci-
dad de los exportadores tradicionales para trasladarse a actividades no
castigadas difirió grandemente de un país a otro. Tal capacidad fue mu-
cho mayor en el caso de los ganaderos argentinos que en el de los cafeti-
cultores brasileños y colombianos por la sencilla razón de que el ganado,
al contrario de lo que ocurre con los cafetales, puede ser sacrificado, y lue-
go pueden invertirse en actividades no castigadas los ingresos derivados
de su venta.^"^ Pero finalmente se metió en dificultades en todas partes
este patrón particular de promoción de la industrialización, porque empe-
zaron a fallar una tras otra las varias condiciones esenciales para su fun-
cionamiento total: las exportaciones tradicionales perdieron terreno (al-
gunas más pronto que otras, como señalamos antes); la inflación resultó
difícil de contener dentro de límites razonables; los recursos destinados
originalmente a la industrialización se desviaron hacia otros fines (como
la construcción de Brasilia), y en parte a resultas de estos acontecimien-
tos, los proveedores de capital y de ayuda externos se pusieron nerviosos.
El estancamiento de la industrialización que ocurrió en diversos paí-
ses en momentos diferentes durante los años cincuenta y sesenta se debió
más a tales dificultades que a algún "agotamiento" de la isi, es decir,
a alguna barrera intrínseca que impedía la continuación de la expansión
industrial. Lo que ocurrió fue que la isi se desarrolló bajo un patrón
institucional que representaba a la vez una brillante invención social para
evadir los obstáculos estructurales, tales como la dificultad de gravar di-
rectamente a los exportadores de productos primarios y la debilidad de
■'"^ En la bibliografía existente en inglés se ha designado con frecuencia a las dos fases
como "orientada hacia afuera" y "orientada hacia adentro", respectivamente. Me disgusta esta
terminología a causa del juicio de valor positivo que se asigna a la fase "orientada hacia afue-
ra", por comparación con la fase supuestamente nociva "orientada hacia adentro" (adviértase
que el desarrollo hacia adentro tiene en español una connotación positiva porque en lugar de
la autarquía y la introversión evoca la imagen de la apertura del interior y del mercado in-
terno). Mis propios juicios de valor acerca de estas dos fases se harán evidentes en el curso
de las páginas siguientes. Pero, aparte de eso, la "orientación hacia afuera" se refiere sólo a
un aspecto de las políticas nuevas, el de la tasa de cambio, los aranceles, etcétera, y omite las
nuevas políticas fiscales y de tasas de interés que pueden ser igualmente importantes.
102 Véase un refinamiento de este punto en Bias for Hope, pp. 11-12.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1401

la burguesía nacional. Como ocurre con frecuencia, la invención era más


brillante cuanto menos consciente o planeada fuera —es decir durante
sus primeras fases— y perdió su eficacia en cuanto algunos gobernantes
advirtieron lo que había venido ocurriendo. Como ocurre en los mitos que
demuestran los peligros de arrebatar secretos a los dioses, los gobernantes
abusaron de su conocimiento recién descubierto y aplicaron con exceso la
fórmula mágica que había dado antes tan excelentes dividendos.^"^
Además, a medida que declinaba la eficacia del patrón institucional
original para la promoción de la ISI surgían varias oportunidades nuevas
a resultas de la industrialización, aunque a menudo éstas pasaban in-
advertidas durante largo tiempo. Dado que la economía mundial se ex-
pandía rápidamente surgían posibilidades de exportación para algunas
de las manufacturas nuevas (y para los productos primarios no tradicio-
nales), pero no podían percibirse porque la sobrevaluación de la tasa de
cambio hacía aparecer poco competitivos los precios internos."* En se-
gundo lugar, la inversión industrial podía financiarse cada vez más con
las ganancias obtenidas por las industrias nuevas, de modo que pudo pres-
cindirse de las transferencias intersectoriales que habían servido original-
mente para este propósito. Por último, y sobre todo en los países más
grandes, la industrialización y la expansión del mercado interno sentaron
las bases económicas para la ampliación del impuesto al ingreso y para
que el Estado y las agencias estatales contrataran préstamos en un mer-
cado de capital incipiente.
A resultas de estos nuevos desarrollos y oportunidades pudo pensarse
en la eliminación del patrón original para la promoción de la ISI, ya dete-
riorado. Esto significaba el establecimiento y el mantenimiento de una tasa
de cambio no sobrevaluada, combinado con una utilización mayor de los
impuestos directos para el financiamiento del gasto público, de precios
realistas para los servicios públicos y de los mercados de capital, en lu-
gar de recurrir al financiamiento inflacionario y a las ganancias deriva-
das de las operaciones con divisas.
Esta especie de transición a un conjunto de políticas económicas más
ortodoxas, orientadas hacia el mercado —en lo que sigue me referiré a
veces simplemente a "la transición"—, no se logró sin dificultad, pues

103 Véase, por ejemplo, "The Goldfish", Russian Fairy Tales, recopilación de A. Afanas'ev,
Nueva York, Pantheon, 1973, pp. 528-532.
^o* Marcelo Diamand y Daniel Schydlowsky han señalado esta situación. Véase Diamand,
Doctrinas económicas, desarrollo e independencia, Buenos Aires, Paidós, 1973, caps. 10 y 11;
Schydlowsky, "Latín American Trade Policies in the Seventies: A Prospectiva Appraisal", Quar-
terly Journal of Economics 86, mayo de 1972.
1402 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

había gran número de intereses creados en el arreglo anterior. En algu-


nos casos —tanto en la América Latina como en otras partes—, la tran-
sición ocurrió en forma discontinua, combinando la devaluación con el
desmantelamiento rápido de ciertos controles de cambios y la promulga-
ción, en breve intervalo, de diversas reformas en los campos de la tri-
butación, los precios de los servicios públicos y los mercados de capital.
Estas características de la transición —la oposición de varios círculos
poderosos y la necesidad probable de algunos cambios discontinuos en
la política económica— parecen convertirla en candidato excelente para
sustituir la "profundización" como el problema económico básico que
condujo a la instalación de regímenes autoritarios.
Antes de considerar esta hipótesis convendrá examinar sus diferen-
cias con la conjetura de O'Donnell, En "Reflexiones. .." menciona O'Don-
nell reiteradamente la necesidad de las exportaciones de manufacturas,
como si tales exportaciones formaran parte de la "profundización" (por
ejemplo, p. 17). Pero esto no es legítimo, por lo menos sin muchas otras
explicaciones. El giro hacia las exportaciones de manufacturas significa
ante todo que algunas industrias existentes adquieren nuevos mercados
para sus productos: representa un ensanchamiento, más bien que una
profundización. Y, como demuestra Serra, este ensanchamiento ocurrió
en el Brasil después del advenimiento del autoritarismo, junto con un in-
cremento del coeficiente de importación de varios productos industriales
básicos, es decir, exactamente lo contrario de la profundización. Por úl-
timo, la transición que he venido señalando comprende varias otras polí-
ticas aparte de la promoción de exportaciones, y éstas —la reforma fis-
cal y del mercado de capital, entre otras— tienen también muy poco que
ver con la profundización.
Sin embargo, desde cierto punto de vista podría sostenerse que la pro-
fundización y la exportación de manufacturas se relacionan estrechamen-
te: una tasa de cambio sobrevaluada castiga no sólo la exportación de
manufacturas sino también el enlace hacia atrás, o sea el proceso de pro-
fundización. La razón es sencilla. La sobrevaluación de la moneda na-
cional significa que las importaciones permitidas por la maquinaria del
control resultan atractivamente baratas. Dado que se concede prioridad a
las importaciones de bienes de capital en la asignación de divisas es-
casas, el bajo costo interno de la maquinaria importada tenderá a frenar
la manufactura interna de bienes de capital, así como la sobrevaluación
desalienta las exportaciones. Por lo tanto, el establecimiento de un tipo
de cambio realista puede ser importante para el desarrollo, a su debido
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1403

tiempo, de una industria nacional de bienes de capital. Pero este es un


efecto no deliberado (y de ordinario muy demorado) de la transición.
Los problemas económicos y la consiguiente modificación de la polí-
tica económica delineados aquí se vuelven más claramente distintos de la
profundización en cuanto nos ocupamos de los aspectos ideológicos. Como
señalamos antes, los problemas económicos de los que estaban más cons-
cientes los "responsables de la política y de los golpes" eran, primero, la
inflación, y segundo el desequilibrio de la balanza de pagos, sobre todo
cuando surgía la amenaza del agotamiento de las reservas de divisas. Los
responsables del giro de la política latinoamericana hacia el autoritaris-
mo, en parte bajo el efecto de estas dos crisis, tenían ciertas nociones acer-
ca de los problemas políticos y económicos que a su vez eran responsables
de la urgencia inmediata. Pero hasta donde yo sé, la falta de profundi-
zación desempeñó un papel muy secundario, si acaso, en tales nociones,
con la posible excepción de la Argentina.
La inflación se atribuyó en primer término a la incompetencia, el de-
rroche y la incapacidad para resistir las presiones populistas por parte de
los gobiernos anteriores al golpe. Pero también se creía en la existencia
de factores más profundos, más "estructurales". En todos los regímenes
autoritarios los puestos más importantes en el terreno de la política eco-
nómica fueron ocupados al principio por un cierto tipo de persona: la
que profesaba una confianza mayor en las fuerzas del mercado y denun-
ciaba, y prometía corregir, algunas de las distorsiones más graves de los
precios relativos que eran el legado habitual de la inflación, sobre todo
en lo tocante a los tipos de cambio, las tasas de interés y las tarifas de
los servicios públicos. Estos gobernantes estaban respondiendo primordial-
mente a una influencia ideológica contraria a la planeación, contraria a
la isi y contraria a las enseñanzas de la CEPAL. Como es bien sabido, el
componente más absolutista de este movimiento fue un grupo de econo-
mistas latinoamericanos que habían realizado sus estudios de posgrado
en la Universidad de Chicago, en cuyo departamento de economía habían
prevalecido durante largo tiempo las concepciones estrictas del neo laissez-
faire.
Pero también influyeron en el mismo sentido otras fuerzas aparente-
mente menos doctrinarias. Desde mediados hasta fines del decenio de
1960 las políticas que habían servido para promover la isi fueron criti-
cadas en detalle por un grupo de economistas que en su mayor parte per-
tenecían a los países desarrollados y contaban con el apoyo influyente de
organismos tales como la Institución Brookings, el Banco Mundial y la
1404 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos.^"* El prin-


cipal concepto técnico desarrollado en estos diversos informes, acompaña-
dos de una gran producción de artículos en las revistas profesionales, fue
la "tasa de protección efectiva", que puede diferir sustancialmente de la
tasa nominal definida en las tarifas aduanales.^"' Relacionando el arancel
con el valor agregado, y no con el valor total del artículo protegido, la
tasa efectiva expresa la protección real concedida por las aduanas al pro-
ductor nacional, es decir, la medida en que los costos de su propia opera-
ción manufacturera puede superar los niveles de la competencia mundial.
Dada la etapa típica de la industrialización de los países en desarrollo,
en que la sustitución de importaciones de bienes de consumo ocurre mu-
cho tiempo antes de la sustitución de importaciones de bienes intermedios
y de capital, los que importaban y pagaban aranceles bajos, las tasas de
protección efectivas para los bienes de consumo de estos países eran a
menudo un múltiplo de las tasas nominales, ya elevadas.
La tasa efectiva puede reducirse mediante dos procedimientos princi-
pales: uno es la reducción de las tasas nominales sobre los bienes de
consumo de producción nacional; el otro es el incremento de las tasas
aplicables a los insumos intermedios y la maquinaria: mientras que estos
bienes no se produzcan en el país pero sean necesarios para la industria
nacional pagan de ordinario tasas bajas o nulas. Un aumento de tales
tasas es inevitable en cuanto se inicia la producción nacional de estos
bienes. Así pues, la profundización de la estructura industrial es otro pro-
cedimiento para la reducción de las tasas de protección efectivas. Desde
luego es un procedimiento más indirecto que la reducción franca de las
tasas nominales. Sin embargo, habríamos esperado que por lo menos al-
gunas de las numerosas publicaciones sobre el tema le hubiesen prestado
atención. Pero no se encuentra tal sugerencia, excepto por su artículo im-
105 Véase Harry G. Johnson, Economic Policies Toward Less Developed Countries, Wash-
ington, D. C, Brookings, 1967. Este libro se escribió como un análisis crítico de la primera
conferencia de la tJNCTAD de 1964. La OCDE patrocinó un gran proyecto de investigación de las
políticas de industrialización y comercio exterior, que se ocupó del Brasil, la India, México,
Paquistán, Filipinas y Formosa. El resultado principal del proyecto fue el libro de lan Little,
Tibor Scitovsky y Maurice Scott, Industry and Trade in Some Developing Countries, publicado
para la OCDE por la Oxford University Press en 1970. Este informe general resultó a menudo
mucho más crítico de la isi que los estudios de países en los que supuestamente se basó. Esto
es particularmente evidente cuando lo comparamos con el estudio de Joel Bergsman, Brazil: In-
dustrializarion and Trade Policies, OCDE-Oxford University Press, 1970. Otro estudio monumen-
tal, patrocinado por el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, es el de Bela
Balassa y colaboradores, The Structure of Protection. in Developing Countries, Baltimore, The
Johns Hopkins University Press, 1971.
lo» El cálculo preciso de las tasas efectivas requería estadísticas del insumo-producto, las
que se estaban elaborando para varios países en desarrollo a mediados de los años sesenta.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1405

portante que sí se ocupó del asunto,^"^ de modo que todo el peso de la


crítica de la ISI tomó una sola dirección: si quieres reducir las inef¡cien-
cias de la asignación (incluyendo horrores tales como el del "valor agre-
gado negativo") resultantes de los altos niveles de la protección efectiva
debes reducir tus tasas nominales. A través de este consejo unilateral de
política económica la bibliografía de la protección efectiva revelaba su
sesgo de oposición a la industrialización. También se hizo evidente que
la profundización no formaba parte del clima ideológico que prepara-
ba el terreno para las políticas de transición: lógicamente, los analistas
de la protección efectiva debieron haber recomendado, por lo menos oca-
sionalmente, la profundización de la estructura industrial, pero nunca
lo hicieron porque tal recomendación no encajaba en sus premisas e in-
tenciones ideológicas. Es claro que esa bibliografía no atacaba la indus-
trialización porque había logrado muy poco sino porque se pensaba que
había llegado demasiado lejos.
¿Debemos proclamar entonces que la aparición de los regímenes au-
toritarios en la América Latina se ligó a la necesidad de realizar en cierta
etapa la transición a un conjunto de políticas económicas más ortodoxas?
A primera vista esta explicación parece concordar con algunos de los
hechos observados y con las declaraciones e ideologías de los gobernan-
tes. En efecto, los gobiernos autoritarios que han llegado al poder han
adoptado a menudo el nuevo conjunto de políticas con grandes fanfarrias
y se han aferrado a él con obstinación extraordinaria aun cuando distase
mucho de tener éxito. En esta forma se ha creado la impresión de que se
requiere un gobierno autoritario para realizar la transición. Sin embargo,
un examen más detenido suscita considerables dudas a este respecto.
El hecho es que la transición se ha realizado en varios casos, o se está
realizando, sin la presencia de un régimen autoritario. Colombia es tal
vez la ilustración más clara. Aquí se han tomado varias medidas típicas
de la transición. Primero los subsidios a la exportación y luego las mi-
nidevaluaciones han logrado promover nuevas exportaciones agrícolas e
industriales; se ha reducido el nivel medio de la protección; han aumen-
tado considerablemente las tasas de interés, de modo que la mayoría de
las transacciones crediticias ya no se realiza a tasas de interés real ne-
gativas, y se ha promulgado una reforma sustancial del impuesto al in-
greso. Todo esto ocurrió sin el establecimiento previo de un régimen au-
toritario. En Chile, antes de Allende, las políticas de la transición —so-
'"' Véase Max Corden, "The Structure of a Tariff System and the Effective Protection
Rate", Journal of Political Economy 74, junio de 1966, p. 229.
1406 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

bre todo en lo que respecta al establecimiento de tipos de cambio más


realistas a través de minidevaluaciones y subsidios a la exportación—
hicieron su aparición en los años sesenta, durante la administración de
Frei, El Brasil es obviamente el país cuya historia reciente encaja mejor
en la hipótesis de que se requiere un régimen autoritario para realizar la
transición. Pero ahora observamos que esto es así sólo porque el autori-
tarismo llegó muy temprano al Brasil. Las políticas que parecen debidas
al cambio de régimen en el Brasil, ocurrido en 1964, fueron adoptadas
posteriormente en otras partes bajo diversos auspicios políticos.
c) La aceleración del crecimiento industrial mediante la intensifica-
ción de la desigualdad del ingreso. Examinaré brevemente una tercera co-
nexión posible entre el desarrollo económico y la instalación de regíme-
nes autoritarios. Tal conexión puede darse a partir de diversos escritos,
sobre todo de autores brasileños.^"* En sus términos más escuetos esta es
la tesis: cuando los países en proceso de industrialización, que poseen la
distribución del ingreso típica de la América Latina, pasan a la fase
de intensificación de la producción nacional de automóviles y de otros
bienes de consumo durables su política tiende a girar hacia el autoritaris-
mo y la represión.
No es una idea realmente nueva que los patrones sectoriales del cre-
cimiento económico tienen alguna relación con la naturaleza del régimen
político. Por ejemplo, el enunciado siguiente suena a la vez familiar y
plausible: un gobierno que desee dedicar todos sus recursos de inversión
a los armamentos y los bienes de capital para la industria pesada debe
mantener bajo el consumo, de modo que tenderá a ser más represivo que
un gobierno que permite que una parte del crecimiento de la economía
asuma la forma de un aumento del consumo. Este tipo de razonamiento
se ha utilizado a menudo para explicar el mantenimiento de políticas au-
toritarias en la Unión Soviética, y en cierto momento muchos analistas
ligaron las perspectivas de una liberalización política de ese país a los
cambios de las políticas económicas que favorecieran la expansión de las
industrias de bienes de consumo, por tanto tiempo demorada. Los aconte-
cimientos no han confirmado estas conjeturas, ya que se producen ahora
más bienes de consumo en la Unión Soviética, mientras que la naturaleza
autoritaria del régimen soviético no se desvanece ostensiblemente. En con-
secuencia, no se ha escuchado mucho este argumento a últimas fechas.
Se ha propuesto para la América Latina una variante interesante de
^0* Algunas partes de este argumento aparecen en el libro de Celso Fuitado, Análise do
"Modelo" brasUeiTO, Río de Janeiro, Civilizarlo brasUeira, 1972.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1407

la idea. Aquí no se imputa la política represiva y autoritaria a la compren-


sión del consumo agregado, destinado a posibilitar una expansión del sec-
tor de bienes de capital. Más bien se hace hincapié en la expansión des-
igual del consumo, desigual con respecto a las clases de artículos y a las
clases de artículos y a las categorías de consumidores.
El argumento se desenvuelve como sigue: en una etapa del desarrollo
industrial al estilo de Occidente el procedimiento más expedito para alen-
tar un crecimiento económico rápido es la expansión de las industrias de
automóviles y de bienes de consumo durables, ayudada esta última por un
auge en la construcción de viviendas de las clases medias y altas, el que
puede hacer por sí mismo una aportación importante al crecimiento eco-
nómico total. Mientras se oriente primordialmente al mercado interno esta
clase de expansión sólo podrá ocurrir si existe un grupo adecuado de fa-
milias de ingresos medios y altos que deseen sostener el auge de los bie-
nes de consumo durables (y de viviendas) mediante nuevas compras. Dado
que sólo los ricos están en posición de adquirir los automóviles, las ca-
sas o los apartamentos, y muchos de los bienes de consumo durables, el
aumento del ingreso que acompaña a la expansión económica deberá ca-
nalizarse hacia ellos. Las secciones más pobres están muy alejadas de la
posibilidad de ser clientes de las industrias de expansión y sólo "desper-
diciarían" todo aumento de sus ingresos en arroz y frijol; por lo tanto,
debe impedirse que aumente su ingreso, sobre todo en vista de que estos
productos tienen una oferta inelástica. Pero se requiere represión política
y autoritarismo para alcanzar ese tipo de perfil del consumo (llamado
también desarrollo excluyente y concentrador). Hay algo inquietante en
estas proposiciones. Pero dos observaciones críticas se imponen de in-
mediato:

i) Ninguno de los regímenes autoritarios de la América Latina se


estableció para implantar la estrategia de crecimiento que acaba-
mos de bosquejar. Como en el caso de la profundización, la idea
de esa clase de estrategia nunca constituyó una motivación efec-
tiva para los generales y los políticos que establecieron esos re-
gímenes.
ii) Como en el caso de la transición a políticas más ortodoxas, los
auges mayores o menores de las industrias automotrices y de bie-
nes de consumo durables han ocurrido en varios países latinoame-
ricanos durante los últimos veinte años, antes y después del esta-
blecimiento de regímenes autoritarios, y también en su ausencia.
1408 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

Sin embargo, el argumento anterior tiene un aspecto convincente por


cuanto describe bien lo que ha venido ocurriendo durante varios años en
el Brasil, el país que ha experimentado el auge más notable en la pro-
ducción de automóviles y de bienes de consumo durables. Desde media-
dos de los años sesenta hasta cerca de 1973 la política económica brasi-
leña ha canalizado en efecto enormes cantidades de crédito al consumo
para las compras de automóviles y de bienes de consumo durables a
quienquiera que pudiera demostrar que era un cliente serio; ha ampliado
las diferencias de sueldos y salarios, y ha mantenido los salarios en el
extremo más bajo de la escala, por lo menos hasta 1974. Es probable que
estas políticas no se hubiesen podido implantar tan abiertamente en au-
sencia de un gobierno "fuerte".
Así pues, no tenemos aquí una explicación económica del autoritaris-
mo sino una explicación política de un giro del desarrollo económico bra-
sileño: la existencia previa de un gobierno autoritario facilitó una políti-
ca económica fuertemente orientada hacia la expansión de una categoría
especial del consumo. Podrían decirse muchas otras cosas acerca de las
consecuencias económicas y de política económica de los regímenes auto-
ritarios, pero no es el tema de este ensayo, que se ocupa de sus determi-
nantes económicos.

3. La insistencia en la ideología: ¿Una sobredosis de problemas


propuestos?
Habiendo encontrado deficientes la conjetura de la "profundización"
de O'Donnell y las dos hipótesis posibles, ¿regreso con las manos vacías de
ia expedición de la sección anterior? No lo creo. Por el contrario, sobre la
base de tal expedición podemos sugerir que la relación entre los proble-
mas económicos insolutos y el cambio de régimen tiene una naturaleza
diferente. Me parece poco prometedora la búsqueda de una sola dificul-
tad económica estructural específica que se encuentre detrás del ascenso
del autoritarismo en la América Latina. Pero es obvio que una relación
entre el surgimiento de regímenes autoritarios y la conciencia generali-
zada de que el país afronta graves problemas económicos (los que pueden
diferir de un país a otro) y que no es capaz de resolverlos."' Cuanto
mayor y más generalizado sea el sentimiento de incapacidad para la so-
^'" En mi libro Joumeys Toivard Progress: Studies of Economic Policy-Making in Latin
America, Nueva York, Twentieth Century Fund, 1963, y The Norton Library, 1973, pp. 229-
238, examino el proceso mediante el cual llega a definirse cierto estado de cosas como un pro-
blema que la política debe resolver o aliviar.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1409

lución de los problemas mayor será la propensión a implantar un cambio


de régimen, así como la disposición de grandes grupos a aceptarlo y
quizás alentarlo. Y cuanto mayor sea el número de los problemas, reales
o imaginarios, insolutos en el momento del establecimiento de un gobier-
no autoritario, mayores serán la tentación y la justificación para que ese
gobierno se instale en el poder durante un largo periodo, y mayores se-
rán las probabilidades de que tal gobierno se legitime, siempre que al-
gunos de estos problemas puedan resolverse o aliviarse. Si el asunto se
plantea en esta forma general podremos rescatar algo de las diversas hi-
pótesis examinadas. Es posible que la conciencia de los problemas de
la profundización (en la Argentina, por ejemplo) y de la tradición (en
el Brasil, por ejemplo) haya contribuido en ambos países al cambio de
régimen en la dirección autoritaria y, aún más, a la determinación de los
nuevos regímenes autoritarios de permanecer en el poder y a su potencia-
lidad de legitimación. Pero con esta formulación cambia la naturaleza
de nuestra investigación, porque la atención ya no se enfoca tanto a los
problemas ocultos que debe detectar el ojo penetrante de algún científico
social como en las tareas que proponen a una sociedad, abierta y clara-
mente, los voceros influyentes que se encuentran dentro o fuera del sis-
tema establecido.
Esto me impulsa en una dirección nueva. A menudo se da por sen-
tada la existencia de cierta proporcionalidad estricta entre los problemas
experimentados por una sociedad y los problemas que le proponen sus
intelectuales, gobernantes y otras personas influyentes. Pero este supues-
to puede ser cuestionado. Es concebible que la articulación de los pro-
blemas y la elaboración de las propuestas para su solución se intensifi-
quen a veces en forma completamente independiente de lo que ocurre en
efecto en la economía y la sociedad. Es obvio que tal aumento autónomo
de la proposición de problemas y soluciones podría tener importantes con-
secuencias políticas; y ahora voy a sostener, como una antítesis a la sec-
ción anterior, que un fenómeno de esta clase se ha manifestado claramen-
te en la América Latina durante los últimos decenios.
Hace algunos años afirmé que me parecía muy valiosa la escuela del
pensamiento estructuralista de la América Latina y su búsqueda de los
problemas "profundos" —como ciertas condiciones de la tenencia de la
tierra— que se encontraban detrás de los problemas superficiales de la in-
flación y el desequilibrio de la balanza de pagos. Argumenté que en esta
forma el problema superficial actúa como un faro y ayuda a la detección
temprana de males sociales que resultarían mucho más difíciles de curar
mO EL TRIMESTRE ECONÓMCO

si se descuidan durante largo tiempo.^^" Sin embargo, desde el punto de


vista del presente ensayo parece ser que la estrategia estructuralista de la
solución de problemas puede exagerarse y probablemente se ha exagerado:
en los últimos decenios las sociedades latinoamericanas han estado suje-
tas a una batería incesante y sin precedentes de proposiciones de reformas
estructurales. Es como si la inflación del nivel de precios hubiese produ-
cido en el terreno ideológico una inflación en la generación de "remedios
fundamentales". Cuando las políticas así propuestas quedan considerable-
mente por encima de las capacidades de una sociedad se genera con fa-
cilidad un sentimiento generalizado de frustración.
Hablamos ahora de la contrapartida del notable fermento, la excita-
ción y la creatividad notables que han constituido un rasgo tan marcado
del escenario intelectual latinoamericano durante los últimos treinta años.
Fue en este periodo que la ciencia social latinoamericana obtuvo un am-
plio reconocimiento por su vitalidad, aunque no alcanzara los triunfos
de la bibliografía latinoamericana contemporánea. Se generaron constan-
temente ideas nuevas que a menudo llegaron a ser temas dominantes en
las discusiones internacionales. La contribución sobresaliente de los lati-
noamericanos al análisis de los problemas de los países pobres se recono-
ció, por ejemplo, en la nominación de Raúl Prebisch como primer secre-
tario de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Des-
arrollo (UNCTAD).
Pero estas realizaciones tenían otra cara que sólo ahora puede perci-
birse en retrospectiva, algo de naturaleza similar a la de otros periodos
semejantes de fermento intelectual, desde la Ilustración francesa hasta el
extraordinario florecimiento cultural ocurrido en Viena a fines del siglo
pasado y principios del actual. Esta otra cara era la frustración resultante
de la ampliación de la brecha entre la realidad de las sociedades latino-
americanas y las tareas que se les proponían.
Observando en retrospectiva la secuencia de estas tareas vemos que
se propusieron en orden de dificultad creciente. La tarea proclamada po-
cos años después de la segunda Guerra Mundial fue la industrialización,
cuando ya estaban bien avanzados los esfuerzos en esta dirección. Como
una actividad en marcha la industrialización era una tarea claramente al
alcance de las sociedades latinoamericanas. Pero esta tarea relativamen-
te fácil se vio complementada pronto, en los años cincuenta, por la pro-
puesta de la planeación que no provino sólo de la CEPAL sino de algunos
^^o Véanse otros comentarios sobre la tesis estructural en el cap. 8, sección I [de la versión
original].
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1411

círculos del "establecimiento" tan impecables como el Banco Mundial,


poderosamente apoyada por fondos prestables. Se suponía que la pla-
neación del desarrollo económico fijaría las metas de la economía en su
conjunto y del crecimiento equilibrado de sus diversos sectores, y que in-
dicaría la forma en que podrían alcanzarse estas metas mediante la in-
versión coordinada en el sector público y en el sector privado. Esta era
una tarea más compleja, que además se oponía a la esencia de gran parte
de la estructura institucional del gobierno y la sociedad latinoamerica-
nos. En muchos países se hicieron intentos por establecer agencias de pla-
neación y elaborar documentos de planeación, pero la medida en que
estos esfuerzos influyeron sobre el curso de la acción gubernamental y
del desarrollo económico difirió ampliamente entre los países y fluctuó
mucho de un periodo a otro, aun dentro de los países donde hubo algún
efecto. Extrañamente, las agencias de planeación que se habían fundado
para impartir mayor estabilidad a la acción gubernamental en el campo
económico padecieron en carne propia una gran inestabilidad, ya que
fluctuaron entre los grandes brotes de actividad y de influencia real has-
ta la somnolencia y la impotencia casi totales. Finalmente se logró cierta
consolidación de las nuevas estructuras burocráticas; pero sus logros fue-
ron sin duda modestos en comparación con las ambiciosas ideas que
habían inspirado su creación.
La siguiente tarea proclamada —a principios de los años sesenta—
fue una empresa más ambiciosa aún: la integración económica de las
diversas economías latinoamericanas. Se señaló con razón que los países
latinoamericanos no podrían alcanzar un desarrollo industrial eficiente y
pleno si actuaban aisladamente, dadas las limitaciones de sus mercados
y las economías de escala. Se iniciaron enormes negociaciones intergu-
bernamentales y se establecieron maquinarias y burocracias internacio-
nales muy completas. Los autores de los acuerdos no se conformaron con
la meta de una unión aduanera: pensaron que las diferencias entre la
América Latina y la Europa Occidental hacían imperativo intentar la di-
fícil tarea de asignar industrias a diversos países sobre la base de la
complementación. Diez o quince años más tarde los diversos esfuerzos em-
prendidos —el Mercado Común Centroamericano, la Asociación Latino-
americana de Libre Comercio y el Pacto Andino— habían obtenido lo-
gros muy desiguales, pero todos ellos habían quedado muy lejos de sus
metas originales.
En términos generales pueden considerarse relativamente "no antagó-
nicas" las tareas de la industrialización, la planeación y la integración.
1412 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

Como metas de la política económica no amenazan explícitamente a nin-


guna clase o sector importante de la sociedad y pueden presentarse como
favorables para todos a largo plazo. Pero habiendo obtenido un éxito cada
vez más escaso en estas tareas sucesivamente proclamadas, los intelectua-
les latinoamericanos llamaron a la batalla, a mediados y a fines de los
años sesenta, en el terreno de tareas antagónicas que implicaban un or-
den de dificultad muy diferente: ahora se proclamaba ampliamente, en
un ataque final, que la América Latina debía resolver sus problemas me-
diante la redistribución interna de la riqueza y el ingreso, y mediante la
superación de la "dependencia", es decir, mediante el reordenamiento de
sus relaciones económicas internacionales en algo que sólo podría ser un
proceso de conflicto con las grandes potencias, en particular con los Es-
tados Unidos. Como era de esperarse no ha sido muy impresionante la
respuesta a esta última llamada a la acción, tan exigente.
Debemos recordar de nuevo un mito antiguo, ahora para señalar cuan
extraño era en realidad el proceso que acaba de describirse. Todos cono-
cen la historia del vagabundo o pretendiente de la mano de la hija del
rey a quien se le plantean preguntas cada vez más difíciles o se le impo-
nen tareas cada vez más complejas como condición para la concesión del
premio ambicionado. En estas historias las preguntas más fáciles deben
ser resuellas antes de plantear la siguiente pregunta más difícil. En cam-
bio, en la América Latina se presentaron de continuo, al Estado y a la
sociedad, tareas nuevas y más difíciles, independientemente de que se
hubiese realizado o no la tarea anterior. Casi parecería que cuanto menos
satisfactoria hubiera sido la realización de una tarea anterior mayor era
la dificultad adicional de la tarea siguiente y más rápido su plantea-
miento.
Es posible que este extraño proceso de escalamiento ideológico haya
contribuido a ese sentimiento generalizado de encontrarse en una situa-
ción desesperada que es la condición previa de un cambio radical de ré-
gimen. Algunos países latinoamericanos se vieron más expuestos a esta
sensación que otros durante los últimos años. Entre los países grandes
es probable que Colombia y Venezuela se hayan visto menos afectados
por el clima ideológico que acabamos de describir. En Colombia existe
una tradición de consciente aislamiento intelectual frente a las corrientes
ideológicas externas, así como la convicción de que los grandes problemas
del país pueden ser manejados de algún modo por los sabios miembros
de la élite política del país. Venezuela, gracias a su riqueza petrolera,
constituía evidentemente un caso especial, ya que las ideas elaboradas
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1413

en los países (y por los ciudadanos de países) permanentemente sujetos


a presiones inflacionarias y de balanza de pagos resultaban aquí sospe-
chosas a primera vista.^" Resulta interesante que estos dos países hayan
sido hasta ahora los más resistentes a la oleada autoritaria.
He plasmado con cierta renuencia los pensamientos de las páginas
precedentes, aunque sólo sea porque pueden ofender a algunos de mis
amigos más queridos. Sin embargo, cuando una serie de hechos desastro-
sos golpean al cuerpo político debe revisarse la responsabilidad de to-
dos, incluidos los intelectuales."^ Habiendo hecho precisamente eso debo
apresurarme a añadir algunas reservas. Por principio de cuentas no re-
sulta fácil determinar cuáles conclusiones de política económica debieran
sacarse en consecuencia. Es obvio que resultaría tonto desear que no hu-
biera ocurrido el florecimiento del pensamiento social latinoamericano
de los últimos decenios porque este pensamiento pudo haber contribuido
a un clima ideológico de frustración que a su vez puede tener cierta
responsabilidad por algunos hechos políticos deplorables. En otras pala-
bras, sería ridículo llegar a la conclusión de que los intelectuales deben
dejar de ser intelectuales y abstenerse de analizar los problemas de sus
países. Sin embargo, podríamos sugerir que tales intelectuales deben co-
brar mayor conciencia de su responsabilidad, la que es mayor cuanto ma-
yor sea la autoridad que puedan llegar a alcanzar en sus países. Debido
a esta autoridad el proceso que en el terreno de la ciencia y la tecnología
se conoce como la prolongada secuencia de la invención a la innovación
ocurre a menudo, en la América Latina, con gran celeridad en el terreno
de las ideas económicas, sociales y políticas. Cuando el pensamiento so-
cial se convierte tan rápidamente en intentos de ingeniería social una gran
incidencia de experimentos fallidos es el precio que a menudo se paga
por la influencia ejercida por los intelectuales.
Mi segunda reserva se refiere al peso que debe darse a las observa-
ciones anteriores. Al hacer hincapié en los desarrollos ocurridos en el
terreno ideológico, no quiero sugerir que tales desarrollos deban susti-
tuir por completo las explicaciones del giro hacia el autoritarismo que

"1 Quizá resulte significativo en este sentido el hecho de que el grupo de economistas po-
líticos de la CEPAL que se reunió alrededor de Raúl Prebisch y elaboró las diversas doctrinas
de la CEPAL en los años cincuenta no incluía ningún colombiano o venezolano prominente. Véan-
se algunas observaciones sobre el aislamiento relativo de Colombia frente a las corrientes del
pensamiento en la ciencia social latinoamericana en Francisco Leal Buitrago, "Desarrollo, sub-
desarrollo y ciencias sociales", F. Leal Buitrago y otros, El agro en el desarrollo colombiano,
Bogotá, Punta de Lanza, 1977, pp. 27-28.
^^' Véanse otros comentarios sobre este tema en los caps. 6 y 7 de este trabajo [no inclui-
dos aquí].
1414 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

se concentran en alguna falla de la estructura o la política económicas.


En efecto, parece probable que detrás de la notable actividad intelectual
de los últimos decenios se encuentren algunos factores económicos y po-
líticos "reales" que pudiera considerar un análisis más global. En la si-
guiente sección de este ensayo, la última, se hace un esfuerzo en esta di-
rección.

4. Un marco más general: La función empresarial, la función de la


reforma y su interacción
Las notas siguientes son exploratorias y fragmentarias. Tratan de su-
gerir que el marco conceptual que se va a proponer parece prometedor.
Para no tener que meditar todo ex nihilo principiaré con la observación
ya casi obvia de que el crecimiento económico genera desequilibrios y
desigualdades. Lo hace así en muchas dimensiones: en La estrategia del
desarrollo económico subrayé los desequilibrios sectoriales y geográficos,
pero las crecientes desigualdades sociales y del ingreso constituyen una
parte importante de este cuadro. Con el transcurso del tiempo surgirán
ciertas presiones para corregir algunos de estos desequilibrios, porque la
continuación del crecimiento requiere tal corrección en algún momento y
porque los desequilibrios traen consigo tensiones, protestas y acciones so-
ciales y políticas. Esta formulación conduce de inmediato a la definición
de las dos tareas o funciones principales que deben realizarse en el cur-
so del proceso de crecimiento y también, como veremos en seguida, a
una apreciación de varias formas típicas en las que el proceso en su con-
junto puede incurrir en problemas económicos o políticos.
La primera de las dos tareas es la función desequilibradora, la fun-
ción empresarial, o la función de acumulación, como la llama James
O'Connor en The Fiscal Crisis of the State.^^^ Esta función puede ser des-
empeñada por la empresa privada nacional, por el capital extranjero, por
el Estado, o por cualquier combinación de tales agentes. En algún mo-
mento posterior a la realización de esta función los sectores y las regiones
que se han quedado atrás tratarán de recuperar el terreno perdido, y bus-
carán reformas sociales para mejorar el bienestar y la posición de los gru-
pos descuidados o explotados, y para una redistribución de la riqueza y el
ingreso en general. Esta es la función "equilibradora", distributiva, o de
reforma. Como la función empresarial, la función de reforma puede ser
11' Nueva York, St. Martin's Press, 1973. Por lo que toca a mi definición de las funciones
desequilibradoras y equilibradores véase la sección "The Two Functions of Government" de The
Strategy of Economic Development, pp. 202-205.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1415

realizada por actores diversos, es decir por las propias partes interesa-
das mediante la acción colectiva o por el Estado ("la reforma desde
arriba")."*
La medida en que estas dos funciones se realicen y coordinen resulta
decisiva para los resultados económicos y políticos del proceso de creci-
miento. Algunos de los problemas que pueden surgir son imputables sin
duda a ciertas características de las dos funciones consideradas por sí so-
las.^^** Pero esta formulación trata de señalar la interacción de ambas fun-
ciones, que es tal vez más decisiva.
Desde una perspectiva fría se advierte sin dificultad que la función
de reforma desempeña un papel esencial en el sostenimiento del creci-
miento tras un impulso poderoso, aunque desequilibrador, de los empre-
sarios. Así lo vemos en los famosos ejemplos históricos de las experien-
cias de reforma relativamente afortunadas, como la Ley de Reforma de
1832 en Inglaterra, el Nuevo Trato en los Estados Unidos y los logros
de Lázaro Cárdenas en México. Pero estos ejemplos ilustran también que,
con la posible excepción de los desequilibrios sectoriales,"' quienes reali-
11* El término función de legitimación, utilizado por O'Connor, parece innecesariamente res-
trictivo ya que sólo se refiere a las realizaciones de esta función a cargo del Estado. Además,
el término en cuestión es engañoso: implica algo acerca del objetivo que persiguen los actores
cuando realizan la actividad reformista; sin embargo, muy a menudo está muy lejos de sus
mentes la búsqueda de una "legitimación" para el Estado, aun cuando ese sea el resultado. Y
ahora una nota breve sobre mi propia terminología: preferí hablar de la función empresarial,
y no de la función de acumulación, porque al hacer referencia a quienes la realizan resulta
menos extraño el término empresarios que el término acumuladores (o capitalistas), sobre todo
en un contexto de desarrollo. En cuanto al término de función de reforma, lo preferí al de
función distributiva (o redistributiva) porque este último, como la función de legitimación de
O'Connor, implica que sólo el Estado puede realizarla. El término de función de reforma no
me satisface por completo, porque no parece incluir las acciones o las políticas correctivas des-
tinadas a ayudar a un sector económico retrasado a que alcance a los otros sectores en el pro-
ceso de crecimiento. Pero un término más inclusivo, como el de función "correctiva", habría
sido demasiado chato. El término función de reforma tiene además la ventaja de que podemos
llamar simplemente "reformadores" a quienes la realizan. Pero el uso de este término en el
texto no implica que estas personas sean "reformistas" en el sentido de que se hayan compro-
metido con alguna idea de la revolución; en mi opinión se incluye aquí a quienquiera que esté
decidido a corregir los desequilibrios y las injusticias que hayan surgido en el curso del cre-
cimiento, cualesquiera que sean las consecuencias; en otras palabras, pueden ser empresarios,
agencias estatales, reformistas, tratantes de reformas o revolucionarios.
11' Por lo que respecta a la función empresarial (en aislamiento) véase Fernando Henrique
Cardoso, Empresario Industrial e Desenvolvimento Económico, Sao Paulo, Difusáo Européia do
Livro, 1964, y "The Industrial Élite", S. M. Lipset y A. Solari, Élites in Latín America, Nueva
York, Oxford University Press, 1976, pp. 94-116. Véanse algunos estudios de casos particulares
de la función de reforma (en aislamiento) en mi libro Journeys Totvard Progress.
118 Los empresarios advierten los desequilibrios sectoriales por el surgimiento de escaseces
y elevaciones de los precios relativos, y si los mercados de capital funcionan correctamente la
manifestación de esta clase de desequilibrio es el inicio de su curación, con la participación de
los empresarios responsables del desequilibrio. En el caso del desequilibrio regional la correc-
ción es mucho menos oportuna y previsible, y mucho más política. En ausencia de incentivos
1416 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

zan la función empresarial no advierten de ordinario la incipiente nece-


sidad de la acción complementaria y a menudo se oponen fuertemente a
la realización de la función de reforma. Por supuesto esa función tiene
sus propios actores o realizadores interesados, ya se ejecute desde arriba
o desde abajo, pero su aparición en escena en el momento oportuno y con
el vigor preciso no se coordina confiablemente con la función empresa-
rial y su realización. En efecto, mientras que la realización de ambas
funciones (en alguna secuencia adecuada) puede ser "objetivamente"
esencial para el proceso de crecimiento, sus protagonistas son con fre-
cuencia adversarios acérrimos, y quizás así deba ser hasta cierto punto,
para que logren sus propósitos respectivos.
Ahora trataré de enunciar algunas características de la función em-
presarial y de la función de reforma en la América Latina, y algunas
características de su interacción, por comparación con las de los países
industriales avanzados. Más adelante examinaremos algunas diferencias
importantes entre los países latinoamericanos.
Veamos en primer término el vigor de la función empresarial. Aquí
nos encontramos en un terreno muy familiar. Tal vigor depende de la
atracción de las oportunidades de inversiones rentables y del empuje de
las fuerzas ideológicas. Alexander Gerschenkron ha demostrado memora-
blemente el ímpetu poderoso de la ideología, derivada de fuentes diver-
sas tales como el saintsimonismo en Francia y el marxismo en la Rusia
de fines del siglo xix, en el caso de los países europeos de industrializa-
ción tardía.'^' Además, el esfuerzo por establecer industrias con las que
pudieran conquistarse luego posiciones de liderazgo en los mercados mun-
diales de manufacturas se aconsejó, percibió y estimó como parte de la
competencia por el poder nacional; además, el deseo de recuperar tales
posiciones tras una derrota militar tenía matices de cruzada nacional.
Aunque la pérdida de las provincias norteñas por parte de México y de
Panamá por parte de Colombia ejercieron sobre estos países un efecto
similar de "concentración de la mente", las fuerzas ideológicas que im-
pulsaron la industrialización de la América Latina no tuvieron en general
tal potencia. Pero a resultas de la Gran Depresión y de la segunda Guerra
Mundial surgió en la América Latina una gran desdicha y una medita-
ción profunda sobre su papel económico en el mundo. Este esfuerzo cul-

fuertes, patrocinados por el Estado, es improbable que el desequilibrio sea corregido por quie-
nes lo provocaron. Lo que decimos del desequilibrio regional se aplica con mayor fuerza aún
a las desigualdades sociales o del ingreso que surgen o se agrandan en el curso del crecimiento.
11' Economic Backwardness ira Historical Perspective, Cambridge, Mass., Harvard University
Press, 1962, pp. 22-26.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1417

minó después de la guerra con el manifiesto de 1949 de Prebisch y su


llamado a la industrialización. Los llamados subsecuentes a la planea-
ción y la integración pueden considerarse (con ciertas reservas) impulsos
ideológicos adicionales para el desarrollo industrial. En el Brasil Kubits-
chek y varios de sus aliados ideológicos, políticos e institucionales ini-
ciaron en los años cincuenta una campaña particularmente decidida y
temporalmente afortunada para forjar una ideología nacional del des-
arrollo y la industrialización.
Pero aquí interviene otra peculiaridad de la secuencia latinoameri-
cana: el impulso dado a la industrialización en la posguerra sólo duró
cerca de un decenio, después de lo cual apareció una fase ideológica muy
diferente en la que predominaron los llamados a la redistribución. Lo
más interesante es que estos llamados provenían esencialmente de los
mismos círculos que habían propugnado antes una afirmación vigorosa
de la función empresarial. Estos círculos estaban convencidos de que el
desarrollo requería ahora la redistribución más bien que la continua
acumulación según los lineamientos tradicionales.
Así pues, las fuerzas ideológicas que se encontraban detrás de la
función empresarial eran más débiles en la América Latina que en Euro-
pa. Pero desde el punto de vista de los resultados políticos es tal vez más
importante el hecho de que en la América Latina algunas voces intelec-
tuales importantes que antes habían apoyado la función empresarial se
reunían ahora tras la bandera de la reforma. Ahora se denunciaban los
antiguos objetivos del desarrollo y ia industrialización, y el término des-
arrollismo —antes un emblema de honor y progreso— se convirtió en
forma extraña pero efectiva en sinónimo de oprobio.^^* Podrían encon-

^18 Puede señalarse la misma reversión en el caso de la industrialización, que tras un breve
periodo de alabanza se vio rodeada de términos que denotaban desprecio o problemas inmiien-
tes. Surgió una serie de metáforas extravagantes, con connotaciones despectivas o pesimistas.
Constantemente se alega qu*" 5a industrialización ha llegado a un "estancamiento", ha desembo-
cado en un "callejón sin salida", aun en un "callejón sin salida cromado", y se afirma que pade-
ce de "agotamiento" y de "estrangulamiento externo", un término usado rutinariamente para ha-
cer referencia a las dificultades de balanza de pagos que acompañan de ordinario a una fuerte
oleada industrial. Veamos el caso de la "industrialización con sustitución de importaciones",
un término ya consagrado que casi parece libre de valor. Es obvio que toda industrialización,
con la única excepción de la inglesa, ha sido sustitutiva de importaciones hasta cierto punto.
¿Entonces por qué se escogió este término para describir la industrialización latinoamericana?
¿Podría ser porque sutilmente minimiza tal esfuerzo? Como sabemos, una sustitución o Ersatz
no es nunca tan buena como lo sustituido. Además, el término en cuestión implica, errónea-
mente en el caso de la mayoría de las industrias nuevas, una ausencia total de ajuste creador
y de capacidad para resolver problemas. Conviene advertir que la crítica a la isi proveniente
de la América Latina y de la izquierda apareció aproximadamente al mismo tiempo que la críti-
ca a la "industrialización orientada hacia adentro", originada primordialmente dentro de los paí-
1418 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

trarse sin duda varias razones para este cambio; una razón particular-
mente importante fue tal vez el liderazgo asumido por el capital extran-
jero en el curso del proceso de industrialización. En todo caso este cam-
bio no se observa ni en Europa ni en Norteamérica —por lo menos no se
observa durante las primeras etapas de la industrialización—, donde el
apoyo a la función empresarial estuvo lejos de evaporarse cuando apa-
reció la función de reforma. Aquí las dos funciones tenían partidarios
ideológicos distintos. A lo sumo —como ocurrió con cierto tipo de keyne-
sianismo— hubo un apoyo simultáneo para ambas funciones.
En la América Latina la mutación ideológica que acabamos de exa-
minar —el retiro del apoyo intelectual a una función y su concesión a
la otra— se hizo particularmente evidente en Chile, la Argentina y el
Brasil. Algunos grupos sociales fuertemente arraigados se quedaron en
estos países sin protección ideológica, o sea en una posición incómoda y
quizá precaria. Es posible que así se explique la disposición de estos gru-
pos a recurrir a la fuerza a fin de recuperar el apoyo ideológico perdido.
Porque, como señaló Rousseau en su Ensayo sobre el origen de las len-
guas, la fuerza es un sustituto de la "elocuencia" y la "persuasión"."*
Podemos formular varias observaciones acerca de las diferencias tí-
picas que separan a los países latinoamericanos en lo tocante a nuestras
dos funciones y su interrelación. Es evidente, por ejemplo, que la fun-
ción de reforma surge en fechas completamente distintas y con retrasos
muy diferentes tras el surgimiento de la función empresarial
Desde luego podemos empezar a explicar estas diferencias examinan-
do la propiedad de las actividades y los recursos económicos que están
apoyando la mayoría de la función empresarial. Si esa propiedad es ex-
tranjera es de esperarse que el apoyo ideológico de la función empresa-
rial sea particularmente débil, de modo que las demandas de reforma y
de redistribución se escucharían más pronto y con mayor fuerza que si
la propiedad del sector económico dinámico estuviera en manos naciona-
les. En Chile, por ejemplo, la propiedad extranjera de las minas de ni-
tratos (y más tarde de las minas de cobre) hizo que surgieran pronto
algunas demandas de los grupos de clase media para que se gravara a
los inversionistas extranjeros y para un fortalecimiento consiguiente del
ses desarrollados, como se señaló (pp. 1398 y 1401). Sobre la conjugación de las críticas forniu-
ladas contra la industrialización desde la izquierda y la derecha véase el capítulo 1, sección rv.
"* En los tiempos antiguos, cuando la persuasión tomó el lugar de la fuerza pública, la elo-
cuencia era necesaria. ¿Qué sería bueno ahora, cuando la persuasión es sustituida por la
fuerza pública?" (capítulo 20). Según Rousseau la fuerza prescinde de la elocuencia. Pero
también es posible que el alejamiento de la elocuencia (es decir, del apoyo ideológico) con-
tribuya a la aplicación de la fuerza.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1419

aparato estatal.^^" Por otra parte, un esfuerzo de redistribución anterior


y más decidido, tras la iniciación del desarrollo económico encabezado
por las exportaciones, ocurrió en el Uruguay, donde algunos componentes
importantes del sector económico dinámico (tierras, ganado vacuno, ga-
nado lanar) estaban en manos de nacionales. En Venezuela, donde la ex-
plotación de los recursos petroleros estaba en manos extranjeras, quizá
por efecto de la actitud prevaleciente después de la segunda Guerra Mun-
dial, se demandó menos la redistribución que la realización o la promo-
ción estatal de funciones empresariales que complementaran las funciones
de los extranjeros o rivalizaran con ellas. Por lo tanto, debemos buscar
otros criterios para entender la cronología de las tendencias reformistas
en relación con las actividades empresariales.
Cuando tratamos de entender el porqué pueda haber un prolongado
apoyo ideológico a la función empresarial en una sociedad recordamos
el influyente concepto de la hegemonía de Gramsci,^''^ quien afirmó
que, hasta el momento en que se imponga una ideología contraria y
eficaz, la ideología de la clase gobernante impregna y configura la vi-
sión del mundo de las otras clases y los otros grupos de la sociedad, aun
la de los más explotados: en esto, más bien que en la fuerza bruta, resi-
de la esencia de la estabilidad de los arreglos sociales y políticos. Cuando
gobiernan los capitalistas es de presumir que su hegemonía se reflejará
en el hecho de que todas las clases de la sociedad apoyan el crecimiento
económico capitalista, aunque tal crecimiento favorezca a algunas clases,
grupos y regiones más que a otras. Pero ¿por qué ocurre esto? Según
Gramsci la hegemonía es una noción muy importante para la política re-
volucionaria. Pero tiende a tratarla más bien como un axioma y —lo
contrario de Maquiavelo en el caso del Estado— no dice mucho de los
procesos por los cuales se establece, mantiene o pierde la hegemonía.^^^
En el capítulo n traté de examinar algunos de estos procesos desde
cierto punto de vista particular. Sostuve allí que, durante una fase ini-
cial de desarrollo económico rápido, aun quienes se quedan atrás se sen-
tirán alentados y tenderán a apoyar durante algún tiempo el orden exis-

120 Véanse varios escritos de Aníbal Pinto, por ejemplo su libro Tres ensayos sobre Chile
y América Latina, Buenos Aires, Solar, 1971, pp. 67 ss.
121 Thomas R. Bates hace una reseña de las notas y observaciones de Gramsci sobre este
tema, muy dispersas, en "Gramsci and the Theory of Hegemony". Journal of the History of
Ideas 36 (1975), pp. 351-366. Véase también Perry Anderson, "The Antinomies of Antonio
Gramsci", New Left Revietv 100, noviembre de 1976 a enero de 1977, pp. 5-80.
122 Explicar "cómo se adquieren [los Estados], cómo se mantienen, y cómo se pierden", es
intención de Maquiavelo en El principe, según lo define el propio autor en una carta famosa
enviada a Francesco Vettory el 10 de diciembre de 1513.
1420 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

tente porque tienen la esperanza de que les llegue su turno; esta toleran-
cia de la desigualdad (el "efecto del túnel") durará más tiempo cuando
los que se quedan atrás puedan simpatizar con quienes avanzan en el
terreno social y económico. Así, la tolerancia será relativamente fugaz y
la función de reforma hará pronto su aparición en las sociedades donde
se restrinja el progreso económico a un grupo particular, percibido por los
demás como algo distinto y cerrado. Este argumento puede explicar la
aparición temprana de la función de reforma en Chile y el Uruguay, por-
que el grupo de grandes terratenientes uruguayos que prosperaron duran-
te el periodo del crecimiento encabezado por la exportación era tan ajeno
a la clase media urbana como los extranjeros dueños de minas chilenas.
Sostuve también que el hecho de compartir una experiencia histórica
—como la guerra, la revolución o la realización de reformas importan-
tes— puede actuar como una fuerte influencia homogeneizadora sobre la
sociedad de modo que, tras tales hechos, el escenario queda preparado
para el desarrollo muy desigual y para una tolerancia prolongada de tal
desigualdad, quizá particularmente en los países donde la reducción o la
eliminación de las desigualdades constituyó uno de los objetivos princi-
pales de la revolución o la reforma. Cusindo la igualdad se proclama como
la esencia de la nacionalidad, y cuando se superan supuestamente las ba-
rreras y las escisiones sociales, el retorno de la desigualdad pasará inad-
vertido durante largo tiempo, o se tolerará por largo tiempo después de
la percepción. México, después de Cárdenas, es un buen ejemplo: tras la
fachada de los logros de la Revolución el desarrollo se realizó aquí en
una forma muy desigual, pero la estabilidad política se mantuvo incó-
lume hasta el levantamiento estudiantil de 1968.
Algo que no se señaló en el capítulo il es que la tolerancia de la des-
igualdad puede ser mayor cuando el crecimiento es rápido que cuando
es lento. Esto puede parecer sorprendente: normalmente son mayores las
desigualdades cuanto más rápido es el crecimiento. Pero con el crecimien-
to rápido son más evidentes el cambio económico y la transformación fí-
sica concomitante del país y sus ciudades, de modo que la expectativa o
la posibilidad de mejoramiento se comunica convincentemente a diversos
grupos e individuos. Es concebible que este efecto de comunicación del
crecimiento rápido pueda superar a su efecto desnivelador, con el resul-
tado paradójico de que el país donde la desigualdad haya aumentado más
estará sujeto a menores presiones reformistas. Sería interesante un exa-
men de la historia reciente del Brasil y la Argentina a la luz de esta pro-
posición.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1421

La aparición temprana o tardía de las presiones reformistas en rela-


ción con las fuerzas empresariales es un tema de interés intrínseco consi-
derable. Nos vemos tentados a establecer una relación entre ese hecho y
el derrumbe de los regímenes pluralistas en los términos siguientes: si la
reforma aparece "demasiado pronto" paralizará las fuerzas empresaria-
les ("matará a la gallina de los huevos de oro"), y esto generará estanca-
miento, descontento y un esfuerzo por asegurar el proceso de acumula-
ción y crecimiento mediante un régimen autoritario. Si la reforma apa-
rece "demasiado tarde" las presiones que la impulsan, contenidas durante
largo tiempo, explotarán con violencia y conducirán a la misma configu-
ración política antes mencionada, a menos que haya ocurrido una revo-
lución triunfante (presuntamente con su propio sello autoritario). Pero
este resultado no nos satisface: dado que ningún país tiende a lograr la
cronología precisa, parece que no hay escape posible del autoritarismo en
el desarrollo capitalista. Es claro que deben considerarse otros factores.
Los candidatos obvios son las identidades de los vehículos de las dos
funciones. Como vimos al inicio de esta sección, tanto la función empre-
sarial como la reformista son esenciales para el éxito del desarrollo bajo
auspicios capitalistas, aun desde el punto de vista de los intereses del
propio proceso a largo plazo. Al mismo tiempo, sin embargo, es impro-
bable que los reformadores aparezcan como "ayudantes" de los grupos
empresariales. Cuando aparecen en el escenario pueden estar llenos de
odio contra tales grupos, quienes reciprocarán el sentimiento. El rompi-
miento de las reformas pluralistas podría relacionarse con el grado y la
naturaleza de esta hostilidad entre los protagonistas de las dos funciones.
Este enfoque me lo sugirió lo que es casi la doctrina recibida acerca
de la política colombiana: que la estabilidad política y el mantenimien-
to de un pluralismo limitado en ese país han dependido de la capacidad
de algunos elementos de la élite perdurable del país (la "oligarquía")
para asumir el papel de reformadores mientras otros continuaban sus
actividades empresariales. A menudo se generó gran hostilidad entre los
dos grupos, y hubo algunos "accidentes" graves: la violencia a fines de
los años cuarenta y durante los años cincuenta, y la dictadura de Rojas
Pinilla (1953-1957). Pero es notable la resistencia de las formas plura-
listas durante el periodo crítico de los años treinta o durante la oleada
autoritaria actual, y es probable que tenga algo que ver con la capacidad
de la élite para asegurar cierta realización mínima de ambas funciones
mediante su fragmentación en dos grupos. La comunicación entre los dos
grupos se obstruyó a menudo, pero nunca se cortó por completo, debido
1422 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

en parte a la existencia de relaciones personales y en parte al hecho de que


después de algún tiempo resultó obvio que los reformadores no eran en
modo alguno revolucionarios, cualquiera que fuese su fraseología, sino
que estaban actuando en el mejor interés de sus hermanos.
En Venezuela las dos funciones se realizan en forma muy diferente,
pero el resultado ha sido similar, por lo menos durante los últimos veinte
años. Aquí son el Estado y su burocracia, más bien que un grupo "pri-
vado" dominante de la economía y del Estado, los que realizan ambas
funciones. En virtud de que la riqueza del Estado se basa en el petróleo
los grandes impulsos hacia la iniciación de nuevas actividades económi-
cas se originaron en esa industria, al igual que los esfuerzos por mejorar
servicios sociales tales como los de salud y educación, por mejorar el equi-
librio regional y la reforma agraria, y similares esfuerzos reformistas.
Había aquí escasa probabilidad de que la actividad de una parte de la
burocracia paralizara la actividad de la otra parte. Resultaba relativamen-
te fácil un entendimiento con el sector privado, porque obviamente el Es-
tado era un socio importante en casi todas las actividades económicas de
peso. Con esto basta por lo que respecta a los dos grandes regímenes plu-
ralistas que sobreviven en la América Latina. ¿Qué diremos de los otros?
Hay una distinción antigua, y todavía útil, entre la reforma "desde aba-
jo" y la reforma "desde arriba". El prototipo de la "reforma desde arri-
ba" ha sido desde hace largo tiempo la institución de diversos programas
de seguridad social en Alemania, en el decenio de 1880, por parte de
Bismarck. Es probable que a resultas de esta experiencia histórica ejem-
plar se haya establecido firmemente la idea de que la reforma desde arri-
ba estabiliza el orden político, por lo menos a corto plazo, e impide el
desorden social y político que se produciría si se implantaran las refor-
mas gracias a las acciones decididas de los trabajadores o de otros grupos
de peticionarios.
Debe revisarse a fondo esta idea a la luz de la experiencia latino-
americana."' Dada la debilidad de los sindicatos y de las organizaciones
masivas similares la reforma desde arriba (combinada a menudo con la
movilización desde arriba) ha sido la regla más bien que la excepción
en este continente, pero en muchos casos se ha generado la inestabilidad y
finalmente la desintegración política, seguida del autoritarismo. Es posible
que una razón de este fenómeno sea el hecho de que los grupos sociales
^" En realidad sólo hay necesidad de demostrar que la reforma desde arriba no genera
estabilidad en la América Latina, ni siquiera a corto plazo; a largo plazo tampoco lo hizo en
Alemania, como se ha demostrado en varios estudios que conectan el advenimiento del nacional
socialismo con las políticas internas de Bismarck.
ESTRATEGIA DEL DESARROLLO 1423

reformistas que se apoderan a veces del Estado no simpatizan en absoluto


con las élites tradicionales, nacionales y extranjeras, que se encargan de
la función empresarial y a su vez están decididas a no ceder nada si pue-
den evitarlo. Por lo tanto, las élites reformistas no consideran que las re-
formas intentadas en estas condiciones ayuden a mejorar el funcionamien-
to del sistema, ni las élites empresariales las aceptan con el espíritu de
"renunciar a algo para no perderlo todo". Además, en virtud de que no
han sido forjadas en un enfrentamiento directo entre clases contrarias
(como ocurriría con la "reforma desde abajo"), las reformas impuestas
desde arriba resultan a menudo poco realistas, fáciles de congelar, y a
veces poco útiles para los supuestos beneficiarios. El resultado puede ser
el peor de ambos mundos: la enervación de los empresarios combinada
con una ausencia de avances reales de los grupos discriminados que las
reformas tratan de ayudar.
Parece útil la concepción del proceso de desarrollo de la América
Latina como el desenvolvimiento secuencial de las funciones empresaria-
les y las reformistas. El cambio del apoyo ideológico de las dos funcio-
nes, su cronología recíproca y la identidad de grupo de los reformadores
en relación con la de los empresarios nos han ayudado a entender la in-
teracción entre el desarrollo económico y la política, aunque es evidente
que estamos lejos de una teoría unificada. Una de las ventajas del enfo-
que delineado aquí es la reunión de los factores "estructurales" e "ideo-
lógicos" en una forma que no está presente en los intentos de explicación
considerados antes en este ensayo.
El marco conceptual sugerido aquí puede utilizarse también para es-
tablecer contacto con algunas de las proposiciones anteriores de este en-
sayo. Por ejemplo, es posible que el estancamiento o desencuentro —un
término muy adecuado, acuñado en la Argentina— entre la élite empre-
sarial y la élite reformista actúe como una invitación irresistible para que
los intelectuales presenten sus propias propuestas y soluciones. Por lo tan-
to, es posible que tal estancamiento sea responsable del fermento intelec-
tual de los últimos decenios, examinado en la sección 3.
Desde nuestra perspectiva nueva también podremos entender mejor la
introducción de este ensayo, donde hicimos hincapié en las políticas que
exageran la "elasticidad" de la economía. Vemos ahora que en la medida
en que tales políticas sean implantadas por reformadores es posible que
no se basen en percepciones erróneas sino que partan de incompatibilida-
des básicas con la perspectiva y los valores de otras élites. En esta forma
tales políticas resultan menos caprichosas y más inteligibles.
1424 EL TRIMESTRE ECONÓMICO

5. Resumen
Este capítulo se ha convertido en una especie de reseña crítica de las
posibles explicaciones del giro hacia el autoritarismo en la América La-
tina. Además de las interpretaciones puramente económicas hemos presen-
tado otras que subrayan la ideología, la política, la cultura y aun la per-
sonalidad. Al final se ha bosquejado un marco más general que incluye
las fuerzas económicas, políticas, sociales e ideológicas. Creo que cada
uno de los intentos de explicación puede aportar algo al entendimiento
del desagradable fenómeno estudiado.
Pueden formularse dos tipos de críticas a mi modo de proceder: pri-
mero, que he explorado mi tema desde demasiados ángulos, que he sido
excesivamente ecléctico; segundo, que al proveer un número tan grande
de explicaciones he hecho aparecer el autoritarismo como algo completa-
mente inevitable y quizás aun justificado en la América Latina.
La primera crítica no me molesta realmente: prefiero ser ecléctico
que reduccionista, y resulta difícil saber dónde se encuentra el punto
medio ideal entre estos dos supuestos vicios. En cambio, la segunda crí-
tica es un asunto grave. Por fortuna es una crítica errónea en virtud de un
teorema fundamental acerca del mundo social que puede formularse como
sigue: en cuanto un fenómeno social ha sido plenamente explicado por
diversos enfoques convergentes, de modo que se entiende en su majestuo-
sa inevitabilidad y quizás aun en su permanencia, se desvanece. Percibí
por primera vez la existencia de esta ley básica hace treinta años, en una
conferencia sobre Francia, cuando se presentaron y demostraron convin-
centemente todas las razones del retraso industrial y económico de ese
país, en el momento preciso en que Francia iniciaba su notable moderni-
zación y recuperación económica de la posguerra.^* Podrían ofrecerse
muchos otros ejemplos de la operación del teorema. Los lectores deberán
adivinar por qué ocurren así las cosas. Si encuentran difícil la prueba de
mi teorema quizá les ayude saber que Hegel expresó la misma idea, en
forma menos paradójica y más bella, cuando escribió: "el buho de Mi-
nerva sólo extiende sus alas al caer la noche".
Se sigue de aquí que cuanto más completas y variadas sean nuestras
explicaciones del establecimiento de los regímenes autoritarios en la Amé-
rica Latina más pronto terminaremos con ellos.

124 Véanse las minutas de la conferencia en Edwaard M. Earle (comp.), Modem France,
Princeton, Princeton University Press, 1951.

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